Historia de Una Escalera

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HISTORIA DE UNA ESCALERA Yo, que soy de las casillas, de toda la vida he oído a mis mayores que la gran ilusión de sus vidas sería que instalaran para acceder al barrio, unas escalera mecánicas. Y es que, hay varias cosas que un casillero de siempre, ha tenido claro; la necesidad imperiosa de unas escaleras mecánicas para subir al Carmelo, que con nieve y un plástico puedes alcanzar perfectamente los 257 Km/h en la cuesta de las nieves y que la tienda con mejor sistema de seguridad siempre fue la tienda de “La Jose”. Pues bien, ahora nuestro ilustre Ayuntamiento nos dice que el proyecto estrella del plan Prisma, es la instalación de unas escaleras mecánicas en la calle Cañada Nueva. ¡Por fin!. Cuántas veces no habré oído a las señoras del barrio cuando, de vuelta de la compra, entre resuello y resuello y haciendo una paradita en la cuesta del hielo, se decían entre ellas; ¿para cuándo unas escaleras de esas como las del Cortes Inglés para ayudarnos a subir el carro? Deseo concedido, ya están aquí. ¿Qué si es caro? Parece ser que sí, pero ¿quién en su sano juicio no quiere unas escaleras? ¡Y encima mecánicas!. ¡Qué más da que la biblioteca municipal y el polideportivo ––con sus precios populares––, por poner algún ejemplo, estén a tomar por culo, si vamos a tener unas escaleras mecánicas!. ¡Es genial!. Por cierto, el otro día fui a la piscina municipal y me cobraron casi cinco euros. Mi sorpresa fue cuando extendí la mano a la empleada esperando que me pusiera la pulsera de todo incluido y… lo único que me dio fue la vuelta, que a mí me pareció como la que dan los taxistas de Madrid a los guiris. Una vez que entras en el recinto te das cuenta de quién es socio y quien no; es fácil. Si va en pelotas no es socio; te lo han quitado todo en la puerta. Pero bueno no nos desviemos. Volviendo a mis queridas escaleras, dice nuestro alcalde que no es de extrañar que este proyecto municipal, además de resultar una solución meramente social, termine siendo también una herramienta de desarrollo turístico que extienda los atractivos del centro a la zona más alta. Dice nuestro regidor, que a ningún vecino de esta localidad le resulta ajeno el hecho de que algunas de las vistas más bellas de San Lorenzo de El Escorial están en nuestro barrio, ni se le escapa la riqueza cromática que los atardeceres brindan desde las balconadas que ofrece esta zona. Qué razón tiene. Aunque la última vez que vi a un grupo de turistas en las Casillas fue en el año 84, ––y porque confundieron el pilón del Rincón Andaluz con la Cibeles––, ya estoy viendo el cambio; colas interminables de japoneses en el quiosco de Segundín pidiendo dláculas y fligo pieses, cientos de alemanes haciendo balconing desde el campanario de las monjas… Lástima que el bar de “Los Pinos” haya cerrado hace tiempo; la cantidad de aceitunas tamaño melón, botellines y pipas que se podrían haber servido ante la avalancha turística que se nos avecina. Y como ya no hay quitapenas que nos haga descojonarnos, propongo al alcalde dos alternativas por si hubiera algún desquiciado que no creyera en este proyecto. La primera solución, mucho más barata y divertida, sería alquilar al circo del sol el cañón del hombre bala, situarlo en Terreros y…patapum, en un periquete puedes aparecer, por ejemplo, en la “Fuente de la Teja” (el servicio incluiría su correspondiente traje ajustado de superhéroe y hasta botiquín de primera urgencia). La otra solución sería traernos el tren bala de Tokio, que con sus 300 Km/h, tal vez y sólo tal vez, podría desbacar a nuestra amable y siempre atenta empresa local de autobuses. Para hacerlo todavía más turístico si cabe, se suprimirían las paradas, y el personal tendría que bajarse a ojo, que es como se hacen las cosas en España. En fin, espero haber aportado algo de cordura a este mundo falto de visionarios. T.L.C 22 de septiembre de2010

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HISTORIA DE UNA ESCALERA

Yo, que soy de las casillas, de toda la vida he oído a mis mayores que la gran ilusión de sus vidas sería que instalaran para acceder al barrio, unas escalera mecánicas. Y es que, hay varias cosas que un casillero de siempre, ha tenido claro; la necesidad imperiosa de unas escaleras mecánicas para subir al Carmelo, que con nieve y un plástico puedes alcanzar perfectamente los 257 Km/h en la cuesta de las nieves y que la tienda con mejor sistema de seguridad siempre fue la tienda de “La Jose”.

Pues bien, ahora nuestro ilustre Ayuntamiento nos dice que el proyecto estrella del plan Prisma, es la instalación de unas escaleras mecánicas en la calle Cañada Nueva. ¡Por fin!. Cuántas veces no habré oído a las señoras del barrio cuando, de vuelta de la compra, entre resuello y resuello y haciendo una paradita en la cuesta del hielo, se decían entre ellas; ¿para cuándo unas escaleras de esas como las del Cortes Inglés para ayudarnos a subir el carro? Deseo concedido, ya están aquí. ¿Qué si es caro? Parece ser que sí, pero ¿quién en su sano juicio no quiere unas escaleras? ¡Y encima mecánicas!.

¡Qué más da que la biblioteca municipal y el polideportivo ––con sus precios populares––, por poner algún ejemplo, estén a tomar por culo, si vamos a tener unas escaleras mecánicas!. ¡Es genial!. Por cierto, el otro día fui a la piscina municipal y me cobraron casi cinco euros. Mi sorpresa fue cuando extendí la mano a la empleada esperando que me pusiera la pulsera de todo incluido y… lo único que me dio fue la vuelta, que a mí me pareció como la que dan los taxistas de Madrid a los guiris. Una vez que entras en el recinto te das cuenta de quién es socio y quien no; es fácil. Si va en pelotas no es socio; te lo han quitado todo en la puerta. Pero bueno no nos desviemos.

Volviendo a mis queridas escaleras, dice nuestro alcalde que no es de extrañar que este proyecto municipal, además de resultar una solución meramente social, termine siendo también una herramienta de desarrollo turístico que extienda los atractivos del centro a la zona más alta. Dice nuestro regidor, que a ningún vecino de esta localidad le resulta ajeno el hecho de que algunas de las vistas más bellas de San Lorenzo de El Escorial están en nuestro barrio, ni se le escapa la riqueza cromática que los atardeceres brindan desde las balconadas que ofrece esta zona. Qué razón tiene. Aunque la última vez que vi a un grupo de turistas en las Casillas fue en el año 84, ––y porque confundieron el pilón del Rincón Andaluz con la Cibeles––, ya estoy viendo el cambio; colas interminables de japoneses en el quiosco de Segundín pidiendo dláculas y fligo pieses, cientos de alemanes haciendo balconing desde el campanario de las monjas… Lástima que el bar de “Los Pinos” haya cerrado hace tiempo; la cantidad de aceitunas tamaño melón, botellines y pipas que se podrían haber servido ante la avalancha turística que se nos avecina.

Y como ya no hay quitapenas que nos haga descojonarnos, propongo al alcalde dos alternativas por si hubiera algún desquiciado que no creyera en este proyecto. La primera solución, mucho más barata y divertida, sería alquilar al circo del sol el cañón del hombre bala, situarlo en Terreros y…patapum, en un periquete puedes aparecer, por ejemplo, en la “Fuente de la Teja” (el servicio incluiría su correspondiente traje ajustado de superhéroe y hasta botiquín de primera urgencia). La otra solución sería traernos el tren bala de Tokio, que con sus 300 Km/h, tal vez y sólo tal vez, podría desbacar a nuestra amable y siempre atenta empresa local de autobuses. Para hacerlo todavía más turístico si cabe, se suprimirían las paradas, y el personal tendría que bajarse a ojo, que es como se hacen las cosas en España.

En fin, espero haber aportado algo de cordura a este mundo falto de visionarios.

T.L.C

22 de septiembre de2010