Historia de La Infancia Delgado Buenaventura

7
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=44027116 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Patricia Zambrana Moral Reseña de "Historia de la infancia" de Buenaventura Delgado Educación, vol. 27, núm. 1, 2003, pp. 217-222, Universidad de Costa Rica Costa Rica ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Educación, ISSN (Versión impresa): 0379-7082 [email protected] Universidad de Costa Rica Costa Rica www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Transcript of Historia de La Infancia Delgado Buenaventura

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=44027116

Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Sistema de Información Científica

Patricia Zambrana Moral

Reseña de "Historia de la infancia" de Buenaventura Delgado

Educación, vol. 27, núm. 1, 2003, pp. 217-222,

Universidad de Costa Rica

Costa Rica

¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista

Educación,

ISSN (Versión impresa): 0379-7082

[email protected]

Universidad de Costa Rica

Costa Rica

www.redalyc.orgProyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Revista Educación 27(1): 217-222, 2003

Buenaventura DELGADO, Historiade la infancia, Ariel, Barcelona, 1998,reimp. 2002, 222 pp.

Una introducción en la que se justi-fican motivos y se marcan pautas por se-guir es el punto de partida de Buenaventu-ra Delgado Criado, Catedrático de Teoría eHistoria de la Educación de la Facultad dePedagogía de la Universidad de Barcelona,para abordar su investigación en un inten-to no sólo de teorizar, sino de lograr unaperspectiva práctica de su tarea al afirmarque «mirar atrás en el pasado para ver lahistoria de la infancia equivale a levantarla tapa de la caja de Pandora, no para de-jar libres los males que han afligido a lolargo de los siglos a la infancia, sino parapoder conocerlos y evitarlos» (p. 9). Quizásse trate de un proyecto ambicioso concebi-do en un momento en el que los derechosdel niño y la defensa de la infancia, se en-cuentran de rabiosa actualidad y en el quela investigación ha demostrado cómo losprimeros años de la vida personal son ele-mentales para el desarrollo de la persona-lidad y el logro de una madurez equilibra-da. Todo, como reconoce el mismo autor, hasido el fruto de los esfuerzos de varias dis-ciplinas como la medicina, psicología, pe-dagogía, psiquiatría, sociología o biología.Precisamente es ahora cuando la miradaal pasado resulta más conmovedora por

Patricia Zambrana Moral

Recibido 05-II-2003 • Aceptado 11-III-2003

parecernos abismales las diferencias enel trato y consideración del menor aun-que, no podemos obviar que son muchastodavía las injusticias –recordemos losúltimos casos de pornografía infantil, ma-los tratos o abusos sexuales a menoresque han sacudido la opinión pública– ymucho el camino que queda por recorrerno sólo en otras culturas, sino también ennuestra sociedad. En la misma introduc-ción el autor nos explica su modus ope-randi. En este sentido centra su análisisen la historia de la familia y de la escue-la, así como en «el contexto cultural éticoy religioso, el talante y sistema de organi-zación de las instituciones y tradicioneseducativas, sus mitos y costumbres, sinperder de vista el contexto global de la so-ciedad y época» (p. 12). Todo no hace sinoconfirmar que no se puede estudiar unainstitución ni un fenómeno concreto almargen del momento histórico y del en-torno socio-cultural en el que aparece.Las fuentes empleadas van desde escritosbíblicos hasta la literatura o el Derechoromano, sin olvidar la escultura, la pintu-ra, la arquitectura, los mitos o costum-bres diversas, entre otras. El concepto de«niño» –o mejor dicho el periodo temporalque abarca la infancia– será situado,igualmente, en cada momento históricorecurriendo a la legislación civil y canóni-ca. Finaliza su primera toma de contacto

218 Revista Educación 27(1), 2003

con un recorrido por los principales textosempleados –Etimologías de San Isidoro,Partidas, actas de sínodos– así como porlas últimas aportaciones sobre la mate-ria. Pese a todo, Buenaventura Delgadoconsidera al niño como «el gran olvidadode la historia».

El mundo de la antigüedad conectaal menor con ritos funerarios y supersticio-nes –a las que parecían ser más vulnera-bles los niños que las niñas–. La prácticade la circunscisión en Egipto se deduce derepresentaciones gráficas. No profundizademasiado el autor en las leyes sucesoriasy al tratar las prácticas frecuentes deabandono de niños que se reflejan en la li-teratura o en la mitología sólo mencionasuperficialmente el caso de Moisés, Rómu-lo y Remo, Semíramis, Píndaro o Pelias,prestando más atención a Astiages, Satur-no o a leyendas hispano-musulmanas. Delos fenicios, cartagineses y hebreos prácti-camente sólo destaca los sacrificios de in-fantes y las ofrendas a los dioses y de lospersas la despreocupación por la primerainfancia –hasta los cinco años– dada la ele-vada mortalidad infantil.

Mayor atención dedica al mundogriego describiendo la carencia de infanciade los héroes de Homero, la tristeza del ni-ño espartano en una sociedad donde sólotenía valor el Estado como dueño y señorde la educación infantil, encaminada a lo-grar soldados preparados para la guerra,que incluso se permitía decidir en el mo-mento del nacimiento si el recién nacidoera apto o no para continuar con vida.Otros ámbitos tratados enfocan a la trans-formación positiva del pensamiento plató-nico hasta recomendar el equilibrio comobase de la educación o la importancia deljuego; a la dureza de la educación aristoté-lica que admite la eliminación de los niñosdeformes; a la importancia de la medicinahipocrática; a los sacrificios de los niños en-vueltos en leyendas y mitología o a los dio-ses protectores de la infancia –Hermes, Pa-las Atenea, las Musas– concluyendo con el

machismo de la sociedad griega que reser-va a las niñas una educación destinada aformarlas como esposas y amas de casa.

Escaso encontramos el tratamientodel menor en la sociedad latina, donde elautor no explora lo bastante el Derecho ro-mano. Se limita a recoger las divinidadesprotectoras de la infancia, los excesivos de-rechos del paterfamilias que le permitíanvender al hijo y disponer de su vida –aun-que Delgado obvia los derechos heredita-rios de los hijos–, las ceremonias de acep-tación del recién nacido o los principios deQuintiliano para la educación considera-dos de «innegable vigencia».

Las referencias evangélicas al niñoo su dignificación con el cristianismo seentremezclan en el capítulo cuarto con laescasa novedad en métodos pedagógicos–que continuaban con la base establecidapor Quintiliano–, la importancia de la fa-milia cristiana o el desarrollo posterior enSan Jerónimo (Epístola 107), San Agustín(Confesiones) o San Juan Crisóstomo (Lavanagloria y la educación de los hijos),hasta el punto de recomendarse la supre-sión del castigo corporal y basar la educa-ción en lo que hoy conocemos como el re-fuerzo positivo –se consigue avanzar pro-digiosamente en la educación premiandolos progresos más que castigando los erro-res– sin olvidar, de nuevo, la importanciadel juego en el aprendizaje o la presenciade una persona instruida y experta que sededique a la enseñanza del menor. Lasideas del cristianismo penetraron de for-ma lenta en la sociedad y contribuyeron asuavizar la legislación existente.

Por su parte, al analizar el mundovisigodo Buenaventura Delgado presentaal niño íntimamente relacionado con elmundo religioso a través de las actas desus Concilios o de la práctica consistenteen entregar a los niños a monasterios parasu formación quedando desde ese momen-to sometidos a la rígida disciplina monacalque resume el autor en «rigor, vigilanciadurante el día y la noche y severidad en el

219Revista Educación 27(1), 2003

trato» y que quizás suponga un paso atrásen los avances pedagógicos antes apunta-dos. Las Etimologías de San Isidoro o lasobras de San Martín de Braga le sirvende excusa para reflejar las creencias su-persticiosas medievales que marcaban lavida diaria de la sociedad. El Fuero Juzgoseñala la pena de muerte o ceguera paralos atentados contra la vida del menor opara el aborto.

El siglo XIII merece capítulo aparte.La importancia de la lactancia materna–que hoy día no deja lugar a dudas– ya fuereivindicada por Ramón Llull en el Libred’Evast e d’Aloma e de Blanquerna que es-tima necesario prolongarla hasta el año ymedio, preocupándose, además, por el papelde la madre en las primeras etapas de lavida. La trascendencia de las Partidas a lahora de reglamentar los más variados as-pectos de la vida jurídica y social ha sidotenida en cuenta por el prof. Delgado quese detiene en los desposorios y el matrimo-nio; las diferencias entre niños, mozos,mancebos y donceles; entre crianza, nodri-miento y enseñanza; las cualidades quedeben reunir las nodrizas reales; el proble-ma del abandono de niños; los hijos legíti-mos e ilegítimos –aunque no profundiza enlas diferentes clases de ilegitimidad: hijosnaturales o ilegítimos propiamente dichos,según quepa o no legitimación posteriorpor el matrimonio–, sino que aborda el te-ma con bastante superficialidad pese a larelevancia que tenía esta diferente condi-ción para la vida, desarrollo y, por supues-to, derechos del menor; la patria potestady los derechos del padre sobre los hijos quele permitía la venta en caso de necesidaden contraste con sus obligaciones –alimen-to, calzado, vestido y vivienda–; la diferen-te educación de los príncipes respecto a lade las infantas y princesas y la relevanciade los astros y horóscopos a la hora de de-cidir la vida futura del recién nacido.Echamos en falta que muchas de las refle-xiones del autor no vayan acompañadas deuna cita a pie de página donde se indique

la ley concreta de Partidas que trata elasunto –por poner un ejemplo no se cita laley 5ª del título VII de la Partida IIª, perosí la ley anterior y posterior donde se reco-gen los buenos modales que los ayos debentransmitir a los hijos de los reyes; o el títu-lo XVII y XVIII de la Segunda Partidadonde se desarrolla el poder (potestas) delos padres sobre los hijos y las razones delmismo, así como su extinción–. Igualmen-te no ha tenido muy en cuenta las glosas aesta magna obra o al menos la de GregorioLópez. Al recoger las cualidades que debíaposeer un buen caballero se basa en el pen-samiento del infante Don Juan Manuel,pero obvia, por ejemplo, la Partida II, 21,19 –como los caballeros deuen ser mesura-dos– que incide en la moderación que debeguiar la vida del caballero y, en general,las diversas leyes de dicho título dedicadasexpresamente a los mismos.

La figura de San Nicolás de Bari co-mo primer santo protector de la infancia–más bien de los estudiantes– y su papelen España –inferior al de otros países– laconecta Buenaventura Delgado con el tea-tro medieval, dedicando al tema un capítu-lo independiente.

Llegando al ecuador de su obra rom-pe, en parte, el hilo cronológico para refle-xionar en torno a la historia de la supers-tición y los diferentes amuletos para prote-ger a los niños de los malos espíritus, de laenfermedad o del mal de ojo presentes des-de la prehistoria hasta nuestros días re-montándose a los egipcios o fenicios y dete-niéndose en el tratado de la Reprobaciónde las supersticiones y hechizerías de Pe-dro Sánchez Ciruelo (maestro Ciruelo) o laPráctica política y económica de expósitosde fray Tomás de Montalvo que recoge lossíntomas y terapia del mal de ojo.

Renacimiento y barroco serán objetode estudio en los capítulos nueve y diez, res-pectivamente, destacando pedagogos connombre propio como el obispo Sánchez deArévalo, Nebrija, Erasmo y Vives (del queresaltará sus incursiones en la psicología

220 Revista Educación 27(1), 2003

infantil a través de los Diálogos Pueriles);la preocupación por la educación de sushijos del rey Felipe II; la influencia de laIglesia sobre todo en el ámbito rural através de sus obispos; los arcaicos plan-teamientos de Montaigne en un Renaci-miento ya tardío, o la vocación renacen-tista de extender la educación a todos se-gún su aptitud –se trataba de dilucidarcuál era la especialidad para la que habíanacido cada uno en base a su tempera-mento determinado, a su vez, por los cua-tro elementos según explica la teoría mé-dica de Huarte de San Juan– y no sólo aciertas clases sociales. Por su parte, elBarroco mostró preocupación por encon-trar un método de enseñanza «seguro yeficaz» que inculcase en el niño los mejo-res principios en un momento históricocaracterizado por el pesimismo. La madrecomo primera educadora aparece en losescritos del obispo Comenio y el papel dela naturaleza –que el prof. Delgado Cria-do hace coincidir con lo que actualmentese conoce como herencia genética– en laeducación se plasma en las conversacio-nes mantenidas entre Andrenio y Critilo,ambos protagonistas antagónicos de ElCriticón de Baltasar Gracián. En Europa,el autor destaca, sin insistir demasiado,las incursiones en pedagogía de John Loc-ke (Pensamientos sobre educación) y deFrançois de Salignac de la Mothe-Féne-lon (Traité de l’éducation des filles y Lesaventures de Télémaque) ambos máspreocupados por la formación de las cla-ses altas, aunque menciona –sólo mencio-na– a otros educadores dedicados a los ni-ños de clases más humildes como José deCalasanz, Juan Bautista La Salle y Vi-cente de Paul. A este último santo dedica-rá un epígrafe en relación a su papel en lacreación de las Hermanas de la Caridaden Francia para recoger a niños abando-nados los cuales contaron en España conuna serie de disposiciones legislativas di-rigidas a colaboraciones económicas conlos hospitales encargados de su recogida

a los que se prohibía la organización deestudios de Gramática, dejando las uni-versidades para las clases superiores.

La Ilustración volvió a discriminarla enseñanza por razón de estatus social.De esta época, Buenaventura Delgadoprácticamente sólo considera digno demención como principal novedad el Emiliode J. J. Rousseau llegando a afirmar que«en la historia de la educación hay un an-tes y un después de la publicación del Emi-lio», del que destaca el amor y el respetocomo principal estímulo para la enseñanzaen un ambiente de libertad. Quizás dadala importancia que atribuye a la obra, yque, sin duda tiene, habría merecido unmayor tratamiento y desarrollo antes depasar a los comentarios kantianos –extraí-dos de las explicaciones en clase– sobre lalabor de Rousseau y la pedagogía en gene-ral o a las reflexiones de Mariano Cardere-ra. En España señala como principales pe-dagogos de la época a Baldiri Reixac (Ins-truccions per la ensenyança de minyons,centrado en el papel del maestro rural);Luis de Olot (Tratado del origen del arte deescribir bien, dirigido al «magisterio urba-no»); Martín Sarmiento (La educación dela juventud, siguiendo a Comenio y Rous-seau) y otros tratadistas como Juan Picor-nell y Gomila; Matías Sánchez; José Anto-nio González Cañaveras; Juan Anduaga yGarimbeti cuyas «aportaciones pedagógi-cas» califica de «poco originales», sin olvi-dar el papel de la prensa en la difusión delpensamiento ilustrado, señalando artícu-los en defensa de la lactancia materna co-nectados con la incorporación de la mujeral mundo laboral, cerrando su capítulo conel tratamiento legislativo de la infanciamarginada que venía a ser una continua-ción de las pautas marcadas por la políticadel siglo precedente, aunque mejoró la si-tuación de los hijos ilegítimos. Insistimosen que echamos en falta una mayor aten-ción al Emilio.

El siglo XIX se presenta lleno degrandes cambios. El espíritu sensible de

221

Pestalozzi y su amor a la infancia, sobretodo a los niños marginados, se proyecta-rá en la creación de jardines de infancia.La literatura romántica también tuvo encuenta al niño: Richter (Levana, o teoríade la educación), los famosos cuentos delos hermanos Grimm (Hansel y Gretel, LaCenicienta, Blancanieves, Caperucita Ro-ja, todos ellos presentan un profundomundo psicológico plasmado de simbolis-mo que dista mucho de ser una inocenteliteratura infantil dirigida a los más pe-queños) o las novelas de Charles Dickens(Oliver Twist, David Copperfield, Tiemposdifíciles) son buena muestra de ello, reco-giendo el entorno social y político de laépoca y revistiendo un marcado carácterhistórico: la pobreza, el abandono de ni-ños, los hospicios o las creencias religio-sas. En el panorama literario español losrecuerdos infantiles hacen su aparición enUnamuno –en cuya poesía sobre la infan-cia se deleita el prof. Delgado Criado queya había mostrado su interés por el escri-tor en su obra Unamuno educador, publi-cada en Madrid en 1973 y expresamentecitada–, Pío Baroja y Santiago Ramón yCajal –a los que dedica menor espacio– yPalacio Valdés, Azorín, Pérez de Ayala,Machado, entre otros a los que sólo men-ciona. La abundante información sobre laBarcelona de mediados de siglo es aprove-chada para reflejar la situación de la in-fancia en las clases obreras a través de losdatos proporcionados por Felip Monlau yLaureano Figuerola y Ballester denun-ciando la situación laboral del menor co-mo mano de obra barata, además de la fal-ta de higiene y la precaria alimentaciónque condenaba a las clases inferiores auna limitada esperanza de vida, comple-tado todo ello con las denuncias clásicasde Marx y Engels sobre la infancia obrera.Más optimista se mostraba Mariano Car-derera recogiendo principios que el autorestima avanzados para su época como laimportancia del cariño, la salud y la ima-ginación para el desarrollo del niño.

Finaliza su trabajo con lo que Bue-naventura Delgado denomina «el siglo delniño» del que apunta como principales in-novaciones: la aparición de la paidología ysu pretensión (no demasiado exitosa) deconstituirse en ciencia independiente dedi-cada exclusivamente al estudio del niño; laprimera cátedra de Pediatría de la Univer-sidad de Barcelona ocupada por AndrésMartínez Vargas, quien dedicó gran partede sus esfuerzos a mejorar las condicionesde vida de los menores y a disminuir lamortalidad infantil; la aparición de los mé-dicos escolares y con ello la mayor atencióna la higiene en el ámbito de los colegios pú-blicos como base para acabar con numero-sas enfermedades. Desde el punto de vistajurídico se crean los Tribunales Tutelaresde Menores –el epígrafe carece de una re-ferencia (casi obligada) a la ley de protec-ción del menor, que modificó el sistemaprocesal español en relación al niño– yaparece una legislación internacional afavor de la infancia (Declaración de los de-rechos del niño de 20 de noviembre de1959). También obvia Buenaventura Del-gado la protección de los niños por partedel artículo 39 de nuestra vigente Consti-tución. La importancia de la Escuela deGinebra y su cordial relación con nuestropaís se hace sentir en las investigacionesde E. Claparède en su defensa de la edu-cación funcional y, por supuesto, de Pia-get quien delimitó las etapas del niño y elconocimiento que debía adquirir en cadauna de ellas. Las aportaciones del psicoa-nálisis para indagar en la mente infantildescubriendo sus traumas y reconducien-do a los mismos gran parte de los trastor-nos mentales del adulto constituye para elautor el comienzo de la existencia del ni-ño con «entidad propia». Concluye con unepílogo en torno a la situación de la infan-cia en el mundo del año 2000 en base alinforme de UNICEF, The State of theWorld’s Children 1997, haciéndose eco dela proposición de ley publicada en el Bole-tín Oficial de las Cortes Generales de 3 de

Revista Educación 27(1), 2003

222 Revista Educación 27(1), 2003

febrero de 1997 encaminada a modificarel Tratado de la Unión Europea en el ám-bito de la protección de la infancia. Añadi-mos que en muy pocas Escuelas o Facul-tades de Derecho norteamericanas (en laseuropeas no conocemos ninguna) cuentancon una materia optativa de ChildrenLaw, debiéndose contentar con la atenciónque parcialmente se le dedica en el cursoopcional de Family Law, y sorprende aúnmás dicha marginación cuando el New Co-llege of California, que tiene su sede enSan Francisco, cuenta con dos asignaturasde Gays and Lesbians Laws.

Observamos como BuenaventuraDelgado Criado ha sabido recoger –de for-ma sistemática– el papel del niño en el de-venir histórico, construyendo una historiade la educación –suelen ser los aspectoseducativos en los que más incide, no olvi-demos que ha sido el coordinador y direc-tor de una monumental Historia de la

educación en España y América– más quede la infancia, aunque volvemos a insistiren que se trata de un proyecto demasiadoambicioso ya que cada capítulo podría ha-ber constituido un tratado independientede modo que, en muchas ocasiones, el lec-tor espera un mayor desarrollo de ciertosaspectos que sólo deja apuntados en apre-tada síntesis, sobre todo en lo que respec-ta a la materia jurídica; pese a ello, la la-bor recopilatoria de datos y de informacióndel prof. Delgado Criado, la agilidad de supluma, la claridad expositiva que en todossus escritos le caracterizan, merece seralabada por plasmar los aspectos básicosque han delimitado cada momento históri-co y dejar una puerta abierta para sucesi-vas investigaciones que no dudamos nosofrecerá en un futuro, tanto sobre ésta co-mo en relación a cualquier otra materiaque se proponga relacionada con la Teoría,la Filosofía y la Historia de la educación.