Hoja Dominical n. 3622 -...

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hoja dominical Arzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.622 Carta Dominical Q ueridos diocesanos. En medio del mes de agosto celebramos la fiesta de la Asunción de María. Esta fiesta, vivida popularmente en muchos de nuestros pueblos y ciudades, es como una ola de aire fresco, como un oreo de alegría y de esperanza para nuestras vidas y para nuestro propio futuro. La primera reacción del corazón crisano ante la gloria final de María debería estar pautada por el canto del «Magnificat» cuando afirma: «Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, por- que el Poderoso ha hecho obras grandes en mí». Felicitar a la madre es el primer impulso de todo hijo bien nacido. Porque Dios ha obrado maravillas en María: desde su concepción hasta la asunción, pasando por su ma- ternidad divina. Pero, después de esta felicitación cordial, podríamos pensar en el significado que ene hoy celebrar esta fiesta. Porque el misterio de María asunta ene algo muy importante que decirnos a nosotros que, en el mundo que nos toca vivir, nos ocupamos y preocupamos tanto por el cuerpo humano y, a veces, bien poco nos ocupamos del espíritu. Debemos decir, en primer lugar, que la fe crisana en la resu- rrección no se opone al culvo del cuerpo por parte de la so- ciedad actual, sino que más bien lo supera. Porque la civiliza- ción de hoy termina su culto al cuerpo en el deporte, el placer y la belleza anatómica. Pero la fe crisana exende su interés corporal más allá del exterior de la carne joven de los mitos o de los anuncios de la sociedad de consumo. La fe crisana co- mienza por la glorificación del cuerpo humano ya durante el empo, convirendo el que se bauza en templo del Espíritu Santo, alimentando el cuerpo de los creyentes con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, transformando la unión del hombre y la mujer en un sacramento del amor de Dios, o consagrando con la unción final el cuerpo troceado o envejecido de los crisa- nos. Y todo esto ene lugar ya en este mundo, como prólogo de la glorificación final después del paso de la muerte a la que, junto con su hijo Jesús, ha llegado María. En segundo lugar, hay que afirmar que los crisanos tenemos que seguir las huellas de María. Ella mereció la glorificación de su cuerpo porque, además de su fe extraordinaria, fue un modelo excepcional de madre y de virgen. Maternidad y vir- ginidad, dos realidades que encontramos ínmamente uni- das en María y que convendría valorar adecuadamente en los momentos actuales. Por que la paternidad o la maternidad sin el misterio de la virginidad es el impudor: es el hombre desgarrado o la mujer de las banalidades. No hace mucho, leía en un libro de espiritualidad crisana: «Si eres una virgen en un convento no te olvides de ser madre. Si eres una madre de familia no te olvides de ser virgen. Sólo así serás auténca- mente mujer, tal como lo fue la Virgen». Felicito de corazón a todas las mujeres que hoy celebráis vuestra onomásca. Felicito también de corazón a las parro- quias que celebráis la fiesta de la Asunción. Felicito de cora- zón a todo el Pueblo santo de Dios porque tenemos en María nuestro modelo y ejemplo. Allí donde ella ha llegado, también nosotros tenemos la esperanza de llegar. 11 de agosto de 2019 XIX Domingo del empo ordinario Además de su fe extraordinaria, fue un modelo excepcional de madre y de virgen La Asunción de María † Joan Planellas i Barnosell Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado Enfoca el código QR y accede al video de la Carta dominical

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hojadominicalArzobispado de Tarragona www.arqtgn.cat n. 3.622

Carta Dominical

Queridos diocesanos. En medio del mes de agosto celebramos la fiesta de la Asunción de

María. Esta fiesta, vivida popularmente en muchos de nuestros pueblos y ciudades, es como una ola de aire fresco, como un oreo de alegría y de esperanza para nuestras vidas y para nuestro propio futuro.

La primera reacción del corazón cristiano ante la gloria final de María debería estar pautada por el canto del «Magnificat» cuando afirma: «Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, por-que el Poderoso ha hecho obras grandes en mí». Felicitar a la madre es el primer impulso de todo hijo bien nacido. Porque Dios ha obrado maravillas en María: desde su concepción hasta la asunción, pasando por su ma-ternidad divina.

Pero, después de esta felicitación cordial, podríamos pensar en el significado que tiene hoy celebrar esta fiesta. Porque el misterio de María asunta tiene algo muy importante que decirnos a nosotros que, en el mundo que nos toca vivir, nos ocupamos y preocupamos tanto por el cuerpo humano y, a veces, bien poco nos ocupamos del espíritu.

Debemos decir, en primer lugar, que la fe cristiana en la resu-rrección no se opone al cultivo del cuerpo por parte de la so-ciedad actual, sino que más bien lo supera. Porque la civiliza-ción de hoy termina su culto al cuerpo en el deporte, el placer y la belleza anatómica. Pero la fe cristiana extiende su interés corporal más allá del exterior de la carne joven de los mitos o de los anuncios de la sociedad de consumo. La fe cristiana co-mienza por la glorificación del cuerpo humano ya durante el tiempo, convirtiendo el que se bautiza en templo del Espíritu Santo, alimentando el cuerpo de los creyentes con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, transformando la unión del hombre y la mujer en un sacramento del amor de Dios, o consagrando con

la unción final el cuerpo troceado o envejecido de los cristia-nos. Y todo esto tiene lugar ya en este mundo, como prólogo de la glorificación final después del paso de la muerte a la que, junto con su hijo Jesús, ha llegado María.

En segundo lugar, hay que afirmar que los cristianos tenemos que seguir las huellas de María. Ella mereció la glorificación de su cuerpo porque, además de su fe extraordinaria, fue un modelo excepcional de madre y de virgen. Maternidad y vir-ginidad, dos realidades que encontramos íntimamente uni-das en María y que convendría valorar adecuadamente en los momentos actuales. Por que la paternidad o la maternidad sin el misterio de la virginidad es el impudor: es el hombre desgarrado o la mujer de las banalidades. No hace mucho, leía en un libro de espiritualidad cristiana: «Si eres una virgen en un convento no te olvides de ser madre. Si eres una madre de familia no te olvides de ser virgen. Sólo así serás auténtica-mente mujer, tal como lo fue la Virgen».

Felicito de corazón a todas las mujeres que hoy celebráis vuestra onomástica. Felicito también de corazón a las parro-quias que celebráis la fiesta de la Asunción. Felicito de cora-zón a todo el Pueblo santo de Dios porque tenemos en María nuestro modelo y ejemplo. Allí donde ella ha llegado, también nosotros tenemos la esperanza de llegar.

11 de agosto de 2019 XIX Domingo del tiempo ordinario

Además de su fe extraordinaria, fue un modelo excepcional de madre y de virgen‘

La Asunción de María

† Joan Planellas i BarnosellArzobispo metropolitano de Tarragona y primado

Enfoca el código QRy accede al video de la Carta dominical

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Ciclo C Liturgia de las Horas: Semana III

Domingo, 11 de agosto: XIX Domingo del tiempo ordinario [Sab 18,6-9; Salmo 32,1 y 12.18-19.20 y 22; Heb 11,1-2.8-19; Lc 12,32-48 (LE/LH propias)]

Lunes, 12 de agosto: [Dt 10,12-22; Salmo 147,12-13.14-15.19-20; Mt 17,22-27] Santa Juana Francisca de Chantal, religiosa (ML)

Martes, 13 de agosto: [Dt 31,1-8; Salmo Dt 32,3-4a.7.8.9 y 12; Mt 18,1-5.10.12-14] Beatos Tomàs Capdevila i Miró, religioso, y compañeros mártires (ML) o beato Mariano Mullerat i Soldevila, mártir (ML)

Miércoles, 14 de agosto: San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir (MO) [Dt 34,1-12; Salmo 65,1-3a.5 y 8.16-17; Mt 18,15-20] I Vísperas de la solemnidad de la Asunción de la Virgen María

Jueves, 15 de agosto: Asunción de la Bienaventurada Virgen María (Sol) [Ap 11,19a; 12,1.3-6a.10ab; Salmo 44,10bc.11-12ab.16; 1 Cor 15,20-26; Lc 1,39-56]

Viernes, 16 de agosto: [Jos 24,1-13; Salmo 135,1-3.16-18.21-22 y 24; Mt 19, 3-12] Beato Juan de Santa Marta, presbítero y mártir (ML)

Sábado, 17 de agosto: [Jos 24,14-29; Salmo 15,1-2 y 5.7-8.11; Mt 19,13-15]

Domingo, 18 de agosto: XX Domingo del tiempo ordinario [Jer 38,4-6.8-10; Salmo 39,2-3a.3bcd.4.18; Heb 12,1-4; Lc 12,49-53 (LE/LH propias)]

LecturasXIX Domingo del tiempo ordinario

Lectura del libro de la Sabiduría (18,6-9)

La noche de la liberación les fue pre-anunciada a nuestros antepasados, para que, sabiendo con certeza en qué promesas creían, tuvieran buen ánimo. Tu pueblo esperaba la salvación de los justos y la perdición de los enemigos, pues con lo que castigaste a los ad-versarios, nos glorificaste a nosotros, llamándonos a ti. Los piadosos hijos de los justos ofrecían sacrificios en secre-to y establecieron unánimes esta ley divina: que los fieles compartirían los mismos bienes y peligros, después de haber cantado las alabanzas de los an-tepasados.

Salmo responsorial [32, 1 y 12.18-19.20 y 22 (R.: Cf. 12)]

Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él escogió como heredad.

R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme, en los que esperan su misericordia,para librar sus vidas de la muertey reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.

Lectura de la carta a los Hebreos (11,1-2.8-12)

Hermanos: La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve. Por ella son recordados los anti-guos. Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. Por fe vivió como extranje-ro en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, he-rederos de la misma promesa, mientras

Liturgia de la semana

esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. Por la fe también Sara, siendo es-téril, obtuvo «vigor para concebir» cu-ando ya le había pasado la edad, por-que consideró fiel al que se lo prometía. Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (12,32-48)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus dis-cípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladro-nes ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vues-tro corazón. Tened ceñida vuestra cintu-ra y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la bona, para abrirle apenas venga y llame. Bienaven-turados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le de-jaría abrir un boquete en casa. Lo mis-mo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?». Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas? Bienaventu-rado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel cria-do dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese

criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles. El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, reci-birá muchos azotes; pero el que, sin co-nocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos. Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».