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Actas XIV Congreso AIH (Vol. IV). An VAN HECKE. Guatemala, un espacio imaginario: Monterro... - Guatemala, un espacio imaginario: Monterroso y la literatura guatemalteca An VanHecke UNIVERSITEIT ANTWERPEN UIA Los AUTORES EN EXILIO siempre han experimentado con varias formas de escritura a fin de reconstruir, a través de la memoria, la ficción o la reinvención, la imagen de su país de origen. A raíz de un exilio de más de cincuenta años en México, la Guatemala de Augusto Monterroso parece haberse convertido en un espacio imaginario. El autor habla poco de su exilio, así que en gran parte de su obra son escasas las referencias a Guatemala 1 . Sin embargo, su autobiografía Los buscadores de oro ( 1993) ha revelado el deseo de recrear el país de su infancia, y nos incita a analizar las referencias a Guatemala en toda su obra. Así descubrimos a menudo al autor escrutando el mapa, como si tuviera que asegurarse de la existencia geográfica y real de Guatemala y de Centroamérica: «El mundo conoce poco la historia de Centroamérica y apenas intuye su lugar en el mapa>?. En otro texto llama a Guatemala «ese diminuto territorio, casi invisible en el mapa» 3 , y cuando nos confiesa en Los buscadores de oro su angustia al tener que trazar en la escuela el dibujo de un mapa de Centroamérica según el modelo colgado en la pared 4 , sospechamos que todos estos mapas monterrosinos simbolizan simultáneamente la dificultad y la necesidad de ubicarse. ¿Cómo recrear entonces la imagen de Guatemala? Los mapas guían, la memoria reinventa, pero uno de los caminos más fecundos es indudablemente la lectura de autores guatemaltecos, y más precisamente de sus obras sobre Guatemala. Si bien es cierto que Monterroso, según Ángel Rama, «ha puesto punto 1 Analizamos las siguientes obras de Augusto Monterroso: Obras completas (y otros cuentos), México: Ediciones Era, 1990, 19591. La oveja negra y demás fábulas, Barcelona: Anagrama, 1991, 19691. Movimiento Perpetuo, Madrid: Alfaguara Bolsillo, 1999, 19721. Lo demás es silencio (La vida y la obra de Eduardo Torres), ed. de J. Ruffinelli, Madrid: Cátedra, Letras Hispánicas, 1986, 19781. Viaje al centro de la fábula, México: Ediciones Era, 1989, 19811. La palabra mágica, Barcelona: Muchnik Editores, 1985, 19831. La letra e (Fragmentos de un diario), Madrid: Alfaguara, 1998, 19871. Los buscadores de oro, Barcelona: Anagrama, Narrativas hispánicas, 1993. La vaca, Madrid: Alfaguara, 1998. Incluimos en este estudio también los discursos de Montyrroso, ya que los consideramos de alto nivel literario. 3 Augusto Monterroso, La letra e (Fragmentos de un diario), ed. cit., p. 280. Augusto Monterroso, «500 años. Imaginación y realidad», La Jornada Semanal, México, 17 4, ! 1 de octubre de 1992, p. 18. Augusto Monterroso, Los buscadores de oro, ed. cit., p. 43. 677 -1 .. Centro Virtual Cervantes

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Guatemala, un espacio imaginario: Monterroso y la literatura guatemalteca

An VanHecke UNIVERSITEIT ANTWERPEN UIA

Los AUTORES EN EXILIO siempre han experimentado con varias formas de escritura a fin de reconstruir, a través de la memoria, la ficción o la reinvención, la imagen de su país de origen. A raíz de un exilio de más de cincuenta años en México, la Guatemala de Augusto Monterroso parece haberse convertido en un espacio imaginario. El autor habla poco de su exilio, así que en gran parte de su obra son escasas las referencias a Guatemala 1. Sin embargo, su autobiografía Los buscadores de oro ( 1993) ha revelado el deseo de recrear el país de su infancia, y nos incita a analizar las referencias a Guatemala en toda su obra. Así descubrimos a menudo al autor escrutando el mapa, como si tuviera que asegurarse de la existencia geográfica y real de Guatemala y de Centroamérica: «El mundo conoce poco la historia de Centroamérica y apenas intuye su lugar en el mapa>?. En otro texto llama a Guatemala «ese diminuto territorio, casi invisible en el mapa»3

, y cuando nos confiesa en Los buscadores de oro su angustia al tener que trazar en la escuela el dibujo de un mapa de Centroamérica según el modelo colgado en la pared4

, sospechamos que todos estos mapas monterrosinos simbolizan simultáneamente la dificultad y la necesidad de ubicarse. ¿Cómo recrear entonces la imagen de Guatemala? Los mapas guían, la memoria reinventa, pero uno de los caminos más fecundos es indudablemente la lectura de autores guatemaltecos, y más precisamente de sus obras sobre Guatemala. Si bien es cierto que Monterroso, según Ángel Rama, «ha puesto punto

1 Analizamos las siguientes obras de Augusto Monterroso: Obras completas (y otros cuentos), México: Ediciones Era, 1990, 19591. La oveja negra y demás fábulas, Barcelona: Anagrama, 1991, 19691. Movimiento Perpetuo, Madrid: Alfaguara Bolsillo, 1999, 19721. Lo demás es silencio (La vida y la obra de Eduardo Torres), ed. de J. Ruffinelli, Madrid: Cátedra, Letras Hispánicas, 1986, 19781. Viaje al centro de la fábula, México: Ediciones Era, 1989, 19811. La palabra mágica, Barcelona: Muchnik Editores, 1985, 19831. La letra e (Fragmentos de un diario), Madrid: Alfaguara, 1998, 19871. Los buscadores de oro, Barcelona: Anagrama, Narrativas hispánicas, 1993. La vaca, Madrid: Alfaguara, 1998. Incluimos en este estudio también los discursos de Montyrroso, ya que los consideramos de alto nivel literario.

3 Augusto Monterroso, La letra e (Fragmentos de un diario), ed. cit., p. 280. Augusto Monterroso, «500 años. Imaginación y realidad», La Jornada Semanal, México,

17 4, ! 1 de octubre de 1992, p. 18. Augusto Monterroso, Los buscadores de oro, ed. cit., p. 43.

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final al mito del tropicalismo literario», siendo de Guatemala, «país de los quetzales, los vibrantes hui piles, la suntuosa poesía maya, la verba inflamada de Miguel Ángel Asturias [ ... ]» 5, creemos que al mismo tiempo Monterroso es digno descendiente de esta tradición. Su largo exilio no le impide que la tradición literaria en la que se inscribe obstinadamente en textos y discursos sea, entre otras, la guatemalteca, desde el Popal Vuh, pasando por Rafael Landívar, José Batres Montúfar y Enrique Gómez Carrillo, hasta llegar a Miguel Ángel Asturias y Luis Cardoza y Aragón6

. Es obvio que los autores guatemaltecos en Monterroso, con referencias muy reducidas que varían entre 6 para Batres Montúfar y 12 para Asturias, quedan eclipsados por autores como Cervantes o Shakespeare, a los que se menciona explícitamente en 70 y 30 ocasiones respectivamente. Sin embargo, por muy limitada que sea, la presencia de los autores guatemaltecos no deja de intrigamos. Monterroso suele rendirles homenaje en discursos pronunciados al recibir un premio7

,

pero la importancia que les concede se deduce también de sus otros textos. Amy Kaminsky estima que los escritores exiliados recuperan un sentido de lugar por medio del lenguaje, creando un espacio ficticio o poético8

. En el caso de Monterroso, esta recuperación espacial no sólo se hace por medio de la escritura, sino también por medio de la lectura. El siguiente análisis se centra pues en Monterroso como lector y crítico.

El Popal Vuh es a menudo el primer libro que surge al hablar de Guatemala. Entrevemos en varios fragmentos un intento de reivindicar, con or~ullo, el lugar de Guatemala en el mundo, por medio del libro sagrado de los mayas . También en su discurso pronunciado al recibir el Premio Príncipe de Asturias expresa su admiración por «el libro nacional de los quichés, mitológico y poético y misterioso»10

. La resonancia poética del Popal Vuh llega hasta los personajes de Miguel Ángel Asturias, que hablan «como desde los remotos tiempos del Pofol Vuh» 11

, y hasta Luis Cardoza y Aragón, al que llama «heredero» del libro sagrado1

. Pero no termina ahí. Monterroso observa en La letra e a Rumen Stoyanov recorriendo bibliotecas para poder traducir la versión

5 Ángel Rama, «Un fabulista para nuestro tiempo», Monterroso, ed. de J. Ruffinelli, Xalapa: Universidad Veracruzana, Texto Crítico del Centro de investigaciones lingüístico-literarias, Anejo 1, 1966,p.24.

La selección de estos autores se basa en un cálculo estadístico. Son los más frecuentes en la lista de todos los autores guatemaltecos citados en la obra completa de Monterroso. Se trata de cifras absolutas: Popo! Vuh: 9, Landívar: 7, Batres Montúfar: 6, Gómez Carrillo: 7, Asturias: 12, Cardoza y Aragón: 1 O. Otros guatemaltecos menos frecuentes (pero no por eso menos interesantes) son Berna! Díaz del Castillo («guatemalteco» según Monterroso), José Milla y Vidaure, Rafael Arév~lo Martínez o Alaíde Foppa.

Es el caso para el Doctor Honoris Causa d~ la Universidad de San Carlos de Guatemala (1996), el Premio Nacional de Literatura Miguel Angel Asturias (1997) o el Premio Príncipe de Astu~as (2000).

Amy K. Kaminsky, After Exile. Writing the Latin American Diaspora, Minneapolis, Lon~n: University ofMinnesota Press, 1999, p. 58.

Hf.ugusto Monterroso, «500 años. Imaginación y realidad», art. cit., p. 17. Augusto Monterroso, «Discurso pronunciado por Augusto Monterroso el año 2000».

Premio Príncipe de Asturias de las Artes y las Letras, Internet, I 8 de diciembre de 2000, http:/{'f':YW·fpa.es/esp/premios/discursos/2000letras.html: p. 2.

12 Augusto Monterroso, La palabra mágica, ed. cit., p. 48. Augusto Monterroso, «500 años. Imaginación y realidad», art. cit., p. 18.

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castellana del Popal Vuh al búlgaro13. Esto revela la atracción de la cultura maya y

demuestra que la literatura traspasa las fronteras gracias a las traducciones: del quiché al español y del español al búlgaro. Las traducciones son para Monterroso juegos amenos de la lengua en un movimiento sin fin, ya desde su origen, cuando «el primer indígena cakchiquel [ ... ]le enseñó [a Thomás de Coto] que Vuh significaba Libro a cambio de aprender que Libro era Vuh, en un (supongo que debió de haberlo sido) divertido intercambio que aún no termina»14

. Este optimismo a nivel de los textos deja paso a un tono serio, cuando, en el avión a Managua, Monterroso ve «pasar» Guatemala, en estado de guerra, y defiende la causa popular «de los arrasados indígenas mayas y su Popal Vuh d . d . 1 15 epos1ta o por s1g os en sus mentes» .

Del lejano Popal Vuh saltamos al siglo XVIII, en el que el jesuita Rafael Landívar compuso su Rusticatio Mexicana, según Monterroso, «el mejor poema mundial neolatino» 16

. En casi cada referencia a su compatriota, Monterroso reitera que Landívar escribió esta obra durante su exilio en Bolonia, debido a la expulsión de los jesuitas de América en 1767. No sorprende entonces que Monterroso compare su propio destierro con el del poeta Landívar 7 y que cite a veces algunos versos emotivos de la invocación a la ciudad de Guatemala, destruida por el terremoto de 1773: «Salve cara parens, dulcis Guatemala, salve [ ... ]» 18

. Las citas de estos hexámetros, que aprendió de memoria siendo joven, no sólo sugieren su pasión por el latín, sino también la trascendencia del poema. Al insistir tantas veces en el carácter melancólico del texto, Monterroso nos revela algo de LA propia melancolía que tiñe su obra.

A mediados del siglo XIX surge en Guatemala otra figura de gran valor para Monterroso: José Batres Montúfar. Sus Tradiciones de Guatemala le impresionan tanto que sólo puede hablar de ellas en superlativo: «obra maestra de la lengua española»19

,

escrita en «prodigiosas octavas reales»20, compuestas de «elaboradísimos, perfectos,

insuperables e insuperados endecasílabos»21 . Gran admirador de la literatura italiana, Monterroso aprecia en esta obra la influencia de Boccaccio, Ariosto y Casti. En Batres Montúfar, el «máximo poeta satírico de Guatemala»22

, se encuentran además algunas claves de interpretación para la destacada presencia de la sátira en Monterroso. Por ende, no es nada extraño que el humor satírico y la tristeza, que en la obra monterrosina van tan aparejados, se unan también en el poeta decimonónico a quien Monterroso califica varias veces como el «triste» José Batres Montúfar.

~!Augusto Monterroso, La letra e (Fragmentos de un diario), ed. cit., p. 132. 15 lbid., p. 230. 16 Jbid., p. 154. 17 Augusto Monterroso, Los buscadores de oro, ed. cit., p. 15. 18 Augusto Monterroso, La vaca, ed. cit., p. 87. 19 !bid., p. 86.

Augusto Monterroso, «Guatemala va conmigo» (texto leído en la ceremonia del Premio Literario Internacional del Instituto Italo-Latinoamericano), La Jornada, México, 2 de junio de 199321?· 24.

21 Augusto Monterroso, «500 años. Imaginación y realidad», art. cit., p. 18. Augusto Monterroso, «Retomo del proscrito», La Jornada Semanal, México, 21 de julio

de 1996, Internet. 4 de agosto de 1998. http://www.ece.orst.edu/~rodrigfr/Tito/sem­mont1woso2.html: p. 3.

Augusto Monterroso, «Guatemala va conmigo», art. cit., p. 24.

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Siempre han existido grandes escritores cuyas vidas extravagantes siguen siendo fuente de inspiración. Enrique Gómez Carrillo, escritor modernista y sensual, a caballo entre el siglo XIX y el XX, amante de Raquel Meller y Mata Hari, no puede faltar en el universo literario de Monterroso. Su vida de bohemio parisino se asocia con la supuesta bohemia del padre de Monterroso, comentada en Los buscadores de oro23

. Las crónicas de viaje de Gómez Carrillo sin duda han seducido a Monterroso, viajero impetuoso él también. No sólo la vida de Gómez Carrillo es fascinante, sino también su obra, porque, junto con Darío y Valle-Inclán, y a diferencia del pobre Henri Murger, Gómez Carrillo logró «convertir sus días de bohemia en obras maestras que en mucho cambiaron el destino de la literatura en nuestra lengua, y aún del idioma mismm>24

. Los elogios se acumulan y se centran finalmente en el periodismo. Cuando Monterroso declara en 1981 que le gustaría escribir artículos para periódicos, añade que estaría «en buena tradición guatemalteca», en la que incluye a Gómez Carrillo, que es más recordado como periodista que como novelista25

. Al igual que muchos otros escritores latinoamericanos, Monterroso opina que periodismo y literatura no se diferencian, y el argumento lo halla en el periodismo de Gómez Carrillo que «con el tiempo se convierte en literatura del más alto nivel»26

.

El reconocimiento del acervo cultural y literario de Guatemala se intensifica con un autor como Miguel Ángel Asturias. Monterroso no esquiva la crítica velada al régimen político cuando observa con ironía que «la exportación del cerebro de Miguel Ángel Asturias le ha deJado a Guatemala beneficios más notables [que los plátanos], un Premio Nobel incluido» 7

. Monterroso aprecia en Asturias la recuperación del pasado indí¡ena cuya magia sólo el poeta logra percibir en comunicación directa con la naturaleza2

• Lo dificil, y tal vez lo hermético, de muchas obras de Asturias se explica al situarlo en un contexto más amplio. Al contrario de Gómez Carrillo-a quien podríamos calificar de eurocentrista-, Asturias, dice Monterroso,

con todo su amor por lo francés [ ... ] dedicó tanta atención a lo indígena, quiso profundizar tanto en el alma de los primitivos habitantes de Guatemala, usó un lenguaje tan enraizado en la idiosincrasia de los indígenas, que hoy a las mismas clases medias guatemaltecas les resulta trabajoso leerlo y descifrarlo. En el abismo de estos dos extremos se debaten nuestros escritores y críticos jóvenes.29

En dos ensayos sobre El señor Presidente30, Monterroso se fija sobre todo en la

alusión a Manuel Estrada Cabrera. Según Monterroso, uno de los valores de esta novela

;! Augusto Monterroso, Los buscadores de oro, ed. cit., pp. 80-85. 25 !bid., pp. 83-84. 26 Augusto Monterroso, Viaje al centro de la fábula, ed. cit., p. 92.

Augusto Monterroso, «Palabras de Augusto Monterroso (Ceremonia de la entrega de la presa). Del periodismo a la literatura», La hora, Guatemala, 13 de diciembre de 1996, Internet. 4 de agptto de 1998. http://lahora.com.gt/13121996/paginas/cult8.htm: p. l.

28 Augusto Monterroso, Movimiento Perpetuo, ed. cit., p. 49. 29 Augusto Monterroso, La palabra m~gica, ed. cit., pp. 71-72. 30 Augusto Monterroso, La vaca, ed. cit., pp. 66-67.

Augusto Monterroso, La palabra mágica, ed. cit., pp. 45-48, 71-75.

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radica en haber demostrado que el señor Presidente «es apenas un ser que huye de su propio miedo erigiendo el miedo»31

. Además del valor ideológico, Monterroso parece aún más atraído por otro: el poder de la palabra. Al citar las primeras palabras «Alumbra lumbre de alumbre[ ... ]» refuerza el hechizo ya presente diciendo que son «palabras infernales» como las del grito de Plutón en el Infierno de Dante: «Papé Satán, papé Satán Aleppe!». Añade que es «la forma de expresión de un submundo que pugna por hacerse oír, no por hacerse entendern32

. Monterroso, tan racional en otros textos donde trata de descifrar, analizar y entender, se deja llevar aquí por la palabra poética sin pedir ni dar explicaciones.

El recuerdo de Guatemala se vivifica cuando Monterroso evoca la figura de Luis Cardoza y Aragón, con quien ha compartido el exilio en México. Hablar de Cardoza y Aragón es hablar de su crónica Guatemala, las líneas de su mano de 1955. Al recordar la década democrática de 1944 a 1954, Monterroso insiste en la famosa frase «Diez años de primavera en el país de la eterna tiranía» 33

. Monterroso admira mucho al «gran poeta, ensayista y hombre íntegro, mi ami~o de muchos años»34

, cuya obra es «sutil, incisiva, y de resplandeciente originalidad» 5

. En un ensayo de La vaca opta casi por situar a Cardoza y Aragón en un lugar intermedio entre Gómez Carrillo y Asturias, solucionando así el dilema entre lo universal y lo local, pero se niega a hacerlo, porque finalmente el universo de Cardoza y Aragón es distinto, complejo y dificil de aprehender, según Monterroso36

. La misma vacilación en ubicarlo se observa en la siguiente cita: «Quise antes situarlo en Guatemala porque ésa es su tierra, y de ahí viene, y a él le gusta venir de ahí; pero viene también del resto del mundm>37

. Monterroso no logra clasificar a Cardoza y Aragón, pero quizá en él esté la prueba de que uno puede ser a la vez guatemalteco y cosmopolita, sin caer en contradicciones.

Coincidimos con Dante Liano cuando considera: «En Guatemala no se puede escribir impunemente, en ningún sentido de la palabra. Las sombras enormes de sus mayores escritores imponen una calidad literaria que pocos pueden alcanzarn38

. Monterroso es muy consciente del peso de estas sombras y las admira, pero al mismo tiempo vislumbramos una diferencia entre su admiración por la tradición antigua y la que siente por los contemporáneos. Respecto a la primera, hay encantamiento puro (el Popal Vuh), intereses comunes (el latín de Landívar), influencias (la sátira de Batres Montúfar), géneros afines (las crónicas de viajes y el periodismo de Gómez Carrillo). En cambio, Asturias y Cardoza y Aragón son demasiado contemporáneos para poder hablar de influencias, ni hay temas ni géneros comunes. Monterroso habla de ellos con un enorme respeto y hasta con cierta distancia. Con asombro lee a Asturias, y muy humildemente

~~!bid., p. 73. 33 !bid., p. 72. 34 Augusto Monterroso, «Retomo del proscrito», art. cit., p. 1. 35 !bid. 36 Augusto Monterroso, «Palabras de Augusto Monterroso ... », art. cit., p. l. 37 Augusto Monterroso, La vaca, ed. cit., p. 67. 38 !bid., p. 68.

Dante Liano en Augusto Monterroso, ed. de W. H. Corral, Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1997, p. 93.

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confiesa que los que no somos poetas «no alcanzamos a percibir» aquel mundo mágico del poeta con la misma plenitud39

. Si Monterroso nos habla del «lejano pero cada vez más cercano Popal Vuh»4º, podríamos parafrasear sobre el «cercano pero cada vez más lejano Asturias». Pasa algo parecido con Cardoza y Aragón sobre quien admite que es «una cumbre literaria inaccesible», «un ser misterioso y de lucidez diabólica», en una palabra una «leyenda»41

. Sean autores del pasado o contemporáneos, el hecho es que cada autor guatemalteco es integrado en el mundo de Monterroso bajo alguna forma de homenaje, que implica a veces una identificación entre ambos, reforzada por el exilio que la mayoría de ellos ha sufrido al igual que Monterroso.

La búsqueda de ubicación de Monterroso, señalada en la introducción, se refleja en sus apreciaciones sobre los autores guatemaltecos. La cuestión geográfica de estos exiliados--estar dentro o fuera, ser guatemalteco o cosmopolita-se vincula a la polémica sobre el regionalismo o el universalismo de sus obras. Parece que Monterroso busca en ellos respuestas a su propio desarraigo, a su vida dominada por la frase que escribió en una pared en la Ciudad de Guatemala en 1944: «No me ubico»42

. La falta de ubicación se percibe también respecto a su obra, dificil de clasificar bajo ningún género, pero en cuanto surge entre los críticos la discusión entre regionalismo y universalismo, nadie duda en llamar su obra universal. Monterroso sería el primero en haber dejado atrás «todos los amarres vernáculos» 43 y en haber roto con el modelo criollista 44

. No rebatimos esta tesis, pero al mismo tiempo queda claro que Guatemala está mucho más presente en su obra de lo que se suele pensar, hasta en su obra de ficción. Sería conveniente, pues, ser igual de escéptico y cauteloso que Monterroso cuando él se distancia de las dicotomías demasiado restrictivas. En Monterroso, cualquier intento de delimitación entre regionalismo y universalismo fracasa, tal vez porque su obra pertenece a una nueva realidad descrita por Femando de Toro: «The object now is nomadic, cartographic, rhizomatic. It is here and there at the same time»45

.

A fin de captar la imagen de Guatemala en Monterroso, resulta que, además de la memoria y de la ficción, es imprescindible incluir su lectura de autores guatemaltecos, porque forman parte de cierta conciencia de identidad nacional. Podemos concluir, por un lado, que la lectura de estas obras, sean ficticias o no, refuerza el carácter imaginario

!~ Augusto Monterroso, La palabra mágica, ed. cit., p. 71. 41

Augusto Monterroso, «Retomo del proscrito», art. cit., p. 3. 42

Augusto Monterroso, La vaca, ed. cit., pp. 61 y 65. Esta frase conlleva muchas interpretaciones (la referencia al dictador Ubico, la falta de

ubicación política de Monterroso, la brevedad ... ) y no queda claro que si Monterroso realmente la escribió o si es una leyenda (algo que el mismo Monterroso sostiene). De todos modos la frase empezó a teneruna vida propia, como vemos por ejemplo en José-Miguel Ullán, «Tampoco quiero engañarlos». Prólogo a Augusto Monterroso. Cuentos, fábulas y Lo demás es silencio, México: Alfa~ara, 1996, p. 18.

Sergio Ramírez, «La narrativa centroamericana», El Pez y La Serpiente, Nicaragua: Institlí!º Nicaragüense de Desarrollo, 12, invierno 1972, p. 130. ,

Francisco Albizurez Palma, Grandes momentos de la literatura guatemalteca. Indice biobi~~iográjico de la literatura guatemalteca, Guatemala: Ed. José de Pineda !barra, 1983, p. 42.

Femando de Toro, «Explorations on Post-Theory: New Times». Explorations on Post-Theory: Toward a Third Space, F. de Toro (ed.), Madrid, Frankfurt: Vervuert, Iberoamericana, 1999, p. 11.

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de Guatemala en Monterroso, más aún porque la mayoría de estos escritores escribieron sus obras desde el exilio. Por otro lado, la exploración intertextual de algunos autores a través de todos los textos de Monterroso ofrece otra perspectiva de su obra. Por su carácter fragmentario y por la gran diversidad de géneros, sus textos se estudian generalmente por separado. Al considerar su obra en su conjunto y desde un ángulo intertextual, se descubren varios hilos conductores, temáticos, estilísticos y otros, con bases sólidas en la tradición.

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