Trabajo realizado por:

María Molero García

Los ebionitas declararon que la salvación dependía de la ley judaica y se dividieron en dos

partidos: el de los nazarenos (el más intransigente) y el de los cetrino (el más

moderado).

Los gnósticos pretendieron tener un lugar de la fe sencilla un conocimiento más alto y cayeron con esto en errores completamente paganos acerca de Dios y el

mundo, pero ocultándolos con nombres cristianos.

Los maniqueos según su doctrina hay dos seres eternos, la luz y las tinieblas; en la lucha de ambos

principios cayeron partículas de luz en la eterna materia sin forma, que al mismo tiempo es el asiento

del mal, y de la misma hicieron la creación hoy existente.

Los antitrinitarios como enemigos de la Santísima Trinidad, se atuvieron sólo a la unipersonalidad de

Dios y por esto fueron también llamados monárquicos o unitarios.

Los modalistas vieron en las tres divinas personas sólo tres diferentes modos de manifestación del Dios

unipersonal, de modo que según esto sólo el Padre había sufrido en Cristo.

Los sabelianos admitían una Trinidad, que consistía en tres manifestaciones u operaciones diferentes de una

sola Persona divina, la cual después de desarrollarse o dilatarse como Padre en la legislación, como Hijo en la Encarnación y como Espíritu Santo en la santificación.

Los dinámicos enseñaron que dentro de Cristo sólo había existido una fuerza divina.

Los montanistas anunciaban un reinado de mil años de Cristo en la tierra para el cual debían los hombres

prepararse por una gran moralidad tal como Dios precisamente la quería anunciar y enseñar por medio

de Montano y de sus profetisas.

Los novacianos solían bautizar nuevamente a los católicos que habían pasado a ellos, los católicos a su

vez hicieron lo mismo con los novacianos convertidos.

Los donatistas se convirtieron en brutales bandas de ladrones que en su odio a los católicos recorrían los campos, ya mendigando, ya cometiendo horribles

asesinatos, incendios y saqueos, por lo cual la autoridad civil tuvo que perseguirlos y exterminarlos.

Los arrianos negaron la divinidad de Jesucristo. Sostuvieron que solo por el nombre, pero no por la

naturaleza y la eternidad, Cristo era Hijo de Dios; que en realidad no era más que una criatura del Padre, el cual por medio de él había criado después todas las

cosas.

Los macedonianos negaron la divinidad del Espíritu Santo y además su personalidad, esta doctrina fue

condenada como falsa, y en cambio de ella se declaró dogma de fe la creencia católica en la personalidad y

divinidad del Espíritu Santo.

Los nestorianos enseñaron que la divinidad había vivido tan solo en el hombre Cristo, como en un

templo, y que por lo tanto María no debía llamarse Madre de Dios, sino Madre de Cristo.

Los eutiquianos sostuvieron que en Cristo la naturaleza humana había sido totalmente absorbida por la divina, de manera que solo esta última permanecía

en él.

Los pelagianos sostuvieron la opinión de que no hay pecado original, y que la gracia divina no es necesaria

al hombre para alcanzar la bienaventuranza

Los priscilianistas negaban la Trinidad y la divinidad de Jesucristo, afirmaba la existencia de dos principios y que el hombre está sujeto al influjo de las estrellas.

Aparentando una moral muy severa se entregaban ocultamente a las más horribles torpezas, que

encubrían obligando a sus adeptos a guardar inviolable secreto.