Guerra Civil

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LA GUERRA CIVIL (1936-1939)

El golpe de Estado se transforma en guerra civil

Leales y rebeldes

El alzamiento en las distintas ciudades de guarniciones militares, apoyadas por grupos civiles comprometidos (comenzado el 17 de julio en las posesiones españolas en África y al día siguiente en la Península) fracasó en las grandes ciudades, sin embargo, triunfó en diversas capitales del interior.

Éxito o fracaso fueron debidos a las circunstancias sociales y políticas de cada zona de España, más que a la pericia (o falta de pericia) militar:

La España interior y, en general, las zonas agrarias trabajadas por jornaleros sin tierras propias o con pequeños propietarios (Galicia o la Andalucía del Guadalquivir) era más conservadora y atrasada.

En la España de las grandes ciudades, la más desarrollada e industrializada y con una agricultura más modernizada (este y norte peninsular), fracasó el pronunciamiento:

Casos especiales son los de Madrid y Barcelona, que durante dos días fueron escenario de la lucha entre uno y otro bando, decantándose, finalmente por el no pronunciamiento.

Pese a ser consideradas grandes ciudades, Zaragoza y Sevilla se decantaron hacia el pronunciamiento, mientras que Valencia, a pesar de su indecisión, se mantuvo fiel al bando republicano.

La consolidación de los dos bandos

Sublevados:

Formaban parte de ellos:

Militares conservadores.

Propietarios agrarios.

Monárquicos afiliados a los partidos de la derecha.

Grupos católicos.

Tradicionalistas.

Personas en desacuerdo con que grupos populares o pertenecientes a la pequeña burguesía consiguiesen poder.

Influencias:

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Estaban apoyados e inspirados por el fascismo (imitaban sus formas).

Leales:

Formaban parte de ellos:

Las clases populares:

Obreros y empleados urbanos.

Campesinos sin tierras.

Pequeña burguesía.

Clases medias vinculadas a los partidos republicanos (temerosas, no obstante, de que se llegase a producir una auténtica revolución social).

Influencias:

Sobre todo las clases populares estarán influidas por las organizaciones socialistas, comunistas y anarcosindicalistas

La significación del conflicto

Internacionalmente se pensaba que se trataba de una lucha entre el fascismo y la democracia liberal, e incluso también el comunismo, e incluso se llegó a temer que este conflicto armado se convirtiese en un problema a escala mundial.

Sin embargo, esta imagen de España a dos bandas hay que matizarla, puesto que la Guerra Civil fue sobre todo el enfrentamiento armado entre los viejos grupos dominantes de la España de la Restauración y los grupos emergentes obreros y burgueses, que pretendían establecer un sistema político verdaderamente democrático y un orden progresista; es decir, aún con matices que nos hacen pensar en que podría convertirse en un conflicto internacional, éste es un conflicto fundamentalmente español.

Derechas y parte del ejército, apoyados por la Iglesia, trataron de frenar las reformas de una burguesía republicana y un movimiento obrero socialista con poca resistencia. Sus reformas eran justas e imprescindibles para la modernización de la sociedad española, pero esto suponía atentar con los privilegios tradicionales de las clases dominantes españolas, por eso, estas clases optaron por abandonar la vía legal y parlamentaria y se decantaron por el golpe de estado para frenar ese “espíritu revolucionario”.

La internacionalización del conflicto

La opinión internacional

Opinión global:

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Francia (demócrata): salvo los grupos de extrema derecha, mayoritariamente existía una preferencia hacia la República, sin embargo, la prudencia de los gobernantes limitaba la ayuda a esta causa.

Gran Bretaña: el grupo más conservador estaba a favor del alzamiento de Franco, puesto que lo consideraban un buen freno al comunismo que se expandía cada vez más.

Los grupos católicos tradicionales (que no los progresistas) se mantuvieron del lado de los rebeldes, al igual que el Papado, que tardó un tiempo en decantarse por un bando u otro.

Los grupos obreros de todo el mundo, y fundamentalmente los de la URSS se manifestaron a favor del bando republicano.

La visión de la guerra en los medios de opinión, literatura y arte:

Literatura y arte participaron muy activamente en la expansión o denuncia de esta guerra. Aunque existe literatura a favor de ambos bandos, es más frecuente la proclive al bando republicano, puesto que pretendía mostrar los valores de la lucha por la democracia, la libertad y contra el fascismo que se expandía cada vez más por Europa.

Artículos de periódicos, folletos de propaganda, crónicas, novelas, cine, fotografía de guerra, etc., mostraron la “Guerra de España” como el acontecimiento mundial del momento.

El Comité de No-Intervención

Desde los comienzos de la guerra, ambos bandos piden ayuda exterior: Armamento y apoyo político:

Armamento:

Franco pediría ayuda, a través de sus agentes, a los países fascistas (Alemania e Italia), que le suministrarían armas y diversos aviones de combate.

Los Republicanos contarían con la ayuda de Francia (artillería, aviones y petróleo) y con la URSS desde finales de julio, que aportaría más armamento.

Apoyo político. En cuanto a la intervención directa de países extranjeros en una guerra española, supondría una posible internacionalización del conflicto y el enfrentamiento entre distintas potencias, de ahí que las diferentes potencias que podrían entrar en la guerra, decidieron aislar el conflicto:

Las grandes democracias: Francia y Gran Bretaña.

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La URSS que, al igual que las dos anteriores, tendería a posicionarse a favor de la República.

Los países fascistas: Italia y Alemania.

El Portugal de Oliveira Salazar, de corte fascista.

Teniendo en cuenta el panorama europeo (Hitler escalaba posiciones en su expansión fascista), Gran Bretaña defendía a toda costa un tipo de política de tranquilidad y diplomacia, procurando evitar el enfrentamiento armado entre comunistas y fascistas (y contra ellos).

Francia, por su parte, estaba geográfica y estratégicamente más próxima al conflicto español, pero Gran Bretaña le comunicó que se participaba apoyando a cualquier bando, no apoyaría si política internacional ante la amenaza de Hitler. Ante estas exigencias, Francia crearía el Comité de No-Intervención:

Creado en agosto de 1936, a él se unieron 27 países que, no obstante, no pudieron impedir que los dos bandos recibiesen ayuda externa.

Dentro del comité estaban aquellos países que durante el primer mes más habían ayudado a ambas bandos, Alemania, Italia y la URSS (únicamente para vigilarse unos a otros).

La creación de este comité fue injusta para la República y una de las causas de su derrota en la guerra, al no permitírsele al gobierno de un Estado soberano el derecho a adquirir armas para defenderse de las insurrecciones de su propio ejército.

Las ayudas extranjeras

Ayudas a la causa Republicana:

Tras la creación del comité, los seguidores de la república tuvieron que comprar armas y productos energéticos donde pudieron, de ahí que Largo Caballero optase por utilizar las reservas de oro del Banco de España para pagar las armas compradas a la Unión Soviética. Sin embargo, la URSS no sólo accedió a la venta de armas, sino que sus consejeros militares, a través del Partido Comunista, ayudaron en la organización táctica de la guerra al bando republicano.

Además de la ayuda táctica y armamentística de la URSS, la República fue ayudada por un grupo de voluntarios de diversos países del mundo (demócratas, socialistas, anarquistas, comunistas) constituidos en las Brigadas Internacionales, formadas como un movimiento de solidaridad antifascista desde todos los puntos del mundo. Van a tener un papel esencial en el buen funcionamiento de las Brigadas las organizaciones comunistas internacionales (Komitern).

Ayudas a los sublevados:

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Apoyo alemán :

Alemania envió a su aviación (La Legión Condor) y diversas armas nuevas, pidiendo a cambio minerales y productos extratégicos.

Apoyo italiano :

Mussolini mandó a España una gran unidad: Il Corpo di Truppe Volontaire y armas.

Apoyo portugués .

Apoyo irlandés .

Las operaciones militares de la guerra

Introducción

En el aspecto militar, la guerra civil pasó por cuatro etapas de distinta duración:

El avance rebelde hacia Madrid (julio-noviembre de 1936).

Las batallas alrededor de Madrid y la ocupación del Norte (diciembre de 1936-octubre de 1937).

La ofensiva hacia el Mediterráneo (noviembre de 1937-junio de 1938).

La batalla del Ebro y el fin de la guerra (julio de 1938-abril de 1939)

Los inicios del conflicto: el avance hacia Madrid

La primera fase de la Guerra Civil después del alzamiento se conoce como “guerra de columnas”.

Se desarrolla desde el desencadenamiento de las primeras operaciones y el fracaso de los sublevados en el intento de tomar Madrid hasta principios de noviembre de 1936.

Una vez cruzado el Estrecho, las tropas africanas al mando de Yagüe enlazaron con los sublevados del norte, tras eliminar la resistencia de Badajoz.

En septiembre, Franco ocupó Toledo, eliminado el cerco que habían establecido los republicanos al Alcázar, donde resistían militares sublevados.

A finales de octubre, Franco llega a Madrid. Ante la situación, los republicanos decretan la movilización general para salvar Madrid, de ahí que miles de personas fortificasen los accesos al interior, cavaron gavias y proclamaron diversas consignas que pasaron a la historia como “No pasarán” o “Madrid, tumba del fascismo”.

Ante el avance de los sublevados, el gobierno republicano decidió, a principios de noviembre, trasladarse a Valencia (plaza formada por una junta presidida por el general Miaja). Mientras Madrid continuaría su defensa a través de la estrategia

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del comandante Rojo (Vicente Rojo Lluch). A pesar del ataque frontal, Madrid resistiría gracias a la llegada:

De las primeras Brigadas Internacionales.

De la Columna anarcosindicalista barcelonesa “Libertad”, al mando de Buenaventura Durruti.

La resistencia madrileña puso fin a la “guerra de columnas” (llamada así porque sus combatientes emplearon el sistema de columnas de tropas) o “fase miliciana” (porque la mayor parte de las tropas republicanas eran milicianas, milicias políticas, partidos y sindicatos).

Las batallas alrededor de Madrid

Durante esta etapa se regularizan ambos ejércitos:

El bando republicano decide militarizar o disolver sus milicias, además de reforzar su posición a través de la creación del Ejército Popular de la República.

El bando sublevado (bajo las órdenes de Franco) también decide militarizar a sus voluntarios (los requetés, falangistas, etc.)

En cuanto a la continuación de la guerra, una vez que los sublevados son derrotados en Madrid, optan por establecer maniobras que traten de aislarlo, sobre todo sus comunicaciones con Valencia, de ahí que proyectasen diversos ataques para cortarlas:

Batalla del Jarama (febrero 1937): batalla de desgaste en la que ambos bandos se consideran los ganadores (se produjo un progresivo desgaste de ambos ejércitos). A pesar de los esfuerzos de los sublevados por aislar la capital, los republicanos consiguieron frenarlos en esta batalla.

Batalla de Guadalajara (marzo 1937): derrota sonada de las tropas de Franco en manos del recién creado Ejército Popular de la República.

La ocupación del norte

Tras la derrota, Franco decidió trasladar el ataque desde Madrid a otras zonas:

En primer lugar a la franja cantábrica (abril-octubre 1937), expandiéndose los combates de este a oeste: Guipúzcoa, Vizcaya (finales de marzo, al mando del general Mola), Santander y Asturias. En esta etapa va a destacar especialmente el bombardeo de la ciudad vasca de Guernica, primer bombardeo de la historia sobre población civil:

Va a ser especialmente significativo el ataque a Bilbao, ciudad ocupada en Junio por los sublevados gracias a la superioridad de medios, armamento y aviación. Ante el ataque, el bando republicano optó por desviar la atención del enemigo desencadenando el ataque a Brunete (próximo a Madrid) y después a Belchite (Zaragoza), pero no evitaron la expansión de las tropas

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de Franco hacia Santander y después hacia Asturias (septiembre-octubre 1937). Que una región de las características de Asturias (industrializada, minera) cayese frente a los sublevados, debilitó todavía más a la República.

A raíz de estos enfrentamientos, comenzó el éxodo republicano hacia otras zonas aún republicanas (Cataluña).

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El avance hacia el Mediterráneo

En esta tercera etapa, los republicanos tratan de tomar la iniciativa a través de diversas ofensivas. Vuelven a reestructurar sus ejércitos al mando del defensor de Madrid, Vicente Rojo, para tratar de conseguir una mayor eficacia contra el enemigo. De este modo, tratan de integrar en el ejército a:

Diversos mandos profesionales.

Batallones de milicianos (Líster, Modesto…)

Miembros de las Brigadas Internacionales (Brigadas Mixtas)

En la batalla de Teruel (invierno 1937-8), los republicanos trataron de ocupar la ciudad, lo cual les es posible hasta febrero de 1938.

Ante la situación, Franco desarrolla la campaña de Aragón (zona de Teruel)y llega al Mediterráneo (Castellón) en abril, quedando el territorio republicano dividido en dos zonas (Doc. 13). Para evitar tensiones con Francia, continuó su expansión hacia el sur, a través de diversos combates en Castellón y Valencia (capital de la República).

Este avance se detuvo cuando el ejército republicano, provisto de nuevo armamento desencadenó el ataque que daría lugar a la Batalla del Ebro, en Tarragona.

La Batalla del Ebro

Es uno de los mayores episodios militares de la guerra. Representa el comienzo de la última etapa de la guerra y finaliza con la derrota definitiva de la República.

Comenzó el 25 de julio de 1938 con el ataque republicano entre Mequinenza y Amposta (Doc. 14). Tras el ataque, los republicanos se dirigieron hacia el sur tratando de ocupar Gandesa, en donde resistieron unos meses, hasta que fueron detenidos y posteriormente también atacados por las tropas de Franco (incluidas la aviación alemana e italiana). A principios de noviembre, el bando republicano es obligado a replegarse a la otra orilla del Ebro, mientras el ejército franquista ocupaba todo el sur de Tarragona y el Ebro hasta su desembocadura.

El 16 de noviembre finalizó la batalla, con graves pérdidas para el ejército republicano.

Una vez dominada Tarragona, Franco emprendió su ataque contra Cataluña. El 26 de enero entraba en Barcelona, todo el gobierno de la República (presidente: Azaña, jefe de gobierno: Negrín), el presidente y los parlamentarios de la Generalitat, los miembros de las Cortes Republicanas y el gobierno vasco abandonaron España, comenzando su exilio.

El final de la guerra

A pesar de que el bando republicano conservaba un territorio que abarcaba Madrid, Ciudad real, parte de Valencia, Albacete, Alicante, Murcia, Jaén y Almería

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(Zona Centro), y que Juán Negrín había vuelto del exilio para continuar la guerra, Inglaterra y Francia reconocen a Francia(a finales de febrero) gobernador de España, por lo que días después Manuel Azaña presentaría, desde París, su dimisión como presidente de la II República.

Paralelamente a la dimisión, se produce en Madrid una sublevación contra el gobierno republicano dirigida por el coronel Segismundo Casado (jefe de la defensa de la capital), que creía que la prolongación de la guerra era debida a la influencia de los comunistas en la República, influencia que podría finalizar –según él- negociando con Franco.

Desarrollando esta idea, y con el pretexto de que Negrín iba a nombrar altos mandos del ejército únicamente a comunistas, se sublevó el 5 de marzo y controló Madrid, tras una dura lucha contra unidades comunistas.

Una vez habiendo vencido a los grupos comunistas, Casado, junto con socialistas como Julián Besteiro y parte de la UGT crearon una Junta de Defensa (presidida por Miaja) para tratar de negociar una paz negociada con el caudillo, sin embargo Franco no aceptó ninguna condición y obligó a entregar las armas, de este modo, Franco entraría en Madrid el 28 de marzo sin ninguna resistencia. A los pocos días, se daría por finalizada la ocupación mediterránea (no hubo resistencia por parte de los comunistas que todavía quedaban) y el 1 de abril de 1939 Franco firmaba en Burgos el último parte de guerra: <<En el día hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, alcanzaron las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. España, la guerra acabó>>.

La zona republicana: la revolución contenida

Se desencadena la revolución social

El alzamiento militar generalizado en toda la península fue el desencadenante que derivó en la revolución social y sobre todo, colectivista (este colectivismo sería el elemento más significativo de la revolución social, y se llevó a cabo en la industria o incluso en la agricultura) que se produjo en los territorios que todavía permanecían fieles al bando republicano.

Este proceso revolucionario pretendía cambiar el sistema de propiedad (continuar el reformismo) y destruir el poder del estado, de ahí que sus principales seguidores fuesen:

Los anarcosindicalistas (CNT y FAI).

UGT, que secundaría la colectivización de muchas tierras e industrias.

PCE y PSOE se mantendrían al margen e, incluso con el tiempo, en contra.

La revolución social y política tendría especial relevancia en Cataluña:

Se creó el Comité Central de Milicias Antifascistas.

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Se reconstruyó el poder de la Generalitat con un gobierno presidido por Companys.

Esta revolución social se esparció rápidamente en capitales y villas, en las que se crearon Juntas, Consejos y Comités con el cometido de imponer un nuevo orden revolucionario, tremendamente inflexible con el bando sublevado:

Durante los primeros meses de la guerra, se produjo una respuesta popular espontánea contra los facciosos (los sublevados):

Persecución violenta de miembros de la Iglesia, burguesía, clases acomodadas, etc.

Incendios de iglesias y conventos, detenciones, asesinatos.

Requisas: incautación de los bienes de los sublevados en nombre de los partidos o de los sindicatos.

El derrumbamiento del Estado Republicano

En el momento en que comienza la sublevación (17 julio 1936), el gobierno de la República estaba en manos de Santiago Casares, que dimitió, formándose otro gobierno rápidamente dirigido por Diego Martínez Barrio que, al no conseguir negociar con los insurrectos, fue rápidamente substituido por José Giral.

El gobierno de este último se comprometió a defender la república y trató de tomar las primeras medidas militares:

Consciente de la carencia de un gran ejército y el recelo de la población ante la sublevación de una parte del mismo, Giral entrega las armas a las milicias de los partidos y disuelve el ejército, pensando que esta iniciativa sería suficiente para quitar fuerza a los rebeldes.

A continuación, crearía batallones de voluntarios encabezados por la antigua oficialidad del ejército.

Además, realizó una nueva legislación sobre la Milicia voluntaria.

Las medidas tomadas por Giral no fueron suficientes durante el verano y el otoño de 1936 el poder del Estado sufrió una enorme caída (dadas las circunstancias de la guerra y el descontento de la población). Comités y Juntas de muchas regiones se unieron para formar Consejos Regionales (Asturias, Aragón, el Comité Ejecutivo de valencia o la Junta de Defensa de Madrid), en donde se reunieron las fuerzas del Frente Popular.

La actitud indiferente de las autoridades republicanas frente a los rebeldes y su negativa a entregarles las armas al pueblo cuando éste le pidió combatir al enemigo fue uno de los orígenes de la revolución social y política y finalmente acabaría siendo el motivo principal para tratar de cambiar al jefe del gobierno republicano por uno capaz de cambiar el panorama: Largo Caballero.

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Largo Caballero recompone el Estado

Apoyado originalmente por todas las fuerzas republicanas, decide formar un nuevo gabinete en septiembre de 1936 compuesto por:

Republicanos.

Socialistas.

Comunistas (por primera vez)

4 ministros anarcosindicalistas (añadidos ya en noviembre, hecho que llamó la atención especialmente por ser el primer gobierno del mundo que lo lleva a cabo). Paralelamente el gobierno de la República se estaba trasladando a Valencia, ante el ataque de los sublevados a Madrid.

El proyecto de Largo Caballero fue decisivo en el desarrollo de la guerra. Él pretendía realizar una “gran alianza antifascista” frente a los sublevados:

Recomponer el poder del Estado, eliminando las Juntas y Comités

Crear el Ejército Popular, sobre la base de las Brigadas Mixtas.

Problemas con los que se encuentra:

Son de carácter interno, concretamente con los comunistas y anarcosindicalistas:

Largo Caballero vs Comunistas : Largo Caballero había decidido dirigir personalmente la guerra (sin contar con una gran parte de su gabinete) y, además, no escondía su enemistad hacia este grupo, de ahí que durante su mandato se apoyase más en los sindicatos que en los partidos.

Largo Caballero vs Anarcosindicalistas : a pesar de estar vinculados a un gabinete, los anarcosindicalistas no renunciaron a practicar su propia política (estaban obsesionados con la colectivización y no estaban de acuerdo con integrar sus milicias en un ejército regular).

Estos problemas hicieron cada vez más débil el gobierno de Largo Caballero y esto se hizo patente en los sucesos de Barcelona (mes de mayo de 1937):

Dentro de todos las fuerzas que apoyaban la República, no todos estaban de acuerdo con llevar a cabo un tipo de guerra revolucionaria (propuesta por anarcosindicalistas y algunos miembros de la POUM de Andrés Nin: Partido Obrero de Unificación Marxista), esto implicó que acabase formándose un enfrentamiento violento dentro de la propia república, concretamente por el poder en Cataluña, donde la fuerza de la CNT

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y la POUM (los demás miembros) se oponían a los comunistas y a los republicanos que controlaban la Generalitat.

Finalmente, los enfrentamiento concluyeron con al derrota anarquista y se disolvió el POUM debido a la presión comunista.

Consecuentemente, el gobierno de Largo Caballero se debilitó y únicamente acabó teniendo apoyo de la UGT, mientras que se hacía patente la división entre los seguidores de este gobierno y los comunistas (los comunistas tenían una gran influencia, basada fundamentalmente en la ayuda que la Unión Soviética le prestaba a la República). Llama la atención que el propio partido socialista (al que estaba afiliado Largo Caballero), prefirió encontrar una solución en el acuerdo de los comunistas.

El Gobierno Negrín

Ante esta crisis de gobierno, Largo Caballero dimitió y en su lugar se conformó un nuevo gobierno presidido por el socialista Juan Negrín, que formaría un nuevo gobierno con notable influencia de comunistas (lo cual le trajo problemas con algunos miembros de su gobierno).

Política de Negrín:

La basó en al resistencia sin límites, además de tratar de conseguir una salida negociada a la guerra.

Quería que la República fuese reconocida como el único poder legítimo de España.

Llevo a cabo, para desarrollar sus ideas el programa de los Trece Puntos.

Franco no aceptó las propuestas de Negrín, sin embargo, éste contaba con la esperanza de que en poco tiempo estallase la guerra mundial, lo que supondría un alejamiento de España de la presencia nazi y fascista. Sus esperanzas se vieron frustradas con la firma del Pacto de Munich, por el cual Gran Bretaña y Francia se plegaban al expansionismo nazi.

A raíz de la derrota de Teruel (1938) el gobierno republicano comenzó a decaer sin remedio (faltaban alimentos y abastecimientos básicos, la población estaba cansada de la guerra y los reveses militares eran continuos), no obstante, Negrín insistía en la necesidad de resistencia militar (<<!Resistir es vencer!>>)

A finales de 1938 las propuestas de Negrín se redujeron a tres puntos:

Salida de las tropas extranjeras.

Ausencia de represalias de los vencedores sobre los vencidos.

Establecimiento de un régimen democrático.

A pesar de los esfuerzos de Negrín por continuar la guerra (Franco no aceptaba una rendición con condiciones), la República tenía los días contados.

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La zona sublevada: la creación de un Estado totalitario

Introducción

El bando de sublevados, al no tener un proyecto común, aceptaron la supremacía del ejército que se convirtió en la columna vertebral del nuevo régimen y fue el encargado de organizar el nuevo Estado surgido del conflicto bélico.

Francisco Franco, Generalísimo

Los militares sublevados crearon las Junta de Defensa Nacional (Burgos, 1936), organismo de dirección integrada por militares y presidida por Miguel Cabanellas.

Características de la Junta :

Gobernar el territorio ocupado (sin tener jurisdicción sobre los asuntos militares).

Prohibió la actividad de todos los partidos políticos.

Suspendió la Constitución.

Decretó la paralización de la reforma agraria en los territorios conquistados.

Al morir el general Sajurjo al comienzo de la insurrección se hacía necesario conseguir lo antes posible un nuevo líder, puesto que el golpe militar fallido se había convertido en Guerra Civil.

Francisco Franco sería elegido como jefe del alzamiento de manera prácticamente unánime, sobre todo por la fama paulatina que fue adquiriendo a raíz de haber socorrido a los defensores del Alcázar de Toledo. Su reconocimiento, por otro lado, traspasó fronteras, llegando incluso a ser reconocido por Hitler y Mussolini.

El 1 de octubre del 36 se publicaría un decreto por el cual se le nombraba Jefe del Gobierno y del Estado, además de Generalísimo del Ejército Español.

Al llegar al poder hizo desaparecer la Junta de Defensa Nacional y creo la Junta Técnica del Estado (Valladolid y Burgos), dividida en comisiones mixtas de militares y civiles.

Su cuartel general se dispondría en Salamanca.

La creación del partido único

El fracaso en la toma de Madrid, llevó al grupo de los sublevados a replantearse su situación. Eran superiores en armamento y ejército, pero fallaban en la cohesión política, puesto que lo que tenían en común dentro de sus filas era la ideología antiliberal (debido a lo cual desarrollaron una fuerte represión ante los republicanos que se quedaron en los territorios conquistados).

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Los grupos políticos que continuaban vigentes (y proclives a la sublevación) en aquel entonces era:

La Falange Española (de José Antonio Primo de Rivera): único grupo de filiación fascista entre los sublevados, puesto que representaban de un modo más claro el viejo conservadurismo español.

La Comunión Tradicionalista.

La CEDA y otros grupos monárquicos (casi desmantelados) se toleraban, aunque apenas tenían importancia.

Ante este panorama, los sublevados optaron por tratar de llevar a cabo un nuevo poder político unitario, inspirado en los modelos fascistas alemán e italiano, y crearon la Falange Española Tradicionalista y las Jons:

Fue dado a conocer a través del Decreto de Unificación de Franco en abril de 1937.

Unificaría a falangistas y carlistas (a pesar de que hubo resistencia de ciertos bandos carlistas y falangistas, acallados con destierros o prisión), pero integrando también a los demás partidos.

Franco sería el Jefe del Partido y Jefe del Estado.

Uniforme: camisa azul de la falange y boina roja carlista.

Saludo fascista.

En su jerarquía se mezclaban militares y civiles.

Importante influencia de la Iglesia.

El primer gobierno de Burgos

En enero de 1938 dio por finalizado el proceso de institucionalización del primer gobierno de Franco, gabinete formado por diversos ministros. Con su creación desaparecía la Junta Técnica:

Franco asumiría el sobrenombre de “Caudillo de España” y comenzaría a legislar sobre diversos asuntos:

Foro del Trabajo (marzo 1938):

Fue considerada una de sus leyes fundamentales, llevadas a cabo antes de finalizar la guerra.

Está inspirada en la Carta del Lavoro del fascismo italiano, en la doctrina social de la Iglesia y en algunos principios falangistas.

Sentó los cimientos de la organización corporativa del Estado y del sindicalismo vertical como una organización estatal que agrupaba a empresarios y trabajadores.

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Se consideraban actos subversivos las huelgas y reivindicaciones colectivas.

Una legislación sobre la imprenta y la prensa aseguró el control ideológico del régimen sobre los medios de comunicación.

Un grupo de leyes favorables a la Iglesia acabaron con el intento de secularización de la República:

Se puso fin a las leyes sobre matrimonio civil y divorcio

Se estableció el culto religioso en la enseñanza y el ejército.

Se instituyó una retribución estatal al clero.

Ley de Responsabilidades Políticas (febrero 1939):

Facultaba a los tribunales mixtos (ejércitos, poder judicial y falange) para la aplicación de penas a las personas vinculadas a partidos de izquierda.

La represión y las víctimas de la guerra

La represión en los dos bandos

Al comienzo de la guerra en ambos bandos se produjo una persecución indiscriminada e ilegal a los contrarios, sin embargo, con el tiempo se haría más patente la persecución por parte de los sublevados que incluso la continuaron al finalizar el conflicto.

En el bando republicano, milicias y organizaciones de partidos motivados por el caos político existente, mataron a personas de la alta jerarquía política o falangista, como Melquíades Álvarez o José Antonio Primo de Rivera. Durante los primeros meses de la guerra, llevaban a los presos a las afueras de las ciudades (los “paseos”) para ejecutarlas o bien ejercían una dura represión sobre ellos en las checas (cárceles clandestinas). Sin embargo, el asesinato de determinados presos políticos, llevó al bando republicano a replantearse estas medidas y aceleraron que el Estado crease Tribunales Populares para la administración de Justicia.

En cuanto al bando nacional, fue más habitual su recurrencia a la eliminación física de los enemigos, ejercida por el propio ejército o las autoridades políticas. Destacan las matanzas de civiles en Málaga, Sevilla o Badajoz. En ocasiones, personas relevantes fueron asesinadas por lo que significaban más que por su propia posición.

Refugiados y exiliados

Primeros meses de la guerra:

Los pobladores civiles vinculados al bando republicano (prioritariamente fueron enviados miles de niños a diversos países de Europa, América y la URSS), atemorizados ante el avance de las tropas del bando nacional y su

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posterior represalia, se trasladaron a aquellas zonas donde no habían llegado los sublevados:

Levante y Cataluña (mayoritariamente).

Los pobladores del Norte huyeron por mar a otros países.

Hacia el final de la guerra:

Gente de toda España se concentró en Cataluña para traspasar la frontera francesa (medio millón de españoles, primero civiles y finalmente soldados).

Una parte de los refugiados fueron conducidos por gendarmes a campos de concentración improvisados (Argèles o St. Cyprien).

Con el fin de la guerra:

La mitad de los exiliados volvieron a España.

La otra mitad:

Se enrolaron en el ejército francés para luchar contra as tropas nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Una parte de ellos fueron detenidos y acabaron fusilados o en campos de exterminio (Mauthausen o Treblinka)

Se exiliaron a América Latina (el propio gobierno de la República se constituiría más adelante en México) o la URSS.