Heidegger, Entre El Ser y El Nazismo

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    Heidegger, entre el Ser y el nazismo

    Filosofa. La edicin alemana de los Cuadernos negros resucita las acusaciones de antisemita

    y nazi que han pesado sobre el gran filsofo.

    POR MARIANA DIMOPULOS

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    HEIDEGGER. Influy en toda la filosofa del existencialismo del siglo XX

    HEIDEGGER. Influy en toda la filosofa del existencialismo del siglo XX

    Etiquetado como:Martin Heidegger

    "Solo diez cortos meses, segn lo defini su antigua discpula Hannah Arendt, haba durado el

    entusiasmo de Martin Heidegger por el nazismo. No era ella la nica que, juda y filsofa, se

    haba formado en los aos veinte con el gran maestro de Alemania. Herbert Marcuse,

    Emmanuel Levinas, Hans Jonas, Leo Strauss y otros muchos haban peregrinado a Friburgo y

    Magdeburgo para estudiar con aquel que haba venido a renovar por completo la filosofa. Que

    entre mayo de 1933 y abril de 1934 hubiera sido rector de la universidad, nombrado por las

    autoridades nazis, se reduca a un error poltico y al clima de una poca, dijeron otros. Sus

    defensores argumentaron durante setenta aos que Heidegger jams haba escrito una lnea

    antisemita. Las querellas entre seguidores y detractores se extendieron al ritmo de

    interpretaciones y contrainterpretaciones. Hasta hoy, porque esas lneas acaban de salir a la

    luz.

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    Entre 1931 y 1970 Heidegger llev unos diarios de reflexiones filosficas llamados Cuadernos

    negros, al parecer por el simple hecho de que sus tapas eran de ese color. Pocos ele gidos

    tuvieron acceso a esos manuscritos, destinados por el mismo autor a ser publicados slo al

    final de sus obras completas, que cuentan con ms de noventa volmenes. Es decir, segn lo

    quisieron los avatares editoriales, en marzo de 2014. Su editor alemn, Peter Trawny,

    reconoci que, a pesar de que las dbiles muestras del antisemitismo de Heidegger en los

    documentos hasta ahora conocidos podan asociarse a un resentimiento de poca, con los

    Cuadernos Negros cobraban una dimensin aterradora: por ser explcitas, por haber

    mostrado que esas ideas haban dado ocasin a pensamientos filosficos.

    El judasmo mundial, atizado por los emigrantes dejados salir de Alemania, es en todo punto

    inaprensible y a pesar del despliegue de su poder no necesita, en ningn lugar, participar de las

    actividades blicas. Frente a lo cual a nosotros no nos queda ms que sacrificar la mejor sangre

    de los mejores de nuestro propio pueblo. Segn recuerda el mismo Trawny, ya Karl Jaspers

    haba mencionado en su autobiografa filosfica que Heidegger le haba hablado alguna vez de

    una peligrosa conexin internacional de los judos, ancdota que haba quedado, como

    tantas otras, sustrada a la evaluacin por ser el simple testimonio de un tercero, no un

    documento escrito. En los Cuadernos negros , el judasmo es condenado junto con otros

    colectivos, como el americanismo y el bolchevismo, dentro de una suerte de topografa de la

    historia del Ser en que quedan asociados al dominio de la tcnica.

    Descubrimiento francs

    Pero fue en Francia donde la noticia de los cuadernos provoc las reacciones ms apasionadas,

    de bienvenida y de rechazo. A partir de la Segunda Guerra Mundial, fue en ese pas donde la

    filosofa del maestro de Alemania tuvo su recepcin ms fecunda, desde el existencialismo

    hasta las teoras de la deconstruccin. El escndalo actual estuvo precedido por otro no

    menor: un libro de Vctor Faras de 1987, presentado en su momento como una demostracin

    definitiva de la adhesin militante al nazismo de parte de Heidegger. Aquel mismo ao se

    publicaba tambin un texto de Philippe Lacoue-Labarthe sobre esa incursin poltica que

    resultaba filosficamente incomprensible, titulado La ficcin de lo poltico . Este pensador

    francs resuma por entonces lo que se vino repitiendo en las acaloradas defensas de

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    Heidegger: que su compromiso con el rgimen haba sido muy breve, que en ese puesto de

    rector haba defendido alumnos perseguidos ante las presiones de las autoridades nazis, que

    haba prohibido que se cuelgue el afiche racista contra los judos en la universidad. Y sin

    embargo, con certeza Lacoue-Labarthe sealaba que es difcil hablar de un error, que hay

    algo donde el compromiso de Heidegger es de una coherencia absoluta con su pensamiento,

    al menos de ese tiempo. Pero al igual que otros lectores y seguidores de la obra de Heidegger,

    sostena tambin que ese error, lo fuera o no, haba terminado en 1934. Los Cuadernos

    negros indican que no es as, y que esa historia del Ser que Heidegger desarroll en los aos

    treinta y cuarenta, por momentos teida de pathos heroico y de preocupacin por el destino

    histrico de Alemania, sigui adelante al menos hasta 1938 en cierta afinidad con ideas del

    rgimen de Hitler. De hecho, varios indicios sugieren que su alejamiento del Fhrer no fue

    producto de distancias ideolgicas profundas, sino que estuvo motivado por la falta de pureza

    del rgimen.

    Para entrados los aos cuarenta, tal como lo dejan entrever ciertos pasajes de sus famosas

    clases, Alemania haba pasado a encarnar el mayor de los aparatos tcnicos, y ya no se

    diferenciaba, al menos en ese punto, del condenado americanismo, bolchevismo y judasmo.

    Sin embargo, fue el clebre silencio de Heidegger, su negativa a formular cualquier tipo de

    mea culpa, lo que ms perturb a sus antiguos discpulos y a una buena parte de sus lectores

    modernos. Inmediatamente despus de la ocupacin por parte de los Aliados y de la Unin

    Sovitica, los ciudadanos alemanes fueron sometidos a una famosa desnazificacin; tambin

    Heidegger, y aunque al principio el comit le fue favorable, durante al menos cinco aos el

    gran maestro de Alemania no fue reintegrado a la actividad universitaria. Para entonces, su

    fama era mundial. En sus memorias, su antiguo alumno Hans Jonas describe hasta qu punto,

    durante los aos cincuenta, l emigrado y Heidegger reinstalado en el mundo acadmico

    alemn, era vital preguntarse por ese silencio.

    Otro de sus profesores, Bultmann, le aseguraba haber hablado de ese delicado tema con

    Heidegger y que este le haba prometido una declaracin pblica sobre su colaboracin con el

    nazismo. Pero la declaracin nunca lleg. Lo nico similar a un descargo fue una clebre

    entrevista con el semanario Der Spiegel hecha en 1966 pero publicada cinco das despus de

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    su muerte en 1976, nuevamente por mandato del autor. Todo lo tocante al nazismo deba

    postergarse, ser pstumo. En ella, Martin Heidegger repeta la versin puramente universitaria

    de su compromiso con el rgimen, recalcaba haber sido vctima de persecuciones durante el

    nazismo y, luego, objeto de las calumnias de sus enemigos.

    Para haber dudado hasta ltimo momento de aceptar su candidatura al rectorado, segn

    cuenta la versin oficial, apenas asumido el cargo Heidegger despleg un gran celo

    organizativo en el mbito universitario; sus circulares no carecan de tono militar.

    El ltimo proyecto, antes de su dimisin, fue crear en Berln una academia al estilo platnico,

    donde docentes y estudiantes vivieran juntos en una rutina diaria de alternancia natural de

    trabajo cientfico, relajacin, contemplacin, juegos de guerra, trabajo fsico, marchas, deporte

    y festividades. Debido a internas dentro del gobierno nazi, incluyendo la lucha por convertirse

    en el primer idelogo del movimiento, la academia nunca se concret y al poco tiempo, en

    1934, Heidegger dimiti de su puesto. Sin embargo, este proyecto parece ser una prueba ms

    de esa esperanza que el pensador de Friburgo haba depositado en el carcter novedoso, si se

    quiere revolucionario, o al menos de absoluta renovacin que inspir en muchos alemanes elarribo del nazismo al poder.

    En su marcado talento por el clculo, los judos viven ya desde hace mucho segn el principio

    racial, y es por eso que se resisten del modo ms violento a su aplicacin ilimitada.

    Bajo la luz de las leyes de Nremberg, que prohiban la unin entre alemanes y judos y

    profundizaban las persecuciones y el boicot general que haba comenzado apenas instalado

    Hitler en el poder, estas palabras de Heidegger son, a lo menos, de un indudable cinismo. Y

    aunque ms tarde haya renegado del principio racial en general, la mencin del clculo es

    muestra de hasta qu punto su posicin coincida con los estereotipos del ms corriente

    antisemitismo.

    El juicio

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    Peter Trawny indica que an es pronto para evaluar en toda su envergadura los pasajes de

    indudable contenido antisemita de estos cuadernos, tal como lo declar el presidente de la

    sociedad Martin Heidegger de Alemania; que habr que considerarlos en su contexto, textual,

    epocal y filosfico. En Francia, apenas llegados generaron un revuelo que dej en evidencia la

    importancia de la herencia de Heidegger en ese pas; un periodista dictamin poco ms tarde

    que la noticia de los Cuadernos negros significaba una debacle para la filosofa francesa,

    opinin que los viejos y nuevos detractores slo habrn de celebrar.

    Uno de sus primeros crticos fue un contemporneo y compatriota de Heidegger: Theodor

    Adorno. En su libro La jerga de la autenticidad, el filsofo de Frankfurt desmenuza en tono de

    denuncia el tramado que une la particular lengua del pensamiento de Heidegger y toda una

    ideologa de la tierra, de la sangre y de lo autntico. Por ser ideolgico, este libro fue

    condenado. Que su autor fuera de tradicin marxista lo desautorizaba.

    Y es cierto que Adorno se neg, por una vez, a hacer una crtica inmanente de algo que no

    consideraba filosofa sino ms bien un Om-om sobre el Ser. Y se resista a reconocer,

    corriendo tambin riesgos, esa ajenidad al mundo propia de algunas tradiciones filosficas:Cunto de social es inherente al anlisis que hace Heidegger de la autenticidad lo admite, de

    mala gana, su uso del lenguaje. La crtica de Adorno recuerda que lo que est en juego no es

    slo el pensamiento de Heidegger, sino tambin el concepto mismo de filosofa. Hannah

    Arendt represent, por el contrario, un caso testigo usado por muchos de los defensores en el

    juicio al que Heidegger ha sido sometido. Pero los modos en que puede entenderse esa

    reconciliacin y ese perdn por parte de Arendt, que tuvo lugar muy pronto, en los aos

    cincuenta, van desde un reencuentro filosfico hasta los motivos ms cercanos a la novela

    rosa.

    Cuando uno de sus seguidores lo inquiri por carta en 1960 sobre su participacin en la

    administracin nazi, argumentando que esto le resultaba un impedimento para leer su

    filosofa, Heidegger se compar con otros ms grandes: Hegel haba visto en Napolen el

    espritu del mundo, tambin Hlderlin lo haba incluido como prncipe en la fiesta de los

    dioses. Es decir: Hitler elevado a un hroe metafsico y geopoltico.

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    Pero hay ahora algo definitivo? Los marxistas y los perseguidos por el nazismo poco dudaron

    de ciertas tendencias de Heidegger y de la posibilidad de leer su obra, o al menos una parte de

    ella, bajo la luz del conservadurismo del suelo, de la lengua y el destino trascendental de

    Alemania, acaso bajo el hechizo de ciertas ideas del romanticismo.

    Los lectores y reivindicadores de su obra, sobre todo en Francia, temen ver en esta revelacin

    de los cuadernos el renacimiento de una lgica implacable: si Heidegger fue un gran pensador,

    entonces no fue un verdadero nazi; pero si fue un verdadero nazi, entonces no fue un gran

    pensador. Si fuera esta la dificultad, con los Cuadernos negros para algunos quedar resuelta.

    Mariana Dimopulos es ensayista y narradora. Su ltima novela es Pendiente (Adriana Hidalgo).