Historia militar alvear

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HISTORIA MILITAR DEL ECUADOR, ESFORSE, MILICIA , FUERZAS ARMADAS DEL ECUADOR ,FUERZA TERRESTRE ,EJERCITO ECUATORIANO , ESMIL

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HERÁLDICA ESCUDO ACADEMIA DE HISTORIA MILITAR

El Escudo de la Academia Nacional de Historia Militar tiene en el interior de un círculo ornado por laureles, un libro abierto y sobre él una espada.

El libro simboliza las altas tareas que cumplen los historiadores iluminando la vida de los pueblos con sus investigaciones que se hacen conocer a la sociedad con sus libros y escritos.

La espada simboliza lo militar. La presencia y acción de los militares en la historia de los pueblos, del Ecuador, de América y del mundo. La espada es un sable que es insignia de mando, de autoridad. Más que un arma ofensiva es símbolo de cuanto caracteriza lo militar: jerarquía, disciplina, y valores, tan necesarios en tiempo de paz como en acciones bélicas.

Los laureles que orlan libros y espada son símbolo de gloria y triunfos. Los triunfos que se espera de las tareas académicas militares a medida de las victorias logradas por las Fuerzas Armadas en su gloriosa historia.

Todo ese componente de símbolos está encerrados por cenefa circular en que se lee el nombre de la Academia. Ese círculo es, a su vez, símbolo de integración y unidad.

El color del sable es el oro, símbolo de virtudes y de riquezas; en este caso las virtudes de los militares que han hecho profesión de amor a la historia y la riqueza espiritual que han cobrado en sus estudios y transmitirán a la sociedad.

El libro es blanco. El blanco simboliza la pureza de miras que caracterizan a los historiadores militares y esa paz que sus trabajos históricos contribuirán a fortalecer.

Las ramas de laurel son de sínople, el verde a la vida, con lo que importa de creatividad y crecimiento.

El círculo que todo lo engloba con el nombre de Academia es dorado, con el color que simboliza, a más de riqueza, sabiduría, lo que caracteriza las tareas que la Academia de Historia Militar ha emprendido.

Himno de la Academia Nacional de Historia Militar

Academia, tu voz y presenciarepresenten la eterna memoria,

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que reviva y difunda la historiacon lenguaje patriota y veraz.

En ti vive la Patria sagradacon su acervo de pródiga historia,y perdura el honor y la gloriaen escritos con tinta inmortal;documentos antiguos e informes,expedientes, también manuscritos,y los partes de guerra son hitosque pregonan los hechos de ayer.

En la fiel expresión del presentetú revives por siempre el pasado,pues la Patria en tu esfuerzo ha confiadonos recuerdes su gloria y valor;porque aquellas gloriosas hazañas,perpetuadas con sangre preciada,en la voz de la pluma y la espadahoy proclaman la paz y el honor.

Que la fuerza genial de la ideaBusque y trace el ansiado camino,y después que se enfrente al destinoy al dilema de ser o no ser;nuestra Patria y las Fuerzas Armadasen constante y estoica vigilia,en tu esfuerzo tendrán la semillagerminando a la luz del deber.

Tcrn. (sp) Edison Macías Núñezesde el inicio del siglo XX se originaron ya las inquietudes de historiar la participación histórica delEjército en el convivir nacional:

En efecto, durante el gobierno alfarista fue contratada la Misión Militar chilena, presidida por el mayor Luis Cabrera Negrete. En cuanto llegó a país, la mencionada misión militar inició su tarea docente, de asesoramiento, instrucción y de planificación de reformas importantes, reformas que fueron registradas y agrupadas en el Proyecto de la Ley Orgánica Militar, presentada en junio de 1902.

En aquella ley se propuso la creación de una Dirección de Servicios Técnicos, integrada por cuatrosecciones. La tercera sección se refería a Informaciones y en ésta constaba el conocimiento de laHistoria Militar del país. Es decir, en el denominado Proyecto de la Ley Orgánica Militar se incluíaoficialmente, y por primera vez, una sección de Historia Militar, haciendo constar además, elpersonal que la integraría: un jefe, y subjefe, jefe de taller de fotografía, jefe de tipografía y el“personal de obreros, asimilados a la clase de individuos de tropa, que exijan las necesidades delservicio, calificados por el Jefe del Estado Mayor General.”

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En 1924, mediante decreto Ejecutivo de fecha 16 de octubre se crea el reglamento a la Ley reformada en que se otorga tareas explícitas a la Sección de Historia, entre estas tareas constan: “Recolección, ordenamiento, estudio y conservación de los documentos militares, redacción y publicación de los trabajos de carácter histórico-militar.

Sin embargo, antes de la firma y vigencia del decreto que da vida a un organismo de Historia, el coronel Isaac Chiriboga por iniciativa propia, fundaba en 1922 en la ciudad de Quito, la revista Ejército Nacional, que publicaba además de las actividades que se desarrollan en diferentes unidades del país, artículos de connotados personajes civiles relacionados con temas históricos nacionales, regionales, continentales e incluso del ámbito universal. Desgraciadamente la revista desapareció en 1932, creándose un vacío en el estudio y análisis de temas militares.

Con el transcurrir del tiempo, las ramas de las Fuerzas Armadas Ecuatorianas organizabanplautinamente, a pesar de las evidentes limitaciones económicas, a sus diferentes organismoscreados con el propósito de escribir la historia en sus diferentes campos: llámanse historia militar,historia naval o historia aérea.

Desde la década del setenta hasta los años noventa del siglo pasado, el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas mantenía al Departamento de Historia y Geografía, encargado de editar los denominados Boletines Históricos, además de la revista de las Fuerzas Armadas.

Cuando el Departamento de Historia y Geografía evidenciaba notorio debilitamiento, decide el Comando del Ejército crear un organismo que se dedique al estudio y la difusión de la Historia Militar ecuatoriana.

CREACIÓN Y PRESENCIA DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DEL

EJÉRCITO

Antes de emitirse la Orden de Comando correspondiente, se analizó las tres posibles denominaciones que se había propuesto: Servicio Histórico del Ejército, Centro de Investigaciones Históricas del Ejército y Centro de Estudios Históricos del Ejército, habiéndose seleccionado esta última denominación.

Con Orden de Comando Nº 9100013-SGE de junio de 1991, publicada en la Orden General Nº 131 del 11 de julio del mismo año se disponía en la creación del Centro de Estudios Históricos del Ejército, dependiente de la Dirección de Educación de la Fuerza Terrestre. La Orden de Comando fue firmado por el general José Gallardo Román, Comandante General del Ejército.

De inmediato fueron definidos los objetivos y los orgánicos estructural, numérico y funcional que regularían el funcionamiento normal del Centro.

Uno de los objetivos que podría resumir la filosofía y plan de acción del nuevo organismo creado, especifica textualmente: “Recuperar la Historia del Ejército, mediante la reimpresión de obras de

1924

70's - 90's

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mérito actualmente agotadas, y la elaboración y publicación de obras nuevas, que completen y amplían el panorama histórico en conjunto”.

Al respecto del orgánico numérico, el director debía ser un general en servicio pasivo; el subdirector, un oficial superior en retiro; tres investigadores que cumplirían servicios ocasionales; una secretaria y un especialista en archivo y biblioteca; puntualizando que el director y subdirector debían ser historiadores o investigadores. No obstante, el orgánico fue con el transcurso del tiempo, modificándose de acuerdo con las necesidades que iban paulatinamente descubriéndose.

Para la función de director fue designado el general Marcos Gándara Enríquez, pero antes, medianteAcuerdo Ministerial Nº 2936 de fecha 1 de noviembre de 1991 y firmado por el ministro de Defensa, general Jorge Félix Mena, fue nombrado Asesor de Planificación Militar 3.

Su sede inicial de labores estuvo ubicada en una de las instalaciones del Instituto Geográfico Militar, por cierto, poco funcional especialmente por lo reducido del espacio físico disponible.

Con el propósito de superar aquella falencia, el director del Centro, general Marcos Gándara, inició en enero de 1999 las gestiones orientadas a conseguir de la superioridad militar instalaciones propias. Con este propósito, mediante carta 990007-DEFT-CEHE de fecha 18 de enero de 1999, solicita al Comando General del Ejército, general Telmo Sandoval, que “el Cuerpo de Ingenieros o el organismo que corresponda, determine el lugar más apropiado de los terrenos del antiguo ColegioMilitar en el que puede edificarse el Centro”.

Paralelamente, se disponía que el Centro de Estudios Históricos del Ejército dependa del Comando General de la Fuerza Terrestre, por lo que el director de Educación general Carlos Raúl López, con fecha 3 de agosto, envía al Comando del Ejército un proyecto de la Orden de Comando en el que ratifica dos importantes decisiones: el cambio de sede a la Escuela Superior Militar “Eloy Alfaro” y la dependencia orgánica y administrativa al Comando de la Fuerza Terrestre. Esta última disposición fue ratificada por el director de Educación al director del Centro, mediante telegrama defecha 20 de agosto.

Sin embargo, como tratando de evidenciar la alternabilidad de dependencia, el nuevo Comandante General del Ejército, general Norton Narváez, con fecha 13 de septiembre de 2001 comunica al Director del Centro la incorporación de este organismo a la Dirección de Doctrina de la Fuerza Terrestre, con el propósito de que sirva como ente de apoyo en la elaboración de reglamentos militares y en la revisión, estudio y análisis de la Doctrina que convendría adoptar, decisión que, según el director del Centro, “sería afectada la autonomía intelectual del Centro” por lo que amenazó inclusive dejar el cargo que le fue conferido.

Con el propósito de coordinar actividades programadas con institutos compatibles con su idiosincrasia y filosofía de acción, el Centro de Estudios Históricos del Ejército planificó la realización del Primer Encuentro de Centro Culturales de las Fuerzas Armadas”, evento que se desarrolló el 21 de marzo de 2002, con la participación de delegados del Instituto Nacional de Historia marítima, del Instituto de Estudios Históricos de la Policía, representantes de la Fuerza Aérea, de la Subsecretaria de Desarrollo del Ministerio de Defensa y del Centro de Estudios Históricos del Ejército.

Al término del evento que duró dos días, se suscribió una corta de compromiso en la que, entre otros aspectos importantes, se resaltó la necesidad de realizar un fluido intercambio de

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publicaciones y experiencias, y recomendar al Comando de la Fuerza Aérea Ecuatoriana considere la creación de un Centro de Investigación Histórica, similar a los que disponen el Ejército, la Marina y la Policía Nacional.

Conforme iba extendiendo su radio de acción, dentro del plan de actividades y sugerencias para el año siguiente, el Centro presentó al Comando del Ejército el orgánico que sugería se ponga en vigencia. En dicho orgánico se incrementaba el personal de investigadores, con la manifiesta intencionalidad de priorizar e impulsar la publicación y difusión de trabajos de temas correspondientes a la Historia Militar.

En marzo del año 2003, los estamentos de la superioridad militar pretendieron se cambie el conocido nominativo de Centro de Estudios Históricos del Ejército por el de Centro de Estudios Históricos de la Fuerza Terrestre, intención que fue refutado por el general Marcos Gándara con el argumento de que al Ejército “más fácilmente le identifica la mayoría de los ecuatorianos, considerando que las palabras “Fuerza Terrestre” están bien traídas para homologar la designación de los componentes de las FF.AA. y no para su señalamiento dentro del medio civil y más aún dentro del campo cultural.”

En el Reglamento Orgánico para el quinquenio 2003-2007, elaborado por el Comando del Ejército, nuevamente el Centro aparece dependiendo del Comando General de la Fuerza Terrestre, con una organización reducida en la que consta como miembros integrantes: El director, dos investigadores de historia, asesor de Planificación Militar (investigador), supervisor administrativo, secretaria, auxiliar de servicios generales, contador, bibliotecario, dibujante y digitador.

Conocedor de la nueva subordinación y del orgánico que dispone el Centro, sus personeros sugirieron el director que se incluya como una de la tareas afines el control de los museos militares para que no se rijan únicamente con documentos de inventario de activos, sino se acojan a la Ley dePatrimonio Cultural en vigencia, publicado en el Registro oficial Nº 865-2 de julio de 1979, para que no se desestime a las reliquias y otros vestigios de valor histórico allí existentes.

A partir del año 2002 el Centro de Estudios Históricos del Ejército intenta y logra mantener relaciones de trabajo, intercambiar ideas y experiencias y reforzar el apoyo correspondiente entre los diferentes institutos afines de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

En efecto, para cumplir el objetivo propuesto, lideró la organización de los llamados “Encuentro de los Institutos Culturales” de las mencionadas fuerzas, hasta conseguir que a partir del 2004 sean organizados estos eventos de forma alternativa por las instituciones incursas en este quehacer histórico-cultural.

Igualmente, organizó bajo su responsabilidad y conducción seminarios sobre manejo y conservación de archivos históricos, bibliotecas, museos militares y conocimiento de temas de historia militar, con la participación no solo de los institutos de estudios Históricos de las fuerzas sino también de delegados de institutos de formación y perfeccionamiento de las Fuerzas Armadas yPolicía Nacional.

La alternativa de dependencia que tuvo el Centro durante su corta existencia, se hizo evidente otra vez cuando en la Orden de Comando Nº 012 –SGFT-IX-2005, publicada en la Orden general Nº 172del 14 de septiembre del año 2005, la superioridad militar con el propósito de impulsar la modernización institucional, considera que el sistema educativo deberá estar conformado por los

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siguientes ámbitos: “Docencia, Instrucción, Entrenamiento, Capacitación, Doctrina y el Centro de Estudios Históricos del Ejército”. El mencionado sistema Educativo pasó a ser parte del Comando de Educación y Doctrina de la Fuerza Terrestre, que ocupó una parte de las instalaciones de la Escuela de Perfeccionamiento del Ejército en Salgolquí.

No obstante, los continuos cambios estructurales y de organización que afrontó el Centro, no constituyeron limitante alguno para que su tarea de producción y difusión investigativa continuase dinámica y fecunda: ha preparado ya la colección de ocho tomos sobre la Historia General del Ejército Ecuatoriano, como exteriorización de su filosofía de hacer conocer al elemento civil y militar la presencia paradigmática de nuestra institución, convertida en columna vertebral de la defensa y el desarrollo del país.

Heráldica del Escudo del Centro de Estudios Históricos del Ejército

Los símbolos heráldicos del Centro de Estudios Históricos del Ejército se encuentran en la parte interna de la estructura del escudo del Ejército, porque es parte constitutiva de esta institución mayor.

El escudo del centro tiene tres grandes cuarteles (cuartel en lenguaje heráldico significa espacio interno), que representan a la bandera nacional.

En el cuartel superior, de color amarillo, destaca el nacimiento del sol con su peculiar esplendor; significa que sus rayos de luz iluminan el amplio, apasionante y fructífero horizonte de la investigación histórica.

En el cuartel del centro se encuentra un pebetero, que sirve de base a una llama que arde imperturbable y con majestuosa vivacidad; representa a la historia como una ciencia que mantiene latente el recuerdo de los hechos pasados, como un medio idóneo y eficaz para conocer las raíces ancestrales de nuestra nacionalidad, para analizar el presente espacial y avizorar lo que nos puede esperar en el futuro o qué se podría hacer en beneficio de las generaciones que vendrán.

Sobre la llama, en un estético arco de letras, sobresale el lema del Centro; es decir, la filosofía de su justificación de existir: CUSTODIO Y DIFUSOR DE LA HISTÓRIA.

El CEHE, es un verdadero emporio de documentos que guardan el pasado histórico del Ejército y de la Patria en general. Una de sus variadas responsabilidades es buscar, analizar, seleccionar, concentrar, conservar y ser CUSTODIO de todo el fondo documental que tiene bajo su responsabilidad; tarea bastante delicada porque de por medio está la custodia de ciertos documentosconsiderados como patrimonio cultural de la nación.

Pero además de conservar tan importante acervo documental, de alimentar o incrementar constantemente su archivo histórico, prepara temas selectivos basados en la importancia, la cronología coyuntural o periodos espaciales, para editarlos y DIFUNDIRLOS entre jóvenes estudiantes civiles y militares, institutos culturales y personajes que son parte importante del quehacer histórico nacional.

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En el cuartel inferior, de color rojo, se destaca un pergamino que representa uno de los recursos del cual el investigador extrae la información primaria. La pluma de avestruz y el rústico tintero representan los instrumentos con los cuales el historiador y el escritor en general, perpetúan sus investigaciones, experiencias y narraciones a través de sus abundantes, novedosos e importantes escritos.

Tres libros de pasta dura pretenden dar el significado de la presencia bibliográfica moderna, difundida copiosamente en todas las latitudes del universo.

Finalmente en la parte inferior, en una cinta amarilla semi desplegada se distinguen, en letras negras, la siglas del Centro de Estudios Históricos del Ejército.

Reseña histórica del Ejército ecuatoriano

La historia del Ejército ecuatoriano va de la mano con la gesta imperecedera del 10 de Agosto de 1809, cuando al albor de la libertad, nace el Ejército ecuatoriano, cuya labor en más de dos siglos hacontribuido indiscutiblemente a la edificación del Ecuador democrático y soberano.

Las campañas independentistas fueron el preámbulo de una organización y de una estructura militar

más coherente y cercana a lo que debía ser un ejército. Es innegable que el nivel de poder y

autonomía económica que paulatinamente fueron logrando los criollos les hacía imposible convivir

bajo la tutela de una corona española, de por sí ya convertida en una amenaza a ese gran grupo de

poder, anhelante de caminar de manera libre y soberana por todo el continente. Las ideas

progresistas del quiteño Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, fiel representante de la Ilustración

en América, del influjo del espíritu de la Revolución Francesa y de la independencia de los Estados

Unidos, fue el ente motivador para que luego, en la fecha épica del 10 de Agosto de 1809, naciera

no solo una nueva etapa para Quito y el continente, sino el inicio de lo que hoy conocemos como el

Ejército ecuatoriano.

Uno de los próceres del 10 de Agosto, el capitán Juan Salinas, merecidamente reconocido como el

primer comandante del Ejército ecuatoriano, fue un noble oficial, sensible e instruido; maestro en

filosofía y estudios en jurisprudencia, supo percibir las necesidades del pueblo, sobre todo de los

más pobres. El jueves 9 de agosto de 1809 Salinas fue ascendido al grado de coronel y se le

encargó el mando de la “Falange de Quito”, conduciendo acciones militares en contra de la corona

española. Salinas, también ha pasado a la historia por ser la persona comisionada por la Junta

Suprema para elaborar el llamado: “Plan de defensa de Quito y sus provincias”, que involucró

redefinir los ámbitos político, económico y militar de la nueva nación que en ciernes emergía.

La Falange Quiteña se reorganizó y retomó fuerza, a raíz de la masacre de los héroes el 2 de Agosto

de 1810, con el retorno del coronel Carlos Montúfar, nombrado comandante de las fuerzas de Quito.

Luego del triunfo en contra de las fuerzas realistas en Pasto en 1811, se inicia una etapa de la cual

no habría marcha atrás. El 9 de Octubre de 1820 el Ejército nacional, al mando del coronel Luis

Urdaneta, hace que Guayaquil proclame su independencia; días más tarde, el 3 de noviembre, lo

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hace Cuenca, bajo el liderazgo del teniente José Ordóñez.

Dentro de ese contexto, América ve emerger a Simón Bolívar, aquel insigne hombre que emprende

su campaña libertaria junto a un joven general de 26 años, Antonio José de Sucre, delegado por el

Libertador para que integre las tierras de la Real Audiencia de Quito a Colombia. El 21 de abril de

1821 con la victoria de Tapi, en Riobamba, se abre el camino para que Sucre, ponga el sello final en

la Batalla de Pichincha, el 24 de Mayo de 1822, donde entrega su vida el joven Abdón Calderón,

otro de los héroes del Ejército ecuatoriano.

Tiempo después, en el Portete de Tarqui, el 27 de febrero de 1829, cuando cuatro mil soldados

grancolombianos vencieran a ocho mil peruanos, se consolida la libertad de nuestro país y toma

forma el Ejército ecuatoriano, como parte de las fuerzas grancolombianas. Hoy, esa fecha, a más de

ser establecida como Día Clásico del Ejército ecuatoriano, ha sido motivo para celebrar el Día del

Civismo y de la Unidad Nacional.

La formación del Ecuador como república en 1830 afirma la identidad del Ejército y lo formaliza

como un ente con espíritu constitucional, cuando en Riobamba, el 11 de septiembre de 1830, al

albor de la primera Carta Magna, queda establecido en el artículo 35, 4to inciso, lo siguiente:

“Disponer de una milicia nacional para la seguridad interior, y del Ejército para la defensa del

país…”. “Art. 51. El destino de la fuerza armada es defender la independencia de la Patria, sostener

sus leyes y mantener el orden público. Los individuos del ejército y armada están sujetos en sus

juicios a sus peculiares ordenanzas”. El Ejército nace constitucionalmente mediante mandato de la

primera Constitución de la República.

Poco a poco la evolución institucional toma forma en el tiempo. Vicente Rocafuerte crea en 1838 el

Colegio Militar, luego en 1861 nace la Escuela Regimentaria de Artillería. Bajo Gabriel García

Moreno aparece la Escuela Práctica de Cadetes. En 1888 se reabre el Colegio Militar, durante el

período de Antonio Flores Jijón. La Revolución Liberal de 1895 marcó a no dudarlo un antes y

después en la República; el general Eloy Alfaro, el Viejo luchador, incansable reformista, es uno de

los artífices en perfilar un Ejército innovador y moderno. Alfaro se esfuerza para que el Colegio

Militar definitivamente, y sin intermitencias, pueda desarrollarse en el tiempo; desde allí jamás ha

dejado de funcionar, hasta la presente. Otra acción destacable de la administración liberal, dirigida a

consolidar el Ejército como institución profesional, fue la presencia de la primera misión de

oficiales chilenos en 1899, la cual influyó indiscutiblemente para la profesionalización de la

institución.

En 1922 arriba al país otra misión militar, esta vez la italiana, que aporta significativamente a la

conformación de un Ejército cada vez más profesional y actualizado. Fruto de ello fue el nacimiento

de la Escuela de Ingenieros Civiles y de la Academia de Guerra del Ejército, el 15 de abril de 1923.

La misión italiana tuvo un influjo importante en la ideología progresista de varios jóvenes oficiales,

un grupo de ellos quienes fueron a la larga los artífices para que el 9 de julio de 1925 se diera la

Revolución Juliana, un hito de cambio nunca antes visto, que elevó de la “Edad Media” al siglo XX

al Estado ecuatoriano.

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En 1928, bajo la administración del doctor Isidro Ayora, se crea el Servicio Geográfico Militar,

erigido en 1947 por el doctor José María Velasco Ibarra a la condición de Instituto. La labor del

Ejército en este ámbito ha sido innumerable y meritoria, propendiendo al desarrollo científico, al

levantamiento de la Cartografía Nacional y del archivo de datos geográficos, como demás aportes

en bien del desarrollo del país.

El conflicto de 1941 encontró a un Ejército poco operativo, que lamentablemente por intereses

políticos no pudo repeler la acción de un enemigo mejor armado. Los hechos a posterior de este

acontecimiento han sido juzgados por la historia, pero sin menoscabo de la acción valiente y heroica

de sus soldados que ofrendaron sus vidas por la defensa de nuestra territorialidad, y que décadas

más tarde sería reivindicada por el triunfo en el Alto Cenepa. Han quedado como ejemplo de

heroísmo de 1941 los nombres del capitán Galo Molina, del teniente Carlos Díaz Terán, del teniente

César Chiriboga, del subteniente Hugo Ortiz y del cabo Luis Minacho.

En 1944 se da la Revolución de Mayo, también llamada la Gloriosa, que quiso rehacer la amarga

decepción de 1941; sin embargo, este y otros hechos, como el de 1941, no impidieron que el país

siga avanzando, sobre todo gracias al advenimiento del boom del banano, el que permitió cambios

visibles en la sociedad ecuatoriana. Bajo la presidencia del doctor Velasco Ibarra el Ejército vivió

una transformación interesante, se comenzó a equipar de mejor manera, con armamento moderno e

innovador para esa época. El tiempo avanzó y en 1956 arribó al Ecuador la segunda misión militar

chilena, en la cual constaba el mayor Augusto Pinochet, quien a la postre sería Presidente de la

República de Chile. Este grupo de oficiales apoyaron sobremanera en la parte docente en la

Academia de Guerra del Ejército. Ese mismo año, el por ese entonces capitán Alejandro Romo,

realiza el primer salto en paracaídas, dando inicio al grupo élite, el de fuerzas especiales del

Ejército. Doce años más tarde, en 1968, por decreto del presidente Velasco Ibarra, se crea el Cuerpo

de Ingenieros del Ejército, cuya gestión dirigida a la obra pública ha beneficiado al país en más de

cuarenta años. Ya en la década de los años setenta se inicia la era petrolera, actividad impulsada por

el Gobierno Militar de ese entonces. El oro negro cambiaría la faz del país como nunca antes. Un

año después, el 19 de octubre de 1973, nace la Dirección de Industrias del Ejército, grupo

empresarial dirigido a ámbitos de la defensa, el cual ha colaborado indiscutible y decididamente en

el desarrollo socio-económico del país.

El aparecimiento de un nuevo conflicto de envergadura con el vecino del sur tuvo que esperar

varios años, hasta 1981, cuando la invasión peruana fue repelida por el Ejército ecuatoriano,

quedando escrito este acontecimiento en la historia institucional, asociado hasta hoy a los campos

perennes de Paquisha, Mayaycu y Machinaza y de las vidas del cabo Nicolás Quiroz y el soldado

Daniel de Jesús Martínez.

No obstante, no fue hasta el año de 1995, cuando las Fuerzas Armadas y su Ejército logran el

triunfo histórico e indiscutible en el Alto Cenepa, constituyéndose en el hecho de más gloria del

siglo XX.

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Héroes de esta épica victoria y que siempre serán recordados son el capitán Geovanni Calles, el

sargento primero Luis Hernández, el cabo segundo Héctor Pilco y demás voluntarios que

ofrendaron sus vidas en bien de la patria. El Cenepa es un acontecimiento único, que elevó la

autoestima de lo ecuatorianos, los unió y marcó, paradójicamente, el inicio de una nueva época en

las relaciones bilaterales entre ambos pueblos, construida esta vez bajo las armas de la paz, la

armonía y la mutua convivencia. “Cenepa gloria de la patria”, es un eslogan que hoy se incluye

merecidamente y por siempre en el escudo de armas del Ejército. A partir de 1995 se demostró que

el Ejército es una institución diferente, sólida, férreamente cohesionada, con visión de futuro;

preparada en el nuevo milenio para enfrentar con éxito los retos que el Ecuador y el mundo obligan.

Ya en siglo XXI, el Ejército ecuatoriano es considerado un referente de los ejércitos del continente,

modernizándonos de manera permanente y procurando la mayor operatividad posible. El plan

estratégico institucional vigente permite articular nuevos objetivos, estrategias, indicadores,

proyectos y programas, dentro de un marco estructurado y coherente con la Agenda Política de

Defensa Nacional y con los escenarios geopolíticos y estratégicos internacionales, proyectándolo de

manera ordenada, sistemática y planificada. Se puede decir que hoy se han institucionalizado

muchas actividades estructurales, como el liderazgo proactivo e innovador, la gestión, bajo un estilo

transparente y dinámico, en procura siempre de la rendición de cuentas.

En cuanto a la normativa legal el Ejército la está actualizando, en concordancia con la Constitución

aprobada en el año 2008, atendiendo a la equidad de género, respetando los méritos, la estabilidad y

la profesionalización de sus miembros; continuando con mayor ahínco en el ejercicio de su misión

fundamental, que es la defensa de la soberanía e integridad territorial.

Cuando la Academia Nacional de Historia Militar, fundada en el 2009, dirigida por el Gral. F. Dobronski, se impuso la tarea de escribir la Historia militar del Ecuador, respondía a la necesidad que teníamos de contar con un cuerpo de conocimientos que vinieran a sumarse a la Historia General de un pequeño país, cien veces invadido, al que inclusive se le discutió las razones de su existencia y sin embargo logró mantener su identidad y un espacio geográfico. Misión cumplida: “Historia militar del Ecuador” (Quito, 2010). Buen formato, pulcritud editorial. En la contratapa, una estupenda reproducción del mapa del P. Fritz sobre “El gran río Marañón o Amazonas”, 1707: documento fundamental de la obra civilizadora de la Real Audiencia de Quito con su brazo ejecutor los misioneros jesuitas. Sus autores: dos civiles y 14 militares desde generales hasta un suboficial, yuna capitana Rosita Chacón. Todos ellos bien informados, familiarizados con el ejercicio de leer y escribir, ciudadanos cultos. Quienes organizaron el índice temático de la historia militar de nuestro país tuvieron la lucidez de comenzar por esas evidencias de una nacionalidad ya definida: Atahualpa, el emperador quiteño; Rumiñahui, el plebeyo general quiteño; la columna vertebral de las tropas quiteñas: los ‘guaguacunas’, los hijos de los degollados en Yahuarcocha. Nada de mentes afiebradas: los soldados quiteños imponiéndose hasta llegar al Cusco a paso de vencedores. Mi atención se concentró en los capítulos relacionados con la derrota del 41 y la victoria del Alto Cenepa de 1995, pasando por la frustración de Paquisha en 1981. Sus autores, los generales Paco Moncayo y José Gallardo; objetivos, de comentarios sin concesiones, de razonamientos rigurosos. Luces y sombras. El final: las FF.AA. de un pequeño país que se habían preparado para resistir otra invasión y se impuso a la hora de la verdad. Un final, digo yo, que nos permitió llegar a la paz con

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la cara limpia, respetables ante nosotros mismos. En esa historia militar, incluidos capítulos de nuestra historia diplomática, lo que no encontré por ninguna parte es la respuesta que debimos darleal canciller brasileño Aranha cuando estábamos por firmar el Protocolo de Río de Janeiro. “¿Qué actos de posesión han hecho ustedes durante cien años en los territorios que reclaman?”. ¡Rocafuerte, señor!, a orillas del Napo cuando es plenamente navegable. Hasta una escuelita tenía para los hijos de los colonos que se dedicaban a la agricultura y ganadería y sus productos llegaban a Iquitos y Manaos. Conservo fotos, documentales, tomadas por mi padre cuando estuvo en Rocafuerte como médico del Batallón Vencedores, unidad enviada con el propósito de hacernos valer en ese puesto crucial de la línea de frontera, cuando el statu quo de 1936.