Habermas, Jürgen (1999), “Introducción, Accesos a La Problemática de La Racionalidad” , En...

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    F E D E E R R A T A S

    Po r erro r, en la edicin de 1992

    y en la presente edicin de

    Teora

    de la

    accin

    comunicativa

    (I y II)

    se omiti que la versin castellana

    es de M anuel J im nez R edo ndo .

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    Teora de la accin comunicativa, I

    Humanidades/Filosofa

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    Del mismo autor en

    TAURUS:

    Conocimiento e inters.

    Discurso filosfico de la

    modernidad.

    Pensamiento postmetafsico.

    Perfiles filosfico-polticos.

    La reconstruccin del materialismo histrico.

    Teora de la accin comunicativa,

    II. Crtica de la razn funciona-

    lista.

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    Jrgen Habermas

    Teor a

    de la accin

    comunicat iva , I

    Racionalidad de la accin

    y racionalizacin social

    r

    aurus Humanidades

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    T t u l o o r i g i n a l : Theorie des kommunikaliven Handelns. Band I.

    Han dlungsrationa litt und gesellschaftliche Rationalisierung.

    1 9 8 1 , S u h r k a m p V e r l a g , F r a n k f u r t a m M a i n

    . V y 4 .

    a

    r e v i s a d a s , 1 9 8 5 , 1 9 8 7

    1 9 8 7 , 1 9 8 8 , 1 9 9 2 , 1 9 9 9 , G r u p o S a n t i l l a n a d e E d i c i o n e s , S . A . ,

    T o r r e l a g u n a , 6 0 . 2 8 0 4 3 M a d r i d

    T e l f o n o ( 9 1 ) 7 4 4 9 0 6 0

    T e l e f a x ( 9 1 ) 7 4 4 9 2 2 4

    A g u i l a r , A l t e a , T a u r u s , A l f a g u a r a S . A .

    B e a z l e y 3 8 6 0 . 1 4 3 7 B u e n o s A i r e s

    A g u i l a r , A l t e a , T a u r u s , A l f a g u a r a S . A . d e C . V .

    A v d a . U n i v e r s i d a d , 7 6 7 , C o l . d e l V a l l e ,

    M x i c o , D . F . C . P . 0 3 1 0 0

    E d i c i o n e s S a n t i l l a n a , S . A .

    D i s t r i b u i d o r a y E d i t o r a A g u i l a r , A l t e a , T a u r u s , A l f a g u a r a , S . A ,

    Ca l l e 80 . n . 10 - 23

    T e l f o n o 6 3 5 1 2 0 0

    S a n t a f d e B o g o t , C o l o m b i a

    D i s e o d e c u b i e r t a : T A U D i s e o

    F o t o g r a f a : I s s a q u e F o u j it a . P h o t o n i c a

    I S B N : 8 4 - 3 0 6 - 0 3 3 9 - 5 ( T o m o I )

    I S B N : 8 4 - 30 6 - 0 34 1 - 7 ( o b r a c o m p l e t a )

    D e p .

    L e g a l : M - 4 7 . 9 5 7 - 1 9 9 8

    P r i n t e d i n S p a i n - I m p r e s o e n E s p a a

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    A U T E

    H A B E R M A S - W E S S E L H O

    E F T

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    PREFACIO

    En el prlogo a Zur Logik der Sozialwissenschaften puse en

    perspectiva hace ya algo ms de un decenio una teora de la

    accin comunicativa. Mientras tanto, el inters metodolgico por

    una fundamentacin de las ciencias sociales en una teora del

    lenguaje se ha visto sustituido por un inters sustancial. La teo

    ra de la accin comunicativa no es una metateora, sino el prin

    cipio de una teora de la sociedad que se esfuerza por dar razn

    de los cnones crticos de que hace uso. Entiendo el anlisis de

    las estructuras generales de la accin orientada al entendimiento

    no como una continuacin de la teora del conocimiento con

    otros medios. En este aspecto, la teora de la accin que Parsons

    desarroll en 1957 en su The Structure of Social Action, con la

    conexin que establece entre reconstrucciones de la historia de

    la teora sociolgica y anlisis conceptual, constituy ciertamente

    un modelo; pero al mismo tiempo, la orientacin metodolgica

    de esa obra me indujo a error. La elaboracin de, y la respuesta

    a, cuestiones sustanciales, forman en eso tiene razn Hegel

    un todo indisoluble.

    La esperanza que abrigu inicialmente de que me basta

    ra con reelaborar las Christian Gauss Lectures dadas en la

    Universidad de Princeton en 1971 y que publicar en otro con

    texto *, result fallida. C uan to m s me inte rnab a en la teora

    de la accin, en la teora del significado, en la teora de los

    * Cfr. J. HABERMAS, Vorstudien und Ergnzunzen zur Theorie des

    kommunikativen Handelns,

    Francfort, 1984, 11-127.

    [N. del T.].

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    actos de habla y en otros mbitos parecid os de la filosofa ana

    ltica, tanto ms me perda en detalles y se me escapaba el

    sentido global de la empresa. Cuanto ms trataba de ajustarme

    a las pretensiones explicativas del filsofo, tanto ms me alejaba

    del inters del socilogo, que hubo de acabar preguntndose a

    qu venan a la postre aquellos anlisis conceptuales. Me resul

    taba difcil encontrar el nivel de exposicin adecuado para aque

    llo que quera decir. Ahora bien, los problemas de exposicin,

    como mu y bien saban Hegel y M arx *, no son externo s a los

    problemas de contenido. En esta situacin, me result importante

    el consejo de Thomas A. McCarthy, que me anim a comenzar

    de nuevo. El libro que ahora presento lo he escrito durante los

    ltimos cuatro aos, con la nica interrupcin del semestre que

    estuve en Amrica como profesor invitado. La categora de ac

    cin comunicativa la desarrollo en el Interludio Primero. Permite

    acceder a tres complejos temticos que se ensamblan entre s: se

    trata en primer lugar de un concepto de racionalidad comunica

    tiva, que he desarrollado con el suficiente escepticismo, pero que

    es capaz de hacer frente a las reducciones cognitivo-instrumen-

    tales que se hacen de la razn; en segundo lugar, de un concep

    to de sociedad articulado en dos niveles, que asocia los paradig

    mas de mundo de la vida y sistema, y no slo de forma retrica.

    Y finalmente, de una teora de la modernidad que explica el tipo

    de patologas sociales que hoy se tornan cada vez ms visibles,

    mediante la hiptesis de que los mbitos de accin comunicativa

    mente estructurados quedan sometidos a los imperativos de sis

    temas de accin organizados formalmente que se han vuelto au

    tnomos. Es decir, que la teora de la accin comunicativa nos

    permite una categorizacin del plexo de la vida social, con la

    que se puede dar razn de las paradojas de la modernidad.

    En la Introduccin justifico la tesis de que la problemtica

    de la racionalidad no le viene impuesta a la sociologa desde

    fuera. A toda sociologa que no abandone la pretensin de ser

    una teora de la sociedad se le plantea a tres niveles distintos

    el problema del empleo de un concepto de racionalidad (que

    naturalmente ser siempre un concepto cargado de contenido

    normativo). No puede eludir ni la cuestin metaterica de las

    implicaciones que tienen en lo concerniente a la racionalidad los

    conceptos de accin por los que se gua, ni la cuestin metodo-

    1

    M.THEUNISSEN, Sein und Schein, Francfort, 1978.

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    lgica de las implicaciones que tiene en lo tocante a la racio

    nalidad el acceso, en trminos de comprensin, a su mbito ob-

    jetual, ni, finalmente, la cuestin a la vez terica y emprica de

    en qu sentido la modernizacin de las sociedades puede ser

    descrita como racionalizacin.

    La apropiacin sistemtica de la historia de la teora socio

    lgica me ha ayudado a encontrar el nivel de integracin en que

    hoy puede hacerse un fecundo uso cientfico de las intenciones

    filosficas desarrolladas de Kant a Marx. Trato a Weber, a Mead,

    a Durkheim y a Parsons como clsicos, es decir, como tericos

    de la sociedad que todava tienen algo que decirnos. Los excur

    sos esparcidos en los captulos dedicados a esos autores, lo mis

    mo que la introduccin y los dos Interludios, estn dedicados a

    cuestiones sistemticas. Las Consideraciones Finales recogen des

    pus los resultados de los captulos sistemticos y de los dedi

    cados a historia de la teora sociolgica. En esas Consideraciones

    Finales trato, por un lado, de hacer plausible la interpretacin

    que propongo de la modernidad, analizando las tendencias a la

    juridizacin, y, por otro, de precisar las tareas que hoy se plan

    tean a una teora crtica de la sociedad.

    Una investigacin de este tipo, que hace uso sin sonrojarse

    del concepto de razn comunicativa, se expone a la sospecha de

    haber cado en la trampa de un planteamiento fundamentalista.

    Pero las supuestas semejanzas entre un planteamiento efectuado

    en trminos de una pragmtica formal y la filosofa trascenden

    tal clsica, conducen a una pista falsa. A los lectores que abri

    guen esa desconfianza les recomiendo que empiecen por la sec

    cin con que cierro este libro

    2

    . No podramos asegurarnos de

    la estructura racional interna de la accin orientada al entendi

    miento si no tuviramos ya ante nosotros, aunque sea de modo

    fragmentario y distorsionado, la forma existente de una razn

    remitida a quedar encarnada simblicamente y situada histrica

    mente

    3

    .

    En lo que se refiere a la actualidad, el motivo de esta obra

    salta a la vista. Desde fines de los aos sesenta, las sociedades

    occidentales se aproximan a un estado en que la herencia del

    racionalismo occidental ya no resulta incuestionable. La estabili-

    2 Cfr. tomo II, pp. 562 ss.

    3

    Acerca de la relacin entre verdad e historia, cfr. C. CASTORIADIS,

    Les Carrefours du Labirynthe, Pars, 1978.

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    zacin de la situacin interna, conseguida (de forma quiz par

    ticularmente impresionante en Alemania) sobre la base del com

    promiso que el Estado social representa, se est cobrando cre

    cientes costes culturales y psicosociales; tambin se ha tomado

    mayor conciencia de la labilidad, obviada pasajeramente, pero

    nunca realmente dominada, de las relaciones entre las superpo-

    tencias. Lo que est aqu en juego, y de ah la importancia del

    anlisis terico de estos fenmenos, es la sustancia de las tradi

    ciones e ideas occidentales.

    Los neoconservadores quieren atenerse a cualquier precio al

    modelo de la modernizacin econmica y social capitalista. Si

    guen concediendo prioridad al crecimiento econmico, protegido

    por el compromiso del Estado social, aunque tambin ms es

    trangulado cada da que pasa. Contra las consecuencias social-

    mente desintegradoras de este crecimiento, buscan refugio en las

    tradiciones ya sin savia, pero retricamente evocadas, de una

    cultura chata y de sala de estar. No se ve por qu habra de es

    perarse un nuevo impulso desviando de nuevo hacia el mercado

    aquellos problemas que durante el siglo xix, por muy buenas ra

    zones, se vieron desplazados del mercado al Estado, y reacen-

    tuando as el ir y venir de los problemas entre los medios dinero

    y poder. Pero an menos plausible resulta la tentativa de reno

    var, tras una conciencia ilustrada por el historicismo, los amor

    tiguadores tradicionales ya consumidos por la modernizacin ca

    pitalista. A esta apologtica neoconservadora se le enfrenta una

    crtica al crecimiento, extremada en trminos antimodernistas,

    que elige como blanco de sus invectivas la supercomplejidad de

    los sistemas de accin econmico y administrativo y la autonoma

    adquirida por la carrera de armamentos. Las experiencias deri

    vadas de la colonizacin del mundo de la vida, que la otra parte

    pretende absorber y amortiguar en trminos tradicionalistas, con

    ducen en sta a una oposicin radical. Pero cuando esa oposicin

    llega a transformarse en la exigencia de una desdiferenciacin a

    cualquier precio, de nuevo se est perdiendo de vista una dis

    tincin importante. La limitacin del crecimiento de la comple

    jidad monetario-administrativa no puede significar en modo al

    guno el abandono de las formas modernas de vida. La diferen

    ciacin estructural de los mundos de la vida encarna un poten

    cial de racionalidad que de ninguna manera puede ser reducido

    a la categora de incremento de la complejidad sistemtica.

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    largas temporadas en el Instituto o que como Aaron Cicourel,

    Helmut Dubiel, Claus Offe, Ulrich Oevermann, Charles Taylor,

    Lawrence Kohlberg y Albrecht Wellmer han visitado regular

    mente el Instituto.

    J. H.

    Instituto Max Planck de Ciencias Sociales,

    Starnberg, agosto de 1981.

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    . I N T R O D U C C I N

    ACCESOS A LA PROBLEMTICA

    DE LA RACIONALIDAD

    La racionalidad de las opiniones y de las acciones es un

    tema que tradicionalmente se ha venido tratando en filosofa.

    Puede incluso decirse que el pensamiento filosfico nace de la

    reflexivizacin de la razn encarnada en el conocimiento, en el

    habla y en las acciones. El tema fundamental de la filosofa es

    la razn '. La filosofa se viene esforzando desde sus orgenes por

    explicar el mundo en su conjunto, la unidad en la diversidad de

    los fenmenos, con principios que hay que buscar en la razn

    y no en la comunicacin con una divinidad situada allende el

    mundo y, en rigor, ni siquiera remontndose al fundamento de

    un cosmos que comprende naturaleza y sociedad. El pensamien

    to griego no busca ni una teologa ni una cosmologa tica en el

    sentido de las grandes religiones universales, sino una ontologa.

    S las doctrinas filosficas tienen algo en comn, es su intencin

    de pensar el ser o la unidad del mundo por va de una explicita-

    cin de las experiencias que hace la razn en el trato consigo

    misma.

    Al hablar as, me estoy sirviendo del lenguaje de la filosofa

    moderna. Ahora bien, la tradicin filosfica, en la medida en

    que sugiere la posibilidad de una imagen filosfica del mundo,

    1

    B. SNELL, Die Entdeckung des Geistes, Heidelberg, 1946; H. G. GA-

    DAMER, Platon und die Vorsokratiker, Kleine Schriften III, Tubinga,

    1972, 14 ss.; del mismo auto r, Mythos und Vern unft, en

    Kleine

    Schrif

    ten IV, Tubinga, 1977, 48 ss.; W. SCHADEWALDT, Die Anfnge der Philo

    sophie bei den Griechen, Francfort, 1978.

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    se ha vuelto cuestionable

    2

    . La filosofa ya no puede referirse

    hoy al conjunto del mundo, de la naturaleza, de la historia y de

    la sociedad, en el sentido de un saber totalizante. Los suced

    neos tericos de las imgenes del mundo han quedado devalua-

    dos no solamente por el progreso fctico de las ciencias emp

    ricas,

    sino tambin, y ms an, por la conciencia reflexiva que

    ha acompaado a ese progreso. Con esa conciencia, el pensa

    miento filosfico retrocede autocrticamente por detrs de s

    mismo; con la cuestin de qu es lo que puede proporcionar con

    sus competencias reflexivas en el marco de las convenciones

    cientficas, se transforma en metafilosofa

    3

    . Con ello, el tema se

    transforma, y, sin embargo, sigue siendo el mismo. Siempre que

    en la filosofa actual se ha consolidado una argumentacin cohe

    rente en torno a los ncleos temticos de ms solidez, ya sea

    en Lgica o en teora de la ciencia, en teora del lenguaje o del

    significado, en Etica o en teora de la accin, o incluso en Es

    ttica, el inters se centra en las condiciones formales de la ra

    cionalidad del conocimiento, del entendimiento lingstico y de

    la accin, ya sea en la vida cotidiana o en el plano de las expe

    riencias organizadas metdicamente o de los discursos organiza

    dos sistemticamente. La teora de la argumentacin cobra aqu

    una significacin especial, puesto que es a ella a quien compete

    la tarea de reconstruir las presuposiciones y condiciones pragm

    tico-formales del comportamiento explcitamente racional.

    Si este diagnstico no apunta en una direccin equivocada;

    si es verdad que la filosofa en sus corrientes postmetafsicas,

    posthegelianas, parece afluir al punto de convergencia de una

    teora de la racionalidad,

    cmo puede entonces la Sociologa

    tener competencias en lo tocante a la problemtica de la racio

    nal idad?

    El caso es que el pensamiento, al abandonar su referencia a

    la totalidad, pierde tambin su autarqua. Pues el objetivo que

    ahora ese pensamiento se propone de un anlisis formal de las

    condiciones de racionalidad no permite abrigar ni esperanzas

    ontolgicas de conseguir teoras substantivas de la naturaleza, la

    historia, la sociedad, etc., ni tampoco las esperanzas que abrig

    la filosofa transcendental de una reconstruccin apririca de la

    2

    J. HABERMAS, Para qu seguir con la filosofa, en

    Perfiles filoso)ico-

    polticos, Madrid 1985, 15 ss.

    1

    R. RORTY (ed.), The Linguistic Turn, Chicago, 1964; del mismo autor,

    Philosophy and the Mirror of Nature,

    Nueva York, 1979.

    16

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    dotacin transcendental de un sujeto genrico, no emprico, de

    una conciencia en general.

    Todos los intentos de fundamentacin ltima en que perviven

    las intenciones de la Filosofa Primera han fracasado

    4

    . En esta

    situacin se pone en marcha una nueva constelacin en las rela

    ciones entre filosofa y ciencia. Como demuestra la filosofa de

    la ciencia y la historia de la ciencia, la explicacin formal de las

    condiciones de racionalidad y los anlisis empricos de la mate

    rializacin y evolucin histrica de las estructuras de racionali

    dad, se entrelazan entre s de forma peculiar. Las teoras acerca

    de las ciencias experimentales modernas, ya se planteen en la

    lnea del positivismo lgico, del racionalismo crtico o del cons

    tructivismo metdico, presentan una pretensin normativa y a la

    vez universalista, que ya no puede venir respaldada por supues

    tos fundamentalistas de tipo ontolgico o de tipo transcendental.

    Tal pretensin slo puede contrastarse con la evidencia de con

    traejemplos, y, en ltima instancia, el nico respaldo con que

    pueden contar es que la teora reconstructiva resulte capaz de

    destacar aspectos internos de la historia de la ciencia y de expli

    car sistemticamente, en colaboracin con anlisis de tipo emp

    rico,

    la historia efectiva de la ciencia, narrativamente documen

    tada, en el contexto de las evoluciones sociales

    5

    . Y lo dicho de

    una forma de racionalidad cognitiva tan compleja como es la

    ciencia moderna, puede aplicarse tambin a otras figuras del es

    pritu objetivo, es decir, a las materializaciones de la racionalidad

    cognitivo-instrumental, de la prctico-moral, e incluso quiz tam

    bin de la prctico-esttica.

    Ciertamente que los estudios de orientacin emprica de este

    tipo tienen que estar planteados en sus categoras bsicas de tal

    4

    En relacin con la crtica a la idea de filosofa primera, cfr. Th. W.

    ADORNO, Metakritik der Erkenntnistheorie, en Gesammelte Schriften, V,

    Francfort, 1971; en contra de la posicin sustentada por Adorno, K. O.

    APEL, Das Problem der philosophischen Letztbegrndung im Lichte einer

    transzendentalen Sprachpragmatik, en B. KANITSCHNEIDER (ed.), Sprache

    und Erkenntnis,

    Innsbruck, 1976, 55 ss.

    5

    Cfr. la discusin en torno a Th. S.

    KUHN, The Structure of Scientifics

    Revolutions, Chicago, 1970

    2

    , sobre todo I. LAKATOS, A. MUSGRAVE, Critic

    ism and the Growth of Knowledge,

    Cambridge, 1970; W.

    DIEDERICH

    (ed.),

    Beitrge zur diachronischen Wissenschatstheorien,

    Francfort, 1974; R. BUB

    NER, Dialektische Elemente einer Forschungeslogik, en ID., Dialektik und

    Wissenchaft,

    Francfort, 1973, 129 ss.; Th. S.

    KUHN, The Essential Tension,

    Chicago, 1977

    17

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    forma que puedan conectar con las reconstrucciones racionales

    de nexos de sentido y de soluciones de problemas

    6

    . La psicologa

    evolutiva cognitiva ofrece un buen ejemplo de ello. En la tradi

    cin de Piaget, por poner un caso, la evolucin cognitiva en sen

    tido estricto, as como la cognitivo-social y la moral, quedan con

    ceptuadas como una secuencia internamente reconstruble de eta

    pas de la adquisicin de una determinada competencia

    7

    . Cuando,

    por el- con trario, com o oc urre en la teora del com portam iento,

    las pretensiones de validez, que es donde las soluciones de pro

    blemas, las orientaciones racionales de accin, los niveles de

    aprendizaje, etc., tienen su piedra de toque, son redefinidos en

    trminos empiristas quedando as eliminados por definicin, los

    procesos de materializacin de las estructuras de racionalidad

    ya no pueden ser interpretados en sentido estricto como pro

    cesos de aprendizaje, sino en todo caso como un aumento de

    las capacidades adaptativas.

    Pues bien, dentro de las ciencias sociales es la Sociologa la

    que mejor conecta en sus conceptos bsicos con la problemtica

    de la racionalidad. Como demuestra la comparacin con otras

    disciplinas, las razones de ello se relacionan unas con la historia

    de la sociologa, mientras que otras son razones sistemticas.

    Consideremos en primer lugar la Ciencia Poltica. Esta tuvo que

    emanciparse del derecho natural racional. El derecho natural

    moderno parta todava de la doctrina viejo-europea que vea en

    la sociedad una comunidad polticamente constituida e integrada

    por medio de normas jurdicas. Las nuevas categoras del dere

    cho formal burgus ofrecan ciertamente la posibilidad de pro

    ceder reconstructivamente y de presentar el orden jurdico-polti-

    co,

    desde un punto de vista normativo, como un mecanismo ra

    cional

    8

    . Pero de todo ello hubo de desembarazarse radicalmente

    la nueva ciencia poltica para poder afirmar su orientacin em

    prica. Esta se ocupa de la poltica como subsistema social y se

    6

    U.

    OEVERMANN,

    Programmatische berlegungen zu einer Theorie

    der Bildungsprozesse und einer Strategie der Sozialisationsforschung, en

    K.

    HURRELMANN,

    Sozialisation und

    Lebenslauf,

    Heidelberg, 1976, 34 ss.

    7

    R. DBERT, J.

    HABERMAS,

    G.

    NUNNER-WINCKLER

    (ed.),

    Entwicklung

    des Ichs,

    Colonia, 1977.

    8

    W. HENNIS, Politik und praktische Philosophie, Neuwied, 1963; H.

    MEIER, Die ltere deutsche Staats- und Verwaltungslehre, Neuwied, 1976;

    J.HABERMAS, Die Klassische Lehre von der Politik in ihrem Verhltnis zur

    Sozialphilosophie, en HABERMAS, Theorie und Praxis, Francfort, 1971,

    48 ss.

    18

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

    21/112

    descarga de la tarea de concebir la sociedad en su conjunto. En

    contraposicin con el normativismo, excluye de la consideracin

    cientfica las cuestiones prctico-morales referentes a la legitimi

    dad o las trata como cuestiones empricas relativas a una

    fe

    en la

    legitimidad que hay que abordar en cada sazn en trminos

    descriptivos. Con ello rompe el puente con la problemtica de

    la racionalidad.

    Algo distinto es lo que ocurre con la

    Economa Poltica,

    que

    en el siglo xvn entra en competencia con el derecho natural

    racional al poner de relieve la legalidad propia de un sistema

    de accin, el econmico, integrado no primariamente por medio

    de normas, sino a travs de funciones

    9

    .

    Como

    Economa Polti

    ca, la ciencia econmica mantiene inicialmente todava, en tr

    minos de teora de la crisis, una relacin con la sociedad global.

    Estaba interesada en la cuestin de cmo repercute la dinmica

    del sistema econmico en los rdenes que integran normativa

    mente la sociedad. Pero con todo ello acaba rompiendo la Eco

    noma al convertirse en una ciencia especializada. La ciencia

    econmica se ocupa hoy de la economa como un subsistema de

    la sociedad y prescinde de las cuestiones de legitimidad. Desde

    esa perspectiva parcial puede reducir los problemas de racionali

    dad a consideraciones de equilibrio econmico y a cuestiones de

    eleccin racional.

    La Sociologa, por el contrario, surge como una disciplina

    que se hace cargo de los problemas que la Poltica y la Econo

    ma iban dejando de lado a medida que se convertan en cien

    cias especializadas

    10

    . Su tema son las transformaciones de la in

    tegracin social provocadas en el armazn de las sociedades vie

    jo-europeas por el nacimiento del sistema de los Estados moder

    nos y por la diferenciacin de un sistema econmico que se au-

    torregula por medio del mercado. La Sociologa se convierte

    par excellence en una ciencia de la crisis, que se ocupa ante todo

    de los aspectos anmicos de la disolucin de los sistemas socia

    les tradicionales y de la formacin de los modernos

    u

    . Con todo,

    9

    F.

    JONAS,

    Was heisst konomische Theorie? Vorklassisches und klass

    isches Denken', en Schmollers Jahrbuch, 78, 1958; H. NEUENDORFF, Der

    Begriff des Interesses,

    Francfort, 1973.

    10

    F.

    TONAS, Geschichte der Soziologie,

    I-IV, Reinbek, 1968-1969; R. W.

    FRIEDRICHS,

    A Sociology of Sociology, Nueva York, 1970; T.

    BOTTOMORE,

    R. NisBET, A History of Sociological Analysis, Nueva York, 1978.

    11

    J.

    HABERMAS,

    Kritische und konservative Aufgabe der Soziologie,

    en

    HABERMAS

    (1971), 290 ss.

    19

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

    22/112

    tambin bajo estas condiciones iniciales hubiera podido la Socio

    loga limitarse a un determinado subsistema social. Pues desde

    un punto de vista histrico son la sociologa de la religin y la

    sociologa del derecho las que constituyen el ncleo de esta nueva

    ciencia.

    Si con fines ilustrativos, es decir, sin entrar por de pronto

    en ms discusin, utilizamos el esquema funcional propuesto por

    Parsons, saltan a la vista las correspondencias entre las distintas

    ciencias sociales y los subsistemas sociales:

    A

    Economa

    Antropologa

    cultural

    Economa

    Cultura

    Poltica

    Comunidad

    societal

    Ciencia

    poltica

    Sociologa

    I

    A = Ad aptacin G = Consecucin de fines

    I = Integracin L = M antenimiento de patrones estructurales

    Fig. 1

    Naturalmente que no han faltado intentos de convertir tam

    bin la Sociologa en una ciencia especializada en la integracin

    social. Pero no es casualidad, sino ms bien un sntoma, el que

    los grandes tericos de la sociedad de los que voy a ocuparme

    provengan de la Sociologa. La Sociologa ha sido la nica cien

    cia social que ha mantenido su relacin con los problemas de la

    sociedad global. Ha sido siempre tambin teora de la sociedad, y

    a diferencia de las otras ciencias sociales, no ha podido desha

    cerse de los problemas de la racionalizacin, redefinirlos o redu

    cirlos a un formato ms pequeo. Las razones de ello son a mi

    entender principalmente dos: la primera concierne lo mismo a la

    Antropologa Cultural que a la Sociologa.

    La correspondencia entre funciones bsicas y subsistemas so

    ciales tiende a ocultar el hecho de que en los mbitos que son de

    importancia bajo los aspectos de reproduccin cultural, integra-

    2

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

    23/112

    cin social y socializacin, las interacciones no estn tan especia

    lizadas como en los mbitos de accin que representan la econo

    ma y la poltica. Tanto la Sociologa como la Antropologa Cul

    tura] se ven confrontadas con el espectro completo de los fen

    menos de la accin social y no con tipos de accin relativamente

    bien delimitados que puedan interpretarse como variantes de la

    accin racional con arreglo a fines, relativas a los problemas

    de maximizacin del lucro o de la adquisicin y utilizacin del

    poder poltico. Esas dos disciplinas se ocupan de la prctica co

    tidiana en los contextos del mundo de la vida y tienen, por tanto,

    que tomar en consideracin

    todas

    las formas de orientacin sim

    blica de la accin. A ellas ya no les resulta tan simple marginar

    los problemas de fundamentos que la teora de la accin y la

    interpretacin comprensiva plantean. Y al enfrentarse a esos pro

    blemas tropiezan con estructuras del mundo de la vida que sub-

    yacen a los otros subsistemas especificados funcionalmente con

    ms exactitud y en cierto modo ms netamente diferenciados.

    Ms tarde nos ocuparemos en detalle de cmo se relacionan las

    categoras paradigmticas mundo de la vida y sistema

    n

    .

    Aqu slo quiero subrayar que el estudio de la comunidad so

    cietal y de la cultura no puede desconectarse tan fcilmente de

    los problemas de fundamentos de las ciencias sociales como en

    el estudio del subsistema econmico o del subsistema poltico.

    Esto explica la tenaz conexin de Sociologa y teora de la so

    ciedad.

    Ahora bien, el que sea la Sociologa y no la Antropologa

    Cultural la que muestre una particular propensin a abordar el

    problema de la racionalidad slo puede entenderse teniendo en

    cuenta otra circunstancia. La Sociologa surge como ciencia de

    la sociedad burg ues a; a ella comp ete la tarea de explicar el de

    curso y las formas de manifestacin anmicas de la moderniza

    cin capitalista en las sociedades preburguesas

    13

    . Esta problem

    tica resultante de la situacin histrica objetiva constituye tam

    bin el punto de referencia bajo el que la sociologa aborda sus

    problemas de fundamentos. En el plano metaterico elige cate

    goras tendentes a aprehender el incremento de racionalidad de

    12

    Cfr., ms abajo, cap tulo V I, vol. 2, pp . 161 ss.

    B

    NEUENDORFF, artculo Soziologie, en Evangelisches Staatslexikon,

    Stuttgart, 1975

    2

    , 2424 ss.

    21

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    los mundos de la vida modernos. Los clsicos de la sociologa,

    casi sin excepcin, tratan todos de plantear su teora de la accin

    en trminos tales que sus categoras capten el trnsito desde la

    comunidad a la sociedad

    14

    . Y en el

    plano metodolgico

    se

    aborda de modo correspondiente el problema del acceso en tr

    minos de comprensin al mbito objetual que representan los

    objetos simblicos; la comprensin de las orientaciones raciona

    les de accin se convierte en punto de referencia para la com

    prensin de todas las orientaciones de accin.

    Esta conexin entre a) la cuestin metaterica de un marco

    de teora de la accin concebido con vistas a los aspectos de la

    accin que son susceptibles de racionalizacin,

    b)

    la cuestin

    metodolgica de una teora de la comprensin que esclarezca las

    relaciones internas entre significado y validez (entre la explica

    cin del significado de una expresin simblica y la toma de

    postura frente a las pretensiones de validez que lleva implcitas),

    queda, finalmente,

    c)

    puesta en relacin con la cuestin

    emprica

    de si, y en qu sentido, la modernizacin de una sociedad puede

    ser descrita bajo el punto de vista de una racionalizacin cultural

    y social. Tales nexos resultan particularmente claros en la obra

    de Max Weber. Su jerarqua de conceptos de accin est de tal

    modo planteada con vistas al tipo que representa la accin racio

    nal con arreglo a fines, que todas las dems acciones pueden ser

    clasificadas como desviaciones especficas respecto a ese tipo. El

    mtodo de la comprensin lo analiza de tal forma, que los ca

    sos complejos puedan quedar referidos al caso lmite de la accin

    racional con arreglo a fines: la comprensin de la accin sub

    jetivamente orientada al xito exige a la vez que se la evale

    objetivamente (conforme a criterios con que decidir sobre su

    correccin). Finalmente salta a la vista la relacin que guardan

    estas decisiones categoriales y metodolgicas con la cuestin cen

    tral de Weber de cmo explicar el racionalismo occidental.

    Mas podra ser que esa conexin fuera contingente, que no

    fuera ms que un signo de que a Max Weber le preocupaba pre

    cisamente esa cuestin y de que ese inters, ms bien marginal

    desde un punto de vista terico, acabara repercutiendo sobre los

    14

    Sobre estas parejas de conceptos en la sociologa anterior, cfr.

    J.

    HABERMAS, Ciencia y Tcnica como ideologa,

    Madrid, 1984, 66 ss.;

    C. W. MILLS, The Sociological Imagination, Oxford, 1959.

    22

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    25/112

    fundamentos de su construccin terica. Pues basta con desligar

    los procesos de modernizacin del concepto de racionalizacin

    y situarlos bajo otro punto de vista para que, por un lado, los

    fundamentos de teora de la accin queden exentos de connota

    ciones de la racionalidad de la accin, y, por otro, la metodolo

    ga de la comprensin se vea libre de ese problemtico entrelaza

    miento de cuestiones de significado con cuestiones de validez.

    Frente a estas dudas voy a defender la tesis de que son razones

    sistemticas las que llevan a Weber a tratar la cuestin del ra

    cionalismo occidental (una cuestin, sin duda, accidental desde

    un punto de vista biogrfico y en cualquier caso accidental des

    de la perspectiva de una psicologa de la investigacin), la cues

    tin del significado de la modernidad y de las causas y conse

    cuencias colaterales de la modernizacin capitalista de las so

    ciedades que se inicia en Europa, bajo los puntos de vista de la

    accin racional, del comportamiento racional en la vida y de la

    racionalizacin de las imgenes del mundo. Voy a sostener la te

    sis de que el nexo, que su obra nos ofrece, entre precisamente

    esas tres temticas de la racionalidad viene impuesto por razones

    sistemticas. Con lo que quiero decir que a toda Sociologa con

    pretensiones de teora de la sociedad, con tal de que proceda con

    la radicalidad suficiente, se le plantea el problema de la raciona

    lidad simultneamente en el plano metaterico, en el plano meto

    dolgico y en el plano emprico.

    Voy a comenzar con una discusin provisional del concepto

    de racionalidad [ 1] , situand o ese concepto en la perspe ctiva evo

    lutiva del nacimiento de la comprensin moderna del mundo [2].

    Tras desarrollar esas cuestiones preliminares, tratar de mostrar

    la conexin interna que existe entre la teora de la racionalidad

    y la teora de la sociedad; y ello tanto en el plano metaterico,

    mostrando las implicaciones que en punto a la racionalidad tie

    nen los conceptos de accin que son hoy corrientes en Sociolo

    ga \3], como en el plano metodolgico, mostrando que tales im

    plicaciones resultan del acceso en trminos de comprensin al

    mbito objetual de la sociologa [4]. El propsito de este bos

    quejo argumentativo es mostrar que necesitamos de una teora

    de la accin comunicativa si queremos abordar hoy de forma

    adecuada la problemtica de la racionalizacin social, en buena

    parte marginada despus de Weber de la discusin sociolgica

    especializada.

    23

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    26/112

    1.

    RACIONALIDAD:

    UNA

    DETERMINACIN PRELIMINAR

    D E L CONCEPTO

    Siempre que hacemos uso de la expresin racional supo

    nemos una estrecha relacin entre racionalidad y saber. Nuestro

    saber tiene una estructura proposicional: las opiniones pueden

    exponerse explcitamente en forma de enunciados. Voy a pre

    suponer este concepto de saber sin ms aclaraciones, pues la

    racionalidad tiene menos que ver con el conocimiento o con la

    adquisicin de conocimiento que con la forma en que los sujetos

    capaces de lenguaje y de accin hacen uso del conocimiento. En

    las emisiones o manifestaciones lingsticas se expresa explcita

    mente un saber, en las acciones teleolgicas se expresa una ca

    pacidad, un saber implcito. Pero tambin este know how puede

    en principio tomar la forma de un know that

    ls

    . Si busc am os su

    jetos gramaticales que puedan completar la expresin predicativa

    racional, se ofrecen en principio dos candidatos. Ms o menos

    racionales pueden serlo las personas, que disponen de saber, y

    las manifestaciones simblicas, las acciones lingsticas o no lin

    gsticas, comunicativas o no comunicativas, que encarnan un

    saber. Podemos llamar racionales a los hombres y a las mujeres,

    a los nios y a los adultos, a los ministros y a los cobradores de

    autobs, pero no a los peces, a los sauces, a las montaas, a las

    calles o a las sillas. Podemos llamar irracionales a las disculpas,

    a los retrasos, a las intervenciones quirrgicas, a las declaracio

    nes de guerra, a las reparaciones, a los planes de construccin o

    las resoluciones tomadas en una reunin, pero no al mal tiempo,

    a un accidente, a un premio de lotera o a una enfermedad. Aho

    ra bien, qu significa que las personas se comporten racional

    mente en una determinada situacin?; qu significa que sus

    emisiones o sus manifestaciones deban considerarse racionales?

    El saber puede ser criticado por no fiable. La estrecha rela

    cin que existe entre saber y racionalidad permite sospechar que

    la racionalidad de un a emisin o de un a manifestacin depen de

    de la fiabilidad del saber que encarnan. Consideremos dos casos

    paradigmticos: una afirmacin con que A manifiesta con in-

    15

    G. RYLE, The Concept of Mind, Londres, 1949; sobre este tema,

    E.

    VON SAVIGNY, Die Philosophie der normalen Sprache,

    Francfort, 1974,

    97 ss.; D. CARR, The Logic of Knowing and Ability,

    Mind,

    88, 1979,

    394 ss.

    24

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

    27/112

    tencin comunicativa una determinada opinin y una interven

    cin teleolgica en el mundo con la que

    B

    trata de lograr un

    determinado fin. Ambas encarnan un saber fiable, ambas son

    intentos que pueden resultar fallidos. Ambas manifestaciones,

    tanto la accin comunicativa como la accin teleolgica, son sus

    ceptibles de crtica. Un oyente puede poner en tela de juicio que

    la afirmacin hecha por A sea verdadera; un observador puede

    poner en duda que la accin ejecutada por B vaya a tener xito.

    La crtica se refiere en ambos casos a una pretensin que los

    sujetos agentes necesariamente han de vincular a sus manifesta

    ciones, para que stas puedan ser efectivamente lo que quieren

    ser, una afirmacin o una accin teleolgica. Esta necesidad es de

    naturaleza conceptual. Pues A no est haciendo ninguna afirma

    cin si no presenta una pretensin de verdad en relacin con el

    enunciado p afirmado, dando con ello a conocer su conviccin

    de que en caso necesario ese enunciado puede fundamentarse. Y

    B no est realizando ninguna accin teleolgica en absoluto, esto

    es,

    no pretende en realidad lograr con su accin fin alguno, si no

    considera que la accin planeada tiene alguna perspectiva de

    xito, dando con ello a entender que si fuera preciso podra jus

    tificar la eleccin de fines que ha hecho en las circunstancias

    dadas.

    Lo mismo que A pretende que su enunciado es verdadero, B

    pretende que su plan de accin tiene perspectivas de xito o que

    las reglas de accin conforme a las que ejecuta ese plan son efi

    caces.

    Esta afirmacin de eficacia comporta la pretensin de que,

    dadas las circunstancias, los medios elegidos son los adecuados

    para lograr el fin propuesto. La eficacia de una accin guarda

    una relacin interna con la verdad de los pronsticos condicio

    nados subyacentes al plan de accin o a la regla de accin. Y as

    como la verdad se refiere a la existencia de estados de cosas en

    el mundo, la

    eficacia

    se refiere a intervenciones en el mundo con

    ayuda de las cuales pueden producirse los estados de cosas de

    seados. Con su afirmacin, A se refiere a algo que como cuestin

    de hecho tiene lugar en el mundo objetivo. Con su actividad te

    leolgica, B se refiere a algo que

    ha de tener lugar

    en el mundo

    objetivo. Y al hacerlo as, ambos plantean con sus manifesta

    ciones simblicas pretensiones de validez que pu ede n ser critica

    das o defendidas, esto es, que pueden

    fundamentarse.

    La racio

    nalidad de sus emisiones o manifestaciones se mide por las reac

    ciones internas que entre s guardan el contenido semntico, las

    25

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    28/112

    condiciones de validez y las razones que en caso necesario pue

    den alegarse en favor de la validez de esas emisiones o manifes

    taciones, en favor de la verdad del enunciado o de la eficacia

    de la regla de accin.

    Estas consideraciones tienen por objeto el reducir la raciona

    lidad de una emisin o manifestacin a su susceptibilidad de cr

    tica o de fundamentacin. Una manifestacin cumple los presu

    puestos de la racionalidad si y slo si encarna un saber falible

    guardando as una relacin con el mundo objetivo, esto es, con

    los hechos, y resultando accesible a un enjuiciamiento objetivo.

    Y un enjuiciamiento slo puede ser objetivo si se hace por la va

    de una pretensin transubjetiva de validez que para cualquier

    observador o destinatario tenga el mismo significado que para el

    sujeto agente. La verdad o la eficacia son pretensiones de este

    t ipo. De ah que de las afirmaciones y de las acciones teleolgi-

    cas pueda decirse que son tanto ms racionales cuanto mejor pue

    dan fundamentarse las pretensiones de verdad proposicional o de

    eficiencia vinculadas a ellas. Y de modo correspondiente utiliza

    mos la expresin racional como predicado disposicional apli

    cable a las personas de las que cabe esperar, sobre todo en situa

    ciones difciles, tales manifestaciones.

    Esta propuesta de reducir la racionalidad de una emisin o

    manifestacin a su susceptibilidad de crtica adolece, empero, de

    dos debilidades. La caracterizacin es, por un lado, demasiado

    abstracta, pues deja sin explicitar aspectos importantes [1],

    Pero, por otro lado, es demasiado estricta, pues el trmino ra

    cional no solamente se utiliza en conexin con emisiones o ma

    nifestaciones que puedan ser verdaderas o falsas, eficaces o ine

    ficaces. La racionalidad inmanente a la prctica comunicativa

    abarca un espectro ms amplio. Remite a diversas formas de

    argumentacin como a otras tantas posibilidades de proseguir la

    accin com unicativa con m edios reflexivos [ 2 ] . Y como la idea

    de desempeo

    {Einlsung)

    discursivo * de las pretensiones de va

    lidez ocupa un puesto central en la teora de la accin comuni-

    *

    Einlsung

    (desempeo,

    veri-jicacin)

    significa que el proponente,

    bien sea apelando a experiencias e intuiciones, bien sea por argumentacin

    y consecuencias de la accin, justifica que lo dicho es digno de ser recono

    cido y da lugar a un reconocimiento intersubjetivo de su validez, HABER-

    MAS (1976 b), 178. Sobre la idea de desempeo discursivo, vase Zur

    Lokig des Diskurses en

    HABERMAS

    (1973 c), 238 ss.

    [N. del T.].

    26

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

    29/112

    cativa, introduzco un largo excurso sobre teora de la argumen

    tacin [3].

    [1] Voy a limitarme, por lo pronto, a la versin cognitiva

    en sentido estricto del concepto de racionalidad, que est defi

    nido exclusivamente por referencia a la utilizacin de un saber

    descriptivo. Este concepto puede desarrollarse en dos direcciones

    distintas.

    Si partimos de la utilizacin no comunicativa de un saber

    preposicional en acciones ideolgicas, estamos tomando una pre-

    decisin en favor de ese concepto de racionalidad cognitivo

    instrumental

    que a travs del empirismo ha dejado una profunda

    impronta en la autocomprensin de la modernidad. Ese concepto

    tiene la connotacin de una autoafirmacin con xito en el mun

    do objetivo posibilitada por la capacidad de manipular informa

    damente y de adaptarse inteligentemente a las condiciones de un

    entorno contingente. Si partimos, por el contrario, de la utiliza

    cin comunicativa de saber proposicional en actos de habla, es

    tamos tomando una predecisin en favor de un concepto de ra

    cionalidad ms amplio que enlaza con la vieja idea de logos

    16

    .

    Este concepto de

    racionalidad

    comunicativaposee connotaciones

    que en ltima instancia se remontan a la experiencia central de

    la capacidad de aunar sin coacciones y de generar consenso que

    tiene un habla argumentativa en que diversos participantes su

    peran la subjetividad inicial de sus respectivos puntos de vista

    y merced a una comunidad de convicciones racionalmente mo

    tivada se aseguran a la vez de la unidad del mundo objetivo y

    de la intersubjetividad del contexto en que desarrollan sus vi

    das

    17

    .

    Supongamos que la opinin p representa un contenido idn

    tico de saber del que disponen A yB. Supongamos ahora que A

    16

    En relacin con la historia de este concep to, cfr K. O. APEL,

    Die

    Idee der Sprache in der Tradition des Humanismus von Dante vis Vico,

    Bonn, 1963.

    17

    En conexin con Wittgenstein, D.

    POLE, Conditions of Rational

    Inquiry,

    Lo ndres , 1971; ID ., Te Concept of Reason, en R. F.

    DEARDEN,

    D. H . HIRST, R. S. PETERS (eds.), Reason, II, Londres, 1972, 1 ss. Los

    aspectos bajo los que Pole clarifica el concepto de racionalidad son ma

    yormente: objectivity, publicity and interpersonality, truth, the unity of

    reason, the ideal of rational agreement. Sobre el concepto de racionalidad

    en Wittgenstein, cfr. sobre todo: St.

    CAVELL, Must we mean what we say?,

    Cambridge, 1976 y del mismo autor, The Claim of Reason, Oxford, 1979.

    27

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

    30/112

    toma parte (con otros interlocutores) en una comunicacin

    y hace la afirmacin p, mientras que B elige (como actor solita

    rio) los medios que en virtud de la opinin

    p

    considera adecua

    dos en una situacin dada para conseguir un efecto deseado.

    A y B utilizan diversamente un mismo saber. La referencia a los

    hechos y la susceptibilidad de fundamentacin de la manifesta

    cin posibilitan en el primer caso que los participantes en la

    comunicacin puedan entenderse sobre algo que tiene lugar en

    el mundo. Para la racionalidad de la manifestacin es esencial

    que el hablante plantee en relacin con su enunciado

    p

    una

    pretensin de validez susceptible de crtica que pueda ser acep

    tada o rechazada por el oyente. En el segundo caso la referencia

    a los hechos y la susceptibilidad de fundamentacin de la regla

    de accin hacen posible una intervencin eficaz en el mundo.

    Para la racionalidad de la accin es esencial que el actor base

    su accin en un plan que implique la verdad de p, conforme al

    que poder realizar el fin deseado en las circunstancias dadas. A

    una afirmacin slo se la puede llamar racional si el hablante

    cumple las condiciones que son necesarias para la consecucin

    del fin ilocucionario de entenderse sobre algo en el mundo al

    men os con otro particip ante en la com unicacin; y a una accin

    teleolgica slo se la puede llamar racional si el actor cumple las

    condiciones que son necesarias para la realizacin de su designio

    de intervenir eficazmente en el mundo. Ambas tentativas pueden

    fracasar: es posible que no se alcance el consenso qu e se busc a

    o que no se produzca el efecto deseado. Pero incluso en el tipo

    de estos fracasos, queda de manifiesto la racionalidad de la emi

    sin o m anifestaci n: tales fracasos pu ed en ser explicados

    l8

    .

    18

    Naturalmente, las razones asumen roles pragmticos distintos segn

    que con su ayuda haya de clarificarse un disentimiento entre participantes

    en un dilogo o el fracaso de una intervencin en el mundo. El hablante

    que hace una afirmacin ha de contar con una reserva de buenas razones

    con las que en caso necesario poder convencer a sus oponentes de la

    verdad del enunciado y llegar as a un acuerdo motivado racionalmente.

    En cambio, para el xito de una accin instrumental no es menester que

    el actor pueda tambin fundamentar la regla de accin que sigue. En el

    caso de acciones teleolgicas las razones sirven para explicar el hecho de

    que la aplicacin de la regla haya tenido (o hubiera podido tener) buen

    o mal suceso en las circunstancias dadas. Con otras palabras: existe una

    conexin interna entre la validez (eficacia) de una regla de accin tcnica

    o estratgica y las explicaciones que pueden darse de su validez, pero el

    conocimiento de tal conexin no es condicin subjetiva necesaria para una

    feliz aplicacin de esa regla.

    28

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

    31/112

    Por ambas l neas puede

    el

    anlisis

    de la

    racionalidad part ir

    de

    los

    conceptos

    de

    saber preposicional

    y de

    m und o objetivo;

    pero

    los

    casos indicados

    se

    distinguen

    por el

    tipo

    de

    utilizacin

    del saber preposicional. Bajo

    el

    prim er aspecto es

    la

    manipulacin

    instrumental,

    bajo

    el

    segundo

    es el

    entendimiento comunicativo

    lo que aparece como telos inmanente

    a la

    racionalidad.

    El

    anli

    sis,

    segn sea

    el

    aspecto

    en

    que

    se

    concentre, conduce

    en

    direc

    ciones distintas.

    Voy

    a

    glosar brevemente ambas posiciones.

    La

    prim era posi

    cin,

    que por mor de la

    simplicidad

    voy a

    llamar realista,

    parte

    del

    supuesto ontolgico

    del

    mu ndo como suma

    de

    todo

    aquello

    que es el

    caso, para explicar sobre

    esa

    base

    las

    condi

    ciones del comportamiento racional

    A).La

    segunda posicin, que

    voy

    a

    llamar fenomenolgica,

    da a ese

    planteamiento

    un

    giro

    trascendental

    y se

    preg unta reflexivamente

    por la

    circunstancia

    de que aquellos que

    se

    com portan racionalmente tengan que pre

    suponer un mundo objetivo

    B).

    A)

    El

    realista tiene qu e limitarse

    a

    analizar

    las

    condiciones

    que

    un

    sujeto agen te tie ne

    que

    cump lir para poder proponerse

    fines

    y

    realizarlos.

    De

    acue rdo con este m odelo,

    las

    acciones

    ra

    cionales tienen fundamentalmente

    el

    carcter

    de

    intervenciones

    efectuadas con vistas

    a la

    consecucin

    de un

    propsito

    y

    contro

    ladas

    por su

    eficacia,

    en un

    m u n d o

    de

    estados

    de

    cosas existen

    tes.

    Max Black enumera

    una

    serie

    de

    condicion es que tiene

    que

    cumplir

    una

    accin pa ra pode r re putars e m s

    o

    menos racional

    (reasonable)

    y

    ser accesible

    a un

    enjuiciam iento crtico (dianoetic

    appraisal):

    1.

    Slo

    las

    acciones que caigan bajo

    el

    control actual

    o

    p o

    tencial del agente son susceptibles de

    un

    enjuiciamiento crt ico ...

    2.

    Slo las acciones dirigidas

    a la

    consecucin

    de un

    deter

    minado propsito pueden

    ser

    racionales

    o no

    racionales. . .

    3. El

    enjuiciam iento crtico es relativo

    al

    agente

    y a su

    elec

    cin

    del

    f in. . .

    4 .

    Los juicios sobre razon abilidad

    o no

    razona bilidad slo

    vienen

    al

    caso cuando

    se

    dispone

    de un

    conocimiento parcial

    sobre

    la

    accesibilidad

    y

    eficacia

    de los

    med ios . . .

    5.

    El

    enjuiciam iento crtico siempre pu ede respaldarse

    con

    razones

    19

    .

    *

    9

    Max

    BLACK,

    Reasonableness, en

    DEARDEN, HIRST, PETERS

    (1972).

    29

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    32/112

    Si se desarrolla el concepto de racionalidad utilizando como

    hilo conductor las acciones dirigidas a la consecucin de un de

    terminado fin, esto es, las acciones resolutorias de problemas

    20

    ,

    queda tambin claro, por lo dems, un uso derivativo del trmi

    no racional, pues a veces hablamos de la racionalidad de un

    comportamiento inducido por estmulos, de la racionalidad del

    cambio de estado de un sistema. Tales reacciones pueden inter

    pretarse como soluciones de problemas sin que el observador

    necesite poner a la base de la adecuacin de la reaccin obser

    vada una actividad teleolgica ni atribuir sta, a ttulo de accin,

    a un sujeto capaz de decisin que hace uso de un saber proposi-

    cional.

    Las reacciones comportamentales de un organismo movido

    por estmulos externos o internos, los cambios de estado que el

    entorno induce en un sistema autorregulado pueden entenderse

    como cuasi-acciones, es decir, como si en ellos se expresara la

    capacidad de accin de un sujeto

    21

    . Pero en estos casos slo

    hablamos de racionalidad en un sentido traslaticio. Pues la sus

    ceptibilidad de fundamentacin que hemos exigido para que una

    manifestacin o emisin puedan considerarse racionales significa

    que el sujeto al que stas se imputan ha de ser capaz de dar ra

    zones cuando lo exija el caso.

    B) El fenomenlogo no se sirve sin ms como hilo conduc

    tor de las acciones encaminadas a la consecucin de un prop

    sito o resolutorias de problemas. No parte simplemente del pre

    supuesto ontolgico de un mundo objetivo, sino que convierte

    este presupuesto en problema preguntndose por las condiciones

    bajo las que se constituye para los miembros de una comunidad

    de comunicacin la unidad de un mundo objetivo. El mundo slo

    cobra objetividad por el hecho de ser reconocido y considerado

    como uno y el mismo mundo por una comunidad de sujetos ca

    paces de lenguaje y de accin. El concepto abstracto de mundo

    es condicin necesaria para que los sujetos que actan comuni

    cativamente puedan entenderse entre s sobre lo que sucede en el

    mundo o lo que hay que producir en el mundo. Con esta

    prctica

    comunicativa se aseguran a la vez del contexto comn de sus

    20

    Cfr. el resumen que de esta cuestin hace W. STEGMLLER, Probleme

    und Resultate der Wissenschaftstheorie und Analytischen Philosophie, Ber-

    lin/H eidelb erg/N uev a York, 1969, I, 335 ss.

    21

    N . LUHMANN,

    Zweckbegriff und Systemrationalitt,

    Tubinga, 1968.

    3

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    33/112

    vidas, del mundo de la vida que intersubjetivamente comparten.

    Este viene delimitado por la totalidad de las interpretaciones

    que son presupuestas por los participantes como un saber de

    fondo. Para poder aclarar el concepto de racionalidad, el feno-

    menlogo tiene que estudiar, pues, las condiciones que han de

    cumplirse para que se pueda alcanzar comunicativamente un

    consenso. Tiene que analizar lo que Elvin Gouldner, refirindose

    a Alfred Schtz, llama mundane reasoning.El que una co

    munidad se oriente a s misma en el mundo como algo esencial

    mente constante, como algo que es conocido y cognoscible en

    comn con los dems, provee a esa comunidad de razones de

    peso para hacerse preguntas de tipo peculiar, de las que es un

    representante prototpico la siguiente: Pero cmo es posible

    que l lo vea y t no?

    22

    .

    Segn este modelo, las manifestaciones racionales tienen el

    carcter de acciones plenas de sentido e inteligibles en su con

    texto,

    con las que el actor se refiere a algo en el mundo objetivo.

    Las condiciones de validez de las expresiones simblicas remiten

    a un saber de fondo, compartido intersubjetivamente por la co

    munidad de comunicacin Para este trasfondo de un mundo de

    la vida compartido, todo disenso representa un peculiar desafo:

    La asuncin de un mundo compartido por todos (mundo de la

    vida) no funciona para los mundane reasonerscomo una aser

    cin descriptiva. No es faisable. Funciones ms bien como una

    especificacin no corregible de las relaciones que en principio

    se dan entre las experiencias que los perceptores tienen en co

    mn sobre lo que cuenta como un mismo mundo (mundo objeti

    vo).

    Dicho en trminos muy toscos, la anticipada unanimidad de

    la experiencia (o por lo menos, de los relatos de esas experien

    cias) presupone una comunidad con otros que se supone estn

    observando el mismo mundo, que tienen una constitucin fsica

    que los capacita para tener una verdadera experiencia, que tienen

    una motivacin que los lleva a hablar sinceramente de su expe

    riencia y que hablan de acuerdo con esquemas de expresin

    compartidos y reconocibles. Cuando se produce una disonancia,

    los

    mundane

    reasoners

    estn dispuestos a poner en cuestin este

    o aquel rasgo. Para un mundane

    reasoner

    una disonancia consti

    tuye una razn suficiente para suponer que no se cumple una

    u otra de las condiciones que se supona se cumplan cuando se

    22

    M.

    POLLNER,

    Mundane Reasoning,

    Phil. Soc. Sei.,

    4, 1974, 40.

    31

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

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    anticipaba la unanimidad. Una mundane solution puede encon

    trarse revisando, por ejemplo, si el otro era o no capaz de tener

    una verdadera experiencia. La alucinacin, la paranoia, la par

    cialidad, la ceguera, la sordera, la falsa conciencia, en la medida

    en que se las entiende como indicadores de un mtodo defectuoso

    o inadecuado de observacin del mundo, se convierten entonces

    en candidatos para la explicacin de las disonancias. El rasgo

    distintivo de estas soluciones el rasgo que las hace inteligibles

    a otros

    mundane reasoners

    como posibles soluciones correctas

    es que ponen en cuestin, no la intersubjetividad del mund o,

    sino la adecuacin de los mtodos con que hacemos experiencia

    del mundo e informamos sobre l

    23

    .

    Este concepto ms amplio de racionalidad comunicativa de

    sarrollado a partir del enfoque fenomenolgico puede articularse

    con el concepto de racionalidad cognitivo-instrumental desarro

    llado a partir del enfoque realista. Existen, en efecto, relaciones

    internas entre la capacidad de percepcin decentrada (en el sen

    tido de Piaget) y la capacidad de manipular cosas y sucesos, por

    un lado, y la capacidad de entendimiento intersubjetivo sobre

    cosas y sucesos, por otro. De ah que Piaget escoja el modelo

    combinado que representa la

    cooperacin

    social, segn el cual

    varios sujetos coordinan sus intervenciones en el mundo por me

    dio de la accin comunicativa

    2 4

    . Los contrastes slo empiezan

    a resultar llamativos cuando, como es habitual en las tradiciones

    empiristas, la racionalidad cognitivo-instrumental extrada del

    empleo monolgico del saber proposicional se intenta desgajar

    de la racionalidad comunicativa. Por ejemplo, los contrastes en

    los conceptos de responsabilidad y autonoma. Slo las personas

    capaces de responder de sus actos pueden comportarse racional

    mente. Si su racionalidad se mide por el xito de las interven

    ciones dirigidas a la consecucin de un propsito, basta con exi

    gir que puedan elegir entre alternativas y controlar (algunas)

    condiciones del entorno. Pero si su racionalidad se mide por el

    buen suceso de los procesos de entendimiento, entonces no basta

    con recurrir a tales capacidades. En los contextos de accin co-

    23

    POLLNER (1974), 47 s.

    24

    J. PIAGET, Introduction l'pistmolog ie gntique, Pars, 1950, III,

    202: En la cooperacin social se unen dos tipos de interaccin: la inter

    accin entre el sujeto y los objetos mediada por la accin instrumental

    y la interaccin entre el sujeto y los dems sujetos, mediada por la

    accin comunicativa, cfr. ms abajo pp. 112 ss.

    32

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    municativa slo puede ser considerado capaz de responder de

    sus actos aquel que sea capaz, como miembro de una comunidad

    de comunicacin, de orientar su accin por pretensiones de va

    lidez intersubjetivamente reconocidas. A estos diversos conceptos

    de responsabilidad se les puede hacer corresponder distintos con

    ceptos de autonoma. Un mayor grado de racionalidad cognitivo-

    instrumental tiene como resultado una mayor independencia con

    respecto a las restricciones que el entorno contingente opone a

    la autoafirmacin de los sujetos que actan con vistas a la reali

    zacin de sus propsitos. Un grado ms alto de racionalidad co

    municativa ampla, dentro de una comunidad de comunicacin,

    las posibilidades de coordinar las acciones sin recurrir a la coer

    cin y de solventar consensualmente los conflictos de accin (en

    la medida en que stos se deban a disonancias cognitivas en

    sentido estricto).

    La restriccin aadida entre parntesis es necesaria mientras

    desarrollemos el concepto de racionalidad comunicativa valin

    donos como hilo conductor de las emisiones constatativas. Tam

    bin M. Pollner limita el mundane reasoning a los casos en

    que se produce un desacuerdo sobre algo en el mundo objeti

    vo

    25

    . Pero como es obvio, la racionalidad de las personas no slo

    se manifiesta en su capacidad para llegar a un acuerdo sobre

    hechos o para actuar con eficiencia.

    [2] Las afirmaciones fundadas y las acciones eficientes son,

    sin duda, un signo de racionalidad, y a los sujetos capaces de len

    guaje y de accin que, en la medida de lo posible, no se equivo

    can sobre los hechos ni sobre las relaciones fin/medio los llama

    mos,

    desde luego, racionales. Pero es evidente que existen otros

    tipos de emisiones y manifestaciones que, aunque no vayan vincu

    ladas a pretensiones de verdad o de eficiencia, no por ello dejan

    de contar con el respaldo de buenas razones. En los contextos de

    comunicacin no solamente llamamos racional a quien hace una

    afirmacin y es capaz de defenderla frente a un crtico, aducien

    do las evidencias pertinentes, sino que tambin llamamos racio

    nal a aquel que sigue una norma vigente y es capaz de justificar

    su accin frente a un crtico interpretando una situacin dada a

    la luz de expectativas legtimas de comportamiento. E incluso

    llamamos racional a aquel que expresa verazmente un deseo, un

    25

    POLLNER elige ejemplos empricos del mbito de los juicios sobre

    infracciones de trfico (1974), 49 ss.

    33

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    sentimiento, un estado de nimo, que revela un secreto, que

    confiesa un hecho, etc., y que despus convence a un crtico de

    la autenticidad de la vivencia as develada sacando las consecuen

    cias prcticas y comportndose de forma consistente con lo dicho.

    Al igual que los actos de habla constatativos, tambin las

    acciones reguladas por normas y las autopresentaeiones expresi

    vas tienen el carcter de manifestaciones provistas de sentido,

    inteligibles en su contexto, que van vinculadas a una pretensin

    de validez susceptible de crtica. En lugar de hacer referencia

    a los hechos, hacen referencia a normas y vivencias. El agente

    plantea la pretensin de que su comportamiento es correcto en

    relacin con un contexto normativo reconocido como legtimo o

    de que su manifestacin expresiva de una vivencia a la que l

    tiene un acceso privilegiado es veraz. Al igual que en los actos

    de habla constatativos, tambin estas emisiones pueden resultar

    fallidas. Tambin para su racionalidad resulta esencial la posi

    bilidad de un reconocimiento intersubjetivo de una pretensin

    de validez susceptible de crtica. Sin embargo, el saber encarnado

    en las acciones reguladas por normas o en las manifestaciones

    expresivas no remite a la existencia de estados de cosas, sino a

    la validez de normas o la mostracin de vivencias subjetivas. Con

    ellas,

    el hablante no puede referirse a algo en el mundo objetivo,

    sino slo a algo en el mundo social comn o a algo en el mundo

    subjetivo que es en cada caso el propio de cada uno. Voy a

    contentarme en este lugar con esta indicacin provisional de que

    existen actos comunicativos que se caracterizan por otras refe

    rencias al mundo y que van vinculados a unas pretensiones de

    validez

    que no son las mismas

    que las de las emisiones o mani

    festaciones constatativas.

    Las emisiones o manifestaciones que llevan asociadas preten

    siones de rectitud normativa o de veracidad subjetiva, de forma

    similar a como otros actos llevan asociada una pretensin de

    verdad proposicional o de eficiencia, satisfacen el requisito esen

    cial para la racionalidad: son susceptibles de fundamentacin y

    de crtica. Esto vale incluso para un tipo de manifestaciones que

    no estn provistas de una pretensin de validez claramente deli

    mitada, es decir, para las manifestaciones o emisiones evaluati-

    vas,

    las cuales ni son simplemente expresivas, ni se limitan a

    expresar un sentimiento o una necesidad meramente privados, ni

    tampoco apelan a una vinculacin de tipo normativo, esto es,

    tampoco han de conformarse a una expectativa generalizada de

    34

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

    37/112

    comportamiento. Y, sin embargo, para tales man ifesaciones o

    emisiones evaluativas pueden existir buenas razones. Su deseo

    de irse de vacaciones, su preferencia por un paisaje otoal, su

    rechazo del servicio militar, la envidia que le producen los cole

    gas,

    pue de el agente justificarlas a nte un crtico recurr ien do a

    juicios de valor. Los estndares de valor ni tienen la universali

    dad de normas intersubjetivamente reconocidas ni tampoco son

    absolutamente privados. En cualquier caso, distinguimos entre

    un uso racional y un uso irracional de esos estndares con que

    los miembros de una comunidad de cultura y de una comunidad

    de lenguaje interpretan sus necesidades. Es lo que explica R.

    N orm an con el siguiente ejemplo: Desear simplemente una

    taza de lodo es irracional porque es menester alguna razn ms

    para desearla. Desear una taza de lodo porque uno desea aspirar

    su rico olor a ro es racional. No se necesita ninguna razn ms

    para desear gozar de su rico olor a ro, ya que caracterizar lo

    que se desea como "gozar de su rico olor a ro" significa dar

    una razn aceptable para desearlo, y, por tanto, ese deseo es

    racional

    26

    .

    Los actores se comportan racionalmente mientras utilicen pre

    dicados tales como sabroso, atractivo, chocante, repugnante, etc.,

    de modo que los otros miembros de su mundo de la vida puedan

    reconocer bajo esas descripciones sus propias reacciones ante si

    tuaciones parecidas. Cuando, por el contrario, utilizan estndares

    de valor de forma tan caprichosa que ya no pueden contar con

    la comprensin dimanante de la comunidad de cultura, se estn

    comportando idiosincrticamente. Entre esas evaluaciones pri

    vadas puede haber algunas que tengan un carcter innovador.

    Mas stas se distinguen por su autenticidad expresiva, por ejem

    plo,

    por la clarida d de forma, po r la forma esttica, de un a o bra

    de arte. Las manifestaciones idiosincrticas siguen, por el con

    trario, patrones rgidos. Su contenido semntico no nos resulta

    accesible a travs de la fuerza del discurso potico o de la con

    figuracin creadora, y tiene solamente un carcter privatista. El

    espectro de tales manifestaciones abarca desde tics sin importan

    cia, como la preferencia por el olor de las manzanas podridas,

    hasta sntomas de inters clnicos, como, por ejemplo, las reaccio-

    26

    R. NORMAN,

    Reasons for Actions,

    Nueva York, 1971, 63 ss.; NORMAN

    discute (65 ss.) el status de las expresiones evaluativas que, por su signi

    ficado en parte descriptivo y en parte evaluativo, han sido llamadas por

    autores como Hare y Nowell-Smith Januswords.

    35

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

    38/112

    ns de terror ante los espacios abiertos. Quien trate de dar razn

    de sus reacciones libidinosas ante las manzanas podridas refi

    rindose a su olor seductor, abisal, embriagador; quien

    trate de explicar sus reacciones de pnico ante los espacios abier

    tos refirindose a su vaco paralizante, plmbeo, vertiginoso,

    apenas si podr ser entendido en los contextos cotidianosde la

    mayora de las culturas. Para estas reacciones percibidas como

    aberrantes no basta la fuerza justificatoria de los valores cultu

    rales aducidos. Estos casos lmite no hacen ms que confirmar

    que tambin las tomas de partido y las modalidades de deseos

    y sentimientos que pueden expresarse en juicios de valor guardan

    una relacin interna con razones y argumentos. Quien en sus ac

    titudes y valoraciones se comporta en trminos tan privatistas

    que no puede explicar sus reacciones ni hacerlas plausibles ape

    lando a estndares de valor, no se est comportando racional

    mente.

    Podemos decir, en resumen, que las acciones reguladas por

    normas, las autopresentaciones expresivas y las manifestaciones

    o emisiones evaluativas vienen a completar los actos de habla

    constatativos para configurar una prctica comunicativa que so

    bre el trasfondo de un mundo de la vida tiende a la consecu

    cin, mantenimiento y renovacin de un consenso que descansa

    sobre el reconocimiento intersubjetivo de pretensiones de validez

    susceptibles de crtica. La racionalidad inmanente a esta prctica

    se pone de manifiesto en que el acuerdo alcanzado comunicativa

    mente ha de apoyarse en ltima

    instancia

    en razones Y la racio

    nalidad de aquellos que participan en esta prctica comunicativa

    se mide por su capacidad de fundamentar sus manifestaciones o

    emisiones en las circunstancias apropiadas La racionalidad in

    manente a la prctica comunicativa cotidiana remite, pues, a la

    prctica de la argumentacin como instancia de apelacin que

    permite proseguir la accin comunicativa con otros medios cuan

    do se produce un desacuerdo que ya no puede ser absorbido por

    las rutinas cotidianas y que, sin embargo, tampoco puede ser de

    cidido por el empleo directo, o por el uso estratgico, del poder.

    Por eso pienso que el concepto de racionalidad comunicativa,

    que hace referencia a una conexin sistemtica, hasta hoy toda

    va no aclarada, de pretensiones universales de validez, tiene que

    ser adecuadamente desarrollado por medio de una teora de la

    argumentacin.

    36

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

    39/112

    Llamo argumentacin

    al

    tipo

    de

    habla

    en que los

    part icipan

    tes tematizan las pretensiones de validez que se hanvueltodu

    dosas

    y

    tratan

    de

    desempearlas

    o de

    recusarlas

    por

    medio

    de

    argumentos.

    Una

    argumentacin

    contiene razones

    que

    estn

    co

    nectadas

    de

    forma sistemtica

    con la

    pretensin de validez

    de

    la manifestacin o emisin problematizadas. La fuerza de una

    argumentacin

    se

    mide

    en un

    contexto dado

    por la

    pertinencia

    de

    las

    razones. Esta

    se

    pone

    de

    manifiesto, entre otras cosas,

    en

    si

    la

    argum entacin

    es

    capaz

    de

    convencer

    a los

    part icipantes

    en

    un discurso, esto

    es, en si es

    capaz

    de

    mo tivarlos

    a la

    aceptacin

    de

    la

    pretensin

    de

    validez

    en

    litigio. Sobre este trasfondo pode

    mos juzgar tambin

    de la

    racionalidad

    de un

    sujeto capaz

    de

    lenguaje

    y de

    accin segn

    sea su

    comportamiento, llegado

    el

    caso,

    como part icipante

    en una

    argum entacin: Cualquiera

    que

    participe

    en una

    argumentacin demuestra

    su

    racionalidad

    o su

    falta

    de

    ella

    por la

    forma

    en que

    acta

    y

    responde

    a las

    razones

    que se leofrecen en pro o en contra de lo queest en litigio.Si

    se muestra abierto

    a los

    argumentos ,

    o

    bien reconocer

    la

    fuerza

    de esas razones,

    o

    tratar

    de

    replicarlas,

    y en

    ambos casos

    se

    est enfrentando

    a

    ellas

    de

    forma racional. Pero

    si se

    muestra

    sordo a los argumentos, o ignorar las razones en contra, o las

    replicar

    con

    aserciones dogmticas.

    Y ni en uno ni en

    otro

    caso estar enfrentndose racionalmente

    a las

    cuestiones

    27

    .

    A la

    susceptibilidad

    de

    fundam entacin

    de las

    emisiones

    o

    manifesta

    ciones racionales responde,

    por

    parte

    de las

    personas

    que se

    comportan racionalmente,

    la

    disponibilidad

    a

    exponerse

    a la

    cr

    tica

    y, en

    caso necesario,

    a

    participar formalmente

    en

    argumen

    taciones.

    En virtud

    de esa

    susceptibilidad

    de

    crtica,

    las

    manifestacio

    nes

    o

    emisiones racionales

    son

    tambin

    susceptibles

    de

    correc

    cin.

    Podemos corregir

    las

    tentativas fallidas

    si

    logramos identi

    ficar

    los

    errores

    que

    hemos cometido.

    El

    concepto

    de

    fundamen

    tacin

    va

    ntimamente unido

    al de

    aprendizaje. Tambin

    en los

    procesos de aprendizaje juega la argumentacin un papel impor

    tante. Llamamos, ciertamente, racional

    a una

    persona

    que en el

    mbito

    de lo

    cognitivo-instrumental expresa opiniones fundadas

    y acta

    con

    eficiencia; slo

    que esa

    racionalidad permanece con

    tingente si no va a su vezconectada a la capacidad de aprender

    27

    St.

    TOULMIN,

    R.

    RIECKE,

    A.

    )ANIK, An Introduction to Reasoning,

    Nuev* York, 1979, 13.

    37

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    de los desaciertos, de la refutacin de hiptesis y del fracaso de

    las intervenciones en el mundo

    El medio en que estas experiencias negativas pueden elabo

    rarse productivamente es el

    discurso terico,

    es decir, la forma

    de argumentacin en que se convierten en tema las pretensiones

    de verdad que se han vuelto problemticas. En el mbito prc

    tico-moral ocurre algo parejo. Llamamos racional a una persona

    que puede justificar sus acciones recurriendo a las ordenaciones

    normativas vigentes. Pero sobre todo llamamos racional a aqul

    que en un conflicto normativo acta con lucidez, es decir, no

    dejndose llevar por sus pasiones ni entregndose a sus intereses

    inmediatos, sino esforzndose por juzgar imparcialmente la cues

    tin desde un punto de vista moral y por resolverla consensual-

    mente. El medio en que puede examinarse hipotticamente si una

    norma de accin, est o no reconocida de hecho, puede justifi

    carse imparcialmente, es eldiscurso prctico, es decir, la forma

    de argumentacin en que se convierten en tema las pretensiones

    de rectitud normativa

    En Etica filosfica no puede darse en modo alguno por sen

    tado que las pretensiones de validez asociadas a las normas de

    accin, pretensiones en que se basan los preceptos y normas de

    accin, puedan desempearse de forma discursiva, anlogamente

    a como puede hacerse con las pretensiones de verdad. Pero en

    ia vida cotidiana nadie se pondra a argumentar moralmente si

    no partiera intuitivamente del supuesto, bien fuerte por cierto,

    de que en el crculo de los afectados puede llegarse en principio

    a un consenso fundado Y a mi entender, esto es algo que se

    sigue de forma conceptualmente necesaria del

    sentido

    de las pre

    tensiones de validez normativas Las normas de accin se pre

    sentan en su mbito de validez con la pretensin de expresar, en

    relacin con la materia necesitada de regulacin, un intersco

    mn a todos los afectados y de merecer por ello un reconoci

    miento general; de ah que las normas vlidas, en condiciones

    que neutralicen cualquier otro motivo que no sea el de la bs

    queda cooperativa de la verdad, tienen en principio que poder

    encontrar tambin el asentimiento racionalmente motivado de

    todos los afectados

    28

    En este saber intuitivo nos estamos apo

    yando siempre que argumentamos moralmente. En estas presupo-

    28

    Cfr. A. R. WHITE, Truth, Nueva York, 1970, 57 ss.; G. PATZIG,

    Tatsachen, Normen, Stze, Stuttgart, 1981.

    38

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    siciones tienen sus races el moral point of view

    29

    . Mas esto no

    significa an que esa intuicin de los legos tambin pueda en

    efecto justificarse reconstructivamente; con todo, yo me inclino

    por mi parte, en esta cuestin bsica de teora tica, a una posi

    cin cognitivista, segn la cual las cuestiones prcticas pueden

    en principio decidirse argumentativamente

    3 0

    . Ciertamente que

    esta posicin slo podr ser defendida con alguna perspectiva

    de xito si no asimilamos precipitadamente los discursos prcti

    cos,

    que se carac terizan p or su referencia a las necesid ades in

    terpretadas de los afectados en cada caso, a los discursos teri

    cos,

    que se refieren a las experien cias inte rpre tada s de un

    obser

    vador.

    Ahora bien, no solamente existe un medio reflexivo para el

    mbito cognitivo-instrumental y para el prctico-moral, sino tam

    bin para las manifestaciones de valor aprendidas en su cultu-

    sivas.

    Llamamos racional a una persona que interpreta sus necesi

    dades a la luz de los estndares de valor aprendidos en su cultu

    ra; pero sobre todo, cuando es capaz de adoptar una actitud

    reflexiva frente a los estndares de valor con que interpreta sus

    necesidades. Los valores culturales, a diferencia de las normas

    de accin, no se presentan con una pretensin de universalidad.

    Los valores son a lo sumo candidatos a interpretaciones bajo las

    29

    K.

    BAIER, The Moral Point of View,

    Ithaca, 1964.

    30

    Cfr. J. RAWLS,

    A Theory of Justice,

    Oxford, 1973; sobre Rawls:

    O. HOFFE (ed.), ber J. Rawls Theorie der Gerechtigkeit, Francfort, 1977;

    J.

    RAWLS,

    The Kantian Constructivism in Moral Teory, /.

    Phil., 11,

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    Francfort, 1975; sobre el

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    Apriori der Kommunikationsgemeinschaft und die Grundlagen der Ethik,

    en ID.,

    La transformacin de la Filosofa,

    II , M adrid , 1985, 341-413; ID .,

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    scher Normen, en ID. (ed.), Sprachpragmatik und Philosophie, Francfort,

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    Pader

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    Universalisierung in der Ethik,

    Francfort, 1980.

    R. HEGSELMAMN, Normativitt und Rationalitt, Francfort, 1979.

    39

  • 8/9/2019 Habermas, Jrgen (1999), Introduccin, Accesos a La Problemtica de La Racionalidad , En Teora de La Accin Comunicativa I

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    que un crculo de afectados puede, llegado el caso, describir

    un inters comn y normarlo. El halo de reconocimiento inter