¿Has perdido la ilusión?

Durante años busqué incesantemente los secretos de la creación y por ende, los secretos

del Universo, logré quedarme satisfecha cuando estudié física cuántica, cuando aprendí

la Ley del 3 y la Ley del 7 o Heptaparashinock, y también cuando descubrí gracias a la

�losofía sufí los nueve caracteres o personalidades que aglutinan todo el

comportamiento humano.

Este conocimiento trae inevitablemente consigo una pérdida considerable de ego. Cuando asimilas a un

nivel muy profundo que todo se crea a través del amor, lo relativizas todo, dejas incluso de desear, alcanzas

la paz y la plenitud y cesan los anhelos. Esto, que a todas luces parece el paraíso, esconde bajo tanta

templanza y equilibrio, una falta considerable de ilusión y entusiasmo. La pérdida de ego, conlleva el que

uno se sienta bien siempre, suceda lo que suceda, y esto puede hacer caer en la trampa del “todo vale”, “me

quedo como estoy”, “no me muevo”, y esto a su vez trae consigo una especie de bloqueo sentimental que a

la vez que consigue que no te sientas mal cuando sucede algo negativo, consigue que no te sientas

especialmente bien cuando consigues algo positivo, y sintiéndolo mucho, pero es así, se pierde la ilusión.

Quizá valga para algunos, pero no valió para mi. Me di cuenta de que para sentirme plena necesitaba sentir

cosas extraordinarias, crear, albergar utopías, la no acción no me hace feliz.

Se ha demonizado mucho la cultura del tener, pero como todo, nada es tan bueno ni

tan malo como algunos cuentan. Gracias a esa acción, a ese albergar utopías, a esa

investigación continua, a ese anhelar cosas, se ha logrado alargar y mejorar la calidad

de vida de millones de seres vivos, entre otras muchas cosas.

En de�nitiva, lo que quiero decir, es que hagamos lo que hagamos, estudiemos y

practiquemos lo que practiquemos, no perdamos nunca la virtud de la propia

observación. Preguntémonos en todo momento, cómo nos sentimos. Porque ni toda la

felicidad se encuentra en la meditación, el silencio de los pensamientos y la templanza

emocional, como tampoco se encuentra en la búsqueda continua de tener más y más, de

estar todo el día metido en una o�cina y de competir con los demás.

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Somos creativos por naturaleza, y el impulso creativo viene casi siempre del malestar,

de querer cambiar las cosas, de mejorar, viene de la autocrítica o de la crítica social, y

estos sentimientos llamados “negativos” no viven en la franja de la templanza, el

equilibrio, la meditación y la no necesidad de nada.

Somos humanos, no dioses, por eso tenemos la capacidad de seguir viviendo aún

cuando la vida te pega el golpe más duro. Somos capaces de sentir plenitud aún en

cautividad y sumisión. Somos humanos, no dioses, por eso creamos sinfonías, poemas,

puentes y aviones. Somos humanos, no dioses, por eso nos avergonzamos de las

barbaries, las guerras y las miserias. Nadie como nosotros conoce con tanta precisión

todo el espectro, desde lo más terrible a lo más sublime. Seres agotados, consternados,

fraccionados y a pesar de todo de pie, siempre de pie, sin dejar de vivir, sin dejar de

soñar, sin dejar de emocionar, sin dejar de crear.

Tenemos un espíritu sí, y también un ego, quizá querer acabar con el último suponga

acabar también con el primero. Son el yin y el yang. La totalidad. Yo creo que nos

enaltece juzgarnos continuamente y querer mejorar siempre. Pero démonos un

descanso. No está tan mal ser un ser humano. Que la autocrítica no te haga perder la

ilusión ni el respeto por el ser extraordinario y poderoso que eres.

Almabrazos. Almabesos.

Ruth Carrillo

www.reconciliacioncuantica.com

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