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a Revolucin Mexicana desde
el
punto de vista
de los revolucionados
uis
onzlez
l Revolucin Mexicana es un
conjunto
de Reform
el
rgimen de propiedad y las relacion
acciones que arranca de 1910 al cual algunos laborales sin desdoro de
los
parvifundistas y
intelectuales marxistas le niegan el carcter de las prcticas propias del capitalismo. No prete
revolucin y la vox populi el carcter de mexi- di deshacer los usos liberales que s restrin
cano. En este terreno lo nico indiscutido es la abusos. En lo cultural no fue de ningn mo
fecha inicial. Nadie califica de inexacta la cele- ruptura con el pasado inmediato. Se mantu
bracin del septuagsimo quinto aniversario del firme en el propsito de modernizar a Mxico
inicio de
la
gran revuelta en este 1985. Se discu- los sectores de
la
economa
la
participacin
te mucho el ao del acabose. Segn los voceros la cultura. En lo tocante a valores ticos esttico
del grupo en
e[
poder e[ cierre de [a Revo[ucin cientficos filosficos y religiosos
[a
llama
no llega todava y est an lejano. Para [os.
que
oficialmente Revo[ucin Mexicana no quiso ro
ven e[ fenmeno con ojos de cineasta
[a
pica per con e[ Porfiriato y por [o mismo mantu
revolucionaria emocionante por destructiva se [a poi tica cultural de
[os
cientficos por cie
derrumba
a[
promu[garse e[
texto
constitucional hostil a
[as
tradiciones culturales de Mxico.
de .:1917. Guienes consideran como meollo del opuso
como
[a Reforma a
entrar
en comp
suceso [as reformas agraria laboral eclesistica nendas con [os valores culturales del pueblo.
y naciona[izadora ven su muerte de cisne su
Si
se llama mexicano e[ conjunto de usos
ltimo grito en [a expropiacin petrolera de costumbres de [a mayora de [os habitantes
1938. Otros aseguran
que
[a mat A[emn en Mxico [a Revo[ucin no puede recibir e[ mism
1946; otros que e[ puntillazo se [o dio Daz epteto
Los
caudillos de la Revo[ucin sal
Ordaz en 1968. Para [os fines de este ensayo se Vil [a y Zapata rehusaban comparti r [os valor
ha escogido
1940
como fecha terminal. culturales de
[a
gran
m ayo
ra de
[a
poblacin
Guienes dicen que revoluciones slo son [a ms an estilo de cultura de alguna de [as ci
rusa [a china [a cubana y [a nicaragense
[a
de minoras tnicas. Los insurgentes de 1910
Mxico no [o es
ni
pretendi serlo. En [o po[ti- pensaban como
[a
parte mayoritaria del pa
co dispuso e[ traslado a Pars de un presidente Indudablemente [a insurreccin a [a que llam
de [a Repb[ica que no atinaba a bajarse por [as Madero se da en
todos [os
estados de [a Repb
d e [ - p o d e r - - s u p r e m o - p e r o - n o - - s e ~ - - c a - p e r o - n i G a m e n t e - e n - [ o s - d e [ - - n o J : t e - d e - - m o
deshizo de
la
estructura
poltica imperante desde claro.
E[
grupo insurgente
que
derrumb
al
dic
[a Reforma [ibra[ En lo econmico propugn dor
Dazfueapenas
el uno
por
mi[[arde[ hab
por
.una econom
a
mixta pero nunca quisoGon- demogrfico de Mxico. E[ maderista fue un m
vertirse en administradora nica de empresas. vimiento de algunos pequeoburgueses. Aunq
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fue mayor el nmero de personas que hicieron
armas contra la dictadura de Huerta, no llegaron
al cinco
por
millar. Por
otra
parte, la mayora
de la minora sublevada fue
sbdita de
los dos
caudillos que de ninguna manera representaban
la ortodoxia de los gananciosos. Ni Villa ni Zapa-
ta,
quienes pod an ser aspirantes al ttulo de I de-
res de
Juan
Pueblo, fueron los triunfadores de la
rebelin. En resumidas cuentas,
el
grupo que
se
hizo del poder a partir de 1917, el de
la
prvula
clase media, nunca fue verdaderamente revolucio-
nario, slo reformista, y jams dej de ser
la
vo-
luntad de unos cuantos. Por tales razones, la
Revolucin es apenas revolucionaria y mexicana.
Con todo, produjo
el
escndalo del siglo, y como
tal sigue siendo
argumento
de muchas historias.
Sobre el complejo llamado Revolucin Mexi-
cana existe un material histrico abundantsimo.
Esto se
ve
muy a las claras en el Handbook o
Latin American Studies en
donde
Stanley R Ross
estuvo informando de las publicaciones relativas
a tal contienda
al
travs
de
varios aos. Tambin
se puede advertir lo torrencial de tal literatura
histrica en Fuentes de l Revolucin Mexicana
cuya serie sobre artculos es tambin obra de
Ross. u n tercer testimonio del torrente historio-
grfico a que nos referimos
lo
da la
Bibliografa
Histrica Mexicana
que
desde
1956
publica El
Colegio de Mxico. No cabe duda que el asunto
de
la
Revolucin Mexicana es un manamial que
no cesa de inspirar volmenes, artculos, video-
cartuchos y pel culas, hechos, en su gran mayora,
desde
fueron difundidas por crnicas period sticas
durante el primer lustro de la Revolucin se m
traron
desfavorables a la lucha maderista
antiguo rgimen mantuvo en pie su ejrcito y
medios de informacin hasta 1914. Como es
sabido, Madero no tuvo buena prensa mien
recorra
la
Repblica como candidato presi
cial ni
tampoco
durante la lucha. No hizo
por ganarse la venia de los periodistas
cuando
presidente, y sus seguidores no pudieron conq
tar los peridicos durante
la
dictadura contra
volucionaria de Huerta.
En 1914, por los Tratados de Teoloyucan
licencia al ejrcito de Porfirio D az, y sin nin
convenio, se esconde o
se
atena la informac
hostil
al prC?ceso
revolucionario.
De
entonces
ac, la mayora de las crnicas period sticas
man el partido de la trifulca, y
dentro
de ell
del constitucionalismo. El grupo intelectual.d
lite revolucionaria irrumpe en la mayor
part
las pginas de la prensa peridica y no fue p
en piropos para los hombres y los hechos d
hora. Desde los das de Carranza, los diarios y
revistas semanales prodigan, adems de report
de la accin cotidiana de signo oficial y rev
cionario, relaciones breves de mritos y servi
de
quienes capitaneaban la
contienda.
Algunos no se contentaron con dar a cono
sus hazaas en las hojas efmeras de peridic
revistas. El general Alvaro Obregn no quiso
menos que Hernn Corts y
produjo
sus O
mil kilmetros en campaa equiparable a
Cartas de relacin
del extremeo del siglo X
Entre 1917 y 1940
tomaron
el camino auto
grfico y autopaneg rico del sonaren se, Pe
-=E:::I...,m=ir. ,a=d=o,-r=d ,e--.lo ,s -,-,rev=o ,lu ,c ,i ,o,-,n ar,-,i ,o,,,s,, _ J _ A l m a d a ~ E l i x _ e a l a v _ i c i n i , _ A l b e r t o _ f a n i , J
que
no desde el punto de v ista de rbitros aca-
dmicos, contras y gente comn. Desde su naci-
miento,
las peripecias
de
la vida revolucionaria
6
Rubn Romero y
Jos
Vasconcelos.
De
los
a
bigrafos del cuarenta para
ac,sobresalen A
do
Aguirre, ,Alfredo Breceda, Lzaro ,Crde
Federico Cervantes, Andrs Figueroa, Ado
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de
la
Huerta, Emilio Portes Gil, Jorge Prieto
Laurens y Francisco L Urquizo. Junto a esta
manera autobiogrfica de encomiar la lucha cre
ci
el modo
biogrfico de ver la cada del pr
fido
D az y sus
malvados
cientficos y
el
ascenso al poder de los capitanes revolucionarios.
Todava no cesa el alud de biograffas encomisti
cas sobre los Flores Magn, Madero, Villa, Zapa
ta, Carranza, Obregn, Calles y Crdenas, as
como
de los hroes secundarios.
Tambin forman legin dentro de esta historia
recordada, memorial stica y laudatoria los libros
de sucesos militares e intrigas polticas, propicia
dos por el Instituto Nacional de Estudios I-listri
cos
de la
Revolucin y otros rganos oficiales.
Han sido difundidas las obras de Florencia Barre
ra Fuentes, Isidro Fabela, Juan Gualberto Amaya,
Diego Arenas Guzmn, Alberto Calzadas, Eduar
do Luqun,
Miguel Snchez Lanego, Alfonso
Taracena, Juan Barragn, Juan Manuel Torrea,
Jess Romero Flores y Jos
C
Valadez, el mayor
de
todos.
Las obras histrico-prorrevolucionarias que se
basan en recuerdos de protagonistas y cuya obje
tividad nadie est dispuesto a defender, suman
centenares.
fruta de lo establecido por los veteranos, prod
abundantes historias apegadas al dogma ofic
historias con informacin poco creble y muc
olor
a incienso. Quiz la obra ms representa
va de
la
especie sea
la
que
sale con
el
rtulo
Cincuenta aos de Revolucin Mexicana
m
conocida bajo el nombre irnico de Cincue
aos de felicidad mexicana.
Con
todo,
lo predominante en los ltimos ve
ticinco aos ha sido una nueva concepcin re
lucionaria, obra de propios y extraos, p
siempre de historiadores profesionales. Recur
se que a partir de 1940,
El
Colegio de Mxic
la Facultad de Filosofa y Letras de
la
UNA
comenzaron a formar investigadores de
la
histo
mexicana. Por
las
mismas fechas creci en los
tados
Unidos
el
inters por historiar profesion
mente lo que Ross llam la revolucin prefer
por el gobierrlO yanqui. La creciente preferen
externa y la creciente seriedad interna de los
tudios
histricos han conducido a un anli
mltiple del pasado inmediato de Mxico desd
El mirador de los cientficos,
Al
irse desgranando
la
mazorca revolucionaria de los practicantes de las ciencias del hom
disminuye la cosecha de epopeyas escritas por
que
alardean de objetividad, paciencia y neutr
veteranos de la Revolucin, por adalides y a la dad y que viven encastillados en los institutos
vez narradores de sucesos acaecidos en el periodo investigacin de universidades extranjeras y nac
1910-1940. Con todo,
la
historia reverencial, nales, o en institutos autnomos
como
los
conmemorativa de los personajes difuntos, sigui sistema Colmex, que desde la fundacin del Co
dndose en los discursos del 20 de noviembre, en gio de Michoacn, tienden a ser muchos, m
artculos de diario y revista y aun en volmenes profesionales y un poco heterodoxos. Lo cie
celebratorios de los aniversarios de las hazaas es que desde mediados del siglo se vigoriza u
a C - d m i c a - d e - t F e s - c a F a s - - l l l - - n i s t o f i c l s
vienen
autores
que no se apartan
dela
imagen positivista
y
la
marxista),
unahistcricgra
oficial de la lucha. Personas ajenas a ls tiroteos monogrfica, carente de vibraciones oratorJ
y las correras de los aos diez y a los acaeceres que produce, entre otros, librs tan vastos
co
reformistas-del veinte al cuarenta, gente
que
dis- la
Historia de l Revolucin Mexicana
en
v i n
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Michaell. Robert Quirk, Stanley Ross, Ra
Eduardo Ruiz, Peter D. Smith, Berta Ullo
John Womack se
diluyen
las poses arrogante
los hroes y los poderosos.
La
historia-batal
cede
el
trono
a
la
historia-cocina.
La
preocupac
por lo
econmico
amengua
el
inters en las h
rias militar y poi tica.
Tambin
se cuelan e
nueva historia los
asuntos de
ndole socia
cultural. Hoy
la
Revolucin Mexicana es vista
el
lado
de
sus ideas
por
Octavio Paz, Abela
Villegas, LLiis Villoro y Leopoldo Zea; por
e
la
plstica,
al
travs
de
las obras
de
Justino
nndez, Raquel Tibol y Luis Cardoza;
por e
ligioso, en algunos libros
de Jos
Bravo Uga
Jean
Meyer y Alicia Olivera.
La
historia
de
la
Revolucin
que
se
autonom
seria rechaza lo ms posible
la
retahla de notic
condena
lo
anecdtico,
desprecia los hechos
meros y relampagueantes y se complace e
consideracin de las
estructuras.
Rehuye
el
ch i
y la narracin de
acontecimientos. Pretende
rar
el
bosque del pasado
inmediato
de Mxico
dejar
fuera
ninguna clase de rbol o mat
pero a
bastante
distancia, desde un divisad
donde no es posible
la contemplacin
placen
trs
volmenes,
con
pie de
imprenta de
l
Co-
de
las hojas y las flores, salvo un
tro
de exc
legio de Mxico, y numerosos
artculos
distri- ciones.
buidos
por
revistas
tan
serias
como Historia
Por lo dems,
la
historia
de
los profesion
Mexicana
no se
queda
en
el
cuento
de
estructuras. C
La
historia nueva
seha
apartado de los enfoques siempre se
enreda
en explicaciones. Como
puramente
polticos
y biogrficos de la Revolu- trumento explicativo se usa
generalmente
cin. En los nuevos libros ha
dejado de
escucharse filosofa especulativa
de
la historia. Por ejem
el
fragor
de
las batallas; no se dice mayor cosa
de Amaldo
Crdova,
Adolfo
Gilly, Pablo Gonz
las intrigas palaciegas, y en algunos
de
ellos se Casanova y Juan Felipe
LEal
aclaran
el
proc
vuelven un
nmero
los
hombres que la
historia revolucionario
de
Mxico
con la doctrina
del
p a F t i d i s t < l e s G u l p i e n b F e n c e . E n l a s h i s t e F i z a c i e ~ t e r i a l isme-his Fice.-EI-enfeque-ma rxista-e
nes
de
Hctor Aguilar
Camn, BarryCarr,
Arnal-
duda
el
ms persistente,
pero no
el
nico.
d()Crdova, Charles Cumberland,
Jos Fuentes
gracia
a la
brevedad,
om to la
mencin de o
Mares, Moiss GonzlezNavarro, Federico Katz,
cuerpos
tericos al servicio de
la
historiogr
Enrique Krauze, los tres Meyer (Jean, Lorenzo y
que estudia el
pasado reciente de Mxico.
8
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otra parte, aqu importa poco averiguar las fuen
tes ideolgicas de los. historiadores de la Revolu
cin de nivel universitario. Es ms importante
saber de dnde extraen sus noticias y sentires
acerca de
la
vida mexicana del periodo 1910-1940.
Los cientficos de
la
historia suelen, dicen, ver
como al pardear las biograt'as y autobiografas
revolucionarias.
Su
formacin los conduce a los
manuscritos de los archivos y los impresos raros
de las biblitecas. Muchos de ellos se regodean
con las estadsticas y toda clase de papeles pic
tricos de nmeros. Son pan cotidiano las quejas
contra las ancdotas de la gente menuda y las
alabanzas a las fuentes estad sticas, y en general
a
todo
lo conservado en archivos, museos y bi
bliotecas. Junto a eso crece el inters por
la lla-
mada historia oral,
por
los testimonios de la
lucha que se recogen en sonograbadora o en video
cartucho. De hecho, se dan varias corrientes,
opiniones encontradas, sobre
la
mejor manera
de
documentar
nuestro conocimiento de la Re-
volucin. Con todo, y pese a lo que se dice,
la historia acadmica suele formular sus juicios
acerca elel primer tercio de este siglo en base a
los
puntos
de vista de los revolucionarios sin
tomar
mayormente en cuenta
la
historia de
la
Revolucin vista desde
El mirador de los revolucionados
chos veteranos que no escribieron sus recuerd
para que los digan delante de una grabadora.
cambio es muy infrecuente el uso de pruebas
noticas oriundas de las personas slo revoluc
nadas.
Ciertamente el testimonio popular sobre
etapa trepidante de Mxico no es fcil de adquir
Los peridicos rara vez le han permitido el acc
so a sus pginas a los puntos de vista de la gen
humilde.
La
historia recordada por el pueblo ra
pocas veces atrae el inters de los reporteros.
esa I oea, son excepcin Jean Meyer y
Vct
Ceja Reyes que han puesto por escrito y publica
muchos testimonios de insurgentes contra la d
tadura anticatlica de Plutarco Elas Call
Tampoco los eruditos que se dedican a
la
hechu
de compilaciones documentales suelen apor
los testimonios
que
permitan reconstruir la
sin de los vencidos. Sin embargo, aqu tambi
se da lo inslito; en este caso, el archivo de
palabra del Instituto Nacional de Antropolog
e Historia, del INAH.
La historia sentida por los revolucionados es
en oferta para los historiadores profesionales
algunas novelas y en un tipo de literatura que l
acadmicos no suelen frecuentar:
la
historia pu
blerina,
que
se produce con cierta abundanc
en lo
que
va del siglo, en todos los rincones
Mxico. Salvo las excepciones en que esa CI
menuda trata de ser como la oficial o
como
acadmica en su modalidad generalizadora, rec
que fueron la mayora de los habitantes de M ge la conciencia del pueblo, el sentir y el sab
xico entre 1910 y 1940. Basta ojear lasbibliogra- popular acerca de su pasado, las observacion
fas finales de los libros de historia acadmica de cada comuna sobre lo acontecido all y en
para percatarse
de
la utilizacin de un material contorno. Ya sobrepasaron
la
cifra
de
mil
p a r a ~ a f l J e r a ~ s f n n a l j i t : e : l a s - C r C f r i . i t : a - s - ~ - - o I L J m 1 e r a e
m i c r . J j i s t o r i l l - - m e x i t : a n f -
~ p a r e c i d a s
en los peridicos de los
h a c e d o r ~ s
de.
mayora atestados de fallas tcnicas,
Acaba.
la
Revolucin, y
sobretodo,
las publicaciones bio: agregarse a
esamole
dismbola de r e l a c i o n e s p u
grficas y las me[Tloriasdetalesr ombres. Todava blerinas .uncohjnto de respuestas a una invi
ms:alguhos investigadores van ayer y or a mu- in lanzada
por
el Museo de Culturas Popular
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Este invit a
todo
mundo a escribir sobre el tema
de Mi pueblo durante
la
Revolucin , y propu
so premio para los treinta trabajos mejores .
. Algunos de ,los
textos
concursantes contienen
los recuerdos escritos o dictados por personas
octogenarias que les toc vivir
la
poca violenta
de
la
Revolufia; otros
la
memoria de sesentones
que vieron con sus ojos
la
etapa reformista de
los veinte y los treinta, y otros, los resu Itados
de
la
indagacin de personas de aspecto juvenil
sobre
la
presencia
de
hombres de armas y de
teodol itos en
su
pueblo.
En
suma, ya
es
posible leer testimonios vlidos
de
la
mayora revolucionada
que se
puso
las ma
nos sobre
la
cabeza
al
producirse los estallidos
blicos y oratorios de
la
dcada de los diez.
Ya
no
slo se tienen disponibles
las
memorias y alegatos
de quienes encendieron
la
mecha.
Ya se
pueden
aprovechar,
si se
manejan con sabidura crtica,
los sentires de quienes recibieron las quemadur.as
o de los
que
quedaron como estaban. Como quie
ra, an
se
requiere una larga tarea de barbecho
para or con 'nitidez
la vox popul
en el juicio
que se sigue a la Revolucin despus de setenta
y cinco aos de haberse puesto en obra.
Hasta ahora
lo
que se entreoye de
la
confusa
voz de algunos millones
de
revolucionados testi
gos de
la
accin de algunos millares de revolucio
narios,
se
puede resumir en diez puntos.
cuencia las andam.ds de los grandes jefes; los m
recuerdan las fechoras de cabecillas locales o d
ejrcitos numerosos
que
ca an como mangas d
langosta en su pequeo mundo.
En
Michoacn
un capitn de bandidos, Ins Chvez Garca
queda en el recuerdo colectivo como el hombr
que
tipifica
la
peor forma de conducta revolu
cionaria.
2)
La
memoria de
la
gente del pueblo munic
pal
y confuso suele distinguir muchas revolucio
nes desde
la
de Madero. Se habla con much
naturalidad
de la
revolucin del chaparrito de
norte,
la
revolucin de los carranclanes,
la
revo
lucin
de
Villa,
la
revolucin de Zapata,
revolucin de Chvez o su equivalente en otro
puntos,
la
revolucin obregonista,
la
revoluci
delahuertista,
la
revolucin de Escobar,
la
revo
lucin cristera,
la
revolucin de Cedillo y no
s
cuntas ms. Como qu iera, no a todas
se
les tien
en el mismo grado de estima o desestima. L
maderista dej buenos recuerdos cuando n
indiferencia.
3)
La
etapa que suscita rememoraciones m
vivas y dolorosas
es la
de 1913-1917. Aquel lustr
fue para los revolucionarios de grandes hazaa
y heroicidades, y para los revolucionados, de cr
menes atroces, robos, secuestros, difuntos co
gantes, mujeres violadas e imgenes religiosa
desposedas de sus milagros' y sus dijes.
L
gente 'que
se
autonombra
pacfica , la
gran ma
1) La gran mayora del pueblo nunca logra una yor a de
la
gente,
tanto la
rstica como
la
urbana
imagen global de
la
Revolucin Mexicana.
El
recuerda con
chinitos
en el cuerpo los ao
comn
de
la
gente percibe distintas acciones
re-
cruciales de
la
Revolucin.
De
aquel lustro d
volucionarias en el espacio y en el tiempo. Mejor tantas revoluciones, quemazones, colgazones, ba
dicho:
por lo
que se refiere
al
espacio, los ms laceras y sacrilegios, se rememora con subid
todava muy lejos de ,los
r c j j o ~
de
transistores-
Dr, ManuelServn escribe: si pudiera sintetiza
supieron poco de lo que no pas en suao y
su
en pocas palabras el recuerdo que I
p
Revoluci
terruo.
Para casi
toda
la
gente las diferencias dej para siempre en
la
mente de
mi
madre
fu
regionales cuentan mucho.
Se
olvidan con fre- el del hambre
y la
muerte,
tomados
de
la mano
-
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4) La promulgacin de la Carta Magna de 1917
no ocupa ningn espacio en
la
historia recordada
por la mayora de la gente, pero al personaje de
Carranza y a sus corifeos se les evoca como los
carranclanes y epnimos del verbo carrancear,
que quiere decir algo as como sustraer lo ajeno.
Para una poblacin mayoritariamente catlica,
la
actitud irreverente de algunosjefescarrancistas
ante curas e imgenes de santos, produjo
retorti
jones, hizo ver la presencia del Diantre, la intro
duccin del Diablo en el cuerpo de los seguidores
de Barbastenango.
5) Los zapatistas fueron especialmente mal
recibidos en la ciudad de Mxico. Como quiera,
un viejecito de la metrpoli se acordaba en 1984
que los zapatistas abran
las
tiendas a culatazos;
tomaban una parte del ma
z
para sus necesidades
y repartan
el
resto a la gente . De los zapatistas
qued el recuerdo doble de ser brbaros y
al
mis
mo tiempo generosos con
los
pobres. Adems,
tanto ellos como' los villistas
se
encomendaban a
Dios y a los santos y eran incapaces de cometer
robos sacrlegos.
6) Quiz los nicos caudillos revolucionarios
de los que se ha mantenido una buena memoria
en amplios crculos populares sean Madero y Villa.
La fama de delincuente de Pancho Villa surge de
,la lite revolucionaria, no de la voz del pueblo,
sobre todo del pueblo de la mitad sur de la Rep
blica. Supongo que a los villistas se les recuerda
con cario por ser hostiles a los carranclanes,
por haber vapuleado a
los
geros y por ser sim
patizadores de los padrecitos y las prcticas re-
que en los veintes
los
villanos fueron Obre
Calles y
el
gobierno , y los hroes los m
de Cristo Rey. Curiosamente el recuerdo po
ha borrado las brutalidades cometidas en no
de Cristo por los cristeros. Desde
el
punto d
ta de los revolucionados la cristiada fue bue
por lo menos perdonable.
8) El agrarismo que lleg a su plenitud e
das del presidente Crdenas dej en general
nos recuerdos
entre
los campesinos pobr
malos
entre
los parvi y latifundistas. Estos
mos han querido dejar una imagen deforme
general Lzaro Crdenas. Con todo, nadie h
dido despojar al ltimo presidente de
la
Re
cin del reconocimiento
mayoritario
del pu
La historia recordada por la gente del com
complace en el episodio de la expulsin del
Mximo, conseguido sin derramamiento de
gre; en
el
reparto al por mayor de las hacie
en la reapertura del culto catlico; en los m
multitudinarios, y sobre todo en las grandes
nifestaciones con que' se apoya la medida
popular del proceso revolucionario, la expr
cin de los bienes de las compa as petrolera
g
Los revolucionados nunca vieron con
nos ojos
la
etapa violenta de
la
Revoluci
decenio 1911-1920, dizque por:
Haberse visto cosas muy duras
en esas revoluciones:
estropicios, quemazones,
golpizas y colgaduras.
ligiosas. Tampoco le perdonarn a Obregn y Call
7) La inquina contra la Iglesia Catlica de los persecucin religiosa. El pueblo
comenza
o s l l e - ( ) b r l l g n ~ C a l l e s , , - P o r t e s - G i l l J a T e c e - - t o m a r l l l gusto--a-lifLan-cm:area'da-Re17ulu
ser
la
causa mayor del poco aprecio popular para cuando se
le
puso un hasta aqu a raz del
la
poca jacobina
de
nuestra lucha. Quienes ahora flicto petrolro de 1938. Por lo
menosa
cumplen de setenta a ochenta aos de edad erilos deduce de los fragmentos de historia oral
pueblos de Michoacn, Jalisco y Colima recuerdan
,historia
pueblerina de que se dispone, no ob
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te
que se trata de una historia muy contaminada
por la escuela y los medios oficiales de comu ni-
cacin.
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No
podemos incurrir en
la
ingenuidad de
creer que
la
historia recordada de los revolucio
nados, y en definitiva de
la
mayor parte de
la
gente de Mxico que vivi las dcadas de los
diez, veinte y treinta, no se ha dejado influir
por
el concepto oficial de
la
Revolucin que se ense
a en los diversos niveles escolares, en la prensa
peridica, en
la
radio y en
la
televisin. En a
gunos casos
se
fusionan
el
discurso histrico de
gobierno y
la
memoria colectiva; en otros sim
plemente se yuxtaponen. Quiz en ningn mo
mento
la
tesis oficial ha borrado
la
certidumbr
del pueblo.
Aunque las anteriores notas son merament
provisionales, no invalidan la tesis de que
Revolucin Mexicana ha sido contemplada d
manera muy diferente por el recuerdo histric
de los revolucionarios o la clase media que asum
el poder en Mxico a partir de 1911, por
la
histo
ria exquisita de los acadmicos o
la
crema unive
sitaria y por
la
memoria de los revolucionados
el pueblo municipal y espeso. Tambin se man
tiene la afirmacin que la historiografa acadm
ca, rbitro en
la
contienda de los perfumados
y la gente rasa, ha odo con la atencin
el
punt
de vista de aqullos y hasta ahora ha escuchad
muy poco a
la
memoria colectiva. La historiogra
fa culta
se
ha dejado conducir por
el
discurs
histrico oficial. Hasta
se
ha aceptado la satan
zacin hecha por los revolucionarios en
el
pode
del recuerdo histrico de los revoluionados. S
dice de ste que carece de espontaneidad
que es simple reflejo de las tesis reaccionarias d
curas y aristcratas. Se confunde bajo
el
mism
anatema la literatura histrico-conservadora y
e
recuerdo de las mayoras.
Con todo, es enorme la diferencia
entre
l
memorizado por las atribj.Jladas familias decente
que novel Mariano Azuela y los recuerdos de
l
gente beneficiada con las reformas de
la
propie
dad de
la
tierra y del trabajo en talleres y fbricas
_. - - ~ j I I D - l a - r n e l l t e - C m l u s i a - e n c l l e n , a - l m - e H m i s m
llera historiaspeblerinas
yloslibrosso,br
la R e v o l u c i n h e c h ~ s p o r autores resentidqs; po
contrarrevolucionarios. de las dos aristocracias.
los dos cleros.
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