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Sobre resultados electorales e índices de pobreza en el Perú: ¿Qué nos dicen realmente los datos? Gustavo Yamada y Roberto Asmat, Universidad del Pacífico, 17 abril 2011 La elevada votación obtenida finalmente por Ollanta Humala (31.7%), en la primera vuelta de las elecciones presidenciales el domingo pasado, no dejó de causar sorpresa. Hasta tres meses antes de las elecciones, el candidato nacionalista andaba estancado en el 10-11% de las preferencias electorales a nivel nacional 1 . Asimismo, se argumentaba que, luego de un quinquenio de auge económico, el elevado porcentaje (30.6%) que obtuvo Humala en la primera vuelta de las elecciones del 2006 era irrepetible 2 . Conocidos los resultados, los analistas políticos se apresuraron en afirmar que el porcentaje obtenido por el candidato Humala era la prueba de que el modelo económico de mercado no había funcionado y que su voto era uno de protesta “antisistema”. Amén de una efectiva campaña publicitaria, que moderó la imagen del candidato “anti- sistema”, en este artículo nos preguntamos ¿qué tan dura es la evidencia de ausencia de “chorreo” como detonante del voto antisistema? La relación entre los niveles de pobreza y el voto “antisistema” El hecho que Humala haya vuelto a obtener casi un tercio de la votación nacional (31.7%) y que la pobreza monetaria todavía afecte a un tercio de peruanos (34.8% en el 2009), ¿son mera coincidencia? o ¿están realmente correlacionados? El Gráfico 1 muestra el grado de asociación estadística entre los niveles de pobreza departamental en el último año disponible (2009) y el voto obtenido por Ollanta Humala en las recientes elecciones. La respuesta es que sí existe una evidente correlación positiva entre ambas variables (0.36 en una escala que va de 0, cuando la correlación es nula, a 1, cuando la asociación es perfecta), como ya lo han señalado economistas de diversas tendencias. Así, los porcentajes más altos obtenidos por Humala suceden en los departamentos más pobres del país. Por ejemplo, en Puno obtuvo 63% de la votación total; en Cuzco, 62%; en Ayacucho, 58%; y en Huancavelica, 55%. En dichos departamentos la pobreza incide en el 61%, 51%, 62% y 77% de la población, respectivamente. 1 http :// www . ipsos - apoyo . com . pe / sites / default / files / opinion _ data / toledo - adelante . pdf 2 http :// www . web . onpe . gob . pe / modEscaparate / downloads / L -0040. pdf 1

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Sobre resultados electorales e índices de pobreza en el Perú:¿Qué nos dicen realmente los datos?

Gustavo Yamada y Roberto Asmat, Universidad del Pacífico, 17 abril 2011 La elevada votación obtenida finalmente por Ollanta Humala (31.7%), en la primera vuelta de las elecciones presidenciales el domingo pasado, no dejó de causar sorpresa. Hasta tres meses antes de las elecciones, el candidato nacionalista andaba estancado en el 10-11% de las preferencias electorales a nivel nacional1. Asimismo, se argumentaba que, luego de un quinquenio de auge económico, el elevado porcentaje (30.6%) que obtuvo Humala en la primera vuelta de las elecciones del 2006 era irrepetible2. Conocidos los resultados, los analistas políticos se apresuraron en afirmar que el porcentaje obtenido por el candidato Humala era la prueba de que el modelo económico de mercado no había funcionado y que su voto era uno de protesta “antisistema”. Amén de una efectiva campaña publicitaria, que moderó la imagen del candidato “anti-sistema”, en este artículo nos preguntamos ¿qué tan dura es la evidencia de ausencia de “chorreo” como detonante del voto antisistema? La relación entre los niveles de pobreza y el voto “antisistema” El hecho que Humala haya vuelto a obtener casi un tercio de la votación nacional (31.7%) y que la pobreza monetaria todavía afecte a un tercio de peruanos (34.8% en el 2009), ¿son mera coincidencia? o ¿están realmente correlacionados? El Gráfico 1 muestra el grado de asociación estadística entre los niveles de pobreza departamental en el último año disponible (2009) y el voto obtenido por Ollanta Humala en las recientes elecciones. La respuesta es que sí existe una evidente correlación positiva entre ambas variables (0.36 en una escala que va de 0, cuando la correlación es nula, a 1, cuando la asociación es perfecta), como ya lo han señalado economistas de diversas tendencias. Así, los porcentajes más altos obtenidos por Humala suceden en los departamentos más pobres del país. Por ejemplo, en Puno obtuvo 63% de la votación total; en Cuzco, 62%; en Ayacucho, 58%; y en Huancavelica, 55%. En dichos departamentos la pobreza incide en el 61%, 51%, 62% y 77% de la población, respectivamente.

1 http://www.ipsos-apoyo.com.pe/sites/default/files/opinion_data/toledo-adelante.pdf2 http://www.web.onpe.gob.pe/modEscaparate/downloads/L-0040.pdf

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Gráfico 1

Votación por Ollanta Humala e Incidencia de la Pobreza a Nivel Departamental

Fuente: INEI (2009) y ONPE Si agregamos el porcentaje obtenido por Keiko Fujimori, la correlación se incrementa aún más (a 0.57) tal como se muestra en el siguiente gráfico. Resulta bastante cierto que ambos candidatos han concentrado sus votos en los sectores más pobres de la sociedad (los sectores identificados como D y E en las encuestas de opinión pública).

Gráfico 2Votación Humala y Fujimori e Incidencia de la Pobreza a Nivel Departamental

Fuente: INEI (2009) y ONPE La evidencia en este sentido también se confirma cuando la variable utilizada es la incidencia de la pobreza extrema a nivel departamental (coeficiente de correlación de 0.54), tal como se puede apreciar en el Gráfico 3.

Gráfico 3Votación Humala y Fujimori e Incidencia de la Pobreza Extrema

Fuente: INEI (2009) y ONPE Se ha afirmado, sin embargo, que el concepto de pobreza monetaria3 es bastante “gaseoso” para los votantes y que, al final de cuentas, casi todos los peruanos nos consideramos medio pobres. En efecto, de acuerdo a la misma encuesta de hogares que produce el INEI para medir “objetivamente” la pobreza monetaria, el 89% de peruanos se considera “subjetivamente” muy pobre, pobre, o, más o menos pobre. La relación entre la reducción de la pobreza y el voto “antisistema” Un giro en el análisis entre la pobreza y los resultados electorales es preguntarse por la relación entre la evolución de la pobreza en los últimos años (ya sea reducción, mantenimiento o aumento) y la votación expresada el domingo 10 de abril. Porque, ciertamente, Huancavelica y Apurimac han sido los departamentos más pobres del país durante siglos y no resulta realista lograr reducir sus niveles de pobreza sustancialmente (digamos, por ejemplo, a los niveles nacionales promedio de un tercio) en un quinquenio o una década. El sorprendente gráfico adjunto nos indica que en los departamentos donde más se ha reducido la pobreza, durante el periodo 2004-2009, menor ha sido el voto “antisistema” (con una correlación de -0.32, casi tan significativa como la mostrada en el primer gráfico).

3 Es decir, el hecho que los ingresos y gastos monetarios totales del hogar se sitúen por debajo del valor de la canasta básica del consumo o línea de la pobreza. 1

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Gráfico 4Votación por Humala y Reducción de la Pobreza (2004-2009)

Fuente: INEI (2009) y ONPE Es decir, si bien es cierto el Gráfico 1 muestra que los departamentos con más altos índices de pobreza presentan el mayor voto “antisistema”, el Gráfico 4 nos da luces sobre cómo llegamos a dicha situación. Este diagrama nos indica que la nula reducción, o hasta ligero aumento, registrados en la pobreza en estos departamentos se asocian significativamente con dicho voto. Así, por ejemplo, en Apurimac, la pobreza aumentó de 65% a 70%, mientras que en el Cuzco y en Ayacucho la pobreza casi se mantuvo en su mismo nivel (la reducción fue de apenas 3 puntos porcentuales) durante el periodo 2004-2009. Por el contrario, en los departamentos donde se observa una reducción considerable de la pobreza en los últimos años (notablemente Lima y Callao, Ica y Ancash) el voto antisistema ha sido significativamente menor. Un mensaje para la segunda vuelta y el próximo quinquenio Por lo tanto, la evidencia muestra que la población sí sabría reconocer cuándo su situación económica mejora como consecuencia del modelo y cuándo no. Entonces, el voto tildado como “antisistema” del domingo 10 no debería mal interpretarse como un voto en contra del modelo económico de mercado vigente en el país, sino más bien como un reclamo para que los beneficios del modelo lleguen más rápidamente a las regiones más olvidadas del país. La reclamada distribución más equitativa de los beneficios del crecimiento se conseguirá con la promoción de mayores niveles de inversión privada y pública, que generen empleos sostenibles en los rincones usualmente ignorados del país, y una política social que no solo alivie la pobreza sino que fundamentalmente provea de activos de calidad (educación, nutrición, salud, e infraestructura económica) para que los peruanos superen por sí mismos su situación de pobreza, tarea fundamental para cualquier democracia duradera.

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