Historia de Guerras del petroleo parte I

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3. LOS BOLCHEVIQUES Y LAS TRANSNACIONALES PETROLERAS Al triunfar la Revolución Bolchevique en Rusia, el país producía ya el 15% de la producción mundial. La tercera parte de esta producción la controlaban los hermanos Nóbel, los hijos del inventor de la dinamita, asociados con los Rothschild. La Shell controlaba otra parte de esta misma producción. A raíz del triunfo revolucionario, los trabajadores petroleros ocuparon los yacimientos. El hecho provocó la reacción de las transnacionales petroleras, sus ejecutivos se precipitaron en tropel al escenario de los acontecimientos: unos buscaban salvar sus intereses, otros la oportunidad de pescar en río revuelto. Los hermanos Nóbel propusieron a la Exxon la compra de la mitad de su parte del crudo soviético. Ambas partes se pusieron a discutir los términos del posible acuerdo mientras el Ejercito Rojo se hacía cargo de los yacimientos petroleros. Pero Exxon continuó con las negociaciones con los Nóbel que culminaron en julio de 1920 con el pago de parte de la Exxon de 11.500.000 dólares a la contraparte. La operación se hizo por mediación de una compañía suiza con el fin de ocultar la nueva propiedad de la Exxon a las autoridades bolcheviques. La operación que realizó la Exxon respondía a su esperanza en que la contrarrevolución y las guardias blancas triunfaran y que el régimen soviético terminara hundiéndose. Mientras, los bolcheviques se lanzaban activamente a vender su petróleo a precios bajos con lo cual los competidores de la Exxon, incluidas la Shell y la BP firmaban acuerdos de compra de este crudo que terminaba inundando los mercados de la Exxon en Europa y otras partes. La pugna entre las transnacionales hizo que buscaran un entendimiento. Pronto la Shell, Exxon, junto con otras catorce corporaciones se

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3. LOS BOLCHEVIQUES Y LAS TRANSNACIONALES PETROLERAS

Al triunfar la Revolución Bolchevique en Rusia, el país producía ya el 15% de la producción mundial. La tercera parte de esta producción la controlaban los hermanos Nóbel, los hijos del inventor de la dinamita, asociados con los Rothschild. La Shell controlaba otra parte de esta misma producción. A raíz del triunfo revolucionario, los trabajadores petroleros ocuparon los yacimientos. El hecho provocó la reacción de las transnacionales petroleras, sus ejecutivos se precipitaron en tropel al escenario de los acontecimientos: unos buscaban salvar sus intereses, otros la oportunidad de pescar en río revuelto. Los hermanos Nóbel propusieron a la Exxon la compra de la mitad de su parte del crudo soviético. Ambas partes se pusieron a discutir los términos del posible acuerdo mientras el Ejercito Rojo se hacía cargo de los yacimientos petroleros. Pero Exxon continuó con las negociaciones con los Nóbel que culminaron en julio de 1920 con el pago de parte de la Exxon de 11.500.000 dólares a la contraparte. La operación se hizo por mediación de una compañía suiza con el fin de ocultar la nueva propiedad de la Exxon a las autoridades bolcheviques. La operación que realizó la Exxon respondía a su esperanza en que la contrarrevolución y las guardias blancas triunfaran y que el régimen soviético terminara hundiéndose. Mientras, los bolcheviques se lanzaban activamente a vender su petróleo a precios bajos con lo cual los competidores de la Exxon, incluidas la Shell y la BP firmaban acuerdos de compra de este crudo que terminaba inundando los mercados de la Exxon en Europa y otras partes. La pugna entre las transnacionales hizo que buscaran un entendimiento. Pronto la Shell, Exxon, junto con otras catorce corporaciones se reunieron en Londres, en julio de 1922, para formar un frente unido y reclamar compensaciones al régimen soviético. Paralelamente la Shell, en secreto, compraba grandes cantidades de crudo soviético para venderlo en el Extremo Oriente con el fin de eliminar de la competencia a la Mobil. La Exxon veía con inquietud como sus demandas de compensación a Moscú perdían efectividad mientras sus competidoras cerraban acuerdos con los soviéticos. En febrero de 1924, con el reconocimiento británico de la Unión Soviética, parecía que el clima de negociación, entre las petroleras y los soviéticos, se relajaba relativamente. Pero fue una impresión pasajera. Por tal motivo la Shell y la Exxon vuelven a entenderse y acuerdan la formación de una empresa conjunta en el “paraíso fiscal” Liechtenstein con el fin de reforzar sus negociaciones con los soviéticos y lograr un contrato de largo plazo. Estas nuevas negociaciones duraron dos años y aunque en algunos momentos los soviéticos se comprometieron a pagar algunas compensaciones, en poco tiempo las conversaciones se suspendieron definitivamente por la presión constante de más dinero y más compensaciones a los

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soviéticos por parte de la Exxon11. En lo concreto el nuevo régimen soviético pudo generar caos y confusión entre las petroleras sirviéndose de una para enfrentarla con la otra y así sucesivamente, Para ello se valió de la venta a bajos precios de su crudo con el fin de alimentar la competencia entre las transnacionales petroleras. Pero la historia no termina allá, varias de estas petroleras asociadas con el Deutsche Bank, terminaron apoyando a Hitler y a su partido nacionalsocialista para que lleguen al poder con el fin de enfrentarse a los soviéticos y recuperar los yacimientos perdidos de Baku, entre otros objetivos que es lo que se va a examinar a continuación.

4. LAS PETROLERAS Y LOS FASCISMOS

En páginas anteriores, al hablar de los aspectos filantrópicos de Rockefeller, y la creación de su “Fundación”, se señaló las coincidencias ideológicas con el naciente nazismo en Alemania. A continuación se hará un repaso a la coincidencia en la “praxis” entre ambas partes ya no sólo de la Standard Oil, sino también, de sus hermanas. “Las corporaciones pueden actuar de esa manera cínica. Las leyes que regulan el acceso a informaciones no se refieren a empresas privadas, solamente a las instituciones del Estado”12.

Así afirmaba Gaby Weber en su artículo “Standard Oil y Adolf Eichmann, el pacto secreto de la industria petrolera con los nazis”, Es un hecho conocido la dificultad encontrada de acceder a la información oficial de los gobiernos, que en general y teóricamente, están obligados a ofrecer información fidedigna sobre sus acciones a sus ciudadanos. Para blindar esta información es habitual la legislación que otorga a los gobiernos la facultad legal de ocultar la información por veinte años en algunos casos, por treinta o cuarenta en otros antes de dar acceso libre a las mismas. Incluso están los casos en que después de esta veda, la información se encuentra “limpiada”.

En cambio, las transnacionales están absolutamente libres de esta obligación de dar acceso debido a la información, aunque se sabe que varias de estas transnacionales han creado su propio servicio de espionaje y que su actuación ha implicado el derrocamiento de gobiernos y ha hecho estallar guerras que afectaron a millones de ciudadanos. Y en el caso que nos ocupa de la relación de las petroleras con los fascismos, la oscuridad es mucho mayor. De los archivos oficiales se obtiene migajas de información que en lugar de responder a inquietudes e interrogantes plantean bastantes más que las originales. De parte de las transnacionales lo único que se obtiene es silencio total. Dentro de este oscuro bosque se intentará arrojar, dentro de lo que cabe, alguna luz.