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UADERFACULTAD DE HUMANIDADES, ARTES Y CIENCIAS SOCIALES
Licenciatura en Ciencias Sociales
Cátedra: Taller de Análisis de los procesos de configuración y expansión de la Modernidad.
Estudiante: Ríos, Emiliano
Docentes:Rosa, Claudia.Ricciardino, César.
“Historia y ficción durante el proceso de conformación del Estado Nación argentino en la región del Río de la Plata”
1
ÍNDICE
Introducción: Página 3
Desarrollo:
Capítulo 1: La crisis del colonialismo y la literatura virreinal.Página 7
Capítulo 2: Las rebeliones anticoloniales y la literatura gauchesca independentista
Página 10
Capítulo 3: Historia y literatura después de 1820: las luchas intraburguesas por la hegemonía.
Página 20
Capítulo 4: 1862 -1880: La consolidación del Estado Nación y la literatura gauchesca.
Página 29
A modo de conclusión:Página 38
BibliografíaPágina 40
2
Introducción
Desde una perspectiva epistemológica crítica y transdiciplinar, aunque orientando el análisis a la
articulación de la historia y la literatura, en el presente trabajo se abordarán procesos históricos acaecidos
entre la segunda mitad del siglo XVIII y el siglo XIX (sobre todo la primer mitad de este siglo) dentro del
recorte espacial conformado por la región del Río de la Plata y, a su vez, las relaciones que se pueden
encontrar entre estos procesos históricos y la literatura de este período, en particular la denominada
“literatura gauchesca”.
Se partirá de la hipótesis de que a través de la literatura, se construyó el mito cuyo objetivo fue el
de orientar las acciones de las clases subalternas para hacerlas funcionales a los intereses de las clases
dominantes, o de ciertas fracciones de dicha clase. La gauchesca fue el aparato ideológico del Estado, en
términos althusserianos, para construir el imaginario ideológico compuesto por las ideas de patria, nación,
identidad, enemigo. Su fin fue en un primer momento el de llevar al gaucho a las filas del ejército
libertador: la gauchesca no fue ni más ni menos que el aparato cuyo objeto era usar la voz y el cuerpo del
gaucho para convertirlo en soldado.
El recorte temporal de este trabajo podría pensarse como la sucesión de dos momentos distintivos
dentro de la historia regional, que a su vez son también la expresión de cambios ocurridos dentro de la
economía mundo capitalista. Un primer momento, a partir de 1750, marcado por el agotamiento y la crisis
de los modelos capitalistas mercantiles ibéricos, legitimados por la ideología teísta. Un segundo
momento, desde comienzos del siglo XIX, en el que comienzan a sucederse las rebeliones anticoloniales
en el Río de la Plata, al tiempo en que se consolida el modelo industrial de libre concurrencia en los
países hegemónicos del capitalismo mundial, sobre todo en Inglaterra. Éste último momento será
fragmentado en el análisis (por ser el más rico en relación a la sucesión de distintos acontecimientos que
hacen al objeto de estudio) en tres etapas: 1806 /1820, 1820/1862 y 1862-1880.
Es así que se intentará abordar el desarrollo a través de la puesta en juego de distintos niveles de
análisis: político, económico e ideológico. Desde el primer nivel, el análisis intentará sobre todo dar
cuenta del problema vinculado a la conformación del Estado Nación constituido dentro del proceso que
enmarca el recorte temporal abordado; desde el segundo la cuestión central a abordar será la
incorporación de éste área periférica dentro de la economía mundial al nuevo orden capitalista
hegemónico y a la división internacional del trabajo impuesta por éste, que en lo regional se estará
expresada por la puja entre las fracciones de clase dominante para obtener la hegemonía en el territorio; y
por último, desde el nivel de lo ideológico, se abordarán distintas obras literarias y se analizará su función
ideológica, específicamente a través de sus contextos de producción, circulación y aplicación.
3
Junto a estos tres niveles de análisis el esquema metodológico será complejizado con la distinción
de tres elementos a tener en cuenta: los actores que participan en el proceso histórico a abordar; los
conflictos de los que aquellos actores forman parte en el mismo; y los procesos concretos que se
desarrollan en dicho recorte histórico: crisis de la etapa colonial, proceso de autonomización de los
distintos Estados que surgen a partir de la denominada “revolución” de mayo de 1810, conformación del
Estado Nación, etc.
A su vez se abordarán dos dimensiones de análisis: por un lado la de las espacialidades que estará
caracterizada, sobre todo, por la relación dialéctica entre el mercado mundo capitalista (lo global) y su
impacto local, en la región del Río de la Plata; y por el otro, la de las temporalidades que estarán signadas
por la sucesión de distintos acontecimientos, enmarcados en los procesos que se desarrollan en el recorte
histórico a abordar.
El problema a abordar en el presente trabajo, será a priori, el de desnaturalizar la visión
hegemónica de nuestra historia, cuyo primer mito reside en considerar que preexistió una nacionalidad
argentina al momento de la Independencia de la corona española. Para cumplir con este objetivo, será
necesario sortear diferentes obstáculos epistemológicos que tienen su raíz en la historiografía mitrista a
saber, entre otros: el mito de caracterizar el tipo de formación social como una ruralidad feudal,
semifeudal o precapitalista a partir del 1800; el mito de la revolución democrática de 1810, el ya
mencionado mito de la preexistencia de la nación argentina y el mito de la unidad del Estado (cuando en
realidad en el período coexistieron principalmente diferentes autonomías provinciales en todo el territorio
rioplatense).
Enunciado el objeto del presente trabajo, y su problema, es necesario dar cuenta de las
herramientas conceptuales o categorías de análisis que conformarán el andamiaje con el cual se
desarrollará el mismo.
En primer lugar, para poder identificar tanto los actores sociales, como los conflictos de los que
forman parte y los procesos que éstos originan (los tres elementos de análisis que habíamos enunciado) es
necesario la utilización de la categoría de clase. La clase, según la conceptualización marxiana, estará
determinada por la propiedad de los medios de producción, por lo que la sociedad estará dividida en
términos generales, entre propietarios y no propietarios. Los primeros formarán la clase burguesa, cuya
lógica económica, tanto individual como colectiva o de clase, reside en la fórmula “dinero – mercancía –
dinero prima” (D M D´): los capitalistas o burgueses invierten dinero, es decir capital, para la adquisición
de distintas mercancías (fuerza de trabajo, herramientas, materias primas, instalaciones) cuyo objeto es la
producción de nuevas mercancías a través del proceso productivo, que revalorizarán el capital invertido a
través de su venta. Por otro lado, los proletarios, desposeídos de los medios de producción, están
obligados a seguir la lógica económica opuesta (M D M): con el fin de reproducir su existencia es que
venden su fuerza de trabajo (mercancía), que es intercambiada por el salario en forma de papel dinero
4
(cuyo valor esta determinado por lo necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo), y con el cual
adquirirán las mercancías necesarias para la subsistencia. La fuerza de trabajo, tiene la particularidad de
ser la única mercancía que produce más de lo necesario para su mera reproducción: el plusvalor obtenido
a través del proceso productivo es apropiado por la clase burguesa. Hasta aquí llega la conceptualización
básica y tradicional del modelo dicotómico de clases, con una breve referencia de las relaciones entre
clases a través del proceso productivo. Para el caso a analizar es necesario complejizar éste modelo
teniendo en cuenta que es posible y aún necesario distinguir dentro de cada una de estas clases diferentes
fracciones, a las que haremos referencia en el desarrollo (utilizaremos los términos clases dominantes y
clases subalternas para referenciar al conjunto de las clase burguesa por un lado y de la clase proletaria,
por el otro). Otra advertencia que debe tenerse en cuenta antes de utilizar estas categorías acrítica y
anacrónicamente es que el contexto de producción de ellas es ya la fase industrial del capitalismo en el
contexto de los países centrales: dentro del recorte a abordar, si bien a grosso modo el proceso de orden
macroestructural al que asistimos es el de la transición de la fase mercantil capitalista a la industrial
capitalista, las características que se van a desarrollar no serán las mismas que la de los países centrales,
ya que este proceso adquiere sus particularidades en la periferia, de la que la región del Río de la Plata
forma parte.1
Al poder subdividir la categoría de clase en fracciones, a la contradicción principal entre clases
dominantes y clases subalternas propia de la dinámica misma del capitalismo, se pueden sumar las
contradicciones al interior de cada clase entre distintas fracciones. Este tipo de contradicciones internas a
la clase serán las principales a analizar en este período: en este recorte histórico la lucha principal se dará
entre las distintas fracciones de las clases dominantes.
Otra categoría de análisis que nos va a ser útil es la de etnia. Es necesario tener en cuenta que
dentro del período histórico que abordaremos tanto la raza negra como los pueblos originarios sufren un
terrible genocidio que los dejará al borde de la extinción. La categoría de etnia, entonces, complejiza
principalmente el análisis sobre las clases subalternas, ya que en dicho período la existencia de distintas
etnias incide en el grado de heterogeneidad de estas clases.
Para el análisis espacio temporal, recurriremos a las categorías conceptuales propuestas por
Imanuel Wallerstein de centro, periferia y semiperiferia para poder enmarcar la región del Río de la Plata
en la geografía política global, dentro del contexto de orden macroestructural conformado por la
economía mundo capitalista. La economía mundo capitalista es, siguiendo a Meter Taylor2, un sistema
histórico basado en el modo de producción capitalista, donde el criterio que rige la producción es la
obtención de beneficios y la acumulación del excedente en forma de capital. Los elementos
fundamentales de este sistema son: un mercado mundial único, que siendo capitalista sus procesos de
1 El estereotipo del capitalista y el proletario industriales, no es utilizable en el caso del Río de la Plata en aquel período, ya que la división internacional del trabajo imponía la producción de materias primas. 2 Taylor, Peter. Geografía Política. Economía mundo, Estado-nación y localidad. .Trama Editorial
5
producción e intercambio han sido los productores de un desarrollo desigual en el mundo; un sistema de
múltiples Estados competitivos; y estructuras tripartitas (cuyo fin es el de atenuar el conflicto). En cuanto
a sus dimensiones espaciales los procesos de centro y periferia son dos tipos opuestos de producción, en
donde el centro explota y la periferia es explotada. Se podría decir que los procesos de centro consisten en
relaciones que combinan salarios relativamente altos, tecnología moderna y un tipo de producción
diversificada, en tanto que los procesos de periferia son una combinación de salarios bajos, tecnología
más rudimentaria y una producción mas simple. A su vez la semiperiferia combina procesos de centro y
periferia y constituye la categoría dinámica de la economía mundo.
Se tomará en cuenta para el análisis de la especialidad, la división de los territorios del ex
Virreinato del Río de la Plata en tres grandes regiones económicas: Buenos Aires, Litoral e Interior.
En cuanto al análisis del género gauchesco, seguiremos principalmente a Josefina Ludmer
utilizando sus categorías conceptuales de uso y de emergencia. “La primera es la que quizás define y
permite pensar el género gauchesco: un uso letrado de la cultura popular. Se trata del uso de la voz, de
una voz (y con ella de una acumulación de sentidos: un mundo) que no es la del que escribe. La categoría
de uso deriva sobre todo de la condición instrumental, de servicio, de los gauchos (…). La segunda
categoría tiene dos sentidos precisos: emergencia es surgimiento y también necesidad urgente de uso. El
momento de la emergencia del género es el momento anterior a la repetición, la variación y la convención
que, precisamente, constituyen un género literario; es la ilusión de la primera vez, cuando las ideas del
género no son todavía ideas recibidas.”3
Seguiremos la advertencia de Ángel Rama para poder identificar la función ideológica de la
literatura gauchesca: “las causas de la literatura gauchesca (…) no deben buscarse en los asuntos de que
trata y menos en los personajes que utiliza, sino en las concretas operaciones literarias que las produjeron.
Lo que implica (…) preguntarnos quiénes redactaron estos poemas, por qué y para quiénes, y que
principios los animaban”.4 En este sentido, la gauchesca “expresó la visión del mundo que la burguesía ha
atribuido a una clase social que siempre estuvo alejada del poder real y condenada a una existencia
dependiente”5.
No puede dejar de ser importante y necesario el análisis de la literatura para las ciencias sociales,
ya que ésta actúa directamente en el imaginario social, al circular entre sus lectores u oyentes (en el
período a analizar, existiendo un gran porcentaje de la población analfabeta, la literatura llega al público
iletrado sobre todo a través de la oralidad) construyendo conductas sociales, con un efecto inmediato en
los comportamientos. Todo discurso es, en si, constructor de significados ya que la ficción no es más que
un relato discursivo capaz de generar verdad.
3 Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. páginas 11, 12 y 13.4 Rama, Ángel. Los gauchipolíticos rioplatenses. (Volumen 2). Centro Editor de América Latina. Página 1585 Borello, Rodolfo. La literatura gauchesca y lo social. http://revistas.ucm.es/fll/02104547/articulos/ALHI9696110031A.PDF
6
Por último, queda enunciar que los textos literarios a analizar serán los más emblemáticos de la
literatura gauchesca en cada uno de sus períodos: “Canta un guaso en estilo campestre” de Juan Baltasar
Maciel, los “diálogos y cielitos patrióticos” de Bartolomé Hidalgo, “Facundo” de Sarmiento, “Martín
Fierro” de José Hernández, y “Juan Moreira” de Eduardo Gutiérrez, entre otros.
Desarrollo
La crisis del colonialismo y la literatura virreinal.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, se profundiza el agotamiento y se prepara la crisis de
los modelos capitalistas ibéricos. La economía mundo capitalista entra en una nueva fase de desarrollo a
nivel global: los centros de poder mundiales, con el auge del modelo capitalista industrial de libre
concurrencia, se desplazan desde España y Portugal (países hegemónicos desde el siglo XVI que se
convierten en semiperiferia) hacia el norte (Inglaterra, Francia, Países Bajos). En este proceso, Inglaterra
se convertirá en el país central siendo el núcleo del nacimiento del nuevo modelo.
En términos generales, en el interior de la economía mundo capitalista se da un proceso de
relaciones combinadas asimétricas compuesto por verticalidades, en las cuales los centros imponen sus
intereses y su visión de mundo conforme a la reproducción del modelo que los pone en el centro; y por
horizontalidades, dado que ningún proceso es mecánico ni simple, en las periferias se originan
resistencias locales ante este proceso global.
A comienzos del siglo XVIII, con la muerte de Carlos II sin haber dejado herederos al trono, se da
la sucesión en España que confiere a los borbones los títulos reales. Durante el reinado de los borbones
durante el siglo XVIII6 se establecen una serie de reformas económicas, políticas y militares, entre las que
se destacan la creación del Virreinato del Río de la Plata (1777), la implantación de políticas
proteccionistas dentro de España y sus dominios, el aumento de puertos en las colonias para comerciar
con la metrópoli (que pasó de dos a veinticuatro) –en el año 1776 a partir de esta medida se da la apertura
del puerto de Buenos Aires-, y la creación de nuevos monopolios que obligaban a vender determinadas
mercancías sólo a la metrópoli, entre otras. Estas reformas tuvieron su base en el pensamiento ilustrado.
Guillermo Wilde define con estas palabras el contexto sociopolítico del Río de la Plata en este
período: “desde aproximadamente la segunda década del siglo XVIII, la corona española se embarcó en
un conjunto de reformas administrativas en sus dominios americanos con el fin de imponer su presencia
política y aumentar los ingresos del fisco. El peso económico de la región del Río de la Plata había
crecido considerablemente a partir de las actividades comerciales del puerto de Buenos Aires y los
síntomas de debilidad de los órganos centrales de poder se manifestaban en la creciente participación de
los criollos en los cabildos y audiencias, el aumento de la presencia de portugueses e ingleses en las redes
comerciales y la amenaza de ataques a las ciudades y villas de la región por parte de numerosos grupos 6 Felipe V (1700–1724 y 1724–1746), Luis I (1724), Fernando VI (1746–1759), Carlos III (1759–1788) y Carlos IV (1788–1808)
7
indígenas no controlados. Las reformas perseguían fines políticos, económicos y militares pero sobre todo
formulaban un proyecto sociocultural de mediano plazo que buscaba definir súbditos homogéneos”7.
En el contexto del Río de la Plata, según José Carlos Chiaramonte, “el pensamiento renovador de
los últimos años del período colonial se caracteriza por una conciliación de rasgos aparentemente
antitéticos que desafía los intentos de clasificación con las categorías usuales de periodificación de la
historia cultural.”8 Estos rasgos antitéticos se expresan en los términos contrapuestos de modernidad y
tradicionalismo. Según éste autor la percepción y comprensión sobre la cultura iberoamericana de fines
del período colonial es dificultada por dos perspectivas que al adoptarse como criterio inicial deforman su
interpretación: la primera esta vinculada a la historiografía nacional, cuya perspectiva acuña una visión
negativa del período colonial y enaltece a la Ilustración como causa central del movimiento
Independentista; la segunda, propia de la historiografía hispanófila, adoptó el criterio opuesto, siendo
apologista del período colonial al enaltecer los logros de su cultura y de las raíces hispanoamericanas.
Siguiendo la advertencia de Chiaramonte, intentaremos dar cuenta de este período atendiendo a que la
dialéctica entre modernidad y tradicionalismo comienza en el mismo seno del periodo virreinal y se
traduce inclusive al interior de la Iglesia católica.
La tendencia modernizadora advino en Hispanoamérica, en sus intelectuales y en sus
universidades, por las reformas en la enseñanza propiciadas por la monarquía borbónica, como una forma
de combatir las doctrinas teológicas y políticas que afectaban las bases teóricas del absolutismo. La
orientación ortodoxa de los jesuitas era contraria al pensamiento moderno, pero en el interior de la
compañía existían diferentes tendencias heterodoxas contrapuestas a las instancias superiores jesuitas. En
1767, los jesuitas son expulsados de los dominios españoles por Carlos III.
Con el comienzo del siglo XVIII, pueden reconocerse en el Río de la Plata diversas
manifestaciones de la Ilustración, sobre todo a partir de la existencia de publicaciones periódicas
difusoras de este pensamiento: el Telégrafo Mercantil, Rural, Político-económico e Historiógrafo del Río
de la Plata, el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio y el Correo de Comercio, entre otros.
Dice Juan Carlos Chiaramonte “lo cierto es entonces que en esta etapa inicial de la historia
literaria y científica de carácter realmente rioplatense (…), y pese a la relativa escasez de materiales
producidos que fuese más allá de la transcripción o comentario de textos europeos, en el grupo formado
en torno a la aparición del Telégrafo… se pueden reconocer indicios claros de la acción de un cenáculo
intelectual renovador.”9
7 Wilde, Guillermo. Orden y ambigüedad en la formación territorial del Río de la Plata a fines del siglo XVIII. Página 3
http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0104-718320030001000058 Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, Estados: 0rígenes de la Nación Argentina (1800-1846). Ariel Historia. Página 239 Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, Estados: 0rígenes de la Nación Argentina (1800-1846). Ariel Historia. Página 39
8
El período colonial se corresponde a la etapa libre del gaucho, en la que a nivel general era
autosuficiente, y reproducía su existencia a través de la caza y la pesca. Como el aparato productivo de
los estancieros, a fines del siglo XVIII, necesitaba de mano de obra para poder producir riquezas, surge la
ley de vagos y mal entretenidos (edicto municipal) por el cual todo gaucho no propietario sin acreditación
de trabajo podía ser levantado por la autoridad para cumplir las tareas que ésta indique; y también la ley
de levas para los no propietarios (ley diferencial), que además prohibía la portación de armas a quienes no
poseían propiedad.
Cada período de la literatura se corresponde a un período político. En el período Virreinal, uno de
los referentes de la literatura colonial fue Juan Baltasar Maciel. “La significativa figura de Juan Baltasar
Maciel, ofrece un relevante testimonio de cómo, al amparo del reformismo borbónico, se difunden en el
Río de la Plata líneas de pensamiento renovadoras y en parte ilustradas.”10 Su poema “canta un guaso en
estilo campestre”, fue la primera obra gauchesca con giros populares criollos: por guaso se refiere a
gaucho araucano y está dedicada al virrey Pedro Ceballos. La importancia de esta obra literaria radica en
que fue la primera en donde se hace uso de la voz del gaucho: con el verbo “canta” en el título, el poema
nos instala en el ámbito de la oralidad. La escritura misma busca imitar la fonética popular: esta intención
aparece en el mismo título en la palabra “guaso” en vez de la palabra original “huaso” 11. A su vez en el
título mismo, se hace referencia a la situación enunciativa: se canta, como si se estuviese frente a un
auditorio. La figura del cantor es central en la literatura gauchesca y en la comunidad rural, el cantor
expresa la voz del pueblo y es a la vez anónimo.
El primer verso, “aquí me pongo a cantar” es tomado de la oralidad popular, aparece en diversas
coplas españolas y rioplatenses y fue consagrado en el Martín Fierro. Otros elementos lingüísticos a
destacar que utiliza Maciel como recursos para dar cuenta de que quien canta es un “guaso” son el uso de
arcaísmos (ej. “aquestas”), indigenismos (ej. “guaina”, “guampas”, “pampas”), vulgarismos (ej. “he de
puja” –que no es más que un “hijo de puta” suavizado y abreviado12, “mandria”) y comparaciones propias
del lenguaje habitual gauchesco (ej. “como ovejas los ha arriado y repartido en las pampas”). La única
excepción a la regla es la presencia en el anteúltimo verso -“que las germanas de Apolo”- de un elemento
que podría considerarse ajeno a la cultura iletrada y rural, al mencionarse al dios de la mitología griega.13
A través de la voz del gaucho, se legitima el héroe militar – virreinal a través de la obra literaria,
personificado en el virrey Ceballos. Para poder analizar las implicancias políticas de este poema es
necesario situarlo en relación a su contexto de producción, ya este poema es contemporáneo a la guerra
10 Ibíd. Página 2611 Huaso es el término utilizado en Chile para referirse al individuo que vive en la zona central del país y se dedica a tareas propias de sectores rurales. También se da el mismo ejemplo de imitación de la fonética popular en “germanas” (hermanas) y “gazañas” (hazañas).12 En el poema, sin embargo, esta expresión está usada ponderativamente por antífrasis ya que refiere al virrey Ceballos quien “muy heroicamente” ha vencido a los portugueses.13 Sin embargo, quizás intencionalmente el guaso parece desconocer sobre la mitología griega, ya que Apolo solo tenía una hermana gemela, Artemisa. Quizás por hermanas se refiere a las musas de las cuales Apolo era jefe y director de su coro.
9
entre España y Portugal. “Hubo tres momentos militares que dieron lugar a sendas eclosiones poéticas en
el Plata: la reconquista de la Colonia del Sacramento en 1777 por don Pedro de Cevallos, las Invasiones
Inglesas, en 1806 y 1807, y las guerras de la Independencia. Maciel acudió como otros poetas de la hora,
a su compromiso poético de loar el triunfo de Cevallos. Compuso lo que, casi, podríamos llamar un
pequeño cancionero sobre el asunto de la Colonia rescatada. Hay en él cuatro sonetos, redondillas,
seguidillas, romances endecasílabos, octavas reales, liras, romancillos, romances esdrújulos, endechas
endecasílabas, décimas, laberinto endecasílabo, una glosa y un solo poema compuesto en el tradicional
metro popular del romance: «Canta un guaso en estilo campestre los triunfos del Excmo. señor don Pedro
Cevallos»”14. Para Maciel éste triunfo del virrey contra los portugueses es de tal importancia
“geopolítica” que todas las voces (no solo las letradas) deben celebrarlo y es así que, luego de haber
cumplido las reglas literarias del sistema neoclásico, compone este innovador poema en otro tono y
modalidad que inaugura el género gauchesco. Así, a través del uso de la voz del gaucho, los intereses
particulares de la burguesía burocrática colonial se presentan como válidos para el conjunto de toda la
sociedad, incluidos los sectores subalternos.
A través de la poesía y con las menciones de sitios y personajes históricos que dan un efecto de
veracidad al enunciado de esta obra literaria se construye al portugués como enemigo, figura que con
fines políticos será utilizada a lo largo del género gauchesco a la luz de los contextos históricos en los que
las obras fueron producidas y de los intereses del escritor letrado que escribe y la clase o sector social al
que éste representa.
Sin ahondar en más detalles sobre el análisis de esta obra, podemos cerrar este capítulo con las
palabras de José Barcia sobre cuan importante es esta poesía como pionera e impulsora del género
gauchesco: “Juan Baltasar Maciel, hombre identificado con el sistema neoclásico o académico, se sacó de
la manga un nuevo sistema, polarmente enfrentado con aquél, que es lo que se podría llamar sistema
gauchesco. Lo hizo en un solo poema, pero de manera tan «modélica», para usar un horrible término de la
pedagogía, que cifró en él todos los elementos de una nueva postulación. Este es un curioso hecho, no
episódico, pues generó tradición desde el seno de la Ilustración”.15
Las rebeliones anticoloniales y la literatura gauchesca independentista.
Siendo la búsqueda de la maximización de la ganancia la lógica económica que persigue la
dinámica capitalista, Inglaterra necesitaba que el modelo industrial de libre concurrencia se expandiera a
nivel global para mantener su posición de dominio imponiendo a partir de ello una división internacional
del trabajo diferenciada, en base a procesos de centro y de periferia repartidos asimétricamente en la
14 Barcía, Pedro Luis. Las letras rioplatenses en el período de la Ilustración: Juan Baltasar Maciel y el conflicto de dos sistemas literarios. http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/litGau/01159852320140432980035/p0000001.htm#I_1_15
Ibíd.
10
geografía global. Dicha división consistía en la producción de mercancías elaboradas a través del sistema
fabril, en los centros, con el uso de altas tecnologías y reducía a las periferias al papel de productor de
materias primas, necesarias para la industrialización en los países centrales. América era un mercado
necesario para la expansión y, rompiendo con el monopolio colonial, un productor de materias primas
muy importante.
El primer intento de Inglaterra por imponer la libertad de mercado constreñida por el monopolio
del imperio español en el Río de la Plata, fue a través del uso de la violencia. Las invasiones frustradas de
1806 y 1807 fueron la expresión de este intento de reacomodar las periferias de la economía mundial para
responder a los intereses ligados a los procesos de centro, y al Estado Nación que a principios del siglo
XIX lideraba la hegemonía mundial, la Inglaterra industrial. Habiéndose frustrado este intento, la
estrategia imperialista buscará otro más sutil para cumplir sus fines: promoviendo los movimientos
independentistas, que traerán en América no sólo el fin de la subordinación ante la metrópolis, si no
también –y aquí reside la importancia de este proceso para los países centrales- la libertad de mercado.
Con estas palabras Alejandro Horowicz explica la dialéctica entre libertad de comercio y
monopolio colonialista: “libre comercio, el derecho a la libertad de comercio, era la marca internacional
de un programa económico que tenía un supuesto político, el autogobierno. De lo contrario, el bloque
comercial colonial –que trabajosamente incluía a los criollos- prefería su conveniente fidelidad a la
corona de castilla.”16 Según este autor, la relación entre Inglaterra y España entre 1588 y 1808 estuvo
establecida sobre este eje: mientras los ingleses empujaban hacia la libertad de comercio, los españoles
resistían a ésta todo lo que podían.
Tras la derrota inglesa, la fracción dominante que detentaba la hegemonía, y tenía la
representación del cabildo en Buenos Aires, era la que constituía el bloque comercial colonial
(monopolistas, contrabandistas y hacendados). Eran los intereses de esta burguesía colonial los que se
contraponían a la libertad de mercado inglesa y fue ésta quien constituyó los cuerpos armados de mayoría
criolla para hacer frente a los ingleses. La estrategia de los centros de poder capitalistas (léase en términos
estatales Inglaterra) para ampliar los mercados alrededor del globo cambia luego de las derrotas en el Río
de La Plata: “entre 1810 y 1820 la confluencia entre el bloque de clases dominantes británico (con
absoluta prescindencia del partido que encabezara el gobierno) y el partido de la independencia americana
resulta imposible de fracturar”17.
Para Waldo Ansaldi, “tal vez sea la lógica de la guerra, más que la lógica de la política, la que
conduce a la declaración de la independencia. No es sólo la guerra en el territorio americano, sino
también –a veces, incluso, más decisivamente- la que se despliega en el europeo. En primer lugar, los
avatares de la guerra franco española, que significa, además, las alianzas de España y Portugal con el
16 Horowicz, Alejandro. El país que estalló. Antecedentes para una historia argentina (1806 – 1820) Tomo I. Editorial Sudamericana. Bs. As. 2004. Página 76.17 Ibíd. Página 244
11
Reino Unido (…). En este sentido, entonces, la revolución rioplatense se inscribe en, forma parte de la
crisis internacional que está reordenando el mundo en un contexto de expansión del capitalismo”18.
Para comprender el proceso que se inicia a partir de las rebeliones anticoloniales durante las
invasiones inglesas y que desemboca en la independencia de mayo de 1810, es necesario en un primer
momento poder diferenciar las fracciones de las clases dominantes hacia el interior del Río de la Plata.
Distintas fracciones a lo largo del proceso, cada una con sus intereses, son las que van a protagonizar 19 un
enfrentamiento al interior de las clases dominantes, que es el conflicto velado por la historiografía oficial.
La revolución de mayo no es más que un enfrentamiento al interior de las clases dominantes:
consiste en la sublevación de la fracción de clase ganadera contra la burguesía burocrática ligada al
aparato estatal colonial y al comercio monopolista del Puerto de Buenos Aires. El mito de la preexistencia
de la nacionalidad argentina ha instituido en la conciencia colectiva de nuestro país la idea de que la
Independencia significó la lucha entre españoles y argentinos (como si la nacionalidad preexistiera a la
construcción del Estado nación). Sin embargo quienes se enfrentaban eran las fracciones de la burguesía,
usando como carne de cañón criollos e “indios”.
Las clases burguesas ponen en rigor las leyes coloniales de vagos y de levas luego de 1810, ya que
necesitan de mano de obra para maximizar la ganancia de su producción. La burguesía agraria y
comercial de Bs. As., junto a la del Litoral, coinciden en su postura liberal como doctrina económica y
política: libertad es igualdad de derechos, libertad de comercio y determinación. Para las clases
subalternas, esto se traduce en no sólo en la ley de leva si no también en la ley de vagos para obligar a
gauchos, “indios” y negros a ir a las filas del ejército. La burguesía comercial tiene entre sus intereses, el
de instituir un régimen político unificado, para regular la circulación de mercancías.
Para luego situarnos en el terreno del análisis del discurso, conviene hacer mención a los riesgos
de utilizar anacrónicamente ciertos conceptos como los de pueblo, nación, Estado, patria, etc. ya que las
palabras conllevan cambios de significados a través del tiempo. Según Chiaramonte, en los escritos del
período pueden coexistir distintas acepciones históricas de algunos de esos términos, principalmente al
coexistir doctrinas políticas del “antiguo régimen” con la moderna teoría del Estado y las influencias de
las revoluciones norteamericana y francesa.
Respecto al término de nación, actualmente estamos habituados a asociarlo con el de nacionalidad,
pero éste último concepto es inexistente hasta la difusión del Romanticismo a partir de la década 1830.
“Lo primero que se impone es la necesidad de no asociar al término nación lo que implicó posteriormente
la difusión del principio de nacionalidad. Esta precaución es un requisito crucial para comprender la
naturaleza de las tendencias de unión por parte de las ciudades y, posteriormente, de las provincias
18 Ansaldi, Waldo. Soñar con Rousseau y despertar con Hobbes: Una introducción al estudio de la formación del Estado nacional argentino. Pensamiento nacional. Pág. 3319 Aunque la carne de cañón de esos enfrentamientos son las clases subalternas.
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hispanoamericanas luego de comenzado el proceso de la Independencia”20. Es así que cuando se habla de
nación en las primeras décadas del siglo XIX en el Río de la Plata, se hace en términos contractualistas y
racionalistas: una nación es un conjunto humano vinculado por la sujeción a un mismo gobierno. 21 En
general, éste término se utilizaba de forma equivalente al de Estado.
Es así que la convocatoria de la Primera Junta, que en 1810 reemplazó a las autoridades coloniales
en Buenos Aires, es a los pueblos o ciudades del Río de la Plata en plural y no a ningún pueblo o
nacionalidad argentina preexistente. “Los primeros tramos del movimiento de Independencia, luego del
25 de mayo de 1810, fueron protagonizados institucionalmente por las ciudades, o pueblos, y sus órganos
de gobierno, los cabildos. La Circular de la Primera Junta de gobierno convoca a las provincias interiores
pero encarga a los cabildos el acto de elección de diputados. La representación era así entregada a la
ciudad, a la ciudad de la tradición hispanocolonial”22.
Chiaramonte critica el enfoque historiográfico tradicional que supone la existencia de una nación
argentina desde 1810: los pueblos en aquella época se definían en base a su condición de americanos, ya
que la denominación de argentinos fue usada muy raramente al principio de la revolución de mayo y tenía
el matiz de sugerir la preeminencia de Buenos Aires sobre el resto de los pueblos del Río de la Plata. “Y
en este punto, lo primero que reclama nuestra atención es la emergencia de los “pueblos” rioplatenses
como primera forma de unidad política con esbozo de rasgos estatales que abriera el proceso de la
Independencia”23.
Según Waldo Ansaldi, dentro del nudo histórico de 1806-12 se pueden distinguir cuatro momentos
que se corresponden a importantes fluctuaciones de la coyuntura política del Río de la Plata: “a) entre
junio de 1806, comienzo de la primer invasión inglesa, y agosto de 1808, llegada del marqués Sassenay,
emisario de Napoleón en procura del reconocimiento de José Bonaparte como rey de España, rechazo de
la proposición y proclamación y jura de Fernando VII como tal; b)desde agosto de 1808 hasta julio de
1809, fecha de arribo de Cisneros, nuevo virrey del Río de la Plata, designado por la Junta Central de
Sevilla; c) entre julio de 1809 y mayo de 1810, cuando es depuesto Cisneros y se instala la Junta criolla;
d) desde mayo de 1810 hasta octubre de 1812, cuando es destituido el Primer Triunvirato y se procura,
bajo el impulso de la Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica, la profundización de la revolución
convocando a una Asamblea Constituyente”24. En términos gramscianos, Ansaldi afirma que este nudo
histórico desata la crisis orgánica rioplatense, poniendo de manifiesto el agotamiento del grupo social
dominante (vinculado a la dominación colonial) y la desintegración de su bloque ideológico. Un aspecto
20 Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, Estados: 0rígenes de la Nación Argentina (1800-1846). Ariel Historia. Páginas 115 y 116.21 “Una nación no es más que la reunión de muchos Pueblos y Provincias sujetas a un mismo gobierno central, y a unas mismas leyes…”. Gazeta de Buenos Aires, Nº 3, 13/5/1815. Pág. 922 Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, Estados: 0rígenes de la Nación Argentina (1800-1846). Ariel Historia. Página 121.23 Ibíd. Página 143.24 Ansaldi, Waldo. Soñar con Rousseau y despertar con Hobbes: Una introducción al estudio de la formación del Estado nacional argentino. Pensamiento nacional. Páginas 35 y 36.
13
inicial de la crisis orgánica es la ruptura entre la burguesía criolla y la ideología dominante (propia de la
vieja clase dominante colonial). En el tercer momento señalado por Ansaldi, se ponen de relieve dos
aspectos, la confluencia de la crisis económica y política y la pretensión explicita de los grupos criollos
ganaderos de generalizar al conjunto de la sociedad sus intereses particulares. En el cuarto momento, se
amplia la participación activa de otros grupos subalternos, sobre todo del Interior. “Estos sectores
subalternos – artesanos, campesinos indígenas, trabajadores libres, esclavos – no alcanzan ese nivel de
desarrollo que permite la aparición del espíritu de escisión ni, en consecuencia, a plantear alguna
alternativa hegemónica; tampoco llegan a elaborar –como los grupos finalmente dominantes en las
regiones del Interior- una alianza con la burguesía de Buenos Aires y a través de ella participar en el
nuevo sistema hegemónico que se definirá entre 1862 y 1880”25. Los grupos subalternos seguirán bajo
esta condición luego de la Independencia, ya que la denominada “revolución” de mayo no significó un
cambio profundo y radical en la sociedad (no llegó al punto de una revolución social): no trastocó la
estructura social, sino que significó el ascenso de una nueva fracción de clase como clase hegemónica
dentro de la estructura de dominación.
La culminación del cuarto momento del nudo histórico 1806-1812 culmina en octubre de 1812,
con la rebelión cívico-militar (o mas bien el primer golpe cívico-militar) durante el día 8 de este mes,
propiciado por la Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica. Según Ansaldi, aquí se plantea por primera vez
la cuestión de la independencia, la crisis orgánica sin resolverse deviene en revolución anticolonial y ésta
se enfrenta al problema de suprimir el Estado colonial y construir un Estado nacional. “La dialéctica de la
revolución despliega varias contradicciones en el plano de la política: entre la independencia y la sujeción
colonial, entre el radicalismo y la moderación, entre la república y la monarquía – las tres resueltas de
manera definitiva entre 1815 y 1820-, entre el centralismo y federalismo, resuelta, mal, en 1860-62 con la
reunificación de la república, o quizás en 1880 con la federalización de Buenos Aires”26.
En el desarrollo de la crisis orgánica se desenvuelven simultáneamente varios procesos, entre los
que se destacan la creación de la nación, la constitución del mercado interno y la conformación del Estado
nacional. Estos tres procesos pueden englobarse en un proceso general que los incluye como requisitos
necesarios para su consolidación: el de la constitución de la fracción burguesa criolla como clase
dominante.
La Asamblea del año 13 convocada por el Segundo Triunvirato se plantea un programa máximo
–la declaración de la independencia y la sanción de una constitución- pero realiza uno mínimo: decide su
carácter soberano, adopta los símbolos del nuevo Estado (escudo), declara fiesta cívica el 25 de mayo
entre otras cosas y avanza en el derecho privado (eliminó el servicio personal de los indios en todas sus
formas, dio libertad a los hijos de las madres esclavas y a los esclavos que ingresen al país, abolió los
títulos de nobleza, etc). Paradójicamente, es un congreso reaccionario y conservador quien proclama la 25 Ibíd. Páginas 38 y 39.26 Ibíd. Páginas 39 y 40.
14
Independencia el 9 de julio de 1816, y veintitrés días después acuerda un manifiesto que concluye
decretando el “fin de la revolución, principio del orden”.
En la coyuntura política y económica posterior a la crisis del sistema colonial y a 1810 puede
dividirse analíticamente a las clases dominantes en cuatro facciones en puja: la Burguesía Terrateniente
Ganadera Bonaerense (BTGB), la Burguesía Ganadera del Litoral (BGL); la burguesía Artesanal (BA) y
la burguesía comercial portuaria (BCP).
En la lucha interclasista que se dio a partir del agotamiento del grupo social dominante colonial
tenemos como principal enfrentamiento al interior de las clases dominantes, por un lado a la BCP
asociada a la burguesía industrial británica y por el otro la burguesía ganadera, con independencia de
Inglaterra y vinculadas a las economías regionales esclavistas. La BGL se encontraba en una situación
geopolítica de desventaja en relación a sus “compañeros de clase” porteños ya que para poder exportar,
sus mercancías debían pasar por la aduana de Buenos Aires, cuestión que traía aparejada un histórico
problema y enfrentamiento de intereses entre las facciones de acuerdo a su pertenencia a distintas
regiones. Es así que la burguesía ganadera del litoral no se alía con las facciones bonaerenses en su
disputa por el control del puerto. Por último, la burguesía artesanal asentada en las regiones del interior
del ex virreinato del Río de la Plata al noroeste de Buenos Aires y el Litoral, comerciaba con el Potosí,
por lo que sus intereses eran prehispánicos. En palabras de Waldo Ansaldi, “la guerra es un
enfrentamiento más complejo que el de criollos contra españoles. Sin que este componente este ausente,
las guerras de independencia ponen frente a frente a los propios americanos.”27
La década 1810 – 1820, dentro del nivel de análisis relativo a lo político y a la construcción del
aparato estatal está signado por la preeminencia de intentos centralistas de formas de gobierno (Primera
Junta, Junta Grande, Primer Triunvirato, Segundo Triunvirato, Directorio). Durante esta década se
sucedieron distintos intentos fracasados, protagonizados por las ciudades principales del territorio, de
organizar constitucionalmente un Estado rioplatense. Lo que imperó fue una situación de provisionalidad
permanente caracterizado por la coexistencia de las soberanías de las ciudades.
Entre 1815 y 1820 la coyuntura está dada por una situación de soberanía múltiple (fragmentación
de la autoridad gubernamental en dos o más núcleos que se atribuyen el ejercicio del poder y de la
soberanía mediante un reclamo de exclusividad de su legitimidad), originada por dos tensiones
contrastantes, una hacia el centralismo, otra hacia el regionalismo o fraccionalismo. Entre el
regionalismo, Ansaldi distingue tres tendencias: la solución federal (unidad en la diversidad) cuyo
ejemplo es Artigas; el regionalismo autonomista de Buenos Aires durante el período de Rosas; y el
regionalismo fraccionalista o separatista, que lleva a la independencia de Paraguay, del Alto Perú y, luego
de la caída de Artigas, de la Banda Oriental.
27 Ibíd. Página 33.
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Otra circunstancia singular a la que se debe tener en cuenta en esta segunda mitad de la segunda
década del siglo XIX es que “hay, en el territorio del Río de la Plata, dos gobiernos de hecho, que a veces
casi parecen dos Estados: el directorial, pro monárquico de las Provincias Unidas, con capital en Buenos
Aires y con autoridad reconocida por esta provincia y por las jurisdicciones de Mendoza, San Luis, San
Juan, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Tucumán y Salta (con Jujuy), y el “Sistema de los
Pueblos Libres”, o Liga Federal, cuya jefatura ejerce José Artigas, el protector, con orientación
republicana, federal y liberal, extendida por la Banda Oriental, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Santa
Fé”28.
Adentrándonos en el análisis del género gauchesco, el cielito patriótico es la literatura de éste
periodo cuyo fin ideológico era el de llevar al gaucho a las filas del ejército libertador: para lograrlo era
necesaria la construcción de ficciones patrias. En este contexto histórico se produce la emergencia de la
literatura gauchesca, emergencia que fue generada por la necesidad urgente del uso del cuerpo del gaucho
como soldado en los conflictos armados en los que se disputaban los intereses de las fracciones de clase
dominantes.
Según Josefina Ludmer, dos cadenas de usos entrelazadas podrían delimitar el género gauchesco.
El primer límite de éste es la ilegalidad popular, es decir la criminalización de los no propietarios que se
vincula con la existencia de un doble sistema de justicia para la ciudad y el campo que responde a una
necesidad de uso: de mano de obra para los propietarios y de soldados para el ejército. El segundo es el de
la revolución y la guerra de Independencia, acontecimientos que originan el uso militar del gaucho y su
desmarginalización. “Con las leyes y las guerras puede establecerse la primera cadena de usos que
articula el conjunto del género y le da sentido: a) utilización del “delincuente” gaucho por el ejército
patriota; b) utilización de su registro oral (su voz) por la cultura letrada: género gauchesco. Y en adelante:
c) utilización del género para integrar a los gauchos a la ley “civilizada” (liberal y estatal)”29. Ésta cadena,
según la autora, se abre con los textos de Bartolomé Hidalgo y concluye con La vuelta de Martín Fierro.
Los períodos en que puede dividirse la literatura gauchesca están directamente ligados a los
períodos y acontecimientos políticos. El segundo período de este género (posterior al de la gauchesca
virreinal) corresponde al de los cielitos patrióticos, siendo Bartolomé Hidalgo (1788 – 1822) el escritor
destacado, considerado por muchos autores el fundador de la literatura gauchesca. La obra de Hidalgo
comprende cielitos y diálogos patrióticos. Entre los primeros podemos tomar dos en particular para el
análisis por hacer referencia a dos acontecimientos singulares del proceso independentista: “Cielito de la
Independencia”, sobre la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas y “Cielito Patriótico”
sobre la batalla de Maipú, ambos de 1818.
28 Ibíd. Página 50.29 Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. páginas 17 y 18.
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En estos textos comienza a configurarse la idea de una Nación, las Provincias Unidas: “Hoy una
nueva Nación en el mundo se presenta, pues las Provincias Unidas proclaman su Independencia”30. Si
Maciel fue el primero en utilizar la voz del gaucho, la novedad de la poesía de Hidalgo refiere a la
utilización de ésta voz con fines políticos a través de la construcción discursiva del “gaucho patriota”. “El
cielito de la Patria hemos de cantar, paisanos”31: los cielitos representan la situación del canto de este
estilo musical, por lo que a través de su poesía se establece una alianza entre lo oral y lo escrito. En los
cielitos el tono es eufórico, de combate y convocatoria: “Los constantes argentinos juran hoy con
heroísmo eterna guerra al tirano, guerra eterna al despotismo”; “Cielito, cielo cantemos, cielito de la
unidad, unidos seremos libres, sin unión no hay libertad”32. Es necesario destacar que ciertos autores
(Praderio, Espalter y Demarchi33) sostienen que este cielito en realidad no pertenece a Hidalgo en base al
argumento de que un oriental artiguista no podría haber dedicado un cielito a la proclamación de
Independencia de las Provincias Unidas, por la razón de que la Provincia Oriental no participó del
Congreso de Tucumán de 1816. Además se podría inferir que quien escribió este cielito era en realidad un
porteño ya que el uso del vocablo “argentinos” no tenía en el período independentista la misma acepción
que en la actualidad: “el uso amplio del mismo se da entre los habitantes de Buenos Aires pero no entre
los de otras ciudades. (…) Esta modalidad de uso del vocablo debe tenerse en cuenta como antecedente
de las primeras tendencias centralistas para la formación de un nuevo Estado nacional luego de la
Independencia, para las que la nueva nación debía ser una dependencia de esa ciudad; tendencias
resistidas por la mayoría de las ciudades del Río de la Plata. Porque argentino, además de ser un vocablo
de escaso uso frente al generalizado de americano, continuará prevalecientemente como sinónimo de
porteño”34. Sin embargo más allá de la autoría o no de Hidalgo este cielito no deja de ser un ejemplo claro
de la gauchesca de este período y de su función ideológica en el relato de los acontecimientos. Es
necesario aclarar también que ninguno los poemas atribuidos a Hidalgo fueron firmados por él.
En el “Cielito Patriótico” se hace referencia explicita a la construcción del espacio oral: “Cielito
patriótico. Que compuso un gaucho para cantar la acción de Maipú”. Toda ficción que busque actuar en el
imaginario social, postula la construcción de una figura mítica, la de un prócer: “Viva nuestra libertad y el
general San Martín, y publíquelo la fama con su sonoro clarín”35. El ejército de San Martín está integrado
por individuos valientes “todos mozos amargos”, calificados como “paisanos”. En esta operación
discursiva observamos claramente la construcción de un “otro”, un “ellos” (los españoles) en este caso, en
30 Hidalgo, Bartolomé. Cielito de la Independencia. En: Hidalgo, Bartolomé. Cielitos y diálogos patrióticos. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1967.31 Ibid.32 Ibid.33 Ver artículo de Rogelio Demarchi en bibliografía en internet, publicado en revista digital “Espéculo”.34 Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, Estados: 0rígenes de la Nación Argentina (1800-1846). Ariel Historia. Páginas 68 y 70.35 Hidalgo, Bartolomé. Cielito patriótico. En: Hidalgo, Bartolomé. Cielitos y diálogos patrióticos. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1967.
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oposición a “nosotros” (los defensores de la libertad, de la Independencia), es decir, la estrategia
ideológica de la autopresentación positiva y la presentación negativa del otro; estrategia que está presente
a la hora de elegir los significantes que referirán a los dos grupos contrarios en el discurso: nosotros
“mozos amargos”, “el Patriota es temible”, en clara referencia a la valentía y temeridad de los gauchos
patriotas a la hora de luchar; ellos: “tiranos”, “terco”, “infeliz”, etc. En palabras de Demarchi, “en el caso
de Bartolomé Hidalgo, se trata del ideologema de la revolución, en estricta sintonía con el ideario de
Mayo: nuestra libertad es lo que está en juego en el enfrentamiento contra ellos. Nosotros, cuando no los
nuestros, señala a los revolucionarios y patriotas criollos; y ellos, por supuesto, a los españoles. A partir
de esa drástica división, los nuestros serán investidos con todos los valores positivos, al contrario de ellos,
que deberán cargar con los negativos.”36
En los diálogos patrióticos también se puede observar esta fluida relación entre lo oral y lo escrito,
a través de la construcción de la situación de encuentro y dialogo entre dos personas: la escritura de estas
escenas orales tienen un efecto de producción de realidad. “Hay entonces, afuera, un escritor letrado que
escribe y “reproduce” o “cita” lo que los “autores orales” “cantan” o “dicen”. (…) La primera regla del
género es la ficción de reproducción escrita de la palabra oral del otro como palabra de otro y no como la
del que escribe”37. Según Ludmer, la segunda regla es la construcción del espacio oral a través de la
palabra propia del escritor, que en el caso de los diálogos de Hidalgo esta palabra es personal e
informativa: dice quienes son quienes dialogan que lugares ocupan o donde provienen (a modo de
subtitulo tal como en el cielito patriótico). Se liga entonces la entonación de la voz del gaucho con el
relato de los sucesos militares y políticos, de la misma forma en que lo hace el periodismo moderno, pero
en este caso haciendo uso del contexto tradicional de difusión oral: se presentan al interior de estos textos
las formas de circulación y difusión tanto de la literatura, como de las noticias o acontecimientos políticos
y militares. Lo que la poesía describe es al mismo tiempo un “deber ser” que se plantea implícitamente:
quienes oyen el diálogo deben citarlo, reproducirlo, transformar lo escrito en oralidad para su circulación.
En “Nuevo diálogo patriótico” de 1821, en el subtitulo puede observarse la construcción del
espacio oral: “Entre Ramón Contreras, gaucho de la Guardia del Monte, y Chano, capataz de una
hacienda en las islas del Tordillo”38. En primer lugar puede destacarse la división que se establece entre
Contreras, gaucho patriota, y los gauchos ilegales: “y malevos que da miedo anda uno no más topando” 39.
En palabras de Ludmer “los dos sentidos de gaucho, el legal y el ilegal, el útil y el inútil, el patriota y el
antipatriota, se separan y articulan conjunto del género, que no solamente es un tratado sobre las palabras
escritas, las voces oídas y sus sentidos, sino también sobre la división de la voz del otro y, además, sobre
36 Rogelio Demarchi. El ideologema de la revolución. Los cielitos de Hidalgo. http://www.ucm.es/info/especulo/numero38/cielitos.html37 Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. página 7338 Hidalgo, Bartolomé. Nuevo Diálogo Patriótico. En Hidalgo, Bartolomé. Cielitos y diálogos patrióticos. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1967.39 Ibíd.
18
el bien y el mal. Un tratado sobre la patria”40. Hacia el final del diálogo se hace referencia a los indios, a
través de la construcción del personaje de Andrés Bordón, alias el “Indio Pelao” quien sirviera de
soldado, aliado contra los españoles. Esta referencia hacia los indios como soldados aliados contra la
opresión española también pude observarse en el Cielito Patriótico antes comentado: “Pero ¡bien ayga los
indios! Ni por el diablo aflojaron, mueran todos los gallegos, viva la Patria, gritaron”. Es decir que tal
como puede analizarse una desmarginalización del gaucho en éste género, también sucede lo mismo con
los indios en Hidalgo, en tanto se sumen a las filas del ejército libertador.
“La revolución literaria de Hidalgo necesita un movimiento doble. Por el lado de abajo, necesita
un ascenso de las voces no escritas nunca. Es un ascenso de cantos, consignas, coros, guitarras, gritos,
vivas y mueras: las voces del pueblo en la revolución y en los ejércitos. (…) Por el lado de arriba,
necesita un descenso de palabras escritas que vienen de otras palabras escritas en otras lenguas (…): son
los universales de la patria, los universales puestos en el espacio entero de la patria. Son igualdad,
libertad, independencia (…). La alianza entre los universales de la patria de la literatura gauchesca y los
cantos que ocuparon el espacio de la patria funda el género. (…) Allí nace el gaucho patriota, el gaucho
argentino”41.
Según Angel Rama, “en la poesía de Hidalgo los tres –el aparente emisor del mensaje, el contexto
o referente sobre el que se cuenta y canta y el destinatario del producto- son visiblemente el mismo
gaucho. Aun más: (…) la obra se construye sobre un diálogo que hace del mensaje una comunicación
aparentemente autónoma e internamente abastecida, entre un gaucho y otro gaucho, sin que entonces se
haga evidente, como en los “cielitos” u otras composiciones, que el emisor pretendidamente gaucho se
dirige a un receptor ajeno al texto y obligadamente gaucho”42.
Para cerrar este capítulo retomaré las palabras de Josefina Ludmer que enlazan las bases del
género gauchesco con el contexto histórico y político de la época: “la militarización del sector rural
durante las guerras de independencia y el surgimiento correlativo de un nuevo signo social, el gaucho
patriota, pueden postularse como bases del género en la medida en que permiten el acceso del registro
verbal de los gauchos al estatuto de lengua literaria, su única representación escrita. La guerra no es sólo
el fundamento sino la materia y la lógica de la gauchesca”43.
Historia y literatura después de 1820: las luchas intraburguesas por la hegemonía.
40 Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. Página 81.41 Ibíd. Página 4442 Rama, Ángel. Los gauchipolíticos rioplatenses. (Volumen 2). Centro Editor de América Latina. Página 164.43 Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. página 25
19
Según Ansaldi, la década comprendida entre 1810 y 1820 se caracteriza la persistencia de una
política centralista tendiente a construir un Estado nacional o un cuerpo político unificado. A partir de
1820, (después de la firma del Tratado del Pilar entre Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe luego de la
derrota unitaria en la batalla de Cepeda) el pretendido aparato estatal nacional se desploma y se
reestructura todo el espacio político-administrativo posrevolucionario.
En cuanto al orden político de este período, Tulio Halperin Donghi expresa que “en 1820, el
espacio sobre el cual la guerra había asegurado el predominio político de los herederos del poder creado
por la revolución porteña de 1810 no hacía figura de estado ni apenas de nación; los distintos poderes
regionales que se repartían su dominio estaban casi todos ellos marcados de una confesada
provisionalidad; el marco institucional en el cual la política se desenvolvía, inexistente en el nivel
nacional, estaba desigualmente –pero en todos los casos incompletamente- esbozado en las distintas
provincias.”44 Las incongruencias e insuficiencias institucionales se vinculaban en parte, según este autor,
con una difícil transición entre la estructura administrativa española y la posterior a la independencia.
La fragmentación del espacio político rioplatense en diversas provincias, significa la coexistencia
y la organización de repúblicas independientes a partir de la crisis de 1820. En este período se pueden
distinguir, en un primer momento, ocho entidades políticas45 a las que luego se suman otras
fragmentaciones.
Para Noemí Goldman y Sonia Tedeschi “el año 1820 marca el surgimiento simultáneo de fuertes
aspiraciones autonómicas en los pueblos y de las nuevas formas de poder del caudillo.”46 Según
Chiaramonte, la historiografía latinoamericanista en su tradicional historia sobre los caudillos y sus
conflictos no ha ubicado a éstos en el escenario de la evolución de las formas autonómicas de las ex
colonias iberoamericanas, desde las ciudades a los intentos de organización de provincias-Estados.
Para poder romper con la lógica binaria y maniqueísta de la historiografía oficial (unitarios contra
federales) es necesario incorporar el concepto de confederación. Para ella hay que advertir que “la
historiografía latinoamericanista ha confundido la noción de federalismo con las de autonomismo y
confederación, apoyada en el uso de época que, hasta bien entrado el siglo XIX, englobaba en la común
denominación de federalismo cosas tan distintas como las confederaciones y el Estado federal. De tal
manera, es imprescindible observar que luego del comienzo de los movimientos independentistas, la
mayor parte de las tendencias denominadas habitualmente federales, fueron en realidad simplemente
autonomistas o, en todo caso, confederales. Y el punto es decisivo si se advierte que en el Derecho
44 Halperin Donghi, Tulio. Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla. Siglo XXI editores. 45 La Provincia de Buenos Aires; la República de Entre Ríos; la República Federal de Tucumán; los Pueblos Unidos del Cuyo; la República Federal de la Provincia de Córdoba; Santa Fé; Salta y la Rioja.46 Goldman, Noemí y Salvatore, Ricardo. Caudillismos Rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema. Editorial Eudeba. Bs. As. 2005. Página 138.
20
Político las confederaciones, a diferencia del Estado federal, son asociaciones de Estados independientes
y soberanos”47.
Entre 1820 y 1861, es decir, entre las batallas de Cepeda -que inaugura el período de las
autonomías provinciales- y Pavón –en la que Urquiza se subordina a Mitre, o en términos de fracciones
de clase la burguesía rural del litoral se subordina a la burguesía urbana portuaria-, el período enmarcado
entre estos acontecimientos se caracteriza por la inexistencia de hegemonía y por la constante lucha para
adquirirla entre las diferentes fracciones de clase regionales. El enfrentamiento es mas complejo que un
enfrentamiento binario (Bs. As. / Interior, Unitarios / Federales o Liberales / Proteccionistas) propuesto
por la historiografía oficial. En Buenos Aires, el control del puerto y sus intereses contrapuestos en la
aduana enfrentan a la burguesía comercial portuaria (BCP), importadora de mercancías y vinculada al
Partido Unitario, al liberalismo y al capital inglés, con la burguesía terrateniente ganadera bonaerense
(BTGB), productora y exportadora de carnes y cueros, vinculada al Partido Federal. La burguesía
artesanal (BA) del interior se ligaba políticamente al proyecto confederacionista y la burguesía ganadera
del Litoral (BGL), al federalismo. Es decir que dentro de las clases dominantes podemos diferenciar tres
concepciones políticas diferentes (unitarios – federales – confederales) y sudividir una de ellas, el
federalismo, ya que esta concepción política no era igual en las dos fracciones burguesas que
identificamos como tales (BGL y BTGB).
Las tres tipos de concepciones políticas pueden definirse de esta forma: unitarios, eran quienes
sostenían que era necesaria la constitución de un poder central que tuviese incidencia sobre todo el
territorio y postulaban una única soberanía nacional; federales, quienes apoyaban la autonomía de las
provincias subordinada al poder central; y confederales, quienes creían en la autonomía de las provincias
y la unión entre estas distintas repúblicas autónomas para la defensa común y las relaciones
internacionales. Estos distintos tipos de concepciones políticas, existían al interior de cada una de las
regiones y provincias, por lo que sería un error asociar mecánicamente una concepción política única para
cada una de las regiones.
Juan Carlos Chiaramonte hace referencia a la diferencia de criterios al interior de los bandos en
pugna: “no sería acertado suponer un enfrentamiento simple entre unitarios y federales, esto es, entre los
partidarios del Estado centralizado y los de la unión confederal, pues existen evidencias de que en uno y
en otro bando había posiciones distintas respecto de la naturaleza de la sociedad y el poder, derivadas del
choque de concepciones históricamente divergentes (…).48 Entre los federales, se encontraban los adeptos
a las antiguas tradiciones iusnaturalistas que concebían a la unión confederal como una de las posibles
formas de gobierno, y los partidarios de una forma de gobierno como la de la reciente experiencia
47 Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, Estados: 0rígenes de la Nación Argentina (1800-1846). Ariel Historia. Página 140.48 Ibíd. Página 216
21
norteamericana. Entre los unitarios, también pueden observarse diferencias de criterios entre Buenos
Aires y el Interior.
Es necesario tener en cuenta que Chiaramonte al complejizar el enfrentamiento binario entre
unitarios y federales, observando la divergencia de criterios al interior de estos bandos, asocia el concepto
de confederacionismo a una de las fracciones del partido federal. También es necesario observar que a la
luz del proceso histórico posterior a 1820 caracterizado por la existencia de diversas repúblicas
autónomas, lo que existió de hecho fue una unión confederal, a partir de la existencia de distintos tratados
interprovinciales.
Según Waldo Ansaldi, la crisis de 1820 cierra la primera etapa de construcción del Estado
nacional o, al menos, central. A partir de allí se abre un período prolongado hasta 1852 – 1853, en donde
las distintas unidades político-administrativas provinciales coexisten autónomamente ya que no existía
una clase o fracción de clase provincial capaz de convertirse en una clase o fracción de clase nacional o
de subordinar a las demás provinciales restantes. Al mismo tiempo estas clases o fracciones no tienen el
peso para hacer viable un proyecto separatista (excepto la Banda Oriental, que entre 1828 y 1830 se
conforma como una entidad estatal separada de las Provincias Unidas). Éste autor afirma que la “tensión
entre ambos movimientos –a la fragmentación y a la centralización- surge de la convergencia de varios
elementos, por lo menos de estos tres: a) la herencia colonial de los particularismos localistas, b) la
redefinición de la división del trabajo, y consecuentemente, c) la redefinición de la vinculación con el
mercado mundial. (…) Entre 1820 y 1852, el espacio geográfico y social argentino se fragmenta como
medio para mantener la posibilidad de reunificación”49.
Sólo entre 1825 y 1827 se produjo un breve intento de organización nacional, pero “el fracaso del
Congreso, luego del rechazo de la constitución centralista, con su disolución en agosto de 1827, volvió la
cuestión a su estado inicial, preservando la soberanía de las provincias.(…) La solución confederal, (…)
se expresaría ahora, a partir de 1827, en la explícita asunción por parte de las llamadas provincias
argentinas de su condición de Estados soberanos e independientes, postura que a partir de entonces
tendría en Buenos Aires a su más firme defensora.”50. Con este carácter, en 1831 se firma el Pacto Federal
por el cual, como Estados soberanos, las provincias51 firmantes conforman la Confederación Argentina
vigente hasta 1853.
Toda esta gran etapa (1820-1861), estuvo marcada por las luchas entre las fracciones burguesas y
entre las distintas regiones. Hacia 1829 mientras que en Buenos Aires los unitarios al mando de Lavalle
eran derrotados por Juan Manuel de Rosas que asumía la gobernación de Buenos Aires (1829-1832), el
49 Ansaldi, Waldo. Soñar con Rousseau y despertar con Hobbes: Una introducción al estudio de la formación del Estado nacional argentino. Pensamiento nacional. Página 5650 Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, Estados: 0rígenes de la Nación Argentina (1800-1846). Ariel Historia. Página 22551 Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca, Córdoba, La Rioja, San Juan, San Luis, Mendoza y Buenos Aires.
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general José María Paz imponía su hegemonía en el Interior para convertirse en 1830 en el jefe supremo
militar de la Liga Unitaria o del Interior (conformada por las provincias de San Luis, La Rioja,
Catamarca, Mendoza, San Juan, Tucumán, Córdoba, Salta , y Santiago del Estero). Pero la hegemonía
unitaria duró sólo unos años en la región, al ser aplastada por las montoneras de los caudillos federales
(Quiroga desde La Rioja, López desde Santa Fe y Rosas desde Buenos Aires). En 1840, ya en la
Confederación Argentina del Pacto Federal, se produce otra alianza de las provincias del Interior, la
coalición del norte, que se opone al gobierno de Rosas (en este momento ya encargado de las relaciones
exteriores de la Confederación) y es derrotada en 1841.
Ansaldi da cuenta de las pujas intraburguesas concibiendo la diferencia de intereses entre los
sectores dominantes, diferencia que permite explicar por que unas fracciones tienen mayor interés en el
proceso de constitución del Estado y el mercado nacional. En tanto que los comerciantes importadores y
los productores para el mercado regional -cuyo ejemplo es el caso de los agroindustriales azucareros
tucumanos- necesitan de un mercado nacional creciente, los ganaderos y comerciantes exportadores,
sobre todo de Buenos Aires, pueden prescindir de éste, pues sus intereses residen en el mercado exterior.
Luego el asesinato de Quiroga en 1835, Rosas queda al frente del partido federal obteniendo la
suma del poder público, es decir, la representación y ejercicio de los tres poderes del Estado, sin
necesidad de rendir cuenta de su ejercicio. “Así, en tanto de lo que se trata es de asegurar el carácter
capitalista de las explotaciones ganaderas bonaerenses, tanto las Instrucciones en el plano empresarial,
cuanto la acción del Estado en procura del disciplinamiento de la fuerza de trabajo apuntan al
afianzamiento del orden social y político, de un cierto orden pensado como soporte de la estructura
agraria. De allí que, en ese contexto histórico, el proceso de acumulación originaria del capitalismo rural
requiere del ejercicio de un poder político dictatorial”52. Rosas se sostiene en el poder largos años
resistiendo a los liberales unitarios al establecer una alianza ideológica, política y económica con la
Iglesia Católica.
Urquiza se pronuncia contra Rosas en 1851, acontecimiento que expresa la puja entre las
fracciones burguesas ganaderas del Litoral y Buenos Aires. Recién luego de la caída de Rosas, en la
batalla de Caseros de 1852 con la victoria de Urquiza se volvieron a dar intentos más o menos
consistentes de recomposición nacional, “pero los sectores política y económicamente dominante en
Buenos Aires resistirán, mucho más intolerantemente que en 1830-31, los ahora más enérgicos reclamos
de esa todavía ambigua alianza de sectores dominantes del litoral fluvial y del Interior; así, (…) otra vez
las Provincias Unidas se fragmentarán en dos Estados, ahora mucho más formalmente: el Estado de
Buenos Aires y la Confederación Argentina”53.
52 Ansaldi, Waldo. Soñar con Rousseau y despertar con Hobbes: Una introducción al estudio de la formación del Estado nacional argentino. Pensamiento nacional. Página 77.53 Ibíd. Página 55.
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Luego de Caseros, por un lado, la burguesía ganadera del litoral cuyo referente histórico era
Urquiza se organiza estatalmente en la Confederación Argentina, en tanto que por el otro, el Partido
Unitario y con él la burguesía urbana portuaria, se reorganizan en Buenos Aires poniéndose al frente de
Mitre. “No extraña que el proyecto del general Justo José de Urquiza, tras derrocar a Rosas, se funde en
un acuerdo entre caudillos provinciales, en su mayoría tenedores del poder en su respectiva jurisdicción
bajo el rosismo. En cambio si es toda una novedad la Propuesta de Bartolomé Mitre, de privilegiar el
papel del partido político, a pesar del escaso carácter orgánico de éste, al menos como aparece en la
década de 1850”54.
Un acontecimiento muy importante dentro del proceso de formación estatal, teniendo en cuenta
que en este momento histórico coexisten dos estados enfrentados, es la Constitución Argentina de 1853,
dictada por la Confederación Argentina al mando de Urquiza. Ésta constitución puede ligarse a la
influencia de la jurisprudencia y doctrina política del federalismo estadounidense y constituye la base
sustancial del ordenamiento jurídico actual: estableció un sistema republicano de división de poderes,
con un importante grado de autonomía para las provincias y un poder federal con un Ejecutivo fuerte,
pero limitado por un Congreso bicameral. Según Ansaldi, desde un punto de vista formal, el Estado
nacional argentino es delineado por la Constitución aprobada en 1853.
En 1859, Urquiza y Mitre, o mas bien, las dos fracciones de la burguesía ganadera al mando de
soldados de los sectores subalternos, vuelven al enfrentamiento armado en la batalla de Cepeda en la que
Urquiza derrota a Mitre en el campo militar y, como consecuencia, se firma el Pacto de Unión de San
José de Flores a través del cual el Estado de Buenos Aires ingresa a la Confederación Argentina teniendo
que expresar su adhesión por medio de la aceptación y jura de la Constitución de 1853, previa revisión de
la misma que llevó a la Reforma de 1860.
Todo este gran período de lucha por la hegemonía finaliza con un acontecimiento en el que la
Burguesía urbana portuaria bonerense llega a detentar el dominio hegemónico en el país (hecho que
significa por primera vez desde 1820 en adelante, la obtención de la hegemonía nacional de una fracción
de clase dominante), luego de que Urquiza se subordina a Mitre en la batalla de Pavón, en 1861.
La fragmentación política, militar y económica puede encontrarse también en la literatura de la
época. Dentro de la literatura gauchesca todo este gran período se corresponde al del cancionero federal y
unitario: en éste la poesía gauchesca era utilizada por cada uno de los caudillos y facciones en puja, a
modo de “aparato ideológico”.
“El segundo período de la literatura gauchesca, correspondiente al tiempo de Rosas, contó con
nutridísima producción, que se distribuyó equitativamente entre los dos bandos en pugna”55. El principal
referente de la literatura de este período fue Hilario Ascasubi, quién con sus textos aporta un elemento
muy importante en la construcción del aparato ideológico unitario dirigido a los gauchos. Según Ludmer 54 Ibíd. Página 7855 Rama, Ángel. Los gauchipolíticos rioplatenses. (Volumen 2). Centro Editor de América Latina. Página 168
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el poema “La refalosa” de Ascasubi deja leer la representación del mal en la lengua. El antes silenciado
malevo en Hidalgo asiste a la emergencia de su voz: la voz del gaucho malo coincide con la del enemigo
político y militar. En “Paulino Lucero” de 1846 (que reúne textos escritos entre 1839 y 1851, incluido el
mencionado “La refalosa”) se introduce una división jerárquica en la voz del gaucho entre una voz baja,
salvaje o bárbara y otra alta y civilizada. Esto puede observarse sin más en el subtitulo del poema
mencionado: “Amenaza de un mazorquero y degollador de los sitiadores de Montevideo dirigida al
gaucho Jacinto Cielo, gacetero y soldado de la Legión Argentina, defensora de aquella plaza”56. Se hace
explicita aquí la oposición entre una voz salvaje, el que amenaza y no tiene nombre, “mazorquero y
degollador”; y una voz civilizada, que tiene el nombre del gaucho letrado de los diálogos de Hidalgo, es
“gacetero y soldado” y pertenece a la Legión Argentina.
El tema de Ascasubi es el gaucho dentro del contexto de la tiranía de Rosas. Lo que en Hidalgo
era la aspiración de todos los patriotas por una causa nacional común, en Ascasubi es una lucha interna de
tendencias políticas diferentes, entre los bandos federal y unitario. “Ascasubi toma partido, exalta el valor
de los gauchos unitarios, en quienes señala espíritu patriótico, y les predica el odio a muerte contra el
tirano”57
El tono de los textos que componen el cancionero federal y unitario es satírico, burlesco, su fin es
el de denostar al enemigo. En este período de la literatura gauchesca, coincidente con el período en que
Rosas fue gobernador de la Provincia de Buenos Aires y luego principal dirigente de la Confederación
Argentina (1835-1852), se instalan ficciones dicotomizantes de patria, fuertemente opositorias y violentas
basadas en la contraposición de dos grupos antagónicos: unitarios – federales. La gauchesca conforma en
aquel momento un aparato intelectual independiente del Estado, que desde los dos bandos enfrentados
construye ficciones que segregan a las poblaciones del territorio del ex virreinato de Río de la Plata. El
tono eufórico, de combate y convocatoria que tenían los cielitos patrióticos de la época independentista se
traslada a uno violento y sangriento, la violencia comienza a ser textualizada: “abajito de la oreja, / con un
puñal bien templao / y afilao, / que se llama el quita penas, le atravesamos las venas / del pescuezo. / ¿Y
qué se hace con eso? / larga sangre que es un gusto, / y del susto / entra a revolver los ojos.” 58 En este
poema la estrategia discursiva es la de utilizar la voz del otro, del enemigo, que ésta vez es la del gaucho
salvaje, antítesis del gaucho civilizado: quien habla es el enemigo y se demuestra el salvajismo de sus
prácticas.
Según Josefina Ludmer “la división del registro de los gauchos es política, poética y militar. Se
disputa quién los manda, quién dirige el sentido y el uso de los cuerpos. Los federales son malevos
dirigidos por el gaucho malevo Rosas, y en los epítetos e insultos que Ascasubi le dirige puede leerse el
56 Ascasubi, Hilario. La refalosa. Publicado en: Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. página 16957 Tiscornia, Eleutorio. Introducción. Publicado en: Hernández, José. Martín Fierro. Editorial Losada. Bs. As. 1995.58 Ascasubi, Hilario. La refalosa. Publicado en: Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. página 170.
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sentido exacto, puntual, de “gaucho” según la ley: delincuente. Rosas es ese “malevo, tenaz, matador,
morao y ruin”; un “gaucho malo”, un “gaucho embustero”, es decir mazorquero es decir “loco, ladrón, /
asesino, desalmao”. Los unitarios, en cambio, están dirigidos por militares no gauchos: “Y viva el general
Paz! / manquito sujetador, / que lo ha de dar contra el suelo / al gaucho Restaurador!”. El ejército está de
un solo lado”59.
En esta guerra discursiva se disputa el título de “salvaje”. El rosismo logró montar un aparato
simbólico imponente a través de la imposición de ciertos rituales a la población con el fin de demostrar su
conformidad con el régimen a través del cancionero, fiestas patrias, modos de salutación, uso de insignias,
etc. y de la coerción y violencia física ejercida a través de la mazorca. Ascasubi, desde el bando unitario,
busca dar vuelta la propaganda rosista resignificando los emblemas de sus escritos: Viva la Santa
Federación – Mueran los salvajes unitarios.
Según Ángel Rama, “la producción gauchesca del período rosista es buena demostración de la
discordancia que puede manifestarse entre la opción de un público popular y la ideología. Sirve para
corroborar la posición dual que ocupó el escritor, ese margen de libertad por el cual tanto podía responder
a las demandas reales y urgentes del público al cual hablaba (el ejemplo casi candoroso es Hidalgo) como
podía actuar al servicio de un grupo social distinto (aquel al cual pertenecía u otro superior a él que
arrendaba su talento) cuya ideología trasladaba, mediante formas literarias persuasivas, al sector inferior o
sometido.”60
Una importante obra literaria, propia de este período, que hace de propagandista de la ideología
unitaria es el “Facundo” de Domingo Faustino Sarmiento escrito en 1845 durante su exilio en Chile. En
relación a esta obra, en vinculación con el género gauchesco, Josefina Ludmer afirma que “es el revés
exacto del género y marca el límite de su espacio externo. Sarmiento define el afuera del género porque
da un salto en lo que lo define, la voz (en este caso de Facundo: es una biografía y no una
autobiografía)”61. En la cadena de usos, el ejército sustituye en parte a la ley en la definición de gaucho,
servir en él es ser disciplinado, moralizado y ennoblecido. Sustraerse a éste uso del cuerpo es,
contrariamente, ingresar en la ilegalidad. Este uso o no uso del cuerpo se refleja en el modelo maniqueísta
propuesto por el autor a partir de la oposición entre civilización y barbarie. “Sarmiento está aquí para
tratar de apresar la emergencia del género porque escribe cuando el espacio entero de la patria, con Rosas,
es casi el género. (…) Ocupa el revés exacto del género y se toca totalmente con él, menos en el punto
preciso en que podrían ser lo mismo, ser todo género: en la voz del gaucho.”62 La diferencia reside en que
Sarmiento escribe con la palabra escrita, la letrada, la de la no voz del gaucho. Para Ludmer, el Facundo
es el guía histórico del género.
59 Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. página 172.60 Rama, Ángel. Los gauchipolíticos rioplatenses. (Volumen 2). Centro Editor de América Latina. Páginas 168 y 169.61 Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. página 19.62 Ibíd. Páginas 21 y 22.
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Facundo está divido en 15 capítulos y puede separarse en tres partes: en la primera (capítulos 1, 2,
3 y 4) se describe el territorio de la República Argentina63, su cultura, su gente y su historia desde la
independencia; la segunda corresponde a la biografía del caudillo “bárbaro” riojano Facundo Quiroga
(capítulos 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12 y 13); y la última (capítulos 14 y 15) corresponde a una crítica
exacerbada al rosismo y a la descripción del programa político liberal con el que se identificaba el autor.
En el segundo capítulo de Facundo, titulado “Originalidad y caracteres argentinos”, Sarmiento
distingue cuatro modos identitarios del gaucho. “El más conspicuo de todos, el más extraordinario es el
rastreador. Todos los gauchos del interior son rastreadores”64. “Después del rastreador, viene el
baqueano, personaje eminente y que tiene en sus manos la suerte de los particulares y de las provincias.
El baqueano es un gaucho grave y reservado, que conoce a palmos veinte leguas cuadradas de llanuras,
bosques y montañas. Es el topógrafo más completo, es el único mapa que lleva un general para dirigir los
movimientos de su campaña”65. El gaucho malo “es un tipo de ciertas localidades, un outlaw, un squatter,
un misántropo particular. (…) La justicia lo persigue desde hace muchos años; su nombre es temido,
pronunciado en voz baja, pero sin odio y casi con respeto. Es un personaje misterioso: mora en la pampa,
son su albergue los cardales, vive de perdices y mulitas”66. Por último, “el gaucho cantor es (…) el
trovador de la Edad Media, (…) anda de pago en pago, de tapera en galpón, cantando sus héroes de la
pampa (…). El cantor está haciendo, candorosamente, el mismo trabajo de crónica, costumbres, historia,
biografía, que el bardo de la Edad Media”67.
Para Sarmiento, la legalidad o ilegalidad de los gauchos depende de su alianza o integración con
las instituciones civilizadas, principalmente ejército y familia. “En las biografías de Sarmiento el
momento de abandono de esas instituciones marca la división de las vidas y los relatos: Facundo deserta
del regimiento de Arribeños (…). Estos actos de rebelión los transforman en bárbaros.”68 Es así que entre
los cuatro modos identitarios a los que hace referencia, asocia dos de ellos a la barbarie e ilegalidad (el
gaucho malo y el cantor) y dos a la civilización y legalidad (el rastreador y el baqueano) a quienes en su
descripción asocia con la ley y el ejército (el rastreador quién tiene la habilidad de seguir rastros para
descubrir hechos criminales y el baqueano, que con su conocimiento como guía puede guiar a los
ejércitos a la victoria).
Siguiendo con esta lógica binaria, la antinomia entre civilización y barbarie se traduce también a
la de ciudades y campañas, las primeras estarán asociadas a la civilización europea del siglo XIX, las
segundas al atraso de la Edad Media. Para Sarmiento el hombre en su estadio más simple era un ser
salvaje y en el más complejo un ser civilizado, en tanto que la barbarie correspondía a un estadio
63 República según Sarmiento pero que era en realidad, como expresábamos unas páginas atrás, la coexistencia de distintas provincias autónomas.64 Sarmiento, Domingo Faustino. Facundo. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1967. Página 4465 Ibíd. Páginas 46 y 47.66 Ibíd. Página 49.67 Ibíd. Páginas 50 y 51.68 Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. página 211.
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intermedio de desarrollo. Teniendo en cuenta que los salvajes (los indígenas que habitaban y dominaban
todo el territorio patagónico y el norte chaqueño) no eran considerados seres legítimos de la nación, la
antinomia sobre la cual se erige toda la estructura narrativa del libro es la de civilización – barbarie: los
representantes de la barbarie eran los gauchos (ilegales) y los caudillos federales (Quiroga, López,
Rosas69).
Podría decirse que este libro se puede asociar a la expresión de la ideología de una de las
fracciones de la burguesía dentro de la disputa interclasista: la de la burguesía comercial portuaria, por su
carácter liberal y unitario y, sobre todo, por su fuerte crítica a la clase ganadera terrateniente porteña
personificada en Rosas. Para Sarmiento el mal que aqueja al país es su extensión ya que esta característica
geográfica, sumada a la actividad ganadera que es la actividad principal en casi todas las provincias, no
permite la conjunción de grandes poblaciones. En cuanto a la ganadería “el pastor posee el suelo con
títulos de propiedad; está fijo en un punto, que le pertenece; pero, para ocuparlo, ha sido necesario
disolver la asociación y derramar las familias sobre una inmensa superficie”70. La mayor parte de los
habitantes del actual país argentino, en el contexto de producción del libro vivían diseminados en una
gran extensión de territorio muy poco poblado, siendo una sociedad predominantemente rural. “La
soledad del territorio, la falta de población, hacía imposible, consideraba Sarmiento, la vida civilizada. En
su concepto, civilización equivalía a vida urbana moderna, y barbarie, a vida rural primitiva. Solamente la
vida urbana moderna, tal como se daba en Europa Occidental y en Norteamérica, podía ser foco de la
civilización. Gracias a la concentración urbana el ser humano podía acceder a una educación común
popular, democrática y relacionarse con los otros hombres, formarse sus propias ideas y tomar decisiones
políticas responsables, como miembro de la civis.”71 A la ganadería, Sarmiento antepone la agricultura,
como actividad económica ligada a la civilización y que, por sus características, establece ciertas
relaciones entre los habitantes que contribuyen a su asociación: “lo variado de sus productos y las
diversas artes que la agricultura llama en su auxilio, establecen relaciones necesarias entre los habitantes
de un valle y hacen indispensable un rudimento de villa que les sirva de centro”72.
1861/62 - 1880: La consolidación del Estado Nación y la literatura gauchesca.
Luego de la batalla de Pavón (1861), acontecimiento en el cual la burguesía ganadera del litoral se
subordina ante la burguesía urbana porteña, se produce el fin de la unión confederal expresada en la
Confederación Argentina y la reunificación de los territorios del ex Virreinato del Río de la Plata en una
69 Sin embargo el gobierno de Rosas es definido como unitario por Sarmiento, por la posición de predominio de Buenos Aires: “Hay una organización del suelo, tan central y unitaria en aquel país, que aunque Rosas hubiera gritado de buena fe: “¡Federación o muerte!”, habría concluido por el sistema unitario que hoy ha establecido. Nosotros, empero, queríamos la unidad en la civilización y en la libertad, y se nos ha dado la unidad en la barbarie y en la esclavitud”. Sarmiento, Domingo Faustino. Facundo. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1967. Página 2670 Sarmiento, Domingo Faustino. Facundo. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1967. Página 32.71 Pérez, Alberto Julián. El país del Facundo. http://www.sarmiento.org.ar/conf_JPerez.htm72 Sarmiento, Domingo Faustino. Facundo. Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1967. Página 54.
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República (excepto la Banda Oriental, Paraguay y Perú), con la incorporación de Buenos Aires a la
Nación Argentina. Entre 1862 y 1880 se consolida el proceso de conformación del Estado Nación, con las
presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellaneda.
Según Ansaldi, sólo luego de 1862, eliminada la situación de soberanía múltiple dada por la
coexistencia de la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires, puede considerarse que
comienza a efectivizarse la plena constitución de los poderes nacionales. “Cuando la República se
reunifica en 1862, se inicia el cuarto y último momento del proceso constitutivo del Estado Nacional, que
culmina en 1880, momento en que una solución neocentralista disfrazada de federalismo deja en pie las
grandes tendencias estructurales y las grandes ficciones y simbologías políticas de la sociedad argentina
decimonónica”73.
Para este autor, el coronamiento del proceso que va de 1806-12 a 1880 es bien definido por la
categoría gramsciana de revolución pasiva: “es una combinación de elementos de renovación y de
restauración, de cambios y permanencias, esto es, de instauración de modificaciones efectivas tanto
estructurales como superestructurales, y de freno o bloqueo del potencial transformador, especialmente el
que radica en las clases subalternas y sus demandas y, por lo menos en el caso argentino, de
reconocimiento del poder y privilegios de las fracciones de clase dominantes en las provincias. La
revolución pasiva es un proceso de transformación capitalista que resulta del acuerdo entre clases o
grupos dominantes, con exclusión de las clases subalternas, con empleo sistemático de la violencia o
coerción y con una decisiva intervención del Estado en la economía. Se trata de una solución desde arriba,
elitista y antipopular”74.
Según Ansaldi, si se puede hablar de una alianza de clases en este contexto para definir el carácter
estatal y de la sociedad, esta es propiciada por las clases o gobiernos provinciales o regionales
dominantes, sin incluir a los sectores subalternos. El Estado Nación y el mercado interno unificado fueron
los motores de una necesidad económica de aquellas fracciones burguesas que veían limitada su
expansión por los límites territoriales propios de la situación de soberanía múltiple (1820-1859/61). En
este contexto los protagonistas de la alianza hegemónica “serían los comerciantes importadores, en primer
lugar, pero también los agroindustriales tucumanos y cuyanos y el sector financiero porteño. Bartolomé
Mitre representa muy bien esos intereses”75.
El largo proceso por el cual se llega a la consolidación del Estado Nacional hacia 1880, tiene
como correlato histórico otro proceso totalmente ligado a éste: el exterminio del sujeto político gaucho.
Una gran parte de ellos fue exterminada en la guerra (Triple Alianza, campaña del desierto) y la parte
restante fue asimilada en tareas agrícolas y urbanas; el gaucho pasa a constituir una pequeña minoría. La
73 Ansaldi, Waldo. Soñar con Rousseau y despertar con Hobbes: Una introducción al estudio de la formación del Estado nacional argentino. Pensamiento nacional. Página 55.74 Ibíd. Página 79.75 Ibíd. Página 83.
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gauchesca fue el arma discursiva, por la cual las diferentes fracciones de las clases dominantes pudieron
hacer uso del cuerpo del gaucho. Así mismo este proceso también es coincidente con el exterminio de las
otras etnias que componían a las clases subalternas: pueblos originarios y negros.
El correlato del proceso que termina en la consolidación del Estado Nacional es el de la
eliminación violenta de toda disidencia. “Las campañas militares contra los indígenas, la subordinación
de los gauchos, la derrota de las últimas montoneras (del Chacho Peñaloza, de Felipe Varela, en el oeste y
noroeste, de Ricardo López Jordán, en Entre Ríos) son parte esencial de la ofensiva del Estado nacional
hacia la eliminación de las disidencias y hacia la instauración del monopolio de la coacción.” 76 También
en este contexto hay que ubicar a la guerra contra Paraguay y a la redefinición del espacio estatal,
afianzado con la ocupación de la Patagonia y del Chaco.
Los cuatro grandes aparatos que componen al Estado (gubernativo, administrativo, judicial y
represivo) se consolidan durante este período histórico, al tiempo que se da un proceso de centralización
del poder gubernativo a escala nacional que se reproduce en las provincias, donde las capitales concentran
el poder, en detrimento de los municipios que resignan su poder.
En cuanto a las relaciones entre la escala regional de análisis y la global coincidente con la
economía mundo capitalista dentro de este período en palabras de Ansaldi: “La sociedad argentina se
redefine, reestructura significativamente, aunque con limitaciones (…) impulsada por el avance del
capitalismo a escala mundial. La reestructuración de la sociedad es posible, internamente, por la
constitución del Estado. (…) La historia se resuelve en cierta dirección porque el avance ciego y
avasallador del capitalismo imperialista coincide con los intereses económicos y políticos de clases o
fracciones locales”77
En cuanto al análisis literario, una cuarta etapa de la literatura gauchesca corresponde a su período
de estilización, coincidente con el período histórico en el que se desarrolla la guerra contra Paraguay
(1865-1870). La obra más importante de esta etapa es “Fausto” de 1866 de Estanislao del Campo.
Para Josefina Ludmer, Fausto es un texto despolitizado, ya que no refiere al contexto político ni a
algún hecho de este orden, si no al relato de una anécdota cultural: consiste en el encuentro de dos
gauchos (el Pollo y Laguna) a orillas del Río de la Plata donde uno relata minuciosamente al otro lo
acontecido con motivo de haber presenciado la ópera Fausto de Charles Gounod en la ciudad de Buenos
Aires. “Es gauchesco por su lenguaje y por sus personajes: pero el tema y el
escenario son de otro mundo, la pampa real está lejos y la acción no transcurre en
verdad a orillas del Plata, sino en pleno centro de la Ciudad, en el antiguo teatro
76 Ibíd. Página 8477 Ibíd. Página 92 y 93.
30
Colón”78. En Fausto hay un procedimiento paródico sustentado a partir de la
explotación de cierta ingenuidad del hombre del campo.
Sobre esta obra y esta etapa de la literatura gauchesca haré solo esta breve
referencia, por no aportar demasiado al objeto de éste trabajo: si bien en estos
textos hay un uso de la voz del gaucho79, el público al que está dirigido es al de las
clases cultas y no hay referencias dentro del texto que puedan ponerlo en contexto
con los acontecimientos políticos acaecidos dentro de su contexto de producción.
Podría decirse que en este período las clases dominantes incorporan temas propios
de su clase a la gauchesca. En cuanto a Fausto, “La obra es imposible de pensar, de
comprender en todos sus sentidos, sin un lector culto, o relativamente culto y urbano, que es el único que
puede captar todos sus sentidos”80. En este sentido no se observa de forma explícita una operación
ideológica destinada a disciplinar a las clases subalternas impartiendo los intereses de las clases
dominantes en un contexto político militar específico, tal como ocurría en los textos analizados
anteriormente. Prueba de ello también es el no haber ninguna referencia a la guerra contra Paraguay:
dentro de la operación discursiva no hay una construcción de enemigo en correspondencia con la
coyuntura política-militar, tal como había en Maciel (los portugueses), en Hidalgo (los españoles), en
Ascasubi (los federales) y en Sarmiento (los caudillos y gauchos bárbaros).
La quinta etapa de la literatura gauchesca corresponde al período clásico coincidente con el
período político marcado por la guerra para expandir las fronteras del territorio nacional, acción que trajo
aparejada el genocidio de los pueblos originarios, cuyo punto más álgido fue la campaña del desierto de
1789. Dentro de este período la obra más importante es el Martín Fierro de José Hernández.
Beatriz Sarlo y María Teresa Gramuglio afirman en su artículo “Martín Fierro” que la poesía
política del período de la independencia buscaba incluir al gauchaje en el proyecto de emancipación del
dominio colonial español, la poesía militante de las guerras civiles y el rosismo, con un carácter
instrumental, intentó ganarlo para los partidos o facciones en puja, y finalmente Hernández definió las
injusticias que padecía el hombre de la campaña subrayando el vasto alcance social del tema.
En este mismo artículo, las autoras afirman que en el Martín Fierro confluyeron tres líneas que
hasta antes solo existían por separado: una denuncia sobre la condición social del gaucho, la popularidad
de la forma denominada gauchesca y la transformación literaria del saber y la experiencia rural.
78 Stilman, Eduardo. El Fausto de Estanislao del Campo: el poema gauchesco más porteño del mundo. http://www.fac.org.ar/1/revista/07v36n3/arte_cul/arte.pdf79 Aquí el gaucho, desde algunas interpretaciones de la obra, es ridiculizado por su ignorancia al confundir la ficción representada en el teatro con la realidad misma con el objeto de hacer reír; aunque desde otras interpretaciones se plantea que esta confusión entre ficción y realidad es parte de un juego consciente de los gauchos. 80 Borello, Rodolfo. La literatura gauchesca y lo social. http://revistas.ucm.es/fll/02104547/articulos/ALHI9696110031A.PDF
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Éste clásico poema está divido en dos grandes partes: la primera, titulada “el gaucho Martín
Fierro” y conocida también como “la ida”, fue publicada en 1872; la segunda “la vuelta de Martín
Fierro”, en 1879. El tema central en la primera parte es la persecución del gaucho: las fuerzas del
gobierno y las militares lo persiguen para llevarlo a la frontera, allí después de un tiempo el gaucho se
convierte en desertor. Tiscornia resume de esta forma la trama de la primera parte de Martín Fierro en la
que se ve reflejada en los hechos la persecución del gaucho y su posterior deserción y la resistencia ante
el ataque a su libertad propiciado por el gobierno: “narra la vida de un gaucho, Martín Fierro, llevado
contra su voluntad a las fronteras. Esta vida resume la de todos los gauchos contemporáneos. En la leva
de paisanos cae también Fierro, lo alistan en el contingente; es destinado a un fortín; aquí sufre
privaciones y castigos; piensa en desertar y huye una noche, vuelve a su pago y no halla ni familia ni
bienes; jura vengarse y se hace gaucho malo, bebe y pelea, mata y se hace gaucho matrero; la policía lo
persigue y lo busca en el pajonal donde se oculta; el la espera, facón en mano, y se defiende contra todos;
provoca la adhesión y ayuda del sargento Cruz, escapando de la autoridad, cruzan la frontera y se
amparan a la protección de los indios en el desierto”.81
De esta primera parte creo conveniente profundizar el desarrollo del tema, a través de un análisis
cuyo recorte está constituido por los primeros siete cantos de la Ida, en donde Hernández denuncia la
situación de los gauchos mandados a combatir a la frontera, y Fierro se transforma en gaucho matrero
luego de la deserción en el ejército; en estos cantos también se puede observar la oposición entre las
diferentes etnias dentro de las clases subalternas: gauchos, indios y negros.
El primer canto de Martín Fierro es una introducción en donde el gaucho exalta su coraje82 y
comienza a presentarse, como un gaucho cantor no letrado. La oposición entre cultura letrada y cultura
popular está expresada en la idea de libertad del gaucho: “Mi gloria es vivir tan libre / como el pájaro del
cielo; no hago nido en este suelo / ande hay tanto que sufrir, / y naides me ha de seguir / cuando yo
remuento el vuelo”83. Para éste la libertad consiste en no tener dueño ni propiedad. Hacia el fin del primer
canto, se presenta el tema del gaucho perseguido y se marca la relación de un sistema jurídico diferencial
para pobres y propietarios. Fierro denuncia que pelea y mata por necesidad y que a esta adversidad fue
arrojado por el maltrato. En el segundo canto se pasa del tono del coraje del primer canto, al del lamento;
el gaucho canta sus penas y evoca con nostalgia un pasado idílico en el cual describe la vida popular del
gaucho, su trabajo, costumbres, comidas, etc.
En el canto tres Fierro relata su ida a la frontera. En éste se da la primer denuncia al aparato
clientelar en el sector subalterno, al ser mandado a la frontera por haber sido identificado por el juez como
de la oposición: “A mí el Juez me tomó entre ojos / en la última votación: / me le había hecho el
81 Tiscornia, Eleutorio. Introducción. Publicado en: Hernández, José. Martín Fierro. Editorial Losada. Bs. As. 1995.82 Ejemplo de ello son estos versos: “Mas ande otro criollo pasa / Martín Fierro ha de pasar; / nada lo hace recular, / ni los fantasmas lo espantan,” (Página 26) “No me hago al lado de la güeya / aunque vengan degollando; / con los blandos yo soy blando / y soy duro con los duros” (Página 27).83 Hernández, José. Martín Fierro. Editorial Losada. Bs. As. 1995 Página 27.
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remolón / y no me arrimé ese día / y él dijo que yo servía / a los de la esposición” 84. También puede
encontrarse la primera oposición dentro de los sectores subalternos cuando Fierro se burla del gringo
pobre. En este canto también se denuncia la corrupción del Estado ya que al tomarlos para el ejército, el
coronel los obligaba a trabajar como mano de obra en su chacra: “¡Y qué indios, ni qué servicio, / si allí
no había ni cuartel! / Nos mandaba el coronel / a trabajar en sus chacras, / y dejábamos las vacas / que las
llevara el infiel”85. La segunda oposición dentro de las clases subalternas presente en este canto es frente
al indio quien es descripto como asesino, salvaje y ladrón; matar al indio era la ley de Fierro: “pero yo
hice la obra santa / de hacerlo estirar la jeta”86.
En el canto cuatro se describe el ejército de gauchos en la frontera, signado por la falta de recursos
y la pobreza (los gauchos truecan plumas y cueros con el pulpero, amigo del comandante, para
sobrevivir), y se critica el sistema corrupto de éste: el salario anunciado no llega a los soldados. Ante la
burocracia, Fierro tiene que callarse: “Pero qué iba a hacerles yo, / charabón en el desierto; / más bien me
daba por muerto / pa no verme más fundido / y me les hacía el dormido / aunque soy medio despierto.” 87
Es de destacar también que en este canto se hace referencia a una cuestión política: luego de que Fierro
habla con el mayor, que le dice que no le van a pagar porque no ha entrado en la lista, el comandante le
dice a Fierro: “que no era el tiempo de Rosas, / que áura a naides se debía.” 88 El próximo canto, sigue en
el tono de la crítica a la corrupción del ejército: Fierro quiere desertar. En él se describe la tortura física, a
través del castigo dado a Fierro (estaqueada) luego de haber discutido con un centinela borracho.
El canto seis contiene la primera referencia política del momento: a Fierro le dicen que en la
expedición a combatir a los indios en las tolderías iba a venir el ministro de guerra del gobierno de
Sarmiento. Ésta es la única crítica directa a un funcionario en la obra. En este momento Fierro se escapa
aprovechando la situación y vuelve al cabo de tres años a su pago. Llega a su rancho y lo encuentra
transformado en una tapera, sin su mujer, ni sus hijos. El sistema burocrático le embarga los bienes a
Fierro. El gaucho jura a partir de este momento “ser mas malo que una fiera”. Fierro se lamenta por su
mujer y sus hijos, luego el poema pasa del tono del lamento al de desafío: “Yo he sido manso, primero, /
y seré gaucho matrero / en mi triste circunstancia / (…) sé como le hacen la partida, / la enriedan y la
manejan: / desaceré la madeja / aunque me cueste la vida.”89 En el canto 7, se expresa la división de los
sectores populares en relación a su correspondencia a distintas etnias: si en el canto tres las oposiciones
eran hacia el gringo pobre y los indios, en éste lo es hacia el sector de la población negra, en palabras de
Fierro: “a los negros hizo el diablo / para tizón del infierno”.90 Esta oposición es reflejada en particular a
84 Ibíd. Página 3485 Ibíd. Página 3686 Ibíd. Página 4187 Ibíd. Página 4688 Ibíd. Página 4589 Ibíd. Página 54.90 Ibíd. Página 56.
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través del relato de la pelea de Fierro con el negro (que no tiene nombre en el texto), en la que el
protagonista lo mata.
A modo de un análisis más general, en la segunda parte publicada siete años después y luego de
un éxito de público que no había tenido antecedentes en el Río de la Plata, el tema central es la vuelta de
Martín Fierro a la vida regular, lo que importa una nueva conciencia de retorno a la vida y el trabajo en
sociedad. Lo que en la primera parte era un acto de rebeldía, denuncia y cuestionamiento del orden social,
en la segunda se transforma en un retorno a la legalidad: “los sentimientos y las ideas de Fierro han
cambiado radicalmente. Esa experiencia del tiempo, la amargura y soledad en que vive desde la muerte de
Cruz, las privaciones y sobresaltos de la vida entre infieles, mayores que en la frontera, y el dolor, en fin,
de estar separado de la sociedad cristiana, le embargan la mente y el corazón y le deciden a abandonar
cautelosamente el desierto para volver al seno de los suyos”91. Para Ludmer, esto constituye “el fin de la
voz del gaucho (que en los consejos de la vuelta ya es el “hombre”) (…). La vuelta es la institución de la
voz “gaucho” como opuesta definitivamente al “delincuente” y al soldado de la ley diferencial: como
trabajador”92. Esta autora afirma que en la vuelta “Fierro recita el olvido de la justicia popular oral de la
confrontación, y usa una posición específica, la de los proverbios del anciano, para el pacto económico y
la integración a la ley por el trabajo (…). Martín Fierro queda pacificado y legalizado como el trabajador
de la riqueza de la Argentina agroexportadora”93.
Para relacionar esta obra literaria con el análisis de clase, es necesario tener en cuenta que José
Hernández fue un estanciero y Martín Fierro fue el texto que representaba los intereses de una fracción de
la oligarquía, la del Interior (BGL)94 contra otra fracción de la oligarquía, la de Buenos Aires (BTGB) que
quería realizar la campaña del desierto para obtener el dominio territorial de la pampa y la patagonia,
ampliando así sus medios de producción. Hernández denuncia la leva del gaucho, mediante la cual el
gaucho era utilizado como carne de cañón en la frontera para combatir con otra etnia de la clase
subalterna, la de los pueblos originarios. Pero en esta denuncia, mas que una concepción que repruebe
moralmente el uso del cuerpo del gaucho para llevarlo a las filas del ejército, lo que subyace es el interés
de la fracción de clase de la que Hernández forma parte: Martín Fierro es un pedido de que los gauchos
no sean llevados al ejército porque les quitaban la mano de obra, denuncia el sistema disciplinador que
saca al gaucho de las funciones rurales. La burguesía ganadera del Litoral necesitaba de la mano de obra,
para revalorizar el capital a través del ciclo productivo, tal como el amo necesitaba del esclavo 95; en tanto
91 Tiscornia, Eleutorio. Introducción. Publicado en: Hernández, José. Martín Fierro. Editorial Losada. Bs. As. 199592 Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. página 40.93 Ludmer, Josefina. Los escándalos de Juan Moreira (Prólogo). Citado en: Quereilhac, Soledad. Prólogo. Publicado en Gutiérrez, Eduardo. Juan Moreyra. Editorial Losada. Bs. As. 2009 página 2094 En 1870 Hernández luchó junto a López Jordán en una de las últimas rebeliones federales y tuvo que exiliarse a Brasil en 1871 luego de la derrota federal. En 1872 regresa al país y continua su lucha pero a través de la literatura y el periodismo.95 Pareciera que la oligarquía del interior había leído a Marx: “Ni el dinero ni la mercancía son de por si capital, como no lo son tampoco los medios de producción ni los artículos de consumo. Necesitan convertirse en capital. Y para ello han de ocurrir una serie de circunstancias concretas, que pueden resumirse así: han de enfrentarse y entrar en contacto dos clases muy diversas de poseedores de mercancías, de una parte, los propietarios de dinero, medios de producción y artículos de consumo, deseosos de
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que la burguesía ganadera bonaerense necesitaba, además, ampliar sus dominios territoriales para
maximizar su cuota de ganancia. Así siguiendo esta lógica económica, no se economizó en sangre de las
clases subalternas96 que asistieron en esta época al punto más álgido de su genocidio durante la campaña
del desierto de 1879 (genocidio que ya había comenzado en la época colonial y fue continuado luego de
1810) y también algunos años antes durante la guerra al Paraguay (1864 – 1870).
El último período de la literatura gauchesca que abordaremos en este trabajo, es el de la novela
popular, consagrada con “Juan Moreira” de Eduardo Gutiérrez. Esta etapa del género corresponde a la
consolidación del Estado Nación argentino. Para ahondar más en el contexto de producción de la obra,
podemos citar que “la aparición de una novela como Juan Moreira, publicada entre noviembre de 1879 y
enero de 1880 en el espacio del folletín del diario La Patria Argentina (propiedad de los hermanos de
Gutiérrez), se produjo en estrecha relación con dos manifestaciones clave del proceso de modernización
de la Argentina, iniciado a mitad del siglo XIX: el aumento de la población alfabetizada, que ingresa a la
práctica de la lectura mayormente a través del periódico, y el notable crecimiento y desarrollo de la
prensa escrita, producidos al ritmo de la ampliación de ese nuevo público.”97
Juan Moreira fue el primer bandido no bandido, iniciador de la serie de la novela popular y la
transformación del gaucho en un nuevo tipo de héroe popular, en relación directa con la incipiente cultura
urbana masiva a través de su circulación en forma de folletín.
En esta novela, las heroicas hazañas de Moreira son relatadas desde el uso de ciertas estrategias de
verosimilización y desde la apelación a los pactos discursivos del periodismo, ya no es el gaucho en
primera persona el que habla o simula hablar (es decir, un uso letrado de la voz del gaucho) sino que “el
narrador de esta historia es nada menos que un investigador-cronista, que ha acudido a los escenarios
transitados por Moreira, que ha entrevistado testigos –policías, paisanos de pulpería, dueños de posadas,
etc.- y que ha tenido un encuentro con el propio gaucho en el año 1874”98. Además es necesario tener en
cuenta que otro elemento que aporta verosimilitud a la narración es que la novela fue inspirada por una
crónica policial real protagonizada por un gaucho bonaerense muerto por la policía en 1874.
Según Rodríguez Mcgill, en los textos gauchescos de Eduardo Gutiérrez pueden encontrarse dos
vertientes de influencia: una tradicional y otra modernizante. En esta misma perspectiva, Quereilhac
valorizar la suma de valor de su propiedad mediante la compra de fuerza ajena de trabajo; de otra parte, los obreros libres, vendedores de su propia fuerza de trabajo y, por tanto, de su trabajo” Marx. El capital. Cap. XXIV “La llamada acumulación originaria”.96 Tal como Sarmiento recomendaba: "Se nos habla de gauchos... La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos". Carta de Sarmiento a Mitre del 20/09/1861. "¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado". "El Progreso", 27/09/1844, "El Nacional", 19/05/1887, 25/11/1876 y 08/02/1879. Ambas citas en: Maglio, Federico Martín. El pensamiento de Domingo Faustino Sarmiento. http://www.fmmeducacion.com.ar/Historia/Notas/sarmiento.htm97 Quereilhac, Soledad. Prólogo. Publicado en Gutiérrez, Eduardo. Juan Moreira. Editorial Losada. Bs. As. 2009. Página 1098 Ibíd. Página 11
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afirma en su Prólogo a Juan Moreira que en esta novela, como en el resto de las gauchescas de Gutiérrez,
puede observarse la confluencia de temas vinculados al orden de lo tradicional popular rural y criollo
(propio del género literario gauchesco), junto a formas de lo popular moderno emergente tales como el
discurso periodístico, la retórica folletinesca y su forma de circulación y recepción por parte de una gran
masa de lectores. Las obras gauchescas de Gutiérrez constituyen un híbrido literario en el que pueden
encontrarse aportes y referencias intertextuales tanto de la tradición gauchesca99, como de la modernidad
o de la cultura letrada100.
Rodríguez Mcgill afirma que “Gutiérrez rescata figuras ideomíticas del pasado gauchesco y las
coloca a la par de sus héroes Juan Moreira y Santos Vega, es decir, que Gutiérrez se sitúa firmemente,
como legatario de una tradición literaria, a la que respeta y le da nueva vida. Pero a su vez Gutiérrez
también moderniza la literatura gauchesca, ubicando la narración en un mundo ya marcado por la
modernidad y la modernización”101.
El personaje de Gutiérrez era un gaucho trabajador, poseedor de un pequeño capital, pero fue
empujado a la ilegalidad a partir de caer como víctima ante la desprotección del sistema judicial.
Moreira estaba casado con Vicenta Andrea, mujer que es pretendida por el teniente alcalde y que origina
la persecución de la cual es objeto el protagonista, a quien se le cobran multas caprichosas y ante el
reclamo se lo manda al cepo. Luego, cuando Moreira quiere reclamar una deuda de diez mil pesos que le
debiera el almacenero Sardetti ante el teniente alcalde Don Francisco, es acusado de mentiroso y
mandado al cepo nuevamente. Aquí Moreira entra en la ilegalidad, al matar en duelo al almacenero
Sardetti.
Josefina Ludmer plantea que esta obra podría interpretarse como una posible continuación radical
de La Ida de Martín Fierro, en la que en contraposición a La vuelta se afirma la posición popular de la
confrontación y la desobediencia a la legalidad: Juan Moreira muere rebelde, luchando contra las partidas
policiales. Esta lucha es asumida por el protagonista como parte de un destino inevitable, marcado por la
situación histórica y social, así lo declara el mismo luego de matar a Sardetti: “Ahora, que se cumpla mi
sino”102. Según Rodríguez Mcgill, “podríamos considerar la resistencia de Moreira como un subtexto que
denota entre fisuras una protesta subalterna que deja huellas en el texto, y el fatalismo romántico de
99 En Juan Moreira, ejemplo de ello es la referencia al personaje Santos Vega de Hilario Ascasubi: “El gaucho trovador de nuestra pampa, el verdadero trovador, el Santos Vega” (página 42) y a Anastasio el Pollo, de Estanislao del Campo: “Moreira le tendió la mano, y Julián le dio un abrazo tan estrecho que, como dice Anastasio el Pollo: Sus dos almas en una / acaso se misturaron” (página 109)100 La mayoría de las obras gauchescas de Gutiérrez, incluida Juan Moreira, comienzan con un epígrafe del poema “Lázaro” de su hermano Ricardo Gutiérrez que podría considerarse en cuanto a su estilo literario como neo-romántico.101 Rodríguez McGill, Carlos. Lecturas intertextuales en los folletines gauchescos de Eduardo Gutiérrez: Desde Juan Moreira hasta Los hermanos Barrientos. http://www.decimononica.org/VOL_5.2/RodriguezMcGill_5.2.pdf102 Gutiérrez, Eduardo. Juan Moreira. Editorial Losada. Bs. As. 2009. Página 67
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Moreira puede interpretarse como una moraleja que funciona como soporte del discurso pedagógico
nacional”103.
En el comienzo del libro hay una intervención directa del narrador en la que se denuncia la
situación injusta del gaucho frente a los abusos de la autoridad, apuntando a justificar moralmente las
acciones del héroe popular y a ejercer una crítica a la sociedad contemporánea del autor:
“La gran causa de la inmensa criminalidad en la campaña está en nuestras autoridades excepcionales.El gaucho habitante de nuestra campaña tiene dos caminos forzosos para elegir: uno es el camino del
crimen, por las razones que expondremos; otro es el camino de los cuerpos de línea, que le ofrece su puesto de carne de cañón.
El gaucho, en el estado de criminal abandono en que vive, está privado de todos los derechos del ciudadano y del hombre; sobre su cabeza está eternamente levantado el sable del comandante militar y de la partida de plaza a quien no puede resistirse, porque entonces, para castigarlo, habrá siempre un cuerpo de línea. Ve para sí cerrados todos los caminos del honor y del trabajo, porque lleva sobre su frenre este terrible anatema: hijo del país. (…)
El gaucho marcha a la frontera, enviado por vago (no encuentra trabajo), por falta de papeleta (no votó con el comandante, sino con su patrón), o simplemente porque su mujer es una paisanita hermosa y codiciada. (…)
¿Tenemos nosotros derecho a condenar a este criminal con todo el peso de la ley?”104
Siguiendo esta línea, sobre el final puede leerse otra intervención del narrador:
“Es tiempo de que cesen esos hechos salvajes y el gaucho empiece a gozar de los derechos que le otorga la Constitución y que ha conquistado con su sangre en todos los campos de batalla.
Cerraremos esta dramática historia haciendo notar que todas nuestras críticas referentes a la organización de la Justicia de Paz en la campaña obedecen a la noble aspiración de que los derechos imprescindibles del ciudadano, con los cuales invisten al hombre las leyes divinas y las leyes escritas, sean respetados y garantidos en todas las latitudes del suelo argentino.”105
Mientras que en la primer intervención se denuncia la situación social real del gaucho haciendo
referencia a lo que sucede en las campañas dentro del contexto de producción del libro; en la segunda se
habla en términos del deber ser, de la sociedad a la que aspira el autor, en la que el gaucho se encuentra
incluido socialmente. “Este sería el sustento de la tesis liberal básica de Gutiérrez: no es la Ley (la
pedagogía nacional) sino una aplicación perversa de la misma (el sistema jurídico y político actual) la
responsable de la persecución política, la explotación económica y la marginación social del gaucho.”106
De esta forma en la obra se realiza un doble juego: se critica a la arbitrariedad administrativa, pero no al
sistema mismo que fue la raíz del genocidio de los gauchos.
El contenido crítico de esta obra no debe velar el hecho de que también hay implícita en la obra un
mensaje pacificador y afirmativo de la autoridad que atenúa los efectos desestabilizantes de la figura del
gaucho rebelde. La bravura y el coraje de Moreira, y su actitud desobediente ante la ley encuentran su
contradicción en el mismo personaje en “su actitud de servicio y de naturalizado reconocimiento de
superioridad frente al político de elite y al hombre culto. (…) Son numerosos los pasajes que apuntan a
103 Rodríguez McGill, Carlos. El Juan Moreira De Eduardo Gutiérrez: Entre El Discurso Hegemónico y lo Performativo, Y la Construcción del Imaginario Popular Argentino. http://maclas.org/pages/journal/essays-xvi/essays-xvi-carlos-rodriguez-mcgill.php104 Gutiérrez, Eduardo. Juan Moreyra. Editorial Losada. Bs. As. 2009. Páginas 45, 46 y 48.105 Ibíd. Página 338.106 Rodríguez McGill, Carlos. El Juan Moreira De Eduardo Gutiérrez: Entre El Discurso Hegemónico y lo Performativo, Y la Construcción del Imaginario Popular Argentino.
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ilustrar la hipótesis de que si el gaucho es bien tratado, toda su bravura se reduce a la tierna obediencia de
un infante. Pacificación y obediencia parecen integrar el conveniente resultado de una educación para el
gaucho, concentrada en el trato.”107 Este mensaje de pedagogía política parece tener un interlocutor ajeno
al del público de los folletines: la clase dirigente, representada en la novela en las figuras del doctor
Alsina y de Marañón, ambos políticos “de bien” para Juan Moreira.
A modo de conclusión
El problema y el recorte que me propuse abordar a lo largo de este trabajo ha sido de una
importante magnitud, por lo que considero que el desarrollo del mismo ha atendido algunas cuestiones
pero también desatendido muchas otras. El análisis de las obras literarias ha sido más bien acotado que
exhaustivo, sólo se han analizado ciertos aspectos generales de las obras (sobre todo en aquellas que
tienen mayor cantidad de elementos de análisis por poseer una mayor extensión), por lo que dicho análisis
está lejos de agotarse.
Un aspecto fundamental que quedó fuera del análisis, es el de las relaciones de género, que nos
permite dar cuenta de las relaciones de dominación ejercidas respecto a la condición de género que se
expresan en la literatura y a través del contexto histórico. Como posibles disparadores a un análisis
posterior se podría decir que en la literatura gauchesca pareciera prevalecer una jerarquización del género
masculino (todos los protagonistas son masculinos; cuando la mujer aparece en general es reflejada desde
una concepción instrumental que la objetiviza a sus funciones de madre y esposa), y que el período
histórico abordado corresponde el sistema patriarcal (en donde hay una subordinación de “lo femenino”
ante “lo masculino”, en base a una jerarquización de lo biológica y socialmente masculino respecto a los
demás géneros) congruente de modo estructural con el capitalismo como sistema histórico.
En relación a las temporalidades y al análisis histórico, el abordaje intentó dar cuenta sobre todo
de los distintos procesos acaecidos en el recorte abordado, sin ahondar exhaustivamente en la sucesión
cronológica de hechos y acontecimientos, de los que la historiografía positivista desde Mitre en adelante
se ha encargado lo suficiente, sin dar cuentas de las estructuras sociales que subyacen en estos hechos
históricos. Me he referido a algunos de los acontecimientos y hechos más importantes, a modo de
ejemplificar los distintos conflictos que se sucedieron a lo largo de todo el proceso, y de poder utilizarlos
a modo de referencia como “mojones históricos” para poder diferenciar las distintas etapas analizadas. A
su vez, nos centramos en un análisis estructural, orientado en hacer la historia de las clases sociales a la
luz de la construcción del aparato estatal, a diferencia de la enunciación ideográfica tradicional que
jerarquiza el análisis de lo particular a través del relato descriptivo de hechos y personajes históricos,
expresado en la historias de las acciones político-militares y en la historia de los próceres.
107 Quereilhac, Soledad. Prólogo. Publicado en Gutiérrez, Eduardo. Juan Moreyra. Editorial Losada. Bs. As. 2009. Página 31.
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A modo de conclusiones, por un lado en la articulación de las disciplinas histórica y del análisis de
la literatura, el análisis demostró una total correspondencia entre la literatura gauchesca y la divulgación
de ideologías propias de las clases dominantes a sectores iletrados y populares. A través del uso de la voz
del gaucho, las clases dominantes organizaron una parte muy importante de su aparato ideológico, para
disciplinar a los sectores subalternos. A su vez, hay una confluencia entre las etapas del género literario y
los períodos o momentos políticos en la lucha de clases intraburguesa. De esta forma en la época virreinal
la gauchesca puede asociarse al aparato ideológico de la fracción burguesa colonial; con Hidalgo al de la
fracción ganadera independentista, luego de 1820 a los aparatos de las distintas fracciones de las clases
dominantes en puja, etc. hasta llegar a la consolidación del Estado hacia 1880 donde el sujeto político al
que le apropiaban su voz para hacer uso de su cuerpo, es exterminado y el gaucho llega a constituir una
minoria. También en todo este proceso se produce el exterminio de las otras etnias que componen los
sectores populares, muchas veces identificadas como los enemigos del gaucho en la litertura gauchesca
(excepto cuando combatían funcionalmente a los intereses dominantes).
Desde un punto de vista histórico, el análisis intentó demostrar que no puede hablarse de una
nacionalidad argentina previa o contemporánea al movimiento independentista, tal como la historiografía
tradicional da por supuesto. En este sentido, Chiaramonte considera la formación de una nacionalidad
argentina como un efecto, no una causa, de la historia de la Nación argentina actual. “Lo que entre 1810 y
1830, aproximadamente, se entendía por fundar constitucionalmente una nación, era la organización de
un Estado. (…) Esto se formulaba en términos contractualistas y no en función del principio de
nacionalidad que se difundió luego a partir del Romanticismo.”108 La generación romántica de 1837
(Alberdi, Echeverría, Gutiérrez, Sarmiento,) es la que comienza a demandar la construcción de una
nacionalidad argentina, ya que desde sus perspectivas esto era necesario para poder fundar la nación,
despojando de la palabra argentina su referencia de origen a lo porteño, pero en este momento, sin otro
contenido que lo americano. Serán luego Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López, quienes “acometieran
la tarea de fortalecer el sentimiento nacional argentino presuponiéndolo ya existente hacia 1810”109.
Tampoco puede hablarse de Nación (ya que luego de mayo de 1810 se abre un largo proceso
signado por la coexistencia de múltiples soberanías) al menos hasta 1853 (con la Constitución Nacional)
o, más aún, en 1861-62 cuando Buenos Aires se incorpora a la Confederación y se reunifica la República.
Pero la consolidación del Estado Nación territorialmente sólo pudo darse con posterioridad a 1880, luego
del asesinato en masa de los pueblos originarios, y el uso de las clases subalternas como carne de cañón.
A pocos días del Bicentenario, cierro este trabajo con un interrogante, ¿a qué festejo asistimos?
Como vimos 1810 no fue el comienzo de la Patria, que era inexistente en aquel entonces, si no una
disputa entre las clases dominantes a la luz del concierto mundial cuyos centros de poder necesitaban de
108 Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, Estados: 0rígenes de la Nación Argentina (1800-1846). Ariel Historia. Página 247.109 Ibíd. Página 254.
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la construcción de estados burgueses modernos en las periferias del globo, con el fin de maximizar la
reproducción ampliada del capital incorporando nuevos mercados y reestructurando la periferia a la
división internacional del trabajo.
Mayo de 2010
Bibliografía consultada:
Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, Estados: 0rígenes de la Nación Argentina (1800-1846). Ariel Historia.
Taylor, Peter. Geografía Política. Economía mundo, Estado-nación y localidad. .Trama Editorial Ludmer, Josefina. El género gauchesco, un tratado sobre la patria. Editorial Sudamericana. Bs. As. 1988. Halperin Donghi, Tulio. Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla.
Siglo XXI editores. Rama, Ángel. Los gauchipolíticos rioplatenses. (Volumen 2). Centro Editor de América Latina. Gramuglio, María Teresa y Sarlo, Beatriz. Martín Fierro.(Artículo) Isaacson, José. Martín Fierro. Cien años de crítica. Editorial Plus Ultra. Ansaldi, Waldo. Soñar con Rousseau y despertar con Hobbes: Una introducción al estudio de la
formación del Estado nacional argentino. Pensamiento nacional. Goldman, Noemí y Salvatore, Ricardo. Caudillismos Rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema.
Editorial Eudeba. Bs. As. 2005. Horowicz, Alejandro. El país que estalló. Antecedentes para una historia argentina (1806 – 1820) Tomo I.
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