Habeas Corpus Conteo de Terminos Dr. Pinilla.

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TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO SALA UNIPERSONAL DE DECISIÓN Medellín, diez de diciembre de dos mil nueve Acción de habeas corpus Accionante: Rafael Arroyave Díaz Rdo. 0012204002-2009-00928 Decide el suscrito Magistrado la solicitud de habeas corpus presentada por el doctor Rafael Arroyave Díaz en nombre del acusado Francine Agudelo Guerrero para que se proteja su derecho constitucional a la libertad, que a su juicio se prolonga ilícitamente. Fundamentos de la acción El doctor Rafael Arroyave Díaz sostiene que el acusado Francine Agudelo Guerrero fue privado de su libertad el 24 de 1

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TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO

SALA UNIPERSONAL DE DECISIÓN

Medellín, diez de diciembre de dos mil nueve

Acción de habeas corpus

Accionante: Rafael Arroyave Díaz

Rdo. 0012204002-2009-00928

Decide el suscrito Magistrado la solicitud de habeas corpus presentada

por el doctor Rafael Arroyave Díaz en nombre del acusado Francine

Agudelo Guerrero para que se proteja su derecho constitucional a la

libertad, que a su juicio se prolonga ilícitamente.

Fundamentos de la acción

El doctor Rafael Arroyave Díaz sostiene que el acusado Francine

Agudelo Guerrero fue privado de su libertad el 24 de julio de 2.009,

junto con otros 3 jóvenes y se ordenó su detención domiciliaria. El 24 de

agosto siguiente se presentó acusación contra él y el Juez Trigésimo

Sexto Penal Municipal de Medellín, a quien le correspondió el caso, fijó el

1 de octubre de 2.009 para realizar la audiencia de formulación de la

acusación, pero ésta no pudo celebrarse porque una audiencia anterior

se prolongó demasiado. La audiencia se realizó finalmente el 15 de

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octubre siguiente y la audiencia preparatoria se celebró el 28 del mismo

mes, pero, en el transcurso de ella interpuso el recurso de apelación

contra la decisión del Juez de negarle unas pruebas, recurso del cual

desistió 2 días después.

Así, el 25 de noviembre último, una vez vencido el término de 90 días

sin que se hubiera iniciado el juicio oral, solicitó la libertad provisional de

Francine Agudelo Guerrero, pero el Juez Cuarenta Penal Municipal se

la negó no sólo porque el trámite de la apelación presentada por él duró

20 días, que debían restarse de los 98 días que habían transcurrido

hasta el 30 de noviembre en que se resolvió la solicitud de libertad, sino

porque la apelación era una causa razonable para no iniciar el juicio.

Contra dicha decisión interpuso el recurso de apelación, pero, la Juez

Quinta Penal del Circuito, a quien le correspondió conocer del recurso,

confirmó la decisión y descontó no sólo los 20 días del recurso que

había descontado el Juez de primera instancia, sino los términos de otras

actuaciones, como los 5 días para señalar la audiencia de formulación de

la acusación, los 15 días para realizar la audiencia preparatoria, los 4

días del Centro de Servicios para enviar y devolver el proceso en el

trámite del recurso, entre otros, términos que a su juicio no pueden

descontarse.

Consideraciones

1. El acusado Francine Agudelo Guerrero está privado de su libertad

por virtud de una decisión judicial y la acción de habeas corpus se

invoca con fundamento en una causal de libertad provisional. La Sala

debe examinar, entonces, si el habeas corpus procede contra las

privaciones judiciales de la libertad y con base en las causales de

libertad provisional previstas en la ley, pues no desconoce que la

jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia tiene establecido que las

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solicitudes de libertad provisional deben tramitarse al interior del

proceso y acudiendo a los recursos previstos en él. Sin embargo, dicha

jurisprudencia no es enteramente uniforme y tiene distintos matices,

pues en unos casos se afirma que la acción de habeas corpus es

subsidiaria o residual y las solicitudes de libertad provisional sólo deben

resolverse al interior del proceso, en otros se establece que la sola

demora para resolver la petición de libertad o la conducta del juez que

omite pronunciarse sobre ella no es suficiente para deducir que se trata

de una prolongación ilícita de la libertad y admitir la pertinencia del

habeas corpus, mientras que en otras se acepta que éste es una acción

principal y es procedente si la decisión del juez constituye una vía de

hecho, o se retarda más allá de los términos constitucionales o legales, o

se presentan otros casos de prolongación ilícita de la libertad con la

decisión judicial1.

El artículo 2 inciso 2 de la ley 15 de 1.992 estableció que “las peticiones

sobre libertad de quien se encuentra legalmente privado de ella deberán

formularse dentro del respectivo proceso”. Al estudiar la

constitucionalidad de esa norma, la Corte Constitucional definió que ella

se avenía a la Carta porque las privaciones de la libertad por orden

judicial podían debatirse en el proceso y el debido proceso de ley era un

control eficaz ante cualquier arbitrariedad judicial. Sin embargo, la Corte

reconoció que eso no excluía la posibilidad de invocar el habeas corpus

cuando la decisión judicial era una vía de hecho.

1 Cfr., entre otras, Corte Suprema de Justicia, Sentencia del 27 de noviembre de 2.006

y del 6 de septiembre de 2.007, rdo. 26503 y 28288, respectivamente. Ponente: H.

Magistrado Alfredo Gómez Quintero. Sentencias del 7 de junio de 2.007, el 26 de junio

de 2.008 y el 18 de septiembre de 2.009, rdos. 27661, 30066 y 32651. Ponente: H.

Magistrado Javier Zapata Ortiz. Sentencia del 29 de agosto de 2.007, rdo. 28241.

Ponente: H. Magistrado Mauro Solarte Portilla. Sentencia del 24 de julio de 2.009, rdo.

32293. Ponente: H. Magistrada María del Rosario González de Lemus. Sentencias del 30

de junio, 4 y 21 de septiembre y 6 de octubre de 2.009, rdos. 32.115, 32572, 32691 y

32791. Ponente: H. Magistrado Yesid Ramírez Bastidas.

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Posteriormente, al examinar la constitucionalidad de los artículos 382 a

389 del Código de Procedimiento Penal de 2.000, que vinieron a regular

el habeas corpus en la nueva ley, la Corte varió la doctrina

constitucional y sostuvo que dejar la definición sobre la libertad de una

persona al mismo funcionario que ordenó su detención violaba la

Constitución porque no garantizaba una autoridad imparcial.

“Por otra parte –dijo en esa ocasión-, llama la atención de la Corte que en el inciso segundo del artículo 382 se haya consagrado que la petición de libertad de quien está legalmente privado de ella debe ser resuelta dentro del mismo proceso y, por consiguiente, por el mismo juez que dictó la medida, de manera que la petición de habeas corpus vendría siendo decidida por el mismo funcionario que ha podido incurrir en la violación alegada, lo que a juicio de la Corte infringe la Constitución, por no garantizar la autoridad judicial competente para resolverla la imparcialidad debida. Cómo aceptar que quien dicta la medida de privación de la libertad pueda tener la objetividad e imparcialidad suficiente para decidir en forma eficaz y justa que ha sido el autor de la medida arbitraria e ilegal mediante la cual se ha privado de la libertad al peticionario del habeas corpus, declaración que además, implica o deja al descubierto la comisión de una falta que puede acarrear sanciones disciplinarias o penales. Nada más contrario a los principios que rigen la administración de justicia. “Quien conoce y decide las peticiones de habeas corpus debe ser un juez o tribunal autónomo e independiente con el fin de garantizar al máximo la imparcialidad y el principio de justicia material, como sucede en otros países, pues la autoridad judicial que debe resolver el habeas corpus, “necesita toda la dignidad e inviolabilidad que la majestad de la justicia puede otorgar, porque su deber consiste en amparar al débil contra el

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fuerte, a la persona humana individual contra el poder del Estado utilizado como fuerza opresiva….”2.

Si bien el motivo para declarar la inconstitucionalidad de esas normas

fue el que ellas debieron dictarse a través de una ley estatutaria y no a

través del Código de Procedimiento Penal, que era una ley ordinaria, lo

cierto es que ese juicio lo hizo en una sentencia de constitucionalidad y

constituyó una modificación de su doctrina constitucional. Quizá eso

explica que el legislador, al regular el habeas corpus por medio de la ley

1095 de 2.006, no incluyera una disposición como la del artículo 2 inciso

2 de la ley 15 de 1.992, que limitaba la discusión sobre la privación de la

libertad por orden judicial a la órbita del proceso, salvo que se tratara de

una vía de hecho.

La cuestión se hace más clara porque, al examinar la constitucionalidad

del proyecto de ley estatutaria que regulaba el habeas corpus, la Corte

Constitucional entendió que dentro del concepto de prolongación ilegal

de la libertad cabían varios casos de personas privadas de su libertad

por una decisión judicial y que en tales eventos procedía el habeas

corpus.

“También se presenta la hipótesis de que sea la propia autoridad judicial, la que al disponer sobre la privación de la libertad de una persona, lo haga sin las formalidades legales o por un motivo no definido en la ley.

“En cuanto a la prolongación ilegal de la privación de la libertad también pueden considerarse diversas hipótesis….Otra hipótesis puede ser aquella en la cual, las detenciones legales pueden volverse ilegales, como cuando la propia autoridad judicial prolonga la detención por un lapso superior al permitido por la Constitución y la ley, u omite resolver dentro

2 Corte Constitucional. Sentencia C-620 del 13 de junio de 2.001. Ponente: H.

Magistrado Jaime Araujo Rentería.

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de los términos legales la solicitud de libertad provisional presentada por quien tiene derecho.

“En suma, las dos hipótesis son amplias y genéricas para prever diversas actuaciones provenientes de las autoridades públicas, cuando ellas signifiquen vulneración del derecho a la libertad y de aquellos derechos conexos protegidos mediante el hábeas corpus”3.

E, invocando un precedente suyo, reiteró que aún el sistema acusatorio

no excluía la competencia del juez constitucional de habeas corpus, a

pesar de contar éste con un juez de control de garantías que tenía el

deber de ejercer un control material para salvaguardar los derechos

fundamentales.

“Con todo –dijo-, en el curso del proceso penal la garantía judicial de los derechos fundamentales, se adelantará sin perjuicio de las competencias constitucionales de los jueces de acción de tutela y de habeas corpus”4.

La variación de esa doctrina puede explicarse, en primer lugar, porque

en esta última sentencia la Corte declaró que la privación de la libertad

de las personas era una cuestión de estricta reserva judicial y, en

segundo lugar, porque siendo de un medio de protección de un derecho

fundamental reconocido por la Constitución y los pactos internacionales

sobre derechos humanos, debía garantizarse la intervención de un juez

independiente e imparcial y aplicarse el principio pro hominem.

De lo expuesto se desprende que las actuaciones y decisiones judiciales

que privan de la libertad a una persona pueden ser objeto de la acción

de habeas corpus.

3 Corte Constitucional. Sentencia C-187 de marzo 15 de 2.006. Ponente: H. Magistrada

Clara Inés Vargas Hernández.4 Ídem

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Por tanto, mantener la idea de que las discusiones sobre la libertad de

una persona detenida por orden judicial deben ventilarse al interior del

proceso únicamente no sólo desconoce esos precedentes, sino que sería

darle al habeas corpus el carácter de un derecho y una acción

subsidiarios, pues sólo procedería ante una vía de hecho o ante la falta o

ineficacia de los recursos dentro del proceso. Sólo que la Constitución no

establece que el habeas corpus sea una acción subsidiaria o residual,

como sí lo hace con la acción de tutela.

“Por lo enseñado –ha dicho la Corte- no es de recibo que en un trámite de hábeas corpus se esgrima lisa y llanamente que la acción constitucional es improcedente porque la persona se encuentra privada de la libertad por cuenta de una actuación procesal o que dentro del proceso existen recursos para debatir la situación tildada de lesiva del derecho a la libertad personal. Es necesario que los jueces examinen a profundidad el caso concreto para determinar si se presenta una vía de hecho, la que eventualmente puede surgir, por ejemplo, cuando habiéndose edificado las circunstancias fácticas y legales que hacen procedente una causal de libertad provisional la misma es negada sin fundamento legal o razonable, o contra expresa interpretación jurisprudencial sobre la materia, o por medio de una decisión carente de motivación, o cuando objetivamente se puede constatar que la pena impuesta ya fue cumplida por el condenado”5.

2. No sólo por esas razones debe examinarse el habeas corpus. La

decisión de la Juez Quinta Penal del Circuito de Medellín puede tildarse

de una vía de hecho pues desconoce una decisión que es cosa juzgada

constitucional.

En efecto, el artículo 30 de la ley 1142 de 2.007, que modificó el artículo

317 de la ley 906 de 2.004, estableció que el acusado tendrá derecho a

la libertad cuando hayan transcurrido 90 días desde la presentación de

5 Sentencia del 30 de junio de 2.009, rdo. 32.115. Ponente: H. Magistrado Yesid

Ramírez Bastidas

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la acusación, sin que se haya iniciado el juicio oral, salvo que ello

obedezca a maniobras dilatorias del acusado o de su defensor o a una

causa justa o razonable. Al examinar la constitucionalidad de dicha

salvedad, la Corte declaró inconstitucional la palabra “justa”, pero

exequible la expresión “ni cuando la audiencia no se hubiere podido

iniciar por causa […] razonable”, pero bajo “el entendido de que: a) la

justificación de la causa razonable debe fundarse en hechos externos y

objetivos constitutivos de fuerza mayor, ajenos al juez o a la

administración de justicia y b) en todo caso, la audiencia se iniciará

cuando haya desaparecido dicha causa y a más tardar en un plazo no

superior a la mitad del término establecido por el legislador en el

numeral 5° del artículo 317 de la Ley 906 de 2004”6 (la subraya no es

del texto).

La Juez del Circuito, empero, consideró como causas razonables para no

iniciar el juicio oral los términos para realizar la audiencia de formulación

de acusación y la audiencia preparatoria o para remitir el proceso, en

contravía de lo resuelto expresamente por la Corte Constitucional, pues

éstas son actuaciones propias del Juez o de la administración de justicia

y que no podía tomar como causas razonables en los términos de la

Corte.

3. Sin embargo, eso no significa que deba accederse al habeas corpus.

El accionante parte del supuesto de que el término previsto en el

artículo 317 numeral 5 de la ley 906 de 2.004, modificado por el artículo

30 de la ley 1142 de 2.007, debe contabilizarse de manera

ininterrumpida y que sobre ese particular no hay discusión entre los

jueces de instancia. El suscrito Magistrado tampoco desconoce la

jurisprudencia de la Corte Suprema en ese sentido7. Pero, a pesar del

6 Corte Constitucional. Sentencia C-1198 del 4 de diciembre de 2.008. Ponente: H.

Magistrado Nilson Pinilla Pinilla.

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respeto que le profesa a las decisiones de la Corte, tiene una opinión

diferente sobre la constitucionalidad y aplicación de la norma.

En efecto, el artículo 317 numeral 4 de la ley 906 de 2.004, modificado

por el artículo 30 de la ley 1142 de 2.007, establece que el imputado

tendrá derecho a la libertad cuando transcurran 60 días desde la

formulación de la imputación, sin que se hubiere presentado la

acusación o solicitado la preclusión y que los días “se contabilizarán de

manera ininterrumpida”. El numeral 5 de la misma disposición prevé que

el acusado tendrá derecho a la libertad cuando hayan transcurrido 90

días desde la presentación de la acusación, sin que se haya iniciado el

juicio oral, pero, a diferencia de la anterior disposición, no consagra que

ese plazo se contabilizará de manera ininterrumpida. La Corte considera

que esta última norma consagra una discriminación odiosa, carente de

razonabilidad, que viola el principio de igualdad. El suscrito no lo

considera así.

El principio de igualdad se viola cuando el trato diferente carece de una

justificación objetiva y razonable. La distinción que hace la norma tiene

varias justificaciones, todas ellas objetivas y razonables:

a. La indagación, investigación y el juicio no sólo son etapas distintas,

sino que sus actuaciones son diferentes. Mientras la investigación es

ante todo una etapa de búsqueda y aseguramiento de evidencia e

información sobre el hecho, que puede desarrollarse en cualquier día y a

cualquier hora y es necesario que sea así, el juicio se desarrolla en

audiencias previamente diseñadas y fijadas por la ley y sus pasos y

términos son estrictos. No sólo son pues situaciones y regulaciones

diferentes, sino que es razonable que los términos, incluidos los de

7 Sentencia del 4 de febrero de 2.009, rdo. 30363 y auto del 6 de octubre de 2.009,

rdo. 32791, entre otros. Ponentes: H. Magistrados María del Rosario González de Lemus

y Yesid Ramírez Bastidas.

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libertad, se regulen de manera diferente. De hecho, la ley lo hace, pues

en el primer caso el término para obtener la libertad es de 60 días,

mientras que en el segundo es de 90 días, sin que se haya dicho que esa

diferencia es irrazonable.

b. De acuerdo con el artículo 157 de la ley 906 de 2.004, las actuaciones

que realicen la policía judicial y los fiscales y las que se adelanten ante

los jueces de control de garantías pueden realizarse en cualquier

momento, pues “todos los días y horas son hábiles para ese efecto”.

Ordinariamente esas actuaciones son las que se realizan en la

investigación o son ajenas al juicio. En cambio, las actuaciones ante el

Juez de conocimiento, que están ordinariamente ligadas al juicio, deben

realizarse “en días y horas hábiles”. Si bien, como dice la Corte, son

términos distintos a los de la libertad, la diferente regulación de éstos y

el que las actuaciones en el juicio, por regla general, sólo puedan

adelantarse en días y horas hábiles justifica que los términos de libertad

también se contabilicen de manera diferente: en un caso en días

calendario e ininterrumpidos y en el otro hábiles, como corresponde al

juicio porque, conforme a un viejo aforisma, donde hay la misma razón

debe haber la misma disposición.

c. De conformidad con el artículo 338 de la ley 906 de 2.004, una vez

recibida la acusación el Juez debe citar a audiencia de formulación de la

acusación dentro de los 3 días siguientes. La ley no dice en que plazo

debe realizarse ésta, por lo que sería aplicable al caso el término judicial

de 5 días (artículo 159 de la ley citada). El artículo 175 de la misma ley

dispone que la audiencia preparatoria debe realizarse en un término no

superior a 30 días -y no inferior a 15 de conformidad con el artículo 343

de la misma obra- y el juicio oral debe realizarse dentro de los 30 días

siguientes, como también lo dispone el artículo 365 de dicha ley. Eso

significa que el juicio oral puede iniciarse conforme a la ley en un

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término de 68 días hábiles contados a partir del recibo del escrito de

acusación.

El Juez recibió la acusación el 28 de agosto y, si ese término se aplica a

este caso, fácilmente se advertirá que los 68 días hábiles se cumplieron

el 7 de diciembre. En cambio, si los 90 días para tener derecho a la

libertad se contabilizaran en días calendario, contados a partir de la

presentación del escrito de acusación como dice la norma (24 de

agosto), ese término se habría cumplido el 23 de noviembre, por ser en

días y no en meses, mucho antes de vencerse el término legal para

realizar el juicio oral y el acusado tendría derecho a la libertad, así se

haya cumplido estrictamente la ley y los términos fijados en ella y no se

haya dilatado el juicio.

Eso demuestra que el término de 90 días hábiles para tener derecho a la

libertad en el juicio no es irracional o injustificado y que lo injustificado

es que sean días calendario.

d. Esos 68 días hábiles no tienen en cuenta las incidencias normales del

juicio, como los impedimentos, recusaciones, definiciones de

competencia, nulidades, apelación de éstas o de pruebas, etc. Si a esos

68 días hábiles se le suman estas incidencias absolutamente normales

en un juicio y se tienen en cuenta los términos de vacancia judicial,

como la semana santa y las vacaciones colectivas, que no operan en la

investigación porque la policía judicial, los fiscales y los jueces de control

de garantías cumplen sus funciones de manera ininterrumpida, más

razonable se hace que los términos de libertad en el juicio se

contabilicen en días hábiles, como le corresponde al funcionamiento de

esta etapa.

e. Si la diferenciación entre días hábiles y días calendario para efectos

de la libertad en la investigación y el juicio careciera de justificación

objetiva y razonable, también carecería de justificación, y por las

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mismas razones, el que en un caso el término fuera sólo de 60 días y en

otro de 90 días. En tal caso, siguiendo esa línea de argumentación,

también debería inaplicarse este último plazo, pero las consecuencias

serían inaceptables.

El suscrito entiende, por tanto, que la norma se aviene a la Constitución

y no constituye un trato discriminatorio. No hay lugar, pues, a inaplicarla

por ser contraria a la Carta, ni a entender que los términos para obtener

la libertad en el juicio deben contabilizarse de manera ininterrumpida y

en días calendario.

Siendo así, no se han cumplido los 90 días hábiles para que el acusado

Francine Agudelo Guerrero pueda gozar de libertad.

4. No es esa la única razón para negar el habeas corpus. En efecto, el

artículo 30 de la ley 1142 de 2.007, que modificó el artículo 317 de la ley

906 de 2.004, estableció que el acusado tendrá derecho a la libertad

cuando hayan transcurrido 90 días desde la presentación de la

acusación, sin que se haya iniciado el juicio oral, salvo que ello obedezca

a maniobras dilatorias del acusado o de su defensor o a una causa justa

o razonable. Al examinar la constitucionalidad de dicha salvedad, como

se dijo antes, la Corte declaró inexequible la palabra “justa”, pero

exequible la expresión “ni cuando la audiencia no se hubiere podido

iniciar por causa […] razonable”, pero bajo “el entendido de que: a) la

justificación de la causa razonable debe fundarse en hechos externos y

objetivos constitutivos de fuerza mayor, ajenos al juez o a la

administración de justicia y b) en todo caso, la audiencia se iniciará

cuando haya desaparecido dicha causa y a más tardar en un plazo no

superior a la mitad del término establecido por el legislador en el

numeral 5° del artículo 317 de la Ley 906 de 2004”8.

8 Corte Constitucional. Sentencia C-1198 del 4 de diciembre de 2.008. Ponente: H.

Magistrado Nilson Pinilla Pinilla.

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La Corte, empero, no preciso exactamente cuáles eran los hechos

externos ajenos al juez o a la administración de justicia que podían

tenerse como causa razonable para no haber iniciado el juicio oral. Sin

embargo, es posible extraerlos de la motivación de la sentencia citada.

En ésta, se dijo que

“. . . el condicionamiento atiende a que la justificación de la causa razonable debe fundarse en hechos externos y objetivos constitutivos de fuerza mayor, irresistibles e insuperables, ajenos al juez o a la administración de justicia, verbi gratia, como ha indicado esta corporación en anteriores oportunidades, en el caso de un ataque terrorista. Entonces, la referida causa debe estar debidamente justificada, como se ha indicado en los antecedentes jurisprudenciales enunciados arriba, sin que el juez como director del proceso pueda obrar arbitrariamente, invocar la incuria judicial, las irregularidades, la ineficiencia o ineficacia, como tampoco podrá excusarse en el recargo de trabajo, pues los principios contenidos en la Constitución y la Ley Estatutaria de la Administración de Justicia, le imponen obrar proactivamente para solucionar la congestión o los inconvenientes que se puedan presentar, incluso con el apoyo del Consejo Superior de la Judicatura en lo de su competencia”.

Y, citando los precedentes anteriores, “enunciados arriba”, expresó que

“Debe entonces el operador judicial analizar las eventualidades que surjan dentro del proceso para determinar que causas son razonables para impedir la celebración o la continuación de una audiencia, para el caso que hoy nos ocupa, dentro de un nuevo sistema, que impidan iniciar el juicio oral. Para tal efecto, en el pronunciamiento que ha servido de antecedente mediato se fijó que en estos casos el juez ‘llena de contenido los conceptos que el legislador ha señalado con la mayor precisión posible, dado que no es técnico establecer de manera apriorística, exacta y exhaustiva, todas y cada una de las

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causas que razonablemente o justamente pueden dar lugar a la suspensión de la audiencia de juzgamiento’, lo que es lo mismo en el evento que nos atañe, que impidan el inicio de la misma. “Ahora bien, es necesario que la Corte reitere algunos de los conceptos referidos, como lo justificable y razonable de la causa, para que no pueda mediar la libertad provisional del acusado. “En la sentencia C-123 de 2004, atendiendo el precedente jurisprudencial contenido en la C-846 de 1999, se definió que en eventos similares al ahora planteado la causa no puede ser cualquiera, en otras palabras, se requiere que sea calificada, ‘impuesta por los limites naturales y gramaticales de lo que se entiende por justo y razonable, no siéndole dado al juzgador ordenar la suspensión por un simple capricho, por una razón inexistente, banal o arbitraria’. . . “De forma ilustrativa, más no taxativa, en el mismo pronunciamiento se indicó que aspectos como la fuerza mayor y el caso fortuito pueden ser fundamento razonable, ‘pues los hechos imprevisibles e irresistibles, como los que son resultado de la fuerza de la naturaleza o de fuerzas humanas ajenas al proceso, v.gr. un ataque subversivo, no atribuibles al sindicado o a la administración de justicia, bien podrían convertirse en verdaderos impedimentos para la celebración o continuación de la diligencia de juzgamiento’. “Así, se reiteró que la ineficacia y la ineficiencia de la administración de justicia, al igual que la incuria, la inoperancia del aparato jurisdiccional y la mora en el recaudo de las pruebas, para el caso del sistema procesal penal de la Ley 600 de 2000, están excluidas de considerarse como causas razonables, situación que ‘inhabilita’ al juez para prolongar la detención preventiva” (subrayas del suscrito).

De lo expuesto se desprende que el Juez goza de cierto grado de

libertad para definir las causas razonables, pero que esa determinación

no puede ser subjetiva, arbitraria o caprichosa, ni puede fundarse en la

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ineficacia o ineficiencia de los jueces o la administración de justicia, ni

en hechos que puedan atribuirse a su inoperancia, incuria o mora para

actuar y que, en todo caso, deben ser ajenos al acusado, a su defensor,

a los jueces o al aparato de la administración de justicia. Deben ser,

pues, circunstancias que se imponen de manera forzosa e irresistible e

impiden iniciar el juicio oral, sin que puedan tenerse únicamente como

tales las que corresponden a las fuerzas naturales o humanas ajenas al

proceso.

En tal sentido, debe destacarse que el defensor, quien presentó a su vez

el habeas corpus, interpuso el recurso de apelación contra la decisión

del Juez de conocimiento que le negó algunas pruebas. Así esa actuación

sea normal y corresponda al ejercicio de los derechos en el proceso, sin

que pueda tildarse por ende de dilatoria, lo cierto es que, por disposición

legal, ese recurso se concede en el efecto suspensivo e implica la

suspensión de la actuación (artículos 177 y 363 de la ley 906 de 2.004,

modificado el primero por el artículo 13 de la ley 1142 de 2.007). Siendo

así, mientras no se resuelva el recurso y regrese el proceso al juez de

conocimiento, éste no puede concluir la audiencia preparatoria, ni iniciar

el juicio oral, así se desista del recurso, como lo hizo el defensor, pues

aún en ese caso debe decidirse sobre el desistimiento de la apelación y

mientras tanto el proceso continua suspendido.

Esa circunstancia no sólo es forzosa e irresistible, pues la impone la ley,

sino que es ajena al juez y a la administración de justicia, pues deriva de

una norma legal que así lo dispone e impide continuar el juicio y no de la

decisión o actuación de éstos, ni depende de ellos. En tal caso, con

arreglo a la sentencia de constitucionalidad arriba citada, “la audiencia

se iniciará cuando haya desaparecido dicha causa y a más tardar en un

plazo no superior a la mitad del término establecido por el legislador en

el numeral 5° del artículo 317 de la Ley 906 de 2004”.

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Ahora bien, por virtud de ese recurso y por disposición de la ley, el

proceso estuvo suspendido desde el 28 de octubre hasta el 17 de

noviembre de 2.009, cuando regresó al Juez de conocimiento. En tal

caso, y de acuerdo al condicionamiento establecido por la Corte

Constitucional, la audiencia de juicio oral debe iniciarse en un término

de 45 días -o la mitad del fijado en el artículo 317 numeral 5 de la ley

906 de 2.004, modificado por el artículo 30 de la ley 1142 de 2.007-.

Ese plazo no se ha cumplido, aún contando el término en días

calendario. Y esa es una razón adicional para negar el habeas corpus,

aún sin entrar a examinar otras incidencias posteriores, como los efectos

reales que tuvo el recurso de apelación y la suspensión del juicio sobre

el trámite de éste y el aplazamiento solicitado por el defensor después

de que el proceso regresó y el juez fijó fecha para continuarlo, pues no

es necesario para efectos de decidir la acción.

Por lo tanto, el suscrito Magistrado del Tribunal Superior de Medellín,

administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la

ley,

Resuelve

NEGAR la protección del derecho al habeas corpus invocado por el

doctor Rafael Arroyave Díaz en nombre del acusado Francine Agudelo

Guerrero.

Envíese copia de esta decisión a los Jueces 36 y 40 Penales Municipales

y a la Juez 5ª Penal del Circuito de Medellín, que conocieron de la

actuación, para su conocimiento.

Contra esta decisión procede el recurso de apelación ante la H. Corte

Suprema de Justicia.

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Notifíquese y cúmplase

RUBÉN DARÍO PINILLA COGOLLO

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