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Rebeca Villalobos Álvarez “Filosofía, teoría y metodología de la historia. El caso de Metahistoria de Hayden White (n. 1928)” p. 175-196 Historia y método en el siglo XX Pilar Gilardi González y Martín Ríos Saloma (coordinación y presentación) México Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Históricas 2017 200 p. (Teoría e Historia de la Historiografía, 14) ISBN 978-607-02-9836-3 Formato: PDF Publicado en línea: 16 de abril de 2018 Disponible en: www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/historia _metodo/691.html DR © 2018, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Históricas. Se autoriza la reproducción sin fines lucrativos, siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completa y su dirección electrónica. De otra forma, se requiere permiso previo por escrito de la institución. Dirección: Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510. Ciudad de México

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  • Rebeca Villalobos lvarez

    Filosofa, teora y metodologa de la historia. El caso de Metahistoria de Hayden White (n. 1928)

    p. 175-196

    Historia y mtodo en el siglo XX Pilar Gilardi Gonzlez y Martn Ros Saloma (coordinacin y presentacin)

    Mxico

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico Instituto de Investigaciones Histricas

    2017

    200 p.

    (Teora e Historia de la Historiografa, 14)

    ISBN 978-607-02-9836-3

    Formato: PDF

    Publicado en lnea: 16 de abril de 2018

    Disponible en: www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/historia_metodo/691.html

    DR 2018, Universidad Nacional Autnoma de Mxico-Instituto de Investigaciones Histricas. Se autoriza la reproduccin sin fines lucrativos, siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completa y su direccin electrnica. De otra forma, se requiere permiso previo por escrito de la institucin. Direccin: Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Coyoacn, 04510. Ciudad de Mxico

  • Filosofa, teora o metodologa de la historia

    El caso de Metahistoria de Hayden White (n. 1928)

    rebeca vIllalobos lvarezUniversidad Nacional Autnoma de Mxico

    Facultad de Filosofa y Letras

    El lector tiene en sus manos una reflexin en torno al vnculo pro-blemtico y aun as renovado entre teora y metodologa histri-cas. Aunque el desempeo de ambas tareas constituye, en un senti-do muy elemental, la puesta en marcha de un ejercicio de anlisis y conceptualizacin, los objetivos implicados en la labor de un terico no siempre se corresponden con las intenciones de un metodlogo, o con las de cualquier profesional de las humanidades, en la prcti-ca cotidiana de su disciplina. La construccin de una mirada terica respecto a la historia, por su parte, no necesariamente da lugar a la generacin de una metodologa concreta para la interpretacin de un determinado fenmeno, del mismo modo en que la aplicacin de un esquema metodolgico cualquiera no presupone una filia-cin de origen a una perspectiva terica o filosfica en particular. Aun as, parece inobjetable que desde la segunda mitad del siglo xx a la fecha el rigor en los procedimientos de investigacin; la expli-citacin de conceptos y referencias tericas; la asimilacin de otras perspectivas disciplinarias y la reivindicacin de la reflexin filos-fica desempean un papel mucho ms significativo en el desarrollo de los estudios histricos a nivel profesional. Esta situacin favore-ce una perspectiva menos empirista de la disciplina y una forma acaso menos ingenua de concebir las peculiaridades del conocimien-to que nos ofrece sobre el mundo. En el contexto de la historiografa contempornea, el ejercicio habitual de reconstruccin, interpreta-cin y/o explicacin del pasado involucra la creciente utilizacin de referentes tericos y el uso cada vez ms reflexivo de trminos a los que se les atribuye cierta base conceptual (me refiero, por ejemplo, a las nociones de lite, proceso, ideologa, etctera).

    Ahora bien, cabe destacar que la relacin entre teora e historia no se limita a procedimientos de interpretacin o anlisis puntuales.

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    El tipo de reflexin que se juzga terica tambin involucra conside-raciones generales sobre la prctica historiogrfica; cuestiones que revelan su carga filosfica cuando se traducen bajo la forma de pre-guntas fundamentales: cul es el sentido de la historia?, cul es la naturaleza del conocimiento histrico?, cul es la relacin de la historia con otras disciplinas?, etctera. Si bien es cierto que la tarea cotidiana del historiador no necesariamente involucra cuestiona-mientos explcitos en ese sentido, hemos aprendido a reconocer, en la resolucin de problemas concretos, implicaciones terico-filosficas de ms largo aliento. Esto ha permitido, a su vez, renovar la idea que tenemos acerca de la teora o la filosofa de la historia como activida-des que no son idnticas a la del historiador pero que muchas veces se encuentran estrechamente relacionadas con ella.

    Aun as, resulta riesgoso, y en la mayora de los casos poco per-tinente, la plena identificacin entre una determinada teora de la historia y el seguimiento puntual de lineamientos metodolgicos. Esto se debe, al menos en parte, a que el uso de las expresiones teo-ra de la historia y filosofa de la historia no se rige por criterios claros y mucho menos unvocos. Las acepciones de los trminos simples (teora y filosofa) suelen variar, pero tambin es cierto que en mu-chas ocasiones suelen utilizarse como sinnimos. Cuando entende-mos por filosofa simple y llanamente un conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios ms generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, la equi-paracin con una acepcin igualmente simple de teora es perfecta-mente posible.1 El pensamiento de Karl Marx, por citar otro ejemplo significativo pero ms puntual, se ha caracterizado apelando a am-bos vocablos. Tampoco resulta inusual referirse a la filosofa de la historia implicada en obras historiogrficas complejas, como Histo-ria de los papas de Leopold von Ranke o La democracia en Amrica de Alexis de Tocqueville. Un caso tambin interesante es el anlisis que se ha hecho de los componentes terico-filosficos involucrados en

    1 La definicin de filosofa es del Diccionario de la lengua espaola, 22a. edicin, Ma-drid, Real Academia Espaola, 2001 (versin electrnica) y puede compararse con ca-racterizaciones simples de teora como conjunto sistemtico y ordenado de principios que explican un fenmeno o un acontecimiento.

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    la produccin historiogrfica de toda la corriente de Annales.2 Todos estos ejemplos revelan vnculos estrechos entre teora, filosofa e historia. En algunos casos (Ranke) la relacin exhibe la preeminen-cia de una visin filosfica sobre el sentido del devenir humano que imprime cualidades especficas a la interpretacin de fenmenos histricos concretos. En otros (Braudel, por ejemplo), el vnculo su-pone la conceptualizacin de un modelo de explicacin (la teora de la corta, mediana y larga duracin) en el anlisis de problemticas histricas. Ahora bien, cabe destacar que el reconocimiento de seme-jantes convergencias no facilita la definicin acotada y puntual de lo que entendemos por teora o filosofa de la historia. Pero reflexio-nar sobre ello s nos permite identificar los diferentes niveles en que el lenguaje terico y las perspectivas filosficas se involucran en la labor del historiador.

    El presente trabajo se encamina en esa direccin. Su objetivo es mostrar que teora o filosofa de la historia son nombres que utiliza-mos (a veces de manera indistinta) para referir una amplia e intere-sante gama de concepciones generales sobre la realidad humana, el conocimiento histrico y/o sus procedimientos de interpretacin y anlisis. Desde mi punto de vista, un buen camino para entender la naturaleza de los vnculos entre teora y metodologa es consideran-do el lenguaje conceptual, en ltima instancia filosfico, como una herramienta que funciona en distintos contextos y en diferentes ni-veles, muchas veces conectados pero no necesariamente correspon-dientes. Para ejemplificar lo anterior, he considerado oportuno eva-luar los diversos usos del lenguaje filosfico o conceptual, as como sus implicaciones terico-metodolgicas, en una obra en particular.

    Metahistoria, de Hayden White, que vio la luz en 1973, constitu-ye un referente indiscutible del narrativismo: una de las corrientes ms importantes de la teora histrica contempornea.3 Al mismo tiempo, se ha convertido, hay que decir que no siempre con xito, en una suerte de parmetro o gua en funcin del cual se analizan

    2 Paul Ricoeur, La memoria, la historia, el olvido, Madrid, Trotta, 2003, particular-mente en la segunda parte de la obra, titulada Historia/Epistemologa, p. 177-376.

    3 Hayden White, Metahistoria. La imaginacin histrica en la Europa del siglo xix, M-xico, Fondo de Cultura Econmica, 1992.

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    obras histricas, teniendo como base precisamente ciertos criterios metodolgicos sobre el anlisis del texto historiogrfico desde el punto de vista literario. A la luz de estas consideraciones, el prop-sito de las siguientes lneas es analizar algunas de las peculiaridades de Metahistoria en estos dos sentidos uno eminentemente terico o filosfico y otro metodolgico con la finalidad de evaluar los distintos planos de accin de la actividad teortica. Pero, antes de entrar en materia, juzgo necesario aclarar lo que se entiende aqu por lenguaje terico o conceptual. Por esta razn, el presente trabajo se compone de dos secciones. En la primera se ofrece un panorama general de los distintos usos que suelen darse al trmino teora y, por extensin, al de teora de la historia; mientras que en la segunda se aterrizan estas reflexiones en funcin de lo que, al da de hoy, Metahis-toria ha llegado a significar en el campo de la filosofa y la teora de la historia contemporneas. Pasemos, pues, a la primera consideracin.

    Sobre la teora en general y la teora de la historia en particular

    En los ltimos veinte aos, y tal vez desde antes, las diversas refe-rencias a la teora de la historia se han hecho ms frecuentes y en algunos casos incluso se ha formalizado el uso del trmino a travs de diversos programas y lineamientos acadmicos, que hacen posi-ble juzgarla como una materia pertinente en la prctica historiogr-fica reciente. Asimismo, el conjunto, a todas luces creciente, de obras y artculos que la tienen como su materia principal de estudio da fe de la emergencia de la teora de la historia como una subespecialidad reconocida y hasta cierto punto habitual en el campo ms general de la disciplina histrica. En consonancia con este fenmeno, cabe preguntarse qu entendemos en la actualidad por teora de la historia y cules son sus formas de interaccin con otras reas, modalidades o perspectivas de los estudios histricos.

    Como suele ocurrir con otros campos de especializacin (histo-ria cultural, historia conceptual, historia poltica, historia de gnero, etctera), el desarrollo de la prctica en s mismo ha superado am-pliamente nuestra capacidad para establecer consensos y lmites claros en cuanto a la naturaleza, la importancia y el significado de

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    este tipo de investigacin, siendo uno de los resultados de este fe-nmeno la dificultad para identificar una matriz comn dentro del vasto y heterogneo universo de las obras relativas a la teora de la historia, as como una suerte de usos o aplicaciones muchas veces indiscriminados o incluso confusos del trmino teora. En virtud de lo anterior, considero no slo pertinente, sino necesario, comen-zar esta discusin sealando cules son, desde mi punto de vista, las implicaciones bsicas que supone la utilizacin de este vocablo y, por extensin, del de teora de la historia. Una vez hecho esto, creo que estar en condiciones de mostrar el vnculo manifiesto entre una concepcin terica sobre la historia y una o varias perspectivas metodolgicas posibles.

    Resulta pertinente, o al menos didctico, hacer alusin a los sig-nificados comunes del trmino en su modalidad ms simple. Una rpida mirada a los diccionarios ofrece, por lo regular, una definicin de teora compuesta por dos significados distintos pero muy re-lacionados entre s. En el primer caso, y en estrecho vnculo con sus races griegas ms antiguas, teora significa la actividad de mirar desinteresadamente, esto es, sin tomar participacin en aquello que se observa. De ello resulta la conceptualizacin de teora como acto mental o intelectual, cuyo propsito genrico es concebir, idear o incluso inventar.4 En el segundo caso, muy frecuente tanto en los diccionarios de lengua como en los especializados, los significados del vocablo hacen alusin a una serie o conjunto organizado de ideas, leyes o hiptesis sobre cualquier cosa o tema.5 Es en este segundo

    4 El verbo griego significa mirar, observar (lo que haca el espectador en los juegos y festivales pblicos). Este espectador no intervena en tales juegos y fes-tivales, su actividad era terica [] Cuando el mirar, ver u observar se entendan mentalmente significaba considerar o contemplar . De ah, en suma, la identificacin del trmino con una actividad esencialmente especulativa o de contemplacin que es la que habitualmente se considera cuando el trmino es referido en un sentido eminente-mente filosfico. Vase Jos Ferrater Mora, Diccionario de filosofa, 4 v., Barcelona, Ariel, 2009, p. 3474-3475.

    5 Conjunto organizado de ideas referentes a cierta cosa o que tratan de explicar un fenmeno. Mara Moliner, Diccionario de uso del espaol, Madrid, Gredos, 2007, p. 2851. Otras acepciones comunes en los diccionarios de lengua, claramente relacionadas con la anterior, refieren el trmino teora como: 1) Conocimiento especulativo conside-rado con independencia de toda aplicacin. 2) Serie de las leyes que sirven para

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    sentido que el trmino resulta perfectamente concordante con la produccin de conocimiento cientfico y la razn por la cual las vo-ces teora y teora cientfica tienden a convertirse en sinnimos. Desde la perspectiva de la filosofa de las ciencias, la teora consti-tuye un conocimiento especulativo considerado con independencia de toda aplicacin.6 En este contexto, el uso del trmino involucra la construccin de modelos explicativos o conjuntos de premisas que, con mayor o menor efectividad, permiten interpretar o descri-bir condiciones dadas, esto es, observadas directamente. En cual-quiera de los casos antes mencionados, la actividad teortica se in-serta en el campo de la epistemologa, constituyendo de ese modo la herramienta esencial del pensamiento filosfico.7

    Las definiciones ms complejas del trmino, por su parte, suelen vincular los dos sentidos bsicos que he referido, haciendo posible su interpretacin conjunta como el acto de mirar reflexivamente con la finalidad de organizar y articular ideas en funcin de sistemas y modelos abstractos. Concebido de esta manera, el conocimiento te-rico, aun cuando se juzga de naturaleza eminentemente conceptual y abstracta,8 no parece destinado a quedarse en el mbito de la especulacin. Tal vez ste sea el motivo por el que nos resulta tan habitual relacionar los trminos teora y prctica y no, por ejemplo,

    relacionar determinado orden de fenmenos. 3) Hiptesis cuyas consecuencias se aplican a toda una ciencia o a parte muy importante de ella. Vase Diccionario de la lengua espaola.

    6 Diccionario de la lengua espaola.7 A scientific theory is an attempt to bind together in a systematic fashion the

    knowledge that one has of some particular aspect of the world of experience. The aim is to achieve some form of understanding, where is usually cashed out as explanatory power and predictive fertility, The Oxford Companion to Philosophy, 2a. edicin, edicin de Ted Honderich, Nueva York, Oxford University Press, 2005, p. 914. Para Jos Ferrater Mora, la nocin de teora se halla implicada en casi todos los problemas que se suscitan en epistemologa y, en particular, en filosofa de la ciencia y aun cuando el autor consi-dere que precisamente a eso se debe la dificultad para precisar el sentido del trmino, resulta inobjetable su estrecho vnculo con las preocupaciones de carcter cognitivo. Jos Ferrater Mora, Diccionario de filosofa.

    8 El conocimiento humano es teortico segn su forma en tanto tiene carcter general y, segn su contenido, en tanto trasciende lo dado en cada caso. Hermann Krings, Hans Michael Baumgartner, Christoph Wild et al., Conceptos fundamentales de filosofa, 4 v., Barcelona, Herder, 1979, p. 484-485.

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    los de filosofa y prctica. Algo en la forma en que conceptualizamos la palabra teora, y el acto en s de teorizar, hace no slo lcito sino deseable el vnculo entre el conocimiento que se gua por generali-dades y abstracciones y el acto de observar fenmenos individuales y/o concretos.9

    Por su parte, la definicin del trmino compuesto teora de la historia supone algunas de las connotaciones presentes en el voca-blo simple, aunque tambin un mayor grado de ambivalencia y has-ta de ambigedad. Las dificultades provienen, creo yo, fundamen-talmente del segundo trmino en accin: el de historia. Como todos sabemos, esta palabra es altamente polismica y su uso fre-cuente da lugar no slo a ambigedades sino a francas confusiones. Historia puede implicar por lo menos tres cosas: 1) el acontecer en s; 2) los escritos sobre lo acontecido, y 3) la ciencia encargada de explicar y/o interpretar el devenir.10 Reduzco voluntariamente la gama de significados por motivos didcticos y expositivos, pero tambin para evidenciar el hecho de que la expresin teora de la historia puede operar por lo menos en los tres niveles antes mencionados. De este modo, una determinada teora de la historia puede definirse como: 1) un modelo de naturaleza conceptual y abstracta cuya finalidad es la explicacin del acontecer (la teora marxista de los modos de produccin y las clases sociales, por ejemplo); 2) como un conjunto de lineamientos que permite explicar el funcionamiento del lenguaje historiogrfico como tal, y, finalmente, 3) como el acto de reflexionar u observar el funcionamiento de las

    9 Las consideraciones ms generales sobre el trmino tienden a enfatizar el carc-ter abstracto y especulativo de la actividad teortica; sin embargo, existe tambin la necesidad de matizar semejante perspectiva en virtud del ejercicio terico que se ejer-ce en el contexto de diversos campos disciplinarios. En consecuencia, la nocin de teora en tanto que sistema o modelo se relativiza, subrayando el aspecto observacional o emprico que involucra el anlisis de fenmenos concretos. En este sentido, el pen-samiento terico constituye, ya no un ejercicio exclusivo de la filosofa de la ciencia (que puede abstraerse de la prctica cientfica como tal), sino un referente terico-metodolgico para el estudio de fenmenos observables. Vase The Oxford Companion to Philosophy.

    10 Una reflexin precisa de esta problemtica se encuentra en J. Huizinga, En tor-no a una definicin del concepto de historia, en El concepto de la historia y otros ensayos, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1994, p. 86-97.

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    operaciones mentales e intelectuales que tienen por objeto la pro-duccin de conocimiento cientfico.

    Ahora bien, ms all de los ejercicios de definicin terminolgi-ca o conceptual, o precisamente a raz de las dificultades que seme-jante revisin arroja, es preciso tomar en cuenta, aunque sea de modo general, algunas nociones, ya no sobre el trmino en s mismo, sino sobre la actividad o el tipo de estudios que, como dije antes, se rea-lizan bajo el auspicio de ese vocablo.

    La referencia ms temprana que conozco del trmino teora de la historia, al menos en un sentido ms prximo a la prctica de los estudios contemporneos en la materia, se encuentra en un artculo de Benedetto Croce publicado en la Revista de Sntesis Histrica en 1902 (Revue de Synthse Historique, Pars, 1902) con el ttulo Los estu-dios relativos a la teora de la historia en Italia durante los ltimos quince aos. Ah, el autor define la teora de la historia como la reflexin en torno a los criterios a travs de los cuales los historia-dores han dado forma, unidad y contenido a sus narrativas, siendo en ltima instancia la esttica (que Croce concibe en trminos de una lgica de las intuiciones) el nico criterio lcito para semejante actividad teortica.11

    Sin embargo, la teora de la historia concebida dentro de los confines del arte no tuvo un impacto significativo en las dcadas subsecuentes a la publicacin del artculo de Croce, ni siquiera en el terreno del historicismo filosfico, por otro lado tan vinculado con el pensamiento del autor napolitano. Por lo que he alcanzado a observar, el uso del trmino mismo no resulta habitual sino hasta 1960, ao en que se inaugura la publicacin de la que sea, probable-mente, la primera revista especializada en la materia: History and Theory.12 Las dcadas anteriores a esta publicacin reflejan un inters

    11 Citado en Hayden White, What Is Living and What Is Dead in Croces Criticism of Vico, en Tropics of Discourse. Essays in Cultural Criticism, Baltimore, Johns Hopkins Paperbacks edition, 1985, p. 218-229, p. 221.

    12 History and Theory ha logrado congregar los nombres y en general las problem-ticas ms relevantes en el terreno de la reflexin terica desde 1960 hasta la fecha. En su primer nmero, public artculos de Isaiah Berlin, History and Theory: The Concept of Scientific History; William Dray, Toynbees Search for Historical Laws; Arthur Lee Burns, International Theory and Historical Explanation, y Gerald J. Gruman,

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    ciertamente creciente por el estudio terico y filosfico sobre la his-toria pero la literatura sobre el tema suele privilegiar la expresin filosofa de la historia antes que la de teora de la historia. El problema, a lo largo de la primera dcada del siglo xx, es la identi-ficacin de los sistemas filosfico-especulativos de Hegel, Comte o Marx bajo el trmino filosofas de la historia, razn por la cual un nutrido grupo de intelectuales de todas las filiaciones tendieron a establecer una distancia entre la llamada filosofa especulativa o sustantiva sobre la historia y la ahora denominada filosofa analtica de la historia.

    A partir de los aos cuarenta, y de manera mucho ms decidida en la dcada de los cincuenta, esta segunda acepcin comenz a circular, gracias a la controversia suscitada por el artculo de Carl Hempel La funcin de las leyes generales en la historia (1942). La polmica, conocida bajo el nombre de Debate Anglosajn,13 se dio fundamentalmente en el mbito de habla inglesa y participaron en ella esencialmente filsofos deudores de la corriente analtica, pre-ocupados por estudiar los fundamentos cognitivos de la investiga-cin histrica y sus procedimientos explicativos. Una de las conse-cuencias de este debate fue la necesidad de definir la actividad filosfica en torno a la historia como una labor de reflexin y anli-sis sobre el conocimiento histrico y no sobre la realidad o el acon-tecer histrico en s. En este contexto, el terico no usurpa por decirlo as, la labor del historiador, no pretende imitarlo ni emularlo, sino simplemente indagar en torno a la validez de sus afirmaciones,

    Balance and Excess as Gibbons Explanation of the Decline and Fall. La revisin de estos materiales sugiere un uso ya frecuente del trmino as como la asimilacin de al-gunas controversias que ya venan mostrando la emergencia de un campo de estudio particular, cultivado tanto por filsofos de distintas procedencias como por algunos historiadores. History and Theory, v. 1, n. 1, 1960.

    13 La controversia ha sido referida en diversos espacios, y en algunos casos definida como el primer espacio de reflexin terica sobre la historia que no estaba determinado por las filosofas de corte idealista. Vase Patrick Gardiner (ed.), Theories of History, Nueva York, The Free Press, 1959. De W. H. Walsh, Introduccin a la filosofa de la historia, Mxico, Siglo XXI Editores, 1970. La primera edicin, de habla inglesa, apareci en 1960. Arthur Danto, Analythical Philosophy of History, Londres, Cambridge University Press, 1965. History and Theory. Beiheft 25. Knowin And Telling History. The Anglo-Saxon Debate, edicin de F. Ankersmit, Middletown, Wesleyan University, 1986.

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    explicaciones y/o interpretaciones sobre el pasado. A partir de este momento, la filosofa de la historia comenz a entenderse como una prctica esencialmente analtica, una suerte de teora o teorizacin, susceptible de expresarse en conjuntos de premisas e incluso de linea-mientos y preceptivas lgicamente organizados en torno a lo que se juzgaba, en ltima instancia, como una disciplina cientfica.

    A partir de los aos sesenta, la expresin teora de la historia fue adquiriendo mayor preponderancia y esto ocurri, al menos en un inicio, en clara correspondencia con las inquietudes expresadas en el Debate Anglosajn. El uso recurrente de ese trmino concuer-da con la tambin creciente acuacin de las expresiones filosofa crtica y filosofa analtica de la historia; casos en que la caracte-rizacin de una teora de la historia tambin supone un tipo de ac-tividad diferenciada de aquella que los historiadores realizan coti-dianamente. Cabe destacar que, desde entonces, un grupo cada vez ms nutrido de historiadores, y no slo de filsofos, se encarg de reflexionar en torno a su propia labor y de analizar los productos historiogrficos en funcin de criterios conceptuales y abstractos.14

    Desde mi punto de vista, y sin nimo de vincular artificiosamen-te tendencias filosficas y/o historiogrficas de muy diversas pro-cedencias, existe una caracterstica comn entre la llamada filosofa analtica (o crtica) de la historia y los diferentes estudios que, con el nombre de teora de la historia, fueron apareciendo bajo el auspi-cio de revistas y colecciones editoriales especializadas. En todos los casos, el tipo de reflexin mostrada es de carcter eminentemente sistemtico, en el sentido de que supone la articulacin lgica de ideas, herramientas de representacin o procedimientos de explica-cin de lo histrico. Me refiero, pues, para decirlo en funcin del trmino que inici explorando, a teoras; algunas de las cuales pre-tendieron incluso funcionar como modelos (el hempeliano es, en

    14 A lo largo de toda la dcada de los sesenta History and Theory continu con su labor en este terreno, dando a conocer no slo algunos de los trabajos ms connotados del llamado debate anglosajn, sino tambin otro tipo de materiales producidos en el centro de la actividad historiogrfica profesional. Vase History and Theory. Symposium: Uses of Theory in the Study of History, v. 3, n. 1, 1963. Jurgen Herbst, Theoretical Work in History in American University Curricula, History and Theory, v. 7, octubre 1968, p. 336-354.

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    este sentido, un claro ejemplo) destinados a describir la lgica ex-plicativa del historiador o bien las peculiaridades del objeto de es-tudio de la ciencia histrica. Al mismo tiempo, comenzaron a surgir teoras acerca de las formas de representacin y las distintas estra-tegias literarias del lenguaje historiogrfico. En todos los casos, no obstante, encontramos el ejercicio de un lenguaje analtico, esencial-mente conceptual y proclive a la construccin de abstracciones. Y tambin identificamos que, en este contexto, la labor del terico se da con un cierto grado de independencia (absoluto o relativo) a la prctica comn del historiador que se pregunta sobre el acontecer en alguna de sus dimensiones. Por estas razones todas merecen, a mi juicio, el nombre de teoras de la historia, siempre y cuando en-tendamos que, a la luz de estos ejemplos, el trmino historia se refiere ya sea a las obras histricas (historiografa) o a la disciplina acadmica (ciencia de la historia) como tal.

    A la luz de este antecedente, la emergencia del narrativismo supuso lo que comnmente se ha considerado como una verdadera revolucin en el mbito de la teora.15 Una de las razones para atri-buirle semejante preponderancia es la conexin que guarda esta peculiar filosofa de la historia con el fenmeno historiogrfico en s mismo. Con esto me refiero a la dedicada atencin que ha puesto esta corriente en las particularidades de los distintos discursos histricos. Lo anterior justifica hablar del narrativismo en trminos de una teo-ra del lenguaje historiogrfico, pero semejante denominacin puede conducir a una reduccin, en la medida en que una aspiracin ma-nifiesta de las posturas narrativistas involucra no slo una perspec-tiva sistemtica del discurso, sino tambin una perspectiva filosfica sobre la conciencia histrica en sus distintos niveles de accin. En consecuencia, se ha vuelto habitual caracterizar el narrativismo en dos sentidos: como una teora sobre el texto historiogrfico y como una filosofa que desafa nuestras concepciones habituales de la his-toria entendida nicamente como prctica cientfica.

    En relacin con esta cuestin, Metahistoria guarda un significado especial. Los estudios recientes sobre ella han revalorado su papel

    15 Frank Ankersmit, El dilema de la filosofa de la historia anglosajona, en His-toria y tropologa, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 2004, p. 91-150.

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    como filosofa de la conciencia histrica y no slo su funcionali-dad como modelo de anlisis historiogrfico.16 Sin embargo, a lo largo de sus primeras dos dcadas de vida, la crtica se centr casi exclusivamente en su validez como teora del lenguaje historiogr-fico. Lo que ms atrajo atencin, y desde luego tambin controversia, fue la pertinencia de un modelo que pareca desdibujar por completo la distincin habitual entre relato literario y discurso histrico. Los crticos ms fervorosos entendieron los planteamientos de Metahis-toria como un desafo frontal a la concepcin de objetividad histrica. No obstante, ms all de la supuesta amenaza que constituye el pen-samiento de White a la doxa de la ciencia histrica, considero que su valor radica en la comprensin de dos proyectos distintos pero com-plementarios del pensamiento terico, que permiten la diversificacin de perspectivas metodolgicas a la luz de una reflexin filosfica a todas luces sugerente. Veamos esto a continuacin.

    Metahistoria: filosofa, teora o metodologa de la historia

    Si bien reseada e incluso alabada en sus primeros aos de vida, Metahistoria no adquiri el alto grado de recepcin que eventual-mente justific su fama y fortuna, sino hasta la dcada de los aos ochenta. Desde entonces, sin embargo, no slo sa, sino otras apor-taciones del pensamiento de White, se han vuelto cada vez ms conocidas y ha sido reconocida su importancia como pionero del narrativismo en particular y de las perspectivas posmodernistas en lo general.17 En medio del debate propiciado por sus propuestas, una cosa parece quedar clara, al menos a sus crticos ms recientes: la obra de White en su conjunto, y particularmente Metahistoria, ha logrado introducir el llamado lenguaje sobre el discurso y la representacin en el campo de los estudios histricos, al grado de

    16 Herman Paul, Hayden White. The Historical Imagination, Cambridge, Polity Press, 2011. Hans Kellner, Twenty Years After: A Note on Metahistories and Their Horizons, Storia Della Storiografia, 24, 1993, p. 109-117.

    17 Ewa Domaska, Encounters. Philosophy of History After Postmodernism, Charlottes-ville, University of Virginia Press, 1998. Vase en particular la introduccin y la entrevista a Hayden White.

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    constituirse en una referencia obligada para el anlisis literario de textos histricos.18

    Ahora bien, ponderar las aportaciones de White como represen-tativas de la teora narrativista implica tomar en cuenta al menos dos grupos de problemas. Por un lado, la reflexin hace necesario mencionar los planteamientos de naturaleza estrictamente filosfica que acompaan al pensamiento whiteano. Estos ltimos suponen cuestionamientos de carcter ms profundo y general, que apelan a los fundamentos de nuestra conciencia sobre lo histrico. Me refiero con ello a las preguntas que Herman Paul ha sugerido para describir las inquietudes ms profundas de la filosofa narrativista: qu en-tendemos por realidad histrica, cul es el vnculo entre nuestras ideas sobre el pasado y nuestra conciencia sobre el presente, qu puede considerarse como un agente histrico, cules son las pecu-liaridades del pensamiento historiogrfico respecto de otras modali-dades de significacin y comprensin del pasado, entre otras.19 Por otro lado, el narrativismo involucra consideraciones tericas espe-cficas sobre posibles estructuras, recursos literarios o poticos y estrategias argumentativas o retricas del lenguaje mismo de la re-presentacin. En este ltimo sentido, el narrativismo funciona como una teora que explica las distintas modalidades del discurso histri-co y, en algunos casos, como un referente metodolgico concreto para la indagacin sobre el pasado, cuando ste se mira en funcin de tradiciones e ideas transmitidas a travs del lenguaje. La pregunta que es preciso formular, llegado este punto, es cmo interactan, en el caso particular de Metahistoria, las distintas preocupaciones del narrativismo en general.

    Dicha obra, es preciso enfatizarlo, constituye un conjunto no siempre concordante de distintas perspectivas de anlisis y reflexin sobre una muestra reducida de obras histricas y de posturas filo-sficas sobre el devenir. El nico mbito de circunscripcin es his-trico en la medida en que el texto se concentra, como bien seala el subttulo, en la imaginacin histrica en la Europa del siglo xix. La propuesta alude no slo a las caractersticas formales del lenguaje

    18 Herman Paul, Introduction: How to Read Hayden White, p. 187-459.19 Idem.

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    literario y los modos de representacin empleados por los grandes historiadores del periodo (Ranke, Tocqueville o Burckhardt), sino que tambin supone un anlisis acerca de concepciones filosficas muy distintas (Hegel, Marx, Croce y Nietzsche). En el contexto de Metahistoria la filosofa de la historia y el realismo historiogrfico son fenmenos paralelos y en algunos casos incluso complementa-rios. En este sentido, es preciso recordar que uno de los objetivos ms inmediatos del anlisis de obras histricas es explicitar distintas modalidades de conciencia y conceptualizacin filosfica que el len-guaje historiogrfico mantiene veladas bajo la intencin de interpretar lo concreto y no lo general.

    Debido a las temticas que aborda y sobre todo en virtud de sus procedimientos de anlisis formal, juzgados muchas veces esquem-ticos o poco consistentes, Metahistoria supera el mbito de la teora que busca esclarecer modos concretos de composicin literaria, al evaluar cuestiones que afectan, no slo el lenguaje de las obras histricas, sino las concepciones ticas, estticas y en ltima instancia metafsicas que surgen en cualquier forma de reflexin y representacin del pasado. El holands Herman Paul, autor de uno de los estudios ms completos sobre el pensamiento de Hayden White, ha llegado a la conclusin de que el principal objeto de inters de Metahistoria no es el discurso na-rrativo, sino el pensamiento mtico y la imaginacin entendidos como factores decisivos en nuestra comprensin de la realidad.20 La afir-macin no tiene la intencin de negar la impronta del estructuralis-mo, y muchas otras perspectivas de anlisis formal, en el contexto de produccin de Metahistoria, pero s busca enfatizar aspectos a veces soslayados del pensamiento de Hayden White en particular y del narrativisimo en general. Para H. Paul, el lector de White no debera esperar una postura definida en trminos de un sistema estructurado de ideas filosficas, sino ms bien una suerte de irrupcin creativa de ideas novedosas y profundamente controversiales.21

    Semejante caracterizacin destaca el afn polemista de Hayden White sin minimizar la agudeza de sus planteamientos, y sugiere a sus lectores una revisin ms cautelosa o tal vez menos literal de sus

    20 Herman Paul, Hayden White, p. 440.21 Ibidem, p. 313.

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    distintas propuestas. Es cierto, por ejemplo, que, en la introduccin a su opus magna, el mismo White se refiere a su trabajo en trminos de una teora de la obra histrica.22 Es cierto tambin que utiliza constantemente (no slo en la seccin inaugural sino en el resto del libro) categoras de anlisis literario como tropo, trama o estructura narrativa. No obstante, es preciso advertirlo, semejante uso del len-guaje conceptual no parece tener siempre la intencin metodolgica que uno podra esperar de este texto, a saber, la de funcionar como base para el anlisis historiogrfico. Aun cuando en ocasiones as resulte, una mirada al conjunto, y sobre todo a las conclusiones, revela con mayor claridad los cuestionamientos filosficos y la huella existencialista en un autor ms preocupado por la ideologa subya-cente al discurso histrico que por los mecanismos retricos, lings-ticos o narrativos que hacen posible la representacin del pasado. Como bien se ha sealado, un rasgo interesante de Metahistoria es constituir una suerte de relato o historia de la decadencia del pensa-miento histrico. La ltima parte del libro, dedicada a la reflexin de ese estado de irona en que el pensamiento histrico del siglo xIx haba cado, confirma la inclinacin del autor a distanciarse del pla-no formal del lenguaje, en favor de la reflexin que atiende precisa-mente las formas de conciencia y el decisivo papel que desempean las prefiguraciones intuitivas o mticas en la construccin de ciertos modos de representacin historiogrfica.

    22 En general, toda la introduccin a Metahistoria hace gala del carcter metodol-gico del texto. El autor indica como su principal propsito el anlisis de la estructura profunda de la imaginacin histrica de la Europa del siglo xIx, lo cual ciertamente apunta hacia esos rasgos de la conciencia histrica que subyacen al discurso. Sin embargo, plantea el camino a seguir como un mtodo esencialmente formalista y justifica su aproximacin a la obra histrica como una estructura verbal en forma de discurso. Ms adelante, y bajo el subttulo de La teora de la obra histrica, el autor procede a explicar punto por punto sus planteamientos. Aunque no pretendo afirmar que White se desdiga, por as decir, de su propsito inicial, considero acertada la afirmacin de que la mayor parte del anlisis realizado en los captulos subsecuentes difcilmente se corresponde con el formalismo de la introduccin. Si bien White nunca desiste en el empleo de las categoras de anlisis presentadas al inicio, stas no necesariamente re-fieren aspectos formales de las narrativas de Ranke, Burckhardt o cualquier otro autor, sino ms bien aspectos ideolgicos frente a los cuales el autor emprende polmica. Hayden White, Metahistoria, p. 14-16.

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    El anlisis ms o menos sistemtico y, en general, todos los giros y aspectos de la obra terminan por concluirse, y por momentos opa-carse, ante la discusin de las pginas finales. Estas ltimas, lejos de mostrar los resultados de una teora de la obra histrica, revelan una penetrante reflexin filosfica y una toma de postura respecto al realismo decimonnico y sus implicaciones ideolgicas. Nociones como las de argumentacin formal o explicacin por la trama que-dan ms o menos al margen frente a lo que parece mostrarse como el verdadero propsito de la obra: En las ciencias humanas todava se trata no slo de expresar una preferencia por uno u otro modo de concebir las tareas del anlisis sino tambin de elegir entre nociones contrastantes de lo que podra ser una ciencia humana adecuada.23 En unas cuantas lneas, todo el aparato analtico de Metahistoria pa-rece estar conformado con el nico propsito de desvelar, y en lti-ma instancia cuestionar, las bases morales o estticas que operan en la eleccin de uno u otro modo de configuracin de la realidad hu-mana.24 Al final, como afirma H. Paul, Metahistoria muestra su lado humanista y sus preocupaciones existencialistas, ms que su siste-matizacin terica y metodolgica.

    En virtud de todo lo dicho hasta aqu, Metahistoria puede consi-derarse, creo yo con justicia, una muestra clara del ejercicio del pen-samiento terico en por lo menos dos de sus posibles niveles de ac-cin. Por un lado, tenemos una propuesta de anlisis formal de obras histricas, guiada por principios metodolgicos diversos que van, desde el estructuralismo y la teora de los tropos de Northrop Frye y Harold Bloom, hasta las propuestas de anlisis retrico de Stephen C. Pepper y Kenneth Burke. Independientemente del grado de apli-cabilidad que estos referentes adquieren, o dejan de adquirir, a lo largo de cada uno de los captulos de Metahistoria, lo cierto es que la mera sugerencia de estas categoras como puntos de partida para el anlisis de la literatura histrica amplific de manera sustancial las posibilidades de la crtica historiogrfica.25 Por otro lado, semejante

    23 Ibidem, p. 411.24 Idem.25 lvaro Matute, El componente metahistrico. Propuesta para una lectura ana-

    ltica de la historia, Ciencia y Desarrollo, Mxico, n. 116, mayo-junio 1994, p. 62-66.

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    herramienta de anlisis parece indisociable, al menos en el contexto de esta obra, de principios o afirmaciones de carcter filosfico que fundamentan y, en ltima instancia, dan sentido a un estudio de esta naturaleza.

    Una de las presuposiciones que juzgo ms fructferas de Meta-historia, al menos en el contexto del anlisis historiogrfico, es la afirmacin de que la forma narrativa del discurso histrico es reve-ladora, en el caso de la historiografa decimonnica, no slo el ca-rcter estilstico o literario de dichas obras, sino de la visin que los historiadores del xIx tuvieron sobre la realidad humana, represen-tada, gracias a la forma narrativa, bajo los principios de la coheren-cia y el desarrollo (development). Es en este sentido que White afirma que los distintos modos de explicacin o entramado histrico no son otra cosa que formalizaciones de intuiciones poticas26 de ah que Herman Paul haga nfasis en la importancia que da Metahistoria a la base mtica del pensamiento histrico. Bajo esta perspectiva, la narrativa es, como suele decirse, una cuestin no slo de forma sino de contenidos, pues evidencia la coexistencia de estrategias literarias concretas, por un lado, y visiones de mundo, por el otro.

    El vnculo entre modos de discurso y modos de conciencia, en el contexto de Metahistoria, es el ncleo que hace posible articular los tres posibles usos que, segn indiqu antes, involucra el lenguaje teortico, a saber, el terico, el filosfico y el metodolgico. La intro-duccin bien puede leerse como un verdadero manifesto teortico, o como una teora de la obra histrica casi en el exacto sentido que los distintos diccionarios, antes referidos, dan al trmino teora o incluso al de teora cientfica.27 En concordancia, algunos de los captulos que integran la parte toral de la obra constituyen, efectiva-mente, muestras luminosas de anlisis historiogrfico puntual, mien-tras que la conclusin, por su parte, se muestra como una reflexin filosfica de tintes mucho ms abstractos y en cierto sentido hasta

    26 White, Metahistoria..., p. 11.27 En general, como un conjunto organizado de ideas referentes a cierta cosa o que

    tratan de explicar un fenmeno o bien en tanto que un sistema ms o menos rgido de conceptualizaciones cuya finalidad es explicar, articular y abstraer lo observado o examinado directamente. Vid. supra, notas 3, 5 y 6.

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    especulativos.28 Ahora bien, la articulacin entre estos tres niveles debe, creo yo, tomarse con cautela.

    Uno de los aspectos ms destacados en los estudios recientes sobre Metahistoria (el cual he venido reiterando) es precisamente su falta de sistematicidad para aplicar conceptos y utilizar algunas ca-tegoras. La referencia, por ejemplo, a tropos caracterizadores de una determinada obra histrica como bien ha puntualizado H. Paul suele indicar elementos de naturaleza ms ideolgica que estricta-mente discursiva. Estos conceptos, extrados de diversas teoras del discurso, se utilizan para describir modos de conciencia que no ne-cesariamente se corresponden con el anlisis puntual de estructuras narrativas y/o dispositivos retricos especficos.

    En conclusin, aun cuando Metahistoria parece discutir esencial-mente el aspecto narrativo o discursivo de una obra determinada, en realidad est haciendo afirmaciones de distinta ndole respecto de las presuposiciones ideolgicas de cada uno de los autores ana-lizados. En este punto, el lector podra preguntarse sobre la funcio-nalidad o las virtudes de un ejercicio semejante. A mi juicio, la es-quematizacin del pensamiento rankeano a partir del tropo de la sincdoque (por citar slo uno de los muchos ejemplos que nos ofrece el texto) resulta no slo plausible sino increblemente ilumi-nador, pues sugiere una pauta de anlisis que puede utilizarse en muchos otros casos. Aun si por momentos el planteamiento resulta problemtico (hay en realidad muy pocos ejemplos concretos sobre el funcionamiento especfico de esta configuracin potica en la na-rrativa rankeana), la interpretacin del discurso histrico, tal como se desarrolla en Metahistoria, supuso la apertura hacia nuevas pers-pectivas para el estudio de la IMagInacIn histrica. La palabra subrayada constituye uno de los vocablos ms recurrentes de la obra. Su reiteracin revela la importancia del sustrato ideolgico en el ejercicio del anlisis discursivo. Aun si el lenguaje es el nico cami-no posible para identificar estas intuiciones poticas, es importante

    28 Desde este punto de vista, Metahistoria constituye una propuesta ms enmarcada en la filosofa de la conciencia o en la tica del discurso histrico; ese rasgo se explicita en otros trabajos de Hayden White, particularmente en Tropologa, discurso y modos de conciencia humana, en El texto histrico como artefacto literario y otros escritos, Barce-lona, Paids, 2003.

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    reconocer que la propuesta de Metahistoria no se agota en una teora del lenguaje, sino que sta se entiende tambin como una filosofa de la conciencia.

    Conclusiones

    A la luz de lo dicho hasta aqu, considero que el xito de Metahisto-ria radica en la novedad de sus diversos planteamientos filosficos (ticos y estticos), pero tambin en el potencial que adquiere el anlisis formal, al amparo de una visin que juzga el texto como una suerte de mundo ideado y por lo tanto construido en funcin de intuiciones implcitas o ideologas asumidas. Al mismo tiempo, semejante convergencia de intereses supone, a su vez, un serio cuestionamiento a nuestros propios modos de comprensin y a la forma en que evaluamos su validez cognitiva. En este ltimo pun-to es que se ha concentrado la mayor parte de la controversia en torno del posmodernismo o el supuesto relativismo radical de la obra y el pensamiento de su autor.29

    Ahora bien, precisamente en razn de lo anterior es que llevar los componentes metodolgicos de semejante perspectiva de anli-sis a cualquier mbito de reflexin puede resultar no slo riesgoso sino incluso intil. El estudio de las tramas y los tropos, tal como se muestra en Metahistoria, no resulta pertinente para cualquier narra-tiva histrica o para cualquier forma del discurso destinando a la representacin de lo histrico, entre otras cosas porque, como dije antes, ni siquiera opera, dentro de Metahistoria, como una metodo-loga sistemtica para el anlisis del discurso. De hecho, esas pautas de anlisis que en Metahistoria son tan reveladoras, y que a todas luces justificaran un examen genuinamente narratolgico de la li-teratura histrica del xIx, resultan completamente inapropiadas y acaso estriles frente a una enorme proporcin de las obras produ-cidas por los profesionales de la historia en las ltimas cinco dcadas.

    29 Una visin panormica de la cuestin as como una suerte de enumeracin rpi-da sobre los planteamientos whiteanos que mayor polmica han desatado puede encon-trarse en Keith Jenkins, Why History? Ethics and Postmodernity, Londres, Routledge, 1999.

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    Una obra monogrfica, un artculo de revista especializada o incluso una obra elaborada bajo los estrictos criterios acadmicos actuales difcilmente podran constituir el material idneo para el anlisis de formas tropolgicas y tipos de entramado. A la luz de lo anterior, hacer uso de Metahistoria como un referente metodolgico, sin nin-gn miramiento, puede constituir un franco error de procedimien-to, que ha llevado a muchos a desestimar por completo sus funda-mentos tericos y filosficos. Desde mi perspectiva, semejante desestimacin supone una distorsin de origen vinculada con las reflexiones iniciales de este ensayo.

    A pesar de la diversidad de definiciones y de los muchos aspec-tos involucrados en una labor filosfica, terica o metodolgica en torno de la historia, existen ciertos rasgos en comn. Las tres expre-siones suponen un ejercicio de reflexin, eminentemente contem-plativo, que emplea abstracciones a travs de un lenguaje ms o menos artificial, esto es, esencialmente conceptual. Este rasgo o ma-triz comn es el que nos orilla a confundir los distintos niveles o usos de un lenguaje que, a mi juicio, no puede sino denominarse filosfico. Reevaluar Metahistoria como un referente importante de la filosofa o la teora de la historia contempornea supone, creo yo, considerar la comunin pero tambin la necesaria identificacin de la actividad teortica en sus diversos niveles. Y adecuar el pensa-miento terico al estudio de problemticas concretas constituye la mayor responsabilidad del terico de la historia en la actualidad. Desde hace ya varias dcadas, el anlisis del discurso no se limita al estudio de tramas narrativas, sino que ha incursionado en otros terrenos e incorporado perspectivas metodolgicas de muy diversas procedencias. Estas modalidades tericas o metodolgicas, sin em-bargo, no estn exentas de presuposiciones de carcter filosfico en un sentido ms general. Quiero decir que, en muchos casos, sugieren perspectivas amplias sobre los fundamentos ltimos de la reflexin histrica o de la interpretacin de la realidad humana y, en este sentido, pueden constituirse, con o sin conciencia de ello, en deudo-ras de una determinada filosofa de la ciencia (histrica) o una cier-ta filosofa especulativa sobre la realidad, el devenir o la naturaleza humana como tal. A la luz de lo dicho, el valor de una obra como Metahistoria es haber revelado la compleja relacin entre nuestras

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    concepciones filosficas y el desarrollo de estrategias terico-meto-dolgicas, en el quehacer cotidiano de la disciplina. A la luz de esa propuesta, le corresponde al historiador (y no slo al filsofo) des-cubrir la eficacia, la inconsistencia o la virtud de su propia teora o filosofa de la historia.

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