Historia Mi Perro Cometa - En Triptico

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atropellado a mi perro, el tipo algo ebrio, abrió la puerta del vehículo, un station wagon de segunda mano, vestía una casaca de corduroy color beige, de esas que ya no se usan y un pantalón negro similar al mío, creo que era OVITEX, lo reconocí por su hermoso bolsillo y su buen acabado, el pecho le cubría un polo de color negro y un logotipo con una tremenda lengua de color rojo, muy provocativa por cierto, en fin, el tipo dijo —¿Y? ¿Qué mierda me vas a hacer? — Moví el cuello de lado a lado, moví los hombros, rápidamente entendí que esto sólo se resolvía a golpe limpio (mi favorito), empuñe fuerte mi mano izquierda primero, luego hice unos movimientos de dedos en la mano derecha y empuñe más fuerte que la vez anterior. El tipo entendió también que era una situación de intercambio de golpes y se me vino encima a velocidad con los puños cerrados, hice un esquive, puse un cabe y mi contrincante cayó al piso, por cierto se mancho con barro su vetusta casaca de corduroy. Se puso en pie, hizo un segundo intento de darme uno de sus certeros golpes, ésta vez no lo esquivé y pasó su puño izquierdo justo por debajo de mi mentón, eso si ya —me cago— dije, di un salto para atrás y metí un derechazo, preciso en el maxilar izquierdo y KO, (fuera de combate) hombre al suelo. Creo que el mayor error que pasó en mi interior fue recordar a mi perro tirado en la calle y perdí el control de la pelea, metí unos patadones, le di en vientre bajo, cerca al rostro, en las piernas y en los brazos, el tipo se cubría el rostro, tan fuerte fue una de las patadas, que se rasgó su casaca a la altura de la manga derecha, carajo, no sé por qué se me salieron las lágrimas mientras le pegaba a este tipo, no consideré siquiera que estaba algo mareado, tanto fue la paliza que el conductor de la mototaxi recuerdo que me tomó por las espaldas y vi a mi entorno color celeste nomás. Como siempre, no faltan las viejas chismosas, (por mi barrio hay varias, de seguro que llamaron a la Policía) y llegó la Policía, y para colmo Susy, la gorda policía solterona, muy mal humorada, pero muy correcta hasta ahora (sin duda), me agarraron, me subieron al vehículo policial y pude observar como lo atendían al profe Murillo, que ahora ya estaba mas sano después de la paliza que bien se la mereció. Nos llevaron a la Cómica, ahí el comisario, un tipo de base cuatro, de largos bigotes, peinado a la izquierda (de esos, ya no se usan) y un olor de perfume barato, preguntó, cuál había sido el motivo de la más estrecha junto a otro efectivo también vestido de verde y beige escribía algo sobre un escritorio de metal, ya algo viejo. Por mi mente pasaron 37 ideas más, una que más pesaba era y ahora: ¿Cómo me largo de aquí? y la preocupación número 19 me jodía más, dejé la puerta de la casa abierta y mi querida mujer como siempre, cristiana en su hora de llegar (no mas de 9.35 p.m.) era mi mayor esperanza para que asegurara la puerta, (en todas partes hay ladrones). Terminaba de pensar la preocupación número 4 (el dinero), apareció mi querida mujer, me recordó su silueta cuando ya hace 19 años nos conocimos, —aun estás preciosa— dije y me trae la noticia mas grande del planeta, Mi perro cometa estaba aún vivo, jadeante y con golpes a la altura de la boca y tirado en el piso de la casa. (no tomen a mal si digo boca, es que es de mi perro, recuerden eso ¿si?), una especie de frió me invadió el pecho, no sabia si alegrarme o sufrir, necesitaba verlo, el tipo frente a mi creo que comprendió algo de sentimientos a un perro, no dijo ni pío cuando me levante y en compañía de mi mujer salimos raudamente para la casa. Al llegar, vi como mi perro Cometa quiso levantarse, eso es lo más me gusta de él, que cuando llegue a casa, estampe en mi pecho sus 8 huellas, por cierto solamente de polvo… le limpie la sangre de la boca y alrededores, le revise pasándole la

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MI PERRO COMETA

Bueno, todos tenemos una mascota creo yo, y si no la tienen no tarden en hacerse tratar con esos tipos que les encanta el chisme y para colmo, cobran y fuerte (Psicólogos).

Cometa: Es el nombre de mi querido galgo que luce su pelaje blanco y negro, de buena talla; un hijo de su madre en estado etílico lo atropelló y para males, casi en mi presencia (salía a ver si venía mi querida mujer), eran las 9.24 p.m., todo lo que hice fue darle el verdadero significado al pronombre posesivo Mi Perro.

El tipo se fugó, tome una mototaxi (eso hay en Perú), creo haber amenazado al conductor, por que inmediatamente voló, lo interceptamos a unos 627 metros de la casa que alquilo.

Lo que me sacó de quicio, fue que el tipo dijo, —Mierdas, quítense del camino—, en la segunda parte tenia razón, pero en la primera, la mierda era él, no por su estado, porque de vez en cuando (1 vez cada 3 años) me tiro unos tragos, cuando me encuentro con Zelmira, mi amor imposible de toda la vida.

Bajé de la mototaxi, me ardía la cara de tanta furia y para colmo de males el tipo de la mototaxi murmuró, es Murillo, el profe del colegio 2 de mayo (ese colegio es famoso en Caraz - Ancash Perú), le increpé su falta, le dije que había atropellado a mi perro, el tipo algo ebrio, abrió la puerta del vehículo, un station wagon de segunda mano, vestía una casaca de corduroy color beige, de esas que ya no se usan y un pantalón negro similar al mío, creo que era OVITEX, lo reconocí por su hermoso bolsillo y su buen acabado, el pecho le cubría un polo de color negro y un logotipo con una tremenda lengua de color rojo, muy provocativa por cierto,

en fin, el tipo dijo —¿Y? ¿Qué mierda me vas a hacer? —

Moví el cuello de lado a lado, moví los hombros, rápidamente entendí que esto sólo se resolvía a golpe

limpio (mi favorito), empuñe fuerte mi mano izquierda primero, luego hice unos movimientos de dedos en la mano derecha y empuñe más fuerte que la vez anterior.

El tipo entendió también que era una situación de intercambio de golpes y se me vino encima a velocidad con los puños cerrados, hice un esquive, puse un cabe y mi contrincante cayó al piso, por cierto se mancho con barro su vetusta casaca de corduroy.

Se puso en pie, hizo un segundo intento de darme uno de sus certeros golpes, ésta vez no lo esquivé y pasó su puño izquierdo justo por debajo de mi mentón, eso si ya —me cago— dije, di un salto para atrás y metí un derechazo, preciso en el maxilar izquierdo y KO, (fuera de combate) hombre al suelo.

Creo que el mayor error que pasó en mi interior fue recordar a mi perro tirado en la calle y perdí el control de la pelea, metí unos patadones, le di en vientre bajo, cerca al rostro, en las piernas y en los brazos, el tipo se cubría el rostro, tan fuerte fue una de las patadas, que se rasgó su casaca a la altura de la manga derecha, carajo, no sé por qué se me salieron las lágrimas mientras le pegaba a este tipo, no consideré siquiera que estaba algo mareado, tanto fue la paliza que el conductor de la mototaxi recuerdo que me tomó por las espaldas y vi a mi entorno color celeste nomás.

Como siempre, no faltan las viejas chismosas, (por mi barrio hay varias, de seguro que llamaron a la Policía) y llegó la Policía, y para colmo Susy, la gorda policía solterona, muy mal humorada, pero muy correcta hasta ahora (sin duda), me agarraron, me subieron al vehículo policial y pude observar como lo atendían al profe Murillo, que ahora ya estaba mas sano después de la paliza que bien se la mereció.

Nos llevaron a la Cómica, ahí el comisario, un tipo de base cuatro, de largos bigotes, peinado a la izquierda (de esos, ya no se usan) y un olor de perfume barato, preguntó, cuál había sido el motivo de la pelea,

respondí hidalgamente, este caballero atropelló a mi perro, este sujeto de bigotes, peinado raro y zapatos impecables se cagó de la risa y la gorda de Susy también mostró sus tremendos y amarillentos dientes, —Que tal concha— dije en voz baja.

El comisario de manera mas serena, dijo —Así que la pelea fue por un perro ¿Eh? —, —si mi comisario—, respondí, —atropelló a mi perro de nombre Cometa—, y éste de manera burlona dijo, — ¿es posible que lleguen hasta este estado por un simple perro? — (este imbécil sin duda no sabia cuanto representaba el perro para mí, y lo peor el valor del pronombre Mi.), en eso, el profe Murillo se desplomó de la silla donde se encontraba sentado, no por borracho, sino que se desmayó; ¡caramba!, me bajó la presión más aún cuando vi que se golpeó la cabeza al caer sobre el piso de color rojo ocre mal encerado que tiene la cómica.

En mi mente dije, “ahora si estoy en serios problemas”, el tipo no reaccionaba, le empezaron a prestar las primeras atenciones del caso, alcohol a la nariz y nada, lo tomaron en brazos y casi a arrastrones lo subieron al vehículo de la policía, luego me enteré que lo llevaron al Hospital San Juan de Dios, “Dios me libre de este lío”, es lo único que pensé.

Por órdenes del agente vestido de verde y beige, me hicieron pasar a una habitación más estrecha junto a otro efectivo también vestido de verde y beige escribía algo sobre un escritorio de metal, ya algo viejo. Por mi mente pasaron 37 ideas más, una que más pesaba era y ahora: ¿Cómo me largo de aquí? y la preocupación número 19 me jodía más, dejé la puerta de la casa abierta y mi querida mujer como siempre, cristiana en su hora de llegar (no mas de 9.35 p.m.) era mi mayor esperanza para que asegurara la puerta, (en todas partes hay ladrones).

Terminaba de pensar la preocupación número 4 (el dinero), apareció mi querida mujer, me recordó su silueta cuando ya hace 19 años nos conocimos, —aun estás preciosa— dije y me trae la noticia mas grande del planeta, Mi perro cometa estaba aún vivo, jadeante y con golpes a la altura de la boca y tirado en

el piso de la casa. (no tomen a mal si digo boca, es que es de mi perro, recuerden eso ¿si?), una especie de frió me invadió el pecho, no sabia si alegrarme o sufrir, necesitaba verlo, el tipo frente a mi creo que comprendió algo de sentimientos a un perro, no dijo ni pío cuando me levante y en compañía de mi mujer salimos raudamente para la casa.

Al llegar, vi como mi perro Cometa quiso levantarse, eso es lo más me gusta de él, que cuando llegue a casa, estampe en mi pecho sus 8 huellas, por cierto solamente de polvo… le limpie la sangre de la boca y alrededores, le revise pasándole la mano por diferentes partes del cuerpo, incluso por ahí, ¿qué imaginan?, le chequée los ojos, le di de beber más agua, porque mi mujer ya le había dado los primeros auxilios.

Sorpresa todo estaba en orden, no había más señales de fracturas o heridas, rápidamente pensé, son dolores en todo el cuerpo y al instante, sin demoras y sin escalas, abrí la modesta puerta de mi botiquín que yo mismo arme de pedazos de melamina DURAPLAC (No es propaganda) de color azul y vidrios tipo catedral; ahí estaba mi querido Apronax, esas que me alivian cuando llego dolido después de hacer deporte, sobre todo cuando mi pata "muca" por ahí entre uno de sus arrancones me pica un patadon, en fin —son buenas— dije.

Se la hice tragar y le empecé a frotar todo el cuerpo, ya las lágrimas se me notaban. En eso, se oyeron unos toques fuertes en la puerta principal de la casa. ¡Sorpresa!, la esposa del profe Murillo, muy molesta, muy mortificada, venia de enterarse lo de su esposo y oí decir que se le había reventado la vesícula por lo de los golpes, dije, —ya me cagué— ahora si soy hombre muerto.

Muy alterada la mujer, dio su mejor cachetada sobre el rostro de mi querida mujer, el lío se prolongó unos minutos, vi cuando mi mujer retrocedió y dio su entrañable corrida y golpe de rodilla, fue breve la pelea y la intrusa quedo fuera de mi hogar, ¿Creen que no enseño eso también a mi mujer?, (no soy de esos tipos que vive con los paradigmas encima), con

unas malcriadeces en la boca se retiro la señora en mención, me acerqué a la puerta para ver los daños, que dicho sea, no eran ni mínimos, vi en el piso, un pedazo de un hermoso arete, (así dicen que los profes ganan poco), lo levante y puse sobre el cristal de mi hermosa mesa redonda de color abedul. Nuevamente volví a atender a mi querido perro, que lindo fue verlo en pie, le di un fuerte abrazo, lloré, alcancé a ver unas lágrimas de mi querida mujer, pude una vez más comprobar cuanto lo quiero, tan fuerte fue el abrazo que Cometa tuvo que toser.

Pasados unos minutos tomé la decisión de concurrir al hospital que está algo cerca de la casa que alquilo, ya casi eran las 11.00 p.m. las luces de la calle me sirvieron para meditar y en el corto recorrido de unas 6 cuadras pensé, todo lo que había acontecido, el estado del tipo, mi perro, mi mujer, la esposa de murillo, no cabía tanta preocupación en mi cabecita, no es que sea chica, sino que a veces los problemas si son grandes. Ingresé al Hospital San Juan de Dios, me miraron como a un bicho raro, hasta Zorro mi vecino que riega el jardín del hospital me miró mal y no me respondió adecuadamente el saludo, me sentí pésimo. Pedí ver al profe Murillo, no fue posible hasta dos días después en que volví, nos miramos y le pedí las disculpas del caso y le conté que mi perro Cometa ya estaba mejor, que ya caminaba, creo que eso lo calmo un poco de la ira que aún guardaba para conmigo.

Pagué su hospitalización, también la máscara de la radio que robaron de su vehículo, espero que no hayan sido los de la policía, espero que ya estén cambiando.

He pensado seriamente cambiarme de vivienda, porque los vecinos ya me tienen en su conversación de que cómo voy a hacer lo que hice por un perro. Muy dentro de mí digo, es que no saben cuanto quiero a mi perro Cometa, el que cada mañana a las 6.30 a.m. casi puntual ladra a la puerta trasera, cuando escucha el despertador que ya está algo viejo por cierto y siempre sobre mi modesto velador.