Hacia Una Historia de La Literatura Latinoamericana

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    Hacia una historia de la literatura latinoamericana

  • Centro de Estudios Lingsticos y Literarios

    Hacia una historia de la literatura latinoamerican~

    Ana Pizarro Coordinadora

    Con la participacin de:

    Antonio Cndido, Antonio Cornejo Polar, Jean Franco, Beatriz Garza Cuarn, Rafael Gutirrez Girardot,

    Jacques Leenhardt, Franco Meregal!i, Domingo Miliani, Kenneth Ramchand,

    Robert Schwarz, Mario Valds.

    Comisin asesora:

    Rugo Achugar, Beatriz Gonzlez, Carlos Pacheco.

    El Colegio de Mxico Universidad Simn Bolvar

  • Portada: Ilustracin de Francisco Toledo para el cuento "El Kami" de Jorge Luis Borges. Tomada del libro Zoologla Fantstica, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, Coleccin Tezontle, 1984.

    Primera edicin, 1987

    El Colegio de Mxico Camino al Ajusco 20 10740 Mxico, D.F.

    ISBN 968-12-0359-3 Impreso en Mxico/Printed in Mexico

    PREFACIO INTRODUCCIN

    NDICE

    l. DELIMITACIN DEL REA, Ana Pizarra Discusin, 26

    7 9

    21

    11. LA PERSPECTIVA COMPARATISTA 33 Hacia una historia de la literatura hispanoamericana: la perspectiva comparatista, Mario Valds 35 Discusin, 46 La perspectiva comparatista, Franco Meregalli 53 Discusin, 65

    IIJ. LA HISTORIOGRAFA LITERARIA LATINOAMERICANA 77 Revisin de la historiografa literaria latinoamericana, Rafael Gutirrez Girardot Discusin, 90 Historiografa literaria latinoamericana. Ms all del inventario y de la ancdota. La historia posible, Domingo Miliani Discusin,l12

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    101

    IV. LITERATURA NACIONAL, REGIONAL, LATINOAMERICANA 121 La literatura latinoamericana y sus literaturas regionales y nacionales como totalidades contradictorias, Antonio Cornejo Polar 123 Discusin, 132

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    Problemas para la historia de la literatura en las Indias Occidentales, Kenneth Ramchand Discusin, 145

    V. LITERATURA E HISTORIA EN AMRICA LATINA Literatura e historia, Jacques Leenhardt Discusin, 158 Literatura e historia, Antonio Cndido Literatura e histria na Amrica Latina (Do ngulo brasileiro ), Antonio Cndido Discusin, 179

    APNDICE: Informe final

    INDIC:E;_

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    149 15]

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    PREFACIO

    El presente volumen contiene los materiales de la discusin historiogrfica llevada a cabo durante la reunin de expertos titulada Para una historia de la literatura latinoamencana que tuvo lugar en Caracas, Venezuela, entre el 26 y el29 de noviembre de 1982, con el apoyo de la UNESCO.

    El proyecto del cual esta reunin cierra la primera etapa forma parte del programa de la Asociacin Internacional de Literatura Comparada (AILC) y consiste en la elaboracin de una historia de la literatura latinoamericana, desde una perspectiva comparatista y como una empresa de colaboracin internacional en la investigacin. Ella ha tenido su sede en la Universidad Simn Bolvar de Venezuela, y trabajaron en la etapa preliminar de ella las profesoras Cannen Bustillos y Luisana Itriago, habindose iniciado este tra-bajo con el apoyo departamental del profesor Fernando Fernndez. Agra-decemos en este sentido a las autoridades de la Universidad Simn Bolvar, en general, al vicerrector, profesor Gerardo Tlamo, como al director de Humanidades profesor Jos Santos Urriola, que nos han dado las facilida-des necesarias para llevar adelante este proyecto.

    La reunin cuyos resultados publicamos ha sido posible gracias al apoyo financiero de la UNESCO y de nuestra Universidad. Agradecemos la colabo-racin prestada por la comisin asesora: los profesores Hugo Achugar, Carlos Pacheco y Beatriz Gonzlez, as como la inestimable ayuda del per-sonal de CRESALC-UNESCO, de Mrgara Russtto, Paula Atas, Peter Soelke y Jos Herrera, que hicieron posible el trabajo de traduccin, secretara y transcripciones. Para ellos, el reconocimiento de todo el grupo de trabajo de esta reunin.

    A.P.

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  • INTRODUCCIN

    "Todos los que en Amrica sentimos el inters de la historia literaria -dice Pedro Henrquez Urea- hemos pensado en escribir la nuestra. Y no es pereza lo que nos detiene: es, en unos casos, la falta de ocio, de vagar sufi-ciente( ... ); en otros casos, la falta del dato y del documento; conocemos la dificultad, poco menos que insuperable, de reunir todos los materiales. Pero como el proyecto no nos abandona, y no faltar quien se decida a darle realidad, conviene apuntar observaciones que aclaren el camino."l

    stas eran las palabras del maestro dominicano en 1925. Desde enton-ces no han faltado los intentos de escribir esta historia. De los aciertos y errores que ellos han implicado es que vamos aprendiendo.

    El presente volumen intenta aportar elementos a la discusin historio-grfica, que en nuestro continente ha tenido un lugar escaso como reflexin, aunque ha contado sin embargo con exponentes de altsimo valor, como el mismo Pedro Henrquez Urea. Como proyecto colectivo, la empresa inte-lectual que nos anima -la construccin de una historia de la literatura la-tinoamericana- tiene una razn de ser: nos parece que a ttulo individual sus limitaciones son de lejos superiores a aquellas de una percepcin colec-tiva de la historia. Pero es sta una empresa de carcter an ms riesgo so, por cuanto implica para cada uno de los investigadores sobreponer el crite-rio de la labor colectiva a la fuerza de la opini9n individual. Es de este modo como fue llevado adelante el trabajo en esta reunin, y es en estos trmi-nos como podr elaborarse una historia que d cuenta del estado de la defi-nicin de problemas, de la contempornea reflexin sobre este proceso de

    1 Pedro Henrquez Urea, "Los caminos de nuestra historia literaria", en La utopa de Amrica (Biblioteca Ayacucho, nm. 37), Caracas, 1978.

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  • 10 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANJ/ INTRODUCCIN 11

    tan grande complejidad. Para esto fuimos adelantando consultas, primeros tanteos. As fuimos definiendo, como temas a discutir, los que abrimos al juicio riguroso de quienes compusieron la reunin que damos hoy a cono. cer al pblico. Nos parece importante entregar este material dado que la discusin y los planteamientos con que se encontrar el lector pertenecen, como decamos, a una perspectiva no trabajada como elaboracin colectiva en los estudios de literatura latinoamericana. Ms all de la existencia de importantes -y escasos- aportes individuales,2la reflexin en historiografa literaria es un campo abierto al estudio y fundamental para encauzar la' comprensin de la dinmica de los fenmenos literarios continentales. Pero si la reflexin historiogrfica ha tenido escasa voz entre los latinoamerica._ nistas, la historiografa comparativa ha sido prcticamente inexistente en el continente. stas son las vas de reflexin que aporta el presente trabajo, La necesidad de desarrollar una labor en este sentido, en funcin del cono--cimiento de la literatura latinoamericana y de su ubicacin dentro de la literatura general -"verdaderamente" general, como dira E tiemble- es: una tarea que surge de esta lectura.

    El primer problema que aborda el texto que presentamos tiene que ver con la delimitacin del rea de lo que constituye la literatura latinoameri-cana. En efecto, la historiografa literaria del continente ha utilizado crite-rios no siempre justificados de inclusin y exclusin. Como se ver en el primer captulo, el concepto de literatura latinoamericana ha tenido, desde luego, relacin directa con el concepto de Latinoamrica, nocin sta que ha sido bastante dinmica por cuanto ha ido incluyendo paulatinamente unidades culturales y geogrficas diversas. Pero adems, la literatura plantea problemas adicionales: por ejemplo, si se debe entender por literatura lati-noamericana la de los pueblos indgenas, o la del viajero, el conquistador, el colonizador -extranjero al continente, europeo las ms de las veces-que escribi sobre Amrica o a partir de una experiencia de ella. Si se debe entender por tal la publicada fuera y en otras lenguas, por los emigrados o exiliados. Si se debe entender por literatura latinoamericana la de los chica-nos, la de los hispanos, etc. Todos estos problemas son los relativos a la delimitacin de una zona literaria.

    Une zone littraire, c'est, a rnon avis, -dice Werner Bahner- un en-semble de quelques littratures nationales avoisinantes qui se sont developpes sur la base des rnemes ou des similaires facteurs fonda-mentaux d'conoffiie, de vie sociale, politique et culturelle pendant

    2 Son importantes al respecto los trabajos de Carlos Rincn, A. Cndido, A. Ra-ma, A. Cornejo Polar, J.C. Maritegui, J.A. Portuondo, Oldrich Belic, R. Fernndez Retamar, J.A. Crow, entre la escasa reflexin al respecto.

    e poque ou un laps de temps plus large. Une telle zone littraire ~nanifeste, tres souvent, la meme tradition culturelle.3 En el caso de Amrica Latina, ni los criterios lingsticos, ni los geogr-

    f . ru Jos polticos dan cuenta por s solos del espacio especfico de lo ~S . n rio: dan cuenta de l los parametros culturales que articulan, en su 1 eraergencia como en su contradiccin la estratificada complejidad de las

    conv . d d. d manifestaciones literarias. En ese sentido, ~o po e_mos ~resc~ rr e _mve cultural al buscar un eje organizador del discurso hterano latmoamencano

    o;stema que si bien se afinca fundamentalmente en tres lenguas euro-oo=- , . .. . eas -espaol, portugus y francs- mtegra tambien a los creoles en sus

    p ;ontes como tambin a las lenguas indgenas. Es, pues, este sustrato var~ econmico-social, histrico, comn, el que gener~ espacio~ c_u tura es que -aunque posibles de regionalizar tambin~ constituyen asimismo_ unca~-

    0 comn al condicionar tal vez no las mismas respuestas, pero SI cuestw-p d 1 d" .. amientos similares en el discurso literario. De acuer o con a Iscus1on ~ue presentamos a lo largo del presente texto, lo ~ue d:Iimit~ el_ _rea ~omprensiva de una literatura latinoamericana es la eXIstencia de Sig~fcacmnes culturales comunes. Este criterio se establece frente a la precariedad de los criterios lingsticos, geogrficos o polticos instrumentados aisladamente.

    El siguiente planteamiento puesto e.l) discusin en el trabajo que pre-sentamos es respecto de la perspectiva comparatista. Habra que preguntar-se primeramente por qu un comparatismo, q~ es y qu~ ha ~ido en el continente en donde ha tenido escasa trayectona, y en que medida puede sernas til. ,

    La carencia de una denominacin nica para el comparatismo en Ame-rica Latina nos entrega tal vez el primer signo de su situacin en los estudios continentales. En efecto, en funcin de un mismo objeto se habla por una parte de "literatura comparada", por otra de "comparatis~~,, _de_ "crtica comparada" o de "mtodos comparativos".4 Se apunta as1, mdistmtamen-te a un campo de investigacin, al tipo de actividad que se desarrolla sobre ese campo, y a la forma de aproximacin al mismo. El primer problema pues,

    3 Werner Bahner, "La zone littraire" (discussion),Neohelicon, vol. 1, nms.l-2, Budapest, 1973, p. 158. . , . ,

    4 Vase Estuardo Nez "Literatura comparada en Htspanoamenca , Compara-tive Literature Studies (Univ~rsity of Illinois) 1, i964, pp. 41-45; ~~ranio Co~tinho, "Conoeito e vantagens da literatura comparada", Congreso Braszle1ro de Lmgua e Literatura VI Rio de Janeiro 1975; Carlos Rincn, "El crtico, un estratega en las luchas Jite~ari~s?", Revista de ~rtica literaria latinoamericana, ao III, nm. 6, LUpa, 1977; Adalbert Dessau, "La investigacin de la literatura latinoamericana Y los meto-dos comparativos", Casa de las Amricas, ao_ XIX, nm. ~~,La H~ba~a, 1974; Ana Pizarro ''Sobre las direcciones del comparatlsmo en Amenca Latma , Casa de las Amric~s, nm. 135, La Habana, 1982.

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    est constituido por la falta de definicin del comparatismo que, como se~: ha sealado en relacin con su situacin general, no acaba de definir su~ objeto, sus metas y funciones, no acaba de determinar y sistematizar sus:: problemas bsicos, as como sus relaciones con otras disciplinas. S ~

    El problema no es propio, entonces, de nuestro continente, en donde;: los estudios de literatura comparada han tenido una historia bastante pre-(.; caria y reciente, y ello nos remite necesariamente a su desarrollo ms all; de sus fronteras. No ha sido diferente en Francia la apreciacin de Reni' E tiemble en su texto ya clsico de oposicin al enfoque positivista de la: tradicin francesa: Comparaison n 'est pas raison. La crise de la littraturei compare (1963). Se propone all Etiemble realizar "le diagnostic, en vue,' qui sait, de prescrire o u du moins de suggrer quelques remedes". Ahora~bien, la enfermedad a que alude el estudioso francs parece expresarse en>: una sintomatologa generalizada. Se habla entonces de "crisis", y sobre esta!: situacin apunta el investigador rumano Adrin Marino: -

    I1 est devenu de mise, presque rituel, de se demander -a la suite de la polmique ouverte et entirement justifie par Ren Wellek si le com-paratisme est oui o u non en tat de "crise", s'il s'est remis ou pas, quels en sont les remdes, etc. On se rappelle les objections majeures: "Pas d'objet distinct et pas de mthodologie spcifique" (. .. ). "Gran-de irnprcisions de ses techniques et vague catholicisme de ses proccu- , pations", ObJet "imprcis", buts, techniques "restent mal flxs et-ctera" 6 '

    Una mirada a los ltimos congresos de la AILC y a un documento de la Socit Franyaise de Littrature Compare, de 1978, le permite apreciar el "tat d'incertitude marque" que lo lleva a sealar causas mltiples y anti-guas: "on dirait originaires".

    Relaciones de hecho, relaciones causales, empirismo; el peso del positi-vismo sobre el anlisis comparativo es evidente. Frente a l la proposicin que postu1a "L'approche littraire, critique et valorisante ( ... ) qui admet, voire exige, des comparaisons sans rapports historiques, ainsi que des gn-ralisations et des jugements de valeur ( ... ). Le comparatisme des faits face au comparatisme des structures Iittraires."

    El panorama general del comparatisrno est, pues, lejos de ser claro. En esta situacin no podemos esperar claridad en el caso de nuestro conti-

    5 Ana Mara de Rodrguez, "Aspectos de la literatura comparada en Latinoam-rica", en Carlos Silva (ed.), Problemas de teora y critica literaria latinoamericana, CELARG, Caracas, en prensa.

    6 Adrin Marino, "Repenser la littrature compare", Synthesis, VII, Bucarest, 1980, pp. 9-38.

    nente en donde, corno decamos, su historia es bastante reciente7 y se en-entra lo suficientemente atomizada como para dificultar la obtencin de e~ panorama global: algunas ctedras, algunos institutos de investigacin ~n algn momento y escasa crtica comparativa. Sus problemas prctica

    mente no han sido tematizados como tales, aun cuando han sido apuntados arcial y en algunos casos felizmente por algunos latinoarnericanistas. 8

    Cate la pena, en este sentido, preguntarse -en tanto que problema meritorio y propio de ~os estudios en Amrica Latina~ :1 porqu de esta car~ncia. ~e sistematizacion. En efecto, ella llama la atenc10n dado que la aproxtmacmn comparativa es un enfoque implcito en la reflexin sobre la literatura con-tinental como totalidad, objeto terico construido necesariamente sobre la base de la comparacin entre las diferentes literaturas nacionales.

    Asimismo, podemos observar que esta aproximacin subyace en un tipo de anlisis ms o menos tradicional en nuestra crtica. Se trata de aquel en donde se consideraban los fenmenos propios de nuestra literatura desde una perspectiva dominada por un eurocentrismo proyectado muchas veces desde nuestra misma periferia. All, en el anlisis de movimientos o auto-res, stos resultaban ser epifenmenos surgidos en funcin de modelos ms 0 menos obligatorios. Aun en desacuerdo con tales postulaciones debemos observar que en ellas se encuentra subyaciendo una nocin de comparatis-mo que para nuestra literatura est guiada por una muy colonial nocin de "influencia" o modelo.

    Podra pensarse que una explicacin de la carencia de sistematizacin de la que hablamos, es que estos estudios no acaban de surgir -en los tr-minos de una conceptualizacin ms o menos clsica de comparatisrno Europa-Amrica Latina- en la medida en que la comparacin necesita de un corpus literario y cultural configurado, esto es, de un establecimiento de la identidad de cada uno de los trminos a comparar. En ese caso el pro-blema residira en que justamente el carcter de nuestro desarrollo literario y crtico apunta apenas a la configuracin de esa identidad. As planteado, el problema obedecera a una conceptualizacin discutible y pensamos que

    7 Insistimos en que se trata de su historia como perspectiva de anlisis, no as en tanto que campo de investigacin. En este sentido se podra decir que nuestra litera-tura nace en el espacio propio del comparatismo, como es la literatura de viajes. Car-tas de relacin, crnica colonial o relatos de viaje constituyen una copiosa "literatura de viajes" que se aleja un tanto del modelo clsico ~se trata de viajes de conquista~ pero que pertenecen con toda evidencia al gnero.

    Es necesario precisar, en relacin con esto, que al hablar de "literatura" estamos dndole al trmino la amplitud de "fenmeno literario", esto es incluyendo en l toda una serie de fenmenos ~a los que en parte nos referiremos~ que ya no son so-lamente escritura, ni serie erudita.

    8 Vase sobre esto los trabajos de Dessau, A. Rodrguez, C. Rincn, A. Coutinho y Estuardo Nez ya citados.

  • HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA.:i N'!'RODUCCIN %

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    lo justo sera invertir sus trminos.En este caso, la aproximacin compara JI tiva puede constituirse claramente en un instrumento imprescindible para> una definicin del campo y los problemas de la literatura latinoamericana.:'

    Es as como los de su insercin en la literatura universal. Con razn f' seala A. Dessau que: "La investigacin de la literatura latinoamericana no; es posible sin la aplicacin sustancial de mtodos comparativos" .9

    Como podemos observar, pues, los problenas que enfrenta el campa.; ratismo en nuestro continente, por una parte no se alejan de los generales de estos estudios en trminos de definicin de su campo y de su orientacin,-metodolgica. Por otra, adems, enfrenta la necesidad de definir su sentido y su especificidad en la situacin concreta de un continente que genera una produccin literaria de configuracin singular, es decir, a partir de una his. ;' toria cultural surgida en las condiciones de un desarrollo econmico-social,: dependiente. Respecto de este fenmeno las ciencias sociales latinoameri>-canas, en especial desde los aos sesenta, han producido un detallado e in-novador corpus de estudios sobre la caracterizacin de nuestra formacin, econmico-social en sus distintos niveles de desarrollo e integracin que--, son de indudable utilidad para la comprensin cabal del nivel de anlisis que nos interesa.

    Dado, pues, el estadio de desarrollo en que el comparatismo se encuen~ ,-tra en nuestro continente, dada la configuracin de problemas generales de la perspectiva en los que se inserta y dadas las interrogantes planteadas por las condiciones histricas concretas de existencia de nuestra literatura, se hace imprescindible llevar la reflexin por lo menos a algunos de los pro-blemas de base que el anlisis comparativo plantea para nosotros. Es la dis-, cusin que se entrega al lector en el captulo JI. Respecto de su necesidad para los estudios historiogrficos en el continente, no habra ms que pensar que el concepto "literatura latinoamericana" se construye sobre la base de-. una perspectiva de este tipo. En efecto: por una parte la pluralidad cultural de Amrica Latina, por otra la pluralidad liugstica, la multiplicidad de pa-ses, as como la especial insercin que tiene su literatura en tanto que pro-duccin de un continente de estructura econmica y social dependiente de las reas metropolitanas y su insercin con las dems literaturas en general, exigen que nuestra percepcin del continente como totalidad, es decir, en los diferentes niveles de sus contradicciones y sus convergencias sea visto en una perspectiva comparativa.

    La perspectiva comparatista en nuestro caso debe desarrollarse de acuer-do con los propios elementos de una historia continental concebida, por una parte como una totalidad orgnica de nacionalidades o regiones y por otra como articulacin de sistemas literarios diferenciados en donde las literaturas nacionales no desaparecen sumidas en una percepcin uniforma-

    9 A. Dessau, op. cit, p. 114.

    dora, sino que la unidad pone en evidencia "las multnimes voces de los pueblos", como quera el maestro dominicano.

    It is important -dice Irina Neupokoeva- in any case the choice of the word's structure, the selection of the material, the determination of its propositions and other correlations should be carried out pro-ceeding from the premise that in historical and literary synthesis the conception of the national specific must not dissapear, be dissolved in bigger zonal, regional or world formations ( ... ). Justas the national is not exclusive, but is only part of the general history of humanity, so also the world literary process is not "supernational", but is manifested in the development of the national literatures, in their mutual links and interaction.l o

    La perspectiva comparatista debiera, por otra parte, apuntar a las espe-cficas formas de apropiacin con que Amrica Latina en tanto que conti-nente de formacin econmico-social dependiente asume a las literaturas metropolitanas. Una de estas formas de apropiacin ms evidente es la "discrona" de la recepcin, el desfase temporal con que se asumen y que determina las condiciones de desarrollo en las que son apropiadas, as como con la especfica reformulacin que el continente hace de sus parmetros. ti

    Una importante nocin a este respecto surge de la discusin que pre-sentamos: la de comparatismo contrastivo. En efecto, si el comparatismo apunta a la observacin de fenmenos anlogos, es importante sealar que en el caso de Amrica Latina se trata de visualizar una relacin que, esta-bleciendo los elementos que apuntan a la similitud de los fenmenos, pone tambin en evidencia aquellos que hacen su diferenciacin. Detecta, en este sentido, el proceso de recepcin en cuanto a la reformulacin de un modelo. Esta reformulacin tiene que ver, en el caso de la relacin Europa-Amrica, que constituye una de las relaciones de base para la comprensin de nuestra cultura, con una diferente forma de insercin de cada una en la historia. Lo importante es observar all cmo se constituye esa relacin, y qu es lo que hace a su diferencia: en ese sentido el concepto de "funcin histrica", que establece mecanismos diferenciales de funcionamiento ideo-lgico del texto en relacin con la historia, es una nocin fundamental propuesta por el profesor Antonio Cndido. El comparatismo contrastivo apunta tambin a las formas de articulacin de las literaturas brasilea e hispanoamericana, o del Caribe con Amrica hispana continental en donde a partir de historias diferenciadas por la relacin colonial vinc~lada a dis:

    lO Irina Neupokoeva, "National and world literature", Neohelicon, vol. l, nms. 1-2, Budapest, 1973, p. 130.

    11 Ana Pizarra, op. cit. Algunas ideas de ese trabajo son tomadas aqu.

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    HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICAN.f INTRODUCCIN :S

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    tintas metrpolis, como asimismo a partir de una unidad estructural de lol;, procesos, se hace necesario poner en evidencia tanto a los elementos qu~ unifican como a los que individualizan los fenmenos observados. f-

    Lo cierto es que el comparatismo en Amrica Latina est por definir~ a partir del diseo concreto de los problemas que el discurso literario pla~ tea aqu, tanto internamente como en sus vinculaciones con otros procesof literarios. En la dimensin historiogrfica, el problema parece apuntar a 1-'-construccin, a partir del anlisis histrico-literario concreto, de los mod~los organiza ti vos que permitan dar cuenta de la dinmica de la unidad en l~f pluralidad, y en ese sentido, de los procesos de estructuracin, desestruct~; racin y reestructuracin del discurso literario en el movimiento de la hiii toria desde donde emerge. Se tratara, pues de llevar a cabo una reflexi~:: comparativa de la pluralidad y la heterogeneidad de un continente cuyW, desarrollo se inscribe dentro de los parmetros de una estructura econmi$: ca-social dependiente, lo que genera condiciones especficas de evoluciqi; cultural y literaria. __ ,

    Una de las lneas de esa evolucin, que nos parece fundamental en el' discurso lit~rario continental es consecuencia de la formacin social hett--rognea a que acabamos de aludir. Se trata de los procesos transculturaleS:~;Como sabemos, pertenece a Fernando Ortiz el acuamiento del trmino,tz'_-y lo entiende como el proceso transitivo de una cultura a otra:

    No hubo factores humanos ms trascendentes para la cubanidad ~dice Ortiz~ que esas continuas, radicales y contrastantes transmigracione~ geogrficas, econmicas y sociales de los pobladores; que esa perenni transitoriedad de los propsitos y que esa vida siempre en desarraigo; de la tierra habitada, siempre en desajuste con la sociedad sustentadora.:-Hombres, economas, culturas y anhelos todo aqu se sinti forneo 1 provisional y cambiadizo, "aves de paso" sobre el pas, a su costa, a su contra y a su malgrado.

    El discurso literario de Amrica Latina aparece marcado por la distar' sin de las estructuras del lenguaje y de las estructuras textuales, en una subversin que se realiza a partir de la irrupcin de otras articulaciones lin

    neradores encuentran su insercin en otros sistemas culturales, que, como ge ha sealado, coexisten sobre un mismo eje temporal. Es as como surge ~lenguaje de un Arguedas o de un Roa Bastos, cuando la relacin es lati-e o-indgena, o de un Guilln, cuando es latino-africana o de un Naipaul nuando se trata del Caribe y los procesos configuradores se multiplican. e Estos procesos, en gran medida intertextuales, parecieran constituir una de las lineas fundamentales de un comparatismo latinoamericano.

    El debate sobre la perspectiva comparatista est planteado en el pre-sente volumen a partir de las ponencias de los profesores Mario Valds y Franco Meregalli.

    Otro punto importante de la discusin que encontrar el lector es el de la literatura nacional y su forma de articulacin con la literatura latino-americana.

    Como sabemos, la nocin de literatura nacional surge con la repblica y concretamente con el romanticismo. El nacionalismo literario se desarro-lla en distintos lugares del continente: por una parte es Esteban Echeverra quien lo impulsa, Ignacio Altamirano habla en Mxico de una literatura na-cional mexicana, Juan Len Mera publica en Quito su Ojeada histrico-crtica sobre la poes(a ecuatoriana, en 1868. Ubicada en su historia, esta proposicin nacionalista en literatura no es sino la expresin en el campo poltico de la inicial organizacin de los estados nacionales.

    Lo importante del fenmeno es que el nacionalismo literario en nuestro continente crece en menor o mayor grado en una dialctica permanente con el continentalismo. Detrs de la nocin de literatura nacional se asoma el perfil continental, cuando no se habla de literatura "nacional hispano-americana". Como bien seala Ardao, por literatura nacional se entienden distintos mbitos: por una parte, a la literatura nacional de un detenninado pas; por otra, a las literaturas nacionales teniendo en vista su comunidad con los dems pases hispanoamericanos, y tambin se entiende una sola literatura nacional continentaL Es importante esta dialctica con que se genera la nocin de literatura nacional, por cuanto la aleja de los naciona-lismos estrechos que han existido en general en culturas como las germanas o eslavas. Como sabemos, entre estos ltimos la idea de "ahna eslava" cons-tituy una nocin casi religiosa, mstica, de superioridad en relacin con g~t~ca~, de otras formas de_ relacin ~o~ el mundo qu~ alteran el supu:sto otros pueblos en todos los aspectos de la vida culturaL equ~hbno de n~estra rom~rudad o l~tmtdad. El lenguaJe se pe~etra _ast de Al aproximarnos a la relacin entre las literaturas nacionales y la lite-oralidad, necesitando _cubnr las funcmnes ~e un proceso tran~~usor diferen ratura continental, concebida como zona literaria, esto es unidad orgnica te: se genera la n~ces1d~~ de ?~nar espacios de repre~entacmn, a ve~es de de relaciones, de tensiones, movimientos, intercambios cuya base se sita, entregar una configuracmn mthca, de desarrollar un discurso cuyos nucleos como sealbamos en una historia de parmetros comunes, es que nos pa-

    rece que es necesario introducir la delimitacin de regin. sta implica una 12 Fernando Ortiz, "Del fenmeno social de la 'transculturacin' y de su impar delimitacin interm~dia de. un conjunto que desarrolla una base de re~acio

    tancia en Cuba", Contrapunteo cubano del tabaco y el azcar, 1 ess Montero Editor, nes transculturales dtferenctadas, lo que de alguna manera genera un discur-La Habana, 1940. so de referente y enunciacin especficos. Una de esas regiones est siendo

  • 18 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA;~- INTRODUCCIN 19

    utilizada como- nocin desde hace tiempo: la literatura del mundo andinci% Tambin las literaturas del Caribe en todas sus diferenciaciones parece~:: constituir una unidad de discurso relativamente comn, y como ha sid~i estudiado en relacin con la anterior, con sistemas literarios diferenciadoi1; internamente. ngel Rama ha hablado de otra regin especfica al plante~ el problema de la "cultura suratlntica", que comprendera parte de la Ati; gentina, el Uruguay y las provincias del sur de Brasil, de S:io Paulo a Rio:;' Grande do Sul, "de dominante pampeana, urbanizada, agrcola-ganader~Y inmigratoria e industrializada, dentro de cnones modernizadores". s~: apropiacin de las culturas europeas implica un descentramiento en rel~; cin con su significacin iniciaL Dice Rama:

    Una cultura de la modernidad no es como se ha tendido a pensar res:' pecto a su presencia en Amrica, una mera imitacin desvada de cultUi ras forneas, un amasijo de influencias importadas, trasplantadas tat cual, sino una cultura que, liberada de pesadas amarras al pasado r~: moto y a su tradicin gracias a azares histricos, consigue organizarse:: coherentemente a partir de los elementos de que dispone y evolucioni; hacia un punto focal que est situado en el futuro y no en el pasado~ Adquiere entonces, tal como creo visible en la Argentina, las caracteX' rsticas de una cultura de vanguardia, cuya potencialidad deriva de que explora territorios desconocidos, los inventa con audacia, los suea 1'~an planifica y los convierte progresivamente en su propia realidad.lr

    El discurso literario del continente aprehende, en tanto que espaci' simblico, estas diferenciaciones regionales, sus superposiciones, las contra,--dicciones de la histrica pugna entre "modernidad" y "retraso". Recom:' truye como discurso las rupturas y las tensiones, el pasado y el present que se asumen con ritmos dismiles y en forma fraccionada, y que senV necesario aprehender conceptuahnente en un modelo organizativo de b historia literaria en donde sea posible tanto el dilogo de los grandes proce sos con aquellos que se aproximan al status de los acontecimientos, com quera Braudel, as como el dilogo de la globalidad conceptual de nuestra literatura con su existencia en tanto que manifestacin concreta.

    En el mbito de las literaturas nacionales, el trabajo de Antonio Cor nejo Polar proporciona la incitante dialctica de los procesos nacionales, regionales y latinoamericanos, proponiendo un modelo sin exclusiones en donde la nocin de literatura latinoamericana no es ya la serie erudita o "alta literatura", sino que es la configuracin de los distintos sistemas lite rarios que surgen de la heterognea realidad latinoamericana. En este mis

    13 ngel Rama, "Argentina: crisis de una cultura sistemtica", INTI, nm. cspe-ciallO~ll, Julio Cortzar en Barnard, otoo, 1979, primavera, 1980, pp. 51-52.

    rno espacio el profesor Kenneth Ramchand nos ofrece la perspectiva de las literaturas del Caribe ingls_

    La crtica de la labor historiogrfica ocupa el captulo III. All se abre la discusin para hacer la crtica de aquellos esfuerzos gigantescos, que sig-nificaron siempre un aporte en la aprehensin del proceso que intentamos abordar nosotros como trabajo colectivo. Surgieron en general como esfuer-zos individuales, pecaron de diferentes reduccionismos y no tuvieron los nstrumentos que el desarrollo del conocimiento sobre el continente entre-ga hoy para abordar el problema. Las proposiciones son polmicas, y la dis-cusin da cuenta de ello. De ambas se podr extraer, sin duda lecciones po-sitivas, y su aporte a la discusin historiogrfica, como podr apreciar el lector, es indudable.

    Los problemas propios de la periodizacin, que se desprenden del tema anterior, as cmo las nociones de "periodo" y "movimiento", constituyen materia de las intervenciones durante la discusin en general. En ella, la no-cin de "periodo" fue referida a la serie histrica, en tanto que "movimien-to" a la propiamente literaria. Una de las lneas de trabajo futuro deber ser justamente el develamiento del carcter, del ritmo de desarrollo, de las articulaciones internas y externas de los movimientos literarios de Amrica Latina, de sus recepciones, sus reformulaciones, as como de su constitu-cin a partir de un especfico condicionamiento histrico. Es aqu justa-mente donde el "comparatismo contrastivo" como instrumento adquiere su plena funcin.

    El captulo V del presente texto aborda un problema enorme, el de literatura e historia. Est desarrollado tambin por dos grandes crticos, Antonio Cndido y Jacques Leenhardt. El aporte de ambos trabajos a la historiografa literaria del continente es de una riqueza muy grande. Ambos visualizan una perspectiva comparativa del discurso literario en relacin con Europa, en donde los modelos explicativos deben constituirse a partir de la especificidad de un proceso literario que, en el caso de Antonio Cndido, asume una funcin histrica de doble referencia ("ambigedad", seala l en un comienzo), lo que apunta a un nexo orgnico con las metrpolis de vinculacin-liberacin, que sera una caracterizacin fundamental de nues-tra forma de relacin perifrica con las metrpolis en el discurso literario. Nos parece que ambas proposiciones -J. Leenhardt seala el carcter de desarticulacin fundamental de lo sociopoltico, lo cultural y lo econmi co en todo el coritinente- aluden a las condiciones de produccin literaria en un espacio cuyo ritmo y dinmica histrica imposibilitan, como ya lo not Maritegui a comienzos de siglo, la utilizacin de modelos explicati vos que no sutjan como una necesidad de la particular configuracin de su desarrollo. En este sentido, la lnea general de la discusin implica la con cepcin de una historia literaria no acumulativa de autores y obras, sino de una historia de los procesos a travs de los cuales el imaginario de Amrica

  • 20 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICAN

    ha plasmado, en trminos de necesaria contradiccin, el desgarramiento su condicin histrica.

    Sabemos que el campo de la historiografa latinoamericana es un m bito de problemas no resueltos y en gran parte no delimitados ni percib' dos como problemas. En este sentido, se trata de una discusin difcil. A' ms, el dilogo pudo haber permanecido en la discusin de cada uno di~ ellos. De las dificultades, como de la importancia de este esfuerzo estarna!& conscientes de alguna manera todos los que apoyamos esta posibilidad. S~ trata finahnente nada ms, pero tambin nada menos, que un paso en Ilii que Pedro Henrquez Urea vea como "la toma de conciencia de lo clue'd: significa Amrica en la historia, de sus posibilidades y de sus metas", que n~ es sino un paso ms en la "utopa" del continente, un paso ms "en busc~de nuestra expresin". "

    ANA PIZARR0:' Caracas, 198J

    I. DELIMITACIN DEL REA

  • Ana Pizarra

    Al abordar este proyecto y al intentar la reflexin historiogrfica, el primer problema que pareciera disearse es el de la delimitacin del rea. En efec-to, bajo qu criterios entender cul es el campo que abarca la denomina-cin de "literatura latinoamericana"?

    Apuntar a criterios geogrficos solamente, o lingsticos o polticos aisladamente pareciera no bastar para dar cuenta de un proceso que impli-ca tanto a la literatura de los conquistadores europeos -espaoles, portu-gueses y otros-. como a la literatura escrita en latn por los jesuitas expul-sados a fines del siglo xvm y publicada en Europa; tanto a la del Caribe latino como a las literaturas en lenguas indgenas; a las del Caribe no latino, como a las literaturas del exilio masivo de los ltimos aos, escritas en len-guas diversas. Qu pensar de la literatura del Quebec en donde la Universi-dad de Montreal propicia un movimiento llamado "Unin de los latinos de

    ,, Amrica", o de las literaturas de los grupos migratorios, corno la de los chi-, canos por ejemplo, o la de los "hispanos" en Estados Unidos?

    Sucede que la acepcin de "literatura latinoamericana", desde que To-rres Caicedo usara la expresin en la segunda mitad del siglo XIX ha respon-dido a un concepto de dinmica especfica. No fuimos latinoamericanos desde el comienzo, del mismo modo como el nombre y la idea de Amrical

    :fueron entidades separadas y tardaron en con~titurse en esta unidad que tambin progresivamente ha ido incorporando nuevos territorios. La litera-tura latinoamericana fue primero literatura de la Amrica Hispana; Pedro Henrquez Urea incorpor al Brasil y la llam "Hispnica". En su Historia de la cultura en la Amrica Hispnica, dijo:

    1 Arturo Ardao, Gnesis de la idea y el nombre de Amrica Latina, CELARG, Caracas, 1980.

    23

  • 24 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA

    La Amrica Hispnica, que conscientemente se designa con el nc,mlbril de Amrica Latina, abarca hoy diez y nueve naciones; una es de portuguesa, el Brasil, la de mayor extensin territorial. Diez y ocho de lengua espaola. 2

    Debe haber avanzado el siglo XX cuando empezamos a incluir el del Caribe de lengua latina en el concepto de literatura latinoamericana. literatura haitiana, sin embargo, pareci percibir antes que el continente pertenencia. En 1927 aparece en Hait la Revue Indigne, rgano del miento del mismo nombre que dara lugar posteriormente a cm,tron;ictoif; rias proposiciones. All, precede a una larga exposicin introductoria de historia de la literatura continental, el siguiente propsito:

    Nous devons connaitre la littrature et l'

  • 1 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINO AMERICAN-~ ..,.ITACIN DEL REA

    .J o:ELb~ %:.-

    26 27

    Discusin 1 Para esto dejo la palabra a los participantes. Por lo dems, tenemos qu una representacin bastante amplia de lo que podra pensarse ~ue es Amrica Latina tanto del sector hispano como del sector brasi-leo, representacin del Caribe e incluso de Canad.

    p; i~-lean Franco:

    Me sorprende un poco el que la presentacin no aborde el tpico de 1~~ crtica feminista y la marginalizacin de la mujer de la alta cultura. v!, creo que en ciert~ forma t~ene algn paralelo con lo que pasa c~n lo' Franco Meregalli: . . . , otros grupos margmados. Prenso que debemos abordar eso como tapie~ No por casualidad este problema ha srdo propuesto por Mano Valdes, adems que en estos momentos hay aportes tericos nuevos, sobrei; que va a hablar de la perspectiva comparatista, porque la delimitacin todo de antroplogos. Hay muchsimas mujeres trabajando sobre est~ del rea est relacionada intrnsecamente con la perspectiva compara-cuestin, descubriendo formas de literatura o haciendo otro trabajo\i tista. Creo que hay que hacer una observacin fundamental: la litera-que es justamente lo que t mencionabas, un trabajo sobre lo imagina::- tura se expresa en una lengua, lo que caracteriza el instrumento con

    r~o latinoamericano, pero en relacin con la construccin de lo que h~ que acta es la lengua, no es la nacin, no es el xea geogrfica, por eso s1do lo femenino. No s si eso interesa en cuestiones histricas a lo~ yo creo que eltrmino latinoamericano es bastante ambiguo. Quebecno dems, pero si este grupo se olvida de este problema, yo creo que etf' forma parte de la literatura latinoamericana como se entiende en gene-trabajo en muy pocos aos va a parecer anacrnico. ral, aunque desde un punto de vista lingstico es indudable que Que-

    Ana Pizarra: A m me parece que no est olvidado el problema. Dentro de la nocin$ de het~rogeneidad est el problema general de las literaturas margina! das. Tal vez eJ problema de la literatura femenina podra tener ud~ status de marginacin a discutir en la rbita de la marginacin qu{ tambin tienen las literaturas populares.

    lean Franco: S, Josefina Ludmer tiene una frase que a m me parece genial, que es::-el estudio de las tretas de los dbiles, y yo creo que se trata de eso; te-~ nemas que tener por lo menos una seccin que trate de las tretas, la~f

    bec es americano y es latino, tan latino como el espaol o el portugus. Yo preferira el trmino iberoamericano. En ese trmino se compren-den dos lenguas -el espaol y el portugus- y las dems zonas geogr-ficas, el Caribe, donde no se habla espaol ni portugus, pueden formar objeto de la perspectiva comparatista. El mundo iberoamericano, o si queremos llamarlo impropiamente, latinoamericano, est formado no por diecinueve naciones, una de lengua portuguesa y dieciocho de len-gua espaola, sino por dos partes: el mundo hispanoamericano y el mundo de lengua portuguesa. Desde luego, tambin el elemento geo-grfico y el mismo elemento nacional es algo extrnseco a la literatura. Intrnseco a la literatura es la expresin, es la lengua.

    estrategias de los dbiles, de los que no tienen la palabra, porque noT Enrique Oteiza: tienen acceso en cierta forma a la cultura elaborada, formal. Yo pido excusas por provenir del campo de las ciencias sociales, ade-

    Mario Valds: Tengo una pregunta en cuanto a la relacin con la literatura del Quebec! en francs, la literatura en ingls del Caribe, donde hay vnculos inte lectuales, pero no hay una relacin cultural lograda, donde la literatura no responde a las mismas preocupaciones. Especialmente, si hablamos,. del siglo XIX y buscamos incluir la literatura franco-canadiense del Quebec, la literatura del Caribe ingls, me pregunto yo cmo pode~ mos excluir a la literatura de Estados Unidos? Intelectualmente no es lcito decir que incluimos a Quebec, pero excluimos a la literatura de Estados Unidos, o incluimos a la literatura de Jamaica, pero excluimos a la literatura en ingls del Canad.

    Ana Pizarra: Creo que Mario Valds ha entrado directamente en el tema de la deli-mitacin del rea que nosotros proponamos en la presentacin. Quiero sealar que frente a esto hemos intentado apuntar a los problemas, no, dar una respuesta.

    ms de no ser participante pleno y efectivo de la reunin y atreverme a dar mi opinin. Pero como sta es una discusin que en las ciencias sociales hemos tenido en Amrica Latina durante dcadas -en relacin con el comparatismo tambin- me siento estimulado a decir algo. Su aplicacin naturalmente ser parcial a este campo especfico de la lite-ratura. Yo tiendo a pensar en una relacin inversa a la que fue plantea-da recin: es a partir de la definicin de un rea cultural e histrica determinada que se define la perspectiva comparatista y no al revs, es decir que a partir de la perspectiva comparatista se defina la regin. Sobre la existencia de Amrica Latina creo que no vale la pena discu-tir. En trminos histricos, culturales, es.una nocin suficientemente asentada sobre la cual, adems, dentro de la regin hay consenso. Hay problemas de definiciones marginales, perifricas -que hasta dnde abarca, por ejemplo- pero el cuerpo central de esa definicin me pare-ce que est planteada en trminos culturales, histricos, sociales y de relacin de autopertenencia consensual de las poblaciones que confor-man el grueso de la regin. ste sera el comentario, un poco desde otra perspectiva y pido excusas.

  • 28 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICA 1\IITACIN DEL REA o-ELI 29

    Domingo Miliani: f , ara cubrir los vacos que haya podido dejar. En su comentario Bien quiero hablar de los aspectos tcnicos de las minoras !iterar

    Yo ~reo que nosotros estamos cayendo en una regresin metodol' que .. me preocupa. Es como cuando uno estudia la famosa climatol de Amrica y se cie por las famosas isotermas o cuando hablamo las geografas polticas o sociopolticas de Hispanoamrica y establ mas los conflictos de lneas fronterizas. Por ejemplo, me pongo a p sar en el caso de nuestra Guajira venezolana, que ni es colombiana es venezolana, es Guajira. Yo me imagino que cuando Mario habla caso de Estados Unidos habla de unos Estados Unidos de litera

    gra a P , t t t t t de indicar cules son los escntores, emas, ex os y movrrmen os trat,t. 08 ms relevantes. Esto puede hacerse en la historia de la litera-eseiC 1 b1

    1atm. oamericana sin necesidad de conflicto. Pero os pro emas tura . . '1 t' cuando l no trata de ser obJetivo o neutral. E v1ve en un ~ero-surgen d1f ..

    rticular est sujeto a influencias y condiciOnes e a ormac10n po pa ' b' t t 1 De manera que sus premisas -no Importa cuan o Jehvas ra e

    soc1a . b' d d 1 de hacerlas- estn planteadas desde una cierta su J~tlvi ~ '.y su se ec-'6 de autores textos movimientos y temas esta parc1ahzada. Esta c1 n . . arcializacin se muestra en su ~r~baJo, _en su comentano a pesar _de

    p tar protegido de ello por su bibliografla. E~-lte problema se agudiza ~~ando l trata de relacionar la literatura con la sociedad, el pas o la regin donde sta se produce.

    Yo no s como puede resolverse este problema, tal vez puede ha-cerse sealando en la particular historia literaria ~u e por una parte_ est la documentacin, sealar -por otra parte- cul es el co~ent~10 y, por ltimo, sealar el intento de relaci~nar al texto con la h~stor~a cul-tural y social. Esta ltima puede ser lillportante para el histonador,

    uede ayudarlo a determinar el tipo de literatura que se produce. ~or fo tanto no se trata de hacer historia social y cultural completa smo de tratar' aquellos aspectos que afectan el desarrollo de la literatura.

    de expresin inglesa. Y la chicana? Cuando el profesor Meregalli h~bla enfticamente de la literatura expresada en una lengua, caem~en ~n sofisma lingstico: confundir lengua con escritura, es decir lit~ ratura es igual a grafemizacin lingstica de un discurso, y el discur~_ fonemizado de las literaturas orales queda afuera. La nocin de un dli curso llevado nada ms al plano de una lengua entendida por abstr~ cin grafmica nos crea problemas. El concepto de heterogeneidad, nll parece que es una de las cuestiones metodolgicas interesantes quj; viene planteando el grupo estoniano de Tartu: Lotman, Uspensky. Ef~ el postulado de ver la literatura como un texto abierto inserto en tt contexto cultural que a su vez est ligado a un modo de producci6[* ideolgico, conceptual El caso de Canad, por ejemplo, con la liter~tura de habla francesa y de habla inglesa, o de Estados Unidos con~ hispano-filipina, la hispano-chicana, la norteamericana del Norte, la su1.: lean Franco: . t t

    1 h' t .

    11.tera

    1a

    -;; .. , A parece que es muy lillportan e no ornar a IS ona r reo-africana etc., o delcreolehmhano comparado con una Iteratutf~ mi me d hit . d 1.

    1 . tomaren cuela

    ' d"" acto individual e un s ona or I erariO smo europea, o del slang trmltano, nos van a crear la neceSidad de partu {) como ~n . . . , . , . un principio, de aceptar tambin dentro del proceso de la literatura e!f !a ~stit_ucmnahzaci?n de la hter~tura c~mo dpr:~t~~~;:n so~~e s~~~~c~~ grado de heterogeneidad del discurso. No solamente con el caso de 1~: mshtucmnes de P~I~es metr?po Itanos on e Y lenguas indgenas, sino exactamente con el problema de las dialectizf; nan los textos canomcos de Cierta manera. ciones mltiples, las subestratificaciones lingsticas, de lo contrari~ vamos a caer en el viejo problema del .t:'armetro, ~el paradigma lin*' K. Ramchand: gstico: las lenguas europeas. Ahora bien, ~1 espanol es ~na leng~~l No quise decir que no fuera un problema sino qu_e era un probl~~a europea. Y si furamos a tocar el tema de la literatura espanola perun'~-- diferente. Estaba tomando el punto de vista de algmen desde 1~ regmn, sular, de cul habla espaola se tratara?, la catalana;, l~ gallegai~ porque si estamos tratando de escribir nuestra historia, necesanamente Entonces tenemos un problema de sustrato, en donde mas alla del pro;: reaccionamos a lo que se ha hecho en otros pases, puesto que nos sen-blema lexicogrfico, del proble~a lingstico inclusive, hay una semn: timos atrapados en un dilogo que nosotros no empezamos y cuyos tica cultural expresada en ese diScurso que es donde se puede recuperat:: trminos fueron establecidos en otra parte. un poquito una informacin cultural integra! d~ un pas .t;ts all deL No quise decir que debemos detenernos en la documentacin sino problema lingstico. Eso era lo que quera anadtr, nada mas. que podramos registrar como en una computadora todo lo qu~ se ~a

    escrito de manera tal que sirviera de base para fundamentar la h1stona de la regin. Las dos tareas deben ser simultneas. Debe haber un Cl_ler-po de datos. Por ejemplo, si el trabajo de una computadora ~ubtera registrado todo no tendramos que haber esperado hasta el siglo XX para haber considerado una literatura femenin~. ~sto s~ de~e a_ la p~cializacin que hemos tenido por siglos al escnbu la histona hterana y al hacer selecciones y exclusiones de este tipo. La documentacin sera algo permanente, que dara continuidad al proceso a lo largo de

    Kenneth Ramchand: Uno de los asuntos que ms me interesa de los que han discutido et:~ qu es la historia literaria. Yo veo la funcin principal del historiador:' de la literatura como el proveedor de una documentacin tan completa:; como sea posible sobre lo que ha sido escrito en un determinado pa~~ o regin. Su trabajo podra dividirse en dos partes: en la primera l_, entrega un comentario sobre lo que ha sido escrito y provee una biblia~;

  • 30 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICA DELIMITACIN DEL REA 31

    generaciones. mentario.

    , Lo que cambiara sera la etapa de interpretacin o 1-

    1 Por ejemplo, se puede hablar a principios del siglo XIX de la for-n de la literatura a travs de la tertulia, de hombres, naturalmen-

    m= t Td t ;W#

    Mario Valds: ~ Creo que el punto de vista expresado por mi colega de Trinidad nel sita drsticamente revisin. En cierto punto, estoy de acuerdo con~ colega Franco, creo que la historia literaria tal como se ha practica~ y se ha escrito hasta hace unos veinticinco aos queda casi comple{ mente desprestigiada, precisamente porque ha reducido y sigue ret;

    t que tenan revistas y una c1erta m raestructura. o o es o era poco /'arable a la mujer. El hecho de que Gabriela Mistral piense que la a~dadera tarea .de la mujer es tener hijos y que escribir poesas es una v:pecie de pobre sustituto para ella, es una cuestin ideolgica. As es ~ue creo que hay ~ue tratar de ver las prcticas ideolgicas y la institu-cionalizacin de c1ertos textos.

    ciendo las obras literarias a ciertas categoras institucion~les que Roberto Schwarz: _, _ _ _ _ prolongan y llegan al punto donde destruyen el concepto vital de la~} Creo que en la cuest10n defmltona de una umdad como la que busca-teratura m1sma. :, mas hay dos aspectos: uno, esta unidad se define porque ella misma se ~ define como unidad. Por ejemplo, un sector considerable de la pobla-

    Hugo Achugar: __ }fi cin de Amrica se considera latinoamericana, y porque se considera Yo discrepo con lo expresado por el profesor Ramchand, en prinf~ es razn suficiente para estudiar el problema: porque se considera as. lugar, porque la metfora tecnolgica del computador olvida que h~f La otra cosa, naturalmente, es el cientista que viene de afuera, que mira un factor humano que es el que maneja el computador. Esa falai)b, un conjunto de fenmenos y observa que ah hay una cierta unidad empirista de acoger todos los textos quizs podra ser til-y no lo cr~: aunque nadie tenga conciencia de ella. Por ejemplo, creo que si mira-cierto- para la actualidad. Pero qu pasa cuando uno va hacia atr~- mos el siglo XIX no hay duda que sera interesante hacer una historia hacia el siglo XIX con los textos que los sectores hegemnicos decid~ comparativa de la que Estados Unidos de Amrica forme parte. Es un ron que no tenan cabida en las publicaciones, historias o parnas~' tema muy interesante comparar la formacin de la literatura nacional silvas, etc., del momento. Es decir, la canonizacin a la literatura coifk~ en Estados Unidos por oposicin a Inglaterra. Con Brasil hay mucha institucin ha funcionado desde siempre, y la prdida es permanen~1: cosa comparable. Se puede comparar Henry James con Machado de Hoy en da es utpico recoger todos los textos porque por ms critet'C Assis de manera muy til y eso no es una cosa arbitraria, corresponde objetivo, liberal, amplio que uno tenga, hay todo un material ah~; a un proceso efectivo de diferenciacin de la literatura frente al proce-despreciable y hay textos que no son considerados actualmente cont; so hegemnico europeo. literarios y, por lo mismo, quedan fuera de una eventual computadoU} Entonces, creo que para la definicin de este objeto hay que, de

    ~: cierta manera, confesar que existe un inters histrico-ideolgico en Mario Valds: >; juego, y que tiene algo que ver -y eso habra que definirlo mejor-

    Bueno, yo no quiero seguir discutiendo un tema sobre el que estam~: con un cierto sentimiento de subdesarrollo que hace que la gente no de comn acuerdo, pero que se tiene que instrumentar. El hecho d.:" est interesada en escribir una historia en que estn bajo el mismo que la colega Jean Franco tenga que poner en la mesa la necesid~; ttulo Estados Unidos de Amrica del Norte y los otros pases del de que este proyecto tome en cuenta el punto de vista de la crtiO:: continente. Eso, en cierta medida, hay que explicarlo porque si uno feminista, es la mejor indicacin de que la historia de la literatura qli; no lo hace, se quedar con criterios que no corresponden a los que nos manejamos hoy en da es deficiente. Deficiente, porque responde a q; mueven ac. tegoras completamente artificiales europeas, que no tienen nada q~: ver con la realidad en Hispanoamrica. No quiero decir que estarad-' acuerdo con un captulo sobre crtica feminista, eso sera pecar en ( otro sentido y hacer del punto de vista de la creacin femenina ruf literatura aslada, marginal. El problema se va a solucionar en el punl~ de partida, en el deslinde y el modo de organizar el proyecto.

    lean Franco: Yo estoy de acuerdo. No estoy abogando por una seccin aparte, coni en los manuales donde dice "Poetisas". Estoy refirindome a otra ce sa, en realidad es la misma cuestin de cmo se institucionalizan ciert~:textos en determinados momentos.

  • U. LA PERSPECTIVA COMPARATISTA

  • HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA:

    LA PERSPECTIVA COMPARATISTA

    Mario Valds

    Existen dos modelos de investigacin que dominan los estudios comparati-vos: el primero examina obras literarias con una perspectiva transnacional de acuerdo con los conceptos de periodos y movimientos literarios tales como el renacimiento y el surrealismo; el segundo modelo es una sntesis mundial de autores y de sus obras, organizada con un principio taxonmi-

    ) ca. Ambos modelos son claramente inadecuados para los estudios de las :.:cuestiones literarias que consideramos esenciales para Hispanoamrica. Me *'""w' brevemente a las limitaciones de ambos modelos antes de proponer

    modelo alternativo. Los estudios comparativos basados en los conceptos de periodos y mo-~ viimi

  • 36 HACIA UN A HISTORIA DE LA LITERATURA

    periodos porque las formas prevalecientes en Europa han sido corno criterios de exclusin o de inclusin dentro del estudio de un do literario.

    Puede argumentarse que no debe ponerse a los movimientos llt

  • 38 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA

    a travs del anlisis de sus caractersticas fonnales. Sin embargo, un que se considere sol a partir de sus aspectos formales no puede tener gn sentido y, por lo tanto, puede describrsele ahistricamente como secuencia fija. Un texto con significado implcito siempre estar en el mundo de la accin. La inteligibilidad especfica de la escritura fundamentada en el entendimiento previo del lenguaje como accin Es as que la escritura como comunicacin siempre es histrica. El eS

  • 40 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LA.TINC,Ar4ERI
  • 42

    sencillo. No slo estoy de acuerdo con los semilogos en que los universales posibles para el estudio literario pueden obtenerse a travs descripcin de las relaciones formales sino que tambin sostengo que la organizacin formal de un texto la que se transmite de una cultura a Por esto es que propongo que el anlisis semitico del discurso es el con el cual podemos aprehender ese aspecto de la literatura que permane,eii inalterado cuando el grupo receptor cambia.

    El control que se obtiene por medio del anlisis semitico del UUiCUJ'sitl de escritores tales como Faulkner, Kafka o Proust es precisamente lo nos dar acceso a ese aspecto de los textos literarios que ser la base recepcin en una nueva matriz cultural.

    El proceso que hemos descrito en el primer crculo concntrico ahora repetirse cuando el texto externo entra a la matriz cultural de noamrica. Por lo tanto, en un sentido muy drstico Faulkner se en un autor hispanoamericano y lo que enlaza a este escritor con el conocen los lectores angloparlantes de Norteamrica es que ambos nan la misma organizacin formal de textos especficos.

    Los intentos brevemente reseados de construir un modelo brindan ters considerable si los ligamos a una teora de la cultura y vemos el yecto de una historia literaria como el primer paso de una empresa que es la de desarrollar el conocimiento de la historia cultural de un Sin embargo, mis comentarios sobre la literatura y el proyecto de una toria literaria de Hispanoamrica tienden a fomentar una oposicin minada por colegas que se ocupan de un quehacer mucho ms IJ"imi"tadlo orientacin que slo responde a las necesidades institucionales y p

  • 44 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LP.TINC>Al\fERICA>
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    cin de la creacin artstica. Pero tambin, y con igual rigor, tenemos obligacin de construir un marco histrico y sociolgico que se preste estudio transnacional de las literaturas; es decir, a una perspectiva cuJ:np;c;~ rativa. Del mismo modo que enrgicamente rechazamos una historia ria que no tenga en cuenta la matriz cultural de la obra, debemos rec:hazar~ una historia que pretenda describir una literatura en aislamiento.

    En este modelo de investigacin la historia literaria est situada en encrucijada de la crtica literaria y el estudio comparativo. Por consiguien. te,_ e! xito del proyecto de una historia literaria en lengua castellana y qmza portuguesa del continente americano, depende en gran parte de la validez de la materia crtica que la informe y de la dimensin coJmr1rensiv, del marco histrico que la relacione con otras culturas y otras tradiciones. Del lado de la crtica literaria se recoge el comentario de los textos, un mentario que incorpore el anlisis con la interpretacin. La perspectiva comparativa se incorpora no solamente al estudio de las traducciones sino tambin al concepto heurstico de la forma literaria que facilitar el cono. cimiento de la transmisin transcultural de la literatura.

    No solamente creo que es posible elaborar una orientacin nueva de la historia literaria sino que creo que ya est en marcha en diversas empresas individuales y lo que exige la investigacin ahora es un centro de trabajo que, por su ejemplo, nos d un sentido de direccin y de futura coordina-cin. Espero que ste sea uno de los resultados del presente proyecto que nos ha trado a esta reunin en Caracas.

    Discusin

    Beatriz Garza: Creo que debemos concretar, lo ms posible, las lneas de trabajo. En ese sentido valdra la pena explicar el concepto de "perspectivas est-ticas", as como, en relacin con la llamada teora de la recepcin, que es muy vlida, cmo, en concreto, considerar al lector?

    Mario Va/ds: Bueno, primero qu entiendo por perspectiva esttica? Es importante entender que ste es un artificio, un concepto creado para poder deli-near histricamente ciertas tendencias un tanto priviligiadas del texto literario. Podemos notar que hay textos que en ciertas pocas se mar ginan, porque pasan de boga en la preocupacin esttica de ese mo mento. Si queremos entender por qu un poema que describe la flora y fauna de Amrica en un momento entra como alta literatura y en otro corno reliquia del pasado, tenemos que entender que hay una funcin esttica que podemos poner dentro de una trayectoria histrica. Una de las funciones estticas, por ejemplo, que yo veo a travs de la litera tura es la didctica. El hecho de que en cierto momento, lo didctico

    :!:lA pg&SPECTIV A COMP ARATIST A 47

    se rechace no tiene que ver con el que es una corriente esttica vlida dentro de las posibilidades de expresin literaria. En cierto momento, se hace hincapi en crear una esttica de parbolas, especialmente en la novela o en la poesa. La cuestin es que el lector se reconozca den-tro del mundo narrativo o potico elaborado y pueda compartir esas experiencias.

    En cuanto al lector, se tiene que distinguir claramente entre el lector contemporneo y el lector implcito en el texto literario, ste es el que me interesa. CmO vamos a tratar al lector del siglo XVIII? Al lector implcito lo vamos a sacar del texto y del estilo del texto en su historia, en su marco histrico. Podemos construir la estrategia del tex-to que se dirige a un lector, ver las vinculaciones, tipos de voces, modos de apelar, ciertas debilidades del momento, ciertas ideologas del mo-mento dentro del texto. Para una historia literaria es importante el texto en un marco histrico porque se trata no del lector implcito de una obra, sino del lector implcito como una colectividad. Es impres-cindible que tengamos datos, a fin de que nos den la informacin de a quin se dirige el texto, cules son los argumentos que usa para ga:gar-se a ese pblico, cmo se distancia a una parte del pblico lector. Esta es una reconstruccin histrica que va a ligar el estudio detenido del texto literario con una estrategia y su marco histrico.

    Jacques Leenhardt: En relacin con lo que dice Mario del lector, me parece que para noso-tros, que queremos hacer una historia, hay que considerar tambin el otro concepto de lector. Quiero decir el funcionamiento social del tex-to en el marco de los seres reales. Evidentemente es muy difcil conocer de manera completa ese tipo de lector porque siempre faltan datos. Es siempre la nocin de considerar una estrategia en donde habra que tra~ tar en el marco histrico el funcionamiento de la esttica.

    Mario Valds: Yo lo veo como una dialctica de la estrategia del texto y de una repo-sicin histrica del pblico lector que acepta, rechaza, trastorna o cam-bia al texto literario. Estoy completamente de acuerdo.

    lean Franco: Creo que se est pasando por alto en este estudio de la estrategia, la cuestin de la enunciacin. Porque lo que pasa es que en este marco histrico, el enunciante o la forma de enunciacin -porque no necesa-riamente es una persona- es la clave de la subjetividad. Es el problema de cmo se forma el sujeto en un cierto momento histrico, y adems como se autoriza la obra literaria. Yo estoy trabajando, en estos mo-mentos, en Fernndez de Lizardi y l tiene un gran problema en sus obras que se puede enfocar de la siguiente manera: cmo se autoriza como persona que puede hablar en ese momento, porque no es cura, no es erudito, no ha ido a la universidad. Cmo se autorizan, por lo

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    tanto, estos nuevos tipos de textos, cmo demuestran un poder hablar. Me gusta mucho su forma, pero me ha parecido que eil mento toca usted el problema de la enunciacin, que no se de>Sartcull

    Hugo Achugar: Yo creo que est implcito, en parte del texto ledo, pero me si podra ahondar en lo siguiente. Es obvio que la descripcin de lector es necesaria, en funcin de un marco histrico y de una tiva de en:unciacin. Pero esa enunciacin no slo se realiza en cia a un marco histrico, a un determinado proceso s~c~::t~~~~~~c~~;~~1 a un sistema esttico. Y a m me parece que es una mental para la descripcin de un determinado momento. Es en relacin con un determinado acontecer histrico, pero

  • 50 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LJlTliN!A

    suriana como la sincrona Y la diacrona. Yo s que el profesor est perfectame-nte e~ con?cimiento del modelo dialectolgico Flydall que es extendido pnmero por Coseriu. Se habla no soian1e,,1;;1 del adspe1 ?t~ s~cr1nico y d~a.crnico sino que tambin de las variacio. n~s ra op1c~s. e romantici~I?o europeo, .u~ romanticismo ingls 0 hiSpanoamencano, pero tamb1en un romantlctsrno argentino seJrrtim,,n.il tal o socialista utpico. Y no solamente diatpicas sino que cua d do~ el eje~pl~ ~el lector se puede hablar perfecta Y claramente d~ 1~ vanante d1astrat~ca, y no solamente del lector sino del emisor. Cuand usted habla precisamente de la literatura indgena o inctg en1sta yo

    0

    1 t d r , , me P_?n eo: ca 1 ~e~ o _co~ceptua?, produce conceptualmente con rela-CIO~ a una tematlca mdgenista del mismo modo un positivista como , ~lc1des Arguedas que un antroplogo que adopta una posicin diastr-tlca desde la post~ra del indio como Jess Lara, como Jos Mara Arguedas, o un escntor del realismo social como Icaza?

    Los tres seran indigenistas, pero la variacin es de tipo diastrtico ~n la cuar~a c_ategora, qu~ sera la variacin de oficio, tendramos un~ hteratura mdtgena narrativa, y sa sera una variacin diafsica. Entre narradores tendramos una sinfasa del discurso, pero tenemos una r. te~atura dramtica del indgena, o una poetizacin del indgena y h:. bna que tocar un poco la categora diafsica tambin.

    Yo no s si usted considera que esos aspectos pudieran ser incor-porables. dentro de un trabajo metodlogico, que a m me parece de enorme rmportancia en realidad.

    Mario Valds: S, claro que s. Casi todos sus comentarios parten de plantearse uno ~n que~a.cer de crtica literaria. Aqu yo trat de dar un esquema te. n.c~ suflcientement~ amplio para poder defender los cambios que estoy Pidie~do, los cambios que son mayores, y a la vez indicar las diversas especies de operaciones.

    Antonio Cornejo Polar: Yo quiero. hacer cuatro obse~aciones. Previamente quisiera decir que la ponencia me parece muy Interesante, y que requerira tal vez una lectura muc~o ms deten~da para poder calibrar las perspectivas que se abren a partrr de ella. Mis observaciones son un poco ms concretas Una primera, que me est preocupando, no slo en la ponencia, sin; e~ general en el debate, es que me da la impresin de que se est ha ciendo una separacin demasiado tajante entre literatura por un lado Y algo que llamamos historia, por otro. De alguna mane;a -no es as/ pero simplificando- estaramos volviendo al viejo concepto de texto ~ contexto com? dos cosas a?solutamente independientes, o ligadas de una fo~ma mas o menos crrcunstancial y aleatoria. Yo creo que en

    cualqm~; caso, p.ero sobre todo en Amrica Latina, significara una separacwn demasmdo aguda, una doble reduccin.

    Por una parte, estamos reduciendo la historia a la serie poltica,

    pERSPECTIVA COMP ARATIST A 51

    'm1 ca social etc. y por otra estamos reduciendo la literatura a econo , ' ', . . b. especie de expresion puramente subJet1va o mtersu Jetlva, que una , . y h b f ncionara en un plano mas o menos Ideal. o creo que a na que

    hu cer un esfuerzo por no confundir los trminos, evidentemente, pero t:mbin, por encontrar alguna _forma de.mutua r~lacin ms e~trecha. Debo poner el ejemplo que senalo en m1 ponencm: hasta que p_unto 1 proceso de formacin de la nacionalidad argentina es independiente ~e la obra de ese momento?, hasta qu punto los textos de ~armien

    to, de Alberdi y de Echeverra no son el proceso de formacwn de la nacionalidad argentina? .

    Por otTa parte, me preocupa la insistencia del prof~sor Mereg~h en aquello de que el lenguaje, la lengua, el idioma es el caracter esenctal, definitivo y fundamental que nos permite. d.esli?dar el ca!llpo. Sobre todo porque si esto se asocia al hecho de pnv~eg~ar el espanol Y el por-tugus, yo tendra la impresin que estamos hqmdandC: el proyecto._

    En ese caso deberamos estudiar la literatura espanola, de Espana, dentro de este Proyecto, como literatura espaola de Hispa.J!oamric~. Si el idioma es lo ms importante, entonces para qu estudiamos la li-teratura hispanoamericana? Si el idioma es lo ms importante, entonces para qu distinguimos la literatura portuguesa de la brasile~a? Y o creo que hay que darle un peso grande a la lengua, pero que de mnguna m a nera es un criterio determinante. Con respecto a esto, otra preocup~cin: yo me doy cuenta, que en trminos prcticos, el proyec~o podna paralizarse si es que incluimos a las litera!u~as en lengua.s .nahv~s, por que eso nos creara un problema metodolog1camente cas11mpoSl?le de resolver. En trminos prcticos sera extraordinariamente comphcado, sin embargo no creo que pueda hablarse que esas lenguas forman una especie de s~strato y sean ajenas adems a la literat_ura latn:oameric~na. Al pensar, por ejemplo, en cualquiera de los paises andmos: Pe~u, Bolivia o Ecuador, no se puede sostener que la literatura sea la escnta en espaol. Me parece negar la evidencia de que la poblacin de eso.s pases no se reconoce en la literatura, sino fundamentalment.e en la li-teratura oral en quechua o en aimara. Que no podamos estudiarlo, que eso nos cree un problema metodolgico terriblemente complicado, no significa que no tengamos una muy clara conciencia de esto. En ese sentido el proyecto tendra que llamarse: "Hacia una historia de la literatura latinoamericana en espaol y portugus", pero de ninguna manera es la literatura latinoamericana completa.

    Mario Valds: Bueno, primero, en ningn momento quise designar a un cuerpo l~amado literatura de textos privilegiados, como un canon que se mantle ne sino que me refera dentro de los libros establecidos, tambin a la fil~sofa y aun al derecho. Creo que es el objeto cultural lo que impor-ta, y algo que no es literatura hoy en da, p~e~e se~ literatura p~a otra generacin y viceversa. Pero tenemos que d1stmgmr entre el fenomeno como un hecho histrico y el procedimiento metodolgico que vamos

  • a seguir nosotros. Sera absurdo excluir el ensayo, la prdica, la histo~ ria, el ensayo filosfico, el de derecho, etc. Ahora la base de seleccin de los textos tiene que ser su valor como el objeto cultural y no la per~ tenencia a una categora preestablecida o canon.

    En el segundo punto hay quizs un malentendido. Yo no me refie~ ro a la lengua como un sistema de comunicacin desprovisto de la co. m unidad, por el contrario, a esa lengua como la expresin de un pue. blo, como la manifestacin cultural de una colectividad de gente, del pasado y del presente.

    Ahora, en cuanto al tercer punto. Yo no voy a tomar ninguna pose hipcrita: yo no conozco nada, no podra empezar a leer un poema aimara. Pero no se trata de que nosotros podamos elaborar un estudio de las lenguas nativas de Amrica, sino que se tienen que reconocer a]_ delimitar el terreno, no como un estorbo, sino como una parte del sus-trato cultural que es importantsimo.

    Ana Pizarra: A m me parece que es importante en este punto de la discusin, con-siderar los procesos transculturales. Porque pareciera que estamos ha-ciendo una separacin muy tajante entre lo que son las literaturas en lenguas metropolitanas y las literaturas en lenguas nativas. Justamente, me parece que el carcter de una literatura latinoamericana, y el mis-mo inters comparativo de ella, es ver cmo las estructuras del lengua- , je y las estructuras mticas de esas literaturas y de esas lenguas nativas vienen a distorsionar las estructuras del lenguaje de las lenguas metro-politanas, llegando a caracterizar un discurso especfico. El problema sera -en la medida en que no somos capaces y no tenemos los medios de hacer un estudio de las literaturas en lenguas nativas- establecer la delimitacin. Es decir, tomamos en cuenta los procesos transculturales y llegamos all hasta donde podemos, y luego mostramos nuestra inca-pacidad de ir hacia lo dems, que tambin forma parte, y tal vez ma-yoritariamente, de la literatura latinoamericana.

    lean Franco: Creo que valdra la pena que discutiramos un poco la necesidad de defi-nir en forma muy diferente la trasmisin oral y la escritura. La cultura de trasmisin oral bnplica tambin a la cultura de trasmisin hispnica. Tenemos que estudiar esa zona muy particular de creatividad porque en ella se destacan otras normas de creacin, como la presencia de un auditorio, la necesidad de una comunidad, por ejemplo, y creo que te-nemos que hacer notar la diferencia.

    Adems, las formas de transmisin entre lo oral y la literatura, por ejemplo, los estudios de literatura de cordel en el Brasil, son muy im-portantes y hay que notar una cosa, para m muy significativa, es que son los antroplogos, muchos norteamericanos, los que ya estn trans-cribiendo esa cultura oral para nosotros.

    LA PERSPECTIVA COMPARATISTA

    Franco Meregalli

    Los organizadores de la Reunin que tiene la tarea de discutir los criterios metodolgicos y los procedimientos operativos que deben dirigir la realiza-cin de la Historia comparada de la literatura latinoamericana han conside-rado_ oportuno abrir los trabajos con relaciones sobre la "delimitacin del campo". El primer problema que se nos presenta es: Qu entendemos por Amrica Latina? Quebec es un territorio sin duda americano, y en l se habla una lengua que es tan "latina" corno el espaol o el porgugus. Ha-blando de Amrica Latina se incluye o no se incluye Quebec? Yo creo que en general no pensamos en l, cuando hablamos de Amrica Latina, aunque si pensamos en Hait, en la Martinica y en la Guadalupe. Hay por lo tanto un conflicto entre el criterio lingstico y el geogrfico. Desde un punto de vista metodolgico, debera prevalecer un criterio lingstico, por-que la relacin entre la lengua y la literatura es intrnseca, mientras no lo es la relacin entre la colocacin geogrfica y la literatura. Es indudable que la literatura que se hace en Nueva Zelanda tiene mucho ms que ver con la nglesa que con las literaturas asiticas, que sin embargo se desarrollan mu-cho ms cerca de Nueva Zelanda. Pero desde un punto de vista histrico la colocacin geogrfica es esencial. Ahora que, si damos la prioridad al fac-tor geogrfico, se nos pone otro problema: podemos incluir en el rea de nuestra historia la literatura hecha en ingls~ en Jamaica y Trinidad o en el papiamento de Curayao? Es el Caribe una realidad que hay que privilegiar en nuestro proyecto incluso forzando el trmino "latino-americano" para ncluir zonas de lengua no "latina"? Personalmente prefiero la expresin "iberoamericana" a la "latin0americana": se trata de una expresin ms rigurosa, que dejara fuera del objeto directo de la empresa las literaturas francfonas de Amrica, y naturalmente las anglfonas, que sin embargo habra que tener en cuenta en la "perspectiva comparatista".

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  • 54 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA

    A propsito de esta preferencia ma por el trmino iberoamericano quiero hacer algunas observaciones. Da la casualidad, que no es del todo una casualidad, que yo soy italiano; se sabe qu importancia tiene la pobla. cin de origen italiano en algunas zonas de Ibero -o, si queremos, Latino-amrica. Como italiano, tendra que preferir la expresin "latinoamerica-na", que parece aludir tambin a dicho elemento italiano. Por otro lado, en los siglos XIX y XX la presencia de la cultura fraricesa en Amrica Latina ha sido un factor, acaso el mayor, de unificacin o al menos de atenuacin de las diferencias culturales entre los pueblos iberoamericanos; por esto tambin se podra justificar de alguna manera, histricamente, el trmino "latinoamericano". Sin embargo, "Amrica Latina" es un trmino que me parece ms utilizado fuera que dentro del territorio interesado o de todas formas implica una ptica exterior. La discusin sobre el trmino puede parecer un poco ociosa; pero creo que la claridad en este caso, alcanzada despus de una adecuada discusin, puede ayudar a aclararnos las ideas tambin a propsito de la articulacin de la obra de que nos ocupamos.

    Otra serie de consideraciones preliminares que quiero hacer antes de llegar explcitamente a lo comparatista (pero ya hemos visto que analizan-do conceptos generales se ilumina tambin el aspecto comparatista) se re-fiere a los trminos "historia" y "literatura". Qu es literatura? Me he ocupado especficamente de este problema y tengo ideas personales al pro-psito, que obviamente no puedo expresar de una manera adecuada en esta sede. De todas formas, tlir que considero necesario dar una significacin muy amplia a este trmino: "literatura", la entiendo no slo pensando en los gneros de escritura ms cargados de elementos estticos: narrativa de invencin y lrica, sino incluyendo la prosa de reflexin, la narrativa no de invencin; el t~atro, la produccin historiogrfica, por ejemplo, debe considerarse produccin literaria, y no slo por lo que puede tener de valor esttico (no existe una escritura que no tenga, mucho o poco, elemento "esttico"), sino en s. La herencia simbolista y la idea decimonnica del "arte por el arte" nos han llevado a privilegiar el elemento esttico en la li-teratura: la verdad de esta afirmacin puede constar, por ejemplo, al estudiar los criterios con que se han atribuido los premios Nobel por la literatura en eStas ltimas dcadas, comparados con los criterios que prevalecan a co-mienzos del siglo. Pero esta tendencia lleva a un aislamiento esterilizante del mismo "elemento esttico". Viene luego lo de "historia". Hace slo unos quince aos, haca falta valor para hablar de historia a propsito de la literatura. Durante el dominio del estructuralismo ahistrico, cierto terro-rismo pretenda que la historia Hteraria haba acabado, que la nica mane-ra legtima de estudiar la literatura era ocuparse del texto, y del texto en su superficie significante; pareca entonces que cualquier referencia a algo que fuera exterior al texto fuera una impuridad rechazable, y no slo recha-zada por personas al tanto de las cosas. Fue poco ms o menos en aquella

    LA PERSPECTIVA COMP ARATIST A 55

    poca que nuestra Asociacin Internacional de Literatura Comparada pla-ne su ambicioso proyecto de una Histoire des littratures en langues europennes. Ahora resulta que se ha redescubierto al autor por un lado y al receptor por el otro, y con ellos se ha redescubierto la historia, pero tam-bin como relacin entre texto y referente extralingstico. A una semiolo-ga literaria que se limitaba a estudiar el signo literario en sus dos polos de significante y significado, es decir, estrictamente como hecho lingstico, se ha sustituido una semitica pragmtica, que no ignora la relacin entre emisor, texto y receptor, y por lo tanto el contexto literario y la circuns-tancia extraliteraria. Cualquier texto tiene, adems que una autorreferencia-lidad, una heterorreferencialidad, ms todava es heterorreferencialla co-municacin literaria en que el texto se coloca. La literatura es un momento de la vida.

    Todo esto nos dice que metodolgicamente se justifica plenamente una historia literaria, y se justifica no slo como historia de las formas sino co-mo historia del hecho literario dentro de la vida. Dentro de la vida social, dentro de la vida psicolgica individual, dentro de la reflexin en todos sus aspectos, desde el estudio de lo econmico a la filosofa y la mstica. Ya estas afirmaciones implican una determinada manera de concebir la articulacin de una historia literaria.

    Cmo debemos articular nuestra historia de la literatura latinoameri-cana o iberoamericana, o como queramos llamarla? Podramos pensar en una articulacin que fundamentalmente privilegie los gneros literarios. Sera una articulacin que se acerca a una concepcin formalista de la his-toria literaria, concepcin que tiene su parte de legitimidad y aun de nece-sidad. Pero pienso tambin que las formas literarias introducidas en un contexto diferente adquieren un significado diferente, sirven a propsitos diferentes. El romanticismo por ejemplo, ha preferido determinadas for-mas literarias a otras; formas literarias precedentes a la difusin del roman-ticismo pervivieron durante el predominio de ste, que en ninguna parte fue absoluto. En general, puede afirmarse que movimientos histrico-culturales no han destruido nunca completamente el pasado, que a veces pareci re-surgir despus de ellos. En otras palabras, un movimiento es una cosa y un periodo es otra. En un periodo cronolgico viven muchos movimientos en distintas fases de su desarrollo. El romanticismo convive con el neoclasicis-mo, y no slo en el sentido de que ste sobrevive como forma rezagada durante el dominio del romanticismo. El neoclasicismo, por ejemplo, do-mina en arquitectura y escultura en las mismas dcadas en que el teatro o la narrativa de invencin domina lo que llamamos romanticismo. Por otro lado, los movimientos literarios no suelen ser slo literarios. Cabe incluso decir que los ismos cambian la literatura como forma porque introducen en ella tendencias, gustos, valoraciones, temas diferentes: si la literatura puede cambiar un poco la vida, ms la vida cambia la literatura.

  • 56 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA

    De estas premisas parece bastante lgico deducir que, sin negar las di-nmicas inmanentes en las formas literarias, hay que destacar en la misma historia literaria el referente extraliterario, digamos la realidad histrica vi-tal. Hay que hacerlo en distintos sentidos: en un sentido diacrnico y en un sentido sincrnico-espacial. La periodizacin de la historia literaria debe hacerse, segn yo, si es necesario, en funcin de hechos no literarios: de hechos, obviamente, que tengan un alcance tan enOrme que lleguen a cam-biar la vida literaria, que es una de las muchas facetas de la vida en genetal. La verdad es que hechos tan macroscpicos suceden raramente, y menos suceden con relacin a un dominio espacial tan inmenso como es el territo-rio en que se desarrollan las literaturas latinoamericanas, o el poco menos inmenso en que se desarrollan las literaturas iberoamericanas.

    Cuando hablamos de "literatura latinoamericana" habamos por defi-nicin de un conjunto de literaturas que se expresan en un idioma romni-co. Hay, por lo tanto, un hecho macroscpico en los orgenes de la "litera-tura latinoamericana": la introduccin de las lenguas romnicas en Amrica, que empieza a comienzos del siglo XVI y no ha acabado todava. El otro fenmeno macroscpico, que cambi la vida latinoamericana, es la inde-pendencia. En realidad se trata de un fenmeno que se manifiesta de ma-nera profundamente diferente en las dos partes de Iberoamrica. Dos son los acontecimientos que causan u ocasionan dicha independencia: el ejem-plo de Estados Unidos y la revolucin francesa con sus consecuencias psi-colgicas y la ocupacin napolenica de la pennsula ibrica. Ambos ele-mentos fueron determinantes lo mismo en Hispanoamrica que en Brasil, aunque las relaciones entrfl: los territorios americanos y la llamada madre patria se desarrollaron en _ellos de una manera muy diferente. Podemos de-cir que la historia latip_oamericana cambia sustanciahnente en 1821. Cam-biando radicahnente la situacin general, debi cambiar sustancialmente tambin la literatura. Por ejemplo, se puede decir que la narrativa de inven-cin empieza en Hispanoamrica inmediatamente despus de la independen-cia y en relacin con ella. Por esto, creo que una historia de la literatura latinoamericana o iberoamericana hay que dividirla en dos grandes pocas, con un criterio extraliterario: antes y despus de la independencia.

    Dentro de estas dos grandes pocas debemos necesariamente realizar otros cortes cronolgicos. No es que queramos, es que no nos queda ms remedio que hacerlo. Pero aqu se complican las cosas. No hay aconteci-mientos extraliterarios de carcter tan enorme que nos permitan establecer un corte en el continuum histrico-literario en funcin de ellos. Hay movi-mientos literarios, o en general culturales, que vienen desde fuera y coloran de una manera groseramente sincrnica, muchos o todos los ambientes litera-rios iberoamericanos. No podemos sino acudir a ellos para individuar perio-dos o subperiodos. No se trata, por parte nuestra, de una postura ideolgica en favor de lo especfico literario; no se trata, para entenderse, de una afir-

    ti,,.Al'~R.SPECTIVA COMP ARATIST A 57

    cin parecida a la de la Introdurao a Literatura no Brasil de Afrnio ~utinho, que se inspira en los escritos por el autor mismo definidos "in-l~~;~;:~:~:,:e definitivos" de Ren Wellek. Podr parecer incongruente que -% en un caso la necesidad de escoger para la periodizacin un

    extraliterario, en otros la de privilegiar hechos literarios. Una obje-'fl parecida procede de una mentalidad logicista o racionalista, que supo-

    ele que para un tipo de decisiones hay un tipo de soluciones al que hay que 11 fiel. Creo al contrario que la verdadera coherencia est en la

    'la

  • 58 HACIA UNA HISTORIA DE LA LITERATURA LA,TINC>Al"E!tl()A 59

    cin estatal? Es nacin Suiza que se expresa en diferentes lenguas? ., s aal" y lo "portugu_s" fo~rnan un s~bgrupo dent_ro de las len?uas y duda cabe de que Rousseau pertenece a la literatura francesa, no a la e P romnicas. La m1sma unportanc1a que se atnbuye a la diferen-tura suiza". Uruguay es nacin o provincia? Nadie piensa que Rio demuestra la esencialidad de la relacin. do Sul es una nacin. Uruguay es una nacin slo porque forma Anlogamente, Brasil se define co~o n? ~spanoaiJ_I~ricano. ~n efecto, dad estatal? O es una parte de la nacin rioplatense? De todas diferencias macroscpicas en un mvel histonco-po~~-~Ico: Brasil no ~uva lo que se escribe en espaol forma evidentemente una unidad a rra de independencia; el libertador fue paradoJicamente el mismo expresin, indudablemente, de distintas naciones Pues bien' las gue . durante casi todo el siglo XIX constituy un imperio, cosa que entre literaturas de distintas naciones que se exp~esan en la' misma 'historia brasilea algo esenciahnente distinto de la historia de las no interesan directamente lo que se suele llamar "literatura ,.ptOll""' hispanoamericanas. . La literatura comparada se ocupa de relaciones entre literaturas Por lo que se refiere a la historia lit_eraria, _no me _atrevo a expresar opl-lenguas diferentes. La relacin entre la literatura portuguesa y la , s especficas. Sin duda hay conspicuas diferencms; pero creo que hay brasilea no es objeto del estudio comparatista (como lo entiendo OJG~\n analogas debidas lo mismo a la anloga colocacin frente a las li-berando un empleo lingstico de la expresin "literatura rarnt~ras europeas, especiahnente la francesa, como a las analogas de cons-una manera obviamente convencional, ensea Ferdinand de Saussure teta "n etnolgica de los pueblos El descubrimiento de un sustrato de ddl , tRUClD . d es e u ego no arbitraria y caprichosa, puesto que ste es el sentido cimiento "mgico", de origen indio o negro, por eJemplo, pue e re su -da e l l "li cono 1 .. d r d n genera a a expres10n teratura comparada"). Por lo tanto n elemento comn, otro, a exp os1on emogra 1ca e mega opo IS en cesario estudiar en la Historia comparada de la literatura ' :~timas dcadas (un fenmeno que es mucho ms reciente_~ mucho_ ms la relacin.de continuidad y contigidad entre la literatura acentuado que el anlogo fenmeno en Europa), qu

    1e se ~encadlo1 m11sm_o literatura hispanoamericana, pero este estudio no constituye un Brasil que en Hispanoamrica, y causa un desp azam1ento e m eres

    comparatista de dicha obra. :cia las masas urbanas que puede reflejarse en la literatura. Diferente es la cosa tratndose de las literaturas hi:;pamc>anae1"icitnajj De todas formas, me parece absolutamente claro que la costumbre _de

    la literatura brasilea. En general, se piensa en sta como algo locar sin ms a Brasil entre las repblicas "latinoamericanas", ~ lo meJor a la literatura argentina o a la peruana. Pero no es as: la :roo elemento en una enumeracin alfabtica ("Boliv~a, Brasll,, ~o 1om-evidente es entre la literatura brasilea por un lado y la tJ-ia, .. ") es de rechazar. Brasil se puede comparar con H1spanoame_nca, no (o hispanoamericanas) por el otro, puesto que entre la literatura con cada una de las repblicas