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    Cul es la forma de vida propia del hombre de la Tradicin? Cules son laactitud y el estilo existencial ms conforme a la va tradicional? Cmo hemos deconducirnos en nuestra vida diaria si queremos recorrer el camino el camino que laSabidura perenne nos ensea? Qu pauta o norma de vida podemos seguir paraaproximarnos cada vez ms a su verdad en medio de un ambiente hostil como el

    de la actual civilizacin? He aqu algunos de los interrogantes que se plantean deforma inmediata quienes entran por primera vez en contacto con la doctrinatradicional, todos aquellos que comienzan a despertar al resplandor de suluminoso e imperecedero mensaje.Puesto que la Tradicin o la Sabidura es ante todo vida, una forma integral devivir, una realidad para ser vivida en todos y cada uno de los momentos de laexistencia, no podra formularse pregunta ms certera y oportuna como sta acercade la forma de vivir tradicional. Es esta la primera pregunta que todos deberamoshacernos, no por pura curiosidad intelectual, sino para darle respuesta y proceder

    despus en consecuencia tratando de aplicar dicha respuesta a nuestra propia vidanica y uniforme, vlida indiscriminadamente y por igual para todos los sereshumanos. Ms que de modo de vida tradicional habra que hablar, en rigor, demodos de vida tradicionales; pues mltiples y diversas son las vas existencialesque presenta el mundo de la Tradicin, ofreciendo en este campo una rica gama deposibilidades adaptadas a las diferencias de poca y lugar, as como a la diversidadde tipos humanos y de formulaciones doctrinales. En primer lugar, la forma devida vara, en numerosas cuestiones de detalle, segn las tradiciones. No es elmismo el modo de vida de un musulmn que el de un hind, o el de un cristiano yun taosta, como tampoco seran evidentemente idnticas las normas que regiranla vida de un antiguo germano y aquellas a las que ajustaba su existencia unegipcio o un azteca.Y, en segundo lugar, aun cuando nos situemos dentro del contexto de una mismatradicin, el modo de vida diferir segn la inclinacin vocacional predominanteen cada "casta" o tipo humano, segn el sexo y condicin de cada persona y segnsu capacidad o nivel intelectual. As, por ejemplo, no se prescribe la misma actitudante la vida para un hombre que para una mujer, como tampoco se exigen lasmismas virtudes o cualidades, ni se exigen con igual rigor, a un individuo conescasas dotes y a un ser especialmente inteligente, capaz de percibir las cosas conmayor claridad y penetracin. De forma semejante, la norma de vida vlida para

    un monje resulta inadecuada para un padre de familia, al igual que no puedenaplicarse los mismos criterios a un contemplativo y a un hombre inclinado a laaccin. El estilo existencial de la casta sacerdotal ha de ser, por fuerza, diferente delque resulta caracterstico de la casta guerrera o de la mercantil. Con todo, no puededesconocerse que esa mltiple y plural constelacin de formas de vida tiene encomn un ncleo de principios fundamentales, que es precisamente lo que les hacepertenecer a un mismo mundo espiritual, presentndolas como partcipes de un

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    mismo arquetipo cultural y como variantes de una misma forma de vida: la culturay la forma de vida tradicionales. Es la coincidencia en unas normas bsicascomunes lo que, al mismo tiempo que une y hermana entre s todas esas formas devida, tan diversas, por otra parte las contrapone sin paliativos al modo de vidaimperante en el mundo moderno, profano y antitradicional.Resulta, pues, legtimo hablar de una forma tradicional de vida, de la cual lasdiversas variantes a que hemos aludido no seran sino expresiones o modulacionesparticulares. Las diversas formas tradicionales de vida son, en efecto, adaptacionesde la Vida normativa y esencial de la Tradicin, al igual que las distintastradiciones se perfilan como expresiones adecuadas a las diferentes condicioneshumanas de la Verdad eterna, una y nica. Es este modo de vida normativa yesencial, subyacente a todas las culturas tradicionales, lo que vamos a intentarbosquejar aqu en sus lneas maestras y con un lenguaje lo ms asequible y escuetoposible, sin tecnicismos, erudiciones ni florituras literarias. Y lo haremos, claro

    est, sin perder nunca de vista que nuestras palabras van dirigidas a personas cuyavida se desenvuelve preferentemente o de forma predominante en el mundo de laaccin, y que han nacido y crecido en un ambiente refractario a las realidades yfuerzas, de naturaleza espiritual, que configuran tal modo de vida, como ocurrecon la moderna civilizacin occidental.En aras a la claridad, procurar hacerlo de una manera esquemtica, casitelegrfica, destacando varios puntos que me parecen especialmente importantes,aunque sern inevitables ciertas repeticiones o reiteraciones, dado lo entrelazadosque se hallan entre s los diversos aspectos analizados. Estas repeticiones ponen enevidencia hasta que punto tiene coherencia y unidad la forma tradicional de vida.Como nota o elementos fundamentales de la actitud tradicional ante la vida cabradestacar las siguientes:1.- Asentar la vida en autnticos principios. Guiarse por la Verdad, elegir comobase y cimiento de la propia vida los principios inmutables de la Tradicin oSabidura universal. Completo acatamiento de la doctrina tradicional: tenersiempre presentes sus enseanzas y seguir sus orientaciones; conformar latotalidad de nuestra existencia a sus directrices y consejos. Supeditar a la Normaimpersonal de la doctrina -que es el criterio de la pura objetividad- todos nuestroscriterios, juicios, opiniones, tendencias, impulsos y actos, reduciendo a la mnima

    expresin, o mejor an, erradicando por completo, el capricho y la arbitrariedad, lamana de originalidad y de independencia individual, el afn de protagonismo, elcriticismo racionalista o sentimental y cualquier otra manifestacin delindividualismo.La vida del hombre tradicional se distingue, ante todo, de la del hombre moderno,por este criterio doctrinal, por esta sumisin a la verdad y a los principios:

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    mientras la vida del primero se halla inspirada por entero en una doctrina queorienta, ordena y da sentido a todos los aspectos de su existencia (una autnticadoctrina: sagrada, sapiencial, supra-humana, de origen trascendente, situada porencima de los criterios y las opiniones individuales), la del ltimo se desarrolla conindependencia de cualquier orientacin doctrinal, al margen de toda doctrina,

    ignorando incluso lo que esta palabra significa. Careciendo de una pautanormativa que gue su vida, el hombre moderno vive a su antojo, hace lo que le dala gana. El hombre tradicional, en cambio, vive como es debido, hace no lo que leapetece o le place, sino lo que es correcto, lo que es justo y necesario. Sucomportamiento se ajusta a la Norma, y por eso puede ser calificado de normal, enla plena y genuina acepcin de la palabra. Su manera de pensar, de hablar y deobrar se desarrolla con normalidad, en contraposicin a la anormalidad del vivirmoderno, completamente desorientado y desnortado en su radical anomia(ausencia de nomos, de ley o norma). Todo esto supone, evidentemente, unesfuerzo previo de conocimiento y asimilacin del contenido doctrinal de la

    Tradicin. Una vez dado este paso, hay que dejar que su mensaje transformador yvivificante penetre de modo natural en las diversas esferas y facetas de nuestravida, de tal modo que vaya modelando, rectificando y ajustando nuestra mismamanera de ser, nuestro modo de ver las cosas y de vernos a nosotros mismos,nuestra forma de comportarnos y de reaccionar ante los acontecimientos.2.- Sacralizar y ritualizar la propia vida. Hacer que en ella se haga presente con lamayor intensidad posible la dimensin ritual y simblica que constituye uno de losingredientes capitales del mundo tradicional (para lo cual se hace imprescindibleinsertarse en una va tradicional concreta; es decir, abrazar y seguir alguna de lasdiversas tradiciones ortodoxas). Rodearse de los ritos y smbolos sagrados de laTradicin, empapando con su luminosa influencia el propio ambiente existencial:el hogar, el recinto de trabajo, la indumentaria, el horario y el ritmo de vida.Procurar que el propio existir adquiera un perfil y un contenido sacrales, concontornos ritualizados y con sentido simblico, en la medida en que lo permitanlas condiciones de vida imperante en la civilizacin actual y las circunstanciaspersonales de cada cual. Aprovechar, de manera especial, aquellos resortes ytcnicas que la cultura sagrada pone a nuestra disposicin para abrirnos a lo alto yplasmar en la vida diaria los contenidos de lo sacro: oracin, meditacin, lectura detextos sagrados, recitacin de mantras o frmulas sagradas (jaculatorias,invocaciones), prctica de mudras o gestos rituales (postraciones, genuflexiones y

    reverencias, santiguarse,gasho o saludo ritual con las manos unidas), adopcin deasanas o posturas correctas. Sacralizacin de la misma postura, tanto fsica comomental, que se tenga en cada momento. Revestirse de un hbito o hlito cultural,litrgico y sacrificial, incorporando al propio vivir esa componente de culto que esconsustancial a la autntica cultura (la palabra "cultura" viene de culto y cultivo: elcultivo de la tierra efectuado con los ritos adecuados, realizando sobre ella un culto

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    que la consagra y la vuelve fecunda). Hacer de nuestra vida entera un acto deculto, un servicio divino.3.- Unidad, integracin y concentracin. Buscar lo que nos une, lo que nos unificay fortalece, lo que nos permite superar la desunin, el conflicto y el desgarro

    interno, y nos hace ser "un reino unido", para decirlo con palabras de San Franciscode Sales. Afianzar la unidad en nosotros mismos. Esto -"unin", "unidad"- es lo quesignifica la palabra snscrita Yoga: toda disciplina sagrada es, en realidad, un yoga,una va de unidad. La del hombre tradicional es una vida entera, ntegra, unida ybien ensamblada, de una pieza. Es un todo armnico, perfectamente trabado, en elque cada parte o parcela se integra orgnica y solidariamente con las dems. Y poreso es una vida plena de sentido. Es la totalidad simbolizada por el crculo, a la quecuadran en su ms estricta significacin las voces "integridad" y "entereza" (lo queest entero, lo que es "redondo", completo o consumado). Todo lo contrario queocurre al hombre moderno, cuya vida se halla desintegrada, escindida,

    descentrada, formando un informe y catico conglomerado, sin centro ni eje deunidad.Hay que practicar y cultivar todo aquello que nos haga ganar en integridad,interioridad, profundidad, elevacin, centralidad y armona. As, por ejemplo:introspeccin, reflexin, contemplacin, trabajo, estudio, arte, msica, silencio,ejercicio fsico y mental. Asentar nuestra vida en el orden, en la paz y el sosiego, enla calma y la quietud creadoras. Apartar, por el contrario, lo que nos divide ydebilita. Eliminar, o reducir a su mnima expresin, cuanto signifiquedesintegracin, disociacin (entre religin y vida, entre teora y prctica, entretrabajo y arte, entre lo que se dice y lo que se hace), agitacin, dispersin,disipacin, distraccin (el vivir distrados, no la distraccin que supone una sanadistensin del nimo), superficialidad, frivolidad, ruido y desorden. Hay queprocurar estar bien centrados. Articular la propia vida en torno a un centroinconmovible. Tener siempre presentes los principios que son el centro de nuestravida. No estar continuamente mariposeando, yendo de un lado para otro,cambiando de ideas, de proyectos o de actividades. Centrar la atencin en una solacosa, con la duracin que haga falta. No aturdirse proponindose hacer muchascosas; no pretender abarcar demasiado, para ganar en calidad e intensidad.Aprovechar cualquier ocasin que se ofrezca para concentrar las propias energas.Elegir como norma la estabilidad y la firmeza. Cultivar las virtudes de la

    continuidad, el tesn, la paciencia, la tenacidad y la fidelidad como medios parahabituarse a concentrar la atencin y el esfuerzo durante tiempo prolongado. Ir alo esencial. Frente a la tendencia actualmente dominante, en que la vida se vuelvesuperficial, trivial e insustancial, quedando la vida interior asfixiada por laagitacin externa, dar primaca a lo interno sobre lo externo y superficial,antepones lo importante y esencial a lo accidental y accesorio. "Oh hombre, hazteesencial!", recomendaba Angelus Silesius.

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    4.- Rectitud, nobleza, autenticidad y pureza de vida. Mantenerse siempre en elRecto sendero. Vivir en conformidad con la Ley divina, con la Norma eterna, con elDharma universal. Rectitud en palabras, obras y pensamientos; que la totalidad dela propia existencia se rija por una actitud pura, justa y noble. Esforzarse por hacersiempre el bien y por hacer todo bien: actuar con voluntad de perfeccin; hacer con

    primor, esmero y exquisito cuidado cuanto hagamos, dando lo mejor de nosotrosmismos. Comportamiento serio y responsable, atenido a lo que la inteligencia y laconciencia nos dictan, que sopese bien las consecuencias de sus propios actos. Sersumamente cuidadoso en los propios planteamientos intelectuales o mentales: nodejarse embaucar por esa demagogia ntima que tantas veces obnubila la razn.Asegurarse de que nuestras ideas estn bien fundadas, se justifican, no son frutode la arbitrariedad, del capricho o de un arrebato momentneo. Practicar losvalores y virtudes que hacen que la vida sea autnticamente humana y digna deser vivida: honradez, valenta, fidelidad, lealtad, prudencia, discrecin,amabilidad, gratitud, perseverancia, diligencia, laboriosidad.Asentar la propia vida en el amor a la verdad, en la sinceridad. Evitar la falsedad yla mentira, la doblez y la hipocresa, la traicin a la propia norma interior, lacolaboracin las fuerzas del caos o la rendicin a sus incitaciones. No engaarse niengaar a los dems. Que la verdad gue nuestra accin, procurando noequivocarnos, no caer en el error ni desviarnos del recto proceder. Que nuestravida sea ntegra y autntica, dando preferencia al ser sobre el aparentar.Esta lnea de alta exigencia moral supone nobleza, magnanimidad, grandeza dealma: el ideal helnico e la megalopsychia y el indo-ario del mahatma. Slo un almanoble se siente atrada por tan noble y excelsa norma de conducta; slo en un almagrande pueden entrar y tener cabida tan elevados principios; slo un alma grandey noble puede responder a lo que de ella se pide y a las altas exigencias queplantea el Camino recto. Cultivar esta nobleza es uno de los principales propsitosde la disciplina tradicional.5.- Vivir en armona con el ritmo csmico. Ajustar la propia vida a las leyeseternas de la Naturaleza, expresin de la Voluntad del Creador. El hombre es uncosmos en pequeo, un microcosmos, y ha de regirse por las mismas leyes queregulan el macrocosmos, el grandioso edificio del universo. Esto significa llevar unavida, sana, natural, ordenada, sencilla, sobria y equilibrada, abstenindose de

    cualquier cosa que sea antinatural, de todo lo frvolo y superfluo, de lo que no esnecesario o es perjudicial, de lo que sea artificio y ficcin engaosa (as, porejemplo, el ingente cmulo de necedades, necesidades artificiales y problemasinventados que genera la civilizacin consumista). El orden de la propia vida ha dereflejar el Orden que rige la Creacin.

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    Hay que ordenar la propia vida en todos sus aspectos: la mente, las ideas y lossentimientos, el horario y el calendario, las actividades que se realizan durante elda, las cosas que utilizamos y configuran nuestro ambiente vital. Se impone huirdel desorden, de las situaciones caticas, del lujo y la extravagancia, de loexcesivamente rebuscado o complicado. La naturalidad y la sencillez son el ideal

    del modo de vida tradicional, pues slo una vida sencilla, austera y sin excesospuede ser una vida libre y autntica, en la que arraigue la verdad.6.- Respeto, cortesa, actitud amorosa y caritativa. Respecto a nosotros mismos y atodo cuanto nos rodea. Consideracin reverente y responsable hacia la realidad entodas sus formas de expresin, hacia las leyes de la vida y hacia los seres quecomparten con nosotros la existencia. Respeto al orden jerrquico, a la diversidad ya las diferencias cualitativas que configuran el entramado de lo real. Respeto a loque tenemos por encima, por debajo y a nuestro lado. Respeto al prjimo, aaquellos que con nosotros conviven: respeto a sus inclinaciones y convicciones, a

    su vocacin, a su espacio mental y vital, a su manera de ser y de entender la vida(postura esta que excluye el proselitismo, esa aberracin tan caracterstica delOccidente moderno, que le ha llevado a querer imponer su civilizacin al resto delos pueblos de la tierra).Trato corts, atento y amable con todo y con todos. No destruir, despreciar nidesperdiciar ningn bien. No maltratar ni ofender a ninguna de las cosas quetenemos ante nosotros o que utilizamos en la vida diaria. No perjudicar, no atacar,no daar a nada ni a nadie. No mancillar nuestra propia dignidad ni la dignidadde la Creacin. Mantener una actitud de sagrada veneracin ante la Naturaleza,manifestacin de la Realidad divina. Tratar con delicadeza, con la mxima atenciny ternura las personas y los objetos (animales, plantas, cosas inanimadas) que nosacompaan en el peregrinar sobre la tierra, nos sirven como buenos amigos o fielesservidores y nos ayudan a vivir. Comportarse con todo lo existente con laresponsable magnanimidad de un rey y con el entraable afecto de un hermano.Saber cuidar las cosas que nos han sido dadas, que Dios nos ha confiado parapoder cumplir nuestro destino y misin. Actitud comprensiva y compasiva haciatodos los seres, empezando por el ser que tenemos ms cerca, que somos nosotrosmismos: comprensin y compasin hacia mi propia persona; amarme a m mismocomo base para poder amar a los dems (amar y amarme que significa desear elbien para m y par mi prjimo). El hombre tradicionalabraza con su amor a latotalidad de las criaturas, viendo en ellas compaeros de camino e inclusohermanos. El universo entero cabe en su abrazo cordial y redentor, en el que serefleja el amor con que el Creador mira a su Creacin y que recibe el nombre de"caridad csmica".7.- Mente abierta, flexible y receptiva. Abertura del nimo, en actitud decordialidad, simpata y empata con todo cuanto vive. No cerrarse ni anquilosarse.

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    Evitar cualquier forma de rigidez, de fanatismo, de obcecacin o cerrazn mental.Conservar el propio espritu siempre virgen, en un temple de frescor, blandura yflexibilidad que le capacite para dar la respuesta adecuada en cada ocasin y paraadaptarse a lo que de l exijan las circunstancias. Estar dispuesto a rectificar oenmendar lo que sea necesario en la propia manera de ser y de actuar, a tenor de

    indicaciones certeras que se reciban. Actitud receptiva, acogedora, de escuchaactiva. No estar continua y exclusivamente oyndose a s mismo, obsesionado conlos propios problemas e intereses. Vivir en continuo y generoso intercambio concuanto nos rodea. Vivir con las ventanas del corazn abiertas al mensaje que nosllega de las personas y de las cosas. El universo entero es una revelacin: a travsde todos y cada uno de los hechos de la existencia se nos trasmiten verdades de lamayor trascendencia para nuestra vida espiritual. Cada momento, cada cosa y cadaacontecimiento nos trae alguna enseanza. Hay que colocarse en una disposicinde nimo que nos permita captar ese mensaje, esa voz ntima y secreta, prestossiempre a responder y corresponder como es debido, y a ofrecer ayuda all donde

    sea necesario.Solo en una mente abierta puede entrar la luz de la Verdad. Solo un espritutotalmente abierto puede asimilar la doctrina tradicional. Por desgracia, el hombreordinario vive encerrado en s mismo, enclaustrado en su mundo y con su mentellena de vaciedades y frusleras que le impiden captar lo realmente importante.8.- Centralidad, equilibrio y mesura. El ritmo y la medida son los criteriosexistenciales del hombre tradicional, cuya vida se haya conformada por unaaritmtica y geometra sagradas. Mesura en todo: en el comer, en el beber, en eldormir y el descansar, en el pensar y el hablar, en el trabajar y el divertirse. Es el sstesso misura ("se mide o mesura a s mismo") con que Dante define elcomportamiento y estilo vital del hombre de bien (Purg. XVII, 98). Vida bientemplada, sin los rigores de la frialdad o acaloramiento que suelen atormentar a losseres humanos: lejos tanto de frialdades glaciares, que hielan y endurecen elcorazn, como de ardores abrasantes, que perturban la paz interior y arrasan cualviolento incendio los campos del alma. Temperancia y moderacin que evitenexageraciones y desviaciones dainas, violentas intransigencias, radicalismos yrigideces, obsesiones y manas.Buscar en todo instante el centro de equilibrio: el "Justo Medio", equidistante del

    exceso y del defecto, del que habla la doctrina zorostrica; el "Camino del Medio"de la doctrina budista; el "Centro aureo" postulado por Confucio y la tradicinchina; la senda simbolizada por el brazo central de la Y pitagrica. "En el centroest la virtud", afirman al unsono tanto los autores clsicos del mundogrecorromano como los moralistas y msticos cristianos, Imponerse un mtodo,una disciplina, una ascesis que, empleando tcnicas perfectamente medidas, actecomo lmite creador; una ascesis que no sea ni demasiado tensa ni demasiado

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    relajada, ni excesivamente dura ni excesivamente blanda, distanciada por igual delhedonismo enervante y del ascetismo mortificador o masoquista. Guiarse, en lasdiversas vicisitudes y circunstancias del vivir cotidiano, por una mesuradaausteridad, por una sana frugalidad y una noble sobriedad. Reducir al mximo losdeseos, apetencias, aspiraciones y necesidades. Cultivar y fomentar tan slo las

    aspiraciones y deseos nobles. Desechar todo lo degradante, lo que nos esclaviza almundo de los sentidos, lo que acenta el sentido del ego.9.- Postura de radical desapego. LaAbgeschiedenheit ("distanciamiento","apartamiento" o "aislamiento") de la que habla Meister Eckhart, equivalente a la"pobreza de espritu" evanglica. No vivir apegado a las cosas, agobiados portareas y preocupaciones mundanas. No estar pendientes de lo que pasa y de cmonos van las cosas; no estar movidos por la sed de dinero, de fama o de poder.Desprenderse del afn de poseer y dominar. No aferrarse a nada ni a nadie, de talforma que no sintamos su perdida o nos desespere su desaparicin; pues todo es

    perecedero y el aferrarse a ello, como si fuera a durar para siempre, no ocasionasino dolor y pesar. nimo desprendido, desnudo, vaco, en radical soledad, con lamirada fija nicamente en lo Eterno. Lo que Eckhart llama "nimo clibe" (ledigesGemt); la "bondad indiferente" de Tertuliano, la "santa indiferencia" de losmsticos espaoles; el "soltar presa" que ensea el Zen. Ser pobre en medio de lasriquezas: poseer las cosas con si no se poseyeran; no desearlas si no se poseen.Vaciarnos de todo: desprendernos de los impedimentos con que nos complicamosla vida y descargarnos del pesado e intil bagaje que solemos acumular sobrenuestra alma.La soledad interior como medio formativo y recurso liberador, como requisito parala inspiracin y como base de la autntica comunidad, no la soledad negativa,como aislamiento individualista e insolidario, como sntoma y amargo fruto deldesamor. Un vivir solitario que es al mismo tiempo radicalmente solidario, puesest animado por el amor, nutrindose de la Fuente del Amor eterno. Slo con estedesapego interior puede el hombre alcanzar la perfecta libertad; pues gracias a lconsigue liberarse de s mismo y de todo cuanto le rodea: ya no se ve afectado porlos acontecimientos; los contratiempos no hacen mella en su nimo, permanecesiempre idntico e impasible. Se instala en un estado de ecuanimidad, de equidadanmica o igualdad de nimo ("la santa igualdad de nimo", que deca SanFrancisco de Sales). Sabe contemplar con un temple sereno la buena y la mala

    fortuna, el xito y el fracaso, la alabanza y la censura.10.- Eliminacin del egosmo. Extirpar cualquier tendencia egocntrica yegoltrica. "El ego es el infierno", repiten insistentemente los msticos cristianos,hindes, musulmanes y budistas. El camino de la libertad pasa por elsometimiento y aniquilacin del ego. Es el camino de la abnegacin y delanonadamiento (el self-naughting de la mstica inglesa). Ser nada para serlo todo.

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    Hemos de vivir en un estado de completa sumisin a la Voluntad divina,ofreciendo a Dios todo cuanto hagamos o poseamos y aceptando todo cuanto lnos enve. La voluntad propia debe borrarse para dejar paso a la Voluntad de Dios.En la vida cotidiana hay que mantener una postura de desconfianza y distanciahacia el propio yo: hacia todo lo que de l surja (emociones, opiniones, juicios,

    apetencias, preocupaciones, dudas, temores). Nuestro peor enemigo est dentro denosotros: es nuestro ego, nuestro yo. De l provienen todos nuestros problemas.Este es el adversario que hemos de vencer si queremos que despierte y se afirmenuestra realidad espiritual.Desprenderse de la nocin de "yo y lo mo", que de ordinario condiciona nuestraactuacin y nuestro pensamiento a lo largo del da. Procurar vivir en un estado deanonimato, como si no furamos nada ni nadie. Como paso previo, ya que estenivel de total anulacin del ego es sumamente difcil, convendr que el ego adopteuna actitud servicial, ponindolo al servicio de la Verdad y haciendo que se

    considere servidor de Dios y del prjimo, con lo cual se ir depurando hasta quellegue a esfumarse casi por completo. Para liberarnos del egosmo disponemosdisponemos de un doble antdoto: la humildad y la generosidad. La humildad noshace reconocer que somos muy poca cosa, que estamos llenos de debilidades ylimitaciones, que somos falibles y corruptibles, y que todo cuanto tenemos lodebemos. La generosidad nos lleva a reconocer la vala y grandeza fuera denosotros, a admirar lo que nos supera y a subordinarnos a ello, a entregarnos a logrande y noble, a dar con liberalidad (prefiriendo dar a recibir) y a pensar en losdems antes que en nosotros. Operando conjuntamente, humildad y generosidadnos impulsan a buscar por encima de todo el bien, la verdad y la belleza, al tiempoque nos permiten someternos con facilidad y sin problemas a lo que por naturalezaestamos sometidos.11.- Accin pura y desinteresada, realizada con sentido sacrificial. Hacer aquelloque debe ser hecho sin preocuparse por las consecuencias que de ello se puedanderivar para nuestra persona. Cumplir el propio deber, con independencia delagrado o disgusto que nos ocasione la tarea a realizar y sin consideracin al xito ofracaso, a los buenos o malos resultados que se puedan conseguir, al aplauso o lacrtica con que sean acogidos nuestro proceder y obra realizada. A la hora deemprender una actividad, no tener en cuenta las perspectivas de triunfo o derrota,de ganancia o prdida, de premio o castigo, sino tan slo la rectitud y conveniencia

    de la accin a realizar. Es el ideal del Karma Yoga de la tradicin hind: la accindesvinculada de los frutos, efectuada con total desprendimiento y ofrendada aDios, sabiendo que l es el verdadero Hacedor, que nosotros slo somos susinstrumentos.Hacer bien las cosas no porque se nos vaya a premiar nuestra buena conducta, sinopor amor al bien. Abstenerse de hacer el mal no porque uno vaya a ser castigado,

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    sino por espontneo y radical rechazo del mal como algo contrario a nuestranaturaleza. Vivir la accin como sacrificio, en la significacin etimolgica de lapalabra: sacer facere="Hacer Sacro" . Inmolar el ego en el altar de dicho sacrificio,hacer que se consuma en las llamas de ese fuego sagrado. Obrar con totaldesapego, sin ego, sin la nocin "yo soy el que hace", sin pensar que voy a obtener

    esto o aquello, que hay un sujeto que va a ser derrotado o va a salir vencedor.Realizar a conciencia, incluso con ilusin y entusiasmo, las tareas que noscorrespondan, esforzndonos por que la nuestra sea una obra bien hecha. En loscombates que haya que emprender, luchar con el mayor mpetu por alcanzar lavictoria, pero sin obsesionarnos con ella y sin temer tampoco la derrota. Perder yganar con el mismo buen nimo, como el buen deportista. Actuar, trabajar ycombatir con espritu deportivo. Actitud ldica ante la vida, participandogozosamente en la Danza y el Juego de Dios, lo que los hindes llaman el Liladivino.12.- Vivir en perpetuo estado de alerta interior. Mantener una permanente actitudde atencin y vigilancia (el sati budista). Estar siempre despiertos, atentos a lo quepasa dentro y fuera de nosotros. Ser en todo momento conscientes de lo quehacemos, pensamos y decimos; mantener bajo atenta observacin los movimientosde nuestro cuerpo, nuestros impulsos y motivaciones, las conmociones que tienenlugar en nuestra alma. Darse cuenta cabal de la realidad en que vivimos inmersos,percibiendo con nitidez hasta sus ms nfimos detalles. Visin circular capaz dehacerse cargo de la totalidad de la situacin ya la que nada pase inadvertido.No vivir distrados, despistados o atontados, dormidos o aletargados, sumidosinconscientemente en el puro devenir horizontal, como muertos en vida, comozombis o robots con apariencia humana. No permitir que nuestra mente funcione abase de automatismos y reacciones inducidas, como si furamos entes teledirigidosmanipulados por quienes detentan los poderosos medios de comunicacin de lamoderna sociedad de masas. No dejar que la existencia vaya discurriendo sinapercibirnos del hondo misterio que encierra, sino justo lo contrario: despertar a lavida y estar siempre en guardia manteniendo la postura erguida y acechante delcentinela que vela el tesoro de la ciudad interior. Es esta una actitud indispensablepara el conocimiento de s mismo y del mundo. Y es asimismo la nica va posiblepara conseguir la sumisin del ego, en lugar de ser l quien nos someta y esclavice.13.- Vivencia del instante presente. Entrega ntegra y total a la accin delmomento. Concentrarse en lo que uno hace en cada instante, con completo olvidode todo lo dems. Vivir de lleno, limpia e intensamente en el "aqu y ahora". Noestar pendiente de lo que fue o de lo que ser, de lo que ha pasado ayer o de lo quepuede pasar maana. No dejar que nos invada la preocupacin por el futuro ni ellamento o el remordimiento por lo ya acontecido. Identificarse con el quehaceractual, fundirse con la tarea que tenemos entre manos, sea sta la que sea. Poner

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    todo nuestro ser en aquello que hacemos, ya sea comer o trabajar, meditar ocaminar, rezar o descansar, hablar con un amigo o contemplar una obra de arte.Consagrarnos a ello en cuerpo y alma, con todos nuestros sentidos, como si nosfuera en ello la vida (que realmente nos va en ello), como si de los ms vital ytrascendente se tratara, vivindolo como algo sagrado. Fundirnos con lo real, con

    lo que es -es decir, con lo que ante nosotros aparee como dado en este momento-,en vez de estar continuamente pensando en lo que podra ser o nos gustara quefuese, lamentando no poder estar en tal o cual sitio y echando de menos esta oaquella actividad ms grata y apetecible que podramos estar haciendo ahora. Deeste modo la vida queda anclada en el Eterno Presente, en el Ahora supremo en elque resplandece la Presencia de Dios.La vivencia del presente exige tambin no perder el tiempo; saber aprovechar cadapequea parcela de ese bien tan valioso e irrecuperable que la Providencia pone anuestra disposicin; no permitir que el tiempo pase indolentemente; no dejar que

    se esfume desaprovechado o desapercibido ni un solo minuto de nuestro existircotidiano. Todo lo contrario de esa actitud que se resume en la locucin "matar eltiempo". Matar el tiempo es matarse poco a poco. Perder el tiempo es perder lavida, suicidarse lentamente. Slo quien emplea bien su tiempo en buenas acciones,plenas de contenido, salva su vida, la hace provechosa y le da sentido. 14.- Esfuerzo heroico y voluntad combativa. Para vivir la vida como es debidohace falta tensin afirmadora, espritu de lucha, energa interior, fuerza ytenacidad, virilidad espiritual (la virya indo-aria, la virtus romana, la arethelnica).Esfuerzo sostenido con persistencia, exigencia y rigor, accin continuamenteorientada a la perfeccin. Trabajar y trabajarse sin cesar. Desconfiar de todo lo quesea pasividad, abandono, inercia, ociosidad, somnolencia, abulia, desidia, dejarsellevar. Empeo y resolucin para realizar el propio destino, para llevar a cabo lamisin nica e intransferible que nos ha sido encomendada en esta vida, paramodelarnos y perfeccionarnos, para avanzar en el sendero de la Liberacin y laIluminacin. Coraje y determinacin para vencer todas las dificultades que seinterpongan en nuestro camino. Y sobre todo tesn y perseverancia en laconsecucin del objetivo propuesto y en la prctica de la disciplina elegida. nodesanimarse por los fallos y errores que se cometan; no rendirse ante laconstatacin de la propia debilidad. Lucha implacable contra las potencias del caosy de las tinieblas, dondequiera que se insine su presencia, y de un modo especial

    en el terreno que ms nos concierne y que tenemos ms prximo: en su proyeccindentro de nuestro propio ser. Dicho con otras palabras: guerra sin cuartel contra eldragn que se oculta en la caverna de la propia individualidad. Es lo que ladoctrina tradicional designa con el nombre de "gran guerra santa". La vida ha deser vivida como un combate al servicio de Dios, como una lucha sagrada por eltriunfo de las fuerzas del orden y la luz. "Milicia es la vida del hombre sobre latierra", dice la Biblia.

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    15.- Autodominio y seora de s mismo. Imperio sobre la propia individualidad.Lo que Lao-Tse llama "conquistar y conservar el Imperio". Ser dueo y seor delpropio mundo psquico y mental, de las propias reacciones y emociones. Nodejarse llevar por los sentimientos; no permitir que la propia irracionalidad nosmaneje y nos dicte la manera de pensar, de hablar y de actuar. No enajenar ni

    alienar nuestra vida interior. Vivir desde uno mismo, y no desde instanciasexternas, a impulsos de resortes ajenos. No estar a merced de lo que ocurra ennosotros o en torno nuestro; no estar sujeto a los vaivenes que pueda experimentarel alma. Dominar las pasiones, en vez de dejar que sean ellas las que nos dominen.Poseer las cosas en vez de ser posedo por ellas. Que nada pueda mandar sobrenosotros, esclavizarnos o sojuzgarnos. Que le propio mundo personal seasemejante a un imperio o reino bien regido, sin rebeldas ni insubordinacionesilegtimas, obediente a la Ley del Cielo. Un imperio fuerte y poderoso, pero almismo tiempo benigno, suave, humano, flexible. Que la propia vida se organicecomo una comunidad rectamente ordenada, articulada con arreglo a la justicia y de

    acuerdo a la correcta jerarqua, con un principio dominador firmemente asentadoen el propio centro. Que la realidad espiritual, el Yo superior, mande como reysobre le plano de lo fsico y psquico, sobre el yo inferior, efmero y contingente.Slo sobre esta base es posible la verdadera libertad. Ser libre es dominarse, serdueo de s, ejercer un control inteligente, justo y sereno sobre el propio ser,sometindolo a los dictados de la inteligencia y de la Norma espiritual -sometindolo, no tiranizndolo-.16.- Claridad, lucidez, racionalidad. Comportamiento lgico y racional, animadopor el logos ordenador, por la razn clarificadora y desbrozadora de las sombrasque suelen aduearse del alma. Mantener en todo instante un estado de claridadmental, de luminosidad intelectual, de lcido discernimiento. No tolerar que lapropia mirada se vea nublada por el error o la ignorancia (la avidya de la doctrinabudista y vedantina, la ceguera espiritual). Impedir que el elemento irracionaldetermine los criterios rectores de nuestra vida. Moverse en un permanente climade inteligencia y sensatez: que en el propio mundo psquico impere la luz y que enl no se ponga nunca el sol de la cordura.Mantenerse alejado de la insensatez, la torpeza fsica y mental. Huir de todo lo quesea confusin, ofuscacin, ideas poco claras, sentimentalismo (predominio de losentimental, el sentimiento como criterio y regla de vida), oscuro misticismo,

    sugestiones colectivas, gregarismo y fenmenos de masas, manipulacin de losestratos subconscientes de nuestra psique (cosas todas ellas que estn a la ordendel da en los tiempos que corren). Evitar cualquier clase de intoxicaciones,adicciones o espasmos emotivos que ofusquen y ensombrezcan nuestra mente, quedisminuyan nuestra consciencia, que rebajen nuestra lucidez intelectual y nuestrafuerza volitiva. No consumir drogas, narcticos o productos alucingenos, queadormezcan o inhiban nuestra capacidad de accin y reaccin, que nos hundan en

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    la penumbra o siembren en nuestra alma la desidia o la impotencia. No abusar delas sustancias calmantes y estimulantes, en las que el hombre moderno tiende aconfiar ciegamente, delegando en ellas el control de su vida. Evitar que haga presaen nosotros las tcnicas de envilecimiento, de condicionamiento de la mente y deamaestramiento colectivo que tan enorme desarrollo han adquirido en la

    civilizacin moderna. Al hablar de la necesidad de evitar las drogas, esto incluyetambin aquellos productos intoxicantes ms sutiles, que podramos calificar dedrogas culturales, psquicas o mentales, con las que se nos bombardea sin cesar yque forman parte del lavado de cerebro y de carcter a que se ve sometido elhombre de hoy.17.- Actitud profundamente objetiva y realista. No desvirtuar, tergiversar,distorsionar ni violentar la realidad. Ver las cosas tal como son, y no pretenderverlas como quisiramos que fueran, proyectando sobre ellas nuestro subjetivismodeformante. Conservar una postura de central imparcialidad, de impersonal

    objetividad, que excluye no slo cualquier actitud partidista o sectaria, sinotambin el ilegtimo aferramiento a preferencias individuales, el teir la realidadcon el color de los propios deseos o el encastillamiento en enfoques parciales.Normas bsicas a tener en cuenta son aqu: el no engaarse con las propiasconstrucciones mentales o mediante ingeniosos malabarismos dialcticos; elaceptar la realidad en toda su desnudez, en vez de sacrificarla o supeditarla a lospropios gustos, apetencias o manas; saber captar la verdad objetiva, sindeformaciones interesadas; anteponer la verdad a cualquier otra consideracin yacostumbrarse a preferir la verdad pura y simple a cualquier interpretacinedulcorada de los hechos. Es necesario, sobre todo, mantener una actitud imparcialy neutral ante nuestra propia vida anmica: ante nuestras alteraciones emocionales,ante los altos y bajos que pueda experimentar nuestra alma, ante el impacto delplacer o del sufrimiento, ante las consecuencias afirmadoras o negadoras del yoque traigan consigo los acontecimientos. Slo as podremos dejar de vernoszarandeados por las conmociones del psiquismo.18.- Aceptacin, confianza y alegra. Alegre y serena aceptacin de lo que ocurre,de todo aquello que la vida nos trae, viendo en ello algo que Dios nos enva paranuestro propio perfeccionamiento. Gozosa afirmacin de la vida, con todos susbienes y pesares, considerada como un don de Dios que hay que saber aprovecharpara hacer rendir los talentos que se nos han dado. Y al mismo tiempo, tranquila

    aceptacin de la muerte, mirada cara a cara, sin rechazo ni temor. Confiar en laProvidencia divina, en la Ley sabia y amorosa que rige el orden csmico.Conformidad con el propio destino, con la propia suerte y condicin (el propiokarma), sabiendo que nada es casual, que todo tiene su sentido, pues descansa enuna profunda lgica y obedece a leyes precisas que rebasan nuestra comprensin.No quejarse ni caer en el pesimismo. No caer tampoco en un ciego fanatismo, sinoactuar con energa cuando se trata de enmendar una situacin deplorable o

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    indeseable. Ver las cosas por el lado bueno y positivo. Saber extraer lo mejor de lasexperiencias, como la abeja que saca la miel de las flores amargas.Fidelidad al svadharma, a la ley o norma del propio ser, a la norma que rige nuestranaturaleza personal y nos seala nuestro destino. Lejos de hallarse movido por la

    ambicin, por el afn competitivo, por la obsesin de progreso y ascenso en laescala social (la absurda mana de ser o aparentar ser ms que los dems o, cuandomenos, de igualarse al que est por encima), el hombre tradicional no anhela otracosa que estar en el propio puesto, aqul que corresponde a su propia naturaleza, asu ms ntima vocacin, a sus cualidades, aptitudes y mritos. No hay nada msalejado de la norma tradicional que la insatisfaccin, la agresividad, el perpetuodescontento, la envidia y el resentimiento, actitudes malsanas que son fomentadasy atizadas por la moderna civilizacin del igualitarismo y el consumismo. Una vezms, naturalidad, rectitud, autenticidad y sencillez. El hombre tradicional viveconectado a las fuentes de la alegra (elAnanda o Gozo divino). Por eso es

    inasequible a las potencias abisales que entenebrecen la existencia humana yextienden sobre ella el negro velo de la tristeza, que es el peor veneno del alma.Vive contento con lo que es y lo que tiene. No se rinde jams a la amargura, laangustia o la apata. Su temple vital se caracteriza por la simpata, el sentido delhumor y una jubilosa ingenuidad. La sabidura se compadece mal con estados delalma como la irritacin, la melancola, la adustez, el desabrimiento y el malhumor;es risuea y jovial, como lo prueba la sonrisa que resplandece en el rostro delHombre divino, sabio o liberado (Cristo, buddha, Lao-Tse, Ramana Maharshi).Tambin en este punto su forma de vivir se presenta en abismal contraste con ladel hombre moderno, cuya vida es triste y angustiada, inspida y montona,aburrida y sombra, amenazada por la depresin y la nusea vital, lo que le lleva abuscar la evasin en parasos artificiales, tan lgubres como penosos yesclavizadores.19.- Llenar la vida de belleza y poesa. Vivir con sentido potico; esto es, consabidura y amor, proyectando luz sobre las cosas, descubriendo las profundasriquezas que encierra la vida. Moverse y mirar el mundo con vocacin creadora yarmonizadora, con una visin de totalidad, incorporando al propio vivir la fuerzarenovadora que en s contiene la poesa. Hacer de nuestra propia vida una obra dearte, una realidad bella, armnica y bien formada, en la que se realice de formaefectiva la sntesis de aquellas tres cualidades del Ser -el bien, la verdad y la

    belleza- puestas de relieve por la filosofa platnica. Incorporar la elegancia, lafinura y la delicadeza a las diversas manifestaciones que configuran nuestraexistencia cotidiana.La cultura tradicional se halla baada en un mar de poesa y belleza. Todo en ellaes bello y va envuelto en un delicado aliento potico: desde los textos sagrados a laarquitectura de los templos, desde los smbolos de los utensilios que es usan en la

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    actividad diaria, desde el vestuario a las formas de vida. A diferencia de lo queocurre en la moderna civilizacin industrial, donde el arte es algo separado de lavida cotidiana, reservado a una minora de individuos privilegiados y ociosos, enla cultura tradicional todo hombre es un artista y un poeta: todo lo que hace tieneun valor potico y artstico; va creando arte y poesa a medida que vive. Si la

    belleza es el resplandor de la verdad, una vida que est enraizada e inspirada en laverdad ser una vida bella, de la misma forma que quien da la espalda a la verdado la desprecia estar condenado por fuerza a penar bajo el error y el horror,cayendo en una existencia fea y deforme. La vida del hombre tradicional , lo que estanto como decir del hombre normal, se halla en las antpodas de la vida prosaicadel hombre moderno, una vida gris y opaca, que se ve asfixiada por la fealdad y lainsustancialidad, abrumada por enormes monstruosidades de toda ndole.20.- Disciplinar el cuerpo y la mente. Ejercitar el cuerpo, para fortalecerlo,endurecerlo y darle flexibilidad y resistencia. Saber aprovechar todas sus energas

    y desarrollar todas sus potencialidades, de tal modo que se convierta en un firmeapoyo para la obra de elevacin y realizacin espiritual. No olvidar nunca que lameta a alcanzar es el desarrollo integral, armnico y equilibrado de la persona. Ladoctrina tradicional -distante por completo de aquellas aberrantes corrientesespiritualistas que creen ver un irreductible antagonismo entre espritu y materia,entre alma y cuerpo, mirando con desprecio este ltimo- valora con especialnfasis el ejercicio fsico y el cultivo de la realidad corporal del ser humano, actitudque tiene su fundamento doctrinal en la consideracin de lo sensible comomanifestacin de la realidad espiritual y en la estrecha conexin existente entrecuerpo, alma y espritu. Prueba de ello es la importancia que en la culturatradicional adquieren el trabajo manual, la artesana, el canto y la danza, el deportecomo accin sacral (los juego griegos, las artes marciales orientales, el Hatha-Yoga). La msica y la gimnasia son las dos palancas propuestas por Platn para laformacin del hombre ideal (yendo comprendida en la nocin griega de "msica"tambin la poesa). Cabra recordar asimismo el importante papel que en lastcnicas iniciticas desempean la postura corporal, el mismo ritmo de larespiracin o la concentracin en determinadas zonas del cuerpo. En la doctrinacristiana el cuerpo humano es concebido como "templo vivo del Espritu Santo", dela misma forma que el universo se revela como cuerpo y templo de Dios.Ms importante an que la disciplina del cuerpo, es la disciplina de la mente.

    Somos lo que pensamos. De como funcione nuestra mente, depende cmo seanuestra vida. La mente es lo mejor y lo peor que tiene el hombre: lo mejor, cuandoest controlada, cuando ha sido afinada y depurada; lo peor, cuando campa porsus respectos y se agita desbocada, sin control ni freno alguno. Hay que someter ypurificar la mente para que se vuelva flexible, transparente y permeable a lainfluencia del espritu. Entonces funcionar de manera correcta, convirtindose enun espejo que refleja la luz de la Mente divina. En realidad, el adiestramiento y

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    fortalecimiento del cuerpo ha de cooperar a esta labor de catarsis mental, tal ycomo lo expresa el viejo adagio latino mens sana in corpore sano.21.- Conciencia de la Presencia divina. Hay que recordar sin cesar, tener viva en lamente, como un dato de la ms palpitante evidencia, la idea de que la Divinidad se

    halla presente en el centro de nuestro ser y en el mundo en que vivimos, en todocuanto nos rodea. Lo Absoluto no es algo extrao y distante, sino una realidadomnipresente; presente en el universo entero y en lo ms ntimo de nosotrosmismos.Tener conciencia de la Presencia divina significa ser consciente de que Dios es laraz misma de nuestra vida, que sin l nada podemos y que a l pertenece todocuanto somos, cuanto tenemos y cuanto hacemos. Conservar siempre vivo ennuestro espritu el recuerdo de Dios e invocar en todo instante su Nombre. Vivircon la conviccin de que el Ser supremo est ms cerca de nosotros que nosotros

    mismos y que la Fuerza divina es lo que acta en, por y a travs de nosotros. Ver aDios en todas las cosas y a todas las cosas en Dios. Sentir la Divinidad en todaspartes y en todo momento; pues no hay nada que exista fuera del Espritu, nosiendo la existencia universal sino la manifestacin de la Realidad absoluta, laexpresin de la Verdad ltima (la Deidad, el Tao, el Brahman, la Budeidad oNaturaleza-Buddha, segn la designacin que recibe el Principio supremo en lasdiversas tradiciones).La repeticin continua del Nombre divino (el dhikrislmico, eljapa hind, elnembutsu budista, la "oracin de Jess" o la invocacin del Sagrado Corazncristianas) es el mtodo empleado en todas las tradiciones para permitir alindividuo concentrarse en la Presencia inefable y mantener vivo el recuerdo de loEterno. En entero edificio tradicional, con la forma de vida correspondiente,descansa en este recuerdo que nos devuelve la memoria de lo que somos y nosremite al Origen y el Fin de nuestra vida, indicndonos de dnde venimos yadnde vamos.

    El sentido de la vida

    entrevista con Antonio Medrano

    Antonio Medrano es filsofo, escritor y miembro de la AsociacinLibertad e Identidad. Ha escrito numerosos libros en los que hatratado los temas ms trascendentes de la vida humana, aquellos que lapersona, en un momento u otro de su vida, debe enfrentar y responder.

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    Desde Magia y misterio del liderazgo y La va de la accin hastaLa lucha con el dragn o La senda del honor, Antonio Medrano haestudiado el hecho humano en todas sus facetas y ha intentadoresponder a las preguntas que se formula el hombre moderno a la luz,siempre presente en sus obras, de la sabidura espiritual, tan

    necesaria hoy para nosotros como lo fuera para nuestros antepasadoshace mil aos. En la siguiente entrevista Medrano responde a algunasde esas preguntas. El lector comprobar la altura de sus respuestaspero tambin un tono eminentemente prctico, clido y cercano que estpresente asimismo en toda la obra del autor, a modo de luz orientadoraen medio de la confusin de la hora presente.

    Ante la grave crisis que actualmente atravesamos, qu importancia tiene la vida, cul

    es el puesto y el papel que a la vida humana le corresponde en esta difcil coyuntura?

    La vida es nuestro ms preciado tesoro, lo ms importante que tenemoscada uno de nosotros. Mi vida, mi vida ntima y personal, es lo quems me debera importar. Que mi vida est bien articulada y orientadaes lo primero que debera preocuparme, y ms en tiempos de crisis, detotal confusin y desorientacin como los que actualmente vivimos.Desgraciadamente, no solemos dar a nuestra vida la importancia quetiene, dejamos que vaya pasando un da tras otro sin pena ni gloria,la desperdiciamos de manera lamentable, sin preocuparnos de darleforma, de organizarla y construirla como es debido. No deberamosolvidar nunca que nuestra vida ser feliz o desgraciada segn estbien o mal enfocada, segn pongamos o no inters en vertebrarla yconstruirla con inteligencia. Por eso, la vida es lo que ante todohemos de defender, afirmar, afianzar y forjar. Todoel arte, lacultura, la economa, la poltica, la ciencia, el saber y elconocimientodebe estar al servicio de la vida.

    Pero, cmo podra definirse la vida? Qu es lo que la hace tan

    atractiva y valiosa?

    La vida, considerada tanto de forma general, en cuanto vida humana,como de forma particular, en cuanto vida ma, la vida de cada personaen concreto, encierra un profundo misterio. Un misterio en el que, deforma velada pero elocuente, se revela y manifiesta la Eternidad.Pero, adems de un misterio, la vida es un don, un reto y unaoportunidad que se nos ofrece. No hay nada ms apasionante queresponder de manera inteligente y responsable a ese don y a ese retoque tenemos ante nosotros. La vida es la realidad radical, comocerteramente apuntara Ortega y Gasset. Es la realidad en la queacontece y se da o se tiene que dar todo aquello que para m esdecisivo: desde mi realizacin personal y mi vivencia de la felicidadhasta mi experiencia religiosa, con lo que sta entraa de revelacinde lo Divino y mi encuentro con Dios. Y este valorar y estimar mi

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    vida, en cuanto realidad radical de mi existencia y don de Dios, es loque me abre a la vida del prjimo, para entenderla, abrazarla y amarlacomo se merece. Es lo que me permite comunicarme mejor con los demsseres humanos, ayudarles y cooperar con ellos en la construccin de unmundo mejor, como es mi deber y mi destino.

    Entonces es indudable que hay un modo correcto de vivir. Cmo debemos proceder

    para vivir en plenitud?

    S, la vida es fundamentalmente empresa, proyecto, aventura. Como talempresa o proyecto, exige dos cosas:

    1. una idea rectora, un ideal a conquistar, una meta que alcanzar;

    2. una direccin clara, un autodirigirse o autoliderarse. La vida tiene que estar bien dirigidapara poder llegar a la meta y para que no descarre, para que no se

    desve de su ruta. Todo ello exige voluntad, esfuerzo y trabajo: esfundamental esforzarse por hacer las cosas bien, trabajarse con tesnpara mejorar, laborar con ahnco para elevar la propia vida. La vidahay que vivirla, y cada cual tiene que vivir la suya. Nadie puedevivir por otro. Y vivir la vida significa hacerla, construirla, irlaformando sin cesar. Para lo cual no hay otro camino que formarnos ycultivarnos como personas. La vida es algo que hay que hacer. Es tareaa realizar, tarea que nunca acaba.

    Sin embargo vemos que la mayora de la gente no se preocupa lo ms mnimo de hacersu vida, de formarse y cultivarse

    Claro, por eso malviven. Tienen una vida a medio hacer o, peor an,deshecha y completamente sin hacer. Se abandonan a la inercia y siguenla ley del mnimo esfuerzo, con lo cual echan su vida a perder. Poreso, se puede decir que no viven realmente, sino que ms bien sonvividos. Dejan que sean otros quienes les hagan o deshagan la vida.Sus vidas quedan a merced de los poderes impersonales que dominanestos tiempos convulsos (la publicidad, la propaganda, el dinero y lasfuerzas econmicas, los medios de comunicacin de masas, las modas,las ideologas, etc.). Pero todo eso se acaba pagando, y se paga congraves problemas y sufrimientos de toda ndole. Ah est la raz de laangustia, de la ansiedad, de la zozobra existencial, de lainsatisfaccin ntima y de todas las dolencias psicosomticas, que sonel flagelo de nuestro tiempo.

    En sus escritos aparece como un hilo conductor la trascendencia. Podra explicar qu

    relacin existe entre vida y trascendencia? Puede la vida tener su justificacin y

    encontrar su sentido en el bienestar material, el desarrollo econmico y el progresotecnolgico?

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    En la vida humana es elemento esencial la dimensin trascendente.Siendo el hombre un ser espiritual, para que su vida discurra de formasana, libre y feliz, tiene que dar a su vivir una orientacinvertical, que lo proyecte hacia lo alto y tenga siempre en cuenta sufin ltimo. La verticalidad del Espritu ha de afirmarse por encima de

    la horizontalidad terrena, material, anmica y biolgica, imprimiendoa esta ltima orden, sentido, mesura y armona. Para vivir condignidad y plenitud, el ser humano tiene que dar prioridad a su vidainterior, que es la que le constituye como persona. All donde la vidase quede en lo exterior, en lo superficial, en lo puramente material,olvidando la dimensin espiritual, perder en calidad, altura, salud yautenticidad.

    Entonces, para la vida sea importante tener principios y ponerla al servicio de algo ms

    alto.

    Por supuesto que s. La vida ha de ser vivida de forma responsablecomo gran empresa realizadora de valores, al servicio de unos altosprincipios. Para desarrollarse con normalidad, la vida tiene que estarprincipiada, es decir, cimentada sobre slidos principios y, en ltimainstancia, enraizada en el Principio supremo que es el Alfa y Omega dela existencia, la Base y Origen de todos los principios. Una vida sinprincipios, sin norte y sin fundamento, no merece el nombre de vidahumana. La vida ha de tener un eje vertebrador, un centro que le dunidad y equilibrio. Y este centro y eje no puede ser otro que elPrincipio divino y eterno, Fuente y Raz de toda vida.

    Por otra parte, hay que tener siempre presente que la vida es un donque hemos recibido y del cual habremos de responder. Es un don quetenemos que hacer rendir y fructificar. No se nos ha dado para que lomalgastemos, lo desaprovechemos o lo manejemos a nuestro antojo. Tododon (Gabe) genera una tarea (Aufgabe), deca aquel gran filsofo ytelogo bvaro que fue Franz von Baader; es decir, como tal donimplica un deber, una exigencia y una misin. Cada cual viene a lavida con una misin, y al cumplir esa misin es fiel a su destino, seperfecciona como ser humano, sirve al Orden universal y realiza laVoluntad divina.

    Pero, pese a todo, el nihilismo que invade nuestras sociedades afirma que la vida es

    algo absurdo, que no tiene sentido, qu respuesta merece tal postura?

    Una vida sin sentido es inhumana, insufrible e insoportable. No esvividera. No es verdadera vida. El hombre necesita, antes que nada,encontrar el sentido de su vida y crear sentido en su vivir. Elsinsentido o la falta de sentido es lo que ms hace sufrir al hombre,pues la exigencia de sentido es una condicin fundamental de suinteligencia y su ser espiritual. Lejos de ser ininteligible, la vida

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    est llena de sentido, de significacin y de valor. Todo lo que nossucede encierra un significado, contiene un mensaje y una enseanza.La vida est entretejida de amor y sabidura. Pero para descubrir todoesto y dar as sentido a nuestra vida, tenemos que enraizarnos enDios, el Ser que nos da el ser, el Todo que es todo Amor y Sabidura,

    la Realidad suprema que sustenta toda realidad, el Sentido que dasentido a todo cuanto existe.

    Entonces, cul es la postura ante la vida que puede considerarse como caracterstica o

    dominante en el mundo actual?

    La civilizacin actualmente imperante, individualista, activista ymaterialista, desprincipiada, carente de principios y valores firmes,des-sacralizadora y profanadora de la realidad, se define por unapronunciada orientacin antivida y por un impulso antivital. Odio a lavida, desprecio de la vida, miedo ante la vida, cansancio de vivir,nusea vital: estos vienen a ser los rasgos que resumen el tonoexistencial de la actual sociedad de masas dominada por la idolatrade lo efmero y contingente. Hay una evasin o huida de la vida que esconsecuencia de lo que Max Picard llam la huida del Centro, estoes, la huida o el alejamiento de Dios.

    El resultado es una vida desvitalizada, infirme y sin energa vital.Nos encontramos ante un mundo en el cual se va imponiendo la pulsintantica, pudiendo hablarse de una autntica tanatolatra, un culto ala muerte o una propensin hacia la mortandad: abortos, eutanasia,suicidios (incluso en grupo o por internet), asesinatos (ligados sobretodo a la violencia domstica o sexual), drogas (con lo que suponen deautodestruccin), narcotrfico y crimen organizado, terrorismo,matanzas y genocidios. Son los sntomas de una grave enfermedadcolectiva que amenaza con llevar Occidente a la ruina. La sociedadactual se halla dominada tanto por el miedo a la vida como por elmiedo a la muerte. Se siente tal terror ante la muerte, terrorignorante, supersticioso y agorero, que se pretende alejarla,exorcizarla o suprimirla matando, asesinando, destruyendo vidas,destrozando, asfixiando y corrompiendo la vida por todos los medios.

    Por ltimo, la muerte, ese tema del que hoy da tan poco se habla, ha sido tratado

    profusamente por usted. Podra contestarnos a la siguiente pregunta: Cabe establecer

    alguna relacin entre vida y muerte a la hora de plantearse la tarea de construir la

    propia vida?

    Sin duda. Una correcta visin de la vida tiene que tener muy en cuentala idea de la muerte, punto culminante del vivir humano. No se puedehablar de la vida sin hablar de la muerte. Para vivir en paz,felicidad y libertad es indispensable poder mirar cara a cara a lamuerte, aceptar con serenidad y sabidura el hecho de que hemos de

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    morir. nicamente quien sepa dar sentido a su muerte sabr dar sentidoa su vida, y viceversa: slo quien acierte a dar sentido a su vivirhabr dado sentido al mismo tiempo a su morir. Moriremos con laconciencia tranquila, con nimo alegre y sereno, cuando, con la miradapuesta en lo alto, hayamos cumplido o tratado de cumplir lo mejor

    posible la misin que hemos venido a realizar en este mundo. Si se havivido bien, la muerte ser vivida como la coronacin o consumacin deesa vida buena por la que hemos de estar agradecidos a Quien nos ladio y nos gui a lo largo del camino. La muerte no es ms que lapuerta hacia una vida ms alta y plena, hacia la Vida que es ms quevida, hacia la Vida eterna.