Héctor A. Faciolince. Colombia, boceto para un retrato

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  • 8/7/2019 Hctor A. Faciolince. Colombia, boceto para un retrato

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    Colombia: boceto para un retratoPor: Hctor Abad Faciolince

    Una revista mexicana les pidi a varios escritores del mundo que hicieran un breveretrato de su pas. Hctor Abad Faciolince hizo uno sobre Colombia.

    Un boceto de Colombia En su recorrido por lo que cree es Colombia, Hctor Abad vadesde sus problemas y agonas hasta sus triunfos y esperanzas.

    Colombia me parece un buen resumen del mundo. Una lite prevalentemente blanca enel color de la piel, que constituye un poco menos del 10% de la poblacin total, que viveen los climas ms fros y ocupa las tierras ms frtiles, es duea del 80% de la riquezageneral (las minas, la agricultura, el ganado, los bancos, las industrias) y controla elpoder poltico. Otro 40% de la poblacin, un poco ms oscura en su aspecto exterior,trabaja duramente, ms que para llegar a ser lite, para no caer en la pobreza del otro50% de la poblacin, que vive en las tierras ms clidas y menos frtiles o en las partesms duras de las ciudades, que es negra, india, mulata o mestiza, y que nunca est del

    todo segura de poder comer o de tener agua limpia al da siguiente.

    El primer mundo desarrollado (espejo de Europa, Estados Unidos y algunas partes delLejano Oriente) est representado por esa lite de piel clara, que se aprovecha de lasmaterias primas y de la mano de obra barata del resto del pas. Viven bien, comen bien,estudian en los mejores centros, tienen excelentes hospitales y se mueren de viejos. Laclase media, los pequeos empleados, algunos obreros con buenos contratos, son elespejo de los pases emergentes como Mxico o Brasil. El 50% de los pobres queapenas sobreviven, se parecen a frica, a las regiones y naciones ms pobres deOriente, y tambin, por supuesto, a la misma Amrica Latina menos desarrollada. As esel mundo, y Colombia se parece mucho al mundo, en tamao pequeo.

    Recorrer Colombia es una bonita experiencia sociolgica: si uno empieza por el Norte,en el desierto de La Guajira, podr visitar la mezquita de Maicao, comer quibbes comolos del Lbano, ver mujeres de origen rabe con velo musulmn y hasta deleitarse alpostre con las waclavas de miel y frutos secos. Si atraviesa las frtiles llanuras deCrdoba, Bolvar y Sucre, encontrar inmensos hatos de ganado Brahman, trado de laIndia hace ms de un siglo, con sus morros henchidos de grasa y carne, y con laparsimonia envidiable de las vacas sagradas. Si se trepa por la cordillera de los Andesencontrar valles alpinos con ganado Holstein o Jersey, como en Suiza, Inglaterra o

    Canad, e incluso campesinos de ojos azules que ordean las vacas y hacen queso en lasmontaas de Antioquia. Si se hunde en las selvas del Choc podr sentirse en frica derepente, con unos negros grandes y dulces que llevan la msica por dentro y la pobrezapor fuera, aunque con gran dignidad. Si se atreve a internarse en las selvas amaznicas,se sentir en partes del Brasil, con ros inmensos y parsimoniosos, rbolesinnumerables, calor intenso y bichos raros. Si va a los departamentos del Cauca yNario, en el sur, podr figurarse que est en Bolivia o en Per, con indios que vienende ramas remotas de la familia quechua, cuyo imperio se extendi hasta all, pero quehablan lenguas locales que Evo Morales no entendera.

    Y en este viaje imaginario encontrar tambin, por supuesto, aquello que se considera

    ms tpicamente colombiano: pltanos y yuca en tierra caliente, cafetales y pjaros entierra templada, campos petroleros y minas de oro y carbn explotadas en general por

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    inmensas transnacionales europeas o norteamericanas, plantaciones de mata de coca conmafiosos que matan por defender las rutas de su cocana, guerrilleros salvajes quesecuestran y extorsionan, paramilitares sanguinarios como nazis, un Ejrcito que nopocas veces comete crmenes tan horrendos como los de los grupos ilegales, y unEstado que, segn se acerque o se aleje de las grandes capitales, es capaz de controlar o

    no el territorio de la nacin.

    Qu nos falta en esta rpida descripcin geogrfica del pas? Dos largas costas, la delmar Caribe y la del ocano Pacfico, entre delfines y playas coralinas, hasta tibias bahasescogidas por las ballenas que van y vienen de los polos para hacer ah, en el centro desu recorrido, esos ruidosos y salvajes apareamientos que los humanos llaman el amor.Algn puerto industrial, como Barranquilla, donde judos y rabes conviven y compitenpor el comercio; una ciudad de belleza legendaria, Cartagena de Indias, en donde elcentro se parece a Andaluca y la periferia a Bangladesh; y por ltimo el puerto ms feode todo el ocano Pacfico, Buenaventura, en donde la ventura est siempre al borde deconvertirse en desventura.

    Colombia es tambin, como el mundo, un pas de ciudades en el que la mayora de lagente vive en humeantes conglomerados urbanos acromeglicos y no en el campo. Lodistinto estriba en que, a diferencia de la mayora de los pases de Hispanoamrica, lacapital del pas, Bogot, no se roba la casi totalidad de la poblacin urbana, sino quepululan las ciudades con ms de un milln de habitantes: Medelln, Cali, Barranquilla,Pereira, Cartagena, Manizales. Salvo los puertos, la mayora de estas ciudades (y porende de la poblacin del pas) est en las cordilleras, en altos valles o en altsimosaltiplanos. El motivo es muy simple: el clima duro del trpico, la humedad y losinsectos de las tierras bajas se soporta mucho mejor en la altitud de las montaas. Poreso tenemos un pas muy extenso, pero al mismo tiempo muy densamente poblado en lacordillera y casi desierto en las llanuras y en las selvas.

    El 98% de los colombianos hablamos en castellano. Las variedades de nuestro espaoldependen de si estamos cerca del mar, de cara al mundo, o aislados en las montaas,pero en general podra decirse que, quiz por estar nuestro pas a mitad de camino entreel Ro Grande del norte y el Ro de la Plata, nuestro castellano tiene una cadenciabastante comprensible para casi todos los que viven en el mbito de la lengua. A estaaparente neutralidad de nuestra variedad lingstica se debe tal vez ese lugar comn quedice que hablamos el espaol ms hermoso y correcto de Amrica.

    La poltica nos apasiona, como a los ciudadanos de cualquier parte del mundo, ytambin tenemos la ilusin de que la vida depende del cambio ritual de los gobernantes.Desde hace ms de seis aos nos gobierna un terrateniente antioqueo de baja estatura,ojos claros y buenos modales (aunque los pierde con facilidad cuando se enoja, y seenoja mucho). Un requisito tcito para pertenecer a su gabinete es haber padecidosecuestros o asesinatos a manos de la guerrilla. Muchos de sus ministros han tenido esatrgica experiencia, en la propia piel o en la de familiares y amigos muy cercanos. Esolos hace odiar, con razn, a las Farc, empezando por el primer mandatario, cuyo padrefue asesinado por esta banda de narcotraficantes que se hace pasar por guerrillarevolucionaria. Bueno, es ambas cosas, una guerrilla degradada a mafia que no deja por

    eso de ser a ratos una guerrilla con ideales rebasados por la historia. Uribe fue elegidopor la mayora de los colombianos para derrotar a ese grupo, las Farc, del cual el 95%

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    de la poblacin estaba harto. Lo ha logrado en parte, pero a costa de perdonardemasiado a los paramilitares y a costa de gastarse la mejor tajada del presupuesto enfortalecer al Ejrcito.

    Casi nadie, ni yo mismo, se opone a que derrote a la guerrilla. El problema es que al

    hacerlo se descuida lo ms grave para nuestro desarrollo: la desigualdad y la miseria.Del 50% de la poblacin pobre, de su condicin inhumana, sale cada ao apenas unporcentaje nfimo, aunque constante. El agua sigue siendo impotable incluso en algunasde las regiones ms lluviosas del mundo. No tenemos ni una sola autopista en todo elpas. La educacin pblica es de muy mala calidad y no es universal. La gentedesplazada del campo por la guerra se hacina en las ciudades en condiciones devivienda y de vida intolerables. El Presidente reza rosarios en pblico y no est muyinteresado en el control de los nacimientos. Pero aquello para lo que fue elegido,aquello que prometi derrotar a las Farc, lo est cumpliendo, y por eso la mayorparte de la poblacin lo apoya todava con un fervor religioso.

    Escribimos libros, hacemos unas cuantas pelculas al ao, ganamos una o dos medallasde bronce en los Juegos Olmpicos, somos buenos escaladores en ciclismo y tenemosuna seleccin de ftbol que teme mucho hacer goles. Tenemos dos o tres cantantespopulares que el mundo adora, aunque a m no me entusiasmen. Nuestros tres escritoresms grandes, en todos los sentidos de la palabra grande, viven en Mxico (GarcaMrquez, Mutis y Fernando Vallejo), como si el aire impuro del D.F. fuera fecundopara su prosa. Tenemos unos cuantos museos no muy buenos, pero de vez en cuandosurgen grandes talentos aislados en la ciencia o en el arte. Somos unos 44 millones losque seguimos viviendo aqu, y otros 4 viven repartidos por el mundo, sobre todo enVenezuela, Europa y Estados Unidos. El pas es muy verde y su naturaleza no es nadapobre. Medelln, la ciudad en la que vivo, no es la peor de Amrica Latina ni tampoco lams violenta, por mucho que en aos anteriores haya sido la capital mundial de lamafia. Pasamos de 6.500 asesinatos al ao a 650, y por eso nuestra tasa de homicidioses inferior a la de Caracas, a la de Mxico e incluso a la de Washington.

    No somos ni el infierno ni el paraso. Somos un purgatorio que intenta arrancar almasde la perdicin y aspira a seguir, aunque muy despacio, a un paso desesperantementelento, el camino del progreso que otros llaman cielo.