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Guzmán Blanco, Antonio, gobiernos de Aunque el general Antonio Guzmán Blanco no estuvo en todo momento a la cabeza del Estado durante los años 1870-1888, se considera como su gobierno el lapso prolongado en el cual ejerce un influjo, apenas distorsionado por disidencias pasajeras y existe un solo foco de poder y un intento peculiar de centralización, que puede considerarse fundamental en el proceso de organización del Estado nacional. Aunque a la postre se diluye en beneficio de los factores dispersos de autoridad, entonces esenciales, que no logra liquidar, como los caudillos mayores y menores, su régimen conforma un ensayo de estabilidad cuya orientación hacia la modernización permite reordenar la economía y confinar en un molde relativamente homogéneo el desarrollo de la vida civil, después de un devastador ciclo de guerras intestinas. Durante casi 2 décadas, de 1870 a 1888, Antonio Guzmán Blanco dominó la escena política venezolana. Bien como presidente, o en los interregnos desde Europa, su influencia marcó a la Venezuela del siglo XIX. Guzmán Blanco fue el primer jefe de Estado venezolano, a partir de 1830, que combinó en sí los talentos de un gran político y un eficiente administrador. Su habilidad política y su capacidad administrativa no explican por sí solos el hecho de que él se destacase como un importante estadista durante aquellos años; un elemento adicional es que se propuso integrar a Venezuela en la corriente de modernización que se estaba dando, particularmente en Europa, durante las últimas décadas del siglo XIX. Con este objetivo atrajo inversiones extranjeras, utilizándolas en la modernización del sistema de transporte venezolano y la explotación de los recursos mineros del país. Semejante empresa requería primero organizar la República y dotarla de estabilidad. Por ello, Guzmán Blanco tuvo que llegar a un acuerdo con los grupos políticos y económicos que ejercían una influencia decisiva en la vida nacional. Durante todo el período republicano, los comerciantes, los caudillos regionales y los hacendados habían tenido diferencias importantes que llevaron a una situación de continuos enfrentamientos, los cuales desangraron económica y políticamente al país, impidiendo el buen funcionamiento

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Guzmán Blanco, Antonio, gobiernos de

Aunque el general Antonio Guzmán Blanco no estuvo en todo momento a la cabeza del Estado durante los años 1870-1888, se considera como su gobierno el lapso prolongado en el cual ejerce un influjo, apenas distorsionado por disidencias pasajeras y existe un solo foco de poder y un intento peculiar de centralización, que puede considerarse fundamental en el proceso de organización del Estado nacional. Aunque a la postre se diluye en beneficio de los factores dispersos de autoridad, entonces esenciales, que no logra liquidar, como los caudillos mayores y menores, su régimen conforma un ensayo de estabilidad cuya orientación hacia la modernización permite reordenar la economía y confinar en un molde relativamente homogéneo el desarrollo de la vida civil, después de un devastador ciclo de guerras intestinas. Durante casi 2 décadas, de 1870 a 1888, Antonio Guzmán Blanco dominó la escena política venezolana. Bien como presidente, o en los interregnos desde Europa, su influencia marcó a la Venezuela del siglo XIX. Guzmán Blanco fue el primer jefe de Estado venezolano, a partir de 1830, que combinó en sí los talentos de un gran político y un eficiente administrador. Su habilidad política y su capacidad administrativa no explican por sí solos el hecho de que él se destacase como un importante estadista durante aquellos años; un elemento adicional es que se propuso integrar a Venezuela en la corriente de modernización que se estaba dando, particularmente en Europa, durante las últimas décadas del siglo XIX. Con este objetivo atrajo inversiones extranjeras, utilizándolas en la modernización del sistema de transporte venezolano y la explotación de los recursos mineros del país. Semejante empresa requería primero organizar la República y dotarla de estabilidad. Por ello, Guzmán Blanco tuvo que llegar a un acuerdo con los grupos políticos y económicos que ejercían una influencia decisiva en la vida nacional. Durante todo el período republicano, los comerciantes, los caudillos regionales y los hacendados habían tenido diferencias importantes que llevaron a una situación de continuos enfrentamientos, los cuales desangraron económica y políticamente al país, impidiendo el buen funcionamiento del gobierno. Así, los comerciantes clamaban por el establecimiento de un vigoroso Gobierno central, capaz de ejercer el control económico y fiscal en todo el país. Por su parte, los caudillos regionales (que eran en general grandes hacendados) rechazaban tal concentración en Caracas. En una postura intermedia se hallaban la mayoría de los demás hacendados y otros agricultores, quienes parecían proclives a brindarle su apoyo a cualquier gobierno que respaldara su proyecto de establecer un banco agrícola que les proporcionase crédito barato y a plazos largos. Tal era la situación con la que Guzmán Blanco se enfrentaba. Su política de conciliación logró establecer un equilibrio con 2 de esos grupos de intereses: los caudillos regionales y los comerciantes. De esta manera pudo alcanzar el éxito en una empresa en la cual sus predecesores habían fracasado, e instaurar un régimen que gozó de gran estabilidad política y prosperidad económica como no los había tenido el país desde hacía mucho tiempo. Cronológicamente, los 18 años del Guzmanato se dividen entre: el Septenio (1870-1877), seguido por el período presidencial de Francisco Linares Alcántara; el Quinquenio (1879-1884) seguido por la presidencia de Joaquín Crespo; y el Bienio, (1886-1888) a la mitad del cual quedó encargado del

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mando Hermógenes López por haberse marchado Guzmán Blanco a Europa en un viaje que iba a resultar sin retorno.

El Septenio (1870-1877)

El comienzo de la hegemonía de Antonio Guzmán Blanco puede situarse en 1870, cuando se convierte en jefe de la Revolución de Abril que habría de conducirlo al poder. Derrocado en 1868 el gobierno de Juan Crisóstomo Falcón, los «azules» victoriosos persiguieron a Guzmán Blanco, quien se refugió en 1869 en Curazao. El verse convertido en blanco de los ataques del gobierno «azul» hizo que los liberales lo estimaran como un futuro dirigente. Pensando en su figura de personaje vejado por los «Godos», desde el último trimestre de 1869, calificados caudillos de la Federación, como José Ignacio Pulido, Matías Salazar, Francisco Linares Alcántara, León Colina y Joaquín Crespo, entre otros, habían iniciado la guerra contra José Ruperto Monagas, cuyo gobierno juzgaban autoritario e ilegítimo; pero carecían de la coordinación precisa para liquidar a los «azules». La adquieren cuando Guzmán Blanco desembarca en Curamichate, el 14 de febrero de 1870, precedido de un importante envío de armas y municiones. Reunido con las fuerzas de Colina y de otros jefes, como Enrique Díaz, marcha hacia San Felipe, donde dominaba Hermenegildo Zavarce. El 22 dirige desde San Felipe, un Manifiesto a los pueblos donde invoca la Constitución de 1864, que consagraba el derecho de insurrección y hace un recuento de las libertades violadas por José Ruperto Monagas. Mientras en Caracas agonizaba el régimen «azul», Guzmán Blanco organizaba el 24 de marzo la marcha sobre Caracas de los distintos ejércitos que reconocían su jefatura. El 22 de abril, luego de haber incorporado las fuerzas de Linares Alcántara, estaba en Los Teques. Allí recibió el 23 una comisión del Congreso, en busca de avenimiento, a la cual hizo una serie de proposiciones ventajosas para los «azules», que éstos rechazaron. Guzmán Blanco, entonces, al mando de 8.000 hombres, inicia el 26 de abril el ataque a la capital. Los «azules» apenas alcanzaban a 1.600 hombres. El 27 estaba tomada la ciudad con la derrota completa de sus defensores. El mismo día Guzmán Blanco lanza un manifiesto convocando a un Congreso de Plenipotenciarios, declara en vigencia la Constitución de 1864 y nombra su gabinete en la siguiente forma: Interior y Justicia, Diego Bautista Urbaneja; Hacienda, Jacinto Gutiérrez; Crédito Público, Francisco Pimentel y Roth; Guerra y Marina, José Ignacio Pulido; Relaciones Exteriores, Antonio Leocadio Guzmán; Fomento, Martín J. Sanabria. Aun cuando la guerra se prolongará hasta comienzos de 1872, Guzmán Blanco inaugura un lapso estable de administración que modifica los rasgos del proceso precedente, a través de una férrea orientación hacia el centralismo político y la modernización del país. El 7 de mayo dicta varios decretos importantes. En ellos se declaraba que el Estado asumía las deudas de los trabajadores que habían abrazado la causa de la revolución; se redimían los censos; se reorganizaba la Universidad Central de Venezuela; se creaba un Conservatorio de Bellas Artes y se procedía a reestructurar la Alta Corte Federal. El 27 de junio de 1870, Guzmán Blanco dicta el decreto de Instrucción Primaria Pública y Obligatoria; se estableció, para cumplir este cometido, la Dirección Nacional de Instrucción Primaria. El 11 de julio se reúne en Valencia un Congreso de Plenipotenciarios, presidido por

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Antonio Leocadio Guzmán, al cual asisten sólo 15 plenipotenciarios porque no acudieron los de Coro, Maracaibo, y los Andes. Designa presidente provisional a Guzmán Blanco y primer y segundo designados a los generales José Ignacio Pulido y Matías Salazar. Además, autoriza al presidente para convocar a elecciones. El occidente, donde los «azules» habían logrado hacerse fuertes, fue objeto de atención especial por parte de Guzmán Blanco. Destacó allí como comandante en jefe al general Matías Salazar, quien logró derrotarlos el 21 de septiembre de 1870 en la batalla de Guama, mientras otro jefe guzmancista, el general Rafael María Daboín, los vencía en Trujillo. Puerto Cabello se había pronunciado por Guzmán Blanco con la hazaña de Venancio Pulgar, quien logró insurreccionar el castillo Libertador donde estaba prisionero. El golpe permite a Guzmán Blanco una dirección más cómoda de la campaña, que orienta a la aniquilación de los ejércitos de occidente. Nuevas victorias en Carabobo, Cojedes y Yaracuy, abren la ruta para una marcha afortunada hacia Trujillo, cuya resistencia es definitivamente superada. Pronto ocurre lo mismo en Los Puertos de Altagracia y en la ciudad de Maracaibo. Para entonces comienzan los caudillos a quejarse de la actitud de Matías Salazar, guerrero valiente y popular que ejecuta la campaña a su manera. Mueve a sus contingentes con exagerada autonomía, faltando a las instrucciones que le da Guzmán Blanco desde Puerto Cabello. La conducta de Salazar, junto con la evidente participación del clero a favor de los «azules», son los elementos que mayores problemas causan. Sin embargo, la campaña continúa hacia el oriente: bien dotados de hombres y pertrechos, José Eusebio Acosta y José Ignacio Pulido logran contrarrestar el dominio que allá mantenían los generales «azules» Adolfo Antonio Olivo y Pedro Ducharne. Desde Puerto Cabello, Guzmán Blanco, quien se hallaba en campaña, anunció al encargado de la presidencia la victoria de Guama y le ordenó que pidiese al arzobispo Silvestre Guevara y Lira que oficiase un tedéum al que asistiría el Gobierno a dar gracias, en representación de todos los liberales de Venezuela, a la «…infinita bondad del Eterno…», por ese triunfo. El ministro del Interior, Diego Bautista Urbaneja, se dirigió al arzobispo el 26 de septiembre de 1870 informándole que el jueves 29 se debía cantar el tedéum instándole a tomar las medidas conducentes. El arzobispo respondió que difería la celebración del acto religioso hasta tanto el Gobierno procediera a dictar un decreto de amnistía que restableciese la unidad y la paz entre venezolanos. Tal conducta significaba a los ojos del presidente una intromisión en los asuntos políticos, por lo cual Guevara y Lira fue expulsado del territorio nacional, medida seguida por otras adoptadas por el Ejecutivo con el objeto de delimitar las potestades civil y eclesiástica. El conflicto se agudiza cuando Guzmán Blanco restituye a la Universidad la Facultad de Ciencias Eclesiásticas que venía funcionando en el Seminario Diocesano, expropia la parte sur del convento de las monjas Concepciones y el templo de la Trinidad (11.9. 1872) y extingue los seminarios (21.9.1872). Al poco tiempo de su consolidación inicial en el poder, Antonio Guzmán Blanco tuvo que hacerle frente a la disidencia de algunos de sus generales. La más seria fue la de Matías Salazar, uno de los más valerosos guerrilleros federales, quien era segundo designado y se le había confiado la segunda jefatura del ejército y la presidencia de un importante estado. Sin embargo, aduciendo que Guzmán Blanco había traicionado la Revolución Liberal, empezó a conspirar en su contra. Debelado su movimiento, Guzmán Blanco le sugirió un viaje al exterior, previa renuncia de la segunda jefatura del

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Ejército y de la presidencia del estado Carabobo. Salazar recibió 20.000 pesos y salió acompañado de Felipe Larrazábal, quien, a su vez, recibió 10.000 pesos para acompañarlo y aconsejarlo prudentemente. Para mediados de 1871, la situación militar aún no estaba consolidada. En occidente el jefe «azul» Manuel Herrera todavía daba que hacer y en el oriente, el general Adolfo Olivo, el Chingo, a pesar de la derrota, todavía se mantenía en armas. A esto se sumaba la actitud de Matías Salazar, quien, desde Curazao, publicó un violento manifiesto contra Guzmán Blanco prometiendo restituir al país las libertades que le habían sido conculcadas. A fines de agosto, los «azules», mandados por Olivo, se apoderaron de Ciudad Bolívar, lo cual les proporcionó recursos de todo género, les aseguró la comunicación con Trinidad y les permitió la coordinación con las tropas «azules» de los llanos y occidente. Guzmán Blanco decretó entonces el bloqueo de las costas orientales y las bocas del Orinoco y, al enterarse de la ocupación de San Fernando por Olivo, empezó a organizar una gran expedición para batirlo. El 15 de noviembre de 1871, sale hacia el Apure. El 2 de diciembre pasa revista a sus tropas que suman 4.500 soldados. El 27 de diciembre, se le añaden los corianos de Colina, llegando a reunir 6.000 hombres. El 31 le pone sitio a San Fernando. Se combate desde el 1 al 5 de enero de 1872, cuando Guzmán Blanco cruza el río por Caño Amarillo y se apodera de la ciudad. Olivo, a quien se había unido Herrera, es perseguido por la caballería de Joaquín Crespo y batido por éste en el Paso Real del Arauca. Con esta batalla quedaba vencida «la oligarquía», como decía Guzmán Blanco. Guayana no tardó en pronunciarse por el guzmancismo. El general Matías Salazar, mientras tanto, persistía en sus propósitos revolucionarios a pesar de haber fracasado en su primera expedición de prueba a las costas corianas. Con intenciones de unirse a los «azules» de Trujillo, se acerca a Cúcuta, tiene noticias de la destrucción de sus posibles aliados y sin embargo, penetra en Venezuela logrando reunir apenas 1.000 hombres. Guzmán Blanco toma personalmente la dirección de la campaña y desata contra Salazar una encarnizada cacería humana con los más capaces de sus generales. En Tinaquillo, el 29 de abril de 1872, se estrella Salazar con las fuerzas de Colina y desde entonces se convierte en fugitivo. El 10 de mayo es hecho prisionero y conducido a Tinaquillo. Guzmán Blanco forma un Consejo de Guerra presidido por Pulido y Colina, en el cual toman parte los generales Julián Castro (el ex presidente), Juan Bautista García, Venancio Pulgar, Francisco Linares Alcántara, Miguel Gil, Rafael Petit, Jesús María Lugo, Pedro Bermúdez Cousin, entre otros. El 15 se abre el juicio. En una sola sesión de nueve horas y media se concluye: Salazar es condenado a la pena de muerte con degradación. El 16 es ratificada la sentencia por Guzmán y el 17 de mayo de 1872 el general Matías Salazar es fusilado. Tocó al general Julián Castro comandar el pelotón de fusilamiento. Podría decirse que la intención que movió a Guzmán Blanco a promover el sacrificio de Salazar fue el ahogar el caudillismo venezolano e impedir que se repitiera la anarquía que tuvo su edad de oro con Falcón. A pesar de todos esos conflictos, Guzmán Blanco no descuidó las labores administrativas. Abolió los peajes, que constituían tradición secular, e inició los trabajos de las carreteras del este y del sur de Caracas. Simultáneamente, ordenaba el remozamiento de la plaza Bolívar de la capital. El 3 de noviembre de 1870, dicta un decreto de especial significación: el de la fundación de una Junta de Crédito Público, con el objeto de buscar fórmulas para la amortización de la

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deuda y la movilización de capitales. Gracias a los oficios de esta junta, logra el ministro de Hacienda, Jacinto Gutiérrez, crear una Compañía de Crédito destinada a proporcionar anticipos al Gobierno sobre las rentas públicas y ocupada de hacer más expeditas las demás operaciones fiscales. Participan en la compañía importantes comerciantes de Caracas: Eraso Hermanos, H.L. Boulton y Cía., Juan Röhl y Cía., Santana Hermanos, Calixto León y Cía. De este modo, el régimen se alía con los comerciantes-financistas para la ejecución de un proyecto común de saneamiento fiscal. Se involucra así al sector privado en los planes oficiales, como punto de partida de un nexo necesario para desarrollar una gestión a largo plazo. En enero de 1871, Guzmán dicta otro decreto de entidad para la fundación de una burocracia coherente al servicio del Estado y proporcionarle a éste los datos necesarios para dirigir su acción: en el Ministerio de Fomento crea la Dirección General de Estadística y obliga a los empleados públicos a remitir a la misma los datos que pida con el objeto de contabilizar los recursos disponibles en el país. El decreto preveía la realización de un censo nacional bajo la coordinación de Andrés Aurelio Level, director de Estadística. Una nueva disposición de trascendencia expide Guzmán Blanco el 11 de mayo de ese mismo año: el decreto sobre moneda nacional. Venezuela, en adelante, tendría monedas de oro, plata y cobre y la unidad monetaria sería el «venezolano». Este decreto fue esencial en el proceso de ordenación económica, pues la circulación de las monedas extranjeras, hasta entonces totalmente libre y única, queda limitada y controlada. Años más tarde, en 1879, el «bolívar» se convertirá en la unidad monetaria nacional. El proyecto de organización del Estado planteado por Guzmán Blanco incluye también su propia glorificación; en todas las conmemoraciones cívicas, se hace alabar como la figura mayor de la historia venezolana, exceptuando el Libertador Simón Bolívar. El 27 de febrero de 1873, se reúne el Congreso presidido por Antonio Leocadio Guzmán y, ante él, presenta su Mensaje Guzmán Blanco. Allí pide la reforma de la Constitución en el sentido de que el voto secreto sea sustituido por uno público y firmado; que se establezca la responsabilidad de los empleados públicos y por último, que se reduzca el período constitucional y de todos los cargos elegidos a 2 años en lugar de 4. El 15 de abril, el Congreso escrutó los votos para presidente: Guzmán Blanco resultó electo. En los estados fueron elegidos la mayoría de los generales guzmancistas. El Congreso eligió designados a los generales Linares Alcántara y Crespo. En abril de 1874, empezaron a tratarse en la Cámara de Diputados las reformas constitucionales. El voto público y firmado, la responsabilidad de los empleados, la supresión de designados, sustituyendo al presidente uno de sus ministros, así como la reducción del período constitucional fueron aprobados e incorporados al texto constitucional. Meses después, a fines de 1874, se levantaron en armas 2 de sus antiguos aliados, los generales José Ignacio Pulido y León Colina, criticando la reforma constitucional. Guzmán Blanco lanzó contra ellos una poderosa maquinaria militar de unos 20.000 hombres. Pulido fue vencido y hecho prisionero por el general Víctor Rodríguez. En cuanto a Colina, que llegó a reunir un ejército de 4.000 hombres, fue rechazado en Barquisimeto por las fuerzas del general Rafael Márquez y no tardó en llegar a un acuerdo por el cual entregaba sus armas y municiones y tanto él como los demás jefes principales del movimiento saldrían del país. En febrero de 1875 la paz se hallaba restablecida. Mientras todos estos sucesos se desarrollaban, Guzmán Blanco,

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entre 1873 y 1876, había proseguido su enfrentamiento con la Iglesia. Pasos en este proceso, además de los ya mencionados de 1870-1872, son: la instauración del matrimonio civil; la secularización de los cementerios; la supresión de las primicias que los fieles daban a la Iglesia; el destierro del obispo de Mérida, Juan Hilario Bosset, por haber desconocido la ley de matrimonio civil; el establecimiento del registro de estado civil; la supresión de los conventos de monjas; el destierro del arzobispo Silvestre Guevara y Lira por falta de residencia, de acuerdo con el Concilio de Trento, y declara vacante el arzobispado y nulos los actos de Guevara y Lira. En 1874 logra que el obispo de Guayana, José Manuel Arroyo, acepte la investidura episcopal, pero el Vaticano censura la conducta de éste, quien se retracta. El papa Pío IX, deseoso de ponerle fin al conflicto, designó entonces como vicario apostólico al delegado pontificio residente en Santo Domingo, fray Roque Cocchia, para que levantase las suspensiones y entredichos impuestos por el arzobispo Guevara y Lira. Guzmán Blanco le niega a Cocchia la entrada al país y amenaza con crear una Iglesia nacional venezolana, separada de la obediencia de Roma, lo cual no pasa de ser una mera intención. Al poco tiempo, Cocchia logra que Guevara y Lira renuncie al arzobispado y la paz religiosa se restablece en Venezuela, con la designación de un arzobispo grato al Gobierno y a Roma, el presbítero José Antonio Ponte, quien será consagrado en noviembre de 1876. En mayo de 1875, Guzmán había inaugurado el debate electoral, pidiendo que surgiesen por lo menos una docena de candidatos, pero que todos fueran servidores de la Revolución de Abril. Así, la discusión eleccionaria se ramifica dentro de la familia liberal. Diversos periódicos lanzan sus candidatos: El Voto Popular se pronuncia por el general Jacinto Regino Pachano; La Revolución de Abril y El Estudiante por el general Hermenegildo Zavarce; El Demócrata y El País, por el general Francisco Linares Alcántara; El Ciudadano por Carlos Arvelo; El Sufragio por el general José Eusebio Acosta; El Tiempo por el general Jacinto Gutiérrez. En otras partes del país, surgen las candidaturas de Juan Bautista Dalla-Costa, de Diego Bautista Urbaneja, de Lucio Pulido y del general Domingo Monagas. Todas las candidaturas se van a reducir en síntesis a las de Zavarce y Linares Alcántara, éste último candidato de Guzmán Blanco. Llevadas a cabo las elecciones, el Congreso procede a su escrutinio. Ninguno de los candidatos obtuvo la mayoría legal, por lo que la votación se concretó entre Zavarce y Linares Alcántara. El segundo fue electo presidente de la República por el voto de 14 estados.

Durante el Septenio y de un modo especial los años 1873-1877, la administración de Guzmán Blanco se distinguió por la realización de numerosas obras públicas y de ornato. Caracas, sobre todo, empezó a tomar otro aspecto. El Capitolio Federal fue concluido en su primera etapa en febrero de 1873, aun cuando la construcción total no se completó sino en 1877. El 7 de noviembre de 1874, fue inaugurada en la plaza Bolívar de Caracas la estatua ecuestre del Libertador, obra del escultor italiano Adán Tadolini, que hoy se halla en ella. En octubre de 1875 y enero de 1876, sendas estatuas de Guzmán Blanco fueron develadas en Caracas. La primera, cuya erección fue decretada por el Congreso, era ecuestre y se hallaba situada entre el Capitolio y la Universidad; la segunda, que había sido levantada por acuerdo del Concejo Municipal de Caracas, fue colocada en la colina de El Calvario que domina a la ciudad. El antiguo templo de la Santísima Trinidad fue transformado en Panteón Nacional en 1875, y a él fueron trasladados, el 28 de octubre de 1876,

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los restos mortales del Libertador que, desde 1842, reposaban en la cripta de la familia Bolívar en la catedral de Caracas. Todos los historiadores coinciden en que el Septenio fue la etapa más fructífera del régimen de Guzmán Blanco, aun cuando su política estuvo muy lejos de satisfacer a todos. Entre los descontentos estaban los hacendados, quienes no lograron que el Gobierno llevase a cabo una política agraria satisfactoria. El presidente se negó a promover el Instituto de Crédito el cual debía, según las intenciones de los hacendados, facilitarles préstamos a bajo interés. Este rechazo provenía, en parte, de su alianza con la élite comercial y financiera. Su actitud negativa hacia aquel instituto ilustraba también sus preferencias por una ayuda indirecta del Gobierno al sector agropecuario más bien que mediante un subsidio otorgado de los fondos públicos. El impuesto nacional de tránsito (en vez de los peajes), y la importancia conferida por el Gobierno a la mejora de las vías de comunicación, brindaban beneficios indirectos a los hacendados, puesto que mejores carreteras facilitaban el movimiento de los productos y reducían los costos de transporte. En lo referente a los caudillos, la política de Guzmán Blanco consistió en dejar en manos de ellos el mantenimiento de la paz en sus respectivos estados e intervenir tan sólo cuando todos los otros medios para asegurarla hubiesen fallado. De esta manera terminó con la anarquía que reinaba en el país. En resumen, durante el Septenio, estableció y saneó el crédito público, organizó la Hacienda; se ocupó de la administración y las mejoras infraestructurales; garantizó el éxito del Partido Liberal que comenzó a llamarse el Gran Partido Liberal Amarillo e hizo prevalecer la potestad temporal en su conflicto con la Iglesia. Datan también del Septenio las características ególatras de su personalidad que se agudizan en el Quinquenio y que van a deformar y a desviar su labor creadora de gobernante, la cual también se ve empañada por la forma como dispuso, en provecho personal y de los suyos, de las ventajas que brindaba el manejo del erario nacional.

La Presidencia de Linares Alcántara (1877-1879) y el Quinquenio (1879-1884)

En febrero de 1877, asciende Francisco Linares Alcántara a la presidencia. En su primer manifiesto al país promete continuar la política del «Ilustre Americano», título que la adulación cortesana había conferido a Guzmán Blanco desde 1873. Sin embargo, el cambio de gobierno propició la reacción contra éste. Ella vino desde Valencia y Puerto Cabello. En los periódicos El Comercio y El Venezolano, diversos escritores se pronunciaban por la inauguración de una era sin presiones ni confinamientos y con libertad de prensa. En Caracas, comenzó a atacarse a Guzmán Blanco a propósito del contrato del proyectado ferrocarril Caracas-La Guaira. En el Congreso, el líder del movimiento intelectual antiguzmancista va a ser el general Nicanor Bolet Peraza. Guzmán Blanco optó entonces por retirarse del país con el cargo de ministro plenipotenciario de Venezuela en Alemania, España, Francia, Italia y la Santa Sede, cargo que no desempeñó, ya que renunció a él poco después. La salida de Guzmán Blanco precipitó el movimiento reaccionario. El 18 de mayo de 1877 se embarca y el 24 el presidente Linares Alcántara permite el regreso a los exiliados y manda sobreseer las causas por delitos políticos. Vuelven al país Guevara y Lira, Colina y los más prominentes desterrados. El rumbo de los acontecimientos cambia sorpresivamente con la muerte de Linares

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Alcántara el 30 de noviembre de 1878. El 11 de diciembre de 1878 se reunió la Constituyente convocada. La Asamblea ordenó demoler las estatuas de Guzmán Blanco y anuló los decretos de honores que se le habían conferido. El encargado del Ejecutivo procedió al ejecútese y el 22 de diciembre, en acto público fueron derribadas en Caracas las 2 estatuas del Ilustre Americano. La Asamblea nombró como primer designado al general José Gregorio Valera, medio hermano de Linares Alcántara, y segundo designado al general José Gregorio Cedeño. Este último no aceptó la designación, influido por el círculo guzmancista de Carabobo, del cual era alma Francisco González Guinán, y encabezó la Revolución Reivindicadora, reconociendo como jefe a Guzmán Blanco. Con la batalla de La Victoria, se decidió el triunfo por Cedeño. Los principales protagonistas de la reacción antiguzmancista, como Colina y Bolet Peraza, salieron del país. El 13 de febrero las tropas «reivindicadoras» entraron a Caracas. El 21 de febrero de 1879 Guzmán Blanco, proclamado director supremo por los revolucionarios, llega a Puerto Cabello. El 25 estaba en La Guaira, donde desembarcó en medio de gran entusiasmo. En la tarde del mismo día se encargó del mando. Empezaba así el Quinquenio. El día 26, nombró su gabinete y expidió una proclama a la Nación donde anunciaba su intención de modificar la Constitución, «…sustituyendo el derecho político de la Confederación Helvética [decía] al Derecho Público de los Estados Unidos de la América del Norte que hasta ahora nos ha servido de norma sin el buen éxito alcanzado por nuestro modelo…» El día 27 convocó un Congreso de Plenipotenciarios de los estados para darle forma legal al gabinete. Este Congreso se reunió el 27 de abril y ante él, esbozó Guzmán Blanco los puntos más sobresalientes de la reforma. El Congreso, que no tenía el carácter de constituyente, se limitó a restaurar la vigencia de la Constitución de 1864, nombró a Guzmán Blanco presidente provisional, anuló los actos de Linares Alcántara y repuso en sus pedestales las estatuas demolidas. Confirmado por el Congreso, Guzmán Blanco pidió permiso para ausentarse a Europa y dejó encargado del poder al ministro del interior Diego Bautista Urbaneja. El Gobierno convocó a elecciones. Para el 1 de diciembre de 1879, había regresado Guzmán Blanco y se había encargado del Gobierno. El 5 de mayo de 1880 se reunió el Congreso, ante el cual presentó el presidente provisional su mensaje. Los diputados de los 20 estados votaron por Guzmán Blanco, sin que hubiera oposición política alguna, para desempeñar la presidencia. El Congreso aprobó una nueva Constitución con las reformas propuestas por Guzmán Blanco. Ésta fue conocida con el nombre de la «Suiza» por la introducción del Consejo Federal. El presidente de la República duraría 2 años; los otros poderes 4. El primero era electo del seno del Consejo Federal. El Congreso, antes de disolverse, prorrogó a Guzmán Blanco las facultades extraordinarias que venía ejerciendo. En el Quinquenio desarrolló principalmente una política de construcción de ferrocarriles, firmando contratos para el de Caracas-La Guaira, así como la continuación del de Valencia-Puerto Cabello. Contratos onerosos para la nación, ya que estipulaban un período de 99 años a favor de los contratistas y una garantía fija del 7% sobre el capital invertido; en caso de que éste rindiese menos, el Estado venezolano cubriría la diferencia. En 1880 el telégrafo se había convertido en un importante servicio público controlado por el Estado. En ese año existían ya las estaciones de Caracas, La Guaira, Petare, Los Teques, La Victoria, Maracay, Valencia y Puerto Cabello. El tendido de las líneas llegaba a San Felipe, Montalbán,

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Nirgua y poco después, a San Carlos y Barquisimeto. El 31 de enero de 1882, la línea telegráfica llegó a la frontera con Colombia y se conectó con la línea Cúcuta-Bogotá. El telégrafo no era sólo un eficaz y rápido medio de comunicación, también era un instrumento de control político que los dirigentes del Estado venezolano, tanto Guzmán Blanco como sus sucesores utilizaron ampliamente. Ya para concluir el período 1880-1882, Guzmán Blanco manifestó no ser candidato a la presidencia para el nuevo bienio. El Congreso de 1882, acorde con la maniobra política, insistió en que aceptara la candidatura. Para darle visos de legalidad, lo incluyó entre los miembros del Consejo Federal, requisito indispensable para poder ser electo. Como estaba previsto, fue reelegido presidente y se juramentó el 17 de marzo de 1882. Hubo algunos trastornos de revolucionarios que se levantaron en armas, pero sin mayores consecuencias. Además, se le erigió también en 1883 una estatua a Antonio Leocadio Guzmán, padre del presidente. El teléfono inicia por entonces su presencia en Venezuela. A mediados de 1883, un representante de la Inter-Continental Telephone Company, de Nueva Jersey (Estados Unidos) solicita y obtiene del Ejecutivo nacional permiso para instalar en la capital de la República 3 aparatos con fines de demostración: uno estuvo en la Casa Amarilla (sede de la Presidencia), otro en la Universidad Central y el tercero en una empresa comercial del sur de la ciudad, localizada en Puente Hierro. En pocos años, el teléfono se hizo muy popular y el 1 de enero de 1884 fue inaugurada la primera línea interurbana conectando Caracas con La Guaira. La conmemoración, en julio de 1883, del centenario del nacimiento del Libertador Simón Bolívar constituye el punto culminante de esta etapa del régimen. A los edificios públicos, parques, obras de ornato y de vialidad o de utilidad pública como el ferrocarril Caracas-La Guaira, el servicio telefónico, que habían dinamizado la vida caraqueña dándole una nueva fisonomía urbana a la capital, vinieron entonces a unirse el parque Carabobo, el templo de la Santa Capilla y el llamado Palacio de la Exposición. Una pequeña planta eléctrica, movida a vapor, propiedad de Carlos Palacios, iluminó en la noche del 24 de julio, con lámparas de arco voltaico, el teatro Guzmán Blanco, la calle del Comercio y los bulevares del Capitolio. También se publicaron las Memorias del general Daniel Florencio O'Leary y otras obras de carácter histórico y nacionalista y fue abierta una Exposición Nacional en Caracas. En la instalación de la Academia Venezolana de la Lengua pronunció Guzmán Blanco ese mismo año de 1883, como su primer director, un discurso que motivó una encendida polémica de carácter lingüístico, pero con un trasfondo político. La minería conoció un auge de cierta importancia en este período, cuando a los productos de exportación agropecuarios se le agregaron el cobre y el oro. El cobre de las minas de Aroa, que comenzó a extraerse ya en el período colonial, aumentó sus niveles de producción con la construcción del ferrocarril, cuyo terminal llegaba al puerto de Tucacas, desde donde era exportado a Inglaterra por la compañía británica que lo explotaba. Las exportaciones de cobre alcanzaron a ser un componente importante del comercio venezolano con Inglaterra durante varios años. Otro importante producto de exportación fue el oro de Guayana. La compañía El Callao, creada en 1870, extrajo oro por más de 3.500.000 libras esterlinas entre 1871 y 1885. Pero, hacia el fin del Quinquenio, la producción aurífera empezó a decaer y la del cobre se estancó e inició luego también su descenso. El Quinquenio terminaba con una grave crisis económica para el país, ocasionada por la baja

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de los precios del café y una plaga de langosta que azotó la agricultura. Guzmán Blanco declara, esta vez seriamente, su intención de no prorrogarse en el poder. No hay conatos continuistas y los miembros del Consejo Federal al cual correspondía la elección le pidieron a Guzmán Blanco «pistas» sobre quién debía ser el nuevo presidente. Conocida su decisión por Joaquín Crespo, el Consejo Federal se apresuró a elegirlo para el bienio 1884-1886.

La Presidencia de Crespo (1884-1886) y el Bienio (1886-1888)

Hasta 1886 gobierna Crespo sin que se desarrolle una oposición frontal al guzmancismo. El nuevo presidente prefiere acomodar a su clientela política con el objeto de fabricar un parapeto de apoyo que le permita negociar con Guzmán Blanco sin desplazarlo. Surgen posturas intermitentes de rechazo a Guzmán Blanco y hasta un intento armado que fracasa, pero el presidente Crespo culmina su bienio proponiendo la candidatura de su compadre y mentor Antonio Guzmán Blanco. Se trata de un movimiento orquestado en la cúpula, que denomina La Aclamación Nacional. Los publicistas afectos al Gobierno hacen que Guzmán Blanco (ausente entonces en Europa) sea incluido en la nómina del Consejo Federal. A la postre es electo para el bienio 1886-1888 y toma posesión el 15 de septiembre de 1886. Ahora modifica el estilo que lo había distinguido anteriormente, ya que en lugar de manipular el escenario para el ejercicio de un influjo directo e inmediato, mueve las piezas con el objeto de dirigir el gobierno por interpuesta persona, mientras permanece en el extranjero. Su regreso coincide con el mejoramiento de la actividad económica y con el aumento de valor de los títulos de la deuda pública, circunstancias que aprovecha para presentarse como superdotado en la solución de los problemas surgidos durante el mandato de Crespo. En principio, continuó los programas de obras públicas con el énfasis del Quinquenio. Así, por ejemplo, adelanta los trabajos del ferrocarril Caracas-Petare y la línea férrea de la capital hacia Antímano; hace construir en Caracas el puente del Guanábano y funda la Casa de la Moneda con equipos modernos de acuñación. Durante el Bienio, la oposición se vuelve más audaz y los antiguos partidarios de Guzmán Blanco se dividen o se apartan de él. Un crítico importante a su gestión es, en 1887, el periódico El Yunque, publicado por un grupo de idealistas pertenecientes a las nuevas generaciones que habían fundado el Partido Nacional Democrático, el cual se autocalificaba de «partido de la juventud». Entre ellos estaban Tomás Ignacio Potentini, Luis Correa Flínter, José Mercedes López y Eduardo O'Brien, redactores o colaboradores de aquel periódico, cuya divisa era «Paz y Leyes», a la cual agregaban un pensamiento de Víctor Hugo: «El presente es el yunque del porvenir». Los continuos y despiadados ataques de aquellos muchachos y sobre todo, el interés con que el público esperaba cada día la aparición del periódico, acabaron por exasperar al presidente, que mandó detener a algunos de los redactores y posteriormente, al continuar la publicación, fue ésta suspendida legalmente, aunque circularon algunos números en la clandestinidad. A mediados de 1887, Guzmán Blanco no parece interesado en mantenerse mucho tiempo en el ejercicio directo del mando. Por consiguiente, no acepta una proposición de Crespo en el sentido de turnarse sucesivamente los 2 jefes en la presidencia. Guzmán Blanco rechaza la proposición de una sociedad bicéfala y exclusiva. Prefiere orientarse hacia la búsqueda de un

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candidato civil para el próximo período y a la selección de un lugarteniente que cubra su ausencia hasta el final del Bienio. En suma, escoge al general Hermógenes López con el objeto de que lo sustituya hasta las postrimerías del período. Entonces resuelve marcharse a Europa y así lo hace el 11 de agosto de 1887. Como en buena medida el éxito del proyecto modernizador descansa en el influjo inmediato de su persona, poco a poco comienza a descoyuntarse cuanto edificó durante 18 años. Por lo pronto deja un émulo poderoso, el general Joaquín Crespo y un grupo de políticos civiles cuya ambición es el poder, sin dependencia de los factores tradicionales del liberalismo.

La política exterior del guzmancismo

En cuanto a las relaciones exteriores, durante todo el período de su hegemonía Guzmán Blanco siguió una política que buscó la denuncia o renegociación de los tratados que Venezuela había firmado en épocas anteriores con varias potencias europeas y con Estados Unidos. En este sentido, su política era plenamente nacionalista aun cuando no buscase romper los lazos de dependencia, lo cual hubiera sido utópico, sino integrar a Venezuela al circuito económico mundial con las mayores ventajas posibles, al menos para su clase dirigente. El principal obstáculo para ello fue el tratado con Inglaterra, que no era posible denunciar tanto por el poderío de aquel imperio como por el hecho de que no contenía ninguna cláusula donde se especificase su caducidad. En 1877, Guzmán Blanco viajó a Europa, investido con el cargo de enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de Venezuela ante los gobiernos de Inglaterra, España, Bélgica, Italia y la Santa Sede, al mismo tiempo que era designado agente fiscal en Francia. Sus principales preocupaciones eran entonces el arreglo de la situación de la deuda externa y lograr que la diplomacia británica se aviniese a un arreglo negociado, mediante arbitraje, del litigio que oponía a Venezuela e Inglaterra a propósito de la Guayana Esequiba. Atraídos por el oro, los diamantes, el asfalto, las maderas preciosas y el balatá, entre otros productos, los colonos de la Guayana Británica, apoyados por su metrópoli que tenía interés en controlar las bocas del Orinoco, habían ido penetrando cada vez más profundamente, a partir del Esequibo, en territorio venezolano. Para tratar de detener esta penetración Guzmán Blanco (antes de abandonar la Presidencia de la República en 1884) había creado el nuevo territorio Delta, en la región de las bocas del Orinoco. En 1887, durante el Bienio, rompió las relaciones de Venezuela con Inglaterra y en 1888-1889 (cuando por última vez ejerció funciones diplomáticas en Europa), realizó gestiones de carácter confidencial para lograr el retiro de los británicos a la orilla derecha del río Esequibo.

Conclusiones

Además del impulso dado durante su mandato a las diferentes obras públicas y los medios de transporte y comunicación, Guzmán Blanco adoptó medidas legales que ayudaron en forma notable a la modernización del Estado y la sociedad venezolana. Entre ellas están: el decreto de instrucción pública, la creación de la Dirección General de Estadística, el levantamiento de censos

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nacionales, la redacción de los códigos Civil, de Comercio, Militar y Penal y la unificación de pesas y medidas, aparte de la ya mencionada creación de la unidad monetaria, el «bolívar de plata». Durante todo su gobierno, el periódico La Opinión Nacional fue el gran vocero del régimen utilizado por Guzmán Blanco para promover su proyecto político, para defender y divulgar las actuaciones del Gobierno y minimizar sus errores o problemas; pero al mismo tiempo, fue igualmente un órgano de difusión del pensamiento más moderno que llegaba a Venezuela. Antonio Guzmán Blanco constituye la personalidad política de mayor relieve en la segunda mitad del siglo XIX. Su retiro puso fin al más extenso y dinámico período de desarrollo y de cambio en la historia de Venezuela durante ese siglo. En apenas 2 décadas había reorientado la evolución política y económica del país, para lo cual utilizó como un instrumento su alianza con los comerciantes y los caudillos. Sus dos ideas-fuerza fundamentales: el «centralismo» (aun conservando las apariencias del federalismo) y el «nacionalismo», que fueron los temas más críticos del siglo XIX, pasarían a ser hechos aceptados y a constituir elementos importantes de la filosofía política del siglo XX en Venezuela. E.P.I.

BIBLIOGRAFÍA: ALDREY, FAUSTO TEODORO DE y RAFAEL HERNÁNDEZ. Rasgos biográficos para la historia de la vida pública del general Guzmán Blanco. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1876; BAPTISTA, EUSEBIO. Historia de un gran crimen, o sea el 5 de abril de 1881. Caracas: Imprenta de El Pueblo, 1890; BRICEÑO, MANUEL. Los Ilustres, o la estafa de los Guzmanes. Caracas: Ediciones Fe y Cultura, 1953; CASTELLANOS, RAFAEL RAMÓN. La revolución de abril y el Septenio: la proyección de Guzmán Blanco. Caracas: Oficina Central de Información, 1976; COLMENTER, FELIPE S. Economía y política en Trujillo durante el Guzmancismo 1870-1887. Caracas: Biblioteca de Temas y Autores Trujillanos, 1983; CRESPO, JOAQUÍN. Al Ilustre Americano: sus esfuerzos para el engrandecimiento de Venezuela. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1879; CUNILL GRAU, PEDRO. Guzmán Blanco y el Táchira. Caracas: Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, 1993; __. El país geográfico en el Guzmanato. Caracas: Congreso de la República, 1984; DÍAZ SÁNCHEZ, RAMÓN. Guzmán, elipse de una ambición de poder. 5ª ed. Caracas: Edime, 1975. 2 v.; ESTEVA GRILLET, ROLDÁN. Guzmán Blanco y el arte venezolano. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1986; FERNÁNDEZ HERES, RAFAEL. La instrucción pública en el proyecto político de Guzmán Blanco: ideas y hechos. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1987; FLOYD, MARY B. Guzmán Blanco: la dinámica de la política del Septenio. Caracas: Instituto Autónomo Biblioteca Nacional; FUNRES, 1988; GALLEGOS, MANUEL MODESTO. Historia contemporánea: otro capítulo de mis memorias inéditas (1869-1888). Caracas: Tipografía Mercantil, 1924; GONZÁLEZ DELUCA, MARÍA ELENA. Negocios y política en tiempos de Guzmán Blanco. Caracas: Universidad Central de Venezuela, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, 1991; GONZÁLEZ GUINÁN, FRANCISCO. Historia del gobierno de aclamación, período constitucional de Venezuela, presidido por el general Guzmán Blanco (1886- 1887). Caracas: Tipografía Universal, 1899; GOSLINGA, CORNELISCH. Curacao and Guzmán Blanco: a case study of small power politics in the Caribbean. La Haya: Martinus Nijhoff, 1975;

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GUZMÁN BLANCO, ANTONIO. Documentos para la historia: memorándum del general Guzmán Blanco, presidente de los EE.UU. de Venezuela, dirigidos a sus secretarios y ministros siempre que salió a campaña en los años de 1870, 1871 y 1872. 2ª ed. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1876; __. En defensa de la causa liberal. 2ª ed. París: Imprimerie Lahure, 1894; __. Gloria del Ilustre Americano, regenerador y pacificador de Venezuela, general Guzmán Blanco. Caracas: Imprenta de «El Demócrata», 1875; __. La reivindicación: documentos. Caracas: Imprenta de la Gaceta Oficial, 1879; __. Mensaje del general Guzmán Blanco, presentado al Congreso Constitucional de 1873. Las Leyes, decretos, resoluciones, documentos, medidas de fomento y ornato, los códigos de hacienda, civil, penal, mercantil y militar y todo lo hecho durante su dictadura desde 1870-1873. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1873; __. Mensajes presentados por el general Guzmán Blanco, como presidente provisional de los EE.UU. de Venezuela al Congreso de Plenipotenciarios en 1870; como presidente constitucional, al cuerpo legislativo en 1873, 74, 75 y 76. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1876; LANDAETA, JOSÉ D. Cuestiones de actualidad. Maracaibo: Imprenta del Estado, 1873; __. El ilustre americano regenerador de Venezuela, general A. Guzmán Blanco; El general Matías Salazar; El doctor Felipe Larrazábal panegirista y detractor a la vez. Maracaibo: Imprenta de El Liberal, 1873; LEVEL DE GODA, LUIS. Campañas del general Antonio Guzmán Blanco, su carácter y condiciones militares. Caracas: s.n., 1889; __. Venezuela y el general Guzmán Blanco. Bogotá: Imprenta de la América, 1873; NARANJO DE CASTILLO, CIRA y CARMEN G. SOTILLO. Producción bibliográfica y política editorial en la época de Guzmán Blanco (1870-1887). Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1987; OLAVARRÍA, DOMINGO ANTONIO (Fdo. Luis Ruiz). Historia Patria: décimo estudio histórico-político, refutación al «Manifiesto Liberal» de 1893. 2ª ed. Valencia: Tipografía Artística Mijares, 1895; PINO ITURRIETA, ELÍAS y otros. Antonio Guzmán Blanco y su época. Caracas: Monte Ávila, 1994; ROJAS, RAFAEL ARMANDO. Guzmán Blanco y la Guayana Esequiba. Caracas: Ministerio de Educación, 1971; __. Las misiones diplomáticas de Guzmán Blanco. Caracas: Monte Ávila, 1974; RONDÓN MÁRQUEZ, RAFAEL ÁNGEL. Guzmán Blanco, el autócrata civilizador. Madrid: Imprenta García Vicente, 1952. 2 v.; TOSTA GARCÍA, FRANCISCO. Política de buen humor. Madrid: Imprenta y Litografía de Leonardo Miñón, 1899.

HEMEROGRAFÍA: GONZÁLEZ ORDOSGOITTI, ENRIQUE. «Para un estudio de la lucha cultural durante la presidencia de Guzmán Blanco de 1870 a 1876». EN: Tierra Firme. Caracas, núm. 22, abril-junio, 1988; RIVERO, NÉSTOR JOSÉ. «La idea de progreso durante el período guzmancista, 1870-1888». EN: Tierra Firme. Caracas, núm. 35, julio-septiembre, 1991.

Linares Alcántara, Francisco, gobierno de

2.3.1877 - 30.11.1878

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Los comicios electorales para la sucesión presidencial de Antonio Guzmán Blanco en el bienio 1877-1879 se iniciaron formalmente en septiembre de 1876. Las 2 candidaturas de mayor fuerza eran las de los generales Hermenegildo G. Zavarce, presidente del estado Coro y Francisco Linares Alcántara, presidente del estado Aragua (entonces denominado estado Guzmán Blanco). La campaña electoral fue marcada por violentos enfrentamientos entre «zavarcistas» y «alcantaristas», sobre todo en los estados Lara, Portuguesa, y Yaracuy. Ninguno de los candidatos en la contienda (además de Zavarce y Linares Alcántara, figuraban los generales José Eusebio Acosta, Domingo Monagas, José Rafael Pacheco, Joaquín Crespo, Juan Antonio Machado, el Chingo, y Jacinto Gutiérrez) logró obtener la mayoría absoluta de estados requerida por el artículo 65 de la Constitución vigente de 1874 y en consecuencia, el Congreso tendría que escoger entre aquellos 2 que hubieren obtenido el mayor número de votos estatales: Zavarce o Linares Alcántara. Aunque el Ilustre Americano se inclinaba inicialmente en favor de Linares Alcántara, no tardó en percatarse que sus enemigos también intentaban un acercamiento con el que muchos consideraban sería su sucesor. Pero la decisiva intervención de su esposa, Ana Teresa Ibarra, logró que Guzmán Blanco echara a un lado sus sospechas. La delicada salud de Zavarce también ayudó a facilitar el arreglo de la sucesión. El 27 de febrero de 1877, se celebraron en el Congreso los escrutinios finales que confirmaron el triunfo de Linares Alcántara quien se juramentó el 2 de marzo. Luego, nombró un gabinete en su mayoría compuesto por civiles y en el que figuraban: Laureano Villanueva en Relaciones Interiores, quien actuaría como virtual mentor político del nuevo presidente; Raimundo Andueza Palacio en Relaciones Exteriores; José Eusebio Acosta en Guerra y Marina; Vicente Amengual en Fomento; Adolfo Urdaneta en Hacienda; Manuel Hernández Sosa en Obras Públicas; Juan de Dios Monzón en Crédito Público y José de los Santos Escobar en la gobernación del Distrito Federal. El 6 de marzo, el Ejecutivo dirigió una alocución al país, en que fijaba como meta seguir desarrollando «…próspera y fuerte, la Regeneración de la Patria; (...) obra que debemos al talento y al patriotismo del Ilustre Americano…» El mismo documento aludía también al papel de control que, sobre el gobierno, ejercería «…una prensa libérrima que corresponda a la dignidad de un pueblo regenerado…» y calificaba al Parlamento como «aliado de la Prensa», reconociéndole la facultad constitucional de «…detener al gobierno cuando va por vías torcidas…» Tales manifestaciones, como lo señala el historiador Manuel Alfredo Rodríguez, «…comenzaron a sembrar inquietudes en los ánimos del Ilustre Americano y de los más suspicaces de sus áulicos…» El gobierno de Francisco Linares Alcántara, en los escasos 18 meses de su duración, fue un período cuyas metas estuvieron orientadas hacia lograr una apertura política, calificada como «democrática», de permitirle a los estados un mayor papel en el control del gasto nacional y de abolir parte de la legislación promulgada durante el anterior gobierno de Antonio Guzmán Blanco (1870-1877). Símbolo de este clima de apertura y del respeto por los derechos individuales, fue el decreto del 24 de mayo de 1877 (núm. 2.051), llamado Decreto de la Paz, el cual permitía el regreso a Venezuela de los exiliados políticos. De igual forma, la proposición para un decreto de amnistía general con la liberación de todos los presos políticos, el cual fue aprobado por los diputados en la Asamblea Nacional Constituyente en diciembre de 1878 (ya

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muerto Linares Alcántara), apuntaba hacia una mayor apertura que la que había imperado durante el Septenio guzmancista. Aunque el Congreso de 1877 fue responsable de un plan para permitirle a los 20 estados formar una compañía para explotar las minas de oro de Guayana, logrando así abrir otra fuente de ingresos para las arcas, siempre vacías, de los diferentes estados, la decisión del Congreso de 1878 relativa a las obras públicas es lo que más se destaca del nuevo enfoque gubernamental. El decreto núm. 2.094, emitido por el Congreso el 15 de mayo de 1878, estipulaba que cada estado recibiría, del presupuesto nacional de Obras Públicas, la suma anual de Bs. 120.000 que sería aplicada a aquellas obras que las autoridades estatales consideraran como más beneficiosas para su respectivo estado; esto significaba un cambio radical con respecto al control centralizado de los proyectos de obras públicas llevado a cabo durante el Septenio. Si bien el decreto que pedía la demolición de las estatuas de Antonio Guzmán Blanco, aprobado por la Asamblea Nacional Constituyente el 19 de diciembre de 1878, después del fallecimiento de Linares Alcántara, es generalmente considerado como la culminación del proceso político iniciado con su ascenso al poder, sin embargo, mucho más indicativos del rechazo político hacia el gobierno del Septenio fueron los hechos siguientes: el decreto, aprobado el 18 de diciembre de 1878, que revalidaba la Constitución de 1864; las reformas que una comisión especial recomendó para la consideración del próximo Congreso; así como las propuestas de revisar la ley de septiembre de 1872 que había prohibido los seminarios y de devolverle a sus antiguos dueños los bienes eclesiásticos que habían sido confiscados. De hecho, el período de gobierno de Francisco Linares Alcántara marcó un proceso de reacción contra Guzmán Blanco que se inició, virtualmente, desde abril de 1877, con la publicación de varios periódicos, entre ellos La Prensa Libre de Puerto Cabello, o posteriormente, La Tribuna Liberal de Caracas que entablaron fuertes polémicas con La Opinión Nacional, vocero oficioso del guzmancismo. Numerosas hojas sueltas que circulaban en Caracas y en las principales ciudades del interior atacaban abiertamente la figura del Ilustre Americano, calificándolo de: «…insigne malhechor, ladrón, sacrílego, etc…» Los guzmancistas incondicionales acusaban la indolencia cómplice del gobierno que no hacía nada para impedir las circulación de estos pasquines. La chispa que generaría el incendio de la reacción fue el proyecto de honores al general Linares Alcántara, presentado ante el Congreso a iniciativa de Nicanor Bolet Peraza el 8 de mayo de 1877. A tenor del proyecto, se le concedería al presidente Alcántara el título de «Gran Demócrata». En esta oportunidad, varias intervenciones en la Cámara de Diputados se convirtieron en ataques directos a Guzmán Blanco quien optó entonces por ausentarse del país (19.5.1877). Los episodios de la reacción se fueron concretando: Decreto de la Paz del 24 de mayo de 1877; el regreso a Venezuela del ex arzobispo de Caracas Silvestre Guevara y Lira (7.8.1877); la reapertura del Colegio de Ingenieros, clausurado por el Ilustre Americano. A comienzos de 1878, una intensa campaña de glorificación al presidente Alcántara se unía a la solicitud del retorno a la Constitución de 1864 que extendía a 4 años la duración del período presidencial. A pesar de que la opinión pública discutía desde mediados de 1877 las posibles candidaturas para la sucesión presidencial, «No habrá elecciones» era el comentario del día. Los propósitos continuistas de Linares Alcántara se sumaban entonces al proceso de reacción contra Guzmán Blanco. La muerte repentina del «Gran

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Demócrata» (30.11.1878) no interrumpió este proceso que siguió con el decreto del 18 de diciembre de 1878 que revalidaba la Constitución de 1864 y con el del 19 de diciembre que pedía la demolición de las estatuas de Guzmán Blanco en Caracas. Ante el vacío de poder que había dejado la muerte de Alcántara, la Asamblea Nacional Constituyente, reunida en Caracas, acogió la proposición de Nicanor Bolet Peraza de elegir como primer designado al general Gregorio Valera, un hermano del difunto presidente y como segundo designado al general Gregorio Cedeño, quien se desempeñaba como presidente del estado Carabobo (20.12.1878). Valera se encargaría del Poder Ejecutivo hasta tanto se celebrasen las elecciones. Pero los partidarios de Antonio Guzmán Blanco, dirigidos en esta oportunidad por Francisco González Guinán, lograron atraer a su causa al general Cedeño quien encabezó, el 29 de diciembre de 1878, la llamada Revolución Reivindicadora cuyo objeto era el retorno al país del Ilustre Americano y el fin de la aventura reformista iniciada por Francisco Linares Alcántara. M.B.F.

BIBLIOGRAFÍA: ARESTIGUETA MONTERO, RAFAEL. Para la historia: la administración Alcántara. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1878; BIGOTTE, FÉLIX E. La verdad revelada. Caracas: Imprenta de Jesús María Soriano e Hijos, 1878; GONZÁLEZ GUINÁN, FRANCISCO. Mis memorias. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1964; LINARES ALCÁNTARA, FRANCISCO. El ejecutivo nacional a los venezolanos. Caracas: Imprenta Nacional, 1877; __. Mensaje del Presidente Constitucional de los Estados Unidos de Venezuela, presentado a la Legislatura Nacional de 1878. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1878.

Crespo, Joaquín, gobiernos de

27.4.1884 - 27.4.1886

Para suceder a Antonio Guzmán Blanco en el bienio de 1884 a 1886 aparecen las candidaturas del doctor Juan Pablo Rojas Paúl y de los generales Venancio Pulgar y Joaquín Crespo. El Consejo Federal, por recomendación del Ilustre Americano, elige por unanimidad a Crespo, cuya lealtad hacia Guzmán Blanco había sido ampliamente comprobada durante los combates de la Revolución Reivindicadora, de 1878-1879. Crespo asume la Presidencia de la República el 27 de abril de 1884, mientras Guzmán Blanco sale investido con el cargo de embajador extraordinario y ministro plenipotenciario de Venezuela ante varios gobiernos europeos. Los 24 meses de su gobierno se desenvuelven bajo las presiones de una fuerte crisis económica mundial que repercute sobre Venezuela, manifestándose a través de un déficit presupuestario que paraliza el tren administrativo mientras disminuye la producción de café y se estanca el comercio. La situación de la agricultura empeora cuando, hacia fines de 1884, una plaga de langosta destruye gran parte de las cosechas, causando un alza en los precios de los productos de consumo básico, hambre y desasosiego. Para hacerle frente a estas dificultades, el gobierno resuelve reducir las Obras

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públicas en Bs. 3.000.000 y rebajar en un 25% los sueldos y las asignaciones, mientras se autoriza la libre importación de granos. En el plano político, los intentos para hacer que Crespo reaccione contra la autoridad de Guzmán Blanco fracasan ante la inquebrantable fidelidad del presidente hacia su mentor político. La muerte de Antonio Leocadio Guzmán (13.11.1884) y su traslado al Panteón Nacional son la ocasión de una importante ceremonia oficial de respaldo al régimen. Sin embargo, las intrigas políticas entre los incondicionales de Guzmán Blanco y los partidarios de una renovada política de concordia terminan por provocar una crisis de Gabinete del cual quedan excluidos Francisco González Guinán, Juan Pablo Rojas Paúl, Andrés Simón Ibarra y otros destacados miembros del grupo guzmancista que la guasa caraqueña había calificado con el sobrenombre de Adoración Perpetua. El 15 de diciembre de 1884, Crespo los sustituye con Vicente Amengual, José Antonio Velutini, Bernardino Mirabal y en particular, con el general Víctor Barret de Nazaris quien se desempeña como virtual premier del Gobierno y como consejero privilegiado del liberalismo «crespista». El déficit fiscal del año 1885-1886 alcanza la cifra de Bs. 3.646.822 y es cubierto con una emisión de títulos de la deuda pública al 1%. El 1 de junio de 1885 ocurre un pánico en el mercado con respecto a los billetes en circulación emitidos por el Banco Comercial de Venezuela. Atenúan un poco la crisis los trabajos que efectúan empresas extranjeras en los ferrocarriles y en el puerto de La Guaira. Ese mismo año, se inaugura el ferrocarril Valencia-Puerto Cabello, inversión garantizada por el 7% sobre el capital. En el plano político, la oposición a Guzmán Blanco se manifiesta a través del movimiento «delpinista» con el cual los estudiantes buscan ridiculizar la figura del Ilustre Americano, glorificando la persona y la obra de Francisco Delpino y Lamas, un modesto sombrerero que creía ser poeta. La Delpiniada culmina con un acto solemne en el teatro Caracas (14.3.1885) durante el cual Delpino es coronado en el escenario. La prensa a su vez, agudiza sus críticas al Gobierno con los periódicos La Conciencia Pública, El Eco Libre y otros, en cuyas columnas se expresa una nueva generación que aspira al cambio. En julio de 1885, Venancio Pulgar se levanta en armas e invade a Venezuela por Carúpano. En su proclama, arremete contra Crespo a quien llama «instrumento de Guzmán». La rebelión es sofocada con prontitud, pero causa una erogación extraordinaria de Bs. 2.700.000. En octubre de 1885, regresa al país la pianista Teresa Carreño quien ofrece un concierto en el teatro Guzmán Blanco (hoy teatro Municipal). En enero de 1886, debido a los buenos oficios de Guzmán Blanco en Europa, se restablecen las relaciones diplomáticas con Francia, interrumpidas desde 1881. En febrero del mismo año, se cierra temporalmente la Universidad Central de Venezuela, debido a los disturbios causados por el acto de protesta durante el cual los estudiantes habían incinerado varios ejemplares del folleto El Bien Público, cuyo autor, el curandero Telmo Romero, para entonces director del manicomio de Caracas, figuraba como el «Rasputín» de la familia Crespo. El 27 de abril de 1886, el Consejo Federal reeligió a Guzmán Blanco presidente de la República para el período constitucional 1886-1888. Como éste se mostraba reacio a regresar, se recogieron firmas en todo el país pidiendo su retorno, en un movimiento cuidadosamente organizado que recibió el nombre de La Aclamación. Una comisión encabezada por el arzobispo de Caracas, monseñor José Antonio Ponte y por el general José Victorio Guevara viajó a Europa para traer de vuelta al Ilustre Americano, calificado ahora como

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El Aclamado de los Pueblos. A su llegada a La Guaira, en agosto de 1886, Guzmán Blanco elogió públicamente a Crespo «modelo de hombres dignos» quien había «...recibido el Depósito de la Regeneración Nacional...», y lo había conservado «...como un tesoro sagrado para entregarlo íntegro a su sucesor...» El 15 de septiembre de 1886, Guzmán Blanco recibía, por tercera vez, la Presidencia de la República de manos del encargado del Ejecutivo doctor Manuel Antonio Diez.

7.10.1892 - 28.2.1898

Triunfante la Revolución Legalista, Joaquín Crespo hace su entrada en Caracas el 6 de octubre de 1892 y se encarga al día siguiente del Poder Ejecutivo. Una de las primeras medidas del nuevo Gobierno la constituye el decreto del 28 de octubre de 1892 mediante el cual se declaran embargados los bienes de 340 funcionarios del régimen del presidente Raimundo Andueza Palacio, disponiendo además, que dichos funcionarios serían sometidos a un juicio de responsabilidad civil y administrativa. Esta medida causó gran alarma, pues afectaba a numerosos personajes importantes, tanto de la capital como de las provincias y sólo sirvió para agudizar la profunda crisis de la tesorería del Estado venezolano. La revolución, en efecto, se negaba a reconocer las deudas contraídas por la administración anduecista durante los combates que ocurrieron de marzo a octubre de 1892. Para obviar inconvenientes, se firmó un contrato provisional mediante el cual el Banco de Venezuela, el agente del Tesoro Público, se volvía a hacer cargo de las recaudaciones de las aduanas del país contra un crédito al Gobierno de Bs. 2.500.000 al 1% mensual (14.11.1892). A mediados de diciembre, ya se va agotando el crédito. El ministro de Hacienda, doctor y general Juan Pietri, quien ha sido uno de los principales consejeros políticos de Crespo durante la campaña revolucionaria, solicita entonces un nuevo adelanto sobre la cuenta corriente del Tesoro Público, bajo la promesa de firmar un contrato definitivo que reconozca las deudas anteriormente contraídas. La respuesta del banco es firme: no se otorgarán más créditos; además, uno de los directores y de los principales accionistas del Banco de Venezuela, Manuel Antonio Matos, se encuentra incluido en la lista de ex funcionarios cuyos bienes han sido embargados. El 5 de enero de 1893, el pago de una orden oficial es rechazado; la reacción gubernamental no se hace esperar; al día siguiente, por orden oficial, la aduana de La Guaira le niega sus recaudaciones a la agencia del banco. Es la ruptura abierta. Empiezan a circular rumores de que el ministro Pietri está dispuesto a poner en liquidación al Banco de Venezuela y que ha iniciado negociaciones con un grupo financiero extranjero para formar un Banco Nacional Agrícola y Comercial. El 9 de enero de 1893 se desata el pánico; las taquillas del Banco de Venezuela son asaltadas por el público quien acude a cambiar sus billetes por numerario; ante esta situación, los directivos del banco acuden a conferenciar con Pietri; la crisis se resuelve. El Gobierno reconoce las deudas anteriores, por un monto de Bs. 2.546.384, pagaderos a partir de 6 meses en cuotas mensuales, con el 5% de las recaudaciones que hiciera el banco por cuenta del Gobierno. El banco, a su vez, se encarga de hacer las recaudaciones con el 1,5% de comisión y accede a otorgar un nuevo crédito de Bs. 2.500.000 al 8% anual. La situación se vuelve a estabilizar y el Banco de Venezuela será uno de los pilares del régimen crespista. Como una concesión hacia el restablecimiento de la confianza, Crespo resuelve conceder una

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amnistía parcial que incluye a la mayoría de los ex funcionarios del gobierno de Andueza cuyos bienes les son restituidos (14.3.1893). El año 1893 es, para Venezuela, un año de recesión relativa; el precio del kilo de café pasa de Bs. 1,65 en 1892 a Bs. 1,42, mientras el volumen del comercio exterior baja de Bs. 176.171.000 en 1892 a Bs. 141.500.000. La balanza comercial se mantiene positiva, pero esto se logra con una reducción en las importaciones, hecho que pasa desapercibido debido a peripecias del debate constituyente y a la campaña electoral. En efecto, el 1 de enero de 1893 Crespo había convocado a todos los venezolanos varones mayores de 18 años a elegir representantes para una nueva Asamblea Constituyente. Las elecciones serían por voto directo y secreto. La Asamblea se reúne en Caracas (4.5.1893), bajo la presidencia del general José Antonio Velutini, aprueba la gestión administrativa de Crespo quien resulta confirmado en su cargo de presidente provisional de la República (16.6.1893), sanciona una nueva ley de elecciones (20.6.1893) y resuelve dictar una amnistía general (18.5.1893) que anula los efectos del decreto del 28 de octubre de 1892. La fecha de las elecciones queda fijada para el 1 de diciembre de 1893 y el nuevo período constitucional de 4 años comenzaría el 28 de febrero de 1894. La Constitución de 1893 mantiene la división territorial de la República en 9 grandes estados, pero las secciones que los integran pueden recobrar sus antiguas autonomías de estados. En vista de ello, el estado Bermúdez se disgrega en 2 (1898), el estado Miranda en 3 (1898) y el estado Los Andes en 2 (3.1.1899). La Constitución, a su vez, confirmaba el ejercicio del voto directo y secreto, un retorno al principio democrático de la Carta Magna de 1864. Una de las preocupaciones inmediatas de Crespo, mientras tanto, es la reforma y profesionalización del Ejército. A instancias de Ramón Guerra, crea el Gran Consejo Militar (30.1.1893), encomendándole la tarea de estudiar las diferentes facetas de la tecnología militar, de recaudar información sobre las tácticas de combate desarrolladas en Europa y elaborar un plan general de defensa nacional. Se renovaron los armamentos con la compra de nuevos fusiles, de un cañón Krupp y de un crucero que se bautizó con el nombre de General Crespo, mientras la formación profesional del Ejército incluiría cursos de instrucción militar y de alfabetización de los reclutas. La campaña electoral de 1893 presenció una intensa actividad entre los diferentes grupos políticos del país. Antiguos guzmancistas, continuistas y liberales crespistas animan el debate, destacándose la formación del Partido Nacional, auspiciado por Velutini y el periodista Simón Barceló, así como del Partido Republicano Liberal de tendencia conservadora. Las elecciones, para sorpresa de muchos, transcurren sin incidentes; Crespo obtiene la mayoría de los votos y toma posesión como presidente constitucional de la República el 14 de marzo de 1894. Los efectos de la recesión de 1893 empiezan a hacerse visibles con el nuevo año; el Tesoro está en crisis, el comercio paralizado, los artesanos sin trabajo. Un largo verano ha quemado el pan de las cosechas. En Caracas, montañas de útiles caseros crecen en las casas de empeño, mientras que a las manos de los contratistas y trabajadores de las obras públicas van, a cambio de moneda, unos papeles que el ministro de Hacienda José Antonio Velutini bautiza con el nombre de «deuda flotante». El panorama es sombrío y la inauguración de nuevas obras como el ferrocarril alemán de Caracas a Valencia (2.2.1894) no alivia mucho la situación. El 28 de abril de 1894, un terremoto azota las poblaciones del distrito Tovar del estado Mérida. Se empieza a denunciar con

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fuerza la creciente corrupción del régimen, la dilapidación de los fondos del Estado en contratos para obras públicas que parecen beneficiar exclusivamente al conde italiano Giuseppe Orsi de Mombello, verdadero ministro de Obras Públicas sin cartera, quien ha sido el arquitecto y constructor, entre otras edificaciones, del Palacio de Miraflores, la nueva residencia privada del presidente Crespo. Al mismo tiempo las intervenciones de Jacinta Parejo de Crespo en los asuntos de Estado provocan crisis políticas y resentimientos. A comienzos de 1895, se cuentan más de 3.000 cesantes en la sola Caracas (sobre un total de aproximadamente de 75.000 h) y un desfile (20.1.1895) pide protección para el gremio de los artesanos. La oposición guzmancista vuelve a surgir, bajo el liderazgo de Manuel Antonio Matos, aconsejado desde París por su concuñado, el Ilustre Americano. Crespo decide adelantarse a los acontecimientos y le propone al mismo Matos formar un nuevo Gabinete de entendimiento nacional. Matos acepta (marzo 1895); el manifiesto-programa del nuevo Gabinete promete luchar contra el despilfarro y el peculado y ofrece introducir orden en el manejo de las finanzas. El Ministerio de Matos sólo llega a durar unos escasos 6 meses (marzo-octubre 1895); fue, desde su inicio, un intento para evitar una crisis política, buscando la «integración» efectiva del capital bancario nacional al aparato gubernamental crespista. El fracaso de este intento, junto con la necesidad de hacerle frente a las obligaciones contraídas, tanto con las instituciones financieras venezolanas como con las empresas ferrocarrileras extranjeras (la garantía del 7% sobre su capital invertido) llevan a la administración del presidente Crespo a buscar nuevas vías de financiamiento. Una de estas vías es el empréstito negociado en 1896 con el Disconto Gesellschaft de Berlín, por un monto de Bs. 50.000.000 (junio-noviembre 1896). Las condiciones del empréstito y la actuación del negociador comisionado por Venezuela, el joven abogado Claudio Bruzual Serra, desatan una tempestad política. Se acusa a éste de haber lesionado los intereses del país, rebajando a Venezuela al rango de «nación semi-soberana», mientras fuentes bien informadas aseguran que Crespo recibió Bs. 2.000.000 del total del empréstito. El debate, sin embargo, pronto pierde vigencia. La crisis diplomática con Gran Bretaña sobre el territorio de la Guayana Esequiba (1895-1896) ha llevado, mediante la intervención de Estados Unidos, al sometimiento del caso ante el Tribunal Arbitral de La Haya (comienzos 1897) y se cuestiona la forma en que el Gobierno venezolano ha tratado la situación. El 22 de febrero de 1897, Crespo admite ante el país que Venezuela ha sido marginada de las negociaciones y hace constar su protesta al respecto; pero tampoco el debate sobre el despojo territorial logra animar la opinión: 1897 es el año crucial de las elecciones. Joaquín Crespo había garantizado que los comicios para el período presidencial de 1898 hasta 1902 serían libres. De los 5 candidatos que se presentan, sólo uno parece destacarse como favorito: el general José Manuel Hernández, el Mocho, respaldado por el recién fundado Partido Liberal Nacionalista. La evidente popularidad del Mocho Hernández, su imagen de hombre honrado aunque sin programa de gobierno definido y sobre todo, su campaña que utiliza por primera vez en Venezuela los métodos electorales perfeccionados en Estados Unidos, pronto convencen a Crespo que su candidato oficial, el general Ignacio Andrade, tiene pocas posibilidades de imponerse en los comicios. El día de la votación, el 1 de septiembre de 1897, el Gobierno manda ocupar las mesas por «...hombres del campo que llevaban el machete debajo de la cobija...» Andrade es el vencedor proclamado como tal

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por el Congreso (28.2.1898), mientras el Mocho Hernández se subleva contra la farsa electoral. Crespo, quien acaba de entregarle la presidencia a Andrade, sale personalmente a sofocar la rebelión, pero en el sitio de La Mata Carmelera (Edo. Cojedes), una bala lo hiere mortalmente (16.4.1898). La muerte inesperada de Crespo se produce así poco después de finalizado su mandato presidencial, y cuando actuaba como «hombre fuerte» de su sucesor.

A pesar de las dificultades económicas y de la crisis que afecta el comercio exterior de Venezuela, la última década del siglo XIX presencia la afirmación gradual en el país de una burguesía mercantil, afirmación que se manifiesta a través de la creación de Cámaras de comercio en Caracas, Maracaibo, Valencia y Puerto Cabello (1894), a través de la consolidación del aparato bancario nacional y del desarrollo de nuevas industrias manufactureras (tenerías, telares, etc.), las cuales, a su vez, revelan la necesidad de considerar los problemas de una incipiente clase obrera asalariada que reúne su primer Congreso en Caracas (28.10.1896). Las reformas que instituye Crespo en el Ejército, complementadas con la creación del Instituto Militar de Artillería (1895), la reorganización de las Fuerzas Armadas (julio 1896) y la división del país en 5 circunscripciones militares (febrero 1898), representan el primer intento sistemático de profesionalizar el cuerpo castrense. En el plano político, las provisiones de la Constitución de 1893 restituyen, por lo menos teóricamente, unos métodos democráticos de gobierno y Crespo, salvo un intento de rebelión, en noviembre de 1895, logra mantener un régimen de paz. En ese sentido, el fraude electoral de 1897 constituyó, para toda una generación que aspiraba a un cambio después de los 18 años de personalismo guzmancista, el final de una ilusión: la tolerancia de las libertades civiles y un régimen de paz y derecho habían fracasado ante la autoridad del gobernante, impidiendo el ejercicio real de esas libertades y del régimen de ellas derivado. N.H.V.

BIBLIOGRAFÍA: GALLEGOS, MANUEL MODESTO. Historia contemporánea: otro capítulo de mis memorias inéditas 1869-1888. Caracas: Tipografía Mercantil, 1924; LANDAETA ROSALES, MANUEL y otros. Documentos relativos a la vida pública del general Joaquín Crespo. Caracas: Imprenta Colón, 1894-1896. 3 v.; LECUNA, VICENTE. La revolución de Queipa. Caracas: Ediciones Garrido, 1954; LEVEL DE GODA, LUIS. Exposición política a los venezolanos. Puerto España, Trinidad: Imprenta del Daily News, 1897; MESTRE, VICENTE SEBASTIÁN. Disyuntiva nacional: Venezuela o Crespo. Caracas: Tip. Guttenberg, 1900; PIETRI, JUAN. El derecho a la revolución: contestación al doctor Casañas. Caracas: Imprenta de «La Unión Liberal», 1893; REYES, FRANCISCO DE PAULA. El quinquenio Crespo. [Nueva York]: s.n., 1897; RONDÓN MÁRQUEZ, R. A. Crespo y la revolución legalista. Caracas: Ediciones de la Contraloría, 1973; VELÁSQUEZ, RAMÓN J. La caída del liberalismo amarillo: tiempo y drama de Antonio Paredes. 5ª ed. Caracas: Congreso de la República, 1987.

Rojas Paúl, Juan Pablo, gobierno de

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5.7.1888 _ 18.3.1890

La elección presidencial: La sucesión presidencial al Bienio guzmancista de 1886 a 1888 es motivo de una crisis política que enfrenta a los 2 principales caudillos del liberalismo amarillo: Antonio Guzmán Blanco, el presidente saliente, y Joaquín Crespo, el ex presidente del bienio 1884-1886. Guzmán Blanco desconfía de la creciente influencia de Crespo en el seno del Partido Liberal y busca contrarrestar sus evidentes aspiraciones presidenciales. El 29 de junio de 1887, una reunión celebrada entre ambos con el fin de precisar opiniones con respecto a un posible candidato termina con una velada ruptura. Crespo anuncia su intención de salir de Venezuela, partiendo rumbo a España el 8 de julio. Guzmán Blanco, a su vez, para no verse obligado a presidir «...una cruzada casi personal contra Crespo...», también anuncia su intención de abandonar el país y con el fin de neutralizar a los partidarios del crespismo, propone resolver el problema de la sucesión presidencial mediante la celebración de una «convención de candidatos liberales», insinuando de antemano las posibles candidaturas de Juan Pablo Rojas Paúl y de Francisco González Guinán. Guzmán Blanco sale para Europa el 10 de agosto de 1887 (nunca más regresará a Venezuela) y el 8 de febrero de 1888, se reúne en Caracas la convención de delegados de los 5 candidatos presidenciales: Raimundo Fonseca, Juan Pablo Rojas Paúl, Manuel Antonio Matos, Ovidio María Abreu y Francisco González Guinán. Rojas Paúl logra la victoria en la votación mediante la oferta que le hace González Guinán de cederle sus votos a cambio de su nombramiento como ministro de Relaciones Interiores y al parecer, la donación de Bs. 200.000. La reunión del Congreso que, a través del Consejo Federal, debe sancionar la elección del nuevo presidente de la República, es motivo de renovados enfrentamientos. Se busca impedir que los parlamentarios crespistas puedan trasladarse a Caracas, mientras partidarios del presidente encargado Hermógenes López intentan demorar la reunión de las cámaras. González Guinán, desde su despacho de Relaciones Interiores, acusa a los diputados crespistas de fomentar actividades conspirativas y los manda encarcelar, incluyendo al propio presidente de la Cámara de Diputados, general Francisco Tosta García. Sometido así cualquier intento de oposición, Juan Pablo Rojas Paúl asume oficialmente la presidencia de la República el 5 de julio de 1888. Al conocer el desenlace del proceso eleccionario, Crespo se traslada a la isla de Trinidad y luego a la de Saint Thomas, con el decidido propósito de invadir a Venezuela. En noviembre, se embarca en la goleta Ana Jacinta y se dirige hacia Coro. Interceptado por el general Francisco de Paula Páez al mando del vapor Libertador (2.12.1888), Crespo es apresado, conducido a La Guaira (4.12.1888) y encerrado en Caracas en la cárcel de La Rotunda, donde se le proporcionan toda clase de comodidades. Rojas Paúl y Crespo se entrevistan en la prisión (6.12.1888) y convienen en resolver la crisis política sin tomar en cuenta las proposiciones que, al respecto, hace Guzmán Blanco desde París. Rojas Paúl expide un indulto general y Crespo se compromete a desistir de toda actitud bélica contra el Gobierno. El prisionero recobra su libertad el 24 de diciembre de 1888 y viaja hacia al Perú 2 días después.

La reacción antiguzmancista: El entendimiento entre Rojas Paúl y Crespo es sólo una de las manifestaciones del gradual distanciamiento entre el nuevo presidente y Guzmán Blanco quien, desde París, pretende seguir manejando

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los asuntos del gobierno. Otro tema de enfrentamiento es el de los contratos pactados por Guzmán Blanco en Europa y en Venezuela, así como los monopolios de diversa índole concedidos por el Ilustre Americano. Un contrato celebrado en 1887 entre Felipe Tejera, José Antonio Salas y el Gobierno para la construcción de cloacas en Caracas y de unas ramblas macadamizadas sobre el cauce de las quebradas Catuche y Punceres es improbado por el Congreso de 1888, lo cual suscita la vehemente protesta de Guzmán Blanco, quien califica de «economistas de pulpería» a los que votaron en contra del proyecto. De igual manera, en agosto de 1888, un contrato negociado entre Guzmán Blanco y el Banco Franco-Egipcio con miras a desplazar al Banco Comercial de Venezuela como auxiliar de las operaciones fiscales del Gobierno, es fuertemente criticado por los sectores de la burguesía financiera caraqueña, consultados al respecto por el Ejecutivo, y no logra prosperar. Finalmente, 7 contratos ferrocarrileros y 3 sobre inmigración quedan sin recibir atención oficial. Desde el inicio de su mandato, Rojas Paúl había resumido su programa de gobierno en 3 palabras: «paz, legalidad y concordia». El uso de la palabra «concordia» es el motivo esgrimido por González Guinán para rechazar la cartera de Relaciones Interiores ya que no se encuentra dispuesto a hacerle concesiones a los enemigos tradicionales del guzmancismo. Estos enemigos tradicionales, destacándose entre ellos Marco Antonio Saluzzo y Laureano Villanueva, exhortan al presidente Rojas Paúl a gobernar con independencia. El proceso reaccionario contra Guzmán Blanco se inicia en forma definitiva. En febrero de 1889, se constituye en Caracas una junta para adquirir, por suscripción pública, la casa natal del Libertador y los promotores de la iniciativa se dirigen a Guzmán Blanco, propietario del inmueble, para proponerle la operación de compra-venta. Éste se muestra dispuesto, siempre y cuando se le indemnice adecuadamente. El carácter poco elegante de la respuesta de Guzmán Blanco desata una campaña de prensa, sólo levemente censurada por el Gobierno, que estimula la reacción. El 27 de abril de 1889, fecha aniversaria de la Revolución de 1870, un motín impide la colocación de las tradicionales ofrendas florales ante la estatua ecuestre de Guzmán Blanco en Caracas. Las multitudes gritan «mueras» a Guzmán y «vivas» a Rojas Paúl; los guzmancistas, a su vez, acusan al presidente de doblez. Con el fin de lograr una ratificación expresa de su autoridad, Rojas Paúl acude al expediente de presentar su renuncia al Congreso (18.5.1889). Al día siguiente la retira y el 20 de mayo, una manifestación popular recorre las calles de Caracas en su apoyo. Queda consumada la ruptura con Guzmán. El 26 de octubre de 1889, son derribadas en Caracas las estatuas de Guzmán Blanco y de su padre Antonio Leocadio Guzmán, son destrozados los retratos oficiales del Ilustre Americano y saqueadas, en los días siguientes, varias de sus propiedades, tanto en la capital como en el interior.

La obra de gobierno: A pesar de que su período de gobierno sólo duró unos escasos 20 meses, en gran parte ocupados por el proceso de reacción antiguzmancista, Rojas Paúl pudo enrumbar su administración hacia el logro de varias metas. Para ello podía contar con una situación económica globalmente favorable debido particularmente al auge en los precios del café en los mercados internacionales. Católico practicante, pudo llevar a cabo una política de edificaciones religiosas que constituye una de las notas resaltantes de su

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gobierno. Entre febrero y noviembre de 1889, hace construir la iglesia de San José en Caracas y destina una partida del presupuesto para la reforma y ornamentación del templo de La Pastora. El 16 de octubre de 1889, crea las nuevas parroquias caraqueñas de San José y de La Pastora. Manda edificar una nueva capilla en la catedral de Caracas, levantar una iglesia en El Rincón de El Valle, remodelar la Santa Capilla, ornamentar la basílica de Santa Teresa, rematar la de las Mercedes, restaurar la de Santa Rosalía y auxiliar económicamente a varios templos en vías de construcción en poblaciones del interior. En abierto contraste con la política anticlerical de Guzmán Blanco, permite la creación de facultades de ciencias eclesiásticas en los colegios nacionales de Maracaibo y Barquisimeto, la traída a Venezuela de las monjas francesas de San José de Tarbes con el fin de abrir en Caracas un plantel educativo para niñas y ayuda al presbítero Santiago F. Machado para establecer en el país la congregación de las Hermanitas de los Pobres. Al mismo tiempo, le toca inaugurar el cable submarino La Guaira-Antillas Francesas-Europa (26.7.1888), así como la columna monolítica mandada levantar por Hermógenes López en la plaza Bolívar de Valencia para conmemorar la batalla de Carabobo (24. 6.1889). Le toca también decretar la construcción del acueducto de Barquisimeto así como la del Hospital Nacional de Caracas (16.8.1888), el futuro hospital Vargas, ambas obras inauguradas por su sucesor. Finalmente, durante su gobierno se procedió a la colocación del lienzo de la Batalla de Carabobo de Martín Tovar y Tovar en el Salón Elíptico del Capitolio Federal (5.4.1889), y fue fundada por decreto presidencial la Academia Nacional de la Historia (28.10.1888), instalada en sesión solemne por el propio Rojas Paúl el 8 de noviembre de 1889; también se editó la Gran recopilación geográfica, estadística e histórica de Venezuela a cargo del general Manuel Landaeta Rosales.

La sucesión presidencial: Los partidarios de Rojas Paúl, a partir de septiembre de 1889, empezaron a plantear un proyecto de reforma constitucional para aumentar a 4 años el período presidencial, eliminar el Consejo Federal y los territorios federales, restablecer la vicepresidencia y el sufragio universal y secreto. Además, el nuevo proyecto constitucional ampliaba la libertad de reunión y las garantías individuales y concedía al Congreso la iniciativa en materia de posteriores reformas constitucionales. También establecía que los contratos pactados por el Ejecutivo no darían lugar a reclamaciones internacionales. Al mismo tiempo, privaba a los estados de la posesión de elementos de guerra y aportaba una serie de modificaciones en la organización político-territorial: se constituía definitivamente el Distrito Federal, se mantenían los grandes estados estatuyendo la desaparición de las secciones autonómicas Falcón y Zulia del Gran Estado Falcón para fusionarlas en una sola entidad, medida ésta que desató una violenta reacción en el Zulia. Finalmente, el proyecto se complementaba con unas «disposiciones transitorias» que buscaban, de hecho, propiciar la reelección inmediata de Rojas Paúl. Remitido a las legislaturas, el proyecto fue aprobado en sus líneas generales, pero las intenciones continuistas de las «disposiciones transitorias» provocaron un rechazo por parte de la prensa, circunstancia que determinó al presidente a aplazar la iniciativa reformista. Para comienzos de 1890, se empiezan entonces a barajar los nombres de los posibles candidatos presidenciales: Raimundo

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Andueza Palacio, Laureano Villanueva y Jesús Muñoz Tébar. El primero recibió el apoyo del presidente saliente y el 6 de marzo de 1890 fue elegido por el Consejo Federal para el bienio 1890-1892, juramentándose el día 19 de ese mismo mes. N.H.V.

BIBLIOGRAFÍA: ARMAS CHITTY, JOSÉ ANTONIO DE. Vida política de Caracas en el siglo XIX. Caracas: Ediciones América Libre, 1976; CALCAÑO MATHIEU, JUAN. Siete artículos editoriales de «La Causa Liberal». Caracas: Imprenta Colón, 1893; GALLEGOS, MANUEL MODESTO. Anales contemporáneos: memorias del general Manuel Modesto Gallegos. Caracas: Tipografía Casa de Especialidades, 1925-1926. 2 v.; GONZÁLEZ GUINÁN, FRANCISCO. Episodio histórico; historia del gobierno del doctor Juan Pablo Rojas Paúl: contestación: réplica. Caracas: Tipografía El Cojo, 1925; __. Historia del gobierno del doctor J.P. Rojas Paúl, presidente de los Estados Unidos de Venezuela en el período constitucional de 1888 a 1890. Valencia: Imprenta de La Voz Pública, 1891; __. Mis memorias. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República, 1964; GUINAND HERNÁNDEZ, LUIS. Verdades para la historia, núm. 1. Caracas: Imprenta de El Indú-Americano, 1891; __. Verdades históricas, núm. 2. Caracas: s.n., 1891; ROJAS PAÚL, JUAN PABLO. La administración fiscal del doctor Juan Pablo Rojas Paúl: la acusación y la defensa ante el jurado de la opinión pública. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1890; __. Contestación del doctor Juan Pablo Rojas Paúl al libro del doctor Francisco González Guinán. Caracas: Tipografía Mercantil, 1925; __. Mensaje que el doctor Juan Pablo Rojas Paúl, presidente Constitucional de los Estados Unidos de Venezuela, presenta al Congreso Nacional. Caracas: Imprenta de La Opinión Nacional, 1889; __. Mensaje que el señor doctor Juan Pablo Rojas Paúl, presidente constitucional de los Estados Unidos de Venezuela, presenta al Congreso Nacional en sus sesiones de 1890. Caracas: Editorial de La Opinión Nacional, 1890; __. Páginas de la administración del doctor Juan Pablo Rojas Paúl, presidente constitucional de los Estados Unidos de Venezuela; compilación de Pablo Borges y A. Herrera Toro. Caracas: Imprenta y Litografía Nacional, 1889; VELÁSQUEZ, RAMÓN J. La caída del liberalismo amarillo: tiempo y drama de Antonio Paredes. 5ª ed. Caracas: Congreso de la República, 1987; ZUMETA, CÉSAR. Rojas Paúl y la historia: notas a la obra del Dr. Francisco González Guinán. Caracas: Consejo Supremo Electoral, 1982.

Andueza Palacio, Raimundo, gobierno de

19.3.1890 - 17.6.1892

La elección presidencial y sus consecuencias: El Consejo Federal reunido el 6 de marzo de 1890, elegía por unanimidad al abogado guanareño Raimundo Andueza Palacio para suceder en la presidencia de la República a Juan Pablo Rojas Paúl durante el bienio 1890-1892, en conformidad con lo establecido en la Constitución de 1881. Esta elección fue recibida con universal beneplácito. Ministro de Relaciones Interiores de Rojas Paúl, Andueza Palacio había sido designado como candidato oficial por el propio mandatario a quien

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reemplazaba en la presidencia. A pesar de ser liberal, Andueza estaba apoyado por destacados representantes del conservatismo y, dentro de su propio partido, había logrado el consenso de guzmancistas y antiguzmancistas. Asume la presidencia el 19 de marzo de 1890 y en su discurso inaugural, afirma ser un demócrata de convicciones. Representa, además, el triunfo del civilismo. Integra su gabinete con una mayoría de civiles: Sebastián Casañas en Relaciones Interiores; Marco Antonio Saluzzo en Relaciones Exteriores; Vicente Coronado en Hacienda; José Tadeo Monagas, hijo, en Crédito Público; Eduardo Blanco en Instrucción Pública y Juan Francisco Bustillos en la Secretaría de la Presidencia; los únicos militares del gabinete son el general Julio F. Sarría en la cartera de Guerra y Marina y el general Neptalí Urdaneta en la gobernación del Distrito Federal. Existe para entonces en el país la más absoluta libertad de expresión y ni siquiera una caricatura que pinta al nuevo presidente vestido de mujer es objeto de censura. El clima de euforia que acompaña los primeros meses del gobierno de Andueza Palacio es también el resultado de una extraordinaria bonanza económica que vive Venezuela por el alza del precio del café. Durante el año económico 1890-1891, las exportaciones venezolanas, superan por primera vez la cifra de Bs. 100.000.000 y el presupuesto alcanza el monto récord de Bs. 53.719.804. Como lo apunta Manuel Alfredo Rodríguez «…se mira por todas partes el áureo resplandor de las <morocotas> y <pachanos> y la cerveza de los años del Centenario del nacimiento de Bolívar deja paso al fino y picante coñac <Henessy>, tipo tres estrellas…» Sin embargo, desde los inicios del nuevo gobierno, el problema de la reforma constitucional, planteado durante el último año de la administración de Juan Pablo Rojas Paúl (1889), vuelve a convertirse en el gran tema de actualidad y provoca una de las primeras crisis del régimen. El ex presidente Rojas Paúl se había hecho la idea de que manejaría al presidente Andueza al modo guzmancista y que el nuevo primer mandatario se limitaría a hacer la reforma constitucional para devolverle la silla; sin embargo, Andueza se siente lo suficientemente fuerte como para prescindir de cualquier mentor político. Lo confirma en sus propósitos su hombre de confianza y figura central de su gabinete, Sebastián Casañas, a quien el público, por lo férreo de su carácter, compara con Bismarck y aplica el apodo burlón de Canciller de Hierro. Ante esta situación, Rojas Paúl resuelve expatriarse y viajar a La Habana (agosto 1890).

La obra de gobierno: La bonanza fiscal le permite a Andueza Palacio ejercer con esplendor una política de dádivas y subvenciones, con miras a crearse una clientela electoral propia. Durante su breve gobierno, le toca inaugurar muchas de las obras iniciadas durante períodos anteriores: el acueducto de Barquisimeto (5.4. 1890), el tramo ferrocarrilero Aroa-Barquisimeto y el hospital Vargas de Caracas (1891). Decreta la transformación de los colegios nacionales de primera categoría de Maracaibo y Valencia en universidades del Zulia y Carabobo respectivamente (29.5.1891); crea el Ministerio de Correos y Telégrafos (27.6.1891); inicia la construcción de un edificio para colegio de señoritas situado en la nueva urbanización El Paraíso (edificio cedido en 1902 en enfiteusis a las hermanas de San José de Tarbes); manda edificar el grupo escultórico en homenaje a José Félix Ribas, ejecutado por Eloy Palacios, en la plaza Ribas de La Victoria y finalmente, ordena la refacción del Palacio Federal

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de Caracas y la remodelación casi total del Palacio Legislativo del Capitolio. En marzo de 1891, se conoce en Caracas el laudo sobre los límites entre Colombia y Venezuela, sometido en 1881 al arbitraje de la Corona española; el resultado, netamente desfavorable a Venezuela, anula las ventajas conseguidas en el Tratado Santos Michelena-Lino de Pombo, negociado en 1833, el cual no había sido ratificado en su momento por el Congreso Nacional y le cede a Colombia la casi totalidad de la península de la Guajira, así como una vasta porción del territorio situado al occidente del Orinoco que se convertía en corriente fronteriza entre ambos países. Sin embargo, a pesar de su carácter lesivo para los intereses nacionales, el laudo español pasó prácticamente desapercibido ante al debate, iniciado en el Congreso, acerca del proceso de reforma constitucional, el cual se presentaba basado en 2 proyectos sucesivos.

La reforma continuista: El primer proyecto buscaba establecer que el Congreso pudiera hacer enmiendas a la Constitución, sin tener que convocar a una asamblea constituyente, ratificando además el nombre de Miranda para el antiguo estado Guzmán Blanco, así como la elevación de las antiguas secciones Falcón y Zulia del Gran Estado Falcón a la categoría de estados. Sancionada el 9 de abril de 1891, la Constitución reformada fue promulgada por el Ejecutivo el 16 de abril de 1891. El segundo proyecto, presentado el 25 de junio de 1891, contemplaba cambios sustanciales, entre ellos el regreso a la división territorial de 20 estados; el sufragio universal directo y secreto; la representación proporcional de las minorías en los cuerpos deliberantes y sobre todo, la extensión a 4 años del período presidencial. Las reformas parciales de la Carta se harían conforme a lo establecido por la recién promulgada Constitución, pero la reforma total sólo podría decidirla una asamblea constituyente ordenada por las dos terceras partes del Congreso y por los dos tercios de las asambleas legislativas de los estados. El proyecto, sometido a la consideración de las legislaturas estatales, fue aprobado por todas, pero al acercarse la fecha de reunión del nuevo Congreso, que coincidía con la fecha en que debía terminar el bienio de Andueza (20.2.1892), el gobierno se dio cuenta de que carecía de la mayoría necesaria para llevar a cabo sus planes; en efecto, a pesar de su política sistemática de subvenciones y dádivas, Andueza Palacio no había logrado aplacar la oposición que definía sus intenciones como un intento de permanecer en el poder. Los legisladores se encontraban divididos en 2 bandos: los «continuistas» o partidarios de Andueza, que apoyaban la inmediata vigencia de la reforma aprobada por las legislaturas y como según ésta, el período presidencial finalizaba el 20 de abril de 1894, el mandatario en ejercicio podía continuar como presidente por 2 años más; los «legalistas», por lo contrario, se pronunciaban por la vigencia de la reforma sólo a partir de 1894, debiéndose proceder para la próxima elección presidencial según lo estipulado en la Constitución de 1881. Uno de los destacados voceros del legalismo era el ex presidente Rojas Paúl, quien había regresado a Venezuela a mediados de 1891; se le ofrece una legación en el exterior para alejarlo y ante su negativa, es expulsado del país (26.10.1891). La ruptura abierta entre Andueza y Rojas Paúl sólo sirve para animar la oposición al continuismo. Ante esta situación, el Ejecutivo se propuso obstaculizar la reunión del Congreso. El 14 de marzo de 1892, Andueza Palacio lanzaba un Manifiesto a la nación, valiéndose de la aprobación de las asambleas legislativas estatales para proclamar la vigencia inmediata de la reforma

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constitucional propuesta, desconociendo de hecho, el poder del Congreso Nacional. El «golpe de Estado» de Andueza desata la contienda armada.

La Revolución Legalista: Joaquín Crespo, retirado desde enero de 1892 a su hato guariqueño de El Totumo, declara la guerra al gobierno en nombre del legalismo. De inmediato Andueza designa a su ministro y consejero Sebastián Casañas, el principal artífice de la maniobra continuista, comandante en jefe del ejército expedicionario encargado de someter el alzamiento (18.3.1892). En Caracas, la Corte de Casación y la Corte Federal acuerdan suspender sus sesiones, mientras la insurgencia que adopta el nombre de Revolución Legalista, se extiende rápidamente por todo el país. El ejército expedicionario de Casañas hace contacto con las fuerzas de Crespo en las márgenes del río Apure (10.4.1892), pero no logra derrotar o dispersar la insurrección. El regreso de Casañas a Caracas provoca una crisis en el bando gubernamental; el Canciller de Hierro es destituido del mando del Ejército, mientras el ministro de Guerra Julio F. Sarría y el jefe de la guarnición de Caracas Domingo Monagas presionan a Andueza para que renuncie; violentas manifestaciones recorren las calles de Caracas; la situación pronto se hace insostenible. Finalmente, el 17 de junio de 1892, Andueza decide renunciar a la presidencia y salir del país rumbo a Martinica, dejando encargado del Poder Ejecutivo al consejero federal núm. 1, Guillermo Tell Villegas. N.H.V.

BIBLIOGRAFÍA: AYALA, RAMÓN. Explicación. Caracas: s.n., 1892; BENAVENTE, TANCREDO. La picota o el libro negro: recopilación de cartas, telegramas y tarjetas (...) documentos auténticos tomados de la correspondencia abandonada por el doctor R. Andueza Palacio. Caracas: Tipografía Guttenberg, 1892; BLANCO, RAMÓN DOMINGO. El último tirano: la historia y duelo eterno de la patria: dedicado al pueblo venezolano, al victorioso Ejército Legalista y a los dignos redactores de La Linterna Mágica. Caracas: s.n., 1892; CASAÑAS, SEBASTIÁN. Exposición documentada que hace el doctor y general S. Casañas ante sus conciudadanos, 20 de junio de 1892. [s.l.: s.n., 1892]; ESPINAL, h., VALENTÍN. Verdades amargas de actualidad dedicadas al Sr. general Joaquín Crespo y al Ejército Legalista bajo sus órdenes. Caracas: Imprenta Editorial de Soriano Sucrs., 1892; HARWICH VALLENILLA, NIKITA. El modelo económico del liberalismo amarillo: historia de un fracaso, 1888-1908. Caracas: Universidad Santa María, Centro de Investigaciones Históricas, 1984; LINARES, NICANOR G. Crónica político-militar de la revolución de Venezuela en 1892. Caracas: s.n., [1892]; Manifestaciones al presidente de la República por su carta política del 15 de octubre de 1890. Caracas: Casa Editorial de La Opinión Nacional, 1891; LÓPEZ BARALT, RAFAEL. Apuntes para la historia del golpe de Estado del 14 de marzo de 1892 en Venezuela. Maracaibo: Imprenta Guttenberg, 1893; RODRÍGUEZ, MANUEL ALFREDO. Andueza Palacio y la crisis del liberalismo venezolano. Caracas: Ediciones La Estrella en la Mira, 1960; VELÁSQUEZ, RAMÓN J. La caída del liberalismo amarillo: tiempo y drama de Antonio Paredes. 5ª ed. Caracas: Congreso de la República, 1987; Votos de adhesión

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de las secciones Barcelona y Maturín del estado Bermúdez. Caracas: Imprenta Bolívar, 1890.

HEMEROGRAFÍA: RIVAS DUGARTE, RAFAEL ÁNGEL. «Los presidentes constitucionales de Venezuela: bibliografía selectiva (II parte)». EN: Tiempo y Espacio. Caracas, núm. 18, julio-diciembre, 1992.

Andrade, Ignacio, gobierno de

28.2.1898 - 19.10.1899

La elección presidencial: El Gran Consejo Eleccionario, el 21 de marzo de 1897, designó al general Ignacio Andrade como candidato oficial del Gran Partido Liberal a las elecciones presidenciales de ese año. Por exigencia del Consejo, el día 22, el general Andrade presentó un programa de gobierno en el que destacaban 2 propósitos: 1) el continuismo en cuanto a sucesión legítima de la administración del entonces presidente Joaquín Crespo, y 2) un gobierno democrático, que según definición del mismo Andrade «…no es otra cosa que el gobierno del pueblo, para el pueblo, en el cual estén representadas todas las ideas, todas las aptitudes y todas las actividades…» En el mencionado programa, tal como reseña el historiador Ramón J. Velásquez, se contemplan también como puntos importantes los siguientes: «La unificación del partido liberal bajo la jefatura de Crespo; participación del país; movilización de la riqueza nacional, de acuerdo con expertos de la ciencia económica y conforme a los progresos modernos; aceptación de la vigencia de la oposición política; incorporación de la juventud a la participación en los puestos públicos; lucha contra los abusos y represión del crimen, regenerando al delincuente por medio de la enseñanza, el trabajo y la escuela en penitenciarías adecuadas; robustecimiento del Crédito Público a favor del equilibrio de los gastos, del cumplimiento severo de los compromisos y del sostenimiento del patrón oro; establecimiento de la Banca Hipotecaria; fomento de la iniciativa individual para que el Estado tenga un menor número de funciones; impulso de las relaciones exteriores de la República, sin menosprecio de su soberanía, sin mengua de sus principios democráticos, ni abandono del derecho americano; perfeccionamiento y difusión de los medios de comunicación; protección al menesteroso y al infortunado mediante la fundación de establecimientos de beneficencia; honra debida a la memoria de los grandes servidores de la Patria». Las elecciones del presidente de la República, por votación universal y directa de conformidad con la Constitución de 1893, se celebraron el 1 de septiembre de 1897. Joaquín Crespo había garantizado que serían libres. Sin embargo, de los candidatos que se presentaban, sólo parecía destacarse como favorito: José Manuel Hernández, el Mocho, quien aparecía postulado por el Partido Liberal Nacionalista, baluarte de la oposición. La evidente popularidad del Mocho Hernández, su imagen de hombre honrado, aunque sin programa de gobierno definido y sobre todo, su campaña que utilizaba por primera vez en Venezuela los métodos electorales perfeccionados en Estados Unidos pronto

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convencieron a Crespo de que su candidato oficial, Ignacio Andrade, tenía pocas posibilidades de imponerse en los comicios. Por ello, el día de la votación, el gobierno mandó a ocupar las mesas por «…hombres del campo que llevaban el machete debajo de la cobija…», garantizándole a Andrade un discutido triunfo. De acuerdo con el escrutinio realizado por el Congreso, el número de votos fue el siguiente: 406.610 para el general Andrade, 2.203 para el general José Manuel Hernández, 203 para Juan Pablo Rojas Paúl, 152 para el general Antonio Guzmán Blanco, 47 para el general Pedro Arismendi Brito, 37 para el general Víctor Rodríguez, 11 para el general José Antonio Velutini y menos de 10 votos, por resultado individual, para el resto de los candidatos.

La obra de gobierno: Ignacio Andrade asumió la presidencia de Venezuela, para un período de 4 años, el 28 de febrero de 1898. Como mandatario, tuvo que enfrentarse a los designios del general Crespo, quien había preparado un aparataje político a objeto de asegurar su control y continuidad en el gobierno, y también tuvo que encarar una oposición política que rechazaba el propósito del continuismo materializado en el resultado fraudulento de la elección presidencial. El abanderado de la oposición en un primer momento, fue el Mocho Hernández, quien lanzó, desde la hacienda de Queipa la proclama que dio inicio a un alzamiento, el 2 de marzo de 1898. En la proclama, Hernández acusaba a Crespo de «feroz dictador» y a Andrade de «…extranjero afiliado al partido de los despotismos tradicionales de Venezuela…», e invitaba a las entidades federales para que se incorporaran a las filas de la revolución y lucharan por la restauración de su autonomía. Ese alzamiento se conoció con el nombre de Revolución de Queipa y contra ella, el presidente Andrade envió al propio general Crespo. El 16 de abril de 1898 en una escaramuza, muere Crespo en el sitio conocido como La Mata Carmelera (Edo. Cojedes). El general Ramón Guerra, por designio presidencial, asume entonces la dirección de la campaña y el 12 de junio, en el sitio de El Hacha (Edo. Falcón) derrota y hace prisionero al Mocho Hernández. Durante los escasos 20 meses de su administración, Ignacio Andrade, en realidad, no tuvo materialmente el tiempo de realizar obra alguna. La inesperada y violenta muerte de Crespo le dio, sin embargo, la oportunidad de intentar establecer su propia maquinaria política en el seno del Partido Liberal Amarillo. Crespo era, en efecto, el presidente titular del Gran Estado Miranda cuyo territorio abarcaba los actuales estados Aragua, Miranda, Guárico y Nueva Esparta y por lo tanto, constituía una base de poder, virtual antesala para la presidencia de la República. Ramón Guerra, el vencedor del Mocho Hernández es el principal candidato para ocupar la vacante. Pero Andrade, ante la potencial amenaza, resuelve iniciar un proceso de reforma constitucional que, al devolverle sus autonomías a los 20 estados, según lo pautado en la Constitución de 1864, también desmantelaría al Gran Estado Miranda. El debate sobre las autonomías se plantea a partir de abril de 1898. Andrade busca acelerar el procedimiento, sin tomar en cuenta la normativa constitucional vigente al respecto. En diciembre de 1898, al obtener la autorización de las legislaturas estatales correspondientes, procede directamente a conceder las autonomías, sin esperar la reunión del Congreso sobre el particular. Ramón Guerra, quien había sido elegido a la presidencia del Gran Estado Miranda, es designado entonces presidente del estado Guárico. Hostilizado por el gobierno, se subleva en Calabozo (19.2.1899) y aunque logró

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ciertos éxitos en su campaña, fue derrotado por los ejércitos del gobierno el 22 de marzo. La derrota de este último alzamiento trajo momentáneamente la paz deseada por la nación y por el presidente. En su primer y último mensaje del 27 de febrero de 1899, Andrade presentaba un cuadro aterrador de la situación económica del país. La caída en los precios del café había deprimido todos los sectores de la vida nacional. Sin embargo, las perspectivas en vista de la paz lograda, podían parecer halagadoras. Una aspecto de los debates del Congreso de 1899, en ese sentido, fue la aprobación de la primera Ley sobre Inversiones Extranjeras que se conoció en el país (20.4.1899). Sin embargo, el debate importante se inició el 22 de abril con la presentación de la reforma constitucional que buscaba sancionar la restauración de los 20 estados. A pesar de la elocuente oposición de una minoría de 25 diputados, entre ellos Francisco González Guinán, el proyecto resultó aprobado. El voto del 22 de abril sirvió de pretexto para la Revolución Liberal Restauradora de Cipriano Castro, iniciada en la noche del 23 de mayo de 1899, cuyo propósito declarado era el de «restaurar» la legalidad constitucional violada por Andrade. Después de una campaña de 4 meses y medio, la revolución, con la victoria de Tocuyito (14.9.1899), había triunfado militarmente. Abandonado por sus seguidores y virtualmente desautorizado por su propio gobierno, Ignacio Andrade resuelve abandonar el poder y exiliarse (19.10.1899). S.C.B.

BIBLIOGRAFÍA: ANDRADE, IGNACIO. La cuestión autonómica: exposición que dirige a los venezolanos el general Ignacio Andrade. Nueva York: Unz and Co., 1900; __. ¿Por qué triunfó la Revolución Restauradora?: memorias y exposición a los venezolanos de los sucesos de 1890-1899. Caracas: Ediciones Garrido, 1955; BELLO RODRÍGUEZ, ZOILO. Al Partido Liberal de Venezuela. Puerto España: s.n., 1899; BLANCO FOMBONA, RUFINO. Una página de historia: Ignacio Andrade y su gobierno. Caracas: Imprenta Sucre, 1900; PÉREZ BERMÚDEZ, JUAN FRANCISCO. En los comicios. Caracas: Imprenta Bolívar, 1897; Proceso electoral de 1897: triunfo de la candidatura del general Ignacio Andrade para la presidencia de la República de Venezuela. Caracas: s.n., 1897; VELÁSQUEZ, RAMÓN J. La caída del liberalismo amarillo: tiempo y drama de Antonio Paredes. 5ª ed. Caracas: Congreso de la República, 1987.