Guillermo Bonfil Batalla

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Guillermo Bonfil Batalla, “Historias que no son todavía Historia”, en Carlos Pereyra et al., Historia ¿Para qué?, México, 21 a Edición, Siglo XIX Editores, 2005, 227-245. “En un sentido doble las historias de los pueblos indios de México no son todavía historia. No lo son, en primer lugar, porque están por escribirse; lo que hasta ahora se ha escrito sobre esas historias es ante todo un discurso del poder a partir de la visión del colonizador, para justificar su dominación y racionalizarla. No son todavía historias, en otro sentido, porque no son historias concluidas, ciclos terminados de pueblo que cumplieron su destino y “pasaron a la historia”, sino historias abiertas, en proceso, que reclaman un futuro propio.” (229) Una historia colonizada. “Toda empresa colonial requiere una justificación ideológica, por muy precaria y endeble que sea. La dominación pasa siempre por una razón de superioridad que la transforma en una obligación moral, tanto para el dominado como para el dominante. No basta la coerción ni el predominio de la fuerza: es necesaria la hegemonía, la convicción de que los respectivos papeles no podían ser otros ni estar a cargo de otros protagonistas.” (230) a) “Los antiguos habitantes del continente forma una sola categoría social (humana tal vez), por encima de sus especificidades y diferencias concretas. Son los indios, cuya característica esencial es no ser europeos, No ser europeo significa no ser cristiano ni civilizado, es decir, no poseer la verdad y, en consecuencia, no disponer de las capacidades para guiarse y realizarse por sí mismos.” (231) b) “La historia india anterior a la invasión europea es la historia del mal, del imperio idolátrico y pagano que abriga

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Guillermo Bonfil Batalla, “Historias que no son todavía Historia”, en Carlos Pereyra et al., Historia ¿Para qué?, México, 21a Edición, Siglo XIX Editores, 2005, 227-245.

“En un sentido doble las historias de los pueblos indios de México no son todavía historia. No lo son, en primer lugar, porque están por escribirse; lo que hasta ahora se ha escrito sobre esas historias es ante todo un discurso del poder a partir de la visión del colonizador, para justificar su dominación y racionalizarla. No son todavía historias, en otro sentido, porque no son historias concluidas, ciclos terminados de pueblo que cumplieron su destino y “pasaron a la historia”, sino historias abiertas, en proceso, que reclaman un futuro propio.” (229)

Una historia colonizada.

“Toda empresa colonial requiere una justificación ideológica, por muy precaria y endeble que sea. La dominación pasa siempre por una razón de superioridad que la transforma en una obligación moral, tanto para el dominado como para el dominante. No basta la coerción ni el predominio de la fuerza: es necesaria la hegemonía, la convicción de que los respectivos papeles no podían ser otros ni estar a cargo de otros protagonistas.” (230)

a) “Los antiguos habitantes del continente forma una sola categoría social (humana tal vez), por encima de sus especificidades y diferencias concretas. Son los indios, cuya característica esencial es no ser europeos, No ser europeo significa no ser cristiano ni civilizado, es decir, no poseer la verdad y, en consecuencia, no disponer de las capacidades para guiarse y realizarse por sí mismos.” (231)

b) “La historia india anterior a la invasión europea es la historia del mal, del imperio idolátrico y pagano que abriga todas las perversiones. Las diferencias sólo son comprendidas como herejías.” (232)

c) “La irracionalidad de la historia india se prueba por su comparación con la historia occidental, ala que no se ajusta. Las únicas categorías que pueden hacerla inteligible son las categorías del mundo europeo. Cuando los tercos hechos eluden su inscripción forzada en esas categorías sólo pueden ser “especie de” o “parecidos a”, pero siempre imperfectos.” (232)

d) “La historia india culmina y se realiza plenamente por la conquista. La redención es el fin último del pecado original y lo explica.” (232)

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e) “La historia india termina con la invasión europea. Es un capitulo definitivamente cerrado. Comienza una nueva historia, otra historia.” (232)

“El pasado indio se convirtió en pasado común al que todos los americanos tenían derecho. Más aún: ese pasado expropiado al indio se transformó en razón fundamental para la independencia de los países latinoamericanos (…)” (232)

“Las tesis evolucionistas del siglo XIX fueron un recurso estupendo para justificar esta nueva exclusión: los pueblos indios resultaban rezagados en el procesos histórico y requerían la redención del progreso, ya que no la de la fe cristiana.” (233)

“Así pues, la colonización de la historia india no terminó con la independencia política del país, como tampoco terminó la situación colonial” a la que está sujeta la población india.” (233)

Conciencia histórica y liberación india.

“Una función más que cumplen el saber y la conciencia histórica en los pueblos indios tiene que ver con el mantenimiento y el reforzamiento de la identidad étnica. (…). Hay una relación estrecha entre identidad étnica y conciencia histórica; la primera siempre se fundamenta en segunda. La continuidad histórica de un pueblo es el argumento sustancial para legitimar su derecho a un futuro propio; en este punto radica una de las diferencia principales entre “pueblo” (sinónimo en este caso de “etnia”) y otras categorías sociales como la de “clase”: la clase no necesita aducir profundidad histórica alguna para legitimar su proyecto político, porque éste se deriva de su posición en la estructura socioeconómica vigente, actual. En cambio, el pueblo se reclama como una categoría social que ha existido (no sin modificación, por supuesto) desde un tiempo antiguo, frecuentemente inmemorial y mítico, pero en todo caso anterior a la colonización, y en consecuencia, al modo de producción que rige a la sociedad en el presente.” (237-238)

“La memoria histórica es consustancial a la identidad étnica y a su expresión política: la etnicidad. La conciencia étnica es conciencia de la diferencia: nosotros los huaves, somos diferentes (en lengua, creencias, costumbres, etc.) de los mixtecos y de los mestizos. La memoria histórica explica esa diferencia, remitiéndola frecuentemente a los mitos de origen.” (238)

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“La etnicidad es conciencia de desigualdad, de opresión que pretende justificarse en la diferencia: es un proyecto político que reclama el derecho a la diferencia y a la supresión de la desigualdad. La conciencia histórica, entonces, no sólo debe dar cuenta del origen y el desarrollo de la desigualdad.” (238)

Problemas teóricos y metodológicos.