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H o m e n a j e

DesaparecidosDesaparecidosA 35 años del golpe de 1976A 35 años del golpe de 1976 7

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H i s t o r i a e c o n ó m i c a y s o c i a l

Las ideas económicas dominantes en la claseLas ideas económicas dominantes en la clasedominante argentina a fines del siglo XX (1989-dominante argentina a fines del siglo XX (1989-2001)2001)

Eduardo Gálvez14

En este artículo se examinan las características principales del “ideario” político-económicodominante dentro de la clase dominante (o elite económica) argentina entre 1989 y 2001.Este “ideario” sirvió de sostén para la hegemonía que orientó la política económica alta-mente centrada sobre la valorización financiera que se impuso en aquel período. El estudiopresentado aquí se asienta sobre el análisis de distinto tipo de manifestaciones de diversosrepresentantes directos de esta clase (propietarios de grandes grupos económicos, altosrepresentantes de cámaras empresariales, titulares de consultoras, etc.). Además se examinael apogeo y ocaso de la hegemonía de ese “ideario” al compás de las contradicciones eco-nómico-estructurales que a partir del mismo no podían resolverse.

Tr ab a j o

Acerca de las demandas y las acciones Acerca de las demandas y las acciones gremiales de base contra la precariedad laboral.gremiales de base contra la precariedad laboral.Repaso de algunas experienciasRepaso de algunas experiencias

Gabr i e la Wyczykie r - Mar iana Barat t in i

37Este trabajo reflexiona acerca de rupturas y continuidades que pueden vislumbrarse en

los sentidos, las demandas, y las acciones gremiales en torno de la problemática de la pre-cariedad laboral particularmente entre los trabajadores de base de la industria y los ligadosa los nuevos servicios de la economía. Ello se inscribe en un contexto de fragmentación yheterogeneización que ha venido afectando a la clase trabajadora en el marco de una crisisde sus organizaciones de representación sindical. Se busca de este modo advertir sobre lareconfiguración de solidaridades laborales en el ámbito cotidiano de reproducción econó-mica y en ese sentido, pensar los problemas, limitaciones y perspectivas que se le han pre-sentado a la acción colectiva basista en la Argentina en los últimos años. En esta orienta-ción se analizan demandas y sentidos de la acción en torno de la precariedad estimuladospor comisiones internas de fábrica del sector manufacturero de la economía, especialmentedel metalúrgico y el automotriz, así como también se reflexiona sobre la experiencia de laCoordinadora de Trabajadores Precarizados que nucleó a trabajadores de los nuevos servi-cios de la economía. Dicho análisis permite concluir sobre la relevancia y perspectiva queadquiriere el lugar de trabajo para la definición y coordinación de demandas en torno de laprecariedad laboral. Ello se vincula fuertemente, en el caso de los trabajadores industriales,con la difusión de modalidades contractuales divergentes en el espacio productivo, mientrasque en el caso de los trabajadores precarizados de los servicios, se relaciona con la motiva-ción de configurar una identidad y pertenencia en torno de la figura del trabajador conderechos laborales reconocidos.

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La orientación exportadora que venía desarrollándose desde décadas anteriores en los sub-sistemas frutícolas limonero y de peras y manzanas, en Tucumán y Río Negro respectiva-mente, continúa profundizándose actualmente. Particularmente, a partir de la década de los´90, acompañaron a este proceso los fenómenos de internacionalización de empresas líde-res, concentración de la propiedad y mayor integración de los eslabones productivos, asícomo los de tecnificación creciente de la producción y tecnocratización de su gestión.Durante los últimos años, al mismo tiempo que se registran nuevos incrementos en los volú-menes exportados, comienzan a aparecer de modo recurrente en ambos subsistemas mani-festaciones de protesta protagonizadas por asalariados agrícolas y encuadradas por sus orga-nizaciones sindicales. En especial, a partir de la devaluación del peso argentino, los sindica-tos de asalariados rurales aparecen cada vez más dirigiendo las negociaciones y accionescolectivas de protesta, no solamente por salarios, sino también por subsidios al desempleocontraestacional a la cosecha en el caso tucumano.

E c o n o m í a s r e g i o n a l e s

La acción colectiva de asalariados agrícolas enLa acción colectiva de asalariados agrícolas enterritorios con fruticulturas de exportación: losterritorios con fruticulturas de exportación: loscasos de Tucumán y los valles del Río Negrocasos de Tucumán y los valles del Río Negro

Víctor Rau - Verón i ca Tr p in - Mat ías Cr espo Pazos93

A l i a n z a p a r a e l P r og r e s o

De la esperanza de desarrollo a la De la esperanza de desarrollo a la profundización de la dependenciaprofundización de la dependencia

Fer nando Krakowiak70

En agosto se cumplen 50 años de la firma de la Carta de Punta del Este que dio inicio ala Alianza para el Progreso, el proyecto más ambicioso asumido por Estados Unidos parapromover el desarrollo económico en América latina a través de planes de ayuda oficial delargo plazo. La administración encabezada por John Fitzgerald Kennedy prometió entoncesun desembolso de 20.000 millones de dólares a lo largo de una década. La mayoría del finan-ciamiento sería aportado de manera directa por Estados Unidos en un intento por impulsarun proceso capaz de combinar crecimiento económico, reformas sociales, cooperaciónregional y fortalecimiento de la democracia representativa, dejando a la Cuba socialista ais-lada del resto del continente. Sin embargo, ese proyecto no pasó de lo discursivo y lo quese terminó consolidando fue un programa de ayuda tradicional que tomó como parámetroprincipal para el otorgamiento de los créditos la aplicación de planes de ajuste y estabiliza-ción y el cumplimiento de una serie de condicionalidades que en lugar de promover el desa-rrollo profundizaron la dependencia.

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C i e n c i a , t e c n o l og í a y d i c t a d u r a

La reorganización de las agendas de La reorganización de las agendas de investigación y extensión del Instituto Nacionalinvestigación y extensión del Instituto Nacionalde Tecnología Agropecuaria (INTA) durante de Tecnología Agropecuaria (INTA) durante la última dictadura militar argentina (1976-1983)la última dictadura militar argentina (1976-1983)

Cec i l ia Gár gano

120Este artículo presenta los resultados preliminares de una investigación en curso.

Se analizan los cambios de agenda en los estudios de Economía Agraria ySociología Rural del INTA para el período ´73-83, y su vinculación con transfor-maciones económicas y políticas del sector agropecuario nacional. La periodiza-ción elegida responde al objetivo de reconstruir algunas líneas de investigación pre-sentes en el organismo en los años previos al golpe militar, y su reorientación luegodel mismo.

El primer apartado, presenta una breve reseña del INTA e introduce los interro-gantes que guían la investigación. En el segundo, se reconstruye y analiza la agen-da de investigaciones del Departamento de Economía del Centro Nacional deInvestigaciones Agropecuarias, su vinculación con el conjunto de los equiposregionales del organismo y la trayectoria en el período de la Escuela paraGraduados en Ciencias Agrope-cuarias del INTA, una experienciapionera en la formación de gradua-dos donde se dictaban las Maestríasde Economía y de ExtensiónAgraria, clausurada luego del golpemilitar. El tercero, examina algunoselementos de la dinámica institu-cional, su vinculación con los con-tenidos de las investigaciones y conel modo en el que operó el régimende disciplinamiento en el espaciosocial del INTA. Finalmente, unúltimo apartado analiza la reorien-tación producida durante la dicta-dura de las tareas de investigación yextensión del organismo, y propo-ne líneas de análisis para profundi-zar en su estudio.

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I A D E ActividadesActividades 159

G a l e r a d e c o r r e c c i ó n

Ensayos en honor de Marcelo Diamand. RaícesEnsayos en honor de Marcelo Diamand. Raícesdel nuevo modelo de desarrollo argentino y deldel nuevo modelo de desarrollo argentino y delpensamiento económico nacionalpensamiento económico nacional 150

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DesaparecidosDesaparecidosA 35 años del golpe de 1976A 35 años del golpe de 1976

Homenaje

DespedidaMarcelo Gelman

Me despido de este país.Me despido de mis amigos,de mis enemigos.Amigos.Sólo quiero recordarlesque no dejen de sermis amigos.Sólo quiero recordarlesque no me olvidena la marcha del tiempo,a la marcha del trenen que me vayaque borran las huellas de laamistad lejana.

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Desaparecido, por Hermenegildo Sábat

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9Desaparecidos

Elegía para Francisco UrondoAntonio Casares

"Puedo estremecer el corazón..."(F. U.)

En un lugar de América de cuyo nombre quieroy puedo y hasta debo acordarme -Argentina-,un hombre soñador, un poeta verdaderose encontró de repente con la noche asesina.

Era, digo, un poeta que no cayó en la trampaDel verso huero y vano que se mira el ombligo.Su verso es una flor solitaria en la pampa,Testigo del amor y del dolor testigo.

Vinieron como sombras que surgen de la nocheHasta su domicilio de amor y fantasía.Amordazado, solo, maniatado en un coche,Se lo llevaron los que odian la poesía.

Conoció la mazmorra en la que se tortura,El relámpago amargo, brutal, de la picana.Eran los enemigos de la literatura,El torvo polizonte, el bacán con canana,

El que piensa que el mundo está hecho a su medida,El que hace de la patria un negocio, el milico, El que siente un profundo desprecio por la vida,Aquel que sólo tiene sonrisas para el rico.

La noche fue su cómplice. Bajo la luna quietaPasaron como sombras por calles clandestinas.En cárceles de odio encerraron al poetaY sembraron el odio por todas las esquinas.

Mataron al poeta, pero no, nadie ha sido,Nadie es el responsable de los asesinatos.Por las calles oscuras del más trágico olvidoSe ve pasar la sombra maldita de Pilatos.

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Pero yo sé sus nombres: el general Videla,Galtieri, Agosti, Viola, violadores de sueños,Que hacen que lo real parezca una novela,O los crímenes nazis nos parezcan pequeños.

En sus manos cayeron, como en un sueño roto,Otros cuyo delito fue el del amor al arte:Alicia Eguren, Gleyzer, Delfor Santos Soto,Rodolfo Walsh -qué triste- e Irene Bonaparte.

A veces da vergüenza considerarse humano,Compartir la existencia con el que fue perverso,Pisar donde ha pisado la bota del tirano,Saber que estamos todos en el mismo universo.

Se nos fue casi anónimo, se marchó como el rayo.Nadie sabe bien dónde, nadie sabe bien cuándo.Aún lo lloran las madres en la Plaza de Mayo.(Estos versos que escribo también lo están llorando).

Sangre de la memoria, escribo esta elegíaCon mi verso más triste y mi dolor más hondo.En nombre de la libertad y de la poesía,Yo recuerdo al poeta Francisco Urondo.

Chiquitos desaparecidosMarcela Gómez.

Niños de nadiecriaturas de todos,¿quienes son?huellas frágiles sobre la arena.¿Donde están?estrellitas en el alto cieloson las sonrisas perdidas del país,pequeños petalos de florque el viento se llevó.

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11Desaparecidos

Pintaron sus rostros de grispara tapar su color,les cambiaron los nombresy a algunos la nación.Dicen que no saben,que nunca sucedió,dicen que son suyosy que nada se extravió.Niños de nadiecriaturas de todosson recuerdo del pasado,búsqueda del presente.Ya no son inocentes duendes;son hombres y mujeres que el tiempo crecióy aunque les hayan cambiadola mente y la razóntienen en su sangre y corazónla verdad y el amor.

Busco en el tiempoJosé Ferrero

" Escribí esta poesía dedicada a mi hermano Luis, un desaparecido"

Busco en el tiempoTus pasos perdidos,Golpeo, pregunto, nadie responde, Recuerdo tu imagen, Te busco, sin saber dónde.A través del tiempoEn mi memoria, tu rostro anidoMas fuerte el recuerdo Por eso no olvido.Busco en el tiempoTus pasos perdidosRecuerdo tu nombreAdónde has ido?

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Desaparecido, por Hermenegildo Sábat

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13Desaparecidos

Pasaste dolor, hambre o frío,Porque no contestanNiegan tu existenciaHabrás sufrido?Miradas perdidasDejaste a tu pasoCorazones lentosQue mueren despacio.Dejaste un gran vacíoQue no se reemplaza,Una placa con tu nombreEn el árbol de la plaza.Busco en el tiempoTus pasos perdidosEncuentro tu nombreY de muchos desaparecidos.

Fuente: http://www.desaparecidos.org/arg/voces/ [consultada el 24 demarzo 2011]

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Las ideas económicas dominantesLas ideas económicas dominantesen la clase dominante argentina aen la clase dominante argentina afines del siglo XX (1989-2001)*fines del siglo XX (1989-2001)*

Historia económica y social

* Aquí presentamos algunos de los resultados de una investigación más amplia desen-vuelta en el marco de la tesis doctoral titulada “Crisis, economía y hegemonía enArgentina, 1999-2003” realizada en cotutela entre la Ecole des Hautes Etudes enSciences Sociales (EHESS) de París y la Facultad Latinoamericana de CienciasSociales (FLACSO) de Buenos Aires, bajo la dirección de Enrique Arceo y Juan CarlosGaravaglia. Esta investigación contó con el financiamiento del CONICET y del PRO-FOR.

** Lic. en Sociología (UBA). Magister en Investigaciones comparadas sobre desarrollo(EHESS, París, Francia). Correo electrónico: [email protected]

En este artículo se examinan las características principalesdel “ideario” político-económico dominante dentro de laclase dominante (o elite económica) argentina entre 1989 y2001. Este “ideario” sirvió de sostén para la hegemonía queorientó la política económica altamente centrada sobre lavalorización financiera que se impuso en aquel periodo. Elestudio presentado aquí se asienta sobre el análisis de dis-tinto tipo de manifestaciones de diversos representantesdirectos de esta clase (propietarios de grandes grupos eco-nómicos, altos representantes de cámaras empresariales,titulares de consultoras, etc.). Además se examina el apo-geo y ocaso de la hegemonía de ese “ideario” al compás delas contradicciones económico-estructurales que a partirdel mismo no podían resolverse.

Eduardo Gálvez**

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15Clase dominante argentina

1. Principio y fin de un ciclohegemónico

En este artículo haremos un aná-lisis de las ideas económicasdominantes dentro de la elite eco-nómica (o clase dominante)argentina hacia fines del siglopasado y principios del actual,específicamente desde 1989hasta 2001. En ese periodo seimpone categóricamente, en tér-minos escolásticos, la hegemoníadel pensamiento económico neo-clásico, vulgarmente llamado neo-liberalismo, en términos más bienpolíticos. Esto sucede tanto en elnivel internacional como local,aunque con un particular dogma-tismo en este último caso. Laextensión en la escala internacio-nal de un régimen de acumulacióninternacionalizado y altamentecentrado sobre la valorizaciónfinanciera se sostiene en este tipode encuadre ideológico. En laArgentina un régimen de ese tipose organiza coherentemente apartir de la instauración de la leyde Convertibilidad en 1991, que ledará nombre al modelo económi-co triunfante de la década de los90 y que luego se derrumbócatastróficamente a fines de 2001.

Entonces el período tratado seinaugura con una crisis y concluyecon otra. Estas crisis, la primeraen 1989 y la segunda en 2001,son crisis fenomenales y concaracterísticas similares. En eknivel de la economía, en ambos

casos se registró un alza desco-munal en la cotización del dólarque luego fue seguida de aumen-tos igualmente exorbitantes en losprecios. En la de 1989, esto con-dujo a la hiperinflación; en la de2001, solamente se registró altainflación, como consecuencia(entre otras cosas) de las restric-ciones en el retiro de los depósitosbancarios. Además, en amboscasos se produjo la suspensióndel pago de la deuda externa. Enel nivel político, en ambas se pro-dujo la entrega anticipada delgobierno. En los dos casos, setrató de gobiernos constituciona-les, que entregaron el mando pre-maturamente a gobiernos delmismo tipo, sin que mediase nin-guna intervención militar como fuehabitual en la Argentina a lo largodel siglo XX hasta 1976. Tambiénen las dos oportunidades, se pasóde un gobierno dirigido por laUnión Cívica Radical a otro dirigi-do por el Partido Justicialista. Enla primera, del gobierno de RaúlAlfonsín al de Carlos Menem; y enla segunda, del de Fernando De laRua al de (luego de algunos díasy varios presidentes interinos)Eduardo Duhalde (electo por elCongreso Nacional). Además, enlas dos crisis, ante la incapacidadde mantener la gobernabilidad dela población, se decretó el estadode sitio. En el nivel social, enambas oportunidades se produje-ron saqueos generalizados asupermercados y violentas repre-siones policiales1. La crisis de

1 La suma de estos acontecimientos produjo durante la primer crisis, 16 muertos (todosentre mayo y julio de 1989); durante la segunda, 37 muertos (todos durante en las vís-peras de los días 19 y 20 de diciembre).

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2001 tuvo la particularidad de quedurante la misma se llevaron acabo manifestaciones popularescontra los bancos (donde estaban“acorralados” los depósitos y suel-dos y que además eran identifica-dos como protagonistas de ladebacle económica), y frente a lacasa de gobierno (a pesar de lavigencia del estado de sitio) paraexigir la renuncia del ministro deEconomía Domingo Cavallo y delpresidente Fernando de la Rúabajo la famosa consigna “¡que sevayan todos!”.

En definitiva, estas crisis, quecomenzaron como económicas,desbordaron este plano, transfor-mándose en crisis de hegemonía.Las crisis de hegemonía son a lavez crisis de autoridad, momentosen que las clases dirigentes nopueden conducir al resto de lasclases, y en los que se produce undivorcio entre representantes yrepresentados (nada más patenteque el “que se vayan todos” paragraficar esta experiencia) que seextiende de los partidos políticos atodo el Estado, llevando a unacoyuntura caótica en la que pare-ce que cualquier salida es posible.En nuestros casos, recuérdese,las opciones mentadas en ambascrisis fueron desde el golpe deEstado militar de tendencia fascis-ta hasta las condiciones propiciaspara una revolución socialista,desde el “revivir” de personajescomo Seineldín o Rico hasta laorganización “horizontalista” delpaís en asambleas populares debarrio y espacios de trueque

comercial sin dinero. Y, sinembargo, a pesar del caos y laincertidumbre reinantes, estassituaciones son generalmenteaprovechadas por los sectoresmás históricamente experimenta-dos en la conducción y prepara-dos organizacionalmente, paraimponer su propia dirección a laresolución de la crisis. Así descri-be Gramsci a este tipo de crisis:

“En cierto momento de su vida histó-rica, los grupos sociales se separande sus partidos tradicionales. Estosignifica que los partidos tradiciona-les, con la forma de organizaciónque presentan, con aquellos deter-minados hombres que los constitu-yen, representan y dirigen, ya noson reconocidos como expresiónpropia de su clase o de una fracciónde ella. Cuando estas crisis se mani-fiestan, la situación inmediata setorna delicada y peligrosa, porque elterreno es propicio para solucionesde fuerza, para la actividad depotencias oscuras, representadaspor hombres providenciales o caris-máticos. ¿Cómo se forman estassituaciones; de contraste entre‘representados y representantes’que desde el terreno de los partidos(organizaciones de partido en senti-do estricto, campo electoral-parla-mentario, organización periodística)se transmiten a todo el organismoestatal, reforzando la posición relati-va del poder de la burocracia (civil ymilitar), de las altas finanzas, de laIglesia y en general de todos losorganismos relativamente indepen-dientes a las fluctuaciones de la opi-nión pública? En cada país el proce-so es diferente, aunque el contenidosea el mismo. Y el contenido es lacrisis de hegemonía de la clase diri-

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17Clase dominante argentina

gente, que ocurre ya sea porquedicha clase fracasó en alguna granempresa política para la cualdemandó o impuso por la fuerza elconsenso de las grandes masas (laguerra, por ejemplo) o bien porquevastas masas (especialmente decampesinos y de pequeños burgue-ses intelectuales) pasaron de golpede la pasividad política a una ciertaactividad y plantearon reivindicacio-nes que en su caótico conjuntoconstituyen una revolución. Se hablade “crisis de autoridad” y esto es jus-tamente la crisis de hegemonía, ocrisis del Estado en su conjunto. Lacrisis crea peligrosas situacionesinmediatas porque los diversosestratos de la población no poseenla misma capacidad de orientarserápidamente y de reorganizarse conel mismo ritmo. La clase dirigentetradicional que tiene un numerosopersonal adiestrado, cambia hom-bres y programas y reasume el con-trol que se le estaba escapando conuna celeridad mayor de cuanto ocu-rre en las clases subalternas; si esnecesario hace sacrificios, se expo-ne a un porvenir oscuro cargado depromesas demagógicas, pero semantiene en el poder, lo refuerza porel momento y se sirve de él paradestruir al adversario y dispersar asu personal directivo que no puedeser muy numeroso y adiestrado.” 2

En conclusión, la crisis de 1989,interpretada hegemónicamentecomo la crisis del modelo “inter-vencionista”, posibilitó la instaura-ción del modelo financiero y des-regulador de la Convertibilidad,

mientras que la crisis de 2001decretó su catastrófico fin, y, conello, también el derrumbe de lahegemonía del pensamiento quelo sostenía.

En términos históricos más con-cretos, desde la asunción de suprimera presidencia en reemplazode Alfonsín en 1989, CarlosMenem había conducido política-mente la instauración del modeloeconómico de impronta financierade la “Convertibilidad”. Esa incli-nación a favor de una economíafinanciera y desregulada fue favo-recida por los cambios económi-cos e ideológicos producidosdurante la dictadura de 1976-1983, por el fracaso económico dela experiencia alfonsinista y por elcontexto internacional de unmundo cuya economía se interna-cionalizaba aceleradamente enlos niveles financiero y mercantil,tras el fin de la guerra fría, cuyosímbolo más patente fue la caídadel muro de Berlín, que tiene lugarel mismo año en que Menemasume como presidente. Por lotanto, este modelo económico seinstaura en el nivel local montadosobre la hegemonía en el nivelmundial que impone la liberaliza-ción financiera y la internacionali-zación de los procesos producti-vos tras la derrota del keynesia-nismo, encabezada por MargaretThatcher en Gran Bretaña yRonald Reagan en EUA. Es,

2 Cf. www.gramsci.org.ar , Cuadernos de la Cárcel, Tomo IV. “Notas sobre Maquiavelo,sobre política y el Estado moderno. El moderno príncipe”. Se puede consultar igual-mente en A. Gramsci, La política y el Estado moderno, Planeta-Agostini, Barcelona,1985, pp. 117-119.

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entonces, en definitiva una rela-ción de fuerzas mundial, unahegemonía global la que toma suforma particular localmente, dadoque en este nivel local no hayfracciones sociales con fuerzasuficiente para detenerla y, encambio, hay fracciones con lafuerza como para impulsarla. Sinembargo, diez años después, yaen 1999, en un escenario diferen-te, al final de la segunda presiden-cia de Menem, este modelo eco-nómico seguía funcionando, yademás Fernando de la Rúa,quien asume en diciembre de eseaño, decide continuar con elmodelo de la Convertibilidadhasta su abrupto desmoronamien-to en diciembre de 2001.

Aquí desarrollaremos un análisisde las ideas económicas domi-nantes dentro de la elite económi-ca entre los años 1989-2001. Anuestro entender, estos años mar-can un subperíodo de un ciclohegemónico de impronta “interna-cionalizadora” y financiera que seinicia en 1976 con el golpe deEstado de aquel año. Con la reso-lución de la crisis de 1989 a favorde la capitalización de deudaexterna, la privatización de em-presas estatales y la reforma delEstado, el ciclo iniciado en 1976se confirma y se profundiza, luegode los fallidos intentos del gobier-no de Alfonsín por moderar esa

hegemonía, ante la cual finalmen-te se rinde. Los años 1989-2001 -en tanto que subperíodo- señalanla hegemonía total de aquellasformas de pensar la economíasostenidas en 1976.

2. El “ideario” económicopredominante entre 1989 y2001

Se puede definir, de una manerageneral, al “ideario” económicopredominante dentro de la clasedominante argentina entre 1989 y2001 como internacionalizador (oglobalizador); es más, como elmismo está caracterizado porposiciones extremadamente inter-nacionalizadoras, podríamos defi-nirlo como internacionalizador ra-dicalizado. Este “ideario” está sig-nado por una impronta librecam-bista exagerada, acérrimamentefavorable a la desregulación eco-nómica y “fóbica” respecto delmás mínimo intento de interven-ción estatal. Además, él mismo esdecididamente favorable a lainternacionalización, pero acríticofrente a sus consecuencias socia-les más evidentes. Por otra parte,es extremadamente antipolítico,como si la política fuera una carro-ña de la prehistoria de la cualhabría que desprenderse lo máspronto posible3. Finalmente, otroprincipio siempre presente en este

3 “Es sabido que en la utopía de la empresa los funcionarios estatales son yuppies. Enla medida en que el Estado es concebido como una empresa, su buena ocupaciónrequiere ante todo de procedimientos de marketing y operaciones gerenciales. Lamala ocupación queda, a la sazón, del lado de la política, y gasto político es el nom-bre con que la subjetividad gerencial bautiza la maldad en cuestión. Sin ir muy lejos,

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19Clase dominante argentina

ideario es aquel que hace girar laorganización de la economíasobre el gasto fiscal. Se puededecir que desde este ideario sepromueve la profundización de losmecanismos financieros de acu-mulación que comenzaron a fun-cionar en 1977, se impusieroncomo predominantes en 1989 trasel desenlace de la crisis y obtuvie-ron un grado de coherencia defini-tiva en 1991 con el Plan de Con-vertibilidad, dando lugar al asenta-miento de un modelo de acumula-ción internacionalizado con predo-minio de la valorización financiera.Chesnais caracteriza al modelode acumulación capitalista predo-minante a escala mundial de lasiguiente manera:

“La determinación más importantedel nuevo régimen de acumulación,aquella que define sus característi-cas más originales, es aquella quetiende a la reconstitución de un capi-tal financiero altamente concentra-do, así como a la libertad que losEstados le han otorgado de desarro-llarse internacionalmente a su anto-jo. Desde el momento en que losgrupos industriales son también gru-pos financieros (con predominio delas inversiones industriales), los mis-mos no son exteriores a esos proce-sos”. Y agrega que : “En el caso delos grupos industriales, de aquí enmás hace falta desterrar la idea deque existiría una separación absolu-ta entre las operaciones ligadas

directa o indirectamente a la valori-zación del capital en la producción,de una parte, y, de otra parte, lasoperaciones dirigidas hacia la obten-ción de beneficios puramente finan-cieros [...] Los mismos están en tran-ce de devenir organizaciones cuyosintereses se identifican cada vezmás con aquellos de las institucio-nes estrictamente financieras [...]por la naturaleza financiera y rentís-tica de una parte de sus ganancias”4.

En cuanto a la versión argentinadel nuevo modelo de acumula-ción, Basualdo escribe:

“Se trata del predominio que ejercela valorización financiera como ejeordenador de las relaciones econó-micas.[…] La misma no alude única-mente a la importancia que adquiereel sector financiero en la asignacióndel excedente sino a un procesomás abarcativo que revoluciona elcomportamiento microeconómico delas grandes firmas y consiste en lainusitada importancia que adquiereen ellas la colocación de excedenteen una amplia gama de activosfinancieros (títulos, bonos, depósi-tos, etc.) tanto en el mercado internocomo en el internacional. Este pro-ceso que irrumpe y es predominanteen la economía argentina desdefines de la década de los años 70, seexpande debido a que la tasa deinterés interna, y la diferencia mar-cadamente positiva de la misma conrespecto a la tasa de interés interna-cional, supera la rentabilidad de lasdiversas actividades económicas, y

para esta subjetividad, la actividad política es superflua.” Sebastián Abad y MarianaCantarelli, Habitar el Estado. Pensamiento estatal en tiempos a-estatales. BuenosAires: Hydra, 2010, p. 54.

4 Cf. F. Chesnais, La mondialisation du capital, Syros, París, 1998, pp. 290 y 240. (Latraducción es nuestra). Consultar también pp. 18, 22, 35, 49, 51, 102, 240-241, 247,249-250, 252, 255-256, 289-294 y 296.

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a que el acelerado crecimiento delendeudamiento externo opera comouna masa de excedente valorizableen el mercado interno.[...] Una de lasmanifestaciones de la valorizaciónfinanciera consiste en la notableimportancia relativa que adquierenlos activos financieros respecto delos activos físicos en las grandes fir-mas.”5

Pero a las características gene-rales en la escala mundial de esemodelo, la Convertibilidad agrega-ba en el nivel local una particulari-dad: la garantía (el seguro decambio) de que todo dólar queingresara en el país no veríadepreciado su valor; lo cual per-feccionaba la integración del mer-cado local en el mercado mundial,puesto que los capitales podíanmovilizarse libremente (sin ningúntipo de límites en cantidades y entiempo) y sin ningún riesgo dedevaluación. Además, a estemecanismo central del modelo, sesumaba la igualdad de trato porparte del Estado ante los capitalesde origen local o extranjero. Apesar de todo, hacia fines de ladécada de los ‘90, en un contextoen que este modelo mostrabacomplicaciones graves, las ideaseconómicas predominantes du-rante toda esa década, en lugarde moderarse se extremaron, enbusca de una profundizaciónmayor del modelo que sostenían.

Ahora mostraremos algunosejemplos de las posiciones econó-micas que los principales repre-

sentantes de la clase dominanteargentina sostenían en esaépoca. En primer lugar, expone-mos las posiciones económicas ylecturas históricas del dirigentepatronal bancario más importante.Se trata de Eduardo Escasany,presidente del Banco Galicia y,entre 2001 y 2002, de la Asocia-ción de Bancos de la Argentina -ABA-, la única asociación patronalde bancos privados en la Argenti-na en ese entonces, que era elresultado de la fusión durante losaños 90 de dos entidades, laAsociación de Bancos Argentinos-ADEBA- y la Asociación deBancos de la República Argentina-ABRA-, que antes de esa décadarepresentaban a los bancos decapital local y a los bancos decapital extranjero respectivamentey se habían fundido en una solainstitución por el avance de lainternacionalización financiera.

“Llegamos al fin de una década muyimportante para Argentina, y la últi-ma de este milenio. Cuando unoanaliza el desempeño económico denuestro país durante este período,es ineludible la comparación conotras décadas anteriores, y esentonces cuando surge claramenteel contraste: mientras que en ladécada del ‘90 tuvimos un creci-miento promedio del 6,5% anual, enlas décadas precedentes el produc-to bruto apenas creció en algúncaso, y en otros cayó. Cabe pregun-tarse entonces, acerca de las cau-sas que explican esta abismal dife-rencia de comportamiento, en el últi-

5 E. Basualdo, Concentración y centralización del capital en la Argentina durante ladécada del noventa, UNQ-FLACSO, Argentina, 2000, pp. 12-13.

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mo medio siglo. Así, se llega a laconclusión que el motivo central delretroceso económico que vivimosdurante largos períodos, obedece aque seguimos un modelo de desa-rrollo que se puede calificar deautárquico, de crecimiento haciaadentro, olvidándonos del mundo.Cierto es que la gran crisis mundialdel ‘30 hizo que el país comenzara atransitar por este camino, que luegose convirtió en una filosofía quedefendía este nuevo enfoque delcrecimiento […] Pero este nuevocamino de crecimiento […] mostrósus limitaciones, porque el desarro-llo hacia adentro, basado en la sus-titución de importaciones impulsadapor un fuerte proteccionismo, implicauna ineficiente asignación de losrecursos, y por lo tanto, una bajaproductividad media de la economía.[…] A la insuficiencia de este mode-lo, se agregó en nuestro país unafuerte presencia del Estado, tanto enel rol empresario, como en el deregulador de los mercados. La crisisdel modelo autárquico fue llevando arepensar otros caminos de creci-miento. Comenzaron en los iniciosde la década del ‘60 los intentos deaumentar el comercio entre los paí-ses de nuestra región, a través de laconstitución de una zona de librecomercio, la que no brindaba mayo-res posibilidades, por las escasaslimitaciones de este modelo de a-cuerdo regional. Mientras tanto, ladicotomía entre expectativas denivel de vida, y las posibilidades rea-les que brindaba la economía, se ibaagrandando. La explosión de estaantinomia comenzó con el “Rodri-gazo”, a mediados de la década del‘70, y terminó con las dos hiperinfla-ciones que vivió el país a fines de los‘80, y comienzos de los ‘90. Esto sig-

nificó para los argentinos una fuerteconmoción que permitió al paísresurgir, como el ave fénix, de suscenizas. Se inició así un procesoprofundo de transformación estruc-tural, que pasó centralmente por laley de convertibilidad, que devolvióla confianza de la sociedad en supropia moneda, y permitió una esta-bilización que hoy ubica a laArgentina como el país de más bajainflación en el mundo. Se eliminó,además, el inmenso Estado empre-sario que teníamos, fuente decorrupción e ineficiencia. Además,se abrió la economía, y se introdujola competencia en diversos sectoresproductivos. Lo que se logró en ladécada del ‘90 fue enorme, pero sinninguna duda, todavía queda unbuen camino por recorrer para con-solidar este nuevo modelo de creci-miento, que por contraste con elmodelo histórico de desarrollo autár-quico, podemos denominar modelode crecimiento con integración almundo. […] [S]i deseamos que ladécada que está próxima a iniciarsesea tan exitosa como la que está ter-minando, debemos avanzar decidi-damente en las reformas estructura-les pendientes. En este orden decosas, un punto central es el déficitfiscal -nacional y provincial- aquídebemos proponernos alcanzar lomás rápidamente posible el equili-brio de las cuentas públicas, lo queindudablemente provocaría un des-censo en la tasa de riesgo país,favoreciendo la inversión, el creci-miento y el empleo. Otro aspecto aconsiderar, de honda incidenciasocial, es encarar seriamente la des-regulación laboral, ya que un mode-lo de economía abierta, no resultacompatible con rigideces, ni en elcampo laboral, ni en cualquier otro

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ámbito de la economía, ya que impi-de una rápida reasignación de losrecursos, frente a las cambiantescondiciones de la economía mun-dial. Es esta reasignación la quepermite absorber shocks externos,sin recesión ni desocupación.” “Pa-labras del Lic. Eduardo Escasany enla apertura de la reunión anual”,1999, en www.aba-argentina.com. “Respecto del discurso pronunciadoen la Asamblea Legislativa, el doctorFernando de la Rúa hizo un diag-nóstico acertado de la difícil situa-ción fiscal que atraviesa el país y lanecesidad de corregirla a la breve-dad. Ello es auspicioso para el futu-ro, dado que reafirma la necesidadde reducir rápidamente la tasa deriesgo país, como paso fundamentalpara retomar la senda de crecimien-to sostenido. [...] Merece destacarsetambién la posición que se tiene res-pecto de la globalización y la posibi-lidad de aprovechar sus ventajas, nosin descuidar nuestra posición frentea actitudes que afectan al libre co-mercio.” Eduardo Escasany, presi-dente ABA y Banco Galicia. “Un diagnóstico acertado” Link per-manente: http://www.lanacion.com.ar/164629 , 12/12/1999 6

“El país enfrenta una difícil situación[…] Frente a estas dificultades, pare-cen presentarse en la sociedad dosopciones para enfrentarlas y supe-rarlas: 1) Los que aspiran a una polí-tica de manos libres en materia cam-biaria y fiscal, lo que implica en elcaso de nuestro país, dada sus his-toria de las últimas décadas, un rápi-

do retorno a la hiperinflación. Estareceta viene acompañada de prácti-cas proteccionistas e intervencionis-tas. Existe otra actitud ante la crisis:2) Consolidar, con prudencia y firme-za, la integración del país en la eco-nomía mundial. Hemos avanzadopor este camino en la década del 90’[…] A nuestro juicio, hoy se imponecontinuar por este último sendero[…] avanzando en las reformas es-tructurales, que nos permitan com-petir en la economía mundial.”Eduardo Escasany, presidente ABAy Banco Galicia. “Palabras del presidente de ABA Lic.Eduardo Escasany en la apertura dela reunión anual 2000”, p.1. enwww.aba-argentina.com.

Como puede observarse en es-tos dichos de Escasany, a pesarde los avances en materia deinternacionalización, desregula-ción y ajuste fiscal reconocidospor él mismo, se sigue pidiendoaun más y en la misma direcciónpara solucionar los problemaseconómicos del modelo. Ahora,para completar los dichos deEscasany presentamos manifes-taciones realizadas por otros dosrepresentantes de la clase domi-nante, en este caso Vincenzo Ba-rello, presidente de Fiat Argentinay Ernesto Gaba, economista jefedel Banco BBV- Francés.

“¿Qué es lo que más le conviene ala Argentina? La internacionaliza-ción, que parte del Mercosur e inte-

6 Para mantener el rigor científico y garantizar la confiabilidad de los datos construidos,todos los registros provenientes de los periódicos que hemos utilizado en nuestrainvestigación contienen únicamente declaraciones hechas directamente por los repre-sentantes de la elite económica y en ningún caso recurrimos a los comentarios o aná-lisis de los mismos periodistas con respecto a lo que los primeros sostenían.

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gra a las Américas y a la UniónEuropea.” Enrique Ruete Aguirre,presidente Banco HSBC.“Es más eficiente bajar gastos quesubir impuestos”, Clarín, Suple-mento Económico, Claudia Boragni,05/12/1999. “¿La globalización benefició o perju-dicó a la industria argentina? -Laglobalización debe ser entendidacomo una extraordinaria oportuni-dad para entrar en este proceso derelanzamiento de la economíaindustrial. Puede ser que algún sec-tor no se haya favorecido, pero estono significa que a mediano o largoplazo no pueda incorporarse definiti-vamente al sistema para reestructu-rarse y ser competitivo.” VincezoBarello, presidente Fiat. “Sin reformas de segunda genera-ción, la Argentina no es competitiva”Link corto: http://www.lanacion.com.ar/164625, 12/12/1999.

Aquí abajo incluimos un “análi-sis” de Rosendo Fraga correspon-diente al apartado “Panoramapolítico” de la publicación mensualCarta económica del EstudioBroda y Asociados. El estudio deMario Broda fue uno de los refe-rentes intelectuales (“think-tanks”)a nivel económico (“gurúes” en ellenguaje antiliterario del mundo delas finanzas) de las tendenciaseconómicamente más liberales yortodoxas de la elite económicacriolla en la década de los ‘90. Porsu parte, Rosendo Fraga tambiénes un analista consultor de refe-rencia de esas mismas tenden-cias en un plano más político-social.

“La llegada de Duhalde al poder im-plica ante todo una vuelta al modelopopulista y el fin de la Convertibili-dad. En los 12 años y medio quegobernaron Menem (1989-1999) yde la Rúa (1999-2001), la Argentinaadoptó un modelo de libre empresay apertura, que el nuevo gobierno hadecidido cambiar […] Para el nuevopresidente y la base política que loapoya, el fin del régimen de conver-tibilidad implica también el cambiode modelo económico […] En con-clusión, la llegada de Duhalde alpoder implica el retorno al modelopopulista que dominó la Argentinahasta el arribo de Menem al poder.”R. Fraga, “Panorama Político” enCarta Económica, febrero de 2002,p. 1.

Para continuar la descripción delos principios que guían estaorientación ideológica presenta-mos unos dichos realizados en2002 por Jorge Ávila, hombre cer-cano a Menem y perteneciente alCentro de Estudios Macroeconó-micos de Argentina -CEMA-, otrode los centros de pensamientosmás influyentes de los años 90,quién propuso como método parasolucionar la crisis extranjerizarlas reservas del Estado Nacional,creando una banca off-shoreadministrada por técnicos extran-jeros, en cuyas decisiones nadatendrían que ver ni el Estadoargentino, ni el pueblo argentino:

“Según Jorge Ávila, un referenteeconómico de Menem, el próximogobierno deberá partir del siguientediagnostico: Argentina se ha queda-do sin instituciones económicas fun-damentales, en el campo monetario,

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en el crediticio, en el del créditointernacional y de las finanzas publi-cas […] La manera de bajar drásti-camente el riesgo país consisteen recrear aquellas institucionesfundamentales. ‘Pero los paísestardan hasta siglos en crear estasinstituciones de buena calidad, poreso yo propongo importarlas […]Esto implica dolarizar, abrir unabanca off shore, entrar en elNAFTA y descentralizar la cobran-za impositiva en las provincias demodo que estas se autofinan-cien.” “Reportaje a Jorge Ávila”, enPrensa Económica, N° 255, octu-bre 2002, p. 28

Tales medidas pueden parecerextravagantes (consideradas des-de el presente), sin embargo no loera menos el sueño de unaConvertibilidad indefinida. Comorecién remarcáramos, probable-mente tales excesivas pretensio-nes y ese desprecio por la políticase asienten en la desigualdad enla relación de fuerzas entre lasclases que se había iniciado conla dictadura de 1976, y que luegose había confirmado con la salidade la hiperinflación de 1989, en elmarco de la hegemonía mundialdel neoliberalismo tras la caídadel bloque soviético. Pero esa erauna situación que a fines de los‘90 había empezado a cambiar. Elhermetismo ideológico y casisurrealista de los intelectualesorgánicos del tipo de Ávila, sedemuestra en esta clase de posi-ciones, que podemos completarcon el epígrafe con el que Ávilaencabeza su blog personal:

“La Argentina es el problema; elmundo es la solución; el ALCA es lapuerta al mundo.” www.jorgeavilao-pina.com

De un modo muy general, en unplano económico, se puede decirque estas posiciones se inclinana favor de la profundización de laslíneas centrales del modelo eco-nómico en extremo internacionali-zado y asentado principalmenteen la valorización financiera, cuyoeje es la Convertibilidad. Estasideas representan una historiadentro de un sector muy importan-te de la clase dominante criolla yaque continúan una línea tradicio-nal de liberalismo económico,pero con la diferencia de que enlos últimos años del siglo XX, lamisma fue llevada a extremos iné-ditos en cuanto a su asentamientoen la valorización financiera, lacual exigía un liberalismo econó-mico radical, “de manual”, podríadecirse, al borde de lo posible,una especie de utopía neoclásica.Por otra parte, en un nivel másideológico, veamos cómo la sumade estas pretensiones constituyeun especie de deseo del soñadoretorno al lugar en el corazón deoccidente, de la civilización euro-pea, que el modelo agroexporta-dor de principios del siglo XXhabía ofrecido a la clase dominan-te criolla, existiendo una suerte dehomologación entre la integraciónperfecta en el mercado mundial yla inclusión perfecta en el corazónde la civilización occidental:

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“[L]a cuestión de fondo que reve-la la crisis […] es el fin del pro-yecto argentino de construir unpedazo de Europa en esta partedel continente.”“El 3 de febrero, se conmemoró elsesquicentenario de la batalla deCaseros, que fue el hecho que per-mitió la organización institucional dela Argentina. Al año siguiente, sesancionaba la Constitución Nacionalde 1853, que plasmó el proyecto depaís que alentó a la Argentina du-rante el último siglo y medio: cons-truir en esta parte de América Latinaun pedazo de Europa, como losEstados Unidos lo habían logradoen el norte del continente […] [L]aArgentina, el pequeño país que en1810 era algo así como el 2% de laeconomía de América latina, en1910 era la mitad del PBI del sub-continente, la décima economía delmundo, el séptimo país por su volu-men de exportaciones, representabael 7% del comercio mundial y teníaun nivel educativo más alto que lamayoría de los países de Europa.Hoy la Argentina es sólo el 10 % delPBI de América Latina, significa ape-nas el 0,4% del comercio mundial yes menos del 1% del PBI mundial.”“Ya no podemos ser Europa comolo fuimos y creíamos que éramos.No tenemos masa crítica para serBrasil o México. Podemos serVenezuela o Colombia, si no logra-mos restablecer el orden y el equili-brio social, pero también podemosser Chile o Uruguay.” Carta Eco-nómica, Editorial, Contexto Polí-tico, Comentarios del Dr. RosendoFraga”, marzo 2002, pp.14-16. (Lanegrita es nuestra)

3. El precedente históricoinmediato del ideario defin de siglo de la clasedominante

Hemos señalado cómo las posi-ciones ideológico-económicasque hemos analizado son las quesostienen la hegemonía de la últi-ma década del siglo XX, las mis-mas que dieron cierta unidad ide-ológica a la conducción de la eliteeconómica durante el período1989-2001, y similares a aquellasque a lo largo de la historia repre-sentaron a las fracciones máseconómicamente liberales de laelite económica criolla. Las mis-mas se inscriben en la tradicióndel ideario de la oligarquía queimpuso su hegemonía durante elmodelo agroexportador entre1880 y 1940 aproximadamente, yque bajo la influencia principal-mente británica promovió la teoríade la división internacional de tra-bajo, según la cual cada paísdebía desarrollar solamente aque-llas ramas de la producción en lasque tuviera ventajas comparati-vas. Finalizado el modelo agro-exportador, estas ideas tuvieroncontinuación en la oligarquía agrí-colaganadera y en los sectoresindustriales más liberales dedica-dos al mercado externo y al con-sumo interno suntuario, que dis-putaron permanentemente lahegemonía a los sectores indus-triales más dedicados al consumointerno masivo e intermitentemen-te aliados a la clase trabajadoraentre 1940 y 1976 durante la

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vigencia plena del modelo de acu-mulación por sustitución de impor-taciones7. A partir del golpe deEstado de 1976, uno de los princi-pales promotores intelectuales delliberalismo económico, AlfredoMartínez de Hoz, estuvo a cargo,como ministro de Economía, delproceso de reformas económicasque llevó adelante esa dictadura.Esas reformas instauraron los pri-meros mecanismos de internacio-nalización financiera que durantelos años siguientes predominaronen la economía argentina. Pre-sentemos las fundamentacionespara esas transformaciones en laspalabras del mismo Martínez deHoz, lo cual nos permitirá obser-var, a la vez, la profundidad de loscambios buscados, la estrategiade largo plazo para realizarlos, yla correspondencia de las mismascon el “ideario” económico domi-nante durante la década de los ‘90que ya hemos analizado:

“El programa económico anunciadoel 2 de abril 1976 contenía un con-junto coherente de principios y medi-das que desarrollaban en esta árealas orientaciones establecidas porlas Fuerza Armadas en los‘Documentos Básicos’ del Procesode Reorganización Nacional, inicia-do cuando debieron hacerse cargodel gobierno a fines de marzo de eseaño… [E]l mismo estaba destinadono sólo a hacer frente a la crisis exis-tente en ese momento, sino a rever-tir toda una tendencia que, salvoperíodos de excepción, había predo-minado en el manejo de la economía

argentina desde la posguerra.Considerábamos que ella era la cau-sante de nuestro estancamiento yfalta de progreso relativo y que enella se encontraba el germen mismode la crisis. Para llevar a cabo esteobjetivo era necesario modificar lasestructuras de la economía argenti-na, tanto en el sector público comoen el privado. El cambio propuestoera muy profundo; no bastaba unsimple proceso de ordenamiento,sino que había que transformar nor-mas y marcos institucionales, admi-nistrativos y empresariales, políti-cas, métodos, hábitos y hasta lamisma mentalidad de los agenteseconómicos privados y públicos. Lapropuesta tenía como destinatariosa cada uno de los hombres y muje-res del país.”“[L]os cuarenta años de adopciónsistemática de esta filosofía crearonuna educación económica en lapoblación -funcionarios, empresa-rios, dirigentes gremiales, estudian-tes e inclusive las propias FuerzasArmadas que en 1976 se pronuncia-ron por su modificación-, que resultamuy difícil de erradicar. Los concep-tos de ‘sustitución de importaciones’,‘ahorro de divisas’, ‘fomento de lasindustrias de mayor valor agregado’,propios de la escuela mercantilistacomo criterio de industrializacióndejando de lado el parámetro funda-mental de la competitividad, seencuentran profundamente arraiga-dos y provocan posturas irracionalesque dificultan el proceso de moder-nización... Es un deber de lealtadseñalar que los empresarios argenti-nos, obligados a operar en un siste-ma generalmente más antiguo que

7 Cf. G. O’Donnell, “Estado y alianzas en la Argentina, 1956-1976”. DesarrolloEconómico, enero-marzo 1977.

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sus propias empresas, se encontra-ban en 1976 desalentados y agobia-dos por un esquema dentro del cual,para algunos era posible juntarcuantiosas fortunas, mientras queotros llegaron al extremo de tenerque sacrificar vida y patrimonio. Estasituación imponía la adopción deuna política de sinceramiento de laeconomía, a fin de eliminar las dis-torsiones y trabas estructurales cre-adas por el dirigismo estatal. El pro-grama económico anunciado el 2 deabril de 1976 pretendió introducirmodificaciones profundas en estamateria, abandonando la política deautarquía y de economía cerrada,que tan alto costo tuvo.” “Mas allá de las cifras frías de cadapresupuesto, la reducción del gastopúblico requiere persistir en tres cur-sos de acción: la racionalización delgasto corriente, la fijación de priori-dades y limitación global de inversio-nes del sector público y la privatiza-ción tanto de empresas como departes de ellas, así como de muchosservicios auxiliares y de obras públi-cas, insistiéndose también en el sis-tema de concesión por inversión pri-vada.”“[E]l programa económico del 2 deabril de 1976 dio lugar a que en loscinco años de su aplicación bajo elprimer gobierno del Proceso deReorganización Nacional, se lleva-ran a cabo transformaciones en laestructura misma de la economía yen la mentalidad de los habitantesde nuestro país, que por su profun-didad e importancia tendrán trascen-dencia en el futuro para que puedancumplirse los objetivos de marzo de

1976… Con independencia de unacuantificación de las metas alcanza-das, consideramos que ha sido degran importancia el cambio cualitati-vo que se ha logrado en el pensa-miento y la opinión de la ciudadanía.Es así que, con anterioridad a 1976,era común que se proclamara laestatización, la inflación y la econo-mía cerrada como método paraimpulsar el desarrollo del país.Después de cinco años de aplica-ción del programa económico y desu difusión, en la actualidad la opi-nión pública misma reclama coninsistencia el redimensionamientodel Estado y el cumplimiento delprincipio de su función subsisidaria,la privatización de funciones yempresas estatales, la reducción delgasto público y del déficit del presu-puesto, así como el aprovechamien-to de las ventajas que brinda la aper-tura de la economía.” 8

Como se puede observar, losobjetivos hegemónicos de largoplazo de transformación “en laestructura misma de la economíay en la mentalidad de los habitan-tes” señalados por Martínez deHoz se cumplieron de sobra a par-tir de 1989, ya que fue esa mismatradición de liberalismo económi-co personificada aquí en Martínezde Hoz, la que retornó triunfanteluego de la crisis de 1989 en la“mentalidad” de las “Doña Rosa”(como decía un reconocido perio-dista del “régimen”, BernardoNeustadt), aunque nunca antestan directamente centrada sobre

8 J. A. Martínez de Hoz, Bases para una Argentina moderna 1976-1980, J. A. Martínezde Hoz (editado por EG), Buenos Aires, 1981, pp. 236-237, 23, 29, 57, 241, 242, 66,70 y 71.

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la acumulación financiera como apartir de entonces9.

4. Otras ideas dentro de laclase dominante, el fin dela hegemonía radicalizada

Hasta aquí hemos dado cuentade las ideas dominantes dentro dela elite económica entre 1989 y2001, pero estas no son las úni-cas ideas existentes dentro deesta clase en ese período. Enefecto, una clase dominante noconstituye necesariamente un blo-que completamente homogéneode intereses y pensamiento, yesta no es la excepción. Puesbien, aunque normalmente actúa“comunitariamente” (en sentidoweberiano), esto no excluye con-flictos en su interior. Y la intensi-dad de esos conflictos es históri-camente variable. En el caso quetratamos, esos conflictos se mani-festaron intensamente hacia1999, muy poco tiempo antes de

que de la Rúa asumiera como pre-sidente, resquebrajando la hege-monía imperante. En efecto, lascontradicciones estructurales delmodelo de la Convertibilidad habí-an producido conflictos al interiorde la clase dominante. Dentro deesta elite económica, que durantecasi toda la década de los ‘90había constituido una “comunidadde negocios” asociándose en laparticipación en la privatizacionesde empresas estatales, se produ-jeron divisiones con respecto a lapertinencia de la continuidad delmodelo económico. Tanto es asíque desde unos meses antes dela asunción de de la Rúa, ya sehabían manifestado algunos desus más importantes representan-tes (como, por ejemplo, RobertoRocca10, propietario de Techint;Ignacio de Mendiguren11, presi-dente de la Unión IndustrialArgentina -UIA-; Alberto ÁlvarezGaiani12, vicepresidente de la UIA,etc.) con respecto a la necesidad

9 La especulación es una marca histórica de nuestro país, a fin de cuentas la mismaBuenos Aires era una aldea que sólo empieza a ganar importancia económica a par-tir de la comercialización y el contrabando y no en base a actividades industriosas:“Buenos Aires, fundada por segunda vez en 1580, se convierte rápidamente en unpuerto de trafico lícito e ilícito entre el Atlántico y el ‘camino de Potosí’ -el rosario dehumildes villas que se desgravaba desde las pampas hasta el corazón del altiplanoandino […] ese tráfico es el motor que impulsó el crecimiento de la humilde aldeadurante el siglo XVII y gran parte del XVIII.” J.C. Garavaglia, Pastores y labradores deBuenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense 1700-183”, De la Flor,Argentina, 1999, p.37

10 Cf. “El tipo de cambio fijo es un problema” Maximiliano Montenegro y David Cufré,Reportaje exclusivo a Roberto Rocca, http://www.pagina12.com.ar/1999/99-08/99-08-19/pag03.htm, 19/08/1999

11 Cf. “UIA no quiere reformas”, Clarín, 19/08/1998. 12 Cf. “Cuatro preguntas, cuatro voces”, Maximiliano Montenegro y David Cufré,

Página/12, 19/08/1999.

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de un cambio en el modelo, arries-gando una posible futura salida dela Convertibilidad. Las contradic-ciones estructurales se expresa-ban superestructuralmente, pro-duciendo divisiones dentro de laclase dominante y, a la vez, debi-litando la hegemonía radicalmen-te internacionalizadora hastaentonces imperante. Era el princi-pio del fin. Nacía una nueva hege-monía de otro signo, asentada enun nuevo “ideario” un “poquitokeynesiano”, más ligado a las tra-diciones un poco más “industria-listas” de la clase dominante crio-lla. En este sentido, veamos, enprimer lugar, unos dichos deIgnacio de Mendiguren, quien erapresidente de la UIA en elmomento de eclosión de la crisisde 2001 y hombre muy cercano aEduardo Duhalde, y de quien fueMinistro de la Producción cuandoéste asumió interinamente la pre-sidencia.

“Para la Unión Industrial Argentinaes claro que no es sólo un problemafiscal el origen de nuestros desequi-

librios económicos y tampoco es laprofundización del rumbo seguidoen los últimos años la manera desalir de la depresión actual. Muchodaño le siguen causando al país unaserie de gurues macroeconómicosque proponen permanentementerecetas de ajustes sobre el salario,mayor apertura comercial, incre-mento de impuestos, mayor flexibili-zación laboral y entregar nuestrosmercados en las negociacionesinternacionales. […] Argentinarequiere modificar orientaciones enla política económica.” Ignacio deMendiguren, presidente de la UIA.“José Ignacio de Mendiguren: rein-ventor de la alpargata” Texto: JorgePalomar, Link corto: http://www.lanacion.com.ar/212599, 05/08/2001

Y ahora, complementemos condeclaraciones realizadas en 2003por Luis Pagani, propietario delgrupo agroalimentario Arcor (unode los grupos económicos localesmás grandes)13, quien asumió en2002 la conducción de laAsociación Empresaria Argentina-AEA-14.

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13 Por otra parte, para dar mejor cuenta de la influencia de la familia Pagani, agregue-mos que Domingo Cavallo surgió de la Fundación Mediterránea, de la cual son losmecenas.

14 AEA es una asociación empresaria nueva, fundada en mayo de 2002, que reúne acasi todos los más grandes empresarios locales y algunos extranjeros igualmentegrandes, sin incluir a representantes de pequeñas y medianas empresas, como lohace la UIA. Esta es la composición empresaria de AEA por parte de los empresarioslocales: Pagani, Luís (Arcor); Rocca, Paolo (Techint); Magnetto, Héctor H. (Clarín);Bagó, Sebastián (Laboratorios Bagó); Fortabat Lacroze de, Amalia (Grupo Fortabat);Pescarmona, Enrique (IMPSA); Miguens, Carlos (Grupo Miguens); Roggio, Aldo(Grupo Roggio); Sacerdote, Manuel (Loma Negra); Acevedo, Miguel (AceiteraGeneral Deheza); Coto, Alfredo (Coto); Cartellone, José (José CartelloneConstrucciones Civiles); Elsztain, Eduardo (IRSA); Grobocopatel, Gustavo (LosGrobo Agropecuaria); etc. Y, por otra parte, algunos de los extranjeros son: Gomis

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“El empresario [Luis Pagani] obser-vó que ‘la sociedad no quiere volveratrás y que se reestaticen las empre-sas privatizadas, pero está a favorde que el Estado ayude a generarempleo’. Reconoció que él mismoconsidera que ‘hay que ser un pocokeynesiano’ y destacó que las obraspúblicas, planeadas por Kirchner,pueden absorber beneficiarios delplan Jefes y Jefas de Hogar desocu-pados. ‘Sería esa la intervención delEstado que yo vería con buenosojos’, opinó. “Sin tasas razonablesno habrá inversión”, La Nación, 29de septiembre de 2003.

Las contradicciones estructura-les se habían hecho manifiestassuperestructuralmente inclusodentro de sectores de tradicionespolíticas muy conservadoras y tra-diciones económicas muy libera-les, como es el caso de los gran-des propietarios terratenientesrepresentados en la SociedadRural Argentina (SRA), los cualeshabían apoyado fervorosamenteel modelo económico a lo largo detoda la década. Las siguientesmanifestaciones de dos presiden-tes de la SRA, criticando los bene-ficios de los que gozaron las otrasfracciones económicas de la clasedominante que fueron el principalsostén de la Convertibilidad, pue-den dar cuenta de esas tensiones:

“Pagamos las comunicaciones y lospeajes más caros del mundo; nues-tro gasoil, libre de impuestos es máscaro que en los países europeosimportadores del fluido.” Hugo Biol-cati, presidente SRA.

Link permanente: http://www.lana-cion.com.ar/197184, “Palermo: eldía en que el sector rural se pregun-tó quién era”, Félix Sammartino,05/08/2000. “Tenemos la sensación de transitarun modelo donde se privilegia alsector financiero por encima de losotros […] El país rural […] no quiereun sistema bancario que cobre lastasas más altas del mundo.” En-rique Crotto, presidente SRA.Anales de la Sociedad RuralArgentina, Suplemento de la revista“Anales”, Año 2002, “Conferencia deprensa de fin de año” (19/12/2001)pronunciada por Enrique Crotto, pre-sidente de la SRA, pp. 47-49.

Este nuevo ideario más modera-do sería una de las referenciassobre la base de las cuales sereorientó la política económica ala salida de la crisis que estalló en2001. De este ideario se sirvió unaparte de la clase dominante paraconstruir una hegemonía que lepermitió imponer, en medio deuna crisis económica, política ysocial formidable, una direccióneconómica para el cambio demodelo económico. En base aesta nueva hegemonía “un poqui-to keynesiana” se constituyeronlos gobiernos de Eduardo Du-halde, Néstor Kirchner y CristinaFernández, tras la caída definitivadel modelo de la convertibilidadallá por diciembre de 2001. Lahegemonía de la dirección econó-mica propugnada por los modera-dos sirvió de base -sólo de base-

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Sáez, Antonio (Repsol- YPF); Klima, Víktor (Volkswagen, Argentina); Bruchou, Juan(Citibank); etc. Extraído de: www.aeanet.net.

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para la resolución posterior yespecíficamente política de lascontradicciones estructuralesresultantes del modelo económicofinanciero de la década de los ‘90(con sus catastróficas consecuen-cias económico-sociales y a nivelde la multiplicación del endeuda-miento externo), que no podíanresolverse bajo la dirección eco-

nómica que propulsaban los sec-tores más radicalizados de laclase dominante. El ciclo iniciadoen 1976 se cerraba. Una nuevahegemonía, nuevas ideas, nuevasposiciones económicas que direc-cionarían en otro sentido a la eco-nomía, se instalaban. Pero estaes otra historia; la, por lo menos,hasta ahora, historia presente.

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Acerca de las demandas y lasAcerca de las demandas y lasacciones gremiales de base acciones gremiales de base contra la precariedad laboralcontra la precariedad laboralRepaso de algunas experiencias*Repaso de algunas experiencias*

Trabajo

* La investigación que nutre este artículo fue desarrollada en el marco de un estudiomás amplio denominado “Nuevos actores sociales, demandas de derechos y espaciosde ciudadanía en la Argentina contemporánea”, llevado adelante en el Area deSociología de la Universidad Nacional de General Sarmiento entre los años 2006 y2009.

** (CONICET/UNGS) E-mail: [email protected]***(UNGS) E-mail: [email protected]

Este trabajo reflexiona acerca de rupturas y continuidades que pueden vislumbrarse en lossentidos, las demandas, y las acciones gremiales en torno de la problemática de la precariedadlaboral particularmente entre los trabajadores de base de la industria y los ligados con los nue-vos servicios de la economía. Ello se inscribe en un contexto de fragmentación y heterogenei-zación que ha venido afectando a la clase trabajadora en el marco de una crisis de sus organi-zaciones de representación sindical. Se busca de este modo advertir sobre la reconfiguraciónde solidaridades laborales en el ámbito cotidiano de reproducción económica y en ese sentido,pensar los problemas, limitaciones y perspectivas que se le han presentado a la acción colec-tiva basista en la Argentina en los últimos años. En esta orientación se analizan demandas ysentidos de la acción en torno de la precariedad estimulados por comisiones internas de fábri-ca del sector manufacturero de la economía, especialmente del metalúrgico y el automotriz, asícomo también se reflexiona sobre la experiencia de la Coordinadora de TrabajadoresPrecarizados que nucleó a trabajadores de los nuevos servicios de la economía. Dicho análisispermite concluir sobre la relevancia y perspectiva que adquiriere el lugar de trabajo para la defi-nición y coordinación de demandas en torno de la precariedad laboral. Ello se vincula fuerte-mente, en el caso de los trabajadores industriales, con la difusión de modalidades contractua-les divergentes en el espacio productivo, mientras que en el caso de los trabajadores precari-zados de los servicios, se relaciona con la motivación de configurar una identidad y perte-nencia en torno de la figura del trabajador con derechos laborales reconocidos.

Gabr i e la Wyczykie r **Mariana Barat t in i***

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Introducción

Los estudios sobre prácticas sin-dicales han retornado en los últi-mos años en diversos ámbitos dediscusión académica y política,junto con, y de la mano de, elresurgimiento de un conjunto deacciones y demandas de organi-zaciones sindicales y grupos detrabajadores de base en el nuevomilenio. En efecto, y en contrapo-sición respecto de la disminuciónde los conflictos laborales en elámbito de trabajo y en el escena-rio público en los años ‘90, larecomposición de la actividadeconómica luego de la crisissocial, política y económica de2001 favoreció la reemergenciade disputas en torno de las rela-ciones de trabajo, especialmentedesde 2004 en adelante, referidasprincipalmente al reclamo pormejoras salariales.

De este modo, en la Argentinaposconvertibilidad, hemos asistidoal incremento sustantivo de losniveles de conflictividad laboral ya una revitalización de la negocia-ción colectiva, en conjunción conel mejoramiento de algunos indi-cadores laborales clave, como eldesempleo. Sin embargo, estosprocesos se han producido para-lelamente a la continuidad de unatendencia presente en el mercadode empleo local e internacionalrespecto de la persistencia del tra-bajo no registrado, que ha llegado

a representar, conforme con lasestadísticas y los informes técni-cos, a casi un 40% de la PEA.Estos indicadores se encuentrande todas formas amenazados porla irrupción de la crisis económico-financiera internacional iniciada amediados de 2008, cuyas conse-cuencias sobre la economía localhan resentido los volúmenes deempleo en algunos sectores deactividad en particular. Junto conello, se instaló la amenaza deldesempleo y la agudización de laincertidumbre laboral en ampliosgrupos laborales, generando nue-vamente un reposicionamiento delos actores sindicales.

En este contexto, nuestras inda-gaciones se han vinculado con elestudio acerca de las demandas ylas acciones gremiales en tornode la problemática de la precarie-dad laboral, particularmente entrelos trabajadores de base de laindustria y los ligados a los nue-vos servicios de la economía.Para ello, una pregunta centralque estimuló nuestra preocupa-ción refiere a cómo pensar lasdemandas y las acciones sindica-les de base considerando tanto elproceso de fragmentación y hete-rogeneización que ha venido afec-tando a la clase trabajadora comola crisis de sus organizaciones derepresentación sindical1.

Esta pregunta reconoce unimportante estímulo en aquellos

1 Entendemos por “experiencias sindicales de base” a aquellas en las cuales grupos detrabajadores deciden emprender un proceso organizativo por reivindicaciones del sec-tor, actuando generalmente con independencia de las direcciones sindicales. Estas

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39Contra la precariedad laboral

análisis e inquietudes, como losde Robert Castel (2000), respectode cómo pensar la acción colecti-va de los trabajadores, cuando eldesempleo y la precariedad labo-ral han acentuado en el seno de laclase obrera un conjunto de desi-gualdades inter e intra categoria-les que profundizan las dificulta-des en torno de la construcción deidentidades colectivas. En suma,el planteo refleja la preocupaciónpor pensar cómo se articulan yrearticulan solidaridades de clasecuando la diversificación de situa-ciones contractuales y de condi-ciones de trabajo han afectado alos colectivos laborales desde losaños ‘70 en adelante.

En esta dirección -como sostieneCohen (1998) en la era de la ter-cera revolución industrial, quecorresponde para el autor con laera de la revolución informáticaque trasciende la etapa fordista deproducción y consumo- se modifi-ca profundamente la organizacióndel trabajo que incide en el tipo decohesión social que de ella resul-tará. De este modo, en una épocaen la cual la informática permiteque la producción combine proce-sos de fabricación en forma pro-gresivamente más descentraliza-da y flexible, se genera imperiosa-mente un proceso de segmenta-ción de los mercados, los produc-

tos y las personas, incentivandocomo correlato la acentuación delas desigualdades intergrupales.

En este escenario, y comoabona Harvey (2004) a nuestrasreflexiones anteriores, asistimos aun proceso de transición en elrégimen de acumulación y sucorrespondiente modo de regula-ción social y política, notándoseun pasaje a un sistema que apelaa la flexibilidad de los procesos detrabajo, que ha tenido significati-vos efectos sobre las modalida-des de vinculación de los indivi-duos con el empleo y el mercadolaboral (informalidad, precariedad,subempleo, desempleo) y sobresus modalidades de organización.

Estos procesos han afectado enuna variedad de situaciones la for-taleza de las organizaciones sindi-cales tradicionales, herederas deestrategias defensivas y reivindi-cativas de recursos materiales,simbólicos y culturales propios dela era de acumulación fordista, asícomo han afectado también allugar de trabajo como espacio pri-vilegiado para la configuración deidentidades sociales y de accióncolectiva. En esta dirección, en losúltimos años han enriquecido eldebate diferentes perspectivasque analizan la crisis del paradig-ma productivo que caracterizó alos llamados Estados de Bienes-

experiencias pueden surgir del marco institucional de la estructura sindical o al mar-gen de ella. En el caso de las experiencias que se reproducen por fuera de la estruc-tura sindical tradicional, y del lugar de trabajo, aquellos que decidieron emprender unproceso organizativo irían adecuándose a las reglas de juego del mundo sindical,experimentándose en dicho proceso un acercamiento al modelo sindical tradicional,más allá de la posición que ostentaban esos trabajadores en los orígenes.

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tar, pensando en su impacto(leído en términos de crisis y/oagotamiento) en las institucionesreguladoras de las relacioneslaborales que los caracterizaron.Entre ellas, una de las perspecti-vas que representan una referen-cia para este tipo de análisis es lateoría de la regulación, que pusoel acento tanto en el diagnósticode la crisis de productividad en elnivel del proceso de trabajo(según dicha teoría por la exis-tencia de relaciones laborales rígi-das), como en un nivel macrosocial, destacando la ineficacia delas instituciones clásicas del siste-ma de relaciones industriales(negociación colectiva, seguridadsocial, neocorporativismo) (Boyer1989; Lipietz 1985). Sin embargo,ciertos procesos actuales noshablan del resurgimiento del actorsindical tradicional, favoreciendoello un cuestionamiento a estamirada crítica sobre las clásicasinstituciones reguladoras de lasrelaciones salariales.

Habida cuenta de estos señala-mientos, nos proponemos anali-zar algunas situaciones que tradu-cen un conjunto de respuestascolectivas a una problemática quetiende a reproducir condicionesindividuales de tránsito por el

mundo del trabajo, como lodemuestran las relaciones labora-les precarias. Así, nuestra miradase orientó a intentar consignar ycomprender qué modalidades yformas habían adquirido lasdemandas y acciones de trabaja-dores de base para afrontar estaproblemática, intentando caracte-rizar de qué manera era posibleadvertir la reconfiguración de soli-daridades laborales en el ámbitocotidiano de reproducción econó-mica y en ese sentido, pensar losproblemas, limitaciones y pers-pectivas que se le ha presentadoa la acción colectiva basista en laArgentina en el milenio actual,particularmente desde el año2001 en adelante. Dicho períodose caracteriza, como advertimosanteriormente, por la transforma-ción de algunas dimensiones eco-nómicas, políticas y sociales claveque caracterizaron al modelo neo-liberal de las décadas anteriores.Entre estas dimensiones aludimosal crecimiento de la economíatanto en el sector servicios comoen la industria, crecimiento quecomenzó a revertir, en este últimocaso, el proceso de desindustriali-zación notado desde los años ‘70hasta principios de 20002. Se des-taca concomitantemente el conse-

2 La evolución del sector industrial en el período de la posconvertibilidad muestra sureactivación económica entre los años 2001 y 2007, dando lugar a un proceso de rein-dustrialización si bien acotado tanto cualitativa como cuantitativamente, mientras taldesempeño productivo impactó positivamente en la creación de puestos de trabajo,ocupando en 2007 el 36,3% más de trabajadores que en el año 2002 (Azpiazu ySchorr, 2010). En relación con los servicios, en el período 2003-2007, tuvieron un cre-cimiento relativamente menor pero en términos de empleo determinados sectores,como los de comercio y reparaciones y transporte, almacenamiento y comunicacio-

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41Contra la precariedad laboral

cuente aumento del empleo y des-censo del desempleo3, la transfor-mación del rol del Estado en suintervención en las relacionesentre trabajo y capital a través delreimpulso de la negociacióncolectiva y la resignificación de losconflictos laborales de caráctersindical especialmente a partir delaño 2004, en contraposición conlos conflictos sociales que carac-terizaron la década de los años‘90.

En vistas de ello, concentrare-mos nuestra atención en aquellassituaciones en las cuales fue posi-ble observar el desarrollo dedemandas y acciones desde ellugar de trabajo, rearticulandosolidaridades entre trabajadoresestables y precarios; así comotambién, caracterizaremos laacción gremial de trabajadores encondiciones de contratación pre-caria que han debido rearticularsu solidaridad por fuera del lugarde trabajo con el objeto de modifi-

car sus condiciones laborales. Para el primer caso, presentare-

mos información sobre demandasy acciones en torno de la preca-riedad estimuladas por comisio-nes internas de fábrica del sectormanufacturero de la economía,especialmente del metalúrgico yel automotriz. Para el segundocaso, reflexionaremos sobre laexperiencia de la Coordinadora deTrabajadores Precarizados (CTP)que nucleó a trabajadores preca-rios de los nuevos servicios de laeconomía durante los dos años enlos cuales perduró la conforma-ción de este espacio. El trabajo decampo que nutre este estudio sedesarrolló entre el año 2007 y el2009, a través de una estrategiacualitativa de investigación social,aplicando la técnica de las entre-vistas en profundidad a delega-dos, militantes y trabajadores debase y la participación activa enrepertorios de acción e instanciasasamblearias4.

nes, se destacaron por crear puestos de trabajo a un ritmo mayor. A partir de 2005,los servicios mostraron un crecimiento mayor, destacándose al interior de estos últi-mos los sectores hoteles y restaurantes y servicios financieros, de alquiler y empre-sariales, con crecimientos respectivos de 64% y 49% entre los primeros trimestres de2003 y 2007 (Cenda, 2007).

3 Para el segundo trimestre de 2003 la tasa de desocupación era del 17,8% , descen-diendo al 12,1% en igual período en 2005, y del 7,9 en 2010 (Fuente: Indec)

4 Los tres casos abordados en la industria corresponden a los colectivos de trabajo delas plantas Tenaris-Siat, Siderar y Dana-Spicer ubicadas en las localidades deAvellaneda, Morón y Grand Bourg de la provincia de Buenos Aires, respectivamente.Es importante destacar que la elección de los casos no obedeció de ningún modo auna lógica metodológica que procurara algún tipo de representación respecto de unfenómeno más amplio, sino que, por lo contrario, hemos llegado a estos casos por elinterés que posee para el estudio analizar acciones gremiales respecto de la preca-riedad laboral en el sector de la industria que se hubieran producido fundamental-mente desde el año 2001 en adelante, considerando que este tipo de situaciones nose han producido mayormente en este sector de la economía.

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Es importante destacar que en elcaso de los trabajadores industria-les las demandas y acciones delos colectivos laborales en tornode la precariedad se ligaron espe-cialmente con las contratacioneseventuales, a tiempo determina-do, y a la situación de los trabaja-dores tercerizados5. Estas deman-das y acciones, generalmente,emergieron en virtud de la obser-vación de condiciones de trabajodesiguales que introducían signifi-cativas disparidades materiales,culturales y simbólicas de transitarel espacio productivo entre traba-jadores con diferente inscripciónocupacional. En cuanto a la CTP,las demandas y acciones seestructuraron en torno del recono-cimiento de la relación de depen-dencia de esas formas de contra-tación inestables y transitorias. Deallí que el pedido de registración(según los actores “el blanqueo”),haya sido una de las primerasdemandas que abrían la puerta amuchas otras (como el derecho ala sindicalización). Sobre estasdemandas y acciones avanzare-mos en los próximos párrafos.

Hacia una definición normativa de la precariedad laboral

La precariedad laboral, comobien advierte la bibliografía, no esun proceso novedoso en las rela-ciones salariales capitalistas, másaún en los países subdesarrolla-dos y económicamente depen-dientes. Sin embargo, la amplia-ción de los derechos sociales ylaborales a lo largo del siglo XXfavorecieron su significativareducción, si bien con disparida-des nacionales y regionales.

Resultó así que desde los años‘70 en adelante la problemáticadel empleo precario comenzó aadquirir mayor vitalidad en laseconomías occidentales, retor-nando a la agenda política y dediscusión académica para desig-nar aquellas ocupaciones y rela-ciones de trabajo consideradas“atípicas”. Como bien destacaRodgers (1992) se aprecia unatendencia a contemplar el trabajoregular estable asalariado comoseguro, y a considerar otras for-

5 En la ley de Contrato de Trabajo se considera que “media contrato de trabajo even-tual cuando la actividad del trabajador se ejerce bajo la dependencia de un emplea-dor para la satisfacción de resultados concretos tenidos en vista por éste, en relacióna servicios extraordinarios determinados de antemano, o exigencias extraordinarias ytransitorias de la empresa, explotación o establecimiento, toda vez que no pueda pre-verse un plazo cierto para la finalización del contrato. Se entenderá además quemedia tal tipo de relación cuando el vínculo comienza y termina con la realización dela obra, la ejecución del acto o la prestación del servicio para el que fue contratado eltrabajador” (Art. 99,-según ley 24.013; 2009) El trabajo de temporada se desarrolla“cuando la relación entre las partes, originada por actividades propias del giro normalde la empresa o explotación, se cumple en determinadas épocas del año solamentey está sujeta a repetirse en cada ciclo en razón de la naturaleza de la actividad” (Art.96,-según ley 24.012; 2009)

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mas de trabajo como precarias entanto las mismas se desvían de lanorma. Sin embargo, existenvarias formas dentro de la preca-riedad. Así, se aprecia una multi-plicidad de elementos involucra-dos para definirla, implicandoellos la inestabilidad, la falta deprotección, la inseguridad, y lavulnerabilidad social y económica.Aquello que identifica entonces ala precariedad es una combina-ción de estos factores “y los lími-tes del concepto son, inevitable-mente, arbitrarios hasta ciertopunto” (Rodgers, 1992, pág.19)Estos elementos suponen ciertaambigüedad al momento deobservar los trabajos precarios,así como resulta significativamen-te variable la forma que en estostrabajos “atípicos” resultan preca-rios.

En esta dirección, Feldman yGalín (1990) destacan la dificultadde trabajar con una conceptuali-zación delimitada por residuo, alser definidas como precarias lasocupaciones que no son “típicas”,quedando así registradas comoformas “atípicas” el empleo clan-destino (empleo no registrado); elempleo a tiempo parcial; elempleo temporario; el empleoasalariado fraudulento. Comomanifiestan los autores, varias deestas formas de empleo precariose superponen parcialmente, esti-mando en 1990, para el caso delGran Buenos Aires, que el 40%del empleo asalariado ya era pre-cario. Ello fue el producto de cier-tas transformaciones clave en la

estructura productiva: por un lado,ocurrió como consecuencia de ladesconcentración del empleo, alincrementarse el peso relativo dela ocupación en establecimientosde pequeño tamaño, y en lapequeña producción; por otraparte, fue el producto conjunto dela terciarización del empleo y, par-ticularmente, de la expansión delas actividades de servicios perso-nales.

Así, externalización productiva,terciarización y subcontrataciónde actividades y servicios porparte de las empresas, confluye-ron desde los años ‘70, no sólo enla Argentina sino en gran parte delas economías occidentales, en elincremento de las formas deempleo denominadas “atípicas”,colocando a la precariedad laboralcomo una experiencia y un hori-zonte en las relaciones salarialesactuales para una significativaproporción de la fuerza de trabajo.

Con la ambición de aportar cifrassobre este proceso en laArgentina, Salvia, Stefani yComas (2007) elaboraron unacategoría que designa y combinadentro de la denominación deempleos precarios, a los empleosindependientes sin aportes a laseguridad social, o trabajadoresen relación de dependencia enpuestos inestables o sin benefi-cios sociales, pero con ingresosen su ocupación principal superio-res a la canasta familiar de indi-gencia (distinguiéndolos así de losempleos estables y los empleos

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marginales). Los autores conclu-yen que entre las mediciones delsegundo semestre de 2003 ysegundo semestre de 2006, con-forme a los registros de la Encues-ta Permanente de Hogares (EPH), seobservaba un incremento del 31%en el empleo del sector privadoformal, conformado en su mayoríapor puestos de trabajo estable(793 mil puestos), aunque advir-tiendo sobre un incrementoimportante en los empleos preca-rios (275 mil puestos)6.

En términos generales, de todasmaneras, la precariedad laboralha tendido a homologarse con lasestadísticas del empleo asalaria-do “no registrado”, o tambiéndesignado como “trabajo ennegro”. En esta dirección, lascifras continuaban traduciendouna presencia significativa del tra-bajo asalariado no registrado,cuya existencia se había magnifi-cado en los años 90 en nuestropaís, si bien se nota una tenden-cia de paulatino descenso de esteindicador. A partir de las cifras dela Encuesta Permanente deHogares -EPH- se advierte queen el primer trimestre del año2005, los trabajadores asalaria-dos no registrados representabanel 47,5%, mientras que en igualperíodo del año 2010 esta cifradescendió al 34,6% (InformeEstadístico del Taller de EstudiosLaborales, junio 2010).

Junto a los elementos consigna-dos, la extensión de la flexibilidadcontractual a partir de la décadade los ‘90 en el marco de los cam-bios en la regulación de las rela-ciones de trabajo por parte delEstado, contribuyó a incrementarla precariedad laboral y a instalarnuevos parámetros de lo conside-rado típico y normal, especialmen-te entre las generaciones jóvenesque comenzaron a transitar porsus primeras experiencias de tra-bajo. Como analiza Perelman(2001), la reforma específica delrégimen de contratación se desa-rrolló en la Argentina en dos eta-pas, permitiendo la ampliación deluniverso de trabajadores quepudieran emplearse bajo estamodalidad. La primera etapa seinició con la sanción de la ley24.013 del año 1991, que estable-ció una serie de “modalidadespromovidas” de contratación,orientadas a ciertos grupos pobla-cionales, y como medidas defomento a la generación de pues-tos de trabajo en nuevas unidadesproductivas. En el año 1994aumentaron las presiones políti-cas para profundizar la flexibilidadcontractual. Con la sanción de laley 24.465 de 1995 se establecióque el contrato de trabajo fuera aprueba durante el lapso de 3meses, extensibles a 6, eximiendoal empleador de los costos labora-les no sociales7. La flexibilidad

6 Es importante destacar que esta forma de medición desdibuja la existencia de rela-ciones de dependencia, porque incluye a trabajadores independientes y una cierta arti-culación entre el sector formal e informal de la economía.

7 Mediante esta ley se introdujo conjuntamente la modalidad de contrato temporario

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contractual contribuyó de estemodo a incrementar la precarie-dad laboral, específicamente eltrabajo no registrado.

Esta tendencia continuó en losaños siguientes con la sanción dela ley de reforma laboral 25.013del año 1998, acuñando tanto loscontratos de aprendizaje y laspasantías como opciones degeneración de empleos precarios.Con la ley 25.250 del 2000 (la lla-mada ley Banelco) se apuntó a laextensión del período de prueba yla disminución de los costos labo-rales mediante eximiciones par-ciales de las contribuciones alSistema de Seguridad Social.Dicha tendencia encontró un lími-te con la sanción de la ley 25.877del año 2004, que se proponerevertir los procesos flexibilizado-res, derogando la ley anterior yotorgándole un marco protector ydeterminados derechos al trabaja-dor que hubiera sido contratadobajo la modalidad de período deprueba, el cual no puede serextendido por un período mayor alde los tres meses.

Al considerar estos enunciados,nos preguntamos entonces a tra-vés de qué formas, en un contex-to de transformaciones de las con-diciones estructurales del merca-do de empleo (descenso deldesempleo, aumento del empleo)y de los niveles de conflictividad

laboral, las condiciones de preca-riedad laboral comenzaron a serproblematizadas entre los traba-jadores organizados, y entreaquellos que buscaron organizar-se para lidiar con esta problemáti-ca, activando un conjunto dedemandas y prácticas socialescolectivas.

Como muestran las cifras sobreconflictividad laboral, en el casode los trabajadores industrialeslas principales demandas y accio-nes de protesta han estado liga-das con las reivindicaciones porsalario, siendo sustantivamentemenores las vinculadas con con-diciones de trabajo y contratación.

De todas maneras, nos interesaanalizar qué situaciones se hanmanifestado entre los trabajado-res de base en los lugares de tra-bajo, o con el lugar de trabajocomo referencia indiscutible, entorno de la precariedad laboral. Eneste sentido, nos preocupa enun-ciar cuáles son las condicionesque han permitido que ciertascuestiones sociales ligadas conlas modalidades de inserción ocu-pacional de los trabajadores y suscondiciones laborales, hubieransufrido un proceso de desnaturali-zación que pudo conllevar a laactivación de demandas y accio-nes conjuntas por parte de estoscolectivos, en la persecución deobjetivos que habían estado poco

como medida especial de fomento del empleo que podía ser utilizada por un lapso deentre 6 meses y 2 años. Esta modalidad estaba dirigida a los mayores de 40 años,mujeres en general, y ex combatientes de Malvinas. Los empleadores estaban eximi-dos del 50% de las contribuciones a la seguridad social, con excepción de la obrasocial (Perelman, 2001).

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presentes en las diputas laboraleshasta el presente milenio.

En este sentido, pensar la pro-blemática de las acciones sindica-les y la precariedad laboral nospermite colocar la mirada analíticano tanto sobre el proceso de des-colectivización e individualizaciónde las estrategias para enfrentarla pérdida de inscripciones labora-les sino que, por lo contrario, nosconduce a observar un escenariode estrategias y redefinición desolidaridades en torno de las con-diciones de trabajo, que se tradu-cen en demandas y accionescolectivas.

Los trabajadores de base yla precariedad laboral

Como advertimos en líneas ante-riores, la precariedad como fenó-meno sociológico supone la vincu-lación de los individuos con elmercado de empleo en condicio-nes contractuales que los distan-cian de aquellas modalidadesconsideradas típicas y normales,en función de la herencia que laetapa productiva denominada for-dista, y la extensión de los dere-chos laborales y sociales ligadoscon la misma, han instalado avan-zado el siglo XX en las economíasoccidentales.

Asimismo, la ampliación deestas modalidades contractualesen las últimas décadas no afectó atodos los grupos demográficospor igual, siendo las mujeres, losjóvenes, los colectivos migrato-

rios, entre otros, quienes afronta-ron mayoritariamente condicionesde trabajo ligadas con formas pre-carias de inserción ocupacional.Por otra parte, estas formas deintegración laboral atravesarondistintos sectores de la economía,ampliándose tanto en aquellas ac-tividades que usualmente repro-ducían mecanismos contractualesvinculados con la indeterminacióntemporal, la estabilidad y la homo-geneización de condiciones colec-tivas de trabajo en una mismaempresa -como es factible deobservar en el sector industrial dela economía- como así también,favoreciendo modalidades de vin-culación laboral en actividadesproductivas cuya lógica de repro-ducción ha estado ligada con lasnuevas tecnologías y a la difusiónde tareas eventuales en los llama-dos nuevos servicios -telemarke-ters, encuestas de mercado y opi-nión, servicios tecnológicos aempresas, entre otras-. Es en esteúltimo sector donde es factibleobservar con mayor fortaleza ladiversificación, incluso formativa yde calificaciones, de quienes sevinculan laboralmente con elmismo, coexistiendo trabajadorescon alto nivel de calificación, conotros de menores credencialeseducativas y formativas.

En esta dirección, la precariedadcomo fenómeno rebasa la nociónde trabajo “en negro”. Así, estetérmino denota normativamenteinserciones ocupacionales ilega-les mientras que, en el caso de laprecariedad, legalidad e ilegalidad

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se entrecruzan y confunden algu-nas de las veces, y se distancianen otras. Ello lo hemos analizadoa propósito de la difusión legislati-va de la flexibilidad contractual. Almismo tiempo, el carácter electivoo forzado de ocupaciones intermi-tentes y a tiempo determinadoadicionan otros elementos de con-sideración al pensar en esta pro-blemática. Así, se observa bajo lanoción de precariedad tanto lareproducción de trabajo esclavo yclandestino en talleres textiles,como también el caso de trabaja-dores jóvenes universitarios queaspiran durante su etapa de for-mación a la efectivización de tare-as intermitentes. Entre ambassituaciones, claro está, seencuentra todo un conjunto hete-rogéneo de prácticas y aspiracio-nes laborales que reflejan diver-sas formas de transitar la expe-riencia laboral.

Ahora bien, las consecuenciasde la precariedad sobre los gru-pos laborales afectados en esteproceso contienen un elementoen común: la inestabilidad de laocupación, la incertidumbre labo-ral, la desigualdad en las condicio-nes de trabajo e ingreso, y la difi-cultad para configurar relacionessolidarias y colectivas de trabajo.

Tradicionalmente, el lugar de tra-bajo ha sido observado en térmi-nos políticoideológicos y de prácti-ca organizativa, como el espacioprivilegiado para configurar identi-dades políticas y de clase. Laacción gremial se ha consolidado

y sustanciado históricamenteconteniendo al ámbito y el espaciode trabajo como un escenario designificativa relevancia. Así, lasocialización, transmisión deideas y mancomunión que es fac-tible concitar entre trabajadoresque comparten un mismo espacioproductivo y condiciones de traba-jo que los recrea como grupo queestablece relaciones antagónicascon el capital, han sido considera-dos en la literatura como base fun-damental para pensar la organiza-ción y acción reivindicativa y/odefensiva de los trabajadores.

En esta dirección, las comisio-nes internas de fábrica (CI) con-formadas por delegados elegidosdesde las bases, han constituidoórganos de representación colec-tiva de los trabajadores que actú-an como nexos entre el ámbitopropiamente fabril y las organiza-ciones sindicales más amplias.Históricamente, estos ámbitos derepresentación micropolíticos hanconformado espacios de fuerteresistencia y reclamo de los traba-jadores frente a las empresas, elEstado, y sus propios sindicatos.Otras tantas han sido señaladaspor los mismos trabajadores comoestructuras de disciplinamiento ycontrol de sus propias bases,atendiendo principalmente losintereses de las organizacionessindicales más amplias, y de lasempresas. En este sentido, sonespacios de representación yacción colectiva en disputa, peroque resultan fundamentales almomento de pensar cómo se

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redefinen las relaciones de coope-ración y de conflicto entre los tra-bajadores de base, y con ámbitosde representación colectiva extra-fabriles, y políticos. Y en esta di-rección, resulta para nosotrosapropiado reflexionar sobre estosámbitos cuando la diversificacióncontractual ha instalado en elseno de los espacios productivossituaciones diferentes de inser-ción colectiva y política.

Por otra parte, y asumiendo lareproducción de formas de contra-tación precarias en las últimasdécadas, es posible observar lageneración de espacios de articu-lación política y gremial que acon-tecen por fuera de los lugares detrabajo, conteniendo al mismocomo horizonte de disputa y dereivindicaciones políticas. Así, laCTP, representa un caso paradig-mático de este tipo de resistenciay articulación por fuera de losespacios de trabajo, con el contra-sentido que representa quemuchas de las actividades nuclea-das en esta experiencia, se desa-rrollan en un espacio laboralabierto, como es la calle. El “nolugar” puede ser definido en térmi-nos de ampliación de las fronterasdel ejercicio de la actividad, sinnecesidad de plantear la imposibi-lidad de organización en esosespacios que se presentan comodifusos. Más allá de esta confu-sión entre el lugar y no lugar detrabajo, la experiencia de la CTPrefleja una suerte de etapas en elproceso de organización. Fuenecesario salir del lugar de traba-

jo para comenzar a organizarse,para reconocer la relación dedependencia y la posibilidad delreclamo con el objeto, en unasegunda etapa, de plantear unretorno para ejercerlo. De hecho,la militancia de la CTP denuncia laprecariedad bajo la modalidad delescrache en la puerta de lasempresas que “contratan los ser-vicios” de muchos de estos traba-jadores precarios.

En las páginas siguientes preci-saremos algunas característicasde las experiencias abordadas eneste estudio.

La experiencia de los trabajadores industriales

En la industria automotriz ymetalúrgica realizamos el análisisde tres experiencias de comisio-nes internas de fábrica que desa-rrollaron una serie de demandas yacciones para afrontar las condi-ciones de precariedad laboral.Resta afirmar que estos casos norepresentan de ningún modo unatendencia general de estos secto-res, en los cuales estas cuestio-nes no han sido encaradas ma-yormente ni por las organizacio-nes de segundo y tercer grados,como así tampoco en el lugar detrabajo. De todas formas, lassituaciones analizadas nos permi-ten apreciar la combinación deuna serie de elementos que favo-recieron el desarrollo de algunasacciones en este sentido.

El colectivo de trabajadores de la

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planta de Tenaris-Siat ubicada enla localidad de Valentín Alsina,provincia de Buenos Aires, formaparte de un conglomerado deempresas multinacionales y estádedicada a la fabricación de tuboscon y sin costura. En el año 1986fue objeto de un proceso de priva-tización que la vinculó directa-mente con el grupo empresarioTechint. Hacia fines de los años‘80 y a lo largo de los ‘90 el plan-tel de trabajadores fue afectadopor los procesos de tercerizacióny de subcontratación de activida-des anteriormente desarrolladaspor trabajadores efectivos de laempresa (un 30% aproximada-mente del plantel estuvo confor-mado por trabajadores con moda-lidades de contratación a tiempodeterminado, estiman los trabaja-dores entrevistados). Los tiemposde los trabajadores contratadosen la planta habrían llegado asuperar los dispuestos por laregulación laboral para estassituaciones.

La planta de Siderar dedicada ala elaboración de productos side-rúrgicos ubicada en el partido deMorón, provincia de Buenos Aires,atravesó en los años ‘90 un pro-ceso similar al descripto. Haciamediados de aquella década, al

igual que ocurrió en las distintasindustrias nacionales, esta plantamediana había encarado un pro-ceso de tercerización de parte delas actividades laborales que otro-ra realizara el plantel efectivo conuna relación directa y no mediadacon la empresa. A finales de losaños ‘90, según testimonios detrabajadores de esta empresa, elplantel estaba integrado por alre-dedor de 150 trabajadores efecti-vos, 100 de empresas terceriza-das8, y 50 de trabajadores even-tuales contratados por agenciasde empleo temporario. Este nú-mero se habría modificado haciael año 2008, básicamente porqueel trabajo efectivo ascendió a 200trabajadores, quedando sólo dostrabajadores contratados poragencia para suplir licencias enlos meses de verano. El númerode trabajadores de las empresastercerizadas continuó sin embar-go en igual magnitud.

El colectivo de trabajadores deDana Spicer, empresa ubicada enla localidad de Grand Bourg, pro-vincia de Buenos Aires9, desarro-lla sus actividades productivas enuna planta que forma parte de unentramado multinacional que pro-duce autopartes para el sectorautomotriz. El plantel está confor-

8 Las empresas tercerizadas se dedican en general a las tareas de mantenimiento, lim-pieza, logística, embalaje, comedor y seguridad.

9 En el año 2008 la situación de Dana Spicer trascendió mediáticamente por un con-flicto estimulado por el sindicato SMATA (Sindicato de Mecánicos y Afines delTransporte Automotor de la Argentina) y la empresa para desarticular la organizacióngremial interna que se fue conformando y consolidando durante esos años, y quehabía emprendido, entre otras actividades, reivindicaciones y acciones en torno de lascondiciones de trabajo precarias.

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mado por 600 trabajadores queproducen ejes diferenciales einsumos para servicios pesados.Al igual que ocurrió en las otrasempresas, esta fábrica se nutriófundamentalmente para la pro-ducción a lo largo de los años ‘90de una parte de trabajadores concontrato efectivo y, por otra, decontratos a tiempo determinadode entre 3 y 6 meses de duración,pero que podían extenderse untiempo mayor a lo favorecidolegalmente.

Como destacamos antecedente-mente, es importante reiterar quela noción de precariedad laboralha estado vinculada para estascomisiones internas de fábricacon aquellas modalidades de con-tratación que se extendieron,como apuntamos, a partir de losaños ‘90 en las empresas y conti-nuaron su vigencia en el actualmilenio. Así, la difusión de loscontratos eventuales y la terceri-zación de tareas que otrora reali-zaban los mismos empleados deplanta, fue asumida por algunosdelegados y militantes de basecomo una situación problemáticaque otorgó sentido y dinamizó unaserie de demandas respecto de laprecariedad.

“Para mí la precariedad tiene quever fundamentalmente con las for-mas de contratación, desde lasempresas tercerizadas, para mí sonprecarias, también las agencias detrabajo, los becarios, el trabajo ennegro. En general son distintascosas, pero lo que une a todas es laprecariedad” (Delegado sindical de

SIDERAR, Buenos Aires, noviembrede 2008)

En algunos casos, si bien el tér-mino y la definición de precarie-dad no eran evaluados para desa-rrollar algunas demandas y accio-nes puntuales, la situación de loscontratos eventuales y terceriza-dos despertó el interés de lascomisiones internas para operarsobre esta problemática en laplanta:

“Nosotros empezamos a usar esetérmino cuando empezamos a tenerrelación con el taller de estudioslaborales, empezamos a usar pala-bras como Mapeo de la Producción,Precarización Laboral. Cuando yoveía esas situaciones pensaba: nosestán jodiendo, nos están explotan-do, pero precarización laboral no lousaba, porque no conocía la pala-bra” (Ex delegado sindical y trabaja-dor de Dana, Buenos Aires, diciem-bre de 2008).

Ahora bien, en los tres colectivoslaborales indagados las deman-das fueron encaradas por lascomisiones internas (CI) luego de2001, ante la renovación o bien detodos los delegados de estascomisiones, o gran parte de lasmismas. Así, el ingreso de traba-jadores jóvenes, o con experien-cia de trabajo en las fábricas, cono sin participación partidaria enparticular, fomentó relaciones soli-darias con los trabajadores encondiciones contractuales distin-tas e inestables.

El colectivo de trabajadores deTenaris Siat, que ostentaba unaimportante historia de activismo

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gremial entre sus antecedentes,comenzó a cuestionar y proble-matizar principalmente a través dealgunos de sus delegados y traba-jadores más activos gremialmen-te, las desigualdades manifiestasque comenzaron a vislumbrarseentre los trabajadores estables,los contratados y tercerizadosavanzados los años ‘90. De todosmodos, el contexto político, socialy económico de la época no favo-recía que aquella problematiza-ción pudiera socializarse entre lostrabajadores y generara comoefecto algún tipo de demanda oacción para lidiar con esta situa-ción. Ante la renovación de lacomisión interna de delegados en2001, y a pesar del despido de lostrabajadores más activos sindical-mente, las disputas contra la pre-cariedad al interior de la fábrica seubicaron por lo contrario dentrodel conjunto de demandas yacciones que emprendió el nuevocuerpo de delegados.

Ello hubo de requerir, en primertérmino, una actividad progresivay continua de concientización delos trabajadores. La multiplicaciónde distintas modalidades de con-tratación al interior de las empre-sas, y el proceso de subcontrata-ción y tercerización, había apare-jado consecuentemente un pro-blema clave para la acción gre-mial reivindicativa: la convivenciaen el mismo espacio productivo

de trabajadores con vínculosheterogéneos y con beneficios yderechos dispares y diferentes10.

“Hay que tener en claro que no es unproblema económico, sino un pro-blema político, lleva a la ruptura decualquier tipo de organización inter-na a nivel gremial, y no hablo sólodel sindicato de los trabajadores,sino de los trabajadores mismos”(Delegado sindical de Tenaris-Siat,Buenos Aires, noviembre 2008)

Con la renovación de la CIcomenzó entonces a desarrollar-se una serie de demandas yacciones en torno de la precarie-dad laboral, especialmente contrala modalidad del contrato poragencia. Ello suponía el reclamode la efectivización de la mayorparte posible de este plantel.Entre las medidas llevadas ade-lante en el lugar de trabajo, sedestacan algunas encaradas con-juntamente entre los contratadosy los efectivos para igualar losingresos salariales y reivindicarderechos de unos y otros.

Para ello, los trabajadores notuvieron que extremar en generalmedidas de acción directa, ejer-ciendo mayormente presión sobrela empresa con la amenaza dequite de colaboración (negativa atrabajar horas extra), la realiza-ción frecuente de asambleas, laasistencia mayoritaria de estecolectivo de trabajo a la seccionalde la Unión Obrera Metalúrgica -UOM- Avellaneda para exigir su

51Contra la precariedad laboral

10 Los trabajadores contratados percibían salarios de un monto menor al de los trabaja-dores efectivos, no tenían acceso a recursos como medicamentos y colonia de vaca-ciones para sus hijos que otorgaba la empresa como beneficio a sus empleados.

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intervención y apoyo a los pedidosde efectivización de los trabajado-res contratados.

La empresa fue otorgando con-cesiones paulatinas, atentos a losplanteos del colectivo laboral envariadas situaciones, con excep-ción de los pedidos que se produ-jeron desde el 2008 en adelantedemandando la efectivización dela totalidad de los trabajadorescontratados. Las demandas esgri-midas por la CI se asentaron fun-damentalmente sobre una seriede reclamos dirigidos incluso a lasinstituciones públicas, como elMinisterio de Trabajo de la provin-cia de Buenos Aires, argumentan-do que los contratos se habíanextendido por un tiempo mayor alprevisto regulatoriamente. Con elapoyo en este caso de la seccio-nal de la UOM correspondiente, yrealizando medidas para que elconflicto trascendiera los murosfabriles hacia afuera -contactoscon dirigentes políticos y sociales,otras comisiones internas, realiza-ción de manifestaciones- lograrondictámenes favorables a susreclamos. De todos modos, y anteestas demandas, la empresa noreincorporó a los 20 trabajadoresque habían inspirado estos recla-mos.

La renuencia de la empresa aestas reincorporaciones, alegan-

do la eventualidad de la tarea, y eldesgaste progresivo del colectivolaboral11, confluyeron hacia lasposibilidades de una finalizacióndel conflicto favorable a los recla-mos de los trabajadores.

En la empresa SIDERAR algu-nos delegados de la CI comenza-ron a inquietarse por las condicio-nes de precariedad laboral al inte-rior de la planta desde fines de losaños ‘90 en adelante, advirtiendolas desigualdades manifiestasentre los trabajadores estables ycon contratos a tiempo indetermi-nado, en contraposición a la cadavez más extendida tercerización ysubcontratación que se apreciabaal interior de los muros de la fábri-ca. Los trabajadores contratadospor agencia fueron en esta direc-ción efectivizados en su totalidad,fruto de las acciones gremiales enla fábrica.

En efecto, con la renovación delcuerpo de delegados y el ingresode una camada de jóvenes traba-jadores a la acción sindical en elaño 2002, la situación de los pre-carizados comenzó a revertirse enla planta, conformada hacia finesdel 2007 por unos 200 trabajado-res efectivos, y 100 tercerizados12

que lograron alterar algunas delas condiciones de trabajo quevulneraban su situación laboral,fruto del apoyo de la CI.

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11 Durante varios meses los trabajadores de la planta desarrollaron un sistema de auto-suspensiones rotativas para permitir que los contratados no perdieran sus puestos detrabajo.

12 Los trabajadores tercerizados se agrupaban en cinco empresas subcontratadas quese encargan de mantenimiento, limpieza, logística, embalaje y comedor.

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Cabe destacar que, en particularen este colectivo de trabajo, aque-llo que generó a lo largo de losaños un dinamismo mayor enrelación con las demandas de laCI y los trabajadores fue la situa-ción de los tercerizados de laplanta.

Con esta orientación, una de lasprimeras medidas encaradas porel cuerpo de delegados fue moto-rizar un proceso de organizacióngremial de los trabajadores terce-rizados, comenzando por la unifi-cación de los mismos bajo el con-venio de la Unión ObreraMetalúrgica, dado que, hasta esemomento, la filiación sindical y elconvenio de trabajo de los mis-mos era diferente, siendo algunosde la Unión Obrera de laConstrucción de la RepúblicaArgentina -UOCRA-. Ello no fueencarado por los delegados a par-tir de medidas de conflicto agresi-vas pero sí a través de mecanis-mos constantes de presión haciala empresa, habida cuenta de laoposición de la misma, y de lafalta de apoyo de la seccional gre-mial de la UOM correspondiente -según nos testimonian- paraacompañar estas demandas.

Este proceso supuso no sola-mente la presión de la CI a laempresa, sino sobre todo llevaradelante un proceso de concienti-zación y socialización políticainterna en el colectivo de trabajo -tal como apreciamos en el casoanterior- encarado fundamental-mente por los delegados y los tra-

bajadores más activos de la plan-ta. Ello fue fundamental ya que lostrabajadores de las empresas ter-cerizadas eran vistos por la mayo-ría de los trabajadores establescomo “empleados de segunda”.De este modo, la tarea de con-cientización encarada se invistióde una relevancia singular en labúsqueda de una igualación decondiciones económicas y trabajoal interior de la planta.

Algunas acciones clave acompa-ñaron la ampliación de las solida-ridades entre trabajadores esta-bles y tercerizados, como el apo-yo que recibieron los primeros enun conflicto salarial en 2003 porparte de los segundos. Así, lostercerizados habían logrado algu-nas mejoras salariales y en suscondiciones de trabajo con el tras-paso al convenio metalúrgico (porejemplo, los trabajadores de lim-pieza pasaron a cobrar $ 1200frente a los $ 500 que percibían)apoyaron las acciones de protestaque los trabajadores efectivos deSIDERAR habían emprendidopuertas afuera de la fábrica parareclamar por un incremento desus salarios.

De esta forma, las solidaridadeslaborales en un contexto de signi-ficativa heterogeneidad contrac-tual se fueron consolidando pro-gresivamente, y ello gracias a lasacciones de la CI y los activistassindicales. Pero también es ad-vertible que la empresa mostrócierta permeabilidad a los recla-mos de los trabajadores estables

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y los tercerizados, en un contextode mejoras en los niveles produc-tivos de una gran proporción deindustrias nacionales.

Entre los logros obtenidos por laCI se destaca al mismo tiempo laestabilización de los trabajadoresde las empresas tercerizadas ensus puestos de trabajo, acostum-brados éstos a la rotación perma-nente entre distintas empresas.Adicionalmente, se logró que lasempresas que tercerizan sus ser-vicios en Siderar, a pesar del cam-bio de firma, mantuvieran la anti-güedad de los trabajadores.

Otra acción emprendida por losdelgados de Siderar fue la promo-ción de la organización gremialinterna de los trabajadores terceri-zados a través del nombramientode delegados, y la dinamizaciónde la metodología de las asamble-as al interior de alguna de estasempresas. Ello incentivó una seriede cambios y la obtención de cier-tos beneficios y demandas poster-gadas para estos grupos de traba-jo. Entre ellos se destaca el acce-so a refrigerio, ropa de trabajo,elementos de seguridad, mejorasde salario y la no realización deciertas tareas laborales. Estosreclamos se produjeron tantohacia las empresas tercerizadascomo hacia Siderar, a la cual se laconsidera solidariamente respon-sable de las condiciones de traba-jo de todos los que integran laplanta.

“Tuvimos muchas conquistas, perouna de las satisfacciones más gran-des para mi persona fue el recordar

cuando mis compañeros corríandetrás del carrito mangueando unsándwich, a los que les daban si lessobraba (luego de repartirlos entrelos trabajadores estables deSiderar). El día que logramos queesto la empresa lo diera por dere-cho, porque lo habíamos adquiridocomo trabajadores, fue una de lasgrandes satisfacciones que tuve”(Delegado de la empresa de limpie-za que presta sus servicios enSiderar, Buenos Aires, diciembre de2008)

La relación con la seccional de laUOM de Morón no ha sido deapoyo a los trabajadores terceri-zados, aduciendo estos últimosuna escasa presencia para esti-mular o acompañar su organiza-ción gremial.

Los trabajadores de la empresaDANA estimularon desde el año2001 hasta 2008 (año en que fue-ron despedidos por la empresa lostrabajadores más activos gremial-mente) una serie de reivindicacio-nes y demandas en torno de lascondiciones de contratación. Allí,en el año 1998 ingresó una cama-da de jóvenes trabajadores queconcibieron progresivamente laposibilidad de generar una seriede cambios en las condiciones detrabajo que habían reinado hastaese entonces en la empresa. Aligual que en los casos comenta-dos anteriormente, y en una signi-ficativa proporción de empresasindustriales, resultaba habitual lacontratación de trabajadores deentre 20 y 30 años de edad portiempo delimitado -entre 3 y 6meses- siendo para estos muydificultosa la oportunidad de per-

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manecer como efectivos en elpuesto de trabajo. Incluso, la riva-lidad entre compañeros de trabajoestables y contratados se percibíacotidianamente.

A partir del año 2001 esta situa-ción comenzó a revertirse con elcambio de los integrantes de la CIy el ascenso de nuevos delegadosy activistas gremiales que fuerondesarrollando un espíritu crítico yde vocación de cambio al interiorde los muros fabriles, y que sefueron combinando con otros tra-bajadores con mayor antigüedadde trabajo en la empresa y en laactividad sindical. Entre los desa-fíos más inmediatos, se propusie-ron afrontar el individualismo queimpregnaba la relación entre lostrabajadores, y que era aún máspalpitante entre los efectivos, con-tratados y tercerizados.

“La rivalidad que había entre contra-tados y efectivos era terrible, porquecuando entraba un compañero, elefectivo pensaba que le venía asacar el puesto. Lo he vivido perso-nalmente, cuando me mandaron auna máquina de fundición y me dicuenta que el compañero, de 50años, que me explicaba, me estabaocultando cosas, para que yo come-tiera un error grande. Esa divisiónnos costó varios meses romper”(Delegado despedido de Dana,Buenos Aires, diciembre 2008)

Las medidas y acciones dinami-zadas por este grupo en los pri-meros años del milenio actualestuvieron dirigidas a impedir eldespido de trabajadores contrata-dos, las luchas salariales, y lareactualización del convenio detrabajo de la empresa, logrando

de esta forma la igualación delsalario por hora sin importar laantigüedad de cada empleado. Deeste modo, se obtuvo la efectivi-zación de los trabajadores jóve-nes que fueron ingresando encamadas luego de 2003, acompa-ñando el incremento de la produc-ción en la empresa. Hasta el año2006 se habían incorporado 250trabajadores, todos ellos en formaefectiva. De esta forma, los despi-dos y la rotación dejaron de seruna experiencia habitual y naturalen este establecimiento.

Por otra parte, la CI estimuló ydemandó a la empresa que todoslos trabajadores de la planta fue-ran regulados con el convenioautomotriz -como ya les ocurría alos trabajadores estables- en vis-tas de igualar condiciones de tra-bajo y remuneración. La posibili-dad de regular bajo el mismo con-venio a las empresas tercerizadas-algunas de las cuales pertenecí-an a la UOCRA- se logró trasvarias reuniones entre trabajado-res y empresa, mesas de trabajo,asambleas, petitorios y sumatoriade firmas. Ello implicó un aumen-to significativo de la remuneraciónpor hora para los trabajadores ter-cerizados.

Con la empresa que brindabaservicios terecerizados de limpie-za en la planta se motivó inclusiveun corte de ruta en la puerta de lafábrica para impedir que unanueva empresa entrante los des-pidiera. Con ello se consiguió queles respetaran el puesto de traba-jo y la antigüedad.

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Estas acciones se encararon enparte por la contratación de lascondiciones de desigualdad queafectaban a unos y otros trabaja-dores que se encontraban ope-rando tras los mismos muros peroademás, en convicción de algu-nos, para estimular solidaridadespolíticas y robustecer la organiza-ción interna.

Los testimonios recogidos permi-ten observar, en virtud de ello, uncambio en las solidaridades labo-rales que se fueron recreandodesde 2001 en adelante en estaempresa, donde la acción reivindi-cativa y el fortalecimiento colecti-vo de la organización de base fueantepuesta a las situaciones pro-blemáticas que eventualmentepudieran presentarse entre lostrabajadores.

Las situaciones de conflicto quellevaron adelante los trabajadorescon sus representantes de basefueron en general sumamentemoderadas, evidenciándose eneste sentido una postura abiertade la empresa para resolver rápi-damente aquellas problemáticasque pudieran conspirar contra elavance de la producción. En efec-to, los logros fueron obtenidosprogresivamente ante la amenazade los trabajadores de llevar ade-lante un paro de actividades, o deno trabajar horas extras. Ello engran medida porque los gerentesde esta empresa habían asumidocompromisos productivos con lascabeceras de la multinacional. Almismo tiempo, al quedar ajenos a

los vaivenes del mercado interno,la expectativa productiva se vincu-laba con el negocio de la exporta-ción, siendo éste un elemento dis-tintivo de esta empresa industrialrespecto de otras autopartistaslocales. De esta forma, el fortale-cimiento progresivo de la comi-sión interna, juntamente con unapredisposición de la empresa -porlo pronto hasta 2006- de resolverrápidamente los conflictos poten-ciales, alimentaron esta experien-cia particular.

A partir de 2006 una conjunciónde elementos conspiró contra lacontinuidad de las acciones de lacomisión interna y los trabajado-res: por una parte, cambiaron losgerentes de la empresa, optandolos nuevos ingresantes por desar-ticular la organización de los tra-bajadores de base. Conjunta-mente -y ello como un rasgo quepuede extrapolarse a otras situa-ciones de comisiones internas- elSMATA, según denuncian los tra-bajadores, se había opuesto reite-radamente y a través de distintasestrategias a esta organización“desde abajo”. Incluso, el sindica-to no acompañó a la CI y a los tra-bajadores en sus demandas. Ensuma, se desató una serie desituaciones de conflicto puertasadentro y también afuera de laplanta que culminaron con el des-pido en 2008 de 60 trabajadores,entre los que se encontrabanaquellos políticamente más acti-vos.

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La experiencia de laCoordinadora deTrabajadores Precarizados

A diferencia de estos trabajado-res ligados con la industria, quetienen la posibilidad de coexistiren un mismo espacio laboral contrabajadores registrados, la expe-riencia de la CTP nucleó a traba-jadores que desarrollaban su acti-vidad bajo formas de empleopuramente precarias, en espacioslaborales abiertos y difusos:encuestadores, mensajeros, do-centes particulares, pasantes,operadores telefónicos, y a los lla-mados “sueltos”, es decir, aque-llos sin un grupo de pertenenciaen sus lugares de trabajo y querotaban de un trabajo a otro sinimportar el tipo de actividad. Enmuchos casos, estos trabajadorestuvieron su primera experiencialaboral en este tipo de empleosprecarios en un contexto de terce-rización de la prestación de servi-cios.

En su mayoría, los trabajadoresparticipantes de la CTP eran jóve-nes de entre 20 y 30 años, perte-necientes a sectores medios, concierto nivel de formación educati-va, que tuvieron su primera expe-riencia laboral en empresas trans-nacionales o en el propio Estado.Este último aparece como uno delos principales agentes precariza-dores. Las dos acciones másimportantes que realizaron estostrabajadores como CTP fueron lasllamadas “caravanas contra laprecarización laboral”, en las cua-les marchaban hacia aquellos

lugares de la ciudad de BuenosAires que representaban agentesprecarizadores: Ministerio deTrabajo, Movistar, Institutos deformación terciaria y el rectoradode la UBA, entre otros. Conjun-tamente realizaron accionesdirectas en distintos lugares detrabajo: el 14 de agosto de 2007,solidarizándose con el Sindicatode Encuestado-res en Lucha(SENCUE), realizaron un “escra-che” a Action Line (consultora demercado); en septiembre de 2007,acompañaron la acción de los tra-bajadores de Walmart, denun-ciando las prácticas precarizado-ras y las trabas a la sindicalizaciónimpuestas por este supermerca-do; el 10 de octubre de 2007, en elmarco del plan de lucha del SEN-CUE, realizaron otro escrache a laconsultora Ipsos.

Dichas acciones estuvieroncaracterizadas, como lo hemosmencionado, por la modalidad del“escrache”, una práctica típica delas organizaciones de derechoshumanos, particularmente deHijos, en las que la acción directase refería a la denuncia pública,con el lema “si no hay justicia, hayescrache”. Dichas prácticas fue-ron incorporadas como reperto-rios de acción por las organizacio-nes de desocupados durante elciclo de luchas inaugurado en laArgentina con los cortes de rutade Cutral-Có y Plaza Huincul,Neuquén, en 1996. Fueron carac-terizados como una medida radi-cal, porque las prácticas que loidentificaban contenían elementos

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prefigurativos de una sociedaddistinta (acción directa, prácticaasamblearia y horizontalidad)(Pereyra y Svampa, 2003; Pas-cual y Barattini, 2010).

Volviendo a la CTP, en agostode 2008, y luego de dos años dehaber encarado acciones comoespacio, de apoyar luchas de losgrupos que la conformaban, departicipar en eventos, charlas, jor-nadas, etc., los pocos grupos quequedaron conformando la CTPdecidieron disolver el espacio. Enel plenario del 16 de agosto deaquel año, se acordó no sostener-lo, si bien se dispuso continuarmanteniendo los lazos solidariosque se habían recreado. En estadirección, se dejaron de realizarlos plenarios, las reuniones decomisiones, las funciones de losvoceros, permaneciendo comovía de conexión el correo electró-nico de precarios en lucha. Cómoveremos más adelante, la carac-terística de estos empleos dificul-taba el proceso organizativo, y laparticular asimetría dictada por ladesprotección, necesariamenteimplicaba una militancia clandesti-na que llevaba a que los tiemposde respuesta resultaran más len-tos que los de la rotación laboral.A su vez, la dinámica asambleariacomo lógica de toma de decisio-nes y la insistencia acerca de lahorizontalidad, llevaba a que lasacciones de la CTP fueran tardíasen relación con los tiempos dicta-dos por las empresas.

Más allá de estas cuestiones, la

CTP se propuso la desnaturaliza-ción de las condiciones precariasde empleo, problematizando latercerización como mecanismoflexibilizador de las relacioneslaborales, instituyendo un modelolaboral caracterizado por la transi-toriedad y la alta rotación. Estemodelo resultaba uno de los ele-mentos que desestimula la accióncolectiva, porque acentuaba laindividualización y la despolitiza-ción de los trabajadores. La ima-gen del prestador de servicios conobligaciones es la que se propusocuestionar, instaurando otra ima-gen, la del trabajador con dere-chos. La primera imagen favore-ce, en este sentido, la desvincula-ción de los trabajadores de losmarcos reguladores tradicionalesde las relaciones laborales y, a suvez, representa un obstáculo a lasposibilidades de organización gre-mial como forma de modificar susituación de precariedad.

Ahora bien, es posible advertir laposibilidad de generar procesosorganizativos cuyo punto de parti-da remite a esta condición deprestadores de servicios, indivi-dualizados, despolitizados, sin unmarco de representación sindicalni solidaridades y colectivos con-tenedores, como así tampoco, y adiferencia de los trabajadoresindustriales, de un espacio de tra-bajo definido. Esta situación esfactible de ilustrar con la emergen-cia -y luego ocaso- de la experien-cia de la Coordinadora de Tra-bajadores/as Precarizadas/os

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(CTP)13. Este colectivo se propusoen su origen problematizar la con-dición de precariedad, constru-yendo una identidad compartidade trabajadores que transitabanun mundo laboral fragmentado yprecarizado. El llamado pasaje dela condición de prestadores deservicios con obligaciones a tra-bajadores con derechos. ¿Quésignifica ser precario? ¿quiénessomos? ¿quiénes configuran misituación? ¿qué podemos hacerpara revertirla? son preguntas queatravesaron el caso que investiga-mos a lo largo de su corta vida dedos años.

Durante el tiempo en el que sedesarrolló la CTP, los debates ensus reuniones plenarias versaronsobre el carácter que debía adop-tar el espacio. Al interior de estosdebates los diversos acuerdos ladefinían como un espacio deresistencia, solidaridad y lucha;como una respuesta a la necesi-dad de reforzar los vínculos desus participantes, fomentando laorganización y generando accio-nes concretas. Al mismo tiempo,sus integrantes buscaron otorgar-le relevancia como agente de difu-sión de la problemática de la pre-carización, estimulando la recopi-lación y sistematización de expe-riencias de lucha, compartiendoherramientas legales, tejiendo

también solidaridades con accio-nes de los grupos integrantes, asícomo la generación de activida-des propias de esta coordinadora.La misma no era definida como unespacio de servicios para otros,capaz de resolver desde afueralos problemas a quienes buscaranun acercamiento, sino que por locontrario, la motivación era darvida a un espacio de participaciónactiva, que pudiera involucrar aquienes les resultara imposiblemanifestar su malestar, u organi-zarse en sus lugares de trabajo.

Más allá de estas cuestionesrelacionadas con la estructura, lasacciones y los vínculos, una de lastareas principales planteadas fueel necesario reforzamiento de laidentidad de los participantes entanto trabajadores que trascendie-ra la rama de actividad. Es así quela experiencia de la CTP se pro-puso cuestionar las formas deempleo precarias a las que eransometidos sus miembros, resca-tando su condición de trabajado-res en relación de dependencia,dejando de ser prestadores deservicios con obligaciones, paracomenzar a pelear por esos dere-chos que parecían tan lejanos: laestabilidad en el empleo, la pro-tección social y la relegitimaciónde la acción sindical. Su planteoconsistía en reconocer la situa-

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13 A fines de 2006 se promovió una jornada en las Facultades de Filosofía y Letras yCiencias Sociales de la UBA convocada por la Red de Estudiantes de Sociales (RES)-grupo de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA- y el SENCUE(Sindicato de Encuestadores en Lucha). El objetivo era articular y permitir el cruce deexperiencias. En un segundo encuentro se decidió la conformación de la CTP.

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ción de precariedad, transformarla sensación de enojo que recorríasus vidas y convertirla en organi-zación. En este sentido, se puedevisualizar un proceso de desindivi-dualización ligado con la recom-posición de solidaridades entreestos trabajadores.

“Salir de la queja para crear formasde resistencia que nos permitanmodificar las condiciones de vida.Dejar de ver nuestra condición labo-ral como individual y aislada y saber-nos parte de una situación que nosafecta a la mayoría: a nuestros com-pañeros de facultad, a los que labu-ran en el mismo lugar que nosotros,a nuestros amigos y los amigos deellos” (vocero CTP, Buenos Aires,octubre 2007).

Desde la voz de los actores, laCTP surgió como una alternativapara superar el aislamiento, comoun espacio de encuentro entredistintos grupos que planteaban laprecariedad como problema,como un eje a partir del cual orga-nizarse. Así, para los miembrosde la CTP lo importante fue reco-nocerse como iguales, como pre-carios, aunque estuvieran emple-ados en distintas ramas de activi-dad, o bajo distintos mecanismosde precarización:

“La necesidad de generar nuevoslazos de solidaridad, de generar acti-vidades propias de lucha, de hacervisible esta situación, de salir adenunciarla, nos hizo salir a la calle

y hacer pública esta problemáticapara instalarla más allá de nuestrosespacios de trabajo” (vocera CTP,Buenos Aires, septiembre 2007 ). Como enunciamos anteriormen-

te, la experiencia de la CTP sedisolvió y las razones para elloson diversas, como veremos acontinuación. Sin embargo, consi-deramos que el objetivo propues-to por la CTP repercutió sobre lasubjetividad de sus participantesen cuanto a una revalorización delempleo en relación de dependen-cia y los derechos que supone esacondición14. De allí que, en mu-chos relatos, aparezca la necesi-dad de organizarse y luchar encada lugar de trabajo por el quese atraviese.

Es necesario contraponer elespacio supraestructural que sig-nificó la CTP y los colectivos sin-dicales en el lugar de trabajo.Ambas se distinguen como for-mas legítimas de organización,aunque la segunda pueda llegar aser más eficaz a la hora decomenzar a revertir situacionesdesventajosas allí, en dondedirectamente ocurren. Así, algu-nos de los participantes manifes-taron la necesidad de priorizar,antes que los espacios de coordi-nación, la construcción de organi-zación en los lugares de trabajo,resultaran estos fijos o difusos. Encuanto al virtuosismo de la expe-

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14 El impacto sobre la subjetividad es una interpretación a partir del análisis de las entre-vistas. Los militantes más activos de la CTP han manifestado promover colectiva-mente la lucha por sus derechos desde cualquier espacio laboral en el cual seencuentren.

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riencia de la CTP, muchos consi-deraron que ésta había cumplidoel objetivo fundamental: la desna-turalización de la precariedad y laconstrucción de lazos solidarios.

Ahora bien, una pregunta inves-tigativa nos inquieta: ¿Cuáles fue-ron los límites y las potencialida-des de este espacio de coordina-ción? La experiencia de la CTP,consideramos, presentó desdesus orígenes una suerte de ten-siones íntimamente relacionadascon el perfil social de aquellos quela integraron. La primera de ellasse relaciona con la tensión entre“un espacio sindical y un espaciopolítico”, que si bien da cuenta deuna construcción analítica -nonecesariamente dialéctica- atra-vesó en los debates los interro-gantes de los actores sobre elcarácter del espacio. La CTPestuvo integrada por dos tipos deagrupamientos: uno de carácterestudiantil y otro, ligado al mundodel trabajo, que hemos llamado decarácter sindical. En el primero delos casos, sus discusiones teníanun sesgo teórico respecto de quées ser precario, así como de lapotencialidad política de la condi-ción de precariedad. La CTP apa-recía para éstos como una de lasnuevas formas organizativas quecontemplaban la realidad del tra-bajador precario, distanciándosede la “forma sindicato”. El segun-

do tipo de agrupamiento estabaconformado principalmente portrabajadores que experimentabanla precariedad en los lugares detrabajo (principalmente encuesta-doras y call center). Desde estosgrupos se contemplaba a la CTPcomo un lugar común, en el trán-sito entre trabajo y trabajo15. Lacoordinadora era visualizada a suvez como un soporte para soste-ner las luchas que se emprendíanen los diferentes lugares de traba-jo.

Resulta notorio que ambas defi-niciones con respecto a la CTPdan cuenta de temporalidadesdiferentes y, en ese sentido, sepresentan para los actores en tér-minos de tensión. A modo deejemplo, desde el año 2006 hastasu disolución, grupos de caráctersindical se han alejado de la CTP,según sus argumentaciones, por-que la CTP no sirvió para dar res-puestas a los conflictos que sepresentaban cotidianamente enlos lugares de trabajo. Este fue elcaso de los Autoconvocados delGobierno de la Ciudad de BuenosAires que, ante la política de des-pidos emprendida por el nuevojefe de Gobierno de la ciudad,optaron por conformar una Coor-dinadora de Trabajadores Preca-rizados del Estado que reúne atrabajadores con modalidadescontractuales diferentes del

61Contra la precariedad laboral

15 Es interesante indagar aquí que la posibilidad del “no trabajo” no aparecía en esetránsito. Este elemento estuvo vinculado a que la mayoría de los participantes conta-ban con soportes familiares y con un nivel de formación para el cual la desocupaciónno aparece en el horizonte de expectativas.

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empleo de planta en la estructuraestatal. Otro de los motivos delcorrimiento de grupos de caráctersindical fue el perfil cada vez másespecífico de la composición de laCTP. Ello lo ilustra el caso delSindicato Independiente deMensajeros y Cadetes (SIMeCa),cuya participación fue interrumpi-da dado que, como analizan los“motoqueros”, el tipo de discusio-nes que se generaban en los ple-narios no se adecuaban a sus rea-lidades laborales, siendo la basesocial de este sindicato muy dis-tinta de la de los universitarios. Esdecir, los conflictos ameritabanrápidas resoluciones que se debí-an afrontar en los lugares de tra-bajo. De este modo, la CTP apa-recía como un espacio supraes-tructural que no podía dar res-puestas pragmáticas a las proble-máticas que requerían una prontasolución.

Al anteúltimo plenario del 17 dejulio asistieron tres organizacio-nes que no tenían una relacióndirecta con el mundo del trabajo,mientras que al plenario del mesde agosto, en el cual se resolvió ladisolución de esta coordinadora,asistieron grupos de carácter sin-dical.

Respecto del diagnóstico sobreel ocaso de la CTP, nos pregunta-mos acerca del impacto que hatenido esta experiencia de articu-lación en los grupos que la confor-maron. Los grupos de carácterestudiantil, continuaron convocan-

do a charlas, manifestando unestilo de militancia que apela a locultural como forma de expresión,revalorizándolo desde el mundouniversitario. La precariedad sedenuncia, y se responsabiliza a laacademia por el sistema depasantías y becas como forma deprecarizar las relaciones labora-les. Una experiencia reciente queparte de esta problematización, yque experimentó un acercamientoa la CTP en los últimos meses, esel caso de los Jóvenes CientíficosPrecarizados (JCPs)16, quienes sedefinen como un movimiento quenuclea a jóvenes becarios deorganismos de investigación cien-tífica de todo el país. Su objetivocomprende la pelea por mejorarlas condiciones precarias en quedesarrollan sus actividades. LosJCPs adoptaron como lema cen-tral: “Investigar es Trabajar”.

Con respecto a los grupos decarácter sindical, el SENCUE, unode los grupos fundadores de laCTP, se acercó al mundo sindicala lo largo de los dos años que per-duró la experiencia de la coordina-dora, al reconocer la relación dedependencia de su actividad, des-cubriendo en este trayecto la exis-tencia de un convenio colectivo detrabajo, y de un sindicato quecomprende la actividad del en-cuestador. A partir de allí, la tareade generar lazos solidarios para“combatir la atomización” y lograrel respeto de sus derechos comotrabajadores se presentó como

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16 Véase http://www.precarizados.com.ar

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una tarea fundamental. Así, elresultado de una militancia quecomenzó con la constitución de laCTP fue su activa tarea por desci-frar la lógica de funcionamiento delas consultoras de mercado, ge-nerando lazos entre los encuesta-dores y activando acciones, orga-nización y demandas en los luga-res de trabajo. Este cambio puedeser extendido a los casos de losmensajeros y call center, porqueestas experiencias atravesaron unproceso organizativo con ciertosrasgos que dieron cuenta, por unlado, de una revalorización delmundo del trabajo en términos dederechos y pertenencias y, por elotro, un cierto acercamiento -aun-que crítico- al mundo sindical, res-quebrajando esa posición monolí-tica que planteaba una miradaindolente de los jóvenes hacia “losindical”. La articulación de solida-ridades puede verse en el surgi-miento de respuestas colectivas auna problemática particular, laprecariedad laboral, que comenzóa ser cuestionada y desnaturaliza-da, hecho que puede potenciar,aunque no por sí mismo, deman-das y acciones tendientes a modi-ficarla desde los lugares de traba-jo.

Reflexiones finales

En este artículo analizamos dife-rentes experiencias organizativasde trabajadores de base a partirde la condición objetiva en la queellos se encuentran: un mundo deltrabajo segmentado, caracteriza-

do por un proceso de crisis en lassolidaridades entre los mismos.Se trata de un proceso de estrati-ficación vertical y fragmentaciónhorizontal del mundo del trabajo,en donde este último se amplia,se complejiza y se fragmenta (Dela Garza, 2004). Estos procesosgeneran como correlato una rup-tura de solidaridades de los traba-jadores, tanto en sus lugares detrabajo como en sus espacios desociabilidad (Negri, 2002). Deeste modo, los círculos de calidad,los procesos de tercerización, laproducción por proyectos, a des-tajo, la idea del trabajador poliva-lente, entre otros, instalan nuevaslógicas de organización del traba-jo que utiliza el capital en el con-texto actual, desestructurando lafisonomía del trabajador fabril quepodía visualizar a su antagónico,su jefe, su patrón. Debemos seña-lar, por otra parte, la importanciade las estrategias de las empre-sas para que los trabajadores seinvolucren con ellas, sintiendo serparte de las mismas, y generandoun enfrentamiento entre los traba-jadores que conviven en unmismo lugar de trabajo con dife-rentes formas de contratación.

Otro elemento que complejiza elanálisis es el posicionamientoambiguo de los sindicatos tradi-cionales. Se ha sostenido en partede la literatura y los estudios quelos sindicatos, como organismostradicionales de representaciónde los trabajadores, desatiendeno excluyen del marco de las nego-ciaciones colectivas a aquellos

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trabajadores que no están alamparo de su protección, ya fueraporque sus contratos son flexi-bles, o bien por ser trabajadoresno registrados. Las relacioneslaborales flexibilizadas acortan losespacios de acción sindical eimpiden la sindicalización comoforma de afiliación individual,atentando claramente contra estaforma de organización.

En el caso de la CTP, este esce-nario se presentó claramentecomo punto de partida para pen-sar la manera de comenzar amodificar esa situación percibidacomo desventajosa. Este ejerciciode reflexión derivó luego en lavisualización del lugar de trabajocomo espacio privilegiado paraempezar a organizarse, resistir ymodificar las situaciones desfavo-rables. A modo de ejemplo, en untaller sobre vidas precarizadasque realizó la CTP surgió el hechode que no se puede disociar lolaboral de otras esferas. La vidaprecarizada ligada al mundo deltrabajo da cuenta también de unafalta de control de las demás esfe-ras vitales, dependiendo siemprede las decisiones de otros, y care-ciendo de una diferenciación de lavida privada y doméstica. Por lotanto, el tiempo de vida y el tiem-po de trabajo resultan de una difí-cil distinción para estos trabajado-res. A pesar de ello, en esa rela-ción es la esfera del trabajo la queva inundando la vida: “lo que pasaen el trabajo determina, condicio-na tu vida”. Carecer de informa-ción sobre los tiempos de cobro,

y/o sobre el monto a percibir comoretribución del trabajo realizadogenera serias dificultades para laplanificación. Las nuevas formasde trabajo a destajo o por proyec-tos, desdibujan conjuntamente eltiempo de trabajo y el tiempo deocio, así como los espacios dondese desarrollan este tipo de activi-dades dificulta la conformación decolectivos que se proponganmodificar las condiciones de tra-bajo precarias. Consideramos quela experiencia de la CTP contribu-yó a que estos jóvenes, trabajado-res y precarizados, comenzaran areconocerse como tales: trabaja-dores con derechos, en detrimen-to de la figura del prestador deservicios con obligaciones. A par-tir de allí, pensar en un tipo deorganización de carácter gremialque accione en los lugares de tra-bajo apareció como un horizonteposible.

En cuanto a los trabajadoresindustriales resulta importantedestacar que en las situacionesanalizadas la precariedad laboralha estado vinculada con las condi-ciones de contratación eventual,la subcontratación y la terceriza-ción. Así, con definiciones másamplias o restringidas por partede los propios delegados y activis-tas de base, los problemas de laprecariedad han estado cuestio-nando fundamentalmente inser-ciones laborales que si bien sehallaban en una delgada líneaentre la legalidad e ilegalidad(contratos a prueba extendidospor un tiempo mayor al expuesto

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legalmente, contratación de even-tuales durante períodos sucesivosen las empresas) reproducíansituaciones de trabajo en inferiori-dad de condiciones que en el casode los trabajadores estables, vistoello en los diferenciales de sala-rios, las condiciones de seguri-dad, la inestabilidad en el puestode trabajo, la rotación, la poliva-lencia.

Pero para que estas condicionespudieran plantearse en las CI ypromovieran acciones de concien-tización entre los trabajadores deplanta para accionar conjunta-mente, la precariedad laboraldebió sufrir un proceso de desna-turalización que permitiera revisarla flexibilización laboral y, en fun-ción de ello, establecer un conjun-to de demandas y acciones con-juntas. La presencia de algunosdelegados y militantes gremialesde base, con trayectorias de tra-bajo sindical, y/o en algún movi-miento político, o en acción social,resultó decisiva para instalar laproblemática en el seno de lasempresas y, desde allí, comenzara transmitirla y configurarla comointerés de todo el colectivo.

El proceso ligado con los jóve-nes trabajadores de serviciosnucleados en la CTP plantea unaproblemática diferente, porque lasmismas tareas que desarrollabannacieron en contextos de absolutaprecariedad, no distinguiéndosetrayectorias o experiencias vitalesligadas con luchas gremiales. Sinembargo, fue posible en ambos

casos comenzar a construir rela-ciones solidarias. Para los trabaja-dores precarizados, contar conaquellas solidaridades favorecióser parte de experiencias colecti-vizadoras que contribuyeron agenerar protecciones en el espa-cio de trabajo y, así, lidiar con lainestabilidad, aspecto este últimoque resulta característico de lasrelaciones salariales de tipo pre-cario.

En lo que se refiere al caso delas empresas industriales, paraque las demandas y accionescontra la precariedad pudierandesarrollarse, favoreciendo laredefinición de solidaridades en ellugar de trabajo, resultó importan-te la permeabilidad de las empre-sas para incorporar parte de lasdemandas y aceptar algunos delos cambios sugeridos por los tra-bajadores, en un contexto de cre-cimiento económico y del produc-to. Tal vez, si las acciones colecti-vas requeridas por los trabajado-res para avanzar en la limitaciónde la precariedad laboral hubieranrequerido compromisos más fuer-tes y medidas de protesta másradicales -como un paro de activi-dades de larga duración- o bien, sila amenaza del desempleo hubie-ra sido un temor latente como lofue en los años 90, los condicio-namientos se habrían manifesta-do con otra magnitud para eldesarrollo de estas vinculacionesy prácticas reivindicativas. Sobreeste argumento nos restan porsupuesto dudas e inquietudes,más que certezas.

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Al considerar las experienciasabordadas en este artículo resultapertinente destacar conjuntamen-te el lugar de la militancia. Así, laconformación de cuadros militan-tes que impulsaron procesosorganizativos y acciones tendien-tes a modificar condiciones de tra-bajo apreciadas como desfavora-bles, resulta una clave para pen-sar los casos estudiados.

Paralelamente resulta significati-vo situar las temporalidades queatraviesan las organizaciones delos trabajadores industriales y delos servicios, al mostrar los mis-mos diferentes momentos en elgrado de organización, más aúnconsiderando que la experienciade la CTP impulsó a diversos gru-pos ligados con distintos tipos deactividad a emprender procesosde organización en los lugares detrabajo, en contextos desérticosde cualquier forma de resistencia.Ello es advertible en contraposi-ción a la experiencia de las CI enla industria que ya se encontrabaninmersas en el mundo sindical,donde la condición de trabajado-res en relación de dependencia noestaba puesta en duda. Estasdiferencias entre los casos, consi-deramos, le aportan a nuestroestudio elementos de importanciaanalítica: el carácter definido odifuso del lugar de trabajo; la coe-xistencia o inexistencia de articu-lación entre trabajadores registra-dos y precarios; presencia oausencia de cuadros militantes,entre otros.

En suma, la precariedad laboralavanzó desde los años ‘80 enadelante en el país y en la regiónde América latina de una formaexponencial, siendo esta unamanera en que el capital continuóreproduciendo su modalidad dedominación y explotación. Losprocesos de tercerización y nue-vas formas de contratación resul-taron efectivas para fragmentar ala clase trabajadora y, de estaforma, avanzar sobre una serie deconquistas laborales obtenidas enla edad dorada del Estado de bie-nestar, entendido en las diversasy desparejas formas en que sereprodujo en nuestro país y re-gión.

A partir de los años ‘70 especial-mente el sector de los nuevos ser-vicios fue aumentando su inciden-cia en el producto y la economíaen los países occidentales, instau-rando nuevas lógicas de repro-ducción del trabajo y de las rela-ciones de clase. Asimismo, juntocon éste, el sector secundario dela economía -la industria- y el deservicios más tradicionales sufrie-ron una serie de cambios y trans-formaciones que afectaron laconstitución y composición de lostrabajadores.

Luego de varios años en los cua-les el problema de la precariedady la inestabilidad en el puesto detrabajo fue naturalizado particular-mente por las generaciones másjóvenes que ingresaron al mundodel trabajo desde los años ‘90hasta la actualidad, comenzó a

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vislumbrarse una etapa en la cuallas reflexiones y los cuestiona-mientos a estos “riesgos socia-les”, como advierte Castel, pue-den conducir a generar y recreardemandas y acciones colectivasentre los trabajadores. Estas, sinembargo, parecen navegar, y aveces naufragar, en condicionesde atomización de la lucha sindi-cal, y de soledad, así como decontraposición respecto de lasorganizaciones gremiales másamplias.

Por ello, comprender las luchasgremiales “desde abajo” queemergen en sectores con fuertetradición sindical y política, asícomo en otros donde la experien-cia sindical es novedosa, resultapara nosotros inspirador paracomprender las modalidades quefue adquiriendo la reemergenciadel conflicto laboral en la Argen-tina en el período de la poscon-vertibilidad.

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De la esperanza de De la esperanza de desarrollo a la profundizacióndesarrollo a la profundizaciónde la dependenciade la dependencia

Alianza para el Progreso

* Licenciado en Ciencias de la Comunicación, docente, investigador y doctorando de laFacultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. También se desem-peña como periodista en el diario Página/12. E-mail: [email protected]

En agosto se cumplen 50 años de la firma de la Carta de Puntadel Este que dio inicio a la Alianza para el Progreso, el proyectomás ambicioso asumido por Estados Unidos para promover eldesarrollo económico en América latina a través de planes deayuda oficial de largo plazo. La administración encabezada porJohn Fitzgerald Kennedy prometió entonces un desembolso de20.000 millones de dólares a lo largo de una década. La mayoríadel financiamiento sería aportado de manera directa por EstadosUnidos en un intento por impulsar un proceso capaz de combi-nar crecimiento económico, reformas sociales, cooperaciónregional y fortalecimiento de la democracia representativa,dejando a la Cuba socialista aislada del resto del continente. Sinembargo, ese proyecto no pasó de lo discursivo y lo que se ter-minó consolidando fue un programa de ayuda tradicional quetomó como parámetro principal para el otorgamiento de los cré-ditos la aplicación de planes de ajuste y estabilización y el cum-plimiento de una serie de condicionalidades que en lugar de pro-mover el desarrollo profundizaron la dependencia.

Fer nando Krakowiak*

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1. Antecedentes.

En la década de los ‘50, la Gue-rra Fría había dejado a Américalatina en un segundo plano dentrodel orden de prioridades deEstados Unidos. La principal po-tencia continental se limitaba aexigir alineamiento militar y pro-mover una mayor liberalizacióndel intercambio comercial en unescenario donde los países sub-desarrollados desempeñaban supapel tradicional de suministrado-res de materias primas y recepto-res de manufacturas y bienes decapital. Los recurrentes reclamoslatinoamericanos solicitando ayu-da oficial y el establecimiento deun nuevo esquema para la estabi-lización de los ingresos prove-nientes de las exportaciones habí-an sido sistemáticamente descar-tados. En Washington respondíanque el capital privado debía ser elvehículo principal para la transfe-rencia de recursos y remarcabanque para seducir a los inversoresextranjeros bastaba con generarun buen clima de negocios a par-tir de un mayor control de la infla-ción y la estabilización del tipo decambio real.

De hecho, en noviembre de1954, un grupo de expertos latino-americanos presentó un informeen la reunión del ConsejoInteramericano Económico ySocial de la Organización deEstados Americanos (OEA), reali-zada en Quitandinha, donderemarcaron que América latinanecesitaría una inversión extran-

jera de al menos 1.000 millonesde dólares anuales durante unadécada para resolver el problemadel subdesarrollo y manifestaronque Estados Unidos debía ser elencargado de hacer ese aporte.Ese grupo estuvo encabezado porel senador chileno Eduardo Frei ypor el director de política económi-ca del Partido Liberal de Colom-bia, Carlos Lleras Restrepo. Eleconomista argentino Raúl Pre-bich también tuvo incidencia enesas recomendaciones porquefue quien los había convocado ini-cialmente desde la CEPAL paraelaborar el informe anual del orga-nismo que terminó siendo la basedel documento presentado enQuitandinha. Sin embargo, elsecretario del Tesoro estadouni-dense, George Humphrey, recha-zó de manera tajante el pedido.Una respuesta similar obtuvo elpresidente brasileño JuscelinoKubitschek de parte del secretariode Estado, John Foster Dulles,cuando en agosto de 1958 propu-so un programa de desarrollo eco-nómico para la región al que bau-tizó Operación Paname-ricana.

Por entonces, la ayuda estadou-nidense estaba circunscripta ensu mayor parte a zonas de “altaprioridad”, como Europa occiden-tal y el sudeste asiático, paraintentar ponerle freno al “comunis-mo internacional”. Mientras quelos escasos recursos públicos pa-ra financiar el desarrollo en Amé-rica latina provenían casi exclusi-vamente del Banco Internacionalde Reconstrucción y Fomento

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(BIRF), organismo que tambiénestaba encargado de asistir a lasnaciones pobres de África y Asia.

Algunos estudios recientes hanidentificado a la Alianza como una“política interamericana” y nocomo una iniciativa de EstadosUnidos para América latina (Por-zecanski, 2005). Para justificarlohan puesto el foco en estos añosprevios donde, como hemos visto,ya se habían comenzado a discu-tir, por iniciativa de las nacioneslatinoamericanas, muchas de lasideas que luego formarían partede la Carta de Punta del Este. Sinembargo, es imposible descono-cer que la Alianza implicó una reo-rientación fundamental de las polí-ticas de la Casa Blanca que reciénse activó cuando la revolucióncubana de enero de 1959 comen-zó a evidenciar su perfil socialistaun año y medio después.

Fue la radicalización del régimende Fidel Castro el factor desenca-denante que motivó un cambio deposición de la principal potenciacontinental, encendiendo luces dealarma e importando la GuerraFría a la región. Durante 1960, elgobierno cubano nacionalizó yexpropió sin indemnización em-presas y propiedades estadouni-denses por un valor de 1.000millones de dólares. En respues-ta, el gobierno de Dwight DavidEisenhower suspendió las impor-taciones de azúcar y embargótodas las exportaciones con desti-no a la isla, salvo alimentos ymedicinas. En ese contexto, a-

nunció también que EstadosUnidos estaba dispuesto a otorgarasistencia financiera para progra-mas de desarrollo social a los paí-ses latinoamericanos y solicitó alCongreso 500 millones de dóla-res, que fueron autorizados por laley 86.735 del 8 de septiembre de1960. Incluso hizo circular un pro-yecto que proponía crear un pro-grama para atacar los problemassociales, mediante el mejoramien-to de las condiciones de vida rural,planes de vivienda popular y lamodernización y extensión de laeducación. Además, se sugeríaque las naciones latinoamerica-nas debían tecnificar sus sistemasimpositivos, instituciones de crédi-to y métodos de uso y tenencia dela tierra. Ese documento fue labase que el 12 de septiembre de1960 dio origen al Acta de Bogotá.(Agudelo Villa, 1966: 83-89).

El Acta fue suscripta por uncomité conformado por 21 paísesamericanos. En el texto se explici-tó la creación de un Fondo de De-sarrollo Social, con recursos delgobierno de los Estados Unidos,para ser administrado por el Ban-co Interamericano de Desarrollo,entidad que había sido creada el12 de diciembre del año anteriorpara financiar proyectos de desa-rrollo económico. Se aclaró quelos préstamos serían en “condicio-nes flexibles” y se limitó la ayudaa “los países latinoamericanosque estén dispuestos a iniciar oampliar mejoras institucionalesefectivas y a adoptar medidas

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para utilizar eficazmente sus pro-pios recursos con miras a alcan-zar un mayor progreso social y uncrecimiento económico más equi-librado”.

Esas medidas evidenciaron uncambio de política que durante elgobierno de John Fitzgerald Ke-nnedy derivó en un giro coperni-cano, al menos desde lo discursi-vo. El líder demócrata asumiócomo presidente de Estados Uni-dos el 20 de enero de 1961 y el 13de marzo, antes de cumplir dosmeses de mandato, subió laapuesta en pos de una mayorintegración regional con un discur-so “latinoamericanista” pronuncia-do ante los embajadores del con-tinente en la Casa Blanca. Allí rei-vindicó a Simón Bolívar, BenitoJuárez, José de San Martín y JoséMartí, habló de una historia de“lucha común” contra el régimencolonial y aseguró que “la revolu-ción que comenzó en Filadelfia en1776 y en Caracas en 1811 no haterminado (…) porque nos aguar-da aún la tarea de demostrar almundo entero que la insatisfechaaspiración humana de progresoeconómico y justicia social, lapueden realizar mejor hombreslibres, trabajando dentro de unmarco de instituciones democráti-cas”. “Como ciudadano de losEstados Unidos de América, per-mítanme ser el primero en recono-cer que nosotros no hemos com-prendido siempre el sentido deesta misión común”, aclaró paraque la sorpresa inicial de los asis-tentes no derivara en sonrisas iró-

nicas e inmediatamente hizo unllamamiento “a todos los pueblosdel hemisferio para que nos junte-mos en una Alianza para elProgreso, en un vasto esfuerzo decooperación, sin paralelo en sumagnitud y en la nobleza de suspropósitos, a fin de satisfacer lasnecesidades fundamentales delos pueblos de las Américas detecho, trabajo y tierra, salud yescuela”.

De este modo, quedó expresadauna concepción liberal que poníael acento en la necesidad de rela-cionar crecimiento económico,reforma social, cooperación regio-nal y fortalecimiento de la demo-cracia representativa, para evitarel ascenso al poder de movimien-tos revolucionarios que pudieransimpatizar con Cuba. El discursono recibió mayores cuestiona-mientos, pero hubo quienes des-confiaron del genuino interés deEstados Unidos por el bienestarde la región, sobre todo porque apoco más de un mes de esa con-vocatoria fraternal a los puebloslatinoamericanos, Kennedy autori-zó la invasión de Cuba por partede una brigada de mil exiliados deese país, financiados y entrena-dos por la Agencia Central deInteligencia estadounidense, loscuales fueron derrotados por lastropas de Fidel Castro en Bahíade Cochinos. Igualmente, la con-vocatoria de Kennedy a formarparte de la Alianza se mantuvofirme y derivó en una reuniónextraordinaria en Punta del Estedel Consejo Interamericano Eco-

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nómico y Social (CIES) donde el 5de agosto se comenzaron a nego-ciar las directrices de política queestarían contempladas en el pro-grama.

2. La carta de Punta delEste

La preparación de la reunión delCIES estuvo a cargo de la secre-taría de la OEA, que convocó a ungrupo de expertos, en su mayoríalatinoamericanos, para que prepa-raran documentos de base sobreplanificación del desarrollo, inte-gración económica y productos deexportación con la colaboracióntécnica de la CEPAL y el BID. Deesos textos volvió a surgir la pre-ocupación por garantizar financia-miento externo para planes eco-nómicos que se deberían concen-trar en incentivar el desarrolloindustrial y estabilizar los preciosde los ingresos provenientes delas exportaciones primarias paraacelerar el ritmo de crecimiento ymejorar la distribución del ingreso.

Estados Unidos, por su parte,elaboró un proyecto de convenio“para el establecimiento de unaAlianza para el Progreso dentrodel marco de la Operación Pa-namericana”, donde se condensa-ron propuestas formuladas porKennedy y por el grupo de exper-tos latinoamericanos. El docu-mento constaba de seis capítulos.En el primero se enumeraban diezmetas económicas y sociales acumplir a lo largo de la década; enel segundo se resaltaba la impor-

tancia de formular programasnacionales de desarrollo queincluyeran la explicitación de lapolítica financiera, fiscal y mone-taria que debería llevarse adelan-te para garantizar su cumplimien-to; la tercera parte destacaba quelos programas debían basarsefundamentalmente sobre un usoeficiente de los recursos propios;en el cuarto capítulo se proponíanmedidas de corto plazo para crearlas bases de los programas delargo; en el quinto se resaltabaque los Estados Unidos estabandispuestos a colaborar por mediode asistencia técnica y financiera;y en la última parte se focalizabaen la organización y los procedi-mientos que debía cumplir laAlianza.

El borrador estadounidense fueaceptado en términos generalespor el resto de los países ameri-canos, salvo Cuba, porque con-templaba también la tarea realiza-da por el grupo de expertos con-vocado por la OEA, aunque luegose introdujeron varias reformas.Lo que sigue es un detalle de losobjetivos que quedaron plasma-dos en la Carta de Punta del Estey el análisis de dos ejes que ter-minarían siendo clave en el desa-rrollo de la Alianza: la ayuda exter-na y el comité de evaluación.

2.1. ObjetivosEl Título I referido a los objetivos

de la Alianza abunda en prome-sas, pero incluye pocos compro-misos específicos. Se destaca lanecesidad de alcanzar un desa-

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rrollo “acumulativo y suficiente”para reducir la brecha con los paí-ses desarrollados, poner losbeneficios del progreso económi-co a disposición de “todos los sec-tores económicos y sociales me-diante una distribución más equi-tativa del ingreso nacional”, incre-mentar la porción del productobruto destinada a la inversión yacelerar el proceso de una indus-trialización racional para aumen-tar la productividad global de laeconomía”, en especial “de lasindustrias productoras de bienesde capital”. Este último punto fueuna de las enmiendas que seincluyeron a partir de la presión delos países latinoamericanos deingreso medio con base industrial.

También se apuesta a lograr unamayor diversificación productivaen lo regional y en lo funcional,mejorar la productividad y la pro-ducción agrícola, impulsar progra-mas de reforma agraria integralorientada “a la efectiva transfor-mación de las estructuras e injus-tos sistemas de tenencia de la tie-rra”, aumentar la construcción deviviendas económicas para “dis-minuir el déficit habitacional”,mantener niveles de “preciosestables, evitando la inflación o ladeflación”, fortalecer los acuerdosde integración económica con elfin de llegar, “en último término”, aun mercado común latinoamerica-no, desarrollar programas coope-rativos para evitar los efectos per-judiciales de las fluctuaciones ex-cesivas de los ingresos de divisas

procedentes de exportaciones pri-marias y adoptar “las medidas quesean necesarias” para facilitar elacceso de las exportaciones lati-noamericanas a los mercadosinternacionales. Las mayores pre-cisiones aparecen cuando seexplicita que el crecimiento eco-nómico en cada país de la regiónno debería ser inferior al 2,5 porciento anual por habitante y sedestaca la importancia de asegu-rar un mínimo de seis años deeducación primaria a todo niño enedad escolar hacia 1970. Tam-bién figuran como metas precisaspara la década aumentar en unmínimo de cinco años la esperan-za de vida y llegar a suministraragua potable y desagüe a nomenos del 70 por ciento de lapoblación urbana y del 50 porciento de la rural.

En el Título Cuarto de la Carta,dedicado íntegramente a los pro-ductos básicos de exportación, seremarcó que el desarrollo de lospaíses de América Latina requeríade “la expansión de su comercio,un aumento simultáneo y corres-pondiente de sus ingresos en divi-sas derivados de la exportación,una disminución de las fluctuacio-nes cíclicas o estacionales de losingresos de los países que aúndependen considerablemente dela exportación de materias primasy la corrección del deterioro secu-lar de sus términos de intercam-bio”. En vista de esa caracteriza-ción, se acordó una serie de medi-das, pero la vaguedad predominó

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en los términos de los enunciadosporque la delegación de EstadosUnidos no estaba facultada porKennedy para adquirir compromi-sos regionales, pues el propio pre-sidente no había obtenido delCongreso ninguna seguridad deque se aprobarían las medidaspara abrirle el mercado deEstados Unidos a las exportacio-nes latinoamericanas. Por ejem-plo, abundaron frases del siguien-te estilo: 1) “los países industriali-zados deberán prestar especialatención a la necesidad de acele-rar el desarrollo económico de lospaíses menos desarrollados”, 2)“los países miembros deberánprocurar la reducción, y si es posi-ble la eliminación, en un plazorazonable, de los subsidios a lasexportaciones y otras medidasque son causa de inestabilidad enlos mercados de productos bási-cos”; y 3) “prestar la máxima coo-peración a los menos desarrolla-dos para que sus materias primasse exporten con el mayor gradode elaboración”.

2.2. La ayuda externaAl momento de redactar el Título

Segundo, referido al desarrolloeconómico y social, las tensionessurgieron por el tema de los recur-sos. la Argentina, el Brasil, Chile,México y el Perú reclamaron ma-yor precisión sobre el compromisode los Estados Unidos respectode la ayuda financiera, sobre todo

tomando en cuenta las transfor-maciones que se le estaban exi-giendo a los países latinoamerica-nos. Así fue como lograron intro-ducir una enmienda donde seexplicitó el monto estimado deldesembolso y una caracterizaciónsobre las condiciones que debíatener para alcanzar los objetivospropuestos:

“Que los países latinoamericanosobtengan suficiente ayuda financieradel exterior, incluso una parte sus-tancial en condiciones flexibles conrespecto a plazos y términos deamortización y modos de utilización,para complementar la formación decapital nacional y reforzar la capaci-dad importadora de dichos países; yque en apoyo de programas bienconcebidos, que comprendan lasreformas estructurales necesarias ylas medidas para la movilización derecursos nacionales, se ponga a dis-posición de los países latinoameri-canos un aporte de capital de todaslas fuentes exteriores, durante lospróximos diez años de por lo menos20.000 millones de dólares, dandoprioridad a los países de menordesarrollo relativo. La mayor partede esa ayuda deberá estar constitui-da por fondos públicos”. (TítuloSegundo, Capítulo 1, Punto 4 de laCarta de Punta del Este, 1961).

Los 20.000 millones de dólares,condicionados al cumplimiento deuna serie de medidas por parte delos gobiernos receptores, ya habí-an sido anunciados por el secreta-rio del Tesoro Estadounidense,Douglas Dillon1, en su discurso

1 “Si Latinoamérica toma las medidas internas necesarias, condición previa, podrá lógi-camente esperar que sus esfuerzos -no es tampoco que si toma las medidas ya está,

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durante el debate general y fue enesta cláusula que quedó explicita-do. Sin embargo, en el texto sólose hace referencia a “todas lasfuentes exteriores”, sin precisar elorigen. De hecho en la Decla-ración de los Pueblos de Américaque acompañó la Carta de Puntadel Este se menciona que losEstados Unidos proporcionarán“la mayor parte del financiamientode por los menos 20.000 millonesde dólares”, pero en el párrafosiguiente lo único que se garanti-za es que en los doce meses con-tados a partir del 13 de marzo de1961, fecha de la primera declara-ción de la Alianza, “proveerán fon-dos públicos por más de 1.000millones de dólares”. Tampoco seprecisó si los fondos que ya veníarecibiendo la región, a través decréditos de corto plazo y progra-mas de ayuda como Food forPeace, había que contabilizarlosdentro de ese monto global y si seestaba hablando de montos netoso brutos, lo cual, como se verámás adelante, dificultó la posibili-dad de precisar si se cumplió conlo pactado. La falta de claridad

sobre estos puntos no impidió elacuerdo porque la Carta no era untratado y las obligaciones quecontenía dependían para su eje-cución de la buena voluntad de losparticipantes.

Cuba participó de la reunión delCIES enviando como represen-tante a Ernesto “Che” Guevara,quien rechazó los términos de ladeclaración final con varias adver-tencias que resultarían revelado-ras al analizar el proceso en pers-pectiva histórica. Además de de-nunciar que la Alianza estaba con-cebida “contra Cuba” y sobre todo“contra el ejemplo que Cuba signi-fica para todo el continente ameri-cano”, Guevara relativizó la ayudaque entonces prometía EstadosUnidos. En su intervención del 8de agosto de 1961, explicitó quécaracterísticas debía tener elfinanciamiento externo, dejandoentrever de ese modo sus críticasa las condicionalidades que ya sehabían explicitado2, y advirtiósobre el margen de arbitrariedadpara fijar nuevas exigencias quela principal potencia continentaldejaba traslucir a través de sus

sino que ‘podrá lógicamente esperar’- serán igualados por un flujo de capital del ordende por lo menos 20.000 millones de dólares en los próximos diez años. Y la mayoríade estos fondos procederán de fuentes oficiales”, aseguró Dillon.

2 “A nuestro juicio, el financiamiento externo sería bueno que sólo se produjera coninversiones directas que reunieran las siguientes condiciones: no sujetarlos a exigen-cias políticas, no discriminarlos contra empresas estatales, asignarlos de acuerdo conlos intereses del país receptor, que no tengan tasas de interés mayores del tres porciento, que su plazo de amortización no sea inferior a 10 años y pueda ser ampliablepor dificultades en la balanza de pagos; proscripción de la incautación o confiscaciónde naves y aeronaves de un país miembro por otro; iniciación de reformas tributariasque no incidan sobre las masas trabajadoras y protejan contra la acción de los mono-polios extranjeros” (Guevara, 2003: 23-24)

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voceros3. Además, remarcó el es-collo que supondría el Congresoestadounidense al momento deaprobar la ayuda.4

2.3. Comité de evaluaciónde programas

En el borrador que hizo circularEstados Unidos antes de la Con-ferencia se proponía la creaciónde un comité de siete expertospara recibir, discutir y evaluar losprogramas que serían financiadospor la Alianza, pero la propuestafue dejada de lado con el argu-mento de que se convertiría en unpoder supranacional con faculta-des para intervenir en los asuntosinternos de los países. En sureemplazo, en el Capítulo V delTítulo Segundo de la Carta seestableció la elaboración de unanómina de nueve expertos queserían designados por el CIES, apropuesta conjunta del SecretarioGeneral de la OEA, del presidentedel BID y del subsecretario de lasNaciones Unidas a cargo de la

CEPAL. Los expertos podrían serde cualquier nacionalidad y sólose aclaró que en el caso de loslatinoamericanos se procuraríauna adecuada distribución geo-gráfica.5

En el texto se aclaró que el Co-mité de los Nueve gozaría de“completa autonomía en eldesempeño de sus funciones”,pero lo cierto es que sus funcio-nes eran muy acotadas. Cada vezque un país solicitara evaluaciónde su programa nacional no seríaese Comité el encargado de hacerel trabajo sino un comité ad hocintegrado por tres miembros deesa nómina de expertos y por unnúmero igual de especialistasnombrados por la nación involu-crada. Ese comité ad hoc se limi-taría a estudiar los programas eintercambiar opiniones con el go-bierno interesado respecto deposibles modificaciones y, sóloluego de obtener el consentimien-to del mismo gobierno, podría dara conocer sus conclusiones al BID

3 “¿Qué quiere decir ‘si Latinoamérica toma las medidas internas necesarias’? y ¿quéquiere decir ‘podrá lógicamente esperar’?”, dijo en respuesta a las palabras de Dou-glas Dillon. (Guevara, 2003: 18)

4 “Todos juntos tenemos que trabajar para que aquí se concrete esa cifra [en referenciaa los 20.000 millones de dólares] y para asegurar que el Congreso de Estados Unidosla apruebe; porque no se olviden que estamos frente a un régimen presidencial y par-lamentario, no es una “dictadura” como Cuba, donde se para un señor representantede Cuba, habla en nombre del gobierno, y hay responsabilidad de sus actos; aquí,además, tiene que ser ratificado allí, y la experiencia de todos los señores delegadoses que muchas veces no fueron ratificadas allí las promesas que se hicieron aquí”.(Guevara, 2003: 19).

5 El Comité de los Nueve estuvo formado por Paul Rosenstein-Rodan y Harvey Perloff,de los Estados Unidos; Raúl Sáenz, de Chile; Jorge Sol Castellanos, de El Salvador;Felipe Pazos, anterior presidente del Banco Nacional de Cuba; Hernando AgudelloVilla, de Colombia; Jorge Grieve, de Perú; Ernesto Malaccorto, de la Argentina yManuel Noriega Morales, de Guatemala (Levinson y Onis, 1972:109).

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y a otros gobiernos e institucionesque puedan estar dispuestos aotorgar ayuda financiera y técnicadel exterior. En el punto 7 delCapítulo V se aclaraba que lasrecomendaciones del comité ad-hoc “serán de gran importanciapara determinar la distribución delos fondos públicos de la Alianzapara el Progreso”, una maneramuy elegante de decir que sus re-soluciones no eran vinculantes.De hecho, esa vaguedad dio lugara que, ya desde principios de1962, Estados Unidos y los paísesmás grandes de América latinacomenzaran a negociar bilateral-mente eludiendo al Comité.

En noviembre de 1963, el CIESterminaría decidiendo la creaciónde un Comité Interamericano de laAlianza para el Progreso (CIAP)para tratar de optimizar el funcio-namiento del programa. Estenuevo organismo contaba consiete miembros permanentes(seis elegidos por los países lati-noamericanos y uno por losEstados Unidos) y un secretariadotécnico. Su función era revisar losplanes de desarrollo, la disponibi-lidad de recursos internos de cadapaís y la disponibilidad y distribu-ción de la ayuda externa entreesos mismos países. Tambiéndebía tomar en cuenta las reco-mendaciones del Comité de losNueve, que siguió funcionandohasta 1967, pero al igual que esegrupo, no tuvo facultades paralograr que se ejecuten sus reco-mendaciones.

Como se verá a partir de ahora,la vaguedad de los objetivos expli-citados en la Carta de Punta delEste, la falta de precisión sobrecuánta sería la ayuda externa ofi-cial y el escaso poder del comitéencargado de evaluar los progra-mas terminarían condicionandodesde un comienzo a la Alianzahasta convertirla en un programade ayuda tradicional de EstadosUnidos que tomó como parámetroprincipal para el otorgamiento delos créditos la aplicación de pla-nes de ajuste y estabilización y elcumplimiento de una serie de con-dicionalidades que en lugar depromover el desarrollo profundiza-ron el atraso y la dependencia e-conómica de América Latina.

3. Condicionalidades: unaporte al desarrollo (deEstados Unidos)

El 4 de septiembre de 1961 elCongreso estadounidense aprobóla ley de Ayuda Externa (87.195)que autorizó la creación de unaagencia para promover el desa-rrollo en los países más pobres yuna amplia gama de programasde préstamos y donaciones. El 3de noviembre de ese mismo año,Kennedy creó por decreto la A-gencia para el Desarrollo Inter-nacional (AID, según sus siglas eninglés) y colocó a la Alianza den-tro de esa estructura. Luego logróque el programa dispusiera defondos propios, pero el Congresorestringió el monto de la ayuda ydosificó su entrega.

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El presidente estadounidensehabía solicitado al Parlamentoautorización para gastar 3.000millones de dólares durante tresaños. Sin embargo, en la ley deAyuda Externa de 1962 los legis-ladores redujeron esa cifra a 600millones y estipularon que la ad-ministración demócrata tendríaque solicitar anualmente la asig-nación correspondiente del presu-puesto. La Alianza había sido con-cebida para otorgar financiamien-to de largo plazo. Por lo tanto esarestricción en las condiciones deentrega dificultó la formulación deprogramas plurianuales, pues lospaíses latinoamericanos no teníangarantías sobre la obtención delos recursos que debía aportar Es-tados Unidos. Además, esa situa-ción llevó a la AID a apresurarse apresentar la aprobación de solici-tudes de financiamiento cuandoestaba por vencer el año fiscal,independientemente del grado deelaboración que tuvieran los pro-yectos. Lo que buscaban era evi-tar que hubiera subejecución por-que si eso ocurría los legisladorespodían decidir recortar la partidadel año siguiente.

El Congreso también introdujoun conjunto de nuevas disposicio-nes, de carácter limitativo y pro-teccionista, no contempladas nien el Acta de Bogotá ni en la Car-ta de Punta del Este. Las comprasfinanciadas con recursos de laAlianza debían utilizarse paracomprar bienes de origen esta-dounidense que tuvieran hasta un

90 por ciento de sus componentesmanufacturados en ese país; el 50por ciento del tonelaje de los pro-ductos básicos adquiridos setenía que transportar en barcos delos Estados Unidos y estabaprohibido extender la ayuda oficialal gobierno de un país que hubie-se confiscado propiedades esta-dounidenses, que las hubiese su-jeto a normas impositivas o admi-nistrativas discriminatorias o queprestara asistencia al gobierno deCuba. También se estableció laobligación de destinar no menosdel 50 por ciento de los fondosque se apropien para los años fis-cales de 1965 y 1966 a estimularel desarrollo económico por con-ducto de la empresa privada y seestipuló que a partir del 31 dediciembre de 1965 no podríasuministrarse ayuda al país queno hubiese concertado con losEstados Unidos un acuerdo sobreun programa de garantía de inver-siones.

El objetivo principal pasó a serentonces ayudar a revertir el défi-cit creciente de la balanza de pa-gos de Estados Unidos. “Los finesanteriores de la ayuda externadentro de la Alianza para el Pro-greso, debido a las enmiendasintroducidas por el Congreso, sehan ido deformando paulatina-mente y de tal manera, que laayuda se está convirtiendo en uninstrumento de defensa de losintereses norteamericanos a cau-sa de las nuevas condiciones quese están imponiendo para su otor-

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gamiento”, denunció el colombia-no Hernando Agudello Villa, quienformaba parte del Comité de losNueve, en su libro “La revolucióndel desarrollo” (1966: 229).

En otro libro muy crítico sobre laAlianza, Jerone Levinson, ex di-rector alterno de la Oficina de Pro-moción de Inversiones de la AID,y Juan de Onis, periodista corres-ponsal para América latina delNew York Times, relatan dos ca-sos donde se evidencia con clari-dad cómo las condicionalidadesimpuestas terminaban tergiver-sando el sentido original de laAlianza al privilegiar los interesesde Estados Unidos por sobre cual-quier estrategia de desarrollo quepudieran impulsar los países lati-noamericanos.

Uno de los casos involucró alBrasil. En 1964 solicitó un présta-mo de 15 millones de dólares parafinanciar importaciones de fertili-zantes provenientes de EstadosUnidos. La AID autorizó el desem-bolso, pero la ley de Ayuda Ex-tranjera obligaba a trasladar el 50por ciento del tonelaje financiadocon barcos estadounidenses quecobraban más del doble que otrasnaves (19,5 contra 9 dólares portonelada). Como los importadoresse negaban a convalidar ese dife-rencial de precios, el gobiernobrasileño se hizo cargo de la dife-rencia para que la operación nofracasara. Sin embargo, mientrasse llevó adelante la negociación lademanda de buques estadouni-denses se incrementó por una cri-

sis alimentaria en la India y losrequerimientos crecientes del pro-grama de ayuda para Vietnam. Enese momento se le solicitó a laOficina de Recursos Materiales(MR) de la AID que expidiera un“certificado de no-disponibilidad”para que se pudiera contratar aotros buques. La RM lo hizo, peroaseguró que ese faltante de nin-guna manera relevaba a los brasi-leños de la obligación de embar-car una cantidad equivalente decarga en buques estadouniden-ses en una fecha posterior. Esoobligaba al gobierno del Brasil adevolver a la AID una cantidadigual al costo del embarque del 50por ciento del tonelaje. El Brasilrechazó esa exigencia y reciénentonces Estados Unidos dio mar-cha atrás destrabando la opera-ción. En el otoño de 1968, elBrasil solicitó otros 20 millonespara volver a comprar fertilizante,pero entonces la tarifa de losbuques estadounidenses habíasubido de 19,5 a 25,4 dólares latonelada. Eso significaba que 4,5millones de dólares del préstamose tendrían que destinar a subsi-diar el flete (22,5 por ciento deltotal). Los brasileños considera-ron que en esas condiciones elpréstamo era demasiado caro y lodescartaron. Lo llamativo fue queese mismo año el Comité de O-peraciones Gubernamentales dela Cámara de Representantes deEstados Unidos, al evaluar lasmetas de la Alianza, cuestionó ala AID por su falta de ayuda alpequeño agricultor y por su falta

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de interés en impulsar la reformaagraria (Levinson y De Onis,1972: 117-119)

El segundo caso tuvo como pro-tagonista al gobierno chileno. Enjulio de 1967 la AID le otorgó unpréstamo de 24 millones de dóla-res para fomentar la agricultura.De ese total, 2 millones se iban adestinar a la compra de tractorespara el programa de reforma agra-ria, los cuales debían ser adquiri-dos a empresas estadounidensespara cumplir con la condicionali-dad. John Deere y Ford se pre-sentaron a la licitación. La primerafirma ofreció tractores a 5.700 dó-lares y la segunda a 5.300. Elgobierno se inclinó por Ford, peroJohn Deere protestó porque Fordfabricaba los tractores en Inglate-rra y la ley de Ayuda Extranjeraestablecía que el tractor no sólodebía ser comercializado por unaempresa de los Estados Unidossino también tener al menos un 90por ciento de componentes de ori-gen estadounidense. Ford ofrecióentonces comenzar a producir sustractores para Chile en EstadosUnidos, pero utilizando un 50 porciento de componentes ingleses.Además, ofreció una rebaja del 25por ciento sobre las compras alpor mayor porque ya estabaexportando a Chile siete vecesmás que John Deere. Eso redujoel precio final a 3.900 dólares portractor, pero la AID rechazó la pro-puesta porque afectaba la balan-za de pagos de Estados Unidos.Luego la negociación se reflotó yel gobierno de Chile terminó com-

prándole los tractores a la firmaestadounidense International Har-vester, pero un año y medio des-pués de que se autorizara el prés-tamo. “Así nadie se puede extra-ñar de que los funcionarios chile-nos, y en general los latinoameri-canos, hayan empezado a inda-gar cuál era el desarrollo que laAlianza para el Progreso queríapromover”, se preguntaron Levin-son y de Onis con sarcasmo.(1972:126)

Las condicionalidades fueronhoradando poco a poco los proce-dimientos establecidos en la Cartade Punta del Este para obtenerayuda externa, hasta volverlosprácticamente obsoletos. Inclusolas evaluaciones de los comitésad hoc perdieron importancia. LaAID y el BID comenzaron a reali-zar sus propias evaluacionesantes de decidir el financiamientode los proyectos presentados eincluso impusieron sus propiasreglas sobre política financiera yeconómica. De hecho, también secomenzó a exigir a los países lafirma de acuerdos con el FondoMonetario Internacional (FMI) queincluían cláusulas de orden fiscal,monetario y cambiario basadassobre tesis económicas ortodoxasacerca del desarrollo que contras-taban con los principios de laAlianza. Esos acuerdos constitu-yeron la guía de las agenciasinternacionales y de los bancospúblicos y privados de EstadosUnidos en su política de présta-mos, tal como se analiza en elpróximo apartado.

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4. El ajuste fiscal y la estabilidad monetariacomo prioridad

La administración Kennedy pro-metió llevar adelante una revolu-ción democrática a través de laAlianza, pero rápidamente las me-didas tendientes a acelerar laredistribución del ingreso y corre-gir las injusticias sociales fueronsiendo dejadas de lado. Esto noquiere decir que Estados Unidos,por ejemplo, haya boicoteadoexplícitamente los procesos dereforma agraria, porque de eso seencargaron en la mayoría de loscasos las clases dominantes loca-les6. Lo que hizo fue subordinarlas medidas de reforma social arequerimientos de estabilizaciónfinanciera y monetaria. Es decir, siun gobierno desistía de impulsarla reforma agraria, pero recortabael gasto público, controlaba lainflación y abría su mercado inter-no los créditos seguían llegando.Ahora bien, si no cumplía conestos últimos requisitos que impo-nían el Fondo Monetario Interna-cional y la AID los créditos paralos programas agrícolas se sus-pendían. De este modo, los orga-nismos internacionales de présta-mos no se limitaban a exigir nor-mas mínimas indispensables paraasegurar que la ayuda externa no

se malgastara sino que iban másallá y terminaban condicionandola política económica.

Las recomendaciones tendien-tes a recortar el gasto público, res-tringir el crédito, abrir paulatina-mente la economía y garantizar laconvertibilidad de la monedatuvieron éxitos parciales en lalucha contra la inflación, pero fue-ron a costa del estancamientoeconómico, la pérdida de poderadquisitivo por parte de los traba-jadores y el aumento del desem-pleo. Según Agudelo Villa, “des-pués de cuatro años de ejecuciónde la Alianza para el Progreso,América latina sigue sujeta inflexi-blemente a tesis económicas orto-doxas sobre el desarrollo, que noconsultan cabalmente la realidaddel Continente, ni atacan las crisisreales que están determinando lainflación crónica, el desempleomasivo y el bajo crecimiento de laeconomía” (1966: 250).

Ni siquiera existió una preocupa-ción por tratar de promover lademocracia, pues se financiaronlos planes de ajuste y estabiliza-ción de las dictaduras de laregión. El mejor ejemplo es elBrasil, el país que recibió másayuda externa de Estados Unidosen términos absolutos durante ladécada de 1960, tal como vere-mos en el apartado siguiente. En

6 El gobierno chileno de Eduardo Frei recibió cerca de 80 millones de dólares anualesde la Alianza para promover la reforma agraria. El objetivo era dotar de tierra a100.000 mil campesinos durante los seis años de su mandato. Toda superficie mayora 77 hectáreas quedaba sujeta a expropiación, pero la dificultad para otorgar los cré-ditos a los campesinos y la fuerte resistencia de las elites y de la clase media hicieronfracasar la iniciativa (Levinson y de Onis, 1972)

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1963 el presidente João Goulartnegoció con Estados Unidos unprograma de préstamos por 398,5millones de dólares. A cambio,debía implementar un plan deajuste para ponerle freno a lainflación. Entonces eliminó lossubsidios al trigo y al petróleo ydevaluó la moneda un 30 por cien-to. Esa combinación provocóaumentos de precios y deteriorodel poder adquisitivo de la pobla-ción que iba a ser compensado enparte con aumentos de salarios.Sin embargo, Goulart cedió a laspresiones de los trabajadores yotorgó un aumento por encima dela inflación. En ese momento,Estados Unidos interrumpió suprograma de ayuda y dejó alBrasil al borde del default. Goulartse radicalizó: expropió campos,nacionalizó todas las refineríasprivadas y congeló alquileres. El31 de marzo de 1964 un golpemilitar encabezado por HumbertoCastelo Branco derrocó a Goularty encaró un plan de estabilización.Recién en ese momento, la AID,ya durante el gobierno de LyndonJohnson, restableció la ayuda através de un crédito de 150 millo-nes de dólares, pero fijó exigen-cias fiscales, monetarias y cam-biarias muy severas, coincidentescon los programas del FMI, ycomenzó a monitorear su cumpli-miento trimestralmente. El conve-nio también exigía avances enmateria de reforma agraria y edu-cación, pero la AID no condicionóla entrega del dinero a avances enesas áreas. “Los funcionarios bra-

sileños sabían que la estabiliza-ción monetaria era el camino paraobtener la ayuda económica”,recuerdan Levinson y de Onis(1972:187). A principios de 1966la AID otorgó otros 150 millonescon las mismas exigencias fisca-les y monetarias, pero ya sin refe-rencias a reforma agraria, educa-ción y distribución del ingreso. Amedida que recibía recursos, elgobierno iba restringiendo másaún los derechos políticos hastallegar al extremo de cerrar elCongreso. Sin embargo, ese datono alteró la política de la AID queotorgó otros 100 millones paraavanzar con la liberalización delas exportaciones.

5. Ayuda externa: lo quequedó es el olor

La Alianza recién fue posiblecuando Estados Unidos cedióante los reclamos latinoamerica-nos y se comprometió a aportarayuda externa oficial para finan-ciar el desarrollo. Los fondospúblicos que antes eran retacea-dos, con el argumento de que elcapital privado debía ser el vehí-culo principal para la transferenciade recursos, comenzaron a apare-cer en los 60’ para evitar que larevolución cubana se expandieraal resto de la región. Como sedetalló anteriormente, en Puntadel Este se promocionó unsupuesto aporte de 20.000 millo-nes de dólares a lo largo de ladécada, pero fueron pocas lasprecisiones que se dieron al res-

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pecto. En la Carta se mencionóque ese monto iba a correspondera “todas las fuentes exteriores”,sin precisar origen y, aunque enotra parte del texto la principalpotencia continental se compro-metía a garantizar “la mayorparte” de ese financiamiento, locierto es que lo único que allí apa-recía como seguro es que en losdoce meses contados a partir del13 de marzo de 1961 se proveerí-an “fondos públicos por más de1.000 millones de dólares”.Harvey Perloff, quien había sidomiembro del Comité de los Nueveen representación de EstadosUnidos, elaboró uno de los infor-mes más detallados sobre laAlianza y demostró que los de-sembolsos estuvieron por debajode las promesas iniciales quemotivaron el entusiasmo de algu-nos sectores latinoamericanos.

En su libro Alliance for Progress,A Social Invention in the Making(1969), Perloff afirma que entre1961 y 1968 los compromisos deasistencia financiera externasumaron 2.123 millones de dóla-res de promedio anual, pero allíincluye todos los préstamos y sub-sidios de corto y largo plazo.Aparecen los aportes de AID,Food for Peace, Cuerpos de Paz,Banco de Exportación e Impor-tación (Eximbank), BID, BIRF,Social Progress Trust Fund,Tesoro y FMI. Pese a ello, losdesembolsos efectivos fueronapenas de 1.436 millones de dóla-res de promedio por año y sólo

1.106,5 millones eran aportes delargo plazo.

Perloff también se toma el traba-jo de restarle a los 1.436 millonesde dólares de desembolso efecti-vo global anual, el dinero destina-do a la cancelación de préstamosque los países latinoamericanosgiraron a esas mismas institucio-nes durante esos años para poderprecisar el aporte neto. El cálculose realiza a partir de los pagosque efectivamente se hicieron, loscuales son sustancialmente másbajos que los que se deberíanhaber hecho, pues una parte sus-tancial de la deuda impaga devarios países, especialmente laArgentina, el Brasil, Chile yColombia, fue reprogramadaincrementando las obligacionespara la próxima década. El montoexacto de amortizaciones de prés-tamos fue de 516,1 millones dedólares de promedio anual, lo cualreduce el dinero neto desembol-sado a 920 millones de dólarespor año, sin poder precisar cuántocorresponde de esta cifra a apor-tes de largo plazo, pues las refi-nanciaciones y las prácticas con-tables de algunas institucioneshicieron imposible obtener el dato.

En cuanto al aporte específicode Estados Unidos, el mismo seobtiene luego de excluir del cálcu-lo al BIRF, BID y FMI, por serorganismos multilaterales. De esemodo, los compromisos se redu-cen de los 2.123 millones inicialesa un promedio anual de 1.220,8millones. Mientras que los desem-

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bolsos efectivos bajan a 775 millo-nes. Si se descuentan los 2.84,9millones de dólares de promedioanual destinados al pago de deu-das con organismos públicosestadounidenses como AID, E-ximbank, Social Progress TrustFund y el Tesoro, el aporte netode ese país queda en 490,1 millo-nes por año, sin poder discriminarcuánto corresponde a corto ylargo plazo. Es decir, 3.920,8millones de dólares en ocho años.Demasiado poco si se toman encuenta las promesas presentes enel rimbombante discurso que Ke-nnedy pronunció en la CasaBlanca el 13 de marzo de 1961.

Además, es importante resaltarque el monto neto anual no se dis-tribuyó de manera equitativa entrelos países que integraron la A-lianza. Según datos del AIDReports citados por Perloff entre1961 y 1966 el 60 por ciento delos compromisos asumidos sólopor Estados Unidos se concentra-ron en Chile, Colombia, el Brasil yMéxico. Por ejemplo, duranteesos siete años Chile obtuvo com-promisos de desembolsos, nodesembolsos efectivos, por 717,9millones de dólares (82,4 dólaresper cápita), Colombia 545,8 millo-nes (29,2 per cápita), el Brasil1654,9 millones (20,4 per cápita) yMéxico 436,8 millones (10,2 dóla-res per cápita). Mientras que laArgentina apenas 243,3 millones(10,8 per cápita). Estados Unidosidentificaba a Chile y Colombiacomo los países de mayor poten-cial político y económico de la

región y por ello concentraba laayuda en ellos, pero de ese modotergiversó el procedimiento pre-visto en la Carta de Punta del Esteque daba derecho a todos los paí-ses a recibir ayuda financiera paracomplementar la inversión internaen función de programas de desa-rrollo. De hecho, en el mensaje deAyuda Externa de 1964, el presi-dente Lyndon Johnson explicitóque las dos terceras partes de losfondos propuestos para el año fis-cal de 1965 (incluyendo laAlianza) serían concentradas enseis países: Chile, Colombia,Nigeria, Turquía, Paquistán eIndia.

Los números expuestos porPerloff dejan en claro que laayuda externa oficial fue menorque la prometida inicialmente,pero contabiliza todo tipo dedesembolso, incluso los de pro-gramas que ya se venían ejecu-tando desde antes que se firmarala Carta de Punta del Este.Además, para calcular el aporteneto resta sólo el pago de deudascon organismos públicos, sintomar en cuenta el flujo de capita-les privados. En otros informes lasestimaciones son más “pesimis-tas”. Por ejemplo, el economistaRoberto Bouzas elaboró un infor-me donde detalló que en el perío-do 1961-1968, el mismo que ana-liza Perloff, las transferencias bila-terales de Estados Unidos haciaAmérica Latina ascendieron apro-ximadamente a 10.000 millonesde dólares, pero los desembolsosnetos fueron de 4.800 millones y

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si se deducen las remesas priva-das, se concluye que práctica-mente no hubo afluencia neta derecursos externos a la región.(1985: 12)

Algunos analistas justifican estasituación, diciendo que losdesembolsos de ayuda externaoficial estaban condicionados enla Carta de Punta del Este a lapuesta en marcha de una serie dereformas estructurales por partede los países latinoamericanos.La correspondencia de los pro-yectos que serían financiados conlas reformas debía ser evaluadapor el Comité de los Nueve y des-pués por su sucesor, el CIAP. Porlo tanto, si algunos países no lle-varon adelante las reformas eslógico que los desembolsos hayanarrojado una cifra menor a la pre-vista inicialmente.

En este trabajo no se va a anali-zar qué reformas implementócada país latinoamericano y quécorrespondencia hubo entre esasreformas y el dinero desembolsa-do, si es que es posible trazar esacausalidad. No obstante, esimportante recordar que, más alláde lo que figuraba en la Carta dePunta del Este, para los présta-mos gubernamentales se les haexigido sólo que aprueben planesde estabilización monetaria, perono que adopten programas dereforma social. Además, luego dedetallar las condicionalidades queestableció el Congreso estadouni-dense como requisito previo paraautorizar los desembolsos, se po-

dría suponer que si se hubiesenllevado adelante las reformas exi-gidas, pero se hubieran queridoutilizar los desembolsos paracomprar mercancías en otro paísque no fuera Estados Unidos,trasladándolas en una flota que nofuera la de la principal potenciacontinental, el dinero tampocohabría llegado. ¿Fue entonces lafalta de reformas estructurales loque limitó la llegada del dinero?Sin duda ese factor puede haberinfluido, pero por si sólo no alcan-za para explicar lo ocurrido.También es permitente asignarleparte de la responsabilidad a lahistórica reticencia que mostróEstados Unidos al momento deotorgar ayuda oficial, reticenciaque fue graficada con agudezapor Lleras Restrepo en la confe-rencia de Quitandinha de 1954 yque en parte continuó vigentedurante la década siguiente:

Durante una de las sesiones finalesde la Comisión sobre Financiamien-to Externo, Lleras Restrepo deColombia contó la historia de uncolombiano que instaló un puesto enun mercado en el que fijó un anuncióque decía: “Aquí se vende pescadofresco”. Un amigo pasó por ahí y ledijo: “Este letrero está muy largo.¿Por qué dices ‘pescado fresco’?Todo el mundo sabe que tú no ven-derías pescado podrido. Entonces elcomerciante tachó la palabra “fres-co”. Apareció otro amigo y dijo:“¿Por qué dices ‘aquí’? Obviamente,es aquí donde vendes el pescado”.De manera que el letrero se redujo a“Se vende pescado”. Otro amigopasó por el lugar y dijo: “Tú no pon-drías aquí el pescado si no fuera

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para venderlo. ¿Por qué no borraslas palabras ‘se vende’? Así lo hizoel comerciante y dejo sólo una pala-bra: “Pescado”. Finalmente se pre-sentó un cuarto amigo y le dijo: “Nonecesitas decir ‘Pescado’, todo elmundo puede por el olfato darsecuenta de lo que vendes”. De mane-ra que el comerciante borró la únicapalabra que quedaba. “Y eso es loque ocurre con la ayuda de losEstados Unidos”, dijo LlerasRestrepo; “después de todas las dis-cusiones que hemos tenido aquí, loúnico que ha quedado es el olor”.7

6. El impacto en la balanzade pagos

La acotada ayuda externa oficialde Estados Unidos a AméricaLatina y las políticas proteccionis-tas que la principal potencia conti-nental continuó aplicando durantela década de los ‘60 frustraron laposibilidad de lograr una mayorinserción de las exportaciones dela región en ese país, a punto talque no sólo no se expandieronsino que retrocedieron en térmi-nos relativos. Según un informedel destacado economista de laCEPAL Aníbal Pinto en el período1960-1970 las exportaciones lati-noamericanas crecieron a unatasa del 5 por ciento anual frenteal 7,4 registrado por el total de lospaíses en desarrollo con econo-mía de mercado. Ese retraso sedebió fundamentalmente al bajocrecimiento de los envíos haciaEstados Unidos, que sólo seincrementaron a una tasa de 2,1

por ciento. La consecuencia fueque la participación de Américalatina en las importaciones totalesde Estados Unidos se redujo de24 a 11 por ciento en los añosextremos y la participación deesas ventas en el conjunto de lasexportaciones latinoamericanascayó del 42 al 30 por ciento. Laparticipación de América latina enlas exportaciones totales deEstados Unidos también disminu-yó en términos relativos, aunqueen menor medida (de 17,1 a 13,3por ciento en igual período). Estasmodificaciones llevaron a unareversión del saldo que habitual-mente era favorable a AméricaLatina. El promedio anual del perí-odo 1961-1965 había arrojado unsuperávit de 186 millones, pero enel quinquenio 1966-70 esta situa-ción se revirtió y se convirtió en undéficit de 251 millones anuales,llegando a un rojo de 795 millonesen 1970. (1974: 117-119). Enmateria financiera, el saldo de losflujos de capital oficiales y priva-dos continuó siendo negativo eincluso se amplió el déficit de unpromedio anual de 43 millones enel quinquenio 1961-1965 a uno de172 millones en 1966-1970. Esofue porque el saldo positivo de losflujos oficiales no alcanzó a com-pensar el rojo de las transaccio-nes del capital privado. De estemodo, América latina quedó impo-sibilitada de solventar los saldosdesfavorables de las transaccio-nes financieras con el superávit

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7 Citado en el libro de Levinson y de Onis (1972:53).

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comercial, situación que obligó alos países de la región a recurrir aun mayor endeudamiento o a dis-minuir sus reservas para enfrentarel desequilibrio (1974: 127).

Pinto destaca también que lacontribución de América latina aEstados Unidos representó entre1961 y 1965 un 10 por ciento enpromedio del saldo positivo delintercambio total de bienes y ser-vicios que registró el país delnorte en ese período. Mientrasque en el segundo quinquenio esacifra se amplió al 25 por ciento. Acambio, Latinoamérica sólo reci-bió un 5 y un 10 por ciento de lainversión directa norteamericanaen el primero y segundo quinque-nio de la década de 1960, respec-tivamente.

Los números muestran con clari-dad que la supuesta voluntad deapuntalar el desarrollo latinoame-ricano no tuvo su correspondenciaen los hechos. Paradójicamente,no fue Estados Unidos quien cola-boró con América latina sino estaúltima la que ayudó a los estadou-nidenses a sobrellevar la crisis desu balanza de pagos. La regióncontribuyó con más de un terciodel ingreso neto estadounidenseprocedente del intercambiocomercial y de servicios, mientrasque sólo recibió alrededor de unadécima parte de la inversión direc-ta y la cuarta parte de los présta-mos provenientes de ese país.(Pinto, 1974:128).

7. Conclusión

La Alianza para el Progreso fuela única vez en que EstadosUnidos plasmó sus objetivos paraAmérica latina en una Carta nego-ciada con los países de la región,con algunas metas cuantitativas,compromisos de ayuda oficial y uncalendario preciso. El objetivo eracombinar crecimiento económico,reformas sociales, cooperaciónregional y fortalecimiento de lademocracia representativa, dejan-do a la Cuba socialista aislada delresto del continente, pero el resul-tado fue un fracaso. Es correcta lafigura utilizada por Levinson y deOnís cuando dicen que la Alianzase trató de un intento de “matardos pájaros de un tiro sin haberlogrado alcanzar a ninguno de losdos” (1972: 285).

Si bien es cierto que la Alianzacolaboró para que elDepartamento de Estado lograraaislar al régimen de Castro de losgobiernos vecinos (Bouzas,1985), eso no disipó el peligrorevolucionario en la región. Enmateria económica, la principalvirtud fue haberse atrevido a pla-nificar el desarrollo, pero lasmetas no se cumplieron por unacombinación de factores entre loscuales se destacan la falta delfinanciamiento externo prometidoy las resistencias internas al cam-bio. En lo que refiere al crecimien-to, el 2,5 por ciento anual per cápi-ta no se alcanzó. El promedioentre 1961 y 1967 fue de 1,5 por

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ciento, muy por debajo del 5,5 porciento que se hubiese necesitado,si se toma en cuenta el crecimien-to poblacional de 3 por cientoanual registrado en el mismo perí-odo. Los países siguieron siendomuy dependientes de la exporta-ción de productos primarios y nomostraron avances significativosen los índices de productividad. Elnúmero de desempleados durantela década aumentó de 18 a 25millones de personas en la región,según datos de la CEPAL, y ladistribución desigual del ingresose agudizó. Quince países pro-mulgaron leyes y establecieronorganismos de reforma agraria,pero sólo Colombia, Chile, Perú yVenezuela manifestaron voluntadpolítica de llevarla adelante y losresultados fueron limitados, mien-tras que en salud y educación nohubo avances significativos quemostrar.

El programa que había sidoimpulsado por Kennedy se fuedebilitando a lo largo de la décaday la ayuda externa oficial disminu-yó. Sin embargo, fue RichardNixon quien le puso punto final ala Alianza en la reunión de clausu-ra de la XXV asamblea anual de laSociedad Interamericana dePrensa realizada el 31 de octubrede 19698. “Hemos escuchado

muchas voces latinoamericanasen estos primeros meses de nues-tro gobierno; voces de esperanza,voces de preocupación, voces defrustración. Esas voces nos handicho que los programas de asis-tencia de Estados Unidos parecí-an haber ayudado más a EstadosUnidos que a América latina. Noshan dicho que nuestra políticacomercial era insensible a lasnecesidades latinoamericanas.Nos han dicho que si nuestra aso-ciación ha de prosperar, o aúnsobrevivir, debemos reconocerque las naciones de AméricaLatina deben seguir adelante, a supropio modo, con su propia direc-ción”, aseguró.

Unos días después, el 10 denoviembre, se conoció el InformeRockefeller con 80 recomendacio-nes para redefinir las relacionescon América latina sobre nuevasdirectrices9. Lo que generó másimpacto fue la propuesta paracrear un consejo de seguridadhemisférico en alguna capital dela región con el objetivo de coordi-nar acciones destinadas a enfren-tar los “esfuerzos subversivos”.En sintonía con ese objetivo sepropuso aumentar las asignacio-nes para el adiestramiento de lasfuerzas latinoamericanas en lalucha contra las guerrillas y sumi-

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8 Desde ese momento la Alianza se terminó en términos políticos, pero el CIAP quedódisuelto formalmente recién el 27 de junio de 1974 a través de una reforma de laOrganización de los Estados Americanos.

9 El Informe, titulado “La calidad de vida en las Américas”, fue el resultado de cuatroaccidentados viajes del gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, por Américalatina.

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nistrar jeeps, camiones paratransporte de fuerzas policiales yde seguridad, aviones, barcos yarmamento liviano y pesado(Selser, 1972: 90). De ese modo,

la Alianza para el Progreso que-daba definitivamente atrás ycomenzaba otra etapa más vio-lenta en lo político e igual de frus-trante en materia económica.

9150 años de la Alianza para el Progreso

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La acción colectiva de asalariadosLa acción colectiva de asalariadosagrícolas en territorios con agrícolas en territorios con fruticulturas de exportación:fruticulturas de exportación:los casos de Tucumán y los valles del Río Negrolos casos de Tucumán y los valles del Río Negro

Economías regionales

* Los autores son investigadores de CONICET/IIGG-UBA, CONICET/GESA-UNComa eIIGG-UBA respectivamente.

La orientación exportadora que venía desarrollándose desde déca-das anteriores en los subsistemas frutícolas limonero y de peras ymanzanas, en Tucumán y Río Negro respectivamente, continúa pro-fundizándose actualmente. Particularmente, a partir de la década delos ´90, acompañaron a este proceso los fenómenos de internacio-nalización de empresas líderes, concentración de la propiedad ymayor integración de los eslabones productivos, así como los detecnificación creciente de la producción y tecnocratización de sugestión. Durante los últimos años, al mismo tiempo que se registrannuevos incrementos en los volúmenes exportados, comienzan a apa-recer de modo recurrente en ambos subsistemas manifestaciones deprotesta protagonizadas por asalariados agrícolas y encuadradaspor sus organizaciones sindicales. En especial, a partir de la deva-luación del peso argentino, los sindicatos de asalariados ruralesaparecen cada vez más dirigiendo las negociaciones y accionescolectivas de protesta, no solamente por salarios, sino también porsubsidios al desempleo contraestacional a la cosecha en el casotucumano.

Víctor Rau*Verón i ca Tr p in*

Mat ías Cr espo Pazos*

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1. Introducción

En la Argentina, se han señaladoredefiniciones en el perfil del sindi-calismo transcurridas desde prin-cipios de los años ’90. General-mente, ellas se caracterizaron poruna mayor desvinculación de lasposiciones de confrontación y crí-tica social de las organizacionessindicales, simultánea a la profun-dización de orientaciones hacia laprestación de servicios a los afilia-dos (Novick, 2001). Esta caracte-rización también ha resultado apli-cable a las principales orientacio-nes de los sindicatos de asalaria-dos agrícolas (Rau y Trpin, 2008).Desde principios de la presentedécada, no obstante, en los casosaquí analizados se observa a lasorganizaciones de obreros ruralessosteniendo demandas que inclu-yen movilizaciones en accionesdirectas. Efectivamente, duranteel período reciente, se registrauna reactivación de las negocia-ciones y los conflictos por salariosen los dos más importantes sub-sistemas frutícolas de exportaciónde la Argentina: el limonero en laprovincia de Tucumán y el de fru-tas de clima templado en losvalles del río Negro.

Se ha señalado en otras ocasio-nes, que en casos de produccio-nes agrícolas como la de frutasfrescas, las capacidades de los

asalariados para presionar ynegociar condiciones de empleose hallan favorecidas por el carác-ter crítico que asume el corto perí-odo de cosecha (Falabella, 1990;Rau, 2006a).

En Argentina, el empleo en estasproducciones se destaca por eltipo relativamente más protectoriode su regulación legal1, los nivelesrelativamente más elevados deformalidad en los contratos, unaconsiderable presencia de organi-zaciones gremiales de los asala-riados, y por el carácter instituidoy dinámico de los dispositivos derepresentación y negociación.Este tipo de características lleva-ron a definir, por ejemplo, al mer-cado de trabajo citrícola tucumanocomo “moderno” en relación conotros existentes en aquella provin-cia (Alfaro, 2007). La mismacaracterización se aplica al mer-cado laboral frutícola rionegrino.

Analizando lo sucedido duranteel período reciente, aquí se sostie-ne que la intensificación de lasdemandas, negociaciones yacciones colectivas laboralesregistradas en estas dos produc-ciones guarda relación con laorientación exportadora de lasmismas. La fuerte devaluación delpeso frente al dólar en laArgentina a principios de la pre-sente década impactó sobre ladinámica de la conflictividad asa-

1 En la agricultura argentina, sólo el empleo en producciones frutícolas se halla regidopor la Ley de Contratos de Trabajo (legislación laboral general del país). A diferenciadel trabajo en el resto de las producciones, regulado por el Régimen Nacional deTrabajo Agrario –derogatorio de derechos laborales de la legislación general-.

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lariada. El reconocimiento de unaumento sustantivo en los márge-nes de rentabilidad de la actividadagroexportadora –a través de unamodificación en la relación costos(internos) de producción / precios(internacionales) de venta del pro-ducto- se tradujo en una intensifi-cación de las demandas, negocia-ciones y conflictos laborales den-tro de ambos subsistemas. En loque sigue se aborda comparativa-mente el fenómeno de activaciónde la conflictividad laboral enambos casos buscando compren-der sus contextos de emergencia,identificar los actores sociales einstitucionales intervinientes, des-cribir sus dinámicas de desarrolloy su relación con característicasproductivas. Los primeros aparta-dos del estudio se orientan acaracterizar la evolución recientede los subsistemas productivos delimón en fresco en Tucumán y deperas y manzanas en Río Negro.Se describen posteriormente losconflictos registrados en ambossubsistemas y se analiza su signi-ficación en el marco nacional.

Se utilizan documentos y datosestadísticos provenientes de insti-tuciones públicas, informacionesde fuentes hemerográficas ydatos producidos en forma prima-ria durante sucesivos trabajos decampo realizados en una y otraregión.

2. Los subsistemas frutícolas de exportación

La producción de limón en frescoen Tucumán comenzó alrededorde 1870, pero sólo se desarrolló agran escala cuando los incentivosofrecidos por el Estado atrajeron ainversores locales. Este fruto, ori-ginalmente orientado a abastecerel mercado interno nacional,comienza a considerarse un pro-ducto exportable después de lasegunda mitad del siglo XX. En1971 llega a Europa el primer car-gamento de limón en fresco pro-ducido en Tucumán, siendo el ini-cio de la progresiva consolidaciónde esta producción como abaste-cedora de la demanda contraesta-cional en los países del hemisferioNorte.

Durante la última década conti-núan creciendo significativamentelas exportaciones de limón enfresco desde Tucumán: el volu-men de ventas en el exterior en el2003 representa un incremento decerca del 70% con respecto alregistrado a mediados de los ´90(Aparicio, 2004). A partir de eseaño, precisamente, la Argentinallega a convertirse en el primerproductor mundial de limones y elsegundo exportador después deEspaña (Aparicio y Ortiz, 2007).Actualmente el destino másimportante de esta fruta continúasiendo el mercado europeo.

Junto al proceso de expansiónde la producción y de las ventashacia Europa, se registra el ingre-

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so de capitales internacionales.Por ejemplo, la propiedad deCitrícola San Miguel, empresa deorigen local y la mayor productorade limones en Tucumán, seencuentra en la actualidad parcial-mente trasnacionalizada. A travésde los canales de comercializa-ción de que dispone, esta empre-sa interviene como agente expor-tador también de diferentes pro-ductos de otras regiones y países,los que ofrece a las redes de lagran distribución europea con lasque se halla vinculada. El gráficoNº 1 resume las tendencias máscaracterísticas que han venidoacompañando a la profundizaciónde la orientación exportadoratanto en el subsistema frutícolatucumano como en el rionegrino.

En efecto, el caso de la produc-ción de peras y manzanas -y otrasfrutas de carozo de clima templa-do- en la región de los valles delrío Negro y Neuquén, presentaanalogías en los aspectos des-criptos para el caso tucumano.Constituye, junto con este últimocaso, uno de los dos más impor-tantes subsistemas frutícolas dela Argentina orientados a la expor-tación (Bendini y Steimbreger,2005). Si bien el capital trasnacio-nal poseía ya cierta presenciamás tempranamente en esta pro-ducción, es también a partir de ladécada de los ´90 cuando asumeposiciones de liderazgo en el sec-tor y cuando las asociaciones congrupos comercializadores y circui-tos de la gran distribución comien-

Gráfico Nº 1. Tendencias recientes en los subsistemas productivos de fru-tas frescas de Tucumán y Río Negro

Internaciona-lización deempresas

líderesIntegración

con importado-res y gran distribución

Diversificaciónde productosexportados

Orientaciónhacia la

exportación

Tecnificacióny tecnocratiza-

ción

Concentraciónde la propiedad

Integraciónal interior delas cadenas

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97Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

zan a aparecer como factoresclave en el éxito del negocioexportador. También aquí lasempresas líderes -primera ysegunda respectivamente, total yparcialmente trasnacionalizadas-han pasado a operar como expor-tadores de productos agrícolas deotras regiones a través de los vín-culos que poseen con canales decomercialización y distribución enlos mercados del hemisferio Norte(Steimbreger y Bendini, 2002). Enreferencia a este caso, cabesubrayar además que durante losaños recientes este tipo de gran-des empresas agroexportadorasha adquirido extensas propieda-des, realizando implantaciones yhaciendo entrar en producción -através de sistemas de riego- nue-vos territorios. Principalmente, seha venido desarrollando unaexpansión de la zona productoradesde el tradicional Alto Valle delRío Negro hacia el Valle Medio.

Las inversiones realizadas y laentrada en producción de estastierras adquiridas bajo propiedadpara la actividad frutícola deexportación, han tendido a cam-

biar la estructura agraria del sec-tor, tradicionalmente dominadapor la pequeña y mediana produc-ción en la etapa primaria.También se registran modificacio-nes en el paisaje y demográficas,tales como migraciones estacio-nales de mano de obra agrícolaproveniente de provincias delnoroeste de la Argentina, y laexpansión de asentamientosurbanos habitados por trabajado-res dependientes de la actividaden las cercanías de las nuevasáreas territoriales puestas en pro-ducción (Trpin y Rau, 2009,Bendini, Radonich y Steimbreger,2005).

Como se observa en el gráficoNº 2, los volúmenes de limón,manzanas y peras en frescoexportados desde Argentinaexperimentaron sensibles incre-mentos hacia mediados de la pre-sente década. La derogación de laley de Convertibilidad en enero de2002, al conllevar una bruscadevaluación de la moneda argen-tina, modificó también la relaciónentre el valor de venta en el exte-rior y los costos fijos internos de

Cuadro Nº 1. Volúmenes exportados de peras, manzanas y limones en fres-co, en miles de toneladas. Años 1996 – 2009

Fuentes: Elaboración propia sobre Secretaria de Agricultura, Ganadería, Pesca yAlimentos (SAGPyA), 2008 y Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria(SENASA), 2008.

1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

Limones 161 179 157 200 204 245 268 109 320 369 312 358 406 254

Manzanas 210 230 228 180 96 195 166 242 206 274 237 286 239 193

Peras 238 278 291 286 297 316 311 222 321 439 396 457 467 445

AñoProducción

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las producciones exportables2. Dela situación de paridad del pesoargentino con respecto al dólarestadounidense -el llamado “1 a1”-, se pasó a un tipo de cambiodonde un dólar equivalía a trespesos argentinos. A partir de estenuevo contexto no sólo se profun-dizó la orientación exportadora delos subsistemas y se incrementa-ron las inversiones en este senti-do, sino que se abrió una nuevaetapa en las relaciones entre capi-tal y trabajo. Las mismas estánmarcadas, como se describirá enlos siguientes apartados, por laintensificación de las negociacio-nes y conflictos por salarios.

3. Los conflictos en losvalles frutícolas de RíoNegro

Desde el año 2002, al iniciarsecada temporada de cosecha defrutas, las demandas salarialesfueron el eje de discusión en pari-tarias y la motivación de piquetesa la circulación del producto, blo-queos de entradas de empacado-ras y cortes de ruta. Tales medi-das de fuerza tuvieron la particula-ridad de haber sido definidas porlas asambleas constituidas porafiliados, delegados y dirigentesgremiales. Cabe resaltar que lafruticultura cuenta con una cose-

2 En cuanto a la influencia de los derechos de exportación para las producciones frutí-colas (retenciones), los mismos se encuentran en un nivel muy inferior al vigente paralos cereales y oleaginosas. Actualmente rige un 2,5% para el limón en fresco y un 5%para peras y manzanas en fresco. Asimismo, en estas producciones las empresasexportadoras integradas reciben, por parte del Estado, reintegros sobre las exporta-ciones realizadas.

Gráfico Nº 2. Evolución de los volúmenes exportados de peras, manzanas ylimones en fresco en miles de toneladas. Años 1996 - 2009

Fuente: Cuadro N° 1

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Mile

sTn

Limones Manzanas Peras

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99Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

cha anual en los meses de vera-no, por lo que las demandas sala-riales se concentran antes decomenzar con la recolección de lapera, a principios de enero. A-demás, en esa época está pre-sente en la zona la mayor canti-dad de trabajadores ruralesempleados en el sector, tantocosechadores locales vinculadosen forma permanente a lasempresas, como migrantes “nor-teños”, muchos de los cuales rea-lizan también la cosecha del limónen Tucumán. La reciente expan-sión de las agroindustrias derivóen la absorción de mano de obraen gran escala, pasible de ser afi-liada, y en la elección de un mayornúmero de delegados de “empre-sa” que actúan como intermedia-rios entre la patronal y los trabaja-dores. Estos cambios socio-eco-nómicos acompañaron el fortale-cimiento de las acciones colecti-vas encabezadas por el sindicatoy sostenidas principalmente porlos trabajadores de las empresasintegradas, nucleadas por la CAFI(Trpin, 2008).

En las negociaciones por sala-rios participaron agentes delMTESS (Ministerio de Trabajo,Empleo y Seguridad Social de laNación), los dirigentes de laUATRE (Unión Argentina de Tra-bajadores Rurales y Estibadores),las entidades empresarialesrepresentadas por la CAFI (Cá-mara Argentina de FruticultoresIntegrados) y los pequeños y

medianos productores agremia-dos en la Federación deProductores. Estas dos últimasrepresentaciones, correspondien-tes a los empleadores, expresanla complejidad y heterogeneidadde los agentes de la producciónprimaria del sector. Las diferen-cias de intereses de los producto-res se observó en las propiasrutas de la zona: hubo tempora-das en las que coincidieron enacciones colectivas los trabajado-res rurales y los chacareros3, quie-nes han sostenido reclamos enpos de mejoras en los precios dela fruta vendida a las empresasrepresentadas por la CAFI.

3.1 Cronología por temporadas

2002-2003A mediados de diciembre de

2002 en el MTESS comenzaronlas negociaciones entre laUATRE, la CAFI y la Federaciónde Productores para definir lasescalas salariales para la tempo-rada de cosecha de ese verano.

Los representantes del sindicatoargumentaron el pedido de unarecomposición salarial del 100%ante la inexistencia en los últimos10 años de un aumento y las “ven-tajas comparativas” que ofreciópara las exportaciones la devalua-ción del peso desde el comienzosdel 2002.

El 20 de diciembre las asamble-as realizadas en las diferentes

3 Se llama así a los pequeños propietarios de los predios productivos conocidos como“chacras”.

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seccionales de UATRE anuncia-ban la posibilidad de emprendermedidas de fuerza como impedirel paso de camiones cargadoscon fruta hacia el puerto de SanAntonio Oeste4, en caso de no lle-gar a un acuerdo favorable.

En paritarias a comienzos de2003 se resolvió la escala salarial,reglamentada por Resolución dela Comisión Nacional de TrabajoAgrario, pasando la remuneraciónde cosechador por día de $15 a$19, un monto alejado del pedidoinicial del sindicato. A esa sumase agregan $1,90 como premio ala reducción del ausentismo y$2,28 como premio a la perma-nencia. (Diario Río Negro,15/12/2002 y 21/12/2002).

2003-2004Las paritarias por salarios para la

temporada 2003-2004 se realiza-ron a fines de diciembre de 2003.Según la dirigencia sindical se a-nunció la promoción de bloqueosen la circulación de camiones defruta en caso de no llegar a acuer-dos, pero en ese mes no se resol-vió la escala.

El lunes 5 de enero de 2004 seretomaron las paritarias. Al mismotiempo se organizaron asambleasen las seccionales locales de laUATRE en las que se decidió larealización de tres cortes a lolargo de la ruta nacional 22 paramanifestar públicamente el pedidode aumento salarial. Dos días

más tarde el gremio amenazó concortes totales y con más piquetes,por lo que la CAFI anunció que“no arreglará bajo presión”.

A lo largo de la semana se endu-recieron los cortes. En Chimpayse movilizaron más de 700 traba-jadores. El jueves 8 se impidió elpaso de camiones cargados confruta y se bloqueó de maneraintermitente la circulación de auto-móviles. El viernes 9 de enerollegó desde la Justicia Federal laorden de desalojar la ruta 22 conel accionar de los efectivos delgrupo especial de la policía rione-grina (BORA). Ante esta presiónse flexibilizaban las medidassobre la ruta 22. Mientras tanto lasparitarias continuaban sin acuer-do. (Diario Río Negro, 7/172004,8/1/2004, 9/1/2004 y 10/1/2004).

El 9 de enero de 2004, en lasede del MTESS ubicada en laciudad de Gral. Roca, se estable-ció por primera vez bajo el conve-nio colectivo de trabajo un aumen-to salarial para los cosechadores.El mismo quedó reglamentado enun valor de $23 más una suma noremunerativa de $4,.74 por día.

2004-2005En Buenos Aires, el 13 de enero

de 2005 se acordó en paritarias laescala salarial para la temporadade cosecha 2004-2005, estable-ciéndose un ingreso diario de$27,84 más un premio a la reduc-ción del ausentismo de $2,70, otro

4 Puerto ubicado en la costa de la provincia de Río Negro, hacia el Océano Atlántico.

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101Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

por permanencia de $3,33 y unasuma remunerativa de $4 por díapara los cosechadores.

2005-2006El año 2005 comenzó con un

conflicto que derivó del cierre dela planta de empaque y frío de lafirma Tattedetuti y el abandono dela producción primaria. Los traba-jadores ocuparon en abril las ins-talaciones.

En la primera semana de diciem-bre de 2005 la UATRE comenzólas negociaciones por aumentosalarial para los trabajadores de lacosecha, sin llegar a un acuerdo.Al mes siguiente las paritarias nolograron consensuar una escalasalarial. El 9 de enero de 2006 enla asamblea general de delegadosde la UATRE realizada en las ins-talaciones de STHIMPRA (Sindi-cato de Trabajadores del Hielo) enla ciudad de Cipolletti se aprobó“declarar estado de alerta y movi-lización, campaña de publicitad delo demandado, acordar una mejorgrilla salarial, que la actitud de losempleadores ha sido una afrentaa la dignidad de los trabajadoresrurales, repudiar la actitud de laCAFI” (Notas de campo,9/1/2006). También se establecióla conformación de una intersindi-cal conformada por los tres gre-mios vinculados a la fruticultura: laUATRE, STHIMPRA y SOE-FRNyN (Sindicato de Obre-ros yEmpacadores de la Fruta de RíoNegro y Neuquén).

La UATRE comenzó por los blo-

queos en las entradas de las prin-cipales empacadoras de la zona,mientras difundía por los mediosel llamado a la movilización. Lasnegociaciones de cada sindicatocon la CAFI y la Federación deProductores se realizaban en reu-niones separadas.

El miércoles 11 de enero loschacareros nucleados en la Fede-ración de Productores anunciaronmedidas de fuerza pidiendo mejo-res precios de venta para lasperas y manzanas. Desde el jue-ves 12 este sector organizó cortesde ruta con máquinas agrícolas ytractores en diferentes puntos delAlto Valle.

El lunes 16 de enero parte delconflicto frutícola quedó resueltocuando los representantes de lostrabajadores del empaque y elhielo acordaron con la CAFI unaumento del 15 % en sus salariospara la temporada. Este acuerdono fue avalado por la UATRE. Aldía siguiente los trabajadores ru-rales de Chimpay comenzaron arealizar cortes de ruta e impedir elingreso o salida de los camionesde los establecimientos. Luego,cerca de 100 trabajadores intensi-ficaron la medida.

La UATRE redujo su pedidodesde el 50% inicial a un 25%; sinembargo, desde la otra parte de lamesa de negociación asegurabanque un 15 era lo máximo quepodían aumentar los sueldos.

El jueves 19 de enero la tensióny los cortes de ruta en el Alto Vallese profundizaron al no destrabar-

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se las negociaciones salariales enparitarias.

La indefinición en el precio de lafruta impedía que la Federaciónofreciera un aumento. El jueves19, en el marco de movilizacionesen las rutas las partes acordaronque el árbitro, funcionario delMTESS, emitiera en 48 hs. unlaudo. Por decisión de este orga-nismo la escala salarial quedóestablecida el 25 de enero, luegode dos semanas de conflictos. Sedeterminó un salario para cose-chador de $ 32,59 más el premioa la reducción del ausentismo de$ 3,26 y el premio de permanen-cia de $3,91, a lo que se agregóuna suma no remunerativa de$7,10. (Diario Río Negro,12/1/2006; 13/1/2006; 16/1/2006;17/1/2006; 18/1/2006; 19/1/2006).

2006-2007El 9 de enero se firmó el acuerdo

salarial para la temporada. Lostrabajadores de las empacadorasy de las chacras junto a los em-presarios de la CAFI dieron porfinalizado el espacio de las parita-rias que demandó más de dosmeses de intensa negociación.Para los trabajadores rurales seestableció un haber básico diariode $ 39,50, el premio por reduc-ción de ausentismo de $3,95 y unpremio a la permanencia de 4,74,además de una suma no remune-rativa de $7,81. En total el salariodiario del cosechador ascendiópara ese período a $56. El acuer-do salarial no fue aceptado por la

Federación de Productores de RíoNegro. Se insistió en que el incre-mento no era viable ya que prima-ba una falta de rentabilidad delsector chacarero y de transparen-cia en la comercialización (DiarioRío Negro, 11/1/2007; 12/1/2007).

2007-2008Durante los meses de octubre y

diciembre de 2007 se reunieronlos tres sindicatos obreros vincu-lados a la fruticultura junto a laCAFI y la Federación, sin resulta-dos en la definición de una escalasalarial para la temporada.

El jueves 3 de enero de 2008representantes de la UATRE sereunieron con los de la CAFI y laFederación para consensuar elsalario de los cosechadores. LaUATRE solicitaba un aumentoque le permitiera al trabajador lle-gar a un haber diario de $100,mientras que los empleadoresofrecían un poco más de $50. Seanunció un nuevo encuentro parael 9 de enero, el cual se efectivizósin resultados positivos para elsindicato.

El viernes 11 de enero afiliadosde la UATRE cortaron las rutas endiferentes puntos de Valle. ElSecretario Regional comunicó lamedida tomada en asamblea dedelegados dada “la intransigenciadel sector empleador en recono-cer un salario que permita vivirdignamente”. Los cortes se anun-ciaron por tiempo indeterminadosujetos a cambios por decisión delas asambleas y ante el fracaso

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103Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

del encuentro de paritarias seextendieron con la modalidad deintermitentes y totales a lo largode diferentes rutas nacionales yprovinciales. Desde el lunes 14 sesumaron cinco cortes más. Enalgunas seccionales se decidió laobstaculización del acceso a losgalpones de empaque.

El martes 15 se sumó al conflic-to un corte en el puente carreteroque une las ciudades de Cipollettiy Neuquén. Este corte fue enca-bezado por los ProductoresAutoconvocados que lidera CarlosCarrascós, quienes exigían “quese le pague al chacarero lo que lecorresponde” por su fruta, con unapostura crítica hacia laFederación, expresando: “Noso-tros nos fundimos. No nos recono-cen lo que nos corresponde”.Pedían que los gobiernos provin-ciales intercedieran por una mejo-ra en los precios de venta de lafruta. En esa jornada hubo nuevasreuniones entre la UATRE, laCAFI y la Federación sin llegar aun acuerdo. El MTESS establecióla conciliación obligatoria.

El jueves 17 de enero elSecretario Regional de la UATREpidió a los trabajadores que levan-taran las medidas para podernegociar ya que ante laConciliación Obligatoria en elMTESS no los atenderían si conti-nuaban los cortes de ruta. Lasreuniones se trasladaron aBuenos Aires. La intención delgobierno nacional de flexibilizarlas posturas y negociar en esa

ciudad no se correspondía con lospiquetes en el valle, cuya situa-ción era heterogénea: mientrasalgunos se endurecían y mante-nían a los trabajadores ruralesbloqueando totalmente varioscaminos, otros se flexibilizaban ydejaban pasar vehículos cada unahora o 40 minutos.

Ese mismo día en Buenos Aires,las partes aceptaron que el Arbitrodebía emitir su laudo. Éste esta-bleció en forma urgente un valorde $50, correspondiente al rubrosalario diario para cosechador. Sele agregaban $14 como suma noremunerativa, que junto a $11 delos premios permitía llegar a los$75. Estos valores fueron acepta-dos por la UATRE. Sin embargo,ello no garantizó el levantamientode los cortes de ruta que se pro-longaron hasta el domingo 20,dado el malestar que causó enalgunos grupos de trabajadores lanoticia de fijación de un aumentosalarial inferior al demandado.

Entre el sábado 19 y el domingo20, los últimos trabajadores rura-les que quedaban en los piquetesdespejaron las rutas del valle, yaque existía amenaza de desalojopor parte del grupo especial de lapolicía BORA. Los productoresautoconvocados también levanta-ron los cortes.

Al mes siguiente se produjo unconflicto en las instalaciones de laempresa Expofrut en Chimpay.Los trabajadores migrantes prota-gonizaron un reclamo por el pagode boleto de pasaje de vuelta a

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104 realidad económica 258 16 de febrero/31 de marzo de 2011

sus provincias, que luego derivóen el pedido, por parte de los tra-bajadores, de intervención deUATRE y la obtención de mejora-mientos de sueldo y condicionesde trabajo. (Diario Río Negro:5/1/2008, 8/1/2008, del 12/1/2008al 22/1/2008; 24/1/2008;27/1/2008; 22/2/2008; DiarioClarín: 26/1/2008).

2008-2009En diciembre de 2008 el Secre-

tario Regional de la UATRE ade-lantó que “el accionar de la otraparte no ha sido seria, como todoslos años. Ellos (la CAFI y la Fede-ración de Productores) se sientana negociar en serio recién a partirde enero. Es como que antes vancomo por compromiso, buscan undesgaste. Nosotros como trabaja-dores estamos dispuestos al diá-logo. De igual manera debo decirque he notado a los trabajadorescon toda la fuerza para seguirpeleando por su salario. Estándispuestos a movilizarse, segura-mente se buscará la estrategiaque emplearemos en caso de sernecesario” (www.diariolapalabra-digital.com.ar 10/12/2008).

Durante los días 6 y 7 de enerose reunieron en Buenos Airesrepresentantes de la UATRE, laCAFI y la Federación sin llegar aun acuerdo, por lo que el MTESSrealizó una propuesta de salariosy sometió a las partes a un laudoarbitral. El miércoles 7 el MTESSdictaminó que el porcentaje deincremento salarial para los traba-

jadores rurales fuera de un 26% albásico y del 20% de bolsillo. Deesta manera, el sueldo básicopara un cosechador por día pasóde $50 a $63. A esa suma se leagregaron los premios por reduc-ción del ausentismo ($6,30) y porpermanencia ($7,56) y una sumano remunerativa de $13,14, lo queposibilitó llegar a un sueldo de $90por día. Por otra parte, comoexpresión de rechazo al laudo yde pedido de la apertura de pari-tarias, los trabajadores nucleadosen la UATRE y algunos “autocon-vocados” se ubicaron en las rutasno dejando pasar camiones confruta. El martes 13 de enero selevantaron los cortes. (Diario RíoNegro: del 6/1/2009 al 14/1/2009;w w w . l a s u p e r d i g i t a l . c o m . a r8/1/2009 al 13/01/2009; www.cro-nicasindical.com.ar 10/1/2009;w w w . f e d e r f r u t i c o l a . o r g . a r14/1/2009).

4. Negociaciones y accionescolectivas en la citricultura tucumana

Fuera de la huelga general en laactividad del año 1994, durante elperíodo de la convertibilidad losasalariados citrícolas no habíanprotagonizado acciones colectivasni negociaciones de gran enver-gadura (Alfaro, 2000). En cambio,los asalariados de la citriculturatucumana fueron protagonistas dediversas acciones colectivasdurante el período posdevalua-ción.

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105Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

Una de las características distin-tivas de los conflictos dentro de laactividad citrícola tucumana esque estos pueden agruparse endos tipos diferentes. Los primerosrefieren a las negociaciones yacciones colectivas sostenidas endemanda de mejoras salariales ycondiciones de trabajo. Se tratade acciones de tipo ofensivo lleva-das adelante al inicio de la épocade la cosecha, entre los meses deabril y junio. En estos casos, elsindicato del sector -la UATRE- esquien concentra la representaciónde los asalariados citrícolas en lasnegociaciones con la organiza-ción gremial patronal -la Asocia-ción Tucumana del Citrus (ATC)-,y el Ministerio de Trabajo provin-cial.

El segundo tipo de conflictosrefiere a las negociaciones y lasacciones colectivas desarrolladaspor los asalariados citrícolasdurante el período entre cosechaso interzafra. Se trata de negocia-ciones y movilizaciones que vie-nen desarrollándose desde ladécada pasada en conjunto condesocupados de otros sectores.Aquí las acciones se concentranen el pedido de planes sociales alEstado, para complementar ingre-sos y asegurar la subsistencia delos trabajadores hasta el nuevoperíodo de cosecha. Las deman-das son dirigidas al Estado provin-cial y la representación de los tra-bajadores ya no es concentradaexclusivamente por la UATRE. Aesta se sumaron otros movimien-tos y organizaciones de desocu-

pados como el Polo Obrero, laCorriente Clasista y Combativa yla Central de Trabajadores Argen-tinos.

En base a testimonios orales yde la prensa escrita describiremoslas negociaciones y las accionescolectivas desarrolladas por losasalariados de la citriculturadesde el año 2002 a la actualidad.

4.1 En torno al período decosecha

2002En mayo de 2002, y luego de

varias semanas de negociacióncon la ATC, UATRE consiguió unaumento del 20% en el salariobásico mensual de los asalariadoscitrícolas.

2003A inicios de 2003, la UATRE y la

ATC iniciaron negociaciones para“consensuar aspectos del nuevoconvenio colectivo y una recom-posición salarial” (La Gaceta:20/02/2003). Las negociacionesse desarrollaron sin éxito durantefebrero y marzo. El 21 de marzo,en un plenario de delegados, laUATRE decidió instrumentar unplan de lucha con paros totales ysorpresivos de actividades en lasplantas de empaque y lugares decosecha. Paralelamente continua-ron las negociaciones y el 1 deabril se anunció un acuerdo queelevaba el salario básico a $525 yel jornal a $21. Sin embargo, enabril Jesús Pellasio, de UATRE,denunciaba a la patronal por el

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106 realidad económica 258 16 de febrero/31 de marzo de 2011

incumplimiento en el pago de losaumentos. A pesar de declararseen estado de alerta y movilizaciónno se desarrollaron nuevas accio-nes de protesta.

2004Durante el año 2004 se llegó a

un acuerdo en base a negociacio-nes que implicó un aumento del20% en los salarios del sector.Durante el período de negociaciónno se registraron movilizaciones uotro tipo de acción por parte de losasalariados citrícolas.

2005En el año 2005 se desarrolló,

según los testimonios de repre-sentantes sindicales y asalariadosdel sector, la más importante huel-ga en la historia de la citriculturatucumana. Luego de una serie denegociaciones entre la UATRE yla ATC, el 3 de mayo de 2005 seanunció un acuerdo por el cual elsalario básico mensual se ubicóen $750 y el jornal en un mínimode $30. Pero el plenario de dele-gados de la UATRE Tucumánrechazó el acuerdo y votó por larealización de un paro en empa-ques y fincas acompañado porcortes de ruta. El paro se exten-dió y los cortes impidieron el pasode camiones con fruta o vincula-dos con la actividad citrícola. A suvez, se bloquearon las entradasde los empaques y las fincas. El12 de mayo el Ministerio deTrabajo declaró la conciliaciónobligatoria. Sin embargo, el plena-

rio de delegados decidió no aca-tarla. Un día después la Secret-aría de Trabajo calificó la huelgacomo “ilegal” y declaró a la enti-dad gremial en rebeldía. En unnuevo plenario de delegados, laUATRE decidió continuar con elparo y el bloqueo de rutas.Durante el domingo 15 de mayose sucedieron las reuniones en lacasa de gobierno con represen-tantes de la UATRE y la ATC, queculminarían con el anuncio de unacuerdo. El mismo implicó unaumento salarial del 26,5%, ele-vando el sueldo básico a $875 y eljornal a $35 (La Gaceta:21/05/2005; Rau, 2006b)

El 21 de mayo la UATRE denun-cia el incumplimiento del acuerdoy la existencia de despidos de tra-bajadores como represalia por suparticipación en las movilizacio-nes. En el mismo sentido seexpresaron miembros del PoloObrero el 13 de julio en una movi-lización frente a la sede de laATC, a lo que se sumó la denun-cia por la existencia de “listasnegras” compuestas por trabaja-dores vinculados a agrupacionespolíticas y/o piqueteras. (LaGaceta: 21/05/2005, 13/07/2005)

2006En abril de 2006 comenzaron las

declaraciones de los representan-tes de la UATRE exigiendo unarecomposición de los salarios dela actividad. La ATC pidió pruden-cia al sindicato en referencia a lasdemandas salariales aduciendo

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107Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

que el sector se encontraba en un“momento delicado” (La Gaceta:26/04/2006). La UATRE sostuvoel pedido de un aumento del 20%y la posibilidad de realizar un parode actividades y cortes de ruta encaso de continuar la negativa dela patronal a discutir una recom-posición salarial. En mayo se ini-ciaron las negociaciones que seextendieron, con intermitencia devarios cuartos intermedios, hastael 10 de junio, día en que se anun-ció un aumento del 10%, queelevó el básico a $965 y el jornal a$38,50.

2007Al igual que el año anterior, en

abril de 2007 se iniciaron lasnegociaciones salariales entre laUATRE y la ATC, el sindicato exi-gió un aumento del 24%. Esta vezlas negociaciones dieron resulta-dos rápidamente y el 14 de abrilse anunció un aumento del12,1%, que elevó el salario básicoa $1.082 y el jornal mínimo a$43,30.

2008Durante 2008 las negociaciones

se iniciaron en el mes de febrero ycondujeron a un acuerdo el cualse anunció el 5 de abril, otorgandoun aumento del 27% a los asala-riados del sector. Esto implicó unaumento del jornal básico a $55.

2009En 2009 la campaña citrícola

comenzó con denuncias de despi-dos por parte del sindicato y conla ATC advirtiendo sobre la crisisdel mercado del limón (La Gaceta:24/03/2009 y 25/03/2009). Amedida que avanza la temporadase observa la merma en los nive-les de actividad, junto con decla-raciones sindicales sobre lamenor cantidad de personal con-tratado. A pesar de esto, en abrilse inician las negociaciones entreUATRE y la ATC, el sindicatoexige un aumento del 36% expre-sado en un incremento del sueldobásico de $1.875 (La Gaceta:15/04/2009). La discusión salarialse extiende durante el mes deabril. La dirigencia de la UATREamenaza con llevar adelante unparo, medida que no se efectiviza(La Gaceta: 25/04/2009;08/05/2009). Finalmente, el 11 demayo se rubrica un acuerdo entrelas partes que otorga un aumentode $275 para los salarios mensua-les y de $11 para los jornales,ambos no remunerativos y válidoshasta noviembre de 2009 (LaGaceta: 11/05/2009).

4.2 En períodos entre cosechas

La fuerte estacionalidad de lademanda de mano de obra en laactividad citrícola lleva a quemuchos trabajadores del sectorpermanezcan largos períodos delciclo anual en situación de deso-cupación. En el caso tucumano,

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108 realidad económica 258 16 de febrero/31 de marzo de 2011

durante estos períodos los asala-riados han venido realizandomovilizaciones, manifestaciones ycortes de ruta tendientes a obte-ner, de parte del gobierno provin-cial, incrementos en el número omonto de los “planes interzafra”.De hecho, las movilizaciones yacciones desarrolladas en pos dela obtención de estos planes asis-tenciales se suceden desde elperíodo de la convertibilidad, y enel período posdevaluación estánpresentes todos los años con

excepción de 2003. Tal comoseñalamos, en estas acciones seobserva que junto a la presenciade la UATRE se expresan otrasorganizaciones sociales o agrupa-ciones políticas, tales como laCorriente Clasista y Combativa, laCentral de Trabajadores Argen-tinos y el Polo Obrero.

Las movilizaciones, los cortes deruta y las manifestaciones en lacéntrica Plaza Independencia dela capital provincial se han repeti-

Cuadro Nº 2. Valores de los jornales de cosecha de manzanas, peras ylimones, en Pesos ($). Años 1999 – 2009.

Fuentes: Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA), Resolución 3/2003;Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS) CCT 271/96; ResoluciónSs. R.L. 24/04; Expte. N°97.003/04; Expte. N°25/5; Resolución ST 24/05 - 212/06 –732/08; Acuerdo 76/99 - 72/04 – 25/05 - 230/06 - 567/08; Laudo 1/06; Laudo 1/08.

1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009ManzanasPerasLimón 12 12 12 12 21 24 36 39 43 55 66

15 19 19 28 32

ProducciónAño

9047401515 64

Gráfico Nº 3. Evolución del valor de los jornales de cosecha

Fuente: Cuadro Nº 2

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

$

Peras y Manzanas Limones

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109Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

do entre los meses de octubre ydiciembre de cada año. Al tiempoque se solicitan aumentos en lascantidades y montos de los planesinterzafra, se exigen vales alimen-tarios o cajas de víveres comocomplemento del plan.

Según datos del Ministerio deTrabajo, durante 2008 Tucumánfue la provincia que más planesinterzafra recibió, con un total de23.000 sobre 33.500 asignadosen el total del país. Los planes seasignan entre los meses de octu-bre y febrero por un monto de$225 por mes. En 2007 se produ-jo un aumento del mismo, quedesde 2002 se encontraba en

$150. También su cantidad se havenido expandiendo año a año.

5. Las evoluciones salariales

El gráfico Nº 3 permite observarla evolución de los salarios esta-blecidos legalmente para la cose-cha de manzanas y peras, por unaparte, y de limones, por otra. Enambos casos se observa que losincrementos en la escala salarialcomienzan posteriormente a ha-berse producido la devaluación dela moneda Argentina, en enero de2002.

Cuadro Nº 3. Precios FOB de manzanas, peras y limones exportadas enfresco, en Dólares por tonelada (U$S/Tn). Años 1999 - 2009.

Fuentes: Elaboración propia en base a SAGPyA; SENASA; Ministerio de Economía yFinanzas Públicas (MECON); Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social(MTESS); Asociación Tucumana del Citrus (ATC, www.atcitrus.com); La Gaceta(varias ediciones años 2002-2008).

Cuadro Nº 4. Precios FOB de manzanas, peras y limones exportados enfresco, en Pesos por tonelada ($/Tn). Años 1999 – 2009, ajustado por tipo decambio.

Fuentes: Elaboración propia en base a SAGPyA; SENASA; Ministerio de Economía yFinanzas Públicas (MECON); Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social(MTESS); Asociación Tucumana del Citrus (ATC, www.atcitrus.com); La Gaceta(varias ediciones años 2002-2008); BCRA.* Nota: El tipo de cambio seleccionado se corresponde con el promedio del mes deJunio de cada año, mes que concentra el grueso de las exportaciones de limón. Paraperas y manzanas en el mes de Febrero de cada año, cuando se concentra el gruesode las exportaciones de dichas frutas

1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009Manzanas 530 566 498 381 563 440 458 490 558 730 684Peras 593 608 526 436 594 480 467 531 591 714 716Limón 449 461 445 325 555 406 411 380 468 888 768

ProducciónAño

1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009Manzanas 530 566 498 853 1768 1280 1328 1494 1719 2292 2408Peras 593 608 526 976 1865 1397 1354 1620 1820 2242 2520Limón 449 461 445 1183 1556 1201 1184 1170 1437 2700 2903

AñoProducción

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110 realidad económica 258 16 de febrero/31 de marzo de 2011

Como se ha visto, es a partir deeste acontecimiento que se revita-lizaron también las demandas,

negociaciones y conflictos abier-tos en torno de los salarios dentrode ambos subsistemas. En el año2009, el valor nominal del jornal

Gráfico Nº 4. Evolución comparada de precios FOB de manzanas y perasen fresco, y valores de jornales de cosecha.

Fuentes: Cuadro Nº 2 y 4

Gráfico Nº 5. Evolución comparada de precios FOB de limones en fresco, yvalores de jornales de cosecha.

Fuentes: Cuadro Nº 2 y 4

0

500

1000

1500

2000

2500

3000

1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

$

Manzanas Peras Jornal ($)

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1500

2000

2500

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3500

1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

$

Limón Jornal ($)

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111Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

de cosecha de peras y manzanasen el norte de la Patagonia haacumulado ya un incremento del500% con respecto a su valor en2001 -aumenta de $15 a $90-. Enel caso de la cosecha de limonesen Tucumán, el incremento es deun 450% para el mismo período -de $12 a $66- (cuadro Nº 2).

El cuadro Nº 3 consigna los pre-cios promedio de venta, en dóla-res en el mercado externo, de latonelada de producción embarca-da para exportación -precio FOB-.En el cuadro Nº 4 se han conver-tido estos valores a pesos (segúnel tipo de cambio de cada año), afin de poner en relación con ellos -en una misma moneda- los valo-res correspondientes a los sala-rios.

En los gráficos Nº4 y Nº 5 setrazan simultáneamente -en unamisma escala-, las curvas de evo-lución de los precios de venta -convertidos a pesos- de las dife-rentes producciones y la de losjornales establecidos para susrespectivas cosechas. Como pue-de observarse, tanto las curvas desalarios como las de precios des-criben evoluciones a grandes ras-

gos del mismo signo. Convertido apesos, el valor promedio de lasmanzanas exportadas se incre-menta en un 383% -pasa de $498a $2.804- entre los años 2001 y2009. El de las peras en un 479%-de $526 a $2.520-. El de los limo-nes en un 652% -de $445 a$2.903- (cuadro Nº 4).

Finalmente, en el cuadro Nº 5 seestablece una relación entre elprecio de la tonelada de produc-ción y el valor del jornal para sucosecha. Así, puede observarseque los valores más recientes delos jornales de cosecha guardanuna relación con respecto al pre-cio de venta de cada una de lasproducciones, que no es muy dife-rente de la relación que registra-ban a principios de la década. Porejemplo, para el caso de las man-zanas la relación entre jornal yprecio asume un valor de 3,8% -$15/$498- en el año 2001, y de3,7% -$90/$2.408- en 2009. En elcaso de las peras pasa de 2,8%-$15/$526- a 3,6% -$90/$2.520-.

En el de los limones de 2,7% -$12/$445- a 2,3% -$66/$2.903-.

En el gráfico Nº 6 puede obser-varse que el coeficiente experi-

Cuadro Nº 5. Relación entre el valor de jornales de cosecha y los preciosFOB/TN en Pesos, de manzanas, peras y limones en fresco (% jornal/precioFOB). Años 1999 – 2009.

Fuentes: Cuadro Nº 3 y Nª 4

1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009Manzanas 2,8 2,7 3,0 2,2 1,1 2,2 2,4 2,7 2,7 2,8 3,7Peras 2,5 2,5 2,9 1,9 1,0 2,0 2,4 2,5 2,6 2,9 3,6Limón 2,6 2,6 2,7 1,0 1,3 2,0 3,0 3,3 3,0 2,0 2,3

ProducciónAño

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112 realidad económica 258 16 de febrero/31 de marzo de 2011

menta un brusco descenso en losdos años posteriores a 2001,sobre todo afectado por la deva-luación del peso. En el caso de loslimones, recién en el año 2005alcanza niveles superiores a losde los últimos años de la converti-bilidad, cayendo nuevamente pordebajo de los mismos en los años2008 y 2009. En el caso de lasmanzanas y peras, la recupera-ción de niveles semejantes a losde los últimos años de la converti-bilidad se alcanza recién entre losaños 2006 y 2008, superánse enel año 2009.

6. Los conflictos frutícolasen el contexto nacional

Como fuera expuesto en losapartados anteriores, los últimos

ocho años estuvieron signadospor negociaciones continuas y porla aparición frecuente de fenóme-nos de movilización de los asala-riados agrícolas en ambos subsis-temas.

Efectivamente, durante el perío-do post-devaluación tales accio-nes colectivas ocupan un lugardestacado dentro del panoramade movilizaciones de esta fracciónsocial en la Argentina. El gráficoNº 7 identifica los casos más im-portantes de movilizaciones deasalariados agrícolas durante laconvertibilidad, por una parte, y laposdevaluación, por la otra. De unperíodo a otro los fenómenos demovilización disminuyen en nú-mero sobre la geografía nacional,al mismo tiempo que tienden aconcentrarse e intensificar su

Gráfico Nº 6. Evolución de la relación porcentual entre los jornales decosecha y los precios FOB/TN de manzanas, peras y limones en fresco.Años 1999 – 2009.

Fuente: Cuadro Nº 5

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1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

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/Fob

Manzanas Peras Limón

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113Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

dinamismo en los dos casos aquíanalizados.

El cuadro Nº 6 presenta lascaracterísticas que tienden a dis-tinguir las acciones colectivas deprotesta con participación de asa-lariados agrícolas en uno y otroperíodo. Si bien durante la décadade los años ´90 se registra, porejemplo, una huelga en la produc-ción de limones en fresco enTucumán, el primero de los perío-dos se halla caracterizado pormovilizaciones de muy diversaíndole, generalmente no huelguís-ticas, ni dirigidas por los sindica-

tos, con reclamos que no se orien-tan directamente al sector emple-ador sino antes bien al Estado.Muy frecuentemente, también, losasalariados agrícolas se movilizanconjuntamente con otros grupossociales, a veces subordinados alos mismos. Las crisis de produc-ciones, el cierre de plantas o lassituaciones locales de desocupa-ción masiva, se cuentan entre lasprincipales situaciones disparado-ras de la movilización.

Durante el período posterior a ladevaluación, si bien persistencasos con las características an-

Gráfico Nº 7. Movilización de asalariados agrícolas en la Argentina, porprovincias y producciones, según períodos.

Fuentes: Lizarrague, et. al., (1997), Pescio y Bendini (1996), Alfaro (2000), Aparicio yAlfaro (2001), Cieza (2000), Aparicio y Alfaro (2001), Barbetta y Mariotti (2001),Palacios (2002), Mazaroti, et. al., (2002), Rau (2004), El Tribuno (varias ediciones), ElTerritorio (18/4/2001), El Sindical (varias ediciones), La Prensa (9/1/2004), Hoy(1/6/2005), Prensa Obrera (19/5/2005), La Gaceta (varias ediciones), Río Negro(varias ediciones).

La Esperanza (Caña)

Tucumán (Caña)

Lib. Gral. San Martín (Caña)

Tucumán (Limón)

Alto Valle (Pera y manzana)

P. R. Saens Peñ a (Algodón)

Misiones (Forestación)

Misiones (Yerba mate)

Entre Ríos (Naranja)

Alto Valle y Valle Medio (Pera y manzana)

Tucumán (Limón)

Misiones (Yerba mate)

DÉCADA DE LOS ´90 (CONVERTIBILIDAD) P OST-DEVALUACIÓN (PERÍODO ACTUAL)

E ntre Ríos (Arándanos)

Misiones (Forestación)

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114 realidad económica 258 16 de febrero/31 de marzo de 2011

teriormente descriptas5, asumenuna centralidad mucho ma-yor lasnegociaciones y acciones directasvinculadas a salarios. Se destacaen este sentido el caso de la pro-ducción de peras y manzanas enRío Negro, donde la zona de con-flictividad se extiende, además,desde el tradicional Alto Vallehasta el Valle Medio. EnTucumán, si bien las demandas ynegociaciones por salarios sóloen el año 2005 desembocaron enacciones directas, este aconteci-miento adquiere una magnitudhasta entonces desconocida enesa actividad. Por otra parte, lasacciones de protesta vinculadas ala desocupación contraestacionalcomienzan a ser dirigidas por laUATRE, en contraste con el perío-do anterior, donde este tipo deacciones normalmente se desa-

rrollaban sin participación del sin-dicato y con los asalariados agrí-colas movilizándose junto a otrossectores desocupados de laregión.

7. Conclusiones

La orientación exportadora quevenía desarrollándose desdedécadas anteriores en los subsis-temas frutícolas limonero y de pe-ras y manzanas, en Tucumán yRío Negro respectivamente, conti-núa profundizándose actualmen-te. Particularmente, a partir de ladécada de los ´90, acompañarona este proceso los fenómenos deinternacionalización de empresaslíderes, concentración de la pro-piedad y mayor integración de loseslabones productivos, así comolos de tecnificación creciente de la

5 Se identifican dos casos de este tipo en el período de la posconvertibilidad: las movi-lizaciones contraestacionales a la cosecha por situaciones de desocupación, que con-tinúan registrándose anualmente desde el año 2001 a la actualidad en Misiones; y lasmovilizaciones de los asalariados del arándano en Entre Ríos durante los años 2008y 2009, también en demanda de asistencia a la desocupación.

Cuadro Nº 6. Características distintivas de las acciones de protesta, segúnperíodos.

PeríodosConvertibilidad

(década de los ́ 90) Post-devaluación

Defensivas OfensivasHeterónomas Autónomas

Heterogéneas en su forma Huelguísticas

No promovidas por los sindicatos Sindicalizadas

Características distintivas de las acciones de protesta

Demandas dirigidas al Estado

Demandas dirigidas a los empleadores

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115Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

producción y tecnocratización desu gestión. Durante los últimosaños, al mismo tiempo que seregistran nuevos incrementos enlos volúmenes exportados, co-mienzan a aparecer de modorecurrente en ambos subsistemasmanifestaciones de protesta pro-tagonizadas por asalariados agrí-colas y encuadradas por sus orga-nizaciones sindicales. En especiala partir de la devaluación del pesoargentino, los sindicatos de asala-riados rurales aparecen cada vezmás dirigiendo las negociacionesy acciones colectivas de protesta,no solamente por salarios, sinotambién por subsidios al desem-pleo contraestacional a la cose-cha en el caso tucumano.

Esta reactivación de la accióndirecta sindical es visualizadacomo uno de los signos distintivosde la conflictividad asalariadaagropecuaria en la Argentinadurante el período actual. En talsentido resalta la concentración eintensificación de ese tipo deacciones en las dos principalesproducciones frutícolas de expor-tación del país. El espectro de rei-vindicaciones esgrimidas por lostrabajadores en estos casos no seha restringido a la problemática delas escalas salariales, aunqueésta última ocupó siempre unlugar central. Aparecieron tam-bién demandas de diferenciaciónen los salarios abonados por dife-rentes tipos de cosecha -porejemplo, entre la de limón deexportación y de mercado inter-no-; o por tipos de frutas

-pago a destajo diferencial por lacosecha de peras o de manzanas-. En todas las huelgas registradasdurante el período se mantuvieronabiertas las instancias de nego-ciación antes, durante y despuésde la acción directa. En ningunode los casos, hasta el momento,las medidas resultaron sin efectosobre las reivindicaciones plante-adas por los trabajadores.

En uno y otro territorio, dos dele-gaciones de un mismo sindicatocanalizan la relación de los traba-jadores con la patronal y elEstado. La mencionada expan-sión de estas dos produccionesagrícolas de exportación fueacompañada por una consolida-ción de las estructuras sindicalesregionales de la UATRE durantelos años ´90, principalmenteorientada a la prestación de servi-cios a sus afiliados. Una mayorpropensión a encabezar deman-das laborales frente a la patronal,en cambio, se manifiesta con cla-ridad durante el período posde-valuación. El señalamiento de unasustantiva elevación de la ganan-cia empresarial ha constituido unargumento central esgrimido porel sindicato en sus demandas ynegociaciones. En términos de lasinstituciones sociales operantessobre la negociación económica,ésta aparece como una pautaclave de la “economía moral” (enel sentido de Thompson, 2000)desencadenante y orientadora deldesarrollo de los conflictos huel-guísticos.

No se ha registrado, en cambio,

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116 realidad económica 258 16 de febrero/31 de marzo de 2011

este proceso de apertura de laconfrontación gremial laboral enotras producciones frutícolas de laArgentina que también cuentancon un importante componente deexportación. Tales serían loscasos, por ejemplo, de la produc-ción vitícola en Mendoza; la decítricos dulces en Entre Ríos o lade arándanos en esta y otras pro-vincias. Las diferentes institucio-nes sociales regionales, la inser-ción de los actores en el tejido deidentidades y relaciones territoria-les, las estructuras locales deoportunidades políticas cuentan,en este sentido, como condicio-nes para la emergencia de accio-nes organizadas. Pero, en el mis-mo sentido, sobre todo cuentanlos grados de sindicalización de lamano de obra empleada y la exis-tencia o no de experiencias loca-les, individuales y colectivas, rea-lizadas por el sector asalariadorural en confrontaciones laboralesprevias. En efecto, además dedestacarse dentro del panoramanacional por su magnitud y rele-vancia exportadora, los subsiste-mas productivos de limones enTucumán y de peras y manzanasen los valles del Río Negro tam-bién se insertan en territorios conimportantes tradiciones históricasde confrontación asalariada ruraly con significativos niveles actua-les de sindicalización.

En ese mismo sentido, y aunqueun análisis comparativo de lasestructuras sindicales excede losobjetivos de este trabajo, es preci-so puntualizar, por ejemplo, que si

bien la UATRE asume formalmen-te la representación nacional delos asalariados rurales en laArgentina, este sindicato no fun-ciona como una estructura mono-lítica y homogénea en todas susexpresiones territoriales. Por elcontrario, sus modalidades defuncionamiento, las formas de vín-culo del gremio con sus afiliados,su relación con los Estados pro-vinciales, los dispositivos organi-zacionales y de representaciónque se activan, las orientacionesde cada conducción regional, lainscripción de la entidad en lasdiversas sociedades territoriales,etc., suelen presentar notoriasdiferencias según se trate de unasu otras delegaciones.

Finalmente, creemos que las evi-dencias expuestas en el presentetrabajo podrían también aportarelementos a la pregunta general,actualmente abierta, acerca de lascapacidades de las agriculturasde exportación para generar, porsí mismas, procesos de desarrolloterritorial que mejoren la equidadsocial, impacten positivamentesobre las situaciones de pobrezay reduzcan la vulnerabilidad de losestratos más desfavorecidos den-tro de las comunidades locales.Durante el período reciente dife-rentes estudios han venido descri-biendo situaciones donde moder-nas actividades agropecuarias enexpansión, que atraen capitalestransnacionales, incorporan tec-nología de punta, se posicionanfavorablemente en mercadosexternos y ofrecen productos de

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117Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

alta calidad, tienden a no generar,en cambio, modificaciones sus-tantivas en las características tra-dicionales de las relaciones detrabajo o en las situaciones socio-económicas de la mano de obraque emplean (p.ej. Chazarreta,2009; Craviotti, et. al., 2008; Riella

y Mascheroni, 2009). En los casosaquí analizados han podido cons-tatarse algunas modificacionesfavorables en esos aspectos, aun-que enmarcadas en procesossostenidos de demandas, nego-ciaciones y confrontaciones labo-rales.

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119Asalariados agrícolas en Tucumán y Río Negro

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120

La reorganización de las agendas deLa reorganización de las agendas deinvestigación y extensión del investigación y extensión del InstitutoInstitutoNacional de Tecnología AgropecuariaNacional de Tecnología Agropecuaria(INTA) durante la última dictadura militar(INTA) durante la última dictadura militarargentina (1976-1983)*argentina (1976-1983)*

Ciencia, tecnología y dictadura

* Se agradecen las observaciones y comentarios de Martín Schorr. A Guido Prividera,por acompañar este trabajo y apostar a él.

** CONICET- Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Técnica José Babini(UNSAM). Facultad de Filosofía y Letras (UBA).

Este artículo presenta los resultados preliminares de una investigación encurso. Se analizan los cambios de agenda en los estudios de Economía Agrariay Sociología Rural del INTA para el período ´73-83, y su vinculación con trans-formaciones económicas y políticas del sector agropecuario nacional. La perio-dización elegida responde al objetivo de reconstruir algunas líneas de investiga-ción presentes en el organismo en los años previos al golpe militar, y su reo-rientación luego del mismo.

El primer apartado, presenta una breve reseña del INTA e introduce los interro-gantes que guían la investigación. En el segundo, se reconstruye y analiza laagenda de investigaciones del Departamento de Economía del Centro Nacionalde Investigaciones Agropecuarias, su vinculación con el conjunto de los equiposregionales del organismo y la trayectoria en el período de la Escuela paraGraduados en Ciencias Agropecuarias del INTA, una experiencia pionera en laformación de graduados donde se dictaban las Maestrías de Economía y deExtensión Agraria, clausurada luego del golpe militar. El tercero, examina algu-nos elementos de la dinámica institucional, su vinculación con los contenidos delas investigaciones y con el modo en el que operó el régimen de disciplinamien-to en el espacio social del INTA. Finalmente, un último apartado analiza la reo-rientación producida durante la dictadura de las tareas de investigación y exten-sión del organismo, y propone líneas de análisis para profundizar en su estudio.

Cec i l ia Gár gano**

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121El INTA durante la última dictadura

I. Introducción

Al igual que distintos centros deinvestigación del país durante laúltima dictadura, en marzo de1976 el Instituto Nacional de Tec-nología Agropecuaria (INTA) fueintervenido militarmente.1 Granparte de sus integrantes fuerondejados cesantes, algunos fueronforzados al exilio y otros continúanhoy desaparecidos.2 Este artículoanaliza los efectos de la interven-ción cívico-militar del organismoen la orientación de sus tareas deinvestigación y extensión. Seindaga qué rupturas (y qué conti-nuidades) supuso para sus activi-dades de CyT. En particular, sereconstruyen las agendas deinvestigación del área de Eco-nomía Agraria y Sociología Rural,y la experiencia de la Escuelapara Graduados en CienciasAgropecuarias, ubicada en elCentro Nacional de Investigacio-nes en Ciencias Agropecuariasdel organismo y clausurada en1976.

¿Por qué el INTA? Dos razonesfundamentales hacen del Institutoun objeto de estudio relevante.Por un lado, el perfil agroexporta-dor argentino, presente desde los

inicios de la inserción en la divi-sión internacional del trabajo, y lacentralidad de la renta de la tierraen el proceso de acumulaciónlocal (Iñigo Carrera, 2007) ubicanal Instituto en una posición estra-tégica dentro del complejo científi-co y tecnológico nacional. Porotro, su propia estructura organi-zativa resulta distintiva, ya queunificó la investigación con laextensión rural y desarrolló unaamplia presencia territorial a lolargo del país.

Y, ¿por qué analizar la relaciónciencia-tecnología-dictadura? Sibien los estudios sobre el pasadoreciente han crecido en los últi-mos años, la producción de cono-cimiento científico y tecnológicoen el período constituye unatemática que aún resta profundi-zar para comprender en formaintegral la ‘reorganización’ enca-rada por el autodenominado “pro-ceso”.3 El análisis y caracteriza-ción del modelo económico ins-taurado ha sido realizado por dis-tintos especialistas; sin embargo,su impacto en el complejo científi-co-tecnológico (y el rol de la pro-ducción de CyT en las transforma-ciones económicas operadas) hasido estudiado sólo en forma tan-

1 La Marina designó primero un interventor militar, el entonces Capitán de Navío AlbertoRafael Heredia (25/03/1976 al 21/04/1976), y luego a un civil, David M. Arias, de pro-fesión abogado.

2 A diferencia de otros organismos, a la fecha el INTA no ha elaborado una lista propiade sus desaparecidos.

3 Oteiza (1992), Albornoz (2004:83) y Nun (1995) aluden al aislamiento de las tareas deCyT en el período, y Hurtado (2009) y Hurtado y Vara (2007) analizan el caso de laCNEA.

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gencial.4 Asimismo, la introduc-ción de mecanismos represivosen los ámbitos de CyT se ha tra-bajado mayormente en relacióncon el espacio universitario.5 Porestos motivos, un estudio de latrayectoria del INTA en el períodotiene por objeto contribuir a lacomprensión de la dinámica histó-rica del pasado científico y tecno-lógico reciente.

La hipótesis que trabajamos sos-tiene que durante la dictadura seprodujo una “re-estructuraciónselectiva” de los contenidos, obje-tivos y destinatarios de las agen-das de investigación y extensióndel INTA, íntimamente ligada a losefectos de i) la reestructuracióneconómica operada en el período.y ii) la introducción de mecanis-mos represivos; que inició un pro-ceso de híper fragmentación y demercantilización del conocimientoproducido en el organismo. Elcarácter selectivo de la reestructu-ración, implicó discontinuar distin-tos enfoques, que buscabaninsertar las tareas del Instituto enun diagnóstico crítico sobre lascaracterísticas del sector agrope-cuario nacional, y consolidar unalínea de trabajo funcional a los

intereses de las grandes corpora-ciones terratenientes.

Este artículo presenta los resul-tados preliminares de una investi-gación en curso.6 Se analizan loscambios de agenda en los estu-dios de Economía Agraria ySociología Rural del INTA para elperíodo ‘73-’83, y su vinculacióncon transformaciones económicasy políticas del sector agropecuarionacional. La periodización elegidaresponde al objetivo de recons-truir algunas líneas de investiga-ción presentes en el organismo enlos años previos al golpe militar ysu reorientación luego del mismo.

El primer apartado presenta unabreve reseña del INTA e introducelos interrogantes que guían lainvestigación. En el segundo, sereconstruye y analiza la agendade investigaciones del Departa-mento de Economía del CentroNacional de Investigaciones Agro-pecuarias, su vinculación con elconjunto de los equipos regiona-les del organismo y la trayectoriaen el período de la Escuela paraGraduados en Ciencias Agrope-cuarias (en adelante, EPG) delINTA, una experiencia pionera enla formación de graduados donde

4 Nochteff (1994) destaca cómo, a partir de 1976, la “reestructuración regresiva” dismi-nuyó la demanda de CyT. Azpiazu, Basualdo y Nochteff (1988:40) señalan la sincro-nía entre las políticas de apertura económica con base en un modelo de “valorizaciónfinanciera” y el desenganche local del nuevo paradigma tecnológico-económico inter-nacional. Véase también Chudnovsky y López (1996).

5 Pérez Lindo (1985); Rodríguez y Soprano (2009); Buchbinder (2005; 2008) yKaufmann (2001; 2003).

6 Financiada mediante una beca doctoral en curso otorgada por el CONICET y radica-da en el Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Técnica José Babini(UNSAM).

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se dictaban las Maestrías deEconomía y de Extensión Agraria,clausurada luego del golpe militar.El tercero, examina algunos ele-mentos de la dinámica institucio-nal, su vinculación con los conte-nidos de las investigaciones y elmodo en el que operó el régimende disciplinamiento en el espaciosocial del INTA. Finalmente, unúltimo apartado analiza la reorien-tación producida durante la dicta-dura de las tareas de investiga-ción y extensión del organismo, ypropone líneas de análisis paraprofundizar en su estudio.

1. El INTA: breve reseña einterrogantes clave

Junto con otras de las institucio-nes clave del complejo científico-tecnológico nacional, el INTA fuecreado a finales de la década de1950 en el marco del llamado PlanPrebisch.7 El Plan ahondaba enlas causas del estancamientoagrario, entre las que mencionabala erosión y el retraso en la tecni-ficación y aplicación de conoci-mientos científicos (Oteiza, 1992:47). Para 1956, en el marco deuna fuerte crisis económica, lossaldos exportables de los produc-tos provenientes de la RegiónPampeana se encontraban acota-

dos y la producción registraba unalto nivel de estancamiento (INTA,1997). El diagnóstico coincidentecon la creación del INTA fue quehabía que aumentar los rendi-mientos por unidad de superficie,para lo que se fomentaba la incor-poración de tecnología al agro.

Organismo autárquico, depen-diente de la Secretaría de Agri-cultura y Ganadería de la Nación,el INTA se dedicaría según sucarta fundacional a organizar,desarrollar y estimular “la investi-gación, experimentación y exten-sión agraria”.8 El mandato queatravesó su creación también seligaba con el trabajo con “la fami-lia rural”; así en el art. 2º se expli-citaba la necesidad de sostener laextensión mediante la “asistenciaeducacional, técnica y cultural delproductor rural y su familia y elmejoramiento de la comunidadque integra.”9

Se organizó, desde su creación,en Estaciones Experimentales A-gronómicas (EEA) y Agencias deExtensión Rural (AER) repartidasa lo largo del territorio nacional.Además, fue incorporado elCentro Nacional de Investigacio-nes Agropecuarias, ubicado enCastelar, en el Partido de Morónde la provincia de Buenos Aires.10

La integración de las tareas de7 El 4 de diciembre de 1956 el decreto fue firmado por Aramburu y su gabinete, el 6 de

marzo de 1957 se dio el Decreto Reglamentario y en 1961 el Consejo Directivo delINTA aprobó el texto definitivo.

8 Decreto-Ley 21.680, Art. 2º, reproducido en Valeiras (1992: 143) 9 Decreto-Ley 21.680, Art. 2º, reproducido en Valeiras (1992: 143)10 El esquema de investigación básica se haría en Castelar, que recibiría problemáticas

que no pudieran ser resueltas por las Estaciones Experimentales. Estas “soluciones”

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investigación (dirigida a las pro-blemáticas de la producción agro-pecuaria) y extensión (mediantetareas de enseñanza y del contac-to directo con las comunidadesrurales) distinguió al organismo desus pares latinoamericanos, y loubicó como referente en la mate-ria. Para 1970 el INTA contabacon 13 Estaciones Experimenta-les Regionales, 21 EEA, una Es-tación Cooperativa de Experimen-tación y Extensión (en HilarioAscasubi, prov. de Buenos Aires),5 Subestaciones experimentales,10 campos anexos, 220 Agenciasde Extensión, y tres centros deinvestigaciones en el CentroNacional de Investigaciones Agro-pecuarias de Castelar.

La existencia de un Instituto abo-cado a la tecnología agropecuariaadquiere una centralidad particu-lar en el marco del perfil agro-exportador local. Aun en el con-texto del régimen de sustituciónde importaciones imperante almomento de la creación del INTA,y por el tipo de industrializaciónencarada, la importancia de estaárea en la economía nacionalresultaba crucial. En el planteo dePrebisch se afirmaba que “alaumentar el ingreso de las activi-

dades rurales se ampliarían losmercados nacionales para la pro-ducción industrial” (INTA, 1991:2). La centralidad de la renta de latierra en el proceso de acumula-ción de capital (Iñigo Carrera,2007: 45) como constante en lahistoria económica argentina, invi-ta a analizar las transformacionesen el organismo ligado por exce-lencia al sector agropecuario sindescuidar la singularidad de estaárea en el panorama económicogeneral del país.

A partir de 1970 la producciónagrícola pampeana registró unvertiginoso crecimiento, hastaalcanzar en 1984-1985 una cose-cha récord en el nivel nacional.11

La contracara de este proceso demodernización estuvo ligado conlas crisis de las economías regio-nales y el agravamiento de lascondiciones de producción de losproductores familiares y minifun-distas (Alemany, 2003). Losrequerimientos de inversión yextensión de las explotaciones(Balsa, 2006: 139) operaron en uncontexto económico de alta infla-ción y altas tasas de interés, y dereorientación de las políticas agra-rias.

retornarían a las EEA, las que las pondrían en práctica. Las EstacionesExperimentales trasladarían estos conocimientos a las Agencias de Extensión Rural,que se encargarían del nexo final, el contacto con los productores. En la práctica,este diseño distaba de funcionar aceitada y linealmente.

11 36 millones de toneladas de cereales y oleaginosas en la región pampeana y 44 millo-nes de toneladas en todo el país (Balsa, 2006: 133). Las innovaciones tecnológicas,basadas fundamentalmente en la adopción de agroquímicos, la utilización de semillasnuevas y los procesos de mecanización, fueron analizadas como un elemento clavedentro de este proceso. Véase Obschatko (1988).

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Durante el gobierno peronista deCámpora, la gestión de HoracioGiberti12 al frente de la Secretaríade Agricultura y Ganadería habíaintentado implementar medidasreformistas para el sector, quefueron fuertemente resistidas porlas corporaciones terratenientes.El anteproyecto de “Ley agraria” yel Impuesto a la Renta Normal Po-tencial de la Tierra (IRNP) teníanpor objetivo promover la produc-ción combatiendo los grandes lati-fundios improductivos.13 Con laasunción de Isabel Perón los equi-pos técnicos fueron desmantela-dos y, en septiembre de 1976, lajunta militar derogó el IRNP.14

La política agraria se alineó a losprincipios liberales esgrimidos porlas fracciones más concentradasdel agro argentino (Balsa, 2006:

143). Las medidas tomadas des-de la junta militar para el sectoragropecuario se insertaron en unproyecto económico mayor, el dela “miseria planificada” (Walsh,1977), la reprimarización, la sumi-sión al capital extranjero y la pro-fundización de las condiciones deexplotación de la clase trabajado-ra.

Una de las claves del proceso deconcentración del agro estuvo da-da por la tendencia decreciente enlos ingresos netos por hectáreatrabajada. Cada vez se requeríanmás hectáreas para obtener losingresos suficientes que sostuvie-ran al productor y a su familia(Balsa, 2006: 140). Las unidadesfamiliares sin asalariados perma-nentes fueron las más afectadas ylas que contaron con menores

12 Ing. Agrónomo, fue asesor de la SRA hasta que su intervención en el ámbito públicolo enfrentó cada vez más a las posiciones de las corporaciones terratenientes. Fueuno de los primeros presidentes del INTA (1958-1961), cargo al que renunció por losconflictos sostenidos con la Sociedad Rural, que para ese entonces se resistía a queel organismo fuera financiado mediante una alícuota del 1,5% ad valorem de lasexportaciones agropecuarias (Losada, 2005: 23). Se desempeñó como Subsecretariode Agricultura durante los gobiernos de Cámpora y Perón (1973-1974). Analista de larealidad agropecuaria y autor de múltiples trabajos, algunos de los cuales, como suya clásica Historia Económica de la ganadería argentina, se han vuelto un hito en lamateria.

13 Los puntos fundamentales del anteproyecto (que nunca devino ley) se orientaban alograr que la producción de los predios estuviera de acuerdo con su capacidad pro-ductiva y a promover una distribución de los ingresos generados. El Impuesto a laRenta Normal Potencial de la Tierra (IRNP) gravaba con una suma fija el suelo, conel objetivo de combatir la existencia de tierra ociosa presente en los latifundios. En unamemoria del año 1974, la SRA advertía que pesaba sobre el agro argentino “la ame-naza de un ataque directo a la propiedad; bajo la apariencia de una acción contra loscampos improductivos, se esconde la intención clara de implantar una reforma agra-ria”, citado en Gresores y Nadal (2008: 138).

14 El fracaso del proyecto reformista se vincula también a las transformaciones de laestructura social agraria Balsa (2006: 142) remarca la incidencia de terratenientescapitalistas medios, más dependientes de la renta del suelo, que lideraron la oposi-ción.

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capacidades para resistir el ‘reor-denamiento’.

En este proceso de transforma-ciones de la estructura económicay social agraria, ¿cuál fue el roldel INTA? ¿En qué medida lastransformaciones de las condicio-nes de producción en el agro fue-ron acompañadas por cambios enlas tareas de investigación yextensión del Instituto? ¿De quémanera se reconfiguró el tipo derelación entablada desde el INTAcon la “familia rural”, los producto-res agropecuarios y la difusión delos conocimientos producidos? Y,finalmente, ¿cómo incidió dentrodel organismo el régimen de disci-plinamiento implementado en elconjunto de los espacios socia-les?

Con el objetivo de abordar estosinterrogantes, se analiza la trans-formación operada en una de lasáreas del organismo: los estudiosde Economía Agraria y SociologíaRural. Se indaga cuál era el esta-do de las investigaciones conanterioridad a la intervención mili-tar del organismo, de qué modooperó el disciplinamiento, y cómose vinculó el cambio de agendacon la reorientación de la políticaagraria y con las transformacioneseconómicas del sector.

II. “De la tranquera paraafuera”: EconomíaAgraria, Sociología Ruraly la experiencia de laEscuela para Graduados

En junio de 1974 la DirecciónNacional del INTA convocó a unareunión de reprogramación del“Programa de Estudios Econó-micos y Sociales”, en el que seenmarcaban las actividades desa-rrolladas por los distintos departa-mentos de Economía. El objetivoera coordinar acciones entre losdistintos equipos regionales yexplicitar los objetivos persegui-dos. El lugar de encuentro fue elCentro de Investigaciones delINTA Castelar.

En esa reunión, los miembrosdel Departamento de Economíade Castelar presentaron un escri-to para ser discutido con el con-junto de los economistas y soció-logos de la institución, que expli-caba el contenido de sus investi-gaciones y destacaba el sentidode sus actividades. Además decumplir en su momento una fun-ción programática, el documentoelaborado constituye una fuenteindicadora a través de la que esposible reconstruir cuál era laorientación productiva que busca-ban dar al INTA estos investigado-res y qué tipo de diagnóstico rea-lizaban del sector agropecuarioargentino. Si se considera que elárea de Economía y SociologíaRural de muchas EstacionesExperimentales modificó sus pla-

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nes de investigación en este perí-odo -y que, en particular, delgrupo de Economía de Castelarfueron expulsados buena parte desus integrantes- analizar los fun-damentos expuestos en el docu-mento resulta relevante para his-toriar las transformaciones en laorientación del organismo.

Los miembros del Departamentode Economía remarcaban que elobjetivo final de la investigaciónno podía fijarse a partir de intere-ses disciplinares ni parciales, sinoen función de “la comunidad”, yaque debía “contribuir al cuestiona-miento y transformación de nopocas relaciones económico-sociales injustas”.15 Mediante unrecorrido histórico por las etapasde la inserción mundial del sectoragropecuario nacional, identifica-ban los principales problemas deéste: crecimiento exógeno y dese-quilibrio regional. En su análisis, lacreación del organismo era ubica-da en un contexto de apertura dela economía a capitales y tecnolo-gías extranjeras y “pauperizaciónde pequeños y medianos produc-tores y de asalariados rurales”.16

Las funciones de investigación yextensión rural realizadas en esaprimera fase del INTA eran eva-luadas negativamente, en sintoníacon la ausencia de una políticaagropecuaria orgánica.

En resumen, presentaban unavisión crítica de las capacidadesprevias de la institución y definíanel rol del Departamento a partir deun diagnóstico estructural. Era enla situación dependiente del paísen materia agropecuaria y en fun-ción de transformaciones econó-micas y sociales que planteabanuna agenda de investigación. ¿Enqué consistía ésta? Cinco líneasde investigación, vinculadas entresí, conformaban el Programa deInvestigaciones. En “Economía yPolítica del Cambio Tecnológico”el eje estaba dado por “la brechacreciente entre los beneficiospotenciales del progreso tecnoló-gico y sus adelantos concretos(beneficios no socializados.)”.17

Los objetivos consistían en eva-luar los costos “sociales y priva-dos” de las nuevas tecnologías,describir el proceso de generaciónde innovaciones agropecuarias yproponer una estrategia de desa-rrollo tecnológico para el sector.“Modelos Regionales de Planea-miento” tenía por objetivo finalintegrar los diferentes modelosregionales en un modelo nacionalde planeamiento agropecuario,que considerara las dinámicas delas distintas economías regiona-les. “Unidades de Producción”estaba destinada a armar unatipología de las mismas. Por últi-

15 INTA. “El Departamento de Economía en el marco institucional del INTA. Fundamentoy naturaleza de sus actividades y contenido de su Programa de Investigaciones”.Documento Interno Preliminar para discusión. Reunión de Reprogramación, Programade Estudios Económicos y Sociales. Castelar, INTA, junio de 1974. P5.

16 Ibídem, p.1.17 Ibídem, p.32.

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mo, “Análisis de la Estructura yFuncionamiento del subsistemade comercialización” y “Población,Ingreso, Empleo y EstructuraAgraria” planteaban analizar algu-nos componentes de la estructuraagropecuaria. En especial, el régi-men de propiedad de los recursosnaturales consistente en “siste-mas de tenencia, concentraciónde la propiedad, usos de talesrecursos y efectos sociales deesta distribución”.18 A partir deeste análisis, identificaban suefecto en la población rural. Paraesto, proponían un relevamientode las migraciones internas, losdesequilibrios regionales y de:

“Las situaciones en las que se en-cuentra la fuerza de trabajo en elsector (familiar, asalariada, asalaria-dos transitorios, minifundistas,etc.)”.19

Las líneas de investigación esta-ban definidas en función del diag-nóstico del sector agropecuario,que guiaba el establecimiento deprioridades en la agenda. Serepetía la necesidad de introducirlas problemáticas estructurales enlos casos específicos. Las tareasse organizaban alrededor de lainvestigación, considerada comola instancia de producción privile-giada, el “centro de gravedad” delas actividades del Departamento,que debía insumir el grueso de las“horas/hombre de dedicación”.20

Una mención aparte merece elanálisis de la articulación con lasCiencias Sociales que proponían.Al pronosticar su crecimiento den-tro del INTA, la propuesta consis-tía en asegurar una interacciónpermanente con el conjunto de lasdisciplinas, en especial con aque-llas involucradas directamente enel accionar del organismo (agro-nomía, veterinaria, biología, eco-logía, etc.). Repetían alusiones ala necesidad de establecer unavisión integral, en donde las tare-as científico-técnicas no se divor-ciaran de la realidad social. Lafragmentación y el parcelamientodel conocimiento eran rechazadosen función de la propia práctica yde la conceptualización que reali-zaban del trabajo científico. Eneste sentido, entendían que sibien la propia naturaleza de sustareas de investigación, “prepon-derantemente empírica”, los lleva-ba por problemas metodológicosa estudiar “aspectos aislados dela realidad” como en el caso delos “problemas típicos de micro-economía”, esa restricción debíaenfrentarse

“con plena conciencia de cuál es lainserción de ese micro-problema enel contexto más amplio de la reali-dad socioeconómica, sin el cual eseconocimiento parcial pierde sentidoy puede carecer en consecuencia decontenido relevante.”21

En cuanto al desarrollo discipli-18 Ibídem, p36. El subrayado es propio.19 Ibídem, p37.20 Ibídem, p22. Subrayado propio.21 Ibídem. p18. Subrayado propio.

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nar de Economía Agraria y Socio-logía Rural, sobre la primera sealertaba acerca de la existenciade estudios de las unidades deproducción en desconexión conlas problemáticas estructuralespropias de la dinámica del sectoragropecuario local. Sobre lasegunda, advertían negativamen-te el peso de ciertos enfoques queanalizaban los obstáculos a laadopción del cambio tecnológicoúnicamente en términos cultura-les.

En el Centro del INTA Castelartambién funcionaba desde 1967una Escuela para Graduados enCiencias Agropecuarias (EPG),donde los miembros del Depar-tamento de Economía de Castelarse desempeñaban como docen-tes e investigadores. La EPG erauna experiencia pionera en la for-mación de investigadores de post-grado en el país, producto de unConvenio firmado entre el INTA, elInstituto Interamericano de Cien-cias Agrícolas22 (IICA) y la Univer-sidades Nacionales de La Plata yde Buenos Aires. Había in-corpo-rado las áreas de Economía ySociología Rural, y dictaba unaMaestría en Economía Agraria yuna Maestría en Extensión.

Los estudios de Sociología Ruraly Economía Agraria, presentes en

el organismo desde la década delos ´60, se habían concentradohasta entonces en difundir “princi-pios y métodos de la Administra-ción Rural” (Penna, 2003) aplica-dos en estudios de productividady rentabilidad en diferentes tiposde establecimientos. En uncomienzo, también se proponíaque los extensionistas fuerancapacitados en cursos internospara desarrollar programas de“gestión” y “capacitaran” a su veza los productores en “el análisiseconómico de sus empresas”(Penna, 2003).

¿Cuál era la orientación que seimpartía en la EPG? En origen,también predominaron los estu-dios “Marketing” y “Farm Mana-gement”. Bajo una orientaciónneoclásica, se abordaba la “admi-nistración” de las empresas rura-les. Para 1970 un grupo de inves-tigadores fue enviado a realizarestudios de posgrado, en el marcode un convenio entre el INTA y laFundación Ford. Doctorados enEconomía Agraria, retornaron alInstituto y pasaron a desempeñar-se en la Escuela. La formaciónrecibida en el exterior, ligada engran parte a la promoción del libremercado, comenzó a registrar una“doble ruptura”.23 Por un lado, laparticipación de estos investiga-

22 Creado en Costa Rica en 1942, con sede en Turialba. 23 En un principio, “el programa de postgrado estaba un poco ceñido a los programas de

estudio estadounidenses. Casi todos éramos egresados de universidades norteameri-canas, y la visión allí era por así decirlo mucho más orientada al libre mercado que loque se estaba propiciando en ese momento.” Entrevista a ex investigador y docente dela EPG, dejado cesante y detenido en su domicilio como parte del operativo militar rea-lizado en INTA Castelar. Buenos Aires, 27 de mayo, 2010.

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dores en distintas instancias liga-das a la política agraria nacionalhacía que “la enseñanza de esaorientación no condiciera con loscargos públicos y las políticasorientadas desde esos cargos quemuchos estábamos ocupando”24.Por otro, en los alumnos “se habíaconformado una conciencia deorientación más social de las polí-ticas agrarias…”.25

El recambio generacional estuvoacompañado por nuevas temáti-cas que comenzaron a trabajar:se plantearon “mirar los grandesproblemas.”26 Según quien fueradirector del Posgrado de Eco-nomía Agraria hasta que se pro-dujo la intervención militar delInstituto, “no se trataba de quehubiera diferencias ideológicascon respecto a lo que venía en elINTA”. Sin embargo, afirma quesostenían “un cambio de enfoque,de perspectivas, de cómo se ve elmundo, y de los temas que se tra-tan…”. Planteaban “la necesidaddel desarrollo de las fuerzas pro-ductivas del agro y la necesidadde que eso ocurriera en un con-texto de distribución del ingreso,

de integración, de resolución de lapobreza”.27 En este sentido, seproducía un cuestionamiento a lalínea tradicional del Instituto. Enprimer lugar, como afirma un exdocente de la EPG hasta la inter-vención, se cuestionaba “que elINTA estaba orientado a los gran-des y medianos productores, des-conociendo una realidad impor-tante de la Argentina”. Esto provo-caba una suerte de “ruptura con-ceptual”, atravesada por un posi-cionamiento ideológico y por unacrítica operativa, ya que “si noprestás atención a los productorespequeños, desarrollás equipa-miento, tecnología adaptados alos grandes”.28 También existíauna demanda de mayor inclusiónde investigadores provenientesdel área de las Ciencias Sociales,y de articulación entre estas disci-plinas y las naturales. Todos estosplanteos “chocaban un poco conla línea tradicional del INTA”.29

En la Escuela comenzaban aintroducirse los enfoques ligadosa las “nuevas corrientes latinoa-mericanas”, especialmente cepali-nas y estructuralistas. A partir del

24 Ídem, Bs. As., 27 de mayo, 2010. La articulación con la Secretaría de Agricultura yGanadería y con el Ministerio era frecuente entre este grupo de investigadores delINTA, ya fuera desempeñando cargos en ocasiones en la gestión pública o brindan-do asesoramiento a distintas iniciativas entre las que destaca el ya mencionado IRNP.

25 Ídem.26 Entrevista al ex director del Posgrado en Economía Agraria de la EPG entre 1970 y

1973, Subsecretario de Asuntos Agrarios entre 1973 y 1975, cuando retomó la direc-ción del Posgrado hasta ser detenido en el operativo militar desplegado en el centrode INTA Castelar en marzo de 1976. Bs. As., 25 de junio, 2010.

27 Ídem, Bs. As., 25 de junio, 2010. Subrayado propio.28 Entrevista Ing. Agr. ex docente e investigador de la EPG, Bs. As., 27 de mayo, 2010.29 Ídem.

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contenido de algunos de sus pro-gramas y documentos internos, esposible identificar que primabauna mirada económica de la reali-dad agropecuaria de tipo hetero-doxa, que cuestionaba sólo enparte30 la orientación tradicional enla materia, de matriz neoclásica y“productivista”.31

Por otro lado, un núcleo deinvestigadores, alumnos y docen-tes de la EPG, comenzaron aesbozar un planteo más radicalque cuestionó la organizacióninterna de la Escuela y el perfil delos conocimientos producidos.Reclamaban un cambio en el sis-tema de evaluación y en la orien-tación de los programas de estu-dios. La dirección de la Escuela,que recaía en el IICA, tambiéncosechaba los mayores reclamos.En 1974 alumnos y docentestomaron la EPG pidiendo:

“que la organización fuera otra y quehabía que trabajar otras problemáti-cas. Que las materias estuvieranrelacionadas con las problemáticasdel país”.32

La toma fue exitosa y, como re-sultado, se introdujeron modifica-

ciones en el plantel docente, loscontenidos de las asignaturas y ladirección de la Escuela, que dejóde depender del IICA para res-ponder al INTA. Entre otras modi-ficaciones, se incorporaron espe-cialidades temáticas, entre lasque figuró ‘Desarrollo Regional’.Distintas tesis de posgradocomenzaron a concentrase encultivos y problemáticas de zonaseconómicamente críticas: algodónen el Chaco, azúcar en Tucumány áreas minifundistas. En promo-ciones anteriores, otras temáticasnovedosas fueron objeto de lastesis de Maestría en EconomíaAgraria. Así hubo quienes aborda-ron la cuestión de la renta agrariaen la región pampeana y quienesdiscutieron la no neutralidad de latecnología, temas “institucional-mente no abordados con anteriori-dad a la Escuela de Castelar”.33

En este sentido, los estudios eco-nómicos efectuados desde Cas-telar implicaban una renovación,ya que hasta ese momento “en elINTA se había estado trabajandosolamente de la tranquera paraadentro, los costos de producción,

30 En este sentido, la atención continuaba fijada en la “conducta” de los “agentes eco-nómicos”, generando un punto de contacto con el individualismo metodológico acu-ñado por la Escuela Neoclásica. Véase Eduardo Trigo, Ana Quagliani, Eugenio DíazBonilla. “El uso de variables no tradicionales en el análisis de la estructura de merca-do.”, EPG Serie Investigación, N° 21, Bs. As., INTA, octubre 1975.

31 El adjetivo es tomado de diferentes entrevistados, quienes lo utilizan para caracterizarun enfoque centrado sobre la obtención de altos rendimientos y competitividad, y des-provisto de un análisis de la estructura agraria y su realidad social.

32 Entrevista a ex alumna de la EPG y actual investigadora del INTA del área deEconomía y Sociología Rural. Bs. As., 10 de mayo, 2010.

33 Entrevista a ex investigadora del Depto. de Economía EEA Balcarce, graduada de laEPG. Balcarce, 10 de noviembre, 2009.

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la rentabilidad del productor, etc.,etc.”34

En los años previos al golpe de1976, la Secretaría de Agriculturay Ganadería había contado con elasesoramiento de técnicos e in-vestigadores del INTA en la elabo-ración del Impuesto a la RentaNacional Potencial de la Tierra, ydistintos investigadores del orga-nismo habían participado en reu-niones de discusión del antepro-yecto de la Ley Agraria. La preo-cupación de las grandes corpora-ciones agropecuarias y las tensio-nes que suscitaban estas iniciati-vas al interior del INTA, fueron sig-nificativamente referidas en laprensa nacional. Desde el diarioLa Nación, sucesivas editorialesalertaban primero sobre la “infiltra-ción ideológica” presente en elorganismo, y celebraban en 1976“la recuperación del INTA.35 Enoctubre de 1975 se recordaba lareciente participación en el orga-nismo de

“elementos subversivos de filiaciónmarxista, que no serían ajenos a lainspiración que tuvo el proyecto deley agraria, luego felizmente dese-chado.36

Al adelantar las tareas que termi-narían de materializarse con elgolpe, recomendaba:

“Debiera, pues, dentro de los pro-gramas de racionalización que serán

indispensables para sanear la admi-nistración nacional, prestarse lamayor atención posible al INTA,tanto por razones técnicas y presu-puestarias como ideológicas”.37

Por otra parte, los años previosal golpe militar también registra-ron una intensa actividad gremialen el organismo, a través de laque se debatía el rol del INTA. Enel Centro de Castelar, como enotras unidades, el grado de movi-lización y la participación enasambleas era muy elevado. Lasreivindicaciones se ligaban engran parte con las condiciones detrabajo: pedidos de licencia pormaternidad, de uniformes de tra-bajo, traslado común de todo elpersonal en los vehículos delorganismo (que hasta esemomento sólo transportaba profe-sionales), existencia de guarderí-as para los hijos del personal, etc.También existía un debate entorno de los productos del trabajo,la estructura organizativa y el roldel Instituto en materia científica ytecnológica. Sobre el primer ítem,en la Estación Experimental dePergamino solicitaban disponerde dos hectáreas para implemen-tar una huerta comunitaria, cuyaproducción se repartiera entre lostrabajadores, mientras que en elCentro de Investigaciones deCastelar miembros del equipo deEcología38 habían conseguido un

34 Ídem35 La Nación, “La recuperación del INTA”, viernes 29 de octubre de 1976.36 La Nación, “La situación del INTA”, lunes 13 de octubre de 1975.37 Ídem.38 Desmantelado tiempo antes del golpe militar. De sus integrantes, tres se exiliaron en

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reparto (por número de hijos) delos excedentes producidos en lasEstaciones Experimentales.

En relación con la dirección de laEEA, en Pergamino proponíanque para decidir la ocupación delcargo se considerase una ternade candidatos, elaborada por lospropios investigadores y técnicosde la Estación Experimental. Encuanto a la producción CyT delINTA, se reclamaba la implemen-tación de una Ley de Semillas con‘Pedigree Cerrado’. Es decir, quelas fórmulas híbridas desarrolla-das por el INTA estuvieran prote-gidas y que el Instituto no tuvierala obligación de ceder sus líneasendocriadas a capitales privados.Los debates también incluían larevisión de las leyes de arrenda-miento, y la elaboración del enton-ces en curso proyecto de leyAgraria.39 Además, algunos inves-

tigadores del área de Sociologíajunto a miembros del Equipo deEcología y del sindicato (ATE) deCastelar habían iniciado una tareade alfabetización, dedicada al per-sonal de campo del organismo yal trabajo barrial en las cercaníasdel Centro de Investigación. Susmilitantes integraron las listas querecibió la intervención militar demano de algunas autoridades delInstituto.

Cuando se produjo el golpe mili-tar el INTA fue intervenido, al igualque el resto de los organismosnacionales. El Centro de Inves-tigaciones de Castelar fue una delas unidades que más directamen-te sufrieron las secuelas de larepresión, que ya había comenza-do a operar en el organismo en elmarco del accionar de la “TripleA”.40 Allí, la intervención fue acom-pañada de un importante desplie-

México, donde continuaron realizando tareas de investigación. Marta Sierra pasó adesempeñar tareas en la guardería del INTA y fue secuestrada de su domicilio el 30de marzo de 1976. Al día siguiente a su secuestro, su nombre se incluyó en el comu-nicado que presentó el interventor militar del organismo, Rafael A. Heredia, con el lis-tado de personal que debía abandonar el Instituto. Por su secuestro y desaparición,sus hijos iniciaron una causa judicial que busca alcanzar las responsabilidades civilesen el marco del Terrorismo de Estado, en este caso ligado, entre otros, al accionar delentonces Secretario de Agricultura, Jorge Zorreguieta. Ambos han facilitado docu-mentación e información significativa que ha contribuido al desarrollo de esta investi-gación. Para ambos mi agradecimiento.

39 Entrevista a Ing. Agr. ex investigador del área de Economía de la EEA Pergamino yex alumno de la EPG. Entrevista a ex administrativa a cargo de la EEA. Ambos for-maban parte de la Asociación de Profesionales del INTA (APINTA) y fueron dejadoscesantes por la intervención en 1976. Pergamino, 12 de julio, 2010. Un indicio sobrela presencia de este debate lo constituye el hecho de que el ante proyecto de LeyAgraria fuera editado por la EEA de Famaillá del INTA para su circulación interna.

40 En rigor, la represión ya había llegado al organismo. En 1974 comenzaron los prime-ros despidos y, en 1975, Carlos Llerena Rosas, secretario gremial de APINTA, fueasesinado y abandonado con un cartel firmado con una sigla que ya era tristementecélebre: ‘AAA’ (Alianza Anticomunista Argentina).

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gue militar, que implicó la entradade tanques al predio y un operati-vo que culminó con la detenciónilegal de profesionales, técnicos ypersonal de campo, entre los quefiguraban miembros del Departa-mento de Economía y docentesde la EPG. Fueron llevados desdeel INTA y permanecieron secues-trados en una comisaría de lazona alrededor de cuarenta días.Luego del cierre de la Escuelapara Graduados, y de “desarmarla Biblioteca y el Departamento deEconomía”41, un administrativo acargo comenzó a contactarse conlos alumnos. Una de ellas pudoacceder a las cajas en dondehabían quedado las encuestasrelevadas en tareas de campopara su tesis. Después de que “sellevaron a todo el Departamento yvinieron las tanquetas…”42 se des-vinculó del Instituto hasta la llega-da de la democracia, al igual quemuchos otros investigadores.

El interventor militar del INTA, elentonces Capitán de FragataAlberto Rafael Heredia, presentóel 31 de marzo la lista de los“agentes del INTA” que fueronseparados del organismo por“razones de seguridad”.43 Granparte de los investigadores delDepartamento de Economía de

Castelar, fueron despedidos; al-gunos tuvieron que abandonar elpaís. La Escuela para Graduadosfue clausurada, y eliminada elárea de Sociología Rural.

¿Qué efectos tuvo la interven-ción en las agendas de investiga-ción en Economía Agraria ySociología Rural? Un docente einvestigador de la EPG, sintetizael cambio en la orientación de lainvestigación del área dentro delINTA como una pérdida “del rol dela tecnología y el desarrollo agro-pecuario en el desarrollo socialdel agro, el desarrollo integradordel agro,

“diluyéndose así el análisis de pro-blemas estructurales, que vinculanal sector agroalimentario con el restode la economía argentina”.44

Según una investigadora delárea de Economía, la dictadura noimplicó un quiebre profundo en lamedida que la trayectoria delINTA ya estaba marcada por una“visión productivista”, que identifi-caba la generación de tecnologíascon alto impacto en los rendimien-tos agropecuarios como objetivoprioritario,

“con una concepción de la neutrali-dad de la tecnología, una erróneaconcepción respecto a que la tecno-logía es neutra, es buena en sí

41 Entrevista a ex alumna de la EPG e investigadora del INTA del área de Economía ySociología Rural. Bs. As., 10/05/2010.

42 Ídem 43 Resolución firmada por Alberto Rafael Heredia, Capitán de Fragata e interventor mili-

tar del INTA. Secretaría de Agricultura y Ganadería, INTA, Buenos Aires, 31 de marzode 1976.

44 Entrevista a ex investigador y docente EPG. Bs. As., 27 de mayo, 2010.

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misma. Y eso era pre-existente en elINTA, y continuó con los militares”.45

La existencia de una mirada cen-trada sobre la producción por hec-tárea, en el logro de una “eficien-cia productiva” escindida del diag-nóstico de los problemas estructu-rales del sector agropecuarionacional y del análisis de su rol enla inequidad social, no era nuevaen el organismo. Estos enfoquestendrían continuidad y vigor conposterioridad a la dictadura, incor-porando también otros elementosligados a las transformaciones delperíodo.46 Por otro lado, la pers-pectiva de otra investigadora delárea puede tomarse en relacióncon la idea de la dictadura como“hiato” en el perfil que buscabanimprimir algunos investigadores alas tareas del INTA:

“En los ´80 se ve la recuperación dela preocupación por la pequeña agri-cultura, a pesar de que se hizo elINTA como una cosa monolíticapara la modernización. Recupera-

ción porque estaba antes. Porqueestán las Ligas Agrarias, estáCampo de Herrera, hubo técnicos deINTA metidos en todo eso”.47

En este sentido, el área deEconomía y Sociología Rural deCastelar y la Escuela paraGraduados, no eran los únicosámbitos en los que se introducíannuevos cuestionamientos. El tra-bajo realizado por los extensionis-tas48 había incorporado elementosde la teoría de la concientización yde la educación popular (Ale-many, 2003). También algunosinvestigadores privilegiaron el tra-bajo en territorio, en contactodirecto con comunidades rurales,plasmando en las agendas deinvestigación el análisis de suscondiciones de existencia e inclu-yendo en su trabajo con las fami-lias campesinas la preocupaciónpor la superación de las mismas.Muchas veces se distanciaban delos enfoques puramente académi-cos, y tenían dentro de la institu-

45 Ídem. Subrayado propio.46 En este sentido, el enfoque “productivista” presente dentro del INTA se entronca

desde los ’80, y sobre todo en la década de los ’90, con la transformación del Institutoes una suerte de consultora científico-tecnológica de los grandes capitales terrate-nientes.

47 Entrevista a Economista del INTA. Balcarce, 11 de noviembre, 2009. La vinculaciónentre algunas de las Experimentales del INTA y las Ligas Agrarias es comentado pordistintos investigadores. Alude también a “Campo de Herrera”, cooperativa agrope-cuaria de trabajo ubicada en las cercanías de Famaillá, provincia de Tucumán, for-mada a raíz del cierre de un ingenio azucarero en 1966. A diferencia de otros 10 inge-nios cerrados en la provincia durante la dictadura de Onganía, el viejo ingenio “BellaVista” contó con una fuerte resistencia popular que impidió la clausura, y la interven-ción de un grupo de profesionales del INTA resultó vital para la constitución de la coo-perativa.

48 La extensión del organismo utilizó históricamente dos mecanismos de contacto con lapoblación rural, el ‘Hogar rural’ y los clubes juveniles ‘4-A’, junto a los que se desa-rrollaba el asesoramiento técnico.

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ción una posición marginal y resis-tida por los sectores más conser-vadores. En esta línea de trabajo,se destacaban las tareas delantropólogo Santiago Bilbao en laEstación Experimental de Famai-llá, en Tucumán, quien trabajabajunto a otros técnicos e investiga-dores con los integrantes de laCooperativa Agropecuaria “Cam-po de Herrera”, un ingenio azuca-rero dirigido por sus trabajadoresy asesorado oficialmente por elINTA.49 El trabajo con las familiasque integraban el ingenio recupe-rado estaba acompañado porinvestigaciones que indagaban enla estructura de propiedad tucu-mana, la caracterización del obre-ro cañero y el problema del mini-fundio. Bilbao y su equipo fuerondetenidos por miembros de la “tri-ple A” y dejados cesantes formal-mente del organismo cuando yase encontraban en el exilio.50

Antes de evaluar la reorientaciónde las agendas de investigación yextensión, resta analizar algunasparticularidades del INTA paracomprender ciertas lógicas de sufuncionamiento interno, y el rolque cumplieron en el período quenos ocupa.

III. La “familia INTA”

Como toda institución, entendidacomo espacio social, el INTA con-tiene algunas normas de funcio-namiento no escritas, criterios devalidación y representaciones queinciden directamente en su trayec-toria, en el posicionamiento de losdistintos equipos de investigación,en la selección y organización desus agendas. Al constituir unorganismo ligado con un área cla-ve de la estructura productivaargentina, estos elementos pro-pios de su dinámica institucionalnunca están aislados de los distin-tos intereses económicos enpugna, ni de los efectos materia-les asociados a sus tareas deCyT.

Al igual que otras instituciones,no es reductible a un espacio-tiempo local (Lourau, 1995: 19),es decir, no se agota en sus esta-blecimientos, sus grupos, ni en suorganigrama. Reparar en algunasde sus características contribuyea indagar en las transformacionesproducidas en sus tareas deinvestigación y extensión; almismo tiempo que resulta necesa-rio para analizar cómo operaron

49 En 1967 pasó a funcionar cooperativamente, asesorado técnicamente por el INTA. Sibien hoy aún existe y continúa ubicada a escasos kilómetros de la EEA Famaillá, elINTA no ha vuelto a realizar una actividad oficial con la cooperativa desde que en losprolegómenos del golpe militar fuera desmantelado el grupo de técnicos del organis-mo que trabajaba junto a las familias del ingenio.

50 Bilbao fue detenido primero bajo el PEN y consiguió exiliarse en Venezuela. Sobre lasinvestigaciones realizadas, se destaca el documento interno de trabajo del INTA“Formas Productivas de la Provincia de Tucumán” y su exposición en el “Seminariosobre identificación y análisis del problema del minifundio en la Argentina”, INTAEERA Famaillá, 26 al 30 de junio de 1972.

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los mecanismos represivos en elorganismo.

Una metáfora ligada al funciona-miento interno se repite recurren-temente entre los investigadoresentrevistados:

“El INTA es una corporación quefunciona separadamente, y como esuna corporación, funciona como sifuera la Iglesia”51

“Está todo acá dentro. Es como laiglesia católica, por eso perdura. Laiglesia católica tiene 2000 años por-que se acomodó a los distintosmomentos de la historia, y en INTApasó igual. No hay una ideología delINTA. No es una institución con unalínea ideológica determinada. ”.52

La “familia INTA” contemplaba (ycontempla) una dinámica fuerte-mente corporativa, que permitía lacoexistencia entre sectores y ten-dencias heterogéneas, y hastaantagónicas. Esta articulación setradujo en ocasiones en fuertesdisputas y tensiones, que revela-ban cómo la simbología asociadacon el organismo exponía el pesode distintos sectores en su interiorque expresaban intereses econó-micos y sociales divergentes.

Al mismo tiempo, la identifica-ción y el sentido de pertenenciade los investigadores - “la camise-ta del INTA”- promovió su organi-cidad y cohesionó las iniciativasque proponían instalar en la agen-

da del organismo y el enfoque queperseguìan de la realidad agrope-cuaria. El hecho de que no se tra-tara de “una institución con unalínea ideológica determinada”53

reflejaba la heterogeneidad deposiciones al interior del INTA.Esto permitió la resignificación dedeterminados elementos asocia-dos con el “ethos” del Institutodesde su creación (la “familiarural”, la “comunidad”, la “familiaINTA”) y su puesta en práctica enotro marco conceptual.

Las tareas de extensión, ligadasdesde los inicios a un “paradigmaeducativo” (Alemany, 2003) queidentificaba junto con la soluciónde orden técnico para el desarro-llo rural otra educacional, incorpo-raron en este período elementosde la teoría de la concientización yde educación popular. El recono-cimiento social con el que conta-ban los técnicos y extensionistaspor parte de las comunidadesrurales, estaba ligado con su fuer-te presencia territorial. El contactodirecto con las condiciones deexistencia de las poblacionesrurales promovía que se instalaradentro de la tarea extensionista lareflexión en torno de qué transfor-maciones eran necesarias para elagro argentino.

En el terreno de la investigación,algunos diagnósticos y estudios

51 Entrevista a Ing. Agrónomo, investigador del INTA desde el año 1977. Bs. As., 11 denoviembre, 2009.

52 Entrevista a investigadora del INTA del área de Economía desde 1972. Balcarce,octubre, 2009.

53 Ídem

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sobre el desarrollo de las econo-mías regionales y el rol del sectoragropecuario en la economíanacional, promovieron cuestiona-mientos en torno del rol tradicionaldel INTA. El cambio en la concep-tualización del objeto de estudiofue acompañado por nuevos pla-nos de intervención, en los que sediscutía la función y capacidadesdel organismo. Qué, para qué ypara quién producía conocimien-tos científicos y tecnológicos elINTA fueron cuestionamientospresentes en un sector del orga-nismo, en un momento históriconacional atravesado por expecta-tivas de transformación social.

Al mismo tiempo, la predominan-cia de un “ala productivista”, fuer-temente alineada con los sectoreseconómicamente más concentra-dos del agro argentino, se vio for-talecida por la reorientación de laspolíticas agrarias efectuadas porlos militares en el poder y por losmecanismos represivos, que clau-suraron la existencia de enfoquesalternativos y la posibilidad deconsolidar una agenda de trabajoligada a las problemáticas de la

estructura social agraria y lascaracterísticas del sector agrope-cuario nacional.54

En cuanto a la instrumentaciónde los mecanismos de disciplina-miento en el espacio social delINTA, éstos se ligaron por un ladocon una articulación cívico-mili-tar55 y, por otro, utilizaron parte dela propia dinámica institucional. Larelación de los directores de algu-nas Estaciones Experimentalescon el personal es explicada entérminos de una analogía asocia-da con la simbología del mediorural, en donde el trato era

“como un patrón con sus peones,independientemente que sean delcampo científico, también era unprotector con su familia, la familiaINTA.”56

Esta ‘cercanía’ no estuvo des-provista de conflictos, en la medi-da en que también “había muchopatrón de estancia. Tipos que temarcaban, más si estabas en unaEEA chica”.57 Distintos investiga-dores del organismo vinculan laresistencia oficial a revisar la his-toria reciente del INTA, con la arti-culación que operó entre la esfera

54 En este sentido, disentimos con el enfoque presentado por Calandra (2009:211),quien en su análisis de los “órdenes simbólicos” dentro del INTA afirma: “Por su parte,los productores nunca registraron, según parece, el cambio de foco del INTA respec-to de sus audiencias, ya que siguen pensando que son el centro de sus acciones,aunque la extensión, desde el fin del paradigma educativo, se haya trasladado lenta-mente al sector privado por falta de financiamiento público.” Sería necesario identifi-car entre los tipos de productores que no registraron el “cambio de foco” y aquellosque se vieron fuertemente perjudicados por él.

55 Característica distintiva del funcionamiento general del sistema dictatorial instaurado.56 Entrevista a Ing. Agr., investigador del INTA desde el año 1977. Bs. As., octubre 2009.57 Entrevista a Ing. Agrónomo, investigador del INTA desde el año 1977. Bs. As., 11 de

noviembre, 2009.

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civil y la militar.58 Así, una investi-gadora afirma que en muchoscasos “la gente que está en car-gos gerenciales, o que se hanjubilado pero ha estado en cargosgerenciales muy altos, es la genteque elaboró las listas negras”.59

Las rivalidades pre-existentesentre equipos de investigacióntambién se sirvieron en ocasionesdel marco de “autoritarismo inter-no” (Alemany, 2003) instalado enel organismo.

En 1979 un joven becario ingre-saba al Centro de Investigacionesde Castelar, donde “se hablaba,se rumoreaba, que había desapa-recidos, que habían sido muydesagradable en el ´76 todos lospiquetes del ejército en las puer-tas de INTA Castelar con listas(…) De hecho, se llevaron a unmontón presos que despuésconocí con la vuelta de la demo-cracia, porque volvieron a incor-porarse al INTA.”60

En muchas estaciones experi-mentales no hubo intervencionesmilitares directas.61 Muchos inves-

tigadores recuerdan situacionesde trabajo durante la dictadura enuna aparente normalidad.62 Sinembargo, luego de destacar lasposibilidades de trabajar en condi-ciones relativamente ‘normales’,una investigadora afirma:

“Todos tuvimos una estrategia desupervivencia en las instituciones,los que nos quedamos, que fue laautocensura. El terror, la censura, elmiedo a perder el trabajo o lo quesea, fue tan grande que para perma-necer había que ser así (…)”63

En la cotidianeidad del trabajo“era como que todo estaba debajode la superficie”. Como en otrosámbitos científicos, el disciplina-miento no implicaba necesaria-mente una coerción cotidiana,pero las marcas permanecían ypropagaban su efecto. Así, segúnreconstruye un investigador, eloperativo militar en Castelar

“tuvo como objetivo principalísimoinstalar el miedo. (..) Estás en tuescritorio, de pronto las tanquetas,500 militares metiéndose y llevandogente presa vendada…Vos al día

58 En relación a la construcción de la memoria institucional desde el propio organismo(INTA, 1995), resulta llamativo que en su Historia Documental, publicada con motivo asu 40° aniversario, la intervención en 1976 ni la dictadura militar en sí son siquieramencionados.

59 Entrevista Ing. Agr., investigadora del INTA desde 1969. Bs. As., 15 de julio, 2010.60 Entrevista a ex becario del CNIA Castelar y actual investigador del INTA. Bs. As, 7 de

noviembre, 2009.61 Por el contrario, en el Centro de Investigaciones de Castelar, y en las EEA de Famaillá,

Pergamino y Paraná, la presencia militar fue directa.62 “El INTA siempre creció y no tuvo problemas internamente por las situaciones del país.

Tuvo un poquito de problemas Castelar, que los gremios entraron en conflicto. Peroacá no hemos tenido ni huelgas, ni paros…” Entrevista a investigador del INTABalcarce desde 1963, ex directivo. Subrayado propio.

63 Entrevista a Economista del INTA. Balcarce, 11 de noviembre, 2009.

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siguiente te quedás quietito… Elpoder intimidatorio es brutal.”64

Dos años después de la inter-vención militar, un informe eleva-do por el interventor civil quesucedió a Heredia presentaba unbalance del “proceso de normali-zación institucional”, en el queafirmaba: “El Proceso deReorganización Nacional marcapara el INTA, la iniciación de uncamino de adecuación institucio-nal para mejor cumplir sus funcio-nes específicas en beneficio delagro argentino.”65 ¿Qué implicó,entonces, la “normalización”?

IV. Investigación y exten-sión durante la dictadura(o fragmentación y mercantilización delconocimiento)

A la hora de evaluar los efectosde la intervención militar, sostene-mos que la desarticulación de unárea estratégica como lo era Eco-nomía y Sociología rural no fuealeatoria e integra un procesomayor que aún resta analizar ensu conjunto: las rupturas y conti-nuidades en el contenido de lastareas de investigación y exten-sión desarrolladas en el organis-mo durante la última dictadura.

En los años previos al golpe deEstado, las investigaciones en

Economía Agraria y SociologíaRural experimentaron una renova-ción en sus objetos de estudio,enfoques teóricos, y en la compo-sición de los equipos de investiga-ción. Existió un intento, desde unconjunto de investigadores, demodificar el rumbo de las investi-gaciones y el diagnóstico de lasproblemáticas. El ámbito de laEscuela para Graduados enCiencias Agropecuarias y elDepartamento de Economía delCentro de Castelar funcionaroncomo núcleo de este proceso. Sibien su accionar fue limitado yheterogéneo, sistematizar losobjetivos que primaban en suagenda de investigaciones permi-te señalar también qué líneas fue-ron discontinuadas a raíz de laintervención del organismo. Eneste sentido, a partir de las fuen-tes analizadas, es posible identifi-car que se proponían diagnosticary caracterizar:

1. Problemas estructurales liga-dos al carácter dependiente delsector agropecuario nacional.

2. Sistemas de tenencia y usosdel suelo, y efectos del régimen yconcentración de la propiedad delos recursos naturales.

3. Condiciones de trabajo y nivelde ocupación de productoresfamiliares, asalariados rurales

64 Entrevista ex integrante de la EPG y del Departamento de Economía INTA Castelar,detenido junto con otros trabajadores del INTA en el operativo realizado en CentroNacional de Investigaciones Agropecuarias del organismo. Bs. As., 25 de junio 2010.Subrayado propio.

65 David Arias “Dos Años de Labor”, INTA, 1978. p1.

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permanentes, transitorios y mini-fundistas.

4. Intervenciones en el históricodesequilibrio regional.

La visión crítica sobre la existen-cia de un perfil tecnoproductivoalejado de las demandas socialesdel conjunto de la población ruraly del divorcio entre la praxis cien-tífica y la realidad socioeconómicaconstituía, de este modo, un ejeque estructuraba el trabajo adesarrollar. En este sentido, exis-tía en el INTA una “agenda de in-vestigación en disputa”66, ya quelas iniciativas desarrolladas desdeestos ámbitos de investigaciónimplicaban una ruptura con res-pecto a la orientación tradicionaldel organismo.

Como producto de la interven-ción militar, no sólo se instrumen-taron despidos en las distintasunidades y se desplegó en algu-nos espacios la presencia militar,como en el caso del operativoefectuado en el Centro deInvestigaciones de INTA Castelar,sino que se produjo también una“reestructuración selectiva” en loscontenidos y destinatarios de lastareas de investigación y exten-sión. En este sentido, fueron dis-continuados los enfoques querealizaban diagnósticos críticosdel sector agropecuario nacional y

proponían orientar las tareas deCyT del organismo en función delas principales problemáticas deéste, así como las actividades deinserción en las comunidades ru-rales desarrolladas por los exten-sionistas. Simultáneamente, seconsolidó una línea de trabajo fun-cional a los intereses de las gran-des corporaciones terratenientes,dando inicio a un proceso de frag-mentación y mercantilización delconocimiento producido en elInstituto.

En los estudios de Economía A-graria y Sociología Rural, los cam-bios se evidenciaron cuantitativa-mente por la reducción del áreaen donde no volvieron a incorpo-rarse sociólogos especialistas enlos estudios rurales. Cualitati-vamente, los enfoques económi-cos transformaron sus objetos deestudio y objetivos de investiga-ción. Se abocaron a realizar estu-dios de mercado, administración omarketing, en los que quedó des-terrado el análisis de los grandesproblemas estructurales del sec-tor agropecuario nacional. Así, lasinvestigaciones se redujeron a“temas neutros, cálculos de cos-tos, rentabilidad, etc.”.67 La apa-rente “neutralidad” implicó aban-donar una conceptualización delcambio tecnológico en materiaagropecuaria ligado a su rol den-

66 Entrevista a investigador del organismo, del área de Sociología Rural, 11 de sep-tiembre, 2009. En relación con las proyecciones temporales, agrega que cuando, en1988, fue creado un proyecto de investigación y asistencia directa a pequeños pro-ductores en la región del NEA, el Consejo Directivo del INTA no permitió que se inclu-yera en el título del plan la palabra ‘campesinos’.

67 Entrevista ex docente e investigador de la EPG, Bs. As., 27 de mayo, 2010.

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tro de la dinámica de acumulaciónlocal, y con sus efectos en laestructura social agraria. El análi-sis de los sistemas de tenencia ypropiedad de los recursos natura-les, los relevamientos del estadode la fuerza de trabajo en el sec-tor, el desequilibrio regional, fue-ron reemplazados por el estudiode “micro-problemas” ligados conla administración rural y el ‘com-portamiento’ empresarial’ (su-puestamente) necesario paramodernizar el agro.

En relación con la articulaciónentre investigación y extensión,desde esta área la interconexiónsolía vincularse con el releva-miento de las condiciones dearrendamientos y tenencias, y a larealización de encuestas y censostrabajada en forma conjunta. Estenexo tendió a disminuir, mientrasque temáticamente los enfoques‘productivistas’ confluyeron, alconsolidarse un discurso ligadocon la “eficiencia” y al “emprendi-miento empresarial”.

El sistema de extensión del INTAtambién evidenció rupturas signifi-cativas y fue una de las áreas másdesmanteladas. La relación con lapoblación rural todavía hoy esfuertemente recordada por losextensionistas del organismo:“Los extensionistas tenían activi-dades de todo tipo, desde técni-

cas hasta socio-culturales…cuando yo fui de becario a SanPedro se hablaba mucho todavíadel cine que pasaba el INTA en elpueblo, iban los sábados y pasa-ban… En el ’83 eso no estabamás…”. El modelo de los equiposde extensión de entonces no esta-ba pensado como una transferen-cia de tecnología, sino como “edu-cación no formal”.68 En cambio,

“Con el gobierno militar el trabajocon la familia rural empieza a deca-er fuertemente y a perder toda líneaconductora. Reconvierten a los ase-sores de ‘Juventudes’ en otra cosa,pasan a ser ayudantes técnicos, yse empieza a premiar el trabajo detransferencia tecnológico. 69

Se inició una acentuada escisiónentre el discurso institucional, quecontinuó fomentando el trabajocon la “familia rural” (mandato dela ley de creación del organismo),y sus prácticas. Así, “el doble dis-curso se mantuvo, pero en loshechos no.”70 Para la extensión sedefinió un nuevo papel, la transfe-rencia de tecnología a los grandesproductores capitalizados, signa-do por un discurso que buscófomentar la “capacidad empresa-rial” y se alejó del contacto directocon las comunidades rurales y susproblemáticas. El rol del extensio-nista, que antes era “el médico clí-nico local, que estaba asentadoen cada pueblo”71, fue redefinido

68 Entrevista realizada a Ing. Agr. ex extensionista y actual investigador del organismo,8 de octubre 2009. Subrayado propio.

69 Ídem70 Ídem 71 Entrevista a Ing. Agrónoma, investigadora del INTA desde 1969. Bs. As., 15 de junio

de 2010.

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drásticamente. Pasó de ser “elagrónomo de terreno” instaladoen la comunidad, a ser el asesortécnico de los grandes terrate-nientes. Las tareas fueron centra-lizadas por la Dirección Nacionalde Extensión, con el objetivo deque todas las Agencias se ajusta-ran a las nuevas metas. La preo-cupación por los criterios emplea-dos en la “selección del personal”quedó reflejada en el informe ele-vado por el interventor del orga-nismo, y para el área de extensiónse manifestó en la incorporaciónmasiva de nuevos becarios en1977 con un “perfil apropiado parala transferencia de tecnología”(Alemany, 2003: 8). En este pro-yecto “trasnferencista” (Alemany,2003) las metas se ligaron al pro-ceso de modernización de la agri-cultura. La producción de tipominifundista y las necesidades deagricultores de subsistencia que-daron fuera de la agenda. A finesde la década de 1970 ya era fre-

cuente que se pensara al espaciorural en tanto despoblado, porende “que había menos genteviviendo en el campo y que habíaque intensificar la productividad”.72

Como señalan los propios investi-gadores, en el INTA prevalecióuna visión disociada entre elaspecto tecnológico y el social,con fuertes valoraciones sobre latecnología como “buena en símisma”.73

Estas transformaciones no estu-vieron desvinculadas de los cam-bios operados en otras áreasclave de acción del organismo. Laexperimentación y difusión genéti-ca de cultivos era hasta entoncesexclusivamente oficial, sobresa-liendo el papel del INTA en la ge-neración y difusión de nuevos tri-gos mejorados74 y maíces híbri-dos.75 Durante el período dictato-rial el Instituto orientó sus activida-des hacia la investigación básica,centrada sobre la provisión de losrecursos genéticos fundamentales

72 Entrevista a investigador del INTA, ex extensionista del organismo. Buenos Aires, 09de octubre, 2009

73 Entrevista a ex investigadora del área de Economía Balcarce, 11 de noviembre, 2009.74 El INTA se ocupó a partir de 1970 de introducir las variedades del llamado “germo-

plasma mejicano” en el país, a través de los trigos difundidos por el Centro Interna-cional de Mejoramiento de Trigo y Maíz (CIMMyT), y se abocó al mejoramiento gené-tico de este cultivo, desarrollando nuevos trigos sobre la base de cruzamientos entrevariedades mexicanas y argentinas: “Precoz Paraná” (1971), “Marcos Juárez INTA”(1971), “Leones INTA” (1973), “Diamante INTA” (1974), “Surgentes INTA” (1975). Enesta época se destacó también la obtención de la primera variedad argentina de algo-dón por cruzamiento varietal, el “Quichua INTA” (1970). Véase Obschatko, (1984: 13)e INTA (1996: 143).

75 Hasta que el sector privado pasó a concentrar la actividad de fitomejoramiento de esecultivo (Kreimer y Rossini, 2005: 100). En lo que respecta a la mejora de plantas,señala Marta Gutiérrez (1991: 686) que aplicando la ‘subsidiaridad del Estado’ elINTA se retiró a la mejora de poblaciones y la provisión de germoplasma y el sectorprivado retuvo la fase siguiente de terminaciòn de las variedades.

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para desarrollar nuevas varieda-des. De este modo, las fasessiguientes, donde se concretabanefectivamente las mayores ga-nancias, quedaron en manos deempresas privadas (Katz yBercovich, 1988; Hurtado, 2007:24). La participación de este sec-tor fue en aumento y concentró lasfases más competitivas. Así,investigaciones de CyT en áreasestratégicas realizadas en elámbito público, terminaron finan-ciando y asegurando la rentabili-dad de capitales privados.76

En 1976, el decreto 3369/76suprimió la autarquía financierade la que disponía el organismo,iniciando un proceso de transfe-rencia de conocimientos y capaci-dades, ya que como sintetiza unainvestigadora del INTA, “cuandohay restricciones económicas, lasempresas te sacan a los mejoresinvestigadores del INTA, median-te convenios de cooperación téc-nica, de servicios o demás… Esoempezó en el ’75, ’76…”.77 Tam-bién los “parques cerrados”, talle-res ubicados en las estacionesexperimentales donde se organi-zaba la provisión de repuestos yse realizaban arreglos de maqui-naria y automóviles, de instalacio-

nes eléctricas, etc., fueron paulati-namente cerrados después de1976, y el servicio que antes pro-veían culminó tercerizado.

En sintonía con la intensificacióndel proceso de concentración ycentralización de capital en elagro, el INTA modificó la relaciónentablada con los productoresdirectos y redirigió mayoritaria-mente su atención a la zona pam-peana, con el consecuente perjui-cio de las economías regionales(Vara, 2005: 130-142; Alemany,2003). La investigación se con-centró en desarrollos tecnológicosligados a la agricultura pampeanade exportación, y en la generacióny transferencia de paquetes tec-nológicos de los cultivos claves.Así, “el desarrollo tecnológico noparó. Se focalizó, muy ligado aintereses económicos bien cla-ros.”78 Las prioridades se vincula-ron en muchos casos con incre-mentar la productividad de losgrandes productores de granoslocalizados en la Pampa Húmeda,exponentes de la fracción másconcentrada y con mayor hege-monía política de la clase domi-nante nacional.

Resta proseguir el estudio de lastareas de investigación y exten-

76 En 1959 el Ministerio de AyG establece la categoría de “Pedigree cerrado” para lasempresas privadas, lo que les permitía mantener en reserva sus líneas e híbridos sim-ples, otorgándoles una protección similar a una patente (INTA, 1996: 143). Estehecho puede tomarse como antecedente de un proceso que se profundizaría añosmás tarde: la investigación en el ámbito público del organismo asegurando conoci-mientos y materiales a los capitales privados.

77 Entrevista a Ing. Agr. investigadota del INTA desde 1969. Bs. As., 15 de julio de 2010.78 Ídem.

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145El INTA durante la última dictadura

sión del INTA en el período y suvinculación con la estructura pro-ductiva local, lo que posibilitaráahondar en los interrogantes intro-ducidos en este texto. Si bien laapropiación social de la Ciencia yla Tecnología se encuentra siem-pre circunscripta a las relacionessociales de producción vigentes,lo que bajo el capitalismo implicasu subordinación a la acumula-ción de capital, esta determina-ción adquiere manifestaciones (y

posibilidades) diversas según lascondiciones históricas presentes.Profundizar el análisis del pasadoreciente en la materia, permitiráampliar cuál fue su vinculacióncon las características que asu-mió el proceso de acumulaciónlocal, y contribuirá a comprendercuáles fueron las “re-estructura-ciones” que operaron durante ladictadura en las áreas de CyT.

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Entrevistas realizadas, citadas y consultadas79

A: Ing. Agr., investigador del Departamento de Economía del INTA Castelar ydocente de la Escuela Para Graduados en Ciencias Agropecuarias hasta1976. Bs. As., 27 de mayo, 2010

79 Se realizaron 20 entrevistas a informantes clave, 19 de los cuales integraron el orga-nismo en el período bajo análisis. La composición de la muestra fue: 15 investigado-res, 1 técnico, 2 extensionistas, 1 productor integrante de la Cooperativa agropecua-ria “Campo de Herrera”

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149El INTA durante la última dictadura

B. Ing. Agr., Dr. en Economía Agraria, investigador del Departamento deEconomía de INTA Castelar y director del Posgrado en Economía Agraria dela Escuela para Graduados en Ciencias Agropecuarias hasta 1976. Bs. As.,25 de junio, 2010.

C: Socióloga, Mg. en Economía Agraria por la Escuela para Graduados enCiencias Agropecuarias (INTA). Buenos Aires, 10 de mayo, 2010

D: Economista, egresada de la Escuela Para Graduados en Ciencias Agro-nómicas y ex integrante del Departamento de Economía EEA Balcarce.Balcarce, 11 de noviembre, 2009 y 15 de junio, 2010.

E: Ing. Agr., Mg. Economía Agraria (EPG-INTA), investigador del INTA Perga-mino hasta 1976, reincorporado en 1984. Pergamino, julio, 2010.

F: Administrativa a cargo de la guardería de la EEA Pergamino hasta 1976.Pergamino, 12 de julio, 2010.

G: Economista, investigadora del Departamento de Economía desde 1977, EEABalcarce. Balcarce, 11 de noviembre, 2009 y 15 de junio 2010.

J: Ing. Agr. Ex extensionista en la década de 1970, actual investigador delINTA. Buenos Aires, 9 de octubre, 2009.

K: Ing. Agr., ex becario del Centro de Investigaciones INTA Castelar desde1979, investigador del organismo. Buenos Aires, 08 de septiembre, 2009.

L:. Ing. Agr., investigadora del INTA desde 1969. Buenos Aires, 12 julio, 2010.M:. Ing. Agr., Extensionista del INTA desde 1977. Bs. As., 10 de octubre, 2009.O: Ex director del Grupo de Ecología del Centro de Investigaciones de INTA

Castelar. Bs. As., 05 de noviembre, 2009.P: Veterinario. Investigador del INTA desde 1960, ex director del Departamento

de Producción Animal, EEA Balcarce. Balcarce, 11 de noviembre, 2009.K: investigador del Instituto de investigación y desarrollo tecnológico para la

Pequeña Agricultura Familiar (IPAF), INTA. Buenos Aires, 25 de septiembre,2009.

L: Ing. Agr., ex investigador del equipo de Ecología de INTA Castelar. Bs. As.,julio 2010.

O: Técnico de la Estación Experimental Agronómica Famaillá (INTA) desde1972. Famaillá, 20 de septiembre, 2010.

P: Ing. Agr., integrante de la Cooperativa Agropecuaria de Trabajo, “Campo deHerrera”. San Miguel de Tucumán, 21 de septiembre, 2010.

Q: Productor de la Cooperativa Agropecuaria de Trabajo, “Campo de Herrera”.Famaillá, 21 de septiembre, 2010.

R: Sociólogo, especialista en desarrollo rural. Investigador del INTA desde1982.

S: Ing. Agr., ex integrante del equipo de Física de Suelos, EEA Pergamino hasta1976, reincorporado en 1984. Pergamino, 12 de abril, 2010.

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150

AUTORES VARIOS

Ensayos en honor de MarceloDiamand. Raíces del nuevo modelo de desarrollo argentino ydel pensamiento económico nacional*Buenos Aires, Miño y Dávila, 2011

Desde el mismo inicio de la discu-sión económica en la Argentina haexistido una fuerte polémica en tornode cuáles son las característicasdeseables de una política que favo-rezca el desarrollo nacional.Paradójicamen-te, esta polémica quese aprecia desde textos como “Larepresentación que el apoderado delos hacendados de la campaña delRío de La Plata dirigió al excelentísi-mo señor Virrey, Don BaltazarHidalgo de Cisneros, en el expedientepromovido sobre proporcionar ingre-sos al Erario por medio de un francoComercio con la Nación inglesa”(Mariano Moreno, 1809), hasta lasmás recientes discusiones públicassobre comercio exterior y derechos deexportación desarrolladas en elmismo seno del Poder Legislativo, hasido sistemáticamente desfigurada u

ocultada por la mayor parte de nues-tra profesión, generando un ostensi-ble divorcio entre las ideas y la reali-dad… entre la teoría económica y laacción política. En este sentido, alpresentar el ciclo de conferencias“Hacia la consolidación del Pensa-miento Económico Nacional” organi-zado en 1985 por el Centro deEstudios de la Realidad Económica(CERE) que presidía, MarceloDiamand afirmaba:

“El nombre elegido no es una casua-lidad. El punto de partida de la insti-tución que presido (…) es que el pro-blema de nuestro país es el divorcioentre las ideas y la realidad: laArgentina se debate (…) en unadesorientación por no entender laevolución de la propia realidad eco-nómica.”. Marcelo Diamand (1986,p. 60)El punto de partida de su pensa-

miento consiste en desatacar la exis-tencia de una estructura productivadesequilibrada (EPD) que, de nomediar políticas económicas apropia-das, afecta sensiblemente la posibili-dad de un proceso de desarrollo sos-tenido en la Argentina y buena partede las economías latinoamericanas.En palabra del propio Diamand:

* Introducción editorial a los ensayos

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151Galera de corrección

“En los países exportadores prima-rios como la Argentina el sector pri-mario existe y además tiene muyalta productividad en virtud de susventajas naturales.(...) En estas con-diciones el tipo de cambio se sitúaen el nivel del sector primario másproductivo y no puede reflejar laparidad del sector industrial” Y agre-ga más adelante, “ Cuando los pre-cios del sector industrial se traducensobre la base del tipo de cambio pri-mario -o diríamos pampeano ennuestro caso – resultan muy altos yel país no puede competir en condi-ciones de libre comercio internacio-nal”, Marcelo Diamand (1986, p. 61).Paradójicamente, este concepto

central para el desarrollo económicolatinoamericano no fue revalorizadoen el ámbito académico argentinosino hasta que el mismo se rebautizóen la literatura anglosajona bajo elnombre de “Enfermedad Holandesa”(por Corden y Neary, 1982), casi 10años después de la idea original deMarcelo Diamand (1973) basadasobre el diagnóstico previo de la pro-blemática macroeconómica latinoa-mericana de los investigadoresestructuralistas de la CEPAL. En añosrecientes algunos economistas, auto-denominados neo-desarrollistas, hanquerido ver la problemática de la EPDbajo el prisma del modelo de enfer-medad holandesa, sin advertir queesta última caracterización referenciaa una alteración “pasajera” de laestructura económica debido al des-cubrimiento de un recurso natural dealta productividad en un país indus-trialmente desarrollado. De ahí sunombre de “enfermedad”.

Hasta la emergencia de las pro-puestas de política económica deMarcelo Diamand, existía cierto con-senso respecto de la existencia de unhipotético trilema del subdesarrollolatinoamericano, según el cual, en laseconomías de la región resultaríaimposible alcanzar al mismo tiempo eltriple objetivo de pleno empleo, sala-rios reales elevados y equilibrio en lacuenta corriente del balance depagos con industrialización. Esta idease sustentaba sobre la hipótesis deque el objetivo combinado de plenoempleo y salarios reales elevados,generaba una masa salarial y un nivelde consumo que excedía el límiteimpuesto al crecimiento económicopor la restricción de divisas.

En el caso específico de la econo-mía argentina, los modelos de desa-rrollo implementados desde comien-zos de los años ’40 hasta mediadosde los ’70 intentaron resolver el trile-ma por intermedio de dos propuestasexcluyentes: la que Diamand llamabael “paradigma clásico”, y que hoydenominaríamos la corriente neolibe-ral, por un lado; y las posiciones hete-rodoxas latinoamericanas en sus dife-rentes variantes.

La primera se aferraba a los princi-pios económicos elaborados por elliberalismo sajón y que la escuelaneoclásica compuso en un cuerpoentero y coherente en el cual el fun-cionamiento libre de los mercadosgenera sistemas económicos eficien-tes. Algo así como una “trampa 22”1

donde si hay libertad de mercados sees eficiente y se resuelve el trilema, ysi no, no se lo es y no se resuelve.Dentro de este esquema la ley de las

1 Se refiere a una expresión relativa a un pensamiento circular, que se relaciona con las normasdel ejercito estadounidense por el cual si un soldado peticiona no participar de misiones suma-mente peligrosas aduciendo locura significa que esta cuerdo y si acepta significa que no estasano mentalmente, pero para excusarse debe presentar una petición.

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ventajas comparativas ricardiana,reformulada por Heckscher y Ohlin,es central para administrar la relaciónentre la economía interna y el sectorexterno de los estados nacionales.Sobre la base de esos principios sólodebemos tener las industrias “sanas”,como diría Pinedo (Rapoport, 2010,pp.125/127), es decir aquellas quesobrevivirían al esquema de preciosrelativos que rige a nivel internacionaly que está definido por las economíascentrales. Un ejemplo de este tipo depolíticas fue el esquema cambiario-monetario de la Convertibilidad, sobreel cual Diamand observó en 1998desde la Fundación de la UniónIndustrial que:

“Si la estabilidad de precios se man-tiene a costa del atraso cambiario yde una estructura relativa de rentabi-lidades que conduce a un desequili-brio externo, tarde o temprano sedesembocará en la inestabilidad deprecios o en la recesión, o enambas” Marcelo Diamand y H.Nochteff (1999. p. 359)La segunda, por su parte, postulaba

sortear esta triple imposibilidad a tra-vés de dos mecanismos alternativos.El primero, la industrialización por víade la sustitución de importaciones,que trató de ir ahorrando divisasreemplazando bienes importados porbienes producidos internamente. Loscomienzos fueron auspiciosos, pero amedida que se profundizaba haciasectores más complejos y básicos dela cadena, los requerimientos de divi-sas resultaban incluso más intensos einflexibles, tal y como también men-cionaron y formalizaron Braun y Joy(1968). En palabras de Diamand(1973), la ISI sólo postergaba mo-mentáneamente el problema de res-tricción externa, a costa de una cre-ciente profundización del desequilibrioproductivo.

“La sustitución de importación deinsumo de un nivel de elaboracióninferior al de los productos finales,posterga -pero no resuelve- el dese-quilibrio externo. Al tener lugar unanueva expansión de la industriainterna, vuelven a aumentar lasnecesidades de divisas y se hacenecesario sustituir el nivel siguientede elaboración y así sucesivamen-te…De este modo, la dinámicamisma del desarrollo industrialaumenta cada vez más la discrepan-cia inicial entre los costos industria-les y los primarios, llevando a unproceso acumulativo de deforma-ción de costos y precios relativosinternos. Dentro de la terminologíaque hemos adoptado, aumenta elgrado de desequilibrio de la estruc-tura productiva”. Marcelo Diamand(1973, pp. 49-50)El mecanismo alternativo para

“resolver” el mencionado trilema, tuvosu origen en el pensamiento soviético.En efecto, la profundización del pro-ceso de industrialización requería dedotaciones ingentes de capital a fin deintegrar al sistema con las industriasbásicas, recurso del cual -se soste-nía- se carecía. De modo que hay quecomplementar el deficiente ahorrointerno con el ingreso masivo de capi-tales extranjeros. En la Argentina,este enfoque llevó el nombre de desa-rrollismo. Para Marcelo Diamand estapropuesta no podía constituir unasolución genuina al trilema menciona-do ya que:

“Mientras afluyen, la economía fun-ciona a pleno y crece. Pero dadoque las inversiones se realizan fun-damentalmente en el sector indus-trial que trabaja para el consumointerno, su afluencia no incrementala capacidad exportadora. Sigueaumentando así el déficit potencialdel sector externo y para ir cubrién-

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dolo se necesitan aportes nuevos ycada vez mayores del exterior.Estos, a su vez, a medida que ingre-san generan cargas financieras -intereses y dividendos- también endivisas. Para financiarlas aumentaaún más la necesidad de nuevosaportes. Todo el esquema funcionaen el sentido de una progresión geo-métrica de carácter explosivo, que aun plazo más o menos breve desem-boca en un colapso”, MarceloDiamand (1973, p. 104)“De este modo se confunde la dispo-nibilidad de divisas necesarias paraafrontar las importaciones corrientesde la economía con los ahorros. Noes extraño que dentro de esta confu-sión conceptual, los frigeristashayan rechazado sistemáticamentetodas las afirmaciones o pruebasque demostraban que la tasa deahorro en el país era lo suficientepara sostener el desarrollo económi-co sin necesidad de capital extranje-ro.”, Marcelo Diamand (1973, p. 433)Es decir, se confundía falta de aho-

rro con falta de divisas, y esta confu-sión le venía muy bien a los interesesde las empresas multinacionales que,de ese modo, obtenían beneficiosextra producto de los incentivos aradicarse.

En definitiva, como ninguna de lasdos posiciones mencionadas consti-tuía una verdadera solución (ni teóricani práctica) a los problemas estructu-rales del estancamiento secular de laeconomía argentina, Marcelo Dia-mand propone un conjunto de medi-das de política económica que, inte-gradas, son capaces de sortear defini-tivamente el trilema del subdesarrolloargentino. Con eje en una política detipos de cambios múltiples que reco-nozca los desequilibrios estructurales,este autor demuestra que es posible

disociar el crecimiento de los salariosreales respecto de los costos labora-les unitarios en dólares. La deprecia-ción relativa del tipo de cambio efecti-vo industrial genera las condicionesde oferta necesarias para el creci-miento, mientras que la contención deprecios de los alimentos, a través deretenciones a las exportaciones ypolíticas asociadas, mejora los sala-rios reales impulsando la demandaagregada a través del consumo de lasclases populares (sin erosionar lacompetitividad industrial necesariapara sostener el equilibrio de la cuen-ta corriente).

A cuatro años de su fallecimiento, elobjetivo de este libro homenaje esrescatar, revalorizar y actualizar lasideas de uno de los pocos economis-tas que, liberado de seguir acrítica-mente el discurso dominante, y des-preocupado de la validación académi-ca entre sus pares, nos ha legado laque probablemente sea una de lascontribuciones más lúcidas de nues-tra disciplina para comprender ladinámica de la economía argentina ysu lugar en el mundo. Para ello, laobra se articula en torno a 3 ejestemáticos generales: el primero aso-ciado con la presentación y análisisdel pensamiento de Marcelo Diamandy sus repercusiones institucionales; elsegundo relacionado con la influenciade sus ideas en la política económicaargentina; y el tercero que recorrealgunos desarrollos teóricos posterio-res inspirados en sus ideas.

La primera parte del libro reflexionasobre el pensamiento de MarceloDiamand su complejidad y actualidadluego de más de 35 años de la publi-cación en “Doctrinas EconómicasDesarrollo e Independencia” y surelación con los ámbitos de actuacióndonde se desplegó. Así, los trabajos

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de Ferrer, Neffa, Narodowski, Amico yFiorito y Pérez tratan sobre distintosaspectos del enfoque diamandiano ylo actualizan a la luz de desarrollosactuales y de los nuevos enfoquessurgidos de los análisis recientes dela economía argentina y latinoameri-cana. Los trabajos de Curia y Vallesitúan las ideas en los marcos deactuación de las instituciones empre-sarias, mientras que el trabajo deGhilini nos brinda su significaciónpara el movimiento obrero y el trabajode Delguy lo hace con respecto alsector primario con referencias espe-cíficas al agropecuario. Estos dos últi-mos trabajos recuperan lo señaladopor Diamand en los seis falsos dile-mas, donde el primero es “el falsodilema entre el agro y la industria”, elsegundo entre “las exportacionesindustriales y la sustitución de impor-taciones”, el tercero entre “la estabili-dad y el crecimiento”, el cuarto entre

“lo económico y social”, el quinto entre“capitales extranjeros y el estanca-miento”, y el último entre “libertad demercado e intervencionismo”.

Ferrer toma en consideración el con-cepto de enfermedad holandesaseñalando las diferencias que la“enfermedad de la apreciación cam-biaria” persistente o estructural poruna avalancha de divisas resultantede exportaciones “primarias” causaen los países que fueron “pioneros delos desarrollos tempranos del capita-lismo y la industrialización” de aque-llos cuyo desarrollo es tardío. Recor-dando a Prebisch en el concepto de“enfermedad periférica”, señala quehoy en día ésta se origina tanto por elcontenido de las exportaciones,mayormente de origen en recursosnaturales, como por el enorme creci-miento que han tenido los movimien-tos internacionales de capitales y el

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sector financiero, acentuando el pro-blema de base de la EPD. La políticaeconómica debe atender, ahora, aestos dos aspectos, equilibrar laestructura productiva y defenderse delos shocks externos especulativos.

La relación entre las ideas deDiamand y el mercado de trabajo es eltema central del trabajo de Neffa.Sostiene que la heterogeneidadestructural se refleja en el mercado detrabajo y que desde fines de 2002 dis-minuye pero persiste “porque se tratade un problema estructural”. La evolu-ción de la productividad laboral porsectores continúa siendo consistentecon la heterogeneidad estructural.Concluye interrogándose sobre el rolque en este sentido puede jugar elsector científico tecnológico paramodificar los desequilibrios en pro-ductividad por medio de una actitudcolaborativa y asociada entre elEstado, las cámaras empresarialesinnovadoras, las organizaciones sindi-cales, las universidades nacionales ylos grandes organismos del sistemade ciencia y tecnología.

El trabajo de Narodowski retoma laidea del proceso cíclico de la econo-mía argentina que Diamand denomi-nó “el péndulo”. Sostiene que éste sebasa sobre la hipótesis de la EPD queconsidera el diferencial de productivi-dad entre la industria y el campo, peroque hoy el sistema productivo con lacrisis del fordismo se modifica sustan-cialmente, debiéndose observar “dife-renciales” productivos de mayor com-plejidad en su entramado y dinámica.De modo que hoy el elemento centralson “las diferenciales de complejidad”para alcanzar los niveles de creci-miento de los países más avanzados.

Amico y Fiorito llaman la atenciónsobre dos aspectos del pensamientode Diamand. En primer lugar una

revaluación del proceso denominadode industrialización por sustitución deimportaciones, señalando que no severifica la tesis por la cual la industriaesté imposibilitada de exportar sinoque la propia dinámica del procesolleva a las empresas industriales abuscar mercados más allá del merca-do interno. De este modo la noción delacelerador que induce, en una espe-cie de circulo virtuoso, la relacióninversión-crecimiento puede resolver-se sosteniendo la demanda, “el reco-nocimiento e inclusión del efecto ace-lerador en su aparato analítico nodebilita en nada -más bien lo hacemás robusto- el enfoque de Diamandacerca de la Estructura ProductivaDesequilibrada”.

El trabajo de Pérez analiza la rela-ción de la EPD y la distribución delingreso. En este sentido pone en evi-dencia la relación entre el tipo decambio industrial o múltiple y el sala-rio real y la tasa de ganancia.En estesentido se interroga sobre la posibili-dad de alcanzar un conjunto de pre-cios relativos (incluyendo el salario)compatible con la restricción externapara una tasa de crecimiento y acu-mulación de capital. Rescata en estesentido la necesidad planteada porDiamand de una distribución delingreso aceptable para la sociedad.Es así que la política económica tieneque tener una “flexibilidad enormepara responder a los cambios cons-tantes entre las distintas variables quedeterminan la competitividad”. Estadiscusión, por tanto, debe trascendera la política cambiaria e incluir a latasa de beneficio de las empresascomo parte del debate.

Curia y Valle hacen su aporte desdeuna perspectiva de la actuación deDiamand dentro de las organizacio-nes gremiales empresarias, aunquepor cierto desde distintas perspecti-

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vas. En efecto, Curia relata en un tonopersonal, casi íntimo y afectuoso, lasvicisitudes que las ideas de Diamandhan tenido en el contexto dramáticode la evolución de la economía argen-tina en los últimos 40 años. Subrayacómo las ideas neoliberales, progresi-vamente dominantes, bloqueaban laposibilidad de producir un pensar pro-pio, desde el retorno a la democraciahasta los fines de los 90 en el ConsejoAcadémico de la Fundación d la UIA,del cual existe un trabajo póstumo.

Por el contrario Valle, hace referen-cias a la polémica y diferencias quepor lo años 60 y 70 sufría el movi-miento empresario y discute la añejapolémica con Frigerio, ideólogo de lacorriente desarrollista.

Por último, están los trabajos deGhilini y Delguy que observan el pen-samiento diamandiano desde la pers-pectiva de los intereses de los traba-jadores y del sector agropecuario.Ghilini retoma las ideas centrales queen materia económica suele expresaral pensamiento sindical argentino ela-borado desde mediados del siglo xx:crecimiento y distribución del ingresono son objetivos contradictorios. Esmás, es necesario un acuerdo sobrela distribución del ingreso que hagacompatible lo social con lo económicoy la restricción externa. Así señalaque “el crecimiento del salario, elempleo y el gasto público sostienenuna fuerte ampliación del mercadointerno y con ello fortalecen un proce-so de industrialización “hacia dentro”y de sustitución de importacionesdando lugar a un progresivo eslabo-namiento entre los diversos compo-nentes de la producción. Por el otro, elimpulso al incremento del valor agre-gado, llevado a cabo por el actualgobierno, de nuestras exportacionestradicionales provee crecientemente

las divisas necesarias y se interrela-ciona también con el resto de la matrizcompleja que hoy se está impulsando.Las condiciones para profundizar estemodelo están dadas”.

Delguy retoma de cierta manera elprimer falso dilema entre el agro y laindustria situándolo en el contextoactual. Al respecto sostiene que, “elmodelo económico aplicado luego dela salida desordenada de la converti-bilidad, de la pesificación asimétricacon ruptura de todos los contratos ydel enorme costo social que tuvieronque padecer los sectores más despro-tegidos de la sociedad, ha logradosuperar en gran medida la que pode-mos considerar como la mayor crisiseconómica de la historia de nuestropaís”. Pero concluye que “aún faltancosas” que se refieren a la educación,reforma fiscal, regularización delempleo, el tratamiento a las PYMEs yla modernización de la infraestructura“son elementos decisivos pero no losúnicos”. En efecto, aún permanecenen el pensamiento de algunos dirigen-tes “la distracción, ignorancia odesentendimiento frente a la degrada-ción que sufre la Madre Naturaleza,frente al híper consumismo destructorde recursos naturales” a la cual noresultan ajenas “la distorsión de losprecios relativos a favor de los esla-bones más poderosos y concentradosde las cadenas agroalimentarias, laconcentración y transnacionalizaciónde la tierra y de la economía agraria.Tampoco las enormes diferencias queexisten entre unos pocos demasiadoricos frente a millones de connaciona-les padeciendo situaciones de extre-ma pobreza, siendo que la política for-mula permanentes votos por la equi-dad social y que los argentinos sole-mos vanagloriarnos de habitar un paísrico, expresión que puede quedar enuna vana gloria”.

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La segunda parte del libro reflexio-na sobre la influencia de las ideas deMarcelo Diamand en la política eco-nómica argentina de los últimos años.En este sentido se destacan los tra-bajos de: 1) Remes Lenicov que, a laluz de la experiencia argentina duran-te la salida de la Convertibilidad, ana-liza la importancia de un tipo de cam-bio competitivo y diferencial como ins-trumento necesario, aunque no sufi-ciente para una política de desarrollo;2) Heyn y Moldovan, que analizan lavigencia y utilidad de las herramientasde control de importaciones, aten-diendo particularmente al caso de laslicencias no automáticas de importa-ción, cuya difusión en los últimostiempos ha generado importantesdebates; 3) Sbattella y Barrera, quefocalizan en los límites y condicionan-tes de las políticas de retenciones alas exportaciones tomando comoreferencia, tanto las experienciaspasadas (con el ejemplo del IAPI),como algunos casos comparablescon el nivel internacional (juntasnacionales de comercialización detrigo de Canadá y Australia) y elreciente conflicto con la patronal agro-pecuaria en el año 2008; y 4) Novak,quien señala la importancia de mante-ner tipos de cambio efectivos diferen-ciales por sectores para evitar lasredistribuciones regresivas del ingre-so que generan las devaluaciones y/ola exclusión social creciente que pro-duce la apreciación cambiaria.

Finalmente, a través de un análisisintegrado sobre la evolución de unconjunto de medidas de política eco-nómica inspiradas en el pensamientode Marcelo Diamand (entre las que seencuentran varias de las señaladasprecedentemente), Panigo y Chenacierran la segunda parte de la obra,reflexionando en torno de los modelosde acumulación y distribución vigen-

tes durante la posconvertibilidad. Elobjetivo en este caso es brindar loselementos de análisis necesariospara diferenciar claramente el esque-ma neomercanitilista del período2002-2004, del modelo de desarrollo“à la Diamand” que caracteriza a losúltimos años de la economía argenti-na.

En la tercera parte de esta obracolectiva, confluyen una serie dedocumentos destinados a revalorizar,extender y formalizar las ideas centra-les de Marcelo Diamand, generandoasí un nuevo espacio de difusión aca-démica para las mismas.

En el primer capítulo, Andrés Asiaíndesarrolla un modelo macroeconómi-co à la Diamand, con una producciónprimaria de inserción exportadoraaltamente competitiva gracias a laexcepcional productividad de la tierray un sector industrial que abasteceprincipalmente el mercado interno ycuya capacidad de competir con laproducción del exterior depende cru-cialmente del nivel del tipo de cambio.Con ese esquema el autor analiza losefectos macroeconómicos de algunosacontecimientos clave para la Argen-tina como la devaluación del pesocompensada con retenciones, el alzadel precio internacional de los com-modities y el impacto de la crisis mun-dial de 2008-9.

A continuación, Leandro Serinocomplementa el esquema analíticoanterior con la incorporación depotenciales rendimientos crecientes aescala (à la Kaldor – Verdoorn) en elsector industrial a los efectos de dis-cutir la problemática del cambioestructural y la diversificación produc-tiva en la Argentina. El análisis se ins-pira en las proposiciones de MarceloDiamand y permite demostrar formal-mente que (a) la elevada competitivi-

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dad del sector primario puede ser unalimitación para el desarrollo de losrestantes sectores transables y ladiversificación de la estructura pro-ductiva argentina; b) que el sosteni-miento de un tipo de cambio competi-tivo incrementa la competitividad pre-cio y puede mejorar la competitividadno-precio de los sectores transablesno tradicionales; c) que dicha políticadebe estar acompañada de impues-tos o derechos a las exportacionespara evitar la caída de los salariosreales y el deterioro de la distribucióndel ingreso; y d) estar acompañada demedidas que promuevan la inversiónen tecnología e infraestructura, paraque la economía se diversifique com-petitiva y sosteniblemente.

La tercera parte, y la obra en su con-junto, concluye con el capítulo deDemian Panigo y Pablo Chena, en elcual se examinan formalmente losefectos de la heterogeneidad produc-tiva sobre la volatilidad cíclica delempleo bajo sistemas cambiarios yregímenes de demanda alternativos.El principal aporte de la investigaciónradica en el desarrollo de una serie demodelos dinámicos que combinan las

ideas de Marcelo Diamand (en rela-ción con el impacto de la heterogenei-dad productiva sobre la elasticidadprecio de las exportaciones y la elas-ticidad ingreso de las importaciones)con los esquemas analíticos de distin-tas escuelas de pensamiento hetero-doxas para dar cuenta de las caracte-rísticas cíclicas del empleo que resul-tan de combinar la estructura produc-tiva desequilibrada con el aceleradorde la inversión, el multiplicador keyne-siano, las pujas distributivas, y loscanales de ajuste de economía abier-ta (comercial y financiero).

Tomados en conjunto, los distintostrabajos compilados en la presenteobra cobran una importancia adicionalque fortalece los objetivos oportuna-mente enunciados, al dar cuenta de laplena vigencia de las ideas deMarcelo Diamand como marco teóricocentral para el diseño y operativiza-ción efectiva de las principales medi-das de política económica que consti-tuyen el eje central del nuevo modelode desarrollo argentino, que ha permi-tido recuperar el sendero del creci-miento sostenido con diversificaciónproductiva e inclusión social.

Bibliografía:

Braun, Oscar & Leonard Joy (1968). ¨A model of economic stagnation, a case study of theArgentine economy”, The Economic Journal, diciembre.

Corden, W. Max and J. Peter Neary (1982) “Booming Sector and De-Industrialisation in aSmall Open Economy The Economic Journal Vol. 92, Nº 368 (Dec.), pp. 825-848 .

Diamand, Marcelo (1973), Doctrinas económicas, desarrollo e independencia, Paidós,Buenos Aires.

Diamand, Marcelo (1986), “Paradigma clásico y estructura productiva desequilibrada”Realidad Económica, Nº 68, IADE,Buenos Aires

Diamand, Marcelo y Nochteff Hugo (1999), La economía argentina actual. Problemas ylineamientos de política para superarlos, Norma, Buenos Aires.

Rapoport, Mario (2010) Las políticas económicas de la Argentina. Una breve historia,Booklet, 1ª edicion, Buenos Aires.