Huertayhuerta.DIARIODESEVILLA

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14 DOMINGO 9 DE DICIEMBRE DE 2012 ● Diario de Sevilla

Sevilla

RETRATOS DE LA CRISIS

Trinidad Perdiguero

Álvaro Díaz del Real, Carlos GarcíaCorral y Pablo Piñero, tres amigosde Mairena del Aljarafe de 29 años,tienen la tez más curtida de lo quecabría esperar por sus currículos. Elprimero es economista, terminó lacarreraenItaliaytieneeltítulocon-validadoenlosdospaíses;elsegun-do es arquitecto y ha hecho prácti-cas en Chicago, cuna de la arquitec-tura moderna; el tercero es licen-ciado en Ciencias Ambientales, hatrabajado cinco años en Paraguay,con una ONG y un organismo pú-blico del país, en cooperación parael desarrollo. El tono su piel tieneque ver con la que se ha convertidoen su apuesta para buscar una sali-da laboral cuando el desempleoafecta casi a la mitad de los univer-sitarios sevillanos recién licencia-dos: un huerto de producción eco-lógica para vender directamente adomicilio y utilizando nuevas tec-nologías para contactar con susclientes:Facebook,whatsapp.

Arrancaron hace nueve meses.El 17 de marzo. Fue el día que ledescargaron 4.000 kilos de abono–excrementos de oveja– para re-partir en mil metros de huerto enla finca de la madre de Pablo, queles cedió el suelo. Sin experienciaprevia –o de forma tangencial, porla afición de los padres de algunode ellos, funcionarios en su mayo-ría–, el trabajo físico les dejó ex-

haustos. Los sigue dejando. Aun-que deben sacar energía para ela-borar un plan de empresa –les es-tán asesorando desde un Centrode Desarrollo Empresarial, CADE,de la Junta para dar forma a su ne-gocio, Huerta y Huerta–, y compa-ginarlo con la tesis doctoral, comohace Pablo, o con eventuales tra-bajos en la hostelería, con los queCarlosyÁlvarointentancompletarsus todavía escasos ingresos. Éstosse han independizado y compar-ten un piso de alquiler.

“El 50% de nuestros compañe-ros están trabajando o viviendo enel extranjero”, admite Álvaro,quien reconoce que el caso de es-tos tres amigos – que se conocendesde niños, de la urbanizaciónPinar de Simón Verde y del colegioAljarafe, por cuyo modelo educa-tivo se sienten privilegiados– esinusual. Como lo es que universi-tarios y con experiencia en el ex-tranjero no apuesten por buscarun empleo acorde a su cualifica-ción en países con menos dificul-tades que España. “Después deesas experiencias fuera volvimos acoincidir en Mairena y teníamosganas de quedarnos, de estar cer-ca de la familia”. En el caso de Pa-blo, su experiencia en Paraguay lehizo encarar una realidad dondela crisis es más que un ciclo y, enfi-lando los 30, comprendió que lopróximo iba a ser echar raíces.

“Estamos convencidos de que esimportante que Andalucía no pier-

da su capital humano. Somos cons-cientes de que se ha invertido undinero en nosotros y en muchagente como nosotros, a base de for-mación y becas, que se perderá sinos vamos yendo”, dice el econo-mista, y subraya que fuera no todoes tan fácil y algunos de los queemigran están trabajando de “lava-platos”. Teniendo en cuenta queforman parte ya de una promociónde universitarios que salió cuandola crisis dejó de ser un circunlo-quio, están convencidos de que sufuturo pasa por el autoempleo, por“emprender algo propio” y rein-ventarse si es necesario.

En su empeño, les ayuda el no te-ner cargas familiares, ni hipotecas–una vivienda en propiedad no en-tra en sus proyectos– y sí respaldode sus padres. Aunque han tenido

que hacer un esfuerzo para hacerseentender por éstos. “Hemos tenidocierta presión de nuestras familiaspara que nos fuéramos al extranje-ro. Nos han visto gastar muchaenergía en los estudios y ahora nosven gastarla en algo muy diferente,temen que nos estemos metiendoen algo que no se adapte a nuestroperfil”, apunta Carlos. Es la granpregunta: ¿Un huerto sin tener niidea? ¿Por qué?

Ellos dicen que lo que tuvieronclaro fue la necesidad de montaralgo. Pensaron en una consultoríasobre urbanismo y medio ambien-te, pero lo descartaron. Entonces,conocieron el aula de medio am-biente urbano Ecolocal y experien-cias de grupos de consumidoresque se han organizado para com-prar a los productores. Su idea era

asociarse con algún horticultor yaportar su visión comercial y sobreun nicho de mercado que existe ytiene potencial. Están convenci-dos. Pero no cuajó, en parte por sufalta de experiencia. Así que, con elasesoramiento de un amigo quetrabaja para la Sociedad Españolade Agricultura Ecológica y El ma-nual del Huerto Ecológico, de Ma-riano Bueno, decidieron comenzardesde abajo, con su huerto, echan-do mano a la azada.

Ellos mismos reconocen que laignorancia y la improvisación leshan ido marcando, pese a su ímpe-tu. Han sido unos meses, aunquehablan de etapas que parecen re-motas: el abono, la instalación delsistema de riego, la producciónperdida porque plantaron lechu-gas junto a tomates, la sobrepro-ducción de calabacines en un pri-mer momento, que les dio la ideade organizar comidas temáticaspara familiares y amigos, un nego-cio que podría ser complementa-rio. Un trabajo de prueba y error,en el que van aprendiendo por elcamino y cuya producción han co-menzado a distribuir entre los máscercanos, amigos del Aljarafe y Se-villa –sus familias constituyen laprimera oleada de capitalinos quehizo de la cornisa su primera resi-dencia en los ochenta–, hasta tejeruna red de algo más de un centenarde potenciales clientes de sus “ces-tas”: productos de temporada, porprecios que oscilan entre los diez ylos doce euros, algo más caras queen el supermercado, porque suapuesta es no utilizar pesticidas ygarantizar la frescura. Ahora, lasllenan de naranjas, coliflor, col,brócoli, nabos, acelgas, pimientos–ya casi fuera de temporada– yaceitunas que ellos mismos han re-colectado y aliñado.

Dicen que muchas más personasse han interesado, aunque aún de-ben arrancar formalmente su ne-gocio. De momento, lo que les hasorprendido son los costes paradarse de alta y que menguarán losescasos ingresos que tienen ahora.Tienen que poner en orden, hacerefectivas muchas ideas que les des-bordan. Pero, ¿se sienten frustra-dos por trabajar en campo, en algoque no tiene que ver con su forma-ción? “Sólo a final de mes”, admiteÁlvaro, el más entusiasta con elproyecto en ciernes y el que tienemás claro que, pese a los sinsabo-res, no cambiaría el poder trabajaral aire libre y para sí mismo por unaoficina sin más aliciente que unsueldo, probablemente, tambiénprecario. Pablo –sereno, realista–apunta que tal vez en el propio ro-daje del proyecto irán encontrandola fórmula definitiva. Puede que enlas ferias de productos ecológicosen las que van participando, en loscontactos con otras iniciativas ocon los productores. La experien-cia les ha marcado ya para siempre.

VICTORIA HIDALGOCarlos García Corral, Álvaro Díaz del Real y Pablo Piñero, en el huerto de mil metros cuadrados que han montado en Mairena del Aljarafe.

Álvaro Díaz del Real, Carlos García y Pablo Piñero son licenciados en Económicas, Arquitectura

y Ciencias Ambientales, se han formado en centros de élite y, tras pasar largas temporadas en el extranjero,

han apostado por volver a Sevilla y crear un negocio propio de huertos ecológicos para sortear la falta de empleo

Del pupitre a la azada

VICTORIA HIDLAGOCarlos, ante los plantones que tienen en la finca.