Hacia la Poetica de la Negacion la Generacion del 27

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Política, religión y poder: la literatura como arma intelectual Navarrete Navarrete, María Teresa (2011): “Hacia la poética de la negación: La generación del 27 como pieza del proceso de modernización de España de Ortega y Gasset”, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201. HACIA LA POÉTICA DE LA EGACIÓ: LA GEERACIÓ DEL 27 COMO PIEZA DEL PROCESO DE MODERIZACIÓ DE ESPAÑA DE ORTEGA Y GASSET MARÍA TERESA NAVARRETE NAVARRETE UNIVERSIDAD DE CÁDIZ 1.- Introducción “Una inspiración idéntica, un mismo estilo biológico, pulsa en las artes más diversas” (2007: 46), escribió Ortega y Gasset en las primeras páginas de la Deshumanización del arte. Esta afirmación no es superficial ya que Ortega y Gasset con este ensayo edificó un verdadero templo teórico-estético cuyos postulados intentarían llegar a ser el estilo biológico de la generación poética del 27. Bajo la creencia de que las construcciones sociales no son espontáneas, Ortega y Gasset se propuso dirigir la política española de principios del siglo XX desde su ideario renovador. De este modo, el arte al ser declarado una pieza más del formante social de aquella España, necesitaba reorganizarse de acuerdo a la modernidad. Así, “se acerca el tiempo en que la sociedad, desde la política al arte, volverá a organizarse” (Ortega y Gasset, 2007: 48). Al igual que la organización de la sociedad no se produce de manera espontánea, tampoco se formulan ingenuamente los criterios que la ordenan. En este sentido, el influjo del movimiento fenomenológico junto a la

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Análisis de la obra de José Ortega y Gasset y la Generación del 27 en España

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  • Poltica, religin y poder: la literatura como arma intelectual

    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de

    Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

    HACIA LA POTICA DE LA EGACI:

    LA GEERACI DEL 27 COMO PIEZA DEL PROCESO DE

    MODERIZACI DE ESPAA DE ORTEGA Y GASSET

    MARA TERESA NAVARRETE NAVARRETE

    UNIVERSIDAD DE CDIZ

    1.- Introduccin

    Una inspiracin idntica, un mismo estilo biolgico, pulsa en las

    artes ms diversas (2007: 46), escribi Ortega y Gasset en las primeras

    pginas de la Deshumanizacin del arte. Esta afirmacin no es superficial

    ya que Ortega y Gasset con este ensayo edific un verdadero templo

    terico-esttico cuyos postulados intentaran llegar a ser el estilo biolgico

    de la generacin potica del 27. Bajo la creencia de que las construcciones

    sociales no son espontneas, Ortega y Gasset se propuso dirigir la poltica

    espaola de principios del siglo XX desde su ideario renovador. De este

    modo, el arte al ser declarado una pieza ms del formante social de aquella

    Espaa, necesitaba reorganizarse de acuerdo a la modernidad. As, se

    acerca el tiempo en que la sociedad, desde la poltica al arte, volver a

    organizarse (Ortega y Gasset, 2007: 48).

    Al igual que la organizacin de la sociedad no se produce de manera

    espontnea, tampoco se formulan ingenuamente los criterios que la ordenan.

    En este sentido, el influjo del movimiento fenomenolgico junto a la

  • Cuadernos de Aleph, 2011

    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

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    canalizacin que Ortega y Gasset realiz del mismo en Espaa fueron

    decisivos (Rodrguez, 2001: 243). Los criterios que deban organizar el Arte

    Nuevo deshumanizacin, evasin de las formas vivas, hacer de la obra de

    arte nicamente obra de arte, su ingrediente ldico, la desrealizacin y la

    intrascendencia (Ortega y Gasset, 2007: 54) provienen directamente de la

    fenomenologa. Este movimiento filosfico persegua llegar hasta la esencia

    de las cosas. Para ello era necesario desprenderse de cualquier aspecto

    subjetivo humano de los objetos y obviar las formulaciones prejuiciosas,

    las convenciones con las que el hombre las haba reducido para facilitar su

    comprensin. Si esto se consiguiera, el acceso del ser humano al mundo de

    los objetos sera puro, esencial. Sin embargo, este procedimiento de acceder

    a la realidad, que propona la teora fenomenolgica, deba trasladarse al

    mbito artstico cuyos productos tenan que materializar lo esencial de la

    realidad. El proceso de materializar lo esencial encuentra en la literatura un

    obstculo que le es propio: el lenguaje. El lenguaje al definirse segn la

    convencin de su cdigo debe ser manipulado de una forma especial para

    que pueda servir como andamiaje del producto artstico fenomenolgico.

    De este modo, si Ortega y Gasset en la primera parte de la

    Deshumanizacin de Arte se dedicaba a defender la necesidad de

    renovacin en el campo esttico de acuerdo con la fenomenologa, en la

    segunda parte publicada un ao ms tarde en la Revista de Occidente1, se

    detendr en determinar cules son esos modos de manipulacin estticos y

    lingsticos del Arte Nuevo. De acuerdo con lo anteriormente expuesto,

    nuestro propsito en este trabajo es examinar los procedimientos tericos

    que propone Ortega y Gasset, para despus estudiar la influencia de stos en

    los dos actos generacionales del 27: el homenaje a Gngora y la Antologa

    de Gerardo Diego.

    1 Lo primero que dio la luz de la Deshumanizacin del Arte, es la primera parte que se public en el Diario El Sol en 1924. Un ao ms tarde, en 1925, completa, en La Revista de Occidente.

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    2.- Hacia la construccin de un lenguaje potico fenomenolgico

    Para Ortega y Gasset la construccin de metforas es la mayor

    capacidad del ser humano: La metfora es probablemente la potencia ms

    frtil que el hombre posee (2007: 69). La pregunta que subyace a esta idea

    es fcil de imaginar: cul es el poder que posee la metfora? Segn Ortega

    y Gasset, el resto de las capacidades o potencias del ser humano, si

    utilizamos el trmino orteguiano, se mantienen circunscritos a la realidad, a

    lo que ya es, a lo que viene dado. Sin embargo, la metfora se construye a

    partir de materiales de la realidad, pero el fruto resultante proviene de lo

    imaginario. Dicho de otra forma, no existira la metfora si nicamente se

    construyera en el mbito de la realidad. Es decir, la metfora necesita de la

    imaginacin, slo con la realidad no basta.

    Ahora bien, por qu el hombre desplaza la realidad a favor de lo

    imaginario? Para Ortega y Gasset este interrogante es de fcil solucin. La

    metfora tendra como objetivo: suplantar una cosa por la otra, no tanto por

    afn de llegar a sta como por el empeo de rehuir de aqulla. La metfora

    escamotea un objeto enmascarndolo con otro, y no tendra sentido si no

    viramos bajo ella un instinto que induce al hombre a evitar realidades

    (2007: 69). De esta forma, las metforas se utilizaran para desligarse, huir o

    evitar la realidad.

    Ortega y Gasset sustenta esta tesis en las teoras del psiclogo Heinz

    Werner que sita el origen de la metfora en el tab. Esta referencia de

    Ortega y Gasset a Werner no es inocente. Las aportaciones de Werner sobre

    la metfora no se desarrollan en el campo esttico, sino en el terreno de la

    lingstica antropolgica. Una de las formas que el ser humano posee para

    enfrentarse a la realidad es la denominacin. El lenguaje ocupa un lugar

    fundamental en la constitucin del pensamiento, ya que ste se expresa

    mediante estructuras lingsticas. En este punto, debemos tener en cuenta la

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    tesis de Eugenio Coseriu (1985: 206) que defina el lenguaje como la

    objetivacin de contenidos intuitivos de la conciencia. De este modo, el

    lenguaje y el ser humano se interrelacionan mediante un vnculo

    insoslayable. Por un lado, el lenguaje no es nada en s, si no repercute, si no

    es utilizado por el hombre. Y el ser humano necesita del lenguaje para

    expresar su estado psquico. Esto implica que es el ser humano el que crea el

    lenguaje, y de manera consecuente, el que recrea el mundo. Visto esto,

    volvemos a Werner2. Segn el psiclogo alemn, hay realidades que para el

    ser humano resultan anmalas o incmodas. Pensemos, por ejemplo, en las

    catstrofes naturales. Para denominar aquellos fenmenos desagradables

    para el hombre, el lenguaje que se relaciona directamente con la psiquis

    humana recoge tambin este efecto de renuncia. Por ello, la denominacin

    no se construye desde la revelacin de la realidad, sino desde su ocultacin.

    As, la necesidad de evitar una realidad de la que, por otra parte, no se puede

    prescindir, ocasionara que el ser humano utilizara la metfora como un

    modo indirecto de referirse a una realidad, a la que no se quiere aludir, pero

    que irremediablemente forma parte del ser humano. Dicho de otra forma, la

    realidad terrible se nombra, pero con una forma velada. Sustentndose en

    estas tesis de raz puramente antropolgica, Weber asimila el origen de la

    metfora al tab. Y, Ortega y Gasset, recoge esta tesis y la aplica al campo

    esttico-literario.

    Ortega y Gasset seala las dos funciones de la metfora. El primer

    uso se vincula con la ejecucin metafrica en la retrica tradicional. Segn

    Ortega y Gasset, la metfora servira para ennoblecer o decorar el objeto

    real. Es decir, la metfora vendra a sumar caractersticas al conocimiento

    que se tiene de lo real. Por ello, la metfora sera ornamento potico. En el

    segundo de sus usos, la metfora servira para rebajar y vejar la realidad. Al

    poeta nuevo ya no le interesara la realidad dada, sino buscar la esencialidad 2 En el recorrido terico sobre el planteamiento del concepto de tab de Heinz Werner nos basamos en los trabajos de Karl Bhler, Teora del lenguaje, Madrid, Alianza, 1985 y de Mariana Mercenario, La metfora como evasin del poder, en Discurso y persuasin, Mxico, UNAM, 2003, pp. 125-142.

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    de la realidad, construir otra realidad sobre la realidad primigenia. As, la

    metfora ya no se concebira como ornamento sino como otra nueva

    realidad, como sustancia. Ortega y Gasset afirma: El ara lrica se revuelve

    contra las cosas naturales y las vulnera o asesina. [] Se procura eliminar el

    sostn extrapotico o real y se trata de realizar la metfora, hacer de ella la

    res potica (2007: 70). Esto llev al filsofo espaol a definir la nueva

    poesa como el lgebra de las metforas (2007: 78).

    En esta categorizacin de las funciones de la metfora a tenor de la

    tradicin y el Arte Nuevo, subyacen, de nuevo, las ideas de Werner,

    aplicando, otra vez, categoras antropolgicas a categoras artsticas. Werner

    distingue tambin dos funciones de la metfora segn los tipos de

    civilizacin. Si contemplamos civilizaciones nmadas, la metfora

    nicamente se desarrollar en el terreno de la denominacin. Esto se debe a

    que estamos ante una forma de civilizacin primera en el que se presenta

    un metaforismo real muy formado con capacidad de representacin, pero

    con una capacidad de comparacin verbal poco desarrollada (Bhler, 1985:

    397). Por el contrario, si atendemos a civilizaciones sedentarias la metfora

    servira como una autoproteccin intelectual del individuo (Bhler, 1985:

    397), ya que est funcionando como tab. Junto a esto, Werner advierte que

    a medida que la civilizacin sedentaria se desarrolle la metfora, entendida

    como tab, ir perdiendo peso a favor de la metfora entendida como irona.

    Esto se explica porque la civilizacin poco a poco va perdiendo su forma de

    enfrentarse a la realidad oculta de forma contenida, y se enfrenta a ella

    mediante la risa.

    Como vemos, la categorizacin presentada por Werner resuena en la

    de Ortega y Gasset. La civilizacin nmada se compara con la tradicin

    literaria, y la civilizacin sedentaria desarrollada, modernizada se vincula

    con el Arte Nuevo. Si avanzamos algunas pginas de la Deshumanizacin

    del arte, las similitudes prosiguen. Nos referimos concretamente al apartado

    Irnico destino (2007: 79-81). Ortega y Gasset aprecia en estas pginas

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    ciertas consecuencias de la desrealizacin puesta en prctica por el Arte

    Nuevo:

    La primera consecuencia que trae consigo ese retraimiento del arte sobre s mismo es quitar a ste todo patetismo. En el arte cargado de humanidad repercuta el carcter grave anejo a la vida. Era una cosa muy seria el arte, casi hiertica. A veces pretenda no menos que salvar a la especie humana []. Ahora bien, no puede menos de extraar a quien para en ello mientes que la nueva inspiracin es siempre, idefectiblemente, cmica. [] La comicidad ser ms o menos violenta y correr desde la franca clownera hasta el leve guio irnico, pero no falta nunca. Y no es que el contenido de la obra sea cmico esto sera recaer en un modo o categora del estilo humano, sino que, sea cual fuere el contenido el arte mismo se hace broma (2007: 79).

    Otro instrumento para conseguir la deshumanizacin en el arte, sera

    adoptar un cambio de perspectiva sobre las jerarquas que ordenan el

    mundo. Estamos de acuerdo en que los elementos del mundo se encuentran

    ordenados: habr cosas que nos parezcan importantes y otras que no. Ahora

    bien, esa jerarqua se realiza segn unos parmetros. Ortega y Gasset lo que

    propone es invertir esos parmetros de modo que el arte muestre en primer

    plano los mnimos sucesos de la vida o, dicho de otra forma, que el arte no

    muestre en un primer plano al hombre, ya que ste era el elemento que

    gozaba de una mayor atencin en el arte tradicional. En pginas posteriores,

    Ortega y Gasset finalmente afirmar que la verdadera funcin de este

    cambio de jerarquas en el modo de concebir el mundo prescindiendo de lo

    humano es concebir el arte nicamente como arte.

    Como vemos, Ortega y Gasset lo que persigue caracterizando los

    instrumentos estticos que le son afines al Arte Nuevo es invitar a los

    jvenes artistas a practicar un arte que se fugue de lo real, de lo natural y, en

    definitiva, de lo humano. La pregunta que podramos hacernos en este punto

    es: por qu Ortega y Gasset propone la desrealizacin de la realidad como

    va de acceder a ella? Ortega y Gasset advierte lo siguiente:

    La relacin de nuestra mente con las cosas consiste en pensarlas, en formarse ideas de ellas. En rigor, no poseemos de la realidad, sino las ideas que de la realidad nos hayamos formado. [] Pensar es el afn de captar mediante ideas la realidad; el movimiento espontneo de la mente va de los conceptos al mundo. Pero es el caso que entre la idea y la cosa

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    hay siempre una absoluta distancia. Lo real rebosa siempre del concepto que intenta contenerlo (2007: 72).

    Visto as, la representacin de la realidad sera un esfuerzo vano, ya

    que el acceso a lo real siempre se produce mediante la va del concepto, de

    la irrealidad. Sabiendo esto, el Arte Nuevo deba concentrar sus esfuerzos

    no en lo que el concepto representa, sino en el concepto mismo.

    A lo largo de este trabajo de Ortega y Gasset, se puede percibir una

    dicotoma constante en la que el arte tradicional se enfrenta con el Arte

    Nuevo. De esta forma, las frmulas estticas propias del arte tradicional el

    uso de la metfora como medio de exaltacin de la realidad, la creencia en

    los asuntos propios del hombre como mxima preocupacin artstica o el

    esfuerzo por captar la realidad sern las que el Arte Nuevo debe despreciar

    si quiere diferenciarse, individualizarse y constituirse como nuevo. Por

    tanto, no es extrao que uno de los ltimos apartados de La

    deshumanizacin del arte se consagre a la Influencia negativa del pasado

    (2007: 75-79). En l, Ortega y Gasset distingue modos de ser artista. De un

    lado, el artista puede ser positivo y sentirse afn con las formas artsticas del

    pasado. Su obra perseguir, por tanto, hermanarse con la tradicin,

    perfeccionarla. El artista encontrar voluptuosidad instalndose en el molde

    de las convenciones al uso y repitiendo algunos de sus consagrados gestos.

    De otro lado, el artista puede ser negativo y as el artista no convergir con

    el arte tradicional, vigente, gobernante. De esta forma, producir una obra

    distinta de las recibidas, y encontrar voluptuosidad dando a esa obra un

    carcter agresivo contra las normas prestigiosas.

    Ortega y Gasset resume mediante la dualidad del artista positivo y el

    artista negativo las dos formas de enfrentarse al arte. Aunque la

    construccin crtica por oposicin suele ser insuficiente, Ortega y Gasset se

    acoge a las dos grandes corrientes que han dominado el devenir artstico

    desde el Renacimiento. Si se permite la terminologa lingstica, una de

    ellas aparece como la corriente no marcada, ya que es utilizada por la gran

  • Cuadernos de Aleph, 2011

    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

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    mayora, que mantiene el canon de la representacin realista, es decir, los

    cdigos de verosimilitud vigente. Con esto no queremos decir que esta

    representacin sea siempre la misma y que se muestre inmvil, sino que ms

    bien dentro de cierta variacin mantiene los cdigos realistas de la

    representacin clsica. Por otro lado, aparece la corriente marcada, la que

    est definida ideolgicamente y formalmente, y que por su transgresin o

    disidencia para con las formas de representacin clsica siempre es

    cuestionada por la corriente mayoritaria. En el caso de la poesa, la disputa

    entre estas dos formas de entender la representacin del mundo realista y

    mimtica frente a la idealista y utpica se presentan de una forma mucho

    ms diferenciada.

    Ortega y Gasset se aferra a esta construccin terica y coloca

    estratgicamente a los jvenes poetas en la lnea de la potica de la

    negacin. La eleccin de Ortega y Gasset no es balad. Al situar la esttica

    del Arte Nuevo en el terreno de la negacin provoca, al menos, dos efectos.

    El primero de ellos, es encaminar a los jvenes poetas, como dira Bourdieu

    (1983: 119-126), a una posicin privilegiada dentro del campo literario.

    Como bien sealaba Ortega y Gasset, el campo literario est compuesto por

    los autores dominantes de esttica conservadora, tradicional o clsica y

    por los autores disidentes de esttica alternativa, anti-artstica y, en

    definitiva, inconformistas con el arte reinante. Al definir el Arte Nuevo

    dentro de la posicin disidente consigue definir de lleno a una produccin

    en su comienzo difcil de ubicar en el ao 1925. As, La deshumanizacin

    del arte funciona como instrumento de legitimacin, como trampoln con el

    que conquistar la dominacin del campo literario. Por su parte, el segundo

    efecto de este trabajo de Ortega y Gasset surge por inercia del primero. Al

    ocupar el Arte Nuevo la lnea del inconformismo, inaugura la modernidad3

    3 En este punto, es indispensable aclarar qu se entiende por modernidad. La confusin entre modernidad, modernismo, modernism y vanguardia ha sido denunciada por muchos autores que han abogado por una urgente distincin de los trminos. Nos referimos particularmente a los trabajos de Calinescu (1977), Meschonnic (1988) o Anderson (2005). Empezaremos por la distincin del trmino modernism. Para ello, nos serviremos del

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    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de

    Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

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    de los aos veinte y treinta espaoles formando parte de los que bien

    delimit Octavio Paz como la tradicin de la ruptura (1974: 15-25).

    3.- Los actos generacionales del 27 bajo los presupuestos orteguianos

    Aunque no es lugar para examinar detalladamente la produccin del

    Arte Nuevo o, si preferimos la etiqueta triunfante en la historia de la

    literatura espaola, de la Generacin del 27, creemos que el magisterio de

    Ortega y Gasset es un hilo terico que conduce a estos poetas. Para exponer

    esta idea, analizaremos, al menos, las dos actas generacionales del 27: el

    homenaje a Gngora realizado con motivo del centenario de su muerte y la

    Antologa de Gerardo Diego.

    El homenaje de Gngora a pesar de estar rodeado de un ambiente

    festivo y juvenil, funciona a modo de reivindicacin, de defensa de un tipo

    determinado de escritura. Para los poetas de la generacin de 27, Gngora

    representa la innovacin dentro de la crcel rigurosa de la esttica barroca,

    el intento por recrearn de la realidad desautomatizando sus resortes. Esta

    volumen The Concept of Modernism de Astradur Eysteinsson. Aunque Eysteinsson recoge varias teoras explicando las distintas denotaciones de modernism, aludiremos a las dos ms utilizadas. De un lado, modernismo se considera el movimiento literario representado por Joseph Conrad, Henry James, T.S. Eliot, James Joyce, Marcer Proust De otro lado, modernism se identifica con modernidad. Al igual que ocurre con la primera acepcin dada de modernism, el modernismo tambin debe ser identificado con un movimiento especfico que, en este caso, se inicia en Hispanoamrica con el poeta Rubn Daro. Dejando estos dos trminos al margen, nos encontramos con los conceptos de modernidad y vanguardia. Si recurrimos a la frmula acuada por Paz la tradicin de la ruptura, la modernidad se contemplara como la gran tradicin minoritaria, compuesta por artistas aspirantes a formar parte del canon e innovadora por contrariar los presupuestos de la mmesis. Estaramos, entonces, ante una corriente que recorrera las distintas etapas literarias desde el Renacimiento al Romanticismo anglosajn y alemn, el simbolismo francs, el modernismo hispnico y la vanguardia. De esta forma, aunque modernidad y vanguardia no son conceptos que puedan ser sustituidos el uno por el otro, s creemos que existe entre ellos una relacin metonmica. Toda la modernidad no es vanguardista, pero la vanguardia es un movimiento plenamente moderno. A propsito de lo que venimos diciendo, Elsa Dehennin afirma (2009: 227): Por distintas que sean, las vanguardias son una parte constitutiva de la historia de la modernidad. Al radicalizarse en la poca de entregerras, las vanguardias se han marginado situndose en la periferia de la modernidad, fuera de ella o contra ella. El proclamado fin de las vanguardias no ha significado el fin de la modernidad.

  • Cuadernos de Aleph, 2011

    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

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    desautomatizacin gongorina encaja perfectamente con la desrealizacin

    expresiva a la que Ortega y Gasset aluda en su Deshumanizacin. De este

    modo, la presencia en Gngora de una direccin de renovacin, de

    complicacin metafrica y de desdn a los tpicos estticos tradicionales,

    convirtieron al autor barroco en un smbolo esttico al que revindicar y al

    que predicar con el ejemplo. Dejando al margen los actos programados en el

    homenaje, los trabajos crticos que los poetas de la generacin del 27

    dedicaron a Gngora resultan de especial inters. Entre los ms

    representativos podemos sealar los realizados por Dmaso Alonso,

    Gngora y el Polifemo; la conferencia de Federico Garca Lorca, La

    imagen potica de Luis de Gngora; el artculo Un escorzo de Gngora

    de Gerardo Diego; o la tesis doctoral de Guilln, entre otros. En ellos

    podemos observar que el propsito final de estos trabajos es reflexionar

    sobre la esttica propia de la generacin. Es decir, reflexionar sobre

    Gngora es reflexionar sobre los principios estticos a los que estos poetas

    jvenes queran aspirar. En este sentido, el artculo de Diego es

    especialmente ilustrativo. Al comentar el ltimo verso de la octava LIII de

    El Polifemo La playa azul de la persona ma, el poeta comenta el puro

    creacionismo del hiprbaton. As los trminos de la vanguardia se

    superponen en el lenguaje crtico para definir la esttica gongorina. El caso

    de Federico Garca Lorca resulta an ms claro. As en su conferencia La

    imagen potica de Luis de Gngora resuelve:

    Naturalmente, Gngora no crea sus imgenes sobre la misma Naturaleza, sino que lleva el objeto, cosa o acto a la cmara oscura de su cerebro, y de all salen transformados para dar el gran salto sobre el otro mundo con que se funden. Por eso su poesa, como no es directa, es imposible de leer ante los objetos de que habla. Gngora tiene un mundo aparte, como todo gran poeta. Mundo de rasgos esenciales de las cosas y diferencias artsticas (1994: 1240).

    Como no podra ser de otra forma, la presencia de Ortega y Gasset

    tambin aparece. El filsofo espaol dedic uno de sus artculos a leer la

    obra de Ortega y Gasset al mismo tiempo que el homenaje estaba

    fragundose. Nos referimos al texto Gngora 1627-1927.

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    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de

    Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

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    Desde el comienzo de su trabajo, Ortega y Gasset distingue dos

    modos de escritura diferentes de Gngora: el Gngora de las Soledades y el

    Gngora de las letrillas. Esta distincin se realiza aludiendo al

    suprarrealismo y la infrarrealismo. Si recordamos las definiciones

    anteriormente vistas en la Deshumanizacin del Arte, las Soledades al ser

    suprarrealistas, persiguen el afn de sustituir la realidad, de volar por encima

    de la realidad, recurriendo para ello a la metfora. Sin embargo, las letrillas

    tendrn predileccin por los mnimos sucesos de la vida, por ampliar la

    lupa, y utilizarn como medio para llevar a cabo este fin, la alteracin de las

    jerarquas. Del mismo modo, Lorca sintetiza las dos estticas gongorinas al

    modo orteguiano:

    Se habla de dos Gngora. El Gngora culto y el Gngora llanista. Las literaturas y los catedrticos lo dicen. Pero una persona con un poco de percepcin y sensibilidad, podr notar analizando su obra que su imagen siempre es culta. Aun en los romancillos ms fciles construye sus metforas y sus figuras de diccin con el mismo mecanismo que cumple en su obra genuinamente culta. Pero lo que pasa es que estn situadas en una ancdota clara o un sencillo paisaje, y en su obra culta estn ligadas a otras a su vez ligadas, de ah su aparente dificultad. (1994: 1249).

    Lo que parece claro por las apreciaciones de Lorca y Ortega y Gasset

    es que Gngora opera en estos dos extremos que casualmente resultan ser

    los espacios que Ortega y Gasset defini como deshumanizados, como

    puros. Queremos decir con esto, que Ortega y Gasset desde el principio de

    este trabajo explica la literatura de Gngora segn las pautas conceptuales

    de la Deshumanizacin del Arte, al igual que har la generacin del 27.

    De esta forma, Ortega y Gasset filia la poesa de Gngora con la

    recreacin y no con la creacin. En palabras de Ortega y Gasset, el trmino

    recreacin se empleara en el siguiente sentido:

    La poesa es eufemismo eludir el nombre cotidiano de las cosas, evitar que nuestra mente tropiece por su vertiente habitual, gastada por el uso, y mediante un rodeo inesperado ponernos ante el dorso nunca visto del objeto de siempre. La nueva denominacin, lo repristina y virginiza (1985: 144).

  • Cuadernos de Aleph, 2011

    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

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    De manera evidente, este afn evasivo que est presente en el

    concepto de recreacin, quiere sonar a los dictmenes que Ortega y Gasset

    propona de la metfora en su Deshumanizacin.

    Por otro lado, este carcter evasivo de la poesa con la realidad,

    provocar que el destino de la poesa sea esencial de acuerdo a la

    fenomenologa. Es ms, este destino esencial obliga a que la poesa se aleje

    de la concepcin artstica que pensaba que la poesa era algo natural. En esta

    idea emergen otros conceptos propios de la deshumanizacin como la

    negacin de la tradicin o la artificiosidad del Arte Nuevo.

    Dicho esto, Ortega y Gasset empieza a exponer cmo se debe leer a

    Gngora. Segn Ortega y Gasset, Gngora no construye la idea o el

    concepto en sus versos segn el camino clsico. Gngora evita el camino

    clsico, se evade de l, y busca el camino ms largo, el ms rico, el camino

    no natural, en definitiva. Por ello, Gngora puede ser ledo como un poeta

    deshumanizado. Ortega y Gasset afirma lo siguiente:

    Lo mejor de nuestra poesa, por tanto, lo mejor de Gngora, tiene un carcter de exhuberancia inconfortable para todo el que sea medianamente psiclogo. Recuerda la escultura de la India, que en formas intrincadas, frenticas y locas, cubre a lo mejor la ladera toda de un monte. Es lo informe y lo catico dentro del afn mismo que quiere crear formas. Se ha dicho que esa exuberancia de toda la vida indostnica le da un sentido vegetal. Es la selva que se ahoga en su propia fecundidad (1985: 150).

    En este punto, es curioso, que en 1987, Alberti se exprese de la

    misma forma que lo hiciera anteriormente Ortega y Gasset:

    El que habla y habla acumula, hace fuentes de la conversacin, surtidores y juegos: arabescos. Gngora, su poesa, es el ms complicado, el ms serpeante, el ms primoroso arabesco espaol. Arabigoandaluz. Una Alhambra con todas sus ataujas de colores, sus geomtricas aguas y jardines (1987: 5).

    Las coincidencias sobre cmo leer a Gngora entre Ortega y Gasset

    y Alberti son claras. Pero sigamos con Ortega y Gasset. Para el filsofo,

    Gngora es sobre todo el de las Soledades. No entiende Ortega y Gasset por

  • Poltica, religin y poder: la literatura como arma intelectual

    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de

    Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

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    qu a Gngora se le ha tachado de poeta oscuro, de prncipe de las tinieblas

    de aqu viene el intento de todos los componentes de la generacin del 27

    por salvar la poesa de Gngora de la definicin de complicada, oscura,

    etc. Lo que le ocurre a Gngora es que no se le puede leer de manera

    horizontal, sino de manera vertical. Esto es, tenemos que calar la superficie

    de cada imagen, y entonces vemos que por debajo se unen las unas a las

    otras [] Su propsito es cubrir lo real, encubrir lo cotidiano con

    fantasmagora (1985: 151). Hasta aqu la filiacin con Gngora al

    procedimiento de la metfora. Visto as, la esttica gongorina respondera a

    los mismos propsitos suprarealistas del Arte Nuevo.

    Ahora bien, en Gngora tambin tiene lugar el infrarrealismo, la

    alteracin de jerarquas: Los hechos y objetos que buscan recamar son lo

    ms prosaico y vulgar del mundo. Se trata nicamente de hallar la cosa ms

    vil, su cuerpo astral, su perfil potico, su logaritmo (1985: 152). Para

    ejemplificar esa dualidad en la poesa de Gngora, Ortega y Gasset alude a

    la construccin en imgenes de un plato de cecina en las Soledades.

    Esta poesa, al reconocer en la metfora la evasin recomendada por

    el concepto de recreacin, se convierte en un juego, en una broma o como

    dira Ortega y Gasset en dar gato por liebre (1985: 153). La risa, el juego,

    el elemento ldico, como veamos anteriormente, tambin era uno de los

    criterios estticos que Ortega y Gasset propona en la Deshumanizacin del

    arte.

    Segn la revisin del artculo Gngora 1627-1927, podemos

    observar cmo Ortega y Gasset realiza una caracterizacin del poeta barroco

    hacindolo partcipe de todas aquellas nociones que definan al artista

    negativo. De esta manera, si los jvenes de la generacin del 27 reivindican

    a Gngora, el autor de las Soledades y las letrillas no poda ser otra cosa que

    un artista negativo del mismo modo que lo eran sus seguidores.

  • Cuadernos de Aleph, 2011

    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

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    Sin embargo, la influencia de las nociones de Ortega y Gasset va

    ms all. En la dcada siguiente, la de los treinta, aparece el volumen Poesa

    Espaola. Antologa (1925-1931) de Gerardo Diego constituyendo uno de

    los cauces ms fluidos por donde circul y se dio a conocer la produccin

    potica del entonces grupos o generacin del 27 (Morelli, 1997: 23). Uno

    de los trabajos que pensamos que mejor documentan la gestacin de esta

    antologa es el de Gabriel Morelli, Historia y recepcin de la antologa

    potica de Gerardo Diego (1997). En dicho volumen, Morelli analiza los

    primeros pasos del proyecto, los conflictos que gener la antologa entre los

    distintos poetas del momento y la urgencia de Diego por forjar un estudio

    que recogiera el panorama de aquellos aos. Esta ltima idea es bastante

    reveladora, ya que muestra que Gerardo Diego era plenamente consciente de

    que los poetas de esta generacin necesitaban una antologa que explicara,

    recogiera y legitimara sus principios estticos. De esta forma, aunque

    Gerardo Diego en el prlogo de la antologa afirme que sta no es en modo

    alguno un alarde de grupo (1991: 668), ya que existen grandes diferencias

    estticas entre los poetas que lo integran, esta lnea no se mantienen en todo

    el prlogo. As, Gerardo Diego tambin advierte que los artistas all

    reunidos manifiestan la defensa de una perfecta autonoma de la voluntad

    potica, consideran que la poesa es cosa distinta, radicalmente diversa de

    la literatura y practican un programa mnimo, negativo y de una idealidad

    comn (1991: 667-669).

    Como vemos, Gerardo Diego alude a la negatividad para caracterizar

    a los poetas que conforman esta antologa (1991: 669). Esta alusin debe ser

    tenida en cuenta especialmente, ya que la negatividad es uno de los rasgos

    propios de la modernidad. Al igual que hizo Ortega y Gasset, Gerardo

    Diego utiliza lo nuevo y rupturista de esta esttica joven para diferenciarla

    e individualizarla frente a la literatura tradicional. Como afirma Brger: Lo

    que distingue la aplicacin de la categora de lo nuevo en lo moderno de

    cualquier aplicacin procedente, enteramente legtima, es la radicalidad de

    su ruptura con todo lo que hasta entonces se considera vigente (1997: 120).

  • Poltica, religin y poder: la literatura como arma intelectual

    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de

    Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

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    De este modo, no es raro que Gerardo Diego para definir los principios

    estticos de su Antologa recurra al programa negativo. Si realizamos un

    repaso a las poticas escritas por los distintos autores adjetivos como

    irracional, indefinible, enfrentada o inefable se repiten. Jorge Guilln

    se muestra tajante cuando habla de su poemario Cntico que: compuesta en

    referencia a la poesa realista, o con fines sentimentales, ideolgicos,

    morales, corrientes en el mercado [] resulta todava, ay! demasiado

    inhumana, demasiado irrespirable y demasiado aburrida (Diego, 1991:

    328).

    De este modo, al igual que ocurra con los textos crticos del

    homenaje a Gongora, la generacin del 27 sigui tambin en su acta de

    nacimiento las teoras que Ortega y Gasset ofreca en su Deshumanizacin

    del arte. Esto muestra como los poetas del 27 utilizaron las mismas

    estrategias que propuso Ortega y Gasset para situarse en un espacio

    privilegiado dentro del campo literario y para definirse de acuerdo a la lnea

    de la modernidad artstica.

    4.- Conclusin

    A modo de conclusin, habra que situar el afn de Ortega y Gasset

    por legitimizar el Arte Nuevo dentro de la potica de la negacin y, por

    tanto, de la potica de la modernidad como un camino ms de su proyecto

    de modernizar Espaa. ste es el verdadero asunto de la Deshumanizacin

    de Arte. La literatura espaola, al igual que la poltica espaola, no poda

    ahondar ms en su tradicin, sino que deba de romper con ella y proponerse

    en otros trminos que anularan los precedentes. sta era la nica forma de

    integrar a Espaa en el mbito de Europa. Por ello, el Arte Nuevo deba

    tambin integrarse en el mbito de la modernidad artstica occidental.

    Evidentemente, el deseo de modernizar Espaa de Ortega y Gasset no fue

    ms que un deseo. De esta forma, al igual que ocurre con el programa

  • Cuadernos de Aleph, 2011

    Navarrete Navarrete, Mara Teresa (2011): Hacia la potica de la negacin: La generacin del 27 como pieza del proceso de modernizacin de Espaa de Ortega y Gasset, Cuadernos de Aleph, 3, pp. 184-201.

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    poltico, habra que preguntarse si nicamente la generacin del 27 forma

    parte de la tradicin de ruptura de la modernidad y de la vanguardia. De

    acuerdo con Ana Mara Gmez Torres (1998), estos poetas no participan

    plenamente de las estticas de oposicin vanguardistas, ni de la retrica de

    la nada que se preconizaba en la modernidad. Ms bien, como afirma Csar

    Real Ramos el denominador comn y son muy pocos los comunes

    denominadores para este grupo de esta Generacin del 27 ser

    precisamente su tradicionalismo. Un tradicionalismo matizado, claro est,

    baado en modernidad (1990: 164). La cuestin no parece simple. Pero esa

    discusin, sin duda, forma parte de otra reflexin.

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