Historia Criminal Del Crsitianismo

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  • Kariheinz Deschner

    Historia criminal del cristianismo La poca patrstica

    y la consolidacin del primado de Roma

    Coleccin Enigmas del Cristianismo

    Ediciones Martnez Roca, S. A.

  • Traduccin de Jos Tola Cubierta: Geest/Hverstad

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos, as como la exportacin e importacin de esos ejemplares para su distribucin en venta, fuera del mbito de la Comunidad Econmica Europea.

    Ttulo original: Kriminalgeschichte des Christentums

    1986, Rowohit Veriag GmbH, Reinbek bei Hamburg 1991, Ediciones Martnez Roca, S. A. Gran Via, 774, 7., 08013 Barcelona ISBN 84-270-1493-7 Depsito legal B. 26.238-1991 Fotocomposicin de Pacmer, S. A., Miquel ngel, 70-72, 08028 Barcelona Impreso por Libergraf, S. A., Constituci, 19,08014 Barcelona

    Impreso en Espaa - Printed in Spain

  • Dedico esta obra, especialmente, a mi amigo Alfred Schwarz. Asimismo deseo

    expresar mi gratitud a mis padres, que tanto me ayudaron en todo momento, y a todos cuantos me prestaron su colaboracin desinteresada:

    Wilheim Adler Prof. Dr. Hans Albert Lore Albert Klaus Antes Else Arnold Josef Becker Karl Beerscht Dr. Wolfgang Beutin Dr. Otto Bickel Dr. Dieter Birnbacher Dr. Eleonore Kottje-Birnbacher

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  • ndice

    1. Atanasio, doctor de la Iglesia (hacia 295-373) ..................................... 15 La naturaleza complicada de Dios y el dominio de las tinieblas . 17 No se luch por la fe, sino por el poder y por Alejandra ... .. 21 El Concilio de Nicea y la profesin de fe constantiniana . . .. 24 Carcter y tctica de un padre de la Iglesia ........... ... 27 Otras difamaciones de Atanasio, falsificaciones y la muerte de Arrio. ................................ .. 31 El campo de batalla de Alejandra bajo los patriarcas Ata- nasio y Gregorio. ........................................................................................ 35 Antioqua y el cisma meleciano .................................................................. 38 Situacin anloga a la de una guerra civil en Constantinopla y amenaza de guerra desde el Occidente catlico . . . . . .. 40 Regreso de Atanasio (346), nueva huida (356) y amparo du- rante seis aos con una belleza veinteaera ......... .. 42 Los snodos de Arles, Miln, Rmini y Seleucia y el espectcu- lo tragicmico de los obispos Lucifer de Cagliari y Liberto de Roma .......................... .... . 44 Padres conciliares sin escrpulos y el patriarca Jorge, un lobo amano, monopolista y mrtir ......... . . ..48

    2. Ambrosio, doctor de la Iglesia (hacia 333 o 339-397) . .53 La poltica ambrosiana, arquetipo para la Iglesia hasta la actualidad...55. San Ambrosio impulsa la aniquilacin de los godos y vive el

    ocaso del mundo ..................... ... ..59 El emperador Teodosio el Grande: Lucha en favor del ca-

    tolicismo y sangre vertida como agua .......... 66 La lucha de Ambrosio contra el paganismo .......... . 70 Ambrosio aniquila el cristianismo amano de Occident 73 Descubrimientos de un padre de la Iglesia o l elemento so- prannaturale ....................................................................................................78 La batida contra Prisciliano: Las primeras ejecuciones de cristianos a manos de cristianos ................ 81 El padre de la Iglesia Ambrosio, un antisemita fantico. Pri- 11

  • mera quema de sinagogas con autorizacin y por orden de obispos cristianos ................ .................................................................. 83 Una sospechosa misin diplomtica de Ambrosio y una guerra entre soberanos catlicos .................... . 86 Dos masacres de un emperador notoriamente cristiano y la

    explicacin que da Agustn al derramamiento de sangre ... 89 La lucha de Teodosio el Grande contra los herejes . . .. 91 Con la legislacin y la guerra contra el paganismo .... .;.... 94

    3. El padre de la Iglesia Agustn (354-430). ......... ................................... 101 Genio en todos los campos de la doctrina cristiana y luha

    hasta el ltimo instante ............ . .. 104 La campaa de Agustn contra los donatistas ... 108 El derrocamiento de P elogio .125 La acometida de Agustn contra el paganismo .. 134 El obispo de Hipona y los judos ........ . 139 Agustn sanciona la guerra justa, la guerra santa y cier- tas guerras de agresin .............................................................................. 141 4, Los nios emperadores catlicos .................. 155 La divisin del Imperio: Surgen dos estados catlicos forzados 157 Arcadio, Rufino, Eutropo ............................................................................ 160 El verano caliente del 400. San Juan Crisstomo y la masa- cre de godos en Constantino? la ................ . 162 Caza de cabezas, persecucin de paganos y de herejes ......................... 163 Honorio, Estilicen, Alarico y las primeras incursiones de cris- tianos germanos .......................................................................................... 165 La invasin de Radagaiso, la muerte de Estilicen y nuevas ma- : tanzas de godos catlico-romanos .......... . . . . 169 La cada de Roma (410) y los pretextos de Agustn .................................... 175 La lucha de Honorio contra herejes, paganos y judos ..181 Teodosio II, ejecutor de todos los preceptos del cristia- nismo ............................. .., 184 Antisemitismo agresivo en el Oriente cristiano ....... ..185 Asesinato tras asesinato en el Occidente catlico . ..... . . 187

    5. La primaca papal o la petra scandali: El triunfo de la subrepcin y de la ambicin de poder ............................................................ 191 Ni Jess instituy el papado ni Pedro fue obispo de Roma . . 193 No hay pruebas de la estancia y la muerte de Pedro en Roma 194 El cuento del hallazgo de la tumba de Pedro .......... . 196 El origen de los cargos eclesisticos, de las sedes metropoli- tanas y patriarcales y del papado ............... 201 La lista de obispos romanos falsificada . . . . ... ... . . . 202 Las pretensiones de primaca ......... .' .......... 205

  • La Iglesia antigua no conoca ninguna primaca de derecho y honorfica del obispo de Roma instaurada por Jess . . 206

    Lo mismo que los obispos y los padres de la Iglesia, tampoco los concilios antiguos reconocieron la primaca de derecho

    de Roma .........................................................................................................210 El asunto de Apiario ......................................................................................214 La disputa sobre la primaca papal continu hasta la Edad Moderna .........................................................................................................216 6. Las primeras rivalidades y tumultos en tomo a la sede episco- pal romana ...................................................................................................221 La lucha de san Hiplito contra san Calixto 223 Cornelia contra N ovaciono ................ ..228 El mariscal de Dios y patrn del ganado vacuno ..231 Tumultos, muerte y patraas. Los papas Marcelino, Marcelo, Milcades, Silvestre y otros .........................................................................233 De toda suerte de derramamientos de sangre y de ms mrtires. El cisma de Feliciano ..................................................................................236 El papa asesino Dmaso combate al antipapa Ursino y otros diablos ........................................................................................................242 Creciente reivindicacin de la primaca con Dmaso ..... Inocencio I, la cumbre del cargo episcopal o simples men- tiras? ..........................................................................................................245 Eulalio contra Bonifacio, la cumbre apostlica . . ..249

    Notas.253

  • CAPITULO 1

    ATANASIO, DOCTOR DE LA IGLESIA (HACIA 295-373)

    San Atanasio [...] fue el ms grande hombre de su poca y quizs, ponderando todo de manera escrupulosa, el ms grande de los que haya podido presentar nunca la Iglesia.

    ABB DE BLETTERINNI'

    La posteridad agradecida dio al eficaz obispo alejandrino el merecido sobrenombre de "el Grande"; tanto la iglesia oriental como la occidental le veneran como santo.

    JOSEPH LiPPL2

    Toda cuestin poltica es llevada al campo de la teologa; sus adversarios son herejes mientras que l es el defensor de la fe pura. Los adversarios aprenden de l la asociacin entre teologa y poltica. [...] Como una especie de antiemperador, anticip el prototipo de los grandes papas romanos, siendo el primero de los grandes patriarcas egipcios que acabaron por desligar a su pas de la unidad imperial.

    G. GENTZ3

    Los actores de la historia de la Iglesia fueron en buena medida los mismos que los de la historia de Bizancio en general.

    FRIEDHELM WiNKELMANN4

    Desde el siglo iv al vn, por el Padre, por el Hijo y por el Espritu Santo, las escuelas de teologa, los papas y los patriarcas se combatieron con todos los medios a su alcance; se juzg, se degrad y se proscribi;

    comenzaron a actuar servicios secretos y maquinarias propagandistas; las controversias degeneraron en xtasis salvajes; hubo tumultos y refriegas callejeras; se

    asesin; los militares aplastaron las revueltas; los anacoretas del desierto, con el apoyo de la corte de Bizancio, instigaron a las multitudes; se urdieron intrigas por conseguir el favor de emperadores y emperatrices; se desencaden el terror estatal; lucharon entre s los patriarcas, se les elev al trono y se les volvi a destronar en cuanto que una nueva concepcin trinitaria lograba triunfar [...].

    HANS KHNER5

  • Khner contina diciendo: [...] aparecieron los primeros grandes

    doctores de la Iglesia, y los santos, en contra de todas las pasiones humanas, realizaron una serie de ejercicios mentales dignos de todo encomio que han entrado a formar parte tanto de la historia de la fe como de la historia del pensamiento [...]. Sin embargo, cabe puntualizar que esto no se produjo en contra de todas las pasiones humanas sino en buena medida por ellas, pues quien se toma en serio el espritu no puede creer que uno sea dos o tres o que tres sea igual a uno. La teologa cristiana llama a esto suprarracional y no contrarracional o irracional. Lo llama misterio, no absurdo. Y al haber entre el cielo y la tierra tantas cosas que nuestra filosofa escolstica ni se imagina, no es necesario tomar por verdadero todo lo que se ha imaginado, ni hace falta tomar el mayor de los absurdos por cierto y considerarlo un gran misterio. Si Dios -dice Diderot-, por quien tenemos la razn, exige sacrificar la razn, es un prestidigitador que hace desaparecer lo que acaba de dar.6

    La naturaleza complicada de Dios y el dominio de las tinieblas

    Cualquier ciencia que se precie se basa en la experiencia, pero qu llega a saberse de Dios, si es que existe? En los primeros tiempos del cristianismo se barajaba toda una masa de las ms diversas ideas acerca de los espritus celestiales (Weinel, telogo). En el siglo II y comienzos del III apenas nadie se preocupaba del Espritu Santo (Harnack, telogo), y en el siglo IV, segn se queja Hilario, doctor de la Iglesia, nadie sabe cul ser el credo del ao siguiente. Sin embargo, los telogos fueron ahondando cada vez ms en el tema en el curso del tiempo. Llegaron a descubrir que Dios era algo as como un nico ser (ousia, substancia) en tres personas (hypstases, personae). Que esta triple personalidad era consecuencia de dos procesos (processiones): de la generacin (generatio) del Hijo a partir del Padre y de la exhalacin (spiratio) del Espritu entre el Padre y el Hijo. Que esos dos procesos equivalan a

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  • cuatro interacciones (relationes): la calidad de padre y la de hijo, la exhalacin y el ser exhalado, y esas cuatro interacciones dan a su vez cinco particularidades (proprietates, notiones). Que al final, todo esto, en mutua compenetracin (perichresis, circuminsessio) dara slo un Dios: actus purissimus! Por ms que hayan dado de s los quebraderos de cabeza a lo largo de los siglos, los telogos saben que cualquier trabajo intelectual sobre el dogma de la Trinidad seguir siendo una "sinfona inacabada" (Anwander) o, por mucho que se profundice en ello, un misterio de fe impenetrable, como escribe humildemente el benedictino Von Rudioff, aseverando con toda seriedad que nada de ello habla en contra de la razn. No decimos que tres sea igual a uno [...] sino que tres personas son un ser. Y eso sin decir que se profundiz en el tema multitud de veces, y que puede seguir hacindose. Sin embargo, en 1977, a Kari Rahner le parece evidente que la historia de los dogmas (en el sentido ms amplio de la palabra) contina y debe continuar [...] por lo tanto la historia de los dogmas contina [...].7

    Por mucho que puedan decir los telogos -un proceso sin fin de conceptos a menudo nebulosos, sobre todo porque en la historia de los dogmas han impuesto sus creencias por todos los medios, incluso recurriendo tambin a la violencia-, al no haber sido nunca tales disputas ms que una discusin por las palabras y porque nunca poseyeron, ni poseen, ninguna base de la experiencia, precisamente por eso, y hablando por boca de Helvetius, el reino de la teologa se contempl siempre como el dominio de las tinieblas.8

    En el siglo iv se intent arrojar luz sobre estas tinieblas, con lo cual todo se volvi todava ms oscuro. Todo el mundo sospecha de su prjimo -reconoce el padre de la Iglesia Basilio-; se han soltado las lenguas blasfemas. Pero los concilios, en los que, iluminados por el Espritu Santo, se intentaba aclarar los misterios, slo contribuyeron a crear mayor confusin. Incluso Gregorio Nacianceno, santo padre de la Iglesia, se burla de las conferencias clericales y admite que rara vez llegan a buen fin, avivando ms la polmica en lugar de suavizarla: Evito las reuniones de obispos pues hasta el momento nunca he visto que ningn snodo acabara bien; no resuelven ningn mal sino que simplemente crean otros nuevos [...] En ellos slo hay rivalidad y luchas por el poder.

    Diversas circunstancias dificultan la orientacin. Por un lado, del im-portante Concilio de Nicea (325) apenas se ha conservado nada, lo mismo que de algunos otros snodos. Por otro lado, los vencedores impidieron la circulacin de los escritos de sus opositores, cuando no llegaron a destruirlos. Slo unos pocos fragmentos de Arrio, o de Asterio de Capadocia, un arriano moderado, han llegado hasta nosotros a travs de citas en escritos de rplica. Aunque los tratados catlicos se difundieron con frecuencia, sobre todo muchos de los redactados por los padres de la

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  • Iglesia Hilario de Poitiers (fallecido en 367) y Atanasio de Alejandra (fallecido en 373), se trata slo de productos propagandsticos subjetivos. Los no menos tendenciosos historiadores del siglo v Scrates, Sozomeno, Teodoreto y Filostorgio, de estricta tendencia arriana (o dicho con mayor precisin: eunominica), son ya de generaciones posteriores.10

    Una buena idea de la historiografa espiritual de esta era y de su ten-dencia sin escrpulos a falsear nos la proporciona la primera historia global de la Iglesia despus de Eusebio, la de Gelasio de Cesrea (fallecido entre 394 y 400). Desconocida hasta hace poco tiempo, se la ha reconstruido en gran parte y su importancia se acrecienta por el hecho de tomar como fuente principal de sus descripciones a historiadores de la Iglesia del siglo v (Rufino, el ms antiguo de Occidente, Scrates y Gelasio de Qucicos). Gelasio fue tambin sucesor (el segundo) de Eusebio, un alto dignatario y arzobispo de Cesrea con jurisdiccin en toda Palestina.n

    Friedrich Winkelmann ha presentado de manera muy concisa el mtodo de esta nica y gran historia contempornea de la Iglesia durante la disputa trinitaria: la difamacin estereotipada del adversario. El arzobispo autor de la obra apenas se preocupa de los avances o las diferenciaciones producidos. De los arranos slo relata reticencias e intrigas; no son ms que perturbadores inconvertibles, tteres del diablo, que habla por su boca. Gelasio atribuye a Arrio un perjurio. Miente tambin al afirmar que no fue Constancio sino su hijo, el emperador Constantino, quien quera rehabilitar a Arrio. Por otro lado, Constantino -una nueva mentira-no desterr a Atanasio, el contrincante de Arrio, sino que le envi de nuevo a Alejandra colmado de honores. Gelasio es tambin el primero en exponer la falsedad de que Constantino nombr en su testamento a Constantino II, el Catlico, heredero de su reino, pero que un presbtero amano dio el testamento a Constancio a cambio de la promesa de apoyar al arrianismo. El obispo de Cesrea no solamente enmascara todo lo negativo, pasando por alto la mayora de los sucesos, sino que tambin deja correr simplemente su imaginacin, en contra de la verdad estricta; en suma, lo que se manifiesta es un gran complejo de una burda falsificacin de la historia.12

    Pero fue Atanasio, doctor de la Iglesia, menos escrupuloso, menos agitador y apologista? Reprueba de manera global a los arranos: A quin no han ultrajado [...1 a su antojo y arbitrio? A quin no [...] han maltratado hasta el punto que haya muerto en la miseria o hayan resultado perjudicados sus parientes? [...1 Dnde hay un lugar que no muestre algn recuerdo de su maldad? A qu adversario no han aniquilado, esgrimiendo adems pretextos inventados a la manera de Jezabel?.13

    Incluso el benedictino Baur habla de una guerra civil entre catlicos y arranos, en la que, naturalmente, lo mismo que sucede con todos los autnticos apologetas catlicos, los arranos -cuyo nombre pronto se

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  • convertira en uno de los peores insultos de la historia de la Iglesia- eran presa del diablo y envilecan el nombre cristiano ante un mundo, todava medio pagano, con intrigas abominables, rabia persecutoria, mentiras e infamias de todo tipo, incluso mediante asesinatos en masa; por consi-guiente, ya era hora de que desapareciera por fin del mundo esta planta venenosa.14

    En el centro de esta disputa entre telogos estaba la cuestin de si Cristo era Dios verdadero, si tena la misma naturaleza que el propio Dios. Los ortodoxos, aunque a veces desavenidos, as lo afirmaban, mientras que los arranos, la mayora de los obispos orientales en el apogeo de su poder (despus del Concilio de Miln, 355), lo negaban. Cuando pareca que casi haban ganado, se escindieron en radicales, anomotas, que consideraban al Hijo y al Padre como totalmente dispares y diferentes (anhomoios), semiarrianos, homotas, que en su opinin se consideraban ms o menos homousianos, y un partido que rechazaba a los dos anteriores y defenda el homosmo, sealando la similitud (que se dejaba intencionadamente vaga) o igualdad de Padre e Hijo, pero no la identidad de naturaleza, el homosios de los nicnicos. Los arranos y loa ortodoxos se mantuvieron aferrados al monotesmo, pero para los prime^ ros, sin duda ms cercanos a la fe cristiana primitiva, el Hijo era totalmente diferente del Padre, era una criatura de Dios, si bien completa y muy por encima de todas las restantes. Arrio habla de l con el mximo respeto. Para los ortodoxos Jess era, en boca de Atanasio, Dios hecho carne (theos sarkophoros), pero no un hombre, que lleva a Dios (anthropos theophoros), siendo el Padre y el Hijo una nica naturaleza, una unidad absoluta; eran homosios, de la misma naturaleza. Pues slo as era posible sostener el dogma de la doble, o incluso triple, divinidad y orar al Hijo, el nuevo, lo mismo que al Padre, como hacan ya los judos. A los arranos se les acusaba de politesmo y de tener un Dios grande y otro pequeo.15

    A los ortodoxos, entonces y ms tarde, les result tambin difcil pensar de un modo dogmticamente correcto, tal como da a entender el telogo Grillmeier, S. J.: La insistencia en el alma humana de Jesucristo parece muchas veces un tanto artificial. Incluso en la cristolo-ga de Cirilo, el santo doctor de la Iglesia, en cualquier caso en su fase anterior a Efeso, el jesuta encuentra a menudo poco examinada a fondo la idea de la "humanidad completa" del Seor [!], de modo que, sorprendido por la escasa intervencin del Espritu Santo, se asombra de lo difcil que les result a los crculos eclesisticos elaborar una sntesis.16

    Para las masas populares de Constantinopla, que, como en todas partes, acudan multitudinariamente a la Iglesia nacional preferida, la cuestin de fe era al parecer cautivadora y fascinante, alcanzando la

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  • disputa cristolgica una gran popularidad en calles, plazas y teatros, como manifiesta con irona un contemporneo de finales del siglo iv:

    Esta ciudad est llena de artesanos y esclavos que son profundos te-logos, que predican en las tiendas y en las calles. Si quieres cambiar una moneda con un hombre, primero te informar acerca de dnde radica la diferencia entre Dios Padre y Dios Hijo, y si preguntas por el precio de una barra de pan, en lugar de responderte te explicarn que el Hijo est por debajo del Padre; y si quieres saber si tienes el bao preparado, el baero te contestar que el Hijo ha sido creado de la nada [...].17

    No se luch por la fe, sino por el poder y por Alejandra El exacerbado inters hacia la fe no era en realidad ms que el anverso de

    la cuestin. Desde un principio, en esa disputa secular se trataba menos de diferencias

    dogmticas que del ncleo de una tpica poltica clerical. El pretexto era la salvacin de las almas -admita incluso Gregorio Naciance-no, hijo de obispo, y santo obispo a su vez, que evitaba inmiscuirse en cuestiones mundanas y que a menudo eluda sus cargos eclesisticos mediante la huida-, y el motivo era el ansia de dominio, por no hablar de los tributos y los impuestos. Las ambiciones jerrquicas de poder y las disputas por las sedes episcopales, en cuyo curso se olvidaban con frecuencia las rivalidades teolgicas, dieron duracin y vehemencia a aquellas enemistades. No slo excit a la Iglesia sino que, al menos en Oriente, tambin al estado. No slo los padres conciliares se enzarzaban a veces en peleas hasta que hablaba el Espritu Santo, sino que tambin los laicos se batan de manera sangrienta en pblico. Cualquier disputa producida all entre el clero, amano y monofisita, el iconoclasmo, desborda los lmites de una mera querella entre frailes y conmociona durante siglos toda la vida poltica y social. Esto hace afirmar, de manera lapidaria, a Helvetius:^Cul es la consecuencia de la intolerancia religiosa? La ruina de las naciones7iY Vltaire llega a asegurar que(Si se cuentan los asesinatos perpetrados por el fanatismo desde las reyertas entre Atanasio y Arrio hasta nuestros das, se ver que estas disputas han contribuido al despoblamiento de la Tierra ms que los enfrentamientos blicos [...], lo que sin duda ha sido muy a menudo consecuencia de la complicidad entre el trono y el altar.18

    Sin embargo, lo mismo que las polticas del Estado y de la Iglesia estaban ntimamente entrelazadas, tambin lo estaban esta ltima y la teologa. Por supuesto, no exista ninguna doctrina oficial acerca de la Trinidad, sino nicamente tradiciones diversas. Las decisiones vinculantes

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  • slo se tomaron en el curso ya del conflicto (Brox). A pesar de ello, cada una de las partes, en especial el santo Atanasio, gustaba de llamar cuestin de fe a sus ansias de prestigio y poder, pues as podan presentarse y justificarse constantemente acusaciones. Atanasio teologiza de inmediato cualquier mpetu poltico y trata de herejes a sus rivales. De la poltica se hace teologa y de sta, poltica. Su terminologa no es nunca lo suficientemente clara, la cuestin es siempre la misma (Loofs). Con Atanasio no se trata nunca de frmulas (Gentz). Lo que ms bien caracteriza al padre de la ortodoxia es que deja su postura dogmtica sumamente confusa, utilizando l mismo hasta la dcada de 350, para designar la fe verdadera, aquellos tpicos que ms tarde se emplearan para estigmatizar la hereja amana o semiarriana: que l, el defensor de Nicea y del homosios, rechaz durante mucho tiempo la teora de las hipsta-sis, retrasando con ello la unin, y que l, el baluarte de la ortodoxia, incluso despej el camino para una doctrina hertica, el monofsismo. Por esa razn, los catlicos de los siglos v y vi tuvieron que retocar los tratados dogmticos de su doctor de la Iglesia. Sin embargo, durante mucho tiempo los arranos propusieron una frmula de profesin que coincida literalmente con la utilizada a menudo por Atanasio, pero que luego apareci como hereja amana, puesto que dijera lo que dijese el adversario, siempre era malo de antemano, maligno y diablico, y cualquier enemigo personal era un amano.19

    Todo este estado de cosas se vio facilitado por el hecho de que desde haca tiempo imperaba una total confusin en los conceptos teolgicos, y los arranos volvieron a escindirse. Incluso Constantino II, que paulatinamente les haba ido favoreciendo de forma cada vez ms radical a todos los obispos corruptos del Imperio (Stratmann, catlico), a las caricaturas del obispo cristiano (Ehrhard, catlico)-, se hart tanto de la disputa sobre la naturaleza de Cristo que acab por prohibirla. Los telogos de la poca postconstantiniana compararon esta guerra de religin, cada vez ms ininteligible, con una batalla naval en medio de la niebla, un combate nocturno en el que es imposible distinguir al amigo del enemigo, pero en el que se golpea con saa, cambiando a menudo de bando, con preferencia, por supuesto, hacia el lado del ms fuerte, en el que estn permitidos todos los medios, se odia intensamente, se traman intrigas y se provocan envidias.20

    Incluso el padre de la Iglesia Jernimo afirm en su momento que no lograba encontrar paz y tranquilidad ni en un pequeo rincn del desierto, pues todos los das los monjes le pedan cuentas de su fe. Declaro lo que desean, pero no les es suficiente. Suscribo lo que me proponen y no lo creen [...]. Es ms sencillo vivir entre las bestias salvajes que entre tales cristianos!.21

    Numerosos aspectos de la cronologa de la disputa amana siguen sien- 22

  • do objeto de controversia, dudndose incluso de la autenticidad de muchos documentos. No obstante, el punto de partida directo fue la revuelta provocada por un debate acerca de la Trinidad alrededor del ao 318 en Alejandra, una ciudad en la que se luchaba por algo ms que por la fe.22

    Alejandra, fundada en el ^101110^0 332-331 por Alejandro Magno, la ciudad del poeta Calimaco, del gegrafo Eratstenes, del gramtico Arist-fanes de Bizancio y de Aristarco de Samotracia, la ciudad de Plotino y ms tarde de Hipacia, fue la principal metrpoli de Oriente, una ciudad cosmo-polita de casi un milln de habitantes, cuyo lujo slo rivalizaba con el de Roma. Alejandra estaba trazada con amplias miras, era rica y una importante plaza comercial, con una flota pesquera que obtena capturas nada despreciables y destacaba por su monopolio en la industria del papiro, que suministraba a todo el mundo. Alejandra, el lugar donde se tradujo al griego el Antiguo Testamento (los Setenta), era tambin la sede de un patriarcado -no es verdad que lo fundara san Marcos; el primer obispo del que existe constancia histrica es Demetrio I-, y fue, dentro del conjunto de la Iglesia, incluyendo la de Occidente, la mayor y ms poderosa de todas las sedes episcopales. Estaban bajo su jurisdiccin los dos Egiptos, Tebas, Pentpolis y Libia. Esta posicin tena que mantenerse, consolidarse y ampliarse. Los jerarcas alejandrinos, llamados papas y que pronto se volvieron inmensamente ricos, pretendieron durante los siglos iv y v hacerse a, todo trance con el dominio de la totalidad de las dicesis orientales. Su teologa se opona adems a la de Antioqua, a lo que vino a unirse tambin la lucha por el rango entre ambos patriarcas, ganando siempre aquel a quien apoyaran el emperador y la sede eclesistica e imperial de Cons-tantinopla. En constante lucha contra los competidores eclesisticos y el Estado, surgi aqu por primera vez un aparato poltico de la Iglesia, similar al que ms tarde habra en Roma. A tenor de ste actuaron entonces los obispos de las sedes secundarias, que pagaban todo cambio de curso con la prdida de sus sillones episcopales, o bien los ganaban. No se conserv ninguna de las innumerables iglesias paleocristianas de Alejandra.23

    Alrededor del ao 318, el patriarca Alejandro habra preferido acallar la candente cuestin sobre la ousa, la naturaleza del Hijo. Hubo una poca en que estuvo personalmente vinculado al orador Arrio (hacia 260-336), denunciado por los melecianos y que desde 313 era presbtero de la iglesia de Baucali, la ms prestigiosa de la ciudad y centro de un numeroso grupo de seguidores formado por jvenes mujeres y trabajadores de los diques. Pero Arrio, que era un erudito amable y conciliador y que probablemente compuso las primeras canciones populares de la poca cristiana, hoy totalmente olvidadas, haba renunciado a la sede episcopal en favor de Alejandro, y en la contienda particip menos a ttulo personal que como exponente de la escuela de telogos de Antioqua, que ni haba fundado ni diriga. Por otro lado, el obispo Alejandro haba defendi-

    23

  • do con anterioridad, cosa que tambin le reprochaban los arranos, ideas y doctrinas similares a las que ahora persegua; afirmaba que Arrio se pasaba el da y la noche en improperios contra Cristo y contra nosotros, y escriba de l y sus seguidores: Cuando no es porque han de acudir a los tribunales por las acusaciones de mujeres licenciosas a las que han enredado en sus errores, es porque dan una mala reputacin al cristianismo por las jovencitas que se les unen y que deambulan por las calles sin el menor recato [...] Oh, esta triste ofuscacin, esta locura sin medida, este fatuo afn de gloria y esta conviccin satnica, que se ha asentado en sus almas impas como un tumor empedernido!. Despus de dos debates pblicos, en un snodo que reuni a 100 obispos, san Alejandro excomulg y exili a Arrio y a todos sus seguidores -decisin a la que sin duda contribuy la lucha de la alta sede contra los privilegios de sus presbteros- y advirti por todas partes contra las intrigas del here-siarca. Inform tambin al obispo romano Silvestre (314-335), y mediante dos encclicas, en 319 probablemente y en 324, apel a todos los otros amados y venerables servidores de Dios, a todos los obispos bienamados por Dios de todos los lugares. Esto dio lugar a que se tomaran medidas y contramedidas. Unos prncipes de la Iglesia anatematiza-ron a Arrio mientras que otros le expresaron su reconocimiento. Entre estos ltimos estaba el importante intercesor ante la corte, el influyente obispo Eusebio, pastor supremo de Nicomedia, la ciudad de residencia del emperador, que acogi a su amigo desterrado, y el obispo Eusebio de Cesrea, famoso ya como exgeta bblico e historiador. Dos snodos que resolvieron a favor de Arrio hicieron posible su rehabilitacin y regreso. El partido amano de Alejandra fue adquiriendo cada vez ms fuerza, llegndose a nombrar un contraobispo. Alejandro se defendi en vano, se lament sobre la guarida de ladrones de los arranos y lleg a temer por su propia vida. Se sucedieron los disturbios, que se extendieron por todo Egipto, y finalmente la Iglesia de Oriente se escindi.24

    Nuevas conferencias episcopales, como el snodo de Antioqua del ao 324, volvieron a condenar a Arrio, llegndose a escribir a los obispos de Italia, que dependen de la gran Roma, aunque sin considerar por ello al poder romano como soberano o que hubiera llegado a desempear algn papel de relevancia. Y en el ao 325 se celebr el concilio en la residencia de verano del emperador.25

    El Concilio de Nicea y la profesin de fe constantniana

    Constantino haba recomendado el lugar por la bonanza de su clima y haba prometido una estancia agradable. El fue quien convoc el conci-

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  • lio, y no el papa. Tambin l lo abri el 20 de mayo y ocup la presi-

    dencia. El emperador corri con los gastos de los participantes, sobre cuyo nmero los datos oscilan entre 220 y 318 (por los 318 hijos de Abraham!), que adems viajaron con el correo estatal (lo mismo que haba sucedido en el snodo de Arles), junto con el personal, varias veces superior; de Occidente acudieron slo cinco prelados. Falt Silvestre, el pastor supremo de Roma. Se hizo representar por dos presbteros, Vctor y Vicente, y -no nicamente por esa razn- no desempe ninguna funcin de primer orden (Wojtowytsch). Pero el emperador se present ante los obispos como un ngel de Dios descendiendo del cielo, resplandeciente en sus brillantes vestiduras, deslumbrante de luz, con el ardiente fulgor de la prpura y adornado con el claro destello de oro y costosas piedras preciosas (Eusebio). Los propios seores del clero eran custodiados por guardianes y alabarderos con las afiladas espadas desenvainadas. Por decreto del soberano se les ofreci todos los das una manutencin opulenta. Segn relata Eusebio, en un banquete unos se sentaban a la mesa en los mismos almohadones que el emperador, mientras que otros lo hacan a ambos lados. Se podra haber pensado o imaginado fcilmente que era una imagen del reino de Cristo, que slo era un sueo y no realidad. En lo referente a los aspectos dogmticos -no se levantaron ningn tipo de actas- la gran mayora de estos siervos de Dios mostraron un inters ms bien escaso o nulo, algo que al propio anfitrin poco le preocupaba. Un ao antes, en octubre de 324, a travs del obispo Hosio de Crdoba haba comunicado a los representantes de la disputa que no se trata ms que de una bagatela, de ganas de polemizar en un ocio intil. Vuestro asunto no justifica en ningn caso tales lamentos!26

    El obispo Eusebio, el padre de la historia de la Iglesia, no desempe en Nicea un papel muy glorioso. Al presentarse como acusado, acab doblegndose ante el partido contrario, el de Alejandro y Atanasio. Sin embargo, gracias a sus dotes diplomticas, a su oratoria y a su servilismo, consigui los favores del emperador, al que desde ese momento asesor en cuestiones de teologa y en poltica de la Iglesia.27

    Aunque quizs Constantino no dirigiera las sesiones -un problema sobre el que se ha discutido mucho-, lo que s hizo fue determinar su curso y tomar las decisiones; para ello se asegur de tener la mayora, e incluso impuso la frmula decisoria, es decir, presentando las propuestas y hacindolas despus prevalecer; esto no solamente era un mtodo que los participantes no defendan, sino que la Iglesia de Oriente, en el snodo de Antioqua del ao 268, lo haba condenado como hertico. Esa frmula era el concepto algo cambiante (que significa igual, idntico,pero tambin similar, del griego hornos) del homosios, de la homousa, la igualdad de las naturalezas del Padre y del Hijo, un signo de antagonis-

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  • mo frente a la ciencia, que pensaba por los derroteros de Orgenes (Gentz). En la Biblia no se hace ni una sola mencin al respecto. Esa consigna -que como es notorio el propio emperador haba formulado- se opona a las creencias de la mayora del episcopado oriental, aunque procediera de la teologa gnstica. Tambin la haban utilizado ya los mo-narquianos, otros herejes (antitrinitarios). Sin embargo, el joven Ata-nasio, que acompaaba como dicono al obispo Alejandro, no la haba empleado en sus primeros escritos como lema de su teologa (Schnee-melcher) y necesit 25 aos para poder tomarle aficin (Kraft). Si bien ya en el concilio se manifest en contra del arrianismo, no lo plasm por escrito hasta un cuarto de siglo despus. Nunca se dieron razones ni se explic con ms detalles aquella decisin de fe. El emperador, al que como es innegable interesaba la unidad y que consideraba la disputa de los clrigos tan slo como una intransigencia, prohibi toda discusin teolgica y exigi simplemente el acatamiento de la frmula; los santos padres (Atanasio), cuya presencia deparaba presuntamente al dictador una felicidad que exceda a cualquier otra y a los que por espacio de un trimestre haba colmado de atenciones, agasajado y cubierto de honores, obedecieron; y hoy millones de cristianos siguen creyendo en la-fides Ni-caena, la confesin de fe de Nicea, que debera llamarse con mayor razn, segn ironiza Johannes Haller, de Constantino, la obra de un laico que ni siquiera estaba bautizado. Creemos en un solo Dios, el Padre todopoderoso [...] y en un solo Seor, Jesucristo [...] verdadero Dios del verdadero Dios, engendrado, no creado, de la misma naturaleza {homo-sios) que el Padre [...]. Y en el Espritu Santo [...].28

    En Occidente, algunos decenios ms tarde apenas se conoca todava la confesin de fe de Nicea y en los crculos ortodoxos era objeto de discusin. Incluso el padre de la Iglesia Hilario se opuso en un principio a esa fe de bautismo, si bien ms tarde regres a ella. Sin embargo, el santo obispo Zenn de Verona, un apasionado enemigo de los infieles y de los arranos, se burlaba de un credo que funcionaba con frmulas, que era un tractatus y una ley. En las postrimeras del yiglo iv, en los sermones de Gaudencio de Brescia o de Mximo de Turn, no se menciona todava Nicea. en ningn momento (Sieben, jesuta). Hasta Lulero, en 1521, admite odiar la palabra homosios, aunque en 1539, en su obra Acerca de los concilios y de las Iglesias, la acepta. Tiene razn Goethe al afirmar que el dogma de la divinidad de Cristo decretado por el concilio de Nicea [...] fue muy til, incluso una necesidad, para el despotismo.29

    El comportamiento de Constantino no fue en modo alguno un hecho aislado. Desde entonces, los emperadores, y no los papas, fueron los que tomaron las decisiones acerca de la Iglesia. Durante todo el siglo iv, los obispos de Roma no desempearon ningn papel decisivo en los snodos ni fueron autoridades determinantes. Desde Constantino imper el poder

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  • sinodal imperial. El historiador de la Iglesia Scrates escribe desapasio-nadamente, a mediados del siglo v: Desde que los emperadores comenzaron a ser cristianos, las cuestiones de la Iglesia dependen de ellos y los concilios ms importantes se celebraban, y se celebran, a su arbitrio. Myron Wojtowytsch comenta de manera escueta en 1981: Esa afirmacin no era en modo alguno exagerada. El historiador de los papas aade: Incluso el contenido de las decisiones responda, en la mayora de los casos, a los deseos del gobernante de tumo. Y: Por parte de la Iglesia, la participacin del poder mundano en las cuestiones del snodo se consider en general como plenamente justificada.30

    La confesin de fe de los arranos, que contrapusieron el homoiusios (de naturaleza semejante) al homosios, le fue arrancada de las manos al orador, en Nicea, haciendo trizas el documento antes de que hubiera acabado de leerlo. En seguida fue rechazada por todos y tachada de errnea y falsaria. Se produjo un gran tumulto [...] (Teodoreto). En las reuniones sacras, hablando por boca de Eusebio, partcipe en ellas, reinaban por doquier enconadas disputas, como suceda tambin a menudo en los concilios. El emperador arrojaba directamente al fuego, sin siquiera leerlos, los escritos de quejas y de querellas de los obispos. Todos aquellos que compartieron de buena voluntad la mejor opinin recibieron sus mximas alabanzas [...]. Pero, por el contrario, rechaz con horror a los indisciplinados. Arrio volvi a ser condenado y, tras la desercin de todos sus seguidores, excepto dos de ellos, los obispos Segundo de Ptole-maida y Teonas de Marmarica, desterrado junto con stos a las Galias, ordenndose la quema de sus libros y amenazando con la pena de muerte a quien los poseyera. Sin embargo, ya que al cabo de unos meses Eusebio de Nicomedia, el ms importante de los partidarios de Arrio, y Teognis de Nicea revocaron su firma y acogieron a los arranos, tambin la clera divina se desat contra ellos; se les arrest y se les envi asimismo al exilio de las Galias. No obstante, dos aos despus los desterrados pudieron volver a sus sedes episcopales. Un posterior snodo celebrado en Nicea a finales del otoo de 327 rehabilit tambin pblicamente a Arrio, el hombre del corazn de hierro (Constantino); una ambigua declaracin del hereje le fue suficiente a Constantino. Sin embargo, el clrigo esper en vano su restauracin en el cargo. El nuevo patriarca de Alejandra se opuso a la exigencia del emperador de volver a instalarle en su antiguo puesto.31

    Carcter y tctica de un padre de la Iglesia

    El obispo Alejandro muri en abril de 328. Atanasio, su secretario privado, no permaneci junto a su lecho de muerte. Como muchos de los

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  • otros prncipes de la Iglesia, si no la mayora de ellos -una de sus mentiras tipo- no aspiraba a honores ni poder y, lo mismo que los candidatos a papa del siglo xx, demostraba humildad. Se atribuyen as a su antecesor moribundo las palabras: Atanasio, crees haber escapado, pero no logrars huir.32

    Atanasio, nacido alrededor del 295 probablemente en Alejandra, de padres cristianos, ascendi, cuando contaba unos treinta y tres aos de edad, el 8 de junio de 328, a la sede patriarcal de aquella ciudad, de la que fue expulsado cinco veces, totalizando diecisiete aos y medio de exilio. Fue el obispo de mayor influencia en Oriente y soberano del ms grande aparato eclesistico de la poca. Sin embargo, lo mismo que Agustn y otros muchos papas, ascendi de manera incorrecta, y no exenta de violencia. Aunque se dice que fue elegido unnimemente por el clero y el pueblo (Donin, catlico), en realidad le nombraron y consagraron slo siete de los 54 obispos egipcios y, adems, faltando a la fe jurada, un penoso hecho que quien tanto hablara sobre l, y a menudo de forma severa, prefiere pasar por alto. Nuestro obispo acostumbra a tratar brevemente los acontecimientos desagradables, o incluso a silenciarlos por completo, como por ejemplo los antecedentes de su eleccin (Hagel).33

    Igual que sucediera en el Imperio Romano, tambin la situacin ecle-sistica en Alejandra resultaba desconcertante, y no slo entonces.

    Ya durante la persecucin de Diocleciano se produjo en Egipto un cisma, lo mismo que en el norte de frica con la disputa de los donatis-tas. Por precaucin, el patriarca Pedro desapareci de la escena, con lo que el rigorista Melicio, obispo de Licpolis, usurp los derechos del alejandrino huido, no pudiendo hacer desaparecer el cisma ni con su martirio (311). Sigui existiendo como la Iglesia de los mrtires, a pesar de la excomunin de Melicio en el ao 306, al que finalmente se desterr a las temidas minas de Faino (Palestina), pero que sigui contando con cerca de un tercio del episcopado egipcio, 34 prelados. En el Concilio de Nicea, no estando excomulgados pero tampoco reconocidos del todo, sus partidarios intentaron presentar un candidato propio a la muerte del patriarca Alejandro. Slo esto puede explicar que de los 54 obispos reunidos en Alejandra nicamente siete, una precaria minora, eligieran a Atanasio, que sin embargo aparent ante Constantino la existencia de unidad para recibir de l una carta congratulatoria.34

    Probablemente como Pablo y como Gregorio VII, Atanasio -una de las personalidades ms discutidas de la historia (incluso hoy siguen siendo objeto de controversia algunos de los datos sobre su vida)- era bajo y dbil; Juliano le llama homnculo. Sin embargo, lo mismo que Pablo y Gregorio, cada uno de los cuales era un genio del odio, este clrigo, el ms obstinado de su siglo, compensaba su escasa presencia fsica con

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  • una enorme actividad. Fue uno de los personajes eclesisticos que con mayor tenacidad y falta de escrpulos indujo a errores. Sin embargo, los catlicos le declararon padre de la Iglesia, que es uno de los mximos honores, para lo que se ajustan los hechos: Violencia brutal contra los adversarios a los que se aproximaba, malos tratos, palizas, quema de iglesias, asesinato (Dannenbauer). Falta por citar el soborno y la falsificacin; imponente, si queremos utilizar el trmino empleado por Erich Caspar, pero totalmente desprovisto de rasgos humanos atractivos. De manera anloga se manifiesta Eduard Schwartz sobre esta naturaleza humanamente repulsiva, pero soberbia desde el punto de vista histrico, y deja constancia de la incapacidad de distinguir entre poltica y moral, la ausencia de cualquier duda sobre su propia autolegitimidad. El telogo Schneemelcher, por el contrario, hila ms fino, distinguiendo los panfletos de poltica eclesistica de Atanasio [...] con su aborrecible polmica y su falta de veracidad de sus escritos dogmticos, que alegran el corazn de la ortodoxia, y considera a Atanasio como un hombre que quiere ser telogo y cristiano y que sin embargo se queda siempre en su naturaleza humana, lo que quiere decir que el telogo y cristiano, lo mismo que muchas de sus acciones, auna la ortodoxia gratificante con el odio y la mentira. El propio Schneemelcher cita las intrigas y los impulsos violentos de los jerarcas, y con razn considera que la imagen no mejora por las acciones de la otra parte, que se encuentran exactamente al mismo nivel. (De lo que resulta la tesis principal: La poltica de la Iglesia es, en ltimo trmino, siempre injusta.) Sin embargo, Atanasio, que trabaj con todos los medios de la difamacin y que en ms de una ocasin roz los lmites de la alta traicin, tal como escribe su admirador Von Campenhausen, no retroceda ante la liquidacin del adversario, como atestiguan numerosos contemporneos. Un hombre sanguinario, segn afirmaba en el ao 255 el competente Constancio de Mi-ln, que se re taimado en la cara de todo el mundo. O, como dice su sucesor, el emperador pagano Juliano: un sujeto que se crece cuando arriesga su cabeza. O bien, resumiendo de boca del catlico Lippl: Su vida y su obra son una parte muy importante de la historia de la Iglesia.35

    Pero quizs el papa alejandrino fue el primero en invocar el grito de lucha: libertad de la Iglesia frente al Estado, si no contamos con que los donatistas ya preguntaban con anterioridad: Qu tiene que ver el emperador con la Iglesia? Pero igual que ellos, Atanasio grit tan slo porque el Estado, el soberano, estaba en su contra, puesto que, naturalmente, el santo apreciaba tambin para s la opresin y el poder, y era a menudo tan brutal como su contrincante (Vogt). San Epifanio (cuyo fervor religioso contrastaba, como es bien sabido, fuertemente con su inteligencia), venerado como patriarca de la ortodoxia, testifica sobre Atanasio:

    Si se le opona resistencia, recurra a la violencia. Pero si la violencia

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  • le afectaba a l mismo, como sucedi en el ao 339 con la entrada en Alejandra del amano Gregorio, declara: Un obispo no tendra nunca que haberse introducido con ayuda del amparo y la fuerza de quien ostenta el poder mundano. Cuando la violencia le afectaba, como en los aos 357-358 huyendo de los funcionarios de Constantino, predica patticamente la tolerancia y condena la fuerza como signo de la hereja.36

    Pero esto sigui siendo siempre la poltica de una Iglesia que cuando se vea vencida predicaba la tolerancia y la libertad frente a toda opresin, pero que al acceder a la mayora, al poder, no retrocede ante la coaccin y la infamia. Pues la Iglesia cristiana, especialmente la catlica, nunca aspira a la libertad, a la libertad esencial, sino nicamente a su propia libertad. Nunca busca la libertad de los otros! Diciendo que en nombre de la fe, pero realmente por sus ansias de poder, destruye toda conciencia y necesidad de libertad y, siempre que puede, insta al Estado a que proteja sus derechos, para arruinar los derechos del hombre, y as durante siglos. Cuando fue la Iglesia catlica la del Estado, Optatus de Mileva apro-| baba en 366-367 luchar contra los herejes, incluso pasndolos por las armas. Por qu -se pregunta el santo- habra de estar prohibido vengar a Dios [!] con la muerte de los culpables? Se quieren pruebas? Hay miles en el Antiguo Testamento. No es posible dejar de pensar en terribles ejemplos [...]. Y no hacen falta los textos de las Sagradas Escrituras! Sin embargo, cuando los arranos estaban en el poder, los catlicos se presentaban como defensores de la libertad religiosa. La Iglesia amenaza con el exilio y la crcel -se lamentaba San Hilario-, quiere llevar a la fe por la fuerza, ella, a la que antes se crea en el exilio y la crcel. Persigue a los clrigos, ella, que fue propagada por los clrigos a los que se persegua. La comparacin entre la Iglesia de antao, hoy perdida, y lo que tenemos ante nuestros ojos, clama al cielo. De manera anloga apela Atanasio al emperador Constantino, que estaba de parte de los catlicos. Sin embargo, cuando Constantino apoy a los arranos, Atanasio abog por la libertas ecciesiae y la poltica del emperador se volvi de pronto inaudita, convirtindose ste en el patrn del atesmo y de la hereja, en precursor del Anticristo, comparable al demomo en la tierra. Atanasio no dud ni un momento en injuriarle gravemente de manera personal, tratndole de hombre carente de razn y de inteligencia, amigo de los criminales... y de los judos. Con espadas, lanzas y soldados no se anuncia la verdad -afirma-. El Seor no ha empleado contra nadie la violencia. Incluso el jesuta Sieben admite que Atanasio se vio obligado a hacer afirmaciones de este tipo por las dificultades que le causaba la persecucin. En cuanto la faccin de Nicea alcanz la supremaca y goz de la atencin del emperador, no se elevaron esos tonos. No obstante, el mismo Atanasio pudo dedicar a ese mismo emperador, cuando esperaba recu-

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  • perar mediante l su sede episcopal, numerosos panegricos, elogiando con nuevos atributos su humanidad y su clemencia, incluso agasajndole como a cristiano que desde siempre haba estado lleno de amor divino. En su Apologa ad Constantinum, publicada en 357, corteja al soberano de un modo repugnante. No obstante, en el ao 358, en su Historia Arianorum ad monachos, le colma de desprecio y odio. Atanasio cambia constantemente de opinin acerca del emperador y del Imperio, adaptndose u oponindose, segn la situacin, segn las necesidades. Durante su tercer destierro se atrevi incluso a la rebelda franca contra su seor (cristiano). Sin embargo, la muerte temprana de Constantino le evit tener que sacar conclusiones acerca de esas consideraciones.37

    Otras difamaciones de Atanasio, falsificaciones y la muerte de Arrio

    Lo mismo que al emperador, Atanasio, por supuesto, tambin atac y difam a Arrio.

    Habla constantemente del desvaro de Arrio, de su aberracin, de sus discursos deplorables y ateos, de sus actitudes desabridas y rebosantes de atesmo. Arrio es el mentiroso, el impo, el precursor del Anticristo. E igualmente se enfurece contra todos los otros farsantes del desvaro amano, los malintencionados, los pendencieros, los enemigos de Cristo, los impos que han cado en la irreflexin, en la trampa del diablo. Todo lo que dicen los arranos es palabrera sin sentido, artificio, simple alucinacin y devaneo. Les achaca hipocresa y fanfarronera, futilidades necias y sin sentido, un abismo de irreflexin y constantemente atesmo. Pues les estn vedadas las Santas Escrituras, ya que desde todas partes se les declara culpables como insensatos y enemigos de Cristo. Afirma que los arranos, con su hereja, luchan contra nosotros slo aparentemente, pero en realidad llevan la lucha contra la misma divinidad. Usted sabe -escriba en 1737 Federico II de Prusia al emisario sajn Von Suhm-, que la acusacin de atesmo es el ltimo refugio de todos los difamadores.38

    Sin embargo, Atanasio tambin vilipendiaba despiadadamente, tachn-doles de arranos, a todos sus adversarios personales e incluso, lo que histricamente es falso, a toda la teologa antioquena. Al que se le opone le declara sin piedad, en tono de mxima indignacin, como hereje notorio (Domes). El santo padre de la Iglesia, que se vanagloria diciendo los cristianos somos nosotros y sabemos apreciar el mensaje de alegra del Redentor, manifiesta acerca de los cristianos de fe distinta: Son el vmito y las heces de los herejes; acosa diciendo que su doctrina induce al vmito, que esa doctrina la llevan en su bolsillo como inmundicia

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  • y que la escupen como una serpiente su veneno. Los arranos incluso superan la traicin de los judos con su difamacin de Cristo. No puede decirse nada peor. Y de este modo los desgraciados deambulan como escarabajos [!] y buscan con su padre, el diablo [!], pretextos para su "atesmo, tomando prestado para ello los libelos de los judos, y de los

    paganos el atesmo.39

    ^ Atanasio no es simplemente el animoso defensor de la ortodoxia [...1 el abogado literario de la fe de Nicea que ms xitos cosech, no, Atanasio justifica al cristianismo incluso frente al paganismo y el judaismo [...] de un modo fundamentado y afortunado. Es decir, el defensor de la verafides, la gran potencia espiritual de la vida eclesistica de su tiempo (Lippl), ensucia tambin a judos y a paganos, lo mismo que a todo lo que no le conviene. La demencia de los arranos es juda, judaismo bajo el nombre de cristianismo, absurdidad de los judos actuales. Los arranos hacen lo mismo que los judos, que intentaron matar al Seor, que perdieron el juicio, que son todava peores que el diablo. Y los paganos hablan igualmente con lengua difamatoria, se les ha eclipsado la mente, son necios, borrachos y ciegos, llenos de ignorancia, necedad, fetichismo, idolatra, ausencia de Dios, atesmo, mentira, deben fracasar, etctera, etctera.40

    Ya conocemos este celo y esta rabia cristianos contra cualquier otra fe, que se han mantenido a lo largo de los tiempos. El hecho de que Atanasio no slo carece de escrpulos sino que posiblemente incluso se cree mucho de lo que predica, no hace ms que empeorar las cosas, hacerlas ms peligrosas y fomentar el fanatismo, la intolerancia, la obstinacin y la vanidad de quien no duda nunca de s, quizs ni siquiera de su causa, de su derecho.

    La escandalosa eleccin del santo dio lugar a la instauracin de un an-tiobispo y en muchos lugares a que se produjeran tales tumultos callejeros que el emperador Constantino, en el ao 332, se quej por escrito a los catlicos de Alejandra, impresionado por el penoso espectculo de los hijos de Dios, diciendo que no eran ni un pice mejores que los paganos. Un emisario de Atanasio, el presbtero Macario, destroz en una iglesia meleciana el silln episcopal y volc el altar, rompiendo con ello el cliz de la Santa Cena. Y el propio Atanasio continu con su propia poltica de pacificacin (Voelkl), de apaleamientos, encarcelamientos y expulsiones de los melecianos. (Unas epstolas en papiro descubiertas recientemente demuestran que estas acusaciones estn justificadas.) Juan Arcaf, el sucesor de Melecio, afirm incluso que por orden de Atanasio se haba atado al obispo Arsenio a una columna y se le haba quemado vivo. El santo tuvo que responder por ello ante la corte y en dos snodos. Con el emperador sali bien librado, pero no compareci ante un snodo convocado en la primavera del ao 334 en Cesrea, Palestina. Sin

    32

  • embargo, en el snodo imperial del verano de 335, en Tiro, donde se in-criminaron los antecedentes de su eleccin, los injustos impuestos de su gigantesca provincia eclesistica, el menosprecio hacia el snodo de Cesrea, mltiples actos de violencia, lascivia y muchas otras cosas, mostrndose incluso una mano cortada del asesinado Arsenio, hizo acto de presencia con numerosos prelados y con aquel a quien se daba por muerto (que pudo asimismo mostrar su mano ilesa). No obstante, los obispos contrarios le tacharon de hechicero, hablaron de engao y se dispusieron a hacerle pedazos y matarle de forma cruel (Teodoreto).

    La comisin investigadora sinodal -que no dirigi el enviado imperial Dionisio, como afirma Atanasio, al menos para evitar lo peor, sino que la vigil sin participar probablemente en ella- en realidad se esforz mucho, segn afirma un telogo actual, por arrojar algo de luz en este oscuro asunto. En las actas aparecen afirmaciones que no concuer-dan con la acusatoria. Aunque con ello se destruy la leyenda del acto violento durante el servicio religioso, se confirm el hecho de la entrada de Macario, el derribo del altar y la rotura del cliz (Schneemelcher). Atanasio abandon en secreto la ciudad para evitar tener que someterse. Sin embargo, los arranos o (y) los eusebianos defendieron siempre como justa su destitucin en Tiro, producida el 10 de septiembre y confirmada por Constantino; hasta la muerte de este ltimo, dicha destitucin fue la base jurdica de su actuacin frente a los jerarcas. Sin embargo, el obispo de la corte, Eusebio, uno de los enemigos mortales de Atanasio, logr aumentar su influencia sobre el emperador, y en particular sobre su hermanastra Constancia, una cristiana convencida y seguidora de Arrio. Eusebio fue deshancando sistemticamente a sus contrincantes, de modo que los arranos (muchos de los cuales, sobre todo los de mayor influencia, aunque no defendan la doctrina original de Arrio tampoco comulgaban con la frmula de Nicea) fueron ganando terreno y los obispos de los catlicos hubieron de exiliarse, incluso Atanasio, a quien al final hubo que amenazar con una huelga de los trabajadores del puerto, lo que supona el corte de los suministros de grano de Egipto. El 7 de noviembre, una semana despus de su llegada a Constantinopla, Constantino, cuyas simpatas hacia los catlicos se haban ido enfriando, le releg sin darle audiencia, desatendiendo incluso las peticiones de san Antonio, y le en-vi al otro extremo del Imperio Romano, a Trveris (elega siempre lugares de recreo como destierro para los clrigos).41

    Orden al obispo de la capital que admitiera de nuevo a Arrio en co-munin. Sin embargo, desde 336 la sede patriarcal de Constantinopla la ocupaba Pablo, un ntimo amigo de Atanasio y no menos brutal que l. Y precisamente all, en Constantinopla, en el ao 336, inmediatamente despus de ser readmitido en la Iglesia, Arrio muri de manera sbita y misteriosa en la calle, al parecer cuando iba a tomar la comunin, o qui-

    33

  • zas en el camino de regreso; para los catlicos fue un castigo divino, para los arranos un asesinato. En un relato lleno de detalles, Atanasio explica veinte aos despus que Arrio haba expirado en respuesta a las oraciones del obispo del lugar: que revent en unos lavabos pblicos y que desapareci entre el estircol..., una odiosa leyenda (Khner), una historia falaz (Kraft), que desde entonces permanece arraigada en la polmica popular, pero que al lector crtico se le revela como el informe de t una muerte por envenenamiento (Lietzmann).42

    Quien de este modo lanza literalmente al lodo a un enemigo es capaz de todo, no slo como poltico de la Iglesia sino tambin como escritor religioso. Aunque expertos como Schwartz atestiguan su incapacidad estilstica y Duchesne apunta de forma poco afable que le era suficiente con saber escribir [...], el padre de la ortodoxia, conocido tambin como padre de la teologa cientfica (Dittrich), el padre de la Iglesia honrado con el atributo de el Grande, posea indudablemente un talento cuasiliterario: fue un falsario ante el Seor. No se limit a adornar su Vita Antonii (que desempe un papel importante en la conversin de Agustn, fue arquetipo de las vidas de santos griegas y latinas y durante siglos inspir la vida monstica de Oriente y Occidente) con milagros cada vez ms disparatados, sino que falsific tambin documentos en el peor de los estilos, por as decirlo. Sorprende a alguien, pues, que asimismo bajo el nombre de este famoso falsificador se falsificaran innumerables escritos? (El telogo Von Campenhausen prefiere decir: puestos bajo la proteccin de su nombre.)43

    Deja a los vivos un recuerdo que sea digno de tu vida, nobilsimo padre!, incit san Basilio en cierta ocasin a san Atanasio.44 Y dej fal-sificaciones para difamar a Arrio por un lado y por el otro para su propia justificacin.

    Una larga epstola, en forma de carta del emperador Constantino dirigida a Arrio y los arranos, procede de nuestro padre de la Iglesia, al menos en su mayor parte. En ella cubre a Arrio -intelectualmente superior a l- con toda una serie de impertinentes inventivas: soga de ahorcado, triste figura, impo, maligno, prfido, embustero, chiflado, etctera. Y en otra carta escrita por Atanasio quince aos despus, tras la muerte de Constantino y redactada en su nombre, quera ver condenados

    a muerte a todos aquellos que conservaran siquiera fuese un escrito de Arrio, sin apelacin ni clemencia.45

    El padre de la Iglesia falsific por dos veces un escrito de Constantino al Concilio de Tiro (335), que destitua legtimamente a Atanasio.

    El hecho de que el primer soberano cristiano, muy apreciado por todos los creyentes, fuera su adversario, debi de tomarlo a mal el patriarca y considerarlo como un oprobio. As, en la supuesta carta dirigida por Constantino al concilio, moder con cuidado el juicio del soberano y lo

    34

  • present ante todos como consecuencia de calumnias polticas. En esta primera versin, contenida en su Apologa contra Aranos, una amplia coleccin de documentos con numerosas explicaciones, apenas pudo ir ms lejos: diez aos despus de la muerte de Constantino, la posicin poltica de ste en la Iglesia gozaba todava de aceptacin general. Sin embargo, en el posterior Synodicum, cuando ya no haba testigos que pudieran recriminar a Atanasio la mentira, modifica por completo esa carta y hace que el emperador afirme: Vimos a aquel hombre tan abatido y humillado que se apoder de nosotros una indecible compasin, pues sabamos que era ese Atanasio cuya santa mirada [!] es capaz de hacer que incluso los paganos reverencien al Dios del universo. El santo falsario hace que el emperador siga afirmando solemnemente que malos hombres le haban difamado, a l, Atanasio, pero que se haban refutado todas aquellas mentiras y que despus de que se le encontrara inocente en todos aquellos asuntos, nos le enviamos colmado de honores a su propia patria, devolvindole en paz a los pueblos ortodoxos que l dirige.46

    En realidad Atanasio, que como siempre no se amedrentaba ante ninguna falsificacin (Klein), no consigui llegar a Alejandra hasta el advenimiento del nuevo soberano despus de la muerte de Constantino, el 23 de noviembre de 337.47

    El campo de batalla de Alejandra bajo los patriarcas Atanasio y Gregorio

    La salida de Atanasio en junio de Trveris, la ciudad de Occidente que le haba recibido triunfalmente y le haba tratado de manera extraordinaria, fue el primer acto de gobierno de Constantino II, un grave quebrantamiento de la ley y un gran agravio no slo para Constantino, sino tambin para los obispos, a los que la sentencia cogi en Tiro (Schwartz). (Por supuesto, Atanasio pensaba de los snodos lo mismo que de la violencia. Eran buenos siempre que abogaran en su favor, la causa Atha-nasii, jactndose siempre de tener la mayora. Sin embargo, comparando nmero por nmero, los snodos de Nicea son ms numerosos que los particulares [...]. O bien: En la sentencia votaron a nuestro favor [en Serdica] ms de trescientos obispos [...]. Y mientras que para Nicea haba motivos racionales, los snodos de los arranos se convocaban de manera forzada, por odio y ganas de polmica.) Durante el largo viaje de regreso, el repatriado aprovech para establecer la paz a su manera en Asia Menor y Siria, es decir, ayudando a los catlicos a recuperar el poder. Por esa razn, despus de su campaa aparecieron por doquier los antiobispos, la discordia y nuevas escisiones. Puesto que: All donde 35

  • haba antiobispos se producan con regularidad tumultos y luchas callejeras, tras lo cual el pavimento quedaba cubierto de cientos de cadveres (Seeck).48

    Al regresar tambin los restantes desterrados a sus hogares patrios, floreci por doquier la ortodoxia. En primer lugar, se limpiaron a fondo las iglesias manchadas por los herejes, aunque no siempre con agua de mar, como hicieran los donatistas. Estos obispos catlicos practicaban unas costumbres ms drsticas. En Gaza, el supremo pastor Asclepio hizo destruir el altar profanado. En Akira, el obispo Marcelo arranc a sus adversarios las vestiduras sacerdotales, les colg del cuello las hostias envilecidas y les arroj fuera de la iglesia. En Andrianpolis el obispo Lucio dio de comer a los perros el pan eucarstico y ms tarde, cuando regresaron, neg la comunin a los participantes orientales del snodo de Serdica, soliviantando incluso a la poblacin de la ciudad en su contra; por ese motivo, con el fin de restaurar el orden, Constantino orden la ejecucin de diez trabajadores del arsenal imperial. Naturalmente, los apstoles de la ortodoxia de Nicea (Joannou) se vieron obligados a exiliarse de nuevo, y sin embargo, Atanasio elogiaba a estos y otros hroes de su partido. Ankyra lloraba por Marcelo, escribe, Gaza por Asclepio, y a Lucio reiteradas veces los arranos le haban encadenado y as le martirizaron hasta la muerte.49

    En su propia sede episcopal, la metrpoli egipcia, un autntico campo de batalla (Schulze), ocupaban el cargo dos patriarcas. Pisto, el obispo amano a quien de nuevo Atanasio acusaba de atesmo, y l mismo;

    Las intervenciones de la polica y de los militares, las expulsiones, los incendios y las ejecuciones se sucedan sin fin, lo que no impide que Ata-nasio afirme sin reparos que el pueblo de Alejandra est de su lado, aunque fuera ms bien al contrario.50

    El primer acto oficial, por as decirlo, del repatriado a finales de no-viembre del ao 337 fue interrumpir el suministro de grano, destinado por el emperador a dar de comer a los pobres, a todos los partidarios de su oponente, para apaciguar con el excedente a los nuevos miembros de su guardia pretoriana. Tambin le favoreci la presencia de su maestro san Antonio, al que haba hecho acudir desde el desierto y que se present con infinidad de milagros y acciones antiarrianas. En el invierno de 338-339 los arranos, que consideraban a su obispo Pisto demasiado tibio, nombraron con un procedimiento muy poco cannico al presbtero Gregorio de Capadocia como antiobispo, tras haber renunciado a serlo Eusebio de Emesa. El obispo Pisto desapareci sin dejar rastro. El patriarca Gregorio, un erudito cuya gran biblioteca es objeto de elogios por parte del que ms tarde sera el emperador Juliano (y que tras la muerte de Gregorio qued en Antioqua), lleg a Alejandra en cuaresma, en marzo de 339. Lo hizo acompaado de militares y de Filagrio, el gober-

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  • nador de Egipto, hombre acreditado que gozaba de gran aprecio en Ale-jandra y que fue nombrado por el emperador a peticin de una embajada de la ciudad. Arranos, melecianos, paganos y judos asaltaron unidos las iglesias catlicas. La iglesia de Dionisio fue pasto de las llamas (en el snodo de Serdica se acus a Atanasio del incendio). Los catlicos fueron sometidos a una dura persecucin, se confiscaron sus bienes, se apale y encarcel a los monjes y a vrgenes santas, se encendieron velas ante dolos y el baptisterio se utiliz como bao, Atanasio, que record los sufrimientos del Antiguo y del Nuevo Testamento e incluso la Pasin de Cristo, haba ya bautizado previamente en la iglesia de Teonas a su rebao a fin de darle fuerzas para la batalla que se avecinaba y convocarle a la sublevacin. Despus se puso l mismo a salvo y durante la Santa Pascua organiz, desde su escondrijo, nuevos tumultos. Pero a mediados de marzo de 339 huy a Roma con una demanda criminal a su espalda, dirigida a los tres emperadores y que le acusaba de nuevos asesinatos. (Sin embargo, en este caso no pudo utilizar el correo imperial como sola hacer en sus destierros y viajes. Se desplaz por va martima.) Los suyos quemaron la iglesia de Dionisio, el segundo templo divino en cuanto a tamao de Alejandra, para que as pudiera escapar al menos de la profanacin hertica.51

    Mientras que con ayuda del Estado el obispo Gregorio ejerce un mando riguroso, Atanasio, con otros prncipes de la Iglesia depuestos, se establece en Roma junto al obispo Julio I, que casi con la totalidad de Occidente es partidario del concilio niceno. Por primera vez en la historia de la Iglesia, prelados excomulgados por snodos orientales obtienen su rehabilitacin en un tribunal episcopal occidental. Los nicos a los que conocemos con certeza son Atanasio y Marcelo de Anquira, el profanador de clrigos y hostias mencionado antes. Tras demostrar su ortodoxia Julio I les admiti, junto con los restantes fugitivos, en la comunin de su iglesia. Y es aqu, en Roma y en Occidente, que adquiere una importancia decisiva para su poltica de poder, donde Atanasio trabaja hacia un cisma de las dos mitades del Imperio (Gentz), que se plasma en el ao 343 en el snodo de Serdica. Los arranos, furiosos por la intromisin de Roma, sorprendidos en grado sumo, como se seala en el manifiesto que presentaron en Serdica, excomulgan al obispo Julio I, el autor y cabecilla del mal. Y mientras que Atanasio incita los nimos y se sirve para su causa de una de las mitades del Imperio contra la otra, de modo que la lucha por el poder del obispo alejandrino se convierte en la lucha por el poder de Roma, la religiosidad alcanza en Oriente puntos culminantes.52

  • Antoqua y el cisma meleciano

    Desde haca mucho tiempo las divisiones escindan la gran sede patriarcal de Antioqua. La actual Antakya turca (28.000 habitantes, de ellos 4.000 cristianos) no deja entrever lo que fue antao: la capital de Siria, con quizs 800.000 habitantes, la tercera ciudad en importancia del

    Imperio Romano -despus de Roma y Alejandra-, la metrpoli y ojo del Oriente cristiano.

    Situada no muy lejos de la desembocadura del Oronte en el Mediterrneo, edificada de manera majestuosa por los ostentosos reyes sirios, famosa por sus lujosos templos, iglesias, calles porticadas, el palacio imperial, teatros, baos y el estadio, centro importante del poder militar, Antioqua desempe desde el principio un gran papel en la historia de la nueva religin. Fue la ciudad en la que los cristianos recibieron su nombre (de los paganos, de los cuales tomaron todo aquello que no era de los judos), la ciudad en la que predic Pablo y entr ya en conflicto con Pedro, donde Ignacio agit los nimos, y donde la escuela de teologa fundada por Luciano, el mrtir, imparta sus enseanzas, representando el ala izquierdista en el conflicto cristolgico, y marc la historia de la Iglesia de ese siglo, aunque la mayora de los miembros de la escuela (incluso Juan Crisstomo perteneci a ella) estuvieran acusados de hereja durante toda su vida o parte de ella. Arrio sobre todo. Antioqua, lugar de celebracin de numerosos snodos, sobre todo arranos, y de ms de treinta concilios de la antigua Iglesia, donde Juliano estuvo residiendo en los aos 362-363 y escribe su diatriba Contra los galileas, donde Juan Crisstomo vio la luz del mundo y se eclips. Antioqua se convirti en uno de los principales bastiones de la expansin del cristianismo, la cabeza de la Iglesia de Oriente (Basilio) y sede de un patriarca que en el siglo iv rega las dicesis polticas de Oriente, quince provincias eclesisticas con ms de doscientos obispados. Por eso vala la pena pelear por Dios, aunque todo se haca sin orden ni planificacin en los templos cristianos y los pobladores eran muy sensibles a las insinuaciones y volubles de opinin. De hecho, Antioqua estaba llena de intrigas y tumultos, sobre todo desde que en 330 los arranos haban depuesto al santo patriarca Eustaquio, uno de los apstoles ms apasionados de la doctrina nicena, por hereja, debido a su inmoralidad y a su rebelda contra el emperador Constantino, que le desterr hasta su muerte. Sin embargo, en la poca del cisma meleciano, que dur 55 aos, de 360 a 415, lleg a haber tres y cuatro pretendientes que luchaban entre s y que desgarraron en sus disputas tanto a la Iglesia oriental como a la occidental: paulinianos

    (integristas de Nicea), seguidores de la doctrina de Nicea, semiarrianos y arranos.53

    Hasta el cuerpo sano de la Iglesia (Teodoreto) ya estaba dividido, y 38

  • no solamente haba dos partidos catlicos sino tambin dos obispos catlicos. Lo que les separaba -opina Teodoreto- era nica y exclusivamente las ganas de disputar y el amor hacia sus obispos. Ni siquiera la muerte de uno de ellos puso fin a la divisin.54

    En el cisma meleciano, Atanasio, junto con el episcopado egipcio, el episcopado rabe. Roma y Occidente, se decidi antes o despus por Paulino de Antioqua (consagrado no sin ciertas irregularidades), al que haba nombrado obispo Lucifer de Cagliari, aquel Lucifer que ms tarde cre su propio concilibulo en contra de la Iglesia catlica. Frente a ello estaba la casi totalidad de Oriente, entre ellos los tres grandes capado-cios, los padres de la iglesia Basilio, Gregorio Nacianceno y san Gregorio de Nisa, as como el santo obispo Melecio de Antioqua, al que varias veces desterr durante aos el emperador amano Valente y que tuvo como discpulo apasionado al padre de la Iglesia Juan Crisstomo (que tras la muerte de Melecio abandon su partido, aunque sin unirse al de Paulino). Tambin el padre de la Iglesia Jernimo se encontraba ante una disyuntiva: No conozco a Vital, rechazo a Melecio y de Paulino no s nada. Incluso Basilio, que llevaba las negociaciones con Roma, acab arrepintindose de haber tenido relaciones con el entronado romano. Con ocasin del pomposo entierro de Melecio, en mayo de 381, san Gregorio afirm provocativo, en presencia del emperador: Un adltero [Paulino] ha subido al lecho nupcial de la esposa de Cristo [se trata de la Iglesia antioquena ya unida a Melecio], pero la esposa ha quedado inclume. (Para Paulino, el Padre, el Hijo y el Espritu Santo eran una sola hipstasis, mientras que para Melecio eran tres, igual que para los tres capadocios.) Todava en el Concilio de Constantinopla (381) se produjeron violentos altercados entre los padres debido a la sucesin de Melecio. Paulino era entonces el nico obispo en Antioqua, pero se eligi a Flaviano y Ambrosio protest.

    Adems de los dos ortodoxos, Melecio y Paulino, junto con la parte sana del pueblo, en Antioqua haba tambin la parte enferma (Teodoreto) bajo el obispo amano radical Euzoio, que mandaba en casi todas las iglesias de la ciudad, as como toda una serie de sectas en competencia, masalianos, novacianos, apolinaristas, paulianos (seguidores del obispo Pablo de Samosata, que no deben confundirse con los paulinianos de Paulino) y muchas otras. El cisma de Antioqua dur hasta el siglo v y convulsion a la ciudad con las revueltas producidas a causa de los conflictos sociales; en los aos ochenta del siglo iv se produjeron varios levantamientos de la poblacin hambrienta y explotada: en 382-383, 384-385 y 387. Al final, gran parte del pueblo sirio se decidi a favor de los herejes, los jacobitas: en el siglo vi (en que Antioqua sufri, en 526, un terremoto que al parecer cost un cuarto de milln de vidas humanas) el monje y clrigo Jacobo Baradai fund la Iglesia monofisita si-

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  • ria. En vsperas de las cruzadaswrtenecan todava al patriarcado de An-tioqua 152 obispados. Sin embargo, tanto las construcciones como las iglesias cristianas de la ciudad han desaparecido sin dejar rastro, lo mismo que sucedi en Alejandra.55/

    Situacin anloga a la de una guerra civil en Constantnopla y amenaza de guerra desde el Occidente catlico

    En Constantinopla, a finales del ao 338, vuelve a enviarse al exilio, encadenado, al furioso seguidor de Nicea, el arzobispo Pablo -el asesino de Arrio segn los arranos-, al que Constantino ya haba desterrado a ' ii Ponto. (En realidad, las noticias sobre su vida y su destino son muy con- ( tradictorias.) Su sucesor, Eusebio de Nicomedia, el prominente protector de Arrio, muere unos tres aos ms tarde. Con autorizacin imperial. Pablo, que vive como exiliado con el obispo de Roma, regresa en el ao 341. El fantico Asclepio de Gaza, tambin con el permiso de Constantino, vuelve de su destierro y prepara la entrada del patriarca, con toda una serie de muertes, incluso en el interior de las iglesias. Impera una situacin anloga a la de una guerra civil (Von Haehiing). Cientos de personas son asesinadas antes de que Pablo haga su entrada triunfal en la capital y excite los nimos de las masas. Macedonio, el semiarriano que fuera su viejo enemigo, es nombrado antiobispo. Sin embargo, segn las fuentes, la culpa principal de los sangrientos desrdenes en constante aumento es de Pablo. El general de caballera Hermgenes, encargado por el emperador en 342 de restablecer el orden -se trata de la primera intervencin del ejrcito en un conflicto interno de la Iglesia-, es acorralado por los seguidores del obispo catlico en la iglesia de Santa Irene, la iglesia de la paz, quienes, tras prender fuego al templo, dan muerte a Hermgenes, y arrastran su cadver por las calles, atado por los pies. Partcipes directos: dos adscritos al patriarca, el subdicono Martirio y el lector Marciano, segn los historiadores de la Iglesia Scrates y Sozomenos. El procnsul Alejandro consigui huir. Tampoco en Constantinopla cesan las revueltas de religin; slo en una de ellas, perdieron la vida 3.150 personas. No obstante, el patriarca Pablo, alejado por el propio emperador, es llevado de un lugar de destierro a otro hasta que muere en Kukusus, Armenia, presuntamente estrangulado por arranos, y Macedonio queda durante mucho tiempo como pastor supremo nico de la capital.56

    Despus del triunfo de la ortodoxia, en el ao 381 se traslad el cadver de Pablo a Constantinopla y se le enterr en una iglesia arrebatada a los macedonianos. Desde entonces esa iglesia lleva su nombre.57

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  • Es muy probable que la brutal entrada en escena del salvador de almas

    catlico tuviera tambin un trasfondo de poltica exterior. Cuando se dividi el Imperio, la dicesis de Tracia, junto con Constantinopla, debi de pertenecer al principio al territorio de Constante, aunque ste se la cedi en el invierno de 339-340 a Constancio en agradecimiento por su ayuda contra Constantino II. Sin embargo, en esa poca se hallaba separado de su cargo y no parece improbable -tesis recogida de nuevo por historiadores jvenes- que el patriarca Pablo estuviera ya preparando en Constantinopla la devolucin de la ciudad al Imperio de Occidente.58

    En cualquier caso, el emperador Constante, que apoya en Occidente a los partidarios de Nicea, buscaba tambin la influencia poltica en Oriente. No es casual que hiciera intervenir al obispo Julio I de Roma a comienzos de la dcada de 340. Tena que interceder ante Constancio en favor de Atanasio, Pablo y otros perseguidos y convocar un snodo general, que cont con el apoyo de otros catlicos influyentes. Un ao despus de que se condenaran mutuamente dos concilios, uno de Oriente y otro de Occidente, con Atanasio, en Serdica (Sofa) (aqu se inicia la escisin de la Iglesia producida en 1054 y que perdura hasta la actualidad), Constante protesta en Antioqua, su residencia en ese momento, a travs de los obispos Vicencio de Capua y Eufrates de Colonia. (En el dormitorio del anciano pastor de Colonia se produjo un penoso incidente que cost el puesto a su iniciador, el obispo amano local Esteban; su sucesor, Leoncio, fue tambin traidor como los escollos ocultos del mar.) Sin embargo, es evidente que detrs de estas intrigas de Occidente contra Oriente estaba Atanasio. Es el protegido y compaero de polmicas del obispo romano. Reaparece tambin varias veces en la corte imperial. Soborna con esplndidos regalos a los funcionarios de palacio, en especial a Eustasio, muy apreciado por Constante. Por ltimo, acaba manteniendo una conversacin en Trveris con el propio soberano, que quiere conseguir de Constancio el regreso de los exiliados, incluso amenazando con la guerra. De manera escueta e insolente escribe a su hermano: Si me avisas de que les restituirs su trono y que expulsars a aquellos que les importunan sin razn, te enviar a los hombres; pero si te niegas a hacerlo, has de saber que ir yo mismo y aunque sea en contra de tu voluntad devolver los tronos a quienes les pertenecen.59

    O sus sedes episcopales o la guerra. No pareca pequea la seduccin de atacar por la espalda al hermano en eterna lucha con los persas, sobre todo cuando el rey persa Sapur se dispona a un nuevo ataque en Nisibis. Sin embargo, a comienzos del verano del ao 345, Atanasio consigui en Aquileja, donde haba pasado un ao completo, que Constancio le reclamara. Con todo, fue primero a Trveris, a la corte, all formul sus quejas, hizo reclamaciones y advertencias, en suma, despert en el emperador el fervor de su padre (Teodoreto). Pero tambin Constancio se

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  • quej en otro escrito, al que sigui un tercero, del retraso del obispo e invit a Monseor a subir sin desconfianza y sin temor al correo estatal y acudir con presteza a nosotros [...]. Finalmente, Atanasio, con insistentes recomendaciones de Constancio para que se mostrara conciliador en la patria, parti en el verano de 346 de Trveris hacia Roma, donde estuvo otra vez con el obispo Julio, y continu despus viaje a Oriente, reunindose en Antioqua con Constancio, que le recibi con benevolencia e hizo destruir todos los antiguos expedientes que haba en contra suya. No obstante, esto no impidi que el patriarca, lo mismo que en su regreso del ao 337, volviera a dar todo tipo de rodeos, a intrigar para que se nombrara a obispos de su agrado, que se expulsara a otros, a hacer que el obispo Mximo de Jerusaln convocara un pequeo snodo que por mayora acogiera de nuevo en la comunidad eclesistica a los desterrados por los orientales en Serdica, y que enviara una recomendacin exaltada al clero egipcio para que facilitara su regreso.60

    Regreso de Atanasio (346), nueva huida (356) y amparo durante seis aos con una belleza veinteanera

    Al cabo de siete aos y medio de exilio, el 21 de octubre de 346, Atanasio entr de nuevo en Alejandra, donde el ao anterior haba muerto el obispo amano Gregorio, despus de haber sido perseguido durante seis aos con ms crueldad que contra un animal salvaje (Teodoreto). Y tanto ms bienhechor pareca el santo, incluso incuestionable hasta el asesinato de Constante (350). Sin embargo, ya que por Dios todo est permitido, incluso es obligacin, tras la muerte de su benefactor occidental, Atanasio escribi en secreto a su asesino, Magnencio. Sus tropas se encontraban ya en Libia, en el territorio del patriarca egipcio. Por lo tanto, el patriarca ^ intent atraer a su causa al usurpador, y ms tarde afirmara que sus cartas a Magnencio haban sido falsificadas. (De falsificaciones no entenda nicamente este santo.) Despus de que en 351 los eusebianos intentaran sustituir el credo de Nicea por la primera frmula de fe srmica (otras tres se aadieron en los aos 357, 358 y 359), los concilios de Arles y Miln, de los que vamos a hablar en seguida, volvieron a derribarle, pues ya no haba ahora ningn gobernante occidental que protegiera a Atanasio. No obstante, Constancio no logr expulsar a los alejandrinos. No fueron stos sino el enviado del emperador, el notario Digenes, el que al cabo de cuatro meses, el 23 de diciembre de 355, abandon la ciudad. Hasta que no aparecieron en la noche del 8 al 9 de febrero de 356 el notario Hilario y el caudillo amano Sirianos con ms de 5.000 soldados, que llevaban consigo armas, espadas desenvainadas, arcos, flechas y mazas (Atanasio) y cercaron la catedral del patriarca, producindose en el curso

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  • de la accin algunos heridos y muertos -no por su culpa, como recalc

    Sirianos-, no busc Atanasio poner tierra de por medio. Mientras que en la lucha cuerpo a cuerpo con las tropas caan varios de sus seguidores, huy con los monjes del desierto.61

    Pero hay una versin ms sabrosa, incluso por parte eclesistica. Despus de las ciudades mundanas de Trveris y Roma, inici ahora

    Atanasio algo ms ntimo, la relacin con una doncella de unos veinte aos y de belleza tan extraordinaria -como "atestiguaba todo el clero"-que por ella y su belleza se evita cualquier encuentro para no dar motivo a las sospechas y los reproches de nadie.62

    La historia no nos la relata un malvolo pagano sino el monje, y obispo de Helenpolis en Bitinia, Paladio, un buen amigo tambin de san Juan Crisstomo. En su famosa Historia Lausiaca, una fuente importante sobre el monacado antiguo, que en su conjunto se aproxima mucho a la verdadera historia (Kraft), el obispo Paladio habla de la muchacha a la que rehua todo el clero para no provocar las malas lenguas. Pero fue distinto con Atanasio. Importunado sbitamente por los esbirros en su palacio, tom vestidos y manto y huy en mitad de la noche hasta esta doncella. Ella le acogi amablemente, aunque tambin temerosa a la vista de las circunstancias. Pero el santo la tranquiliz. Haba huido slo a causa de un supuesto crimen, para no ser considerado un insensato y para no hundir en el pecado a aquellos que me quieren condenar.63

    Qu considerado! Y puesto que la toma por asalto de su catedral haba costado heridos y muertos, que la nueva huida la haban censurado incluso los amigos y la haban ridiculizado sus enemigos, se defendi mediante referencias a celebridades bblicas inspiradas por Dios que, lo mismo que l, haban escapado: Jacob de Esa, Moiss del faran, David de Sal, etc. Pues es lo mismo matarse uno mismo que entregarse a sus enemigos para que le maten. Atanasio siempre se las arreglaba para justificar sus actos. Saba que huir era lo adecuado en ese momento, preocuparse de los perseguidores para que su furia no desencadene la sangre y se vuelvan culpables. El hombre no pensaba en su propia vida cuando dej a los suyos abandonados al destino, lo mismo que muchos valientes generales en la batalla. Censurarlo sera ingratitud frente a Dios, desobediencia a sus mandamientos. Tambin poda aprovecharse la fuga para anunciar el Evangelio mientras se huye. Incluso el Seor, escribe Atanasio, se escondi y huy. A quin hay que obedecer? A las palabras del Seor o a las habladuras?64

    Desde luego, no todo el que huye encuentra cobijo con una bella mujer de veinte aos. Atanasio tuvo la suerte o la gracia. Dios me manifest en esta noche: "Slo con ella podrs salvarte". Llena de gozo dej todos sus escrpulos y se entreg por completo al Seor (bien dicho). Por lo visto ocult al santsimo hombre durante seis aos, mientras vivi

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  • Constancio. Lav sus pies, se deshizo de sus desechos, se cuid de todo lo que necesitaba [...]. Llama la atencin que pone de manifiesto la gran santidad de Atanasio al mismo tiempo que su largo cobijo junto a la joven, espacio de tiempo que se confirma adems en otras fuentes. Sin embargo, se supone hoy (a favor del santo) que se aloj con aquel encanto slo de manera transitoria (Tetz), un concepto elstico. Aparte de que la convivencia de un clrigo con una doncella consagrada a Dios, una gyn synesaktos, una esposa espiritual, estaba muy extendida en los siglos m y iv, e inclua aun la comunidad ms estrecha, la del lecho. Sin embargo, naturalmente, Atanasio estaba por encima de toda sospecha. Me refugi en ella -se defiende-, porque es muy hermosa y joven [!]. As he ganado por partida doble: su salvacin, pues la he ayudado a ello, y [la salvaguarda del mi reputacin. Algunos se mantienen siempre inmaculados. (En nuestro siglo, el que sera ms tarde el papa Po XII tom a los 41 aos como compaera una monja de veintitrs, hasta que l muri.)65

    Los snodos de Arles, Miln, Rmini y Seleucia y el espectculo tragicmico de los obispos Lucifer de Cagliari y Liberio de Roma

    La cada de Atanasio en los dos grandes snodos de la residencia imperial de Arles (353) y de Miln (355) se produjo bajo una fuerte presin del emperador. En vano intentaron sus escasos partidarios trasladar al terreno teolgico el descalabro poltico e iniciar un debate de religin, fieles a la prctica del maestro de ocultar un simple afn de poder, la causa Athanasii, detrs de una cuestin de fe. El varias veces destronado padre d