Historia Dos Cachorros

6
Este documento ha sido descargado de http://www.escolar.com Horacio Quiroga Historia de dos cachorros de coatí y de dos cachorros de hombre Había una vez un coatí que tenía tres hijos. Vivían en el monte comiendo frutas, raíces y huevos de pajaritos. Cuando estaban arriba de los árboles y sentían un gran ruido, se tiraban al suela de cabeza y salían corriendo con la cola levantada. Una vez que los coaticitos fueron un poco grandes, su madre los reunió un día arriba de un naranjo y les habló así: -Coaticitos: ustedes son bastante grandes para buscarse la comida solos. Deben aprenderlo, porque cuando sean viejos andarán siempre solos, como todos los coatís. El mayor de ustedes, que es muy amigo de cazar cascarudos, puede encontrarlos entre los palos podridos, porque allí hay muchos cascarudos y cucarachas. El segundo, que es gran comedor de frutas, puede encontrarlas en este naranjal; hasta diciembre habrá naranjas. El tercero, que no quiere comer sino huevos de pájaros, puede ir a todas partes, porque en todas partes hay nidos de pájaros. Pero que no vaya nunca a buscar nidos al campo, porque es peligroso. "Coaticitos hay una sola cosa a la cual deben tener gran miedo. Son los perros. Yo peleé una vez cqn ellos, y sé lo que les digo; por eso tengo un diente roto. Detrás de los perros vienen siempre los hombres con un gran ruido, que mata. Cuando oigan cerca este ruido, tírense de cabeza al suelo, por alto que sea el árbol. Si no lo hacen así, los matarán con seguridad de un tiro". Así habló la madre. Todos se bajaron entonces y se separaron, caminando de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, como si hubieran perdido algo, porque así caminan los coatís. El mayor, que quería comer cascarudos, buscó entre los palos podridos y las hojas de los yuyos, y encontró tantos, que comió hasta quedarse dormido. El segundo, que prefería las frutas a cualquier cosa, comió cuantas naranjas quiso, porque aquel naranjal estaba dentro del monte, como pasa en el Paraguay y Misiones, y ningún hombre vino a incomodarlo. El tercero, que era loco por los huevos de pájaros, tuvo que andar todo el día para encontrar únicamente dos nidos; uno de tucán, que tenía tres huevos, y uno de tórtolas, que tenia sólo dos. Total, cinco huevos chiquitos, que era muy poca comida; de modo que al caer la tarde el coaticito tenia tanta hambre como de mañana, y se sentó muy triste a la

description

historia de dos cachorros

Transcript of Historia Dos Cachorros

  • Este documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.com

    Horacio Quiroga

    Historia de dos cachorros de coat y de dos cachorros de hombre

    Haba una vez un coat que tena tres hijos. Vivan en el monte comiendofrutas, races y huevos de pajaritos. Cuando estaban arriba de los rboles ysentan un gran ruido, se tiraban al suela de cabeza y salan corriendo con lacola levantada.

    Una vez que los coaticitos fueron un poco grandes, su madre los reuni unda arriba de un naranjo y les habl as:

    -Coaticitos: ustedes son bastante grandes para buscarse la comida solos.Deben aprenderlo, porque cuando sean viejos andarn siempre solos, comotodos los coats. El mayor de ustedes, que es muy amigo de cazarcascarudos, puede encontrarlos entre los palos podridos, porque all haymuchos cascarudos y cucarachas. El segundo, que es gran comedor defrutas, puede encontrarlas en este naranjal; hasta diciembre habr naranjas.El tercero, que no quiere comer sino huevos de pjaros, puede ir a todaspartes, porque en todas partes hay nidos de pjaros. Pero que no vayanunca a buscar nidos al campo, porque es peligroso.

    "Coaticitos hay una sola cosa a la cual deben tener gran miedo. Son losperros. Yo pele una vez cqn ellos, y s lo que les digo; por eso tengo undiente roto. Detrs de los perros vienen siempre los hombres con un granruido, que mata. Cuando oigan cerca este ruido, trense de cabeza al suelo,por alto que sea el rbol. Si no lo hacen as, los matarn con seguridad deun tiro".

    As habl la madre. Todos se bajaron entonces y se separaron, caminandode derecha a izquierda y de izquierda a derecha, como si hubieran perdidoalgo, porque as caminan los coats.

    El mayor, que quera comer cascarudos, busc entre los palos podridos ylas hojas de los yuyos, y encontr tantos, que comi hasta quedarsedormido. El segundo, que prefera las frutas a cualquier cosa, comicuantas naranjas quiso, porque aquel naranjal estaba dentro del monte,como pasa en el Paraguay y Misiones, y ningn hombre vino aincomodarlo. El tercero, que era loco por los huevos de pjaros, tuvo queandar todo el da para encontrar nicamente dos nidos; uno de tucn, quetena tres huevos, y uno de trtolas, que tenia slo dos. Total, cinco huevoschiquitos, que era muy poca comida; de modo que al caer la tarde elcoaticito tenia tanta hambre como de maana, y se sent muy triste a la

  • Este documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.com

    orilla del monte. Desde all vea el campo, y pens en la recomendacin desu madre.

    -Por qu no querr mam -se dijo- que vaya a buscar nidos en el campo?

    Estaba pensando as cuando oy, muy lejos, el canto de un pjaro. .

    -Qu canto tan fuerte! -dijo admirado-. qu huevos tan grandes debe tenerese pjaro!

    El canto se repiti. Y entonces el coat se puso a correr por entre el monte,cortando camino, porque el canto haba sonado muy a su derecha. El solcaa ya, pero el coat volaba con la cola levantada. Lleg a la orilla delmonte, por fin, y mir al campo. Lejos vio la casa de los hombres, y vio a unhombre con botas que Ilevaba un caballo de la soga. Vio tambin un pjaromuy grande que cantaba y entonces el coaticito se golpe la frente y dijo:

    -Qu zonzo soy! Ahora ya s qu pjaro es se. Es un gaIlo; mam me lomostr un da de arriba de un rbol. Los gallos tienen un canto lindsimo, ytienen muchas gallinas que ponen huevos. Si yo pudiera comer huevos degallina!...

    Es sabido que nada gusta tanto a los bichos chicos de monte como loshuevos de gallina. Durante un rato el coaticito se acord de larecomendacin de su madre. Pero el deseo pudo ms, y se sent a la orilladel monte, esperando que cerrara bien la noche para ir al gallinero.

    La noche cerr por fin, y entonces, en puntas de pie y paso a paso, seencamin a la casa. Lleg all y escuch atentamente: no se senta el menorruido. El coaticito, loco de alegra porque iba a comer cien, mil, dos milhuevos de gallina, entr en el gallinero, y lo primero que vio bien en laentrada fue un huevo que estaba solo en el suelo. Pens un instante endejarlo para el final, como postre, porque era un huevo muy grande, pero laboca se le hizo agua, y clav los dientes en el huevo.

    Apenas lo mordi, TRAC!, un terrible golpe en la cara y un inmenso doloren el hocico.

    -Mam, mam! -grit, loco de dolor, saltando a todos lados. Pero estabasujeto, y en ese momento oy el ronco ladrido de un perro.

    Mientras el coat esperaba en la orilla del monte que cerrara bien la nochepara ir al gallinero, el hombre de la casa jugaban sobre la gramilla con sushijos, dos criaturas rubias de cinco y seis aos, que corran riendo, se caan,se levantaban riendo otra vez, y volvan a caerse. El padre se caa tambin,con gran alegra de los chicos. Dejaron por fin de jugar porque ya era denoche, y el hombre dijo entonces:

    -Voy a poner la trampa para cazar a la comadreja que viene a matar lospollos y robar los huevos.

  • Este documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.com

    Y fue y arm la trampa. Despus comieron y se acostaron. Pero las criaturasno tenan sueo, y saltaban de la cama del uno a la del otro y se enredabanen el camisn. El padre, que lea en el comedor, los dejaba hacer. Pero loschicos de repente se detuvieron en sus saltos y gritaron:

    -Pap! Ha cado la comadreja en la trampa! Tuk esta ladrando! Nosotrostambin queremos ir, pap!

    El padre consinti, pero no sin que las criaturas se pusieran las sandalias,pues nunca los dejaba andar descalzos de noche, por temor a las vboras.

    Fueron. Qu vieron all? Vieron a su padre que se agachaba, teniendo alperro con una mano, mientras con la otra levantaba por la cola a un coat,un coaticito chico an, que gritaba con un chillido rapidsimo y estridente,como un grillo.

    -Pap, no lo mates! -dijeron las criaturas-. Es muy chiquito! Dnoslo paranosotros!

    -Bueno, se los voy a dar -respondi el padre-. Pero cudenlo bien, y sobretodo no se olviden de que los coats toman agua como ustedes.

    Esto lo deca porque los chicos haban tenido una vez un gatito monts alcual a cada rato le llevaban carne, que sacaban de la fiambrera pero nuncale dieron agua, y se muri.

    En consecuencia, pusieron al coat en la misma jaula del gato monts, queestaba cerca del gallinero, y se acostaron todos otra vez.

    Y cuando era ms de medianoche y haba un gran silencio, el coaticito, quesufra mucho por los dientes de la trampa, vio, a la luz de la luna, tressombras que se acercaban con gran sigilo. El corazn le dio un vuelco alpobre coaticito al reconocer a su madre y sus dos hermanos que lo estabanbuscando.

    -Mam, mam! -murmur el prisionero en voz muy baja para no hacerruido-. Estoy aqu! Squenme de aqu! No quiero quedarme, ma... m! -ylloraba desconsolado.

    Pero a pesar de todo estaban contentos porque se haban encontrado, y sehacan mil caricias en el hocico.

    Se trat en seguida de hacer salir al prisionero. Probaron primero cortar elalambre tejido, y los cuatro se pusieron a trabajar con los dientes; mas noconseguan nada. Entonces a la madre se le ocurri de repente una idea, ydijo:

    -Vamos a buscar las herramientas del hombre! Los hombres tienenherramientas para cortar fierro. Se llaman limas. Tienen tres lados como lasvboras de cascabel. Se empuja y se retira. Vamos a buscarla!

  • Este documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.com

    Fueron al taller del hombre y volvieron con la lima. Creyendo que uno solono tendra fuerzas bastantes, sujetaron la lima entre los tres y empezaron eltrabajo. Y se entusiasmaron tanto, que al rato la jaula entera temblaba conlas sacudidas y haca un terrible ruido. Tal ruido haca, que el perro sedespert, lanzando un ronco ladrido. Mas los coats no esperaron a que elperro les pidiera cuenta de ese escndalo y dispararon al monte, dejando lalima tirada.

    Al da siguiente, los chicos fueron temprano a ver a su nuevo husped, queestaba muy triste.

    -Qu nombre le pondremos? -pregunt la nena a su hermano.

    -Ya s! -respondi el varoncito-. Le pondremos Diecisiete!

    Por qu Diecisiete? Nunca hubo bicho del monte con nombre ms raro.Pero el varoncito estaba aprendiendo a contar, y tal vez le haba llamado laatencin aquel nmero.

    El caso es que se llam Diecisiete. Le dieron pan, uvas, chocolate, carne,langostas, huevos, riqusimos huevos de gallina, lograron que en un soloda se dejara rascar la cabeza; y tan grande es la sinceridad del cario de lascriaturas, que, al llegar la noche, el coat estaba casi resignado con sucautiverio. Pensaba a cada momento en las cosas ricas que haba para comerall, y pensaba en aquellos rubios cachorritos de hombre que tan alegres ybuenos eran.

    Durante dos noches seguidas, el perro durmi tan cerca de la jaula, que lafamilia del prisionero no se atrevi a acercarse, con gran sentimiento.Cuando a la tercera noche llegaron de nuevo a buscar la lima para darlibertad al coataicito, ste les dijo:

    -Mam: yo no quiero irme ms de aqu. Me dan huevos y son muy buenosconmigo. Hoy me dijeron que si me portaba bien me iban a dejar sueltomuy pronto. son como nosotros son cachorritos tambin, y jugamos juntos.

    Los coats salvajes quedaron muy tristes, pero se resignaron, prometiendoal coaticito venir todas las noches a visitarlo.

    Efectivamente, todas las noches, lloviera o no, su madre y sus hermanosiban a pasar un rato con l. El coaticito les daba pan por entre el tejido dealambre, y los coats salvajes se sentaban a comer frente a la jaula.

    AI cabo de quince das, el coaticito andaba suelto y l mismo se iba denoche a su jaula. Salvo algunos tirones de orejas que se llevaba por andarmuy cerca del gallinero, todo marchaba bien. l y las criaturas se queranmucho, y los mismos coats salvajes, al ver lo buenos que eran aquelloscachorritos de hombre, haban concluido por tomar cario a las doscriaturas.

  • Este documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.com

    Hasta que una noche muy oscura, en que haca mucho calor y tronaba, loscoats salvajes Ilamaron al coaticito y nadie les respondi. Se acercaron muyinquietos y vieron entonces, en el momento en que casi la pisaban, unaenorme vbora que estaba enroscada en la entrada de la jaula. Los coatscomprendieron en seguida que el coaticito haba sido mordido al entrar, yno haba respondido a su llamado porque acaso estaba ya muerto. Pero loiban a vengar bien. En un segundo, entre los tres, enloquecieron a laserpiente de cascabel, saltando de aqu para all, y en otro segundo,cayeron sobre ella, deshacindole la cabeza a mordiscones.

    Corrieron entonces adentro, y all estaba en efecto el coaticito, tendido,hinchado, con las patas temblando y murindose. En balde los coatssalvajes lo movieron; lo lamieron en balde por todo el cuerpo durante uncuarto de hora. El coaticito abri por fin la boca y dej de respirar, porqueestaba muerto.

    Los coats son casi refractarios como se dice, al veneno de las vboras. Noles hace casi nada el veneno, y hay otros animales, como la mangosta queresisten muy bien el veneno de las vboras. Con toda seguridad el coaticitohaba sido mordido en una arteria o una vena porque entonces la sangre seenvenena en seguida, y el animal muere. Esto le haba pasado al coaticito.

    AI verlo as, su madre y sus hermanos lloraron un largo rato. Despus,como nada ms tenan que hacer all, salieron de la jaula, se dieron vueltapara mirar por ltima vez la casa donde tan feliz haba sido el coaticito, y sefueron otra vez al monte.

    Pero los tres coats, sin embargo, iban muy preocupados, y s preocupacinera sta: qu iban a decir los chicos, cuando, al da siguiente, vieran muertoa su querido coaticito? Los chicos le queran muchsimo, y ellos, los coats,queran tambin a los cachorritos rubios. As es que los tres coats tenan elmismo pensamiento, y era evitarles ese gran dolor a los chicos.

    Hablaron un largo rato y al fin decidieron lo siguiente: el segundo de loscoats, que se pareca muchsimo al menor en cuerpo y en modo de ser, ibaa quedarse en la jaula en vez del difunto. Como estaban enterados demuchos secretos de la casa, por los cuentos del coaticito, los chicos nodesconoceran nada; extraaran un poco algunas cosas, pero nada ms.

    Y as pas en efecto. Volvieron a la casa, y un nuevo coaticito , reemplaz alprimero, mientras la madre y el otro hermano se llevaban sujetos a losdientes el cadver del menor. Lo llevaron despacio al monte, y la cabezacolgaba, balancendose, y la cola iba arrastrando por el suelo.

    AI da siguiente los chicos extraaron, efectivamente, algunas costumbresraras del coaticito. Pero como ste era tan bueno y carioso como el otro, lascriaturas no tuvieron la menor sospecha. Formaron la misma familia decachorritos de antes, y, como antes, los coats salvajes venan noche a nochea visitar al coaticito civilizado, y se sentaban a su lado a comer pedacitos de

  • Este documento ha sido descargado dehttp://www.escolar.com

    huevos duros que l les guardaba, mientras ellos le contaban la vida de laselva.