Historia de Las Ideas de Nuestra America Genealogia 2014-08!20!604

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1 Historia de las Ideas de nuestra América. Genealogía de una disciplina. De José Gaos a Arturo Andrés Roig. Adriana María Arpini UNCuyo CONICET Mendoza - Argentina Resumen: Revisamos diversos momentos en el desarrollo de la Historia de las Ideas Latinoamericanas, atendiendo especialmente a cuestiones de fundamentación teórica y metodológica, con el propósito de trazar una posible genealogía de la disciplina. Los momentos sometidos al análisis son, en primer lugar, el historicismo tal como fue practicado por José Gaos para echar las bases del estudio de las ideas filosóficas en y de América Latina, lo cual supuso una mirada crítica y original sobre el historicismo clásico de Dilthey. En un segundo momento, la polémica entre Augusto Salazar Bondy y Leopoldo Zea, que marcó las limitaciones del historicismo y puso de manifiesto la necesidad de una renovación teórica y metodológica. En tercer lugar, la propuesta de Arturo Roig a partir de sus escritos de la década del ‟70 y especialmente en Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano (1981), contribuye a ampliar los marcos teóricos metodológicos al considerar a la filosofía como un discurso junto a otros (político, económico, etc.) dentro del sistema de conexiones de una época, en relación con la cual pueden tanto manifestar como ocultar relaciones sociales injustas. Según afirmaciones de Arturo Ardao 1 , el historicismo habría cumplido una función de invocador de la personalidad filosófica de América Latina y tendría sus antecedentes en la generación romántica del 37, especialmente en Juan Bautista Alberdi. En efecto, Alberdi se cuenta entre los primeros en señalar que nuestra filosofía debe surgir de nuestras necesidades2 . Ardao encuentra una filiación común entre el espíritu historicista manifestado por Alberdi y el historicismo que en la primera mitad del siglo XX funcionó como herramienta ideológica y metodológica en la búsqueda de la originalidad del pensamiento americano a través de la reconstrucción de su pasado. Una mención especial en esta búsqueda le cabe a la labor realizada por José Gaos 3 desde los Seminarios para el estudio de la filosofía en México, organizados a partir de 1940. El español transterrado llevó adelante una renovación de las principales tesis historicistas, al mismo tiempo que echó las bases teóricas y metodológicas de la Historia de las Ideas de nuestra América. Nos interesa trazar una posible genealogía de la Historia de las ideas latinoamericanas, desde José Gaos a Arturo Andrés Roig, en la cual es posible reconocer dos momentos que funcionan como bisagras, tanto en el modo de entender el objeto de estudio, las ideas, como en la manera de organizar los criterios teóricos y metodológicos para su tratamiento. El primero de esos momentos puede localizarse precisamente en la década que se abre en 1940, en México, en torno a las discusiones y 1 Ardao, Arturo, Filosofía de lengua española, Montevideo, Alfa, 1963. 2 Alberdi, Juan Bautista, “Ideas para un curso de filosofía contemporánea, en: Latinoamérica. Cuadernos de cultura latinoamericana, nº 9, México, UNAM, 1979. 3 Gaos, José, En torno a la filosofía mexicana, México, Alianza Editorial, 1980.

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    Historia de las Ideas de nuestra Amrica. Genealoga de una disciplina.

    De Jos Gaos a Arturo Andrs Roig.

    Adriana Mara Arpini

    UNCuyo CONICET Mendoza - Argentina

    Resumen:

    Revisamos diversos momentos en el desarrollo de la Historia de las Ideas

    Latinoamericanas, atendiendo especialmente a cuestiones de fundamentacin terica y

    metodolgica, con el propsito de trazar una posible genealoga de la disciplina. Los

    momentos sometidos al anlisis son, en primer lugar, el historicismo tal como fue

    practicado por Jos Gaos para echar las bases del estudio de las ideas filosficas en y de

    Amrica Latina, lo cual supuso una mirada crtica y original sobre el historicismo

    clsico de Dilthey. En un segundo momento, la polmica entre Augusto Salazar Bondy

    y Leopoldo Zea, que marc las limitaciones del historicismo y puso de manifiesto la

    necesidad de una renovacin terica y metodolgica. En tercer lugar, la propuesta de

    Arturo Roig a partir de sus escritos de la dcada del 70 y especialmente en Teora y crtica del pensamiento latinoamericano (1981), contribuye a ampliar los marcos

    tericos metodolgicos al considerar a la filosofa como un discurso junto a otros

    (poltico, econmico, etc.) dentro del sistema de conexiones de una poca, en relacin

    con la cual pueden tanto manifestar como ocultar relaciones sociales injustas.

    Segn afirmaciones de Arturo Ardao1, el historicismo habra cumplido una

    funcin de invocador de la personalidad filosfica de Amrica Latina y tendra sus

    antecedentes en la generacin romntica del 37, especialmente en Juan Bautista Alberdi.

    En efecto, Alberdi se cuenta entre los primeros en sealar que nuestra filosofa debe surgir de nuestras necesidades2. Ardao encuentra una filiacin comn entre el espritu historicista manifestado por Alberdi y el historicismo que en la primera mitad del siglo

    XX funcion como herramienta ideolgica y metodolgica en la bsqueda de la

    originalidad del pensamiento americano a travs de la reconstruccin de su pasado. Una

    mencin especial en esta bsqueda le cabe a la labor realizada por Jos Gaos3 desde los

    Seminarios para el estudio de la filosofa en Mxico, organizados a partir de 1940. El

    espaol transterrado llev adelante una renovacin de las principales tesis historicistas,

    al mismo tiempo que ech las bases tericas y metodolgicas de la Historia de las Ideas

    de nuestra Amrica.

    Nos interesa trazar una posible genealoga de la Historia de las ideas

    latinoamericanas, desde Jos Gaos a Arturo Andrs Roig, en la cual es posible

    reconocer dos momentos que funcionan como bisagras, tanto en el modo de entender el

    objeto de estudio, las ideas, como en la manera de organizar los criterios tericos y

    metodolgicos para su tratamiento. El primero de esos momentos puede localizarse

    precisamente en la dcada que se abre en 1940, en Mxico, en torno a las discusiones y

    1 Ardao, Arturo, Filosofa de lengua espaola, Montevideo, Alfa, 1963.

    2 Alberdi, Juan Bautista, Ideas para un curso de filosofa contempornea, en: Latinoamrica. Cuadernos

    de cultura latinoamericana, n 9, Mxico, UNAM, 1979. 3 Gaos, Jos, En torno a la filosofa mexicana, Mxico, Alianza Editorial, 1980.

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    los trabajos surgidos de los Seminarios orientados por Gaos para el estudio de la

    filosofa en Mxico. El segundo tuvo lugar desde fines de los 60 y durante la siguiente dcada, motivado por el debate en torno a la existencia de una filosofa latinoamericana

    autntica y original, cuyos exponentes fueron en primera instancia Augusto Salazar

    Bondy y Leopoldo Zea4. Dicho debate mostr los lmites del historicismo y plante la

    exigencia de una ampliacin terico-metodolgica. La produccin de Arturo Andrs

    Roig, especialmente de las dcadas de los 70 y 80, constituye una respuesta al desafo de dicha exigencia de ampliacin

    5.

    Jos Gaos y la historicidad de las ideas

    El historicismo de Gaos difiere del clsico formulado por Dilthey. Si bien el

    filsofo espaol considera fecunda la jornada de Dilthey en Amrica, ya que ensea la

    disciplina que los hombres de lengua espaola necesitan para hacer filosofa6, sin

    embargo seala los problemas que, a su juicio, constituyen en el lmite del historicismo

    diltheyano y de todo historicismo. El problema fundamental radica en saber si la historia es simplemente de los accidentes de la naturaleza ahistrica del hombre, o de

    esta misma naturaleza, negndola7. Al formular esta cuestin se plantea la necesidad de diferenciar entre posiciones opuestas: por un lado, la que se apoya en la identidad de la

    naturaleza humana; por otro lado, la que sostiene la historicidad de todo lo humano. La

    respuesta de Dilthey, apoyada en la unidad de la naturaleza humana, a lo que se suma la

    indispensabilidad de lo sistemtico, tipolgico y general en las Ciencias del Espritu,

    resulta ser una respuesta esencialista y ahistrica, que muestra decisivamente el lmite

    del primer historicismo.

    Para Gaos, la vida que Dilthey esgrime como fundamento comprensivo, constituye una abstraccin en la que se diluye la posibilidad de afirmacin del sujeto

    histrico autntico, que no es histrico porque mantenga una relacin estructural con

    respecto al todo de la historia universal, sino porque es concreto, es decir afectado por el

    aqu y ahora. La vida de Dilthey nunca fue su propia vida dice Gaos-, y esto le impidi ver que el punto de partida de la filosofa de la historia y de toda filosofa es el

    filsofo mismo, que es un sujeto histrico porque es concreto. En definitiva, la crtica

    gaosiana, mediada por el vitalismo orteguiano, se endereza contra la razn histrica que slo es capaz de aprehender la historia como temporalidad, pero no al hombre como

    sujeto histrico concreto.

    La posicin historicista de Gaos, estrechamente vinculada con su inters por la

    Historia de las ideas hispanoamericanas, es desarrollada en el libro En torno a la

    4 Salazar Bondy, Augusto, Existe una filosofa de nuestra Amrica? Mxico, Siglo XXI, 1968. Zea,

    Leopoldo, La filosofa americana como filosofa sin ms. Mxico, Siglo XXI, 1969. 5 Roig, Arturo Andrs, Bases metodolgicas para el tratamiento de las ideologas, en: VVAA, Hacia

    una filosofa de la liberacin latinoamericana, Buenos Aires, Bonum, 1973. Teora y crtica del

    pensamiento latinoamericano, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, Coleccin Tierra Firme, 1981.

    Narrativa y cotidianidad. La obra de Vladimir Propp a la luz de un cuento ecuatoriano, Quito, Beln,

    Serie Cuadernos de Chasqui, 1984. La historia de las ideas cinco lustros despus, en Revista de Historia de las ideas (edicin facsimilar), Quito, Banco Central del Ecuador, 1984. 6 Cfr. Gaos, Jos, La jornada de Dilthey en Amrica, en: Sobre Ortega y Gasset y otros trabajos de

    historia de las ideas en Espaa y la Amrica espaola, Mxico, Imprenta Universitaria, 1957, 139 a 146. 7 Cfr. Gaos, Jos, El Dilthey de Imaz, en Sobre Ortega y Gasset y otros..., Op. cit., 147 a 163.

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    filosofa mexicana. El objetivo del mismo es lograr una valoracin justa de la filosofa

    mexicana, frente a la opinin generalizada que sostena o bien la inexistencia o bien

    falta de originalidad de dicha filosofa. Para ello es necesario, segn el autor, realizar

    una revisin crtica de la Historia de las ideas en Mxico que implica: a) desmitificar la

    idea de originalidad absoluta de la filosofa; b) reconocer que las ideas filosficas se

    singularizan sobre el fondo de otras ideas a las que se encuentran unidas como los hilos

    de una trama; c) que la Historia de la filosofa se construye desde un presente

    cambiante. Todo ello involucra, por una parte, d) una aproximacin a la problemtica

    del sujeto desde la historicidad; y por otra parte, e) una innovadora caracterizacin del

    mtodo propio de la Historia de las Ideas. Vemoslo ms detalladamente:

    a) Desmitificacin de la idea de originalidad absoluta: Refirindose a la filosofa

    mexicana, Gaos cuestiona la opinin extendida acerca de que los mexicanos si bien han

    realizado desde la poca de la colonia filosofa stricto sensu filosofa en Mxico, no habran sido filsofos originales por cuanto no habran desarrollado una filosofa

    original de Mxico. Semejante manera de pensar, sostiene Gaos, es propia de ideas

    generalizadas universalmente que tienden a considerar que la Historia de la Filosofa

    debe ser historia de los filsofos originales, que tal filosofa es la filosofa sin ms y que

    suele ser calificadas con los gentilicios de las naciones de donde proceden los filsofos

    que las generaron. En esta lnea de razonamiento se caera en el absurdo de considerar

    que la Historia de la Filosofa en Mxico no forma parte de la Historia de la Filosofa.

    Pero, la Historia de la Filosofa no es ms que la Historia de las Ideas filosficas y la

    revisin del concepto y los mtodos de la Historia de las Ideas pone de manifiesto la

    relativa originalidad de toda Filosofa y, consecuentemente, de la Filosofa mexicana.

    Dice Gaos:

    [L]a originalidad de las filosofas objetos de esta Historia es una originalidad

    relativa. No slo en el sentido de que el concepto mismo de originalidad

    comprende una esencial nota de ser original una cosa slo relativamente a

    otra ... sino adems en otro sentido ... que es el que interesa especialmente

    aqu: la originalidad de las distintas filosofas relativamente a las anteriores y

    coetneas no es absoluta, sino simplemente mayor o menor. La grandeza de

    los filsofos se estima, entre otros criterios, por el grado de su originalidad ...

    Filosofas absolutamente originales en relacin a las anteriores, no existen.8

    La opinin acerca de la falta de originalidad de la filosofa mexicana se ha visto

    favorecida por la tendencia a articular la Historia de tal filosofa apelando a categoras

    propias de otros dominios. Se ha generado, de este modo, una suerte de imperialismo de

    las categoras. El mentado imperialismo lo ha ejercido hasta hoy la historia europea en la Historia hecha por los europeos y por los coloniales mentales de los europeos. Desde esta perspectiva la Historia de la Filosofa en Mxico es la historia de las

    importaciones de ideas europeas en Mxico. Pero, la divisin de la Historia de la

    Filosofa en Mxico puede y debe ser realizada mediante categoras autctonas, las cuales ponen de manifiesto que as como se ha importado con espritu colonial, tambin

    se lo ha hecho con espritu de espontaneidad, independencia y personalidad nacional y

    patritica creciente, de modo que tales importaciones han sido fuertemente electivas y

    tambin aportativas, haciendo lugar a la originalidad relativa de las ideas filosficas.

    8 Gaos, Jos, En torno a la filosofa mexicana, Mxico, Alianza Editorial, 1980, p. 46.

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    b) Insercin de las ideas filosficas en el entramado de las efectivas ideas de una

    poca: Gaos reconoce que en los pases de lengua espaola se prefiere la denominacin

    de pensadores, ms que la de filsofos, para designar a las personas que se dedican a la Filosofa. El origen de esta preferencia se encuentra en que tales pensadores han

    ejercido cierto magisterio sobre sus compatriotas, avanzando hasta una efectiva

    intervencin en la vida pblica y ms especficamente en la vida poltica nacional e

    internacional. Razn por la que se diferenciaran de los filsofos puros. Sin embargo, esa diferenciacin no debe ser entendida en menoscabo de los pensadores

    hispanoamericanos, pues, por una parte, las ideas filosficas no existen sino en

    conexin con otras ideas polticas, sociales, econmicas, jurdicas, pedaggicas en el marco de un sistema de referencias mutuas. Por otra parte, no hay propiamente Historia de las ideas abstractas, sostiene Gaos reiterando afirmaciones de Jos Ortega y Gasset:

    una idea es siempre reaccin de un hombre a una determinada situacin de su vida ...

    la idea es una accin que el hombre realiza en vista de una determinada

    circunstancia y con una precisa finalidad. 9

    La Historia de las ideas no es ms que una parte de la historia humana ntegra, con

    sus factores ideales y reales, individuales y colectivos interconectados.

    c) Construccin de la Historia de las ideas en el presente de la historia: La

    Historia de las ideas, como toda Historia, es escrita en el presente de la historia. Ahora

    bien, el presente solo puede ser cabalmente entendido en la medida que pueda

    comprender y sintetizar la historia anterior. Dicho de otro modo, la Historia que se

    escribe en el presente es una manera de ver el pasado; mirada que es en parte resultado

    de ese pasado y en parte atraviesa la comprensin presente del pasado. An ms, esa

    comprensin del pasado est teida por el futuro al que es posible aspirar en el presente.

    Gaos afirma que:

    Lo visto en tan complejo perspectivismo no se reduce a lo presente, sino que se extiende a los respectivos pasado y futuro de cada sucesivo presente ... el pasado es

    obra de cada uno de los sucesivos presentes en vistas de los respectivos futuros, y en

    cuanto en vistas de stos, el pasado y los sucesivos presentes [son] obra de los respectivos futuros mismos. El presente histrico es obra de sus propias pretensiones.

    Y el pasado histrico no es inmutable. 10

    d) Problematizacin de la nocin de sujeto: Al profundizar el perspectivismo,

    nuestro autor hace pie en el problema del sujeto histrico, el hombre, que no es definido

    como poseedor de una naturaleza inmutable, sino por su historicidad. Es decir por el

    dinamismo permanente de tener que habrselas con los problemas de su circunstancia,

    actividad en la que se va creando a s mismo en la bsqueda de soluciones terico-

    prcticas. Esta consideracin de lo humano, problemtico e histrico, pone distancia

    entre el historicismo gaosiano y la perspectiva sistemtica de la historia sostenida tanto

    por Dilthey como por Ortega. Adems permite la apertura al planteo de lo posible, lo

    utpico, ya que la esencia humana no es algo dado y acabado, sino algo por hacer, que orienta como un ideal a la existencia concreta, en las tres dimensiones temporales.

    Pues bien dice Gaos, tener que ir hacindose a s mismo teorizando, en parte sobre s mismo, o tener que ir confeccionando la propia esencia hacindose ideas

    9 Ibdem, p. 20.

    10 Ibdem, p. 69-70.

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    de ella que son otros tantos ideales para el futuro, ... es existir como problema y

    resolucin del mismo o existir pura y simplemente, ... El problema implica la dualidad dinmica de una realidad valorada de insuficiente y un ideal valorado de

    suficiente relativamente: aquella realidad empuja hacia ms all de ella; el ideal tira hacia l.

    11

    Se trata, como hemos visto, de un sujeto histrico que se configura a s mismo y al

    mundo en la medida que al enfrentarse con las cosas las semantiza por medio del

    lenguaje: palabras y categoras entendidas como mediaciones del sujeto frente al

    mundo.

    De la consideracin gaosiana del sujeto se desprenden dos elementos que juegan

    un papel importante en la renovacin metodolgica del historicismo tal como es

    aplicada al estudio de la Historia de las ideas hispanoamericanas. Ellos son, por un lado,

    concebir el anlisis de las ideas del pasado como un dilogo entre dos sujetos diferentes,

    cada uno a partir de su respectiva circunstancia de modo que cada uno es afirmado en su

    historicidad. A diferencia de la posicin de Gaos, tanto en la comprensin diltheyana como en el altruismo intelectual preconizado por Ortega, el sujeto historiador resulta paradjicamente deshistorizado a favor de la mostracin del sentido nico de la historia.

    Por otro lado, sealar el fenmeno de la mediacin como un proceso por el cual el

    sujeto histrico objetiva el mundo reemplazando los objetos por las palabras, en el caso

    particular de la filosofa, por las categoras.

    e) Caracterizacin del mtodo de la Historia de las ideas: En la exposicin del

    mtodo, Gaos especifica tres momentos. El primero consiste en la seleccin de fuentes.

    Son fuentes de la Historia de las ideas todas las expresiones de ideas que puedan ser

    conocidas, con preeminencia indiscutible de los libros, manuscritos, impresos, etctera,

    que constituyen los textos por excelencia de la Historia de las ideas. Pero tambin son textos las ideas expresadas oralmente, los documentos pblicos o domsticos, las cartas;

    con lo cual advertimos una interesante ampliacin de la nocin tradicional de texto filosfico. Adems, los textos orales o escritos pueden ser directos, en cuanto expresin de las ideas actuales de los autores, e indirectos, en cuanto expresin de las

    ideas anteriores de los autores o ajenas12

    , con esto se anticipa, en cierta manera, la

    problemtica del dialogismo interno o intertextualidad, esto es la presencia de otros

    textos, anteriores o actuales, interactuando con el texto presente. La problemtica de la

    intertextualidad ha sido ricamente desarrollada por la semitica contempornea a partir

    de los estudios de Mijail Bajtin13

    . En esta lnea, Julia Kristeva ha trabajado la

    intertextualidad apelando a la nocin de relacin anafrica. Dice Kristeva:

    La anfora: conexin semntica complementaria, sita la lengua en el texto, y el

    texto en el espacio social que, entrando en una relacin anafrica, se presenta

    tambin como texto. Podemos decir ahora que el texto es un instrumento en el que

    las unidades semnticas de la cadena lingstica (palabras, expresiones, frases, prrafos) se abren en volumen ponindose en relacin, a travs de la superficie

    estructurada del habla, con la infinidad de prcticas translingsticas. Esas unidades

    pueden leerse tambin como una secuencia lineal de categoras lingsticas, pero de

    11

    Ibdem, p. 100. 12

    Ibdem, p. 26. 13

    Cfr. Bajtin, Mijail, La palabra en Dostoievski, en: Problemas de la potica de Dostoievski. Traduccin de Tatiana Bubnova, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1986, 253 378.

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    hecho remiten a textos fuera del texto presente y no toman su significacin ms que

    como enchufes con ese texto-fuera-del-texto-presente.14

    Efectivamente, en el marco del pensamiento gaosiano cabe destacar que, siendo el

    objeto de la filosofa las expresiones orales o escritas, o sea los textos, se distinguen dos

    casos: por una parte, cuando se objetivan nicamente las cosas designadas por esas

    expresiones, a lo que Gaos llama posicin directa; y por otra parte, cuando se produce

    la objetivacin de las expresiones mismas, apelando para ello a signos grficos

    (entrecomillado), a entonaciones de la voz, o a otras expresiones introductorias de

    aquellas que son objetivadas, en este caso se trata de expresiones en posicin refleja.15

    Al introducir el anlisis de las expresiones en posicin refleja, Gaos anticipa en la

    prctica, aunque no desarrolla tericamente como problemtica de la Historia de las

    Ideas, la cuestin de los discursos referidos en el discurso presente. Esto es, la presencia

    de un enunciado, extrado de su contexto original, en otro enunciado y en otro contexto.

    As se pone de manifiesto en la construccin resultante el contraste entre dos actos de

    habla diferentes y sus implicaciones contextuales16

    , lo cual permite acceder al estudio

    de lo ideolgico.

    Volviendo al primer momento del mtodo gaosiano, la seleccin de textos es

    realizada por el historiador a partir de los documentos materialmente cognoscibles,

    sobre la base de sus intereses. Pueden distinguirse, entonces, dos fases: la de

    descubrimiento o invencin de los textos y la de estudio de los mismos. La invencin es fundamentalmente obra de los intereses de los historiadores17, supone, por tanto, un momento electivo previo, realizado sobre la base de los criterios valorativos decididos

    por el investigador, y con ello se filtra su ideologa personal o la de la corriente en la

    que se inscribe. Gaos, pone as, en tela de juicio la pretendida objetividad y validez

    universal de la ciencia histrica y, en general, de las ciencias humanas, lo cual

    constituye un acierto. Aunque la cuestin de la ideologa queda reducida a un problema

    que atae solo a la experiencia subjetiva de ciertos aspectos circunstancialmente

    condicionados (intereses, emociones y mociones), a partir de los cuales el sujeto

    sintetiza la realidad social, cultural e histrica. Se produce, as, una generalizacin que

    slo reconoce la diversidad de los puntos de vista de cada historiador, con el slo

    imperativo de esforzarse por ser consciente de los conocimientos y pensamientos

    previos con los que se afronta la historia y estar dispuesto a cambiar el modo de pensar

    y hacerlo efectivamente si fuera necesario. Esto nos permite afirmar que Gaos produce

    una psicologizacin del problema ideolgico, dejando en segundo plano otras

    dimensiones: poltica, econmica, social.

    El anlisis de los textos es el segundo momento del mtodo propuesto por el

    espaol transterrado. Consiste en la crtica de su autenticidad y de su valor como fuente de conocimiento, y en el anlisis de lo que dicen. Dicho Anlisis se hace

    con vistas a registrar todas las ideas y todos los datos acerca de las circunstancias

    de stas interesantes ideas y datos- bajo el punto de vista del historiador... Pero el

    14

    Kristeva, Julia, Semitica I, 2 edicin, Caracas, Fundamentos, 1981, p. 105-106. 15

    Gaos, Jos, De la filosofa, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1962, 43 y ss. 16

    Segn la definicin de Valentn Voloshinov el discurso referido es un discurso dentro del discurso, un enunciado dentro del enunciado y, al mismo tiempo, discurso acerca del discurso y enunciado acerca del

    enunciado. VOLOSHINOV, V., El signo ideolgico y la filosofa del lenguaje, Buenos Aires, Nueva Visin, 1976, p. 13. 17

    Gaos, Jos, En torno a la filosofa mexicana, op. cit., p. 27

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    texto, cualquiera sea su objeto, es, adems, fuente de conocimiento, en alguna

    medida, de su sujeto: el autor y sus circunstancias, integrantes de las circunstancias de las ideas.

    18

    En el anlisis, tal como es considerado por Gaos, advertimos, por una parte, que el

    texto, la palabra escrita con intencin comunicativa, es el lugar a partir del cual se

    entabla el dilogo entre destinador (sujeto autor del texto) y destinatario (en este caso el

    sujeto historiador). Sujetos diferentes, con sendos intereses, emociones y mociones,

    cuyas circunstancias son tambin diferentes. De modo que lo expresado en el texto no

    significa necesariamente lo mismo para ambos sujetos, toda expresin es ambigua,

    susceptible de tantas interpretaciones cuantos sean los dilogos que el texto suscite en

    cada encuentro escritor-lector. Frente a la hermenutica clsica que slo admite un

    sentido nico del texto, Gaos propone una comprensin conjetural.

    En las expresiones, as mmicas como verbales, se da el fenmeno de la

    ambigedad y del ser equvocas: en los casos de ciertas expresiones, sea por ellas mismas, sea, ms bien, por ellas en funcin de circunstancias de la situacin...

    la comprensin acaso de toda expresin, verbal y ya mmica, implica alguna

    interpretacin, especie de comprensin conjetural que suele quedarse a ms o menos distancia de la comprensin evidentemente cierta de lo comprendido; en

    ello consiste el arte y la ciencia de la Hermenutica.19

    Por otra parte, el texto remite al autor y a su circunstancia. El autor, en tanto

    sujeto histrico, expresa en el contenido del texto sus propios intereses y puntos de

    vista, sus valoraciones; puede o no referir valoraciones contrarias, con respecto a las

    cuales exprese o no sus discrepancias. Pero en todos los casos el sujeto historiador

    puede reconstruirlas hasta donde le es posible. Se insina as la posibilidad de leer a

    travs del texto el contexto epocal del autor.

    El anlisis dice Gaos hecho con vistas a registrar todas las ideas y todos los datos acerca de las circunstancias de estas interesantes bajo el punto de vista del

    historiador, conduce de suyo a una sntesis de sus resultados. Las distintas ideas y

    datos presentan afinidades y discrepancias que las unen y separan en distintos

    grupos; estos presentan a su vez relaciones de condicionamiento de unos por otros.

    Tales agrupaciones y condicionamientos representan una reconstruccin de la

    estructura dinmica tenida en realidad por una parcela de la historia de las ideas;

    una reconstruccin que apunta a la insercin de la parcela en la totalidad de la

    historia y de la historia una.20

    La sntesis de los resultados del anlisis no es suficiente para una Historia de las

    ideas. Es necesario en el tercer momento del mtodo proceder a una sntesis de grado

    superior, que consiste en la narracin de aquellos resultados a travs de sus

    articulaciones, esto es una sntesis histrica en la que encarna la Historia (con

    mayscula, para hacer referencia a la ciencia histrica).

    La historia es en s misma una estructura dinmica, que resulta desarticulada por

    el anlisis a que la somete la Historia. La rearticulacin o reconstruccin puede

    efectuarla el historiador segn distintos criterios: por pocas, por pases, por ideas. Los

    conceptos que utiliza para ello son categoras autctonas de cada territorio del ser.

    Pero, como ya se vio, existe la tendencia a extender categoras de un territorio a otro

    18

    Ibdem, p. 28. 19

    Gaos, Jos, De la filosofa, op. cit., p. 38). 20

    Gaos, Jos, En torno a la filosofa mexicana, op. cit., p. 28-29.

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    como consecuencia del imperialismo de las categoras, del cual constituye un caso

    particular la divisin de la historia de un pas conforme a la divisin de la historia

    universal; llamada universal, no tanto por serlo efectivamente sino por el mismo

    imperialismo de las categoras.

    Gaos reclama la utilizacin de categoras autctonas para cada parte de la

    historia, y categoras conectivas de aquellas para la articulacin en un grado superior de

    universalidad. Una ms justa integracin estara dada por la

    divisin autctona de la historia del pas e incorporacin o integracin de la

    autnticamente universal con la del pas y las de los dems. Implica concebir

    desniveles trmino entendido aqu como puramente descriptivo y no estimativo- entre las historias de los distintos pases.

    21

    No es ajena a la articulacin, la interpretacin de la historia, que involucra

    conceptuaciones. El trmino conceptuaciones posee una conveniente dualidad de acepciones: lgica y axiolgica, es decir que comprende al mismo tiempo operaciones

    intelectuales y valoraciones enraizadas en los intereses. Una vez ms queda indicado el

    problema de lo ideolgico a nivel del sujeto individual de intelecciones y valoraciones,

    que es el historiador.

    En sntesis, en el historicismo que Gaos aplica al estudio de las ideas

    hispanoamericanas encontramos los rasgos de la madurez, ya que por una parte, acenta

    la historicidad del sujeto intentando superar los vicios esencialistas; y por otra parte,

    confirma la originalidad del pensamiento hispanoamericano, a partir de la relativizacin

    de la nocin de originalidad. Todo ello le permite avanzar en la propuesta metodolgica

    sobre aspectos sumamente interesantes, tales como: la ampliacin de la nocin de texto

    en lo que se refiere a los documentos para la Historia de las Ideas, incorporando las

    problemticas del dialogismo interno y de las expresiones en posicin refleja, que lo

    aproxima a la cuestin de los discursos referidos; la invencin de textos sobre la base de los intereses del historiador; la consideracin del texto como lugar de encuentro, de

    dilogo entre el autor y el historiador (lector), que abre la posibilidad de mltiples

    interpretaciones, es decir de la interpretacin conjetural que permite superar la clausura del texto impuesta por la hermenutica clsica; la posibilidad de leer a travs

    del texto el contexto epocal del autor; la crtica al imperialismo de las categoras y la

    utilizacin de categoras autctonas para la articulacin de la Historia.

    El historicismo frente a sus propios lmites. La polmica entre Augusto Salazar

    Bondy y Leopoldo Zea

    En 1968, el peruano Augusto Salazar Bondy publica un provocativo libro

    titulado Existe una filosofa de nuestra Amrica?, en el que sostiene la tesis de que la

    filosofa entre nosotros no ha sido ni original ni autntica, sino que apenas ha mostrado

    cierta peculiaridad. Y esto es atribuido por el autor a causas estructurales: el

    subdesarrollo, la dependencia y la dominacin que han permeado todas las expresiones

    culturales de nuestros pases. Una filosofa autntica y original debera, segn Salazar,

    ser mensajera del alba, en la medida que se diera a la tarea de preparar las

    21

    Ibdem, p. 34-35.

  • 9

    herramientas tericas y crticas que permitieran superar esa situacin en un sentido

    liberador.

    La negacin de originalidad y autenticidad de nuestro pasado intelectual

    moviliz varias respuesta, entre ellas la de Leopoldo Zea, a travs de otro libro

    publicado en 1969 y titulado La filosofa americana como filosofa sin ms. En el cual

    la argumentacin gira en torno de un par de elementos que vienen a enriquecer la

    problemtica sin que ello signifique cancelar la polmica. Estos elementos son, en

    primer lugar, la afirmacin de que existe y ha existido una filosofa latinoamericana

    autntica, aceptando la concepcin de filosofa como ideologa en el sentido mannheimniano; y en segundo lugar, la advertencia acerca del riesgo que supone la

    actitud ingenua de partir siempre de cero, con lo que queda relativizada la nocin de originalidad.

    Consideramos que, ms all del intento de determinar si la polmica queda o no

    cancelada, el slo hecho de haberse suscitado marc un hito importante en nuestra

    Historia de las Ideas. Arturo Andrs Roig sostiene que el provocativo libro del pensador

    peruano seal el momento eje de la gran mutacin, su actitud hipercrtica tuvo un efecto purificador que permiti la apertura de nuevas posibilidades en el camino que

    pareca sin salidas y destinado a reiterarse.22

    Efectivamente, la polmica cerr un ciclo que estuvo signado terica y

    metodolgicamente por el historicismo y el circunstancialismo, cuyas insuficiencias y

    limitaciones se pusieron de manifiesto.

    Entre los resultados positivos que se desprenden del marco de la polmica nos

    interesa destacar que:

    - Desde el punto de vista metodolgico, la incorporacin de elementos provenientes de la filosofa analtica y del lenguaje abri las puertas para explorar las

    ricas posibilidades instrumentales de la lingstica, la teora del texto y la semitica.

    - El haber asumido la problemtica de la dependencia permiti colocar sobre reales bases materiales, histricas y socio-econmicas, el tratamiento de las ideas.

    - La Historia de las Ideas se vio enriquecida, tambin, por los aportes de la teora crtica de las ideologas y por el desarrollo de la amplia problemtica sobre la crisis de

    la moderna subjetividad, ambos crticamente incorporados.

    Todo ello signific:

    - La necesidad de trascender los marcos acadmicos dentro de los cuales se cultiva tradicionalmente la Historia de las Ideas.

    - La conveniencia de no circunscribir esta disciplina exclusivamente al mbito de lo filosfico, reiterada expresin de deseo que no siempre ha sido adecuadamente

    interpretada, es decir, que no se trata de poner unas junto a otras ideas concernientes a

    distintos campos epistemolgicos, sino de advertir que stas no son ms que el producto

    expresado de una praxis histrica previa.

    - Lo cual coloca al historiador/filsofo frente a la tarea inexcusable de precisar nuevas categoras, tanto a nivel terico como metodolgico, para penetrar la realidad

    latinoamericana a travs de sus ideas.

    22

    Cfr. Roig, Arturo Andrs, Narrativa y cotidianidad, op. cit., p. XV y ss.

  • 10

    Al realizar un balance de la disciplina, Arturo Ardao, en un artculo de 1959, Dos

    dcadas de pensamiento americanista, seala su especificidad: no se trata simplemente

    de historiar ideas provenientes del mbito de la filosofa acadmica, sino que

    trascendindolo, abarca ... todo el viviente problema de Amrica, de su naturaleza y destino como entidad histrica. La Historia de las Ideas se constituye, entonces, como una corriente de pensamiento organizada como historiografa, con cierta preeminencia

    de las ideas filosficas, sin descuidar la relacin con la realidad social, nacional y

    regional en la que surgen.23

    La incorporacin de la cuestin de la dependencia, por un lado, y la revisin de la

    concepcin de lo ideolgico, por otro, condujo a replanteos de orden terico-

    metodolgico, que posteriormente quedaron plasmados en las recomendaciones

    surgidas de la Reunin de Expertos sobre Historia de las Ideas en Amrica Latina.

    Dicha reunin, convocada por la UNESCO, tuvo lugar en Mxico entre el 6 y el 14 de

    septiembre de 1974 y tuvo como objetivo elaborar el temario para la obra Amrica

    Latina en sus ideas.24

    Esta obra fue concebida como un estudio que expresara el

    esfuerzo de una sociedad para entenderse y explicarse, generando los sistemas que

    orientan su existencia, forman la conciencia de los hombres y propician su accin. Se

    sealaba como principal esfuerzo de los pueblos latinoamericanos, en ese momento, la

    exigencia de lograr una Amrica Latina unida y liberada interna y externamente, al

    servicio de la humanidad. Tal exigencia se mantiene vigente an hoy, en el contexto de

    la globalizacin econmica, de las tecnologas de la informacin y de profundos

    procesos de exclusin social que se han vivido y se viven en Amrica Latina. Igual

    vigencia tienen las principales oposiciones, que segn se seal en aquella oportunidad,

    atraviesan la problemtica realidad latinoamericana: dependencia-liberacin, identidad-

    diversidad. As tambin, se plante la cuestin de la ubicacin de Amrica Latina en el

    mundo, que surge en estrecha vinculacin con las respuestas dadas a las contradicciones

    mencionadas. La Comisin estuvo integrada por Arturo Ardao (Uruguay), Roberto

    Fernndez Retamar (Cuba), Guillermo Francovich (Bolivia), Francisco Mir Quesada

    (Per), Luis Navarro de Brito (Brasil), Javier Ocampo (Colombia), Elas Pino

    (Venezuela), Jos Antonio Portuondo (Cuba), Arturo Andrs Roig (Argentina),

    Abelardo Villegas (Mxico), Ramn Xirau (Mxico) y Leopoldo Zea (Mxico). Esta

    Comisin elabor un conjunto de recomendaciones metodolgicas que, ms all del

    objetivo inmediato de organizar la publicacin antes referida, contribuyeron a

    sistematizar y orientar los estudios de nuestra historia de las ideas. Esas

    recomendaciones son:

    1. Partir de una concepcin de la idea entendida como un elemento significativo

    que integra una estructura ms amplia, con todas las connotaciones de ste

    ltimo trmino (econmicas, polticas, etc.), dando cabida adems a las ideas en

    sus diversas manifestaciones: filosofemas, vivencia, ideologas, concepciones

    del mundo, etc.

    2. Aplicar un tratamiento dialctico a la historia de las ideas, subrayando principalmente dos aspectos: la conveniencia de encararla desde nuestro presente

    y la necesidad de sealar a la vez los condicionamientos sociales y el poder

    transformador de la idea.

    23

    Cfr. Ardao, Arturo, La filosofa de lengua espaola, op. cit. 24

    Cfr. Zea, Leopoldo (Editor), Amrica Latina en sus ideas, Mxico, Siglo XXI-UNESCO, 1986.

  • 11

    3. No abordar la historia de las ideas como historia acadmica, abrindose a la incorporacin de las ideologas y en particular la de los grandes movimientos de

    liberacin e integracin latinoamericana, frente a las ideologas de dominacin.

    4. Encarar la historia de las ideas no a partir de campos epistemolgicos (filosofa, pedagoga, etc.) sino de problemas concretos latinoamericanos y las respuestas

    dadas a cada uno de ellos desde aquellos campos.

    5. Tratar todo desarrollo de historia de las ideas latinoamericanas a partir del supuesto de la unidad del proceso histrico de Latinoamrica, y avanzar, ms

    all de una historia de las ideas de tipo nacional, hacia una ms amplia de

    regiones continentales.

    6. Sealar en lo posible la funcin de las influencias en relacin con los procesos

    histricos propios y dar preferencia a la historia de las ideas entendida como

    historia de la conciencia social latinoamericana.25

    A partir de entonces, sin desconocer la tradicin gaosiana, pero enriquecindola,

    la idea es considerada como elemento significativo que remite a una red ms amplia de

    conexiones, apuntando a su significacin social. No se las encara como ya pensadas

    sino que discurriendo desde cada presente, se intenta subrayar el papel transformador de

    las ideas en la conflictiva trama de relaciones socio-histricas.

    Una propuesta de ampliacin terico-metodolgica: Arturo Andrs Roig

    Ahora bien, los desafos actuales de la Historia de las Ideas nos coloca frente a la

    necesidad de explorar alternativas metodolgicas, que permitan incorporar, no sin

    crtica, los resultados ms perfilados del conocimiento universal, segn la exigencia de

    Salazar Bondy. Si, como sostena Gaos, el texto es por antonomasia el documento a

    partir del cual trabaja la Historia de las Ideas, entonces es indispensable incursionar en

    los avances ms recientes de la Lingstica, la Teora del Texto y la Semitica con el

    objeto de seleccionar e incorporar crticamente aquellos elementos que constituyan un

    aporte instrumentalmente vlido en el sentido de una ampliacin metodolgica. Este

    camino ha sido fecundado por la labor desplegada desde la dcada de los 70 por Arturo Andrs Roig y plasmada en diversos artculos Bases metodolgicas para el tratamiento de las ideologas (1973), La historia de las ideas cinco lustros despus (1984), y libros tales como: Teora y crtica del pensamiento latinoamericano (1981), Narrativa y cotidianidad (1984), Rostro y filosofa de Amrica Latina (1993), entre

    otros.

    Ya que la Historia de las Ideas Latinoamericanas trabaja fundamentalmente

    sobre los textos, o sobre las diversas formas de produccin simblica que pueden ser

    consideradas como textos, es necesario replantear un modo de lectura que busque en

    esos textos no slo las ideas all expresadas, sino tambin las refracciones, reflejos,

    distorsiones de la vida social, es decir, un modo de lectura que atienda a la relacin

    dialgica entre texto y contexto, permitiendo abordar el problema de la presencia de lo

    ideolgico tanto en el contenido como en la forma del discurso, puesto que ambos estn

    25

    Reunin de expertos sobre historia de las ideas en Amrica Latina, en: Revista de Filosofa

    Latinoamericana, Tomo I, N 2, Buenos Aires, Ediciones Castaeda, julio diciembre de 1975. Seccin: Crnica Latinoamericana, 287 289.

  • 12

    relacionados con los sistemas de cdigos que regulan la organizacin del discurso y las

    formas de convivencia social, poltica, econmica.

    En el artculo de 1973, Roig se ocupa del tratamiento de Filosofa e Ideologas dentro de una Historia del Pensamiento Latinoamericano. Sostiene que puede pensarse toda la historia de la filosofa como un esfuerzo por desenmascarar la ambigedad del

    trmino filosofa. Ello implica tanto formas de saber crtico como de saber ideolgico, lo cual remite a cierta manera de entender el concepto. El filsofo

    mendocino sienta las bases de la ampliacin metodolgica en contraposicin a la

    moderna filosofa de la conciencia (o del concepto). Para Kant y Hegel, herederos del

    cogito cartesiano no caba dudar de la transparencia de la conciencia; para ellos lo

    ideolgico consista en una realidad extraa al concepto. Fueron los grandes filsofos

    de la denuncia Marx, Nietzsche, Freud quienes provocaron la crisis definitiva de la filosofa del sujeto (o del concepto) y el abandono concomitante de la filosofa como

    teora de la Libertad para dar paso a la filosofa como liberacin.

    El paso de la una a la otra, implica necesariamente un cambio metodolgico dentro de la historiografa filosfica que puede ser caracterizado en breves palabras como un intento de reestructuracin de la historia de las ideas a partir de

    una ampliacin metodolgica que tenga en cuenta el sistema de conexiones dentro

    del cual la filosofa es tan slo un momento.26

    Para comprender la naturaleza de la filosofa dentro de un sistema de

    conexiones es pertinente partir de la nocin de estructura histrica y de la

    determinacin de la funcin propia de la filosofa en ella. Dicha funcin consiste en la

    reformulacin de la estructura, cuya formulacin est dada por la estructura misma en

    cuanto facticidad. Ahora bien, la reformulacin puede concluir en una totalidad

    objetiva cerrada, justificadora de la estructura social (v. gr. la filosofa del derecho de

    Hegel), o en una totalidad objetiva abierta, que no oculte lo histrico ni impida la

    presencia de lo nuevo y su poder transformador.

    Para Hegel la libertad de pensamiento no es extraa a la libertad poltica. Filosofa y poltica aparecen desde sus orgenes instaladas en un sistema de conexiones.

    La libertad de pensamiento surge cuando el absoluto ha sido pensado no ya como

    representacin sino como concepto, con lo que comienza la filosofa. Cuando el

    individuo piensa como tal en lo universal, han aparecido a la vez el Estado y la libertad

    poltica. En ambos casos la libertad supone la negacin de lo particular, lo sensible, lo

    existencial y su incorporacin en una totalidad objetiva esencial. Segn explica Roig,

    esta trasposicin e incorporacin dialctica de la existencia en la esencia, de la

    representacin en el concepto, muestra que para Hegel la conexin entre filosofa y

    poltica es posible porque ambos trminos son homogneos en la medida que son

    reductibles a pensamiento.

    La preeminencia de la esencia respecto de la existencia, le permite pues a Hegel organizar el sistema de conexiones mediante una reduccin y nos plantea a

    26

    Roig, Arturo Andrs, Bases metodolgicas para el tratamiento de las ideologa, en VVAA., Hacia una filosofa de la liberacin latinoamericana, Buenos Aires, Bonum, 1973, p. 218.

  • 13

    nosotros el problema de la naturaleza de esa reduccin a partir de los presupuestos

    de nuestra filosofa del objeto y de nuestra valoracin de la existencia.27

    Si, a deferencia de Hegel, se reconoce la imposibilidad de cancelar la conciencia

    sensible y el tiempo, entonces la constitucin de una filosofa latinoamericana, y la

    ampliacin metodolgica que ella exige, es entendida formalmente como una especie

    de antimodelo, contrapuesto al de la filosofa del sujeto. Para ello Roig lleva adelante

    una denuncia del concepto, mediante el estudio de sus funciones intrnsecas, las de

    integracin y de ruptura.

    En Hegel el concepto cumple la funcin de integracin en cuanto circularidad

    perfecta en la que queda comprendido lo singular de modo transparente, y es alcanzada

    en grado mximo por el concepto en cuanto idea ( 213 de la Lgica, en la Enciclopedia). La funcin de ruptura es posible para Hegel exclusivamente en la

    representacin, es decir, fuera del concepto. En todo filosofema que es un modo general

    de representacin de lo verdadero, hay una separacin interior, una quiebra o ruptura

    que impide la coincidencia de forma y contenido. En el pensar conceptual, forma y

    contenido son integrados en uno. En el filosofema, el contenido es expresado en la

    forma de la representacin y, por tanto, lo sensible aparece como recubriendo o

    encubriendo lo absoluto. Surge aqu el tema de la alienacin alienacin del Espritu en lo sensible como resultado del encubrimiento y la ruptura. La ruptura es siempre externa al concepto, lo que permite a Hegel diferenciar entre saber vulgar y saber

    filosfico. Los filosofemas con que construye su filosofa el vulgo no pueden entrar en la historia de la filosofa, pues se caera en una ampliacin indebida, verdadera

    exterioridad y decadencia de la lgica. Sin embargo dice Roig esa ampliacin es la que deberamos intentar, en otras palabras, deberamos tratar mostrar cmo las

    funciones de integracin y ruptura son ambas funciones internas del concepto

    mismo.28

    En Hegel, lo que interfiere (lo particular, lo singular, la intuicin, el sentimiento,

    la imagen, los intereses privados) encubre el verdadero sentido del pensar. Cuando la

    conciencia supera la valla y pasa de la representacin al concepto, entonces ejerce

    libremente su funcin de integracin. En las filosofas de la denuncia se niega la

    posibilidad de tal paso en cuanto que el valor que se atribua a lo particular abarca a la

    conciencia misma, que es objeto de duda y sospecha en la medida que no son

    transparentes en ser y pensar, sino que tanto pueden manifestar como ocultar o

    encubrir. Ya no se trata de una inter-posicin entre la conciencia y su objeto, sino de

    una posicin de la conciencia por la que el objeto resulta oscurecido por un acto mismo

    del ser consciente. Surge as la conciencia falsa o culposa.

    Ya no se trata pues de una crtica del conocimiento que desprenda al concepto de todos los acarreos sensibles propios de la representacin, sino de una autocrtica de la conciencia que descubra los modos de ocultar manifestar. La filosofa ser por tanto crtica en la medida que sea autocrtica. En otras palabras, en este

    nivel de profundizacin de la nocin de ruptura, el problema de las funciones de

    ruptura e integracin en cuanto propias ambas del concepto, no es ya un problema

    27

    Ibdem, p. 220. 28

    Ibdem, p. 222.

  • 14

    gnoseolgico, sino un problema moral, slo visible a partir del despertar de la

    conciencia de alteridad dentro de la estructura de la conciencia social.29

    La conciencia de alteridad, donde enraza toda filosofa de la liberacin, es un

    estado de nimo originario en cuanto surge como modo de la conciencia condicionada

    por las contradicciones que la oprimen en su desarrollo. Por eso se constituye como una

    respuesta a la opresin, la marginacin, el dolor, el hambre, el desprecio y tiene su

    origen en un sentido negativo, con toda la fuerza que la negacin tiene en cuanto motor

    dialctico.

    As, se concluye para el pensamiento latinoamericano la necesidad de rehacer

    toda su historia, despojndola de su academicismo pretendidamente apoltico,

    proponiendo nuevos mtodos de lectura del discurso filosfico en su relacin con otros

    discursos, especialmente con el discurso poltico, y abandonado el seudo-problema de

    la existencia de una filosofa latinoamericana.

    Por otra parte, avanzando en la propuesta de ampliacin metodolgica, Roig

    acua la nocin de universo discursivo para aludir a la totalidad de los discursos reales y

    posibles en una poca y lugar dados:

    Ese universo es expresin, manifestacin o reflejo de las contradicciones y de la conflictividad que son propias de la realidad social. Atendiendo a esto se puede

    afirmar que hay siempre un discurso actual o potencial antittico respecto de otro,

    por lo general el vigente.30

    De modo que un texto contiene, junto al discurso del autor, una multiplicidad de

    discursos eludidos o silenciados. La nocin de universo discursivo reclama, para ser

    entendida en forma mas acabada, la de universo de lo real. Ello no implica, sin

    embargo, considerar los hechos de la vida cotidiana sociales, polticos, econmicos, religiosos en bruto, pues estos se presentan siempre mediados por el lenguaje. Es decir que no existen los hechos desnudos sino asumidos en formas discursivas organizadas en

    sistemas codales marcados valorativamente.

    Previo por tanto a una confrontacin de aspectos de la realidad, con sus correlativos contenidos dentro del discurso, se hace necesaria una confrontacin entre el sistema de relaciones sociales y los sistemas de cdigos de los cuales

    depende todo discurso, cuya estructura ltima se enuncia fundamentalmente en

    juicios de valor, a los que quedan supeditados los juicios de realidad. Momento

    investigativo ste en el que siempre se dar inevitablemente una mediacin, por

    cuanto el sistema de relaciones sociales no lo captaremos nunca en bruto, pero que

    abre las puertas para dar el paso del lenguaje cotidiano, propio de la conciencia

    ordinaria, al lenguaje cientfico, al colocarnos en la fuente donde se organiza el

    mundo de sentidos.31

    La vida cotidiana y el saber cotidiano constituyen el suelo donde arraigan las

    llamadas formas superiores del saber. Est integrada por el conjunto de actividades a

    29

    Ibdem, p. 228. 30

    Roig, Arturo Andrs, Narrativa y cotidianidad, op. cit., p. 15. 31

    Roig, Arturo Andrs, Teora y crtica del pensamiento latinoamericanos, op. cit. p. 42.

  • 15

    travs de las cuales los hombres reproducen su vida particular, pero tambin incluye

    aquellas actividades, que crean nuevas posibilidades de produccin y reproduccin

    social. De ah que el tiempo de la cotidianidad no sea meramente repetitivo, cclico. Es

    posible, entonces, examinar la vida cotidiana desde el punto de vista de su relativa

    continuidad. En este caso constatamos procesos de socializacin y adecuacin, por los

    cuales los hombres se apropian del mundo en el que se encuentran como ya constituido.

    Pero, en esos mismos procesos se determinan, adems, nuevas categoras de

    aproximacin al mundo, que posteriormente se despliegan o se conservan o envejecen.

    Es decir, que la vida cotidiana tambin tiene historia. Esta afirmacin es posible, no slo

    por el hecho comprobado de que las revoluciones sociales afectan y modifican

    radicalmente la vida cotidiana, sino porque, a menudo, los cambios se manifiestan en el

    nivel de lo cotidiano, en sus relaciones, quehaceres y valoraciones, antes que en el nivel

    macrohistrico. En este sentido la vida cotidiana no slo tiene historia sino que en

    muchos aspectos es el fermento de la historia.32

    Segn los modos de valoracin de la cotidianidad, emergen diversas formas

    discursivas, ms o menos estructuradas como textos. As, si la vida cotidiana es

    valorada positivamente por la totalidad de los sujetos, en el sentido de presentarse como

    una suerte de armona entre las partes y el todo, se da lugar a discursos justificadores

    del ordenamiento social. Si, en cambio, para algunos sujetos la valoracin de lo

    cotidiano resulta ms a menos negativa, se originan discursos crticos que subrayan las

    contradicciones y acentan algn aspecto negativo de la totalidad. Esto implica el

    reconocimiento de conflictos multipolares que coexisten con las contradicciones

    sociales bsicas. Roig llama anti-discurso o discurso en lugar de al que se construye por

    la simple inversin de la jerarqua de valores del discurso vigente, mientras que el

    discurso contrario es aquel que se organiza sobre la determinacin crtica de los

    supuestos del discurso vigente y sobre una fundamentacin axiolgica superadora de las

    formas de dominacin, en el sentido propio de un discurso liberador.

    ... la historia de los discursos que se intente sobre este criterio dice Roig, exige una investigacin de la totalidad discursiva de una sociedad determinada en un

    tiempo dado, hecho que obliga a ampliar el concepto mismo de discurso, reducido tradicionalmente a lo textual. No siempre el discurso contrario ha sido expresado de la misma manera y en ms de un caso se encuentra implcito ms que

    explcito, en formas discursivas que abarcan las ms diversas modalidades

    expresivas de una determinada sociedad.33

    A partir del reconocimiento de la relacin dialctica entre sociedad y

    discursividad es posible abordar, en el entramado textual de las ideas, el carcter

    ideolgico de todo texto. Avanzando sobre las funciones del lenguaje comunicativo

    sealadas por Jakobson, Roig distingue dos funciones especficamente ideolgicas.

    Ellas son las funciones de apoyo y de historizacin - deshistorizacin. La primera tiende

    a privilegiar ciertos discursos remitindolos a un fundamento absoluto y la segunda a

    ocultar el carcter histrico de los discursos.34

    32

    Cfr. Heller, Agnes, Sociologa de la vida cotidiana, Barcelona, Pennsula, 1977. Lafebvre, Henri,

    Crtica de la vida cotidiana. Obras I y II, Buenos Aires, Pea y Lillo, 1967. 33

    Roig, Arturo Andrs, Teora y crtica del pensamiento latinoamericano, op. cit. p. 43. 34

    (Roig, A., 1984, 9 a 23).

  • 16

    En relacin con la acentuacin de los distintos momentos de la temporalidad,

    podemos complementar el anlisis diferenciando funciones sociales del discurso. De

    modo que, si el acento se coloca en el presente, la funcin social del discurso tender a

    ser integradora; si se hace hincapi en el pasado, su funcin ser predominantemente

    apocalptica, esto es considerar que todo futuro ser catico a menos que se restaure el

    orden valorativo del pasado, clausurando de esta manera toda posibilidad de novedad

    histrica; si, finalmente, se subraya el futuro, se dar lugar a la posibilidad de otro

    discurso, diferente, nuevo, cuya funcin consiste en presionar sobre los lmites de la

    totalidad presente, abrindose a la alteridad como utopa.

    En sntesis, tras la polmica entre Augusto Salazar Bondy y Leopoldo Zea se

    pusieron de manifiesto, por una parte, los lmites ontologistas del historicismo y el

    circunstancialismo para el trabajo en el campo de la Historia de las ideas

    latinoamericanas; por otra parte, la necesidad de desplazar el foco de atencin desde la

    idea hacia el sujeto portador de las mismas, entendido como sujeto histrico sumergido

    en la trama conflictiva de las relaciones sociales. Esto es, abandonar el mundo de las ideas para ocuparse con las ideas expresadas en discursos por sujetos concretos que pugnan por conocer y transformar el mundo. Todo ello implic un trabajo

    epistemolgico crtico de ampliacin terica y metodolgica, llevado adelante por

    Arturo Andrs Roig, con el propsito de desenmascarar la ambigedad y el carcter

    ideolgico del discurso, tanto filosfico como poltico. Dicha ampliacin provee un

    conjunto de herramientas para en anlisis del discurso y de sus relaciones con otros

    discursos dentro del universo discursivo y del universo de lo real. Ms, en funcin de la

    exigencia de crtica y autocrtica propia de la actividad de historiar ideas, esas mismas

    herramientas tericas y metodolgicas requieren de examen constante para ser

    ajustadas, perfeccionadas, renovadas en funcin del problema que se desea estudiar.

    As, la Historia de las Ideas, en cuanto disciplina compenetrada con los problemas de

    nuestra Amrica y su devenir, constituye una invitacin abierta para asumir los desafos

    de llevar adelante una prctica de pensamiento crtico y creativo, pues, como exhorta

    Mart, la crtica es salud y crear es la palabra de pase de nuestro tiempo.

    Bibliografa

    - Ardao, Arturo, Filosofa de la lengua espaola, Montevideo, Alfa, 1963.

    - Bajtin, Mijail, La palabra en Dostoievski, en: Problemas de la potica de Dostoievski. Traduccin de Tatiana Bubnova, Mxico, Fondo de Cultura Econmica,

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    - Cerutti Guldberg, Horacio, La polmica entre Augusto Salazar Bondy y Leopoldo Zea, en: Filosofa de la liberacin latinoamericana, Mxico, Fondo de Cultura Econmica (Tierra Firme), 1983.

    - Dilthey, W., Introduccin a las ciencias del espritu, Traduccin de Eugenio Imaz, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 2da. edicin en castellano, 1949.

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