Hegel

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Hegel: Dios, el hombre y el mal (Parte I) Hegel, quien señala que hay una verdad unifcada que puede conocer el entendim el cual alcana su cima cuando tiene la !acultad de considerar distintas real tiempo y como un todo orden"ndolas debidamente en un sistema universal, es pr una de las inteligencias m"s cr#ticas y perturbadoras en la de!ensa de la !e describe la categ$rica necesidad de reponer la !e en un Dios, realidad person hombre en detrimento de lo que interpreta una positivaci$n de la misma, que p desmedido y err$neo ritualismo est%tico, la proli!eraci$n de !$rmulas dogm"ti legislaci$n' o es menos cierto, que por su esp#ritu cr#tico y por las distin interpretaciones realiadas por sus contempor"neos se le tach$ y no en pocas pante#sta, here e y ateo' *especto a la cuesti$n del mal, que es el motivo estricto de esta entrada, en dilatado an"lisis del mismo en + ecciones sobre floso!#a de la religi$n-, si tempranos la religi$n y Dios, que son las cuestiones !undamentales de las que planteamiento del bien y del mal y que son necesarias contemplar antes para e dice Hegel, ya est"n muy presentes en su sistema flos$fco: +*eligi$n del pueb + a positividad de la religi$n cristiana- y +.l esp#ritu del cristianismo y como dec#a al comieno, a Hegel le ocupa y le preocupa, a la lu de su tiempo centrar la !e en la relaci$n entre Dios y el hombre y de relacionar lo Infnit su pretensi$n es que la religi$n se encarne en la vida pr"ctica de la socieda contrario, no se convierta en un mero ideal como venden algunos que, tanto en Hegel como en el presente, viven una !e reducida que se limita a participar d eucar#stico m"s bien con una actitud est%tica / de aparentar ser cristiano an mundo / y a esputar c$mo debe ser un cristiano sin que ello vaya con ellos de en la pra&is' 0s# entendemos la siguiente afrmaci$n: +la religi$n es el m"s alto ob eto del ocupar los seres humanos: es el ob eto absoluto' .s la regi$n de la verdad et virtud, la regi$n en la que todos los enigmas del pensar, todas las contradic pesares del cora$n deber#an mostrarse resueltos, y la regi$n de la pa etern el ser humano es propiamente humano- (Hegel, + ecciones sobre floso!#a de la fnales de año publiqu% la entrada + a vinculaci$n con el 1er y la mani!estac (II)- en cuyo primer p"rra!o se puede leer: +2odo est" lleno de lo sagrado, e momento de su vida' .s muy di!#cil, casi improbable, que un hombre contempor" estas palabras' Hoy, casi todo est" vac#o de Dios, incluso en los lugares don entre las gentes que abraan una !e determinada' o sagrado y lo pro!ano son presente, realidades incone&as' .n un mundo tan desacraliado la e&istencia d general, se entiende y se reserva al templo, sin embargo hubo un tiempo en el asimilaba el cosmos entero como susceptible de convertirse en una hiero!an#a- + o sagrado y lo pro!ano-)' Hegel percibe, en el tiempo que le toca vivir, q cotidiana el hombre de !e vive distante o con cierta distancia respecto de Di e&istencia !uese una especie de l#mite en el que no opera la relaci$n interpe 5reador y la creatura' Por eso su e&hortaci$n, aunque resulte una obviedad o vivir la religi$n esencialmente como lo que es, la relaci$n con el Dios que s interpela en todos los instantes de la vida, incluidos aquellos que resulten Para Hegel la religiosidad del hombre en la que se hace palpable la real rela y lo fnito se e&presa mediante la vocaci$n intr#nseca del hombre y que 6es7s

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Hegel: Dios, el hombre y el mal (Parte I)Hegel, quien seala que hay una verdad unificada que puede conocer el entendimiento humano, el cual alcanza su cima cuando tiene la facultad de considerar distintas realidades al mismo tiempo y como un todo ordenndolas debidamente en un sistema universal, es probablemente una de las inteligencias ms crticas y perturbadoras en la defensa de la fe cristiana, de la cual describe la categrica necesidad de reponer la fe en un Dios, realidad personal, que se revela al hombre en detrimento de lo que interpreta una positivacin de la misma, que provoca un desmedido y errneo ritualismo esttico, la proliferacin de frmulas dogmticas y una excesiva legislacin. No es menos cierto, que por su espritu crtico y por las distintas y contrapuestas interpretaciones realizadas por sus contemporneos se le tach y no en pocas ocasiones, de pantesta, hereje y ateo.Respecto a la cuestin del mal, que es el motivo estricto de esta entrada, encontramos un dilatado anlisis del mismo en Lecciones sobre filosofa de la religin, si bien en escritos tempranos la religin y Dios, que son las cuestiones fundamentales de las que deriva el planteamiento del bien y del mal y que son necesarias contemplar antes para entender qu nos dice Hegel, ya estn muy presentes en su sistema filosfico: Religin del pueblo y cristianismo, La positividad de la religin cristiana y El espritu del cristianismo y su destino. En efecto, como deca al comienzo, a Hegel le ocupa y le preocupa, a la luz de su tiempo, la necesidad de centrar la fe en la relacin entre Dios y el hombre y de relacionar lo Infinito con lo finito. Es decir, su pretensin es que la religin se encarne en la vida prctica de la sociedad y que, por el contrario, no se convierta en un mero ideal como venden algunos que, tanto en el tiempo de Hegel como en el presente, viven una fe reducida que se limita a participar del sacramento eucarstico ms bien con una actitud esttica de aparentar ser cristiano ante los ojos del mundo y a esputar cmo debe ser un cristiano sin que ello vaya con ellos de un modo absoluto en la praxis.As entendemos la siguiente afirmacin: la religin es el ms alto objeto del que se pueden ocupar los seres humanos: es el objeto absoluto. Es la regin de la verdad eterna y la eterna virtud, la regin en la que todos los enigmas del pensar, todas las contradicciones y todos los pesares del corazn deberan mostrarse resueltos, y la regin de la paz eterna, merced a la cual el ser humano es propiamente humano (Hegel, Lecciones sobre filosofa de la religin). A finales de ao publiqu la entrada La vinculacin con el Ser y la manifestacin de lo sagrado (II) en cuyo primer prrafo se puede leer: Todo est lleno de lo sagrado, expres Tales en un momento de su vida. Es muy difcil, casi improbable, que un hombre contemporneo haga suyas estas palabras. Hoy, casi todo est vaco de Dios, incluso en los lugares donde se habla de l y entre las gentes que abrazan una fe determinada. Lo sagrado y lo profano son, en nuestro presente, realidades inconexas. En un mundo tan desacralizado la existencia de lo sacro, en general, se entiende y se reserva al templo, sin embargo hubo un tiempo en el que el hombre asimilaba el cosmos entero como susceptible de convertirse en una hierofana (Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano). Hegel percibe, en el tiempo que le toca vivir, que en la realidad cotidiana el hombre de fe vive distante o con cierta distancia respecto de Dios, como si la existencia fuese una especie de lmite en el que no opera la relacin interpersonal entre el Creador y la creatura. Por eso su exhortacin, aunque resulte una obviedad o una perogrullada, a vivir la religin esencialmente como lo que es, la relacin con el Dios que se revela y que interpela en todos los instantes de la vida, incluidos aquellos que resulten ms profanos.Para Hegel la religiosidad del hombre en la que se hace palpable la real relacin entre lo Infinito y lo finito se expresa mediante la vocacin intrnseca del hombre y que Jess nos recuerda: os doy un mandamiento nuevo: que os amis los unos a los otros. Que, como yo os he amado as os amis tambin vosotros los unos a los otros (Jn 13, 34). Para l, es en el amor y slo en el amor que la existencia del hombre se hace finita, trascendente como en Cristo, modelo de hombre para el hombre, en quien se produce la unidad de lo verdaderamente divino y lo verdaderamente humano: todo lo que la gente valora y estima [] tiene su mximo punto focal en la religin, en la idea y la conciencia de Dios, y en el sentimiento de Dios. Dios es el principio y el fin de todas las cosas. La religin tiene su objeto en s misma, y ese objeto es Dios. Pues la religin es la relacin de la conciencia humana con Dios (Hegel, Lecciones sobre filosofa de la religin). Toda esta concepcin teolgica es la que empapa su sistema filosfico, cuya pretensin, honesta, es la de establecer una rigurosa racionalidad de la verdad revelada: El contenido de la filosofa, su menester y su inters es totalmente comn al de la religin. El objeto de la religin, como el de la filosofa, es la verdad eterna, Dios y nada sino Dios y la explicacin de Dios (Hegel, Lecciones sobre filosofa de la religin).Algunos autores, como apunta Alfredo Cruz Prados (Historia de la filosofa contempornea), intuyen el aleteo del Evangelio de San Juan, el Evangelio del Logos, en el punto de partida del sistema filosfico de Hegel. Joseph Ratzinger, en Introduccin al cristianismo, seala que El hombre puede pensar porque su propio logos, su propia razn, es logos del Logos, pensamiento del Pensador, del espritu creador que impregna el ser; algo parecido manifiesta el filsofo de Stuttgart cuando dice que la filosofa slo se explica a s misma cuando explica la religin, y cuando se explica a s misma, explica la religin. Pues es el espritu pensante lo que penetra este objeto, la verdad (Hegel, Lecciones de filosofa de la religin). Para Hegel no hay contradiccin ni conflicto entre la religin y la ciencia y la filosofa, entre la fe y el saber propiamente humano porque existe una nica verdad eterna que conocen y a la que se aproximan de distintos modos, segn sus posibilidades, la fe (teologa), la ciencia y la filosofa. Es decir, la nica verdadera realidad es la totalidad y la tarea fundamental del saber humano radica en la capacidad de armonizar lo infinito y lo finito. As, si el objeto de la religin y de la filosofa es el mismo, la verdad eterna, y su nica diferencia es el carcter peculiar con el que se ocupan de Dios (Hegel, Lecciones sobre filosofa de la religin), hay que descubrir el principio absoluto del que depende la totalidad de la realidad y el saber humano. Un Absoluto, por otro lado, que no es una pura abstraccin ni se halla ajeno o al margen de lo finito, sino que es por y en l y da razn de l.Este descubrir el principio absoluto que alberga toda la realidad y que es la verdad eterna supone un ataque a la lnea de flotacin del pensamiento kantiano, que afirma sin hesitacin la imposibilidad de adquirir ningn tipo de conocimiento terico o especulativo sobre Dios (Kant, Crtica de la razn pura). Hegel, quien siempre tiene presente a Kant, parte de las premisas del filsofo de Knigsberg para vislumbrar y alcanzar una nuevo y necesario enunciado de la realidad: una filosofa especulativa de la verdad eterna: Dios. Para Hegel, como el Absoluto es tambin inmanente de aqu deriva su posible pantesmo que le imputan , es decir, como existe en lo finito dando razn de l, el Absoluto no es una intuicin, sino que es conocimiento mediato, se puede conceptualizar: la realidad es, pues, el mismo regresar del Absoluto hacia s mismo, la realizacin del Concepto o autoconocimiento adecuado del Absoluto. La realidad es la misma accin de autoposeerse del Absoluto, la vida del Absoluto (Cruz Prados, Historia de la filosofa contempornea). Por tanto, a partir del conocimiento de la realidad material y del ser humano interpreta que el entendimiento puede andar hacia la comprensin del Absoluto pues tanto la realidad, el hombre y el entendimiento mismo del hombre son constitutivos del Absoluto.Hegel: Dios, el hombre y el mal (Parte II)Hegel determina el mal desde la idea de lo infinito y lo finito. Para ello se aproxima al concepto que tiene el hombre, creyente o no, de Dios y descubre que se le representa como un ser infinito que trasciende la realidad y los seres por l creados. Es decir, Dios, aparentemente, se le entiende como el Ser radicalmente distinto de la creatura. Sin embargo, al filsofo de Stuttgart esta concepcin que separa de manera neta lo finito y lo infinito no le convence: debemos preguntarnos si la anttesis entre finito e infinito posee alguna verdad, es decir, si ambas contrapartes se separan y subsisten en forma independiente (Hegel, Ciencia de la lgica). Descubre, en su reflexin, que si bien hay una distincin no se produce una separacin ontolgica ni epistemolgica entre lo finito y lo infinito.En primer lugar seala que lo finito tiene su lmite en s mismo, que es contingente y, en consecuencia, que no posee el ser en s. Descubre que la creatura depende de algo ms que de s misma para satisfacer sus necesidades intrnsecas (Ludwig Wittgenstein, Notebooks). No obstante, advierte que en relacin a lo infinito este no puede entenderse como algo distinto y exceptuado de lo finito porque en ese caso lo estaremos representando como algo finito. As, entiende que lo finito slo puede ser, por su dependencia ontolgica y epistemolgica, un momento en la verdadera totalidad infinita que es Dios: en lo finito est implcito lo infinito verdadero. En segundo lugar afirma que el hombre es finito, pero capaz de reflexin, de pensar y de alcanzar conceptualmente la verdad eterna, de la que en un cierto sentido es idntica, de aqu que seale que el hombre es un espritu finito.A priori puede resultar una arrogancia abulta de la razn sostener que se da identidad y unidad entre lo finito y lo infinito. A Hegel tambin se lo parece. Sin embargo, por la dependencia ontolgica y epistemolgica, percibe de modo natural que la verdad real de lo finito es lo infinito verdadero: lo finito es por lo tanto un momento esencial de lo infinito en la naturaleza de Dios; y por consiguiente se puede decir que Dios es el ser que se hace finito a s mismo, que le pone determinaciones a su propio ser: fuera de l no hay nada que determinar. Sin embargo, y aqu un aspecto ms interesante, no subordina ni desprecia lo finito respecto de lo infinito, sino que afirma la trascendencia de la finitud: Dios crea un mundo [], Dios mismo se mantiene firme como lo finito frente a otro finito, pero lo cierto es que ese mundo es slo una apariencia en la cual l se posee a s mismo. Sin el momento de finitud no hay vida, no hay subjetividad, no hay Dios viviente (Hegel, Ciencia de la lgica). Lo finito es un momento en la vida divina, pero la verdad eterna para no ser una pura abstraccin, sino una necesidad intrnseca se hace finita a s misma en sus determinaciones. De este modo hace un agudo ataque a aquellos no slo piensa en Kant que afirman la imposibilidad de un conocimiento racional de Dios: Vaya demonio! Como si querer conocer la naturaleza afirmativa de Dios fuera una mera presuncin [] La otra variante que se opone al conocimiento afirmativo de Dios es la falsedad subjetiva, la cual mantiene lo finito para s mismo, confesando su vanidad y haciendo de ella su absoluto (Hegel, Ciencia de la lgica).Lo dicho hasta aqu desde la primera entrada es, a mi parecer, fundamental o bsico al menos para entender el concepto del mal en Hegel. Al respecto, distingue, en un primer momento, entre infinito espurio e infinito verdadero con una clara alusin al dualismo oriental que defiende la existencia de dos principios fundamentales opuestos: el bien y el mal: El bien es en efecto lo verdadero y lo poderoso, pero est en conflicto con el mal, de modo que el mal se le enfrenta y persiste como principio absoluto. El mal debera ser derrotado, sin duda, o neutralizado; pero lo que debera ser no es. El deber es una fuerza que no puede hacerse poderosa, es la debilidad o impotencia (Hegel, Lecciones sobre filosofa de la religin).Pero esta distincin entre infinito espurio e infinito verdadero, afirma, es falsa y debe ser erradicada, porque su planteamiento se asienta en la concepcin de que finito e infinito se oponen entre s y que lo finito no puede traspasar hasta lo infinito (maniquesmo). En esta situacin, en la que se intuye que el supuesto mal en s queda superado en el infinito verdadero, Hegel reflexiona sobre el pecado original a partir del libro del Gnesis y afirma que el hombre en su estado natural, antes de volverse consciente de s mismo a causa del pecado, no es ni bueno ni malo por naturaleza. Sin embargo, aunque parezca una contradiccin, seala que el hombre es implcitamente bueno porque, como ya hemos dicho, es espritu y racionalidad, es creado a imagen de Dios. Si Dios es bueno, consecuentemente, el hombre tambin. No obstante, lo que podra resultar una contradiccin se comprende cuando especifica que ser implcitamente bueno no significa ser realmente bueno.El hombre, pues, es implcitamente bueno, pero no realmente bueno porque todava no es aquel que debera ser. Si no alcanza aquel que debe ser segn una determinada forma de vida y un concreto comportamiento tico, si decide ser otra cosa que lo que tiene que ser, se queda sin ser nada (Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo): la persona que obedece las pasiones e instintos y permanece en la esfera del deseo, esa cuya ley es la de la inmediatez natural, es el ser humano natural. Al mismo tiempo un ser humano en estado natural es alguien que quiere algo, y puesto que el contenido de la voluntad natural es slo el instinto y la inclinacin, esa persona es mala (Hegel, Lecciones sobre filosofa de la religin). Por tanto, parece ser que en Hegel el mal sera el no-querer lo que uno debe ser.El hombre, decimos, es implcitamente bueno, pero a causa de la cada en el pecado al consumir del rbol de la ciencia del bien y del mal que adquiere conocimiento de estos: Es que Dios sabe muy bien que el da en que comiereis de l del rbol , se os abrirn los ojos y seris como dioses, conocedores del bien y del mal (Gn 3, 5-6). Es, pues, el saber, la toma consciencia de s mismo, la adquisicin de la individualidad respecto de lo universal (la verdad eterna), la oposicin y la ruptura radical entre uno mismo (el hombre) en tanto ser finito y lo infinito (Dios) lo que acerca al hombre al mal. No obstante, si la aparicin del mal tiene su sede en esta escisin del hombre con Dios, al mismo tiempo, Hegel remarca que en la misma separacin se halla implcita la reconciliacin y superacin del mismo. Es preciso sealar que para Hegel la escisin no es mala en s misma, sino que la posibilidad de obrar bien o mal es una propiedad inherente de lo finito. Ya que el conocimiento del ser finito es limitado, si bien entiende que es el bien, pues se inclina a l por su naturaleza ontolgica, no cuenta con infalibilidad a la hora de elegir los medios que conducen hacia l; es decir, el bien se le presenta como verdadero, pero tambin como aparente.La escisin con Dios da pie a la reconciliacin, de ah el sentimiento de afliccin. Pero, tambin posibilita la realizacin del mal, pues el hombre puede elegir, en conciencia y con libertad, permanecer en este estado de separacin con Dios. Este aislamiento deliberado del hombre en s mismo no conduce a la afliccin, sino a la desdicha (Hegel, Lecciones sobre filosofa de la religin). Sin embargo, si los hombres sienten la necesidad de reconciliarse con Dios, se debe a la afliccin y a la contradiccin que supone vivir en un mundo donde convive la posibilidad del bien y del mal. Ahora es lgico preguntarse por qu el hombre puede obrar el mal. El mal, que no es una realidad ontolgica del infinito, aparece en el mundo a causa del libre albedro. La presencia del mal en la finitud es necesaria porque tras la escisin con lo infinito el hombre slo puede alcanzar la unidad con Dios a travs del ejercicio del bien, pero para ello debe ser consciente del bien, que slo es posible elegirlo si tambin existe el mal, que se erradica definitivamente en la comunin con Dios (salvacin).El mal es la separacin del hombre con Dios y el aislamiento en s mismo que ratifica y agudiza esta escisin convirtindola en insalvable. Cuando Hegel seala que la finitud es la ms terca categora del entendimiento es consciente de la actitud obstinada del hombre de olvidar su condicin de imagen de Dios. Ahora se entender, quiz, porque su preocupacin por reponer la fe en un Dios, realidad personal, que se revela al hombre en detrimento de la positivacin que se ha producido de la religin, y la consecuente necesidad del perdn de los pecados para alcanzar la autntica humanidad perdida tras consumir del rbol de la ciencia del bien y del mal (Hegel, Lecciones sobre la filosofa de la religin).