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IA CUESTIÓN FERRÁN

EN EL ATENEO

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ACTAS DE LA DISCUSIÓN

HABIDA EK

EL ATENEOACERCA DE

LA CUESTIÓN FERRAN

MADRIDIMPRENTA Y LIBRERÍA DE NICOLÁS MOYA

Carretas, 8 y Garcilaso, G.

1885

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ADVERTENCIA PRELIMINAR

El presente libro es una fiel y exacta re-producción de los discursos pronunciados re-cientemente en el Ateneo de Madrid, conmotivo de las inoculaciones del Dr. Ferrany su sistema profiláctico contra la epidemiacolérica.

Esta discusión, importantísima bajo elpunto de vista científico, y de general inte-rés en las actuales circunstancias, no podíadarse á luz sin ir precedida de la exposicióncompleta del sistema del Dr. Ferran, puesmal pudieran los lectores formar cabal ideadel curso de este debate, sin fijar antes suatención en todos los puntos esenciales queabraza la tesis objeto de las controversias queforman este libro.

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Fundándonos en estas razones, hemoscreido de absoluta necesidad que á este de-bate, tan brillantemente sostenido en el Ate-neo, precediera la exposición de dicho sistemahecha por el elocuente catedrático de Valen-cia doctor Gimeno en las conferencias dadaspoco tiempo antes en el mismo Centro cien-tífico. Pero como al fin y al cabo estas con-ferencias no forman parte de la discusión til-timamente sostenida, y no obstante nos he-mos visto en la necesidad de publicarlas,damos á los lectores esta ligera explicación,por más que en su ilustrado juicio hubieraninterpretado fielmente nuestro propósito aunen el caso de habernos abstenido de hacerestas sencillas aclaraciones.

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CONFERENCIA DEL 27 DE MAYO DE 1885Á CARGO DEL

DOCTOR D. AMALIO GIMENO

.SEÑORES :

Hace próximamente tres meses que el ilus-tre presidente de este Ateneo, mi queridoamigo el Sr. D. Segismundo Moret, dirigía suelecuentísima palabra á los socios del AteneoCientífico Literario de Valencia. El represen-tante que en mi persona tiene aquí hoy aquellacorporación, es para vosotros el objeto de uncambio bien desigual é injusto. Si yo hubiera deconfesaros lo que por mí pasa en este momento,os diría que estoy empequeñecido, casi aniqui-lado, porque me asusta la grandiosidad de estelocal, á que no estoy acostumbrado, me asustanlas sombras de esos retratos y la autoridad indis-cutible de las elocuentísimas voces que han reso-nado en este recinto. Si no fuera, pues, por lo

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altísimo de la empresa á que me hallo dedi-cado hace algunos meses y por la cual he aban-donado clientela, amigos, familia y todo, me en-contraría sin palabras con que expresar mi pen-samiento, tardo siempre, pero más en estaocasión, en que me dirijo á tan ilustradísimo au-ditorio.

Pero se trata, señores, de una cosa que en po-cos dias ha despertado poderosamente la atencióndel mundo científico : se trata de una cosa de al-tísimo interés, de una cosa con la cual se relacio-nan los intereses más vitales, de humanidad, yhasta los intereses del comercio y de la tranqui-lidad pública. De todas maneras, no soy yo quienhabla realmente, habla por mis labios el Dr. Fer-ran , y alguna explicación he de dar sobre estasustitución de personas.

Hace cinco meses tomaba yo el tren desde Va-lencia en compañía de un distinguido compañero,catedrático supernumerario de la facultad deCiencias de aquella Universidad, el Dr. Colvée, yde un antiguo amigo mió, ayudante también dela Facultad de Medicina, el Dr. Garin. íbamos ávisitar en Tortosa á un humilde médico de par-tido, entonces desconocido, y que hoy dia con sunombre llena el mundo entero, el Dr. Ferran; eíbamos á visitarle, porque teníamos noticia, por untelegrama dirigido al Dr. Letamendi, de que ha-bía descubierto el medio de inocular el microbioatenuado del cólera morbo y había producido con«1 la vacunación artificial en los conejos. Yo, que-

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ya conocía al Dr. Ferran por sus escritos, an-siaba ver por mis propios ojos aquel gran ensayo,aquel gran esbozo de la idea generosa que habíade conmover á la ciencia médica española y uni-versal. Llegamos, pues, á Tortosa, á la que unamigo mió ha calificado de ciudad santa del mi-crobio, como Benarés es la ciudad santa de losindios, y la Meca la ciudad santa de los árabes,íbamos allí al modesto retiro, á un laboratoriopobre y oscuro, como pobre y oscuro era aquelde Claudio Bernard, que luego llenó con su glo-ria el mundo entero. Aquella noche, pasada eninterminable coloquio con el Dr. Ferran antepreparaciones fito-microbianas en sus diferentesfases, será una noche inolvidable para mí, porquede ella ha brotado la batalla anticolérica de esteverano y ha surgido una dulcísima y fundada es-peranza para la ciencia y para la humanidad.Me dirijo á hombres que se dedican á todos losramos del saber : literatos, artistas, hombres deciencia y de bufete : todos vosotros, cualesquieraque sean los que me escuchan, habréis tenido enmomentos de estudio junto al microscopio, juntoal telescopio, junto á la redoma ó sobre los libros,algún instante de satisfacción y de noble orgullo ;los unos, al contemplar lo infinitamente grande ;los otros, al admirar lo infinitamente pequeño ;algunos, sintiéndose extasiados ante las miste-riosas armonías que han brotado de su cere-bro ; otros, al ver en el lienzo los colores que conel pincel han extendido ; esos momentos de en-

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— 10 —carnación de la idea son siempre, para el que ex-perimente por sí lo que él mismo ha creado, arro-badores, entusiastas, grandes y magníficos. Asípodréis comprender, señores, que el médico queha podido ver en la platina del microscopio, en-cerrado entre dos láminas de cristal, al microbioterrible de una enfermedad no menos terrible, ylo ha estudiado en todas sus fases, ha debido sen-tir un escalofrío de placer inefable, que no sedescribe, pero que lo comprenden todos cuantoshan creado algo en el mundo. (Aplausos).

Yo, señores, al contemplar la obra de uno denuestros médicos, al ver que lo que había sido enmanos de Koch el «bacillus virgula», era algomás en manos del sabio español, hasta entoncesdesconocido, al ver que del «bacillus virgula»había brotado otra cosa y se desarrollaba todo elciclo evolutivo del microbio colerígeno, me sentíorgulloso de ser español, y estreché con efusiónla mano de Ferran, que desde entonces ha sidomi amigo íntimo y querido.

Pasaron dias, semanas y meses, y la desgraciavino á cernerse en forma de terrible enfermedadsobre una de las más ricas comarcas españolas,sobre la provincia de Valencia. Empezó el cólera,y á la vez que el temor á sus estragos, surgió laesperanza vivísima de que la idea brotada en elcerebro de Ferran había de encontrar brillante yconsoladora confirmación. Le acompañamos á Já-tiva, á Alcira, donde el cólera había sentado susreales, y empezó la campaña que le ha hecho eo~

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nocido, no sólo en España, sino en todo el mundocientífico.

Una advertencia para entrar de lleno en mate-ria. Ferran es hombre laboriosísimo, modesto,pero sin palabra. Cada uno en este mundo nacecon una aptitud especial. El que mucho descubrey mucho investiga, regularmente no suele servirpara otra cosa : es muy difícil que el que crea unadoctrina sirva para propagarla ; yo no sirvo másque para esto último, y acepto humildemente mipapel en este empeño, habiendo ofrecido á Ferrande una manera espontánea el auxilio de mi pobrepalabra y de todas mis fuerzas. Hé aquí, pues,justificada mi situación ; hé aquí por qué decíaantes que he venido á hablaros en nombre delDr. Ferran.

No esperéis en el curso de esta conferenciamás que una simple exposición de los fundamen-tos científicos de la «inoculación preventiva contrael cólera», según el método Ferran, y de los re-sultados prácticos que hasta el presente se hanobtenido ; exposición sencilla, desnuda de galasoratorias de toda clase, didáctica, rigurosa, fria yrazonadora. Voy, pues, á decir algo que se pa-rezca á una lección pronunciada ante personasque saben de antemano lo que se va á decir.

La inoculación preventiva contra el cóleradice ya lo que es. Se trata de manejar un armadefensiva ; se trata de utilizar un medio preser-vador, de hacer algo que coloque al organismohumano en condiciones de ser refractario á la in-

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vasion de la terrible enfermedad ; pero como notodos los que me escuchan son médicos, permi-tidme exponer antes algunos antecedentes, deciralgo de cuanto se ha hecho en este particular,como lo haré en brevísimas palabras.

Empiezo por hablaros de lo que se llama orga-nismo inmune. La inmunidad consiste en que elorganismo sea refractario á la invasión de una en-fermedad, pero la palabra «inmunidad» se aplicaespecialmente á los organismos refractarios á en-fermedades infecciosas, y no necesito explicar loque se entiende por enfermedad infecciosa. Desdeel momento en que la inmunidad se refiere al có-lera, asalta la duda de si el cólera da ó no inmu-nidad, de si el individuo atacado una vez puedeserlo otra ú otras veces.

Señores, la mayor parte de las enfermedadesinfecciosas dan inmunidad, colocan al organismoen condiciones de no sufrir nueva invasión, ó sila sufre, ésta es una enfermedad atenuada. Daninmunidad la peste negra ó de Levante, la fiebreamarilla, la peste bubónica, la fiebre tifoidea yotras muchas. Claro que la inmunidad no es ab-soluta ; el que ha padecido la fiebre amarilla, porejemplo, y después ha salido de América, cuandovuelve á aquellas regiones puede ser atacado se-gunda vez. Respecto á la viruela, también hayindividuos que la padecen dos y tres veces ; ejem-plo histórico el de Luis XY, que la padeció á los14 años y volvió á padecerla á los 74.

¿Producen inmunidad el carbunclo y la hidro-

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fobia? Antes se creía que no, pero en 1879, ha-biendo sido comisionado M. Pasteur para com-probar la verdad de un recurso terapéutico queLouvier, un veterinario de su país, presentabapara curar el carbunclo en los animales, pudoconvencerse de que los que, habían padecido elcarbunclo natural quedaban inmunes ante nuevasinvasiones. También se ha visto que existe lainmunidad para los perros inoculados preventiva-mente del virus rábico atenuado. Y si la mayorparte de las enfermedades producen inmunidad,¿puede escapar el cólera á esta ley? No, señores:el cólera da inmunidad. Si acudís al testimoniode los médicos más ilustres, os dirán que es rarí-simo que el individuo atacado una vez por el có-lera, vuelva á padecer la enfermedad en la mismaepidemia ó en otra. Así lo afirman Samano, Pet-tenkofer y Griesinger. Se citan casos, sin duda,de individuos que han padecido dos y tres vecesel cólera, pero repito que son casos excepciona-les y no destruyen la regla general.

Abandonando, pues, este terreno puramente deautoridades, hay un argumento poderoso quehace acallar todas las impugnaciones, porque seapoya en hechos indiscutibles. Los individuosque abandonan una población epidemiada al prin-cipio de la epidemia, y vuelven cuando ya está ápunto de terminar, son los más furiosamente ata-cados. Y esto, ¿qué quiere decir? Que los indivi-duos que permanecen durante todo el tiempo dela epidemia, llegan á adquirir cierta inmunidad

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que no tenían, porque han sufrido una especie devacunación espontánea del microbio cultivado ensu cuerpo, condición que no tienen los que salende la ciudad y luego vuelven. (Muestras de asen-timiento). Esas demostraciones me indican unacosa, y es que el argumento se impone, porquela verdad se impone á todo el mundo. Hay más :cuando la epidemia vuelve á aparecer en el mismopueblo, aquellos que menos tiempo estuvieron encontacto con el foco durante la epidemia anterior,son los primeros atacados. Luego el cólera da in-munidad ; luego no escapa á la ley biológica ge-neral de las enfermedades infecciosas. ¿Qué im-porta que la inmunidad sea más ó menos larga ypoderosa, que sea más ó menos intensa? Basta conque la haya en cualquier grado que sea. Insistoen esto, señores, porque es lo fundamental; por-que si se niega que el cólera produce inmunidad,habrá que negar la eficacia de la inoculación pre-ventiva. Resulta, pues, de todo esto, que el mi-crobio colérico, cuando ha sufrido atenuación,puede dar una enfermedad análoga, pero másleve, y colocar al organismo en condiciones deresistir esa enfermedad terrible, cuya cifra demortalidad pasa de 50 por 100.

¿Y qué es esta inmunidad? Es un punto oscu-rísimo de la patología, muy difícil de resolver,pero que nada lo resuelve tan fácilmente como lateoría microbiana. Ninguna hipótesis explica me-jor la inmunidad que esta teoría.

¿Y cómo se explica entonces la inmunidad?

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De tres maneras.Primera teoría : La introducción del micro-

bio, causa de la enfermedad, ha de producir,por su multiplicación, por su desarrollo en unmedio nuevo, por sus productos de desasimila-cion, alguna modificación especial. Esta modifi-cación será permanente, por más ó menos tiempo,en el organismo, y se irá transmitiendo de molé-cula á molécula, de protoplasma á protoplasma yde célula á célula, como se transmite una con-signa de centinela á centinela, ó como se trans-mite el espíritu de las nacionalidades, aunquedesaparezcan todos los individuos de una genera-ción. (Bien, bien). Pero llegará un día en que esamodificación molecular vaya perdiéndose, comose pierde la onda en el agua por la distancia y eltiempo, y entonces la inmunidad desaparecerá.Y de aquí surge el hecho clínico, elocuente, irre-batible , de que al cabo de siete, ocho ó diez añoshay que revacunar al individuo contra la viruela,como al cabo de un año hay que revacunar á losanimales contra el carbunclo, y al cabo probable-mente de algunos meses hay que revacunar a)hombre contra el cólera.

Segunda teoría. El microbio, por un productode desnutrición, deja en los elementos celularesalgo que impide que, cuando venga el nuevo cul-tivo del microbio virulento, éste pueda propa-garse. Algún argumento pudiera oponerse á estateoría. Toda sustancia extraña que no sea aná-loga á los componentes de los tejidos, tiene que

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— 16 —eliminarse ; es una ley biológica. Si el microbio,causa específica de la enfermedad, segrega algúnproducto de distinta naturaleza que los elemen-tos normales de nuestros tejidos, tendrá que eli-minarse, y entonces desaparecería la inmunidad.

L/a tercera teoría explica mucho mejor todoesto. El microbio, para vivir como planta mi-ci'oscópica, como un hongo apenas perceptible,para cultivarse en nuestros tejidos, necesita robaralgo que le sirva de nutrición, de alimento ; esealgo lo roba á la sangre, al plasma, y será pre-ciso algún tiempo para que ese algo vuelva á for-marse. Si en ese tiempo llega el microbio viru-lento causa de la enfermedad, y se encuentra sinese algo que le ha robado el microbio de la va-cuna , no puede nutrirse, no puede desarrollarse,ni puede, por tanto, producir sus desastrososefectos.

Permitidme una comparación tomada del reinovegetal. La tierra que ha gastado sus elementospor el cultivo y ha producido una determinadacosecha, tiene necesidad de ser abonada ó de des-cansar un año para que pueda meteorizarse y re-ponerse de los elementos que por el primer cul-tivo le fueron sustraídos ; porque si no, no podríaproducir otra cosecha. Pues este ejemplo es apli-cable al cultivo del microbio de la vacuna y aldel microbio virulento.

Si algo hiciera falta en apoyo de esta teoría,los estudios modernos de Raulin vendrían á ser-virla de comprobación. Existe, según Eaulin,

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— 17 —un microbio patógeno, un moho, el « aspergillusniger, » especie de felpilla negruzca que acom-paña ó precede á la putrefacción del pan empa-pado en vinagre ó de los frutos ácidos, como lanaranja y el limón ; Raulin ha conseguido culti-var este micrófito en líquidos artificiales en queentran sales de amoniaco, de potasa y de magne-sia, de ácido tártrico, azúcar y una pequeñísimacantidad de zinc (1 por 50.000), indispensableéste para que se desarrolle el hongo. Al cabo detreinta y seis ó cuarenta y ocho horas el líquidode cultivo está cubierto de una película, primeroblanquecina, después verdosa amarillenta y porúltimo negruzca ; se recoge esa película, se secay se pesa. Después se separa del mismo líquido laque podíamos llamar segunda cosecha, y pesán-dola se ve que apenas llega á la mitad de la pri-mera, y en las cosechas sucesivas va disminu-yendo, hasta que la planta no puede cultivarse.¿Por qué esta degradación? Porque se ha idoagotando en el líquido la pequeñísima porción dezinc que contenía, y ya no sirve para la nutri-ción y desarrollo del parásito. Sin zinc no sirve.

Ahora bien ; ¿puede tener nadie la pretensiónde conocer en sus últimos detalles la composiciónquímica de nuestros humores? ¿No es posible quealgo exista en ellos que se escape al más detenidoexamen químico-biológico, y que una vez elimi-nado ó agotado ese algo, sea imposible la exis-tencia del microbio colerígeno? {Bien, bien).

Sentado el gran principio de la inmunidad, voy,

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corno Dios me dé á entender, á describir la his-toria de las vacunas artificiales. La idea matrizes ya antigua en la humanidad ; los chinos prac-ticaban la variolización, y de ellos la aprendie-ron los ingleses y los holandeses ; de suerte, quemucho antes de que Jenner descubriera la va-cuna, se había buscado la manera de precaversecontra la viruela en toda su gravedad, produ-ciendo una afección de la misma clase, pero be-nigna y preservativa.

Todavía no hace muchos años que Auziás-Tu-renne trató de hacer la sifilizacion fundada en elmismo pensamiento. Pero á quien corresponde lagloria de haber sentado sobre bases científicas lateoría de las vacunaciones artificiales es al ilustrePasteur, gloria de la Francia ; todo cuanto se hahecho sobre inoculación de virus artificialmenteatenuados data de muy pocos años, y empezó porun ensayo de patología comparada, ó mejor di-cho, de veterinaria experimental.

Se había desarrollado una enfermedad quediezmaba la población de los corrales, enferme-dad conocida con el nombre de cólera de las ga-llinas, y debida á un parásito vegetal que puedefácilmente aislarse y cultivarse. Había observadoPasteur que tomando una gota del cultivo y sem-brándola en otro líquido á propósito, y de este áotro, de manera que en cada uno no permane-ciera más de veinticuatro horas, el microbio noperdía absolutamente nada de su poder patógenoy era capaz de matar por inoculación ó por in-

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— 19 —gestión como lo hacía el del primer cultivo. Yobservó también que si en vez de estos cultivosen serie se dejaba el parásito por largo tiempo enel mismo líquido, se convertía en un virus pató-geno sí, pero casi nunca mortal y que asegurabala inmunidad á las gallinas que de él habían sidoinoculadas, aunque después en otra inoculaciónse las sometiese á la acción del virus más puro yenérgico ; es decir, que el microbio atenuado pro-ducía una enfermedad benigna y preservativa.

Este descubrimiento, debido al azar, fue elpunto de partida de las vacunas artificiales, y eni'\ Congreso médico de Londres de 1881 pudoPasteur presentar por primera vez el ejemplo deun agente de esta naturaleza. Ya entonces excla-maba el ilustre sabio que aquel era un inmensoporvenir abierto ante la medicina experimental,y decía que desearía tener la vida de muchas ge-neraciones , para ver hasta dónde llegaban losdescubrimientos que por ese camino se hicieran.¿Cómo había de pensar que pocos años despuéslos principios que él aplicaba á la patología vete-rinaria se habían de aplicar á la patología hu-mana?

De los ensayos sobre el « diplococcus » del có-lera de las gallinas pasó Pasteur al estudio de la«. bacteria » del carbunclo ; y consiguió cultivosatenuados, no ya por la acción del oxígeno comoen el <(. diplococcus, » sino por la influencia dedeterminada temperatura ; y cuando ante la Aca-demia de Ciencias de París presentó sus trabajos,

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hubo una explosión de entusiasmo en toda laFrancia. Será fecha memorable la del 5 de Mayode 1881, en que se hizo el primer ensayo públicodel descubrimiento de Pasteur sobre la vacuna-ción del carbunclo. Se inocularon con el virusatenuado 24 carneros, una cabra y seis vacas, yse dejaron sin inocular 25 carneros y cuatro va-cas. Segunda inoculación se hizo en los primerosel 17 de Mayo, y el dia 31 se sometieron todoslos animales, los vacunados como los no vacuna-dos, á la inyección del microbio no atenuado,sino en toda su pureza y todo su vigor. Dos diasdespués, el 22 de Junio, todos los animales vacu-nados gozaban perfecta salud,' y todos los no va-cunados hablan muerto ó estaban á punto demorir.

Tras de este descubrimiento ha venido el de lavacuna de la perineumonía infecciosa, y hasta elde la hidrofobia, cuyo microbio todavía no se hadescubierto, y, sin embargo, ya está descubiertay comprobada la vacuna. Y todo, señores, por elmismo procedimiento : atenuación del virus porla acción del oxígeno, ó por la del calor, ó porsustancias antisépticas prudentemente manejadas,etcétera ; es decir, que el secreto para convertirel microbio patógeno y mortal en benigno, el se-creto de domarle y de convertir su terrible ata-que en arma de defensa, no es más que la ate-nuación : cultivar esos virus, esas plantas micros-cópicas en condiciones tales que enfermen, queno puedan conservar toda su virulencia, y que,

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sin embargo, todavía puedan producir en nues-tro organismo modificaciones, que sin atacar fuer-temente á la salud ni mucho menos á la vida, lehagan inmune y refractario á la enfermedad viru-lenta.

Ya habréis comprendido cuáles son las basesen que se apoya la vacunación anticolérica. Nohay nada de extraño, nada misterioso, nada quepueda trascenderá charlatanismo; es una cosa muynatural y muy lógica, que nadie puede negar másque envolviéndose en la ignorancia más absoluta,ó siendo pasto de la envidia ó de la mala fe.(Grandes aplausos).

¿Qué es la inoculación preventiva contra elcólera? La aplicación de los principios que lieexpuesto ; la atenuación del virus colérico. ¿Ycuál es el virus colérico? No puedo dudar en afir-marlo : el microbio bautizado por Koch con elnombre de « bacillus virgula, » y que la cienciacontemporánea conoce ya con el de « peronósporaFerrani. »

La vacuna del cólera nada ofrece de increíblepara los que saben lo que Pasteur ha hecho en es-tos cuatro últimos años ; es la atenuación del mi-crobio. Tampoco es posible negar después de lostrabajos de Koch, de Nicati, de Kietsch, de VanErmengen y de F erran, que el microbio del có-lera morbo, que su única causa es el « bacillusvirgula. x> Está probado, en primer lugar, por laexistencia constante del « bacillus » en todos loscoléricos; los mismos microbiólogos que en un

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principio la negaban han tenido que reconocerla.Pero no basta haber comprobado esta coexisten-cia, no basta que en las deyecciones y en la tú-nica intestinal de todos los coléricos haya « baci-Ilus?, » es preciso hacer una completa diferencia-ción entre esos y los demás « bacillus. » Señores,antes no se conocían los « bacillus virgula,» perodesde que Koch habló de ellos, se han encontrado<c vírgulas )> por todas partes ; los encontró De-neke en el queso y Lewis en la saliva, y se hanencontrado en las deposiciones de la disentería,en la leucorrea, en el cáncer uterino, y hasta enlos estanques de la Casa de Campo. (Estrepitosasrisas // aplausos.)

¿Qué he decir de esa multitud de «vírgulas?»Yo rogaría á muchos de esos microbiólogos queme diferenciasen una almendra amarga de unaalmendra dulce, un grano de trigo de otro granode trigo, ó una semilla de melón, ó mejor de ca-labaza, de otra de igual especie. (Risas). No bastaver al microscopio la forma de un bastoncillo en-corvado para decir que es el vírgula del cólera;hay que cultivarle, hay que seguir su desarrollomorfológico, hay que estudiar cómo reacciona enlos organismos vivos ó en los líquidos de cultivo.Los «vírgulas)) del cólera tienen sus caracterespropios, exclusivos, y se distinguen principal-mente por su ciclo evolutivo, descubierto porFerran, lo cual solo, bastaría para darle gloriaimperecedera, aunque la vacunación anticoléricano fuera un hecho, como para mí lo es.

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Todavía hay más para probar que el bacillusvírgula es la causa del cólera, y es su acción pa-togenésica indisputable. Cuando Kocli hubo he-cho su expedición á Egipto, después á la India,y, por último, á Marsella y Tolón, cuando ricode experiencias y de descubrimientos volvió áBerlín y dio su conferencia ante el Consejo im-perial de Sanidad, aseguraba que para él casiera un sueño que pudiera producirse el cólera ex-perimental ; y un compatriota suyo no menos ilus-tre , el célebre Virchow, casi renunciaba á laesperanza de producir en los animales la enfer-medad colérica del hombre. Pero no pasó muchotiempo sin que Nicatii Kietsch, Van-Ermengeny Ferran hallaran medio de producir á voluntadel cólera experimental en el hombre. Ya no esposible dudar ; aislado el bacillus, cultivado, in-yectado en los animales ó ingerido por la boca ódepositado en el duodeno, ha producido siemprela misma enfermedad de la cual provino ; ¿quémás puede pedir la medicina experimental? ¿Pue-de haber algo más evidente que estos hechos?

Dos bases sólidas, dos columnas firmísimassirven de apoyo al sistema de la inoculación con-tra el cólera : 1.a La atenuación de los virus de-bida á Pasteur; 2.a la seguridad de que el micro-bio del cólera es el «bacillus vírgula», el «pero-nóspora Ferrani». Pues si el cólera es debido almicrobio se puede atenuar; si una vez atenuadoes capaz de producir en el hombre una enferme-dad ligerísima y de ningún peligro, que le hace.

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refractario á la terrible enfermedad, la vacuna-ción anticolérica es un hecho científico y experi-mental. Y aquí tenéis ese remedio secreto, mis-terioso, que ha aplicado el Dr. Ferran. Ferran haido á buscar la enfermedad allí donde más estra-gos causa, ha practicado su vacunación, nombreno bien adecuado, pero que no podremos impedirque el vulgo lo adopte por asociar ese nombre ála idea de preservación, y hoy puede ofrecer almundo un éxito tan asombroso , como lo pruebanlos datos que voy á leer.

Una de las poblaciones primeramente ataca-das fue Alcira, que cuenta con 16.000 habitan-tes , y que desde los primeros momentos acogiócoa entusiasmo la idea de Ferran y se prestó gus-tosa á las vacunaciones ; sólo así se explica quecasi la mitad de sus. pobladores hayan sido inocu-lados. Pero como toda empresa grande, comotodo lo que se eleva del nivel ordinario encuen-tra por abajo el ratón roedor y por arriba unaatmósfera mefítica en que se quiere ahogarlo,aunque nunca se consigue (aplausos), la empresanobilísima de Ferran ha tropezado con la envi-dia, con la mala fe y con la calumnia ; tres ene-migos irreconciliables de todo lo que es grande yde valía ; se ha hablado de gangrenas producidaspor la inoculación, de accidentes graves y demuertes repentinas. Todo eso es falso, absoluta-mente falso. Los once médicos que hay en Al-cira , unidos en una sola voz, formulan una pro-testa , que hoy mismo he recibido por el correo,

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y que voy á leeros para que aquí reciba su pri-mera publicación, para que en este recinto se hagala primera justificación de Ferran. Dice así:

(Leyó- la carta citada, que empieza por des-autorizar las noticias que en Madrid han circu-lado y los juicios adversos á la inoculación pre-ventiva, y consigna un cuadro estadístico de losatacados de cólera morbo, inoculados y no inocu-lados, desde 1.° de Mayo hasta el dia de la fe-cha, con expresión de los resultados obtenidos.

Población de Alcira.— 16.000 habitantes.Inoculados 7.043 ; reinoculados, 4.117.

Invasiones : En los no inoculados, 95 ; en losinoculados, 12; en los reinoculados, 6.

Defunciones : En los no inoculados, 45 ; enlos inoculados, 3 ; en los reinoculados, 0.

Termina la carta con una nota, en que se con-signa que ninguno de los 'invadidos entre losinoculados ha sufrido la invasión después de loscinco dias siguientes á la inoculación, y que unotenía ya la diarrea premonitoria cuando se le hizola inoculación).

Es decir, que la población de Alcira, que esde 16.000 habitantes, se encuentra inoculadacasi la mitad : 7.043 individuos. A la mitad dela población no inoculada han correspondido 95invasiones ; á la inoculada, 12 ; á la reinocu-lada, 6 ; total 18. Después han correspondido 45fallecimientos á los 95 no inoculados, 3 á losinoculados y 0 á los reinoculados, advirtiendoque ninguno de los tres citados ha muerto des-

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pues de los cinco dias de inoculación, y esto ne-cesita una explicación.

Es muy fácil que la inoculación preventivacontra el cólera en una población epidemiada sehaga en las siguientes condiciones ; que vengan ¡tvacunarse individuos aparentemente sanos, peroinfestados sin saberlo, porque se encuentren enel período de la incubación, que dura de tres ánueve dias, y más frecuentemente de cinco ásiete. Es decir, que al inocularlos ya están infes-tados, y durante los cinco dias que siguen á la in-cubación hace su explosión la enfermedad co-lérica.

Los tres fallecidos se encontraban , pues, den-tro de estas condiciones, dentro de los cinco diasde incubación. Ninguno de los 7.043 inoculadosha muerto después de los cinco dias. ¿Se quiereun hecho más elocuente? Esta estadística no sedebe á Ferran ; está formada por el cuerpo me-dico de Alcira.

Hé aquí cómo se contesta á la calumnia y liéaquí cómo una empresa honrada y noble puededefenderse de asechanzas que fácilmente se, des-vanecen con un soplo.

Y termino, señores, haciéndoos una excita-ción, porque os canso y me canso. (JYo. no). Hetratado de exponeros lo que debe entenderse porvacunación artificial ó inoculación preventivacontra el cólera ; creo haberlo explicado, no congalas oratorias, que hubieran sido inútiles en estaocasión, sino de una manera clara, con el estilo.

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— 27 —didáctico á que estoy acostumbrado. Todo el quealgo vale encuentra grandes dificultades en su ca-mino ; las que lia encontrado F erran hasta ahorason bien poca cosa ; espero que encontrará más,creo que encontrará todavía algo más de calum-nia, de difamación, de persecuciones de todo gé-nero en su patria misma, que nadie es profeta ensu patria ; pero tengo la seguridad de que Fer-ran, con cuya amistad me honro, estará persua-dido, como lo estáis vosotros, de que esto es ne-cesario para el triunfo de su idea, que no haynada grande que no necesite el martirio. El mar-tirio empieza, pero el Dr. Ferran no será el únicomártir ; tendrá muchos á su lado, y sobre todo á,su lado estará la opinión pública, que algo vale,la cual está esperando la regeneración de la cien-cia española y de esta patria, tan mal apreciadapor el extranjero hasta el presente». (Grandes •//prolongados aplausos).

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CONFERENCIA DEL ÍO DE JULIO DE 1885A CARGO DEL

DOCTOR D. AMALIO GIMEN O

SEÑORES:

Hace ya bastantes años un tribuno eminen-tísimo , gloria de la elocuencia española, decíadespués de un largo ostracismo : « Vuelvo á vos-otros como un náufrago á playas amigas». Yotengo necesidad de repetiros lo mismo aunquede distinta manera. Hace poco tiempo despe-díais el barco de nuestras ilusiones con bravos ypalmadas desde el muelle: hoy vuelve de nuevo ávuestro puerto. Mes y medio ha durado la trave-sía : el viaje ha sido corto, pero la marejadafuerte, la cerrazón de las dudas oscurísima y re-cios los vientos de la contrariedad. Y hoy, des-pués de rudos embates, venimos á buscar entrevosotros, en la tranquilidad de vuestras aguas,la calma que necesitamos y el consuelo que nosfalta.

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Justificada está, pues, mi presencia en este si-tio ; en esta tribuna libre donde no hay temoresque anublen el pensamiento honrado, ni trabasque embaracen el lenguaje de la verdad. Vais áoirme hablar nuevamente de Ferran, empezandopor hacer constar que está cumpliéndose, res-pecto á esto, una ley histórica ineludible; quese impone á todo aquello que algo vale, á todoaquello que proclama algo nuevo: esa ley histó-rica tiene que cumplirse á través de los tiempos:esa ley está realizándose, y es nuestro tormentocon todas las tribulaciones y amarguras que nosaporta.

Os advierto que voy á procurar ser todo lomás breve posible para no molestar vuestra aten-ción sino lo puramente necesario ; pero que tengotambién necesidad ineludible de hacer de algunoshechos una breve historia.

El cólera morbo asiático hizo su aparición so-lemne en Játiva á mediados de Marzo. Quincedias después, el Sr. Ferran, rogado por mí,abandonaba á Tortosa y llegaba á Valencia parahacer fructificar la idea salvadora de la inocula-ción anticolérica. Aquel primer paso dio tam-bién á nuestros enemigos la señal de ataque, y laprimera manifestación de esa guerra fue la dudade la existencia del cólera. Muchos había fuerade allí, y aun dentro mismo de la capital, quedudaban, ó fingían dudar, de que la terrible en-íermedad del Ganges hubiera aparecido en Es-paña, y precisamente en la provincia donde más

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— 31 —se habían extremado los lazaretos y los cordones,las fumigaciones y las cuarentenas.

Díjose por varios que aquello no era cóleramorbo asiático ; díjose que era una mera inven-ción de Ferran para explotarla ; díjose que la en-fermedad que se presentaba con aquellos caracte-res (enfermedad que realmente no tenía nada demisteriosa para quien la conocía) no era la pesteazul de la India, sino alguna otra cosa á la quenadie daba nombre fijo ; algo así como un palu-dismo raro y jamas oído ; algo como envenena-miento de las aguas; algo desconocido, á lo cual,por intereses mezquinos, no se quería bautizarcon el diagnóstico que la ciencia y el sentido co-mún imponen á la honradez profesional.

A pesar de aquellas dudas y de aquellas nega-ciones , el cólera se ha reido de nuestros enemi-gos, y se ha encargado de hacer justicia á nuestraconducta, cuando fuimos los primeros, y casi losúnicos, que dimos la voz de alarma para precavery sofocar el peligro.

Pero como el cólera se extendía, los pueblosempezaron á acudir á Ferran. Alcira, la cultaAlcira, fue la primera en inocularse, y su entu-siasmo al conocer el resultado de la inoculaciónen sus albores, hubo de preocupar seriamente átodos, amigos tibios y adversarios incipientes,profanos y peritos, nacionales y extranjeros.

Pueblos enteros solicitaban á Ferran ; la oleadaempezaba á subir, y la hueste adversa varió com-pletamente su sistema de ataque. Se afirmaba ya

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la existencia del cólera, pero se negaba que ellíquido de Ferran fuera el cultivo del temiblevírgula de Koch; todo se creía ó se aparentabacreer, menos esto; se pensó en el agua, en laquinina, en las sustancias irritantes y flogógenasque, inyectadas en el tejido celular, produjeranen el individuo inoculado ligero trastorno, perojamás capaces de producir el cólera experimen-tal. Y viendo que, sin embargo de todo esto, elsindromo, el cuadro fenomenal, los síntomas quepresentaba la inoculación eran siempre constan-tes, y no sólo constantes, sino que tenían otrasrelaciones íntimas con el sindromo de un cóleraatenuado, se pensó en otra cosa y empezó enton-ces la sorda calumnia, la traidora calumnia, áminar las regiones de arriba. Vino de allá, deValencia, la nueva de que dos mujeres de Masa-sanasa habían muerto precisamente por la inocu-lación anticolérica de Ferran; vino también deallí la falsedad incalificable y artera de no sécuantos brazos amputados, de gangrenas y fleg-mones sin cuento, de todo lo que la malevolenciapodía engendrar.

El Ministro prohibió las inoculaciones y nom-bró una Comisión oficial que tuviera por objetoestudiar aquellos ensayos de Ferran; y á esa Co-misión oficial, al ser nombrada, se le impuso unprograma, al cual tenía que sujetar todos sus ac-tos , todos sus trabajos; programa que á su vez seimpuso á Ferran, viéndose con esto una cosadesconocida en el mundo científico, puesto que el

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que experimenta tiene derecho á elegir el modode experimentación. Y aquella Comisión oficial,á pesar de toda la autoridad de las personas quela componían, tuvo que luchar con inconvenien-tes sin límites, con dificultades y obstáculos casiinsuperables. Bastaba con que se designara unsitio de ensayo para que inmediatamente se man-dara por alguno acordonar; bastaba con que unpueblo pidiera la vacunación anticolérica de Fer-ran para que todo el rigor sanitario cayera inme-diatamente sobre él, logrando así reprimir y aho-gar aquellos esfuerzos del justo entusiasmo y dela suprema angustia. Y todo esto es público, todoesto es notorio, y los mismos individuos de la Co-misión, todos dignísimos, han tenido necesidad dedecirlo. Hé ahí, cómo una Comisión, nombradabajo los mejores auspicios y compuesta de perso-nas ilustradísimas, no pudo hacer cuanto quiso,y hé ahí por qué aquella Comisión tuvo que vol-verse á afirmar solamente que existía el cóleramorbo asiático en Valencia y que la inoculaciónde Ferran era completamente inofensiva.

Levantóse la prohibición; ¿y cómo no? Desdeel momento en que la oscuridad y no el secreto(que esto lo hemos de tratar de una manera dete-nidísima luego) había desaparecido, y se vio queel líquido del cultivo de Ferran no contenía másque el bacilo vírgula de Koch, y la Comisióndictaminaba que aquel líquido poseía completainocuidad, el Ministro no podía menos de respon-der á los deseos vivísimos expresados por mnchas

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personas y muchos pueblos solicitando la vacuna-ción de I1 erran, y la prohibición se levantó. En-tonces, y cuando todos nosotros creíamos que po-díamos entregarnos á la tranquilidad de una ex-perimentación continuada y seria, vuelve, pasa-dos breves, brevísimos dias, á minarse el terrenobajo nuestros pies; vuelve á cebarse la calumniay la mala fe en nosotros, y vuelve á cernerse latempestad sobre nuestras cabezas. Hoy venimos ásincerarnos de los cargos que se nos han hecho, ájustificarnos debidamente ante vosotros; antevosotros que podéis ser nuestros jueces, porquerepresentáis los elementos vivos é inteligentes dela opinión pública ; hoy venimos á dar explicacio-nes de todo cuanto se ha hecho, de todo cuantoha debido hacerse por los de arriba y por los deabajo, de todo cuanto la Humanidad tiene dere-cho á exigir para que esta idea de ierran, que esuna idea buena y salvadora, prospere y haga lagloria de la ciencia patria.

Pero, señores, yo antes de nada debo señalará vuestra atención una cosa singularísima y nota-ble , yo antes de nada debo manifestaros cuál hasido el obstáculo mayor, tal vez insuperable, almenos hasta el presente, con que hemos tenidoque luchar, y con que tendremos tal vez que lu-char en lo sucesivo. Ese obstáculo, esa dificultadgrandísima, esa cosa que no puede removerse óque es muy difícil de remover, viene de arriba.Está en la conciencia de todo el mundo lo quedigo, y eso que soy parquísimo, porque yo sé muy

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bien, señores, el respeto que debo áeste sitio. Losprimeros tiros contra nosotros salieron de Valen-cia, de una persona ala que, como ha dicho recien-temente Ferran, nunca perdonará la historia eldaño que ha hecho á la Humanidad, haciéndo-selo á la inoculación ; persona que falseó y siguefalseando completamente los hechos. Tal vez tam-bién á ella se debiera el envío desde aquí de aque-llos telegramas en virtud de los cuales la Comi-sión facultativa tuvo que activar sus trabajos.porque en esos telegramas se le apremiaba, se leaumentaba la cortedad del tiempo y la perento-riedad en llenar su cometido.

¿Comprendéis, pues, cuál ha sido el punto departida de todo cuanto ha entorpecido la obra deFerran? ¿Adivináis cuan difícil había y ha desernos en un país como el nuestro remover cier-tos obstáculos?

¿Veis ya cuál ha de ser nuestra situación altener que levantarnos contra una presión incal-culable que nos viene de lo alto con abrumadorapesadumbre? Y, sin embargo, señores, por laidea que defendemos, por la misma fuerza de laidea, por la verdad innegable que dentro de sílleva, casi de todo hemos triunfado hasta ahora,casi absolutamente de todo. Se llegó á dudar quefuera cólera lo que habíamos diagnosticado enJátiva desde el principio, y cólera ha sido des-graciadamente para todos ; se dijo que el líquidodel cultivo no contenía el vírgula, y la Comisiónha tenido que declarar que sí; se ha asegurado

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que ese líquido es un líquido nocivo, tóxico, yque, inyectado en el tejido celular, envenena ymata, y la Comisión se lia convencido de que eselíquido es completamente inofensivo ; se habló deflegmones, se habló de amputaciones, se ha ha-blado de muertes ; pero todo esto ha resultadofalso y ha venido en justificación de la obra deFerran, demostrando á la par que cuantos obs-táculos y cuantas dificultades se amontonen en elcamino de nuestra idea tendrán que vencerse. Ycomo así ha sucedido, y como estos obstáculos yestas dificultades por necesidad imprescindibletienen que volver á salir y están saliendo á nues-tro paso, abrigamos la seguridad de que por mu-cho que nuestros enemigos insistan, y por largaque sea la guerra, todo se salvará como se ha sal-vado , y se destruirá como se ha destruido, y asídebieran desearlo nuestros propios adversarios,para bien de la Humanidad.

Entremos en materia, señores.La inoculación anticolérica de Ferran (enten-

ded bien que no voy á entrar en disquisicionescientíficas, que serían enojosas en este sitio, yque me obligarían á repetir lo mucho que he di-cho en otros), la inoculación anticolérica ha sidoatacada de distintos modos. Se dice por unos,esgrimiendo diestramente un arma temible, quela inoculación anticolérica no es inofensiva, sinoque puede dar lugar á accidentes en los que seinoculan y que puede propagar el cólera, cosatan temible como la epidemia misma. Y ya que

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este argumento se maneja, á pesar del dictamenserio y formal de la Comisión científica que fueá Valencia, yo tengo necesidad de emplear todasmis fuerzas en destruirlo, desvaneciendo los erro-res en que se apoya.

Todo el que es médico, sabe que una inyecciónhipodérmica de las que habitualmente se hacen,puede dar lugar á ciertos accidentes, accidenteslocales que, en verdad, no tienen grandísimaimportancia. Hay 30.000 inoculados por el mé-todo de Ferran : suponen estos 30.000 inocula-dos 60.000 inyecciones hipodérmicas ; pues bien,apenas si se ha presentado una veintena de fleg-mones, número insignificante para el considera-ble que, en manos de algunos médicos, producenlas inyecciones medicamentosas. Pero esto aunes de leve entidad. Hace muy pocos dias, un su-ceso de gran resonancia, manejado perfecta y há-bilmente por quienes podían impunemente hacerloá su gusto, ha dado lugar á una impresión dolo-rosísima que, aun cuando después ha sido seguidade una reacción favorable para nosotros, sin em-bargo , por aquello de que « calumnia, que algoqueda », ha dejado recuerdo amargo en ciertaparte del público, que está dispuesta á creersiempre lo que la prensa pregona. Ya habréiscomprendido que me refiero, señores, al hechode las Hermanitas de los Pobres de Valencia.

El dia 19 del pasado mes de Junio apareció laepidemia del cólera morbo asiático en dicho Es-tablecimiento, y desde dicho dia, hasta el 28 ó

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29, hubo entre los asilados 63 invasiones del có-lera seguidas de 62 defunciones ; y no solamentehabían sido atacados los asilados, sino que 10Hermanas de la Caridad que se encontraban á sucuidado fueron también invadidas. El médico delEstablecimiento, D. Enrique López, había acu-dido á Ferran solicitando se presentara en aqueledificio á practicar la inoculación, que sirviese,por decirlo así, de barrera ante aquella marchainvasora y terrible de la epidemia. Ferran seprestó gustosísimo á ello ; pero hubo cierta resis-tencia por parte de las Hermanas, resistenciaque, sin embargo, no sé por quién se venció, detal modo que al dia siguiente volvió á presentarseel médico del Establecimiento á Ferran supli-cándole la inoculación, que, con efecto, se veri-ficó.

El estado sanitario el dia 1.° de Julio, cuandose llevó á cabo la operación profiláctica era el si-guiente : 63 invasiones y 62 defunciones éntrelosasilados ; 10 invasiones y 3 defunciones en lasHermanas.

Se practicaron las inoculaciones en 80 Herma-nas , de las cuales sólo aparecen registradas 77,y de esas 77 se hallaban 13 con diarrea premoni-toria, según los datos del mencionado registroque certifica el médico.

Todos sabéis perfectamente que las tarjetas quereparte Ferran contienen varias advertencias, unade las cuales expresa que puede presentarse unainvasión de cólera dentro del período de cinco

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dias después de realizada la inoculación ; períodoque se halla completamente fuera de la influenciaprofiláctica preservadora de la vacuna, la cualdurante este tiempo es por completo nula. Des-pués que me explique, veréis cuan razonable esesta advertencia, que el mismo Sr. Ministro dela Gobernación calificaba de sabia y •previsora enla Gaceta.

Se vacunaron, digo, 80 Hermanas de la Cari-dad el 1.° de Julio, y desde este dia al 5 sonatacadas 30, de las cuales fallecen 16; y aquíconviene advertir que al inocularse se encontra-ban 6 de éstas con diarrea premonitoria. ¡ Estu-pefacción general! ¡ Horror! j Pánico indescrip-tible ' Las autoridades, que no se habían cuidadoantes de visitar el Asilo de las Hermanitas delos Pobres, donde habían muerto los asilados ámontón, acudieron presurosas y ávidas de noti-cias á este Establecimiento tan pronto como seenteraron de que las invasiones habían seguido álas inoculaciones de Ferran. ¡ Qué solicitud tanpaternal! ¡Y qué lujo también de avisos y de te-legramas ! ¡ Qué horror causaba en el ánimo dealguno la idea de que la inoculación se extendieradespués de aquello al Ejército! En veinticuatrohoras se esparció por toda España la noticia dela hecatombe que el procedimiento Ferran habíacausado en Valencia ; pero nosotros, seguros, se-gurísimos completamente de la bondad del mé-todo , esperamos con ansia el plazo cortísimo delcurso que habían de tener los acontecimientos

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para que ellos mismos vinieran á darnos la razón.Con efecto, señores, pasaron cuatro dias, llegó

el quinto, y con él ¡ oh asombro! el cero de inva-siones. Y por cierto, señores, que cuando un ca-nónigo , que en esto ha tomado una parte muyactiva, vio que en el Asilo de las Hermanitas delos Pobres llegaba aquel quinto dia y no se seña-laba por nuevos casos, exclamó lleno de dulce un-ción : «¡ Gracias á Dios que la Providencia se hacansado de cebarse en estas infelices !» (Risas yaplausos). ¡Ya teníamos nosotros la seguridad.,señores, de que la Providencia había de serferranista en esta ocasión! (Grandes aplausos).

Pasó aquel quinto dia, con tanto afán espera-do, y con tanto deseo de justicia recibido pornosotros, y llegó el sexto y aconteció lo propio; ycuando se trataba de explicar aquel fenómeno(para nosotros perfectamente explicado y claro),y cuando se trataba, repito, de explicar aquel fe-nómeno diciendo que se había agotado el focoepidémico en el Asilo, viene una pobre Herma-nita que no estaba en el establecimiento el 1.° deJulio, y que no se hallaba, por consiguiente,inoculada, y es invadida.

Hé ahí cómo lo que se ha tratado de que fueraen manos de algunos un arma esgrimida contraFerran, ha sido una confirmación plena de susprocedimientos y de sus doctrinas, así como tam-bién un argumento brillante para su defensa.

Siempre que trata uno de cuestiones gravísi-mas , de las que pueden resultar duras acusado-

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nes, hay que hacerlo con pruebas; por eso. y auná trueque de molestar vuestra atención, voy encortos momentos á leeros el remitido publicadoen la prensa de Valencia por el médico del Esta-blecimiento, D. Enrique López, único autori-zado para decir lo que ha sucedido en el Asilo, yúnico, precisamente, ¡ cosa bien rara! á quien laautoridad no ha interrogado hasta ahora al for-mar el expediente que se ha mandado instruir(Risas).

ce El dia 19 de Junio se presentó ante nuestros ojos laprimera invasión de cólera morbo asiático en uno de losancianos asilados, y el 24 del mismo mes en una de lasHermanas de la Caridad. Desde aquella fecha, hastael 1.° de Julio, dia de la inoculación, fueron invadidossucesivamente 63 de los primeros y 10 de las segundas,falleciendo de los 63, 62, y de las 10, 3.

»La inoculación se verificó el 1." de Julio, haciéndola•en 80 Hermanas, 77 que constan en el registro, y 3 queno se presentaron para anotarlas, y 8 ancianos que volun-tariamente se prestaron á ello.

» Colocado el que suscribe á la izquierda de la dignísimaMadre Maestra, fue tomando los datos que pide el regis-tro de la inoculación Ferran, una por una á todas lasflermanitas, y consta en él que 13 tenían diarrea.

«Desde esta fecha, hasta el dia quinto después de lainoculación, han sido invadidas 30 y fallecido 16 , entrelas que se cuentan 6 que en el registro dice «diarrea».

J>Dia quinto, consecutivo á la inoculación, 0 inva-siones.

»Dia sexto, invasión de cólera y estado gravísimo enuna una de las Hermanitas (no inoculada por encontrarseel 1.° de Julio en Burjasot cuidando á los pobres ancia-nos , de las que el Sr. Ferrer y Geno vés decía disfrutanperfeeta salud á pesar de no haberse inoculado).

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» Dia séptimo, á las nueve de la mañana, hora en quepaso visita, 0invasiones.»

Y termina el médico del Establecimiento :

«NOTA. Para publicar cuantos datos han aparecido enla prensa referentes á este asunto, quiero se haga constarque no se me ha consultado una sola vez, siendo así queexactos y completos nadie podía darlos más que yo.» {Sen-sación.)

Voy á explicaros perfectamente el porqué deesos cinco dias que necesita el medio profilácticode Ferran para garantizar su acción, tiempo quees reconocidamente lógico y ajustado á lo que laCiencia en enfermedades infecciosas determina.

En todos los pueblos epidemiados sucederáconstantemente, ó habrá posibilidad de que su-ceda , que individuos que tienen el germen de laenfermedad dentro de su organismo, inconscien-temente para ellos, ó padeciendo tal vez la diarreapremonitoria, se presentarán á la inoculación; ycomo no puede negarse que el cólera morbo asiá-tico tiene un período de incubación que puededurar de varias horas á algunos dias, es perfecta-mente lógico y ajustado á lo que la Ciencia nosdice el admitir que existan individuos con ó sindiarrea premonitoria, pero con germen de la en-fermedad dentro de sus intestinos, que se prestená ser inoculados, sin que en ellos se haga mani-fiesta la acción del líquido preservador. La exac-titud de esta aseveración no podrá negarla nadie*ni médico ni profano.

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Podrá suceder que individuos inoculados en se-mejantes condiciones mueran; pero ¿quiere estodecir algo en contra del procedimiento ? No; na-die hay tampoco á quien se le haya ocurrido du-dar de la eficacia de la vacuna de la viruela por-que hayan muerto durante la epidemia algunosde los individuos en ella vacunados. Hé aquí per-fectamente explicado el porqué de los cinco diasque marca Ferran, que lo mismo podrían ser seisque cinco, pero que se han fijado en este númeroporque algún término se había de poner, y héaquí igualmente explicada esa terrible hecatombede las Hermanitas de los Pobres que, como hedicho antes, en vez de ser arma de lucha contraFerran, es una brillante confirmación de todocuanto hasta ahora hemos sostenido.

Precisamente en Valencia, y coincidiendo conesto 5 ó casi coincidiendo, se presentaron dosejemplos elocuentísimos de lo que puede suceder,y sucederá con toda seguridad, en poblacionesepidemiadas, cuyos individuos se sometan á lainoculación.

En la calle de Bipalda, núm. 34, en Valen-cia , había una familia compuesta de ocho indivi-duos , de los cuales siete que estaban atacados delcólera mueren en dos dias y queda por lo tantouno sólo. ¿Qué se hubiera dicho, señores, si undia ó dos dias antes de los fallecimientos se hu-bieran sometido aquellas personas á la inoculaciónFerran?

Otro tanto aconteció en el cuartel de artille-

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— 44 —ría. Allí hubo también siete invasiones. ¿Qué sehubiera dicho si Ferran, el dia anterior, hubierainoculado á fuerzas de aquel regimiento? Quéaquellas siete invasiones, como las de la calle deBipalda, eran debidas á la acción altamente tó-xica de las inoculaciones. Hay que contar conesto, que sucederá siempre ; pero los hombressensatos, los hombres prudentes y de buena fe,que saben apreciar esta cuestión con nobleza demiras, podrán comprender cuan justo y lógico espensar que un individuo inoculado puede morirdel cólera dentro de cinco ó tal vez de los seisdias cuando la vacuna es completamente inútil ycuando la inoculación no puede garantizar toda-vía su acción profiláctica (Señales de aprobación).

Voy á otra cosa más interesante y tal vez demayor importancia, asunto interesantísimo quemerece discutirse de una manera detenida y se-ria ; pero» debo hacer ante todo una distinción.Claro está que las únicas personas que puedenoponerse precisamente á la inóculaccion Ferran,apoyadas en la idea de que dicha inoculación seaun medio de propagar el cólera, son indudable-mente los médicos. Estos pertenecen á dos gru-pos : es uno el de los que opinan que el bacilovírgula es causa específica del cólera, y otro elde los que creen que no lo es. Estos últimos es-tán completamente apartados del campo en quenos encontramos, puesto que el médico que nocree que el vírgula, llamado así por Koch, seacausa del cólera, jamas podrá sostener que la

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_ 45 —inoculación Ferran puede ser causa propagadorade la epidemia, siendo así que los caldos poraquél usados no son más que el cultivo del bacilovírgula en inyecciones. Sin embargo, se da unsingularísimo fenómeno (ignoro si aquí aconte-cerá lo propio), pero puedo asegurar que en Va-lencia muchos médicos que han combatido comocausa específica el bacilo vírgula de Koeh, pre-tenden demostrar que el mismo bacilo cultivadode Ferran es precisamente la causa de la propa-gación de la epidemia colérica, contradicciónpalmaria que no sé cómo calificar.

No quiero citar nombres propios, ni dar deta-lles que serían enojosos y fatigarían vuestra aten-ción ; mi discurso de esta noche no es científico,ni pretende serlo, ya que se dirige á un auditorioheterogéneo : es sólo encaminado á convencer alsentido común. Hago, pues, caso omiso de losmédicos que niegan que el vírgula es la causa es-pecífica del cólera, y voy á los que profesan laidea de que al vírgula hay que declarar responsa-ble de tal enfermedad, y, por lo tanto, que lainoculación Ferran, que no consiste más que eninyectar el cultivo puro del vírgula, tal vez pue-da ser causa de propagación.

Yo lo niego en absoluto, y voy á manifestar enqué hechos me apoyo para negarlo. Esos mismosmédicos no tienen tampoco más remedio que ad-mitir y confesar que si el vírgula es causa especí-fica de la enfermedad; lo es porque va en lasdeyecciones coléricas; y pretendiendo que estas

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— 46 —deyecciones son el único vehículo de contagio,tienen que afirmar que precisamente en los inocu-lados las deposiciones han de ser las que extien-dan la epidemia.

Empiezo por asegurar, bajo mi palabra de ho-nor , que la diarrea en los inoculados, según se hapodido comprobar en Valencia, es una cosa ra-rísima, como el mismo Paul Gibier ha dicho enParis; asegura este doctor que la diarrea se pre-senta en los inoculados en la proporción del 1por 1.000. Vamos, pues, á ver si esa diarrea delcólera experimental puede ser, como la del có-lera espontáneo, vehículo de contagio. Ferran hainoculado miles de individuos y estudiado deyec-ciones de inoculados repetidas veces, y jamás hapodido obtener el cultivo del microbio. Ferrannunca ha dicho lo contrario; y si se han podidointerpretar de otra manera sus frases, es que seha querido, quizá intencionadamente, dar á éstasuna explicación defectuosa y torcida.

La inyección hipodérmica del cultivo puro delvírgula jamás da lugar á una diarrea con micro-bios. ¿Cuándo se tendrá autoridad para asegurarotra cosa? Cuando al terreno experimental se hayadescendido, porque en cuestiones de tan granmagnitud, y de tal interés y gravedad, no bastanegar ni asegurar; es preciso apoyarse en hechosfundamentales para lo uno y para lo otro» Ymientras no se coja material diarreico de un inocu-lado y se someta á investigaciones experimenta-les, se siembre y se obtenga el cultivo puro ó no

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— 47 —del vírgula, no se podrá asegurar que la diarreade un inoculado puede ser vehículo de contagio.Hay que creer á los hombres de ciencia por supalabra honrada y por los hechos que presentencomo garantía de su palabra. No hay nadie quehaya demostrado todavía en la diarrea de uninoculado el vírgula de Koch. Este es un hechoque no admite controversia de ninguna clase, ysólo se admitirá ésta el dia en que un microbió-logo pueda conseguir el cultivo del vírgula to-mado de esas famosas deposiciones, sobre las quetanto se fantasea.

Pero hay más: hay el hecho fundamental deotras vacunas artificiales; hay el hecho de que labacteridia carbuncosa que se inyecta en el tejidocelular jamás se encuentra en los intestinos; hayel hecho de que, cuando se inyecta el diplococoen el tejido del músculo pectoral de una gallina,jamás tampoco se presenta en el tubo digestivo,y, sin embargo, el cólera de la gallina guardamuchas analogías con el cólera morbo asiáticoque el hombre padece.

Hay hechos y analogías, hay el hecho funda-mental y experimental de que jamás en la sangrede un inoculado se ha encontrado el vírgula co-lérico. Y si en la sangre de los coléricos no se ve,es porque, á semejanza de lo que sucede con otrosmicrobios, se necesita gran cantidad para que enella se presente. No lo ha dicho F erran; lo ha di-cho un hombre á quien se debe creer en esteasunto, Paul Gibier, que no puede ser tachado,

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ciertamente, de parcial á favor nuestro. Pues silos microbios que se inyectan en el tejido celularno pasan á la sangre, ¿ cómo es posible que pasená los intestinos? Y si los microbios no aparecenen los intestinos, ¿por qué el vírgula del cultivopuro de Ferran, inyectado en el tejido celular delbrazo, ha de encontrarse en las deyecciones?

Se dirá : «Es que se presenta el vómito y ladiarrea.» Algunas veces se presentan, en efecto,el vómito y la diarrea; pero es porque sustanciaseminentemente activas que se inyectan junta-mente con el vírgula, puesto que son por él ela-boradas y empapan su protoplasma, se absorbeny van á obrar sobre las mucosas gástrica é intes-tinal , ó sobre el bulbo tal vez, y producen desór-denes gástricos por una acción refleja ó por unaacción directa. No hay, pues, necesidad del vír-gula en los intestinos de los inoculados para quese presenten el vómito y la diarrea (fenómenos,por otra parte, rarísimos en los que se inoculan).

Como en el terreno científico, según quedaprobado, aquel argumento no puede admitirse, seacude á otra clase de argumentos y se apela á esoshechos de relnmbron que más fácilmente alarmany más directamente pueden herir las fibras sensi-bles de la imaginación popular. Se acude á decirque en la provincia de Valencia, donde se hicie-ron más inoculaciones, es donde la epidemiacausa mayores estragos. Yo preguntaría á esosobstinados argumentadores: y en otros puntos,¿quién ha vacunado? Ha sido la vacuna la que ha

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producido esa hecatombe tristísima de Murcia?¿Quién ha venido á vacunar á Aranjuez? ¿Quiénvacunó en 1834, en 1854 y aun en 1865? ¡Es de-cir , que se trata de combatirnos con el hecho dela misma fuerza de la epidemia!

Hace pocos dias, en un documento parlamen-tario, se aportaba como argumento poderoso losiguiente : Un pueblo de la provincia de Valen-cia llamado Chiva, estaba, según el que esto de-cía, completamente acordonado y enteramentelibre de la epidemia. Sin embargo, apoyándosetal vez en la esperanza de que la inoculación se-ría de mayor fuerza para librarse, pidió ser vacu-nado ; y, con efecto, ¡ oh dolor! señores, despuésde practicada la inoculación en Chiva, se pre-sentó allí el cólera. Todo esto, dicho con la au-toridad de un hombre muy respetable, parece te-ner fuerza ; pero, sin embargo, tiene la misma yel mismo valor que el hecho de las Hermanitasde los Pobres. No es verdad absolutamente nadade cuanto se ha dicho en este sentido. En Chivaexistía el cordón, cordón que no había puestonadie más que el mismo pueblo, cordón que noimpidió que existieran coléricos sin darse parteoficial, lo que es un hecho no muy raro en la epi-demia presente (Bisas).

La prueba de que había mucho miedo, es quebastantes dias antes de que fuera yo á vacunarallí, 127 individuos pasaron de Chiva á Valenciaá inocularse, y salieron de Chiva y entraron otravez á pesar del cordón (Risas).

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Y hé aquí 127 individuos inoculados, cuyaexistencia ignoraba la primera autoridad de laprovincia y que no produjeron el cólera ni lopropagaron. Conste, pues, que Chiva, á pesar desu cordón, dejaba pasar la gente á vacunarse;que de esos 127 individuos que en Chiva se ino-cularon en ninguno se había presentado el cólera,y que, en cambio, los mil y tantos inoculadosquince dias después por mí y por el Dr. Torresprodujeron una propagación tan temible de laenfermedad, que llegaron á causar ¡oh númeroespantoso! sólo dos invasiones (Risas prolon-gadas).

Aun hay otro dato elocuentísimo : en nuestrosregistros consta que el dia en que yo fui á Chivaexistía allí hospital con enfermos del cólera; y laprueba de ello es que á media mañana, y estandonosotros inoculando en unión de los médicos delpueblo, Lanuza y Silvestre, vino el alcalde y medijo : <c Yo rogaría á usted dejara vacunarse á lospracticantes y enfermeros del hospital de coléri-cos» , y se vacunaron. Luego existía el cólera enChiva antes de que nosotros fuéramos á inocular.Y así todo lo demás, señores, porque los datos semultiplicarían de tal manera que harían enojosasu enumeración.

Parece, pues, que hay quien tiene decidida ymarcadísima tendencia por ocultar la verdad yapoderarse de los hilos telegráficos á fin de noti-ciar con júbilo cualquier cosa que tenga visos defracaso para nosotros. ¡Como si realmente hubiera

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alguien capaz de alegrarse de que la esperanzasalvadora de la inoculación no llega nunca á serrealidad!

¡Existe esa prevención, existe ese sistema in-calificable de ocultar todos los hechos que nosfavorecen y que pueden llevar, en alas del vapory de la electricidad, la esperanza á todos los áni-mos, y de lanzar en cambio á la publicidad todocuanto aparentemente puede servir de arma másó menos temible contra nosotros!

En último caso, quedará siempre demostradoque las inoculaciones son inofensivas para los in-dividuos que se inoculan, y lo son también paralos no vacunados ; y, por lo tanto, que no puedenser causa propagadora de la enfermedad. Permi-tidme que entre ahora en otro asunto más difícilde probar, porque nos encontramos en los co-mienzos de la campaña, si bien tenemos hechosimportantísimos que hablan decididamente ennuestro favor. Voy á demostraros la eficacia de lavacunación anticolérica.

En Medicina, como en todas las Ciencias ex-perimentales, hay una cosa que se impone sobretodas las demás : esta cosa es el hecho, ó mejordicho, los hechos ; y como éstos tienen que juz-garse de alguna manera, y no se pueden juzgarmás que agrupándolos por sus caracteres comunes,y sacando de estas comparaciones una idea quedomine á todas, resulta de esto que en las Cienciasexperimentales, y, por consiguiente, en Medicina,tiene que esperarse mucho de la estadística. Las

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estadísticas médicas presentan algunos inconve-nientes : se trata de hombres enfermos y sanos,(en este caso particular de hombres sanos quepueden esta enfermos) ; se trata de individuos dediferentes condiciones, actitudes y sexos, que for-man entidades heterogéneas, y, por lo tanto, difí-ciles de agrupar, y aun cuando se agrupen y cla-sifiquen, siempre resultarán muy difíciles, si noimposibles, de sumar. Pero no hay más remedioque acudir á las estadísticas y sacar de ellas todoel partido posible á pesar de sus inconvenientes.

He de hacer observar antes de nada que lasnuestras no las formamos nosotros, sino que lashacen los mismos médicos de los pueblos dondela inoculación se practica, y, cuando es posible,á los médicos se han unido el cura párroco, elsecretario del Ayuntamiento y hasta el propioalcalde.

Otra advertencia. Alguna contradicción podráresultar entre las estadísticas presentadas por losmédicos y la oficial, y con sólo indicar esto notendría necesidad de decir más en nuestro país;pero, sin embargo, debo hacer constar que estacontradicción es más aparente que real. Por unaparte, los pueblos se han resistido á dar cuentade la epidemia existente; por otra, los clienteshan tenido exigencias, y han obligado á los mé-dicos á no dar parte de las invasiones, y, por lotanto, á justificar las defunciones de una maneradistinta á la debida, cuyo hecho ha dado lugartal vez á que el director del Registro vaya á Va-

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lencia á poner coto á estos abusos. Se ha dadoen Valencia el caso de que un dia en que se re-gistraron oficialmente 144 defunciones, entraranen el cementerio 235 cadáveres. Ya veis, seño-res , la fe que podemos prestar á los datos oficia-les ; por eso las estadísticas de la vacunaciónFerran serán siempre difíciles en las grandescapitales, aun cuando no suceda lo mismo en lospequeños pueblos.

Nuestras estadísticas en las poblaciones rura-les arrojan datos interesantísimos. No voy á mo-,lestaros con la lectura de todas: — sólo voy áleeros dos ó tres que son muy elocuentes.

En este mismo sitio tuve hace poco tiempoocasión de leeros el resultado de nuestras inocu-laciones en Alcira. Voy á daros cuenta ahora dedos muy recientes ; la de Benifayó, publicada enlos periódicos de Valencia, y la de Cheste.

En Cheste se practicó la inoculación en losdias 30 de Junio y 1 y 3 de Julio, debiendo ad-vertir que el dia en que empezó existían 160 en-fermos del cólera.

«Cheste tiene un censo de población de 5.227. •blacion inoculada, 3.117.

Del 1." al 5 de Julio.

-Po-

InvadidosDefunciones

fto inoculados.

5418

Inoculados.

137

TOTAL.

6725

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Días 6 y 7 de Julio.

Defunciones

No inoculados

108

Inoc-ulados.

y>

TOTAL.

108

ce Epílogo. — En los dias 6, 7 y 8 no lia habido unasola invasión entre los inoculados. »

Esta estadística la autoriza con su firma el mé-dico de Cheste, Sr. Martínez Seguí.

Voy á leeros igualmente la estadística de Be-uifayó, también publicada en la prensa de Va-lencia y firmada por los médicos de la localidad.Hela aquí:

« Había antes de la inoculación un número diario de14, 16 ó 18 defunciones. El censo de la población es de3.615 habitantes.

» Del dia 11 de Mayo al 27 de Junio, existiendo 450inoculados y 381 reinoculados, el cuadro fue el siguiente:

InvasionesAltasExistentesDefunciones...

TNo inoculados.

30113835

128

Inoculados.

ii

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CUADRO estadístico desde el 27 de Junio al 8 de Julio*

DÍAS

27 á 2828 á 2929 á 3030 a 31

1 á 22 4 38 á 44 á 55 á 66 á 77 á 8

NO INOCULADOS

Invasio-nes.

14745355»2

«

45

Defun-ciones.

711344423»11

40

INOCULADOS

Invasio-nes.

»

1»64471»

»

23

Defun-ciones.

»»

»

1311»»

6

REINOCULADOS

^ ^ ^ ^ / V II

Invasio-nes.

»

»

»»

»

»

»

»

Defun-ciones.

))))

»

»

»»

»

«Censo de la población, 3.615 habitantes.«Inoculados en 24 de Junio, 450.«Reinoculados en id. id., 381;«Inoculados del 28 al 30 de Junio, 2.313.«Reinoculados, no consta el número.«Nuestras observaciones son las siguientes :»l. a Los inoculados invadidos y fallecidos lo fueron

del segundo al cuarto dia de practicada la inyección, al-gunos con diarrea premonitoria.

«2.a De las 23 invasiones de inoculados hay 16 conva-leciendo y en buen estado. Enfermo, 1.

«3.a Invitamos á todas las Comisiones nacionales y ex-tranjeras , á todas las autoridades, á todas las individua-lidades eminentes de la ciencia, que con ó sin la inter-vención nuestra vengan á este pueblo á comprobar laverdad de nuestras afirmaciones.

«Benifayó de Espioca 8 de Julio de 1885.—DoctorF. Galvan. —Ignacio Llerandi. — Vicente Hernández ».

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Ya veis cómo en los dos pueblos en que lainoculación ha alcanzado á la gran mayoría delvecindario la epidemia ha cesado por completoen breves dias (Sensación).

Aparece una ligera contradicción entre la es-tadística que os he leido de Benifayó y la esta-dística oficial del dia 6, en que se citan 12 inva-siones ; y nosotros, seguros de los datos que ha-bíamos recogido, pedimos al alcalde nos facili-tase nota, no sólo de los atacados, si que tam-bién de los fallecidos dentro de los cinco diasmarcados por Ferran, pues era muy extraño queaparecieran aquellas 12 invasiones

Pues bien : para que se vean la verdad y lafuerza de las estadísticas oficiales, voy á leer lacarta que nos dirigió el digno alcalde de Beni-fayó, D. Domingo Greus.

Dice así:

« Benifayó de Espioca 7 de Julio de 1885.

» Sr. Dr. Jaime Ferran.

» Recibo una carta de su encargado, en la que me pre-gunta si es verdad los datos publicados como oficiales enla prensa de la capital sobre invasiones y defunciones dela enfermedad reinante en esta población , ocurridos enel dia de ayer (dia 6); debo hacer constar, como amantede la verdad y hombre honrado, que el parte del dia de-ayer es de 3 invasiones (2 no inoculados, y 1 inoculado);el inoculado sigue mejor, según me participan los facul-tativos ; de éstos , uno de los inoculados ha fallecido en lanoche última y va en el parte del dia de hoy, en cuyasveinticuatro horas no ha ocurrido invasión alguna.

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» Como alcalde de este pueblo, procuraré se remedienciertas equivocaciones que detesto ; pero debo hacer á V.presente que las notas insertas en los periódicos corres-ponden al parte dado por esta Alcaldía en las veinticuatrohoras, desde las nueve de la mañana del 3 á igual horadel 4, que son 12 invasiones y 3 defunciones, 1 defuncióninoculada y 2 no inoculadas.

» Como compañero y como alcalde, me tiene V. á sudisposición en todo lo que sea justo y verdadero.

» Se ofrece de V. afectísimo S. S. Q. B. S. M. — Do-mingo Greus.»

Sirva esto de contestación á los que han creidoencontrar una contradicción entre los datos ofi-ciales y la estadística de Ferran.

Señores, en un principio el único terreno deexperimentación fue Alcira, población importan-tísima de la provincia de Valencia, cuyo nombreno podrá borrarse jamas del libro de la historiade la Medicina. En Alcira el entusiasmo es máselocuente que nada ; pero como pudiera parecerparcial ese mismo entusiasmo, conviene hacerver que hay ya muchos Alciras : ahí están Alge-mesí, Alginet, Chiva, Cheste, Benifayó, Masa-nasa y otros, y en todos esos pueblos, absoluta-mente en todos, el resultado es el mismo, la con-vicción del feliz éxito mayor y las estadísticascon voz más elocuente en favor del procedimientode Ferran.

Pero yo abandono completamente este terreno,señores, que es en extremo enojoso, no sólo paravosotros, sino para mí; pudiera creerse que hay enquien os habla cierta parcialidad que acaso ofen-

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— 58 —diera á alguno de los que como yo no creen, yvoy á entrar á ocuparme en otros asuntos de másinterés personal, y que todos los que tenéis labondad de escucharme estáis hace rato esperando.Y con tanto mayor motivo no pienso hablarosmás de lo anterior, cuanto os creo sobradamentejustos para admitir y comprender de una maneraperfecta que todo lo que la práctica hasta ahoraha demostrado, ha probado y ha dicho, todo pa-rece venir en favor de la verdad que sostengo.

Hago, pues, punto y aparte, y voy á ocuparmede dos asuntos interesantísimos : el que se refiereal llamado secreto de Ferran, y el que atañe áuna cuestión más importante para nosotros quepara nadie, que es la cuestión que se ha llegadoá calificar por algunos de cuestión mercantil. Yonecesito, después de lo dicho por algunos pococuidadosos de la honra ajena, justificar plena-mente nuestra conducta ; y como tengo la segu-ridad completísima de que vosotros nos habéis dehacer justicia, voy á ser tan claro como pudieraserlo en el momento más supremo.

Os decía yo aquí no hace mucho que era la vezprimera, señores, que un médico español habíalogrado atraer la mirada del mundo y conseguidoreunir junto á sí, por el aguijón de la curiosidadcientífica, la más legítima de las curiosidades,hombres de todas las lenguas y de todos lospaíses para estudiar sus ensayos. Todo el mundose regocijaba, todos, amigos y adversarios. Y enverdad que es un espectáculo grandioso y honro-

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— 59 —sísimo á la vez el ver sabios eminentes,, personasautorizadas que acuden al lado de Ferran parainquirir é investigar si aquello que todos saluda-ban gozosos como una esperanza de salvaciónpara la Humanidad, amenazada de nuevo por te-mible azote, es sólo ilusión nobilísima ó realidadconsoladora qué ha de abrir anchos y luminososhorizontes al espíritu inquieto é incansable de laCiencia, á saciar de honra el amor patrio y daral hombre arma poderosa contra la muerte(Aplausos).

Algunos que de fuera vinieron han vuelto, sinembargo, protestando contra Ferran, y todo elmundo se ha conmovido y se ha extrañado, sinpoder comprender cómo Ferran no ha dado cier-tas explicaciones á esos sabios extranjeros que hanvuelto á su patria lastimados (según dicen) pornegativas que no se explican, y heridos tanto ensu amor propio de hombres de ciencia, cuanto ensu amor propio personal. ¿No es verdad, señores?Pues tiene, sin embargo, una clara explicacióneso que os extraña y que os sorprende.

Y empieza por tenerla en el concepto injustifi-cado que de nosotros forman fuera de nuestra pa-tria. Somos para los de otras partes un puebloespecialísimo, incapaz de hacer nada que valgala pena en el terreno de la Ciencia, incapaz deelevarse un poco sobre el nivel vulgar de lospueblos mediocres, y este concepto no aciertan áocultarle cuando á nosotros vienen. ¿No estáacaso lo que digo en la conciencia de todos? En

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sus relaciones científicas tratan siempre de impo-nerse á nuestra, para ellos, inferioridad mani-fiesta, y se imponen desde luego con la autoridadque les presta su nombre esclarecido en la histo-ria, con ese nombre respetable que todo el mundoles concede, y con esa fama de maestros que no-sotros mismos hemos sido los primeros en crearlesy reconocerles. Resultado de esto es que, comoese sentimiento de superioridad respecto á nos-otros se encuentra encarnado en su manera deser, pensar y sentir, en todo se revela, como seha revelado de una manera indudable en las re-laciones de los doctores franceses y belgas conFerran. Hasta aquí nosotros hemos tenido laculpa, porque apenas si nos hemos cuidado abso-lutamente de nada, entretenidos no más que enrumiar recuerdos de nuestra pasada gloria. Yavamos, señores, levantándonos un poco, que yaafortunadamente parece que haya sonado la horade nuestra regeneración, y para ésta trabajan vie-jos y jóvenes, entusiastas é impetuosos, frios ysesudos, aunándose todos y afanándose por sabery por realzar lentamente, pero de una manera se-gura, el valor de nuestra Ciencia.

Esto lo ignoran aún, no lo conocen los de fuera,y tengo la seguridad completa que por esa causaha sido para ellos un fenómeno raro é inexplica-ble el que acertara á haber un español oscuro ydesconocido que fuese capaz de seguir á Pasteurpor la senda de sus brillantes trabajos.

Primera falta de los extranjeros, señores: falta

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de cortesía. Encontrábase Ferran en Madridcuando supo telegráficamente la llegada á Valen-cia de Van Ermengen, comisionado belga, y PaulGibier, francés. A ese telegrama siguió otro enque se decía que, lastimados y ofendidos dichosseñores porque Ferran no se hallaba en Valencia,hacían presente que tenían el tiempo contado yamenazaban con retirarse (Risas). Es decir, queFerran, á quien no se le había dicho una palabraanunciando la llegada de esos comisionados, te-nía , por lo visto, la obligación de salir á su en-cuentro abandonando sus particulares asuntos,según se desprende del texto del segundo tele-grama , tan pronto como los Sres. Van Ermen-gen y Paul Gibier llegaran á Valencia.

A pesar de todo, Ferran marchó inmediata-mente á Valencia, y lo primero con que tropezófue una exigencia.

— «Queremos saber, decían los comisionadosextranjeros, cuál es el procedimiento por el queobtiene usted la vacuna». Respuesta de Ferran:— a Después que examinen ustedes los caldos, yanalicen y comprueben su acción fisiológica, tra-taremos de esto». Contestan á ello los extranje-ros : — « Nos retiramos » ; y dice Ferran: — Ha-gan ustedes lo que les plazca» (Grandes y pro-longados aplausos).

Llegada de Brouardel: hombre eminentísimo,presidente del Comité consultivo de Higiene deFrancia, al cual acompañaban dos jóvenes ilus-tradísimos , uno de ellos español, cubano, los doc-

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tores Charrin y Albarran; llegada sin anuncio,sin aviso , presentándose antes á las autoridades,no muy simpáticas á Ferran por cierto. Exigen-cia hecha: exactamente la misma que la de losanteriores: —« Queremos saber cuál es el proce-dimiento por el que obtiene usted el líquido de lavacuna, y después podremos seguir estudiando».Contestación de Ferran: igual á la que había dadoanteriormente; y advierto, señores, que luegoexplicaré los motivos que justifican esta conductade una manera clara y acabadísima. TambiénBrouardel contestó idénticamente lo que habíanrespondido los primeros comisionados. —«Puestoque usted no se presta á que hagamos el estudiode su procedimiento de obtención, no seguimosadelante, nos resistimos de todo punto.» (Risas yaplausos). Debo declarar, s n embargo, que exami-naron el cultivo que servía para las inoculacio-nes, como lo habían examinado también PaulGibier y Van Ermengen, según han confesadodespués; vieron igualmente practicar las inocula-ciones , y, salvo algunas exageradísimas aprecia-ciones , contra las cuales ha protestado Ferran enla prensa de Paris, todos ellos estuvieron confor-mes con que las inoculaciones eran completamenteinofensivas, estando también de acuerdo con laComisión oficial de España, que ha declarado lainocuidad de las inoculaciones Ferran.

Tras de todo esto vino la retirada de Brouar-del , y ¡ cosa inconcebible! la retirada con ame-nazas (porque se trataba de hacer impresión en el

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ánimo de Ferran), diciéndole que sentían mucholo ocurrido, puesto que él sería el primero lasti-mado y á quien más interesaba esta cuestión, yanunciándole que la prensa de Paris, tanto lamédica como la política, hablarían de Ferrancomo se merecía por su negativa (Rumores). Sinembargo de esto, Ferran no quiso que dichos se-ñores se marcharan sin ningún documento quejustificara perfectamente su conducta, que, dichosea de paso, no necesitaba justificarse, porqueFerran no se negó en manera alguna á la preten-sión que se encerraba en el decreto del Ministrode Comercio al nombrar á los Sres. Brouardel,Charrin y Albarran para hacer el estudio de losensayos de la inoculación anticolérica de Ferran,y porque tampoco se negaba al ruego de su ilus-tre maestro Pasteur, que en una carta, que elmismo Brouardel trajo, no le rogaba más sinoque diera á conocer sus cultivos á la Comisiónfrancesa, y que pusiera en manos de sus indivi-duos todos los datos necesarios para hacer las es-tadísticas. A todo esto se ofreció Ferran; y al verla insistencia con que de una manera que yo lla-maría pesada y descortes, el Dr. Brouardel que-ría conocer el procedimiento de obtención dellíquido profiláctico antes que nada, negóse Fer-ran resueltamente á facilitárselo; entonces se re-tiró la Comisión, porque se creyó lastimada en suamor propio personal.

Estos son los hechos que, confirmados por eli'elato é informe de los comisionados franceses,

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— 64 —sirven, en primer lugar, para la justificación deFerran ; justificación que aun se obtiene, en se-gundo término, por otra cosa que voy á revelar:por lo que se llama el secreto de Ferran. Ese se-creto no es tal secreto; por lo menos tenían obli-gación de conocerlo los franceses, porque estabaen su poder, sin darse cuenta de ello, tres mesesantes. En tiempos en que Ferran sólo tenía unnombre oscuro, que , por lo tanto, no había lo-grado atraer las miradas de la Europa culta, pre-sentó una nota á la Academia de Ciencias deParis, en la cual explicaba su procedimiento contodos los detalles necesarios para que cualquiermicrobiólogo de mediano entendimiento pudieraconseguirla vacuna anticolérica. Pues bien: aque-lla nota, leída en la sesión del 13 de Abril últi-mo, pasó desapercibida para todos; y á pesar deque en ella Ferran se ponía á disposición de losacadémicos para probar la verdad de 'sus traba-jos, á Ferran no se le contestó ni se le acusó re-cibo, tal vez porque lo que ahora ha logrado con-mover á la Europa entera no se creyera enton-ces digno de la atención de los sabios por el os-curo rincón de donde salía {Grandesy prolongadosaplausos.)

Conducta tanto más rara, señores, cuanto quepor medio de esa nota aspiraba al premio Breantde 100.000 francos, ofrecido al que llegue á descu-brir un remedio verdadera contra el cólera. ¿ Conqué derecho, señores, vienen hoy esos eminenteshombres de ciencia á quejarse porque no se les da

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á conocer lo que debían ya olvidar de puro sabido,puesto que en su casa lo tienen hace tres meses?(Aplausos). ¿Con qué derecho, vienen, señores,de una manera desabrida á pedir un secreto queno existe y que llevaban en el bolsillo? Porquehay otra coincidencia que casi casi podría lla-marse graciosísima. El documento que llevabanlos Sres. Brouardel, Charrin y Albarran, paraentregar al ministro del Comercio de su nación,era una carta de Ferran en que explicaban perfec-tamente todos los detalles de su conducta y decíacuál había sido la proposición que había hecho álos comisionados franceses, cuya proposición erala siguiente :

« Y es más, señor Ministro, y llamo muy par-ticularmente la atención de V. B. acerca de esto:yo he invitado á los Sres. Brouardel, Charrin yAlbarran, á que recojan por sí mismos los vírgu-las de las deyecciones coléricas, los cultiven, lossiembren en caldo preparado por ellos, y estecaldo, que me será entregado contenido en cajalacrada y sellada, me servirá para convertir el lí-quido en vacuna ».

Con sólo la lectura de este escrito está dichoen qué consiste la vacuna de Ferran, que no esmás que el cultivo en caldo del vírgula coléri-geno ; y ¡sin embargo, el distinguido doctorBrouardel se fue con el secreto del Dr. Ferranen el bolsillo, protestando contra el secreto ycontra el que no se lo había querido revelar!(Ruidosos y prolongados aplausos).

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Hay una explicación todavía más elocuente yun argumento de mucha mayor fuerza.

Ferran había dirigido su nota á la Academiade Ciencias de Paris, nota que aparece publicadaen el núm. 15 de los Comptes rendus, pertene-ciente á la sesión del 13 de Abril de este año,cuya nota había presentado optando al premioBreant; y mientras esta Academia no contestaraaceptando el ofrecimiento de Ferran que al piéde su escrito decía : « Me pongo á disposición dela Academia para probar la verdad del resultadode mis estudios » ; mientras esta Corporación nocontestara, Ferran, repito, que no se negaba ádecir que el secreto de su procedimiento se en-contraba en manos de la Academia, estaba en elderecho de reservarse y no dar más explicacionesá los que no representaban á esta Corporación ; nofuera que, con esa habilidad que algunos tienen,el procedimiento de Ferran se lo apropiaran, lovariaran, lo reformaran, lo achicaran, lo alarga-ran y lo presentaran después como un procedi-miento nuevo, oponiéndose así y adelantándose álas aspiraciones de Ferran (Grandes aplausos).

Hé aquí, señores, cómo no era tal secreto elsecreto de Ferran, ni su conducta dejaba de estarajustada perfectamente á todo lo que la cortesíaexigía dentro del terreno científico. Pero haymás, señores, porque no deben dolemos prendasen esta cuestión : menos secos y descorteses quelos Dres. Brouardel, Charrin y Albarran, fueronal fin y al cabo los Sres. Van Ermengen y Paul

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Gibier, que en vista de la negativa siempre rela-tiva, y jamas absoluta, de Ferran á acceder á loque ellos pretendían, le dejaron escrito un cues-tionario al que se comprometió Ferran á contes-tar en el término de ocho dias después de la par-tida de aquéllos. Con efecto ; estos señores hansido perfectamente contestados y sin reservas, yhé aquí las preguntas dirigidas y luego las res-puestas hechas :

«Cuestionario propuesto al Sr. Ferran por losdoctores Van Ermengen y Gibier.

Primerapi'effunta. — ¿En qué consiste vuestrovirus?

R. Esta primera pregunta está contestada,desde luego, con una de las notas que hace tresmeses presenté á la Academia de Ciencias deParís con fecha 31 de Marzo, y que en esta doctaCorporación se leyó en sesión de 13 de Abril.En dicha nota hacía presente el procedimientoque sigo para obtener el cultivo virulento delbacilo vírgula con objeto de utilizarlo como va-cuna ; al final me ponía personalmente á disposi-ción de la ilustre Academia para repetir mis ex-perimentos. A esta fecha aun no he recibido con-testación ni se me ha acusado recibo.

Hace ya tiempo, pues, que se tiene en Francianoticia de mi procedimiento.

¿Cómo es que no se ha querido ver? (Risas).

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Segunda pregunta.—¿En qué consiste la ate-nuación de vuestros cultivos?

R. El cultivo de bacilo vírgula, que yo usocomo líquido profiláctico, produce efectos ate-nuados con relación al tejido celular, donde seintroduce por medio de inyecciones hipodérmi-cas. Es decir, que mi vacuna colérica guarda ana-logía con la del carbunclo bacteriano sintomáticoy la del muermo, cuya acción patógena ó pre-servativa, dependen, más bien que de otra cosa,del sitio del organismo por donde se introduce.

Ademas de esto, el microbio colerígeno seatenúa en el medio de cultivo, según la riquezade éste y según la reacción química determinadapor la vida del mismo microbio.

Tercera pregunta. — ¿Cómo reconocéis quevuestros cultivos estén atenuados?

R. La contestación á esta pregunta se des-prende de la que he dado á la anterior.

Cuarta pregunta. — ¿Cuánto tiempo dura laatenuación ?

R. Me faltan aún datos para resolver estacuestión.

Quinta pregunta. — ¿Podéis producir diferen-tes grados de atenuación?

R. Sí, y éstos dependen de la cantidad de lí-quido de cultivo, de su densidad ó riqueza enmicrobios, y del tiempo.

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INOCULACIÓN PREVENTIVA.

Sexta pregunta.—¿Cómo producís el cóleraexperimental en los animales?

R. Produzco el cólera experimental en los co-nejillos de Indias del modo que tengo consig-nado en la nota presentada á la Academia deCiencias de París, á la que antes me he refe-rido.

Séptima pregunta. — ¿Cómo conocéis que es elcólera ?

R. Como yo no inyecto á los conejillos de In-dias más que un cultivo puro del bacilo vírgula,ó sea del microbio colerígeno, todos los acciden-tes producidos, y hasta la muerte, que en elloscausan las inyecciones de dicho cultivo, debeninterpretarse como manifestaciones del cólera. Almenos tienen el deber de hacerlo así todos losmicrobiólogos que admitan el vírgula como causaespecífica del cólera morbo asiático.

Ademas, los síntomas observados en los cone-jillos, cuya descripción tengo publicada, concuer-dan con la fisiología patológica de dicha enfer-medad en el hombre. Las diferencias que existense explican por la diversidad de organismos. Dosanimales distintos responden también de distintamanera á la acción de la misma causa específica.

El virus del muermo no produce en el perromás que una úlcera que pronto se cura; el delcarbunclo no mata á las gallinas si no se enfrían.

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De hoy más, en las enfermedades específicas lanoción etiológica será la característica morbosamás que el sindromo comparado en diferentesespecies de animales.

Octava pregunta. — ¿Habéis logrado produciruna inmunidad de mucha duración en los ani-males?

R. Sí, y puede calcularse en un mínimum decuatro meses.

Novena pregunta. — ¿Cuáles son los síntomas¡ocales y generales que observáis en los indivi-duos inoculados?

R. Están descritos en la citada nota presen-tada á la Academia de Ciencias de París.

Décima pregunta. — ¿Habéis examinado la san-gre, el sudor, la leche, las orinas y las deyeccio-nes de individuos inoculados?

R. Sí, ni el sudor, ni la orina, ni la leche,ni las deyecciones contienen vírgulas. En la san-gre de los inoculados se encuentran unas peque-íí ísimas granulaciones, sobre cuya significación ycultivo no tengo experimentos bastante conclu-yentes.

Undécima pregunta. — ¿ Habéis tenido ja-mas accidentes á consecuencia de las inocula-ciones?

R. Nunca cuando yo he hecho personalmentelas inyecciones. Hay hasta la fecha más de 25.000individuos inoculados, lo cual sube á más de50.000 el número de inyecciones hipodérmicas;sólo unos cuantos flegmones (nada graves) han

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— 71 —sobrevenido cuando la operación se ha hecho porayudantes negligentes.

Estos flegmones no han llegado á 12, y hansido producidos indudablemente porque el des-cuido en esterilizar la jeringuilla ha permitidoque el cultivo del vírgula se haya impurificado porel germen piógeno.

Duodécima •pregunta. ¿Los accidentes que se-ñaláis pueden ser interpretados de una maneradesfavorable al método?

R. No. Comparándose las 50.000 inyeccioneshipodérmicas hechas por el cultivo del vírgula,y otras tantas practicadas con cualquier medica-mento, hasta con agua clara, se verá la verdadde mi negación.

Accidentes generales no han producido nuncamis inoculaciones; todos los fenómenos generalesobservados han sido los que asigno á la acciónfisiológica del líquido de vacuna, y son aquellosá que hago referencia en mi respuesta á la pre-gunta novena» (Sensación).

Es decir, señores, que los comisionados ex-tranjeros que se han tomado el trabajo de pre-guntar en debida forma al Sr. Ferran han sidocontestados perfectamente y sin reservas científi-cas , de acuerdo con la nota que hace tres mesestienen en su poder. Todo el que quiera puedeleer el núm. 15 de los citados Comptes rendus,correspondiente al 13 de Abril de 1885 de laAcademia de Ciencias de París, y leerá en lapágina 959 la nota presentada por el Sr. Ferrari

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con el título de Patología experimental sobre el có-lera ; allí puede verse que en el primero y se-gundo párrafo se dice la manera de obtener elvirus para la vacuna, y que después se habla dela manera cómo conserva su virulencia y cómo lapierde.

Antes de terminar este punto importantísimo,debo hacer una advertencia para ponernos á cu-bierto , por si alguno viera contradicción en estey otros hechos que han sucedido. En la carta alMinistro del Comercio hablaba Ferran de uñ se-creto procedimiento, pero nunca pudo compren-der que los señores que componían la Comisiónfrancesa ignoraran que en la nota presentada á laAcademia constaba de un modo formal el proce-dimiento científico para obtener la vacuna. Todoindividuo puede hacer vacuna para la profilaxisdel cólera con sólo la lectura de esa nota ; peronecesita uno, dos quizá más meses para llegar,por medio de tanteos, pruebas y estudios repeti-dos , á la obtención del líquido apr opósito.

El Sr. Ferran tiene, pues, resuelto el mediode fabricar vacuna en poco tiempo y en grandeescala ; este procedimiento industrial para haceren cuarenta y ocho horas dos metros cúbicosde vacuna, puede y tiene perfecto derecho Fer-ran para reservárselo; pero el procedimientocientífico es conocido hace tres meses de todo elque se ha tomado el trabajo de conocerlo (Mues-tras de aprobación),

Y acabo ya, señores; á medida que voy aseen-

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diendo en este camino, el desenvolvimiento de loque me había propuesto deciros va siendo cada vezmás difícil y mi tarea más penosa. Entro ya enuna cuestión delicada, cuestión de esas que que-man y de esas que exigen para ser manejadas mu-chísimo tacto 5 finísimo tacto , que yo no sé si mepodrá faltar.

Una de las acusaciones que parecen más gran-des contra nuestra conducta , es la que se refiereá lo que algunos llaman la cuestión mercantil.Hemos cometido, señores, el delito gravísimo decobrar por nuestro trabajo. Eso nos echan encara, y eso es preciso que yo justifique.

Señores, todo el mundo tiene deseo y ansiafortísima de gloria ; es la aspiración más justaque existe en el corazón del hombre, aspiraciónque regula la marcha de las generaciones á\ tra-vés de los tiempos. El joven alumno sueña con lagloria cuando el trabajo le rinde sobre el pupi-tre en las largas vigilias ; el cadete, en las Aca-demias , en medio de las casi infantiles manio-bras á que le someten, con la gloria sueña; lagloria es también el aliento del artista cuandoextiende los matices del iris sobre el lienzo; esel alma del sabio dentro de su gabinete de estu-dio ; es el pabulum en la vida moral, como eloxígeno lo es para todos en la vida física. Y esque la gloria tiene perfumes penetrantes que em-briagan a relampagueos que deslumhran, dulcessonidos que enloquecen, arrastran y subliman.; Ah, señores! Uno de los dias más felices de mi

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— 74 —vida será siempre aquel en que, acompañando áEerran, y acompañado de Pauli, entramos enAlcira después de la prohibición del Ministro,llevados en brazos de hombres entusiastas, salu-dados por estruendosas aclamaciones, cubiertosde flores por aquellas calles embalsamadas con elaliento de la primavera en el hermoso país de losnaranjos, ante aquellos balcones cubiertos decolgaduras y rebosando gentes con la emoción enel pecho y la alegría en los labios ; y cuando laaclamación del pueblo me obligó á dirigirle mipalabra, ronca por la satisfacción de la gloria, yono hubiera cambiado aquel sitio y aquel momentopor otros momentos y otros sitios. Aun se con-serva, señores, en mi casa, como recuerdo pre-cioso , la paloma que al vuelo recogí en aquel dia:y al verla jugar sobre las rubias y rizadas cabe-citas de mis hijos, me hago diariamente la pro-mesa de guardar la memoria de aquella jornadacomo la más dulce y más honrosa de mi vida(Grandes y estrepitosos aplausos).

Pero á pesar de todo, señores (y es precisoque , cuando se hable de estas cuestiones tan in-teresantes y que llegan tan hondo, todo el mun-do se ponga la mano sobre el pecho y ten-ga la obligación de ser franco y honrado), á pe-sar de todo, repito, es preciso confesar que, des-pués de llegados á las alturas del renombre yde la fama, donde hay tan grandes desvaneci-mientos , asalta á los afortunados que ellas alcan-zan una necesidad ineludible, la necesidad fatal

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de la vida, que, por más que se quiera , seimpone y nos arrastra con ansia febril. Y conesa necesidad viene también la de procurar portodos los medios lícitos satisfacerla, y yo aunsería más desnudo en mis frases si no creyeraque he dicho lo bastante para que me com-prendáis.

El mismo F erran da la justificación de su con-ducta inoculando 20.000 personas gratis ; inocu-lando gratis á pueblos enteros como Alcira y Be-nifayó, y todos los que en Carcagente, Bellre-guat, etc., se han prestado á ello; cediendo álos pobres de Alcira más de 5.000 pesetas quenos corresponde de dietas por nuestros trabajosjunto á la Comisión oficial ; cediendo á los deBenifayó todo cuanto el ayuntamiento daba porlas inoculaciones, y ofreciendo gratuitamentela aplicación de su procedimiento al Ejército, ála Marina, y los establecimientos de Beneficen-cia. No estaba obligado á más.

¡ Ah, señores I Se dice que Jenner tuvo necesi-dad de largos años de fatigas y de trabajos parallegar á conquistar la gloria, y se pretende olvidarque recogió del Parlamento inglés cerca de unmillón de francos como recompensa nacional,Pasteur tiene también una pensión de 125.000francos ; Koch sólo había conseguido el descu-brimiento de los esporos de la bacteridia cuandoel Gobierno alemán le llevó al Consejo Imperialde Sanidad de Berlín, mientras que algo ha he-cho en ese camino de los hallazgos F erran, y

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— 76 —hasta el momento presente, no sólo no se le haayudado y no se le ha tendido una mano protec-tora, sino que se le ha perseguido incalificable-mente , y se le han presentado trabas sin cuentoy obstáculos en serie interminable. Abandonadoá sus propias fuerzas, de lo que estas fuerzas da-ban lia tenido que sacar armas materiales de de-fensa. Prestar servicios á la Humanidad, obli-gando á la Humanidad á- que nos dé el contin-gente necesario á nuestra vida física, es la tareadiaria de nosotros los médicos, y nadie de ello seasombra, porque es perfectamente honrado, yaque se ajusta á lo que la vida exige de nosotrosen las condiciones naturales en que se realizapara todos. Tan lícita y moralmente se gana di-nero inoculando como asistiendo á pacientes.Pues que, señores, ¿no lo ganamos honradamen-te nosotros los médicos cuando pasamos dias ydias á la cabecera del enfermo, asistiéndole concuidado exquisito, pero sin acertar á curarle nimuchas veces siquiera á conocer la dolencia, ysin que por ello creamos no merecer la recom-pensa de nuestro trabajo ? (Grandes aplausos).

Es que, señores, realmente la Humanidad sealimenta de preocupaciones, cuya falsedad, alláen el aislamiento de nuestro gabinete y en lo ín-timo de nuestra conciencia, comprendemos, peroque luego admitimos en público como careta quecubre nuestras debilidades, y una de esas preo-cupaciones es la que yo calificaría de injusticiade la gloria, de hipocresía de la gloria.

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— 77 —Todos los hombres, pero especialmente nos-

otros los españoles, no podemos concebir en ma-nera alguna un hombre sabio sino muerto dehambre. La gloria de la inteligencia no la admi-timos sin privaciones y sin remiendos ; nos pa-rece que no es gloria más que la gloria pobre, y,sin embargo, por eso que yo llamo la hipocresíade la gloria, si colocamos en el platillo de unabalanza la espada del conquistador, y en el otroarrojamos el manuscrito del sabio ó del poetaempapado en la inspiración de su alma, y con éltodo el oro del mundo ganado por el trabajo, elfiel de la balanza cederá al peso de la espada, ja-más al peso del cerebro humano. Y ese mismooro que empaña el brillo del talento, no creerála Humanidad que puede empañar con el ricobotín de la victoria la gloria de la espada, á laque el crimen y la sangre manchan (Aplausos).

A nadie se ocurre, cuando oye embelesado larica y poderosa voz de un Gayarre en el Spirtogentil de Donizzeti, ó el A te o cara de Bellini,á nadie se ocurre pensar en los mil duros quegana cada noche, y todos le aplauden, y todos leaclaman, y todos ven en él la encarnación realdel arte divino de la música, que recrea el oidoy conmueve el alma. A nadie se ocurre que unFortuny ú un Madrazo puedan manchar el brillode su gloria ó mancillar el arte, porque despuésde trasladar al lienzo el parto de su rica fantasía,cambien su obra por un puñado de miles y tra-duzcan á dinero un cuadro que, sólo por ser suyo

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es la admiración del mundo; y, sin embargo,llega un hombre de ciencia que gana una canti-dad insignificante, ruin y despreciable, prestandoá la Humanidad el aliento de la salvación, y sepretende por algunos arrojarle á la cara ese pu-ñado miserable de oro como el precio de unaventa. ¿No es esto un verdadero absurdo? (Granentusiasmo. Nutridos aplausos).

j Ah, señores, y cómo me consuelan esos aplau-sos ! Ya sabía yo que al venir aquí, á esta cátedradel libre pensamiento, y al hablar á lo más íntimode vuestro corazón, éste me había de respondercon su justicia, con su innato sentimiento de jus-ticia, y había de encontrar en vosotros la apro-bación más grande de la conducta de Ferran.

No continuemos, no, siendo injustos con loshombres de Ciencia, y queramos exigirles lo queá nadie más tratamos de exigir ; que el dinero esbien poca cosa en el mundo, y al fin y al cabo,señores, al ver á un pobíe soldado tendido en elcampo de batalla con el cráneo destrozado, nadiese acuerda que lleva en su mochila los miserablesreales de plus con que la patria ha pagado su pre-ciosa vida, ni cuando el sacerdote se acerca á lacabecera del moribundo ó rocía con la sagradaagua del bautismo la cabeza del recien nacido, óá los acordes del órgano y entre nubes de in-cienso celebra el sacrificio incruento, nadie seacuerda, repito, que bajo la pobre raida sotanase esconde la retribución de los derechos que per-cibe por todo lo que representa lo más sublime

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— 79 —de nuestras aspiraciones sobre la tierra (Aplau-sos).

Al admitir esto, al reconocer que el hombretiene necesidades en la vida á cuya satisfacciónes indispensable que atienda, hay que justificar-nos como lo habéis hecho.

Trabajemos todos, nosotros y vosotros, paraque una empresa personal se convierta en obra yy empresa nacional; F erran está dispuesto á ello;trabajemos todos para que esta concepción her-mosísima, esta esperanza salvadora de la inocu-lación anticolérica, sea una verdad, y la conse-cución de este fin será en cambio una gloria paraEspaña, que habrá conquistado con ella un re-cuerdo eterno en la historia de la humanidad. —H E CONCLUIDO.

(Grandes y prolongados aplausos. El orador esfelicitado calurosamente por los concurrentes).

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