Humanitaria09 Nuevos Socios Para Nuevas Ongs

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Dr. Bernardo García Izquierdo Nuevos socios para nuevas ONGD 9 Universidad de Deusto Instituto de Derechos Humanos Ayuda Humanitaria y Desarrollo

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  • Dr. Bernardo Garca Izquierdo

    Nuevos socios para nuevas ONGD

    9

    Universidad deDeusto

    Instituto deDerechos Humanos

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    GD

  • DIINSTITUTO DE DERECHOS HUMANOS PEDRO ARRUUPEUNIVERSIDAD DE DEUSTO

    RED TEMATICA EN ESTUDIOS DE DESARROLLO HUMANITARIO

    Nuevos socios para nuevas ONGD

    Un modelo para involucrar a los ciudadanos en las ONGD

  • Dr. Bernardo Garca Izquierdo

    Nuevos socios para nuevas ONGD

    Un modelo para involucrar a los ciudadanos en las ONGD

    2001Universidad de Deusto

    Bilbao

  • Serie Ayuda Humanitaria y DesarrolloTextos bsicos, vol. 9

    Traduccin: Francisco Snchez-Marco

    Esta publicacin forma parte del proyecto impulsado por el Departamento para la AyudaHumanitaria de la Comisin Europea (ECHO) y realizado por el grupo de Ayuda Huma-nitaria de la Red Temtica en Estudios de Desarrollo Humanitario (Humanitarian Net),financiada desde el Programa Scrates de la Direccin General XXII de la Comisin Eu-ropea.

    Traduccin realizada por Juan Jos Rodrguez Ramos, con la colaboracin en la compo-sicin de Aitor Urkiola.

    Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo de lacubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitidaen manera alguna ni por ningn medio, ya sea elctrico,qumico, mecnico, ptico, de grabacin o de fotocopia, sinpermiso previo del editor.

    Publicacin impresa en papel ecolgico Universidad de DeustoApartado 1 - 48080 BilbaoISBN: 978-84-9830-902-7

  • A Santiago y Eva

  • Indice

    Prlogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

    Introduccin. Las ONGD como movimiento asociativo. . . . . . . . . . . . . . . . . 131. Las seas de identidad comunes de las ONGD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132. El papel de la base social en el proyecto asociativo de toda ONGD . . . 203. El papel de las ONGD en encauzar los sentimientos y deseos solida-

    rios del apoyo ciudadano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

    Captulo I. Realidad actual y perspectivas de futuro de la orientacin estrat-gica de las ONGD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31I.1. Sntomas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31I.2. Problemas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32I.3. Recursos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34I.4. Retos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35

    Captulo II. El estado actual del apoyo ciudadano a las ONGD en Espaa . . . 41II.1. Anlisis cuantitativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41II.2. Anlisis cualitativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42II.3. Anlisis tendencial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

    Captulo III. Las principales caractersticas de los socios de las ONGD espa-olas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47III.1. Perfil de personalidad del socio promedio de las ONGD espaolas . . 47III.2. Perfil socio-demogrfico del socio promedio de las ONGD espa-

    olas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55III.3. Modelos predominantes de socio en las ONGD espaolas . . . . . . . . 56III.4. Caractersticas orientadoras de una nueva relacin entre las ONGD

    y su apoyo social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

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  • Captulo IV. La informacin como elemento esencial en la gestin de la rela-cin entre una ONGD y su base social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59IV.1. El papel de la informacin en la gestin de las ONGD . . . . . . . . . . 60IV.2. La estructuracin de la gestin de la informacin en una ONGD . . . 63IV.3. Principales aplicaciones de la informacin sobre el apoyo social

    actual y potencial para la gestin de la relacin entre la ONGD y sus socios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65IV.3.1. Los factores motivacionales de la colaboracin de la ciuda-

    dana con las ONGD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66IV.3.2. La contribucin del Sistema de Informacin sobre la base

    social a la mejora de la relacin entre la ONGD y dicho co-lectivo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72

    IV.3.3. Los componentes de un Sistema de Informacin sobre la re-ceptividad social del proyecto solidario de una ONGD . . . 74

    Captulo V. La gestin por parte de las ONGD espaolas de la informacin sobre el apoyo social actual y potencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105V.1. Contexto internacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105V.2. La realidad espaola . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108

    Captulo VI. El SAS (Servicio de Atencin al Socio) como propuesta para me-jorar la gestin de la base social de las ONGD espaolas . . . . . . . . . . . . . 111VI.1. Desarrollo cronolgico del proceso de integracin de la ciudadana

    en las ONGD. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111VI.1.1. Toma de contacto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111VI.1.2. Informacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113VI.1.3. Aportacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114VI.1.4. Participacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115VI.1.5. Delegacin y descentralizacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117

    VI.2. Diseo del SAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118VI.3. La estructura de gestin del SAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136

    Captulo VII. La nueva conceptualizacin de la base social en las ONGD . . . 141

    Bibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147

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  • Prlogo

    Qu papel cumplen hoy en da las ONGD1?, aportan a la sociedadalgo diferente a lo que realizan las instituciones pblicas y las empresaslucrativas?, cules son sus seas de identidad?, dnde figuran los ciu-dadanos que apoyan y creen en sus proyectos solidarios?, cmo se ges-tiona la relacin con este apoyo social?

    Este juego de preguntas concatenadas coloca en el centro mismo delmarco de intervencin de las ONG dedicadas a la cooperacin interna-cional una hiptesis desafiante cual es la reconversin de este sector apartir de un reencuentro con sus esencias asociativas, procedentes de unmovimiento civil comprometido con determinados valores y fines.

    Este libro plantea, desde una estructura circular, un posible modelo derespuesta al citado reto. La construccin del anlisis y del planteamientopropositivo se sustenta en tres bloques o estadios. Primero, se abordanuna serie de cuestiones centrales de las ONGD como movimiento civilasociado. Gracias a este recordatorio de lo que deberan ser los funda-mentos asociativos del referido sector, se consigue una mayor concreciny profundidad en la identificacin y orientacin que debiera tener la hi-ptesis inicialmente planteada. En el captulo primero, se diagnostica lasituacin general de las ONGD espaolas con el objeto de corroborar enla prctica la necesidad de abordar una reflexin profunda e inminentesobre el destino del sector, que debiera comenzar desde el anlisis crticosobre el sustento ciudadano de las mismas.

    En el segundo bloque, se fija el foco de atencin en el apoyo socialde las ONGD espaolas, con el objeto de contrastar el estado actual del

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    1 Organizacin No Gubernamental para el Desarrollo.

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  • mismo, sus cifras, su evolucin ms reciente, sus tendencias y sus rasgoscualitativos ms distintivos. Al profundizar en la tipologa del apoyo so-cial con el que cuentan las ONGD, se van identificando, por un lado, lasdistancias que existen respecto al modelo ideal de ciudadana comprome-tida con las causas solidarias defendidas por estas organizaciones. Porotro lado, se entrevn claramente los principios y orientaciones de las po-lticas adoptadas para gestionar la relacin con los socios de las ONGD apartir de los resultados obtenidos como consecuencia de su implantacin.

    El bloque compuesto por los captulos IV, V y VI es el que aborda labsqueda de una va de mejora a esta deficiencia identitaria y asociativa.Para ello, se plantea que el recurso cuya aportacin es clave para obtenermejoras en la relacin entre las ONGD y su apoyo social es la informa-cin. Desde el anlisis del papel que debera desempear el flujo infor-mativo en estas organizaciones y de su contraste en la realidad actual es-paola, se presenta un modelo de referencia para gestionar la base socialde las ONGD. Esta propuesta tiene como eje orientador las directricesplanteadas en el captulo introductorio sobre el carcter asociativo de lascitadas organizaciones. En consecuencia, el libro completa la progresinanaltica, reflexiva y propositiva retornando a la hiptesis de partida yrespondiendo a la misma al sugerir una diferente conceptualizacin de labase social de las ONGD para que stas a su vez adquieran una renovadacarta de naturaleza como articuladoras de unos deseos, principios y valo-res ciudadanos imprescindibles en toda sociedad que se considere justa,equitativa y solidaria.

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  • Introduccin

    Las ONGD como movimiento asociativo

    En esta sociedad que transita sin desmayo por las superestructuras queconfiguran los flujos y las redes de informacin, se aprecian sntomas deuna necesidad por desarrollar un encuentro comunicativo con el otro que seams personal, ms cercano, ms involucrado, ms relacional. En esta sinto-na por encontrar categoras distintas de las que ofrece el proyecto moder-no, se encuentra un nmero creciente de individuos que desarrollan unaparte significativa de su identidad social a travs de la participacin en pro-yectos solidarios. Y para canalizar estos deseos y necesidades, las personasmayoritariamente se agrupan en organizaciones. Las que tienen como eje deactuacin la cooperacin internacional se denominan genricamente ONGD.

    En este captulo introductorio, se va a proponer una reflexin sobre loselementos distintivos de la identidad de las ONGD, con el objeto de contras-tar si el grado de coincidencia en estos conceptos fundamentales permite con-cebir a las organizaciones identificadas con esas siglas como miembros deun mismo sector, y cules seran, en tal caso, sus caractersticas particulares.

    Los dos siguientes apartados tratan de centrar el anlisis en la relacinentre las ONGD y su base social, al considerar a esta ltima como piedraangular de todo proyecto asociativo. Una vez planteados los trminos enlos que se desenvuelve esta relacin, el anlisis culmina con la reflexinsobre posibles lneas de trabajo que podran emprender las ONGD paraacercar posicionamientos, deseos e intereses con el resto de la ciudadana.

    1. Las seas de identidad comunes de las ONGD

    Las ONGD abarcan a un grupo variopinto, plural y crecientemente nu-meroso de organizaciones cuyas seas de identidad comunes no estn del

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  • todo claras. En la bsqueda de referentes compartidos por este conjunto deorganizaciones, se podra aludir a su encuadramiento en el denominado Ter-cer Sector o sector privado sin nimo de lucro. En este acercamiento al con-texto socio-organizativo de las ONGD, se empiezan a detectar las primerasdificultades sobre la cuestin identitaria, ya que se manifiestan no pocasdiscrepancias en cuanto a lo que se debiera incluir en ese sector y a los cri-terios para delimitar sus contornos (J.I. Olabunaga, dir., 2000: 17-19). Enel apartado dedicado a presentar las seas de identidad de las ONGD dentrodel Cdigo de Conducta elaborado por la Coordinadora de ONGD de Espa-a, se seala que las ONGD participan, sin agotarlo, del movimiento aso-ciativo voluntario de la sociedad civil (Coordinadora de ONGD de Espa-a, ed., 1999: 7). Resulta difcil imaginarse a qu realidad o colectivo socialse hace referencia con una denominacin tan barroca y difusa.

    En Espaa, el concepto de Entidad Sin Animo de Lucro (ESAL) estntimamente ligado a la configuracin del Estado del Bienestar (J.I. RuizOlabunaga, dir., 2000: 58). El desarrollo de esta tipologa de entidad estsustentado tanto en la progresiva construccin del concepto de serviciossociales (tener algo que hacer, es decir, tener una causa), como en elasentamiento de la democracia participativa como frmula poltica deconvivencia (tener una buena razn para hacerlo, es decir, tener un in-ters). Al margen de la denominacin que se adopte para referirse a estesector (ONG, Entidades de Inters Social, Entidades No Lucrativas, Enti-dades Sin Animo de Lucro, Organizaciones Voluntarias, OrganizacionesSociovoluntarias, Tercer Sector), en la definicin de las misiones corres-pondientes a las organizaciones comprendidas en el mismo siempre sehace referencia a las dos finalidades citadas.

    En cuanto a las causas que una entidad puede fijarse como centro neu-rlgico de su actividad, se podran contemplar tres opciones muy generalespero claramente diferenciadas, cuales son la elaboracin y prestacin debienes y servicios privados, la elaboracin y prestacin de bienes y servi-cios pblicos, o la elaboracin y prestacin de bienes y servicios sociales.

    Respecto al inters principal donde radica la razn de ser de las dife-rentes organizaciones y a cuyo fin se orientan las lneas de actuacinanteriormente expuestas, se podran identificar tres motivos principalespor los que una entidad se constituye y activa sus mecanismos operativos,cuales son el ejercicio del gobierno, poder o influencia poltica, la conse-cucin de un beneficio o excedente lucrativo o la promocin de la verte-bracin o integracin social.

    Si se procediera a la segmentacin del conjunto de organizaciones,instituciones y entidades que configuran el mapa socio-institucional deuna comunidad en funcin de los criterios que se acaban de exponer, sepodra establecer la siguiente clasificacin:

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  • Cuadro n. 1Clasificacin de las organizaciones segn su causa e inters preferencial

    En consonancia con el resultado de este intento por clarificar laidiosincrasia diferenciadora del Tercer Sector, se podra optar por uncambio de denominacin, y pasar a un trmino ms representativo de lascualidades distintivas recien expuestas. Una posibilidad sera denominara estas organizaciones como Entidades Participativas de Inters Social(EPIS).

    Con el objeto de complementar y explicitar ms detalladamente loselementos objetivos que debera disfrutar una organizacin para ser in-cluida en el Tercer Sector, se presenta la siguiente enumeracin:

    Reconocimiento jurdico: constitucin formal.Carcter privado.Objeto de actividad: elaboracin y prestacin de bienes o servicios

    sociales.Se entiende esta condicin como la cobertura por parte de la orga-nizacin de necesidades bsicas reconocidas bien constitucional-mente, bien en el resto de la legislacin nacional, bien en legisla-ciones o tratados suscritos a nivel internacional. Dado que estosderechos son atribuibles a todo ciudadano, sin discriminacin al-guna, sera una contradiccin inadmisible que la prestacin de losservicios sociales se circunscribiera a una determinada comunidado colectivo, salvo que eso se entendiera por los gobernantes comode inters general o de utilidad pblica.

    Causa

    Inters

    GobiernoPoder poltico Sector Pblico Grupos de Presin

    Partidos Polticos Sindicatos,

    ...

    Beneficio Empresas Pblicas Sector PrivadoMutuas, cooperativas,

    economa social,...

    Vertebracin,Integracin

    social1

    Justicia, Instituciones Pblicas no dependientes

    del Gobieno (Defensor del Pueblo)

    Cajas de Ahorro, cooperativas Tercer Sector

    Serv. Pblicos Serv. Privados Serv. Sociales

    1 Bienestar individual o corporativo a travs de la comunidad.

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  • Puede darse el caso de ESAL que presten bienes y servicios noesenciales o no fundamentados en derecho alguno legalmente es-tablecido. Tambin puede darse el caso de la satisfaccin de nece-sidades bsicas a travs de individuos o grupos no constituidosformalmente como organizaciones jurdicas de pleno derecho. Enel peor de los casos, estas circunstancias pueden estar asociadasbien a la satisfaccin de privilegios exclusivistas, o ser una manerapor la que el Estado no asumiera responsabilidades que le corres-ponderan al tratarse del inters general. De todas formas, dadoque no existe otro criterio objetivo para reconocer el inters ge-neral, este tipo de casusticas no se podran incluir en el TercerSector.

    Valores: democracia participativa.En el enunciado de su misin (reflejada en sus estatutos, concep-tualizacin mayoritaria del sector, tipologa de proyectos, comuni-cacin externa) han de aparecer elementos relacionados con la par-ticipacin social, progreso y transformacin social, cooperacinsolidaria, responsabilidad colectiva, reivindicacin y presin socialante los poderes establecidos, etc.

    Funcionamiento interno: normativa y reglamentacin democrtica/participativa.Un individuo, un voto. Lo esencial es que la accin no se dirija adefender intereses personales o grupales. En este sentido, serapreciso analizar mediante una auditora social la constitucin yfuncionamiento de los rganos de gobierno. Tambin se deberarespetar el principio de la adhesin voluntaria y no coercitiva, sedebera comprobar si se hace posible o no una crtica regular yconstructiva por parte de todos los niveles de la estructura jerr-quica en las reuniones y asambleas, se debera revisar la polticade promocin profesional y humana, y se deberan contemplar lasposibilidades de desarrollar la capacidad emprendedora y creativadentro de la organizacin.Autonoma de gestin.Carcter no lucrativo:

    Los beneficios o excedentes, si existen, debern ser destina-dos a la actividad propia del objeto social de la organizacin;en ningn caso a los gestores de la entidad.

    En caso de cobrarse un precio por los servicios prestados,nunca estar por encima del precio medio de mercado paraese tipo de servicio (en caso contrario, se podra estar hablan-do de elitismo, no del inters general).

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  • Los gestores y personal contratado no percibirn remunera-ciones por encima del nivel medio del sector; no recibirnningn trato preferencial o gratificacin extraordinaria.

    Los patronos o representantes legales han de ser voluntariosno remunerados y carecer de inters en los resultados eco-nmicos de la explotacin.

    Los socios, comuneros, o partcipes de las entidades o esta-blecimientos y sus parientes, no pueden ser destinatarios prin-cipales de las operaciones de la organizacin ni gozar de con-diciones especiales en la prestacin de los servicios.

    Si se avanza un paso ms en la bsqueda de seas de identidad comu-nes a las ONGD, y se desciende el nivel de anlisis a su mbito particular,se podra comenzar por considerar la constitucin jurdica de estas organi-zaciones. Segn este criterio, tampoco se encuentran signos de coinciden-cia o distincin significativos o relevantes. Unas optan por fundarse comoasociacin acogida al derecho civil (la mayora), otras como asociacin dederecho cannico, otras como fundacin, otras como federacin o confe-deracin de asociaciones (A. Sancho en Coordinadora Estatal de ONGD,ed., 2000: 14). Sin embargo, se constata que el estado de la legislacin vi-gente aplicable a este tipo de organizaciones y, sobre todo, las implicacio-nes fiscales que de ello se derivan, son factores predominantes para laadopcin de una determinada formula jurdica, con prioridad sobre ele-mentos ms vinculados a la cultura organizativa y estilo de direccin ygestin que se desee establecer.

    Fuente: Coordinadora Estatal de ONGD (ed.) (2000: 14).

    Cuadro n. 2Formas jurdicas de las ONGD espaolas

    Asociacin

    Fundacin

    Federacin deasociaciones

    Confederacin

    Instit. sin animode lucro

    63%

    27%

    8%1% 1%

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  • La diversidad se ampla an ms en cuanto se entran a conocer deta-lles ideolgicos, programticos, de zonas y sectores de intervencin, depoblaciones con las que se trabaja, de medios que se emplean, y de mo-dos operativos y relacionales de cada organizacin2.

    Resulta obvio que esta variedad de estilos y culturas organizacionalesno posee en s misma connotaciones negativas. En todo caso, es fiel re-flejo de la actualidad plural y diversa del sector en cuanto a sus diferen-tes visiones de la realidad, en el posicionamiento que cada ONGD adoptarespecto a ella, en estilos y prcticas, y en la amplia gama de grupos ycolectivos sociales con los que trabajan, sumando esfuerzos a favor de lasolidaridad. La lectura menos positiva de este fenmeno se empieza avislumbrar en la creciente intensidad que estn adquiriendo los siguien-tes obstculos estratgicos, estructurales y operativos:

    Dificultad de articular lneas operativas mnimamente coordina-das, tanto dentro de cada ONGD como entre distintas entidades.

    Dificultad de defender el papel especfico desempeado por lasONGD en la cooperacin internacional.

    Peligro de ser desplazados por otros actores en la cooperacin in-ternacional.

    Dificultad de articular un dilogo continuo entre las ONGD paraavanzar en la consecucin de metas comunes.

    Dificultad de construir estrategias de largo plazo apoyadas en ac-ciones conjuntas.

    Dificultad de ejercer con fuerza y eficacia el papel reivindicativo ytransformador ante los poderes pblicos y fcticos.

    Dificultad en trasladar una imagen a la sociedad de movimiento or-ganizado y consolidado.

    Peligro de fragmentacin y dispersin, tanto dentro de cada organi-zacin como en el conjunto del sector. Esta amenaza podra mani-festarse en un empeoramiento de las relaciones internas y externasde las ONGD, derivando en el surgimiento de rivalidades, segrega-cionismos, corporativismos e incomunicacin.

    Minimizacin en la utilidad derivada de los escasos recursos dis-ponibles.

    Una vez constatada la complejidad que entraa clarificar y concretarlas seas de identidad de las ONGD, y los riesgos o amenazas que est

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    2 Vase informacin y datos recogidos por la Coordinadora Estatal de ONGD respecto alas organizaciones encuadradas en dicha federacin y publicados en su Directorio 1999 (Coor-dinadora Estatal de ONGD, ed., 2000).

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  • afrontando el sector como consecuencia de ello, se advierte que, de todoslos calificativos que se podran emplear para caracterizar a este colecti-vo, la solidaridad, la proyeccin internacionalista y el carcter no oficia-lista son los rasgos donde se aprecia una convergencia casi unnime. Dehecho, en Francia se han comenzado a denominar Organizaciones de So-lidaridad Internacional.

    Sin embargo, el primer aspecto, la prctica y promocin de la solidari-dad, es un trmino discutible en su conceptualizacin y definicin. La va-riedad de formas de interpretarlo conducen a una multiplicidad de orienta-ciones programticas y operativas, en donde la relacin con el otro searticula de muy diferentes maneras.

    La segunda cualidad es tan cierta como amplia en su posible concre-cin. En la realidad, el aperturismo hacia comunidades pertenecientes aotros Estados no implica, en muchos casos, la adopcin de criterios pla-netarios. Ms bien al contrario; la gran mayora de ONGD delimitan suzona geogrfica de actuacin. Adems, el sentido transnacional no esalgo exclusivo o claramente diferenciador de este tipo de organizaciones.

    Por ltimo, el sentido No Gubernamental hace referencia a una cualidadpropia del origen histrico de estas organizaciones. Cuando comenzaron aactuar con sentido colectivo, en la bsqueda de un espacio propio, este mo-vimiento se destac como alternativa al sistema oficialista (establisment),gubernamental e intergubernamental, que haba surgido despus de la Se-gunda Guerra Mundial. Para ser reconocidos como tales, se resalt su carc-ter de No Gubernamental, especialmente cuando se presentaban en instan-cias de Naciones Unidas. Hoy en da, el sentido de esta cualidad se ha vistosubstancialmente relativizado por otras caractersticas, posicionamientos, fi-nalidades y lneas de actuacin que han ido complementando, en algunoscasos, o edulcorando, en otros, esa vocacin no oficialista de las ONGD.

    En definitiva, estas caractersticas, que seran las ms ampliamentecompartidas en la realidad de las ONGD espaolas, no parecen significa-tivamente clarificadoras de su identidad. La trayectoria recorrida, la ex-periencia acumulada, la notoriedad adquirida y la amplitud de contactosy relaciones establecidas por el conjunto del sector parecen demandaruna exposicin en trminos ms distintivos y positivos sobre la compleja,variada y cambiante naturaleza de las ONGD.

    El intento ms serio por definir el sector se recoge en el Cdigo deConducta de las ONGD espaolas elaborado por su Coordinadora Esta-tal. En el mismo, se sealan las siguientes caractersticas esenciales:

    Ser una organizacin estable que dispone de un grado mnimo deestructura.

    No poseer nimo de lucro.

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  • Trabajar activamente en el campo de la cooperacin para el desarro-llo y la solidaridad internacional.

    Tener una voluntad de cambio o de transformacin social.Poseer respaldo y presencia social.Tener independencia.Poseer recursos, tanto humanos como econmicos.Actuar con mecanismos transparentes y participativos de eleccin

    o nombramiento de sus cargos, promoviendo la igualdad de opor-tunidades entre hombres y mujeres.

    Ser transparentes.Estar basadas y articuladas en torno a los fines de solidaridad in-

    ternacional y cooperacin (Coordinadora de ONGD de Espaa,ed., 1999: 7-9).

    En principio, estos criterios se constituyen principalmente como unreferente hacia el que hay que tender en mayor o menor medida. De he-cho, el cumplimiento de varios de ellos no se alcanza de manera autom-tica una vez satisfecha determinada condicin, sino que requieren o bienla prueba de una trayectoria mantenida a lo largo de un perodo o alcan-zar un determinado nivel en alguna variable de la ONGD, cuya supera-cin se considere que es garanta fiable de determinada cualidad.

    Si se hiciera una auditora social a las ONGD pertenecientes a la Coor-dinadora Estatal y se verificara de manera estricta el grado de cumpli-miento de estos criterios por parte de las propias organizaciones que selos han autoimpuesto, seguramente comprobaramos que una gran mayo-ra no alcanzaran el pleno requerido. Esta percepcin es una razn aa-dida para, por un lado, relativizar el uso y sentido de esta interesante, de-seable y til herramienta, considerndola por el momento como unadeclaracin de intenciones a la que se comprometen las ONGD de la Coor-dinadora. Por otro lado, esta acertada delimitacin del mnimo comn de-nominador asociado a la naturaleza de las ONGD debiera aprovecharsecomo escudo de proteccin frente al intrusismo de organizaciones distor-sionadoras de la imagen del colectivo y de los fines ltimos que ste per-sigue.

    2. El papel de la base social en el proyecto asociativo de toda ONGD

    De vuelta a los principios propuestos por el Cdigo de Conducta dela Coordinadora de ONGD de Espaa, se constata la aparicin expresa deuna mayora de aspectos que denotan el claro componente de interrela-cin que las ONGD mantienen y desean potenciar con respecto a la so-

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  • ciedad civil3. En este sentido, se hace alusin a la voluntad de transfor-macin social, a poseer respaldo y presencia social, a poseer recur-sos, a actuar con mecanismos transparentes y participativos, y a sertransparentes. En el prlogo de este apartado y en el del Cdigo en suconjunto, tambin se menciona repetidas veces cmo las ONGD son elresultado y a la vez la causa de un inters social por cuestiones relaciona-das con la solidaridad internacional.

    Este nexo connatural e imprescindible con la sociedad civil se puedemanifestar de muy diversas maneras, a saber, a travs del voluntariado,de los socios, de los donadores, de los simpatizantes, de convivir con co-lectivos en situacin precaria o marginal, de la participacin en redes, deldesarrollo de proyectos conjuntos, de proporcionar recursos a la ONGD,de participar o aparecer en los medios de comunicacin, de facilitar con-tactos y relaciones pblicas, de participar en foros de discusin, de en-viar informacin y establecer canales de comunicacin con la ONGD, dellegar a acuerdos con otras ONG o movimientos sociales, etc.

    De las innumerables formas de conexin e interrelacin que se puedanentablar con la sociedad civil, la que le confiere carta de naturaleza a unaONGD es el contar con una base social. En trminos estrictos de la lega-lidad vigente, para que una ONGD adquiera la naturaleza jurdica de aso-ciacin, sta ha de contar como mnimo con los socios fundacionales queconfiguran la asamblea, rgano supremo de dicha entidad, y con aquellosque constituyen la Junta Directiva, elegida del organismo recin citado.De hecho, aunque popularmente se ha extendido la idea de que uno delos elementos esenciales de una ONGD es el voluntariado, sin embargoen la realidad ni es un requisito formal ni tiene porqu existir para que laorganizacin funcione. De hecho, en las ltimas cifras recogidas en elDirectorio de ONGD (Coordinadora de ONGD de Espaa, ed., 2000), serefleja que algunas organizaciones con reconocido prestigio y activismoen la cooperacin internacional no cuentan con un solo voluntario. No esque ello sea deseable o positivo, sino que no resulta imprescindible frentea la obligatoriedad de contar con socios, pues en caso contrario la ONGDno existira como tal.

    Si se trasciende al mero requisito formal y se aborda el concepto debase social desde un sentido ms amplio, se podra concluir que el papelde la ciudadana comprometida con un proyecto de solidaridad interna-cional representado en una ONGD tambin resulta imprescindible para el

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    3 Se entiende sociedad civil en su sentido ms estricto, es decir, aquel que comprende atodo el conjunto de instituciones sociales, mercados y asociaciones voluntarias y a la esferapblica de la vida social, pero excluye taxativamente las instituciones estatales de control di-recto por parte del Estado (J.I. Ruiz Olabunaga, dir., 2000: 29-30).

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  • buen devenir de ste. La primera evidencia que prueba esta conclusin sedescubre en la propia definicin de la misin de toda organizacin. Larazn de ser de las ONGD hay que buscarla en el exterior, en la contribu-cin o apoyo a la satisfaccin de unas necesidades de una determinadapoblacin en un determinado contexto. Pero la mera implicacin en la sa-tisfaccin de esas necesidades no sera distintiva de las ONGD pues a esomismo podran dedicarse, y de hecho se dedican, instituciones pblicas oincluso entidades privadas con nimo de lucro. La clave para identificarla especificidad de las ONGD se encuentra en la combinacin de esa orien-tacin hacia el progreso humano con un modo de concebirlo y desarro-llarlo que se inspira y sustenta en el compromiso ciudadano, en el valoraadido que proporciona una relacin intercultural en libertad y confrater-nidad entre ciudadanos de aqu y de all.

    En esta misma lnea se sita una reciente reflexin de la Coordinado-ra de ONGD del Pas Vasco sobre los rasgos que identifican a estas orga-nizaciones y el grado de fidelidad a los mismos que se alcanza en la rea-lidad. En el documento base propuesto por la comisin de seguimientodel Cdigo de Conducta, se afirma que se considera de suma importanciapara la adhesin a la Coordinadora de ONGD del Pas Vasco el que unaorganizacin cuente con una base social real y viva. En la determina-cin de los componentes de la caracterizacin concreta de esta cuestin,la Comisin y la Junta Directiva de la Coordinadora coinciden en que lesparece importante tener en cuenta los siguientes criterios:

    a) El nmero de socios y voluntarios: mayor o igual a treinta.b) La participacin real de la base social en la vida de la ONGD4.c) La existencia de vnculos reales en la red local de organizaciones

    ciudadanas que configuran el tejido social5 (Comisin de segui-miento del Cdigo de Conducta, 2000: 3).

    Por consiguiente, los socios son relevantes para las ONGD al menospor las siguientes razones:

    1. Para adquirir carta de naturaleza como asociacin.2. Suponen un espaldarazo social al proyecto de la ONGD, son una

    ratificacin de la pertinencia del mismo y representan una media-

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    4 Resulta claramente insuficiente una participacin mayoritaria del personal asociado quese limita a pagar cuotas; no resulta nada favorable para una ONGD que los socios, voluntariosy/o colaboradores no participen y quede todo en manos de las personas expertas.

    5 En este sentido, parece insuficiente una presencia local que se limita a tener una oficinaque presenta proyectos en la ventanilla de la administracin o a ser una oferta de comerciojusto en el mercado local.

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  • cin fundamental para asegurar un nivel satisfactorio de acierto ycalidad en la gestin de dicho proyecto solidario.

    3. La ONGD abre sus posibilidades de contraste exterior sobre susideales, principios, valores, estrategias, objetivos y resultados. Sise sabe aprovechar esta oportunidad, la organizacin se vera enri-quecida por el disfrute de un criterio y de un debate amplio, plu-ral, actual y vigente, al tiempo que vera reducida la probabilidadde generar procesos endogmicos.

    4. Se erigen en una manifestacin concreta de la obligacin que tienela ciudadana en su conjunto de atender determinadas necesidadessociales y, por lo tanto, aportan legitimidad a la labor de mediacinque realiza la ONGD al respecto, adems de servir de ejemplo paraotros ciudadanos.

    5. Aportan autonoma operativa y capacidad de manifestar con clari-dad y contundencia los criterios y posicionamientos ideolgicosde la ONGD. La capacidad de ejercer una presin efectiva, de ne-gociar, de convencer y de modificar posturas y decisiones de loscentros de poder, pblicos y privados, se ve correlativamente am-pliada.

    6. Aportacin de recursos (dinero, contactos, ideas, trabajo, bienes yservicios). En particular, los socios pueden ser una fuente inmejo-rable de voluntariado y de crecimiento en cadena de la propia basesocial.

    7. Resultan determinantes para dar impulso y continuidad al trabajoen red del que tanto depende el buen fin de toda ONGD.

    3. El papel de las ONGD en encauzar los sentimientos y deseos solidarios del apoyo ciudadano

    Abundando en esta relacin entre las ONGD y su apoyo social, con-viene resaltar que, hoy en da, las ONGD son un espacio, un reducto delos pocos que quedan donde an se intenta que la ciudadana desarrolle yponga en prctica de manera continuada sus sentimientos solidarios a tra-vs del dilogo, las ideas y la accin positiva. La clave para que estaoportunidad de desarrollo personal y colectivo no se desvirte reside enel compromiso y la responsabilidad que ciudadanos y asociacin debenasumir y respetar escrupulosamente. El voluntarismo, la vocacin y losbuenos deseos, an siendo necesarios, no son suficientes. Por ejemplo, sise requiere y demanda participacin de la ciudadana para llevar a cabodeterminadas iniciativas, esta peticin ha de estar debidamente planifica-da para conducir las buenas intenciones de la ciudadana hacia una res-

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  • puesta eficaz y eficiente a las necesidades planteadas. Slo as la motiva-cin inicial se consolidar y el compromiso se ir construyendo sobre ba-ses slidas y duraderas.

    Los requerimientos tcnicos, informativos, formativos y temporalesque demanda el ejercicio responsable y eficaz del voluntariado conducena un gran nmero de personas sensibilizadas con la necesidad de cons-truir tejido social desde y con el otro a optar por una mediacin menosactivista pero igualmente vlida e imprescindible, cual es la colaboracinfinanciera regular como socio. Desde esta contribucin, se pueden abar-car otros campos complementarios como los relativos a la movilizacin,difusin y aportacin de ideas, contactos, bienes y servicios.

    Con el fin de que las asociaciones en general, y las ONGD en parti-cular, aporten herramientas tiles para canalizar y potenciar las dimen-siones intersubjetivas de este encuentro voluntario entre ciudadanos deaqu y de all, es preciso que se investiguen las percepciones, simbo-logas, significados, sentidos e identidades de cada sujeto, tanto lo que sepone en juego en la relacin intercultural como lo que resulta opaco a laluz de lo social. Los nuevos movimientos sociales necesitan del diagns-tico comunicacional para poder entender la complejidad del proceso deencuentro comunicativo, desde el que dinamizar la construccin social delos sujetos a partir del cruce abierto entre identidades culturales de natu-raleza hbrida.

    Desde este paradigma sociocultural, se propone un primer acerca-miento a la investigacin de las mediaciones que surgen entre ciudadanosy ONGD, cual es aquel que se circunscribe a la identificacin del perfilde la base social desde dimensiones estticas, dinmicas, descriptivas eintersubjetivas. En este sentido, se tratara de encontrar elementos con-trastados y fiables de informacin que iluminaran la respuesta a cuestio-nes como las siguientes: conocemos en la asociacin quines son nues-tros socios?, sabemos lo que piensan de la ONGD?, tenemos algunaidea sobre cules son sus expectativas al respecto?, podramos aventurarcul es su disposicin a colaborar y participar ms intensamente con laasociacin?, tenemos alguna referencia sobre lo que podran aportar a laONGD?

    En la mayora de las asociaciones se deseara encontrar la respuestaadecuada a estas cuestiones para tomar las decisiones ms acertadas res-pecto a cmo montar un acto pblico, qu mensajes incluir en el prximonmero de la revista, cmo concienciar sobre los problemas a los que seenfrenta la organizacin en el terreno, qu hacer para captar nuevos so-cios, cuntos recursos invertir en la prxima campaa, etc.

    Si se desarrolla con xito esta poltica de acercamiento y apertura alos ciudadanos que colaboran con la asociacin, el progresivo conoci-

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  • miento mutuo que se alcance con la misma permitir aprovechar en ma-yor medida las potencialidades de intercambio y aprendizaje que existenentre ambos colectivos. Como resultado natural de todo ello, el papel dela base social como inspiradora y legitimadora tanto de la razn de sercomo de la dinmica operativa de la asociacin adquirir plena relevan-cia y contenido.

    El camino para la consecucin de todas estas bondades encuadradasen la construccin de tejido social mediante el impulso de lo asociativocomienza con la disposicin favorable a mantener una relacin continua-da de dilogo con todos los que estn o se quiere que estn en el entornode la asociacin. Se debiera empezar a trabajar, a crear, desde fuera de laorganizacin, desde los ciudadanos-colaboradores/donadores y desde losciudadanos-beneficiarios. En definitiva, se necesita tener un conocimien-to mnimo sobre aquellos sujetos con los que se aspira a tener un procesode encuentro permanente en la creacin de nuevas dimensiones intercul-turales.

    Este esquema de trabajo debe estar sustentado y recorrido por una re-ferencia tica respecto a la manera de contemplar y relacionarse con losotros. La comunidad y la ciudadana surgen a partir de individuos que serealizan o construyen desde la relacin con los otros. En la construccin deeste escenario de democracia participativa, libertad, pluralismo, toleranciay solidaridad, las asociaciones jugaran el decisivo papel de facilitar y pro-mocionar la puesta en prctica de las citadas virtudes cvicas y comunita-rias a travs de la accin directa, es decir, desde una tica transformada enresultados concretos, en respuestas tiles para una mejor calidad de vida.Las asociaciones tendran ante s el reto de configurarse fundamentalmentecomo espacios de dilogo, de comunicacin, de encuentro, de coordina-cin, de informacin e investigacin, de reflexin, de proyecto compartido.Las asociaciones, desde su esencia y proyeccin social, no deberan nuncaconvertirse en reductos aislados del entorno, refugiadas en sus principios yautojustificadas por sus proyectos. El segregacionismo y aislacionismoasociativo repercute de manera especialmente negativa en la/s comuni-dad/es por cuyas condiciones y necesidades se dio lugar a la constitucinde la citada organizacin. La capacidad de transformacin y de convertirseen fuente alternativa de comprensin del mundo y de la vida que pudieraofrecer el asociacionismo pierde toda su pujanza y vivacidad si se aisla yno consigue aglutinar recursos y energas en un volumen, de una calidad ycon un nivel de involucracin suficientes.

    Por consiguiente, la comunicacin de la identidad asociativa (misin,visin, cultura asociativa, principios y valores), de los planes y proyectosoperativos y de los modelos estructurales y operativos de la asociacinresulta del todo esencial para que sta adquiera la vitola de legitimidad,

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  • credibilidad y apoyo social intrnseca a su razn de ser. En general, sepercibe que la sociedad desconoce en gran medida la esencia del movi-miento asociativo, la actividad y aportaciones del mismo, la estructuraoperativa y las limitaciones tan fuertes con las que trabaja. Como conse-cuencia de ello, la valoracin objetiva y no meramente sentimental deeste actor social es muy pobre y sesgada hacia una pertinaz desconfianzafrente a la eficacia de sus intervenciones y la pureza de sus pretensiones.

    Las asociaciones necesitan abrirse al entorno, poner en juego sus se-as de identidad, arriesgarse a la rplica, a la crtica, a la contrapropues-ta, al desafo, deben asumir como parte de su actividad el pactar, con-frontar y el asimilar la diversidad dentro de su propia organizacin. Laasociacin slo se mantendr vvida, dinmica y evolutiva a travs de lafeliz articulacin de estos retos. En estas circunstancias s es posible quelos ciudadanos se sientan atrados y motivados a implicarse en un pro-yecto que genera inquietud, desafo y que proyecta capacidad de trans-formacin. Dentro de este contexto, la interactividad entre el individuo yla asociacin se enriquece y se constituye en la va principal para desper-tar conciencias y movilizar voluntades.

    Ms all de discursos programticos y declaraciones de principios, lasasociaciones tambin deben asumir una actitud proactiva en la elabora-cin de propuestas, oferta de servicios y avance del pensamiento crtico,de cuyo resultado surjan posibilidades mltiples de vinculacin para losindividuos con una manera de sentir, compartir, actuar y valorar que con-lleve elementos claros de transformacin social. No obstante, no convieneolvidar que la realidad social actual se alimenta de una prolfica corrientede preponderantes manifestaciones individualistas, competitivas, insolida-rias y antiticas, dentro un estilo de vida alienante y bajo una concepcinutilitarista del individuo. Todo ello conduce a un paulatino distanciamien-to, miedo y desconfianza frente al otro. Esta tendencia social se manifiestacon especial crudeza cuando esa otredad se caracteriza por algn rasgodiferente a los propios y por ello se la perciba como una amenaza para elpropio bienestar o la posibilidad de alcanzarlo.

    Por otro lado, los poderes pblicos no tienen un especial inters enpromover y potenciar el asociacionismo por lo que l mismo representa ydesea potenciar. Bien al contrario, los diferentes gobiernos occidentaleshan reaccionado recientemente a la proliferacin, notoriedad y legitimi-dad meditica de las ONGD con una estrategia de control y redirecciona-miento del movimiento asociativo hacia la delegacin en el mismo de laprestacin de determinados servicios sociales a los que la administracinpblica est comprometida o aprovechndolo como nicho de empleo oamparndose en el intervencionismo operativo de las ONGD para ocultarla inaccin gubernamental y diplomtica en determinados conflictos ar-

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  • mados o simplemente para adornar su imagen pblica de ribetes soli-darios y ticamente loables.

    A su vez, la desconfianza, el desencanto, la sensacin de incapaci-dad, inutilidad, impotencia y determinismo ante los acontecimientos quemanifiesta una gran parte de la poblacin cuando se le pregunta por lasexpectativas asociadas a los movimientos sociales y a la movilizacinciudadana en general conduce a esta frmula de participacin social a lamarginalidad, y no se ve un camino fcil para que sea incorporada comoun aspecto a promocionar dentro de los principios y frmulas educativas,formales e informales, imperantes en nuestra sociedad. Bien al contrario,la idea de que la delegacin y representacin de los intereses de la socie-dad debe residir casi exclusivamente en los poderes pblicos est fuerte-mente arraigada en nuestra cultura.

    Ante esta situacin de debilidad del movimiento asociativo, la res-ponsabilidad de las mismas asociaciones no es poca. Por un lado, se en-cuentra ampliamente extendida la creencia de que identificando una bue-na causa a defender y apoyar y respondiendo con presteza y eficacia a lasnecesidades planteadas por la misma est todo hecho. Sin embargo, estono es suficiente pues nada ni nadie garantiza que con esas premisas unaasociacin adquiera notoriedad y respaldo social y, por consiguiente, ca-pacidad de influencia hasta convertirse en elemento de transformacinsocial. Como consecuencia de esta estrategia, las ONGD relegan a un se-gundo plano la comunicacin, el anlisis contextual y la influencia queste tiene sobre las estrategias y polticas seguidas por la organizacin, laadaptacin al cambio, la reflexin sobre el impacto de las acciones de-sarrolladas y sobre el cumplimiento y vigencia de la razn de ser de la aso-ciacin. Las consecuencias son nefastas, y se manifiestan principalmenteen una falta de claridad en el posicionamiento de las asociaciones antediferentes cuestiones y en una carencia de una visin y de un discursoglobal y riguroso ante los problemas generales del planeta.

    Condicionadas por este punto de partida, las asociaciones entran enuna excesiva improvisacin operativa, en una escalada frentica por de-sarrollar una multitud de intervenciones pero con un reducido y limitadoimpacto, y en la fijacin de unos objetivos que son, en general, demasia-do imprecisos, genricos, ambiguos. Todos ellos son factores que influ-yen poderosamente en que la ciudadana no se identifique plenamentecon el movimiento asociativo salvo para utilizarlo como canal de descar-ga del sentimiento de culpabilidad y mala conciencia generada ante la di-fusin meditica de algn gran desastre en los pases empobrecidos.

    Esta debilidad del apoyo social a las ONGD conduce a que la partici-pacin activa de ciudadanos en las mismas sea absolutamente excepcio-nal. Si a ello se une que las estructuras de muchas asociaciones son exce-

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  • sivamente jerrquicas, verticales, y burocratizadas a nivel departamental,no resulta difcil encontrarse con que la toma de decisiones est centrali-zada y que la participacin y comunicacin estn fuertemente limitadas.Ante esta realidad, la ciudadana encuentra argumentos para alejarse to-dava an ms del compromiso asociativo, si es que intent algn acerca-miento al mismo.

    Otra debilidad aadida a este escenario sera la escasa planificacinde las actividades y la prctica ausencia de evaluacin de las mismas, es-pecialmente en cuanto al impacto alcanzado. Como consecuencia, se caefcilmente en el activismo, es decir, en considerar la proyeccin opera-tiva como un fin en s misma en lugar de ser un medio para cumplir lamisin de la organizacin. Una vez adentrados en esta dinmica, es rela-tivamente frecuente que no se aproveche suficientemente la experienciaadquirida al no existir ni claridad en los objetivos con los que contrastarlos resultados alcanzados ni mtodo de evaluacin ni espacio previstopara ello.

    Otro elemento que limita las posibilidades de renovacin y enriqueci-miento de la vida asociativa es la escasez de medios y la poca importan-cia atribuida a la formacin de los miembros de la asociacin, sean vo-luntarios o personal contratado.

    El tradicional desequilibrio de la estructura financiera de las asociacio-nes y entre sus recursos y objetivos provoca que gran nmero de ellas sevean abocadas al clientelismo, cooptacin o dirigismo de los poderes p-blicos, de donde proviene un porcentaje substancial de su financiacin.

    Si se junta el efecto pernicioso de la escasa claridad en la identifica-cin de las seas de identidad y objetivos de gran parte de las asociacio-nes con la excesiva dependencia de los fondos pblicos y escasez de cap-taciones privadas, no resulta tan sorprendente que la descoordinacin,atomizacin e incluso competencia entre las asociaciones sea un realidadque les resta importantes dosis de credibilidad y legitimidad social.

    Una posible salida que han adoptado algunas asociaciones frente aeste cmulo de debilidades ha sido la contratacin de personal que con-solide la estructura operativa de la organizacin. Este refuerzo, a vecesexagerado, del equipo ejecutivo, ante la persistente debilidad del resto deestamentos de la asociacin, puede fcilmente derivar en la consolida-cin de una cultura burocratizada y enfocada a la mera supervivencia dela organizacin como estrategia de mantenimiento de los propios puestosde trabajo. De nuevo el medio se erige en finalidad en s misma y trata dedefender su cuota de poder.

    Al final, una de las peores consecuencias de todas estas debilidades ydisfunciones es la escasa proyeccin e impacto social de muchas aso-ciaciones, el progresivo alejamiento de las mismas respecto a sus seas28

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  • de identidad distintivas y, por consiguiente, la inevitable prdida de noto-riedad, credibilidad y confianza que la sociedad haba depositado en ellasy en el movimiento asociativo en su conjunto.

    Las tendencias socio-demogrficas parecen reflejar el peso crecientetanto de la mujer como de grupos de desocupados (estudiantes, parados,prejubilados, etc.) en el asociacionismo solidario. A nivel ms cualitati-vo, se aprecia una clara necesidad de que el movimiento asociativo esta-blezca una clara correlacin entre sus objetivos y los intereses y deseosde quienes lo apoyan, de que haya un esfuerzo por comunicar claramenteesos objetivos y de que se establezcan slidas conexiones con la realidady con las necesidades de autoestima y desarrollo personal de la ciudada-na sensible a esas cuestiones. Es preciso allanar el camino y clarificar elposible intercambio que se pueda producir entre los valores que se pro-mocionan y se desean compartir con los adeptos a la causa de la aso-ciacin, y los contravalores que stos puedan percibir a cambio de disfrutarde los primeros. En este sentido, otra tendencia detectada es la demandaque plantea la ciudadana de acercar la reflexin sobre la globalidad delos problemas a la realidad concreta de alguna zona geogrfica o pobla-cin determinada.

    En definitiva, la misin de toda ONGD siempre recoge, explcita oimplcitamente, la promocin y consecucin de un cambio de actitudes. Sitarde o temprano no se llega a involucrar a los socios en esta tarea, se ale-jarn, posiblemente para siempre, de la organizacin, y como consecuen-cia, sta se ver envuelta en un proceso degenerativo que muy probable-mente desemboque en escisiones o en su desaparicin como ONGD. Encontraposicin, estas organizaciones han de tener presente que mientrasque las poblaciones con las que trabaja la ONGD son su razn de ser, elapoyo social leal y estable con el que cuenta es su razn de estar, su ga-ranta de permanencia en atender esa causa y defender ese proyecto aso-ciativo.

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  • Captulo I

    Realidad actual y perspectivas de futuro de la orientacin estratgica de las ONGD

    Con el fin de enmarcar la gestin de la base social dentro de la reali-dad actual de las ONGD espaolas, se va a proceder en este captulo adestacar los principales retos con los que se enfrentan las organizacionesdel citado sector y a analizar las tendencias estratgicas ms relevantesasumidas por el mismo. Esta reflexin permitir relativizar la importan-cia que se le concede al papel de la base social dentro de las ONGD res-pecto del conjunto de elementos constitutivos de las mismas, y clarificarla atencin correspondiente que recibe la gestin de este partcipe social,tanto en la actualidad como en el futuro ms inmediato.

    El primer apartado del anlisis estratgico de las ONGD es la identifica-cin de los principales problemas que acucian hoy en da al sector, sabindo-los distinguir de sus manifestaciones sintomatolgicas. A continuacin, se ex-pondrn los recursos distintivos con los que cuentan estas organizaciones paradar respuesta a las problemticas citadas con anterioridad. Por ltimo, seidentificarn las posibles lneas futuras de trabajo como retos ineludibles a losque debern enfrentarse las ONGD espaolas en su pretendida consolidacin.

    I.1. Sntomas

    En algunos de los anlisis y foros de reflexin que se han desarrolladoen fechas recientes en relacin a la situacin de las ONGD, se aprecia unacierta tendencia a confundir entre lo que seran sntomas de una realidad yla realidad misma. Ante esta situacin, resulta relevante desvelar este tipode apreciaciones incorrectas puesto que las decisiones y acciones poste-riores que se emprendieran para responder a esos diagnsticos seguiran

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  • tambin una orientacin equivocada en lo que sera la pretendida bsque-da de una solucin o mejora definitiva en lugar de seguir un mero trnsitopaliativo sin destino cierto. En este sentido, los sntomas problemticosms frecuentes detectados en las ONGD espaolas seran los siguientes:

    Financiacin insuficiente.Falta de apoyo ciudadano y dificultades para la movilizacin social.Ausencia de coordinacin dentro del sector y con otros actores de

    la cooperacin internacional.Desbordamiento gerencial y operativo.Desencuentro e incluso enfrentamiento entre diferentes estamentos

    y reas de trabajo dentro de las ONGD.Limitada y pobre gestin del voluntariado. Descenso en la capta-

    cin de voluntariado.Escaso impacto transformador. Los problemas de la pobreza, la

    exclusin, la marginacin y el subdesarrollo no slo no desapare-cen o aminoran sino que se ven agudizados en los ltimos aos.

    Atribucin de responsabilidades o exigencia de cumplimiento dedeterminadas expectativas por parte de la ciudadana que no lescorresponden.

    Direccin excesivamente personalizada.Resistencia al cambio, a la innovacin, al abandono de determina-

    das reas de actuacin.Visin muy centrada en el corto plazo.Predominio de un modelo comunicacional instrumental y utilitarista.Escasa y decreciente atencin y recursos destinados a labores de

    sensibilizacin, educacin para el desarrollo y concienciacin.La profesionalizacin se est convirtiendo en una especie de capi-

    talismo asociativo y el voluntariado en una especie de funcionaria-do de segunda clase.

    Incremento de la dependencia y cooptacin de los beneficiariosrespecto a las ONGD.

    I.2. Problemas

    Estos sntomas responden a una problemtica, en cuyas causas habrque indagar para poder idear soluciones o lneas de mejora. Los proble-mas ms acuciantes que subyacen a los retazos de realidad anteriormentepresentados seran los siguientes:

    Falta de clarificacin de la misin, tanto particular (de cada ONGD)como general (del conjunto de la accin humanitaria o de la coope-racin internacional).

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  • Obsolescencia en la definicin de los elementos que componen laidentidad asociativa: misin, visin, ideario. Se aprecia un desfasehistrico y una insuficiente actualizacin.

    Desarrollo dbil de la autoconciencia como movimiento asociativocon unas seas de identidad propias.

    Tendencia agudizada en confundir el medio con el fin. La supervi-vencia de la organizacin se convierte no slo en un fin en s mis-mo sino que tcitamente se le considera el fin primordial.

    Se advierten divergencias significativas entre la identidad de lasONGD espaolas y la imagen asociativa que difunden sobre ellasmismas.

    La adopcin de un modelo de gestin excesivamente basado en laexperiencia y la intuicin. Se echa en falta una compensacin deeste esquema con mayores dosis de rigor profesional y reflexin.

    Falta de claridad y realismo en la fijacin de objetivos y estrate-gias y, en ocasiones, incoherencia entre stos y la misin a cubrir.

    Las presiones, tanto pblicas como privadas, as como las polticasde promocin que tienden nicamente a perfeccionar o profesiona-lizar en exceso la labor operativa de las ONGD parecen ir en detri-mento de la pujanza y renovacin de los aspectos intelectuales,ideolgicos y de compromiso poltico recogidos en la mayora delas misiones de estas organizaciones, y que son parte esencial delvalor aadido o elemento diferencial de este movimiento asociati-vo. Si las ONGD perdieran este componente mstico, reivindica-tivo, alternativo y transformador, se convertiran en meras agenciastcnicas de cooperacin internacional, rea para la que no estn es-pecialmente dotadas, aunque dediquen un volumen creciente de re-cursos en su perfeccionamiento, y en la que su labor pudiera ser f-cilmente suplantada por otro tipo de entidades, como de hecho yaest ocurriendo.

    Escaso cuidado en la comunicacin (interna y externa) y minusva-loracin de sta respecto a la atencin que se merece.

    Estrategia orientada hacia un exceso de operatividad proyectista.Dbil cumplimiento de los mnimos ticos y de calidad autoim-

    puestos.Se contempla a las poblaciones empobrecidas del Sur como comuni-

    dades pasivas, exclusivamente receptoras y totalmente inhbiles o de-samparadas. Por consiguiente, se les atiende desde un plano objetivocual es la confrontacin de una situacin con problemas en lugarde acercarse subjetivamente a ellos como personas con problemas.

    En la identificacin de necesidades a cubrir, las ONGD suelen ha-cer sus propias interpretaciones de las mismas, sin considerar sufi-

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  • cientemente la visin de la poblacin con la que desean trabajar.En gran parte de las ONGD, se aprecia una preocupacin preferen-te por la funcin que desarrollan, en lugar de centrarse en las nece-sidades y capacidades de la poblacin con la que trabajan.

    Incoherencia entre valores explcitos, implcitos y compartidos vi-vencialmente en la ONGD.

    I.3. Recursos

    Para dar debida respuesta a estos problemas, las ONGD cuentan conuna serie de recursos, algunos de los cuales son distintivos de este tipo deorganizaciones. Por consiguiente, las estrategias de solucin deberancontar especficamente con estos medios peculiares como pilares sobrelos que cimentar la reorientacin y consolidacin organizativa. En esteapartado, se incluiran los siguientes aspectos:

    La confianza6.La credibilidad.La legitimidad.El compromiso asociativo.El acceso y cercana a las comunidades ms empobrecidas y mar-

    ginales.La accesibilidad y disponibilidad de informacin.La capacidad de innovacin y adaptacin.El uso eficiente de los recursos, realizando multitud de acciones a

    bajo coste.Desarrollo de habilidades negociadoras.La notoriedad meditica.La centralidad y calidad de los recursos humanos (participacin, de-

    legacin, liderazgo, empoderamiento, formacin, aprendizaje, traba-jo en equipo, responsabilidad y compromiso).

    La centralidad y vivencialidad permanente de valores, principios ycreencias.

    La orientacin a la accin.Las potencialidades del trabajo en red.

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    6 La confianza, como eje en torno al cual se articulan las bases legitimadoras y, en granmedida, operativas de la ONGD, se construye desde la congruencia de planteamientos, elcontraste de ideas, la trasparencia y aprendizaje social, y la apropiacin de los procesos (noslo de los proyectos). La confianza mutua es un recurso fundamental para progresar en la l-nea del compromiso asociativo.

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  • I.4. Retos

    Si se adopta una perspectiva ms amplia, en la cual se visualice alsector de las ONGD en el prximo lustro, se podran aventurar una seriede retos que actuarn como ejes conductores del devenir de estas organi-zaciones hacia un futuro ms clarificado, consolidado y esperanzador. Eneste sentido, cabran citar los siguientes desafos:

    Recuperar la centralidad de las poblaciones con las que se trabaja(beneficiarios) a travs de las siguientes cuestiones: Desarrollo de los recursos humanos, tanto locales como de las

    propias ONGD (capacidades, potencialidades, formacin para elliderazgo, autoestima).

    Empleo fundamental de la cooperacin internacional como pa-lanca que posibilite un cambio en las relaciones de poder delas sociedades y comunidades del Sur a favor de los ms empo-brecidos, excluidos y marginados.

    Desarrollo de los sistemas de informacin (interno y externo).Abrir una lnea de dilogo horizontal y transparente que seapropiciadora de un estilo de relacin ms igualitario, recproco,coparticipado y mutuamente respetuoso.

    Reorientacin estratgica (nuevas lneas de actuacin con mayorcalado social y menor complejidad tcnica, logstica y financie-ra, acciones conjuntas con otros movimientos sociales, etc.).

    Ceder protagonismo a las poblaciones del Sur con las que setrabaja, saber delegar tareas y responsabilidades as como lagestin de los recursos de la cooperacin internacional. Dar msautonoma a las contrapartes y no controlar unilateralmente todala cadena de ayuda. Reforzar la postura de acompaamientocomprometido y facilitacin, en lugar de intensificar en excesola intervencin directa.

    Rendicin de cuentas (contabilidades claras y detalladas, auditorasocial, evaluacin de impacto, identificacin completa y participa-tiva de necesidades, transparencia proactiva). Las ONGD debenacompaar la transparencia financiera y econmica (fuertementedemandada desde las instituciones pblicas que les conceden fon-dos) con la ausencia de planteamientos y prcticas que enturbienel conocimiento y la percepcin sobre las actividades que realizan.

    Realizar una evaluacin de la operatividad de las ONGD en fun-cin de la contribucin a la mejora de la calidad de vida de las po-blaciones ms empobrecidas del Sur bajo parmetros de justicia,dignidad, equidad, libertad, endogenismo, y autosostenibilidad.

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  • Reforzar la credibilidad pblica (aclarar y justificar en nombre dequines se est hablando).

    Definir clara y consensuadamente los elementos que configuran laidentidad de las ONGD y planificar su actualizacin con cierta re-gularidad.

    Seguir una lnea de coherencia, realismo y eficacia en la conjuncinentre los modelos y dimensiones estructurales, los niveles de activi-dad asumidos y los objetivos marcados. La evaluacin de los resul-tados alcanzados, el autodiagnstico y la flexibilidad deberan tenerun mayor peso y una dotacin especfica y suficiente de recursospara que los elementos organizativos recin citados se vayan adap-tando y mejorando en su aportacin a la consecucin de la misin.

    Dotarse de estructuras financieras equilibradas (diversificadas),solventes y suficientes para los objetivos pretendidos.

    Captar y modelar una base social amplia y estable, en la que sevaya delegando progresivamente una mayor responsabilidad (con-vertirse en germen de cambio en las ONGD) y a la que se pidatambin un mayor nivel de participacin (convertirse en prescrip-tores de las ONGD y ser fuente de ideas).

    Desarrollar un modelo de comunicacin entendido como relacin.Establecer vnculos y canales comunicativos que arranquen desdelo cercano, se apoyen en lo vivencial, se articulen en lo personal, yse vayan construyendo con el otro.

    Ejercer un papel ms activo en la comunicacin, en la construc-cin de los smbolos, de los conceptos, de los imaginarios. Hayque abrir la realidad, trabajar con los medios de comunicacin y aveces contra la influencia de los medios, para que las mediacionesno se vean contaminadas.

    Facilitar y promover la comunicacin, la relacin intercultural, elintercambio de conocimientos, visiones y experiencias, y el traba-jo comunitario conjunto entre ciudadanos del Norte y del Sur. LasONGD del Norte deberan ser ms sensibles y crticas respecto alpapel de mediacin que desempean entre las poblaciones empo-brecidas del Sur y sus conciudadanos y gobiernos. Las ONGD delNorte deberan convertirse en facilitadoras de la transmisin direc-ta de las cosmovisiones, percepciones, inquietudes y luchas delSur, al tiempo que incorporan a su funcin de financiadoras el valoraadido del compromiso, la educacin para el desarrollo, la concien-ciacin y la presin poltica.

    Innovar un nuevo lxico asociado a conceptos que recarguen eldiscurso que promulgan las ONGD de energa, sentido y potencia-lidad autocuestionadora y movilizadora de conciencias.

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  • Priorizar y ensanchar el campo de la sensibilizacin, educacin parael desarrollo y concienciacin.

    Superar una poltica postmoderna de culto a la imagen, diseo,consumo y moda solidaria a la carta, y adoptar una poltica de ser-vicio sustentada en valores y pensamientos fuertes.

    Constituirse en un movimiento organizativo ejemplarizante a de-terminados niveles de gestin interna (fomentar la transparencia,la discusin, la horizontalidad en la toma de decisiones, la honesti-dad, la participacin, la coordinacin, el respeto a unos principiosticos). No crecer bajo parmetros de empresa.

    Pensar y actuar dentro de una dimensin mundial. Cambiar el en-foque en el planteamiento de los problemas de la pobreza, margi-nalidad, exclusin y subdesarrollo, y en la propuesta de vas de ac-tuacin. En este sentido, deberan centrarse ms en lo que sucedeen el Norte desde las implicaciones que ste tiene para el Sur, y enconsecuencia, incrementar y dinamizar ms su presencia en deter-minados foros y mbitos sociales del Norte. Orientar todas las di-nmicas operativas de la ONGD bajo los principios de la promo-cin del desarrollo humano integral y sostenible, y de la defensadel derecho que toda persona tiene al mismo.

    Ir ms all de la ayuda financiera. Es preciso deoperacionalizarlas estructuras de las ONGD, evitar que los proyectos se multipli-quen sin control y sin mesura, y que se acaben convirtiendo en unfin en s mismo.

    Realizar una adecuada priorizacin en la adjudicacin de recursosy energas a las diferentes lneas de actuacin, en funcin de latrascendencia que cada una tenga para el cumplimiento de la mi-sin. Saber dejar actividades, atreverse a cambiar de lneas de tra-bajo, y tener la clarividencia y valenta como para abandonar atiempo dinmicas perfeccionistas con claro sentido endogmico.

    Evitar la inercia de convertirse en meros gestores de recursos y re-cuperar el papel preponderante que debiera tener en las ONGD elcomponente mstico, reivindicativo, alternativo y transformador.

    Evitar la cooptacin. No convertirse en meros ejecutores de las po-lticas dictaminadas por otros agentes, ni contribuir, consciente oinconscientemente, a la desmovilizacin de grupos opositores alsistema o al mantenimiento de un status quo injusto y explotador,ni actuar inconscientemente como coartada para una inaccin pol-tica de los poderes pblicos ante determinadas violaciones de de-rechos humanos e injusticias, ni convertirse en el lado humanitariodel neoliberalismo, ni alterar tcitamente los idearios, prioridadesy modos de trabajo propios de las ONGD para ajustarse a los re-

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  • querimientos y planteamientos de las instituciones pblicas o deotro tipo de entidades con intereses divergentes o incluso contra-dictorios a los del sector.

    Desarrollar una nueva actitud solidaria e impulsar un cambio devalores socioculturales en la sociedad actual. Crear una cultura de lasolidaridad desde dentro y no slo hacia fuera.

    Mostrar resultados, trabajo con calidad contrastada. Mejora de losprocesos de gestin, de las dinmicas de aprendizaje y construc-cin de la memoria institucional, de la sistematizacin de expe-riencias y metodologas de trabajo y del aprovechamiento creativode las nuevas tecnologas.

    Establecer sistemas de informacin que faciliten el acierto en latoma de decisiones, que ayuden a orientar estratgicamente elrumbo de la ONGD y que acerquen a sus gestores hacia una rela-cin ms autntica y personalizada con los diferentes partcipessociales de la organizacin.

    Generacin de espacios de anlisis, reflexin, autocrtica, debate yformacin, que estn debidamente articulados, priorizados y dota-dos de recursos. Su objetivo final debera estar ligado a la conse-cucin de estrategias ms acertadas y de planes operativos mseficaces.

    Aumento de la accesibilidad de la poblacin a las ONGD (mostrarsus activos y potencialidades, abrir sus espacios a la sociedad demanera proactiva).

    Bsqueda de sinergias en lo operativo, desarrollar mecanismos decoordinacin (intra e interorganizacionales) y de trabajo en red, ycreacin de mbitos de intercambio de conocimiento y experien-cias. Promocionar el aprovechamiento de la amplia variedad defrmulas de colaboracin con otras ONGD, a saber: consorcios,alianzas, acciones puntuales conjuntas, apoyo en red, coordinacinoperativa, creacin de grupos de presin, fusiones, etc. Desarrollarlos vnculos con otros movimientos sociales, de aqu y de all,e incentivar y facilitar su participacin en labores de cooperacininternacional.

    Impulsar la construccin y desarrollo institucional de las ONGD(redes, asociaciones, programas universitarios).

    Promover el fortalecimiento (reempoderamiento) de la ciudadanapara que recupere la capacidad de ejercer su papel poltico en lasociedad y, en consecuencia, se revitalice la democracia partici-pativa.

    Luchar insistentemente y con eficacia por ejercer una mayor inci-dencia en los cambios legislativos, generando un marco legal apro-

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  • piado para la cooperacin internacional. Desarrollar una estrategiaefectiva de presin a los poderes pblicos para que asuman susresponsabilidades respecto a los ms pobres y marginados de lasociedad, para que cumplan y hagan cumplir el debido respeto alos derechos humanos, y para que no perjudiquen mediante otrotipo de polticas los dos aspectos antes citados.

    De todos estos retos, los que tienen una relacin ms directa con elpapel que se prev que tenga la base social de las ONGD en su devenirfuturo seran aquellos que hacen referencia al asentamiento de este part-cipe dentro de la estructura y operatividad de estas organizaciones, a surelacin con la ciudadana del Sur, a su contribucin en la mejora de lasestructuras financieras de las ONGD, a la relacin de comunicacin esta-blecida con dicho sector, a la gestin de la informacin en la organiza-cin, a la renovacin de su compromiso ciudadano en trminos de coope-racin internacional, al cambio cultural en las sociedades del Norte, aldesarrollo de redes, y a la reorientacin y superacin de la dicotoma degestin que se presenta recurrentemente entre beneficiarios y donadores.

    Respecto al cambio cultural aludido, se constata que la interrelacinevidente y creciente entre el Norte opulento y el Sur empobrecido de-manda de manera ineludible la necesidad de provocar un cambio culturalen las sociedades del Norte para que se pueda avanzar algo a nivel decambio de estructuras en el Sur. Para ello, se necesita reempoderar a laciudadana alienada, acomodada y dcil del Norte, para que retomenconscientemente las riendas de su futuro y de sus decisiones, para que,en definitiva, recuperen su soberana.

    En cuanto al binomio beneficiarios-financiadores, el anlisis de laexperiencia y devenir operativo de las ONGD permite concluir que paraque su intervencin y aportacin dentro de la cadena de la ayuda sea pro-vechosa y efectiva, resulta pernicioso orientarse por el principio de queestas organizaciones han de atender por igual a estos dos partcipes so-ciales, que se consideran centrales para el cumplimiento de su misin.Desde esta perspectiva, la realidad acaba conduciendo a las ONGD a quesu principal partcipe social, su verdadero cliente, sean los segundos yse olviden de los primeros, de sus necesidades, de conocerles en detalle yde rendir cuentas ante ellos. Ante esta situacin de pura intermediacin,no resulta muy clara la supervivencia o la justificacin del papel desem-peado por las ONGD ya que, al igual que en toda actividad en la que seintermedia, si no se proporciona un claro valor aadido, el intermediarioacaba por ser desplazado del sistema.

    En cualquier caso, uno de los principales retos para las ONGD espa-olas reside en que, por la peculiaridad de su propia naturaleza, estas or-

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  • ganizaciones estn abocadas a desarrollar cuantitativa y cualitativamentesu base social. Se desea y se necesita en las ONGD que cada vez seanms los colaboradores y que stos estn paulatinamente ms involucra-dos en la actividad asociativa. Se conoce en las asociaciones quinesson sus socios?, se sabe lo que piensan de la asociacin?, se tiene algu-na idea sobre cules son sus expectativas al respecto?, se podra aventu-rar cul es su disposicin a colaborar y participar ms intensamente con laasociacin?, se tiene alguna referencia sobre lo que podran aportar a laasociacin? Las ONGD, como entidades surgidas desde y mantenidas porun movimiento civil organizado, deben ampliar y mejorar la calidad desu representatividad y apoyo social. Las ONGD espaolas deben confi-gurar a su alrededor una base social numerosa, slida y participativa, quesea el pilar de sus actuaciones y de su futuro devenir.

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  • Captulo II

    El estado actual del apoyo ciudadano a las ONGD en Espaa

    Toda vez que ya ha quedado planteado con claridad el reto que le su-pone a las ONGD asentar su desarrollo operativo e institucional a travsde una mayor integracin y protagonismo de la base social en el proyectosolidario, la cuestin que surge de inmediato es conocer ms directamen-te y en detalle la composicin de este apoyo ciudadano. Para ello, se co-menzar por exponer sus dimensiones cuantitativas y cualitativas, y seculminar con una reflexin acerca de la tendencia que parece que va se-guir este modelo de apoyo asociativo.

    II.1. Anlisis cuantitativo

    En Espaa, existen alrededor de 11 millones de personas que figu-ran como socios de al menos una entidad no lucrativa (representa el40% de la poblacin espaola mayor de 18 aos). El nmero total decuotas se estima en unos 26 millones (J.I. Ruiz Olabunaga, dir.,2000: 138).

    No obstante, el sector que ha experimentado en las dos ltimas dca-das un crecimiento ms importante en cuanto a apoyo ciudadano es elrelativo a la cooperacin internacional. Si se toman como referencia lasorganizaciones federadas en la Coordinadora Estatal de ONGD, stashan pasado de contar con el apoyo de unos 900.000 socios7 en 1993

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    7 Se entiende por socio al donador regular (con independencia de su frecuencia) del que laONGD dispone de sus datos personales.

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  • (Coordinadora de ONGD-Espaa, ed., 1994: 219) a obtener el respaldode cerca de 1.700.000 en 1998 (Coordinadora de ONGD-Espaa, ed.,2000: 30).

    Si se analizan ms en detalle estas cifras, se advierte que tradicio-nalmente este colectivo se haya muy desigualmente repartido entrelas diferentes ONGD. Casi un 93% del mismo se concentra en las 11primeras organizaciones segn este baremo. Slo Cruz Roja Espaolaaglutina ms del 44% de este apoyo social. De las 82 organizacionesrestantes, slo dos superan los 10.000 aportantes, y despus se advier-te un salto que conduce a dos grupos numerosos, cuales son las quetienen entre 1.000 y 6.000 donantes y las que reciben apoyos en n-mero inferior a 1.000 individuos (Coordinadora de ONGD-Espaa,ed., 2000: 30). Este hecho supone que slo 15 ONGD disponen defondos privados en cuanta superior a los provenientes del sector p-blico.

    II.2. Anlisis cualitativo

    En cuanto a las caractersticas del apoyo social que reciben lasONGD, resulta pertinente subrayar que, en general, los espaoles nos in-clinamos ms por la participacin en asociaciones de carcter pasivo(solidaridad de demanda segn Daz-Salazar) que en las de carcteractivo (solidaridad de oferta segn el mismo autor), lo que conllevarauna cierta tendencia a la espasmodizacin de la solidaridad. La colabo-racin en acciones solidarias se ve fuertemente asociada a reaccionesemotivas, impulsivas, y superficiales o condicionada por modas pasaje-ras. Los espaoles somos muy susceptibles de participar en campaas desolidaridad peridicamente pero sin tomar la iniciativa de crear institu-ciones estables de fomento de la solidaridad (Nicaragua, Ruanda, Mitchcon ocasin de la catstrofe provocada por el huracn Mitch en Cen-troamrica, se ha batido el registro de recaudacin de donaciones realiza-da por la sociedad espaola para una causa humanitaria, llegndose a los27.000 millones de pesetas, por encima de los 17.000 del resto de laUnin Europea conjuntamente y de los 11.000 millones enviados por lapoblacin de los Estados Unidos. En este caso, las donaciones privadashan estado a la par de las ayudas pblicas enviadas por el gobierno espa-ol, slo que los fondos gubernamentales no se pueden considerar en sutotalidad libres de devolucin por parte de los receptores de los mismos).Esta pasividad lleva a los espaoles a una actitud de respuesta ms quede iniciativa.

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  • Otras caractersticas del apoyo social que se presta a las ONGD sonlas siguientes8:

    Asociacionismo preferentemente expresivo ms que instrumen-tal; de adhesin simblica o ideolgica, que ofrece recursos eco-nmicos, apoyo poltico y prestigio social, ms que de participacinactiva.

    Escasa experiencia directa en labores solidarias y an menos encooperacin internacional. Las motivaciones personales y, en par-ticular, las creencias individuales no ideolgicas adquieren priori-dad sobre los posicionamientos y las cosmovisiones poltico-socia-les. En conclusin, se trata de una base social con moderado talantecriticista.

    La identidad colectiva de la base social de las ONGD no est cla-ramente conformada ni tiene excesiva pujanza operativa. Los indi-viduos que conforman este grupo social no viven esta colabora-cin como algo central en sus vidas, que afecta a todas las esferasde su devenir. Tampoco recurren con frecuencia a signos externospara diferenciarse ni, en general, se constituyen en grupos cerra-dos, sectarios, de difcil acceso e interlocucin. En definitiva, exis-ten dosis de un cierto amorfismo grupal.

    Se trata de un colectivo que, unido a su escaso aporte participati-vo y proactivo, se caracteriza por una tendencia crnica a rehuirdel riesgo que supone la propuesta de nuevas ideas o el desarro-llo de iniciativas creativas para el movimiento asociativo solida-rio.

    En general, se advierte en este colectivo un cierto recelo a las je-rarquas, imposiciones y a la excesiva profesionalizacin (asociadaa mercantilizacin o empresarializacin) de las actividades de coo-peracin internacional.

    Los sectores ms propensos, que no necesariamente los ms nume-rosos, al asociacionismo en Espaa seran los siguientes: personasseparadas, de nivel universitario, entre 50 y 60 aos, residentes engrandes ncleos de poblacin, directivos empresariales y obreros,creyentes no catlicos y personas con rentas medias.

    Los grupos ms numerosos en las asociaciones son los siguientes:personas casadas, graduados de EGB, entre 31 y 50 aos, residen-tes en capitales, empleados administrativos y los que se declarancomo catlicos creyentes.

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    8 Caractersticas entresacadas de la descripcin del modelo de asociacionismo existenteen la sociedad espaola realizado por J.I. Ruiz Olabunaga, (dir.), (2000): 142-143.

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  • Si hubiera que encuadrar a las ONGD espaolas en un modelo aso-ciativo9 segn las caractersticas generales o predominantes de su apoyosocial, convendra hacer una distincin segn tamao. Las que cuentancon un mayor nmero de socios se encuadraran en el modelo denomina-do de xito ritual, es decir, cuentan con muchos socios pero que raravez acuden o participan en actividades de la ONGD. Las intermedias en-cajaran en la tipologa denominada de seleccin ritual, ya que poseenescaso apoyo social y adems el que tienen es poco participativo. Por l-timo, las pequeas se podran catalogar como de seleccin intensivapuesto que pese a tener pocos socios, stos s se muestran ms parti-cipativos que en los dos casos anteriores.

    Estas manifestaciones de impulsos e iniciativas solidarias proceden-tes de la sociedad espaola contrastan con su orientacin preferente haciala atencin de problemas como el paro, el medio ambiente y las drogas.Los ciudadanos consideran que stos son los principales problemas de lahumanidad, lo cual no deja de ser una manifestacin de una evidentetraslacin de los problemas ms cercanos a las problemticas universa-les. A esto hay que aadir que es sumamente escaso el nmero de espa-oles que se identifican a s mismos como ciudadanos del mundo. Laidentificacin supranacional es reducidisima (5%), ya que la mayor partede los ciudadanos de nuestro pas se identifica ante todo con lo nacional(47%) y lo local (28%). Adems, existe un escaso conocimiento directodel Sur, ya que slo un 4% de los espaoles ha viajado fuera de Europa yconoce algn pas latinoamericano. Los ciudadanos espaoles consideranque lo que sucede en el Este de Europa, en Amrica Latina y en el Africanegra apenas les afecta (alrededor del 64% piensan que poco o nada).Esto contrasta con que el 66% apoyara el destino del 0,7% del PNB aestos pases. Este contraste puede ser sntoma de poca implicacin. Ypara completar el cuadro sociolgico, resulta manifiesto que existe pocaconciencia de la insuficiencia de la ayuda que se enva a los pases empo-brecidos10.

    Como reflejo ms positivo del entorno social en Espaa, cabe citarque todas las encuestas que recientemente pulsan el estado de la solidari-dad de los espaoles con los problemas de las poblaciones en situacinprecaria coinciden en reflejar una valoracin muy positiva de las ONGDpor parte de la sociedad espaola, aunque muy poca gente las conoce osabe cmo trabajan. Sin embargo, la opinin pblica espaola no realizauna discriminacin clara entre las ONGD (salvo por el aspecto religioso)

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    9 Basado en J.I. Ruiz Olabunaga, (dir.), (2000): 137.10 La fuente de estas cifras es Rafael Daz-Salazar (1996).

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  • ni les importa. No obstante, el 65% de los espaoles encuestados estdispuesto a aportar una cantidad de dinero al ao a las organizacionesque trabajan por los pases ms pobres, y el 63% est dispuesto a pagarun pequeo impuesto adicional destinado a ayudar a esos mismos pases.Un 78% de la poblacin ocupada estara dispuesta a donar un da de susalario al ao a causas de inters social. Por consiguiente, se puede esti-mar que el pblico potencial de donadores en Espaa para estas causas esde unos 10 millones de personas. Hoy en da, socios de ONGD slo sonalrededor de 1 milln y medio de ciudadanos. Una posible explicacin aesta realidad es que aunque el 84% de la poblacin encuestada se consi-dera solidaria, slo un 20% colabora con alguna ONGD11.

    II.3. Anlisis tendencial

    Despus de repasar las caractersticas cuantitativas y cualitativas msrelevantes del apoyo que presta la sociedad espaola a las causas humani-tarias y, ms en concreto, a las ONGD, se podra atisbar que, tal y comomanifiesta el profesor Elzo, nuestra sociedad se encamina hacia un mode-lo solidario crecientemente indoloro, puntual y distante.

    Frente a esta ms que probable tendencia, lo verdaderamente impor-tante es la movilizacin de las conciencias ciudadanas, y conducir estasensibilidad por los otros hacia un compromiso creciente. Esta dinmicarequiere grandes dosis de imaginacin, creatividad, humildad, claridad deplanteamientos y de objetivos. La movilizacin de la ciudadana se con-sigue a partir de la generacin de confianza y de credibilidad social.

    En respuesta a esta necesidad, las ONGD han sabido aprovechar elCdigo de Conducta aprobado en 1998 por la Coordinadora estatal pararecoger, en su apartado 3.4 de la primera parte, la siguiente declaracinde intenciones: Las ONGD velarn por que la procedencia de las dona-ciones que reciban no impida su libre actuacin y no suponga un obs-tculo alguno para la consecucin de los objetivos que les son propios.Respetarn siempre la voluntad de donantes en lo que se refiere al desti-no final de sus fondos. Darn cumplimiento al derecho de stos a recibirla correspondiente certificacin de la donacin. Debern definir con pre-cisin lo que entienden por socios y/ colaboradores cada vez que difun-dan documentos oficiales con datos relativos a estos conceptos.

    Estas directrices se complementan en el apartado 4.2 de la primeraparte, donde se hace referencia a la captacin de recursos econmicos en

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    11 La fuente de estas cifras es la revista Consumer de Eroski Publicaciones (ed.) (1998).

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  • los siguientes trminos: Toda actividad de captacin de fondos que rea-licen las ONGD se ajustar al marco legal, as como a los principios ticosestablecidos en este cdigo, especialmente en lo referente al epgrafe 5Pautas comunicativas, publicidad y uso de imgenes. Todas las activi-dades de captacin de fondos debern ser veraces y evitar mensajes en-gaosos, describir correctamente la identidad de la organizacin, hacerllamadas a las que la organizacin vaya a poder responder adecuadamen-te y evitar el uso de tcticas presionantes o culpabilizadoras. Las ONGDestarn obligadas a adjuntar las cuentas econmicas a la memoria queanualmente se realice y darn conocimiento de los datos econmicos a sussocios y donantes y a las contrapartes con las que trabajen. Las ONGD,con ingresos superiores a 50 millones de pesetas, debern llevar a caboauditoras econmicas externas anuales de la organizacin, que estarn adisposicin de todo aquel que las solicite.

    Para responder debidamente al reto de construir confianza con losciudadanos, las ONGD deben tener siempre presente que entre dar tiem-po o dinero a una organizacin y recibir algo a cambio existe una rela-cin muy difusa y poco directa. Por lo tanto, resulta fundamental para labuena marcha de la ONGD que sta emplee los sistemas de gestin msadecuados para manifestar comportamientos coherentes tanto con los va-lores e ideales predicados por la organizacin como con los mnimos ti-cos propios del sector. A esto hay que aadir que no basta con realizaractividades satisfactorias con el dinero o tiempo recibidos sino que tam-bin es preciso comunicarlo y legitimarlo mediante grandes dosis de co-herencia.

    En resumen, las ONGD espaolas cuentan con un apoyo social queresulta insuficiente y desequilibrado a nivel cuantitativo, que se manifies-ta pasivo, reactivo e impulsivo en trminos cualitativos y cuya tendenciahabra que corregir para alcanzar una base social ms comprometida tantocuantitativa como cualitativ