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H H o o j j a a s s d d e e V V i i d d a a Compilación por Pedro Arreola Coronel

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Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 2

Presentación

Estas Hojas de Vida, son una compilación de pensamientos, reflexiones,

historias y otros fragmentos literarios, que he reunido de muy diversas

fuentes, dada la belleza, el mensaje y la creatividad que todos ellos

guardan. Estos documentos han circulado entre gente que gusta de leer,

conservar y compartir estas producciones; otros textos fueron extraídos de

algunos libros, revistas y periódicos, además de aquellos que en cantidad

importante están dispuestos en Internet.

He recopilado estos textos, porque cada uno refiere una historia singular,

tomada generalmente de la cotidianeidad, de los hechos habituales -y al

mismo tiempo extraordinarios- que día a día vivimos, de esos sucesos que

encuentran siempre al ser humano y son parte natural de su constante

andar.

Estas Hojas de Vida, pretenden, entre otros propósitos, recuperar la

experiencia valiosa de quienes escriben: connotados personajes de la

literatura que nos aportan enorme visión, talento, sensibilidad y creación

artística; pero también, hombres y mujeres comunes que bajo el

anonimato, materializan palabras que hablan de alegría, preocupación,

agradecimiento, tristeza, retos, miedo, infortunio, lucha, coraje, etc., pero

sobre todo, de sus aspiraciones por una vida dotada de felicidad y

plenitud.

Es prudente mencionar que varios de los textos integrados en esta

compilación, no necesariamente son anónimos, simplemente la autoría,

-indebidamente tal vez-, ha ido cediendo su valor al dominio popular,

ahora más amplio en el mundo, debido a la comunicación vertiginosa que

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se da con las nuevas tecnologías de información. Cabe reconocer aquí, mi

ignorancia respecto de los autores de muchos de los documentos. No se

incomode entonces, quien lea este modesto trabajo, por tan severas faltas

y disfrute mejor de sus interesantes aportes.

En el ánimo de abonar a la intención de este repertorio de lecturas, encaja

mencionar que la pretensión legítima de vivir y ser mejores, a todos nos

identifica, y este anhelo innegable puede encaminarse sencillamente,

gracias a la socialización de las ricas experiencias que en este documento

se incorporan, razón que ha motivado el nombre de esta colección como

Hojas de Vida, porque llanamente, eso parecen ser, páginas que en

condiciones de contento y adversidad, promueven y fortalecen el amor, la

fe, la esperanza, la solidaridad, la amistad y en general, los mejores valores

que deben caracterizar al ser humano.

Dejo en sus manos este texto, deseando que les agrade, que le

encuentren algún provecho; esperando también, que cuando así sea

necesario, –casi siempre lo es-, recurran a él para que puedan tomar de

este árbol de vida, la hoja que los aliente y los motive a seguir andando

con ánimo, confianza y determinación, los senderos de claroscuros que

entretejen nuestra existencia.

Pedro Arreola Coronel

Hojas de Vida

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Índice

Lectura Pág. Vive la vida, no permitas que se te escape 9 Amor de madre 10 Humildad 11 Amor o locura 12 Bordado de Dios 14 Buen consejo 15 Carta a un amigo 16 Carta a una mala amiga 18 Carta de un hijo a su padre 19 Carta de un padre a su hijo 20 Carta del cielo 21 Cerradura 22 La fórmula 23 El pato y la gata 23 ¿Cómo creó Dios a la mujer? 24 Como el papel arrugado 25 Consejos para formar a un delincuente 26 Convivir con… 27 El alpinista 28 Una hora de tu tiempo 29 El verdadero amor 30 ¿Cuánto vales? 31 La muñeca de sal 32 Cuento hindú 33 ¿Culpable o inocente? 34 De una madre para su hija 35 Di “te amo” a tiempo 37 Dios y la esperanza 39 Es mejor ahora 40 Donando sangre 41 Dos bebés en el pesebre 42 Ecos 44 Educar a los hijos 45 Un verdadero amigo 45 El alacrán 46 El amor 47 El campesino chino 49 El carpintero 51 El cofre de vidrio roto 52 El corazón más hermoso 54 La riqueza 55

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Lectura Pág. El destino 56 El elefante 58 El error más grande 59 El inventario de las cosas perdidas 60 El naufragio 62 El padre bueno y el buen padre 63 El perfume de la maestra 64 Cosas de importancia 66 El pescador 67 La fórmula 68 El peso del rencor 69 El valor de una sonrisa 70 El Principito (Capítulo 21) 71 Arriesgarse a vivir 75 El ruido de la carroza 76 El sol 77 ¿A cuál de tus hijos quieres más? 78 El valor de la ayuda 79 Empleo vacante 82 De niño a hombre 83 Entrevista con Dios 84 ¿Eres una razón, una estación o toda una vida? 87 Estrellas y cometas 88 Amigo 89 Fabricando un padre 90 Pedir a Dios 91 Día de Graduación 92 Grandeza 93 Hablar con el muchacho… 94 Haz el bien sin mirar a quién 95 Historia de la verdad 96 Hojas 97 Los sentimientos y las opiniones 98 Instantes 99 Instrucciones para la vida 100 Juzgar 101 La botella 102 Las seis palabras más importantes 103 La caja vacía 104 La cara que pones 105 La cruz pesada 106

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Lectura Pág. El campesino y el burro 107 Cambiar 107 La historia de Jerry 108 La juventud 110 La marioneta 111 La oración de la maestra 113 La paradoja de nuestra vida moderna 114 La paz perfecta 117 La perla 118 La regla de oro 120 La rosa de Rilke 121 Las cuatro esposas 122 Las huellas 124 Las tres bardas 125 Leyenda árabe 126 Lo puedes lograr 127 ¿Lo tienes todo? 128 Lo urgente contra lo importante 130 Mamás 132 ¿Me vas a ayudar? 134 Mi viejo 136 Mujer 138 Navidad 139 Pensar creativamente 140 Perros, gatos, ratones y niños 141 Piedras 142 ¿A quién quieres más? 143 ¿Qué color eres? 144 ¿Qué es un niño? 148 Reflexiones sobre los niños 149 Amar 152 Rosas rojas para ella 153 Riqueza 154 Seres especiales 155 Si me voy antes que tú 157 Estaba recordando 158 ¡Por favor Dios sólo tengo 17 años! 159 A mis hijos 160 Su majestad el alcohol 161 Tan cerca de Dios 162 Una simple historia de amor 162 Te deseo lo suficiente 163 ¿Ya no quieres vivir? 164

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Lectura Pág. ¿Tendrás tiempo? 165 Todo pasa 166 Todo tiene una razón de ser 168 Todos tenemos grietas 169 Tu otra ala 170 Un almuerzo con Dios 171 Un ángel 172 Un anillo de compromiso 174 El niño pequeño 175 Las líneas paralelas 177 Un sueño 178 Brillo de amor 179 Un vaso de leche 180 ¿Vida o muerte? 181 Una buena cátedra 182 Una historia en blanco y negro 184 Un último beso 185 Reportándose 187 A mi hijo 189 A mis amigos 190 A todos los padres del mundo 191 Abecedario del amigo 192 Que tu vida esté plena de... 193 Acuérdate de lo bueno 194 ¡Alégrate! 195 Agradecimientos 196 Algunas maneras de amargarte la vida 197 Aprender 198 Cosas de importancia 199 Con el tiempo 200 De corazón a corazón 202 Hoy 203 Defensa a la alegría 204 Desiderata 205 Desierto 206 Diario inconcluso 207 Es mejor ahora 208 Diez Mandamientos para ser buenos padres 209 ¿Vivo? 212 El abrazo 213 El arte del matrimonio 214 El éxito 215

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Lectura Pág. El loro que pedía libertad 216 El más lleno de bendiciones 217 El verdadero disfrute 217 El mejor día de mi vida 218 El nuevo año 219 Propósitos para el año nuevo 219 Jamás serás buen maestro 220 ¿Qué es una niña? 221 Parábola de la educación 222 El presente 223 Dar 224 Lo que piensa un hijo del padre 225 No oyes ladrar a los perros 226 El valor del tiempo 230 En busca de la razón 231 Enamórate de alguien 233 La Misión 233 Nunca dejar de ser 234 Dónde buscar 235 Aprendí 236 Enseñar a los niños 238 Es bueno saber 239 Escalera de la vida 240 Es viernes por la noche 241 La cigarra y la hormiga 243 La promesa cumplida 243 Ganador o Perdedor 244 Hablar y callar 245 Hoy es el día 246 Lo prefiero hoy y no mañana 247 Cerrando círculos 248 Gracias 250 Carta 251 Una estrella especial para ti 253 La razón y la pasión 254 El árbol confundido 255 Honremos a la vida 256 El secreto de la felicidad 257 El trabajo 258 La lucha 259 Todo lo que necesito saber lo aprendí en el kinder 260 Trece líneas para vivir 261 Sólo por hoy 262

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Vive la vida, no permitas que se te escape. No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es, casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye. "Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta. Valora la belleza de las cosas simples. Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad. Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo. Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida. La sociedad de hoy somos nosotros. Los "poetas vivos". No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas...

Walt Whitman

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Amor de madre.

Un artículo en National Geographic, varios años atrás, mostraba una foto impactante de las alas de Dios…

Después de un incendio forestal en el Parque Nacional de Yellowstone, los guardabosques iniciaron una larga jornada montaña arriba para valorar los daños del incendio.

Un guardabosque encontró un pájaro literalmente petrificado en cenizas, posado, cual estatua en la base de un árbol. Un poco asombrado por el espeluznante espectáculo, dio unos golpecitos al pajarillo con una vara. Cuando lo hizo, tres diminutos polluelos se escabulleron bajo las alas de su madre ya muerta.

La amorosa madre, en su afán de impedir el desastre, había llevado a sus hijos a la base del árbol y los había acurrucado instintivamente bajo sus alas, conociendo que el humo tóxico ascendería.

Ella podía haber volado para encontrar su seguridad, pero se había negado a abandonar a sus bebés.

Cuando las llamas llegaron y quemaron su pequeño cuerpo, ella permaneció firme. Porque había decidido morir para que aquellos que estaban bajo sus alas pudiesen vivir.

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Humildad.

En una tumba humilde del pequeño cementerio de Ábrego, el que sabe leer donde no hay nada escrito puede leer esto:

- Aquí, por fin, descanso.

Fui mujer, que era ser poco. Fui campesina, que era ser menos. Fui pobre, que era ser nada.

Amé a un hombre, y él, quizás me amó. Un año sí y otro no, le di hijos. Un año no y el otro sí, se me morían. Así, me quedaron sólo seis.

No hice pues en la vida otra cosa que amar a un hombre y tener hijos. También les di de comer y les lave la ropa. También les mojaba los labios y la frente cuando ardían en calentura. También, cuando mis hijos se morían, estaba junto a ellos y oí que en el último aliento me decían “mamá”. Ellos, que siempre me habían dicho “madre”. Mi marido también cuando murió dijo “mamá”. Pienso si acaso me lo diría a mí.

Como se ve, no hice muchas cosas en la vida.

Pero sé que si no fuera por mí y por muchas otras mujeres como yo, la vida no podría seguir.

Armando Fuentes Aguirre (A. F. A.) “Catón”

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Amor o locura. Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando El Aburrimiento había bostezado por tercera vez, La Locura, como siempre tan loca, les propuso: - ¿Vamos a jugar a las escondidas? LA Intriga levantó la ceja intrigada y La Curiosidad, sin poder contenerse preguntó: ¿A las escondidas? y ¿cómo es eso? "Es un juego" explicó La Locura, en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden; cuando yo haya terminado de contar, al primero de ustedes que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego. El Entusiasmo bailó secundado por La Euforia, La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a La Duda, e incluso, a La Apatía, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar, La Verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué?, si al final siempre la hallaban, La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y La Cobardía prefirió no arriesgarse... - Uno, dos, tres... comenzó a contar La Locura. La primera en esconderse fue La Pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino; La Fe subió al cielo y La Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: -¿Que si un lago cristalino? ideal para La Belleza; -¿Que si la rendija de un árbol? perfecto para La Timidez; -¿Que si el vuelo de la mariposa? lo mejor para La Voluptuosidad; -¿Que si una ráfaga de viento? magnífico para La Libertad. Así terminó por ocultarse en un rayito de sol. El Egoísmo en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo, pero sólo para él. La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira!, en realidad se escondió detrás del arcoíris) y La Pasión y El Deseo en el centro de los volcanes. El Olvido... se me olvidó donde se escondió, pero no es lo importante. Cuando La Locura contaba 999,999, El Amor, aún no

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había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores. - ¡Un millón!, contó La Locura, y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue La Pereza sólo a tres pasos de una piedra. Después, se escuchó La Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre Zoologma; La Pasión y El Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a La Envidia y claro, pudo deducir donde estaba El Triunfo. El Egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él solito salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar, sintió sed y al acercarse al lago descubrió a La Belleza. Con La Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de qué lado esconderse. Así fue encontrando a todos, El Talento entre la hierba fresca; a La Angustia en una oscura cueva; a La Mentira detrás del arcoíris, (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta El Olvido, que ya se le había olvidado que estaba jugando a los escondidos; en cambio El Amor no aparecía por ningún sitio. La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y las rosas. Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al Amor; La Locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a los escondidos en la tierra:

“El Amor es ciego y La Locura… siempre lo acompaña”

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Bordado de Dios.

Cuando yo era pequeño, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba cerca de ella y le preguntaba qué estaba haciendo. Ella me respondía que estaba bordando.

Yo observaba el trabajo de mi mamá desde una posición más baja que donde estaba sentada ella, así que siempre me quejaba diciéndole que desde mi punto de vista lo que estaba haciendo me parecía muy confuso.

Ella me sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía:

- Hijo, ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré sobre mi regazo y te dejaré verlo desde mi posición.

Me preguntaba porqué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y porqué me parecían tan desordenados desde donde yo estaba. Unos minutos más tarde escuchaba la voz de mi mamá diciéndome:

- Hijo, ven y siéntate en mi regazo.

Yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer en el bordado. No podía creerlo; desde abajo se veía tan confuso.

Entonces mi mamá me decía:

- Hijo mío, desde abajo se veía confuso y desordenado, pero no te dabas cuenta de que había un plan arriba. Había un diseño, sólo lo estaba siguiendo. Ahora míralo desde mi posición y sabrás lo que estaba haciendo.

Muchas veces a lo largo de los años he mirado al Cielo y he dicho:

- Padre, ¿qué estás haciendo?

El responde:

- Estoy bordando tu vida.

Entonces yo le replico:

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- Pero se ve tan confuso, es un desorden. Los hilos parecen tan oscuros, ¿por qué no son más brillantes?

El Padre parecía decirme:

- Mi niño, ocúpate de tu trabajo, haciendo yo el mío, un día te traeré al cielo y te pondré sobre mi regazo y verás el plan desde mi posición.

Entonces entenderás...

Buen consejo.

Recuerdo que un invierno mi padre necesitaba leña, así que busqué un árbol muerto y lo corté. Pero luego, en la primavera, vio desolado que al tronco marchito de ese árbol le brotaron renuevos.

Mi padre dijo:

- Estaba yo seguro de que ese árbol estaba muerto. Había perdido todas las hojas en el invierno. Hacía tanto frío, que las ramas se quebraban y caían como si no le quedara al viejo tronco ni una pizca de vida. Pero ahora advierto que aún alentaba la vida en aquel tronco.

Y volviéndose hacia mí, me aconsejó:

- Nunca olvides esta importante lección: ¡Jamás cortes un árbol en invierno. Jamás tomes una decisión negativa en tiempo adverso.

Nunca tomes las más importantes decisiones cuando estás en tu peor estado de ánimo. Espera. Sé paciente. La tormenta pasará. Recuerda que la primavera volverá.

Robert Schuller

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Carta a un amigo. No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores, pero puedo escucharte y buscarlas junto contigo. No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro, pero cuando me necesites estaré junto a ti. No puedo evitar que tropieces, solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas. Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos, pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz. No juzgo las decisiones que tomas en la vida. Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides. No puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar, pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer. No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parte el corazón, pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo. No puedo decirte quién eres, ni quién deberías ser, solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo. En estos días oré por ti… En estos días me puse a recordar a mis amistades más preciosas. Soy una persona feliz: tengo más amigos de lo que imaginaba. Eso es lo que ellos me dicen, también me lo demuestran. Es lo que siento por todos ellos. Veo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sienten al verme. Y yo también siento paz y alegría cuando los veo y cuando hablamos; sea en la alegría o sea en la serenidad, en estos días pensé en mis amigos y amigas y, entre ellos, apareciste tú.

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No estabas arriba, ni abajo ni en medio. No encabezabas ni concluías la lista. No eras el número uno, ni el número final. Lo que sé, es que te destacabas por alguna cualidad que transmitías y con la cual desde hace tiempo, se ennoblece mi vida. Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero de tu lista. Basta que me quieras como amigo. Entonces entendí que realmente somos amigos. Hice lo que todo amigo: Ore... y le agradecí a Dios que me haya dado la oportunidad de tener un amigo como tú. Era una oración de gratitud: Tú has dado valor a mi vida.

Jorge Luis Borges

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Carta a una mala amiga. Querida amiga: sé que cuando recibas esta carta no te afectará lo que pongo en ella, ya que seguirás teniendo tantos admiradores como por desgracia siempre has tenido. Cuando nos presentaron apenas me gustaste. Fue el paso de los días, lo que hizo que poco a poco me gustase cada vez más estar contigo. Ya no me conformaba con verte sólo los fines de semana, sino que también salía a tu encuentro cualquier día. Fue tanto el gusto que le cogí a nuestra relación, que ya apenas salía con mis compañeros. Poco a poco me fui apartando de ellos, unos porque no te querían y me aconsejaban que te dejara, y otros porque también estaban enamorados de ti y no quería compartirte con ellos. Nuestra relación cada vez se hacía más íntima; ya no vivía sino para ti. Mi primer error fue dejar de lado a mi familia. Más tarde y también por tu culpa, perdí mi trabajo porque no le prestaba la atención suficiente; terminaron por despedirme, pero nuestra relación seguía hacia adelante. Era tal la dependencia que tenía por ti, que ya apenas podía hacer nada si no te tenía a mi lado. Con todo hay que añadir el tren de vida al que me tenías sometido. Pronto tuve que robar para poder estar juntos, aunque tú, no contenta con lo que estabas haciendo de mi vida, cada vez me exigías más y más. Has deteriorado mi vida, mi salud, mis proyectos, mi libertad. Gracias a Dios me he dado cuenta a tiempo de que tu relación sólo me trae desgracias. Es por eso que he decidido escribirte estas líneas para romper definitivamente, con la esperanza de que todo aquel que lea esta carta y tenga la desgracia de haberte conocido, pueda darse cuenta a tiempo de que también destrozará su vida. ¡Hasta nunca! P.D. Si tienes la desgracia de conocerla y tu amor por ella te impide dejarla, pide ayuda, y sobre todo no se la presentes a ningún amigo que quieras de verdad. Ella es… la droga.

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Carta de un hijo a su padre.

No me des todo lo que te pida. A veces sólo te pido para ver hasta cuánto puedo tomar.

No me grites. Te respeto menos cuando lo haces; además, me enseñas a gritar a mí también y no quiero hacerlo.

No me des siempre órdenes, yo haría las cosas más rápido y con más gusto si me hablaras de otra manera.

Cumple tus promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también cuando se trate de un castigo.

No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana, si me haces lucir mejor que los demás alguien va a sufrir y si me haces lucir peor, seré yo quien sufra.

No cambies tu opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer, decídete y mantén esa decisión. Déjame valerme por mí mismo. Si tú haces todo por mí, yo nunca podré aprender.

No digas mentiras delante de mí, ni siquiera para evitarme un castigo, porque me enseñas a mentir.

No me pidas que mienta por ti, aunque fuere para sacarte de un apuro, me haces sentir mal y perder la fe en lo que dices. Cuando hago algo malo, no me exijas que te diga el "por qué lo hice", a veces ni yo mismo lo sé.

Cuando estés equivocado en algo, admítelo, crecerá la opinión que tengo de ti y me enseñarás a reconocer mis equivocaciones.

Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos, ya que porque somos familia, no quiere decir que no podamos ser amigos.

No me pidas que haga una cosa si tú no la haces. Yo aprenderé y siempre haré lo que tú hagas, aunque no lo digas, pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.

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Cuando te cuente un problema mío, trata de comprenderme y ayudarme, y no digas "no tengo tiempo para tonterías" o "eso no tiene importancia". ¡Quiéreme y dímelo! A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no lo creas necesario.

¡Abrázame!, necesito sentirte mi amigo y compañero a toda hora.

Carta de un padre a su hijo.

Durante el tiempo que vivas en esta casa, seguirás las reglas. Cuando tengas tu propia casa, puedes hacer tus propias reglas. En esta casa no tenemos democracia. No hice campaña para ser tu padre. Tú no votaste por mí. Somos padre e hijo por la gracia de Dios. Y acepto ese privilegio y gran responsabilidad. Aceptándolo tengo la obligación de ejecutar el papel de padre. No soy tu cuate. Nuestras edades son muy diferentes. Podemos compartir muchas cosas, pero no somos compañeros. Soy tu padre. Esto es cien veces más que lo que es un compañero. También soy tu amigo, pero estamos completamente en diferentes terrenos. En esta casa harás lo que yo te diga, no me puedes alegar porque lo que te pida que hagas, es motivado por amor. Esto te será difícil de entender hasta que tengas un hijo propio. Hasta entonces confía en mí. Tu padre.

Ricardo Montalbán

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Carta del cielo. Tú, que eres un ser humano, eres mi milagro. Y eres fuerte, capaz, inteligente y lleno de dones y talentos. Cuenta tus dones y talentos. Entusiásmate con ellos. Reconócete. Encuéntrate. Acéptate. Anímate. Y piensa que, desde este momento, puedes cambiar tu vida para bien, si te lo propones y te llenas de entusiasmo. Y sobre todo, si te das cuenta de la felicidad que puedes conseguir con sólo desearlo. Eres mi creación más grande. Eres mi milagro. No temas comenzar una nueva vida. No te lamentes nunca. No te quejes. No te atormentes. No te deprimas. ¿Cómo puedes temer, si eres mi milagro? Estás dotado de poderes desconocidos para todas las criaturas del universo. Eres único. Nadie es igual a ti. Sólo en ti está aceptar el camino de la felicidad y enfrentarlo, y seguir siempre adelante hasta el fin. Simplemente porque eres libre. En ti está el poder de no atarte a las cosas. Las cosas no hacen la felicidad. Te hice perfecto para que aprovecharas tu capacidad y no para que te destruyas con tonterías. Te di el poder de pensar, te di el poder de amar, te di el poder de determinar, te di el poder de reír, te di el poder de imaginar, te di el poder de crear, te di el poder de planear, te di el poder de hablar, te di el poder de rezar... y te situé por encima de los ángeles, cuando te di el poder de elección. Te di el dominio de elegir tu propio destino usando tu voluntad. ¿Qué has hecho de estas tremendas fuerzas que te di? No importa. De hoy en más, olvida tu pasado, usando sabiamente ese poder de elección. Elige amar en lugar de odiar, elige reír en lugar de llorar, elige actuar en lugar de aplazar, elige crecer en lugar de consumirte, elige bendecir en lugar de blasfemar, elige vivir en lugar de morir. Y aprende a sentir mi presencia en cada acto de tu vida. Crece cada día un poco más en el optimismo de la esperanza. Deja atrás los miedos y los sentimientos de derrota. Yo estoy a tu lado siempre. Llámame, búscame, acuérdate de mí. Vivo en ti desde siempre y siempre te estoy esperando para amarte. Si has de venir hacia mí algún día... que sea hoy, en este momento. Cada instante que vivas sin mí, es un instante infinito que pierdes de paz. Trata de volverte niño, simple, inocente, generoso, dador, con capacidad de asombro y capacidad para conmoverte ante la maravilla de sentirte humano, porque puedes conocer mi amor, puedes sentir una lágrima, puedes comprender el dolor...

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No te olvides que eres mi milagro. Que te quiero feliz, con misericordia, con piedad, para que este mundo que transitas pueda acostumbrarse a reír, siempre que tú aprendas a reír. Y si eres mi milagro, entonces usa tus dones y cambia tu medio ambiente, contagiando esperanza y optimismo sin temor, porque yo estoy a tu lado. Con todo cariño, Dios.

Cerradura.

Un hombre había pintado un lindo cuadro. El día de la presentación al público, asistieron las autoridades locales, fotógrafos, periodistas, y mucha gente, pues se trataba de un famoso pintor, un reconocido artista.

Llegado el momento, se tiró el paño que revelaba el cuadro. Hubo un caluroso aplauso.

Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de una casa. Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, parecía querer oír si adentro de la casa alguien le respondía.

Hubo discursos y elogios. Todos admiraban aquella preciosa obra de arte.

Un observador muy curioso, encontró una falla en el cuadro. La puerta no tenía cerradura. Y fue a cuestionar al artista:

- ¡Su puerta no tiene cerradura! ¿Cómo se hace para abrirla?

-Así es, respondió el pintor: Esa es la puerta del corazón del hombre. Sólo se abre por el lado de adentro.

Abramos nuestro corazón al amor, a las personas, a Dios.

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La fórmula. El padre Soárez platicaba con el Cristo de su capilla.

- Señor – le dijo- Creo que he encontrado por fin la fórmula para que un hombre pueda ser feliz y pueda hacer felices a los demás.

- Importante descubrimiento –le manifestó el Señor- ¿Puedes recitarme

la fórmula?

- Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo; ten fe, esperanza y caridad; practica la caridad, la paciencia, la templanza, la diligencia, la castidad, la largueza y la humildad; pon en ejercicio los dones del espíritu y cumple con puntualidad tus devociones ¿Qué te parece, Señor, esa fórmula?

- Demasiadas palabras padre Soárez, –comentó el Señor-, sobran

todas, menos la primera.

A. F. A.

El pato y la gata

-¿Cómo es que usted se inició en la vida espiritual? –preguntó uno de los discípulos al maestro Sufi Shams Tabrizi.

-Mi madre decía que yo no estaba lo suficientemente loco como para internarme en un hospicio, ni era lo suficientemente santo para entrar en un monasterio –respondió Tabrizi. –Entonces decidí dedicarme al sufismo, donde aprendemos a través de la meditación libre.

-¿Y cómo le explicó eso a su madre?

-Con la siguiente fábula: alguien le acercó un patito a una gata para que la gata lo tomara a su cargo. Este seguía a su madre adoptiva por todas partes, hasta que un día, ambos llegaron frente a un lago. Inmediatamente el patito entró en el agua, mientras que la gata, desde la orilla, gritaba: “¡Sal de ahí! ¡Te vas a morir ahogado!” Y el patito respondió: “No, madre, descubrí lo que es bueno para mí, y esto es que estoy en mi ambiente. Voy a continuar aquí, aunque tú no sepas lo que significa un lago.”

Paulo Coelho

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 24

¿Cómo creó Dios a la mujer?

Cuenta una leyenda que al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a la mujer, encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre y no tenía más de que disponer.

Ante este dilema y después de profunda meditación, hizo esto:

Tomó la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, la esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del rayo del sol y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma del cisne y la dureza del diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y la frialdad de la nieve.

Mezcló tan desiguales ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre.

Después de una semana vino el hombre y le dijo:

- Señor, la criatura que me diste me hace desdichado, quiere toda mi atención, nunca me deja solo, charla incesantemente, llora sin motivo, se divierte en hacerme sufrir y vengo a devolvértela porque no puedo vivir con ella.

- Bien, contestó Dios y tomó a la mujer.

Pasó otra semana, volvió el hombre y le dijo:

- Señor, me encuentro muy solo desde que te devolví a la criatura que hiciste para mí, ella cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia, reía y su risa era música, era hermosa a la vista y suave al tacto.

Devuélvemela, porque no puedo vivir sin ella.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 25

Como el papel arrugado. Mi carácter impulsivo, cuando era niña, me hacía montar en cólera a la menor provocación. La mayoría de las veces, después de uno de esos arrebatos, me sentía avergonzada y me esforzaba por consolar a la persona a quien había causado daño. Un día, mi maestra, que me vio dando excusas, después de una explosión de ira, me llevó aparte, y entregándome un papel liso, me dijo:

- Estrújalo. Asombrada, obedecí e hice con el papel una bolilla. - Ahora -volvió a decirme- , ponlo como estaba antes.

De más está decir que no pude; el papel quedó lleno de pliegues y de arrugas. -Las personas –me dijo entonces ella- son como ese papel: la impresión que en ellas dejes, será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues. Así aprendí a ser más comprensiva y paciente. Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado...

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 26

Consejos para formar a un delincuente.

Comience desde su infancia a darle al niño todo lo que él requiera; de ese modo crecerá creyendo que el mundo debe sostenerlo.

Nunca le dé orientación espiritual alguna, espere hasta que sea mayor de edad y entonces, él decidirá por sí mismo.

Nunca diga, que algo que él hace, está mal, pues podría crearle un complejo de culpabilidad. Así lo preparará para creer más tarde, cuando lo pongan preso por haber robado, que la sociedad se ha vuelto contra él y que es un perseguido.

Permítale leer cualquier libro o revista que llegue a sus manos; no se preocupe en absoluto por lo que pueda llegar a su mente; deje que se llene la cabeza de basura.

Satisfaga todas las demandas de alimento, bebida y comodidades; negarle lo que pide puede producirle frustraciones.

Alábelo a menudo en su presencia; descríbalo como el más inteligente de todos los niños del lugar, póngase de su parte contra los vecinos, los maestros y la policía, pues todo el mundo tiene prejuicios contra su hijo.

Cuando se encuentre en verdaderas dificultades, discúlpese diciendo "Nunca pude con él".

Si sigue todos estos consejos, prepárese para una vida de constantes tristezas, pues es seguramente, lo que le espera.

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Pedro Arreola Coronel 27

Convivir con… Durante nuestra vida convivimos, muchas veces con sensaciones, sin quererlas o desearlas, pero también con otras que no valoramos en la medida que se merecen. Convivimos con: la angustia, el dolor, la duda, la soledad, la ansiedad, la mentira, el temor, el rechazo, el desprecio, con la venganza propia y la ajena; con el silencio, el mal, el rencor, la rutina, los desencantos, los prejuicios, la falta de humildad, la ausencia de valores y principios; con la crítica nuestra y la de otros; con la ingratitud, la soberbia de los inútiles que no pueden amar, la incomprensión, la inseguridad, la falta de ilusión, el conformismo, el odio y el olvido; con la pérdida, la falta de libertad, el pasado sin resolver, la indiferencia y los malos pensamientos; sin el perdón, con la envidia del otro y la de uno y la falta de fe; sin un rumbo a seguir, con la impaciencia, el mal humor de uno y el de los demás; con la impotencia, el aburrimiento; con la palabra de más... Pero... siempre hay un pero, también convivimos, con el humor, la alegría, la risa de uno y la de los demás; con los colores que nos traen paz y armonía; con el Sol que nos da energía, la lluvia que no nos molesta, las caminatas por la tarde, las sorpresas agradables, las primeras brisas de primavera y con cada una de las estaciones del año que nos enseñan entre otras cosas, que no todo es frío o calor; con la posibilidad de conocer la felicidad, de dar amor y de ser correspondido; con la búsqueda de la verdad, la imaginación, el bien y con un futuro mejor construido por uno; con el cariño, el amor, los afectos, los abrazos, las caricias, la amistad y las charlas placenteras con amigos; con el compañerismo, la lealtad, la fe, con proyectos posibles e imposibles; con las distintas manifestaciones del arte, la lectura, la música que nos transporta a lugares que uno solo conoce; con fragancias y perfumes que nos dan lugar al placer, con los recuerdos nostálgicos y, con el otro... Uno, siempre uno, será el que finalmente decida con que quiere convivir...

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Pedro Arreola Coronel 28

El alpinista Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía, después de años de preparación; sin embargo, quería la gloria para el solo, por lo tanto, subía sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que, decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima. Le obscureció, la noche cayó con gran pesadez; en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas eran cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomo por los aires... caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, pasaron por su mente todos sus gratos y difíciles momentos de la vida; pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente, sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos... Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedo más que gritar: - ¡Ayúdame Dios mío!... De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contesto: - ¿Qué quieres que haga hijo mío? - ¡Sálvame Dios mío! - ¿Realmente crees que te pueda salvar? - ¡Por supuesto, Señor! - Entonces corta la cuerda que te sostiene... Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó... Cuenta el equipo de rescate que al otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza a una cuerda, a tan sólo dos metros del suelo.

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Pedro Arreola Coronel 29

Una hora de tu tiempo. La noche había caído ya; sin embargo, un pequeño hacía grandes esfuerzos por no quedarse dormido. El motivo bien valía la pena; estaba esperando a su papá. Los traviesos ojos iban cayendo pesadamente cuando se abrió la puerta. El niño se incorporó como impulsado por un resorte y soltó la pregunta que lo tenía tan inquieto: -Papá: ¿cuánto ganas por hora?, dijo con ojos muy abiertos. Su padre entre molesto y cansado, fue muy tajante en su respuesta: -Mira hijo, eso ni siquiera tú madre lo sabe, no me molestes y vete a dormir que ya es tarde. -Si papá, pero por favor sólo dime, ¿cuánto te pagan por hora en tu trabajo?, reiteró suplicante el niño. Contrariado, el padre apenas abrió la boca para decir: -Cien pesos. -Oye papá, ¿me podrías prestar cincuenta pesos? preguntó el pequeño. El padre se enfureció y tomó al pequeño del brazo y en tono brusco le dijo: -Así que por eso quieres saber cuanto gano ¿no?, vete a dormir y no sigas fastidiando chico aprovechado... El niño se alejó tímidamente, al meditar lo sucedido el padre comenzó a sentirse culpable. Tal vez necesita algo -pensó- y queriendo descargar su conciencia se asomó al cuarto de su hijo. Con voz suave le preguntó: -¿Duermes hijo? -Dime papá, respondió entre sueños. -Aquí tienes el dinero que me pediste, le dijo su padre.

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Pedro Arreola Coronel 30

-Gracias papá, -susurró el niño mientras metía su manita debajo de la almohada de donde sacó varias monedas. -¡Ya completé! -gritó jubiloso, "tengo cien pesos". Papá, ¿me podrías vender una hora de tu tiempo?

El verdadero amor.

Ella teje, y por las tardes ve su telenovela. Después reza el rosario. Una vez a la semana juega con sus amigas a la lotería. El oye en la radio los partidos de béisbol. Por las mañanas, mientras su esposa hace la comida, va despacio hacia la plaza y charla con sus compañeros, ancianos igual que él. Luego regresa a su casa, se sienta en el sillón y duerme hasta que llega la hora de comer. Una mujer y un hombre. Tienen 55 años de casados. De sus seis hijos dos murieron, dos viven lejos y los otros apenas los visitan. Ellos se aferran el uno al otro, como dos manos de un mismo cuerpo asidas a un muro para no caer. Riñen de vez en cuando, es cierto, pero es como si alguien peleara consigo mismo. Y ambos dicen que quieren irse de este mundo antes que el otro, pues sin el compañero ya no podrían vivir. Ella teje...El escucha en la radio los partidos de béisbol...Hablan de las cosas de cada día. A veces pregunta uno: ¿Te acuerdas...? Caminan por el recuerdo y luego callan. No necesitan hablar. Son uno solo. Y tampoco necesitan decirse que se aman. Ellos son el verdadero amor.

A. F. A.

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Pedro Arreola Coronel 31

¿Cuánto vales?

Alfredo, con el rostro abatido de pesar, se reúne con su amiga Marisa en un bar para tomar un café.

Deprimido, descargó en ella sus angustias: que el trabajo, que el dinero, que la relación con su pareja, que su vocación... todo parecía estar mal en su vida.

Marisa introdujo la mano en su cartera, saco un billete de 100 dólares y le dijo:

-Alfredo, ¿quieres este billete?

Alfredo, un poco confundido al principio, inmediatamente le dijo:

-¡Claro Marisa! Son 100 dólares, ¿quién no los querría?

Entonces Marisa tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo un pequeño bollo. Mostrando la estrujada pelotita verde a Alfredo volvió a preguntarle:

-Y ahora… ¿igual lo quieres?

-Marisa, no se qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 dólares, claro que los tomaré si me los entregas.

Entonces Marisa desdobló el arrugado billete, lo tiró al piso y lo restregó con su pie en el suelo, levantándolo luego sucio y marcado, insistió:

-¿Lo sigues queriendo?

-Mira Marisa, reaccionó Alfredo, sigo sin entender que pretendes, pero ese es un billete de 100 dólares y mientras no lo rompas conserva su valor.

-Entonces Alfredo, contestó Marisa, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisoteé, sigues siendo tan valioso como siempre lo hayas sido; lo que debes preguntarte es cuánto vales en realidad y no lo golpeado que puedas estar en un momento determinado.

Alfredo se quedó mirando a Marisa sin atinar a responder con palabra alguna, mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.

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Pedro Arreola Coronel 32

Marisa puso el arrugado billete de su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó:

-Toma, guárdalo para que te acuerdes de esto cuando te sientas mal, pero, ¡me debes un billete nuevo de 100 dólares para poder usar con el próximo amigo que lo necesite!

Le dio un beso en la mejilla a Alfredo -quien aun no había pronunciado palabra- y levantándose de su silla se alejó con rumbo a la puerta.

Alfredo volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardo en su billetera y dotado de una renovada energía, llamo al mozo para pagar la cuenta…

La muñeca de sal. Cuenta una historia: "Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin, llegó al mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces. -¿Quién eres tú?, le preguntó al mar la muñeca de sal. Con una sonrisa, el mar le respondió: -Entra y compruébalo tú misma. Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada: -¡Ahora ya sé quién soy!".

(De Mello)

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Pedro Arreola Coronel 33

Cuento hindú.

-A María- Un día el amante decidió ir a casa de la amada a buscarla. Cuando llegó, llamó a la puerta: toc, toc, toc. La voz de la amada llegó desde el interior: -¿Quién eres? El amante, orgulloso y seguro de su condición, respondió con seguridad: -Soy yo, y esperó paciente a que la puerta se abriera, pero en vez de eso la puerta permaneció cerrada y aquel día no volvió a oír la voz de la amada. El amante volvió a su casa extrañado de que la puerta no se hubiese abierto, pero pensó que tal vez la amada no se encontraba bien y que si lo volvía a intentar al día siguiente, la puerta se abriría. Y así lo hizo un día después; el amante regresó a la casa de la amada y, muy convencido, llamó a la puerta: toc, toc, toc. Como el día anterior, oyó la voz de la amada que decía: -¿Quién eres? Y el amante respondió: -Soy yo, pero la puerta no se abrió. Fue entonces cuando, abatido, el amante partió al desierto para meditar e intentar descubrir por qué razón la amada no le había abierto la puerta. Después de pensar y pensar, la soledad le dio la respuesta y fue apresuradamente a casa de su amada. Esta vez llamó: toc, toc, toc, y, como las otras veces, la amada preguntó: -¿Quién eres? Esta vez el amante respondió: -Soy tú, y la puerta se abrió.

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Pedro Arreola Coronel 34

¿Culpable o inocente? Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso desde el primer momento se procuró un chivo expiatorio para encubrir al culpable. El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas oportunidades de escapar al terrible veredicto: ¡La horca! El Juez, también complotado, cuidó, no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello, dijo al acusado: - Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor vamos a dejar en manos de él tu destino. Escribiremos en dos papeles separados las palabras “culpable” e “inocente”. Tú escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino. Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda “culpable” y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. ¡No había escapatoria! El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Éste respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomo uno de los papeles y llevándolo a su boca, se lo comió rápidamente. Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon airadamente: -Pero ¿qué hizo? y ¿ahora? ¿Cómo vamos a saber el veredicto? -Es muy sencillo, respondió el hombre, es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me trague. Todos pudieron testimoniar el veredicto: “inocente”. Con rezongos y disputa mal disimulada, debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.

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Pedro Arreola Coronel 35

De una madre para su hija. Estábamos sentándonos a comer, cuando mi hija casualmente menciona que ella y su esposo están pensando en "empezar una familia". "Nosotros estamos haciendo una encuesta," dice ella, en broma. "¿Crees que debería tener un bebé?" "Cambiar tu vida" digo, cuidadosamente manteniendo mi tono neutral de voz. "Yo sé" dice, "no más fiestas los fines de semana, no más vacaciones espontáneas..." Pero eso no es en lo absoluto lo que yo quise decir. Miro a mi hija, intentando decidir qué decirle. Quiero que sepa lo que ella nunca aprenderá en clases de parto. Quiero decirle que las heridas físicas por dar a luz un niño sanarán, pero que el volverse madre la dejará con una herida emocional tan profunda por la cual ella será vulnerable para siempre. Pienso en advertirle que ella nunca leerá de nuevo un periódico sin preguntarse "¿Y si eso le hubiera pasado a mi niño?" Que cada accidente de aviación, cada incendio en una casa la obsesionará. Que cuando vea fotos de niños hambrientos, se preguntará si algo podría ser peor que vivir la muerte de su niño. Yo la miro cuidadosamente, sus uñas finamente pintadas y el traje elegante y pienso que no importa cuan sofisticada ella sea, el convertirse en madre la reducirá al nivel primitivo de una osa que protege su cachorro. Que una llamada urgente de "¡Mamá!" le hará dejar caer un laborioso postre recién preparado o su mejor cristal sin vacilar por un momento. Siento que debo advertirla que no importa cuántos años ella haya invertido en su carrera, ésta se descarrilará profesionalmente a causa de su maternidad. Ella podrá hacer los arreglos para dejar al niño en casa al cuidado de una niñera, pero un día irá en camino de una reunión de negocios importante y recordará el dulce olor de su bebé, y tendrá que usar cada gramo de su disciplina para no correr a casa, sólo para asegurarse que su bebé está bien. Yo quiero que mi hija sepa que las decisiones cotidianas ya no serán rutina. Que el deseo de un niño de cinco años de ir al baño de hombres y no al de mujeres en un restaurante, se volverá un dilema mayor. Que justo allí, en medio del ruido de bandejas y niños gritando, los problemas de

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 36

independencia e identidad de sexo serán sopesados contra la perspectiva de que haya un abusador de niños acechando en ese baño. No importa cuan decisiva pueda ser ella en su trabajo, se criticará a sí misma constantemente en su papel de madre. Mirando a mi hija tan atractiva, quiero asegurarle que en el futuro ella perderá los kilos de más del embarazo, pero nunca se sentirá igual sobre ella misma. Que su vida, ahora tan importante, será de menos valor para ella, una vez que tenga un niño. Que ella renunciaría a ésta en un momento por salvar sus hijos, pero que también empezará a desear más años, no para lograr sus propios sueños, sino para ver a sus hijos lograr los suyos. Yo quiero que ella sepa que una cicatriz de cesárea o las estrías se convertirán en insignias de honor. La relación de mi hija con su marido cambiará, pero no de la manera que ella piensa. Deseo que ella pudiera entender cuánto más uno puede amar a un hombre que tiene cuidado para poner talco a su bebé o que nunca duda para jugar con su niño. Yo pienso que ella debería saber que se sentirá de nuevo completamente enamorada de él por razones que ahora encontraría muy poco románticas. Yo deseo que mi hija pudiera darse cuenta del lazo que ella sentirá con mujeres, que a lo largo de la historia, han intentado detener guerras, discriminación y borrachos al volante. Espero que ella entienda por qué yo puedo pensar racionalmente sobre la mayoría de los problemas, pero ponerme como loca cuando discuto sobre la amenaza que supone una guerra nuclear en el futuro de mis hijos. Yo quiero describir a mi hija la euforia de ver a su niño cuando aprenda a montar una bicicleta. Quiero capturar para ella las carcajadas de un bebé que está tocando la piel suave de un perro o un gato por primera vez. Quiero que saboree esa dicha que es tan real, que de hecho duele. La mirada interrogativa de mi hija me hace caer en cuenta de las lágrimas que se han formado en mis ojos. "Nunca te arrepentirás de ello", digo finalmente. Entonces alcanzo por sobre la mesa la mano de mi hija y la aprieto y ofrezco una oración silenciosa por ella, y por mí, y por todas las mujeres que tropezaron en su camino hacia la más maravillosa de todas las profesiones. Este regalo bendito de Dios... el hecho de ser Madre.

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Pedro Arreola Coronel 37

Di “te amo” a tiempo.

Un muchacho de 17 años de edad tenía un cáncer incurable y en cualquier momento iba a fallecer. Siempre estaba en su casa, bajo el cuidado de su madre; a veces se enfadaba de estar siempre dentro de casa, hasta que un día decidió salir a pasear.

Le pidió permiso a su madre y ella aceptó; caminando por el vecindario vio muchas tiendas; al pasar por una de música y ver el aparador, notó algo que lo hizo olvidarse de que el mundo existía, era una muchacha de su edad, muy hermosa; al verla le parecía un ángel bajado del cielo. Abrió la puerta y entró sin mirar nada que no fuera ella; acercándose poco a poco, llegó al mostrador donde se encontraba ella, la chica lo miró y le dijo sonriente:

-¿Te puedo ayudar en algo?

El chico pensaba que era la sonrisa más hermosa que había visto en toda su vida y sintió el deseo de abrazarla, de declarársele en ese mismo instante; tartamudeando le dijo:

-Sí, eh, ah, me gustaría comprar un disco.

Sin reflexionar, tomó el primero que vio y le dio el dinero. La chica le entregó el disco con una amigable sonrisa.

El joven enamorado no dejó de pensar en ella durante toda la tarde, ni siquiera escuchó el disco. Al día siguiente, quiso volver a verla y fue a la tienda; al estar frente a esa hermosa sonrisa, no supo que decir y volvió a pedir un disco.

-¿Quieres que te lo envuelva?, preguntó la muchacha sonriendo de nuevo.

El respondió que sí, moviendo la cabeza, pues ante ella se quedaba mudo.

La muchacha fue atrás del almacén para volver con el paquete envuelto y entregárselo; el lo tomó y salió de la tienda; se fue a su casa sintiendo que caminaba entre las nubes, ni siquiera desenvolvió el disco; lo metió en su closet y se puso a mirar su jardín y pensar en la hermosa flor que estaba en la tienda.

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Pedro Arreola Coronel 38

En adelante visitaba la tienda todos los días para comprar un disco, ella siempre lo envolvía y él lo llevaba a su casa y lo metía en su closet.

El era muy tímido para invitarla a salir, y aunque trataba, no podía. Su mamá se enteró de esto e intentó animarlo, así que, el siguiente día se armó de valor y se dirigió a la tienda; y como todos los días compró otra vez un disco y como siempre, ella se fue atrás para envolverlo; el tomó el disco y mientras ella no estaba viendo, rápidamente dejó una nota en el mostrador y salió corriendo de la tienda. La nota era una declaración.

Durante varios días el chico no se atrevió a llegar a la tienda para recibir la respuesta; a unos metros de la tienda se regresaba a su casa. Su madre volvió a animarlo y luego de dos semanas por fin llegó a la tienda, pero no vio a la chica hermosa; al preguntar por ella, se enteró con tristeza que se había ido a otra ciudad a estudiar y ya no trabajaba ahí.

Mucho lamentó no haber ido antes por la respuesta y muy triste guardó los discos en un lugar donde no los viera tanto, con la esperanza de no pensar más en la muchacha. En el verano, el chico fue a la tienda con la esperanza de que por las vacaciones la chica hubiera regresado y pudiera encontrarla; pero al no encontrarla, volvió a su casa desilusionado.

Al siguiente verano volvería a ir para encontrarla de nuevo. Pero para el joven no hubo verano siguiente, a la edad de 20 años el chico falleció de cáncer.

Un día su madre entró en el cuarto de su difunto hijo para arreglarlo, así que abrió su closet y para su sorpresa, se topó con muchos discos envueltos; ninguno estaba abierto; llena de curiosidad tomó algunos y se sentó sobre la cama para verlos; al desenvolver el primero, encontró una nota que su hijo nunca leyó y decía: "¡Hola!, veo que te gusta la música tanto como a mí. Me invitan a una fiesta el viernes y no tengo con quien ir, te gustaría ir conmigo? Atentamente: Sofía". De tanta emoción la madre abrió otro y otro para descubrir que eran saludos de la chica. Uno de los últimos decía: "Hola, me siento triste de que nunca haces caso a mis notas, pero me devuelves la alegría al volver diariamente. La semana que viene salgo fuera de la ciudad a estudiar y ya no voy a trabajar aquí, pero vendré casi todos los fines de semana y si mi cliente favorito quiere que lo siga atendiendo podrá visitarme en mi casa. Con cariño: Sofía", al final venía un número telefónico, una dirección y un pequeño mapa.

No esperes demasiado para demostrar tu amor a ese alguien especial; díselo hoy, mañana puede ser muy tarde. No solamente a tu pareja, sino a todos tus seres queridos: tus padres, hermanos, amigos, hijos, etc.

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Pedro Arreola Coronel 39

Dios y la esperanza.

Existían millones de estrellas en el cielo, estrellas de todos los colores: blancas, plateadas, verdes, doradas, rojas, azules. Un día, inquietas, ellas se acercaron a Dios y le propusieron:

-Señor, nos gustaría vivir en la Tierra, convivir con las personas.

-Así será hecho, respondió el Señor. Las conservaré a todas ustedes pequeñitas, tal como se ven de lejos, para que puedan bajar a la Tierra.

Se cuenta que en aquella noche hubo una fantástica lluvia de estrellas. Algunas se acurrucaron en las torres de las iglesias, otras fueron a jugar y a correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se mezclaron con los juguetes de los niños. La Tierra quedó, entonces, maravillosamente iluminada.

Pero con el correr del tiempo, las estrellas decidieron abandonar a los hombres y volver al cielo, dejando a la tierra oscura y triste.

-¿Por qué volvieron? - preguntó Dios, a medida que ellas iban llegando al cielo.

-Señor, nos fue imposible permanecer en la Tierra, existe allí mucha miseria, mucha violencia, hay demasiadas injusticias.

El Señor les contestó:

-¡Claro! Ustedes pertenecen aquí, al Cielo. La Tierra es el lugar de lo transitorio, de aquello que cae, de aquel que yerra, de aquel que muere. Nada es perfecto. El Cielo es el lugar de lo inmutable, de lo eterno, de la perfección.

Después de que habían llegado gran cantidad de estrellas, Dios verificó la cantidad y habló de nuevo:

-Nos está faltando una estrella, ¿dónde estará? Un ángel que estaba cerca replicó:

-Hay una estrella que resolvió quedarse entre los hombres. Ella descubrió que su lugar es exactamente donde existe la imperfección, donde hay límites, donde las cosas no van bien, donde hay dolor.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 40

-¿Qué estrella es esa? - volvió a preguntar.

-Es la Esperanza, Señor, la estrella verde. La única estrella de ese color.

Y cuando miraron la Tierra, la estrella no estaba sola: la Tierra estaba nuevamente iluminada porque había una estrella verde en el corazón de cada persona. Porque el único sentimiento que el hombre tiene y Dios no necesita retener es la Esperanza. Dios ya conoce el futuro y la Esperanza es propia de la persona humana, propia de aquel que yerra, de aquel que no es perfecto, de aquel que no sabe cómo puede conocer el porvenir.

Recibe en este momento esta Estrella Verde en tu corazón, la Esperanza.

No dejes que ella huya y no permitas que se aparte. Ten certeza que ella iluminará tu camino, sé siempre positivo y agradece todo a Dios. Sé siempre feliz y contagia a otras personas tu felicidad.

Es mejor ahora.

San Pedro quería decir a Jesús cuanto lo amaba. Mucho había sufrido Jesús, y Pedro pensaba que sus palabras aliviarían su tristeza. La cena de esa noche sería una buena ocasión para expresarle su amistad. Y llegó la hora de la cena. Cuando el Señor y los discípulos estuvieron reunidos Pedro habló de las cosas de todos los días. Algo quiso decir después de que el Maestro distribuyó el pan y el vino entre ellos, y también cuando ya se despedían y el Señor clavó en él su mirada, como si esperara que alguna palabra saliera de sus labios. Sin embargo, Pedro tuvo miedo de parecer sentimental, y , nada dijo. - Bueno, - pensaba mientras volvían a casa – ya habrá muchas otras cenas como ésta, y entonces, le diré al Maestro cuánto amor siento por él.

A. F. A.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 41

Donando sangre.

Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un Hospital de Stanford, conocí a una niñita llamada Liz, quien sufría de una extraña enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse, aparentemente era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla.

El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana. Lo vi dudar por sólo un momento antes de tomar un gran suspiro y decir:

-Si, lo haré, si eso salva a Liz.

Mientras la transfusión continuaba, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, y sonriente mientras nosotros lo asistíamos a él y a su hermana, viendo retornar el color a las mejillas de la niña.

Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa:

-¿A qué hora empezaré a morirme?

Siendo sólo un niño, no había comprendido al doctor; él pensaba que le daría toda su sangre a su hermana, y aún así estuvo dispuesto, pese a suponer que moriría.

Da todo por quien ames.

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Pedro Arreola Coronel 42

Dos bebés en el pesebre.

En 1994 dos americanos respondieron una invitación que les hiciera llegar el Departamento de Educación de Rusia, para enseñar moral y ética en las escuelas públicas, basada en principios bíblicos., Debían enseñar en prisiones, negocios, el departamento de bomberos, de la policía y en un gran orfanato.

En el orfanato había casi 100 niños y niñas que habían sido abandonados, y dejados en manos del Estado. De allí surgió esta historia relatada por los mismos visitantes:

Se acercaba la época de las fiestas de 1994, los niños del orfanato iban a escuchar por primera vez la historia tradicional de la Navidad. Les contamos acerca de María y José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas, por lo que debieron ir a un establo, donde finalmente el niño Jesús nació y fue puesto en un pesebre.

A lo largo de la historia, los chicos y los empleados del orfanato no podían contener su asombro. Algunos estaban sentados al borde de la silla tratando de captar cada palabra. Una vez terminada la historia, les dimos a los chicos tres pequeños trozos de cartón para que hicieran un tosco pesebre. A cada chico se le dio un cuadrito de papel cortado de unas servilletas amarillas que yo había llevado conmigo. En la ciudad no se podía encontrar un solo pedazo de papel de colores.

Siguiendo las instrucciones, los chicos cortaron y doblaron el papel cuidadosamente colocando las tiras como paja.

Unos pequeños cuadritos de franela, cortados de un viejo camisón que una señora americana olvidó al partir de Rusia, fueron usados para hacerle la manta al bebé. De un fieltro marrón que trajimos de los Estados Unidos, cortaron la figura de un bebé.

Mientras los huérfanos estaban atareados armando sus pesebres, yo caminaba entre ellos para ver si necesitaban alguna ayuda. Todo iba bien hasta que llegué donde el pequeño Misha estaba sentado. Parecía tener unos seis años y había terminado su trabajo. Cuando miré el pesebre quedé sorprendido al ver no uno, sino dos niños dentro de él. Llamé rápidamente al traductor para que le preguntara por qué había dos bebés en el pesebre. Misha cruzó sus brazos y observando la escena del pesebre comenzó a repetir la historia muy seriamente.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 43

Para ser el relato de un niño que había escuchado la historia de Navidad una sola vez estaba muy bien, hasta que llegó la parte donde María pone al bebé en el pesebre. Allí Misha empezó a inventar su propio final para la historia, dijo: “Y cuando María dejó al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para quedarme. Yo le dije que no tenía mamá ni papá y que no tenía un lugar donde quedarme. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con él. Le dije que no podía, porque no tenía un regalo para darle. Pero yo quería quedarme con Jesús, por eso pensé qué cosa tenía que pudiese darle a él como regalo; se me ocurrió que un buen regalo podría ser darle calor. Por eso le pregunté a Jesús: Si te diera calor, ¿ese sería un buen regalo para ti? Y Jesús me dijo: Si me das calor, ese sería el mejor regalo que jamás haya recibido. Por eso me metí dentro del pesebre y Jesús me miró y me dijo que podía quedarme allí para siempre.”

Cuando el pequeño Misha terminó su historia, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas empapando sus mejillas; se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo. El pequeño huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría ni abusaría de él. ¡Alguien que estaría con él para siempre!

Y yo aprendí que no son las cosas que tienes en tu vida lo que cuenta, sino a quiénes tienes, eso es lo que verdaderamente importa.

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Pedro Arreola Coronel 44

Ecos. Un hijo y su padre, están caminando en las montañas. De repente, el hijo se cae, se lastima y grita: "aaaaaahhhhhhhhh!!!!!" Para su sorpresa oye una voz repitiendo "aaaaaahhhhhhhhh!!!!!" Con curiosidad el niño grita: "¿quién está ahí?" Recibe una respuesta: "¿quién está ahí?" Enojado con la respuesta, el niño grita: "¡cobarde!" El niño mira a su padre y le pregunta: "¿qué sucede?" El padre, sonríe y le dice: "Hijo mío, presta atención" Y entonces el padre grita a la montaña: "te admiro" Y la voz le responde: "te admiro" De nuevo, el hombre grita: "eres un campeón" Y la voz le responde: "eres un campeón" El niño está asombrado, pero no entiende. Luego, el padre le explica: -La gente lo llama eco, ¡pero en realidad es la vida! -Te devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones. Si deseas mas amor en el mundo, crea mas amor a tu alrededor. Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean. Si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa al alma de los que conoces. Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida. La vida te dará de regreso, exactamente aquello que tú le has dado. Tu vida, no es una coincidencia, es un reflejo de ti.

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Educar a los hijos. Dijo una vez John Wimot: Antes de casarme tenía tres teorías acerca de la educación de los hijos. Ahora tengo tres hijos y ninguna teoría. Su afirmación es cierta. ¡Es tan fácil ser padre! Ser padre ¡es tan difícil¡. Quiero decir que engendrar un hijo es tarea sencilla y deleitosa, pero ser un buen padre es empresa llena de dificultades. Para colmo la calidad de padre no es algo que se estudia, sino algo que se aprende, a veces a costa de quebrantos y aflicciones. Yo, tengo cuatro hijos, no tuve tres teorías para educarlos, sino nada más una. Mi teoría se llama amor. Creo que si amas a tus hijos, les demuestras tu amor y con amor guías, el resultado tarde o temprano será bueno. También, claro, hay que darles buen ejemplo. Pero eso tiene el problema de que te hace la vida más aburrida.

Un verdadero amigo. Lo que es un verdadero amigo: - Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo, dijo un soldado a su teniente. - Permiso denegado, replicó el oficial. - No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto. El soldado haciendo caso omiso de la prohibición, salió, y una hora más tarde regreso mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo. El oficial estaba furioso: - ¡Le dije yo, que había muerto!, dígame: ¿merecía la pena ir allá para traer un cadáver?

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Y el soldado, moribundo, respondió: - ¡Claro que sí, señor!, cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: - Estaba seguro que vendrías!.

A. F. A.

El alacrán. Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó. Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: -Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará? El maestro respondió: -La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar. Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida. No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma algunas precauciones. Algunos persiguen la felicidad; otros la crean. Tenlo presente siempre. Sencillo, ¿no crees? "Cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones por las cuales sonreír"

A. F. A.

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El amor.

A veces por nuestros miedos perdemos a personas maravillosas. Duele amar a alguien y no ser correspondido, pero lo que es más doloroso es amar a alguien y nunca encontrar el valor para decirle a esa persona lo que sientes por él o ella.

Tal vez Dios quiere que nosotros conozcamos a unas cuantas personas equivocadas antes de conocer a la persona correcta; para que al fin, cuando la conozcamos, sepamos ser agradecidos por ese maravilloso regalo. Una de las cosas más tristes de la vida es cuando conoces a alguien que significa todo, y sólo para darte cuenta que al final, no era para ti y lo tienes que dejar ir. Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces miramos tanto tiempo hacia aquella puerta que se cerró, que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros. Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto que no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos. Darle a alguien todo tu amor nunca es un seguro de que te amarán de regreso, pero no esperes que te amen de regreso; sólo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece, sé feliz porque creció en el tuyo. Hay cosas que te encantaría oír, que nunca escucharas de la persona que te gustaría que te las dijera, pero no seas tan sorda (o) para no oír de aquella que las dice desde su corazón. Nunca digas adiós si todavía quieres tratar, nunca te des por vencido(a) si sientes que puedes seguir luchando; nunca le digas a una persona que no la amas si no puedes dejarla ir. El amor llega a aquel que espera, aunque lo hayan decepcionado; a aquel que aún cree, aunque haya sido traicionado; a aquel que todavía necesite amar, aunque antes haya sido lastimado y a aquel que tiene el coraje y la fe para construir la confianza de nuevo.

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El principio del amor es dejar que aquellos que conocemos sean ellos mismos, y no tratarlos de cambiar con nuestra propia imagen, porque entonces, sólo amaremos el reflejo de nosotros mismos en ellos. No vayas por el exterior, éste te puede engañar; no vayas por las riquezas, por que aún eso se pierde. Ve por alguien que te haga sonreír, porque toma tan sólo una sonrisa para hacer que un día oscuro, brille. Espero que encuentres a aquella persona que te haga sonreír. Hay momentos en los que extrañas a una persona tanto que quieres sacarlos de tus sueños y abrazarlos con todas tus fuerzas. Espero que sueñes con ese alguien especial; sueña lo que quieras soñar, ve a donde quieras ir, sé lo que quieras ser; porque tienes tan sólo una vida y una oportunidad para hacer todo lo que quieras hacer. Espero que tengas suficiente felicidad para hacerte dulce, suficientes pruebas para hacerte fuerte, suficiente dolor para mantenerte humana(o) y suficiente esperanza para ser feliz. Las personas más felices no siempre tienen lo mejor de todo, sólo sacan lo mejor de todo lo que encuentran en su camino. La felicidad espera por aquellos que lloran, aquellos que han sido lastimados, aquellos que buscan, aquellos que tratan; porque sólo ellos pueden apreciar la importancia de las personas que han tocado sus vidas. No puedes ir feliz por la vida hasta que dejes ir tus fracasos pasados y dolorosos de tu corazón.

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El campesino chino.

Hace muchos años, en una pobre aldea china, vivía un labrador con su hijo. Su único bien material, aparte de la tierra y de la pequeña casa de paja, era un caballo que había heredado de su padre.

Un buen día el caballo se escapó, dejando al hombre sin animal para labrar la tierra. Sus vecinos, que lo respetaban mucho por su honestidad y diligencia, acudieron a su casa para decirle lo mucho que ellos lamentaban lo ocurrido. El les agradeció la visita, pero preguntó:

-¿Cómo podéis saber que lo que ocurrió ha sido una desgracia en mi vida?

Alguien comentó en voz baja con un amigo: "El no quiere aceptar la realidad, dejemos que piense lo que quiera, con tal de que no se entristezca por lo ocurrido".

Y los vecinos se marcharon, fingiendo estar de acuerdo con lo que habían escuchado.

Una semana después, el caballo retornó al establo, pero no venía solo: traía una hermosa yegua como compañía. Al saber eso, los habitantes de la aldea, alborozados porque sólo ahora entendían la respuesta que el hombre les había dado, retornaron a casa del labrador, para felicitarlo por su suerte.

-Antes tenías sólo un caballo, y ahora tienes dos. ¡Felicitaciones!, dijeron.

-Muchas gracias por la visita y por vuestra solidaridad, respondió el labrador.

-¿Pero cómo podéis saber que lo que ocurrió es una bendición en mi vida?

Desconcertados, y pensando que el hombre se estaba volviendo loco, los vecinos se marcharon, comentando por el camino: "¿Será posible que este hombre no entienda que Dios le ha enviado un regalo?"

Pasado un mes, el hijo del labrador decidió domesticar la yegua. Pero el animal saltó de una manera inesperada, y el muchacho tuvo una mala caída, rompiéndose una pierna.

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Los vecinos retornaron a la casa del labrador, llevando obsequios para el joven herido. El alcalde de la aldea, solemnemente, presentó sus condolencias al padre, diciendo que todos estaban muy tristes por lo que había sucedido.

El hombre agradeció la visita y el cariño de todos. Pero preguntó:

-¿Cómo podéis vosotros saber si lo ocurrido ha sido una desgracia en mi vida?

Esta frase dejó a todos estupefactos, pues nadie podría tener la menor duda de que el accidente de un hijo es una verdadera tragedia. Al salir de la casa del labrador, comentaban entre sí: "Realmente se ha vuelto loco, su único hijo se puede quedar cojo para siempre y aún duda que lo ocurrido es una desgracia".

Transcurrieron algunos meses y Japón le declaró la guerra a China. Los emisarios del emperador recorrieron todo el país en busca de jóvenes saludables para ser enviados al frente de batalla. Al llegar a la aldea, reclutaron a todos los jóvenes, excepto al hijo del labrador, quien tenía la pierna rota.

Ninguno de los muchachos regresó vivo. El hijo se recuperó, los dos animales dieron crías que fueron vendidas y rindieron un buen dinero. El labrador pasó a visitar a sus vecinos para consolarlos y ayudarlos, ya que se habían mostrado solidarios con él en todos los momentos. Siempre que alguno de ellos se quejaba, el labrador decía:

- "¿Cómo sabes si esto es una desgracia?"

Si alguien se alegraba mucho, él preguntaba:

- "¿Cómo sabes si eso es una bendición?" Y los hombres de aquella aldea entendieron que, más allá de las apariencias, la vida tiene otros significados.

Paulo Coelho

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El Carpintero.

Un carpintero ya entrado en años estaba listo para retirarse. Le dijo a su Jefe de sus planes de dejar el negocio de la construcción para llevar una vida más placentera con su esposa y disfrutar de su familia.

El iba a extrañar su cheque mensual, pero necesitaba retirarse. Ellos superarían esta etapa de alguna manera.

El Jefe sentía ver que su buen empleado dejaba la compañía y le pidió que si podría construir una sola casa más, como un favor personal. El carpintero accedió, pero se veía fácilmente que no estaba poniendo el corazón en su trabajo.

Utilizaba materiales de inferior calidad y el trabajo era deficiente. Era una desafortunada manera de terminar su carrera. Cuando el carpintero terminó su trabajo y su Jefe fue a inspeccionar la casa, el Jefe le extendió al carpintero las llaves de la puerta principal.

"Esta es tu casa," - dijo, "es mi regalo para ti."

¡Qué tragedia! ¡Qué pena! Si solamente el carpintero hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho de manera totalmente diferente. Ahora tendría que vivir en la casa que construyó "no muy bien" que digamos!

Así que está en nosotros. Construimos nuestras vidas de manera distraída, reaccionando cuando deberíamos actuar, dispuestos a poner en Ello menos que lo mejor. En puntos importantes, no ponemos lo mejor de Nosotros en nuestro trabajo. Entonces con pena vemos la situación que hemos creado y encontramos que estamos viviendo en la casa que hemos construido.

Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente. Piensen como si fueran el carpintero. Piensen en su casa. Cada día clavamos un clavo, levantamos una pared o edificamos un techo. Construyan con sabiduría. Es la única vida que podrán construir. Inclusive si solo la viven por un día más, ese día merece ser vivido con gracia y dignidad.

La placa en la pared dice: "La Vida Es Un Proyecto de Hágalo Usted mismo". - ¿Quién podría decirlo más claramente? Su vida, ahora, es el resultado de sus actitudes y elecciones del pasado. Su vida mañana será el resultado de sus actitudes y elecciones hechas hoy.

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El cofre de vidrio roto.

Érase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo. Había trabajado duramente como sastre toda su vida, pero los infortunios lo habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que ya no podía trabajar.

Las manos le temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja, y la visión se le había enturbiado demasiado para hacer una costura recta. Tenía tres hijos varones, pero los tres habían crecido y se habían casado, y estaban tan ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su padre una vez por semana.

El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez menos.

— No quieren estar conmigo ahora -se decía- porque tienen miedo de que yo me convierta en una carga.

Se pasó una noche en vela pensando qué sería de él y al fin trazó un plan.

A la mañana siguiente fue a ver a su amigo el carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande. Luego fue a ver a su amigo el cerrajero y le pidió que le diera un cerrojo viejo. Por último fue a ver a su amigo el vidriero y le pidió todos los fragmentos de vidrio roto que tuviera.

El anciano se llevó el cofre a casa, lo llenó hasta el tope de vidrios rotos, le echó llave y lo puso bajo la mesa de la cocina. Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con los pies.

— ¿Qué hay en ese cofre? preguntaron, mirando bajo la mesa.

— ¡Oh! nada, respondió el anciano, sólo algunas cosillas que he ahorrado.

Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Lo patearon y oyeron un tintineo.

— Debe estar lleno con el oro que ahorró a lo largo de los años -susurraron.

Deliberaron y comprendieron que debían custodiar el tesoro. Decidieron turnarse para vivir con el viejo, y así podrían cuidar también de él. La primera semana el hijo menor se mudó a la casa del padre, y lo cuidó y le

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cocinó. A la semana siguiente lo reemplazó el segundo hijo, y la semana siguiente acudió el mayor. Así siguieron por un tiempo.

Al fin el anciano padre enfermó y falleció. Los hijos le hicieron un bonito funeral, pues sabían que una fortuna los aguardaba bajo la mesa de la cocina, y podían costearse un gasto grande con el viejo. Cuando terminó la ceremonia, buscaron en toda la casa hasta encontrar la llave, y abrieron el cofre. Por cierto, lo encontraron lleno de vidrios rotos.

— ¿Qué triquiñuela infame! -exclamó el hijo mayor-. ¡Qué crueldad hacia sus hijos!

— Pero, ¿qué podía hacer? -preguntó tristemente el segundo hijo-. Seamos francos. De no haber sido por el cofre, lo habríamos descuidado hasta el final de sus días.

— Estoy avergonzado de mí mismo -sollozó el hijo menor-. Obligamos a nuestro padre a rebajarse al engaño, porque no observamos el mandamiento que él nos enseñó cuando éramos pequeños. Pero el hijo mayor volcó el cofre para asegurarse de que no hubiera ningún objeto valioso oculto entre los vidrios. Desparramó los vidrios en el suelo hasta vaciar el cofre.

Los tres hermanos miraron silenciosamente dentro, donde leyeron una inscripción que el padre les había dejado en el fondo: “Honrarás a tu padre y a tu madre”.

William J. Bennet

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El corazón más hermoso. Un día un hombre joven se ubicó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él máculas ni rasguños. Sí, coincidió el gentío que era el corazón más hermoso de todos los conocidos. Admirado, el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar. De pronto, una persona señaló a un anciano y dijo: "¿Porqué dices eso, si tu corazón no es ni aproximadamente lindo comparado con el de ese hombre? Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, estaba cubierto de cicatrices y hasta existían zonas donde partes del corazón habían sido reemplazadas por otras que no encajaban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su contorno. También había lugares con huecos donde faltaban trozos profundos. Entonces todas las personas tuvieron una gran confusión y pensaron ¿cómo puede él decir que ese corazón es más hermoso? El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. -Debes estar bromeando, dijo, compara su corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el suyo es un conjunto de cicatrices y dolor. -Es cierto, dijo el individuo, tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... Alguien más agregó: -¡Ahora entiendo!, escucha, cada cicatriz representa una persona a la cual ese hombre entregó todo su amor. Arrancó porciones de su corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que ha amado. Muchos a su vez, le han obsequiado una parte del suyo, que colocó en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales se alegra, porque al poseerlos vibra con el amor que han compartido. Hubo oportunidades, en las cuales entregó un trozo de su corazón a alguien, pero esa persona no le ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos.

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Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas le producen al haber quedado abiertas, ellas hablan de la capacidad de amar de ese anciano, siempre esperanzado con el regreso de esos seres para que ocupen el vacío que han dejado en su corazón y logren así experimentar también ellos la alegría del Amor. -¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso? El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó una parte de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El hombre senil lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez, arrancó una porción del suyo ya viejo y maltrecho y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el intercambio de amor fluía en su interior.

La riqueza

En aquellos discípulos dijo Hu-Ssong a su tiempo:

Conozco a un hombre que es rico en bienes de fortuna. Dios premió con abundancia de dones su trabajo.

Pero él no es esclavo de su dinero, como muchos, sino su amo y señor. Y en vez de ser su siervo se ha servido de él para hacer el bien a los demás.

- Ese hombre –siguió diciendo a sus discípulos Hu-Ssong-, tiene dictadas ya instrucciones acerca de las ropas con que lo suyos deberán vestirlo para ponerlo en el sepulcro. Ningún bolsillo tendrán esas ropas. “¿Para qué? –dice aquel hombre rico y sabio-, si no me llevaré nada conmigo.

Hu-Ssong calló mientras hacían poso sus palabras en el entendimiento de los escolapios.

Y luego dijo:

- Feliz el hombre quien al final de la vida no le quede sino lo que ha dado a los demás.

A. F. A.

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El destino.

Érase una vez tres árboles pequeños en la cumbre de una montaña que soñaban sobre lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes.

El primer arbolito miro hacia las estrellas y dijo:

- Yo seré el baúl más hermoso del mundo, para poder guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y estar lleno de piedras preciosas.

El segundo arbolito miró un pequeño arroyo dirigiéndose al océano y dijo:

- Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar reyes poderosos sobre mí. Yo seré el barco más importante del mundo.

El tercer arbolito miró hacia el valle que estaba al pie de la montaña y vio a hombres y mujeres trabajando.

- Yo no quiero irme de la cima de la montaña nunca. Quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo me mire, levanten su mirada al cielo y piensen en Dios. Yo seré el árbol más alto del mundo.

Los años pasaron. Llovió, brillo el sol y los pequeños árboles crecieron mucho.

Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña y derribaron los tres árboles.

El primer árbol se emociono cuando el leñador lo llevó a una carpintería, pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimento para animales de granja. Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni lleno de tesoros, sino que fue cubierto con polvo de la cortadora y cubierto de alimento para animales de granja.

El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día. En lugar de eso aquel árbol fuerte fue cortado y convertido a un simple bote de pesca, era demasiado chico y débil para navegar en el océano, mucho menos en un río, y fue llevado a un pequeño lago.

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Pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró al primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento.

- Yo quisiera haberle podido hacer una cuna al bebé, le dijo su esposo a la mujer. La madre le apretó la mano y sonrío, mientras la luz de la estrella alumbraba a la madera suave y fuerte de la cuna.

Y la mujer dijo:

- Este pesebre es hermoso. Y de repente, el primer árbol supo que contenía el tesoro más grande del mundo.

En otro tiempo, una tarde, un viajero cansado y sus amigos subieron a un viejo bote de pesca. El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente hacia adentro del lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta llego al lago, el pequeño árbol se lleno de temor, sabía que no tenía la fuerza suficiente para llevar a todos esos pasajeros a la orilla a salvo con ese viento y lluvia.

El hombre cansado se levantó, y alzando su mano dijo:

- ¡Calma! Y la tormenta se detuvo tan rápido como comenzó. De repente, el segundo árbol supo que en él estaba navegando el Rey del cielo y de la tierra.

Tiempo adelante, un día viernes allá en la mañana, el tercer árbol se extrañó cuando sus tablas fueron tomadas de un almacén de madera olvidado. Se asustó al ser llevado a través de una impresionante multitud de personas enojadas. Se llenó de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Se sintió feo, áspero y cruel.

Pero un domingo en la mañana, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol supo que el amor de Dios había cambiado todo. Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte, y cada vez que la gente pensara en el tercer árbol, ellos pensarían en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol más alto del mundo.

Alguna vez te sentiste deprimido porque no sucedió lo que tu querías, sólo siéntete firme y sé feliz, porque Dios está pensando en algo mejor para darte.

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El elefante.

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí, como a otros que después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, el elefante, hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal, pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia: Si esta amaestrado, ¿Por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí, que por suerte para mí, alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño".

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía. Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su condición y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree que ¡no puede! El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que

Hojas de Vida

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sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.

Jamás, jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez.

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que muchas cosas "no podemos hacer" simplemente, porque alguna vez probamos y no pudimos.

Grabamos en nuestro recuerdo: ¡No puedo, no puedo y nunca podré! Crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber, es ¡intentar de nuevo!, poniendo en el intento todo el corazón.

El error más grande.

El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te equivocas dejando de arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.

No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que por temor a equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.

No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se equivoca la que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.

No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas, se equivoca aquel que por temor a equivocarse se inmoviliza.

No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se equivoca aquel que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en el nido.

Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es buscarse así mismo cada día, sin encontrarse nunca plenamente.

Creo que al final del camino, no te premiarán por lo que encuentres, sino por aquello que hayas buscado honestamente.

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Pedro Arreola Coronel 60

El inventario de las cosas perdidas.

Aquel día lo vi distinto. Tenía la mirada enfocada en lo distante. Casi ausente. Pienso ahora que tal vez presentía que ese era el último día de su vida.

Me aproximé y le dije:

-¡Buen día, abuelo!

Y él extendió su silencio. Me senté junto a su sillón y luego de un misterioso instante, exclamó:

-¡Hoy es día de inventario, hijo!

-¿Inventario?, pregunté sorprendido.

- Sí. ¡El inventario de las cosas perdidas!, me contestó con cierta energía y no sé si con tristeza o alegría.

Y prosiguió:

- Del lugar de donde yo vengo, las montañas quiebran el cielo como monstruosas presencias constantes. Siempre tuve deseos de escalar la más alta. Nunca lo hice, no tuve el tiempo ni la voluntad suficientes para sobreponerme a mi inercia existencial.

Más adelante agregó:

- Recuerdo también a Mara, aquella chica que amé en silencio por cuatro años; hasta que un día se marchó del pueblo, sin yo saberlo.

Luego añadió:

- ¿Sabes algo? También estuve a punto de estudiar ingeniería, pero mis padres no pudieron pagarme los estudios. Además, el trabajo en la carpintería de mi padre no me permitía viajar. ¡Tantas cosas no concluidas, tantos amores no declarados, tantas oportunidades perdidas!

Entonces, su mirada se hundió aún más en el vacío y se humedecieron sus ojos. Y continuó:

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 61

- En los treinta años que estuve casado con Rita, creo que sólo cuatro o cinco veces le dije “Te amo”.

Luego de un breve silencio, regresó de su viaje mental y mirándome a los ojos me dijo:

- Este es mi inventario de cosas perdidas, la revisión de mi vida. A mí ya no me sirve. A ti sí. Te lo dejo como regalo para que puedas hacer tu inventario a tiempo.

Y luego, con cierta alegría en el rostro, continuó con entusiasmo y casi divertido:

- ¿Sabes qué he descubierto en estos días?

- ¿Qué, abuelo?, respondí.

Aguardó unos segundos y no contestó, sólo me interrogó nuevamente:

-¿Cuál es el pecado más grave en la vida de un hombre?

La pregunta me sorprendió y sólo atiné a decir, con inseguridad:

-No lo había pensado. Supongo que matar a otros seres humanos, odiar al prójimo y desearle el mal. ¿Tener malos pensamientos, tal vez?

Su cara reflejaba una negativa. Me miró intensamente, como remarcando el momento y en tono grave y firme me señaló:

- El pecado más grave en la vida de un ser humano es el pecado por omisión. Y lo más doloroso es descubrir las cosas perdidas sin tener tiempo para encontrarlas y recuperarlas.

Al día siguiente, luego del entierro del abuelo, regresé temprano a casa para realizar en forma urgente mi propio inventario de las cosas perdidas.

¿Y tú ya hiciste tu inventario?

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 62

El naufragio.

El único sobreviviente de un naufragio fue visto sobre una pequeña isla inhabitada.

El estaba orando fervientemente, pidiendo a Dios que lo rescatara, y todos los días revisaba el horizonte buscando ayuda, pero esta nunca llegaba.

Cansado, eventualmente empezó a construir una pequeña cabañita para protegerse, y proteger sus pocas posesiones.

Pero entonces un día, después de andar buscando comida, el regresó y encontró la pequeña choza en llamas, el humo subía hacia el cielo.

Lo peor que había pasado, es que todas las cosas las había perdido.

El estaba confundido y enojado con Dios y llorando le decía: “¿Cómo pudiste hacerme esto?

Y se quedó dormido sobre la arena.

Temprano, a la mañana del siguiente día, el escuchó asombrado el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Venían a rescatarlo.

Ya en el barco, les preguntó:

- ¿Cómo sabían que yo estaba aquí?

Y sus rescatadores le contestaron: Vimos las señales de humo que nos hiciste.

Es fácil enojarse cuando las cosas van mal, pero no debemos de perder el control, porque Dios esta trabajando en nuestras vidas, en medio de las penas y el sufrimiento.

Recuerda la próxima vez que tu pequeña choza se queme... Puede ser simplemente una señal de humo que surge de la gracia de Dios.

Por todas las cosas negativas que nos pasan, debemos Decirnos a nosotros mismos, Dios tiene una respuesta positiva a esto.

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El padre bueno y el buen padre.

Padres buenos hay muchos, buenos padres hay pocos. No creo que haya cosa más difícil que ser padre. En cambio no es difícil ser un padre bueno, un corazón blando basta para ser un padre bueno, en cambio la voluntad más fuerte y la cabeza más clara son todavía poco para hacer un buen padre.

El padre bueno quiere sin pensar.

El buen padre piensa para querer.

El buen padre dice que sí cuando es si, y no cuando es no.

El padre bueno sólo sabe decir que si.

El padre bueno hace al niño un pequeño Dios que acaba en un pequeño demonio.

El buen padre no hace ídolos, vive la presencia del único Dios.

El padre bueno encoge la imaginación de su hijo con juguetes de bazar.

El buen padre deja volar la fantasía de su hijo dejándolo crear un aeroplano con dos maderas viejas.

El padre bueno anticipa la voluntad de su hijo ahorrándole esfuerzos y responsabilidades.

El buen padre templa el carácter de su hijo llevándolo por el camino del deber y del trabajo

Y así, el padre bueno llega a la vejez decepcionado y tardíamente arrepentido, mientras que el buen padre crece en años respetado, querido y, a la larga, comprendido.

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El perfume de la maestra. Su nombre era Mrs. Thompson. Mientras estuvo al frente del 5º grado, el primer día de clase lo iniciaba diciendo a los niños una mentira. Como la mayor parte de los profesores, ella miraba a sus alumnos y les decía que a todos los quería por igual. Pero eso no era posible, porque ahí en la primera fila, desparramado sobre su asiento, estaba un niño llamado Teddy Stoddard. Ella desde el año pasado había observado a Teddy, notando que él no jugaba muy bien con otros niños, su ropa estaba muy descuidada y constantemente necesitaba un buen baño, por lo que comenzaba a ser un tanto desagradable. Llegó el día en que ella disfrutaba tachar los trabajos de Teddy con un plumón rojo, con una gran X y un cero muy llamativo en la parte superior de sus tareas. En la escuela donde Mrs. Thompson enseñaba, tenía que revisar el historial de cada niño y había dejado el expediente de Teddy para el final. Cuando al fin lo revisó, se llevó una gran sorpresa. La profesora de primer año escribió: "Teddy es un niño muy brillante, con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de una manera limpia y tiene muy buenos modales; es un placer tenerlo cerca". Su profesora de segundo escribió: "Teddy es un excelente estudiante, se lleva muy bien con sus compañeros, pero se nota preocupado porque su madre tiene una enfermedad incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil". La profesora de tercero escribió: "Su madre ha muerto, ha sido muy duro para él. Él trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padre no muestra mucho interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si no se toman ciertas medidas". Su profesora de cuarto escribió: "Teddy se encuentra atrasado con respecto a sus compañeros y no muestra mucho interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones duerme en clase". Ahora Mrs. Thompson se había dado cuenta del problema y estaba apenada con ella misma. Comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos le llevaron sus regalos de Navidad, envueltos con preciosos moños y papel

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brillante, excepto Teddy. Su regalo estaba mal envuelto con un papel amarillento que él había tomado de una bolsa de papel. A ella le dio pánico abrir ese regalo en medio de los otros presentes. Algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró un viejo brazalete y un frasco de perfume con sólo un cuarto de su contenido. Ella detuvo las burlas al exclamar lo precioso que era el brazalete, mientras se lo probaba y se colocaba un poco del perfume en su muñeca. Teddy Stoddard se quedó ese día al final de la clase el tiempo suficiente para decir: "Mrs. Thompson, el día de hoy usted huele como solía oler mi mamá". Después de que el niño se fue, ella lloró por lo menos una hora. Desde ese día, ella dejó de enseñarles a los niños aritmética, a leer y a escribir. En lugar de eso, comenzó a educarlos y puso atención especial en Teddy. Conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo apoyaba, respondía más rápido. Para el final del ciclo escolar, Teddy se había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase y a pesar de su mentira, de que quería a todos sus alumnos por igual, Teddy se convirtió en uno de los consentidos de la maestra. Un año después, ella encontró una nota debajo de su puerta, era de Teddy, diciéndole que ella había sido la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Seis años después por las mismas fechas, recibió otra nota de Teddy; ahora escribía diciéndole que había terminado la preparatoria siendo el tercero de su clase y ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Cuatro años después, recibió otra carta que decía que a pesar de que en ocasiones las cosas fueron muy duras, se mantuvo en la escuela y pronto se graduaría con los más altos honores. Él le reiteró a Mrs. Thompson que seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida y su favorita. Cuatro años después recibió otra carta. En esta ocasión le explicaba que después de que concluyó su carrera, decidió viajar un poco. La carta le explicaba que ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido y su favorita, pero ahora su nombre se había alargado un poco, la carta estaba firmada por Dr. Theodore F. Stoddard, M.D. (Master’s Degree: con estudios del más alto nivel académico).

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La historia no termina aquí, existe una carta más que leer. Teddy ahora decía que había conocido a una chica con la cual iba a casarse. Explicaba que su padre había muerto hacía un par de años y le preguntaba a ella si le gustaría ocupar en su boda el lugar que usualmente es reservado para la madre del novio. Por supuesto Mrs. Thompson aceptó y adivinen: ella llegó usando el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Teddy recordaba que usó su madre la última Navidad que pasaron juntos. Se dieron un gran abrazo y el Dr. Stoddard le susurró al oído, "Gracias Mrs. Thompson por creer en mí. Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer la diferencia". Mrs. Thompson, con lágrimas en los ojos, tomó aire y dijo: "Teddy, te equivocas, tu fuiste el que me enseñó a mí que yo puedo hacer la diferencia. No sabía cómo educar hasta que te conocí".

¡Un Fuerte Abrazo! Carlos Deutsch!

Cosas de importancia

Una vez un niño perdió una pelota. Llorando fue con su padre, y él le dijo: -Debes llorar sólo por cosas importantes. Otra vez un rey perdió un trono. Llorando pidió a Dios que lo ayudara a recuperarlo. Y Dios le respondió: - Ahora no puedo, tengo cosas más importantes que hacer. Debo ayudar a un niño a encontrar su pelota.

A. F. A.

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El pescador. Un banquero de inversión, americano, estaba en el muelle de un pueblito costero mexicano cuando llegó un botecito con un solo pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano elogió al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo le había tomado pescarlos. El mexicano respondió “que sólo un poco tiempo”. El americano luego le preguntó que “¿por qué no permanecía más tiempo y sacaba mas pescado?”. El mexicano dijo que “el tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia”. El americano luego preguntó: "Pero, ¿qué hace usted con el resto de su tiempo?" El pescador mexicano dijo, "duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi señora, María; caigo todas las noches al pueblo donde tomo vino y toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida rica, tranquila y ocupada." El americano replicó, "Soy un MBA (Especialista en Invesiones) de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande; con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes; ocasionalmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador; eventualmente abrirías tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este pobre pueblo e irte a Ciudad de México, luego a Los Angeles y casualmente a Nueva York, donde manejarías tu empresa en expansión". El pescador mexicano preguntó: - Pero, ¿cuánto tiempo tarda todo eso? A lo cual respondió el americano - Entre 15 y 20 años. - ¿Y luego qué?, preguntó de nuevo el mexicano.

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El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte. - Cuando llegue la hora deberías anunciar un IPO (Oferta inicial de acciones en la Bolsa de Valores) y vender las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico, tendrás millones. - ¡Millones!, repitió el pescador. ¿Y luego qué?, insistió. Dijo el americano: - Luego te puedes retirar. Te mueves a un pueblito en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta con tu mujer, caer todas las noches al pueblo donde tomas vino y tocas guitarra con tus amigos". El mexicano respondió: - ¿Acaso no eso lo que tengo ya? ¡Cuántas vidas desperdiciadas! buscando lograr una felicidad que ya se tiene, pero que muchas veces no vemos. La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos y no sentirnos tristes por aquello que no tenemos.

La fórmula.

El padre Soárez platicaba con el Cristo de su capilla. -Señor –le dijo-, creo que he encontrado por fin la fórmula para que un hombre pueda ser feliz y pueda hacer felices a los demás. -Importante descubrimiento –le manifestó el Señor- ¿Puedes recitarme la fórmula? -Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo; ten fe, esperanza y caridad; practica la caridad, la paciencia, la templanza, la diligencia, la castidad, la largueza y la humildad; pon en ejercicio los dones del Espíritu y cumple con puntualidad tus devociones. ¿Qué parece, Señor, esa fórmula? Demasiadas palabras, padre Soárez -comentó el Señor, sobran todas, menos la primera.

A. F. A.

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El peso del rencor. El tema del día era “El resentimiento” y el maestro nos había pedido que lleváramos papas y una bolsa de plástico. Ya en clase elegimos una papa por cada persona a la que guardábamos resentimiento. Escribimos su nombre en ella y la pusimos dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana lleváramos con nosotros a todos lados esa bolsa de papas. Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo. El fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento me mostró claramente el peso espiritual que cargaba a diario y cómo, mientras ponía mi atención en ella para no olvidarla en ningún lado, desatendía cosas que eran más importantes para mí. Todos tenemos papas pudriéndose en nuestra "mochila" sentimental. Este ejercicio fue una gran metáfora del precio que pagaba a diario por mantener el resentimiento por algo que ya había pasado y no podía cambiarse. Me di cuenta que cuando hacia importantes los temas incompletos o las promesas no cumplidas, me llenaba de resentimiento, aumentaba mi estrés, no dormía bien y mi atención se dispersaba. Perdonar y dejarlas ir me llenó de paz y calma, alimentando mi espíritu. La falta de perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que finalmente nos termina envenenando. Muchas veces pensamos que el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los únicos beneficiados somos nosotros mismos. El perdón es una expresión de amor. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo. El perdón se basa en la aceptación de lo que pasó. La falta de perdón te ata a las personas con el resentimiento. Te tiene encadenado. La falta de perdón es el veneno más destructivo para el espíritu ya que neutraliza los recursos emocionales que tienes. El perdón es una declaración que puedes y debes renovar a diario.

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Muchas veces la persona más importante a la que tienes que perdonar es a ti mismo por todas las cosas que no fueron de la manera que pensabas. "La Declaración del Perdón es la clave para liberarte". ¿Con qué personas estás resentido?, ¿A quiénes no puedes perdonar?, ¿Tú eres infalible y por eso no puedes perdonar los errores ajenos? Perdona para que puedas ser perdonado, recuerda que con la vara que mides, serás medido...

El valor de una sonrisa.

No cuesta nada, pero crea mucho. Enriquece a quienes reciben, sin empobrecer a quienes dan. Ocurre en un abrir y cerrar de ojos, y su recuerdo dura a veces para siempre. Nadie es tan rico que pueda pasarse sin ella, y nadie tan pobre que no pueda enriquecerse por sus beneficios. Crea la felicidad en el hogar, alienta la buena voluntad en los negocios y es la contraseña de los amigos. Es descanso para los fatigados, luz para los decepcionados, sol para los tristes, y el mejor antídoto contra las preocupaciones. Pero no puede ser comprada, pedida, prestada o robada, porque es algo que no rinde beneficio a nadie, a menos que sea brindada, espontánea y gratuitamente. Y si en la extraordinaria afluencia del último momento alguien está demasiado cansado para brindarle una sonrisa, ¿Podemos pedirle en cambio que nos deje usted una sonrisa suya? Porque nadie necesita tanto una sonrisa como aquel a quien no le queda ninguna que dar.

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El Principito

Capítulo XXI Apareció entonces el zorro; -Buenos días -saludó el zorro. -Buenos días -contestó amablemente el principito que al darse vuelta en dirección a la voz no vio a nadie. -Si me buscas, aquí estoy -aclaró el zorro- debajo del manzano... -Pero..., ¿quién eres tú? -preguntó el principito- Eres muy hermoso... -Soy un zorro -dijo el zorro. -Acércate..., ven a jugar conmigo -propuso el principito- ¡Estoy tan triste!... -¿Jugar contigo? No..., no puedo -dijo el zorro- Aún no estoy domesticado. -¡Ah! Perdón -se excusó el principito. Interrogó, luego de meditar un instante: -¿Has dicho "domesticar"? ¿Qué significa "domesticar"? -Tú no eres de aquí -afirmó el zorro- Puedes decirme ¿qué es lo que buscas? -Busco a los hombres -respondió el principito- Dime, ¿qué significa "domesticar"? -Los hombres -intentó explicar el zorro- poseen fusiles y cazan. Eso es bien molesto. Crían también gallinas; es su único interés. ¿Tú buscas gallinas, verdad? -No -dijo el principito- Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -¡Ah!..., es una cosa muy olvidada -respondió el zorro- Significa "crear lazos". -¿Crear lazos? -preguntó el principito. -Así es -confirmó el zorro- Tú para mí, no eres más que un jovencito semejante a cien mil muchachitos. Además, no te necesito. Tampoco tú a

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mí. No soy para ti más que un zorro parecido a cien mil zorros. En cambio, si me domesticas..., sentiremos necesidad uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo... -Creo que empiezo a entender -dijo el principito- Hay una flor... Creo que me ha domesticado. -Es probable -contestó el zorro- En este planeta, en la Tierra, ¡pueden ocurrir todo tipo de cosas...! -¡Oh! No es en la Tierra -se apresuró a decir el principito. El zorro se quedó no menos que intrigado. -¿Acaso en otro planeta? -Sí. -Puedes decirme si hay cazadores en ese planeta? -¡Oh, no! No los hay. -Me está resultando muy interesante, ¿Hay gallinas? -No. -No existe nada que sea perfecto -dijo el zorro suspirando. Luego prosiguió: -Mi vida es algo aburrida. Cazo gallinas y los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen como también los hombres se parecen entre sí. Francamente me aburro un poco. Estoy seguro que..., si me domesticas mi vida se verá envuelta por un gran sol. Podré conocer un ruido de pasos que será bien diferente a todos los demás. Los otros pasos, me hacen correr y esconder bajo la tierra. Pero el tuyo sin embargo, me llamará fuera de la madriguera, como una música. ¡Mira! ¿Puedes ver allá a lo lejos los campos de trigo? Yo no como pan, por lo que para mí el trigo es inútil. Los campos de trigo nada me recuerdan. ¡Es triste! Pero tú tienes cabellos de color oro. Cuando me hayas por fin domesticado, el trigo dorado me recordará a ti. Y amaré el sonido del viento en el trigo... El zorro en silencio, miró por un gran rato al principito.

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-Por favor... ¡domestícame! -suplicó. -Lo haría, pero... no dispongo de mucho tiempo -contestó el principito. Quisiera encontrar amigos y conocer muchas cosas. -¿Sabes...? Sólo se conocen las cosas que se domestican -afirmó el zorro. Los hombres carecen ya de tiempo. Compran a los mercaderes cosas ya hechas. Y... como no existen mercaderes de amigos, es muy simple, los hombres ya no tienen amigos. Si realmente deseas un amigo, ¡domestícame! -Y... ¿qué es lo que debo hacer? -preguntó el principito. -Debes tener suficiente paciencia -respondió el zorro- En un principio, te sentarás a cierta distancia, algo lejos de mi sobre la hierba. Yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. La palabra suele ser fuente de malentendidos. Cada día podrás sentarte un poco más cerca. Al otro día el principito volvió: -Lo mejor es venir siempre a la misma hora -dijo el zorro- Si sé que vienes a las cuatro de la tarde, comenzaré a estar feliz desde las tres. A medida que se acerque la hora más feliz me sentiré. A las cuatro estaré agitado e inquieto; ¡comenzaré a descubrir el precio de la felicidad! En cambio, si vienes a distintas horas, no sabré nunca en qué momento preparar mi corazón... Los ritos son necesarios. -¿Qué son los ritos? -preguntó el principito. -Se trata también de algo bastante olvidado -contestó el zorro- Es aquello que hace que un día se diferencie de los demás, una hora de las otras horas. Te daré un ejemplo. Entre los cazadores hay un rito. Todos los jueves bailan con las jóvenes del pueblo. Para mí el jueves es un maravilloso día, ya que paseo hasta la viña. Si los cazadores no tuvieran un día fijo para su baile, todos los días serían iguales y yo no tendría vacaciones. Fue así como el principito domesticó al zorro. Pero al acercarse la hora de la partida: -¡Ah!-dijo el zorro- Voy a llorar. -No es mi culpa -repuso el principito- Tú quisiste que te domesticara, no fue mi intención hacerte daño...

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-Sí, yo quise que me domesticaras -dijo el zorro. -Pero… ¿dices que llorarás? -Sí -confirmó el zorro. -¿Ganas algo entonces? -preguntó el principito. -Gano -aseguró el zorro- por el color del trigo. Luego sugirió al principito: -Vuelve y observa una vez más el jardín de rosas. Ahora comprenderás que tu rosa es única en el mundo. Cuando vuelvas para decirme adiós, yo te regalaré un secreto. Se dirigió el principito nuevamente a la rosas: -En absoluto os parecéis a mi rosa. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Así era mi zorro antes, semejante a cien mil otros. Al hacerlo mi amigo, ahora es único en el mundo. Las rosas se mostraron ciertamente molestas. -Sois bellas, pero aún estáis vacías -agregó todavía- Nadie puede morir por vosotras. Es probable que una persona común crea que mi rosa se os parece. Ella siendo sólo una, es sin duda más importante que todas vosotras, pues es ella la rosa a quien he regado, a quien he puesto bajo un globo; es la rosa que abrigué con el biombo. Ella es la rosa cuyas orugas maté (excepto unas pocas que se hicieron mariposas). Ella es a quien escuché quejarse, alabarse y aún algunas veces, callarse. Ella es mi rosa... Regresó hacia donde estaba el zorro: -¡Adiós! -dijo. -¡Adiós! -dijo el zorro- Mi secreto es muy simple: no se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos. -¡Lo esencial es invisible a los ojos! -repitió el principito a fin de acordarse. -El tiempo que dedicaste por tu rosa, es lo que hace que ella sea tan importante para ti.

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-El tiempo que dediqué por mi rosa... -repitió el principito para no olvidar. -Los hombres ya no recuerdan esta verdad -dijo el zorro- En cambio tú, por favor... no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa... -Soy responsable de mi rosa... -dijo en voz alta el principito a fin de recordar...

Antoine de Saint-Exúpery

Arriesgarse a vivir.

Reír, es arriesgarse a parecer un tonto.

Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental.

Hacer algo por alguien, es arriesgarse a involucrarse.

Expresar sentimientos, es arriesgarse a mostrar tu verdadero yo.

Exponer tus ideas y tus sueños, es arriesgarse a perderlos.

Amar, es arriesgarse a no ser correspondido.

Vivir, es arriesgarse a morir.

Esperar, es arriesgarse a la desesperanza.

Lanzarte, es arriesgarse a fallar.

Pero los riesgos deber ser tomados,

porque el peligro más grande en la vida, es no arriesgar nada.

La persona que no arriesga, no hace, ni tiene nada.

Se pueden evitar sufrimientos y preocupaciones, pero simplemente no puede aprender, sentir, cambiar, crecer, amar y vivir.

Sólo una persona que se arriesga es libre.

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El ruido de la carroza. Cierta mañana, mi padre me invitó a dar un paseo por el bosque y acepté con placer. Él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: - Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: - Estoy escuchando el ruido de una carroza. Eso es -dijo mi padre-. Es una carroza vacía. Le pregunté a mi padre: - ¿Cómo sabes que es una carroza vacía, si aún no la vemos? Entonces mi padre respondió: - Es muy fácil saber cuando una carroza esta vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carroza, mayor es el ruido que hace. Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todo el mundo, inoportuna, presumiendo de lo que tiene, y lo más seguro es que no tiene nada; de sentirse prepotente y haciendo menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: - "Cuanto más vacía la carroza, mayor es el ruido que hace".

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El sol.

Apenas podía caminar, sus viejas piernas ya no le respondían y tenía que ayudarse con dos bastones. Cubría su rostro con una bufanda y sobre su cabeza una gorra azul le protegía del frío invernal. Se movía lentamente, con paso inseguro. Un joven casi le hizo caer, las prisas del mundo moderno ya no respetan los años. Cuando por fin llegó a la plazoleta, fue saludando a cada uno de sus amigos.

Se solían reunir en las horas en que el sol lucía entre las nubes para dar un toque de color al grisáceo invierno.

- “Ya quedamos menos” –pensó – “cada invierno se lleva a dos o tres de nosotros”.

Una vez que todos habían llegado, empezaban las luchas para ver quién tenía más achaques, a quién le duraban más los resfriados, la gripe o sus males. No había persona que tuviera más que él, sus dolores eran ya crónicos. Sólo era superado por los que yacían en el cementerio, pero esos ya no sufrirían más.

Año tras año acudía a su cita diaria con el sol y con sus amigos. Aunque unos se fueran, siempre venían otros, pero él siempre estaba allí.

- “El día que me falte el sol, no vendré” – repetía siempre.

- “El sol me recuerda a mi difunta esposa, siempre radiante aún en los peores momentos”.

Una mañana, el sol brillaba con inusitada fuerza para la época del año, el viento había dejado de soplar, el frío se había ido. Aprovechó la ocasión que la brindaba el buen tiempo y salió a dar un paseo, quizás se acercaría a la plaza a ver si sus amigos también habían respondido la llamada del astro rey.

Tras pasear por las calles cercanas a su casa, por fin, se dirigió a la plaza. Al llegar se quedó petrificado, ahí estaban todos sus amigos hablando y riendo, pero eran sus amigos fallecidos. Estaba Don Julián que fue maestro de la escuela del pueblo; Don Ramón, el carnicero de toda la vida; Doña María, sin duda la más alcahueta de todo el lugar; Don Francisco, el párroco que murió de aquella gripe que hubo a finales de los 70; Doña

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Dolores, la que tenía esa tienda con aquellos precios tan “obesos” y por último también estaba Margarita, su mujer.

Ella le miró, y le obsequió una de esas sonrisas suyas que le cautivaron de joven y que fue lo último que vio de su dulce mujer antes de morir.

Tiró los bastones a un lado, podía caminar sin su ayuda, y corrió hacia ella. La abrazó, la levantó en volandas, igual que aquella vez en viaje de novios en Barcelona, y la besó. La besó como hace 40 años lo hizo el día de su boda, la besó como siempre había hecho; con amor.

Y allí, todos sus amigos empezaron a hablar de sus vivencias de sus idas y venidas, de sus vidas que eran la de cada uno de ellos y la de todos a la vez.

Y ahora que están todos, por fin, pueden disfrutar de ese día maravilloso, ese día donde brilla el sol eternamente.

JL

¿A cuál de tus hijos quieres más?

Preguntó dios a una madre: - ¿A cuál de tus hijos quieres más? Y respondió ella: - Señor, al ausente, hasta que vuelva; al enfermo, hasta que sane; al triste, hasta que esté de nuevo alegre; al preso, hasta que recobre su libertad; al que sufre, hasta que se sienta consolado; al malo, hasta que otra vez sea bueno; al que le falta todo, hasta que no le falte nada ya; al descarriado, hasta que retome el buen camino; al que está solo, hasta que no padezca ya su soledad. Conmovido dijo entonces Dios: - No sé por qué dudan algunos de que hay un Dios en el cielo, si hay tantas madres como tú en la tierra.

A. F. A.

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El valor de la ayuda. Casi no la había visto. Era una señora anciana con el auto varado en el camino. El día estaba frió, lluvioso y gris. Juan se pudo dar cuenta que la anciana necesitaba ayuda. Estacionó su viejo automóvil delante del auto de lujo de la anciana, aún estaba tosiendo cuando se le acercó. Aunque con una sonrisa nerviosa en el rostro, se dio cuenta que la anciana estaba preocupada. Nadie se había detenido desde hacía más de una hora, cuando se detuvo en aquella transitada carretera. Realmente, para la anciana, ese hombre que se aproximaba no tenía muy buen aspecto, podría tratarse de un delincuente. Más no había nada por hacer, estaba a su merced. Se veía pobre y hambriento. Juan pudo percibir cómo se sentía. Su rostro reflejaba cierto temor. Así que se adelantó a tomar la iniciativa en el diálogo: - Aquí vengo para ayudarla señora, entre a su vehículo que allí estará protegida del clima. Mi nombre es Juan. Gracias a Dios sólo se trataba de un neumático bajo, pero para la anciana se trataba de una situación difícil. Juan se metió bajo el carro buscando un lugar donde poner el "gato" y en la maniobra se lastimó varias veces los nudillos. Estaba apretando las últimas tuercas, cuando la señora bajó la ventana y comenzó a platicar con él. Le contó de donde venía; que tan sólo estaba de paso por allí, y que no sabía como agradecerle. Juan sonreía mientras cerraba el baúl del coche guardando las herramientas. Le preguntó cuanto le debía, pues cualquier suma sería correcta dadas las circunstancias, pues pensaba las cosas terribles que le hubiese pasado de no haber contado con la gentileza de Juan. Él no había pensado en dinero. Esto no se trataba de ningún trabajo para él. Ayudar a alguien en necesidad era la mejor forma de pagar por las veces que a él, a su vez, lo habían ayudado cuando se encontraba en situaciones similares. Juan estaba acostumbrado a vivir así.

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Le dijo a la anciana que si quería pagarle, la mejor forma de hacerlo sería que la próxima vez que viera a alguien en necesidad, y estuviera a su alcance el poder asistirla, lo hiciera de manera desinteresada; por lo que entonces... - "tan sólo piense en mí"-, agregó despidiéndose. Juan esperó hasta que al auto se fue. Había sido un día frío, gris y depresivo, pero se sintió bien en terminarlo de esa forma, estas eran las cosas que más satisfacción le traían. Entró en su coche y se fue. Unos kilómetros más adelante la señora divisó una pequeña cafetería. Pensó que sería muy bueno quitarse el frío con una taza de café caliente antes de continuar el último tramo de su viaje. Se trataba de un pequeño lugar un poco desvencijado. Por fuera había dos bombas viejas de gasolina que no se habían usado por años. Al entrar se fijó en la escena del interior. La caja registradora se parecía a aquellas de cuerda que había usado en su juventud. Una cortés camarera se le acercó y le extendió una toalla de papel para que se secara el cabello, mojado por la lluvia. Tenía un rostro agradable con una hermosa sonrisa. Aquel tipo de sonrisa que no se borra aunque estuviera muchas horas de pie. La anciana notó que la camarera estaría de ocho meses de dulce espera, y sin embargo esto no le hacía cambiar su simpática actitud. Pensó en cómo gente que tiene tan poco pueda ser tan generosa con los extraños. Entonces se acordó de Juan. Luego de terminar su café caliente y su comida, le pagó a la camarera el precio de la cuenta con un billete de cien dólares; cuando la muchacha regresó con el cambio, constató que la señora se había ido. Pretendió alcanzarla, al correr hacia la puerta vio en la mesa algo escrito en una servilleta de papel al lado de 4 billetes más de cien dólares. Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando leyó la nota: "No me debes nada, yo estuve una vez donde tú estás. Alguien me ayudó como hoy te estoy ayudando a ti. Si quieres pagarme, esto es lo que puedes hacer: no dejes de asistir y dar bendición a otros, como hoy lo hago contigo. Continúa dando de tu amor y no permitas que esta cadena de bendiciones se rompa. Aunque había mesas que limpiar y azucareras que llenar, aquél día se le fue volando.

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Esa noche, ya en su casa, mientras la camarera entraba sigilosamente en su cama, para no despertar a su agotado esposo que debía levantarse muy temprano, pensó en lo que la anciana había hecho con ella. ¿Cómo sabría ella las necesidades que tenían, los problemas económicos que estaban pasando, máxime ahora con la llegada del bebé? Era consciente de cuan preocupado estaba su esposo por todo esto. Acercándose suavemente hacia él, para no despertarlo, mientras lo besaba tiernamente, le susurró al oído: - No te preocupes más, todo va a estar bien, te amo Juan.

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Empleo vacante.

Se solicita Ama de Casa: Para el puesto se requiere de la solicitante afortunada, que realice y coordine las siguientes funciones: acompañante, consejera, directora, administradora, agente de compras, maestra, enfermera, cocinera, nutricionista, decoradora, limpiadora, chofer, supervisora del cuidado de los niños, trabajadora social, psicóloga y organizadora de recreaciones.

Requisitos: La solicitante debe tener una motivación ilimitada y el más fuerte sentido de responsabilidad si quiere tener éxito en este trabajo.

Debe ser independiente y con iniciativa, capaz de trabajar aisladamente y sin supervisión. Ser eficiente en el manejo de personas de todas las edades y apta para trabajar en condiciones de estrés durante largos períodos, si fuera necesario.

También debe contar con la flexibilidad suficiente para hacer un gran número de tareas conflictivas al mismo tiempo, sin cansarse y con la adaptabilidad para manejarse sin problemas en los distintos cambios del desarrollo de la vida del grupo, incluyendo emergencias y crisis serias.

Debe ser capaz de comunicarse acerca de un sinnúmero, de asuntos con gente de todo tipo, incluyendo: burócratas, maestros de escuela, médicos, dentistas, trabajadores, albañiles, niños, adolescentes.

Ser competente en los oficios antes mencionados. Sana, creativa y extrovertida para alentar y ayudar al desarrollo físico y social de los miembros del grupo.

Tener imaginación, sensibilidad, calor, amor y comprensión, ya que será, la responsable del bienestar mental y emocional del grupo mencionado.

Hora de trabajo: Todo el tiempo en que permanezca despierta, así como turnos de veinticuatro horas cuando sea necesario.

Remuneración: Ningún salario o sueldo. El gasto será negociado de vez en cuando. Se le puede requerir a la solicitante afortunada que consiga un segundo trabajo además del que se anuncia ahora, para ayudar al sostenimiento del grupo.

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Beneficios: Ninguna vacación garantizada, ni siquiera por enfermedad, maternidad o largo servicio. Ningún seguro de vida o por accidentes. Tampoco se ofrece compensación alguna para la solicitante contratada.

Sólo una madre con su infinito amor, tomaría el empleo, pues sólo ella puede pasar por todo con tal de que su familia se encuentre bien.

Con toda mi admiración y cariño para cada una de ustedes que tiene la fortuna de ser madre, gracias por todo el cariño depositado en sus hijos. Mi felicitación para cada uno de ustedes (hijos) que aún cuentan con la dicha de tenerla a su lado. Cuídenla muchísimo, pues es el regalo más hermoso que nos ha dado Dios. A aquellos que su mamá está en cielo, sólo quiero recordarles que tienen el mejor ángel de la guarda que siempre los acompaña.

De niño a hombre.

El bien o el mal del hombre maduro, tiene una relación muy estrecha con la vida infantil que lo formó.

¡Sobre el niño recaerán todos nuestros errores y él recogerá los frutos!

Moriremos, pero nuestros hijos sufrirán las consecuencias del mal que habrá deformado su alma para siempre.

El ciclo es continuo y no puede interrumpirse.

Tocar al niño es tocar el punto más sensible de un todo que tiene sus raíces en el pasado más remoto y se dirige hacia el infinito del porvenir.

Tocar al niño es tocar el punto más delicado y vital donde todo puede decidirse y renovarse, donde todo está lleno de vida, donde se hallan encerrados los secretos del alma, porque allí se elabora la educación del hombre.

María Montessori.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 84

Entrevista con Dios.

Con mi título de periodista recién obtenido, decidí realizar una gran entrevista, y mi deseo fue concedido permitiéndoseme una reunión con Dios. -Pasa, me dijo Dios, así que quieres entrevistarme… -Bueno, le contesté, si tienes tiempo... Se sonríe por entre la barba y dice: -Mi tiempo se llama eternidad y alcanza para todo; ¿Qué preguntas quieres hacerme? -Ninguna nueva, ni difícil para ti: ¿Qué es lo que más te sorprende de los hombres? Él dijo:

“Que se aburren de ser niños, apurados por crecer, y luego suspiran por regresar a ser niños.

Que primero pierden la salud para tener dinero y en seguida pierden el dinero para recuperar la salud.

Que por pensar ansiosamente en el futuro descuidan su hora actual, por lo que ni viven el presente ni el futuro.

Que viven como si no fueran a morirse y se mueren como si no hubieran vivido, y pensar que yo...”

Con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada deja de hablar.

Sus manos toman fuertemente las mías y seguimos en silencio. Después de un largo tiempo y para cortar el clima, le dije:

-¿Me dejas hacerte otra pregunta?

No me respondió con palabras, sino sólo con su tierna mirada.

-¿Cómo padre, qué le pedirías a tus hijos?

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 85

“Que aprendan que no pueden hacer que alguien los ame. Lo que sí pueden hacer es dejarse amar.

Que aprendan que toma años construir la confianza y sólo segundos para destruirla.

Que lo más valioso no es lo que tienen en sus vidas, sino a quien tienen en sus vidas.

Que aprendan que no es bueno compararse con los demás, pues siempre habrá alguien mejor o peor que ellos.

Que "rico" no es el que más tiene, sino el que menos necesita.

Que aprendan que deben controlar sus actitudes o sus actitudes los controlarán.

Que bastan unos pocos segundos para producir heridas profundas en las personas que amamos y que pueden tardar muchos años en ser sanadas.

Que aprendan que perdonar se aprende practicando. Que hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no sabe cómo demostrarlo.

Que aprendan que el dinero lo compra todo, menos la felicidad.

Que a veces cuando están molestos tienen derecho a estarlo, pero eso no les da derecho a molestar a los que los rodean.

Que los grandes sueños no requieren de grandes alas, sino de un tren de aterrizaje para lograrlos.

Que los amigos de verdad son tan escasos que quien ha encontrado uno, ha encontrado un verdadero tesoro.

Que no siempre es suficiente ser perdonado por otros, algunas veces, uno debe perdonarse a sí mismo.

Que aprendan que son dueños de lo que callan y esclavos de lo que dicen. Que de lo que siembran cosechan; si siembran chismes, cosecharán intrigas; si siembran amor, cosecharán felicidad.

Que aprendan que la verdadera felicidad no es lograr sus metas, sino aprender a ser feliz con lo que tienen.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 86

Que aprendan que la felicidad no es cuestión de suerte, sino producto de sus decisiones. Ellos deciden ser felices con lo que son y tienen, o morir de envidia y celos por lo que les falta y carecen.

Que aprendan que dos personas pueden mirar una misma cosa y ver algo totalmente diferente.

Que sin importar las consecuencias, aquéllos que son honestos consigo mismos llegan lejos en la vida.

Que a pesar de que piensen que no tienen nada más que dar, cuando un amigo llora con ellos, encuentran la fortaleza para vencer sus dolores.

Que retener a la fuerza a las personas que aman, la aleja más rápidamente de ellos y el dejarlas ir, las deja para siempre al lado de ellos.

Que a pesar de que la palabra "amor" pueda tener muchos significados distintos, pierde valor cuando es usada en exceso.

Que aprendan que amar y querer no son sinónimos sino antónimos, el querer lo exige todo, el amar lo entrega todo.

Que nunca harán nada tan grande para que yo los ame más, ni nada tan malo para que los ame menos. Simplemente los amo, a pesar de sus conductas.

Que aprendan que la distancia más lejana que están de mí, es la distancia de una simple oración…”

Y así, en un encuentro profundo, tomados de las manos, continuamos en silencio…

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 87

¿Eres una razón, una estación o toda una vida? Pon atención a lo que vas a leer. Después de leerlo sabrás la razón por la que te es presentado. Algunas personas llegan a tú vida por una razón, por una estación, o bien, por toda una vida. Cuando tú sepas qué es cada persona, sabrás qué hacer con cada uno de ellos. Cuando alguien llega a tú vida por una "razón", es para llenar una necesidad que has expresado. Viene a asistirte en alguna dificultad, a brindarte apoyo y orientación, a ayudarte físicamente, emocionalmente o espiritualmente. Puede parecer como caída del cielo, y lo es, pues está ahí por la razón por la que la necesitas. Después, sin mayor problema, o inconvenientes hace o dice algo con lo que la relación llega a su fin. En ocasiones muere, en ocasiones desaparece de tú vida, en ocasiones te empuja a dejarla. Lo que debemos saber es que esa necesidad que teníamos ya no esta ahí. Nuestros deseos fueron cumplidos y el trabajo terminado. Tus peticiones han sido respondidas y es tiempo de seguir adelante. Cuando la persona llega a tú vida por una "estación", es tu oportunidad y tiempo de compartir, crecer o aprender. Te trae una experiencia o te hace reír. Te puede enseñar algo que nunca has visto o hecho. Usualmente te trae una gran cantidad de alegría o por qué no, de tristeza. ¡Créelo! ¡Es real! Pero, es sólo por una estación. Cuando llega a ti por siempre, te enseña lecciones para toda la vida, te ayuda a aprender, a construir emociones con fundamentos sólidos. Tu tarea es aceptar la lección, amar a la persona, y utilizar lo que aprendes en tus demás relaciones y áreas de tú vida. Entonces, dime: ¿Eres una razón, una estación o alguien para toda la vida?

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 88

Estrellas y cometas.

Hay personas "estrellas". Hay personas "cometas"

Los cometas pasan. Apenas son recordados por las fechas en que pasaron y en las que quizás vuelvan a pasar. Pero las estrellas permanecen para siempre.

Hay mucha gente cometa. Pasan por nuestra vida apenas por instantes; no cautivan a nadie, y nadie los cautiva a ellos. Gente sin amigos. Que pasan por la vida sin iluminar, sin calentar, sin marcar presencia. Así son muchos artistas. Brillan apenas por unos instantes en los escenarios de la vida. Y con la misma rapidez con que aparecieron, desaparecen.

Así son muchos reyes y reinas: de naciones, de clubes deportivos o concursos de belleza. Así mismo son hombres y mujeres que se quieren y se dejan con la mayor facilidad.

Así también son algunas personas que viviendo en una misma familia pasan sin presencia, sin existir, sin dar ni dejar nada de sí mismos.

Lo importante es ser estrella. Ser luz, calor, vida.

Los amigos son estrellas. Los años pueden pasar, haber distancias, pero en nuestros corazones dejan sus marcas. Ser cometa no es ser amigo.

Es ser un compañero por instantes. Explotar sentimientos. Aprovecharse de las personas y de las situaciones. Es hacer creer y hacer dudar al mismo tiempo y al final... la soledad es el resultado de una vida cometa. Nadie permanece. Todos pasan. Y nosotros también pasamos por la vida de otros.

Es necesario crear un mundo de estrellas. Verlas y sentirlas. Poder contar con ellas todos los días, ver su luz y sentir su calor. Así son los verdaderos amigos. Estrellas en nuestras vidas. Se puede contar con ellos. Ellos son refugio en los momentos de tensión. Luz en los momentos obscuros. Fuerza en los momentos de debilidad. Seguridad en los momentos de desánimo.

Al mirar a los cometas, es bueno recordar el no ser como ellos. Ni desear el agarrarnos de su cola para seguirlos. Dejar por sentada nuestra existencia, nuestra constante presencia. Haber vivido y construido una historia personal. Es bueno sentir que hemos podido ser luz para muchos amigos, y que ellos, a su vez, nos han iluminado. Es bueno sentir que hemos sido calor

Hojas de Vida

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para muchos corazones, y que esos mismos corazones nos abrigaron cuando el frío nos castigó.

Ser estrella en este mundo pasajero, en este mundo lleno de "personas cometas", es un desafío, pero la única y mejor forma de haber pasado por esta vida.

Amigo.

Cada uno de nosotros tenemos un escondite, en algún lugar muy profundo, un lugar donde vamos para estar solos. Para pensar, para estar solos, para ser nosotros mismos. Este único lugar dónde confrontamos nuestros más profundos sentimientos. Se convierte en el refugio de nuestros deseos, nuestras necesidades, nuestros sueños, y aún también de nuestros miedos. Ese espacio lleva la esencia de quienes somos y de lo que deseamos ser. Pero entonces y ahora, así sea por ser escogido o por ser un designio, alguien encuentra el camino hacia ese lugar que pensábamos que era sólo nuestro. Y nosotros le permitimos a esa persona ver, sentir y compartir todas nuestras razones, toda la incertidumbre y las emociones que hemos guardado ahí. Esta persona añade nuevas perspectivas a nuestro escondite. Entonces muy despacio se acomoda en su propia esquina de nuestro lugar especial. Dónde un pedazo de él se queda para siempre. Y entonces llamamos a esta persona, "Amigo".

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Pedro Arreola Coronel 90

Fabricando un padre.

En el taller más extraño y sublime conocido, se reunieron los grandes arquitectos, los afamados carpinteros y los mejores obreros celestiales que debían fabricar al padre perfecto:

- Debe ser fuerte, comentó uno.

- También, debe ser dulce, comentó otro experto.

- Debe tener firmeza y mansedumbre. Tiene que saber dar buenos consejos, agregó alguien más.

- Debe ser justo en momentos decisivos. Alegre y comprensivo, en los momentos tiernos, sugirió otro más.

- ¿Cómo es posible poner tal cantidad de cosas en un solo cuerpo?", interrogó un obrero.

- Es fácil, contestó el ingeniero. Sólo tenemos que crear un hombre con la fuerza del hierro y que tenga corazón de caramelo.

Todos rieron ante la ocurrencia y se escuchó una voz (era el Maestro, dueño del taller del cielo):

- Veo que al fin comienzan, comentó sonriendo, No es fácil la tarea, es cierto, pero no es imposible si ponen interés y amor en ello.

Y tomando en sus manos un puñado de tierra, comenzó a darle forma.

- ¿Tierra?, preguntó sorprendido uno de los arquitectos, ¡Pensé que lo fabricaríamos de mármol, o marfil o piedras preciosas!

- Este material es necesario para que sea humilde, le contestó el Maestro, y extendiendo su mano sacó oro de las estrellas y lo añadió a la masa. Esto es para que en las pruebas brille y se mantenga firme.

Agregó a todo aquello, amor y sabiduría. Le dio forma, le sopló de su aliento y cobró vida, pero... faltaba algo, pues en su pecho le quedaba un hueco.

- ¿Y qué pondrás ahí?, preguntó uno de los obreros.

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Pedro Arreola Coronel 91

Y abriendo su propio pecho, y ante los ojos asombrados de aquellos arquitectos, sacó su corazón, y le arrancó un pedazo, y lo puso en el centro de aquel hueco. Dos lágrimas salieron de sus ojos mientras volvía a su lugar su corazón ensangrentado.

- ¿Por qué has hecho tal cosa?, le interrogó un ángel obrero.

Y aún sangrando, le contestó el Maestro:

- Esto hará que me busque en momentos de angustia, que sea justo y recto, que perdone y corrija con paciencia, y sobre todo, que esté dispuesto aún al sacrificio por los suyos y que dirija a sus hijos con su ejemplo, por que al final de su largo trabajo, cuando haya terminado su tarea de padre allá en la tierra, regresará hasta mí. Y satisfecho por su buena labor, yo le daré un lugar aquí en mi reino.

Pedir a Dios.

Pedí fuerza a Dios para mandar; me dio humildad para obedecer. Pedí ser eterno para hacer cosas grandes; me hizo mortal para que pensara en cosas buenas.

Pedí riquezas, para ser feliz, me dio pobreza para hacerme sabio.

Pedí ser grande para gozar de la alabanza de los hombres; me hizo pequeño para que pudiera oír la voz de Dios.

Pedí cosas para gozar de la vida; me dio vida para gozar de las cosas. Las oraciones que no supe pronunciar fueron todas escuchadas.

Soy el más bendecido de los hombres...

Esas palabras se encontraron en el diario de batalla de anónimo soldado de la Confederación, muerto en el último año de la guerra civil americana.

A. F. A.

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Día de Graduación.

Un joven muchacho estaba a punto de graduarse de preparatoria. Hacía muchos meses que admiraba un hermoso auto deportivo en una agencia de autos y sabiendo que su padre podría comprárselo le dijo que ese auto era todo lo que quería.

Se acercaba el Día de Graduación y el joven esperaba ver alguna señal de que su padre hubiese comprado el auto.

Finalmente, en la mañana del Día de Graduación, su padre le llamó para que fuera a su despacho. Le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba.

El padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo. Curioso y de algún modo decepcionado, el joven abrió la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia de cubiertas de piel y con su nombre escrito con letras de oro.

Enojado, le gritó a su padre diciendo:

- Con todo el dinero que tienes, ¿y lo único que me das es esta Biblia?, y salió de la casa.

Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios.

Tenía una hermosa casa y una bonita familia, pero cuando supo que su padre, que ya era anciano, estaba muy enfermo, pensó en visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el Día de Graduación.

Antes de que pudiera partir para verlo, recibió un telegrama donde decía que su padre había muerto, y le había heredado todas sus posesiones, por lo cual necesitaba urgentemente ir a la casa de su padre para arreglar todos los trámites de inmediato.

Cuando llegó a la casa de su padre, una tristeza y arrepentimiento llenó su corazón de pronto.

Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión su padre le había dado. Con lágrimas, la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre, cuidadosamente, había subrayado un verso en Mateo 7:11: “Y si vosotros

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siendo malos, sabeis dar buenas dadivas a vuestros hijos, cuanto más nuestro Padre Celestial dará a sus hijos aquello que le pidan”.

Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia.

Tenían una tarjeta de la agencia de autos donde había visto ese auto deportivo que había deseado tanto. En la tarjeta estaba la fecha del Día de Graduación y las palabras: “Totalmente pagado”.

¿Cuántas veces hemos rechazado y perdido las bendiciones de Dios porque no vienen envueltas en paquetes hermosos, como nosotros esperamos?

Grandeza.

Una tarde, una pareja iba en su auto, cuando de pronto vieron a lo lejos a una mujer en la mitad de la carretera que pedía que pararan. La esposa le dijo al esposo que mejor no se detuviera porque podía ser peligroso, pero el esposo decidió pasar despacio para no quedarse con la duda de saber qué es lo que sucedía.

Cuando iban acercándose, observaron que la mujer estaba golpeada de la cara y de los brazos, debido a esa razón decidieron pararse. La mujer les pidió ayuda diciéndoles que había tenido un accidente en automóvil y que el esposo y su hijo (un recién nacido), estaban adentro del carro, abajo en el barranco, que su esposo estaba muerto, pero que el bebé se encontraba con vida.

El esposo decidió bajar a rescatar al niño y le pidió a la señora lastimada que se quedara con su esposa adentro del carro. Él bajó, vio a dos personas en los asientos de adelante del carro, pero no le tomó importancia, sacó rápidamente al bebe y se subió a llevárselo a la señora.

Cuando subió, no vio a la señora, así que le preguntó a su esposa que en dónde estaba, pero la esposa le contestó que la señora se había ido tras él.

Cuando el señor decidió ir a buscarla al barranco, se fijó claramente que las dos personas que estaban en los asientos de adelante estaban muertas, eran un señor y una señora con el cinturón de seguridad puesto. Y cuando vio bien a la señora, se dio cuenta de que era la misma que les había pedido auxilio desde un principio.

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Hablar con el muchacho… “Hablar con el muchacho”… Así escribió en su agenda. Se lo había pedido su esposa, preocupada. Los maestros se quejaban de su hijo: faltaba a clases, fracasaba una y otra vez en los exámenes, se mostraba irrespetuoso. Además gastaba más dinero del que convenía a un chico de su edad. Y aquellas compañías... Pero cosas del trabajo, la necesidad de triunfar en la vida, de no quedarse atrás. Se fue pasando el tiempo y nunca habló con él. Y un día el tiempo se vino encima todo de repente. Cuando volvió a casa, con la espalda encorvada por el peso del sufrimiento y la vergüenza, entró en su cuarto y vio sus cosas. Extrañas cosas todas, como extraño había sido siempre su hijo para él. Quizá pudo decir alguna vez que tenía un hijo, pero ciertamente su hijo no pudo decir jamás que tuvo un padre. Y ahora la cárcel. La acusación –probada- de andar en cosas de drogas y de automóviles robados, y la fotografía en los periódicos, y las conversaciones que cesaban bruscamente cuando llegaba él. Sintió de pronto la ausencia de aquel hijo, que ahora llevaba como una herida en la mitad del pecho. Se puso a revolver papeles viejos en busca de una fotografía que le diera al menos la imagen de un día pasado en familia, felizmente. No encontró nada. Sólo la hoja rota de una olvidada agenda, y en ella una inscripción borrosa por el paso de los años idos: “Hablar con el muchacho”…

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Pedro Arreola Coronel 95

Haz el bien sin mirar a quién.

Su nombre era Fleming, un agricultor pobre de Inglaterra. Un día, mientras trataba de ganarse la vida para su familia, escuchó a alguien pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente soltó sus herramientas y corrió hacia el pantano. Allí, enterrado hasta la cintura en el lodo negro, estaba un niño aterrorizado, gritando y luchando tratando de liberarse del lodo. El agricultor Fleming salvó al niño de lo que pudo ser una muerte lenta y terrible.

Al día siguiente, un carruaje muy pomposo llegó hasta los predios del agricultor. Un noble inglés, elegantemente vestido, se bajó del vehículo y se presentó a sí mismo como el padre del niño que Fleming había salvado. "Yo quiero recompensarlo," dijo el noble inglés. "Usted salvó la vida de mi hijo". No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice", respondió el agricultor, rechazando la oferta.

En ese momento el propio hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia. "¿Es ése su hijo?", preguntó el noble inglés. "Sí", respondió el agricultor lleno de orgullo. "Le voy a proponer un trato. Déjeme llevarme a su hijo y ofrecerle una buena educación. Si él es parecido a su padre crecerá hasta convertirse en un hombre del cual usted estará muy orgulloso". El agricultor aceptó.

Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming, el agricultor, se graduó de la Escuela de Medicina de St. Mary's Hospital en Londres, y se convirtió en un personaje conocido a través del mundo, el notorio Sir Alexander Fleming, el descubridor de la Penicilina. Algunos años después, el hijo del noble inglés, cayó enfermo de pulmonía.

¿Qué lo salvó? La penicilina.

¿El nombre del noble inglés? Randolph Churchill.

¿El nombre de su hijo? Sir Winston Churchill, quien llegó a ser dos veces el Primer Ministro de Inglaterra y premio Nobel de Literatura; una de las figuras más importantes del siglo XX, quien fue conocido principalmente, por el valor transmitido a su pueblo, en su primer mandato gubernamental durante la II Guerra Mundial.

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Pedro Arreola Coronel 96

Historia de la verdad.

La Verdad existía: era limpia, pura y transparente, razón por la cual pocos la veían. Un día en los jardines del Olimpo, se encontró con la Duda, caballero apuesto, inquieto, emprendedor, un poco obeso y de piernas cortas, quien tan pronto pudo verla, quedó prendado de su hermosura, dudando de poseerla. Cupido, que andaba dando vueltas y disparando flechas a diestra y siniestra, medio despistado, sin ver a la Verdad, le atinó al corazón y entonces ella quedó prendada de la actitud suspicaz de la Duda. Pasaron pocos días y la Verdad y la Duda bajo el hechizo de Cupido contrajeron matrimonio y fueron felices. Pero la Duda, de todo dudaba y poco a poco la Verdad fue entristeciéndose y pasaba sola todo el tiempo. Un día la Verdad conoció a la Mentira, ágil, suspicaz, atrevida y casi sin darse cuenta, se hizo su amante; la Mentira le contaba cuentos increíbles que parecían verdades y esto la divertía muchísimo. Una tarde, cuando se encontraba en el delicioso maridaje, sorpresivamente llegó la Duda, que de todo sospechaba ¡Y los encontró! Sorprendida, la Verdad se paralizó y perpleja la Mentira, voló ágil a la ventana para escapar y proteger su vida: pero, terca, tozuda y pérfida como toda mentira, volteó su cara hacia la Verdad, delante de la Duda y exclamó: ¡Volveré por ti! La Duda, entonces, desconfiada, superficial, hiriente y sospechosa, cortó en pedacitos a la Verdad y los regó por todo el Universo, para que nunca nadie más pudiera poseerla entera. Desde entonces... ¡Todos tenemos en nuestro interior, un pedacito de verdad, algo de mentira y mucho de duda!

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Pedro Arreola Coronel 97

Hojas. Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas vemos entre un paso y otro. A muchas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos. Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. Los primeros que nacen del brote, son nuestros amigos papá y mamá, quienes nos muestran mucho acerca de lo que será la vida. Después, vienen los amigos hermanos y primos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas, quienes con cariño y respeto también nos enseñan el camino. El destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabemos que irán a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, amigos del corazón. Los reconocemos por que son sinceros, verdaderos, leales e íntegros. Saben cuando estamos o no estamos bien, saben lo que nos hace feliz y también lo que nos aflige. Y a veces, uno de esos amigos del alma, conquista nuestro corazón, se acerca a nosotros de una manera un tanto diferente, logrando un brillo especial en nuestros ojos, poniendo música a nuestros labios, saltos a nuestros pies. También, hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones, o unos días, o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca. Y hablando de cerca, no podemos olvidar a nuestros amigos distantes: aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.

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Pedro Arreola Coronel 98

El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, muchas de las cuales quisiéramos que se quedaran por siempre, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices, es que las que cayeron, continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos, de cuando se cruzaron en nuestro camino. Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, éxito, suerte y prosperidad. Hoy y todos los días... Hoy sé, que cada persona que pasa por nuestras vidas es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. ¡Habrá los que se llevarán mucho!, pero, ¡no habrá de los que no nos dejarán nada! Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

Los sentimientos y las opiniones.

Los sentimientos unen a la gente, las opiniones la separan.

Los sentimientos son simples lazos que nos reúnen; las opiniones representan el principio de la variedad que nos dispersa.

Si tan sólo pudiéramos darnos cuenta de esto a tiempo y llegar a una vista general en lo que respecta a otros, en cuanto a cultivar nuestras propias actitudes de la mente, seríamos más conciliatorios y trataríamos de unir con el lazo de los sentimientos lo que la opinión ha dispersado.

Johann Wolfgang Goethe

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 99

Instantes.

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años... y sé que me estoy muriendo.

Autor: Don Herold, adaptación: Borges. Se asegura que es de Nadine Stair.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 100

Instrucciones para la vida:

1. Come mucho arroz integral. 2. Dale a la gente más de lo que esperan y hazlo con gusto. 3. Memoriza tu poema favorito. 4. No creas en todo lo que escuchas, no gastes todo lo que tienes, ni

duermas todo lo que quieras. 5. Cuando digas: "te amo", dilo de verdad… 6. Cuando digas: "lo siento", mira a la persona a los ojos. 7. Cree en el amor a primera vista. 8. Jamás te burles de los sueños de los demás. 9. Ama profunda y apasionadamente, puedes salir herido, pero esa es

la única manera de vivir la vida completamente. 10. Frente a los desacuerdos, pelea limpio, no ofendas. 11. No juzgues a los demás por sus parientes. 12. Habla lentamente, pero piensa con rapidez. 13. Cuando alguien te haga una pregunta que no quieres responder,

sonríe y pregúntale: ¿por qué quieres saber? 14. Recuerda que el más grande amor y los más grandes logros

involucran mayores riesgos. 15. Llama a tu mamá, si esto no es posible al menos piensa en ella. 16. Di: "Salud", cuando escuches a alguien estornudar. 17. Cuando pierdas, no pierdas la lección. 18. Recuerda las tres erres (R): Respeto a ti mismo, respeto a los demás y

responsabilidad para todas tus acciones. 19. No permitas que una pequeña disputa dañe una gran amistad. 20. Cuando te des cuenta que has cometido un error, toma medidas

inmediatas para corregirlo. 21. Sonríe cuando respondas al teléfono, quien llama lo podrá escuchar

en tu voz. 22. Cásate con una persona que guste de conversar, pues cuando

llegue la vejez las habilidades de conversador(a) serán mas importantes que cualquiera otra.

23. Pasa algún tiempo en soledad. 24. Abre tus brazos al cambio, pero no te desprendas de tus valores. 25. Recuerda que el silencio es, a veces, la mejor respuesta. 26. Lee más libros y mira menos televisión. 27. Vive una vida buena y honorable. Luego, cuando te hagas viejo y

recuerdes el pasado, verás cómo la disfrutas por segunda vez. 28. Confía en Dios, pero cierra bien tu auto. 29. Una atmósfera amorosa en tu hogar es importante. 30. Haz todo lo posible para crear un hogar tranquilo y armonioso. 31. Ante desacuerdos con tus seres queridos, céntrate en la situación

presente.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 101

32. No traigas de vuelta el pasado. 33. Lee entre líneas. 34. Comparte tu conocimiento. Es una manera de lograr la inmortalidad. 35. Sé gentil con el planeta. 36. Jamás interrumpas cuando estés siendo halagado. 37. Ocúpate de tus propios asuntos. 38. No confíes en un hombre/mujer que no cierre los ojos cuando lo/la

beses. 39. Una vez al año, visita algún lugar donde nunca hayas estado. 40. Si ganas mucho dinero, disponlo para ayudar a otros mientras estés

con vida. Esa es la mayor satisfacción que la fortuna te puede dar. 41. Recuerda que el no conseguir lo que quieres es a veces un golpe de

suerte. 42. Aprende todas las reglas y luego, rompe algunas. 43. Recuerda que la mejor de las relaciones es aquella donde el amor

entre dos personas es más grande que la necesidad del uno por el otro.

44. Juzga tu éxito en la medida de lo que tuviste que renunciar para obtenerlo.

45. Aborda el amor y la cocina con un cierto temerario abandono.

Juzgar.

En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró en un establecimiento y se sentó a una mesa. La mesera puso un vaso de agua en frente de él. "¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?" pregunto el niño. "Cincuenta centavos", respondió la mesera. El niño sacó su mano de su bolsillo y examinó un número de monedas. "¿Cuánto cuesta un helado solo?", volvió a preguntar.

Algunas personas estaban esperando por una mesa y la mesera ya estaba un poco impaciente. "Treinta y cinco centavos", dijo ella bruscamente. El niño volvió a contar las monedas. "Quiero el helado solo", dijo el niño. La mesera le trajo el helado, puso la cuenta en la mesa y se retiró.

El niño terminó el helado, dejó su pago en la mesa y se fue. Cuando la mesera volvió, ella empezó a limpiar la mesa y entonces, le costó tragar saliva con lo que vio. Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío, había treinta y cinco centavos, el costo del helado y veinticinco centavos más... su propina.

Jamás juzgues a alguien antes de tiempo.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 102

La botella.

Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por su buena ventura, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techos; el hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra dónde acomodarse, para huir del calor y del sol desértico. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada, él se arrastró hacia allá, tomó de la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía. Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, notó que a su lado había una botella vieja, la miró, la limpió de todo el polvo que la rodeaba, y pudo leer un recado que decía:

"Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar".

El hombre desenroscó la tapa de la botella, y en realidad, ahí estaba el agua. ¡La botella estaba llena de agua! De esta manera, él se vio en un dilema: si bebiera aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que él quisiese; o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada. ¿Qué debería hacer?

¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debería perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables, escritas no se sabe cuánto tiempo atrás?

Con grandes dudas, el hombre derramó toda el agua en la bomba, enseguida agarró la manivela y comenzó a bombear y la bomba empezó a rechinar sin parar, ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos. Entonces surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia, agua fresca, cristalina. Él llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta la boca, tomó la pequeña nota y aumentó la frase:

"Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente"

Hay varias lecciones preciosas que podemos extraer de esta historia. Cuántas veces tenemos miedo de iniciar un nuevo proyecto pues éste

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demandará de una enorme inversión de tiempo, recursos, preparación y conocimiento. Cuántos se han quedado parados satisfechos con los resultados mediocres, cuando podrían conquistar victorias significativas.

Muchas veces tenemos oportunidades bellísimas que se nos presentan en la vida, y que pueden ayudarnos a ser mejores personas o pueden abrirnos puertas nuevas, que nos conducen a un mundo mejor. Pero siempre tememos, nunca nos entregamos ni confiamos demasiado, y es por eso, que ante caminos nuevos, nuestras dudas y nuestras inseguridades nos paralizan y tomamos lo justo y necesario, sin arriesgarnos ni un poquito más, por miedo o temor.

Si tenemos en cuenta aquella frase "La vida es un desafío" ¿Por qué no nos arriesgarnos? ¿Por qué no creemos? Alguien dijo alguna vez que "El tren pasa algunas veces por nuestra vida cargado de cosas bellas, que está en nosotros arriesgarnos y subir o dejarlo pasar".

¿Y si no vuelve? ¿Y si esa oportunidad que hoy dejamos pasar no se repite?

Entonces tomemos la botella y no dudemos, derramemos el agua en la bomba y obtendremos un manantial de agua fresca y cristalina en la que nos veremos reflejados y triunfadores. Y al fin comprenderemos que "Todo es posible si nos arriesgamos, si no dudamos, todo es posible".

Las seis palabras más importantes en el idioma español son:

1. Yo admito que cometí un error.

2. Las 5 palabras más importantes: Hizo usted un buen trabajo.

3. Las 4 palabras más importantes: ¿Y usted qué opina?

4. Las 3 palabras más importantes: Tenga la bondad.

5. Las 2 palabras más importantes: Muchas gracias.

6. La palabra más importante: Nosotros.

7. La palabra menos importante: Yo.

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La caja vacía.

Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado. El dinero era escaso en esos días por lo que él explotó en furia, cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de navidad.

A pesar de lo ocurrido, la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y le dijo:

- Esto es para ti, Papito.

Él se sintió avergonzado de su reacción de furia, pero éste explotó nuevamente cuando vio que la caja estaba vacía. Le volvió a gritar diciendo:

- ¿Qué no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro?

La pequeñita volteó hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo:

- ¡Oh Papito, no está vacía, yo soplé besos adentro de la caja, todos para ti, Papi!

El Padre, al percatarse nuevamente de su grave error, quedó ahora sí, totalmente apesadumbrado; puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que lo perdonara.

El hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y siempre que se sentía derrumbado, tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí.

En una forma muy sensible, cada uno de nosotros, hemos recibido un recipiente dorado lleno de amor incondicional y besos de nuestros hijos, amigos, familia o de Dios. Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que ésta.

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La cara que pones. Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subirlas se topó con una puerta semiabierta; lentamente se adentró en el cuarto. Para su sorpresa se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían mil perritos más observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos. El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los mil perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los mil perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él. Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para sí mismo: "¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir más seguido a visitarlo!" Tiempo después otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró entrando al mismo cuarto. Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros mil perritos del cuarto, se sintió amenazado ya que lo estaban mirando de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir; obviamente vio como los mil perritos le gruñían a él. Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros mil perritos le ladraron también a él. Cuando este perrito salió del cuarto pensó: "¡Qué lugar tan horrible es éste! ¡Nunca más volveré a entrar aquí!" En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía: "La casa de los mil espejos". Todos los rostros del mundo son espejos. Decide cuál rostro llevarás por dentro y ése será el que mostrarás. El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás. Las cosas más bellas del mundo no se ven ni se tocan, sólo se sienten en el corazón. No eres responsable de la cara que tienes, eres responsable de la cara que pones...

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La cruz pesada.

Un joven, ya no daba más con sus problemas. Un día cayó de rodillas, rezando, dijo: - Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada.

El Señor, como siempre, acudió y le contestó,

- Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esa habitación. Después, abre esa otra puerta y escoge la cruz que tú quieras.

El joven suspiró aliviado.

- ¡Gracias, Señor! dijo, e hizo lo que le había dicho.

Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba. Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la pared.

- Señor, susurró, quisiera esa que está allá. Y el Señor contestó:

- Hijo mío, esa es la cruz que acabas de dejar.

Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, siempre es útil mirar a nuestro alrededor y ver las cosas con las que se enfrentan los demás. Verás que debes considerarte más afortunado de lo que te imaginas.

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El campesino y el burro. Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de buscar algo que hacer. Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas; así que, realmente no valía la pena sacar al burro del pozo. Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y empezaron a tirarle tierra al pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró horriblemente. Luego, para sorpresa de todos, se aquieto después de unas cuantas paladas de tierra. El campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio. Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble: se sacudía la tierra y daba un paso encima de la tierra. Muy pronto todo el mundo vio sorprendido como el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando. La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra, el truco para salir del pozo es sacudírsela y usarla para dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si no nos damos por vencidos. Usa la tierra que te echan para salir adelante.

Cambiar. Al ver que los infieles no creían. San Virila se dispuso a hacer unos milagros. Primero cambió una montaña de lugar. Luego hizo que el gran río cambiara la dirección en que sus aguas fluían. Luego cambió el perfil de las sierras en el horizonte. Los infieles miraron todo aquello, pero siguieron empecinados en su incredulidad. Y mientras se alejaba tristemente decía San Virila desolado: -Es fácil cambiar una montaña. Es fácil cambiar un río. Fácil es cambiar una roca. Lo difícil es cambiar el corazón del hombre.

A. F. A.

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La historia de Jerry. Jerry era el tipo de persona que te encantaría odiar. Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía: - Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo. El era un gerente único porque tenía varios empleados que lo habían seguido de restaurante en restaurante. La razón por la que lo empleados seguían a Jerry era por su actitud. El era un motivador natural: si un empleado tenía un mal día, Jerry estaba ahí para decirle al empleado cómo ver el lado positivo de la situación. Ver este estilo realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Jerry y le pregunte: - No lo entiendo, no es posible ser una persona positiva todo el tiempo ¿Cómo lo haces? Jerry respondió: - Cada mañana me levanto y me digo a mi mismo: “Jerry tienes dos opciones hoy: puedes escoger estar de buen humor o de mal humor. Escojo estar de buen humor. Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello. Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo enseñarle el lado positivo de la vida. Escojo señalarle el lado positivo de la vida” - Sí, claro, pero, ¡no es tan fácil!, protesté. - ¡Sí lo es!, dijo Jerry. Todo en la vida es acerca de elecciones. Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección. Tú eliges cómo reaccionas a cada situación. Tú eliges cómo la gente afectará tu estado de ánimo. Tú eliges estar de buen humor o mal humor. En resumen, ¡Tú eliges cómo vivir la vida! Reflexioné en lo que Jerry me dijo. Poco tiempo después deje la industria gastronómica para iniciar mi propio negocio. Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Jerry cuando tenía que hacer una elección en la vida en vez de reaccionar a ella.

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Varios años mas tarde, me enteré que Jerry hizo algo que nunca debe hacerse en un negocio. Dejó abierta la puerta trasera una mañana y fue asaltado por tres ladrones armados. Mientras trataba de abrir la caja fuerte, su mano temblando por el nerviosismo, resbaló de la combinación. Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte, Jerry fue encontrado relativamente rápido y llevado de emergencia a un hospital. Después de 18 horas de cirugía y semanas de terapia intensiva, Jerry fue dado de alta aún con fragmentos de bala en su cuerpo. Me encontré con Jerry seis meses más tarde del accidente y cuando le pregunté cómo estaba me respondió: - Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo. Le pregunté qué había pasado por su mente en el momento del asalto. Jerry continuó: - Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero cuando llegó el momento del quirófano y vi las caras de los médicos y enfermeras, realmente me asusté. Podía leer sus ojos: es hombre muerto. Supe entonces que debía entrar en acción. - ¿Qué hiciste?, pregunté. - Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo y, respirando profundo, grité: ¡Sí!, a las balas. Mientras reían, les dije: “estoy escogiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no como si estuviera muerto”. Jerry vivió por la maestría de los médicos, pero, sobre todo, por su asombrosa actitud. Aprendí de él que cada día tenemos la elección de vivir plenamente. La actitud, al final, lo es todo.

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La juventud.

La juventud no es un período de la vida, es un estado del espíritu, un efecto de la voluntad, una cualidad de la imaginación, una intensidad emotiva, una victoria del valor sobre la timidez, del gusto de la aventura por encima de la comodidad.

No nos hacemos viejos por haber vivido cierto número de años, nos hacemos viejos cuando empezamos a desertar de nuestro ideal. Los años arrugan la piel, pero renunciar a un ideal envejece el alma.

Las preocupaciones, las dudas, las contrariedades y los temores son los enemigos que lentamente nos curvan hacia la tierra y nos convierten en polvo antes de la muerte.

Joven es aquel que se sorprende, se maravilla, que pregunta como el niño insaciable ¿y después?

Joven es el que desafía a los acontecimientos y encuentra alegría en el juego de la vida. Los fracasos lo vuelven más fuerte, las victorias lo vuelven mejor.

Eres tan joven como tu fe, tan viejo como tu duda.

Tan joven como la confianza que tengas en ti mismo, tan viejo como tu desesperanza y más viejo aún como tu abatimiento.

Permanecerás joven tanto como permanezcas verdaderamente generoso. Tanto como sientas el entusiasmo de dar alguna cosa de ti: pensamientos, palabras, obras.

Tanto como el hecho de darte la impresión de recibir y por consiguiente de siempre estar debiendo y desear más.

Serás joven mientras permanezcas en posición de receptividad; receptividad frente a la belleza, a lo que es bueno y grande; receptividad frente a los mensajes de la naturaleza, del hombre y del infinito.

Si un día, cualquiera que sea tu edad, tu corazón estuviese a punto de ser mordido por el pesimismo, torturado por el egoísmo y corroído por la vulgaridad, que Dios tenga compasión de tu alma vieja.

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La marioneta.

Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más; entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre hielo, y esperaría a que saliera el sol.

Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que les ofrecería a la luna.

Regaría con lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos... Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...

No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.

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A los hombres les probaría cuán equivocados están, al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

Atribuido a Gabriel García Márquez, pero se conoce que es de Johnny Welch .“El Mofles” [el personaje que

maneja el ventrílocuo]

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La oración de la maestra. ¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que tú llevaste por la tierra.

Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes. Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí este impuro deseo de justicia, que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hiere. No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de los que enseñé. Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mi carne. Déjame que alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y dejar en ella clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más. ¡Acompáñame!, ¡Sostenme! Muchas veces te tendré sólo a Ti a mi lado. Dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana. Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales, mis mezquinos dolores de cada hora. Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia. ¡Repréndeme con dolor, para saber que he corregido amando! Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos. La envuelva la llamarada de mi entusiasmo su patio pobre, su sala desnuda. Mi corazón le sea más columna y mi buena voluntad más oro que las columnas y el oro de las escuelas ricas.

Gabriela Mistral

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La paradoja de nuestra vida moderna.

Tenemos edificios más altos... pero menos calma.

Autopistas más amplias...pero nuestros puntos de vista son más estrechos.

Gastamos más... pero tenemos menos.

Compramos más...pero lo disfrutamos poco.

Tenemos casas más grandes... y familias más pequeñas.

Más comodidades... pero menos tiempo.

Tenemos más grados académicos... pero menos sensatez.

Más conocimiento...pero menos juicio.

Más expertos... pero más problemas.

Más medicina... pero menos bienestar.

Bebemos demasiado, fumamos demasiado, gastamos imprudentemente demasiado, reímos demasiado poco, manejamos demasiado rápido, nos enojamos rápidamente, nos detenemos demasiado tarde (el daño ya está hecho), nos levantamos cansados, raramente leemos (espero que esto sí), vemos demasiada televisión, "navegamos" mucho en Internet y raramente rezamos.

Hemos multiplicado nuestras posesiones... pero reducido nuestros valores y principios.

Hablamos demasiado, amamos demasiado raramente y caemos demasiado frecuentemente.

Hemos aprendido cómo hacer una vida... pero no a vivir.

Hemos agregado años a la vida... no vida a los años.

Hemos encontrado la forma de ir a la luna y regresar... pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer al nuevo vecino

Hemos conquistado espacio exterior... pero no nuestro espacio interior (ser dueños de nosotros mismos)

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Hemos hecho cosas más grandes... pero no cosas mejores.

Hemos limpiado el aire... pero contaminado el alma.

Hemos partido el átomo... pero no nuestro prejuicio.

Escribimos más... pero aprendemos menos.

Planificamos más... pero logramos poco.

Hemos aprendido a acelerar el paso... pero no a esperar.

Tenemos ingresos mas altos... pero moral más inferior.

Más alimento... pero menos templanza.

Más reconocimiento... pero menos amigos.

Más esfuerzo... pero escaso éxito.

Construimos más computadoras para retener más información, para producir más copias que siempre... pero tenemos menos comunicación.

Hemos logrado mucho en cantidad... pero poco en calidad.

Estos son los tiempos de comida rápida... y digestión lenta.

De hombres altos... y carácter corto.

Ganancias acumuladas... y relaciones efímeras.

Estos son los tiempos de paz mundial... pero guerra en el hogar.

Más ocio... y menos diversión.

Más tipos de alimento... pero menos nutrición.

Estos son días en que ambos esposos trabajan y ganan dinero... pero hay más divorcios. De casas más fantásticas... pero hogares rotos.

Estos son días de viajes rápidos, pañales desechables, moralidad desechable, estancias de una noche, cuerpos con sobrepeso, y píldoras que hacen cualquier cosa desde alegrar hasta tranquilizar o matar.

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Es un tiempo donde hay mucho en el aparador y nada en la bodega de mercancías.

Tenemos más templos... pero vamos menos a misa.

Tenemos más Biblias... pero no las leemos.

Tenemos más grupos apostólicos... pero no participamos en ellos.

Leemos o escuchamos sobre como orar... pero no hablamos mucho sobre valores... y no los practicamos.

Prometemos mucho... pero cumplimos poco.

Tenemos más cosas... y desperdiciamos muchas.

¿No será tiempo de cambiar al menos nosotros mismos y vivir lo que pensamos, en vez de pensar lo que vivimos?

Autor: Pbro. Ernesto Ma. Caro.

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La paz perfecta.

Había una vez un Rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas intentaron. El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas. La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta. La segunda pintura también tenía montañas. Pero éstas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo, parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico. Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido ¡Paz perfecta!. El Rey escogió la segunda pintura. ¿Sabes por qué? Porque, explicaba el Rey, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas, podamos permanecer calmados dentro de nuestro corazón”. Este es el verdadero significado de la paz.

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La perla.

Jenny era una linda niña de ojos relucientes, de escasos cinco años. Un día mientras ella y su mamá visitaban la tienda, Jenny vio un collar de perlas de plástico que costaba 2.50 dólares. ¡Cuánto deseaba poseerlo!

Preguntó a su mamá si se lo compraría, y su mamá le dijo:

- ¡Hagamos un trato!, yo te compraré el collar y cuando lleguemos a casa, haremos una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar, ¿está bien?

Jenny estuvo de acuerdo, y su mamá le compró el collar de perlas.

Jenny trabajó con tesón todos los días para cumplir con sus tareas. En poco tiempo Jenny canceló su deuda. ¡Jenny amaba sus perlas! Ella las llevaba puestas a todas partes: al kinder, a la cama, y cuando salía con su mamá.

Esta niña tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando Jenny iba a su cama, él se levantaba de su sillón favorito para leerle su cuento preferido.

Una noche, cuando terminó un cuento, le preguntó:

- Jenny, ¿tú me quieres?,

- ¡Oh, sí papá!, respondió la niña.

- Entonces, regálame tus perlas, le pidió él.

- ¡Oh, papá! No mis perlas, dijo Jenny, pero te doy a Rosita, mi muñeca favorita. ¿La recuerdas?, tú me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños. Y te doy su ajuar también, ¿está bien, papá?

- ¡Oh, no hijita!, está bien, no importa, y le dio un beso en la mejilla. ¡Buenas noches, pequeña!

Una semana después, nuevamente su papá le preguntó al terminar el cuento diario:

- Jenny, ¿tú me quieres?

- ¡Oh, sí papá!, ¡tú sabes que te quiero!", le dijo ella.

Hojas de Vida

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- Entonces regálame tus perlas, insistió el papá.

- ¡Oh, papá! No mis perlas; pero te doy a Lazos, mi caballo de juguete. Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con él y hacerle trencitas".

- ¡Oh, no hijita, está bien!, le dijo su papá y le dio un beso en la mejilla, ¡Felices sueños!, agregó.

Algunos días después, cuando el papá de Jenny entró a su dormitorio para leerle un cuento, Jenny estaba sentada en su cama y le temblaban los labios…

- ¡Toma papá! dijo, y estiró su mano. La abrió y en su interior estaba su tan querido collar, el cual entregó a su padre. Con una mano él tomó las perlas de plástico y con la otra extrajo de su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la cajita había unas hermosas perlas genuinas. Él las había tenido todo este tiempo, esperando que Jenny renunciara a la baratija para poder darle la pieza de valor.

Y así es también con nuestro Padre Celestial. Él está esperando que renunciemos a las cosas sin valor en nuestras vidas para darnos preciosos tesoros. ¿No es bueno el Señor? Esto me hace pensar las cosas a las cuales me aferro y me pregunto: ¿qué es lo que Dios me quiere dar en su lugar?

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La regla de oro.

Si somos tan despreciables, por egoístas, que no podemos irradiar algo de felicidad y rendir un elogio honrado, sin tratar de obtener algo en cambio; si nuestras almas son de tal pequeñez, iremos al fracaso; a un fracaso merecido… Hay una ley de suma importancia en la vida y conducta de la humanidad. Si obedecemos esa ley, casi nunca nos veremos en aprietos. Si la obedecemos, obtendremos constante felicidad e innumerables amigos. Pero en cuanto quebrantemos la ley, esa ley, nos veremos en interminables dificultades. La ley es esta: Trate siempre de que la otra persona se sienta importante. El profesor John Dewey ha enseñado que el deseo de ser importante es el impulso más profundo que anima el carácter humano; el profesor William James: “El principio más significativo en el carácter humano es el anhelo de ser apreciado”, como ya lo he enseñado, ese impulso es que nos diferencia de los animales. Es el impulso que ha dado origen a la civilización misma. Los filósofos vienen haciendo conjeturas acerca de las reglas de las relaciones humanas desde hace miles de años, y de todas esas conjeturas ha surgido solamente un precepto importante. No es nuevo. Es tan viejo como la historia. Zoroastro lo enseñó a sus discípulos en el culto del fuego en Persia, hace tres mil años. Confucio lo predicó en china hace veinticuatro siglos. Lao Tsé, el fundador del Taoísmo, lo inculcó en las orillas del Ganges quinientos años antes de Cristo. Los libros sagrados del Hinduismo, miles de años atrás de esto ya lo anunciaban. Jesús lo enseñó entre las pétreas montañas de Judea hace diecinueve siglos, y lo resumió posiblemente en el precepto más importante del mundo: “Haz al prójimo lo que quieres que el prójimo te haga a ti”. Usted quiere la aprobación de todos aquellos con quienes entra en contacto. Quiere que se reconozcan sus méritos, quiere tener la sensación de su importancia en este pequeño mundo. No quiere escuchar adulaciones baratas, sin sinceridad, pero anhela una verdadera apreciación. Quiere que sus amigos y allegados sean “calurosos en su aprobación y abundantes en su elogio”. Todos nosotros lo deseamos.

Obedezcamos, pues, la Regla de Oro, y demos a otros lo que queremos que ellos nos den: ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, la respuesta es: siempre en todas partes…

Dale Carnegie

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Pedro Arreola Coronel 121

La rosa de Rilke.

El poeta alemán Rilke vivió un tiempo en París. En su trayecto a la Universidad, todos los días, pasaba junto con una amiga francesa, por una calle muy frecuentada.

En una esquina de esta calle, estaba siempre una mujer que pedía limosna a los transeúntes, la mujer se sentaba siempre en el mismo lugar, inmóvil como una estatua, con la mano extendida y los ojos fijos en el piso.

Rilke nunca le daba nada... mientras que su compañera solía darle alguna moneda.

Un día, la joven francesa, asombrada, le preguntó al poeta: ¿por qué nunca le das nada a esta pobrecilla?

Le tendríamos que regalar algo a su corazón, no solo a sus manos, respondió el poeta.

Al día siguiente, Rilke llegó con una espléndida rosa, la puso en la mano de la mujer y se dispuso a continuar el camino.

Entonces sucedió algo inesperado... la mujer alzó su vista, miró al poeta, se levantó como pudo del piso, tomo su mano y la besó... luego se fue, estrechando la rosa contra su cuerpo.

Durante una semana nadie la volvió a ver. Pero ocho días después, la mujer que mendingaba apareció de nuevo sentada en la misma esquina, silenciosa e inmóvil como siempre.

- ¿De qué habrá vivido todos estos días que no recibió nada?, preguntó la joven francesa.

- De la rosa, respondió el poeta.

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Las cuatro esposas.

Había una vez un rey que tenia cuatro esposas. Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas. Sólo le daba lo mejor.

También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro. También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el Rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles. La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca. Sin embargo, él no amaba a su primera esposa y aunque ella le amaba profundamente, apenas si se fijaba en ella. Un día, el rey se enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló: "Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera, estaré solo". Así que le preguntó a su cuarta esposa: -Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía? - ¡Ni pensarlo!, contestó la cuarta esposa y se alejó sin decir más palabras. Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo filoso. El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa: - Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía? - ¡No!, contestó su tercera esposa. ¡La vida es demasiado buena! ¡Cuándo mueras, pienso volverme a casar! El corazón del rey experimentó una fuerte sacudida y se puso frió. Entonces preguntó a su segunda esposa:

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- Siempre he venido a ti por ayuda y siempre haz estado allí para mí. Cuando muera, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía? - ¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez!, respondió la segunda esposa. Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte. Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey. Entonces escuchó una voz: - Me iré contigo y te seguiré dondequiera que tú vayas. El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa. Sé veía tan delgaducha, sufría de desnutrición. Profundamente afectado, el monarca dijo: - ¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo! En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas. Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuanto tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejara cuando muramos. Nuestra tercera esposa son nuestras posesiones, condición social y riqueza. Cuando muramos, irán a parar a otros. Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos. No importa cuánto nos hayan sido de apoyo a nosotros aquí, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro. Y nuestra primera esposa es nuestra alma, frecuentemente ignorada en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego. Sin embargo, nuestra alma es la única que nos acompañará a donde sea que vayamos. Así que, cultívala, fortalécela y cuídala ahora! Es el más grande regalo que puedes ofrecerle al mundo. ¡Déjala brillar!

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 124

Las huellas. Una noche tuve un sueño. Soñé que caminaba con el Señor sobre la playa. A través del firmamento se dibujaban escenas de mi vida. En cada escena, noté que había dos pares de pisadas en la arena, un par pertenecía a mí y el otro al Señor. Cuando la última escena de mi vida relució ante mis ojos miré hacia atrás para ver las pisadas en la arena. Había solamente un juego de pisadas. Noté que esto había sucedido durante la época más honda y triste de mi vida. Esto me molestó y pregunté al Señor acerca de mi dilema.

- Señor, tú me dijiste que una vez que hubiera yo decidido seguirte, caminarías y hablarías conmigo toda la vida. Pero he notado que durante las épocas más difíciles de mi vida hay solamente un juego de pisadas. No comprendo por qué, precisamente cuando más te necesitaba, me has abandonado.

El Señor me dijo al oído:

- Mi hijo amado, yo te quiero mucho y nunca, nunca, te abandonaría en los tiempos de prueba y de dolor. Cuando tú viste solamente un par de pisadas era entonces que yo te llevaba en mis brazos.

Margaret Fishback

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 125

Las tres bardas.

Un discípulo llego muy agitado a la casa de Sócrates y le dijo:

-Maestro, quiero decirte que un amigo tuyo estuvo hablando mal de ti.

Sócrates lo interrumpió diciendo:

- ¡Espera! ¿Ya hiciste pasar lo que me vas a decir por las tres bardas?

- ¿Las tres bardas?

- Sí, respondió el sabio. La primera es la Verdad. ¿Ya examinaste si lo que me quieres decir es verdadero en todos sus elementos?

- ¡No! Lo oí decir a unos vecinos.

- Bueno, cuando menos lo habrás hecho pasar por la segunda barda, que es la Bondad. ¿Lo que me vas a decir, es bueno?

- ¡No!, en realidad no, todo lo contrario.

- !Ah!, interrumpió Sócrates, entonces vayamos a la última barda. ¿Es necesario que me lo digas?

- Para ser sincero, ¡no!; no es necesario.

- Entonces, sonrió Sócrates, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, ¡sepultémoslo en el olvido!

Una buena manera de evitar chismes malsanos... ¿No te parece?

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Pedro Arreola Coronel 126

Leyenda árabe.

Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en Un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:

“Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro”

Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó una daga y escribió en una piedra:

“Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida”

Intrigado, el amigo preguntó:

- ¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?

Sonriendo, el otro amigo respondió:

- Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 127

Lo puedes lograr.

Cuenta una historia que había dos niños patinando sobre una laguna congelada.

Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación; cuando de pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua.

El otro niño viendo que su amiguito se ahogaba debajo del hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró quebrar la gruesa capa de agua congelada y así salvar a su amigo.

Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: ¿Cómo lo hizo? El hielo está muy grueso, ¡es imposible que lo haya podido quebrar con esa piedra y sus manos tan pequeñas!

En ese instante apareció un anciano y dijo:

- Yo se cómo lo hizo.

- ¿Cómo?, le preguntaron al anciano, y él contestó:

- No había nadie a su alrededor que le dijera que no se podía hacer...

¡Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr!

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Pedro Arreola Coronel 128

¿Lo tienes todo?

Se acercaba mi cumpleaños y quería ese año pedir un deseo especial al apagar las velas de mi pastel.

Caminando por el parque me senté al lado de un mendigo que estaba sentado en una de las bancas, al parecer la más retirada, viendo dos palomas revolotear cerca del estanque y me pareció curioso ver al hombre de aspecto abandonado, mirar las avecillas con una sonrisa en la cara, que parecía eterna. Me acerqué a él con la intención de preguntarle por qué estaba tan feliz.

Quise también sentirme afortunado al conversar con él para sentirme más orgulloso de mis bienes, por que yo era un hombre al que no le faltaba nada, tenía mi trabajo que me producía mucho dinero, claro como no iba a producírmelo trabajando tanto, tenía mis hijos a los cuales gracias a mi esfuerzo, tampoco les faltaba nada y tenían los juguetes que querían.

En fin, gracias a mis interminables horas de trabajo, no le faltaba nada ni a mi esposa, ni a mi familia completa.

Me acerqué entonces al hombre y le pregunté: ¿Caballero, qué pediría usted como deseo en su cumpleaños? Esa pregunta la hice pensando que el hombre me contestaría que dinero y así de paso yo darle unos billetes que tenía y hacer la obra de caridad del año. No sabe usted mi asombro cuando el hombre me contestó lo siguiente con la misma sonrisa en su rostro que no se le había borrado y nunca se le borró.

El hombre me respondió: Amigo, si pidiese algo más de lo que tengo, sería muy egoísta, yo ya he tenido de todo lo que necesita un hombre en la vida y más.

Vivía con mis padres y mi hermano antes de perderlos una tarde de junio; hace mucho, conocí el amor de mi padre y mi madre que se desvivían por darme todo el amor que les era posible dentro de nuestras limitaciones económicas. Al perderlos, sufrí muchísimo pero entendí que hay otros que nunca conocieron ese amor, y me sentí mejor.

Cuando joven conocí una niña de la cual me enamoré perdidamente, un día la besé y estalló en mí el amor hacia aquella joven tan bella que cuando luego se marchó, mi corazón que sufría tanto, recordó ese momento y pensé que hay personas que nunca han conocido el amor, y

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Pedro Arreola Coronel 129

me sentí mejor. Un día en este parque, un niño correteando, cayó al piso y comenzó a llorar, yo fui, lo ayudé a levantarse, le sequé las lágrimas con mis manos y jugué con él por unos instantes más y aunque no era mi hijo, me sentí padre, me sentí feliz porque pensé que muchos no han conocido ese sentimiento.

Cuando siento frío y hambre en el invierno, recuerdo la comida de mi madre y el calor de nuestra pequeña casita y me siento mejor porque hay otros que nunca lo han sentido y tal vez no lo sientan nunca. Cuando consigo dos piezas de pan comparto una con otro mendigo del camino y siento el placer que da compartir con quien lo necesita, y recuerdo que hay unos que jamás sentirán esto.

Mi querido amigo, que más puedo pedir a Dios o a la vida cuando lo he tenido todo, y lo más importante es que estoy consciente de ello.

Puedo ver la vida en su más simple expresión, como esas dos palomitas jugando, ¿qué necesitan ellas? Lo mismo que yo, nada. Estamos agradecidos del cielo, de todo esto, y sé que usted pronto lo estará también.

Miré hacia el suelo un segundo, como perdido en la grandeza de las palabras de aquel sabio que me había abierto los ojos en su sencillez; cuando miré a mi lado ya no estaba, sólo las palomitas y un arrepentimiento enorme de la forma en que había vivido sin haber conocido la vida. Jamás pensé que aquel mendigo, tal vez un ángel enviado por el Señor, me daría el regalo más precioso que se le puede dar a un ser humano... la humildad.

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Pedro Arreola Coronel 130

Lo urgente contra lo importante.

Enero 15 - ¿Cómo te fue en Navidad y Año Nuevo? Llamé para saludarte pero no te encontré, ¡qué lástima!, quería contarte lo bien que la pasé y todos los propósitos que espero cumplir este año. Imagino que ya iniciaste clases y que te agobia el trabajo, a todos nos pasa a veces. Ojalá pronto podamos hablar. Tengo que contarte muchas cosas. Marzo 27 - Aun no sé de ti… y aunque te mando muchos correos por internet, nunca me respondes. Es posible que tengas muchas ocupaciones... ¡Ya sé!... Lo más probable es que te hayas tomado las merecidas vacaciones de las que me hablaste hace 5 meses. ¿Recuerdas que te dije que la playa era genial? Y ese hotel del que me contaste… ha de ser hermoso. Ojalá la estés pasando bien. Mayo 8 - Ayer me sucedió algo terrible... y no tengo nadie a quien contarle. Te llamé, pero sólo escuché tu voz en la contestadora del teléfono. Dejé un pequeño mensaje, ojalá no se borre. Me gustaría mucho poder contarte el gran problema que tengo, aunque ya sé que es imposible encontrarte en tu casa a esta hora. Pero como tú decías: Yo siempre hago una tormenta en un vaso de agua. Tal vez mis problemas no son tan agobiantes como los que tú debes tener... debo ser más fuerte. Julio 27 - ¡Feliz Cumpleaños!. Te he llamado dos veces. Tu mamá y hermanos ya me alucinan, me dicen que aún no llegas de la escuela y que por la tarde tienes tu trabajo y pues... hasta en la noche te puedo encontrar. Sólo quiero decirte que te deseo lo mejor y que me gustaría seguir siendo parte de tu vida por muchos años más. Septiembre 17 - Recibí tu email. El chiste estaba gracioso. No sé si te enteraste, pero estuve unos días en el hospital. Nada grave, un pequeño dolor de cabeza. Algo así como la migraña que siempre has padecido. El doctor quiere hacerme unos estudios para estar seguro de que todo me "funcione bien". Yo le digo que "mala hierba nunca muere", aunque en el fondo, siento una profunda tristeza. Octubre 12 - Ayer fue mi cumpleaños. Comprendo que lo hayas olvidado, hace tiempo que no hablamos y bueno... tú tienes mucho que hacer. Esperaba que llamaras para decirme: "te estas haciendo viejo", pero por más que el teléfono sonó, ¡no eras tú!. ¿Sabes?, desde mis días en el hospital me he sentido algo débil, tal vez sea que no he estado comiendo bien. Ahora recuerdo que es época de exámenes. Lo más seguro es que

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Pedro Arreola Coronel 131

estés batallando con álgebra y por eso no llamaste... siempre fuiste malísimo en matemáticas. Octubre 20 - Algo me funciona mal. Está en mi cabeza. El doctor dice que necesito quimioterapia antes de que avance más mi problema. Yo digo que saldré adelante, confío en Dios, pero mis papás se ven muy preocupados. Ojalá tuvieras tiempo de llamarme. Siempre sabes decir las palabras exactas cuando la depresión embarga mi alma. Noviembre 30 - ¡Quimioterapia!... es lo peor. Mi cabello se empieza a caer, tengo muchas náuseas y casi ni me levanto de la cama. Mis uñas se caen en pedazos. ¡Mis uñas! Si me vieras ahora, creo que no me reconocerías, bajé de peso y casi he perdido la mitad de mi cabellera. Sé que ayer fue el primer día de tu trabajo. Tú no me lo has dicho, pero me enteré por otra persona, me dijo que habló contigo... y... bueno él me lo contó. Ojalá que en este trabajo todo salga excelente. Enero 11 - Al fin, ahora estoy descansando de todo. Recuperé mi cabellera y mis uñas volvieron. No más náuseas ni dolores. Aquí hay mucha paz y tranquilidad aunque a veces me mortifica saber que mis papás siguen llorando por mí. Desde aquí puedo ver lo que haces. Sé que no te has enterado de lo que sucedió conmigo. Hoy conociste a alguien que lleva el que era mi nombre... ¿Curioso no?... recuerdo que siempre dijiste que mi nombre era extraño y tu pensante: "¿Hace cuánto que no le hablo?". Marzo 4 - Hace un mes que te enteraste. ¿Trágico no?... Y hoy visitaste mi tumba y me llevaste tulipanes, mis flores favoritas. Estuviste platicando con la placa que lleva mi nombre y, mientras recordabas nuestras aventuras, te vi llorar. Me hubiera gustado estar ahí para abrazarte, consolarte y limpiar tus lágrimas, sin embargo, ya no estoy. ¡Hey! Pero lo importante es que yo estoy feliz, sólo me entristece saber que tú no lo estás. Y… ¡no es cierto eso que dices!... ¡Siempre fuiste un buen amigo! Abril 7 - No te culpes por eso. A veces uno está tan agobiado, que se le olvida respirar. Es cierto lo que dices mientras aprietas esa foto nuestra cuando íbamos juntos a la escuela. Cuántas cosas vivimos juntos y cuántas quisiste contarme. Perdiste la oportunidad. Sí, es cierto... desperdiciaste el tiempo en cosas que tal vez no eran tan importantes como pensabas. Yo no te culpo... aún aprecio el tiempo en el que fuimos amigos y, si volviera a tener la oportunidad de repetir todo, no lo pensaría dos veces, pues sabría que al final todo sucedió para que mi amigo reaccionara y viviera su vida, sin preocuparse por cosas sin importancia, Para mí siempre serás mi amigo...

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Pedro Arreola Coronel 132

Mamás.

Algún día, cuando mis hijos sean lo suficientemente grandes para entender la lógica que motiva a los padres, les diré:

Te amé lo suficiente para preguntarte a dónde ibas, con quién y a qué hora regresarías a la casa. Te amé lo suficiente para insistir que ahorraras dinero para comprarte una bicicleta, aunque nosotros, tus padres, pudiéramos comprártela.

Te amé lo suficiente para callarme y dejarte descubrir que tu nuevo mejor amigo era un patán. Te amé lo suficiente para fastidiarte y estar encima de ti durante dos horas mientras arreglabas tu cuarto, un trabajo que me hubiese tomado a mí, sólo 15 minutos.

Te amé lo suficiente como para dejarte ver mi ira, desilusión y lágrimas en mis ojos. Los niños deben entender que los padres no son perfectos.

Te amé lo suficiente como para dejar que asumieras la responsabilidad de tus acciones, aunque los castigos eran tan duros que rompían mi corazón.

Pero, sobre todo, te amé lo suficiente como para decirte que ¡no!, aún y cuando sabía que me ibas a odiar por ello. Esas fueron las batallas más difíciles para mí.

Pero estoy contenta porque las gané, porque al final también las ganaste tú. Y algún día cuando tus hijos sean suficientemente grandes para entender la lógica que motiva a los padres, tú les dirás:

¿Tu mamá es mala? Yo sé que la mía, sí, ¡ella sí lo era! Era una mamá maluca.

¡Era la mamá más maluca que había en todo el mundo¡ Cuando otros niños desayunaban caramelos, ella nos hacía comer cereal, huevos, leche y tostadas.

Cuando otros niños almorzaban con gaseosa y galletas, teníamos que comer carne y ensalada, y puedes convencerte que nos preparaba cenas diferentes a las de otros niños también.

Mi mamá insistía en saber donde estábamos todo el tiempo.

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Pedro Arreola Coronel 133

Parecíamos convictos en prisión. Ella tenía que saber quiénes eran nuestros amigos y lo que hacíamos con ellos.

Nos da pena admitirlo pero rompió las leyes del trabajo de menores ya que nos hacía trabajar. Teníamos que lavar los platos, ayudar a sacar la basura, darle de comer al perro, arreglar nuestro cuarto y toda clase de trabajos forzosos.

Ella insistía en que dijéramos la verdad y nada más que la verdad.

Cuando llegamos a la pubertad, te juro que ella podía leer nuestras mentes. Era desesperante vivir con ella, estaba pendiente de que nos cepilláramos los dientes, que nos bañáramos, que estudiáramos, ¿ya hiciste las tareas fulanito? ... ¡qué fastidio! A veces hasta pensé irme de mi casa...

Se ponía frenética si nos veía sin zapatos... ¡qué vida la que me hacía vivir mi propia madre!

La vida era difícil. Ella no dejaba que nuestros amigos tocaran la bocina de su carro al llegar a buscarnos a nuestra casa, ellos debían llegar a la puerta donde ella pudiera conocerlos y saludarlos. Mientras otros amigos y amigas podían tener novios o novias a los doce o trece años, nosotros teníamos que esperar a los dieciséis.

Por nuestra mamá, nos perdimos de muchas experiencias de otros niños: nunca probamos drogas, nunca estuvimos presos, ni fuimos vándalos, fue todo por su culpa. Ahora estamos solamente en nuestra casa, estamos bien educados y somos adultos honestos. Y estamos haciendo lo mejor que podemos para ser padres malucos tal y como lo fue mi mamá.

Y ya sabemos lo que está mal en este mundo: sencillamente, ¡debería haber mayor cantidad de mamás malucas como la mía¡

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Pedro Arreola Coronel 134

¿Me vas a ayudar?

En 1989, un terremoto de 8.2 grados por poco acaba con toda Armenia. Mató a más de 30 mil personas en menos de cuatro minutos.

En medio de esa devastación y caos totales, un padre dejó a su esposa segura en su casa y se dirigió a la escuela donde debía estar su hijo, sólo para descubrir que el edificio estaba completamente derruido. Después del impacto traumático inicial, recordó la promesa que le había hecho a su hijo: "Pase lo que pase, siempre estaré ahí contigo." Y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Mientras miraba la pila de escombros que alguna vez había sido la escuela, parecía no haber esperanza, pero no dejó de pensar en el compromiso con su hijo.

Comenzó a concentrarse en el lugar de la escuela al que caminaba su hijo a clases cada mañana. Recordó que el salón de su hijo estaría en la esquina derecha del fondo del edificio, se dirigió hacia allá y comenzó a excavar entre el cascajo.

Mientras excavaba, otros padres desesperanzados llegaron con la mano sobre el corazón y diciendo: "¡Mi hijo!", "¡Mi hija!". Otros padres bien intencionados trataron de apartarlo de lo que quedaba de la escuela y le decían:

- “¡Es demasiado tarde!... ¡Están muertos!... ¡No puedes ayudar!... ¡Vete a casa!... ¡Vamos, afronta la realidad, no hay nada que puedas hacer!... ¡Así sólo vas a empeorar las cosas!...”

A cada uno de los padres le respondía con una frase:

-¿Ahora me vas a ayudar?, y procedía a excavar en busca de su hijo, piedra por piedra.

El jefe del cuerpo de bomberos se presentó y trató de retirarlo de los escombros de la escuela diciéndole:

- Están estallando incendios, hay explosiones por todas partes. Usted está en peligro. Nosotros nos encargaremos de esto. ¡Váyase a casa!

A lo cual este padre armenio amoroso y protector respondió:

- ¿Ahora me vas a ayudar?

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 135

Llegó la policía y dijo:

- Usted está enojado, perturbado, ¡ya basta! Está poniendo a otras personas en peligro. ¡Váyase a casa!, nosotros nos haremos cargo.

A lo cual el padre aquel replicó:

- ¿Ahora me vas a ayudar?

¡Nadie ayudó!

Valientemente siguió trabajando él solo, porque necesitaba saber por sí mismo si su hijo estaba vivo o muerto. Excavó durante ocho horas, doce horas, 24 horas, 36 horas y casi a las 38 horas de hacerlo, extrajo un canto y oyó la voz de su hijo. Gritó su nombre:

- ¡Armand!

Y escuchó de vuelta:

- ¡¿Papá?! ¡Soy yo, papá! Les dije a los otros niños que no se preocuparan. Les dije que si tú estabas vivo me salvarías y que cuando me salvaras, ellos estarían salvados. Tú me prometiste: "Pase lo que pase, siempre estaré ahí contigo." ¡Lo hiciste, papá!

- ¿Qué está pasando allá adentro?, ¿Cómo estás?, preguntó el padre.

- Quedamos 14 niños de 33, papá. Tenemos miedo, hambre y sed, y estamos agradecidos de que estés aquí. Cuando se cayó el edificio se hizo una cuña, como un triángulo, y nos salvó.

- ¡Sal, hijo!

- ¡No, papá! Deja que los otros niños salgan primero, porque yo sé que tú me sacarás. ¡Pase lo que pase, sé que estarás ahí conmigo!

Sabiendo del hallazgo que hizo el padre de Armand, una multitud de interesados se acercó…sólo se escuchó una pregunta:

- ¿Ahora me van a ayudar?

Mark V. Hansen

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 136

Mi viejo.

Amado Hijo:

El día que esté viejo y ya no sea el mismo: ¡Ten paciencia y compréndeme!

Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide como atarme mis zapatos, tenme paciencia, recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.

Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras y sabes de sobra como termina, no me interrumpas y escúchame; cuando eras pequeño, para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.

Cuando estemos reunidos y sin querer, haga mis necesidades, no te avergüences y comprende que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas; piensa cuántas veces, cuando niña te ayudé y estuve pacientemente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo.

No me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por ello. Recuerda los momentos que te perseguí y los mil pretextos que te inventaba para hacerte más agradable tu aseo.

Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con alguna ironía.

Acuérdate que fui yo quien te enseñó tantas cosas: comer, vestirte y cómo enfrentar la vida tan bien como lo haces; ello es producto de mi esfuerzo y perseverancia.

Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de qué estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo, no te impacientes; tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.

Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas; sé cuánto puedo y cuándo no debo.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 137

También comprende que con el tiempo, ya no tengo dientes para morder, ni gusto para sentir.

Cuando mis piernas fallen por estar cansadas de tanto andar... dame tu mano tierna para apoyarme, como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernitas.

Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y sólo quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que eso no tiene que ver con tu cariño o cuánto te ame.

Trata de comprender que ya no vivo, sino que sobrevivo, y eso no es sencillo para uno.

Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer.

Piensa entonces que con este paso que me adelanto a dar, estaré construyendo para ti otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo.

No te sientas triste, enojada o impotente por verme así. Dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando empezaste a vivir.

De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío. Dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.

Atentamente:

Tu viejo.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 138

Mujer.

Dios, que estaba preocupado en crear a las madres, llevaba ya seis días trabajando, cuando un ángel se le presentó y le dijo: “Te afanas demasiado, Señor”, y el Señor le repuso:

- Esta criatura tiene que ser lavable de pies a cabeza, pero sin ser de plástico; llevar 180 piezas móviles, todas reemplazables; funcionar a base de café negro y sobras de comida; poseer un regazo que desaparezca cuando se ponga de pie; un beso capaz de curarlo todo, desde una pierna rota hasta un amor frustrado.

El ángel confundido observó… luego dijo:

- Eso no es posible, vale más que vayas a dormir Señor, mañana será otro día.

- No puedo, respondió el Señor, además me falta poco, ya hice una que se cura por sí sola cuando se enferma, que es capaz de alimentar a una familia de seis, con medio kilo de carne molida y de persuadir a un chiquillo de nueve años para que se esté quieto bajo la ducha.

Lentamente el ángel dio la vuelta en torno de uno de los modelos maternales.

- Me parece demasiado delicado, comentó con un suspiro.

- Pero muy resistente, aseguró Dios emocionado, “no tienes idea de lo que es capaz de hacer y de sobrellevar”, agregó.

- ¿Podrá pensar?, cuestionó el ángel.

- ¡Claro!, también podrá razonar, comprender, interpretar y decidir.

Por último el ángel se inclinó y paso la mano por la mejilla del modelo.

- ¡Tiene una fuga!, señaló el ángel.

- No es una fuga, es una lágrima, respondió Dios.

- Y ¿para qué sirve?, con curiosidad interrogó el ángel.

- Para expresar gozo, aflicción, desengaño, pesadumbre, soledad y orgullo.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 139

- Eres un genio, Señor, dijo el ángel.

Y Dios con un perfil de tristeza, observó y dijo:

- ¡Yo no se la puse!

Navidad.

¡Tuve un sueño José! No lo pude comprender, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro hijo, del aniversario de su llegada al mundo… Creo que sí, era acerca de eso.

La gente estaba haciendo los preparativos con seis semanas de anticipación. Decoraban las casas y compraban ropa nueva. Salían de compras muchas veces y adquirían elaborados regalos.

Era muy peculiar ya que los regalos no eran para nuestro hijo. Los envolvían con hermosos papeles y los ataban con preciosos moños; todo lo colocaban debajo de un árbol. Sí, José, un árbol dentro de sus casas. Esta gente estaba decorando el árbol también. Las ramas llenas de esferas y adornos que brillaban. Había una figura en lo alto del árbol. Me parecía ver un ángel. ¡Era verdaderamente hermoso!

Toda la gente estaba feliz y sonriente. Todos estaban emocionados por los regalos, se los intercambiaban unos con otros. Al final, José, no quedó alguno para nuestro hijo.

Sabes, creo que ni siquiera lo conocen, pues nunca mencionaron su nombre. ¿No te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen?

Tuve la extraña sensación de que si nuestro hijo estuviera en la celebración hubiese sido un intruso solamente.

Todo estaba tan hermoso, José, todo mundo feliz, pero yo sentí enormes ganas de llorar. ¡Que tristeza para Jesús, no querer ser deseado en su propia fiesta de cumpleaños!

Estoy contenta porque sólo fue un sueño, José, pero, qué terrible si esto hubiese sido realidad.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 140

Pensar creativamente.

Se te plantea el siguiente dilema moral:

Estás conduciendo tu automóvil en una noche de tormenta terrible, pasas por una parada de autobús donde se encuentran tres personas esperando:

1. Una anciana que parece está a punto de morir. 2. Un viejo amigo que te salvó la vida una vez. 3. El hombre perfecto o la mujer de tus sueños.

¿A cuál llevarías en el coche, habida cuenta que sólo tienes sitio para un pasajero?

Piensa la respuesta antes de seguir leyendo.

¿Lo has pensado?

Este es un dilema ético-moral que una vez se utilizó en una entrevista de trabajo.

Podrías llevar a la anciana, porque va a morir y por lo tanto deberías salvarla primero; o podrías llevar al amigo, ya que te salvó la vida una vez y estás en deuda con él. Sin embargo, tal vez nunca vuelvas a encontrar al amor perfecto de tus sueños.

El aspirante que fue contratado (de entre 200 candidatos) no dudó al dar su respuesta. Me encanta, y espero poder utilizarlo alguna vez en alguna entrevista.

¿Qué dijo?

Simplemente contestó: "Le daría las llaves del coche a mi amigo y le pediría que llevara a la anciana al hospital, mientras, yo me quedaría esperando el autobús con la mujer de mis sueños."

Moraleja: Debemos superar las aparentes limitaciones que nos plantean los problemas, y aprender a pensar creativamente.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 141

Perros, gatos, ratones y niños. ¿Se acuerdan de Pavlov? ; trabajó un poco con perros y descubrió que podía condicionar su salivación. Entonces empezó a escribir acerca de cómo aprenden los niños. Thornidike, pensó que lo de Pavlov era irrelevante; trabajó con gatos y descubrió que podrían escapar del interior de una caja más rápidamente la segunda vez. Entonces procedió a escribir acerca de cómo aprenden los niños. Hull pensó que las teorías de Pavlov y Thornidike estaban de más. Hull descubrió que los perros mastican y tragan tan bien como salivan. Entonces empezó a escribir acerca de cómo aprenden los niños. Skinner practicó con algunas ratas y pichones; usó cajas, campanas, zumbadores y apuntó a mostrar que la conducta puede ser reforzada. Entonces procedió a escribir acerca de cómo aprenden los niños. Watson colocó una rata blanca enfrente de un niño de dos años, todas las veces que el niño se acercó a la rata, Watson lo asustó sonando una barra de metal. Después de una semana el niño lloraba en cuanto le acercaban la rata. Watson entonces pudo escribir acerca de cómo aprenden los niños. Guthrie también experimentó con ratas. Concluyó de sus trabajos que si ustedes hacen algo bien la primera vez, la práctica no es necesaria. Entonces procedió a escribir acerca de cómo aprenden los niños. La lista se extendería sin cesar… Dos notables excepciones a esta locura son Dewey y Piaget. Ellos en realidad observaron niños. Observaron por años y años un hecho. Entonces procedieron a escribir acerca de cómo aprenden los niños. Casi todos los educadores han sabido de Dewey y Piaget. Algunos incluso han leído algo de lo que ellos han escrito. Obviamente una buena parte de los educadores no entienden lo que dicen los estudios de Dewey y Piaget. La razón es que continúan la educación basada en el condicionamiento de perros y asustando niños.

Paul C. Burton

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 142

Piedras.

Un experto asesor de empresas en Gestión del Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia. Sacó de debajo del escritorio un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y preguntó:

- ¿Cuántas piedras piensan que caben en el frasco?

Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que llenó el frasco. Luego preguntó:

- ¿Está lleno?

Todo el mundo lo miró y asintió. Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con gravilla. Metió parte de la gravilla en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. El experto sonrió con ironía y repitió:

- ¿Está lleno?

Esta vez los oyentes dudaron:

- ¡Tal vez no!, respondieron.

- ¡Bien!, dijo el experto.

Y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y la grava.

- ¿Está bien lleno?, preguntó de nuevo.

- ¡No!, exclamaron los asistentes.

Bien, dijo, y cogió una jarra de agua de un litro que comenzó a verter en el frasco. El frasco aún no rebosaba.

- Bueno, ¿qué hemos demostrado?, preguntó.

Un alumno respondió:

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 143

- Que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas.

- ¡No necesariamente!, concluyó el experto: lo que esta lección nos enseña, es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después.

¿Cuáles son las piedras grandes en tu vida?:

¿Tus hijos, tus amigos, tus sueños, tu salud, la persona amada? o son…

¿Tu trabajo, tus reuniones, tus viajes de negocio, el poder o el dinero?

La elección es tuya. Una vez te hayas decidido, coloca esas piedras primero. El resto encontrará su lugar.

¿A quién quieres más?

Preguntó Dios a una madre:

- ¿A cuál de tus hijos quieres más? Y respondió ella:

- Señor, al ausente, hasta que vuelva; al enfermo, hasta que sane; al triste, hasta que esté de nuevo alegre; al preso, hasta que recobre su libertad; al que sufre, hasta que se sienta consolado; al malo, hasta que otra vez sea bueno; al que le falta todo, hasta que no le falte nada ya; al descarriado, hasta que retome el buen camino; al que está solo, hasta que no padezca ya su soledad.

- El Señor agregó:

- No sé por qué dudan algunos de que hay un Dios en el cielo, si hay tantas madres como tú en la tierra.

A.F.A.

Hojas de Vida

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¿Qué color eres? El color es mucho más que una paleta para usarse en la ropa, el maquillaje, la decoración, en los gustos personales, etc. Existe una teoría que dice que a cada matiz del espectro de color manda una vibración que se conecta al Chacra (el centro energético) de nuestro cuerpo. Cuando el Chacra está en desequilibrio, puede nivelarse absorbiendo las vibraciones del color. Todos respondemos a las vibraciones del color, lo mismo emocional que psicológicamente, ya que pueden los colores estimular un estado de ánimo y cambiarlo. Así que, sabías que existe un color que refleja tu personalidad y cómo expresas tu fuerza y debilidades. Si incluyes tu color en tu vida diaria, en lo sentimental, emocional y hasta profesional, todo se te facilitará y tu vida será más positiva y segura. Para conocer tu color. Tienes que reducir tu fecha de nacimiento a un solo dígito.

Por ejemplo, si naciste del 24 de mayo (mes 05) de 1979 suma:

2+4+0+5+1+9+7+9=37, luego 3+7=10. Finalmente 1+0=1. 1. Rojo. No puedes evitar darte siempre a notar. El rojo es un color que llama mucho la atención y demanda la acción. La gente roja es apasionada, vive el momento y le gusta experimentar cualquier cosa nueva, pero tiene un periodo de atención muy corto. Son directos y honestos, y aunque a la gente pueda no gustarles lo que dicen o piensan, por lo menos ya saben que pueden atenerse a ellos. Guardar sus emociones puede enfermarlos. En lo laboral, son mejores líderes que seguidores y muchas veces prefieren ser sus propios jefes. 2. Naranja. La gente naranja es muy emocional y perceptiva de los sentimientos de los demás. Odian a la gente ventajosa, lo que los vuelve mediadores perfectos y muy aptos para hacer carrera en consultoría, trabajo comunitario o política. Son extremadamente sociables y su actitud

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relajada los hace personas divertidas con las que todo el mundo quiere estar, aunque saben muy bien cuándo tomar las cosas en serio. Las gentes naranjas pueden hacer evidentes características en los demás, que ellos prefieren ignorar, y por ello, a veces la gente puede darles la vuelta. Su punto débil es la baja estima cuando se sienten deprimidos, la comida se vuelve su tabla de salvación emocional, lo mismo comer como locos que, quizá no probar bocado. 3. Amarillo. La gente amarilla tiene un cerebro privilegiado y si no están con mentes como las suyas se aburren fácilmente. Pueden tener una forma verbal muy divertida y aguda, aunque a veces pueden volverse insoportables. Si lo que dicen no revela lo que sienten, su expresión lo hará. Los libros los atraen muchísimo, pero en cuanto entienden la anécdota o el tema, los abandonan. Son excelentes escritores cuando su mente va mucho más adelante que sus acciones. El periodismo es una actividad que puede funcionarles, porque pueden tener la capacidad de convertir la noticia más aburrida en algo estelar. Su carácter meticuloso puede funcionar bien en profesiones como contaduría, finanzas, mercadotecnia y computación. Son propensos al insomnio, porque tienen estimulada la parte izquierda del cerebro, haciendo que su mente esté alerta, incluso de noche. 4. Verde. El espacio personal es muy importante para la gente verde. Les gusta la compañía, pero tienen que huir cuando se sienten atrapadas; actúan primero y se fijan en las consecuencias hasta después. Creen en el orden y en darse tiempo para acomodar sus ideas. Prefieren trabajar a su manera, que en compañía. Si son sus propios empleados, planean el futuro y no toman riesgos. Si algo rompe su estructura de trabajo o modus operandi, no dicen nada, pero la tensión se refleja en sus hombros y su espalda. Están colgados de sus emociones y profesiones. Eventualmente, requieren de una limpieza emocional y física profunda. Las carreras perfectas para la gente verde son la aromaterapia, jardinería y floristería.

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5. Azul. Las personas azules son muy buenas para contar historias. Tienen una vívida imaginación y un instinto maternal que atrae a los niños. Su gran poder para sanar los puede hacer extraordinarios doctores o enfermeras. Tienen una gran necesidad de comunicarse y, cuando no lo logran, frecuentemente se enferman de gripe o de la garganta. La verdad y la honestidad son fundamentales para ellos, por eso pierden toda la confianza cuando alguien los traiciona. Son testarudos y defienden sus creencias hasta el fin, lo que los hace buenos debatiendo. La música es su clave para relajarse. 6.-Índigo. Son profundos y misteriosos. Nunca nadie está seguro de quiénes son en realidad. Las personas índigo se involucran absolutamente en algo, o bien, se quedan fuera, por completo. Les gusta ofrecer ayuda y consuelo, pero les es muy difícil pedirlos como correspondencia. Tienen un muy bien entonado sexto sentido; piensan en una persona y ésta llama en unos minutos por teléfono y, tienen muchos sueños premonitorios. Pueden ser buenos psicoterapeutas. Siempre son optimistas y ven lo positivo de cualquier situación. Son propensos a desequilibrios hormonales. 7. Violeta. Las personas violetas son ideales para seguir una carrera de modas, diseño de interiores o bellas artes. La costumbre que tienen de escoger lo más costoso de las tiendas tiene que ver con su buen ojo para la calidad. De su poderosa imaginación fluye constante creatividad y algunas veces mezclan realidad y fantasía, lo que los hace perfectos para los espectáculos. Si su trabajo no satisface sus deseos creativos, su imaginación salvaje puede extrapolarse y, a veces, sienten que no caben en ninguna parte, incluso con su familia y amigos. La gente violeta es propensa a dolores de cabeza y a sentirse como "sacados de onda", desconcertados. El suprimir su creatividad puede causarles artritis. 8. Rosa. Son los anfitriones perfectos y hacen que la gente se sienta de maravilla en sus casas. Pueden volver los ingredientes más comunes en una comida gourmet. La gente rosa casi siempre se muda de donde nació y sólo

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regresa de visita, nunca a vivir de nuevo ahí. Creen que todo está conectado en algún nivel. Prefieren que otros tomen la estafeta de la carrera, aunque les pertenezca. Ven el potencial en cualquier persona y tratan de guiarlos en la dirección correcta, ya se laboral o sentimentalmente. La administración es perfecta para ellos. Son pacientes y comprensivos, pero un buen día, pueden explotar como volcán. Suelen guardar la tensión en la parte baja del cuerpo, por ello, cuando se sienten tensos, es recomendable que hagan ejercicio. 9. Oro. Todo mundo quiere acercarse a la gente "dorada". Cuando eran niños, los adultos confiaban en ellos y los desconocidos les contaban sus secretos más ocultos. Pueden ser maestros excepcionales y usar su experiencia personal para hacer de sus acercamientos algo muy especial. Tienen un talento increíble, del que todo el mundo se entera, menos ellos. Son perfeccionistas y se exigen mucho a sí mismos. Fallar es casi inaceptable y ven la vulnerabilidad como una debilidad, en consecuencia, mostrar sus emociones puede ser una dificultad. Por ello, a veces padecen de síntomas de gripe -aunque no la tengan- y tienen problemas con su sistema inmunológico.

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¿Qué es un niño? Los niños vienen en tamaños, pesos y colores surtidos. Se les encuentra donde quiera: encima, debajo, dentro, trepado, colgado, corriendo, saltando. Las mamás los adoran, las niñitas los odian y las hermanas y hermanos mayores los toleran; los adultos los desconocen y, el cielo los protege. Un niño es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado, la esperanza del futuro con una rana en el bolsillo. Un niño tiene el apetito de un caballo, la digestión de un tragaespadas, la energía de una bomba atómica, la curiosidad de un gato, los pulmones de un dictador, la imaginación de Julio Verne, la timidez de una violeta, la audacia de una trampa de acero, el entusiasmo de un cohete y cuando hace algo, tiene cinco pulgares en cada mano. Le encantan: los dulces, las navajas, las sierras, la Navidad, los libros con láminas, el chico de los vecinos, el campo, el agua (en su estado natural), los animales grandes, papá, los trenes, los domingos por la mañana y los carros de bomberos. No le gustan las visitas, la doctrina, la escuela, los libros sin estampas, las lecciones de música, las corbatas, los peluqueros, las muchachas, los suéteres, los adultos y la hora de acostarse. Nadie más que él se levanta tan temprano, ni se sienta a comer tan tarde. Nadie más puede meterse en el bolsillo una navaja oxidada; una fruta mordida, medio metro de cordón, una cajita de cerillos vacía, caramelos, seis monedas, una honda, un trozo de sustancia desconocida y un auténtico anillo supersónico con un compartimiento secreto. Un niño es una criatura mágica. Usted puede cerrarle la puerta del cuarto donde guarda las herramientas, pero no puede cerrarle la de su corazón; puede echarlo de su estudio, pero no puede echarlo de su pensamiento. Todo el poderío suyo se rinde ante él. Es su carcelero, su amo, su jefe... Él, un manojito de ruido, carita sucia... y cuando usted llega a su casa por la noche con sus esperanzas y sus ambiciones hechas pedazos, él puede remediarlo todo con dos palabras mágicas: ¡Hola Papi!

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Reflexiones sobre los niños. Nunca sabes que es lo que va decir ó hacer un niño, porque en verdad es sorprendente. Al autor y orador Leo Buscaglia se le solicitó una vez que fuera parte del jurado en un concurso. El propósito del concurso era encontrar al niño más cariñoso. El ganador fue un niño de cinco años cuyo vecino era un anciano a quien recientemente le había fallecido su esposa. El niño al ver al hombre llorar, fue al patio de la casa del hombre, se subió a su regazo y se sentó. Cuando su mamá le preguntó qué le había dicho al vecino, el pequeño niño le contestó, - Nada, sólo le ayude a llorar. La Maestra Debbie Moon's de primer grado estaba discutiendo con su grupo la pintura de una familia. Había un niño en la pintura que tenía el cabello de color diferente al del resto de los miembros de la familia. Uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado y una niña compañera del grupo le dijo: - Yo sé todo sobre adopciones por que yo soy adoptada. - ¿Qué significa ser adoptado?, preguntó otro niño. - Significa, dijo la niña, que tú creces en el corazón de tu mamá en lugar de crecer en su vientre. Una niña de cuatro años estaba con su pediatra. Mientras el doctor revisaba los oídos de la niña con el otoscopio, le preguntaba: - ¿Crees que me encontraré al pájaro Abelardo -un personaje de la televisión- ahí dentro? La niña permaneció en silencio. Enseguida el doctor tomó el abate lenguas y revisó su garganta. El doctor le preguntó:

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- ¿Crees que me encontraré al monstruo galletero –el mismo personaje anterior- ahí dentro? De nuevo la niña no contestó nada. El doctor puso el estetoscopio en el pecho de la niña. Mientras escuchaba su corazón le pregunto: - ¿Crees que escucharé a Barney –otro personaje de la televisión- ahí dentro? - ¡Oh no!, contestó la niña, ¡Jesús esta en mi corazón. Barney está pintado en mis calzones! Una vez conducía hacia mi casa, regresando de mi trabajo; me detuve para ver un juego de béisbol de las pequeñas ligas que había en un parque cercano a mi casa. Cuando me estaba sentando en la banca de la línea de primera base, le pregunté a uno de los niños cual era el marcador. - Estamos abajo 14 a 0, contestó con una sonrisa. - ¿En serio?, le dije. Tengo que admitir que no pareces muy desanimado. - ¿Desanimado?, dijo el niño con una cara de confusión, ¿Por qué estar desanimado? Aun no hemos tenido turno al bat. Siempre que estoy decepcionada de mi vida, me detengo a pensar en el pequeño Jamie Scott. Jamie estaba intentando conseguir una parte en una obra en la escuela. Su mamá me dijo que el niño había puesto su corazón en ello, aún así, ella temía que no sería elegido. El día que las partes de la obra fueron repartidas, yo estuve en la escuela. Jamie salió corriendo con los ojos brillantes, con orgullo y emoción. - ¿Adivina qué mama?, gritó. Luego dijo unas palabras que permanecerán como una lección para mi en toda mi vida: - He sido elegido para aplaudir y animar la obra, ¡eso está increíble!

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Una "Lección para el corazón" es mi hija de nueve años, Sara, quien nació sin un músculo de uno de sus pies, razón por la cual usa un aparato todo el tiempo. Un hermoso día de primavera llegó de la escuela y me dijo que había competido en las carreras de los eventos competitivos de diferentes grupos escolares. Debido al soporte de su pierna, empecé a pensar rápidamente en algo que decirle para darle valor y animar a mi Sara; cosas que podría decir acerca de no dejar que esto la desanimara, pero antes de que yo pudiera decir algo ella dijo: - ¡Papi, gané dos de las carreras!, ¡Yo no podía creerlo! Y después agregó: - Tuve ventaja. - ¡Ah!, ¡lo sabía! Pensé que debieron de haberla dejado correr a la cabeza, primero que los demás. Pero una vez más, antes de que pudiera decir una palabra, ella dijo: - Papi, no me dejaron correr primero que los demás. Mi ventaja fue tener que tratar más fuerte que los otros. En Nueva York, en un frío día de diciembre, un niño de diez años estaba parado frente a una tienda de zapatos en el camino, descalzo, apuntando a través de la ventana y temblando de frío. Una señora se acercó a él y le dijo: - Mi pequeño amigo, ¿qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?". - Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos, fue la respuesta del niño. La señora lo tomó de la mano y lo llevó dentro de la tienda, le pidió al empleado que le diera media docena de pares de calcetines para el niño. Preguntó si podría darle un recipiente con agua y una toalla. El empleado rápidamente trajo lo que pidió. Ella se llevó al niño a la parte trasera de la tienda se quitó los guantes y le lavó los pies al niño, se los secó con la toalla. Para entonces, el empleado llegó con los calcetines. La señora le puso un par al niño; luego le compró un par de zapatos junto al resto de los calcetines y se los dio. Ella acarició al niño en la cabeza y le dijo:

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- ¡No hay duda pequeño amigo que te sientes mas cómodo ahora!. Mientras ella daba la vuelta para irse, el niño la alcanzó de la mano y mirándola con lágrimas en los ojos contestó con estas palabras: - ¿Es usted la esposa de Dios? Nunca sabes que es lo que va decir ó hacer un niño… ¿sorprendido?

Amar.

Un esposo fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya no quería a su esposa y que pensaba separarse.

El sabio lo escuchó, lo miró a los ojos y solamente le dijo una palabra:

- ¡Ámela!, luego se calló.

- Pero es que ya no siento nada por ella, dijo el esposo.

- ¡Ámela!, repuso el sabio.

Y ante el desconcierto del señor, después de un oportuno silencio, agregó lo siguiente:

- Amar en una decisión, no un sentimiento; amar es dedicación y entrega. Amar es un verbo y el fruto de esa acción es el amor. El amor es un ejercicio de jardinería: arranque lo que hace daño, prepare el terreno, siembre, sea paciente, riegue y cuide.

Agregó todavía:

- Esté preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvia, mas no por eso, abandone su jardín. Ame a su pareja, es decir, acéptela, valórela, respétela, déle afecto y ternura, admírela y compréndala. Eso es todo, ¡ámela!

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Rosas rojas para ella.

Las rosas rojas eran sus favoritas. Su nombre también era Rosa. Cada año su esposo se las mandaba atadas con un moño bonito. Todos los años le mandaba rosas y la tarjetita siempre decía: "Te amo más este año que el anterior en este día. Mi amor crecerá con cada nuevo ciclo que transcurra". El año que el murió, también le entregaron las rosas a su puerta con una tarjeta que decía: "Sé muy valiente". Ella sabía que esta sería la última vez que recibiría rosas, pues pensó que, tal vez las había ordenado antes de morir, dado que no sabía lo que iba a suceder. A él siempre le gustaba adelantarse haciendo todo por si acaso estuviera muy ocupado para hacerlas llegar en la fecha indicada. Por eso ella cortó los tallos de sus rosas y colocó éstas en un florero muy especial que puso a un lado de su retrato. Después, se sentaba horas enteras viendo el retrato y las flores.

Pasó un año y era muy difícil vivir sin su pareja. La soledad la había invadido y parecía que era su destino. Pero entonces, igual que en otros días de San Valentín timbraron a la puerta y encontró las rosas. Entró con ellas en las manos y con gran asombro tomo el teléfono y llamo al florista. Le contesto el dueño y ella le pidió que le explicara ¿quién quería causarle tanto daño? La respuesta del florista fue: "sé que su esposo murió hace mas de un año y sabía que usted me llamaría. Las flores que usted acaba de recibir fueron previamente pagadas. Su esposo siempre adelantaba las cosas sin dejar nada al devenir. Hay un pedido en su expediente pagado por adelantado para que reciba estas flores cada año. También debe saber otra cosa, hay una notita especial escrita en una tarjeta. Esto lo hizo hace muchos años. Ésta dice que si yo me enterase que él ya no está, la tarjeta se la debo enviar a usted al año siguiente.

Rosa se mostró agradecida y colgó hecha un mar de lágrimas; con las manos temblorosas, lentamente, tomó la tarjeta con la nota. Se le quedó viendo en un silencio total. Leyó lo siguiente: “Hola mi Amor, sé que hace más de un año que me fui. Espero no haya sido muy penoso recuperarte. Sé lo solita que debes de estar y sé que el dolor es verdadero, pues si fuera diferente sé como me sentiría. El amor que compartimos hizo que todo en la vida se viera hermoso”...

“Te quise más de lo que cualquier palabra puede expresar. Tú fuiste la esposa perfecta, fuiste mi amiga y amante, llenaste todo lo que anhelaba. Sé que sólo ha pasado un año, pero te pido que por favor no sufras más. Quiero que seas feliz aunque derrames lágrimas. Por eso las rosas te

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llegarán todos los años. Cuando las recibas, piensa en la felicidad que tuvimos juntos y como fuimos bendecidos. Siempre te amé y te seguiré amando, pero tú tienes que seguir viviendo. Por favor trata de encontrar la felicidad mientras vivas. Sé que no será fácil, pero sé que encontrarás la forma. Las rosas te seguirán llegando cada año, hasta el día en que no haya quien abra la puerta. El florista ha recibido instrucciones de tocar la puerta cinco veces el mismo día por si saliste. El día que ya nadie abra, sabrá a donde llevar las flores... en donde estemos reunidos...

Riqueza.

El cementerio de Potrero de Ábrego es pequeño, tan pequeño que podrían caber en él todos los muertos del mundo.

Si los muertos pudieran callar no se oiría lo que se escucha viendo la tumba de don Fernando Vera:

Mientras viví creí que era rico. Todos los ricos creen que lo son. Tuve mucho dinero. Ahora se que el dinero me tuvo a mí.

La casa en que viví era la más grande de la hacienda. Sus paredes tenían cinco cuartas y un jeme de anchura; las rejas de las ventanas no eran de madera, como las de todas, sino de hierro firme; los muros tenían aspilleras, como la casa del gobernador de la ciudad. Es que en mi casa guardaba los dineros, y la hice para que nadie fuera a entrar. Resultó, también, por todo eso, que nunca pude yo salir.

“Ahora mi tumba es la más grande del panteón. La hicieron como si en ella fuera a guardar también aquel dinero, No lo guardaron: aquí no tengo nada. Quisiera poder comprar la flor azul que nace junto a la tumba de Juan el peón; o el sol que dora la gris pared; o las risas de los niños que se oyen en la escuela lejana. Pero no tengo con qué pagar ya nada de eso. Y aquí voy a estar más tiempo del que tuve para vivir, y no viví…”

El cementerio del Potrero de Ábrego es pequeño. Es igual que el mundo.

A. F. A.

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Seres especiales.

Me dicen que este año más de cien mil mujeres serán madres de niños con Desarrollo Limitado. Me he preguntado cómo son escogidas estas mamás y como respuesta, he imaginado a Dios mirando, desde el cielo a la tierra.

Conforme el Señor observa a las mamás, da instrucciones a un ángel, su secretario, quien anota en una gran libreta lo que su jefe le indica:

- González, Pedro. Su Santo Patrono será Santa Cecilia; Sánchez, Carmen y Guadalupe, gemelas, su Santo Patrono... ya sé, será San Gerardo, al fin y al cabo, él está acostumbrado a lo profano.

Así va dictando sus instrucciones al ángel, quien con todo cuidado apunta.

Cuando él mira a una mujer con cualidades especiales, sonríe y le ordena al ángel, su secretario:

- Dale a ella un hijo con desarrollo limitado. El ángel, curioso, pregunta:

- ¿Por qué a ella Señor, si se le ve tan feliz?

Dios le responde:

- ¡Así es!, no podría darle un niño “con problemas” a una mamá que no supiera reír... sería cruel.

- ¿Pero tendrá paciencia Señor?, preguntó el ángel.

- Yo no quiero que ella tenga paciencia, porque se hundiría en un océano de autocompasión y desolación, respondió Dios, quien siguió diciendo: Una vez que el impacto haya pasado y el resentimiento se hubiera borrado en ella, sabrá manejarlo.

Ya la observé hoy, es segura e independiente, como se necesita en una madre especial. Como verás, el niño que voy a darle tiene su propio mundo y ella debe permanecer en el suyo... no va a ser fácil, lo sé.

El ángel replicó:

- Pero Señor, yo no creo que ella siga creyendo en ti, después de esto...

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Dios sonrió y dijo:

- No importa... eso lo arreglaré, ella es la mujer adecuada, tiene suficiente entereza, además, -ofreció Dios-, es una mujer a quien bendeciré toda su vida.

- Ella no se dará cuenta, pero será envidiada, sabrá valorar cualquier palabra que salga de la boca de su hijo; nunca considerará una cosa ordinaria, cada uno de los avances de él; cuando su hijo diga "Mamá" por vez primera, será testigo de un gran esfuerzo, y lo amará más; cuando él le describa un árbol o un atardecer, los verá como muy poca gente ve mis creaciones; yo le permitiré ver claramente las cosas que veo; nunca estará sola, yo estaré a su lado cada minuto, de cada día de su vida, porque estará haciendo mi trabajo, con el mismo amor con el que yo lo haría.

- Y, ¿cómo reaccionará el papá del niño, Señor?

- Él les dará todo su apoyo, a su hijo y a la madre".

Finalmente, el ángel preguntó:

- ¿Quién será el Santo Patrono del niño, Señor?"

Dios, le respondió:

- Bastará con que se mire en un espejo, ahí lo encontrará.

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Si me voy antes que tú. Si me voy antes que tú, no llores por mi ausencia; alégrate por todo lo que hemos amado juntos. No me busques entre lo muertos, en donde nunca estuvimos; encuéntrame en todas aquellas cosas que no habrían existido si tú y yo no nos hubiésemos conocido. Yo estaré a tu lado, sin duda alguna, en todo lo que hayamos creado juntos: en nuestros hijos, por supuesto, pero también en el sudor compartido, tanto en el trabajo como en el placer, y en las lágrimas que intercambiamos. Y en todos aquellos que pasaron a nuestro lado y que, irremediablemente, recibieron algo de nosotros, y llevan incorporado -sin ellos, ni nosotros notarlo- algo de ti y algo de mí. También nuestros fracasos, nuestra indolencia y nuestros pecados serán testigos permanentes de que estuvimos vivos y no fuimos ángeles, sino humanos. No te ates a los recuerdos, ni a los objetos, porque dondequiera que mires que hayamos estado, con quienquiera que hables que nos conociese, allá habrá algo mío. Aquello sería distinto, pero indudablemente distinto, si no hubiésemos aceptado vivir juntos nuestro amor durante tantos años; el mundo estará ya siempre salpicado de nosotros. No llores mi ausencia, porque sólo te faltará mi palabra nueva y mi calor de ese momento. Llora, si quieres, porque el cuerpo se llena de lágrimas ante todo aquello que es más grande que él, que no es capaz de comprender, pero que entiende como algo grandioso, porque cuando la lengua no es capaz de expresar una emoción, ya sólo pueden hablar los ojos. Y vive. Vive creando cada día, y más que antes. Porque yo no sé cómo, pero estoy seguro de que, desde mi otra presencia, yo también estaré creando junto a ti, y será precisamente en ese acto de traer algo que no estaba, donde nos habremos encontrado. Sin entenderlo muy bien, pero así, como los granos de trigo que no entienden que su compañero muerto en el campo, ha dado vida a muchos nuevos compañeros.

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Así, con esa esperanza, deberás continuar dejando tu huella, para que, cuando tu muerte nos vuelva a dar la misma voz, cuando nuestro próximo abrazo nos incorpore, ya sin ruptura a la única creación, muchos puedan decir de nosotros: “si no nos hubiesen amado, el mundo sería más triste”.

Estaba recordando... El anciano vive en casa de su hijo. Su hijo lo considera una carga. Quién sabe por qué: él vivió más de veinte años en casa de su padre, y su padre nunca lo consideró una carga a él. Le dice el anciano:

- Recuerdo una vez, hijo... - Estoy muy ocupado – lo interrumpe el hijo-. No venga con sus cosas.

Va el anciano con su nuera:

- Estaba recordando... - Seguramente eso ya me lo platicó antes – le dice la mujer-, Y sin

hacerle caso continúa en sus cosas. Busca el anciano a su nieta:

- Me estaba acordando, hija... - Ya voy saliendo, abuelo – se aleja la muchacha-.

El anciano se sienta en un sillón. Llega el perro, le pone la cabeza en las rodillas y fija en él la mirada de sus grandes ojos, húmedos de amor. Y le acaricia la cabeza el anciano. Y empieza a hablar.

- Me estaba acordando, perro... Y habla el anciano, habla largamente, recordando los días de su juventud, y el perro lo oye, y no quita de él sus ojos, aquellos grandes ojos de perro, húmedos de amor.

A. F. A.

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¡Por favor Dios mío, sólo tengo 17 años!

El día de mi muerte era tan común como cualquier día de mis estudios escolares, valía más que como de costumbre, me hubiera ido en el autobús, aunque me chocaba por lento; recuerdo la larga mentira que le conté a mamá para que me prestara su automóvil, entre los muchos ruegos y súplicas, dije que todos mis amigos manejaban y que consideraría como un favor especial si me lo prestaba. Cuando sonó la campana de las 2:50 de la tarde para salir de clase, tiré los libros al estante porque estaría libre hasta el otro día a las 8:40 de la mañana, corrí eufórico al estacionamiento a recoger el carro, sólo pensando en que lo iba a manejar a mi libre antojo. ¿Cómo sucedió el accidente? eso no importa; iba corriendo con exceso de velocidad, me sentía libre y gozoso, disfrutando correr en el auto. Lo último que recuerdo es que rebasé a una señora ya anciana y de la cual me desesperó su lenta manera de manejar; oí el ruido ensordecedor del choque y un estruendoso sacudimiento; volaron hierros y pedazos de vidrio por todas partes; sentí que mi cuerpo se volteaba al revés y escuché mi propio grito. De repente, desperté; todo muy quieto, un policía parado casi arriba de mí; también vi a un doctor, mi cuerpo todo destrozado y ensangrentado con pedazos de vidrio encajados por todas partes; cosa rara... no sentía ningún dolor. "Épale, no me cubran la cabeza con la sábana, no estoy muerto, sólo tengo 17 años; además tengo una cita en la noche. Todavía tengo que crecer y vivir una vida encantadora; además no puedo estar muerto." Después me metieron en una gaveta. Mis padres tuvieron que ir a identificarme; lo que me apenaba es que me vieron así desquebrajado, y luego ver los ojos de mi mamá cuando tuvo que enfrentarse a la más terrible experiencia de su vida. Papá, de repente, envejeció cuando le dijo al encargado del anfiteatro: "Sí, ese es mi hijo". El funeral fue una experiencia macabra, vi a todos mis amigos y parientes acercarse a la caja mortuoria; pasaron uno a uno con ojos entristecidos como nunca llegué a ver; algunos de mis cuatachos lloraban, algunas de mis amigas me tocaban las manos y sollozaban al alejarse.

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¡Por favor, alguien que me despierte! ¡Sáquenme de aquí! no aguanto ver a mi papá y mamá tan inconsolables, mis abuelos tan afligidos que apenas pueden andar. Mis hermanos y hermanas parecen zombies, se mueven como si fueran robots; todos como si estuvieran en trance, nadie quiere creerlo... ni yo mismo. ¡Por favor no me pongan en la fosa! Te prometo Dios mío, que si me das otra oportunidad, seré en todo el mundo el más cuidadoso para manejar, sólo quiero una oportunidad más... ¡Por favor Dios mío, sólo tengo 17 años!

A mis hijos.

[marzo 1965]

A mis hijos,

Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:

Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre ustedes.

Casi no se acordarán de mí y los más chiquitos no recordarán nada.

Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.

Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.

Hasta siempre hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de

Papá

Ernesto “Che” Guevara

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Su majestad el alcohol.

¿Me conoces?... Soy el príncipe de todas las alegrías, el compañero de todos los goces mundanos, el mensajero de la muerte; el príncipe que gobierna al mundo. Yo estoy presente en todas partes; en todas las ceremonias, ninguna reunión tiene lugar sin mi presencia; fabrico adulterios, hago nacer en los corazones pensamientos negros y criminales; a jóvenes y adultos los hago inmorales y los contemplo satisfecho; soy padre de la corrupción y de la desgracia, enveneno la raza, mancho los hogares, traigo el envilecimiento y la depravación, la locura, el crimen, el suicidio. Yo acabo con la familia, degenerando y extinguiendo por completo la raza, ocasionando los conflictos, crímenes y desgracias en los hogares; hago nacer a los niños raquíticos, retardados, idiotas; a los jóvenes hago perder la vergüenza, la dignidad, el honor, la educación y la religión; pongo un velo sobre los ojos y la conciencia, haciendo parecer el crimen como venganza, la abyección como pasatiempo, el adulterio e inmoralidad como entretenimiento. Yo soy el causante de las enfermedades y desgracias más asquerosas y viles, dolorosas e incurables: la tuberculosis, el cáncer, la sífilis, úlceras, tumores y muchas otras; aspiro convertir el mundo en un hospital, en un manicomio y en presidios. Yo nazco en todas partes, conozco las regiones de Laponia y Siberia, los ardorosos valles de Egipto e Italia; yo tengo mi origen en el trigo, el arroz, el maíz, la cebada, el jugo de uva, el jugo de caña, el maguey... Mi patria es la tierra; mis esclavos los hombres; el que me envía, el Diablo. Yo soy vuestro Rey. Yo soy su majestad el alcohol.

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Tan cerca de Dios.

Los niños y los ancianos se parecen mucho: los niños acaban de salir de las manos Dios; y los ancianos ya están muy cerca de llegar de nuevo a ellas. Poco le basta a un niño. Tiene todo si tiene a su mamá. Quizá los ancianos sufren porque ya no la tienen. Todos entonces deberíamos darles ternuras maternales. Una de esas ternuras, y no ciertamente la menor, consistiría en no decirles nunca: “Sí papá, ya nos has contado eso muchas veces”. Yo creo que algo de lo mejor del mundo son los niños muy niños y los ancianos muy ancianos. Ambos, hay que reconocerlo, pueden ser muy latosos. Pero a los niños todavía no se les borra Dios, y en los ancianos Dios ya está escrito. Yo, por no ser niño, ni anciano, soy soberbio. No lo sería tanto si pudiera recordar mis días primeros y si pensara en mis días últimos.

Una simple historia de amor.

La novia del pescador encendió una vela en la ventana de su casa para guiar al hombre amado por la nocturna travesía del mar. Vino la tempestad y el viento apagó la frágil luz. Todas las lámparas del puerto se apagaron en el furor de la tormenta. La muchacha se puso en la ventana con el corazón lleno de angustia. Sus ojos, agrandados por el amor, trataban de ver en la sombría inmensidad. Muchos marinos perecieron aquella noche. Sin una luz que les mostrara la segura orilla estrellaron sus barcas contra las rocas. El novio de la muchacha, en cambio, llegó con bien al caserío. ¿Cómo pudiste hallar el puerto?, – le preguntaba ella abrazándolo con éxtasis de felicidad-, la lámpara que encendí en la ventana se apagó. ¿Se apagó? - dijo asombrado el pescador mirando los ojos de su amada-. Yo vi dos lámparas en tu ventana.

A. F. A.

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Te deseo lo suficiente.

Estando en un aeropuerto escuché a un padre e hija en sus últimos momentos juntos. Se anunciaba la salida del vuelo de ella y junto a la puerta la oí decir: - Papi, nuestra vida juntos ha sido más que suficiente. - Tu amor es todo lo que siempre necesité, dijo él. - Te deseo lo suficiente a ti también, replicó ella. Se besaron de despedida y ella partió. Él caminó hacia la ventana donde yo estaba sentado. Ahí parado yo podía ver que quería y necesitaba llorar. Intenté no ser un intruso en su privacidad, pero él me preguntó: - ¿Alguna vez dijo adiós sabiendo que será para siempre? - Sí lo he hecho, contesté. Entonces le dije: perdone por preguntar, pero ¿por qué es éste un adiós para siempre?, le pregunté. - Soy viejo y ella vive muy lejos, tengo desafíos por delante y la realidad es, que su próximo viaje de vuelta será para mi funeral, dijo. - Cuando decía adiós le escuché decir "te deseo lo suficiente". Pudiera preguntarle ¿qué significa? Empezó a sonreír. - Ese es un deseo que ha pasado de generación en generación. Mis padres lo decían a cualquiera. Hizo una pausa por un momento y volteando hacia arriba, como tratando de recordar en detalle, sonrió una vez más. - Cuando nosotros decimos "te deseo lo suficiente", estamos deseándole a la otra persona que tenga una vida llena de suficientes cosas buenas que lo sostengan.

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Continuó y luego, volteando hacia mí, me compartió lo siguiente como recitándolo de memoria: -Te deseo el suficiente sol para mantener tu actitud brillante. Te deseo la suficiente lluvia para apreciar más el sol. Te deseo la suficiente felicidad para mantener tu espíritu vivo. Te deseo el suficiente dolor para que los pequeños placeres de la vida aparezcan más grandes. Te deseo la suficiente ganancia para satisfacer tus deseos. Te deseo la suficiente pérdida para apreciar todo lo que posees. Te deseo los suficientes "holas" para que te lleven a través del "adiós final". Entonces, empezó a sollozar y se alejó...

¿Ya no quieres vivir? Era la pregunta que se hacía a sí mismo un hombre de edad ya un tanto avanzada, a quien su médico le había indicado que padecía una enfermedad incurable y que le quedaba muy poco tiempo de vida. No queriendo esperar los tristes momentos cercanos a su muerte decidió partir hacia los bosques y allí, lejos de su familia, dejarse morir cuando no encontrara lo más elemental para su subsistencia. Ideó muchas cosas para acabar pronto con su vida; caminó en completa soledad, durmió días enteros al aire libre, comía solamente raíces y frutas crudas, dejaba que la lluvia cayese sobre su cuerpo y, en resumen, fue adoptando formas de vida que anteriormente no había tenido tiempo de conocer, y descubrió que los animales viven mejor que el mismo hombre con su pretendida modernización, y eso fue lo que obtuvo, en lugar de la muerte que buscaba. Este hombre fue el precursor de una noble tarea: La conservación de un sitio natural de árboles gigantes que fue el lugar donde él vivió sus últimos años. Murió al fin, de puro viejo y no de lo que le había dicho el médico, y lo hizo muy satisfecho de haber aprendido la difícil tarea de vivir con sencillez.

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¿Tendrás tiempo?

Cuando te levantabas esta mañana, te observaba y esperaba que me hablaras aunque fuera unas cuantas palabras, preguntando mi opinión o agradeciéndome por algo bueno que te haya sucedido ayer.

Pero noté que estabas muy ocupado(a) buscando la ropa adecuada para vestirte e ir al trabajo.

Seguí esperando de nuevo, mientras corrías por la casa arreglándote, supe que habría unos cuantos minutos para que te detuvieras y me dijeras "¡Hola!", pero estabas demasiado ocupado (a).

Te observé mientras ibas rumbo al trabajo y esperé pacientemente todo el día. Con todas tus actividades supongo que estabas demasiado ocupado(a) para decirme algo. Pero está bien, aún queda mucho tiempo.

Después encendiste el televisor, esperé pacientemente mientras veías el televisor; cenabas, pero nuevamente te olvidaste de hablar conmigo y nada.

A la hora de dormir, creo que ya estabas muy cansado(a). Después de decirle buenas noches a toda tu familia, caíste en tu cama y casi de inmediato te dormiste; no hay problema, porque quizás no te das cuenta de que siempre estoy ahí para ti. Tengo más paciencia de la que te imaginas. También quisiera enseñarte como tener paciencia para con otros,

Te amo tanto que espero todos los días por una oración, un pensamiento o un poco de gratitud de tu corazón.

Bueno, te estas levantando de nuevo, y otra vez esperar sin nada más que mi amor por ti, esperando que el día de hoy me dediques un poco de tiempo.

¡Que tengas un muy buen día!

Tu amigo:

Dios

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Todo pasa. Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: - Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo. Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total... Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo: - No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje, - el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-, pero no lo leas, le dijo, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación. Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino... De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía: "Esto también pasará". Mientras leía, sintió que se cernía sobre él un gran

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silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente agradecido con el sirviente y el místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital, hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje. - ¿Qué quieres decir? -preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida. - Escucha, dijo el anciano, este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, porque el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo: - Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa, ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.

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Todo tiene una razón de ser. Algunas veces, las personas llegan a nuestras vidas y rápidamente nos damos cuenta de que esto pasa porque debe de ser así, para servir a un propósito, para enseñar una lección, para descubrir quiénes somos en realidad, para enseñarnos lo que deseamos alcanzar. Tú no sabes quiénes son estas personas, pero cuando fijas tus ojos en ellas, sabes y comprendes que afectarán tu vida de una manera profunda. Algunas veces te pasan cosas que parecen horribles, dolorosas e injustas, pero en realidad entiendes que si no superas estas cosas nunca, habrías realizado tu potencial, tu fuerza, o el poder de tu corazón. Todo pasa por una razón en la vida. Nada sucede por casualidad o por la suerte, Enfermedades, heridas, el amor, momentos perdidos de grandeza o de puras tonterías, todo ocurre para probar los límites de tu alma. Sin estas pequeñas pruebas la vida sería como una carretera recién pavimentada, suave y lisa. Una carretera directa sin rumbo a ningún lugar, plana, cómoda y segura, mas empañada y sin razón. La gente que conoces afecta tu vida; las caídas y los triunfos que tú experimentas crean a la persona que eres; inclusive, se puede aprender de las malas experiencias, es más, quizás sean las más significativas en nuestras vidas. Si alguien te hiere, te traiciona o rompe tu corazón, le das las gracias porque te ha enseñado la importancia de perdonar, de dar confianza y de tener más cuidado de a quién le abres tu corazón. Si alguien te ama, ámalo, tú también no porque él o ella te amen, sino porque te han enseñado a amar y a abrir tu corazón y tus ojos a las cosas pequeñas de la vida. Haz que cada día cuente y aprecia cada momento, además de aprender de todo lo que puedas, porque quizás más adelante no tengas la oportunidad de aprender lo que tienes que aprender de este momento. Entabla una conversación con gente con quien no hayas dialogado nunca, escúchalos y presta atención. Permítete enamorarte, liberarte y poner tu vista en un lugar bien alto. Mantén tu cabeza en alto porque tienes todo el derecho de hacerlo. Repítete a ti mismo que eres un individuo magnífico y créelo; si no crees en ti mismo nadie más lo hará tampoco.

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Crea tu propia vida, encuéntrala y luego vívela. No olvides que Dios tiene un plan maravilloso para cada uno de nosotros, y debemos aprender a descubrirlo.

Todos tenemos grietas.

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas, las cuales colgaba a los extremos de un palo que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía agraciada para los fines propios con que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección, se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación. Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador así, diciéndole: - Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir. El aguador, le dijo compasivamente: - Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino. Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo del sendero, pero de todos modos se sentía apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar. El aguador le dijo entonces: - ¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado; por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.

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Tu otra ala. Un día un ángel se arrodilló a los pies de Dios y habló: - Señor, visité toda tu creación. Estuve en todos los lugares. Vi que eres parte de todas las cosas, y por eso vine hasta ti para tratar de entender. - ¿Por qué cada una de las personas sobre la tierra tiene solamente un ala? Los ángeles tenemos dos. Podemos ir hasta el amor que el Señor representa siempre que lo deseamos. Podemos volar hacia la libertad siempre que queramos. Los humanos, en cambio, con su única ala no pueden volar. Dios respondió: - Si, yo lo sé. Sé que hice a los humanos solamente con un ala... Intrigado el ángel quería entender y preguntó: - ¿Pero, por qué el Señor dio a los hombres solamente un ala, cuando son necesarias dos para que puedan volar? Sin prisa, Dios respondió: - Ellos pueden volar, mi ángel. Di a los humanos una sola ala para que pudiesen volar más y mejor que nuestros Arcángeles. Para volar, mi pequeño amigo, tú precisas de tus dos alas, y aunque libre, tú estas solo. Mas los humanos, los humanos con su única ala precisarán siempre de dar la mano a alguien, a fin de tener sus dos alas. Cada uno ha de tener un par de alas. Cada uno ha de buscar su segunda ala en alguien, en algún lugar del mundo, para que se complete su par. Así todos, aprenderán a respetarse y a no quebrar la única ala de la otra persona, porque pueden estar acabando con su oportunidad de volar. Así aprenderán a amar verdaderamente a la otra persona. Solamente permitiéndose amar, ellos podrán volar. Tocando el corazón de otra persona, encontraran el ala que les falta y finalmente, podrán volar. Solamente a través del amor, podrán llegar hasta donde estoy, así como lo haces tú, mi ángel. Ellos nunca, nunca estarán solos al volar. Así es que de corazón te deseo:

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Que si aún no encuentras tu otra ala, que la encuentres muy pronto y se alcen las dos en magnifico vuelo. Si ya la tienes, ¡Cuídala con mucho esmero!

Un almuerzo con Dios.

Un niño pequeño quería conocer a Dios. Y como sabía que el viaje podría ser largo, puso en la valija varios paquetes de bizcochos y seis latas de gaseosas. Así inició su marcha. Después de recorrer dos o tres cuadras, vio a una anciana que estaba sentada en el parque contemplando unas palomas. El niño se sentó junto a ella y abrió la valija. Cuando iba a tomar un sorbo de gaseosa, se dio cuenta de que ella tenía cara de hambre, por lo que le ofreció un bizcocho. Ella lo aceptó con gratitud sonriente. Su sonrisa era tan bella que, por verla otra vez, el niño le ofreció una gaseosa. La anciana le volvió a sonreír. ¡El chico estaba encantado! Toda la tarde estuvieron allí, comiendo, sonrientes, sin decir una palabra. Al oscurecer, el niño, sintiéndose muy cansado, se levantó para irse, pero apenas hubo andado unos pocos pasos, giró en redondo y corrió hacia la anciana para darle un abrazo. Ella lo abrazó también y le dedicó la mejor de sus sonrisas. Poco después, cuando abrió la puerta de su casa, su madre se mostró sorprendida ante su expresión de felicidad. - ¿Dónde has estado hoy y por qué te sientes tan feliz?, le preguntó. - Almorcé con Dios, fue la respuesta. Y antes que su madre pudiera replicar, el niño agregó: ¿Sabes una cosa? ¡Tiene la sonrisa más bella que puedas imaginar! Entretanto, la anciana también había regresado a su casa, radiante de alegría. Asombrado por la expresión de paz que irradiaba su madre, su hijo le preguntó: - Madre, ¿qué has hecho hoy que pareces tan feliz? Comí bizcochos con Dios en el parque. Y antes de que su hijo le respondiera, agregó: ¡Es mucho más joven de lo que yo esperaba!

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Un Ángel.

Había una vez una niñita sentada en un parque, todos pasaban por su lado y nunca nadie se detenía a preguntarle que le ocurría. Vestida con un traje descolorido, zapatos rotos y sucios, la pequeña niña se quedaba sentada mirando a todo el mundo pasar. Ella nunca trato de hablar, no dijo una sola palabra, Muchas personas pasaron pero nadie se detuvo. Al día siguiente yo decidí volver al parque a ver si la pequeña niña estaba ahí… ¡Sí, ahí estaba! en el mismo lugar en el que se encontraba ayer. Con la misma mirada de tristeza en sus ojos. Me dirigí hacia ella, Al acercarme noté que en su espalda había una joroba. Ella me miró con una tristeza tan profunda, que me rompió el alma.

Me senté a su lado y sonriendo le dije:

- ¡Hola!

La pequeña me miró sorprendida y con una voz muy baja respondió a mi saludo.

Hablamos hasta que los últimos rayos de sol desaparecieron. Cuando sólo quedábamos nosotros dos y todo era oscuridad alrededor, le pregunté por qué estaba tan triste. La pequeña me miró y con lágrimas en sus ojos me dijo:

- Porque soy diferente.

Yo le respondí con una sonrisa:

- Lo eres.

Y ella dijo aún más triste:

- Lo sé.

Yo le contesté:

- Pequeña, ser diferente no es malo. Tú me recuerdas a un ángel dulce e inocente.

Ella me miró, se sonrió y por primera vez sus ojos brillaron con la luz de la alegría. Despacio ella se levantó y me dijo:

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- ¿Es cierto lo que acabas de decir?"

Yo le respondí:

- Eres como un pequeño ángel guardián enviado para proteger a todos los que caminan por aquí.

Ella movió su cabeza afirmativamente y sonrió. Ante mis ojos algo maravilloso ocurrió. Su joroba se abrió y dos hermosas alas salieron de allí.

Ella me miró sonriente y me dijo:

- Yo soy tu ángel guardián, sin saber qué decirle, ella agregó: por primera vez pensaste en alguien más. ¡Mi misión está cumplida!

Yo me levanté y le pregunté por qué nadie le había ayudado. Ella me miró y sonriendo me dijo:

- Tú eres la única persona que podía verme, y ante mis ojos ¡desapareció!...

Después de ese encuentro, mi vida cambió dramáticamente.

Cuando pienses que sólo te tienes a ti mismo, recuerda que tu ángel guardián esta siempre pendiente de ti.

Tu misión es: hacer llegar este mensaje a cada persona que conozcas. Déjales saber que, de una manera o de otra, te preocupas por ellos.

Como la historia nos enseña, todos necesitamos a alguien. Cada uno de tus amigos es, a su manera, un ángel.

"El valor de un amigo sólo puede ser medido con el corazón".

P.D: No importa lo lejos que esté, sino lo cerca que puede estar.

P.D²: Dedico este mensaje, especialmente, a todos los ángeles que "hay en mi vida" y tú eres uno de ellos.

¡Dios te Bendiga!

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 174

Un anillo de compromiso.

Un muchacho entró con paso firme a la joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuviera.

El joyero le presentó uno. La hermosa piedra, solitaria, brillaba como un diminuto sol resplandeciente. El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo aprobó.

Preguntó luego el precio y se dispuso a pagarlo.

- ¿Se va usted a casar pronto?, Le preguntó el joyero.

- ¡No!, respondió el muchacho, ni siquiera tengo novia.

La muda sorpresa del joyero divirtió al comprador.

- Es para mi mamá, dijo el muchacho, luego añadió: cuando yo iba a nacer estuvo sola; alguien le aconsejó que me matara antes de que naciera, así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Y tuvo muchos problemas, muchos. Fue padre y madre para mí, fue amiga y hermana, fue mi maestra. Me hizo ser lo que soy.

El joyero seguía asombrado y continuó escuchándolo:

- Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que si ella hizo todo por mi, ahora yo haré todo por ella. Quizás después entregue otro anillo de compromiso, pero será el segundo.

El joyero no dijo nada.

Solamente ordenó a su cajera que hiciera al muchacho el descuento aquel que se hacía nada más a los clientes importantes.

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Pedro Arreola Coronel 175

El niño pequeño.

Una vez un niño pequeño fue a la escuela, era bastante pequeño y era una escuela muy grande, pero cuando el niño pequeño descubrió que podía entrar en su salón desde la puerta que daba al exterior, estuvo feliz, y la escuela ya no le parecía tan grande; una mañana cuando había estado durante un tiempo en la escuela la maestra dijo:

- Hoy vamos a hacer un dibujo. - ¡Que bien!, pensó el pequeño.

Le gustaba hacer dibujos, podía hacerlos de todas clases: leones, tigres, pollos, vacas, trenes, barcos; sacó su caja de crayolas y empezó a dibujar. Pero la maestra dijo:

- ¡Esperen!, aún no es tiempo de empezar.

Y esperó a que todos estuvieran listos.

- ¡Ahora!, dijo la maestra, vamos a dibujar flores. - ¡Qué bien!, pensó el niño.

Le gustaba hacer flores y empezó a hacer flores muy bellas con sus crayolas rojas, naranjas y azules. Pero la maestra dijo:

- ¡Esperen, yo les enseñaré cómo!

Y dibujó una flor roja con el tallo verde.

- Ahora, dijo la maestra, pueden empezar. El niño miró la flor que había hecho la maestra, y luego vio la que él había pintado, le gustaba más la suya, más no lo dijo, sólo volteó la hoja e hizo una flor como la de la maestra, era roja con el tallo verde. Otro día la maestra dijo:

- Hoy vamos a hacer trabajos con plastilina. - ¡Qué bien!, pensó el pequeño.

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Le gustaba la plastilina, podía hacer toda clase de cosas con ella, víboras, hombres de nieve, ratones, carros, camiones, etc., y empezó a estirar y revolver su bola de plastilina, pero la maestra dijo:

- ¡Esperen!, aún no es tiempo de empezar.

Y espero a que todos estuvieran listos.

- ¡Ahora!, dijo la maestra, vamos a hacer un plato. - ¡Qué bien!, pensó el pequeño.

Le gustaba hacer platos y comenzó a hacerlos de todas formas y tamaños. Entonces la maestra dijo:

- ¡Esperen, yo les enseñaré cómo! Y les mostró cómo hacer un solo plato hondo.

- ¡Ahora!, dijo la maestra, pueden empezar.

El pequeño miró el plato que había hecho la maestra, y luego vio los que él había elaborado; le gustaban más los suyos, pero no lo dijo; Sólo revolvió otra vez la plastilina e hizo un plato como el de la maestra, era un plato hondo. Muy pronto el pequeño aprendió a esperar, a ver y hacer cosas iguales a las de la maestra, ya no hacía más de él solo. Luego sucedió que el niño y su familia se mudaron a otra casa en otra ciudad, y el pequeño tuvo que ir a otra escuela, esta escuela era más grande que la otra, y no había puerta del exterior a su salón, y el primer día que tuvo que ir ahí la maestra dijo:

- Hoy vamos a hacer un dibujo. - ¡Muy bien!, pensó el pequeño.

Y esperó a que la maestra dijera, pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba por el salón; cuando llegó con él le dijo:

- ¿No quieres hacer un dibujo? - Sí, contestó el pequeño.

Hojas de Vida

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Y preguntó:

- ¿Qué vamos a hacer? - No sé hasta que lo hagas, dijo la maestra.

- ¿Cualquier color?, preguntó el pequeño.

- ¡Cualquier color!, respondió ella; si todos hicieran el mismo dibujo y

usaran los mismos colores, ¿cómo sabría yo quién hizo qué, y cuál es cuál?

- ¡No sé!, contestó el pequeño.

Y empezó a hacer una flor roja con el tallo verde.

Hellen E. Buchley-

Las líneas paralelas

Estas eran dos líneas paralelas enamoradas profundamente la una de la otra.

Sufrían mucho las líneas paralelas, y lloraban: leyeron en un libro de Matemáticas que las líneas paralelas no se juntan ni aun cuando se prolongan en el infinito. Ellas se amaban, querían estar juntas, pero no podían porque eran líneas paralelas, y las líneas nunca se juntan.

Y sucedió un milagro: tanto se amaban las líneas paralelas que se fueron acercando una a la otra hasta que se fundieron en una sola línea. Así, juntas, se prolongaron hasta el infinito. Ahí están todavía, amándose infinitamente.

De esta historia -me la contaron como verdadera- yo infiero dos lecciones. Primera: las líneas paralelas sí se juntan. Segunda: el amor puede más que los libros de Matemáticas.

A. F. A.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 178

Un sueño.

Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un saltamontes.

- ¿Hacia dónde te diriges?, le preguntó. Sin dejar de caminar, la oruga contestó:

- Tuve un sueño anoche: soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo.

Sorprendido, el saltamontes dijo mientras su amigo se alejaba…

- ¡Debes estar loco!, ¿cómo podrás llegar hasta aquel lugar?, tú una simple oruga. Una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable.

Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó, su diminuto cuerpo no dejó de moverse.

De pronto se oyó la voz de un escarabajo:

- ¿Hacia dónde te diriges con tanto empeño?, sudando ya, el gusanito, le dijo jadeante:

- Tuve un sueño y deseo realizarlo: subir a esa montaña y desde ahí contemplar todo nuestro mundo.

El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo:

- Ni yo, con patas tan grandes, intentaría realizar algo tan ambicioso, y se quedó en el suelo tumbado de la risa, mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.

Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor le aconsejaron a nuestro amigo que desistiera.

- ¡No lo lograrás jamás!, le dijeron, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir. Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo, un lugar donde pernoctar.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 179

- ¡Estaré mejor!, fue lo último que dijo y murió.

Todos los animales del valle fueron a mirar sus restos, ahí estaba el animal más loco del pueblo, había construido su tumba, un monumento a la insensatez, ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable.

Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos, aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta.

Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arco iris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: ¡una mariposa!

No hubo nada que decir, todos sabían lo que pasaría, se iría volando hasta la gran montaña y realizaría su sueño, el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir… ¡todos se habían equivocado!

Brillo de amor.

Las luciérnagas prenden su luz en la solapa de la alta y tibia noche de mi rancho. Y los recuerdos de la niñez también se encienden. Por los campos de alfalfa buscábamos los pequeños insectos a la caída de la tarde y los metíamos en un frasco de vidrio transparente. Luego, ya todos en la cama, la habitación se estremecía con el claror fantasmagórico de las luciérnagas aprisionadas. Feliz criatura es ésta que se llena con el amor y que se vuelve estrella diminuta para anunciar el rito de la vida. Así arde también el corazón de los que aman: si se lo sacaran del pecho podría iluminar con él las sombras de la noche y poner en las tinieblas del mundo un verde y esperanzador resplandor.

A. F. A.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 180

Un vaso de leche. Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar su escuela, encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos, y tenía mucha hambre. Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una encantadora mujer joven le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua. Ella pensó que él joven parecía hambriento, así que le trajo un gran vaso de leche. Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó: - ¿Cuánto le debo? - ¡No me debes nada!, contestó ella, agregando: mi madre siempre nos ha enseñado a nunca aceptar pago por una caridad. Él dijo: - Entonces, te lo agradezco de todo corazón. Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió físicamente más fuerte, si no que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte. Él que había estado listo a rendirse y dejar todo... Años después, esa joven mujer enfermó gravemente. Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente la enviaron a la gran ciudad, donde llamaron a especialistas para estudiar su rara enfermedad. Se llamó al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando él oyó el nombre del pueblo de donde ella vino, una extraña luz llenó sus ojos. Inmediatamente subió del vestíbulo del hospital a su cuarto. Vestido con su bata de doctor entró a verla. La reconoció en seguida. Regresó al cuarto de observación determinado a hacer lo mejor para salvar su vida. Desde ese día prestó atención especial al caso. Después de una larga lucha, ganó la batalla.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 181

El Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla. Él la revisó y entonces escribió algo en el borde y envió la factura al cuarto de la paciente. Ella temía abrirla, porque sabía que le tomaría el resto de su vida para pagar todos los gastos. Finalmente, la abrió, y algo llamó su atención en el borde de la factura. Leyó estas palabras: "Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche” (firmado) Dr. Howard Kelly.

¿Vida o muerte? Hay en el cementerio de Ábrego una tumba. Si pudiéramos oír entre el viento que agita las ramas de los álamos, escucharíamos esto: “Vienen aquí los hijos de los hijos de mis hijos y ponen su mano sobre la piedra que tiene las letras de mi nombre. No saben ellos que yo no estoy aquí. Estoy en ellos. Hay en su sangre gotas de la mía. Y estoy también en el pájaro que canta, y en la pequeña lagartija que se escabulle entre las piedras, y en la brizna de hierba que crece a la orilla del camino, y en el polvo que acaba de recibir la semilla, y en el agua que fluye en silencio por todas las profundas venas de la tierra. Y estoy también en los ojos de un niño que ellos no conocen.

Vienen a visitar a un muerto. Yo, desde la vida en la que ahora estoy, les doy las gracias. Pero quisiera decirles que no hay un muerto aquí, porque muerte no hay. Todo en el mundo es vida, hasta la muerte. Ya lo sabrán ellos cuando mueran, es decir, cuando empiecen a vivir otra vez... ” Hay en el cementerio de Ábrego una tumba. Sabríamos que no es tumba si pudiéramos oír entre el viento que agita las ramas de los álamos.

A. F. A.

Hojas de Vida

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Una buena cátedra. El profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta: - ¿Dios hizo todo lo que existe? Un estudiante contestó valiente: - ¡Si, lo hizo! - ¿Dios hizo todo, caballero?, insistió el profesor. - ¡Sí, señor!," respondió el joven. El profesor contesto: - Si Dios hizo todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo. El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe Cristiana era un mito. Otro estudiante levantó su mano y dijo: - ¿Puedo hacer una pregunta, profesor? - Por supuesto, respondió el profesor. El joven se puso de pie y preguntó: - Profesor, ¿existe el frío? - ¿Qué pregunta es esa?, por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío? El muchacho respondió: - De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes,

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incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor. - Y, ¿existe la oscuridad?, continuó el estudiante. El profesor respondió: - ¡Por supuesto! El estudiante contestó: - Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en varios colores de que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuán oscuro está un espacio determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente. Finalmente, el joven preguntó al profesor: - Señor, ¿existe el mal? El profesor respondió: - Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal. A lo que el estudiante respondió: - El mal no existe, señor, o al menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores, un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó al mal. No es como la fe o el amor, que existen como existe el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz. Entonces el profesor se quedó callado.

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Una historia en blanco y negro. En un vuelo de British Airways entre Johanesburgo y Londres, una señora blanca de unos cincuenta años se sienta al lado de un señor negro. Llama a la azafata para quejarse: — ¿Cuál es el problema señora?, pregunta la azafata. — ¿Pero no lo ve?, responde la señora, me colocó al lado de un negro. — No puedo quedarme al lado de estos ‘inmundos’. Déme otro asiento. — Por favor, cálmese, dice la azafata, casi todos los lugares de este vuelo están ocupados. Voy a ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera. La azafata se apura y vuelve unos minutos después. — Señora, explica la azafata, como yo sospechaba, no hay ningún lugar vacío en clase económica. Conversé con el comandante y me confirmó que tampoco hay lugar en ejecutiva. Pero sí tenemos un lugar en primera clase. Antes que la señora pudiese responder algo, la azafata continuó: — Es totalmente inusitado que la compañía conceda un asiento de primera clase a alguien que está en económica, pero dadas las circunstancias, el comandante consideró que sería escandaloso que alguien sea obligado a sentarse al lado de una persona tan abominable. Y, diciendo eso, la azafata mira al señor negro y le dice: — Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase ya está preparado. Y todos los pasajeros alrededor, que acompañaron la escena, se levantaron y aplaudieron la actitud de la compañía.

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Un último beso. Como todas las mañanas desde hace ya seis años, me despertó mi madre esta mañana para ir a la escuela, había pasado mala noche, con pesadillas sobre monstruos, y me costaba trabajo levantarme. A los diez minutos mi madre volvió a despertarme, esta vez con más premura, se estaba haciendo tarde, me levanté rápidamente, apenas si me lavé la cara, me zampe el desayuno en un abrir y cerrar de ojos, y ahí estaba mi mamá diciéndome: “que coma más despacio, que te vas a ahogar”. Con las prisas del momento, le contesté de mal modo. - Si, ya lo sé, no empieces a regañarme (aun tuve que soportar las preguntas de rigor). - ¿Llevas el almuerzo? ¿Te cepillaste los dientes? ¿Tienes listos los libros? Yo aún más impaciente le contestaba levantando un poco la voz: - ¡Que te dije que sí! Ella sonrió suavemente y me dijo: - Anda, dale un beso a mamá y ve con cuidado a la escuela. Alcé los hombros con fastidio y le dije medio enfadado: - Mamá ¡Que ya es tarde, no tengo tiempo para eso! - Está bien hijo, ve de prisa, ¡Que Dios te proteja! Aún retumban mis propias palabras en mi oído: ¡No tengo tiempo para eso! Con las prisas y el enfado me pasó por alto un leve destello de tristeza en su mirada, mientras iba corriendo hacia la escuela, estuve a punto de regresarme a darle un beso a mi mamá, sentía un nudo en el corazón, pero mis compañeros comenzaron a llamarme y fui hacia ellos, ¿Con qué excusa regresaría? ¿Que iba a darle un beso a mi mamá? ¡Se hubiesen reído de mí! De todas formas al regresar a casa, después de las clases vería a mi mamá en la puerta de mi casa, esperándome como siempre, temerosa de que

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me suceda algo, impaciente si tardo unos minutos, como cuando me he entretenido con los amigos. El día se me pasó volando en la escuela, entre clase y clase, juegos y almuerzo, y se me había olvidado el incidente de la mañana, sin embargo, esta vez, apenas sonó el timbre salí corriendo a mi casa sin entretenerme; desde la esquina esperaba divisar la figura de mi madre en la puerta, pero no había nadie esta vez. Supuse que estaría adentro entretenida con algo, pero extrañé de momento su presencia tan segura. Antes de tocar el timbre, salió a la puerta mi padre, ¿Pero era mi padre? Aquel hombre era mucho mayor de lo que siempre me había parecido, los hombros caídos, los ojos hinchados y un profundo halo de tristeza lo rodeaba, mi corazón empezó a latir alocadamente, presintiendo algo, apenas me salió la voz para decir: -¿Qué pasa papá?, ¿Mamá está bien? Y en un suspiro me contestó: - Tu mamá sufrió un ataque al corazón esta mañana, su muerte fue instantánea, nadie se enteró hasta que vinieron a visitarla y la encontraron allí tendida en el pasillo, fue muy rápido, hijo, se fue nuestro ángel... Un sollozo salió de su garganta y no pudo continuar hablando. -¿Mi mamá? ¡Mamaaaaaaaaaá! Dios, perdóname, dile que me perdone, aún soy un niño pretendiendo ser un hombre, dile por favor, que ella es lo que más quiero en esta vida, que sus abrazos me han dado seguridad siempre y es ahí donde me he sentido protegido, dile que su suave sonrisa me acompañará toda la vida, y que prometo valorar a las personas que comparten conmigo mi existencia, no malhumorarme con ellas sin ningún motivo, y que les daré mil besos, día a día, por todos los que no pude darle a ella, a mis hijos, sus nietos. ¡Cuídala por mí, mi Dios!, que cuando me toque la hora de partir de este mundo venga a mi lecho y me arrope como siempre lo hizo. - ¡Perdóname mamá! ¡Perdóname Dios mío! Saben... Disfruten a sus madres todos los días de su vida. Nunca sabremos hasta cuándo tendremos la dicha de su presencia mortal.

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Reportándose.

Una vez un Pastor estaba dando un recorrido por la Iglesia al mediodía. Al pasar por el Altar decidió quedarse cerca para ver quién había venido a orar. En ese momento se abrió la puerta, el Pastor frunció el entrecejo al ver a un hombre acercándose por el pasillo. El hombre estaba sin afeitarse desde hace varios días, vestía una camisa rasgada, tenía el abrigo gastado cuyos bordes se habían comenzado a deshilachar. El hombre se arrodilló, inclinó la cabeza, luego se levantó y se fue. Durante los siguientes días el mismo hombre, siempre al mediodía, estaba en la Iglesia cargando una maleta; se arrodillaba brevemente y luego volvía a salir. El Pastor, un poco temeroso, empezó a sospechar que se tratase de un ladrón, por lo que un día se puso en la puerta de la Iglesia y cuando el hombre se disponía a salir le pregunto: - ¿Qué haces aquí? El hombre dijo que trabajaba cerca y tenía media hora libre para el almuerzo y aprovechaba ese momento para orar, - Sólo me quedo unos instantes, sabe, porque la fábrica queda un poco lejos, así que sólo me arrodillo y digo: Señor, sólo vine nuevamente para contarte cuán feliz me haces cuando me liberas de mis pecados; no sé muy bien orar, pero pienso en ti todos los días; así que Jesús, este es Jim reportándose. El Pastor, sintiéndose un tonto, le dijo a Jim que estaba bien y que era bienvenido a la Iglesia cuando quisiera. El Pastor se arrodilló ante el altar, sintió derretirse su corazón con el gran calor del amor que le permitió encontrar a Jesús, mientras lágrimas corrían por sus mejillas, en su alma repetía la oración de Jim: “Sólo vine para decirte, Señor, cuan feliz fui desde que te encontré y me liberaste de mis pecados. No sé muy bien cómo orar, pero pienso en ti todos los días, así que Jesús, soy yo reportándome”. Cierto día el Pastor notó que el viejo Jim no había ido por la Iglesia. Los días siguieron pasando sin que Jim volviese para orar. Continuaba ausente, por lo que el Pastor comenzó a preocuparse; hasta que un día fue a la fábrica a preguntar por él; allí le dijeron que él estaba enfermo, que pese a que los

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médicos estaban muy preocupados por su estado de salud, todavía creían que tenía una oportunidad de sobrevivir. La semana que Jim estuvo en el hospital trajo muchos cambios, él sonreía todo el tiempo y su alegría era contagiosa. La enfermera Jefe no podía entender por qué Jim estaba tan feliz, ya que nunca había recibido ni flores, ni tarjetas, ni visitas. El Pastor se acercó al lecho de Jim acompañado por la enfermera y ésta le dijo, mientras Jim escuchaba: - Ningún amigo ha venido a visitarlo, él no tiene a dónde recurrir. Sorprendido, el viejo Jim dijo con una sonrisa: - La enfermera esta equivocada, pero ella no puede saber que todos los días, desde que llegue aquí, a mediodía, un querido amigo mío viene, se sienta aquí en la cama, me agarra de las manos, se inclina sobre mí y me dice: "Sólo vine para decirte, Jim, cuan feliz fui desde que encontré tu amistad y te liberé de tus pecados. Siempre me gustó oír tus oraciones, pienso en ti cada día, así que Jim, este es Jesús reportándose”. P.D. Ahora, cada día, no podemos perder la oportunidad de decirle a Jesús: Aquí estoy reportándome...

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A mi hijo.

Sólo por hoy, en la mañana, voy a sonreír cuando vea tu rostro y reír cuando tenga ganas de llorar.

Sólo por hoy, en la mañana, voy a dejarte escoger la ropa que te vas a poner, voy a sonreír y a decirte que te queda perfecta.

Sólo por hoy, pediré un día de descanso o de vacaciones, para llevarte al parque a jugar.

Sólo por hoy, al mediodía, voy a dejar los platos en la cocina y voy a dejarte que me enseñes como armar un rompecabezas.

Sólo por hoy, en la tarde, voy a desconectar el teléfono y a apagar la computadora, para sentarme junto a ti en el jardín y hacer burbujas de jabón.

Sólo por esta tarde, no voy a reclamarte, ni siquiera a murmurar; cuando tú grites y llores, cuando pase el carro de los helados, voy a salir contigo a comprarte uno.

Sólo por esta tarde, no voy a preocuparme sobre qué va a ser de ti cuando crezcas y voy a pensar otra vez en todas las decisiones que haya hecho acerca de ti.

Sólo por esta tarde, te estrecharé en mis brazos y te contaré una historia acerca de cuando tú naciste y sobre lo mucho que te quiero.

Sólo por esta noche, te dejaré salpicar en la tina y no me voy a enojar.

Sólo por esta noche, te dejaré despierto hasta tarde, mientras nos sentamos en el portal a contar las estrellas.

Sólo por esta noche, cuando pase mis dedos entre tu cabello mientras rezas, simplemente daré gracias a Dios por el mayor regalo que he recibido.

Voy a pensar en las madres y en los padres que están ahora buscando a sus hijos extraviados; las madres y padres que visitan a sus hijos en sus tumbas, en lugar de sus camas, y en las madres y padres que están en los hospitales mirando sufrir a sus hijos, gritando por dentro al no poder hacer nada más.

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Y cuando te dé un beso de buenas noches te voy a estrechar un poco más fuerte y un poco más de tiempo. Así, agradeceré a Dios por ti y no le pediré nada, excepto, un día más.

¡No podemos saber si Dios nos dará un día más!

A mis amigos.

Busca el lado bueno a todas las personas, situaciones o cosas.

Habla bien de ti mismo y de los demás.

Nunca te quejes, evita hacer el papel de víctima.

Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti.

Trátate a ti mismo con cariño, respeto y tolerancia.

Limpia tu mente de temores y prejuicios.

No te sientas mal por tus errores, aprende de ellos.

Dedica más tiempo a pensar en tus bendiciones, que en tus desgracias.

Evita discretamente a personas negativas y quejumbrosas.

Rodéate de gente positiva y alegre.

Dedica un pensamiento amable a toda persona que te ofenda.

Fíjate objetivos claros de lo que te gustaría ser, hacer, tener y aprender.

Cultiva el hábito de pasar de la idea a la acción.

Ante todo, no digas “no puedo” o “no soy capaz”, eres lo que tú quieres ser.

¡Anímate, vive, sé feliz!

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A todos los padres del mundo.

Querido papá: Ya sé que ser padre no es una tarea fácil, ¡tienes tantos problemas y tantas preocupaciones! Parece que no hay un modo sencillo de ser un buen padre, sobre todo, cuando estás tan cansado. Yo no quiero un padre perfecto, pues nadie lo es; sé que a veces soy tan travieso, que pierdes la paciencia, pero recuerda que si mi hogar está lleno de tensiones y alborotos, no hay felicidad, cosa que se reflejará en mi comportamiento. Recuerda que: Los gritos y regaños no son el remedio; sé que te sientes inseguro cuando ves que no me controlas, no seas tan exigente, pero tampoco tan débil. Enséñame buenos modales. Los niños somos muy bruscos por naturaleza, y si me enseñas con el ejemplo, haré amigos con más facilidad. Explícame el por qué – para sentirme seguro- debo saber que puedo hacer todo lo que quiero hacer. Acepta mis sentimientos. Sé que a veces exagero, pero es que quiero tú atención. Las palabras dicen cosas. A veces dices cosas feas, pero yo sé que es sin querer, pues lo que me dices me ayuda a pensar, ver, crecer, y yo quiero creer en ti. Enséñame a respetar los sentimientos y las opiniones de los demás. Si tú me ayudas a resolver problemas, evitarás que me haga daño o les haga daño a otros, pues a veces me siento celoso y confundido y no sé ser amable. Tu hijo.

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Abecedario del amigo. Acepta como eres tú. Busca como apoyar tus sueños. Cree en ti. Da lo mejor de sí cuando lo necesitas. Escucha con atención tus problemas. Frena tus locuras. Grita cuando no escuchas. Habla bien de ti. Influye en tu vida positivamente. Juguetea y te hace reír, aun en los momentos difíciles. Kalla cuando estás a punto de explotar. Lamenta tus fracasos. Mantiene y cultiva la amistad en las buenas y en las malas. No te juzga. Ofrece su apoyo incondicional. Perdona tus errores. Quiere lo mejor para ti. Recuerda y aprecia lo que eres para él. Se alegra con tus éxitos. Tiene la valentía de decirte lo que necesitas escuchar.

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Utiliza sus mejores recursos para apoyarte. Valora lo que eres. Wuarda con agrado el recuerdo de los buenos momentos. X cantidad de veces intenta explicarte de forma que entiendas. Y... Zambulle su energía para sacarte de tus adversidades. Esto es para todos mis Amigos.

Que tu vida esté plena de... Entusiasmo, para ver hacia adelante. Felicidad, para mantenerte dulce. Problemas, para mantenerte fuerte. Penas, para mantenerte humano. Esperanza, para mantenerte feliz. Fracasos, para mantenerte humilde. Éxitos, para mantenerte anhelante. Riqueza, para satisfacer tus necesidades. Fe, para desterrar la depresión. Decisión, para hacer que cada día sea mejor que ayer.

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Acuérdate de lo bueno. Cuando el cielo está gris, acuérdate cuando lo viste profundamente azul. Cuando sientas frío, piensa en un sol radiante que ya te ha calentado. Cuando sufras una temporal derrota, acuérdate de tus triunfos y de tus logros. Cuando necesites amor, revive tus experiencias de afecto y ternura. Acuérdate de lo que has vivido y de lo que has dado con alegría. Recuerda los regalos que te han hecho, los besos que te han dado, los paisajes que has disfrutado y las risas que de ti han emanado. Si esto has tenido, Lo podrás volver a tener y lo que has logrado, lo podrás volver a ganar. Alégrate por lo bueno que tienes y por lo de los demás; desecha los recuerdos tristes y dolorosos, no te lastimes más. Piensa en lo bueno, en lo amable, en lo bello y en la verdad. Recorre tu vida y detente en donde haya bellos recuerdos y emociones sanas y vívelas otra vez. Visualiza aquél atardecer que te emocionó. Revive ésa caricia espontánea que se te dio. Disfruta nuevamente de la paz que ya has conocido, piensa y vive el bien. Allí en tu mente están guardadas todas las imágenes y sólo tú decides cuáles has de volver a mirar.

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¡Alégrate!

Si eres pequeño, alégrate; porque tu “pequeñez”, sirve de contraste a otros en el universo; porque esa “pequeñez”, constituye la razón esencial de su “grandeza”; porque para ser ellos grandes, han necesitado que tú seas pequeño, como la montaña para culminar, necesita alzarse entre colinas, lomas y cerros. Si eres grande, alégrate; porque lo inevitable se manifestó en ti de manera más excelente, porque eres un éxito del artista eterno. Si eres sano, alégrate; porque en ti las fuerzas de la naturaleza, han llegado a la ponderación y la armonía. Si estás enfermo, alégrate; porque luchan en tu organismo fuerzas contrarias, que acaso buscan una resultante de belleza; porque en ti se ensaya ese divino alquimista que se llama Dios. Si eres rico, alégrate; por toda la fuerza que el destino ha puesto en tus manos para que la derrames. Si eres pobre, alégrate; porque tus alas serán más ligeras, porque la vida te sujetará menos; porque el Padre realizará en ti, más directamente que en el rico, el amable prodigio del pan cotidiano. Alégrate si amas, porque eres más semejante a Dios que los otros.

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Alégrate si eres amado, porque hay en esto, una predestinación maravillosa. Alégrate si eres pequeño, Alégrate si eres grande, Alégrate si tienes salud, Alégrate si la has perdido, Alégrate si eres rico, Si eres pobre, alégrate, Alégrate si te aman, Si amas alégrate, ¡Alégrate siempre! ¡Siempre alégrate!

Agradecimientos.

Aunque me tapo los oídos con la almohada y gruño de rabia cuando suena el despertador, ¡Gracias a Dios que puedo oír! Hay muchos que son sordos. Aunque cierro los ojos cuando, al despertar, el sol se mete en mi habitación, ¡Gracias a Dios que puedo ver! Hay muchos ciegos. Aunque me pesa levantarme y pararme de la cama, ¡Gracias a Dios que tengo fuerzas para hacerlo! Hay muchos postrados que no pueden. Aunque me enojo cuando no encuentro mis cosas en su lugar porque los niños hicieron un desorden, ¡Gracias a Dios que tengo familia! Hay muchos solitarios. Aunque la comida no estuvo buena y el desayuno fue peor, ¡Gracias a Dios que tenga alimentos! Hay muchos con hambre. Aunque mi trabajo en ocasiones sea monótono y rutinario, ¡Gracias a Dios que tengo ocupación! Hay muchos desempleados. Aunque no estoy conforme con la vida, peleo conmigo mismo y tengo muchos motivos para quejarme, ¡Gracias a Dios por la vida!

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Algunas maneras de amargarte la vida.

¿Por qué muchas veces nos sentimos infelices, aún teniéndolo casi todo? La revista Forbes dice que el 37 por ciento de los millonarios se sienten desgraciados. Existen en el mundo millones de personas que se mueren de hambre y viven en los límites de la pobreza, mientras otras se amargan por no poder comprarse todos los "caprichos" que quisieran.

He aquí algunas maneras de pensar para amargarse la vida a uno mismo y a los que le rodean:

1 Nunca preguntes a nadie cómo se encuentra, podrían pedirte consejo, o peor aún, ¡dinero!

7 ¿Luchar por una causa? ¿Para qué? Nadie lo ha hecho antes por ti.

2 Fíjate una meta, y cuando la logres, no la disfrutes, márcate un nuevo objetivo, a ser posible más difícil.

8 ¿Hay algo malo en tu vida? Piensa en ello a todas horas. ¿Para qué vas a pensar en lo bueno? ¡No necesita ser cambiado!

3 ¿Se ha perdido o se ha roto algo? antes de arreglarlo busca al culpable.

9 No te interesa nada si alguien te hace una crítica, seguro que lo dice porque te odia y ya está.

4 Estás en desacuerdo con alguien, mejor retirarle la palabra para evitar discusiones.

10 Un amigo te pide un favor: mejor negarse, das el pie y te toman la mano.

5 Tienes un mal día y todos a tu alrededor ríen encantados, ¿es que no se dan cuenta que me molestan?

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¿Todo marcha bien? entonces teme al futuro, todo lo que sube debe bajar.

6 Dos compañeros que estaban hablando se callan cuando te acercas, seguro que te estaban criticando.

12 Una de tus máximas en la vida es:

ojo por ojo y diente por diente.

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Aprender.

He aprendido... Que cuando estás enamorado, se nota.

Que una persona diciéndome: "Me alegraste el día", alegra también mi día.

Que ser niño es más importante, que estar en lo correcto.

Que siempre puedo orar por alguien, cuando no tengo otro modo de ayudarlo.

Que no importa qué tan seria requiera ser la vida, todos necesitamos un amigo con el que podamos reír a carcajadas.

Que algunas veces, todo lo que una persona necesita, es una mano que sostener y un corazón que entender.

Que la vida es como una espiral, mientras más se acerca al final, más rápido camina.

Que debemos estar felices porque Dios no nos da todo lo que pedimos.

Que esas pequeñas cosas que pasan diariamente, son las que hacen la vida espectacular.

Que debajo del duro escudo de las personas, hay alguien que quiere ser apreciado y amado.

Que Dios no hizo todo en un solo día. ¿Qué me hace pensar que yo puedo?

Que ignorar los hechos, no los cambia.

Que es el amor, no el tiempo, el que cura todas las heridas.

Que cada persona a la que conoces, merece ser obsequiada con una sonrisa.

Que nadie es perfecto, hasta que te enamoras de alguien.

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Pedro Arreola Coronel 199

Que las oportunidades nunca se pierden, alguien más tomará aquella que tu dejaste pasar.

Que desearía haber podido decirle a mi madre cuánto la amo una vez más, antes de perderla para siempre.

Que uno debe decir palabras suaves y tiernas, porque más adelante puedes tener que tragártelas.

Que una sonrisa, es la manera más barata, de lucir mucho mejor.

Que no puedo elegir cómo me siento, pero puedo elegir qué hago con respecto a eso.

Que todos quieren estar en la cima de la montaña, pero que toda la felicidad y las experiencias agradables, suceden mientras se escala hacia ella.

¡Sonríe! Alegrarás el corazón de las personas a tu alrededor.

Cosas de importancia.

Una vez un niño perdió una pelota. Llorando fue con su padre, y le dijo:

- Debes llorar sólo por cosas importantes. Otra vez un rey perdió un trono. Llorando pidió a Dios que lo ayudara a recuperarlo. Y Dios le respondió:

- Ahora no puedo, tengo cosas más importantes que hacer. Debo ayudar a un niño a encontrar su pelota.

A. F. A.

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Pedro Arreola Coronel 200

Con el tiempo... Con el tiempo aprendes la sutil diferencia que hay entre tomar la mano de alguien y encadenar un alma. Con el tiempo aprendes que el amor no significa apoyarse en alguien y que la compañía no significa seguridad. Con el tiempo empiezas a entender que los besos no son contratos, ni los regalos promesas. Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado. Con el tiempo te das cuenta que casarse sólo porque "ya me urge", es una clara advertencia de que tu matrimonio será un fracaso. Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas. Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla. Con el tiempo te das cuenta de que los amigos verdaderos valen mucho más que cualquier cantidad de dinero. Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos, tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas. Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida. Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es solo de almas grandes. Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual. Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos actuales, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.

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Pedro Arreola Coronel 201

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona, es irrepetible. Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado. Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana, es demasiado incierto para hacer planes. Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas. Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante. Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado. Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido. Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo…

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De corazón a corazón.

Quizás Dios quiere que conozcamos unas pocas personas equivocadas, antes de conocer a la correcta, para que cuando finalmente conozcamos a la persona correcta, sepamos cómo estar agradecidos por ese regalo.

Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra se abre, pero muchas veces miramos tanto la puerta cerrada, que no vemos la que ha sido abierta para nosotros.

El mejor tipo de amigo, es aquel con quien te puedes sentar en el patio y columpiarte con él sin decir una palabra, y después, irte sintiendo como si hubiera sido la mejor conversación que jamás tuviste.

Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto que no sabemos qué nos está faltando hasta que llega.

Darle a alguien todo tu amor, nunca es una garantía de que te amará de vuelta.

No esperes amor a cambio, sólo espera a que crezca en su corazón, pero si no lo hace, alégrate de que creció en el tuyo.

Toma sólo un minuto el que alguien te guste, una hora para hacerle el amor, y un día para enamorarse. Pero toma toda una vida olvidar a alguien.

No te fijes en la pinta; te puede decepcionar.

No te fijes en la riqueza; incluso eso se desvanece.

Fíjate en alguien que te haga sonreír, porque se necesita sólo una sonrisa para hacer que un día oscuro parezca claro.

Encuentra al que haga sonreír tu corazón.

Hay momentos en la vida que extrañas tanto a alguien, que tan sólo quieres tomarlo de tus sueños y abrazarlo de verdad.

Sueña lo que tú quieras soñar; anda donde tú quieras ir; sé lo que tú quieras ser, porque sólo tienes una vida y una oportunidad para hacer todas las cosas que quieres hacer.

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Pedro Arreola Coronel 203

Que tengas la suficiente felicidad que te haga dulce, suficientes pruebas que te hagan fuerte, suficiente esperanza que te haga feliz.

Ponte siempre en los zapatos del otro. Si sientes que te duelen, probablemente también le duelan a él.

La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo; ellos tan sólo saben sacar lo mejor de todo lo que se les presenta en el camino.

La felicidad está con aquellos que lloran, aquellos que están dolidos, aquellos que han buscado y aquellos que han intentado, porque sólo ellos pueden apreciar la importancia de aquella gente que ha tocado sus vidas.

El amor comienza con una sonrisa, crece con un beso y termina con una lágrima.

No puedes ir bien en la vida hasta que dejas ir tus fracasos y tus penas pasadas del corazón.

Vive tú vida con plenitud, esto es, amando, siempre amando.

Hoy Ayer es sólo un sueño, mañana, es sólo una visión, pero el hoy bien vivido, hace de ayer un sueño de felicidad; y de cada mañana, una visión de esperanza. Vive bien, por lo tanto, este día.

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Pedro Arreola Coronel 204

Defensa a la alegría.

Defender la alegría como trinchera.

Defenderla del escándalo y la rutina.

De la miseria y los miserables.

De las ausencias transitorias y las definitivas.

Defender la alegría como un principio, defenderla del pasmo y las pesadillas, de los neutrales y de los neutrones.

De las dulces infamias y los graves diagnósticos.

Defender la alegría como una bandera, defenderla del rayo y la melancolía, de los ingenuos y de los canallas, de la retórica y los paros cardíacos, de las endémicas y las academias.

Defender la alegría como un destino, defenderla del fuego y de los bomberos, de los suicidas y los homicidas, de las vacaciones y del agobio, de la obligación de estar alegres.

Defender la alegría como una certeza, defenderla del óxido y la roña, de la famosa pátina del tiempo, del relente y del oportunismo, de los proxenetas de la risa.

Defender la alegría como un derecho, defenderla de Dios y del invierno, de las mayúsculas y de la muerte, de los apellidos y las lástimas del azar. Y también de la alegría.

Mario Benedetti

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Pedro Arreola Coronel 205

Desiderata. Camina plácido entre el ruido y la prisa, y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio. En cuanto sea posible y sin rendirte, mantén buenas relaciones con todas las personas. Enuncia tu verdad de una manera serena y clara, y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia. Esquiva a las personas ruidosas y agresivas, pues son un fastidio para el espíritu. Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado, pues siempre habrá personas mas grandes y mas pequeñas que tu. Disfruta de tus éxitos, lo mismo que de tus planes. Mantén el interés en tu propia carrera por humilde que sea, ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos. Se cauto en tus negocios, pues el mundo esta lleno de engaños, mas no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe. Hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales. La vida esta llena de heroísmo. Sé sincero contigo mismo, en especial no finjas el afecto, ¡y no seas cínico en el amor!, pues en medio de todas las arideces y desengaños es perenne como la hierba. Acata dócilmente el consejo de los años, abandonando con donaire las cosas de la juventud. Cultiva la firmeza del espíritu, para que te proteja en las adversidades repentinas. Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Sobre una sana disciplina sé benigno contigo mismo.

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Tú eres una criatura del universo, no menos que las plantas y las estrellas... ¡tienes derecho a existir! ...Y sea que te resulte claro o no, indudablemente, el universo marcha como debiera. ...Por eso, debes estar en paz con Dios, cualquiera que sea tu idea de Él, y sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones, conserva la paz con tu alma, en la bulliciosa confusión de la ida. Aún con toda su farsa, penalidades y sueños fallidos... el mundo es todavía hermoso... ¡se cauto!... ¡Esfuérzate por ser feliz!

Max Ehrman

Desierto.

Un hombre se perdió en el desierto. Estaba a punto de perecer de sed cuando aparecieron algunas mujeres que venían en una caravana. El hombre, al borde de la muerte, gritó pidiendo auxilio. Cuando las mujeres se aproximaron a él y lo rodearon, pidió urgentemente agua.

Las mujeres empezaron a mirarlo con detenimiento y comenzaron a preguntarse cómo querría el hombre, que le sirvieran el agua. ¿Preferiría en copa de cristal o en una taza? ¿En un recipiente de oro o de plata? ¡Tal vez en una jarra!... Ellas hablaban y hablaban, interesándose por el objeto, pero, entretanto, el hombre iba agonizando por la ausencia de agua, hasta que casi muere por la demora.

Hay un área de ignorancia en la mente humana que la inclina a lo intangible y trivial, nublando la conciencia de lo real e importante.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 207

Diario inconcluso. Octubre 5: Hoy comenzó mi vida. Mis padres no lo saben todavía. Soy tan pequeña como una semilla de manzana, pero ya soy yo. Y a pesar de que casi no tengo forma aún, seré una niña. Tendré cabellos negros y ojos negros y sé que me gustarán mucho las flores. Octubre 19: He crecido un poco, pero soy todavía demasiado pequeña para poder hacer algo por mi misma. Mamá lo hace casi todo por mí. Y lo más gracioso es que ni siquiera sabe que me está llevando consigo, precisamente debajo del corazón. Y allí alimentándome con su propia sangre. Octubre 23: Mi boca comienza a cobrar forma. Parece increíble: dentro de un año poco más o menos ya estaré riendo, y más tarde, ya podré hablar: desde ahora sé cuál será mi primera palabra: "Mamá". ¿Quién se atreve a decir que todavía no soy una persona viva? Por supuesto que lo soy, tal como la más diminuta migaja de pan es verdaderamente pan. Octubre 27: Hoy comenzó a latir mi corazón por su cuenta. De ahora en adelante latirá suavemente toda mi vida, sin detenerse nunca para descansar. Luego, después de muchos años, se sentirá fatigado y se detendrá, y yo moriré. Pero ahora no soy el fin, sino el principio. Noviembre 2: Cada día crezco un poquito. Están tomando forma mis brazos y mis piernas, pero, ¡cuánto habré de esperar hasta que mis piernitas me lleven corriendo a los brazos de mi madre, hasta que mis brazos puedan estrechar a mi padre! Noviembre 12: En mis manos empiezan a formarse unos dedos pequeñísimos. Es extraño lo pequeño que son. Sin embargo, ¡qué maravillosos serán! Acariciarán a un perrito, arrojarán una pelota, recogerán una flor, tocarán otra mano, ¡mis dedos! Tal vez algún día puedan tocar el violín o pintar un cuadro. Noviembre 20: Hoy el médico le anunció a mamá por primera vez que yo estoy viviendo aquí, bajo su corazón. ¿No te sientes feliz mamá? Pronto estaré en tus brazos. Noviembre 25: Mis padres todavía no saben que soy una niñita. Quizá esperan un varón. O tal vez mellizos. Pero les daré una sorpresa. Y quiero llamarme por el mismo nombre de mamá.

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Pedro Arreola Coronel 208

Diciembre 13: Ya puedo ver un poco, pero estoy rodeada aún por la oscuridad. Sin embargo, pronto se abrirán mis ojos al mundo del sol y de las flores, y de los niños. Nunca he visto el mar ni una montaña, ni tampoco un arco iris. ¿Cómo serán en realidad? ¿Cómo eres tú, mamá? Diciembre 24: Mamá, puedo oír tu corazón que late. ¿Oirás tú el pequeño latido del mío? Como un murmullo siempre igual. Tendrás una hijita sana, mamá. Sé que algunos niños tienen dificultad al entrar en el mundo, pero hay médicos bondadosos que ayudan a las madres y a los recién nacidos. Sé también que algunas madres habrían preferido no tener al hijito que llevan en su seno. Pero yo estoy ansiosa de encontrarme en tus brazos, de tocarte la cara, de mirarte a los ojos. ¿Me esperas tú con la misma ansia que yo a ti? ¿Verdad que sí? Diciembre 28: Mamá... mamita querida, ¿Por qué?... ¿Por qué les permitiste que pusieran fin a mi vida?... ¡Habríamos pasado juntas horas tan felices!

Es mejor ahora. San Pedro quería decir a Jesús cuanto lo amaba. Mucho había sufrido Jesús, y Pedro pensaba que sus palabras aliviarían su tristeza. La cena de esa noche sería una buena ocasión para expresarle su amistad. Y llegó la hora de la cena. Cuando el Señor y los discípulos estuvieron reunidos Pedro habló de las cosas de todos los días. Algo quiso decir después de que el Maestro distribuyó el pan y el vino entre ellos, y también cuando ya se despedían y el Señor clavó en él su mirada, como si esperara que alguna palabra saliera de sus labios. Sin embargo, Pedro tuvo miedo de parecer sentimental, y, nada dijo. - Bueno, - pensaba mientras volvían a casa – ya habrá muchas otras cenas como ésta, y entonces, le diré al Maestro cuánto amor siento por él.

A. F. A.

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Pedro Arreola Coronel 209

Diez Mandamientos para ser buenos padres.

1. Demuéstrale lo mucho que le quieres.

Todos los padres quieren a sus hijos pero ¿se lo demuestran cada día?, ¿les dicen que ellos son lo más importante que tienen, lo mejor que les ha pasado en la vida? No es suficiente con atender cada una de sus necesidades: acudir a consolarle siempre que llore, preocuparse por su sueño, por su alimentación; los cariños y los mimos también son imprescindibles. Está demostrado; los padres que no escatiman besos y caricias tienen hijos más felices que se muestran cariñosos con los demás y son más pacientes con sus compañeros de juegos. Hacerles ver que nuestro amor es incondicional y que no está supeditado a las circunstancias, sus acciones o su manera de comportarse, será vital también para el futuro.

Sólo quien recibe amor es capaz de transmitirlo. No se van a malcriar porque reciban muchos mimos. Eso no implica que dejen de respetarse las normas de convivencia.

2. Mantén un buen clima familiar.

Para los niños, sus padres son el punto de referencia que les proporciona seguridad y confianza. Aunque sean pequeños, perciben enseguida un ambiente tenso o violento. Es mejor evitar discusiones en su presencia, pero cuando sean inevitables, hay que explicarles, en la medida que puedan comprenderlo, qué es lo que sucede. Si nos callamos, podrían pensar que ellos tienen la culpa.

Si presencian frecuentes disputas entre sus padres, pueden asumir que la violencia es una fórmula válida para resolver las discrepancias.

3. Educa en la confianza y el diálogo.

Para que se sientan queridos y respetados, es imprescindible fomentar el diálogo. Una explicación adecuada a su edad, con actitud abierta y conciliadora, puede hacer milagros. Y, por supuesto, ¡nada de amenazas! Tampoco debemos prometerles nada que luego no podamos cumplir; se sentirían engañados y su confianza en nosotros se vería seriamente dañada. Si, por ejemplo, nos ha surgido un problema y no podemos ir con ellos al cine, tal como les habíamos prometido, tendremos que aplazarlo, pero nunca anular esa promesa.

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4. Debes predicar con el ejemplo.

Existen muchos modos de decirles a nuestros hijos lo que deben o no deben hacer, pero, sin duda, ninguno tan eficaz como poner en práctica aquello que se predica. Es un proceso a largo plazo, porque los niños necesitan tiempo para comprender y asimilar cada actuación nuestra, pero dará excelentes resultados. No olvidemos que ellos nos observan constantemente y "toman nota". No está de más que, de vez en cuando, reflexionemos sobre nuestras reacciones y el modo de encarar los problemas.

Los niños imitan los comportamientos de sus mayores, tanto los positivos como los negativos, por eso, delante de ellos, hay que poner especial cuidado en lo que se dice y cómo se dice.

5. Comparte con ellos el máximo de tiempo.

Hablar con ellos, contestar sus preguntas, enseñarles cosas nuevas, contarles cuentos, compartir sus juegos, es una excelente manera de acercarse a nuestros hijos y ayudarles a desarrollar sus capacidades.

Cuanto más pequeño sea el crío, más fácil resulta establecer con él unas relaciones de amistad y confianza que sienten las bases de un futuro entendimiento óptimo. Por eso, tenemos que reservarles un huequito diario, exclusivamente dedicado a ellos; sin duda, será tan gratificante para nuestros hijos como para nosotros.

A ellos les da seguridad saber que siempre pueden contar con nosotros. Si a diario queda poco tiempo disponible, habrá que aprovechar al máximo los fines de semana.

6. Acepta a tu hijo tal y como es.

Cada crío posee una personalidad propia que hay que aprender a respetar. A veces los padres se sienten defraudados porque su hijo no parece mostrar esas cualidades que ellos ansiaban ver reflejadas en él; entonces se ponen nerviosos y experimentan una cierta sensación de rechazo, que llega a ser muy frustrante para todos. Pero el niño debe ser aceptado y querido tal y como es, sin tratar de cambiar sus aptitudes.

No hay que crear demasiadas expectativas con respecto a los hijos ni hacer planes de futuro. Nuestros deseos no tienen por qué coincidir con sus preferencias.

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Pedro Arreola Coronel 211

7. Enséñale a valorar y respetar lo que le rodea.

Un niño es lo suficientemente inteligente como para asimilar a la perfección los hábitos que le enseñan sus padres. No es preciso mantener un ambiente de disciplina exagerada, sino una buena dosis de constancia y naturalidad. Si se le enseña a respetar las pequeñas cosas -ese jarrón de porcelana que podría romper y hacerse daño con él, por ejemplo-, irá aprendiendo a respetar su entorno y a las personas que le rodean.

Muchos niños tienen tantos juguetes que acaban por no valorar ninguno. A menudo son los propios padres quienes, como respuesta a las carencias que ellos tuvieron, fomentan esa cultura de la abundancia. Lo ideal sería que poseyeran sólo aquellos juguetes con los que sean capaces de jugar y mantener cierto interés.

Guardar algunos juguetes para más adelante puede ser una buena medida para que no se vea desbordado y aprenda a valorarlos.

8. Los castigos no le sirven para nada.

Los niños suelen recordar muy bien los castigos, pero olvidan qué hicieron para "merecerlos". Aunque estas pequeñas penalizaciones estén adecuadas a su edad, si se convierten en técnica educativa habitual, nuestros hijos pueden volverse increíblemente imaginativos. Disfrazarán sus actos negativos y tratarán de ocultarlos. Podemos ofrecerles una conducta aceptable con otras alternativas.

9. Prohíbele menos, elógiale más.

Para un crío es tremendamente estimulante saber que sus padres son conscientes de sus progresos y que además se sienten orgullosos de él. No hay que escatimar piropos cuando el caso lo requiera, sino decirle que lo está haciendo muy bien y que siga por ese camino. Reconocer y alabar es mucho mejor que lo que se suele hacer habitualmente: intervenir sólo para regañar.

Siempre mencionamos sus pequeñas trastadas de cada día. ¿Por qué no hacemos lo contrario? Si, con un gesto cariñoso o un ratito de atención resaltamos todo lo positivo que nuestros hijos hayan realizado, obtendremos mejores resultados.

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10. No pierdas nunca la paciencia.

Difícil, pero no imposible, Por más que parezcan estar desafiándote con sus gestos, sus palabras o sus negativas, nuestro objetivo prioritario ha de ser no perder jamás los estribos. En esos momentos, el daño que podemos hacerles es muy grande. Decirles: "No te aguanto"; "Qué tonto eres"; "Por qué no habrás salido como tu hermano" merman terriblemente su autoestima. Al igual que sucede con los adultos, los niños están muy interesados en conocer su nivel de competencia personal, y una descalificación que provenga de los mayores echa por tierra su auto confianza. Contar hasta diez, salir de la habitación…, cualquier técnica es válida antes de reaccionar con agresividad ante una de sus travesuras.

En caso de que se nos escape un insulto o una frase descalificadora, debemos pedirles perdón de inmediato. Reconocer nuestros errores también es positivo para ellos.

Miguel Martínez García, Publicado en la revista “Baby”

¿Vivo? Aquel hombre murió y llegó al Cielo. San Pedro, portero celestial, lo interrogaba antes de permitirle la entrada a la mansión eterna.

- ¿Amaste a alguna mujer? - No –responde el hombre- . Jamás amé a ninguna. - ¿Quisiste a algún amigo? - No. A nadie le d. mi afecto. - Nunca. - ¿No amaste a algún animal? ¿No viste con amor las cosas de la

naturaleza? - Tampoco.

San Pedro mira severamente al hombre y le dice: ¿Y entonces por qué no habías llegado? Hace mucho estás muerto.

A. F. A.

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Pedro Arreola Coronel 213

El abrazo.

El abrazo hace al mundo un lugar más dulce.

Todo el mundo necesita un abrazo.

No hay partes movibles, no hay baterías.

Sin pagos mensuales y sin cargos.

A prueba de la inflación, sin impuestos.

De hecho, es muy relajante.

No puede ser robado, no contamina.

Uno sirve para todos, no se diluye.

Usa poca energía,

Pero los resultados son grandiosos:

Te alivia la tensión y el estrés.

Incrementa tu alegría.

Combate la depresión.

¡Y eleva tu propia estima!

Corrige tu circulación.

Sin desagradables efectos secundarios.

El es según mi opinión, la medicina perfecta.

Te puedo prescribir, a ti... ¡Un abrazo!

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Pedro Arreola Coronel 214

El arte del matrimonio.

Un buen matrimonio debe crearse. Dentro de éste, las cosas pequeñas son las más importantes… Es nunca ser demasiado viejo para tomarse de las manos. Es recordar decir: “te quiero” por lo menos una vez al día. Es nunca ir a dormir estando enojados. Es estar de acuerdo en los valores y tener objetivos comunes. Es estar juntos frente al mundo. Es formar un círculo de amor que una a toda la familia. Es decir palabras de estímulo y siempre demostrar gratitud con detalles y cariño. Es tener capacidad de perdonar y olvidar. Es dar uno al otro una atmósfera en la que cada uno se puede desarrollar. Es realizar una búsqueda en común de lo bueno y de lo hermoso. No es solamente casarse con la persona adecuada… Es ser el socio ideal.

Wilfred A. Peterson

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Pedro Arreola Coronel 215

El éxito. "... El éxito no tiene que ver con lo que mucha gente se imagina. No se debe a los títulos nobles y académicos que tienes, ni a la sangre heredada o la escuela donde estudiaste. No se debe a las dimensiones de tu casa o de cuántos carros quepan en tu cochera. No se trata de si eres jefe o subordinado; o si eres miembro prominente de clubes sociales. No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen administrador o hablas bonito, si las luces te siguen cuando lo haces. No es la tecnología que empleas. No se debe a la ropa que usas, ni a los grabados que mandas bordar en tu ropa, o si antes de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu estatus social. No se trata de si eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres atractivo, joven o viejo..." "... El éxito... Se debe a cuánta gente te sonríe, a cuánta gente amas y cuántos admiran tu sinceridad y la sencillez de tu espíritu. Se trata de si te recuerdan cuando te vas. Se refiere a cuánta gente ayudas, a cuánta evitas dañar y si guardas o no rencor en tu corazón. Se trata de que en tus triunfos estén incluidos tus sueños. De si tus logros no hieren a tus semejantes. Es acerca de tu inclusión con otros, no de tu control sobre los demás. Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón, si fuiste egoísta o generoso, si amaste a la naturaleza y a los niños y te preocupaste de los ancianos. Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la conducta. No es acerca de cuántos te siguen sino de cuántos realmente te aman. No es acerca de transmitir, sino cuántos te creen si eres feliz o finges estarlo. Se trata del equilibrio de la justicia que conduce al bien tener y al bien estar. Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más. Esto es éxito".

Carlos Slim, Revista "Poder", Noviembre del 2002.

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Pedro Arreola Coronel 216

El loro que pedía libertad.

Ésta es la historia de un loro muy contradictorio. Desde hacía un buen número de años vivía enjaulado, y su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía.

Cierto día, el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitar un sabroso té de Cachemira. Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. Se encontraban los dos hombres tomando té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente:

- ¡Libertad, libertad, libertad!

No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando: "¡Libertad, libertad, libertad!!"

Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalillo que decidió que era necesario ponerlo en libertad. Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar las compras. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro.

Un día después, el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando: "Libertad, libertad, libertad". Al invitado se le partía el corazón. ¿Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acercó a la jaula y abrió la puertecilla de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla.

El loro seguía gritando: ¡Libertad, libertad, libertad!"

El Maestro dice: Como ese loro, son muchos los seres humanos que dicen querer madurar y hallar la libertad interior, pero que se han acostumbrado a su jaula interna y no quieren abandonarla.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 217

El más lleno de bendiciones.

Le pedí a Dios fuerza, para triunfar; me hizo débil, para que aprendiera la humildad de obedecer.

Le pedí salud, para poder hacer grandes cosas; me dio la enfermedad, para que hiciera cosas mejores.

Le pedí riquezas, para ser feliz; me dio la pobreza, para que fuera sabio.

Le pedí poder, para recibir las alabanzas de los hombres; me dio debilidad, para que sintiera la necesidad de Dios.

Le pedí todas las cosas, para disfrutar la vida; me dio la vida, para que pudiera disfrutar todas las cosas.

No obtuve nada de lo que le pedí, pero sí todo lo que deseaba.

Casi a pesar de mí mismo, mis plegarias sin pronunciar tuvieron respuesta: Yo soy, entre todos los hombres, el más lleno de Bendiciones.

A. F. A.

El verdadero disfrute.

Este es el verdadero disfrute de la vida, el ser utilizado para un propósito reconocido por uno mismo como extraordinario; el ser utilizado totalmente antes de morir; el ser una fuerza de la Naturaleza en lugar de un individuo egoísta, pequeño, acalenturado, lleno de temores y achaques, quejándose porque el mundo no se dedica a hacerlo feliz.

Creo que mi vida pertenece a toda la humanidad, y, mientras yo viva, es mi privilegio hacer por ella cuanto pueda.

Mientras más duro trabaje, más demostraré mi amor y mi regocijo en la vida por la vida misma.

La vida no es "una vela efímera". Es una antorcha espléndida, y quiero que se queme tan brillantemente como sea posible, antes de entregarla a las generaciones futuras.

George Bernard Shaw

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 218

El mejor día de mi vida. Hoy mismo, tal vez mañana o cualquier otro día puede ser el mejor de nuestra existencia. Y no es difícil lograrlo... Hoy, cuando me levanté, repentinamente me di cuenta que este es ¡el mejor día de mi vida! Ha habido ocasiones en que me he preguntado si podré hacer algo de provecho el día de hoy y lo he hecho. Creo que esto es más que suficiente para celebrar. Hoy voy a celebrar la increíble vida que he tenido llena de bendiciones, y también con muchas adversidades, que me han servido para hacerme cada día más fuerte. Voy a vivir este día con la frente bien en alto y un corazón feliz. Me sorprenderé de los "simples" regalos que Dios me ha dado: una mañana tranquila, el sol, las nubes, los árboles, las flores, los pájaros. Hoy ninguna de estas minúsculas creaciones va a escapar de mi vista. Hoy: Compartiré mi emoción por la vida con otra gente. Voy a hacer sonreír a alguien. Voy a realizar un inesperado acto de bondad con alguien aunque no lo conozca. Daré apoyo a alguien que se sienta deprimido. Le diré a los niños cuan especiales son; y a ese alguien, que estoy al tanto de Él y le haré saber lo mucho que significa para mí. Dejaré de preocuparme por lo que no tengo y empezaré a ser agradecido con Dios por todas las cosas maravillosas que me ha dado. Tendré presente que la preocupación es solo una pérdida de tiempo, porque mi fe en Dios y su plan de divinidad, me asegura que en un futuro todo estará bien. Antes de ir a dormir observaré la noche y elevaré mis ojos al cielo para admirar la belleza de las estrellas, de la luna y elevaré una oración a Dios por esos magníficos tesoros.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 219

Cuando el día finalice y ponga mi cabeza en la almohada, agradeceré al Todopoderoso por el mejor día de mi vida y dormiré el sueño de un niño feliz, emocionado por la esperanza de saber que mañana será ¡el mejor día de mi vida!

El nuevo año. Señor, pongo en tus manos este Año Nuevo mío. Haz de él lo que tú quieras, para que en él se haga de mí lo que deseas tú. Tú, que eres el amor, enséñame a amar. Tú, que eres la verdad, haz que la busque yo. Tú, que eres la vida, ayúdame a vivirla bien. Si vas a hacer que llegue al fin de este año, déjame terminarlo con un amigo más, con un rencor menos y con un corazón mejor. Y si es tu voluntad que este año sea el último de los que me has de dar, permite que yo deje algo – una palabra, un ejemplo, una memoria - que haga que el próximo año nuevo que viva, algún hermano mío, sea mejor.

Propósitos para el año nuevo. Alguna vez me hice propósitos para toda la vida. Ninguno de ellos he cumplido. Luego me hacía propósitos para el año nuevo. Pocos conseguía cumplir. Ahora me hago propósitos para cada día, propósitos pequeñitos que no sean tan difíciles de realizar. Y muchos de ellos los vuelvo realidad. Así haré también este año. Nadie, pues, me pregunte cuáles son mis propósitos de Año Nuevo. Pregúntenme cuáles son mis propósitos del nuevo día.

A.F.A.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 220

Jamás serás buen maestro.

Pese a tu título, jamás serás buen maestro si tu escuela tiene más parentesco con una oficina que con un hogar.

Jamás serás maestro, si tus frases, en vez de caricias, son púas que arañan; y si necesitas un arsenal de gritos para tus combates diarios.

Jamás serás maestro, si tu escuela se abre cinco minutos antes de empezar las clases y se cierra cinco minutos después de la hora reglamentaria. Y si al abrirse parece que bosteza y al cerrarse que sonriera.

Jamás serás maestro, si tu escuela no es el imán infantil más poderoso de la localidad donde actúas. Y si los niños no te conciben como un hombre superior.

Jamás serás maestro, si tu escuela, además de un cuerpo, no tiene un alma. Y si únicamente es un taller mecánico del alfabeto.

Jamás serás maestro, si al hablar no encantas a los niños dejándolos como hipnotizados. Y si no sabes hacerte escuchar hasta con los ojos.

Jamás serás maestro, si no comprendes que el alma de cada niño es un libro en blanco en el que estás escribiendo para toda la vida. Y si, en vez de escribir en ese libro himnos triunfales, te contentas con llenarlo de ramplonerías y mediocridades.

Jamás serás maestro, si obtienes licencias sin necesitarlas. Y si trabajas sólo cuando te fiscalizan y cuando se acercan los exámenes.

Jamás serás maestro, si tus niños llegan con hambre y frío a tu escuela y se van a sus casas con más hambre y frío del que trajeron y si no sabes primaverarlos por dentro y por fuera.

Y finalmente... Ni siquiera serás hombre digno, si deseas que todos los años llegue una epidemia a fin de tomar unas vacaciones extraordinarias.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 221

¿Qué es una niña?

Las niñas son las cosas más agradables que les suceden a las personas.

Nacen con un poco de brillo angelical y aunque algunas veces se desgasta, siempre hay suficiente para cautivar tu corazón, hasta cuando se sientan en el lodo o lloren temperamentalmente o se paseen por la calle con las mejores ropas de mamá.

Una niña puede ser más dulce (y más mala), más a menudo que nadie en el mundo. Puede corretear y tropezar y hacer ruidos raros que te enerven; sin embargo, precisamente cuando abres la boca, se queda quieta con esa mirada especial. Una niña es inocencia jugando con el lodo, belleza sosteniéndose en su cabeza y maternidad jalando una muñeca por el pie.

Las niñas se encuentran en cinco colores —negro, blanco, rojo, amarillo o café— sin embargo, la Madre Naturaleza siempre se las arregla para seleccionar tu color favorito cuando haces el pedido. Ellas desaprueban la ley de la oferta y la demanda —hay millones de niñas— pero cada una es tan valiosa como los rubíes.

Dios pide prestado de varias criaturas para hacer a una niña. Usa el canto de un pájaro, el chillido de un cerdo, la terquedad de una muía, los gestos de un mono, la agilidad de un chapulín, la curiosidad de un gato, la velocidad de una gacela, la astucia de una zorra, la dulzura de un gatito y para completar, Él agrega la mente misteriosa de una mujer.

A una niña le gustan los zapatos nuevos, los vestidos para fiesta, los animalitos, el primer año, las matracas, la chica de enfrente, las muñecas, hacer-creer, las clases de baile, los helados, las cocinas, los libros para colorear, el maquillaje, las latas con agua, visitar, las fiestecitas y un niño.

A ella le desagradan las visitas, los niños en general, los perros grandes, la ropa usada, las sillas rectas, las verduras, los trajes para la nieve o quedarse en el patio.

Ella es la más ruidosa cuando tú estás pensando, la más bonita cuando te ha provocado, la más ocupada a la hora de dormir, la más callada cuando quieres presumirla y la más coqueta cuando definitivamente no debe obtener lo mejor de ti otra vez.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 222

¿Quién puede causarte más pena, alegría, irritación, satisfacción, vergüenza y encanto genuino que esta combinación de Eva, Salomé y Florence Nightingale?

Ella puede desarreglar tu hogar, tu cabello y tu dignidad —gastar tu dinero, tu tiempo y tu paciencia— y justamente cuando estás listo para explotar, su brillo encantador aparece y pierdes otra vez.

Sí, ella es una molestia que te enerva, sólo un manojito ruidoso de calamidades.

Pero cuando tus sueños desfallecen y el mundo es un desorden —cuando parece que tú eres un tonto después de todo— ella puede hacerte un rey en el momento en que se trepa a tu rodilla y murmura:

Te quiero

Alan Beck

Parábola de la educación.

Iba un hombre caminando por el desierto cuando oyó una voz que le dijo: - Levanta unos guijarros, mételos a tu bolsillo y mañana te sentirás a la vez triste y contento. Aquel hombre obedeció. Se inclinó, recogió un puñado de guijarros y se los metió en el bolsillo. A la mañana siguiente, vio que los guijarros sé habían convertido en diamantes, rubíes y esmeraldas. Y se sintió feliz y triste. Feliz, por haber recogido los guijarros; triste, por no haber recogido más. Lo mismo ocurre con la educación.

William Cunningham

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 223

El Presente.

En un discurso durante una graduación universitaria hace varios años, Brian Dyson, CEO de Coca Cola Enterprises, habló sobre la relación del trabajo con nuestros compromisos, expresando lo siguiente:

Imagínense la vida como un juego en el cual están haciendo malabares con cinco pelotitas. A cada una le dan un nombre: trabajo, familia, salud, amigos y ánimo, y están manteniendo todas esas pelotitas en el aire.

Enseguida se darán cuenta de que el trabajo es una pelotita de goma, si se les cae, esta rebotará. Pero las otras cuatro pelotitas: familia, salud, amigos, ánimo, son de vidrio. Si una de ellas se les cae, se raspará, marcará, cortará, y dañará o incluso se hará añicos sin que se pueda hacer algo por evitarlo.

Esta pelotitas nunca volverán a ser las mismas. Ustedes deben comprender esto y luchar por alcanzar el equilibrio en su vida. ¿Cómo? No socaven su valor comparándose con otros. Es debido a que somos diferentes unos de otros que somos especiales.

No establezcan sus objetivos basándose en lo que otras personas consideran importante. Sólo ustedes saben lo que es mejor para ustedes.

No den por hecho las cosas cercanas al corazón. Aférrense a ellas como a su vida porque sin ellas la vida no tiene sentido.

No dejen que su vida se les escape de las manos viviendo en el pasado o para el futuro. Solo viviendo cada día a la vez, se pueden vivir todos los días de la vida.

No se rindan cuando todavía tengan algo que dar. Nada realmente se termina hasta el momento en que dejan de intentarlo.

No tengan miedo de admitir que son menos que perfectos. Este es el frágil hilo que nos une. No tengan temor de tropezar con riesgos. Es asumiendo riesgos que aprendemos a ser valientes.

No saquen el amor de su vida diciendo que es imposible encontrar tiempo. La forma más rápida de recibir amor es dándolo; la forma más rápida de perder el amor es asfixiándolo; y la mejor forma de mantener el amor es dándole alas.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 224

No corran por la vida tan rápido, que no sólo se olviden donde han estado, sino también hacia donde se dirigen.

No se olviden, la mayor necesidad afectiva de una persona es sentirse apreciada.

No tengan miedo de aprender. El conocimiento es invalorable, un tesoro que siempre se puede llevar fácilmente.

No usen el tiempo o las palabras a la ligera. Estos no pueden recuperarse.

La vida no es una carrera, sino un viaje en el cual debe disfrutarse cada paso del camino. El ayer es historia. El mañana es un misterio. Y el hoy es un regalo: es por ello que lo llamamos "El Presente".

Dar.

Tomado del libro, “El Profeta”

Hay algunos que dan poco de lo mucho que tienen y lo dan para que se le reconozca; este deseo oculto hace que sus regalos no promuevan el bienestar. Y hay aquellos, que tienen poco y lo dan todo. Estos son los que creen en la vida y en la generosidad de la vida; su cofre nunca estará vacío. Hay aquellos que dan con alegría, y esa alegría es su premio. Y hay aquellos que dan con dolor, y ese dolor es su bautismo. Y hay aquellos, que dan y no conocen el dolor al dar, ni buscan alegría, ni lo dan pensando en la virtud; ellos dan tal como en el valle distante la flor exhala su fragancia en el espacio. Por medio de las manos de personas como estas, Dios habla y detrás de sus ojos sonríe hacia la tierra.

Khalil Gibran

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 225

Lo que piensa un hijo del padre.

A los siete años:

Papá es un sabio, todo lo sabe.

A los catorce años:

Me parece que papá se equivoca en algunas de las cosas que dice.

A los veinte años:

Papá está un poco atrasado en sus teorías, no es de esta época.

A los veinticinco años:

El viejo no sabe nada... está chocheando decididamente.

A los treinta y cinco años:

Con mi experiencia, mi padre a esta edad, hubiera sido millonario.

A los cuarenta y cinco años:

No sé si ir a consultar este asunto con el viejo, tal vez pueda aconsejarme.

A los cincuenta y cinco años:

¡Qué lástima que se haya muerto el viejo, la verdad es que tenía unas ideas y una clarividencia notables!

A los setenta años:

¡Pobre papá, era un sabio! ¡Qué lástima que yo lo haya comprendido tan tarde!

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 226

No oyes ladrar a los perros.

Del libro “El Llano en llamas”, 1953.

—Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo o si ves alguna luz en alguna parte. —No se ve nada. —Ya debemos estar cerca. —Sí, pero no se oye nada. —Mira bien. —No se ve nada. —Pobre de ti, Ignacio. La sombra larga y negra de los hombres siguió moviéndose de arriba abajo, trepándose a las piedras, disminuyendo y creciendo según avanzaba por la orilla del arroyo. Era una sola sombra, tambaleante. La luna venía saliendo de la tierra, como una llamarada redonda. —Ya debemos estar llegando a ese pueblo, Ignacio. Tú que llevas las orejas de fuera, fíjate a ver si no oyes ladrar los perros. Acuérdate que nos dijeron que Tonaya estaba detrasito del monte. Y desde qué horas que hemos dejado el monte. Acuérdate, Ignacio. —Sí, pero no veo rastro de nada. —Me estoy cansando. —Bájame. El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredón y se recargó allí, sin soltar la carga de sus hombros. Aunque se le doblaban las piernas, no quería sentarse, porque después no hubiera podido levantar el cuerpo de su hijo, al que allá atrás, horas antes, le habían ayudado a echárselo a la espalda. Y así lo había traído desde entonces. —¿Cómo te sientes? —Mal. Hablaba poco. Cada vez menos. En ratos parecía dormir. En ratos parecía tener frío. Temblaba. Sabía cuándo le agarraba a su hijo el temblor por las sacudidas que le daba, y porque los pies se le encajaban en los ijares como espuelas. Luego las manos del hijo, que traía trabadas en su pescuezo, le zarandeaban la cabeza como si fuera una sonaja. Él

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 227

apretaba los dientes para no morderse la lengua y cuando acababa aquello le preguntaba: —¿Te duele mucho? —Algo —contestaba él. Primero le había dicho: "Apéame aquí... Déjame aquí... Vete tú solo. Yo te alcanzaré mañana o en cuanto me reponga un poco." Se lo había dicho como cincuenta veces. Ahora ni siquiera eso decía. Allí estaba la luna. Enfrente de ellos. Una luna grande y colorada que les llenaba de luz los ojos y que estiraba y oscurecía más su sombra sobre la tierra. —No veo ya por dónde voy —decía él. Pero nadie le contestaba. E1 otro iba allá arriba, todo iluminado por la luna, con su cara descolorida, sin sangre, reflejando una luz opaca. Y él acá abajo. —¿Me oíste, Ignacio? Te digo que no veo bien. Y el otro se quedaba callado. Siguió caminando, a tropezones. Encogía el cuerpo y luego se enderezaba para volver a tropezar de nuevo. —Este no es ningún camino. Nos dijeron que detrás del cerro estaba Tonaya. Ya hemos pasado el cerro. Y Tonaya no se ve, ni se oye ningún ruido que nos diga que está cerca. ¿Por qué no quieres decirme qué ves, tú que vas allá arriba, Ignacio? —Bájame, padre. —¿Te sientes mal? —Sí —Te llevaré a Tonaya a como dé lugar. Allí encontraré quien te cuide. Dicen que allí hay un doctor. Yo te llevaré con él. Te he traído cargando desde hace horas y no te dejaré tirado aquí para que acaben contigo quienes sean. Se tambaleó un poco. Dio dos o tres pasos de lado y volvió a enderezarse. —Te llevaré a Tonaya. —Bájame.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 228

Su voz se hizo quedita, apenas murmurada: —Quiero acostarme un rato. —Duérmete allí arriba. Al cabo te llevo bien agarrado. La luna iba subiendo, casi azul, sobre un cielo claro. La cara del viejo, mojada en sudor, se llenó de luz. Escondió los ojos para no mirar de frente, ya que no podía agachar la cabeza agarrotada entre las manos de su hijo. —Todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre. Porque usted fue su hijo. Por eso lo hago. Ella me reconvendría si yo lo hubiera dejado tirado allí, donde lo encontré, y no lo hubiera recogido para llevarlo a que lo curen, como estoy haciéndolo. Es ella la que me da ánimos, no usted. Comenzando porque a usted no le debo más que puras dificultades, puras mortificaciones, puras vergüenzas. Sudaba al hablar. Pero el viento de la noche le secaba el sudor. Y sobre el sudor seco, volvía a sudar. —Me derrengaré, pero llegaré con usted a Tonaya, para que le alivien esas heridas que le han hecho. Y estoy seguro de que, en cuanto se sienta usted bien, volverá a sus malos pasos. Eso ya no me importa. Con tal que se vaya lejos, donde yo no vuelva a saber de usted. Con tal de eso... Porque para mí usted ya no es mi hijo. He maldecido la sangre que usted tiene de mí. La parte que a mí me tocaba la he maldecido. He dicho: “¡Que se le pudra en los riñones la sangre que yo le di!” Lo dije desde que supe que usted andaba trajinando por los caminos, viviendo del robo y matando gente... Y gente buena. Y si no, allí esta mi compadre Tranquilino. El que lo bautizó a usted. El que le dio su nombre. A él también le tocó la mala suerte de encontrarse con usted. Desde entonces dije: “Ese no puede ser mi hijo.” —Mira a ver si ya ves algo. O si oyes algo. Tú que puedes hacerlo desde allá arriba, porque yo me siento sordo. —No veo nada. —Peor para ti, Ignacio. —Tengo sed. —¡Aguántate! Ya debemos estar cerca. Lo que pasa es que ya es muy noche y han de haber apagado la luz en el pueblo. Pero al menos debías de oír si ladran los perros. Haz por oír. —Dame agua.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 229

—Aquí no hay agua. No hay más que piedras. Aguántate. Y aunque la hubiera, no te bajaría a tomar agua. Nadie me ayudaría a subirte otra vez y yo solo no puedo. —Tengo mucha sed y mucho sueño. —Me acuerdo cuando naciste. Así eras entonces. Despertabas con hambre y comías para volver a dormirte. Y tu madre te daba agua, porque ya te habías acabado la leche de ella. No tenías llenadero. Y eras muy rabioso. Nunca pensé que con el tiempo se te fuera a subir aquella rabia a la cabeza... Pero así fue. Tu madre, que descanse en paz, quería que te criaras fuerte. Creía que cuando tú crecieras irías a ser su sostén. No te tuvo más que a ti. El otro hijo que iba a tener la mató. Y tú la hubieras matado otra vez si ella estuviera viva a estas alturas. Sintió que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dejó de apretar las rodillas y comenzó a soltar los pies, balanceándolo de un lado para otro. Y le pareció que la cabeza; allá arriba, se sacudía como si sollozara. Sobre su cabello sintió que caían gruesas gotas, como de lágrimas. —¿Lloras, Ignacio? Lo hace llorar a usted el recuerdo de su madre, ¿verdad? Pero nunca hizo usted nada por ella. Nos pagó siempre mal. Parece que en lugar de cariño, le hubiéramos retacado el cuerpo de maldad. ¿Y ya ve? Ahora lo han herido. ¿Qué pasó con sus amigos? Los mataron a todos. Pero ellos no tenían a nadie. Ellos bien hubieran podido decir: “No tenemos a quién darle nuestra lástima”. ¿Pero usted, Ignacio? Allí estaba ya el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna. Tuvo la impresión de que lo aplastaba el peso de su hijo al sentir que las corvas se le doblaban en el último esfuerzo. Al llegar al primer tejabán, se recostó sobre el pretil de la acera y soltó el cuerpo, flojo, como si lo hubieran descoyuntado. Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venido sosteniéndose de su cuello y, al quedar libre, oyó cómo por todas partes ladraban los perros. —¿Y tú no los oías, Ignacio? —dijo—. No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza.

Juan Rulfo

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Pedro Arreola Coronel 230

El valor del tiempo. Tan importante es un segundo como una hora, en trabajo, en amistad, en productividad, en hacer algo bueno con nuestra vida. Para darse cuenta del valor de un año: preguntarle a un estudiante que ha fallado en un examen final. Para darse cuenta del valor de un mes: preguntarle a una madre que ha dado a luz a un bebe prematuro. Para darse cuenta del valor de una semana: preguntarle al editor de un diario semanal. Para darse cuenta del valor de una hora: preguntarle a amantes que esperan para verse. Para darse cuenta del valor de un minuto: preguntarle a quien ha perdido el tren el ómnibus o el avión. Para darse cuenta del valor de un segundo: preguntarle a una persona que ha sobrevivido de un accidente. Para darse cuenta del valor de un milisegundo: preguntarle al competidor que ha ganado una medalla de plata en las olimpiadas. El tiempo no espera para ninguno. Atesora cada momento que tengas. Lo atesoras más cuando puedes compartirlo con alguien especial. Dios nos dio el Don de la Vida, el cual es temporal. Es decir, cuando nacemos a esta vida humana, lo único seguro que tenemos, es la muerte. Cada segundo es irrepetible. Por eso, vive el momento, y mejor aún, vive en la Gracia de Dios.

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Pedro Arreola Coronel 231

En busca de la razón.

El otro día me entró curiosidad por saber qué era la cosa más valiosa que tenía, busqué y busqué y no me decidía. Entonces se presentaron ante mí varios de los sentimientos.

Empezó a hablar la Envidia diciendo:

- Todavía no tienes lo más valioso que existe, todos los demás lo tienen, pero tú no.

La Ira contestó:

- SÍ, la Envidia tiene razón, entonces la solución es fácil, acaba con todos los que tengan algo más valioso que tú y de esa manera tú vas a tener más cosas valiosas.

Le siguió la Tristeza:

- !Ah! este mundo es injusto... tú no tienes nada valioso, así que creo que la Ira y la Envidia tienen razón.

De repente se escuchó un ruido muy fuerte, era el Honor, buscando nuestra atención... y venía acompañado del buen Entendimiento y de la Indignación, dijo el Honor:

- Debería darles vergüenza hablar de esa manera.

- Sí, es indignante, dijo la Indignación.

Se acercó lentamente la Timidez, que venía escondida detrás del Miedo. Dijeron casi a coro:

- Por qué no se dejan de esas cosas, mejor vamos a quedarnos con lo que ya tenemos, no busquemos más allá.

La Perspicacia se levantó y dio su punto de vista:

- Mmm, veo claramente que se han dividido en dos grupos... uno que dice que necesitamos buscar las cosas valiosas en los demás y quitárselas, y otro grupo que dice que de esta manera estamos bien... mmm, creo que deben llegarse a un acuerdo.

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Pedro Arreola Coronel 232

La Duda parecía confundida y dijo titubeando:

- Si son dos grupos y la razón la tienen los que creen que así estamos bien, sin cosas valiosas, pero, mmm, bien... ¿verdad que sí?, bueno si lo vemos desde otro punto de vista... eh... mmm… ahhh... no sé.

En ese momento la Duda salió del cuarto y la acompañó la Locura.

De pronto una voz grave apenas se escuchó, era el Odio que dijo enojado:

- No sean metiches y cada quien dedíquense a lo suyo, son una bola de holgazanes.

Llegada la noche las discusiones seguían, todos opinaron sin llegar a ninguna conclusión, pero llegó la Alegría y, contagiosamente, organizó una fiesta, ¿por qué la hizo? quien sabe, sólo ella y la Locura sabían.

Mientras ellos festejaban yo decidí dormir para dejar de pensar en todo eso.

Al despertar empecé a oler un rico aroma a rosas. Mi desayuno estaba en mi cama. Cuando logré abrir los ojos vi a mi amada, que con tremenda sonrisa me dio un beso y los buenos días. En ese momento llegó el único sentimiento que no había visto la noche anterior, me hizo entender qué era lo más valioso que tenía.

Explicarlo con palabras seria imposible, pero, si un día se acerca a ustedes un sentimiento llamado Amor, síganlo y traten de ser felices, aunque este sentimiento no tenga nada que ver con la razón, y aunque a veces, vaya acompañado de la locura, la tristeza y muchos sentimientos más; créanme, vale la pena.

Solamente no olviden que su pareja busca las mismas cosas que ustedes, así que compartan todo lo que puedan. Sólo háganle saber lo mucho que la aprecian...

- Fin, ¿o principio?, dijo la duda.

- ¿Tú sabrás?

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Pedro Arreola Coronel 233

Enamórate de alguien. No te enamores del amor, enamórate de alguien que te ame, que te espere, que te comprenda aún en la locura; de alguien que te ayude, que te guíe, que sea tu apoyo, tú esperanza, tú todo. Enamórate de alguien que sueñe contigo, que sólo piense en ti, en tu rostro, en tu delicadeza, en tu espíritu y no en tu cuerpo o en tus bienes. Enamórate de alguien que te espere hasta el final, de alguien que sea lo que tú no elijas, lo que no esperes. Enamórate de alguien que sufra contigo, que ría junto a ti, que seque tus lágrimas, que te abrigue cuando sea necesario, que se alegre con tus alegrías y que te dé fuerzas después de un fracaso. Enamórate de alguien que vuelva a ti después de las peleas, después del desencuentro, de alguien que camine junto a ti, que sea un buen compañero(a), que respete tus fantasías, tus ilusiones... Enamórate de alguien que te ame. No te enamores del amor, enamórate de alguien que ya esté enamorado(a) de ti.

La Misión. Cuéntase que San Luis de Francia hubo de inspeccionar una obra en la cual un enjambre de artesanos elevaba una montaña de piedra que, con sus agujas góticas, trataba de alcanzar el cielo. En dicha obra había una multitud de operarios ocupados en distintos menesteres. El buen rey, de bella estampa, hubo de acercarse a uno de ellos, a fin de interrogarlo por el sentido de su tarea: “¿Qué es lo que están haciendo?”. Fue su sencilla pregunta. A lo cual éste contestó con desprecio: ¡Oh, mire, acarreamos estas aborrecidas y pesadas piedras desde muy temprano por la mañana hasta muy avanzada la tarde...! Pero hubo otro que, en forma casi inmediata, se incorporó, enderezó la espalda y orgullosamente contestó: ¡Verá, señor, estamos construyendo una hermosa catedral!

Félix González

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Pedro Arreola Coronel 234

Nunca dejar de ser. La experiencia nos ha enseñado, aunque a veces no queramos reconocerlo, una verdad por demás incuestionable: Dejar de hacer, es dejar de ser. Reflexionemos... ¿cuánto tiempo nos hemos perdido en la inercia de las cosas?; ¿cuántas veces hemos sido testigos de la injusticia y la toleramos?; ¿cuánto tiempo de inmovilidad, de silencio... de intenciones agotadas que se han cubierto de polvo?; ¿será que olvidamos para siempre aquellas ilusiones… los ideales de cambio que antes nos impulsaban a ser?; ¿no han sido suficientes aún, todos los días grises, monótonos y desafortunados que hemos vivido por aceptar el conformismo y la sujeción? … Recordemos los momentos en los que llenos de dinamismo, pretendíamos ser, y para ello, en todas direcciones actuábamos con energía, tenacidad, valor, dignidad y entusiasmo; participábamos de los eventos, y no solamente los observábamos; éramos protagonistas, y no espectadores. Producto de lo anterior, aprendimos muchas cosas que aparentemente extraviamos. Aprendimos del miedo, y nos dimos valor; aprendimos del abandono, y pudimos unirnos; aprendimos de la pasividad, y generamos acciones; aprendimos de la ignorancia, y construimos una conciencia. Luego, por algún motivo, nos quedamos suspendidos en el desarrollo de los acontecimientos... el brillo de nuestra mirada se apagó; nuestros brazos cayeron; el entusiasmo y la confianza en nosotros mismos, se diluyó; renunciamos a nuestras enormes potencialidades; dejamos de hacer, y de esta manera, también dejamos de ser. Ahora, al igual que siempre, los momentos son definitivos, porque hay quienes, favorecidos con estas actitudes nuestras, quisieran vernos igual, siempre igual; con la cabeza rendida, en silencio, complacientes y temerosos; hundidos en la indiferencia e inclusive, hasta en la mediocridad; dejando de hacer y, al mismo tiempo, dejando de ser. Sabemos que el destino del hombre no necesariamente se perfila a partir de sucesos azarosos, por el contrario, éste se construye con base en intenciones claras, reales y firmes; trazando el rumbo con inteligencia y anticipación; poniendo a prueba, permanentemente, voluntad y convicción. De esta manera, el futuro es en gran medida, la consecuencia de las decisiones que tomamos hoy.

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Pedro Arreola Coronel 235

Una pequeña frase podríamos recuperar para deliberar al respecto, frase añeja, trillada tal vez, pero reveladora y trascendente: “Ser o no ser…”, el tiempo y el lugar de la definición; la oportunidad para actuar o resignarnos. Así pues, el reto de llegar a ser, para cada mujer y cada hombre, consiste en resolver esa simple disyuntiva; abandonarnos al paso inexorable de días insípidos y aletargados; o bien, reencontrarnos a cada instante con lo mejor de nuestra esencia: la razón de vivir.

Dedicado a las luchas del magisterio Pedro Arreola Coronel

Dónde buscar. Desde niño había soñado con encontrar oro. Historias de piratas, mineros y alquimistas habían poblado sus lecturas infantiles y adolescentes. Ya adulto, la fantasía se tornó compulsión. Estudió mapas, consultó a geólogos, hizo planes minuciosos. Un día se decidió: vendió todo lo que tenía, en realidad sólo una casita en las afueras con una pequeña granja gracias a la que sobrevivía-porque su tiempo para trabajar había sido invadido por la obsesión-, compró las herramientas necesarias y emprendió su aventura. En zonas auríferas cavó, buscó, siguió excavando hasta que admitió su derrota. Sin un centavo, sin recursos, se vio obligado a regresar a su ciudad, para intentar ser hospedado por algunos parientes. Allí se enteró de que el comprador de su casa, preparando el huerto para la siembra, había dado con un fabuloso cofre lleno de joyas y monedas de oro.

Walter Salama

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Pedro Arreola Coronel 236

Aprendí.

A los 5 años, aprendí que a los pececitos dorados no les gustaba la gelatina.

A los 9, aprendí que mi profesora sólo me preguntaba cuando yo no sabía la respuesta.

A los 10, aprendí que era posible estar enamorado de cuatro chicas al mismo tiempo.

A los 12, aprendí que, si tenía problemas en la escuela, los tenía mayores todavía en casa.

A los 13, aprendí que, cuando mi cuarto quedaba del modo que yo quería, mi madre me mandaba a ordenarlo.

A los 15, aprendí que no debía descargar mis frustraciones en mi hermano menor, porque mi padre tenía frustraciones mayores y la mano más pesada.

A los 20, aprendí que los grandes problemas siempre empiezan pequeños.

A los 25, aprendí que nunca debía elogiar la comida de mi madre, cuando estaba comiendo algo preparado por mi mujer.

A los 28, aprendí que se puede hacer, en un instante, algo que te va a hacer doler la cabeza la vida entera.

A los 30, aprendí que cuando mi mujer y yo teníamos una noche sin chicos, pasábamos la mayor parte del tiempo hablando de ellos.

A los 33, aprendí que a las mujeres les gusta recibir flores, especialmente sin ningún motivo.

A los 34, aprendí que no se cometen muchos errores con la boca cerrada.

A los 38, aprendí que, siempre que estoy viajando, quisiera estar en casa; y siempre que estoy en casa me gustaría estar viajando.

A los 39, aprendí que puedes saber que tu esposa te ama, cuando sobran dos croquetas y elige la menor.

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A los 42, aprendí que, si estás llevando una vida sin fracasos, no estás corriendo los suficientes riesgos.

A los 44, aprendí que puedes hacer a alguien disfrutar el día, con solo enviarle una pequeña postal.

A los 47, aprendí que niños y abuelos son aliados naturales.

A los 49, aprendí que, si cuidas bien de tus empleados, ellos cuidarán bien de tus clientes.

A los 51, aprendí que sólo llego tarde al trabajo cuando mi patrón llega temprano.

A los 55, aprendí que es absolutamente imposible tomar vacaciones sin engordar cinco kilos.

A los 63, aprendí que es razonable disfrutar del éxito, pero que no se debe confiar demasiado en él.

También a los 63, aprendí que no puedo cambiar lo que pasó, pero puedo dejarlo atrás.

A los 64, aprendí que la mayoría de las cosas por las cuales me he preocupado nunca suceden.

A los 67, aprendí que si esperas a jubilarte para disfrutar de la vida, esperaste demasiado tiempo.

A los 71, aprendí que nunca se debe ir a la cama sin resolver una pelea.

A los 72, aprendí que, si las cosas van mal, yo no tengo porqué ir con ellas.

A los 76, aprendí que envejecer es importante

A los 91, aprendí que te amé menos de lo que hubiera debido.

A los 92, aprendí que todavía tengo mucho para aprender.

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Enseñar a los niños. Enséñales a los niños a creer en los ideales, y que aquellas cosas que no se ven, también son realidades. Dile que el amor no se ve, pero se puede sentir, que la música tiene una explicación pero que las melodías salen del corazón. Enséñales a tener esperanzas, pues todos los días sale el sol. Y no le digas que sale porque existe una ley de gravedad o que el sistema solar se mantiene por una perfecta estabilidad de las fuerzas centrífugas y centrípetas. Enséñales que el sol sale porque Dios trae la luz por esa estrella resplandeciente. Enséñales el respeto por las cosas simples y por la naturaleza. Enséñales a rezar, a cerrar los ojos y que se imaginen a su ángel guardián que los protege y los guía. Enséñales todos los días a trabajar en un pequeño proyecto, diferente siempre. Estimula su creatividad con sus juguetes y con otros que ellos mismos puedan crear. Enséñales a sonreír y siempre acarícialos, sean quienes fueran esos niños, porque no sabes en que pueden convertirse mañana; tal vez sean ellos quienes te den su mano amiga o te nieguen el saludo cuando menos lo esperes. Tal vez sean tu médico, tu amigo, tu asaltante o tu juez. Enséñales que la vida es aprender a ser feliz y que la vida nos dará muchas alegrías, pero nosotros debemos darle también un sabor a la vida. Enséñales que debemos darle un poco de alegría a todas las cosas y que todo lo que llegue a nuestras manos o a nuestra vida, siempre debemos dejarlo mejor de lo que estaba cuando lo encontramos. Enséñales que todo aquello que tome contacto con nosotros debe siempre mejorar. Enséñales el valor del respeto, de la fe, de la confianza, enséñales a ser inteligentes y que no desdeñen sus sentimientos, enséñales a amar y que

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en todo momento sepan que tienen el derecho de vivir y ser cada uno lo que en su vida quiera ser. Enséñales que cuando sean grandes deben querer y respetar a los futuros niños.

Es bueno saber. Cuántas cosas buenas nos proponemos y deseamos, pero desgraciadamente, muy pocas nos esforzamos en alcanzar. Es bueno saber que hay hombres de ciencia, pero es mejor que seamos hombres y mujeres de conciencia. Es bueno saber lo que tenemos que hacer, pero es mejor hacer lo que debemos hacer. Es bueno hacer planes y fijarse un propósito, pero es mejor llevarlos a cabo. Es bueno desear el éxito, pero es mejor realizar las cosas necesarias para lograrlo. Es bueno hacer promesas, pero es mejor cumplirlas. Es bueno tener dignidad, pero es mejor no pisar la de otros. Es bueno tenerlo todo, pero es mejor compartir con el que no tiene nada. Es bueno saberse amado y comprendido, pero es mejor amar y comprender. Es bueno procurar no fracasar, pero es mejor ayudar al fracasado. Es bueno buscar la verdad, pero es mejor hablar siempre con ella. Es bueno tener fe, pero es mejor sembrarla en los que aún no conocen a Dios. Pero, hazlo ya, porque el tiempo pasa.

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Escalera de la vida. Sube los escalones de tu existencia. Despacio, cauteloso, con mucha calma, inteligencia y buena voluntad, sube los escalones. Pensando siempre en la gloria que se encuentra en lo más alto de la escalera que estás subiendo. No cedas ni un segundo al desánimo; no permitas que la indecisión te domine. Aprende a superarlos. El mundo pertenece a los seres optimistas, positivos y sinceros; nunca será de los cobardes, quejosos, indecisos, mentirosos y deshonestos, estos últimos se quedan en los primeros escalones de la gran escalera. Prosigue en línea recta, buscando tus sagrados objetivos, en nombre del Creador a quien debemos la vida, hónrala. Si alguien no te recibe de buena gana, ni acepta tu buena intención, no pierdas el tiempo en comentarios y sentencias acusatorias, pues tal actitud no soluciona el problema. Y si te caes antes de llegar al escalón al que te propusiste llegar, no te desanimes, porque el caer es una oportunidad para levantarte y reaccionar, continua subiendo nuevamente con más fuerza y altruismo. Victoria no es nunca haber caído, sino levantarse de la caída y seguir alegremente, prometiéndote a ti mismo, mirar con orgullo los demás escalones que se encuentran adelante y altivamente seguir subiendo. Sube, sube siempre con coraje, con firmeza con sabiduría y un fuerte deseo de vencer, imponiéndote el más alto concepto de una vida digna, honrada y bien vivida. Acuérdate, la victoria es de los que luchan contra las situaciones desfavorables, sin perder el vigor, la fe, y el ideal de la vida. Si no vences es porque te dejaste contaminar por la ola negra del mal y perdiste el deseo de luchar hasta el final porque, quien lucha, dando el verdadero esplendor a la vida, al bien y persiste sin retroceder... ¡Vencerá!

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Pedro Arreola Coronel 241

Es viernes por la noche. Es viernes por la noche, y estás manejando tú auto (¿Qué clase de auto estas manejando?) Sólo puedes llevar a cuatro personas más contigo (¿Quiénes están en el auto contigo?) Mientras manejas, tú y tus amigos empiezan a escuchar algo de música... (¿Qué canción están escuchando?) Ahí están ustedes, escuchando música proveniente de otro auto que se escucha cerca. Inesperadamente, este loco conductor golpea la parte de trasera de tú auto… Luego estás maniobrando el volante desesperadamente. ¡Estás totalmente fuera de control! Golpeas fuertemente y el auto está deslizándose por el pavimento completamente de cabeza... sólo puedes ver el pasto del otro lado de la acera... Estás ahí, inmovilizado, llorando porque sientes mucho dolor; no escuchas nada, sólo silencio... silencio… silencio… Tratas de hablarles a tus amigos, pero sientes tanto dolor que las palabras no salen. Estás ahí hace sólo dos minutos, pero parece como si fueran 60. Finalmente escuchas algo. ¡Es una ambulancia!... nunca te habías sentido tan aliviado… Sigues ahí, dentro del auto pensando en... tu familia, amigos, escuela, fiestas, viejos amigos, viejos amores… Comienzas a orar por tus amigos que están en el auto contigo y por ti mismo... Los paramédicos por fin te sacan del auto, te recuestan en una camilla, y te introducen en la ambulancia… No ves nada, no escuchas nada, te sientes débil... estás solo. No tuviste la oportunidad de ver a tus amigos que estaban contigo en el auto... Mientras te llevan al hospital, piensas y oras por tu vida. ¿Iré a morir? ¿Dónde están mis amigos? ¿Estarán bien? ¿Qué va a pasar conmigo? ¿Moriré o no? ¿Que les pasó a mis amigos que estaban en el auto conmigo? Todos murieron. Tus amigos que iban en el auto contigo murieron. Se han ido. No los volverás a ver de nuevo... ¿Y tú?...

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 242

Tú también moriste... ¿Dónde estás ahora? ¿Dónde crees que estás ahora? Nunca imaginaste llegar hasta ahí... ¡Espera! Sólo lo imaginaste... ¿verdad? ¿Y si hubiera sido real? ¿Si realmente te hubiera sucedido? Piénsalo bien... Ese auto, hubiera sido el último que manejaras con tus amigos. Hubieran sido las últimas personas que vieras. Escogiste cuidadosamente a las cuatro personas que estaban contigo. ¿O desearías que alguien en particular hubiera estado en el auto contigo? Esa canción que disfrutaban, hubiera sido la última que escucharas. ¿Hubieras deseado tener la oportunidad de decirles a tus amigos que los querías? ¿Hubieras deseado tener la oportunidad de decirles por última vez a tus padres que los querías? ¿Hubieras deseado besar por última vez a tu novio/novia? ¿Decirle que lo/la querías? ¿O tal vez que lo/la amabas? ¿Que realmente estabas enamorado/a de ella/él? ¿Te hubiera gustado abrazar a tus amigos por última vez? ¿Te hubiera gustado tener la oportunidad de hacer otras cosas? Aún la tienes... Esto realmente no te sucedió, pero, ora cada día que conduzcas para que no te suceda, a ti, ni a nadie. Y recuerda esto: "Vive cada día como si fuera el último"

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Pedro Arreola Coronel 243

La cigarra y la hormiga. Cantando la cigarra pasó el verano entero. Había compuesto una hermosa canción de amor y desamor. Tan hermosa era que todos la aprendieron, la cantaban todos. La hormiga trabajó siempre. No amaba el trabajo, ni le gustaba lo que hacía, pero quería tener colmados sus graneros. Y los colmó de sobra: en toda la comarca nadie tenía los graneros que ella repletó. Cuando llegó el invierno la cigarra murió de hambre y de frío. Un invierno después murió la hormiga. La cigarra sigue viviendo en su música. Aún después de muerta todos le dan las gracias por el precioso don de su canción. De la hormiga ya no se acuerda nadie, y sus graneros están vacíos ahora. Quienes los vaciaron ni siquiera han pensado nunca en dar las gracias a la que los llenó.

A. F. A.

La promesa cumplida. El reconocimiento de lo que los demás hacen por nosotros es, quizás, la mejor de las monedas con la que podemos pagar lo que recibimos. Muchas personas se brindan a nosotros de diferentes maneras, pero dándonos un único mensaje: El del amor. Y el amor es la única respuesta que podemos tener para con quienes nos brindan ese sentimiento puro. Y toda vez que podamos retribuir lo recibido, en forma de cariño, solidaridad, ayuda, no debemos dudar en hacerlo. Porque si el recibir nos hace sentir bien, el dar nos hace sentir mejor. Porque el dar, el dar desinteresadamente, es un acto de amor. Y como todo acto de amor, nos hace ser mejores. Ojalá nos alcance la vida para poder cumplir con todas nuestras deudas de gratitud. Ojalá nos alcance la vida para retribuir en algo todo el cariño que recibimos...

Graciela Heger A.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 244

Ganador o Perdedor.

Recuerda: nuestras actitudes en todo lo que hacemos, pensamos o decimos.

Cuando un ganador comete un error, dice: yo me equivoqué, y aprende del error.

Cuando un perdedor comete un error, dice: no fue mi culpa.

Un ganador trabaja más fuerte que un perdedor, y aún así, tiene más tiempo.

Un perdedor está siempre muy ocupado para hacer lo que es necesario.

Un ganador enfrenta, razona y supera el problema.

Un perdedor le da vueltas y nunca logra pasarlo.

Un ganador se compromete.

Un perdedor hace promesas.

Un ganador dice, quizá soy bueno, pero no tanto como me gustaría serlo.

Un perdedor dice, yo no soy tan malo como muchas otras personas.

Un ganador escucha, comprende, y responde.

Un perdedor sólo espera hasta que le toque su turno para hablar.

Un ganador respeta a aquellos que son superiores a él y trata de aprender de ellos.

Un perdedor se resiente con los superiores a él y trata de encontrarles sus defectos.

Un ganador se siente responsable por algo más que su trabajo.

Un perdedor no colabora y siempre dice, yo estoy cumpliendo con mi trabajo.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 245

Hablar y callar.

"Nunca confíes en tu lengua cuando tu corazón está amargo".

Samuel J. Hurwitt. ¡Prudencia!. Adelantarse a las circunstancias, tomar mejores decisiones, conservar la compostura y el trato amable en todo momento, forjan una personalidad decidida, emprendedora y comprensiva.

o Hablar oportunamente, es acierto. Hablar frente al enemigo, es civismo.

o Hablar ante una injusticia, es valentía. Hablar para rectificar, es un

deber.

o Hablar para defender, es compasión. Hablar ante un dolor, es consolar.

o Hablar para ayudar a otros, es caridad. Hablar con sinceridad, es

rectitud.

o Hablar de sí mismo, es vanidad. Hablar restituyendo fama, es honradez.

o Hablar aclarando chismes, es estupidez. Hablar disipando falsos, es

de conciencia.

o Hablar de defectos, es lastimar. Hablar debiendo callar, es necedad.

o Hablar por hablar, es tontería. Hablar de Dios, significa mucho amor.

o Callar cuando acusan, es heroísmo. Callar cuando insultan, es amor.

o Callar las propias penas, es sacrificio. Callar de sí mismo, es humildad.

o Callar miserias humanas, es caridad. Callar a tiempo, es prudencia.

o Callar en el dolor, es penitencia. Callar palabras inútiles, es virtud.

o Callar cuando hieren, es santidad. Callar para defender, es nobleza.

o Callar defectos ajenos, es benevolencia. Callar debiendo hablar, es cobardía.

Hojas de Vida

Pedro Arreola Coronel 246

Hoy es el día. No existe un día más hermoso que el día de hoy. La suma de muchísimos ayeres, forma mi pasado. Mi pasado se compone de recuerdos alegres y tristes... Algunos están fotografiados y ahora son cartulinas donde me veo pequeño, donde mis padres siguen siendo recién casados, donde mi ciudad parece otra. El día de ayer pudo haber sido un hermoso día, pero, no puedo avanzar mirando constantemente hacia atrás, corro el riesgo de no ver los rostros de los que marchan a mi lado. Puede ser que el día de mañana amanezca aun más hermoso, pero no puedo avanzar mirando sólo el horizonte, corro el riesgo de no ver el paisaje que se abre a mí alrededor. Por eso, yo prefiero el día de hoy. Me gusta pisarlo con fuerza, gozar su sol o estremecerme con su frío, sentir como cada instante dice: ¡presente! Sé que es muy breve, que pronto pasará, que no voy a poder modificarlo luego, ni pasarlo en limpio. Como tampoco puedo planificar demasiado, el día de mañana es un lugar que todavía no existe. Ayer fui. Mañana, seré. Hoy, soy. Por eso: Hoy, te digo que te quiero, te quiero. Hoy, te escucho. Hoy, te pido disculpas por mis errores. Hoy, te ayudo. Hoy, comparto lo que tengo contigo. Hoy, me separo de ti sin guardarme ninguna palabra para mañana. Porque hoy respiro, veo, pienso, oigo, sufro, huelo, lloro, trabajo, toco, río, amo. Hoy. Hoy estoy vivo. Como tú. Hoy puedo decir que tengo más fuerzas para seguir. Hoy es el día Un día como no lo hubo y como no lo habrá.

Hojas de Vida

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Lo prefiero hoy y no mañana. 1. Prefiero que compartas conmigo unos pocos minutos ahora que estoy vivo, y no una noche entera cuando yo muera. 2. Prefiero que estreches suavemente mi mano ahora que estoy vivo, y no apoyes tu cuerpo sobre mí cuando yo muera. 3. Prefiero que hagas una sola llamada ahora que estoy vivo, y no emprendas un inesperado viaje cuando yo muera. 4. Prefiero que me regales una sola flor ahora que estoy vivo, y no me envíes un hermoso ramo cuando yo muera. 5. Prefiero que elevemos al cielo una oración ahora que estoy vivo, y no una misa cantada y celebrada cuando yo muera. 6. Prefiero que me digas unas palabras de aliento ahora que estoy vivo, y no un desgarrador poema cuando yo muera. 7. Prefiero escuchar un solo acorde de guitarra ahora que estoy vivo, y no una conmovedora serenata cuando yo muera. 8. Prefiero me dediques una leve plegaria ahora que estoy vivo, y no un político epitafio sobre mi tumba cuando yo muera. 9. Prefiero disfrutar de los más mínimos detalles ahora que estoy vivo, y no de grandes manifestaciones cuando yo muera. 10. Prefiero escucharte un poco nervioso(a) diciendo lo que sientes por mi ahora que estoy vivo, y no un gran lamento porque no lo dijiste a tiempo, ahora estoy muerto. Aprovechemos a nuestros seres queridos, ahora que están entre nosotros... Valora a las personas que están a tu alrededor.

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Cerrando círculos.

Cerrando círculos, Cerrando puertas, Cerrando capítulos; Como quiera llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos… Lo importante es poder dejar ir momentos de la vida que se van clausurando. ¿Terminó con su trabajo? ¿Se acabó la relación? Ya no vive más en esa casa? ¿Debe irse de viaje? ¿La amistad se acabó? Puede pasarse mucho tiempo de su presente "revolcándose" en los porqués, en devolver el casete y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos. A pasar la hoja. Al terminar con etapas o con momentos de la vida y seguir para adelante. No podemos estar en el presente, añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. ¡Lo que sucedió, sucedió! Y hay que soltar, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡No! ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante romper fotos, quemar cartas, destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa. Papeles por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse… En la vida nadie juega con las cartas marcadas y hay que aprender a perder y a ganar.

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Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó. No espere que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que “alguna vez se den cuenta de quién es usted”. No, suelte. El resentimiento, el prender “su televisor” personal para darle y darle al asunto; lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo. La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la vida dejando “puertas abiertas”, por si acaso, nunca podrá desprenderse, ni vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de “regresar” (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron. ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo! Si no, déjelo ir, cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero no por orgullo, ni por soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio, usted ya no es el mismo que se fue hace dos días, hace tres meses, hace un año; por lo tanto, no hay nada a que volver. Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al que regresa será igual porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por usted mismo desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque cuando usted vino a este mundo “llegó” sin ese adhesivo; por lo tanto, es “costumbre” vivir pegado a él y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y humanamente se puede lograr porque, le repito, nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad.

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Pero... cierre, clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!

Gracias.

- Gracias Señor, por todo lo que me diste este año.

- Gracias por los días de sol y los nublados tristes.

- Gracias por las noches tranquilas y por las inquietas horas oscuras.

- Gracias por la salud y la enfermedad.

- Gracias por las penas y alegrías.

- Gracias por lo que me prestaste y después me pediste.

- Gracias Señor, por la sonrisa amable y la mano amiga, por el amor y todo lo hermoso y dulce.

- Gracias por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las almas buenas.

- Gracias por la soledad, por el trabajo, por las dificultades y las lágrimas, por todo lo que me acercó a ti más íntimamente.

- Gracias por tu presencia constante y tu ausencia aparente.

- Gracias por haberme dejado vivir, ¡Gracias Señor!

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Carta.

Por si no estoy cuando ya sepas leer con los ojos y con el corazón al mismo tiempo.

Cuando te miro, Verónica, tan chiquita, tan redonda, con tu pelito de seda, haciendo morisquetas frente al espejo, soy feliz... y tengo miedo.

Porque el miedo es un raro ingrediente de la felicidad, sobre todo de esta felicidad mía tan pulida, tan dulce, tan nueva. Ahora no lo entiendes, claro, tienes nada mas que un año, un añito que pregonas con tu índice en alto y una sonrisa de solo seis dientitos de conejo.

Ahora tu mundo se reduce a los pajaritos de cartulina que papá colgó del techo de tu cuarto y el aire mueve constantemente para tu asombro y tu alegría. Y a la muñeca que buscando tu amistad solo encontró que te diviertas tirándola al suelo desde tu cuna. Y al muñeco de celuloide pintado de rosa que tiene campanas en la barriga y suena a gloria cuando lo mueves.

Ah... tu mundo... tu mundo de sopa, de puré, de torpes balbuceos, de rodillas sucias de gatear por el piso, de chupetes, de pañales, de agua tomada con bombilla y verdaderas proezas para sacarle las perillas al televisor. Es un mundo chiquito, vigilado, seguro, con olor a colonia para bebes.

Un mundo que cabe en la palma de tu mano gorda. Yo estoy en ese mundo, soy una enamorada de ese mundo. Sí, Verónica, ahora mamá esta. Lloras de noche y corre a tu cuarto, te acaricia la cabeza, te dice que vuelvas a dormite. Mamá ya te conoce bien, sabe todo lo que te gusta y lo que no te gusta, y cuando pone sus ojos sobre ti, te estudia, te analiza, trata de comprenderte, de aprender cual es el camino que llega a tu corazón, para transitar siempre por el.

Y ese es mi miedo. Hoy estoy aquí, tan cerca de ti, pensando la manera de hacerte feliz, segura de que a mi lado encontraras la dicha. Pero... ¿Si me muero antes de que seas grande? ¿Y si me muero antes de poder responder a todas tus preguntas, antes de poder aclarar tus dudas, antes de poder secar las lagrimas de tus primeras desilusiones, esas que duelen tanto? No, no tengo que morirme, no quiero.

Pero si me muero, quiero dejarte entre muchas cosas (mi vida, mis sueños, mi inmenso amor por ti) una carta para que la leas con los ojos y con el corazón al mismo tiempo. Y sientas que estoy a tu lado, que estirando la

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mano puedes tocarme en el aire y afinando el oído puedes escuchar mi voz y mi risa (porque por sobre todas las cosas quiero que te acuerdes de mi risa...)

Verónica, gorrión, esta es la carta:

"A tu alrededor hay un mundo con todo lo que conoces, con todo lo que amas. Más allá, un mundo grande, bello y peligroso, donde te espera todo lo que te hará mujer: el amor, el hombre, la decepción, la angustia, el llanto, la felicidad.

Para entrar a ese mundo no uses cábalas, no cierres los ojos, pero tampoco los abras con la intención de ver todo lo malo, lo negativo, lo gris.

No cierres tu corazón con siete llaves... pero tampoco lo dejes sin ninguna cerradura. No te guardes todo, pero no lo des todo. No pienses que los caminos son fáciles y te lances a andar con los pies desnudos, las manos abiertas y los ojos lavados con el agua de los arroyos limpios.

Tienes que llevar algo para el viaje, para cualquier viaje que emprendas; un equipaje sencillo y necesario que te ayude y te proteja: la pequeña armadura de tu voluntad para recuperarte de las caídas, así ninguno de los golpes que recibas llegara a romper tu fe; la ternura, porque con la ternura se curan los pajaritos enfermos, se hace reír a los niños y se llena de alegría el corazón de los que queremos.

Y lleva amor, mucho amor, para los que te amen y para los que te odien. Porque alguien te va a odiar, no sé quien y no sé por que... alguien te va a odiar sin motivos para odiarte, y el que odia, Verónica, no es malo... solamente esta enfermo.

Recuerda que en tu mundo viejo y en tu camino nuevo tienes un amigo. Es un hombre que te conoce desde que naciste. Es un hombre que te quiere más que a sí mismo y, aún no comprendiéndote, aún equivocado, siempre va a buscar lo mejor para ti, te va a proteger, te va a ayudar.

¡Un hombre que hará por ti lo que sea necesario hacer y más!

Un hombre que busca tu luz para iluminarse y busca tu risa para sentir que la vida no se ha vivido en vano. Un hombre que cuando eras chiquita te compró unos pajaritos de cartulina blanca y negra y los colgó del techo de tu cuarto con hilo de coser. Papá. Tu papá, Verónica.

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Puede ser que lo encuentres muy severo o demasiado intransigente... pero si tienes algún problema acércate a él y díselo.

No hallaras mejor amigo que quien ha pasado noches en vela cuando estabas enferma y rezó por ti cuando ya había olvidado las palabras de las plegarias, y lloró de emoción la primera vez que lo llamaste "papá". Y, al fin, no quiero engañarte, decirte que te dejo en un mundo de rosas, ruiseñores y todas cosas bellas... Pero tu puedes hacer que tu corazón las invente y cuando lo lastime una espina, sepa que detrás de la espina esta el maravilloso milagro de una flor.

Tu Mamá

Poldy Bird

Una estrella especial para ti.

Muchos días o semanas enteras sin recibir cualquier gesto de afecto de los demás. Ellos son los períodos difíciles, cuando el calor humano desaparece de nuestras vidas, y la vida es un esfuerzo de supervivencia arduo.

En los momentos en que el fuego extraño no calienta nuestra alma, nosotros debemos examinar nuestro propio hogar. Nosotros debemos poner más leña, para intentar iluminar el cuarto oscuro en que nuestra vida cambió.

Cuando escuchamos nuestro fuego crujiendo, la madera que explota, las brazas que brillan, las historias que las llamas cuentan: la esperanza nos será devuelta.

Si nosotros somos capaces de amar, nosotros también seremos capaces de que los demás nos amen.

Simplemente es solo cuestión de tiempo.

Paulo Coelho

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La razón y la pasión. Vuestra alma es, a menudo, un campo de batalla donde vuestra razón y vuestro juicio combaten contra vuestras pasiones y vuestros apetitos. Ojalá pudiera yo ser el pacificador de vuestras almas, y transformar la discordia y la rivalidad de vuestros elementos en unidad y melodía. Pero, ¿cómo podría yo hacerlo a menos que vosotros mismos fuerais también pacificadores, o mejor aún, amigos de todos vuestros elementos? Vuestra razón y vuestra pasión son el timón y las velas de vuestra alma navegante. Si vuestras velas o vuestro timón se rompen, sólo podréis navegar a la deriva o permanecer inmóviles en medio del mar. Porque la razón, si reina por sí sola, restringe todo impulso; y la pasión, abandonada a sí misma, es un fuego que arde hasta su propia destrucción. Así, que vuestra alma eleve vuestra razón a la altura de vuestra pasión, y así esta última podrá cantar; y que dirija vuestra pasión para que ella pueda vivir una resurrección cotidiana y, como el fénix, renazca de sus propias cenizas. Quisiera que considerarais vuestro juicio y vuestros apetitos como lo haríais con dos huéspedes queridos en vuestra casa. Ciertamente, no honraríais a un huésped más que al otro, porque quién presta más atención a uno de los dos, pierde el amor y la confianza de ambos. Cuando, entre las colinas os sentáis a la sombra fresca de los álamos blancos, compartiendo la paz y la serenidad de los campos y de los prados, entonces, que vuestro corazón diga en silencio: " Dios reposa en la Razón". Y cuando la tempestad y el viento poderoso sacudan los bosques, y el trueno y el relámpago proclamen la majestad de los cielos, entonces, que vuestro corazón diga con temor y respeto: "Dios actúa con pasión". Y ya que oís un soplo en la esfera de Dios y una hoja en el bosque de Dios, también vosotros deberíais reposar en la Razón y moveros en la Pasión.

Khalil Gibran

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El árbol confundido. Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: "No sabía quién era." Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano, si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. "¿Ves que fácil es?" No lo escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas y "¿Ves que bellas son?" Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: - No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución: "No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas... Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior." Y dicho esto, el búho desapareció. ¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...? Se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió... Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: "Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión "Cúmplela". Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.

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Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz. Yo me pregunto al ver a mí alrededor, ¿Cuántos serán robles que no se permiten a sí mismos crecer? ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas? ¿Cuántos naranjos que no saben florecer? En la vida, todos tenemos un destino que cumplir, un espacio que llenar...

Honremos a la vida. Muchos tenemos un mapa de carreteras que indica el curso que imaginamos que deberían tomar nuestras vidas. Es importante avanzar en la dirección correcta, pero si quedamos atrapados por las preocupaciones sobre nuestro destino final, olvidamos disfrutar del paisaje, de cada nuevo día. Recuerda que algunas de las secretas alegrías de la vida no se encuentran en afanarse en ir desde el punto “A” hasta el punto “B”, sino, en inventar algunos otros puntos imaginarios a lo largo del camino. El viaje que estás realizando, es magnífico. No temas explorar territorio desconocido. Si llegas a perderte, vas a tropezar con algunos de los descubrimientos más interesantes que puede hacer. Deambula por caminos que nunca has recorrido o por otros que jamás volverás a tener la oportunidad de recorrer La Vida no es una guía de viaje que debes seguir, es una aventura que hay que emprender.

Alin Austin

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El secreto de la felicidad.

Del “El Alquimista" Cierto mercader envió a su hijo con el más sabio de todos los hombres para que aprendiera el Secreto de la Felicidad. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto, hasta que llegó a un hermoso castillo, en lo alto de la montaña. Allí vivía el sabio que buscaba. Sin embargo, en vez de encontrar a un hombre santo, nuestro héroe entró en una sala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personas conversando en los rincones, una pequeña orquesta que tocaba melodías suaves y una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región del mundo. El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas para que lo atendiera. El sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió que diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde. -Pero quiero pedirte un favor- añadió el sabio entregándole una cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras caminas, lleva esta cucharita y cuida que el aceite no se derrame. El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendo siempre los ojos fijos en la cuchara. Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio. ¿Qué tal?- preguntó el sabio- ¿Viste los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste el jardín que el Maestro de los Jardineros tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos de mi biblioteca? El joven avergonzado, confesó que no había visto nada. Su única preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había confiado. Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo -dijo el Sabio-. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa. Ya más tranquilo, el joven tomó nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez mirando con atención todas las obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra de

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arte estaba colocada en su lugar. De regreso a la presencia del Sabio, le relató detalladamente todo lo que había visto. ¿Pero dónde están las dos gotas de aceite que te confié? -preguntó el Sabio-. El joven miró la cuchara y se dio cuenta que las había derramado. Pues éste es el único consejo que puedo darte - le dijo el más Sabio de todos los Sabios-. El Secreto de la Felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo, pero sin olvidarse nunca de las dos gotas de aceite en la cuchara.

Paulo Coehlo

El trabajo. Por doquier se nos desafía a trabajar incansablemente para lograr la excelencia en nuestra vida laboral. No todos estamos destinados a una profesión o a un trabajo especializado; menos aún son los que se elevan a la altura del genio en las artes y en las ciencias; muchos están destinados a ser obreros en las fábricas, los sembrados y las calles. Pero no hay trabajo que no tenga importancia. Toda tarea que eleve a la humanidad es digna e importante; debería ser asumida con aplicada excelencia. Si alguien está llamado a ser barrendero, debería barrer como Miguel Ángel pintaba, como Beethoven componía música o como Shakespeare escribía sus versos. Debería barrer las calles tan bien que todos los habitantes del cielo y de la tierra se detuvieran a decir: "Aquí vivió un gran barrendero que cumplió bien con su trabajo".

Martín Luther King Jr.

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La lucha. Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla acerca de la vida con sus nietos. Les dijo: - Una gran pelea está ocurriendo en mi interior y es entre dos lobos. “Uno de los lobos representa la maldad, el temor, la ira, la envidia, el dolor, el rencor, la avaricia, la arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, la mentira, el orgullo, la competencia, la superioridad y la egolatría. El otro la bondad, la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la dulzura, la generosidad, la benevolencia, la amistad, la empatía, la verdad, la compasión y la fe. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes, y dentro de todos los seres de la tierra”. Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo: - Abuelo, dime: ¿cuál de los lobos ganará? Y el viejo cacique respondió: Simplemente... el que alimentes.

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Todo lo que necesito saber lo aprendí en el kinder. Todo lo que es necesario saber para vivir, cómo hacer y cómo ser, lo aprendí en el kindergarden. La sabiduría no se encuentra al final de la maestría universitaria, sino en la pila de arena de la escuela. Esto es lo que aprendí: Comparte todo. Juega limpio. No golpees a las personas. Pon las cosas donde las encontraste. Limpia tu tiradero. No tomes lo que no te pertenece. Pide perdón cuando hieras a alguien. Lávate las manos antes de comer. Jálale. Pan caliente y leche fría son buenos para ti. Vive una vida equilibrada y aprende algo, piensa algo, y dibuja, y pinta, y canta, y baila, y juega, y trabaja cada día un poco. Duerme una siesta por las tardes. Cuando salgas al mundo, pon atención, tómate de las manos y permanece unido. ¡Maravíllate! Toma cualquiera de estos puntos y aplícalos al sofisticado mundo de los adultos y a tu vida familiar, a tu trabajo, al gobierno y al mundo, y verás que sostiene la verdad clara y firme. ¡Piensa qué clase de mundo tendríamos si todas las personas se comportaran así!

Robert Fulghum

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Trece líneas para vivir.

♦ Te quiero no por quien eres, sino por quien soy cuando estoy contigo.

♦ Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien se las merezca no te

hará llorar.

♦ Sólo porque alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo su ser.

♦ Un verdadero amigo es quien te toma de la mano y te toca el

corazón.

♦ La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener.

♦ Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca

sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa.

♦ Puedes ser solamente una persona para el mundo, pero para una persona tú eres el mundo.

♦ No pases el tiempo con alguien que no esté dispuesto a pasarlo

contigo.

♦ Quizá Dios quiera que conozcas mucha gente equivocada antes de que conozcas a la persona adecuada, para que cuando al fin la conozcas, sepas estar agradecido.

♦ No llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió.

♦ Siempre habrá gente que te lastime, así que lo que tienes que hacer

es seguir confiando y sólo ser más cuidadoso en quien confías dos veces.

♦ Conviértete en una mejor persona y asegúrate de saber quién eres

antes de conocer a alguien más y esperar que esa persona sepa quién eres.

♦ No te esfuerces tanto, las mejores cosas suceden cuando menos te

las esperas.

Hojas de Vida

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Sólo por hoy. Sólo por hoy, trataré de vivir únicamente este día, sin abordar a la vez todo el problema de la vida. Puedo hacer en doce horas cosas que me espantarían si tuviese que mantenerlas durante una vida entera. Sólo por hoy, seré feliz. Esto supone que es verdad lo que dijo Abraham Lincon, que "la mayoría de las personas son tan felices como deciden serlo". La felicidad es algo interior; no es asunto de fuera. Sólo por hoy, trataré de vigorizar mi espíritu. Aprenderé algo útil. No seré un haragán mental. Leeré algo que requiera esfuerzo, meditación y concentración. Sólo por hoy, trataré de ajustarme a lo que es y no trataré de ajustar todas las cosas a mis propios deseos. Aceptaré mi familia, mis negocios y mi suerte tal como son y procuraré adaptarme a todo ello. Sólo por hoy, ejercitaré mi alma en tres modos. Haré a alguien algún bien sin que él lo descubra. Y haré dos cosas que no me agrade hacer, solamente, como dice William James, para ejercitarme. Sólo por hoy, seré agradable. Tendré el mejor aspecto que pueda, me vestiré con la mayor corrección, hablaré en voz baja, me mostraré cortés, seré generoso en la alabanza, no criticaré a nadie, no encontraré defectos en nada y no intentaré mejorar o regular a nadie que no sea a mí mismo. Sólo por hoy, tendré un programa. Consignaré por escrito lo que espero hacer cada hora. Cabe que no siga exactamente el programa, pero lo tendré. Eliminaré dos plagas: la prisa y la indecisión. Sólo por hoy, tendré media hora tranquila de soledad y descanso. En esta media hora pensaré, a fin de conseguir una mayor perspectiva de mi vida. Sólo por hoy, no tendré temor y especialmente no tendré temor de ser feliz, de disfrutar lo bello, de amar y de creer que los que amo, me aman.

Kenneth L. Hoknes