Haz que se pregunten por qué sigues sonriendo

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Haz que se pregunten por qué sigues sonriendo Me gusta ir en bicicleta por el parque los domingos antes de comer, sentarme en aquel banco que lleva allí más de veinte años y pensar, y recordar, y reír solo, y luego al llegar a casa encontrarme a toda mi familia. Me gusta ver a mi mujer preocupada, pensado si a los niños les gustará la comida que ha preparado. También que ellos corran por la casa y griten, y salten… y que mis hijas se pongan nerviosas, y los griten y mientras sus padres se rían. He tenido una vida feliz, lo reconozco. He tenido suerte, he encontrado el amor, el único amor, el más grande de todos. Soy padre de dos mujeres espectaculares y tengo unos nietos fantásticos. También he cometido errores, como todo el mundo, pero no me arrepiento de casi ninguno. He conocido grandes personas, he tenido grandísimos amigos, he llorado de alegría y he reído para no llorar. He nadado en la playa de noche y he visto pasar estrellas fugaces. He pedido deseos y he tocado la luna con la punta de los dedos… Y ahora, tengo miedo de olvidar todo eso. Tengo alzheimer y sé que dentro de muy poco tiempo empezaré a tener lagunas. He conocido gente inolvidable a la que quiero recordar siempre, pero me han dicho que no podré. El doctor tiene mi historial médico, él habla de cómo avanza mi enfermedad, de cuando mi cabeza falla,… y yo he decidido hacer el mío. Un historial vital en el que voy a escribir todos los momentos que me vienen a la cabeza cuando cierro los ojos, todas las personas que quiero, todas las sonrisas que he dibujado y todas las lágrimas que he derramado. Quiero tener

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Castellà, Institut Manuel de Montsuar. LLEIDA. Curs 2010-11

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Haz que se pregunten por qué sigues sonriendo

Me gusta ir en bicicleta por el parque los domingos

antes de comer, sentarme en aquel banco que lleva

allí más de veinte años y pensar, y recordar, y reír

solo, y luego al llegar a casa encontrarme a toda mi

familia. Me gusta ver a mi mujer preocupada,

pensado si a los niños les gustará la comida que ha

preparado. También que ellos corran por la casa y

griten, y salten… y que mis hijas se pongan

nerviosas, y los griten y mientras sus padres se rían.

He tenido una vida feliz, lo reconozco. He tenido suerte, he encontrado el amor, el único amor, el más

grande de todos. Soy padre de dos mujeres espectaculares y tengo unos nietos fantásticos. También

he cometido errores, como todo el mundo, pero no me arrepiento de casi ninguno. He conocido

grandes personas, he tenido grandísimos amigos, he llorado de alegría y he reído para no llorar. He

nadado en la playa de noche y he visto pasar estrellas fugaces. He pedido deseos y he tocado la luna

con la punta de los dedos… Y ahora, tengo miedo de olvidar todo eso.

Tengo alzheimer y sé que dentro de muy poco tiempo empezaré a tener lagunas. He conocido gente

inolvidable a la que quiero recordar siempre, pero me han dicho que no podré. El doctor tiene mi

historial médico, él habla de cómo avanza mi enfermedad, de cuando mi cabeza falla,… y yo he

decidido hacer el mío. Un historial vital en el que voy a escribir todos los momentos que me vienen a

la cabeza cuando cierro los ojos, todas las personas que quiero, todas las sonrisas que he dibujado y

todas las lágrimas que he derramado. Quiero tener mi propia historia para que cuando empiece a

olvidar, pueda darme cuenta de que he tenido una vida muy feliz.

Si la memoria pudiera ser enlatada, me gustaría que no tuviera fecha de caducidad y si la tuviera, me

gustaría que fuera dentro de diez mil años. No quiero olvidar, pero sé que no puedo hacer nada para

evitarlo. Así que haré que se pregunten por qué sigo sonriendo, porque olvidaré, pero olvidar no es

perder. Y en el fondo de mi corazón y en una parte escondida de mi mente, no olvidaré, porque

aunque no lo recordemos, nada de lo que sucede se olvida y menos si lo que te sucede te hace feliz.

Dentro de unos meses tal vez no sepa ir en bicicleta, no recuerde el camino hacia el parque y todos los

bancos sean iguales para mí, pero hasta entonces viviré cada segundo, como si no fuera a olvidarlo

jamás.

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Carolina Mateo Aguilà