Congreso discute la posibilidad de un hábitat asequible y sostenible Claridad en la Nación Cándida Cotto/Especial para Claridad ccotto@claridadpuertorico.com

Bajo la expectativa de que la actual crisis financiera hipotecaria se convierta en una salida de acceso de la población a la vivienda y a la ciudad, en lugar de que sea sólo una salida financiera, finalizó el 52do. Congreso Mundial de la Federación Internacional de Planificación y Vivienda, cuyo tema fue: “Vivienda, más allá de sus paredes: Planificando para un Hábitat Asequible y Sostenible”, celebrado hace unos días en San Juan, Puerto Rico. El Departamento de la Vivienda de Puerto Rico formó parte del Comité Organizador del evento.

El arquitecto ecuatoriano Fernando Carrión Mena, quien sirvió de relator final señaló en entrevista exclusiva con CLARIDAD que la amplia participación al evento permitió ofrecer una visión representativa de la problemática de la vivienda en el mundo y que la crisis financiera hipotecaria fue un tema central en todos los foros. En la actividad, que contó con representación de 23 países repartidos entre los continentes de África, Europa y América Latina, se presentaron cerca de 99 ponencias.

Sobre la crisis financiera relacionada con la vivienda, Carrión Mena, quien es coordinador del Programa de Estudios de la Ciudad y ex director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Quito, Ecuador, indicó que la aspiración no debería ser resolver el problema financiero, sino que se convierta en una salida a muchos de los problemas de vivienda.

En busca de esa salida un tema central en el evento fue la discusión de modelos de financiación y la necesidad de vivienda. Una herramienta generalizada en la financiación -según indicó- son los bonos, como un subsidio que el estado entrega a aquellas personas más necesitadas: presupuestos dirigidos a políticas de servicios como agua, luz, transporte, más que dirigirlos a la vivienda. Anotó que la subvención de estos servicios conduce a la producción en la zona urbana y por supuesto los incentivos a la habitación, es decir vivienda. En términos del sector privado está la modalidad de los créditos a las empresas que dirigen los recursos no hacia la compra sino hacia la renta. Al encarar al entrevistado en cómo los arquitectos y planificadores (que fueron la mayoría de los participantes en el Congreso) pueden atender la situación de desplazamiento de comunidades pobres en las zonas urbanas para nueva vivienda de altos ingresos, dijo que la única posibilidad es el subsidio, ya sea en forma de préstamo o directo. Partiendo de la experiencia de su país, el arquitecto explicó cómo es que se llega a producir estas circunstancias. Hay tres lugares donde se produce vivienda: Primero, la periferia de la ciudad donde se produce vivienda nueva. Segundo, la vivienda en lotes que ya tienen servicios. Este segundo nivel tiene un intermedio que es el mejoramiento de la vivienda, es decir reparar problemas de techo, ampliación etc. El tercero es la rehabilitación de vivienda en los centros históricos. “El problema que hay en los barrios urbanos de América Latina es que con ello está siendo expulsada mucha población, frente a eso lo que está ocurriendo es la gentrificación, que es básicamente cambiar la población de bajos ingresos por una de altos ingresos de tal manera que hoy en día se está vaciando la población (es decir, la pobre) y cambiando el contenido social de la población”.

Dijo que el centro histórico de Quito tiene el mismo problema y que la única posibilidad es el subsidio. En su país la actividad de la vivienda responde una parte a capital privado y otra es municipal. “En los dos casos, el efecto es el mismo porque en la medida que se invierte en los centros históricos la tierra sube de precio, el precio de la vivienda, del alquiler, o de ambos, sube y las personas no pueden soportar la presión del mercado. En los últimos 15 años Quito perdió el 44% de la población por la misma inversión privada”.“Es muy complicado porque en los centros históricos la mayoría de las familias que viven trabajan en el centro, si se desplazan pierden su trabajo”. A esta contradicción se suma otra más profunda, y es que la vivienda es un derecho y una mercancía, que tiene un costo de producción y tiene un precio de venta. “El papel del estado es cómo la procesa, subsidio, suelo, transporte, ésa es la única posibilidad. La vivienda, la educación, la salud son derechos. El problema está en que hay un derecho universal a un bien, pero que ese derecho se produce bajo el ala privada. El rol del estado es garantizarlo, cómo lo hace con subsidio, empleo, producción de vivienda”. En esa orientación apuntó que en términos de contenido, en el Congreso se reconoció que: “Producir vivienda sin producir ciudad no tiene ningún sentido; en otras palabras, juntar una cantidad muy grande de viviendas sin transportación no tiene sentido. Una altísima densidad en espacios muy pequeños donde no hay espacios públicos, ahí no se produce ciudad, se producen artefactos que les podemos llamar viviendas, pero no se produce ciudad”. En esa concepción, los pobres no pueden estar fuera de la ciudad. “El derecho a la vivienda es uno universal, uno público, que va de la mano con otro derecho que es el derecho a la ciudad y obviamente hay que poner servicios, transporte, espacios públicos, mobiliario, etc.”. Al colocar en el contexto actual el problema de la vivienda, el Congreso definió que el asunto se ve como un problema político, por lo que su salida dependerá de la voluntad política que exista, las salidas deberán ser particulares, pero a su vez para todo el planeta, considerando que es un derecho universal.