Homilía en el Te Deum 2008

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Homilía en el Te Deum 2008 Templo Catedral de Iquique, 18 de septiembre de 2008 Fecha: Jueves 18 de Septiembre de 2008 Pais: Chile Ciudad: Iquique Autor: Mons. Marco Antonio Ordenes Fernández Romanos13,8-10. Salmo 94. Mateo 7,24-28 Construyamos Chile en la roca del Bien Reunidos en este templo catedral venimos como creyentes y patriotas, con los más nobles sentimientos a levantar esta solemne oración por la Patria amada, terruño de nuestros sueños y del desarrollo de nuestras vidas. Venimos con fe y nos unimos a la buena voluntad de otros que, en la rectitud de sus conciencias y sin tener este don, buscan el mismo camino de bien para Chile. La sabiduría de las palabras de Jesús guardadas en el Evangelio nos invitan a acogerla como una llave maestra que abre las puertas a una vida auténtica, esperanzada y fraterna. Por ello, que al descubrir la belleza de Cristo, los cristianos sus discípulos, no nos cansamos de anunciarlo como el Camino, la Verdad y la Vida. Queremos anunciarlo con la pasión de descubrir en él, el sentido más pleno, el consuelo más hondo y la alegría más profunda de todas que da a la vida un horizonte nuevo. Y aunque muchos proclamen que la fe es una cuestión superada por el desarrollo humano, y a Cristo como un simple pensador de otro tiempo, nosotros proclamamos con la humilde belleza de la verdad, la centralidad de Cristo en la vida de la humanidad y del cosmos: Principio y fin, alfa y omega, Dios hecho carne, Único Salvador y Maestro. Escuchamos en el Evangelio: "Todo el que escucha mis palabras y las pone en práctica, puede compararse a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca". Al celebrar un año más el aniversario de la Patria y a las puertas de su bicentenario, repetimos para nuestra región de Tarapacá, uniéndonos a la Patria entera este anhelo de Jesús, que es nuestro deseo y nuestra búsqueda: edificar a Chile en la solidez del bien. Sin duda que esto es un deseo de todos, y que formulamos en diversos momentos de la vida patria, entonces ¿por qué aún no es posible Sin duda que son muchos los factores en la vida del país de encuentros y desencuentros que hacen que los grandes anhelos de la patria aún no se vean realizados en plenitud. Pero es necesario una pregunta que vaya a lo hondo de la conciencia, y que no debemos esquivar: "Yo, ¿creo que es posible el bien ¿Creo que es posible construir una patria más solidaria y equitativa ¿Sigo creyendo en esos grandes principios que han originado tantas búsquedas de ideales y de luchas por ellos O ¿hasta qué punto el pesimismo, el pragmatismo economicista, el acomodo, la búsqueda de los beneficios personales, han envejecido, e incluso corrompido, los ideales y los sueños, transformando muchos de nuestros actos y discursos en cáscaras, bien armadas pero que ya tienen muy poco o nada de esos grandes ideales por dentro Sin acusarnos unos a otros, sino en la verdad del corazón, es necesario hacernos esta pregunta personal, porque una familia, un barrio, la ciudad y la patria no se transforman sólo por decretos o discursos, sino por la conversión de la recta conciencia. Diversos informes de instituciones de prestigio en el país vienen mostrando desde hace varios años, la pérdida creciente del optimismo; del aumento del stress, de la sensación de temor e inestabilidad de diversos tipos y la pérdida creciente del sentido solidario. Estos son índices que revelan que algo que no está bien cimentado, o que ha perdido sus cimientos. Los grandes terremotos que afectan a la cultura de los nuevos tiempos también están afectando los baluartes de la Patria.

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Homilía en el Te Deum 2008

Templo Catedral de Iquique, 18 de septiembre de 2008

Fecha: Jueves 18 de Septiembre de 2008Pais: ChileCiudad: IquiqueAutor: Mons. Marco Antonio Ordenes Fernández

Romanos13,8-10. Salmo 94. Mateo 7,24-28

Construyamos Chile en la roca del Bien

Reunidos en este templo catedral venimos como creyentes y patriotas, con los más nobles sentimientos a levantar esta solemne oración por la Patria amada, terruño de nuestros sueños y del desarrollo de nuestras vidas. Venimos con fe y nos unimos a la buena voluntad de otros que, en la rectitud de sus conciencias y sin tener este don, buscan el mismo camino de bien para Chile.

La sabiduría de las palabras de Jesús guardadas en el Evangelio nos invitan a acogerla como una llave maestra que abre las puertas a una vida auténtica, esperanzada y fraterna. Por ello, que al descubrir la belleza de Cristo, los cristianos sus discípulos, no nos cansamos de anunciarlo como el Camino, la Verdad y la Vida. Queremos anunciarlo con la pasión de descubrir en él, el sentido más pleno, el consuelo más hondo y la alegría más profunda de todas que da a la vida un horizonte nuevo. Y aunque muchos proclamen que la fe es una cuestión superada por el desarrollo humano, y a Cristo como un simple pensador de otro tiempo, nosotros proclamamos con la humilde belleza de la verdad, la centralidad de Cristo en la vida de la humanidad y del cosmos: Principio y fin, alfa y omega, Dios hecho carne, Único Salvador y Maestro.

Escuchamos en el Evangelio: "Todo el que escucha mis palabras y las pone en práctica, puede compararse a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca". Al celebrar un año más el aniversario de la Patria y a las puertas de su bicentenario, repetimos para nuestra región de Tarapacá, uniéndonos a la Patria entera este anhelo de Jesús, que es nuestro deseo y nuestra búsqueda: edificar a Chile en la solidez del bien.

Sin duda que esto es un deseo de todos, y que formulamos en diversos momentos de la vida patria, entonces ¿por qué aún no es posible Sin duda que son muchos los factores en la vida del país de encuentros y desencuentros que hacen que los grandes anhelos de la patria aún no se vean realizados en plenitud. Pero es necesario una pregunta que vaya a lo hondo de la conciencia, y que no debemos esquivar: "Yo, ¿creo que es posible el bien ¿Creo que es posible construir una patria más solidaria y equitativa ¿Sigo creyendo en esos grandes principios que han originado tantas búsquedas de ideales y de luchas por ellos O ¿hasta qué punto el pesimismo, el pragmatismo economicista, el acomodo, la búsqueda de los beneficios personales, han envejecido, e incluso corrompido, los ideales y los sueños, transformando muchos de nuestros actos y discursos en cáscaras, bien armadas pero que ya tienen muy poco o nada de esos grandes ideales por dentro

Sin acusarnos unos a otros, sino en la verdad del corazón, es necesario hacernos esta pregunta personal, porque una familia, un barrio, la ciudad y la patria no se transforman sólo por decretos o discursos, sino por la conversión de la recta conciencia. Diversos informes de instituciones de prestigio en el país vienen mostrando desde hace varios años, la pérdida creciente del optimismo; del aumento del stress, de la sensación de temor e inestabilidad de diversos tipos y la pérdida creciente del sentido solidario. Estos son índices que revelan que algo que no está bien cimentado, o que ha perdido sus cimientos. Los grandes terremotos que afectan a la cultura de los nuevos tiempos también están afectando los baluartes de la Patria.

Se necesita con urgencia renovar en el corazón sus cimientos, para que los vientos, lluvias y torrentes, no destruyan el alma de la Patria, solidaria, respetuosa de sus instituciones, de la dignidad de sus hijos y delicadeza frente a la verdad de Dios. El mismo Jesús nos enseña que el bien y el mal tienen su origen en el corazón del hombre. El cimiento de una construcción se coloca en lo más hondo de ella para sostenerlo todo. Chile necesita fortalecer y renovar estos cimientos. La roca del bien en Chile, desde el mismo nacimiento de la Patria se ha colocado levantando la mirada hacia Dios y juntando las manos entre los hijos de la misma tierra, ya sea para defenderla, desarrollarla o levantarla de un dolor o desastre natural.

¿Cómo construimos la patria ¿Cómo ayudamos al desarrollo de la región Podemos tener miradas distintas. En Chile, tenemos miradas muy diversas en algunos puntos sensibles de la economía, de la organización del Estado; pero hemos de comenzar a construir desde los cimientos más básicos de todos: desde el principio del respeto, el diálogo y la justicia.

Construyendo desde el respeto

El bien, que todos buscamos y que es el Principio y el fin de la obra del país, requiere ser levantado con la fuerza del respeto, que reconoce las diferencias, pero que no se deja llevar por el insulto fácil. En estas próximas elecciones municipales y ante la campaña oficial que comenzará próximamente, les rogamos a todos los candidatos y sus equipos, a los partidos políticos y a cuantos participarán en estos procesos a guardar un verdadero respeto por los otros. La ofensa trae una escalada de ofensas. En estos últimos tiempos, nuestra política ha dado tan mal ejemplo de ello. Por lo menos, lo pedimos para nuestra región: expresemos legítimamente las diversas ideas y proyectos de comuna, pero no ofendamos a las personas. Toda persona merece respeto, y este respeto habla más que muchas palabras de cualquier candidato y dice más de sus verdaderas convicciones.

El respeto es una actitud permanente de bien, una auténtica virtud humana que urge colocarla como cimiento para la vida patria, y también para la vida de la familia. Las diversas formas de violencia intrafamiliar, el lenguaje superficial de programas en medios de comunicación, no ayudan. La familia que está buscando fomentar el respeto necesita de ambientes que lo propicien, de trabajos donde el empleador respeta al empleado, donde el profesor respeta al alumno y el alumno respeta a la autoridad y al profesor. Cuando nos faltamos el respeto no sólo nos ofendemos, le estamos faltando el respeto al mismo Chile.

Construyendo en el diálogo

Para construir el país, para hacer progresar a la región es urgente fomentar aún más el dialogo. Esta virtud implica disponer no sólo la inteligencia sino que también el afecto y el corazón para entrar en la verdad del otro. Siempre hay algo de verdad, algo que aprender en quien plantea sus ideas. Un gran diplomático, decía que el éxito de muchas de sus gestiones a nivel de política internacional, había sido descubrir cuánto de verdad había en lo que la otra parte exponía y disponerse a acogerla. Jesús nos enseña a dialogar. El invita nos invita a escucharnos. Hay mucho que escuchar en el drama de los hermanos andinos; hay mucho que escuchar en las filas de la atención en la salud, en las inquietudes de los jóvenes, entre los indigentes de la ciudad. Hay mucho que escuchar en el que piensa políticamente distinto de mí. Mucha de la violencia que vivimos hoy tiene su origen en estas faltas de diálogo que llevan a muchos a la desesperación y a caminos equivocados de mayor violencia. Quien sabe escuchar y descubrir la legítima búsqueda de justicia en sus demandas, y tiene el coraje de reconocer lo justo y bueno que propone, está construyendo su casa sobre una roca inquebrantable. Chile, la región necesita de hombres y mujeres, que vivan en el diálogo y que lo fomenten con honestidad de corazón. El monólogo es dictatorial. Que bueno es saber abrir la inteligencia y el asombro a la verdad del otro.

Construyendo en la justicia

Construir el bien de Chile, implica buscar por todas partes y en todos los momentos la justicia. No se es justo porque una vez lo fui, la justicia implica el acto permanente de vivir en ella. Hoy esto es un gran desafío, que llega a parecernos casi un imposible, haciendo suponer a muchos que es una quimera, un sueño que no tiene fundamento en la pragmática estructura de mercado que pareciera no tener límites ni retroceso.

Chile exhibe un índice que preocupa y avergüenza: a nivel mundial estamos entre los países que tiene mayor desequilibrio entre la distribución de los ingresos. La desigualdad es una falta de justicia. La discusión sobre un sueldo ético, la oportunidad de equitativa calidad en la educación para los diversos sectores sociales, la posibilidad de acceso a salud para todos en la misma calidad, siguen siendo temas que no podemos olvidar. Un pueblo exhibe auténtico desarrollo cuando lo hace en sus más diversos aspectos. El desarrollo económico es sólo un aspecto. Es necesario cuidarnos del espejismo que pueda producir, pues "de otra manera no se explicaría esa sensación de malestar y desconfianza que existe en buena parte de los chilenos. Es una clara señal de que el crecimiento económico necesita ir de la mano de un desarrollo espiritual y cultural". (OOPP, 34).

Pero nuevamente es necesario recordarnos que la justicia es para cada uno de las personas, una cuestión no sólo de derechos, sino que también de deberes. Hoy el absolutismo de la libertad que intenta no conocer límites exige de la estructura democrática todos los derechos, y muchas veces cuantos ejercen autoridad quedan perplejos y sometidos a la parcialidad de la demanda, incapaces de formular la justicia del deber. Es necesario hacer el camino de la justicia dando en derecho lo que corresponde y exigiendo el deber en la misma proporción. La educación demanda el deber de la calidad para los alumnos, pero demanda de los alumnos el respeto y de los profesores la competitividad docente. El trabajador tiene derecho a exigir sus derechos en justicia, y el empleador a exigir el justo y honrado trabajo del empleado. En la familia el derecho de los hijos debe equilibrarse con el deber que tienen; y los padres en el derecho al desarrollo personal, pero en el deber irrenunciable a ser padres en el ejercicio justo de la autoridad.

Vivimos actualmente en el país diversas formas de desobediencia e indisciplina. Sin duda que la libertad es un valor fundamental de la persona, pero la plenitud de ella no se encuentra en el libre de, sino en libres para. La auténtica libertad no es libertinaje sino adhesión. Las nuevas generaciones de chilenos deben fortalecerse en adherir al bien, a los grandes ideales que formaron la patria y que fueron causa de gestos heroicos y nobles de soldados y civiles a lo largo de su historia. Necesitamos héroes que estén dispuestos a mirar más allá de los horizontes de sus propios intereses, por muy legítimos que sean. Necesitamos con urgencia héroes en el bien, en la vida política, en la construcción de la ciudad, en el cuidado de la juventud y la familia. Hay tantos rostros y formas nuevas de exclusión y sufrimiento: Hermana, Hermano, te lo digo y me lo digo: nadie se puede excluir de buscar y hacer el bien. La auténtica solidaridad no sólo se vive en la beneficencia de una institución, es también urgente vivirla en la construcción de leyes más justas y modos de ejercer la autoridad y servicio público con formas más transparentes y de maneras más eficientes.

¿Es posible vivir en estas formas que hemos comentado ¿Es posible fortalecer el alma de Chile en la belleza más preciada de sus valores y virtudes que originaron sus instituciones y la misma vida de la patria Sí, es posible. Lo es cuando descubrimos que "el que ama no hace mal a su prójimo" y que allí radica la plenitud de la ley.

La palabra "ojalá" nacida del modismo hispano arábico expresa el ferviente deseo que así ocurra. El salmo que se ha cantado con tonos de nuestra tierra, expresa este deseo ferviente, el deseo de la Iglesia: "ojalá que esto sea así".

Los grandes sueños implican grandes tares y grandes sacrificios. Pero esto no es posible si no está bien dispuesto el corazón y no hay una auténtica rectitud de la conciencia. Así, aunque las tareas sean muy urgentes no será posible su ejecución sin la buena voluntad de los ciudadanos. La Sagrada Escritura nos muestra al pueblo hebreo que en medio de las dificultades de la larga peregrinación por el desierto fueron perdiendo el encanto y la confianza en sus instituciones hasta llegar a desconfiar de Dios. Hoy, también es posible asistir a las crecientes desconfianzas de unos con otros; y a las desconfianzas en los instituciones y modos de organizar el Estado. Esto es peligroso incluso para el desarrollo mismo de la democracia. Ciertamente que los años desgastan todo, por ello que tenemos una gran oportunidad de renovarnos y fortalecernos en lo mejor de nosotros al asomarnos con esperanza al bicentenario de la Patria.

El pueblo elegido también llegó a desconfiar de Dios. Hoy, entre las diversas voces que se levantan, muchas quieren sacar a Dios de la cultura, de modo de organizarnos para dejarlo relegado al ámbito de la cuestión personal. Ojalá que estos aires no arrasen como un huracán la fortaleza de nuestras convicciones y vivamos creyentes y no creyentes en el sincero diálogo del respeto y la búsqueda del bien común.

Ojalá hoy escuchen la voz del Señor. Querida región de Tarapacá ojalá hoy escuches la voz del Señor que es la misma

voz del bien y construyas tu futuro y tu desarrollo en esta roca que resiste todos los terremotos.

Madre de Chile, Estrella luminosa de la Patria, Reina de las tierras del Tamarugal, que tu dulce manto del Carmelo nos proteja y guíe por los caminos del verdadero bien, en la búsqueda diaria de la justicia, en el ejercicio del respeto, en el fomento del diálogo y la construcción de la paz.

� Marco Antonio Órdenes FernándezObispo de Iquique