havemann: marxismo y filosofia d ela ciencia

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se analiza la obra de Havemann como marxista abierto a la filosofia de la ciencia y como disidente del socialismo real

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LA RECEPCIÓN DEL MARXISMO ORIENTAL EN ESPAÑA: EL CASO HAVEMANN

Francisco José Martínez

UNED y FIM

“Nada ha paralizado y obstaculizado más la lucha de los socialistas y comunistas en los países capitalistas que las formas de socialismo estalinista y burocrático de los países socialistas. Esta contradicción fatal entre posibilidad y realidad ha desacreditado la causa socialista. Pero si en Checoslovaquia se demuestra que el socialismo y la democracia no sólo son compatibles sino esencialmente idénticos, si se demuestra que la verdadera democracia sólo puede consumarse realimente en el socialismo, entonces desaparecerá la decepción paralizante. La juventud revolucionaria del mundo tendrá nuevamente ante sus ojos un objetivo exento de sombras oscuras” (R. Havemann, “Socialismo y democracia”, 1968).

1.- Introducción

El presente trabajo analiza los puntos esenciales de la obra y de la actitud de Havemann que tuvieron más importancia en la España de la transición que fueron: la estrecha conexión que nuestro autor establece entre filosofía y ciencia, entre materialismo dialéctico y una filosofía de la ciencia dialéctica y no positivista; su apuesta por la libertad de pensamiento y sus concepciones políticas en pro de un comunismo democrático respetuoso de las libertades de los ciudadanos.

2.- Marxismo oriental.

Vamos a denominar marxismo oriental al marxismo desarrollado en los países del Este a partir de los años sesenta que se separaba de la ortodoxia estalinista y desarrollaba el marxismo de forma creativa. Dicho marxismo no fue en absoluto despreciable y los que lo desarrollaron tuvieron muchas dificultades con los regímenes de sus países. Era un marxismo que, en los primeros años, solía obviar la dimensión política explícita para evitar enfrentamientos y se desplegaba en conexión con la filosofía clásica y las ciencias humanas, economía, sociología, teoría de la literatura, etc., pero en los años ochenta este movimiento crítico fue adquiriendo un carácter político más marcado arreciando en sus críticas contra el autoritarismo del socialismo burocrático en defensa de un socialismo democrático.1En este sentido se criticaba la dirección autoritaria y voluntarista de la economía y se reconocía un cierto papel al mercado.

Podemos situar dentro del marxismo oriental, en la Alemania del Este, a Bloch hasta su huída a occidente, a R. Havemann2, a R. Bahro3 y W. Harich4. En Checoslovaquia

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tenemos a K. Kosic5, R. Richta6 y J. Zeleny7. En Polonia a L. Kolakowski8, A. Schaff9, y L. Nowak10, cabeza de la Escuela de Poznan. En Yugoeslavia a los animadores de la revista Praxis, G. Petrovic y M. Markovic, que durante muchos años organizaron animados coloquios que reunieron a marxistas orientales y occidentales. Por último, el viejo Lukács y sus discípulos de la Escuela de Budapest con A. Heller, G. Marcus, F. Feher y otros.

En la Alemania del Este, las críticas empezaron ya en los años 50 en torno a la figura de Bloch y especialmente de W. Harich, miembros ambos de la prestigiosa revista Deutsche Zeitschrift für Philosophie. Los filósofos más ortodoxos criticaban el apoyo que Bloch y Lukács buscaban en la filosofa clásica alemana y especialmente en Hegel, mientras que Harich defendió el legado de la gran filosofía alemana para el socialismo. Su crítica filosófica se acompañó de una crítica política en busca de una democratización del régimen que le costó la expulsión del partido y 10 años de cárcel. Su libro Comunismo sin crecimiento tuvo gran impacto en los años ochenta porque es uno de los primeros que desde el marxismo abordaba la cuestión de la crisis ecológica pero su solución, un comunismo tecnocrático y autoritario, no era aceptable. El comunismo es la distribución justa llevada a cabo de forma consecuente y radical, pero las medidas para implantar esta distribución tendrían que ser tan impopulares como “de acuerdo con el juicio de la ciencia sea necesario”. Posiciones muy distintas tenía R. Bahro quien en su libro La alternativa defendía que ya no tenía sentido la centralización del poder y pedía la apertura del régimen en dirección a un comunismo democrático. Como casi todos sus compañeros del Este, Bahro pensaba que una revolución política y social no era bastante y era necesaria una revolución mental, cultural. Su obra principal era un extenso libro en el que analizaba la vía no capitalista a la sociedad industrial

1 Entre la innumerable bibliografía que se refiere a este marxismo oriental crítico podemos destacar el libro editado por R. Taras titulado The road to disillusion.From critical marxism to postcommunism in Eastern Europe, Sharpe, Nueva York, 1984 con capítulos dedicados a la URSS, Alemania del Este, Polonia, Rumanía, Checoslovaquia y Hungría (capítulo escrito por F. Feher) 2 Cf. R. Havemann, Dialéctica sin dogma, Ariel, Barcelona,1971, (Dialektik ohne dogma?, Rowohlt, Hamburg,1964).3 Cf. R. Bahro, La alternativa. Contribución a la crítica del socialismo realmente existente, Materiales, Barcelona, 1979, (Die Alternative, Europaische Verlagsantalt, Köln, 1977).4 Cf. W. Harich, Comunismo sin crecimiento. Babeuf y el Club de Roma, Materiales, Barcelona, 1978, (Kommunismus ohne Waschstum?, Rowohlt, Hamburg, 1975).5 K. Kosic, Dialéctica de lo concreto, Norte, México, 1967, traducido y prologado por A. Sánchez Vázquez.6 Cf. R. Richta, La civilización en la encrucijada, Ayuso, Madrid, 1974.7 Cf. J. Zeleny, La estructura lógica de ‘El Capital’ de Marx, Grijalbo, Barcelona, 1974, (Die wissenschaftslogik bei Marx und ‘Das Kapital’, Europaische Verlagsantalt, Frankfurt, 1968); Dialéctica y conocimiento, Cátedra, Madrid, 1982, (Studien über Dialektik, 1974).8 Cf. L. Kolakowski, tratado sobre la mortalidad de la razón, Monte Ávila, Caracas, 1969 Traktak über die Sterblichkeit der Vernünft); El hombre sin alternativa, Alianza, Madrid, 1970, (Der Mensch ohne Alterntive).9 Cf. A. Schaff, Lenguaje y conocimiento, Grijalbo, México, 1967; Historia y verdad, Crítica, Barcelona 1976, (Gesichte und Warheit, Europa Verlag, 1971).10 Cf. La. Nowak, La scienza como idealizzazione: i fondamenti della metodología marxiana, Il Mulino, Bolonia, 1971; Property and Power. Towards a Non-marxian Historical Materialism, Reidel, Dordrecht, 1983.

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basada en la abolición de la propiedad privada capitalista y el paso del despotismo agrario al despotismo industrial. Bahro relaciona las sociedades socialistas con el modo de producción asiático. A continuación hacía la anatomía del socialismo realmente existente destacando su organización del trabajo burocrática y centralista, su estratificación social, la impotencia de los productores directos, la organización política e ideológica estatalista. Por último, se plantea la alternativa en términos de una revolución cultural global, no sólo política o económica, dirigida por un nuevo partido no estatal. También ha sido muy importantes las aportaciones teóricas y política de R. Havemann que fue un físico que en su libro Dialéctica sin dogma intentó conciliar la dialéctica marxista con las aportaciones de la ciencia contemporánea; pero también fue un crítico del socialismo de su país ya desde los años 60 demandado un socialismo humano y no burocrático que confiara en la gente y dejara de ser una dictadura de los funcionarios del partido y exigiendo además la eliminación del intervencionismo ideológico sobre los debates científicos. Al final de su vida impulsó el movimiento por la paz en su país. Como vemos, las aportaciones de los marxistas críticos alemanes tenían una pretensión de crítica política directa y su base no fue tan filosófica como la de los críticos de otros países del Este.

En Checoslovaquia durante los años 60 Richta y otros des arrollaron la noción de la revolución científico-técnica que hacía hincapié en la sustitución del trabajo físico por el trabajo mental. Defensor de un marxismo humanista, Karel Kosic cuya obra tradujo y prologó A. Sánchez Vázquez, como la mayoría de los marxistas críticos aquí tratados, intentó, por un lado, volver al auténtico Marx eliminado todas las interpretaciones dogmáticas que tanto lo habían deformado, y por otro, aplicar este marxismo vivo a los problemas de nuestro tiempo que eran inéditos. Con las categorías de praxis, de totalidad concreta y otras, el autor se enfrenta al mundo alienado de la realidad cotidiana que entiende como el ‘mundo de la pseudoconcreción’, proponiendo una ontología del hombre que considera a éste en el seno de la totalidad y no tanto una antropología que sirviera de complemento ético del marxismo, según las acertadas palabras de Sánchez Vázquez. Por último, J Zeleny, en su monumental análisis de la estructura lógica de El Capital que presenta como una aplicación de un tipo de enfoque inédito materialista y dialéctico que combina lo genético con lo estructural. En segundo lugar, Zeleny describe la crítica que Marx hace de Hegel y el tipo de lógica que subyace en la obra de Marx que al articular la crítica de Hegel con la crítica de la economía política burguesa produce un nuevo tipo de racionalidad, la onto-praxeológica, que supera la ontología tradicional.

En Polonia la crítica se apoyó fundamentalmente en la epistemología por un lado y en la fenomenología y el existencialismo por otro. Por su parte, Adam Schaff, filósofo marxista polaco expulsado del POUP que se fue a Viena era un defensor de un marxismo humanista que parte de la definición marxiana de la esencia humana como el conjunto de las relaciones sociales, y que se especializó en lingüística, semántica, epistemología y semiótica desarrollándolas desde un punto de vista materialista. También reflexionó sobra la noción de socialismo siendo muy crítico del socialismo

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realimente existente en nombre de un socialismo democrático. Se acercó a la fenomenología y al existencialismo, aunque polemizó con Sartre en 1966 defendiendo que el reconocimiento de la libertad humana exigía el reconocimiento de la determinación social de sus actuaciones. L. Nowak, jefe de fila de la Escuela de Poznan, desarrolló una fecunda articulación entre marxismo y epistemología aprovechando la tradición de lógicos como Tarski, Lukasiewicz y Addukiewicz. Su obra principal pretende establecer los fundamentos de la metodología marxiana a partir de una noción como idealización que se basa en los siguientes supuestos: partir de suposiciones contrafactuales, condiciones idealizantes obtenidas eliminando las propiedades que se consideran secundarias de los fenómenos; formular hipótesis que serán válidas dadas aquellas asunciones , leyes ideales, que sólo valen para aquellos fenómenos idealizados; corregir estas leyes al concretarlas, añadiendo algunas de las propiedades excluidas anteriormente; estas leyes se van haciendo cada vez más complicadas y se van acercando cada vez más a la realidad; el procedimiento se concluye cuando se considera que el modelo obtenido constituye una aproximación suficiente al fenómeno que se quería explicar. Nowak abandonó Polonia y se instaló en Holanda con su grupo; posteriormente apoyó al sindicato Solidaridad en su lucha contra el régimen comunista. Su segunda gran obra Propiedad y poder, hace un análisis del sistema soviético desde el punto de vista de lo que denomina un materialismo histórico no marxiano, en el sentido de que junto a los determinantes económicos destaca las componentes coercitivas e ideológicas. Analiza la continuidad entre el bolchevismo y la clase de propietarios y burócratas que gobernaba Rusia al final del zarismo; destaca el poder omnímodo de la nueva clase que monopoliza el poder económico, coercitivo e ideológico frente a los trabajadores. Por último, su conversión a un misticismo irracionalista y furibundamente antimarxista, no pueden hacernos olvidar que Kolakowski fue hasta los años setenta un marxista crítico y creativo que intentó fecundar el marxismo ortodoxo con las aportaciones de la fenomenología , el existencialismo e incluso el positivismo. En esta época defendía un racionalismo radical basado en la visión antropocéntrica común a Feuerbach, Marx y el existencialismo que considera al hombre como una cosa extraña en la naturaleza que sólo puede contar consigo mismo. A esa racionalidad radical corresponde una ética sin códigos que asume la propia responsabilidad sin descansar la misma en una estructura estable de valores y normas que me dicen en cada momento lo que tengo que hacer. La ética nunca puede estar segura ya que no se puede librar nunca de la tensión entre los diversos valores a los que hay que atender y tampoco puede calcular de forma segura las consecuencias de sus acciones.

En Yugoslavia los editores de la revista Praxis la presentaron como una revista de filosofía que entendía la misma no como una mera disciplina académica sino como el pensamiento de la revolución, como un criticismo radical de todo lo que existe, como “una visión humanista del mundo realimente humano y una fuerza inspiradora de la actividad revolucionaria”11. Esta concepción de la filosofía se resume en la noción de praxis tomada para el título de la revista. Estos autores defendieron un marxismo

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humanista cuya dimensión filosófica se había perdido por las deformaciones socialdemócratas y estalinistas que vuelve al joven Marx y desarrolla un análisis de la categoría de reificación, como hace G. Petrovic.

La recepción del marxismo oriental en España en los años setenta y primeros ochenta se debió fundamentalmente al grupo de Manuel sacristán que editó y tradujo las principales obras de Havemann, Harich, Bahro, Zeleny y A. Heller. Mención aparte merece la traducción y popularización de la obra de K. Kosic que llevó a cabo Adolfo Sánchez Vázquez, el principal filósofo marxista español de la segunda mitad del siglo XX.

3.- La recepción española de la obra de Robert Havemann

La obra de R. Havemann fue puntualmente traducida en solo años setenta y principio de los ochenta. Manuel Sacristán tradujo en 1971 para la editorial Ariel de Barcelona con la que colaboraba Dialéctica sin dogma. En una nota en la cubierta Sacristán presenta a Havemann como “una de las máxima figuras intelectuales de Europa oriental” cuyo libro “no exige una adhesión acrítica, sino que mueve a contradicción y duda”. En este libro se abordaban, según Sacristán, desde una perspectiva marxista cuestiones relacionadas con la contraposición idealismo y materialismo, la relación entre ciencia y sociedad, y entre libertad y moral entre otras. Según Sacristán, en esta obra,”Desde el punto de vista doctrinal, Havemann polemiza con el pseudomarxismo mecanicista, rígido y convencional de los zdhanovistas, apelando de nuevo a Hegel, como hizo Lenin, en su tiempo para corregir las tendencias mecanicistas. Es un hecho que Zdhanov y sus filosóficos funcionarios de la cultura dieron al marxismo un giro involutivo por el procedimiento -entre otros- de separarlo de sus raíces histórico-culturales y, señaladamente, haciendo del pensamiento hegeliano una mera ideología del prusianismo. Pues bien: la orientación de Havemann aspira a recuperar, mediante una nueva lectura de Hegel, la inspiración dialéctica que pueda poner al marxismo a cubierto de nuevas cristalizaciones dogmáticas, siempre mecanicistas y fijistas.” En su texto “La formación del marxismo en Gramsci” Sacristán sitúa a Havemann dentro de aquellos autores como el Lukács de la Estética, Kosik, Kolakowski, Garaudy, entre otros, que , considerando que la involución del marxismo ene los años cincuenta debida a la influencia de Zdhanov estaba causada fundamentalmente por su sumisión al positivismo y al mecanicismo, se vuelven hacia Hegel y la tradición idealista para revitalizar el marxismo de su esclerosis mecanicista, y esto le hace Havemann a pesar de ser un científico de gran solvencia. Se podría decir que, en cierta manera, Havemann repite en los años sesenta el movimiento que en los años veinte ya llevaron a cabo Lukács, Korsch y Gramsci, recuperar a Hegel como instrumento contra las degeneraciones positivistas y mecanicistas del marxismo, debidas en aquella época a las interpretaciones socialdemócratas y en los años cincuenta y sesenta por los seguidores de Zdhanov. Sacristán destaca también que la personalidad científica de Havemann le permitió, incluso en los años de la estéril polémica que pretendía oponer la física socialista con la física burguesa, mantener una fluida relación con científicos

11 En la página web http://www.marxists.org/subject/praxis/index.htm se puede encontrar información sobre la revista Praxis y los artículos principales del número 1 de 1965.

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occidentales como Max Born y Linus Pauli, a los que defendió de las acusaciones de idealismo que algunos filósofos más que científicos orientales vertían sobre sus descubrimientos en el campo de la física cuántica.

Según relata unos de sus editores, Xavier Folch, responsable de la editorial Ariel en la que apareció Dialéctica sin dogma, este libro de Havemann fue uno de sus libros más queridos entre los muchos que tradujo Sacristán. Y precisamente sobre la traducción del títulos del libro hubo un intercambio de cartas con Encarna Benería que le pregunta por las razones de haber suprimido el signo de interrogación que había en la edición alemana de Dialéctica sin dogma. Sacristán en carta del 14 de mayo de 1971 contesta de esta manera sobre el asunto:

“El título auténtico (en sentido estricto jurídico, o sea, el título puesto por el mismo autor) del libro de Robert Havemann es Naturwissesnchaftliche Aspekte Naturphilosophische Probleme (Aspectos científico-naturales de los problemas filosóficos). El título Dialektik ohne Dogma? (¿Dialéctica sin dogma?) es la presentación editorial introducida por el responsable de la edición de Hamburgo, en la Alemania occidental.

El uso de que el editor ponga un título presentador de los textos que edita no es infrecuente ni criticable en sí: se hace. Lo criticable en este caso era, en mi opinión, presentar el texto de un autor insultando a éste: cuando un autor no gusta, no se edita y en paz. Al encargarme Ariel la traducción del texto, me negué a hacerlo si se mantenía como título la frase insultante y comercial (pues de eso se trata fundamentalmente: el empresario capitalista ni siquiera insulta si no es para hacer negocio, en este caso a través de la punta escandalosa de la frase). Propuse editar con el título auténtico, o con alguna abreviatura suya, como Ciencia natural y filosofía. Pero el editor barcelonés -que, como es natural e independientemente de sus rasgos personales, realiza un trabajo mercantil como toda producción en esta sociedad-, se quejó de la escasa comercialidad del título auténtico, aunque compartía mi indignación por el título-insulto hamburgués (y burgués). Me pidió una solución de compromiso. Entonces propuse -y Ariel aceptó- Dialéctica sin dogma y sin interrogación insultante para Havemann.

Todo lo cual se podría resumir así: Dialéctica sin dogma? es el comentario insultante-mercantil del editor Rowohlt al texto de Havemann. Dialéctica sin dogma es el comentario favorable (y también, desgraciadamente, mercantil) que Ariel (no yo, que prefiero el título no-comercial) pone al libro de Havemann.”

Vemos aquí ,aparte de la habitual entereza de principios de Sacristán ,las manipulaciones que los editores llevan a cabo de las obras originales deformando sus intenciones y sometiéndolas a su lógica crematística.

En relación con otro libro de Havemann, Fragen Antworten, Fragen. Aus der biographie eines deutschen Marxisten. München, R. Piper & Co. Verlag, 1970, Salvador López Arnal, el infatigable recolector y editor de la dispersa obra de sacristán, retoma de una de sus carpetas una serie de apuntes sobre dicha obra en los que dice que hay una alusión torpe a Koestler (Darkness at Noon). Por otra parte, a pesar de sus críticas al estalinismo, según las cuales el propio estalinismo ya era anacrónico en Rusia

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ya que este país estaba maduro para el socialismo, Havemann sigue siendo estalinista en el buen sentido, en el sentido en que sigue pensando en la posibilidad del socialismo en un solo país. Havemann considera que la teoría leninista del eslabón más débil era “lo que se suele llamar una teoría “ad hoc”, cortada especialmente para las necesidades presentes, útil para el momento, pero falsa” ; a esto Sacristán replica: ”Una tesis ad hoc no tiene por qué ser falsa. En ciencia social no hay frecuentemente más avance orgánico que la corrección ad hoc. Por otra parte, esta corrección ad hoc implica nada menos que la teoría general del imperialismo”. También comentado unas afirmaciones de Havemann ,Sacristán la considera una suma de Trokski y Bernstein “barroca pero con gracia”. Por último, Sacristán recoge las alusiones de Havemann a la derrota de Jruschov. Como vemos, las simpatías de Sacristán hacia Havemann no impiden la crítica incisiva pero cariñosa y respetuosa, aunque también hay que tener en cuenta que estos escritos eran apuntes privados de lectura y no estaban dedicados a la publicación. Este libro de Havemann fue traducido por F. Formosa en 1974, también para la editorial Ariel.

Sacristán alude también a Havemann en una reflexión sobre los llamados disidentes de los países del Este a los que considera exponentes de un fenómeno “contradictorio, plural y en algunos casos claramente reaccionario”. Pero la existencia de individuos como Kosic o Havemann entre los disidentes hace que “los comunistas tengamos que solidarizarnos con ellos y que al mismo tiempo tengamos que meditar sobre los problemas que les afectan”. Para Sacristán la mayoría de los disidentes son reaccionarios pero eso no quita ni pone un ápice de verdad a lo que denuncian. Como vemos Sacristán distingue la posición política de los disidentes del valor de verdad de lo que critican.

Sacristán presenta varias coincidencias significativas con Havemann: en primer lugar, la importancia dada a la ciencia en el pensar filosófico; por otro lado, la idea de que la filosofía pura es estéril y la exigencia de que la filosofía sea un saber adjetivo que sólo tiene sentido como una reflexión segunda sobre los saberes primarios, científicos, literarios, artísticos; también la idea de que la filosofía no es “la administración central de las verdades eternas” sino un saber que tiene que ser humilde ante los resultados de las ciencias y no su juez; de igual manera el talante autocrítico, dubitativo y continuamente investigador es algo que hermana a los dos pensadores; por último, ambos mantuvieron una posición política insobornable que aborrece el autoengaño y la autocomplacencia, lo que les produjo muchos problemas con las direcciones de sus partidos respectivos.

El impacto de la obra de Havemann trascendió los ámbitos marxistas y de izquierda ; incluso el diario conservador y monárquico ABC dedicó al libro una recensión el 2 de noviembre de 1971 en la que no ocultaba su comunismo pero en la que también se destacaba su espíritu autocrítico que llevaba al autor “más a las

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exploraciones dialécticas que a los postulados dogmáticos”. Siguiendo la solapa de Sacristán la recensión afirma que el autor más que adhesión acrítica pretende introducir la duda que lleve a la discusión y al diálogo. Tras hacer una somera presentación de los contenidos del libro de los que afirma que más que ser un libro sistemático se presenta como un conjunto de “análisis a veces deslavazados de esquemas marxistas”. Sin embargo, se reconoce que en todas las páginas del libro late el afán común de insistir en la defensa del derecho a filosofar. Derecho que tiene que afectar a todas las ramas del saber, porque la filosofía, para el autor que en esto sigue a Engels, continúa la recensión, “enseña a pensar y facilita los métodos oportunos para establecer tesis científicas”. En resumen, el libro se presenta como un sincero análisis ideológico dirigido a todos los hombres con el único requisito de tener curiosidad y ser capaces de estudiar sin prejuicios . La recensión se concluye con una cita del prólogo del libro que relaciona lo viejo y lo nuevo: “sólo mediante la dubitación de lo viejo lo superamos y preservamos su riqueza y sólo mediante la dubitación de lo nuevo conquistamos lo nuevo y lo manteemos vivo”. Como vemos, a pesar de no ocultar su filiación marxista y comunista, la recensión, anónima, destaca el carácter crítico de Havemann , su apertura de mente y su sinceridad intelectual, así como su apuesta por la duda vigilante frente a todo dogmatismo.

Otros libros traducidos de Havemann en estos años fueron: Respuestas aclaratorias a la administración central de verdades eternas, Ariel, Barcelona, 1981, traducido por Juan Luis Vermal, filósofo y avezado traductor de Marx, Nietzsche, Heidegger, Hegel y Korsch, entre otros autores. El libro en su contraportada presenta su contenido como un conjunto de escritos de Havemann que se desarrollan entre los años 1957 y 1970, escritos polémicos ,tanto desde el punto de vista teórico, como desde el punto de vista político. En estos escritos Havemann someta a dura crítica la política de la RDA y en general la de todos los países de la zona soviética, tratando de detectar los obstáculos que han impedido la transformación de la sociedad en esos países. Para el autor, según la contraportada del libro, “la reducción del pensamiento político a dogma, la supresión de la libertad en un sistema de poder que reprime y canaliza toda actividad, cierra el camino a la creatividad humana, científica, artística o político-social”. Desde el punto de vista teórico, Haveman en estos escritos mantiene la misma posición que en Dialéctica sin dogma defendiendo la necesidad de la filosofía para el resto de saberes. El dogmatismo ha impedido esta función central de la filosofía al convertirla en una “administración central de verdades eternas”. La filosofía que es sólo filosofía pierde su relación fecunda con las ciencias, el arte, la política y la vida y se anquilosa.

Un poco después se tradujeron otros dos libros de Havemann, La libertad como necesidad. Escritos berlineses, publicado por Laia en 1979, que reúne una serie de ensayos, entrevistas y conversaciones sobre la situación de la DDR y de otros estados comunistas en los que se aboga por una alternativa socialista auténtica. La traducción al castellano se debe a Ramiro Roig. Este escritor vuelve a aparecer junto a Havemann en un libro colectivo, publicado también por Laia en 1980, titulado Comunismo en

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libertad. (Recuento y perspectivas desde la marginación), en los que también se recogen aportaciones de Alfonso Carles Comín, Lucio Lombardi Radice y Manfred Wilke.

Este último título nos va a permitir acercarnos al otro punto esencial del pensamiento de Havemann que tuvo importancia en el marxismo y comunismo españoles de los años setenta y ochenta, la apuesta por un comunismo democrático que respetara las libertades. En ese sentido se produjo una convergencia entre los disidentes del Este auténticamente comunistas y socialistas y el eurocomunismo, es decir, el intento de construir una ‘tercera vía’ no como la de Blair entre socialdemocracia y liberalismo sino entre estalinismo y socialdemocracia. Tanto en Occidente como en Oriente se desarrolló la búsqueda de esta tercera vía especialmente a partir de la experiencia checoslovaca y su destrucción por la invasión de Praga por los tanques soviéticos en el verano de 1968. A partir de entonces nadie puedo dudar que, como dijeron los comunistas italianos del PCI, ‘el impulso de la Revolución de Octubre se había agotado’ y era preciso buscar nuevas vías que pusieran la democracia y las libertades en el centro de la agenda política. La valiente lucha de Havemann, entre otros, en defensa de un socialismo democrático que respetara la libertad, especialmente , la de pensamiento y opinión, fue un ejemplo para los eurocomunistas españoles en su alejamiento de la Unión Soviética y en la búsqueda de un tipo de socialismo no totalitario.

Havemann no llegó a ver el desmoronamiento del bloque soviético y su fenómeno más emblemático, la caída del muro de Berlín, por lo que no pudo asistir a la profunda desilusión, para el socialismo democrático, con el que concluyeron esos movimientos tan esperanzadores en sus orígenes. Se podría relacionar dos acontecimientos próximos en el calendario que empezaron con gran ilusión y que al final no estuvieron a la altura de las expectativas que había suscitado: la revolución de Octubre y la caída del muro de Berlín. En la primera sus protagonistas querían construir el socialismo y no pudieron porque el desarrollo socio-económico de Rusia lo impidió, y la revolución se encalló en un proceso paralizado en el que la idea de la revolución mundial se sustituyó por la defensa de los intereses geoestratégicos de Rusia: la geoestrategia se tragó a la política. En el año 1989 cuando ya estaban dadas las condiciones objetivas para desarrollar un socialismo moderno y democrático, las masas populares no se ilusionaron en este proyecto, ahora sí posible, y sucumbieron a los cantos de sirena del capitalismo liberal dando lugar a una serie de pseudodemocracias, en muchos casos mafiosas, donde el poder ha sido copado por unas capas de nuevos ricos que en muchos casos eran los antiguos jerarcas comunistas que se apropiaron de la riqueza estatal aprovechando su situación política privilegiada.

Cuando quisieron no podían y cuando pudieron no quisieron, esa ha sido la tragedia del socialismo en los países de la órbita soviética empezando por la propia Rusia. Los sueños de los que como Havemann lucharon por el socialismo democrático tampoco se han cumplido por ahora y sólo el futuro dirá si es posible una tercera oportunidad para este socialismo.

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NOTAS

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