Hoja parroquial nº137

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Page 1: Hoja parroquial nº137

AGENDA SEMANAL

Día 19, lunes 19,30: Ensayo de Confirmación y confesionesDía 20, martes 19,00: Grupo de Jesús

20,00: Quinario al Corazón de JesúsDía 21, miércoles 19,30: Quinario al Corazón de Jesús. CONFIRMACIONES

Día 22, jueves 19,00: Misiones20,00: Quinario al Corazón de Jesús

Día 23, viernes 09,30: Quinario al Corazón de Jesús y Exposición del Santísimo. Cadena de oración por la santificación de los sacerdotes10,00: Comunión de enfermos

Día 24, sábado 11,00: Quinario al Corazón de Jesús. Exposición del SantísimoDía 25,

domingoDOMINGO 12º DEL TIEMPO ORDINARIOÓbolo de San Pedro20,00: Fiesta y procesión del Sagrado Corazón de Jesús

CORPUS CHRISTI: LA ALEGRÍA DE TU PRESENCIA Jesús resucitado no es una idea ni una realidad del pasado. Es alguien –persona– que está presente por su espíritu en todo el universo. Pero un universo dinámico que tiende todo él hacia la última unidad absoluta: fraternidad, reconciliación, comunión y, por tanto comunidad. Cuando nos reunimos en comunidad a compartir el pan y el vino de la Eucaristía, Cristo se hace presente en nosotros formando un solo Cuerpo y somos, así, profecía, sacramento y compromiso de la utopía final: “Que todos sean uno” (Jn 17,21). Por eso el Corpus Christi es presencia real del resucitado, en el entramado de nuestras relaciones comunitarias, formando imperfectamente, desde la fragilidad y en camino, la unidad última del Cristo glorioso. Bien lo decía el papa Benedicto XVI: «No puedo tener a Cristo sólo para mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos o lo serán. La comunión me hace salir de mí mismo para ir hacia Él, y por tanto, también hacia la unidad con todos los cristianos. Nos hacemos un cuerpo, aunados en una única existencia» (Dios es amor, 14). Que viene por la calle Dios, que viene como de espuma o pluma o nieve ilesa; tan azucenamente pisa y pesa que sólo un soplo de aire lo sostiene. Otro milagro, ¿ves? Él, que no tiene ni tamaño ni límites, no cesa nunca de recrearnos la sorpresa y ahora en un aro de aire se contiene. Se le rinde

el romero y se arrodilla; se le dobla la palma onduleante; las torres en tropel campaneando. Dobla también y rinde tu rodilla, hombre, que viene Cristo caminante -poco de pan, copo de pan- pasando. (Antonio y Carlos Murciano).

ACTO DE CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS ¡Oh Corazón de Jesús! Yo quiero consagrarme a ti con todo el fervor de mi espíritu. Sobre el ara del altar en que te inmolas por mi amor, deposito todo mi ser; mi cuerpo que respetaré como templo en que tú habitas; mi alma que cultivaré como jardín en que te recreas; mis sentidos, que guardaré como puertas de tentación; mis potencias, que abriré a las inspiraciones de tu gracia; mis pensamientos, que apartaré de las ilusiones del mundo; mis deseos, que pondré en la felicidad del Paraíso; mis virtudes que florecerán a la sombra de tu protección; mis pasiones, que se someterán al freno de tus mandamientos; y hasta mis pecados, que detestaré mientras haya odio

en mi pecho, y que lloraré sin cesar mientras haya lágrimas en mis ojos. Mi corazón quiere desde hoy ser para siempre todo tuyo, así como tú, ¡oh Corazón divino! has querido ser siempre todo mío. Tuyo todo, tuyo siempre; no más culpas, no más tibieza. Yo te serviré por los que te ofenden; pensaré en ti por los que te olvidan; te amaré por los que te odian; y rogaré y gemiré, y me sacrificaré por los que te blasfeman sin conocerte. Tú, que penetras los corazones, y sabes la sinceridad de mi deseo, comunícame aquella gracia que hace al débil omnipotente, dame el triunfo del valor en las batallas de la tierra, y cíñeme la oliva de la paz en las mansiones de la gloria. Amén.

Número 13718-VI-2017

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Primera lecturaLectura del libro del Deuteronomio (8,2-3.14b-16a)

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre de pan sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres.»

SalmoSal 147,12-13.14-15.19-20

R/. Glorifica al Señor, JerusalénGlorifica al Señor, Jerusalén;

alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado

los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido

a tus hijos dentro de ti. R/.

Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R/.

Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel;

con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

Segunda lecturaLectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,16-17)

El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.

EvangelioLectura del evangelio según san Juan (6,51-58)

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»Secuencia

He aquí el pan de los ángeles, hecho viático nuestro;

verdadero pan de los hijos, no lo echemos a los perros. Figuras lo representaron:

Isaac fue sacrificado; el cordero pascual, inmolado;

el maná nutrió a nuestros padres. Buen Pastor, Pan verdadero,

¡oh, Jesús!, ten piedad. Apaciéntanos y protégenos; haz que veamos los bienes

en la tierra de los vivientes. Tú, que todo lo sabes y puedes,

que nos apacientas aquí siendo aún mortales,

haznos allí tus comensales, coherederos y compañeros de los santos ciudadanos.

ReflexiónEl Corpus Christi, fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor, es para nosotros un motivo que nos invita a creer y cuidar la presencia de Cristo en el pan y en el vino. En el evangelio de Juan, Jesús se proclama sin rodeos que es el Pan Vivo bajado del cielo y es lo que produce en nosotros la vida eterna. Por eso la Eucaristía es la celebración de la vida, y así la comunidad cristiana que se congrega para celebrarla se acerca a un Dios próximo y lleno de amor y recibe la seguridad de sentirse amada, perdonada, purificada y feliz. Dios nunca nos abandona. Además el participar en la Eucaristía es entrar en comunión con Dios, con Cristo y con el Espíritu. Tenemos que vivir la Eucaristía como una fuente de paz, de fuerza, de vida y de entrega. Sentir la enorme alegría de que Jesús, nuestro Maestro, no nos dejó solos y que Él está siempre cerca de nosotros e intentar ser semillas de amor, trabajar por la paz y la fraternidad allá donde estemos.