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    C U E N T O S D E P E R R O S

    LA COLA DEL PERRO

    Un da el Hombre llam al Perro.

    - Perro - Le dijo, y frunci las cejas- te prohbo que muevas la cola.

    El perro se qued mudo de estupor.- Pero amo - articul, al fin, sospechando que todo fuese una broma.

    - Por qu no quieres que mueva la cola?.

    - Porque he decidido eliminar de mi casa todo lo que sea gratuito.

    - Y qu es gratuito?.

    - Sinnimo de intil. Hace un momento mat al pavo real pues, fuera de distraerme de mis

    ocupaciones con su gran cola petulante, no serva para nada, ni para comerlo al horno. Al gato le

    orden que cace por lo menos dos ratones diarios, porque no he de tolerarle que se pase el da

    durmiendo y la noche de juerga. En cuanto al caballo, basta de trotes, galopes, saltos y

    ambladuras.- Uncido al arado, me ayudar a roturar la tierra. Tampoco a los pjaros les permitir que vivan en

    mi casa si no es a condicin de que libren de insectos el jardn. Doble ventaja limpian el jardn y

    no aturden con sus parloteos. Si no estn conformes, que vuelen a otras partes. Se los dije con la

    escopeta en la mano. Finalmente t. No eres un animal gratuito, lo reconozco, pues t cuidas la

    casa. Pero hay en ti, lo mismo que en el gato y en el caballo, ciertos elementos gratuitos que es

    preciso extirpar. Por ejemplo estas frivolidades de tu cola. No me gustan nada. Las prohbo.

    - Amo, toda mi vida tuve una cola y toda mi vida la he movido, y me pareca que no te disgustaba,

    cuando me llamabas y yo corra hacia ti, verme menear el rabo. Y ahora, de pronto

    - No pudo continuar porque se le hizo un nudo en la garganta.

    - Oigan un poco a este imbcilDijo el hombre rudamente- Respndeme Cundo mueves lacola?

    - Pobre amo, pens el perro, No est en su sano juicio y contest Cuando me siento alegre,

    es natural.

    - S. Pero hay alegras y alegras. Te repito Cundo, concretamente, la mueves? Dame algunos

    ejemplos.

    - Cuando juego, cuando me acaricias, cuando me reno con mis amigos.

    - Basta. Lo ves? Has confesado.

    - -He confesado qu?.

    - Que mueves la cola cuando te entregas al ocio y al juego. Porque no la mueves cuando grues a

    algn desconocido que intenta introducirse en mi casa, ni cuando roes un hueso y otro perro quiere

    quitrtelo. En resumen, la mueves como cuando yo, antao, me rea. Pero te notifico que se

    termin la risa. La risa vuelve estpidos a los hombres lo mismo que a los perros. Es lo ms

    gratuito que existe. Basta de risas. Basta de menear el rabo. No voy a consentir que te pasees entre

    el gato, el caballo y los pjaros y les des el mal ejemplo de tu risa, silenciosa pero visible. Debes

    asumir tus propios compromisos. No te escapars.

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    - Escaparme yo, amo?. Jams. Estoy muy a gusto aqu.

    - Idiota, me refiero a tus deberes de perro. Si te dejase, terminaras por menearle la cola al ladrn

    que de noche entra a robarme. Sintetizando: A partir de hoy, prohibicin absoluta de mover la

    cola, en pblico o en privado.

    - Mientras finga que se miraba las uas, el perro murmur:

    - Imposible. Totalmente imposible. A penas te vea, apenas me silbes, no podr impedirlo, la colase mover. Es ms fuerte que yo.

    - Perro!Grit el hombre, encolerizado - No me contradigas!

    - Entonces el perro, comprendiendo que no se trataba de una broma se sinti invadido por la

    desesperacin.

    - No depende de m, amo, te lo juroBalbuce.

    - Es un estremecimiento que se desliza por la espina dorsal, de la cabeza a la cola. Cuando llega a

    la cola, la cola, sin que yo intervenga para nada, se mueve.

    - Sabes una cosa, perro?Dijo el hombre, y un fulgor malvado le azul los ojos.- Me va

    pareciendo que todo tu eres un animal gratuito como el pavo real.

    - Los ijares del perro palpitaron.

    - Por Dios, amo, En qu ests pensando?.

    - En nada, en nada. En qu si no quieres ir hacerle compaa al pavo real, te convendr

    obedecerme.

    - .Est bien, obedecer- dijo el perro, y en un hilo de voz aadiPero no me va a resultar nada

    fcil.

    - Fcil o difcil, poco importa.

    - Sobre todo en los primeros tiempos.

    - Cuestin de voluntad.

    - Vas a tener que perdonarme algunas excepciones.

    - Ninguna excepcin. Te vigilar. Y ahora vete.

    Una vez solo, el hombre reflexionaba: Es curioso. Los ms inteligentes son los ms inclinados a

    la gratuidad. El caballo corcove al ungirlo al arado como si lo llevase al matadero. El gato no ha

    dicho nada, pero es un hipcrita. Sospecho que, mientras aparenta acechar a los ratones duerme

    con los ojos abiertos. El perro, por no renunciar a su lujo de mover la cola, vanlo, se defiende

    hacindose el sentimental. En cambio el cerdo, que no incluye una sola partcula intil, es el msestpido de todos, hay que admitirlo. S, es curioso.

    Entretanto el perro se alejaba, arrastrando los pies, los prpados cados y la cola entre las piernas.

    Cuando lleg a su casilla se desplom como si alguien, brutalmente, le hubiera segado las cuatro

    patas. Apoy el mentn en una mano, mir el vaco y se puso, el tambin, a meditar, slo que

    amargamente.

    No tiene derecho pensaba- . Es un abuso. Y esto despus de tantos aos de llevarnos a las mil

    maravillas. A qu viene ahora con sus prohibiciones y sus ideas raras?. Habr enloquecido?

    Porque si cree que me convenci con ese discurso sobre la gratuidad, est equivocado. Me gustara

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    que me explicase, concretamente, como l dice, de hombre a perro, por qu no me deja mover la

    cola. En qu lo perjudica? Que le haya ajustado las cuentas al gato me parece razonable. Pero

    hacerme esto a m! Y cuando pienso que mat al pavo real! Al

    pavo real que no molestaba a nadie, al contrario, que no hablaba con nadie, que lo nico que haca

    era abrir de tanto en tanto su abanico. Pero no por vanidad, como todo el mundo cree. Un

    da me lo confi. El nico animal con quien conversaba era yo y eso muy raramente. Era una

    criatura en extremo tmida. Pues bien: una vez me confes que abra la cola cuando tema ser

    atacado. Entonces desplegaba todo ese batifondo de plumas para fascinar al enemigo y,paralizndolo de admiracin, evitar que le hiciese dao. Pobre, con el amo no le sirvi de mucho

    el recurso de la belleza. Lejos de hipnotizarlo, lo ha fastidiado hasta el punto de arrastrarlo al

    crimen. Y con migo har otro tanto si no me someto. Lo peor de todo es que no le guardo rencor.

    Lo quiero como antes. Eso complica las cosas. Porque no mover la cola cuando me encuentro con

    algn amigo, s , tal vez lo logre. Al fin y al cabo, si lo pienso bien, los dems animales me

    resultan indiferentes. Pero cuando l me pase su gran mano clida por el lomo. Dios mo, Qu

    hacer, qu hacer para que mi cola se mantenga quieta?.

    Estaba tan ensimismado, estaba tan triste, que no se senta con nimo ni para espantarse una

    mosca de la oreja.

    Al medio da la mujer del hombre le trajo un plato de sopa. Al verla acercarse con aquellaescudilla humeante y perfumada el perro se olvid de todo, se olvid de la orden del amo, se

    olvid de la cola, y la cola se movi.

    Instantneamente se oy un vozarrn terrible:

    -Perro!. La cola!.

    Y all a lo lejos se vio el rostro del hombre que frunca siniestramente las cejas y torca los labios.

    El perro apret las mandbulas, cerr los ojos, encogi todos los msculos y consigui que la cola

    se mantuviera rgida. Pero sin duda a causa del esfuerzo, se le saltaron las lgrimas. Cuando prob

    la sopa le encontr gusto a vinagre.

    Cmo se puede comer en estas condiciones?, pens con amarga congoja. Y se ech a dormir

    sin probar ms bocado.

    A partir de ese da la vida del perro no fue nada agradable. Se pasaba las horas disputando

    mentalmente con el hombre. Todo lo irritaba, todo le caa mal. Andaba siempre de mal talante. Si

    roa un hueso, lo haca con tal furor que se hubiera dicho que, en lugar de saborearlo lo

    despedazaba. Si el gato se acercaba a conversar con l, le gritaba: -Djame en paz!.

    Y le volva la espalda.

    -Qu carcter tiene ese perro!se escandalizaba el gato, quien termin por no dirigirle ms lapalabra.

    Cuando el hombre o la mujer le traan la comida, el perro se quedaba tendido en el suelo y miraba

    para otro lado o pretextaba dormir.

    Puesto que me est prohibido ser corts, se deca.

    Coma cuando nadie lo observaba, masticaba con la cabeza llena de reproches, se atragantaba, no

    le sacaba ningn provecho a la comida, tena digestiones laboriosas.

    Una tarde le grit a la mujer:

    -Otra vez sopa? Estoy harto hasta la coronilla de sopa. Me gustara un trozo de carne.

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    Despus oy que la mujer le deca al hombre:

    - Me parece que el perro se est poniendo un poco insolente.

    - Y que el hombre contestaba:

    - -Djalo. Es preferible que sea insolente pero bravo, y no un perro cobarde.

    - Perfectamente, perfectamente, mascull el perro para s, haciendo un ademn de clera Yo

    quisiera conversar con el gato y agradecerles a esos dos la comida que me sirven. Pero si eso esser cobarde, est bien, no ser cobarde.

    - Una noche un vagabundo se introdujo dentro de la granja a robar unos duraznos. Para qu lo

    hizo?. El perro se arroj sobre el ladrn y le clav los dientes. Si el amo no acude a tiempo, lo

    habra matado.

    - Despus el hombre felicit al perro.

    - -Bravo, perro, bravo!le dijo-.

    - Y para probar si todava tena aquellas veleidades de mover la cola le acarici el lomo.

    - El perro cerr los ojos, la piel se le eriz, gru sordamente, lgubremente, como si soase, y lacola se mantuvo inmvil.

    - El hombre, satisfecho, lo premi con un trozo de carne asada.

    - -La prxima vez que sea cruda- dijo el perro.

    - Otro da el perro fue al jardn. Los pjaros, que siempre haban estado enjaulados, incapaces de

    remontar vuelo, picoteaban a toda prisa como si el jardn estuviese plagado de bichos. En realidad

    ya no haba ms insectos, pero los pjaros simulaban lo contrario para que el hombre no los

    matase. El perro los contempl con ira y desdn. Y de pronto abri una tremenda bocaza, reparti

    a diestra y siniestra, ciegamente, salvajes dentelladas, y el ruiseor cay envuelto en sangre.

    Decapitado, hay que decirlo. Los otros pjaros chillaron tanto que el hombre los oy desde el otro

    extremo de la finca y vino a ver qu ocurra. Enseguida lo adivin todo. No dijo una palabra.

    Tom un palo y silenciosamente, minuciosamente, le propin al perro una feroz paliza.

    - El perro se alej, l tambin mudo. No experimentaba ningn dolor. No senta nada. Lo nico

    que senta el sabor de la sangre del ruiseor en la boca .No poda pensar. Tena la cabeza como

    envuelta en un humo espeso. Vea todo rojo, todo turbio. Las pupilas le refulgan. Y una lengua de

    dos metros de largo le colgaba de entre los dientes.

    - Lo asaltaban extraas alucinaciones. Se imaginaba estar en un bosque profundo y helado por el

    que trotaba en compaa de otros perros, altos, flacos, de rodo perfil y una cola larga y plumosa

    como un penacho.

    - Estar volvindome loco?, pens.

    - Una maana el hombre descubri el cadver de una oveja horriblemente mutilada. Otra maana

    cont los corderos y faltaba uno.

    - -Decididamente- le dijo a su mujer algn lobo ronda la granja.

    - -Y qu hace el perro que no ha ladrado - pregunt la mujer con una sonrisa irnica, porque

    desde que el perro se haba vuelto bravo no le tena ninguna simpata .

    - Tampoco la vaca ha mugidocontest el hombre, enigmticamente, y no agreg ms.

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    - Pero aquella noche fue a ocultarse entre unos matorrales y, con la escopeta lista esper.

    - No debi esperar mucho tiempo. Cuando la luna alcanzaba la cumbre del cielo, una sombra

    sigilosa se desliz en direccin del establo. Era la silueta inconfundible del lobo.

    - El hombre apunt su arma, dispar y la sombra cay al suelo. El hombre se acerc a la carrera,

    pero cuando lleg junto al cado se detuvo tan bruscamente que la escopeta se le cay de las

    manos.

    - -T!exclam en voz muy baja. Y pareca que no pudiese creer lo que estaba viendo. El perro

    entreabri los ojos, mir al hombre, movi dulcemente la cola , y despus expir.

    (MARCO DENEVI)

    EL PERRO QUE NO SABA LADRAR

    Haba una vez un perro que no saba ladrar. No ladraba, no maullaba, no muga, no relinchaba,

    no saba decir nada. Era un perrillo solitario, a saber cmo haba cado en una regin sin perros.

    Por l no se habra dado cuenta de que le faltara algo. Los otros eran los que se lo hacan notar. Ledecan:

    Pero t no ladras?

    No s... soy forastero...

    Vaya una contestacin. No sabes que los perros ladran?

    Para qu?

    Ladran porque son perros. Ladran a los vagabundos de paso, a los gatos despectivos, a la lunallena. Ladran cuando estn contentos, cuando estn nerviosos, cuando estn enfadados.

    Generalmente de da, pero tambin de noche.

    No digo que no, pero yo...

    Pero t qu? Tu eres un fenmeno, oye lo que te digo: un da de estos saldrs en el peridico.

    El perro no saba cmo contestar a estas crticas. No saba ladrar y no saba qu hacer para

    aprender.

    Haz como yole dijo una vez un gallito que senta pena por l. Y lanz dos o tressonoros kikirik.

    Me parece difcildijo el perrito.

    Que va, es facilsimo! Escucha bien y fjate en mi pico.

    Vamos, mrame y procura imitarme.

    El gallito lanz otro kikirik.

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    El perro intent hacer lo mismo, pero slo le sali de la boca un desmaanado kek que hizo

    salir huyendo aterrorizadas a las gallinas

    No te preocupesdijo el gallito, para ser la primera vez est muy bien. Venga, vulvelo aintentar.

    El perrito volvi a intentarlo una vez, dos, tres. Lo intentaba todos los das. Practicaba a

    escondidas, desde la maana hasta por la noche. A veces, para hacerlo con ms libertad, se iba albosque. Una maana, precisamente cuando estaba en el bosque, consigui lanzar un kikiriktan

    autntico, tan bonito y tan fuerte, que la zorra lo oy y se dijo: Por fn el gallo ha venido a mi

    encuentro. Correr a darle las gracias por la visita... E inmediatamente se ech a correr, pero no

    olvid llevarse el cuchillo, el tenedor y la servilleta porque para una zorra no hay comida ms

    apetitosa que un buen gallo. Es lgico que le sentara mal ver en vez de un gallo al perro que,

    tumbado sobre su cola, lanzaba uno detrs de otros aquellos kikirik.

    Ahdijo la zorra, conque esas tenemos, me has tendido una trampa.

    Una trampa?

    Desde luego. Me has hecho creer que haba un gallo perdido en el bosque y te has escondido

    para atraparme. Menos mal que te he visto a tiempo. Pero esto es una caza desleal. Normalmente

    los perros ladran para avisarme de que llegan los cazadores.

    Te aseguro que yo... Vers, no pensaba en absoluto en cazar. Vine para hacer ejercicios.

    Ejercicios? De qu clase?

    Me ejercito para aprender a ladrar. Ya casi he aprendido, mira qu bien lo hago.

    Y de nuevo un sonorsimo kikirik.

    La zorra crea que iba a reventar de la risa. Se revolcaba por el suelo, se apretaba la barriga, se

    morda los bigotes y la cola.

    Nuestro perrito se sinti tan mortificado que se march en silencio, con el hocico bajo y lgrimas

    en los ojos.

    Por all cerca haba un cuco. Vio pasar al perro y le dio pena.

    Qu te han hecho?

    Nada.

    Entonces por qu ests tan triste?

    Pues... lo que pasa... es que no consigo ladrar. Nadie me ensea.

    Si es slo por eso, yo te enseo. Escucha bien cmo hago y trata de hacerlo como yo: cuc...

    cuc... cuc... lo has comprendido?

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    Me parece fcil.

    Facilsimo. Yo saba hacerlo hasta cuando era pequeo. Prueba: cuc... cuc...

    Cu...hizo el perro.Cu...

    Ensay aquel da, ensay al da siguiente. Al cabo de una semana ya le sala bastante bien. Estaba

    muy contento y pensaba: Por fin, por fin empiezo a ladrar de verdad. Ya no podrn volver atomarme el pelo.

    Justamente en aquellos das se levant la veda. Llegaron al bosque muchos cazadores, tambin de

    esos que disparan a todo lo que oyen y ven. Dispararan a un ruiseor, s que lo haran. Pasa un

    cazador de esos, oye salir de un matorralcuc... cuc..., apunta el fusil ybang! bang!

    dispara dos tiros.

    Por suerte los perdigones no alcanzaron al perro. Slo le pasaron rozando las orejas, haciendo ziip

    ziip, como en los tebeos. El perro a todo correr. Pero estaba muy sorprendido: Ese cazador debe

    estar loco, disparar hasta a los perros que ladran...

    Mientras tanto el cazador buscaba al pjaro. Estaba convencido de que lo haba matado.

    Debe habrselo llevado ese perrucho, a saber de dnde habr salidorefunfuaba. Y para

    desahogar su rabia dispar contra un ratoncillo que haba sacado la cabeza fuera de su madriguera,

    pero no le dio.

    El perro corra, corra... El perro corra. Lleg a un prado, en el que paca tranquilamente una

    vaquita.

    Adnde corres?

    No s.

    Entonces prate. Aqu hay una hierba estupenda.

    No es la hierba lo que me puede curar...

    Ests enfermo?

    Ya lo creo. No s ladrar.

    Pero si es la cosa ms fcil del mundo! Escchame: muuu... muuu... muuuu... No suena bien?

    No est mal. Pero no estoy seguro de que sea lo adecuado. T eres una vaca...

    Claro que soy una vaca.

    Yo no, yo soy un perro.

    Claro que eres un perro. Y qu? No hay nada que impida que hables mi idioma.

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    Qu idea! Qu idea!

    Cul?

    La que se me est ocurriendo en este momento. Aprender la forma de hablar de todos los

    animales y har que me contraten en un circo ecuestre. Tendr un exitazo, me har rico y me

    casar con la hija del rey. Del rey de los perros, se comprende.

    Bravo, qu buena idea. Entonces al trabajo. Escucha bien: muuu... muuu... muuu...

    Muuu...hizo el perro.

    Era un perro que no saba ladrar, pero tena un gran don para las lenguas.

    El perro corra y corra. Se encontr a un campesino

    Dnde vas tan deprisa?

    Ni siquiera yo lo s.

    Entonces ven a mi casa. Precisamente necesito un perro que me guarde el gallinero.

    Por m ira, pero se lo advierto: no s ladrar.

    Mejor. Los perros que ladran hacen huir a los ladrones. En cambio a ti no te oirn, se acercarn

    y podrs morderles, as tendrn el castigo que se merecen.

    De acuerdodijo el perro.

    Y as fue cmo el perro que no saba ladrar encontr un empleo, una cadena y una escudilla desopa todos los das.

    El perro corra y corra. De repente se detuvo. Haba odo un sonido extrao. Haca guau guau.

    Guau guau.

    Esto me suenapens el perro, sin embargo no consigo acordarme de cul es la clase de

    animal que lo hace.

    Guau, guau.

    Ser la jirafa? No, debe ser el cocodrilo. El cocodrilo es un animal feroz. Tendr queacercarme con cautela.

    Deslizndose entre los arbustos el perrito se dirigi hacia la direccin de la que proceda

    aquel guau guau que, a saber por qu, haca que le latiera tan fuerte el corazn bajo el pelo.

    Guau, guau.

    Vaya, otro perro.

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    Sabis, era el perro de aquel cazador que haba disparado poco antes cuando oy el cuc.

    Hola, perro.

    Hola, perro.

    Sabras explicarme lo que ests diciendo?

    Diciendo? Para tu conocimiento yo no digo, yo ladro.

    Ladras? Sabes ladrar?

    Naturalmente. No pretenders que barrite como un elefante o que ruja como un len.

    Entonces, me ensears?

    No sabes ladrar?

    No.

    Mira y escucha bien. Se hace as: guau, guau...

    Guau, guaudijo en seguida nuestro perrito. Y, conmovido y feliz, pensaba para sus adentros:

    Al fin encontr el maestro adecuado.

    Decididamente estoy con el tercer final. Es importante encontrar el maestro adecuado: ms

    importante que convertirse en estrella de circo o tener todos los das la sopa preparada en la

    escudilla.