Hagamos Lo Imposible - Artistas y Centros Culturales

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- Cultura Para Trabsformar - Por qué militar en el terreno de la cultura - Centros culturales Populares, Autónomos e Independientes - Arte Transformador

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INDICE

CULTURA PARA TRANSFORMARPor qué militar en el terreno de la cultura

Que la cultura es la sonrisa canta por ahí uno. Que hay una, dos, cientos de culturas diferentes. Que ni bien te tomas un micro de larga distancia, sufrís pagando y subiendo a un avión, cruzas un océano, unos cuantos mares y ya podes ver toda la diversidad de culturas que existen. Y ni bien las tenes ahí enfrente, ya arrancan las justificaciones que tan bien reproducen los medios de comunicación: Que si esta tapada desde las pestañas hasta los pies, es algo cultural. Que si se visten solo con taparrabos, es algo cultural. Que la gente pueda conseguir armas, escopetas o

pistolas de forma tan fácil, casi como si fuesen caramelos, es algo cultural. Entonces casi que se nos escapa de la boca el decir que la existencia de esa opresión hacia las mujeres, es cultural. Que exista esa represión y esa violencia, es algo cultural. Pero entonces, si nos comemos los cuentos de la televisión, nos creemos los versos de los dueños de todo, la cultura pasa a ser algo ajeno a nosotros. Algo que nos excede. Que esta alla afuera, flotando en el aire, en el éter o en el agua. Que nos atraviesa, nos compone como personas, pero casi que ni podemos tocarla. Ella

cultura para transformar

arte transformador

CENTROS CULTURALES PO-PULARES INDEPENDIENTES Y AUTONOMOS

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“Construimos una cultura que salga a gritar a pul-món quitado por todas las injusticias de este mundo”

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nos hace a nosotrxs, pero nosotrxs no la hacemos a ella. Alla ella, aca nosotrxs.

Perdón por las molestias, pero vamos a discrepar con esta postura. No solo porque parte de un principio de pasividad, sino porque parte de la creencia o suposición de que la cultura es algo ya concebido e irremediable. Dejando de lado entonces el papel que tenemos nosotrxs como hombres y mujeres: el de hacer y rehacer nuestra propia vida e historia y nuestro mundo.La cultura nos atraviesa, nos enreda los pelos de la cabeza y nos hace vibrar el alma. Y es porque la cultura, nace desde las raíces mismas de nuestra latinoamerica, brota en cada risa que se estalla en un pibe de un barrio, en cada paso de murga a medio ensayar. Entendemos a la cultura como un terreno lleno de recovecos en donde pueden germinar los más lindos versos, los abrazos mas cálidos y las palabras mas rebeldes. Es por eso que nos paramos de la vereda de enfrente de lxs que

quieren encapsular a la cultura en un museo. De los que le ponen precio a la belleza y la cuelgan en un pared de una flamante galeria. De los que buscan engordar sus billeteras, montando una obra de teatro en donde reina el machismo y las mujeres usadas como un objeto. Esa cultura no es la que defendemos ni la que pretendemos construir. Buscamos una cultura que salte butacas, que movilice todos los nervios y deje una dos miles de preguntas en la cabeza. Construimos día a día una cultura que busque romper las palabras prefijadas. Construimos una cultura que salga a gritar a pulmón quitado por todas las injusticias de este mundo. Una cultura que responda a todos nuestros sueños. Salimos a tomar el cielo por asalto, y a construir una sociedad en donde la libertad este al alcance de todos,

con nuestra r ebe ld í a ardiendo en las entrañas y la alegría

conquistando nuestras bocas. Salimos a transformar este suelo, ni bien levantamos la zapatilla del

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asfalto, teniendo como horizonte una vida enteramente digna de la mano del cambio social que tanto deseamos.

En este camino, no estamos solxs. Sino que hay miles y miles que sienten en lo mas profundo cualquier injusticia cometida en cualquier parte del mundo. De aquellxs que entienden que no es casual o inocente que la cultura que hoy nos rodea, en la calle, en la tele y en los grandes teatros, esta manchada de pies a cabezas por lógicas que poco corresponden a lo humano. Sino que responde a continuar y perpetuar un circulo gigante manejado por unos pocos, y sufrido por la gran mayoría de la población, en donde gobiernan las ganancias por sobre las personas, en donde el saqueo de los recursos

esta a la orden del día.

A partir de esta distinción entre una cultura vacia y reproductora, la cultura transformadora que nos abocamos a construir, nos parece importante adentrarnos en la metáfora que supo utilizar Marx conceptualizando a la sociedad como dos grandes bloques. Por un lado se encuentra la estructura económica donde se encuentran las fuerzas productivas de producción y por encima de eso y condicionado por eso se encuentra la superestructura que incluye la ideología, el aspecto jurídico, político, cultural entre otos.De la mano del marxismo oficial del siglo XX se ha interpretado esta metáfora de manera mecanicista. Desde nuestra perspectiva, comprendemos que la izquierda

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y el campo popular le han dado históricamente ese lugar a la cultura: un lugar postergado.

Entonces, la ganancia de estos pocos que mencionábamos, es la ganancia que acumula una clase por sobre otra: la clase dominante. Ya Marx ha dicho que los empresarios son clase capitalista en tanto son clase dominante. Es decir, que no sólo son explotadores económicamente, sino también son dominadores política, cultural, militar e ideológicamente. La clase de los empresarios no vive “a puro palo”, también “engaña”, consensúa, se apropia de los significados, coopta, da una batalla cultural, una batalla de ideas; en síntesis: construye hegemonía.

La hegemonía es un aspecto importantísimo de la dominación, es el elemento de consenso que, sin descartar la coerción, garantiza el orden y la reproducción de las relaciones sociales. Garantiza que todo (o por lo menos lo fundamental) siga igual.

Los empresarios, siendo minoría en la sociedad, logran que sus intereses particulares pasen por los intereses generales del conjunto. La hegemonía garantiza que los mismos oprimidos y explotados se sientan identificados con los intereses de sus propios verdugos.

Es bien sabido que hasta el más pobre defiende la propiedad privada que nunca tendrá.

Esta concepción desmitifica la idea bancaria de dominación, de arriba hacia abajo; lo cierto es que las clases subalternas no están sencillamente “dormidas”, sino que juegan un rol activo en su propia dominación. Esto se debe a que tienen una concepción del mundo impuesta por el ambiente y reproductora (sentido común). De esto se deriva que la tarea del cambio social no es el de “ir despertando a las masas”; la única forma de combatir la hegemonía (la “dominación cultural”) es por medio de una contrahegemonía, no simplemente denunciando la concepción del mundo hegemónica, sino construyendo la propia, la de los laburantes, los estudiantes, los pobres, la de los oprimidos, la de las mayorías.Debemos construir otra concepción del mundo que tenga otros valores, otra moral, otra estética, otro arte, otra cultura. Hay que organizar la conciencia que vamos descubriendo en la lucha, hay que traducirla en teoría y práctica. Debe estar enmarcada necesariamente en una alternativa social y política de los de abajo, con independencia política de los poderosos, de los empresarios, de los explotadores. Debe ser de los de abajo, de aquellos que

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CENTROS CULTURALES POPULARES

INDEPENDIENTES Y AUTONOMOS

Desde el Movimiento Cultural Hagamos Lo Imposible entendemos que nuestro lugar en la producción creativa como artistas se debe posicionar pensando en la transformación social. Al contrario de esto, el circuito del arte “clásico y hegemónico” se construye apuntando netamente hacia lo que se vende y lo que se compra. En función de esto se construye la industria cultural que se vacía de contenido y se estandariza. Nos tomamos unos minutos para pensar en esta contradicción y en cómo resolverla.

Para lograr un verdadero cambio social debemos organizar y dar la lucha en todos los terrenos de la sociedad. Nuestras construcciones culturales deben estar atravesadas por las realidades de nuestro pueblo, del lugar donde están insertos

CENTROS CULTURALES POPULARESPara entender de qué hablamos cuando hablamos de cultura popular es preciso entender que la cultura

nos levantamos día a día y que construimos el mundo.

Creemos que es mediante la cultura que se manifiesta la conciencia, los modos de pensar y de hacer, las costumbres, lo que todo el mundo reproduce porque “así son las cosas”. Creemos que las cosas no son, sino que están así y por ende es a través de la cultura que podemos transformarlas, fortaleciendo un nuevo tipo de cultura: una cultura contrahegemónica.

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no es, y nunca lo fue, patrimonio de las instituciones. Si bien en algún momento de la historia, se crea el teatro como una institución donde el arte se “muestra”, la realidad es que el arte escénico, la música, la danza, etc. ya existían. Este es un ejemplo de cómo, a través de distintas instituciones (escuela, iglesia, etc.), se organiza la sociedad moderna. Actualmente, el campo de la cultura está minado con las formas de construcción de estas instituciones, ya sea desde el Estado o gestiones privadas. Esto configura una red de producción y reproducción de un modelo hegemónico, atravesado por los intereses de la industria, de los sectores dominantes. Por eso decimos que este modelo no representa los intereses de los oprimidos, de las grandes mayorías. Por el contrario: las perjudica directamente, tanto a los trabajadores de la cultura como a cualquier vecino o vecina de a pie que reproduce esta cultura en sus prácticas durante toda la vida y en cada una de sus relaciones.

Nosotros hacemos cultura del pueblo y cuando decimos esto nos referimos a las expresiones que vienen desde el pueblo, de los barrios, de la juventud, que están conectadas con la realidad que viven la gran mayoría de los hombres y las mujeres de este mundo. Popular como algo que pretende superar la idea de que la creación es patrimonio de unos pocos, de

aquellos que tienen la posibilidad de estudiar, de ser profesionales de algo. Sin embargo popular no es sinónimo de precario, es necesario darnos el trabajo de superar esta idea y profesionalizar cada una de nuestras construcciones. Nuestros espacios, además de ser profesionales y masivos deben construir una nueva cultura, una cultura crítica ante esta hegemonía, generando herramientas que sirvan para disputar el sentido que está instalado en la sociedad y es común a todos pero muy perjudicial.

La cultura crítica la hacemos entre todos y desde la propia práctica intentamos abrir nuestras puertas a todas las personas que quieran participar, ya sea de una actividad o de la construcción del espacio. En nuestros espacios no se restringe el acceso con precios altos de entrada, que en ningún caso son excluyentes. De todas formas trabajamos con mucho compromiso, nos preparamos, estudiamos y nos esforzamos para mejorar nuestra intervención. Ya que entendemos que desde el mercado se reproduce un carácter elitista de la cultura. Los “grandes” teatros o salas de conciertos, los recitales masivos traslucen este carácter en el precio de sus entradas, también lo hacen por concentrarse, en su mayoría, en las grandes ciudades. Al mismo tiempo existen centros de anudamiento de la cultura, como son

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los lugares de esparcimiento, escuelas, universidades, etc. que incorporan elementos del carácter elitista de la cultura. En la vestimenta que usamos, la música que escuchamos, los lugares que frecuentamos, en pocas palabras: la cultura que consumimos y como la reproducimos.

CENTROS CULTURALES INDEPENDIENTESNuestros centros culturales los entendemos independientes en un doble sentido. Independientes del Estado en tanto no dependemos de ningún gobierno, de ninguna gestión, ni de ningún estado, nuestras construcciones son genuinas del pueblo. Esto hace que estas transcienden lo inmediato, que perduren en el tiempo, que su construcción no se vea condicionada. Es por esto que los espacios culturales deben ser independientes gobernándose a sí mismos, tomando sus propias decisiones y proyectos, decidiendo que se hace y cómo sin estar determinados por agentes externos, ya que entendemos que depende de nosotros como trabajadores de la cultura, el no estar limitados ni

encerrados bajo el ala de un gobierno. Nuestras construcciones nos permiten poder transformar la realidad en que vivimos, es por esto que necesitamos recursos para que nuestros proyectos transciendan en el tiempo, sean de calidad y realmente podamos decidir el curso de estas. Para que este objetivo se cumpla debemos pensar diversas formas de auto-financiamiento, pero también debemos poder obtener recursos de todo tipo: subsidios, fomentos culturales y otros, que nos permitan avanzar en la construcción genuina de nuestros espacios siempre a condición de que nadie nos pueda imponer que hacer en ellos, o que vaya en detrimento de la autonomía e independencia de los espacios mismos.

También nos definimos independientes del Mercado. Hoy en día nos movemos en un mundo donde la cultura se convirtió en una mercancía más, que utiliza al artista como un producto, como un medio para producir lo que el mercado y el consumismo demanda. Así se construye una cultura totalmente

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manipulada por los grandes empresarios, los dueños de todo. Los espacios de difusión y producción artística se reducen a aquellos en los que prima el interés comercial y por lo tanto la mercantilización del arte. No importa el trabajo que conlleva, el mensaje que genera, el tiempo que se dedicó a su producción, sino que lo único que importa es que genere dinero, mucho dinero. Dinero que por supuesto, no se lo lleva el artista, sino que se lleva la empresa que maneja el teatro, o la que maneja el estudio de grabación o las tan conocidas galerías de arte. La cultura pasa a tener un precio fijo y frío, se vacía entonces de contenido y de sentimiento, y no solo no representa a las mayorías sino que no tiene nada que aportarles. Y solo reconociéndonos como tales, como los hacedores de cultura, es que podremos enfrentarnos y darle batalla a aquellos que quieren hacer de la cultura un negocio más para administrar. Los que quieren hacer que tenga tal o cual valor, que entre o salga de cartelera según haya más o menos demanda. Algo que este calificado por números y cuentas, y no por las sensaciones y aportes que esta genera.

CENTROS CULTURALES AUTÓNOMOS Entendemos que la real independencia de los espacios no estará completa hasta que estos se desarrollen en una

nueva sociedad. Sin embargo ante las condiciones que se nos presentan debemos levantar las banderas del autogobierno (independencia) y de la autonomía-unitaria. Autonomía no debe ser sinónimo de ensimismamiento de en los espacios, el cual no permitiría la unidad en la acción con otras expresiones del sector u otros sectores. Teniendo como consecuencia extrema que no se trabajen los lazos de unidad en la articulación, acción y organización del pueblo.

Somos los hacedores de esta cultura y para hacerla debemos embarrarnos hasta los codos para cambiar la concepción del arte y la cultura que está vigente en la sociedad de hoy día. Salimos y nos encontramos construyendo una cultura diferente a la que nos impone la televisión, los museos de antaño y el mercado. Construimos una cultura crítica e independiente, que nace desde abajo, resiste, disputa significado, problematiza. Una cultura activa, en constante movimiento y en constante crecimiento. En esta alegre batalla, nos encontramos profundizando cada vez mas nuestras herramientas, intensificando nuestro desarrollo, porque la cultura que nos disponemos a producir, no estará atada con alambre, tendrá la capacidad de problematizar y sensibilizar y transformar.

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ARTE TRANSFORMADORUn cuadro, un aplauso, una fotografía, otro aplauso, se cierra el telón y fin de la cuestión. Parece ser que el arte es algo que vemos en un museo un tanto viejo, o en una tele super plana y moderna, o en un libro olvidado, en una biblioteca mas olvidada todavía. Parece ser que el arte es algo para mirar, contemplar, disfrutar, pasar un buen rato y no mucho más que eso. De esta forma queda bien alejado de la realidad y… ¡que no se le ocurra hablar de ella! mucho menos ¡reflexionar sobre la misma! Actualmente nos movemos en un mundo donde el arte se convirtió en una mercancía más, que coloca al artista como una simple herramienta, como un medio que crea productos artísticos según lo que el mercado y el consumismo demanda. Así se construye un arte y una cultura totalmente manipulada por los grandes empresarios, los dueños de todo.

La cultura que se impulsa es una cultura vacía, una cultura que no sólo no representa a las mayorías sino que no tiene nada que

aportarles. Para evidenciar esto, sólo basta con caminar unas cuadras por calle Corrientes (la expresión por excelencia del circuito teatral comercial en Buenos Aires) y ver las carteleras invitándonos a pagar por un arte vacío, machista y mercantil; un arte sin desarrollo ni búsqueda de ningún tipo.

Pero aquel cuadro y su aplauso, la fotografía y ese otro aplauso, aquel telón que parece cerrarse, es sólo el principio de la cuestión. Desde el Movimiento Cultural Hagamos lo Imposible buscamos construir un arte diferente al que nos impone la televisión y el mercado. Entendemos que el arte está dotado de vida: el arte existe porque existe una vida que lo crea, que lo condensa y lo manifiesta. Y esa vida la viven los hombres y mujeres, que tienen la capacidad de preguntar, de cuestionar, de comunicar, de transformar.

En este tipo de arte que pretendemos construir, es evidente que como protagonistas se encuentran los artistas, los creadores del mismo. Desde HLI, concebimos la idea del artista independiente en dos sentidos: del mercado, de los empresarios del arte; porque reconocemos al artista como trabajador de la cultura,

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con intereses necesariamente contrapuestos, que no se rigen por lo que la industria demande. Por otro lado, independiente del Estado, porque el artista debe existir y producir al margen del gobierno de turno que apaña a estos empresarios y sus intereses económicos.

Es así que como protagonistas en la creación artística, debemos re-pensar la cultura en la que estamos inmersos y desde ahí crear críticamente. La cultura y el arte que queremos construir no aparece por televisión. No queremos arte que solamente se queje, queremos un arte que comprometa nuestra acción, que construye y embellece el camino hacia la transformación, y nos permite crear identidad como oprimidos. Arte raíz y fruto del cambio.

Es lo que nosotros llamamos: Arte Transformador.

El mismo nace desde abajo, disputa significado, reflexiona, problematiza, embellece la alternativa que nos proponemos construir.

Porque el arte como herramienta movilizadora, puede viajar a través de todos los sentidos humanos, ya que tiene la capacidad de dejar al descubierto, de dejar en carne viva los sentimientos más profundos. Lleva consigo toda la poesía del hombre, toda su historia, todos sus deseos. Porque el hombre escribe su historia, y es capaz de escribir y reescribir el rumbo de la misma. Proponemos, entonces, que

p i n t e m o s , ensayemos y bailemos, formando parte de la

construcción de una nueva forma de vida, de relaciones, de creaciones, más humana…transformadora.

... queremos un arte que comprometa nuestra acción, que construye y

embellece el camino hacia la transformación, y nos permite

crear identidad como oprimidos. Arte raíz y fruto

del cambio ...

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“No acepten lo habitual como cosa natural pues en tiempos de desor-

den sangriento, de confusion organizada, de

arbitrariedad conciente, de humanidad deshumanizada, nada

debe parecer imposible de cambiar”

Bertolt Brecht