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Aportes - 1 en la noche: “Si tú lo dices, tiraré la red” , y la del centurión desesperado por su servidor enfermo: “No soy digno que vayas a casa, di aquí una palabra y quedará curado”; la de la mujer que se decía: “Con sólo tocar los flecos de su manto quedaré curada”; o la del papá de la niña enferma que le avisan que no moleste más al Maestro, que Talita ya murió, pero él cree en Jesús que le asegura: “No, está dormida, créeme” . Los apóstoles creían ver un fantasma caminando sobre el agua y Pedro quiso asegurarse de que era Jesús y también comenzó a andar pero… ¡Cuántas veces nosotros queremos ver para creer, así como los fariseos que exigían signos! Fe es confianza cie- ga en Dios que, antes de que abramos la boca, está atento a nuestros requeri- mientos con sus manos tras las orejas a modo de pantalla… Pero confianza que incluye el no se haga mi voluntad sino la tuya, pues él sabe mejor que nosotros qué necesitamos realmente. Además, ¡muy importante!, Dios cría pero no malcría, y nunca hará por nosotros lo que podemos y debemos hacer por nosotros mismos. Por esto, necesitamos tener una noción clara y verdadera de quién es Dios, cómo piensa, qué y cómo hace Hombres de poca fe, ¿por qué han dudado? 1Rey 19, 9. 11-13a; Sal 84, 9-14; Rom 9, 1-5; Mt 14, 22-33 A veces cantamos: ¿Dónde está Dios? Y respondemos: Dios está en ti. Otro canto agrega: Tan cerca de mí que hasta lo puedo tocar… No lo busques en las alturas ni en la oscuridad… Míralo a tu lado, caminando va. Otro dice: Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro, tan cierto como que le hablo y me puede hablar, como que lo llamo y me puede oír. Pero sucede que a veces estamos tan encandilados y aturdidos por las cosas de este mundo que todo eso nos resulta imposible y lo imaginamos tan lejos que la fe se debilita y arriesga esfumarse. Y no, Dios está atento a nosotros, nos sostiene, cuida que no caigamos en desgracia, nos ilumina y alienta en la lucha, nos anima con sus promesas y nos espera al final para hacernos gozar de su amor y felicidad. ¿Estamos convencidos de que, como dice la Biblia, “aunque un padre o una madre olvidaran a sus hijos, yo jamás me olvido de ustedes”? La fe, dice Pablo, es la esperanza ciega en lo que no se ve ni se percibe por los sentidos. Eso le dijo Jesús a Tomás: Ahora crees porque me viste, ¡felices los que crean sin haber visto! Es la actitud de Pedro, sin pescar nada (Continúa en la p. 4). APORTES PARA LA HOMILÍA A PORTES C ELEBRACIÓN 19 domingo durante el año 10 de agosto de 2014 Ciclo A. Color:Verde Año XVIII - Nº 1034 A PORTES C ELEBRACIÓN PARA LA Homilía y guión para la Santa Misa

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Aportes - 1

en la noche: “Si tú lo dices, tiraré la red”, y la del centurión desesperado por su servidor enfermo: “No soy digno que vayas a casa, di aquí una palabra y quedará curado”; la de la mujer que se decía: “Con sólo tocar los flecos de su manto quedaré curada”; o la del papá de la niña enferma que le avisan que no moleste más al Maestro, que Talita ya murió, pero él cree en Jesús que le asegura: “No, está dormida, créeme”.

Los apóstoles creían ver un fantasma caminando sobre el agua y Pedro quiso asegurarse de que era Jesús y también comenzó a andar pero…

¡Cuántas veces nosotros queremos ver para creer, así como los fariseos que exigían signos! Fe es confianza cie-ga en Dios que, antes de que abramos la boca, está atento a nuestros requeri-mientos con sus manos tras las orejas a modo de pantalla… Pero confianza que incluye el no se haga mi voluntad sino la tuya, pues él sabe mejor que nosotros qué necesitamos realmente. Además, ¡muy importante!, Dios cría pero no malcría, y nunca hará por nosotros lo que podemos y debemos hacer por nosotros mismos.

Por esto, necesitamos tener una noción clara y verdadera de quién es Dios, cómo piensa, qué y cómo hace

Hombres de poca fe, ¿por qué han dudado?

1Rey 19, 9. 11-13a; Sal 84, 9-14; Rom 9, 1-5; Mt 14, 22-33

A veces cantamos: ¿Dónde está Dios? Y respondemos: Dios está en ti. Otro canto agrega: Tan cerca de mí que hasta lo puedo tocar… No lo busques en las alturas ni en la oscuridad… Míralo a tu lado, caminando va. Otro dice: Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro, tan cierto como que le hablo y me puede hablar, como que lo llamo y me puede oír. Pero sucede que a veces estamos tan encandilados y aturdidos por las cosas de este mundo que todo eso nos resulta imposible y lo imaginamos tan lejos que la fe se debilita y arriesga esfumarse. Y no, Dios está atento a nosotros, nos sostiene, cuida que no caigamos en desgracia, nos ilumina y alienta en la lucha, nos anima con sus promesas y nos espera al final para hacernos gozar de su amor y felicidad. ¿Estamos convencidos de que, como dice la Biblia, “aunque un padre o una madre olvidaran a sus hijos, yo jamás me olvido de ustedes”?

La fe, dice Pablo, es la esperanza ciega en lo que no se ve ni se percibe por los sentidos. Eso le dijo Jesús a Tomás: Ahora crees porque me viste, ¡felices los que crean sin haber visto! Es la actitud de Pedro, sin pescar nada (Continúa en la p. 4).

Aportes pArA lA homilíA

AportesCelebrACión

19 domingo durante el año 10 de agosto de 2014Ciclo A. Color: Verde Año XVIII - Nº 1034

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pArA lA

Homilía y guión para la Santa Misa

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1) IntroducciónHemos vivido una semana de aquí para allá, trajinando entre el oleaje desafiante de la vida cotidiana. Aho-ra Jesús nos reúne como cuando a

sus discípulos: descansemos un poquito, lejos del ruido del mundo. Él quiere vivir con nosotros unos momentos de serenidad e intimidad. Aprovechémoslos.

Comencemos cantando…

2) Saludo de bienvenidaHermanos: bienvenidos a la mesa de la Palabra del Señor y su Eu-caristía. Dejemos afuera cualquier

otra preocupación, o pongámosla a los pies del Señor y él sabrá cómo ayudarnos a resolverla. Que en esta hora de comu-nión con él y con los hermanos tengamos la mente atenta y el corazón abierto tanto para el habla, Señor, que te escuchamos, como para el ¡aquí estamos, para hacer tu voluntad!

Que el Dios de la paz y del amor por quien fuimos llamados y congregados nos acompañe y permanezca siempre con cada uno de ustedes.

3) Acto penitencialEl Señor nos convida a unos mo-mentos de intimidad y para tomar conciencia de algún desvío o retro-

ceso, y renovar el empeño por levantarnos y seguir fielmente al Señor.

– Porque no siempre nos esforza-mos por crecer en el conocimiento del Señor y madurar en amor fiel y obediente a su palabra. Señor, ten

piedad de nosotros.

– Por las veces que nos dejamos arrastrar por la correntada y con nues-tra pereza y mal ejemplo tentamos

a otros a hacer lo mismo. Cristo, ten piedad de nosotros.

– Porque muchas veces no ahonda-mos en nuestra amistad con Jesús, no evitamos las ocasiones de pecado ni rechazamos las tentaciones. Señor, ten piedad de nosotros.

Dios todopoderoso tenga mise-ricordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos dé la vida

eterna. Amén.

4) Liturgia de la PalabraPrimera lectura (1Rey 19, 9. 11-13a): El profeta Elías siente temor cuando se encuentra con el Señor en el mismo monte donde Dios se

había revelado a Moisés.Salmo responsorial (Sal 84, 9-14):

Muéstranos Señor, tu misericordia, y da-nos tu salvación.

Segunda lectura (Rom 9, 1-5): Pablo desahoga su tristeza y dolor por la suer-te de sus hermanos judíos, hasta tanto crean y se conviertan al Señor Jesús.

Evangelio (Mt 14, 22-33): Los apósto-les se asustan al ver a Jesús caminando sobre las olas de la tormenta y descubren que es el mismo Hijo de Dios Todopode-roso.

5) Oraciones de los fielesOremos al Señor, hermanos, para que infunda en nosotros sus sen-timientos de compasión y nos de

valentía ante las adversidades. Digámosle con fe:

Jesús, ayúdanos a creerte e imi-tarte.

4 Señor, por tu Palabra y el Pan de vida eterna, haz que nuestra fe confiese

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ese Pan del cielo, su Cuerpo y Sangre sacramentados. Recibámoslo con amor y que él nos vaya transformando en otros cristos.

Cantamos…

8) Despedida y bendición finalJesús subió a la barca y todo quedó en calma, tanto la tormenta como el ánimo de los discípulos,

que se miraban unos a otros: pero… ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen? Mientras Jesús les decía: ¡hombres de poca fe, por qué dudaron! También nosotros, cuando sentimos hundirnos sin remedio, gritemos como Pedro desde el fondo de nuestra impotencia: ¡Sálvame, Señor, que me hun-do! Recurramos también a María: cuando la noche se acerca y se oscurece la fe, Madre de todos los hombres enséñanos a decir ¡amén!

Dios omnipotente aleje de nosotros toda adversidad, y nos conceda los dones de su bendición. Infunda en cada uno hambre y sed de su Palabra, para que comprendiendo todo lo que es bueno y recto cumplamos fielmente sus mandamientos y participemos así de la herencia eterna. Amén.Que la bendición de Dios Todopode-roso, X Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda y permanezca siempre con cada uno de ustedes. Amén.

hoy abiertamente que tú eres Dios hecho uno de nosotros, tan Dios como hombre. Oremos.

4 Señor, que nos alimentas y oras por nosotros, haz que también hoy, quie-nes no creen, vean que tu Evangelio es vida que se hace carne viva en nosotros los cristianos. Oremos.

4 Señor, tus discípulos fueron sacudidos en su fe en medio del mar, haz que cuando las tormentas nos muevan el piso aprendamos a acudir confiados en tu fuerza, poder y sabiduría. Oremos.

4 Pablo escribía que la fe es la esperan-za confiada en lo que no se ve ni se experimenta y creemos porque lo ha dicho el Señor, haz que vivamos en la fe hecha obras. Oremos.

4 Nosotros rezamos: “Creo en la resurrec-ción y la vida eterna”, oremos por nues-tros difuntos y recemos también para cuando nos llegue la muerte. Oremos.

Oremos: Señor Jesús, tú eres nuestra confianza y esperanza, por eso te pedimos que, en medio

del oleaje tormentoso de la vida, siempre confiemos en que estás a nuestro lado, y que, sobre todo, jamás nos soltemos de tu mano, tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

6) Presentación de las ofrendasEl mejor homenaje que podemos ha-cerle al Señor es la ofrenda y sacrifi-cio de nuestra fe, el creer firmemente en su palabra y vivirla incondicional-

mente, confiados únicamente en que sólo él tiene palabras de vida eterna. Seamos siempre hombres y mujeres de fe.

Cantamos…

7) ComuniónJesús declaraba solemnemente: ¡Yo soy el Pan vivo bajado del cielo, quien lo coma, vivirá eternamente! Hoy venimos a nutrir nuestra fe con

Salir de sí, ponerse en camino, implica una dimensión de insegu-ridad, y eso da miedo. De ahí ese natural aferrarnos a los lugares existenciales de estancamiento, a los “alibi” confortantes y engaño-sos, para no seguir adelante. Card. Bergoglio

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(Viene de la p. 1).

o deshace, qué nos da, qué espera de nosotros, qué nos promete, etc. Porque a veces tenemos ideas equivocadas y, si bien él es un Dios escondido, no deja de revelarse y darse a conocer a quien lo busca sinceramente y procura su amistad. ¿Y dónde encontrar una doctrina que nos hable de Dios? Sencillamente: la Biblia y especialmente el Evangelio, donde el Hijo nos revela su personalidad íntima. Vayamos también al Catecismo de la Iglesia Católica, donde se expone nuestra fe para quienes quieren ser cristianos por conocimiento y convicción y no sólo por tradición y costumbre.

¡Y pensar que a veces tenemos ganas, tiempo y entusiasmo para otras cosas menos importantes, pero para aprender más de nuestro Dios y Señor como que estamos muy ocupados, nos falta tiempo, nos viene sueño.

En el Bautismo se nos dio una vela encendida en el Cirio Pascual: “Recibe la luz de la fe en Cristo” y recomendaron a nuestros mayores: “hagan crecer esta luz para que iluminados por Cristo, sus hijos caminen siempre como hijos de Dios y un día salgan a su encuentro con todos los Santos del cielo”. En Pascua, con nuestra vela encendida en el mismo Cirio, un cantito nos recuerda “esta es la luz de Cristo, yo la haré brillar”, en el campo y la ciudad, contra vientos y tor-mentas. Es una declaración pública que nos compromete a que la luz de nuestra fe brille patente ante los hombres, para que viendo nuestras buenas obras, to-dos crean, amen y cumplan fielmente la voluntad del Padre y lo glorifiquen con sus obras. Al comenzar la misa solemos

recitar la fe de nuestros padres, ¡consér-vanos, Señor! Asumamos la misión de ser custodios y propagadores de esta fe. El Señor sabe que no es fácil. Por eso nos alienta con su promesa: Nada teman, yo ya he vencido el mal, y estoy con ustedes hasta el fin.

¡Señor Jesús!, a los doce años ya estabas “en las cosas de tu Padre”. Hoy nos exhortas a creer no sólo que existes y eres bueno, sino a convencer a este mundo que tú y él son uno, tú, “el rostro visible del Dios invisible”, “el único que tiene palabras de vida eterna”, el único y seguro camino de vuelta a su casa. Y que, finalmente, quien cree en ti y te sigue fielmente no anda en tinieblas sino en la luz y alcanza la vida eterna.

¡Señor!, como el papá del epiléptico, “aumenta nuestra fe”, la que mueve mon-tañas, la que canta “tu palabra, Señor, es la verdad y la luz de mis ojos”, la de tantos que se juegan por ella aunque les griten que no, los calumnien y persigan, los marginen y hagan desaparecer, pero “obedientes a Dios antes que a los hom-bres”, proclaman tu mensaje y plantan tu Iglesia.

Cuando tantos piensan “a esto ni Dios lo arregla”, que nosotros, ¡firmes en la fe!, sigamos construyendo un mundo nuevo, donde tu Padre sea conocido, amado y obedecido con toda decisión e inteligencia, anhelando el día en que él será todo en todos, por los siglos de los siglos. Amén.

Aportes para la Celebración es un subsidio litúrgico preparado por el equipo de redacción de El Domingo, periódico religioso de la editorial SAN PABLO, propiedad de SOCIEDAD DE SAN PABLO. Riobamba 230, C1025ABF BUENOS AIRES, Argentina. Teléfono: (011) 5555-2416/17/21/24. Fax: (011) 5555-2439. E-mail: [email protected] - www.sanpablo.com.ar - Impreso por G. S. Gráfica s.r.l., Cnel. Charlone 958, B1868DZF Piñeyro, AVELLANEDA (Bs. As.), Argentina.

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