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D. 15 DEL TIEMPO ORDINARIO / B * (DIOS ENVÍA AL DON NADIE AMÓS) Es posible que muchos domingos, cuando escuchamos la primera lectura, de fragmentos de algún libro del Antiguo Testamento, nos cueste entender a santo de qué la Iglesia lo ha escogido para leerse en nuestra misa. Sabemos que especialmente en estos domingos ordinarios de durante el año la primera lectura anticipa y se refiere a lo que luego escucharemos en el evangelio. Pero es probable que muchos domingos nos cueste ver esta relación y, por eso, quizá la escuchemos con escasa atención. Y, sin embargo, permitid que hoy inicie este comentario repitiendo unas extrañas

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DOMINGO 15 T

D. 15 del tiempo ordinario / B

* (Dios enva al don nadie Ams)

Es posible que muchos domingos, cuando escuchamos la primera lectura, de fragmentos de algn libro del Antiguo Testamento, nos cueste entender a santo de qu la Iglesia lo ha escogido para leerse en nuestra misa. Sabemos que especialmente en estos domingos ordinarios de durante el ao la primera lectura anticipa y se refiere a lo que luego escucharemos en el evangelio. Pero es probable que muchos domingos nos cueste ver esta relacin y, por eso, quiz la escuchemos con escasa atencin.

Y, sin embargo, permitid que hoy inicie este comentario repitiendo unas extraas palabras del profeta Ams que la primera lectura citaba: "No soy profeta ni hijo de profeta (o, segn otra traduccin: no formo parte de ningn grupo de profetas); soy pastor y cultivaba mis higos. Pero el Seor me sac de junto al rebao y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo".

Extraas palabras y es normal que nos preguntemos qu tienen que ver con nuestra vida. De que este pastor -que tena adems unos pocos rboles frutales- dijo esto, hace ya nada menos que veintiocho siglos. Para qu leerlas ahora en nuestra asamblea? Qu nos pueden ensear?

Intentemos resumir la historia. Si recordis lo que hemos escuchado, primero sala un tal Amasas, sacerdote del templo. Que vena a decir a Ams: vete y no molestes ms. Era el que cree hablar en nombre de Dios, con ttulos y derechos para hacerlo, ante el don nadie que es Ams. Y ste reconoce que realmente l es un don nadie, pero que es Dios quien le ha llamado a profetizar.

Profetizar no significaba ni significa anunciar eventos futuros, o proclamar cosas extraas. Sino, simplemente, procurar descubrir lo que Dios piensa sobre la realidad humana de hoy. Y, all entonces, lo que el don nadie Ams va y proclama es que a Dios no le gusta que su pueblo se quede satisfecho y tranquilo porque dedica mucho lujo al templo, al culto, y en cambio resulta que la gente sencilla, los pobres, son muy mal tratados, explotados por los ricos. Ams el primer "profeta" del que conservamos sus palabras es el profeta de la justicia frente a la hipocresa de los ricos y poderosos.

* (Envi a los apstoles; nos enva a nosotros)

Perdonad que quiz me haya extendido demasiado hablando del don nadice Ams, del primer profeta de Dios en el Antiguo Testamento. Pero la leccin de hace veintiocho siglos sigue hoy actual y vigente: Dios puede hablar y habla a travs de cualquiera, sin necesidad de que tenga ttulos, ciencia o cargos.

En el evangelio escuchbamos cmo Jess enviaba a sus apstoles a anunciar la conversin y a curar. Veamos como el Seor confiaba plenamente en sus discpulos tambin hombres sin ningn ttulo, tambin un poco don nadies, y les enviaba con extrema sencillez de medios sin dinero suelto en la faja ni tnica de repuesto, exhortndoles adems a no hacerse pesados ("si en un lugar no os reciben, marchaos").

Y la conclusin que sacamos cada tres aos, cuando leemos este pasaje del evangelio, es: igual que Jess envi a los apstoles, nos enva a nosotros, a todos nosotros. Vale. Pero no s si nos sentimos enviados como los apstoles. Quiz sucede que a los apstoles ya les consideramos distintos, los tenemos situados arriba en los altares. Quiz por eso, no nos sentimos afectados, llamados y enviados porJess, como ellos fueron llamados y enviados.

Por eso, hoy, antes he querido recordar la historia de Ams, el pastor y cultivador de higos. El don nadie. Como Dios le llam y envi, puede llamarnos y enviarnos a cada uno de nosotros. Sin excepcin. Sencillamente, con nuestros escasos medios.

Cuando temina la misa y quien la preside dice aquello de "podis ir en paz", la traduccin para todos es que el Seor Jess despus de drsenos en su Palabra y en su Cuerpo nos enva a cada uno de nosotros. Nos enva a comunicar su paz, su justicia, su amor. Su amor que cura y libera. Cada domingo conf la en nosotros, espera que durante toda la semana procuremos vivir y comunicar aquello que aqu se nos ha confiado. Hermanos y hermanas, que as sea.

DOMINGO 15 T.O. / B

Jesucristo -acabamos de leer- LLAMA Y ENVA. Entonces a los apstoles. Ahora a nosotros. Esto resume su trabajo, su misin. Sin "llamada" y "envo" no tendra sentido la existencia de JC. Pero nosotros, actualmente, lo olvidamos de hecho muchas veces.

Olvidamos que todo cristiano (si realmente lo es) es un llamado y un enviado. Ms an: que TODO CRISTIANO ES UN LLAMADO PARA SER ENVIADO. Nosotros, los que estamos aqu nos sentimos enviados?

-El cristiano es un hombre llamado

Pero una cosa despus de otra. Primero, el cristiano es un hombre llamado. NO SE NACE cristiano: es preciso or hablar de JC, escuchar su evangelio, su buena Noticia, y creer en ella, convertirla en el centro de la propia vida. Esto no se hereda, no se tiene por el hecho de ser espaol, o por ser de esta o aquella familia. Es preciso siempre que cada uno (que yo, que t...) lo hayamos ODO Y LIBREMENTE CREDO. Por eso decimos (en el lenguaje del evangelio) que el cristiano es un hombre llamado, un hombre que ha odo y seguido una llamada: la llamada de JC, de su evangelio.

Lo leemos en el evangelio. Jess va por Palestina llamando a este y aquel. NO OBLIGA; INVITA. Hay quien le sigue y hay quien no acoge su llamada, quien no da la respuesta incondicional que JC espera. JC no deja a los hombres y a las mujeres como los halla, ni piensa que ya tiene todo lo que han de tener ni tampoco que nada deba esperarse de ellos. Comunica su Buena Nueva y espera que esta Buena Nueva sea acogida, sea creda. Libremente, aunque l sepa que ELLO CAMBIA LA VIDA de cada hombre.

-JC llama para enviar

Un segundo paso: JC llama para enviar. No anuncia la Buena Noticia como quien reparte boletos para un sorteo que cada uno pueda guardarse por si toca la suerte. Jess reparte trabajo, REPARTE UNA TAREA: hacer como l, anunciar la Buena Nueva. A menudo los cristianos imaginamos que la iglesia se divide en DOS CATEGORAS: los llamados y enviados (que seran sobre todo los sacerdotes) y los slo llamados (que seran los cristianos de la tropa, los cristianos normales). Esta falsificacin de la voluntad de JC ha llegado hasta olvidar que todo cristiano es un hombre llamado (a menudo se habla como si los llamados, fueran slo los curas, frailes y monjas).

En realidad no hay cristianos de dos categoras: TODO CRISTIANO, si realmente lo es, si tiene ahora fe en JC, ES UN ENVIADO. Esto es lo que quiere JC. Y no podra ser de otro modo, porque si uno cree de verdad en la Buena Nueva, en el gran anuncio del amor de Dios, cmo es posible que se despreocupe de comunicarlo a los dems.

-Una Iglesia cerrada o una iglesia abierta

Reconozcamos que NO ES ESTA LA SITUACIN DE NUESTRA IGLESIA. Y probablemente de ah vienen sus males. Hemos dejado lo de ser enviados a los sacerdotes y estos, de hecho, se dedican fundamentalmente a los que ya son cristianos. entonces es inevitable que nos encontremos con UNA IGLESIA ENCERRADA EN SI MISMA, preocupada por sus problemas, ms que apasionada por el anuncio de la Buena Noticia de JC.

Pensemos, por ejemplo, en muchos problemas suscitados por los cambios despus del Concilio. O en los problemas de relacin entre Iglesia y Estado. O pensemos en la situacin de cada una de nuestras comunidades, de nuestras dicesis. TODO SE VE DISTINTO segn se piense que nosotros somos un grupo de gente que debe defender sus creencias o se piense que somos una gente que ha estado llamada para ser enviada. Es decir, si formamos una Iglesia cerrada, a la defensiva, o una Iglesia abierta, mximamente preocupada por evangelizar.

Todos nosotros y toda nuestra Iglesia necesita convertirse. CONVERTIRSE PARA PODER ANUNCIAR LA BUENA NOTICIA DE JC. Cueste lo que cueste, sin miedos. Es la tarea que nos ha estado encomendada, a todos nosotros. Si no la realizamos, cada uno como pueda y sepa, perdemos el tiempo. Y, lo que es ms grave, hacemos intil el evangelio de JC. Porque l lo ha dejado en nuestras manos. Para eso nos ha llamado y enviado.

DOMINGO 15 T.O. / B

-Jess no triunf

Me parece que, en primer lugar, puede ser interesante situar el evangelio que acabamos de leer en el conjunto del Evangelio de san Marcos (es decir, en su lugar). Porque es curioso que Jess enve a sus apstoles -los enve a anunciar el Reino de Dios, lo mismo que El anuncia, precisan otros evangelios- justamente despus de habernos explicado Marcos las dificultades, la oposicin, la incomprensin que encuentra el Seor en su predicacin y en su accin (recordemos lo que escuchamos el pasado domingo: la mala acogida, la falta de fe, en su mismo pueblo, en Nazaret). Y esta podra ser ya la primera conclusin, la primera reflexin de este comentario de hoy: los evangelios no nos presentan en absoluto un Jess triunfante. Son pocos los que acogen el anuncio del Reino de Dios, son pocos los que aceptan la palabra de Jesucristo. Por ello es normal que lo que sucedi entonces, suceda tambin ahora. Nada, pues, de imaginarnos a una Iglesia triunfante, nada de extraarnos ante las dificultades que pueda encontrar. Es lo normal.

-Todo cristiano es un enviado:

Y pasemos a un segundo aspecto. Que se resume en estas palabras: todo cristiano, todo discpulo, todo seguidor de Jess, es por ello mismo un enviado. Cualquiera de nosotros, por tanto. S, todos, de cualquier edad o condicin. Tambin los nios que estis aqu. Y los ancianos. Los que tienen ms cultura y los que tienen menos. Todos. Sin necesidad de tener ningn ttulo eclesistico, sin necesidad de pertenecer a ninguna asociacin o movimiento o grupo. Todo cristiano es enviado por el mismo Jess. (Si recordis, ya en la 1. lectura hemos escuchado como Dios llama a un pobre pastor que intenta excusarse diciendo que l no es profeta ni hijo de profeta).

Que quiere decir que todo cristiano es enviado? Simplemente, que todos debemos procurar comunicar el Reino de Dios, es decir, la verdad, el amor, la justicia, la bondad que son el gran mensaje que anunci Jess. Comunicarlo con nuestras obras sobre todo, pero tambin -si se tercia- con nuestra palabra. La fe no es como un nmero de lotera que nos guardamos para nosotros a ver si toca, sino que es un alimento que hemos de querer compartir. Un pan de cada da que hemos de querer compartir. Una alegra -una buena noticia- que hemos de querer compartir. Por eso somos -todos- enviados. Enviados a nuestros hermanas y hermanos, pequeos o mayores, creyentes o no creyentes.

-Una condicin: la sencillez

Un tercer aspecto que podramos notar hoy es la sencillez. Jess pone una condicin a quienes enva: que anuncien el Reino de Dios sencillamente, pobremente, sin pretensiones. Es lo que significa aquello de que lleven slo un bastn y nada de alforja, o dinero, o tnica de recambio... Es pobreza y sencillez material, pero que implica otra pobreza y sencillez espiritual, probablemente ms importante. "Bienaventurados los pobres de espritu" dijo Jess: si no tenemos algo de esta pobreza -de esta sencillez- de espritu, no podremos comunicar el Reino de Dios, su paz, su amor, su palabra de ayuda.

Si uno se cree superior, mejor que los dems..., no sabr anunciar el Reino. Si uno es orgulloso, vanidoso, como comunicar el amor de Dios? Si pensamos que ste o aquel es un enemigo nuestro, cmo le trataremos como hermano? Si nos despreocupamos de lo que sucede al vecino, al compaero de trabajo, incluso a veces nos cerramos a quien convive con nosotros, en la vida familiar, por ms motivos que nos parezca tener..., no nos podemos considerar discpulos, enviados de Jess para continuar aquel camino de bondad comunicativa que El inici.

-Cmo? Y, para terminar, la pregunta decisiva: cmo se hace eso de comunicar y anunciar el Reino de Dios, el Reino de Jess? Hemos ledo en el evangelio que los apstoles echaban demonios y curaban enfermos. Ni una cosa ni otra es fcil que lo podamos hacer nosotros. Pero podemos hacer algo que es igual y an quiz ms importante. Si hay aquella persona que est agobiada, deprimida, sin nimo ni esperanza... y nosotros le damos la mano, le escuchamos y procuramos animar..., me parece que es como echar a un mal espritu. Si damos amistad a quien est solo, curamos de la enfermedad de la soledad. Si un nio juega con aquel compaero con el que los otros no quieren jugar, hace como un milagro (porque le da alegra). Si uno prefiere no hacer horas extras en el trabajo para que as trabaje quien est en el paro, es como curar a un enfermo. As y tantas cosas ms, tantas cosas que todos sabemos que podramos hacer. Todo esto y -tambin- saber decir con sencillez y mucha humildad que para nosotros creer en Jess, seguir su Evangelio, es muy importante, es nuestro alimento, nuestro tesoro. Hermanas y hermanos: que el Seor nos ayude. El nos enva, l nos ayuda. Porque -como ahora celebraremos- El est con nosotros. Nos da su pan, nos lo da para que lo compartamos.

XV Domingo del tiempo ordinario (B)

Y llama a los Doce y comenz a enviarlos de dos en dos, dndoles poder sobre los espritus inmundos. Les orden que nada tomasen para el camino, fuera de un bastn; ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino Calzados con sandalias y no vistis dos tnicas....

Este pasaje que hemos ledo hoy, es el inicio y como las pruebas generales de la misin apostlica. Por el momento se trata de una misin limitada a los pueblos vecinos, esto es, a los compatriotas judos. Tras la Pascua esta misin ser extendida a todo el mundo, tambin a los paganos: Id por todo el mundo y predicad la Buena Nueva a toda la creacin [Mc 16, 15. Ndt.].

Este hecho tiene una importancia decisiva para entender la vida y la misin de Cristo. l no vino para realizar una proeza personal; no quiso ser un meteorito que atraviesa el cielo para despus desaparecer en la nada. No vino, en otras palabras, slo para aquellos pocos miles de personas que tuvieron la posibilidad de verle y escucharle en persona durante su vida. Pens que su misin tena que continuar, ser permanente, de manera que cada persona, en todo tiempo y lugar de la historia, tuviera la posibilidad de escuchar la Buena Nueva del amor de Dios y ser salvado.

Por esto eligi colaboradores y comenz a enviarles por delante a predicar el Reino y curar a los enfermos. Hizo con sus discpulos lo que hace hoy, por ejemplo, un buen rector de seminario con sus seminaristas, quien, los fines de semana, enva a sus muchachos a las parroquias para que empiecen a tener experiencia pastoral, o les manda a instituciones caritativas a que ayuden a cuantos se ocupan de los pobres, de los extracomunitarios, para que se preparen a la que un da ser su misin.

La invitacin de Jess Id! se dirige en primer lugar a los apstoles, y hoy a sus sucesores: el Papa, los obispos, los sacerdotes. Pero no slo a ellos. stos deben ser las guas, los animadores de los dems, en la misin comn. Pensar de otro modo sera como decir que se puede hacer una guerra slo con los generales y los capitanes, sin soldados; o que se puede poner en pi un equipo de ftbol slo con un entrenador y un rbitro, sin jugadores.

Tras este envo de los apstoles, Jess, se lee en el Evangelio de Lucas, design a otros setenta y dos, y los envi de dos en dos delante de s, a todas las ciudades y sitios a donde l haba de ir (Lc 10, 1). Estos setenta y dos discpulos eran probablemente todos los que l haba reunido hasta ese momento, o al menos todos los que le seguan con cierta continuidad. Jess, por lo tanto, enva a todos sus discpulos, tambin a los laicos.

La Iglesia del post-Concilio ha asistido a un florecimiento de esta conciencia. Los laicos de los movimientos eclesiales son los sucesores de esos 72 discpulos... La vigilia de Pentecosts brind una imagen de las dimensiones de este fenmeno con esos cientos de miles de jvenes llegados a la Plaza de San Pedro para celebrar con el Papa las Vsperas de la Solemnidad. Lo que ms impresionaba era el gozo y el entusiasmo de los presentes. Claramente para esos jvenes vivir y anunciar el Evangelio no era un peso aceptado slo por deber, sino una alegra, un privilegio, algo que hace la vida ms bella de vivir.

El Evangelio emplea slo una palabra para decir qu deban predicar los apstoles a la gente (que se convirtieran), mientras que describe largamente cmo deban predicar. Al respecto, una enseanza importante se contiene en el hecho de que Jess les enva de dos en dos. Eso de ir de dos en dos era habitual en aquellos tiempos, pero con Jess asume un significado nuevo, ya no slo prctico. Jess les enva de dos en dos explicaba San Gregorio Magno para inculcar la caridad, porque menos que entre dos personas no puede haber ah caridad. El primer testimonio que dar de Jess es el del amor recproco: En esto conocern todos que sois discpulos mos: si os tenis amor los unos a los otros (Jn 13, 35).

Hay que estar atentos para no interpretar mal la frase de Jess sobre el marcharse sacudindose tambin el polvo de los pies cuando no son recibidos. ste, en la intencin de Cristo, deba ser un testimonio para ellos, no contra ellos. Deba servir para hacerles entender que los misioneros no haban ido por inters, para sacarles dinero u otras cosas; que, ms an, no queran llevarse ni siquiera su polvo. Haban acudido por su salvacin y, rechazndoles, se privaban a s mismos del mayor bien del mundo.

Es algo que tambin hay que recalcar hoy. La Iglesia no anuncia el Evangelio para aumentar su poder o el nmero de sus miembros. Si actuara as, traicionara la primera el Evangelio. Lo hace porque quiere compartir el don recibido, porque ha recibido de Cristo el mandato: Gratis lo habis recibido, dadlo gratis.

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