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Universidad del Claustro de Sor Juana Colegio de Humanidades Filosofía El idealismo absoluto y el sistema total: Hegel Iván Vera 7mo semestre Diana Angélica Saldaña Cantarey 11 de septiembre de 2015 Fenomenología del espíritu Cuarta entrega 1. El espíritu de la religión revelada no ha sobrepasado todavía su conciencia como tal o, lo que lo mismo, su autoconciencia real no es el objeto de su conciencia. 2. La conciencia tiene que comportarse también hacia el objeto en cuando a la totalidad de sus determinaciones y haberlo captado con arreglo a cada una de ellas. Esta totalidad de sus determinaciones hace de él, en sí, una esencia espiritual, y para la conciencia llega a ser esto, en verdad, mediante la aprehensión de cada una de sus determinaciones singulares por separado como del sí mismo. 3. El objeto es, en parte, ser inmediato o una cosa en general, lo que corresponde a la conciencia inmediata; en parte, un devenir otro de sí, su relación o ser para otro y ser para sí, la determinabilidad –lo que corresponde a la percepción– y, en parte, esencia o como universal –lo que corresponde al entendimiento. 4. La cosa es yo: de hecho, en este juicio infinito se ha superado la cosa; ésta no es en sí; sólo tiene significación en el conocimiento, solamente por el yo y por su relación con él. Este momento se ha alcanzado para la conciencia en la pura intelección y en la Ilustración. 5. La cosa vale para ella como algo que es para sí, la cosa enuncia la certeza sensible como verdad absoluta, pero este ser para sí, a su vez, como momento que sólo tiende a desaparecer y se torna en su contrario, en el ser para otro ya abandonado. 6. La autoconciencia moral sabe su saber como la esencialidad absoluta o sabe el ser sencillamente como la voluntad pura o el saber puro; no es nada más que esta voluntad y este saber; a otra sólo corresponde un ser no esencial, es decir, que no es en sí, que es sólo su cáscara vacía. 7. El espíritu cierto de sí mismo en su ser allí no tiene como elemento del ser allí otra cosa que este saber de sí; la enunciación de que lo que hace lo hace con arreglo a la 1

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Fenomenología. Saber Absoluto

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Universidad del Claustro de Sor JuanaColegio de HumanidadesFilosofíaEl idealismo absoluto y el sistema total: HegelIván Vera7mo semestreDiana Angélica Saldaña Cantarey11 de septiembre de 2015

Fenomenología del espírituCuarta entrega

1. El espíritu de la religión revelada no ha sobrepasado todavía su conciencia como tal o, lo que lo mismo, su autoconciencia real no es el objeto de su conciencia.

2. La conciencia tiene que comportarse también hacia el objeto en cuando a la totalidad de sus determinaciones y haberlo captado con arreglo a cada una de ellas. Esta totalidad de sus determinaciones hace de él, en sí, una esencia espiritual, y para la conciencia llega a ser esto, en verdad, mediante la aprehensión de cada una de sus determinaciones singulares por separado como del sí mismo.

3. El objeto es, en parte, ser inmediato o una cosa en general, lo que corresponde a la conciencia inmediata; en parte, un devenir otro de sí, su relación o ser para otro y ser para sí, la determinabilidad –lo que corresponde a la percepción– y, en parte, esencia o como universal –lo que corresponde al entendimiento.

4. La cosa es yo: de hecho, en este juicio infinito se ha superado la cosa; ésta no es en sí; sólo tiene significación en el conocimiento, solamente por el yo y por su relación con él. Este momento se ha alcanzado para la conciencia en la pura intelección y en la Ilustración.

5. La cosa vale para ella como algo que es para sí, la cosa enuncia la certeza sensible como verdad absoluta, pero este ser para sí, a su vez, como momento que sólo tiende a desaparecer y se torna en su contrario, en el ser para otro ya abandonado.

6. La autoconciencia moral sabe su saber como la esencialidad absoluta o sabe el ser sencillamente como la voluntad pura o el saber puro; no es nada más que esta voluntad y este saber; a otra sólo corresponde un ser no esencial, es decir, que no es en sí, que es sólo su cáscara vacía.

7. El espíritu cierto de sí mismo en su ser allí no tiene como elemento del ser allí otra cosa que este saber de sí; la enunciación de que lo que hace lo hace con arreglo a la convicción del deber, este su lenguaje, es la validez de su obrar. El obrar es la primera separación que es en sí de la simplicidad del concepto y el retorno de esta separación.

8. La reconciliación de la conciencia con la autoconciencia se muestra a sí como producida de dos lados, una vez en el espíritu religioso y otra vez en la conciencia misma como tal. Ambos modos se diferencian el uno del otro en que el primero es esta reconciliación en la forma del ser en sí y el segundo en la forma del ser para sí. La unificación de ambos lados no se ha indicado aún; es ella la que cierra esta serie de las configuraciones del espíritu.

9. La unificación, es la unidad simple del concepto. Es, pues, aquella parte de la figura del espíritu cierto de sí mismo que permanece quieto en su

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concepto y que se llamaba el alma bella. Ésta es, en efecto, su saber de sí misma en su unidad traslúcida y pura, no sólo la intuición de lo divino, sino la autointuición de ello.

10.Mediante la realización se supera el aferramiento a sí de esta autoconciencia carente de objeto, la determinabilidad del concepto con respecto a su cumplimiento, su autoconciencia cobra la forma de la universalidad y lo que le resta es su concepto verdadero o el concepto que ha adquirido su realización.

11.Este concepto se ha dado su cumplimiento, de una parte, en el espíritu operante cierto de sí mismo y, de otra parte, en la religión: en ésta ha cobrado el contenido absoluto como contenido o en la forma de la representación, del ser otro para la conciencia; por el contrario, en aquella figura la forma es el mismo sí mismo, ya que contiene el espíritu operante cierto de sí mismo; el sí mismo lleva a cabo la vida del espíritu absoluto.

12.Cada momento cede con respecto al otro la independencia de la determinabilidad en que se presenta frente a él. Este ceder es la misma renuncia a la unilateralidad con concepto que en sí constituía el comienzo.

13.La verdad no sólo es en sí completamente igual a la certeza, sino que tiene también la figura de la certeza de sí misma, o es en su ser allí, es decir, para el espíritu que la sabe, en la forma del saber de sí mismo.

14.Aquello se ha convertido en elemento del ser allí o en forma de la objetividad para la conciencia, lo que es la esencia misma, a saber: el concepto. El espíritu que se manifiesta en este elemento a la conciencia o, lo que aquí es lo mismo, que es aquí producido por ella, es la ciencia.

15.La naturaleza, los momentos y el movimiento de este saber han resultado ser, por tanto, el puro ser para sí de la autoconciencia; él es yo, es este y ningún otro yo y es, asimismo, el yo inmediatamente mediado o el yo universal superado. Tiene un contenido que diferencia de sí; pues es la pura negatividad o el escindirse; es conciencia.

16.En la realidad la sustancia que sabe es anterior a la forma o a la figura conceptual de la misma. Lo que es allí es como lo aún no desarrollado simple e inmediato, o el objeto de la conciencia representativa en general.

17.Por tanto, de momento sólo pertenecen a la autoconciencia los momentos abstractos de la sustancia; pero, en cuanto que éstos, como movimientos puros, se empujan a sí mismos hacia más allá, la autoconciencia se enriquece hasta extraer a la conciencia toda la sustancia, toda la estructura de sus esencialidades. Se crea a sí misma desde sí y, con ello, se ha restaurado al mismo tiempo para la conciencia.

18.En la conciencia está el todo, pero no concebido, a la anterioridad de los momentos.

19.El tiempo se manifiesta como el destino y la necesidad del espíritu aún no acabado dentro de sí mismo, –la necesidad de enriquecer, la participación que la autoconciencia tiene en la conciencia–, la necesidad de poner en movimiento la inmediatez del en sí –la forma en que la sustancia es en la conciencia–, o a la inversa, tomando el en sí como lo

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interior, la necesidad de realizar [realisieren] y revelar lo que sólo interiormente es, es decir, reivindicarlo para la certeza de sí mismo.

20.La sustancia tiene en ella, como sujeto, la necesidad primeramente interna de presentarse en ella misma lo que ella en sí es, como espíritu. Sólo la exposición completa y objetiva es al mismo tiempo la reflexión de la sustancia o el devenir de ésta al sí mismo. Por tanto, el espíritu no puede alcanzar su perfección como espíritu autoconsciente antes de haberse completado en sí, como espíritu del mundo.

21.La sustancia sólo valdría como absoluto en la medida en que fuese pensada o intuida como la unidad absoluta.

22.En el saber, el espíritu ha cerrado el movimiento de configuración, al ser afectado él mismo por la diferencia sobrepasada de la conciencia. El espíritu ha conquistado el puro elemento de su ser allí, el concepto.

23.El saber no se conoce solamente así, sino que conoce también lo negativo de sí mismo o su límite. Saber su límite quiere decir saber sacrificarse.

24.Este devenir representa un movimiento lento y una sucesión de espíritus, una galería de imágenes cada una de las cuales aparece dotada con la riqueza total del espíritu, razón por la cual desfilan con tanta lentitud, pues el sí mismo tiene que penetrar y digerir toda esta riqueza de su sustancia.

Comentario

Cada día entiendo menos qué es la filosofía, pues cada clase, filósofo y libro

me parecen completamente diferentes. Este último capítulo de la

Fenomenología del espíritu me ha parecido –¿quién lo diría?– realmente

bello. Al parecer –esto hasta que llegue un comentarista que le dedicó toda

su vida a Hegel y se crea el único heredero de su pensamiento– he

comprendido qué estaba diciendo nuestro filósofo y he sentido cierta clase

de satisfacción al ver que no he tardado tanto tratando de descifrarlo. Sin

embargo, aún no sé por qué se encuentra en la sección de filosofía y no en

la de ensayos fantásticos.

Si supiera que este libro es considerado como literatura, no tendría

ningún problema al leerlo y colocarlo en mi estante de libros predilectos,

pero al no ser así, siento que alguien me está mintiendo y hay que

encararlo.

Ya que estamos en filosofía, creo que no me quedaron del todo claros

ciertos términos, como enajenación, realisierung, mal, negatividad, tiempo

y cultura.

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¿Cómo sabe Hegel que ésos y no otros son los movimientos del

Espíritu? ¿Cómo sabe que así será su culminación? No me parece que

nuestra razón sea capaz de alcanzar tales certezas. ¿En todos los individuos

se dan los movimientos del espíritu, sólo hay unos elegidos o sólo lo van

alcanzando los individuos que más avanzados se encuentran en el

desenvolvimiento?

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