Historia de La Filosofia Antigua

22
HISTORIA DE LA FILOSOFIA ANTIGUA

description

una breve reseña sobre los acontecimientos que marcaron el pensamiento de la humanidad

Transcript of Historia de La Filosofia Antigua

Page 1: Historia de La Filosofia Antigua

HISTORIA DE LA FILOSOFIA ANTIGUA

Page 2: Historia de La Filosofia Antigua

LOS PAPIROS EGIPCIOS

El diálogo de un desesperado con su alma

Para decir sus lenguas no pueden preguntar sus pagos, sus lenguas no pueden preguntar.

Abrí mi boca a mi alma y respondí a lo que dijo: esto es demasiado duro para mí hoy.

Mi alma no quiere hablarme.

Es, incluso, mayor que una exageración.

Es como ignorarme.

Que mi alma no se vaya y me preste atención con respecto a ello. Esto en mi cuerpo es como una red de cuerdas.

No será capaz de huir el día de los problemas.

Mirad, mi alma me extravía, no la escucho arrastrándome a la muerte antes de que yo vaya a ella y arrojándome al fuego para consumirme.

Debe estar cerca de mí el día de los problemas y situarse a ese lado como hace alguien que es suplicado.

Quien escapa es ella después que él la ha atraído.

Oh mi alma ignorante, para aliviar la miseria en la vida empújame a la muerte antes de que tenga que ir a ella y hazme agradable el occidente.

¿Es esto es un problema?

La vida es un estado transitorio; los árboles caen.

Pisotea sobre el mal; sofoca mi miseria.

Que me juzgue Dyehuty Thot, el pacificador de los dioses.

Que me defienda Jonsu, el escriba de la justicia.

Que escuche mis palabras Ra, el comandante de la barca sagrada.

Page 3: Historia de La Filosofia Antigua

Que me defienda Isdes en la cámara sagrada, puesto que el necesitado está cargado de ella me ha agobiado y es agradable que los dioses rechacen los secretos de mi cuerpo.

Lo que me respondió mi alma:

Que tú no eres un hombre, eres en verdad, un viviente.

¿Cuál es tu provecho: que estés preocupado por la vida como un rico?

Digo que no me voy a marchar mientras ésta permanezca en la tierra. Seguramente si escapas no se temerá por ti.

Cualquier criminal dice: Voy a capturarte, pero tú estás muerto aunque tu nombre está vivo. Ella es un lugar atractivo de reposo del corazón. El occidente es una morada de remar cara.

Si mi alma, que no es maliciosa, me escucha y su pensamiento está de acuerdo conmigo, será afortunada. Haré que alcance el occidente como aquel que está en su pirámide y a cuyo entierro atendió un superviviente.

Voy a hacer un cobijo sobre tus restos para que otra alma te envidie el estado inerte. Voy a hacer un cobijo, entonces no tendrás frío y causarás envidia a otra alma lo que está caliente. Beberé agua en los remolinos de la orilla y haré mi sombra, así que hagas envidiar a cualquier otra alma que esté hambrienta.

Si me empujas a la muerte en esta forma no encontrarás sobre lo que posarte en el occidente. Sé paciente alma mía, mi hermano, hasta que exista mi heredero quien hará ofrendas y las colocará en la tumba el día del entierro y él preparará el féretro de la necrópolis.

Me abrió mi alma su boca y respondió a lo que había dicho:

‘Si piensas en el entierro, es una tristeza, es lo que trae el llanto haciendo miserable a un hombre, es lo que aparta a un hombre de su casa siendo arrojado sobre la colina. No ascenderás a las alturas ni podrás ver a Ra. ¡Oh aquellos que edifican en piedra de granito y construyen capillas en las bellas pirámides mediante hermosos trabajos, cuando los constructores se convierten en dioses, sus piedras de ofrendas son destruidas del mismo modo que los débiles que mueren en la orilla por carecer de sucesor; la inundación capturó sus restos al igual que el sol y sólo los peces de los márgenes del agua les hablan. Escúchame, mira, es bueno escuchar para la gente. Sigue el día felizmente, olvida la preocupación’.

Page 4: Historia de La Filosofia Antigua

El alma cuenta una primera historia

Mira, un ciudadano labra su parcela, carga su recolección hacia el interior del barco y arrastra el remolque; habiéndose aproximado su día de fiesta, ha visto salir la oscuridad del viento del norte despierto en el barco cuando el sol se pone, habiendo escapado con su mujer y sus hijos zozobrando en el lago infestado por la noche con cocodrilos.

Al final terminó sentado e irrumpió en el silencio diciendo:

No he llorado por esta mujer para quien no es más difícil escapar del horizonte que para otra que está sobre la tierra. Es por sus hijos que fueron destrozados de el huevo y quienes vieron la cara del dios cocodrilo antes de que vivieran, que estoy preocupado.

El alma cuenta una segunda historia

Un ciudadano pide la comida de la noche temprano y su mujer le dice. Es para la cena. Sale al exterior un momento. Cuando vuelve a su casa es como otra persona.

Su mujer conversa con él, pero no le escucha ha descuidado el deseo de los mensajeros.

Abrí mi boca a mi alma y respondí a lo que había dicho:

Primer poema

Mira, mi nombre apesta, mira, más que e l olor de los buitres calvos en los días de la estación de ‘shemu’ cuando el cielo está caliente.

Mira, mi nombre apesta, mira, más que el olor de quien recoge peces un día de pesca cuando el cielo está caliente.

Mira, mi nombre apesta, más que el olor de los patos, más que un refugio de cañas que contiene aves acuáticas.

Mira, mi nombre apesta, mira, más que el olor de los pescadores, más que las ensenadas de los pantanos después que han pescado.

Mira, mi nombre apesta, mira, más que el olor de los cocodrilos, más que sentarse bajo los márgenes de un cultivo que tiene cocodrilos.

Page 5: Historia de La Filosofia Antigua

Mira, mi nombre apesta, mira, más que el de una mujer esclava contra quien se dicen mentiras al marido.

Mira, mi nombre apesta, mira, más que el del niño robusto contra quien se dice que pertenece al rival.

Mira, mi nombre apesta, mira, más que una ciudad del soberano que desencadena una rebelión cuando se ha marchado.

Segundo poema

¿A quién hablaré hoy?

Los hermanos se han vuelto malvados y los amigos de hoy no aman.

¿A quién hablaré hoy?

Los corazones son avaros y cualquiera toma posesión de los bienes de su prójimo.

¿A quién hablaré hoy?

La clemencia desapareció y la violencia se transmite a todos.

¿A quién hablaré hoy?

Se encuentra satisfacción en el mal y se abandona lo bueno en cualquier lugar.

¿A quién hablaré hoy?

Quien hacía encolerizar a un hombre por sus malas acciones, ahora hace reír a todos cuando su maldad es perniciosa.

¿A quién hablaré hoy?

Se desvalija y cualquiera toma posesión de lo de su prójimo.

¿A quién hablaré hoy?

El malhechor es un íntimo y el hermano con quien se actuaba se ha convertido en un enemigo.

¿A quién hablaré hoy?

Nadie quiere recordar el pasado y nadie quiere ayudar a quien actúa ahora.

¿A quién hablaré hoy?

Page 6: Historia de La Filosofia Antigua

Los hermanos se han vuelto malvados y se recurre a los extranjeros para el afecto.

¿A quién hablaré hoy?

Los rostros se ocultaron y todos están más abatidos que su prójimo.

¿A quién hablaré hoy?

Los corazones se han vuelto avariciosos y no existe corazón humano en él que se pueda confiar.

¿A quién hablaré hoy?

No hay hombres justos y la tierra quedó abandonada a los que hicieron el mal.

¿A quién hablaré hoy?

Se carece de amigo íntimo y se recurre a quien se desconoce para lamentarse.

¿A quién hablaré hoy?

No hay quien esté satisfecho y ese con quien se iba, no existe.

¿A quién hablaré hoy?

Estoy agobiado cargando penurias por carecer de un íntimo amigo.

¿A quién hablaré hoy?

La maldad vagó por la tierra y no tiene fin.

Tercer poema

La muerte está ante mí hoy igual que de la curación, un enfermo, del mismo modo que salir al exterior después de una reclusión.

La muerte está ante mí hoy como del aroma, la mirra, del mismo modo que sentarse bajo un toldo un día de viento.

La muerte está ante mí hoy como de la fragancia, los lotos, del mismo modo que sentarse en los bancos de arena de la tierra de la embriaguez.

La muerte está ante mí hoy como un camino trillado, del mismo modo que la vuelta de un hombre desde una expedición a su casa.

Page 7: Historia de La Filosofia Antigua

La muerte está ante mí hoy como de la claridad, el cielo, del mismo modo que un descubridor quien está a la entrada de lo que había ignorado.

Esta la muerte ante mí hoy del mismo modo que un hombre desea ver su casa después que pasó numerosos años capturado en reclusión.

Cuarto poema

Será, ciertamente, quien está allí un dios vivo castigando el crimen del malhechor.

Será, ciertamente, quien está allí colocado en la barca sagrada permitiendo que se den alimentos escogidos de allí a los templos.

Será, ciertamente, quien esté allí un sabio y no es rechazado en la apelación a Ra cuando hable.

Lo que me respondió mi alma:

Coloca las lamentaciones en un colgador, oh mi camarada, mi hermano. Debes ofrecer sobre el incensario, así que rompas con la vida y del mismo modo digas –Deséame aquí- después de haber rechazado el occidente.

Cuando se desee, en verdad, que alcances el occidente, que tus miembros alcancen la tierra, me posaré después que te hayas cansado y entonces haremos una morada juntos.

Page 8: Historia de La Filosofia Antigua

La canción del arpista

Una generación pasa y otra perdura

Desde el tiempo de los antepasados.Los dioses que se han manifestado en otros tiemposDescansan en sus pirámides.Los nobles espíritus, igualmente,Están sepultados en sus tumbas.Los que han construido edificiosCuyos emplazamientos ya no existen,¿Qué ha sido de ellos?

¿Dónde están sus tumbas?Sus muros han caído,Ya no existen sus tumbas.Es como si nunca hubieran existido.No hay difuntos que vuelvan del más alláY que cuenten su estadoY que cuenten sus cuitasY que aplaquen nuestro corazónHasta que nosotros lleguemosAl lugar donde ellos han ido.¡Alegra, pues, tu corazón!

Pon mirra sobre tu cabeza,Vístete de finos ropajesPerfúmate con perfúmenes exóticos, propios de un dios.Multiplica tus placeres.

Transcurre feliz el día y no desfallezcas.Mira, nadie se ha llevado sus cosas consigo;

Mira, nadie ha regresado jamás.

Page 9: Historia de La Filosofia Antigua

CARTAS DE EPICURO

Carta de Epicuro a Meneceo

Que ninguno por ser joven vacile en filosofar, ni por llegar a la vejez se canse de filosofar. Pues no hay nadie demasiado prematuro ni demasiado retrasado en lo que concierne a la salud de su alma. El que dice que el tiempo de filosofar no le ha llegado o le ha pasado ya es semejante al que dice que todavía no le ha llegado o que ya ha pasado el tiempo para la felicidad. Así que deben filosofar tanto el joven como el viejo; éste para que, en su vejez, rejuvenezca en los bienes por la alegría de lo vivido; aquél, para que sea joven y viejo al mismo tiempo por su intrepidez frente al futuro. Es, pues, preciso que nos ejercitemos en aquello que produce la felicidad, si es cierto que, cuando la poseemos, lo tenemos todo y cuando nos falta, lo hacemos todo por tenerla.

Practica y ejercita todos los principios que continuamente te he recomendado, teniendo en cuenta que son los elementos de la vida feliz. Antes de nada, considera a la divinidad como un ser incorruptible y dichoso tal como lo suscribe la noción común de la divinidad y no le atribuyas nada ajeno a la incorruptibilidad ni impropio de la dicha. Piensa de ella aquello que pueda mantener la dicha con la incorruptibilidad. Porque los dioses, desde luego, existen: el conocimiento que tenemos de ellos es, en efecto, evidente. Pero no son como los considera la gente, pues ésta no los mantiene conforme a la noción que tienen de ellos. No es impío el que desecha los dioses de la gente, sino quien atribuye a los dioses las opiniones de la gente.

Pues no son prenociones, sino vanas presunciones los juicios de la gente sobre los dioses, de donde hacen derivar de los dioses los mayores daños y beneficios. En efecto, familiarizados continuamente con sus propias virtudes, acogen a sus iguales, considerando extraño todo aquello que no les sea semejante.

Acostúmbrate a considerar que la muerte no es nada para nosotros, puesto que todo bien y todo mal están en la sensación, y la muerte es pérdida de sensación. Por ello, el recto conocimiento de que la muerte no es nada para nosotros hace amable la mortalidad de la vida, no porque le añada un tiempo indefinido, sino porque suprime el anhelo de inmortalidad

Page 10: Historia de La Filosofia Antigua

Nada hay terrible en la vida para quien está realmente persuadido de que tampoco se encuentra nada terrible en el no vivir. De manera que es un necio el que dice que teme la muerte, no porque haga sufrir al presentarse, sino porque hace sufrir en su espera: en efecto, lo que no inquieta cuando se presenta es absurdo que nos haga sufrir en su espera. Así pues, el más estremecedor de los males, la muerte, no es nada para nosotros, ya que mientras nosotros somos, la muerte no está presente y cuando la muerte está presente, entonces nosotros no somos. No existe, pues, ni para los vivos ni para los muertos, pues para aquéllos todavía no es, y éstos ya no son. Pero la gente huye de la muerte como del mayor de los males, y la reclama otras veces como descanso de los males de su vida.

El sabio, en cambio, ni rechaza el vivir ni teme el no vivir; pues ni el vivir le parece un mal ni cree un mal el no vivir. Y así como de ninguna manera elige el alimento más abundante, sino el más agradable, así también goza del tiempo más agradable, y no del más duradero. El que exhorta al joven a vivir bien y al viejo a morir bien, es un necio, no sólo por lo grato de la vida, sino porque el arte de vivir bien y el de morir bien es el mismo. Y mucho peor el que dice que es mejor no haber nacido, pero una vez nacido, atravesar cuanto antes las puertas del Hades. Pues si lo dice convencido, ¿por qué no abandona la vida? A su alcance está el hacerlo, si es que lo ha meditado con firmeza. Y si bromea, es un necio en asuntos que no lo admiten.

Hemos de recordar que el futuro no es nuestro pero tampoco es enteramente no nuestro, para que no esperemos absolutamente que sea, ni desesperemos absolutamente de que sea.

Y hay que calcular que, de los deseos, unos son naturales y otros vanos. Y de los naturales, unos necesarios, otros sólo naturales. Y de los necesarios, unos son necesarios para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma.

Una recta visión de estos deseos sabe, pues, referir a la salud del cuerpo y a la imperturbabilidad del alma toda elección o rechazo, pues ésta es la consumación de la vida feliz. En orden a esto lo hacemos todo; para no sufrir ni sentir temor. Apenas lo

Page 11: Historia de La Filosofia Antigua

hemos conseguido, toda tempestad del alma amaina, no teniendo el ser vivo que encaminarse a nada como a algo que le falte, ni a buscar ninguna otra cosa con la que completar el bien del alma y del cuerpo. Porque del placer tenemos necesidad cuando sufrimos por su ausencia, pero cuando no sufrimos ya no tenemos necesidad del placer. Y por esto decimos que el placer es principio y consumación de la vida feliz, porque lo hemos reconocido como bien primero y congénito, a partir del cual comenzamos toda elección y rechazo y hacia el que llegamos juzgando todo bien con el sentimiento como regla. Y ya que éste es el bien primero e innato, por eso mismo no escogemos todos los placeres, sino que hay veces en que renunciamos a muchos placeres, cuando de ellos se sigue para nosotros una incomodidad mayor. Y a muchos dolores los consideramos preferibles a los placeres si, por soportar tales dolores durante mucho tiempo, nos sobreviene un placer mayor. En efecto, todo placer, por tener naturaleza innata, es bueno, pero sin duda, no todos son dignos de ser escogidos. De la misma forma, todo dolor es un mal, pero no todos deben evitarse siempre.

Conviene juzgar todas estas cosas con una justa medida a la vista de lo útil y lo inútil. Pues usamos algunas veces del bien como de un mal, y, al revés, del mal como de un bien.

También consideramos un gran bien a la autosuficiencia, no para que en toda ocasión usemos de pocas cosas, sino a fin de que, si no tenemos mucho, nos contentemos con poco, sinceramente convencidos de que disfrutan más agradablemente de la abundancia, quienes menos necesidad tienen de ella, y de que todo lo natural es muy fácil de conseguir, y lo vano muy difícil de alcanzar. Los alimentos frugales proporcionan el mismo placer que una comida abundante, cuando alejan todo el dolor de la indigencia. Pan y agua proporcionan el más elevado placer, cuando los lleva a la boca quien tiene necesidad. El acostumbrarse a las comidas sencillas y frugales es saludable, hace al hombre resuelto en las ocupaciones necesarias de la vida, nos dispone mejor cuando ocasionalmente acudimos a una comida lujosa y nos hace intrépidos ante el azar.

Así, cuando decimos que el placer es fin, no hablamos de los placeres del los corruptos y de los que se encuentran en el goce, como piensan algunos que no nos conocen y no piensan igual , o nos interpretan mal, sino de no sufrir en el cuerpo ni ser perturbados en el alma.

Page 12: Historia de La Filosofia Antigua

Pues ni fiestas ni banquetes continuos, ni el goce de muchachos y doncellas, ni de pescados y cuanto comporta una mesa lujosa engendran una vida placentera, sino un cálculo sobrio que averigüe las causas de toda elección y rechazo y que destierre las falsas creencias a partir de las cuales se apodera de las almas la mayor confusión. De todo esto, el principio y el mayor bien es la prudencia. Por ello, más preciosa incluso que la filosofía es la prudencia, de la que nacen todas las demás virtudes, enseñándonos que no es posible vivir placenteramente sin vivir prudente, honesta y justamente, ni vivir prudente, honesta y justamente, sin vivir placenteramente. Pues las virtudes son connaturales al vivir feliz, y el vivir feliz es inseparable de éstas.

Porque, ¿a quién consideras mejor que a aquél que tiene sobre los dioses creencias piadosas y en relación a la muerte carece por completo de temor, que tiene presente el fin propio de la naturaleza, que distingue que el límite de los bienes es fácil de alcanzar y que el de los males tiene o poca duración o pocas penas, que se ríe del destino tomado por algunos como señor de todas las cosas, afirmando que unas suceden por necesidad, otras por azar y otras por obra nuestra, porque ve que la necesidad es irresponsable, el azar inestable y lo que está en nuestras manos carece de dueño, y a quien, por tanto, corresponden naturalmente la censura y la alabanza.

Porque era mejor adherirse a los mitos sobre los dioses que ser esclavos del destino de los físicos. Aquéllos esbozan una esperanza de intercesión por medio del culto a los dioses, éste presenta una necesidad inexorable. Entendiendo el azar no como un dios, como lo considera la gente porque nada carente de orden obra la divinidad ni como una causa insegura pues no cree que a partir del azar les sean dados a los hombres el bien y el mal en orden a la vida feliz, pero sí que de él se procuran los principios de los grandes bienes y males, considerando que es mejor ser desdichado con sensatez que afortunado con insensatez; es, por otra parte, mejor que en nuestras acciones el buen juicio sea coronado por la fortuna.

En estos pensamientos y los análogos, a éstos ejercítate, pues, día y noche, sea para tí mismo, sea con alguno semejante a ti, y nunca despierto ni dormido serás turbado; vivirás como un dios entre los hombres. Pues en nada se parece a un ser mortal el hombre que vive entre bienes inmortales.

Page 13: Historia de La Filosofia Antigua

Carta de Epicuro a Heròdoto

Para aquellos que no pueden, Heródoto, estudiar con detenimiento cada una de las obras que he escrito sobre la naturaleza, ni tan sólo examinar las más importantes de las que he compuesto, para éstos precisamente he preparado un compendio de toda mi doctrina a fin de que puedan recordar sus principios fundamentales, y en los momentos precisos, con ayuda de las reglas más importantes, atenderse a sí mismos en la medida en que posean la ciencia de la naturaleza.

Pero es necesario también que aquellos que se encuentran ya suficientemente avanzados en el estudio de toda mi doctrina recuerden el esquema de su contenido, reducido a sus principios esenciales. Pues a menudo necesitamos una comprensión del conjunto, pero no tenemos igual necesidad de la de sus partes.

En primer lugar, nada nace de lo que no existe, porque, si todo naciera de todo, no habría necesidad de simientes. Y, si aquello que desaparece se diluyera en el no ser, todo estaría ya muerto, puesto que no existiría aquello en lo que se habría diluido. De modo semejante, el universo ha sido siempre tal como ahora es, y siempre será igual, puesto que nada hay en que pueda transformarse, ya que más allá del universo no existe nada que, penetrando en él, sea capaz de producir un cambio.

Es asimismo verdad que el universo está compuesto de cuerpos y de vacío. De la existencia de los cuerpos nos da testimonio la sensación, en la que es necesario que se apoye el razonamiento al conjeturar acerca de lo desconocido, como ya he dicho antes. Si no existiera eso que nosotros llamamos vacío, y espacio, y sustancia intangible, los cuerpos no tendrían ni por donde moverse, del modo como vemos que efectivamente se mueven. Ahora bien, a excepción de los cuerpos y el vacío, no hay cosa alguna que podamos imaginar –ni a través de los sentidos, ni por analogía con ellos- como una naturaleza existente por sí misma y no como aquello que llamamos síntomas o contingencias.

Así, de los cuerpos, unos son compuestos, y los otros, los elementos a partir de los cuales los compuestos se han formado. Estos elementos son indivisibles e inmutables

Page 14: Historia de La Filosofia Antigua

si es verdad que no todo tiene que destruirse en el no ser, sino que estos elementos han de permanecer indestructibles al producirse la disolución de los compuestos-, ya que su naturaleza es compacta y no poseen ni lugar ni medio para disolverse. Por tanto, es necesario que los elementos primeros sean las sustancias indivisibles de los cuerpos.

Insisto, el universo es infinito. Pues todo lo que tiene un límite, tiene un extremo, y este extremo lo es también respecto de otra cosa. De modo que lo que no tiene extremos, tampoco tiene límites, por fuerza tiene que ser infinito y no limitado. Y aún más: el todo es infinito tanto por el número de cuerpos como por la extensión del vacío.

Porque, si el vacío fuera infinito y los cuerpos limitados, éstos no podrían mantenerse en ningún lugar, sino que irían rodando de un lado para otro a través del vacío infinito, sin nada que los sostuviera ni volviera a darles el impulso después de una colisión. Y, si el vacío fuera limitado, no tendrían donde sostenerse los infinitos cuerpos.

Además, las partes indivisibles y compactas de los cuerpos, que constituyen los compuestos y son el resultado de la descomposición de éstos, tienen una cantidad inconcebible de formas distintas. Pues no es posible que diferencias tan acusadas provengan de unas mismas formas limitadas. De cada una de estas formas existe una cantidad de átomos absolutamente infinita, pero en cuanto a sus diferencias los átomos no son absolutamente infinitos, sino sólo innumerables, si no queremos extender sus dimensiones hasta el infinito.

Los átomos tienen un movimiento continuo siempre; unos se distancian grandemente entre sí, otros conservan este mismo impulso como vibración cuando son desviados por otros átomos que se entrelazan con ellos o quedan recubiertos por otros ya previamente entrelazados. La naturaleza del vacío que aísla a cada átomo es la causa de que se comporten así, puesto que no tiene la capacidad de obstaculizar su caída. Por otra parte, la dureza constitucional de los átomos hace que éstos reboten al chocar unos con otros, hasta que su recíproco entrelazamiento no los hace retroceder después de la colisión.

Page 15: Historia de La Filosofia Antigua

No existe un comienzo de este movimiento: los átomos y el vacío son eternos. Lo que hemos dicho, si recordamos bien todo el análisis, nos da una imagen suficiente para conocer la naturaleza de las cosas existentes.

Y aún más: los mundos existentes son infinitos, tanto los que se parecen al nuestro, como los que son por completo distintos, puesto que los átomos –infinitos en número, tal como hemos demostrado- se extienden hasta los espacios más alejados. Y los átomos aptos para formar o constituir un mundo no se agotan ni en un solo mundo, ni en un número de mundos limitado, ni en todos los que se parecen al nuestro, ni en los que son distintos de él. De modo que nada se opone al hecho de que el número de mundos sea infinito.

Así, si nosotros creemos que un fenómeno puede producirse poco más o menos de una determinada forma, aunque sepamos que otras muchas pueden ser posibles, estaremos tan tranquilos como si tuviéramos la seguridad de que todo sucede de esta manera. Además de esto, hay que creer lo siguiente: en primer lugar, que la mayor turbación se produce en el alma de los hombres al considerar que unas mismas naturalezas pueden gozar de beatitud y de inmortalidad, y experimentar al mismo tiempo deseos, acciones y motivaciones contrarias a estos atributos; en segundo lugar, cuando se espera algún mal eterno por las creencias en las leyendas de la mitología, y también por miedo de aquella falta de sensibilidad que nos provoca la muerte, como si esto fuera un mal; y, por último, porque todos estos sufrimientos no se basan en nuestras propias convicciones, sino en un estado de espíritu irracional, de modo que los hombres, sin saber cuáles son los límites de estos terribles males, están sujetos a turbaciones iguales o mayores que si compartieran las creencias más vulgares.

La tranquilidad de espíritu nace del liberarse de todos estos temores y del rememorar de forma continuada los principios generales y los preceptos fundamentales. Por tanto, hemos de atenernos a lo que está presente tanto en las sensaciones –en las sensaciones comunes según lo común, y en las particulares según lo particular-, como en la evidencia inmediata de cada uno de los criterios. Si respetamos estos principios, conoceremos sin duda el motivo de nuestra turbación y nuestro miedo, y podremos liberarnos de ellos investigando las causas verdaderas de los fenómenos celestes y de todos los demás que nos acaecen a menudo y que causan gran temor al resto de los hombres.

Page 16: Historia de La Filosofia Antigua

Aquí tienes, Heródoto, resumidos, los principios fundamentales sobre la naturaleza. Esta exposición, si se aprende con exactitud, aportará a cada uno, estoy seguro de ello, una tranquilidad y una seguridad incomparables respecto a los demás hombres, incluso sin dedicarse a un estudio minucioso de cada problema. Pues será capaz de alcanzar por sí mismo muchas de aquellas conclusiones, precisas y particulares, que tan sólo hemos esbozado en la exposición de la entera doctrina, y que, si las guarda en su memoria, siempre le ayudarán. Porque su naturaleza es tal, que incluso aquellos que han alcanzado casi la perfección en el examen de cada problema particular, si utilizan aprehensiones semejantes, podrán realizar un mayor número de observaciones sobre el conjunto de la ciencia de la naturaleza.

Y los que no hayan alcanzado este grado de perfección podrán, con su ayuda, y aun sin formularlo en palabras, recorrer los principios fundamentales con la rapidez del pensamiento y alcanzar así la serenidad.