Ibarra Palafox - Minorías etnoculturales y Estado nacional

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    MINORAS ETNOCULTURALES Y ESTADO NACIONAL

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    INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURDICAS

    Serie DOCTRINAJURDICA, Nm. 262Coor dinador editorial: Ral Mr quez RomeroCuidado de la edicin: Claudia Araceli Gonzlez Prez

    For macin en com putadora: Wendy Vanesa Rocha Cacho

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    FRANCISCO IBARRA PALAFOX

    MINORASETNOCULTURALES

    Y ESTADO NACIONAL

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICOMXICO, 2005

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    Primera edicin: 2005DR 2005. Univer sidad Nacional Autnoma de Mxico

    I NSTITUTO DEI NVESTIGACIONESJURDICAS

    Cir cui to Mtro. Ma rio de la Cueva s/nCiudad de la Investigacin en HumanidadesCiudad Univer sitaria, 04510 Mxico, D. F.

    Impreso y hecho en M xico

    ISBN 970-32-2907-7

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    A Yolan da Pa la fox, mi madre

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    CAPTULO TERCEROINSTITUCIONES PARA EL ACOMODO DE LAS MINORAS:

    FEDERALISMO, SECESIN, AUTONOMAY DERECHOS DIFERENCIADOS

    I. Introduccin: las minoras y su acomodo a las instituciones polticas bsicas en tr minos de justicia . . . . . . . . . . . . . . . 95

    II. Minoras nacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

    1. Las naciones subestatales frente al Estado nacional. Sece-sin y federalismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

    2. Pue blos indgenas y autonoma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124

    III. Inmigrantes y derechos diferenciados . . . . . . . . . . . . . . . . . 145IV. Estados multinacionales y Estados politnicos . . . . . . . . . . 156

    CAPTULO CUARTO

    INMIGRACIN, CIUDADANA Y ESTADO NACIONAL

    I. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163II. Asimilacin y exclusin diferencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169

    III. La ciudadana ante los princi pios de la justicia . . . . . . . . . . 186IV. Los lmites estatales de la ciudadana . . . . . . . . . . . . . . . . . 192

    V. Una ciudadana incluyente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196

    CAPTULO QUINTOMINORAS Y DEMOCRACIA

    I. Introduccin: minoras y teora democrtica . . . . . . . . . . . . 217

    II. La democracia consensual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 226III. Democracia consensual frente a democracia mayoritaria . . . 230

    CONTENIDOX

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    1. Coalicin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2312. Veto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2383. Sistema pro por cional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2424. Sistema multi par tidista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245

    5. Consideraciones a favor de la democracia consensual . . . 252IV. Re presentacin de gru po o derechos es peciales de re presen-

    tacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256

    1. Su im por tancia y el ar gumento de la igualdad . . . . . . . . . 2562. Quines de ben gozar de una re presentacin de gru po? . . 261

    3. Las cuotas de re presentacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266

    Bi bliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273ndice analtico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293

    CONTENIDO XI

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    Minoras et nocul tura les y Esta do na cional , edita-do por el Instituto de Investigaciones Jurdicas dela UNAM, se ter min de im primir el 6 de octu brede 2005 en Fuen tes Impresores, S. A. En su edi -cin se em ple pa pel cul tural 70 x 95 de 50 ki los para los interiores y car tulina couch de 162 ki-los para los fo rros. Consta de 1,000 ejem pla res.

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    INTRODUCCIN

    La dcada de los noventa presenci el resur gimiento de las minoras et-noculturales en el plano poltico y en el terico. En el poltico, la cada del bloque socialista, la confor macin de muy diver sos Estados nacionales enlo que eran los pases socialistas, desde la Unin Sovitica hasta Yugosla-via, la intensificacin de los movimientos nacionalistas en varios Estadosoccidentales como Espaa con los vascos y los catalanes, el Reino Unidocon los norir landeses o Canad con Que bec, as como la intensificacin delos movimien tos autonmicos de los pue blos indgenas en Amrica o suabrupta irrupcin, por ejem plo, en Mxico, estos sucesos seala ban con to-da claridad la necesidad de encontrar nuevas res puestas en lo poltico y enlo terico para el acomodo de las minoras etnoculturales. Asimismo, losacontecimientos que siguieron al 11 de septiem bre de 2001 en los EstadosUnidos y la consecuente guerra contra el terrorismo que sir vi de pretex-to para atacar a algunas minoras etnoculturales en varias par tes del mun -do, hacen todava ms im periosa la necesidad de encontrar esas res puestas.

    De igual manera, durante estos aos hemos presenciado la aceptacin,en la teora, de un pro blema, el de las minoras etnoculturales, que antesse considera ba slo relevante para la antro pologa, la sociologa y, enoca siones, para la historia, mas no para la teora polti ca ni para la teora

    del derecho. Quiz el desinters que el derecho ha ba manifestado por esos temas se pueda ex pli car por la caren cia de es tu dios te ricos quemar caran la tran sicin de los mismos hacia el cam po ju rdi co. En estesentido, la presente investigacin constituye una reflexin inicial desdela teora so bre los temas del multiculturalismo los cuales, por cier to, to-dava son inci pientes en la teora poltica y jurdica mexicanas.

    Ahora bien, el pro blema terico esencial que me pro pongo resolver enla presente investigacin es el que se des prende de la siguiente pregunta:c mo po demos aco modar a las mi noras et nocul tura les en el Esta do y

    sus ins titucio nes po l ticas b sicas en tr minos de jus ticia? Desde luego,

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    par to del su puesto de que las minoras etnoculturales tendrn que nego-ciar los tr minos de sus acomodos bsicos con el Estado nacional, el cualinevita blemente seguir siendo, todava en el futuro previsi ble, la or gani-zacin poltico-institucional ms im por tante, no obstante el nuevo con-texto que enfrenta ante el fenmeno de la glo balizacin.

    A manera de introduccin y para adelantar slo un poco los ar gumen-tos que desarrollar ms adelante, puedo decir que con la intencin dedar res puesta al pro blema que se des prende de la pregunta que dirige miinvestigacin, he reflexionado so bre una teora de la justicia y, so bre to-do, he seleccionado aquellos princi pios nor mativos de la justicia que me pudieran sealar el camino para conseguir esos acomodos. Es im por tantesealar que adems he procurado que tales princi pios cum plan con los

    postulados li berales esenciales, pues el modelo terico que pro pongo tie-ne, tam bin como presu puesto, un Esta do y unas instituciones polticasli berales. De esta manera, he retomado para la realizacin de mi investi -gacin los dos princi pios de la justicia de John Rawls y los he ajustado ala presencia de las minoras etnoculturales. As las cosas, los princi piosque nor marn el desarrollo de la presente investigacin, son los siguien-tes: 1) cada uno de los integrantes de una minora etnocultural tiene igual

    derecho a gozar de un esquema adecuado de iguales derechos y li ber ta-des b si cas, siem pre que ese es que ma sea com pati ble con un esque ma si-milar para los individuos integrantes de la sociedad dominante y de otrasminoras etnoculturales; 2) las desigualdades sociales y econmicas de - ben ser acomodadas de tal mane ra que am bas seana) razona blementees peradas en venta ja de los integrantes de las minoras etnoculturales,cuando stos se encuentran en una posicin de desventa ja y b) su jetas aque los puestos y car gos p blicos tam bin estn abier tos a los integrantesde las minoras etnoculturales, ba jo condiciones justas de igualdad deopor tunidades. Como se podr apreciar, el primer princi pio nor mativoasegura para los integrantes de las minoras etnoculturales el goce de losderechos y las li ber tades bsicas que ofrece una sociedad li beral. El se-gundo princi pio por su par te asegura, para esas minoras, la igualdad deopor tunidades para acceder a los beneficios socioeconmicos y a los puestos del Estado. Si se reflexiona so bre estos dos princi pios de la justi-cia, se podr apreciar cmo ellos condensan los princi pios de li ber tad eigualdad para todos, pro pios de toda or ganizacin li beral.

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    Seleccionados estos dos princi pios, aplicar los mismos como princi- pios nor mativos so bre el Estado y sus instituciones polticas bsicas paraacomodar a las minoras etnoculturales. Las instituciones polticas queexaminar a la luz de los dos princi pios de la justicia son las siguientes:el Estado nacional y sus procesos de construccin, el federalismo, la se-cesin, la autonoma, los derechos diferenciados, la ciudadana y la de-mocracia. De esta manera, evaluar si estas instituciones polticas, tal ycomo se encuentran en los Estados nacionales, cum plen con los dos prin-ci pios nor mativos de la justicia en sus relaciones con las minoras etno-culturales y, en caso de no hacer lo, sugerir las correcciones nor mativasnecesarias a esas instituciones para que satisfagan tales princi pios y, enconsecuencia, se proceda al acomodo de las minoras etnoculturales al

    Estado y sus instituciones polticas en tr minos de justicia. De esta ma-nera y confor me vayamos evaluando cada una de las instituciones en losca ptulos corres pondientes, se ir per filando un modelo terico de insti-tuciones polticas bsicas que cualquier Estado li beral con minoras etno-culturales en su interior podra seguir en su proceso de acomodar las entrminos de justicia.

    De manera muy general, puedo decir que las instituciones polticas bsicas de la sociedad son, siguiendo a Rawls, aquellas que deter minanlos princi pales arreglos polticos de una sociedad (nor malmente defini-dos en la Constitucin del Estado). Entre estos arreglos polticos esencia-les te nemos, por ejem plo, a la for ma fede ral asu mida por el Esta do, lafor ma de go bier no o el sistema de derechos que reconoce a sus ciudada-nos. Si tales instituciones polticas bsicas son reguladas por los dos princi pios de la justicia, podemos decir que la sociedad es justa.

    Es im por tante sealar que para escoger a las instituciones polticas b -sicas que he seleccionado en la presente investigacin, he tomado comoreferencia el im pacto que las mismas pudieran tener so bre las minorasetnoculturales ms or ganizadas polticamente dentro de un Estado nacio-nal. En efecto, para realizar tal seleccin, primero tuve que deter minar aqu minoras etnoculturales atendera en la presente investigacin, puessin ello no estara en condiciones de escoger a las instituciones relevan-tes. De esta manera, decid concentrar me en aquellas minoras etnocultu-

    rales ms ar ticuladas polticamente al interior del Estado y que, en con -secuencia, tienen una mayor ca pacidad de plantear sus demandas frente alos Estados nacionales, como lo son las naciones subestatales, los pueblos

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    indgenas y los inmigrantes. Hecho lo anterior, proced al examen, con-for me a los princi pios nor mativos de la justicia, de aquellas institucionesms rele van tes pa ra cada una de esas mino ras, por ejem plo: pa ra las na -ciones subestatales ha sido relevante la constitucin de un Estado nacio-nal o una autonoma territorial dentro del Estado dominante, por lo queexamin la secesin y el federalismo, para los pue blos indgenas lo hansido las demandas autonmicas, y para los inmigrantes la obtencin de laciudadana ha sido fundamental. Slo los procesos de construccin delEstado nacional y las instituciones de la democracia consensual puedenser re levan tes pa ra ms de una de esas mino ras e inclu si ve pa ra otrosgru pos en des ven ta ja, co mo es el caso de las mu je res que, pa sada la pri -mera eta pa de su lucha por el derecho al voto pasivo y activo, ahora sus

    demandas se orien tan a exigir que se les re co noz can cier tas for mas de re- presentacin es pecial y se les garantice un mnimo de es pacios dentro delas instituciones de la democracia li beral. En tor no a estas institucionesde gran im pacto para el acomodo institucional de las minoras culturalescon mayor peso poltico en las sociedades contem porneas, girar la pre-sente investigacin.

    Es im por tante sealar que el tr mino minoras culturales no de be ser entendido slo como referido al tamao pro por cional del gru po, sinoms bien al es pa cio que ocu pa una cul tu ra en la es fera p bli ca. En efec-to, una minora etnocultural no est deter minada por el nmero de per so-nas que la integran sino por el lugar que ocu pa la cultura de esa minorafrente a la cultura dominante. En este sentido, es posi ble ha blar de unacultura dominante dentro de los Estados li berales, y de una o varias cul-turas minoritarias que com piten con ella o que se encuentran (lo que eslo ms comn) en po sicin de franca desven ta ja an te la cultu ra y la so -ciedad dominantes.Desde luego, esta blecida esta definicin se podr intuir de inmediatoque las minoras etnoculturales que pueden existir dentro de un Estadoli beral son muy variadas. Con inde pendencia de ex plicar con ms detallea estas minoras en los ca ptulos que siguen, puedo decir que para efec-tos de esta investigacin me concentrar en el estudio de aquellas mino -ras etnoculturales que han planteado las demandas polticas ms signifi-

    cativas al Estado nacional, como son las minoras nacionales, ya sea quese trate de naciones subestatales o de gru pos indgenas, de las minorasetnoculturales producto de la inmigracin (ya sea que se trate de inmi-

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    gra cin regu lar o irregu lar) y de las mu jeres en el caso de sus reclamosdemocrticos, estas ltimas como gru po en desventa ja ms que como mi-nora cultural. Por el momento, mis investigaciones no abor darn a otroti po de gru pos que pudieran ser considerados como minoras culturales,tal es el caso de aquellos integrados por per sonas disca pacitadas o deaquellos provenientes de la diver sidad sexual, y ello no por que no seanim por tantes, sino por que poseen todava un inci piente nivel de or ganiza-cin poltica que no les ha per mitido ar ticular suficientemente sus recla -mos por el autogo bier no o la redefinicin de la ciudadana, motivos por lo que considero merecen un estudio distinto al presente.

    Dicho esto ltimo, creo que es conveniente hacer algunas precisionesms so bre el contenido de la presente investigacin. Como ya adelanta ba

    cuando me refera a los princi pios de la justicia que guiaran el desarrollode mi investigacin, es im por tante subrayar que esta investigacin se in-ser ta en la teora li beral. Desde luego, no desconozco que algunos teri-cos li berales desde John Stuart Mill han soste nido la im posi bilidad deque el li beralismo pueda ser com pati ble con los pro blemas que derivande la diver sidad etnocultural. Sin em bar go, me ubico del lado de los que piensan que el li beralismo s puede abor dar los pro blemas multicultura-

    les sin de jar de ser lo que es, li bera lismo. En efec to, es im por tan te sea -lar que el pre sente tra ba jo se inser ta, esencialmente, en las l neas de in -vestigacin que se han desarrollado en la teora poltica li beral y que hansido iniciadas por algunos de los autores li berales contem porneos msim por tantes como Rawls, Kymlicka o Raz. En consecuencia, por razonestericas he de jado fuera de la presente investigacin aquellas lneas deinvestigacin que abor dan el multiculturalismo desde otros su puestosmetodolgicos. Por ejem plo, hay una lnea de investigacin multiculturalque ha sido im pactada significativamente por el posmoder nismo de Lyo -tard y que nada tiene que ver con el li beralismo que mane jo, por el con-trario, los posmoder nistas tienden a negar la validez de toda premisa li- beral, las cuales yo de fiendo en mi investigacin. Por otra par te, enalgunas escuelas latinoamericanas hay una teora multicultural que estfuer temente influenciada por el mar xismo y que, de igual manera, niegalos presu puestos del li beralismo, por lo que tam poco me es de mucha uti-lidad. Sera proli jo enumerar a las diver sas escuelas que so bre el multi -culturalismo pudieran existir o estn apareciendo y que poseen los ms

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    variados presu puestos tericos, los cuales son casi siem pre incom pati blescon los presu puestos desarrollados en la teora poltica li beral.

    Finalmente, deseo sealar que la presente investigacin constituye unaver sin corregida de mi tesis doctoral, misma que fue realizada gracias alapoyo de dos instituciones: el Instituto de Investigaciones Jurdicas de laUNAM que me abrig en el Programa de Doctorado en Derecho quecoor dina y que me honra en ser el primer titulado del mismo, as como laDireccin General de Estudios de Posgrado de la UNAM, que me otor guna beca por dos aos pa ra rea li zar este proyecto y un com ple mento eco-nmico para realizar una estancia de investigacin en Queens Univer -sity, Ca nad, con el profesor Will Kymlicka.

    Mi ms am plio agradecimiento para el doctor Diego Valads, director

    del Instituto de Investigaciones Jurdicas de la UNAM, cuyo invalua bley generoso apoyo hicieron posi ble la realizacin de esta investigacin,as como por ha ber me hecho sentir en todo momento en casa. Igualmen-te, quisiera hacer patente mi agradecimiento a quienes cola boraron demanera im por tante en la ela boracin de la presente investigacin: al doc -tor Juan Ve ga G mez, por su va lio sa di reccin y apo yo pa ra la rea liza-cin del mismo. A los doctores Enrique Cceres, Miguel Car bonell, Jor -ge Gonzlez Galvn, Faviola Rivera, Jos Mara Ser na y Pedro Salazar por los valiosos comentarios y obser vaciones que me hicieron para me jo-rar la presente investigacin, aunque la res ponsa bilidad de las opinionesver ti das es ma. Desde luego, al profesor Will Kymlicka le estoy enor -memente agradecido por todas las generosas atenciones que me ofrecidurante casi seis meses en Queens Univer sity, donde puede tener laopor tunidad de conver sar frecuentemente con l y afinar algunas par tesde esta investigacin.

    Tam bin, quisiera ex presar mi agradecimiento a quienes estuvieronvinculados de alguna manera a este proyecto: al doctor Manuel Becerra,quien era coor dinador del Posgrado en Derecho cuando inici mi investi-gacin; al doctor Hctor Fix-Fierro y al maestro Imer B. Flores quienescoor dinaron en diferentes momentos el doctorado en derecho en el Insti-tuto de Investigaciones Jurdicas, as como al doctor Antonio Ca ballero;al maestro Hugo Con cha y al doctor Jos Mara Ser na, se cretarios aca d -

    micos de ese Instituto, quienes cuando fue necesario me pro por cionarontodas las facilidades necesarias para realizar este proyecto. A todos mimayor reconocimiento y gratitud.

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    CAPTULO PRIMEROEL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL

    EN LA TEORA LIBERAL Y LOS PRINCIPIOS NORMATIVOS DE LA JUSTICIA

    I. Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7II. La primera eta pa: los derechos de las mino ras co mo comu-

    nitarismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11III. La segunda eta pa: los derechos de las minoras dentro de un

    mar co li beral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13IV. Los nuevos pro blemas de la investigacin multicultural y los

    princi pios de la justicia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

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    CAPTULO PRIMEROEL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE

    MULTICULTURAL EN LA TEORA LIBERALY LOS PRINCIPIOS NORMATIVOS DE LA JUSTICIA

    I. I NTRODUCCIN

    Entre los prin ci pales temas de inters como estu dioso de la teora, se en-cuentra la discusin so bre los derechos de las minoras1 y la di ver sidadcultural. Cules son los ar gumentos morales o filosficos en contra o afavor de tales derechos? Y en par ticular, cmo se relacionan con los princi pios bsicos de las democracias li berales, tales como los de la li - ber tad individual, la igualdad y la democracia?, qu relacin existe en -tre las minoras y los Estados nacionales?, cmo se han definido los tr -

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    1 Al referir me a los derechos de las minoras etnoculturales, o derecho de las mino-ras para abreviar, uso este tr mino en el sentido am plio en que lo em plea Kymlicka, esdecir, para referir me a una gran variedad de polticas, desde derechos y excepciones lega-les, provisiones constitucionales de polticas multiculturales de los Estados, hasta dere-chos lingsticos o derechos de los pue blos indgenas. sta es una categora heterognea, pero tales medidas tienen dos caractersticas en par ticular: 1) Van ms all del conocidocon junto de derechos civiles y polticos que son protegidos por todas las democracias li - bera les y 2) Son adopta dos con la in ten cin de acomodar las distin tas iden tidades y nece -sidades de los gru pos etnoculturales. Vase Kymlicka, Will, Po litics in the Ver na cular:

    Na tiona lism, Mul ticul tura lism and Ci ti zens hip , Gran Bre ta a, Oxford Univer sity Press,2001, p. 17.

    Asimismo, es im por tante sealar que el tr mino minoras no de be ser entendidoslo como referido al tamao pro por cional del gru po, sino ms bien al es pacio que ocu pauna cultura en la esfera p blica. Tam bin de be distinguir se a las minoras en el sentidoen el que las usamos en la presente investigacin, de aquel que se utiliza para calificar acier tos gru pos como son los coleccionistas de tim bres postales, cier tos clu bes y gru posque, aunque jueguen un pa pel poltico minoritario, no pueden poseer los mismos dere -chos que las minoras etnoculturales. Tamir, Yael, Liberal Na tiona lism , Nueva Jer sey,Prince ton Univer sity Press, 1993, p. 76.

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    minos de la relacin entre las minoras y las institucio nes bsicas delEstado como el federalismo, la ciudadana y la demo cra cia?

    Desde luego, todas estas preguntas no se han podido contestar al mis-mo tiem po, pues la teora poltica, como toda disci plina intelectual, tienesus par ticulares for mas de desarrollo. Al res pecto dir que el de bate filo-sfico so bre estas cuestiones ha variado sensi blemente tanto en su exten-sin como en su ter minologa. En efecto, a mediados de los aos ochentaeran escasos los estudios so bre estos t picos en la teora poltica y el de-recho, lo cual no quiere decir que no existieran en otras disci plinas comola antro pologa, la sociologa o la ciencia poltica.2 En efecto, durante buena par te del siglo XX, los as pectos de la diver sidad cultural, la etnici-dad o la nacionalidad, fueron mar ginales en los escritos filosficos de los

    li berales.3Actualmente, des pus de dcadas de ver dadera negligencia por par tede los estudiosos de la filosofa poltica y el derecho, podemos sostener que el tema de los de re chos de las mino ras y el de bate multicul tural seha posicionado en el frente de la discusin terica contem pornea. Estereacomodo terico tuvo lugar princi palmente a finales de la dcada delos ochenta y princi pios de los noventa. Desde luego, existen diferentes

    razones para que esto hu biese sucedido. Entre ellas podemos sealar, ob-viamente, que el colapso de los pases comunistas desat una tremendaoleada de nacionalismo tnico en Euro pa del Este, mismo que afect dra-mticamente los procesos de democratizacin de estos pases. En el caso par ticular de Mxico y de los pases latinoamericanos en general, la aper -tura democrtica que estos pases ex perimentaron des pus de dcadas deautoritarismo estuvo acom paada sino es que motivada frecuentemen-te por la aparicin de im por tantes movimientos de reivindicacin ind-gena, destacando desde luego en el caso mexicano el movimiento ar ma-

    MINORAS ETNOCULTURALES Y ESTADO NACIONAL8

    2 ste es el ca so, en mi opi nin, que se presenta en la socio loga es ta dounidense, enla que des pus de la Segunda Guerra Mundial aparecen diver sos estudios sociolgicos,antro polgicos o de ciencia poltica que examinan la presencia de las minoras etnocultu -rales en ese pas. Un ejem plo so bresaliente en la literatura sociolgica estadounidenseson las investigaciones de Ernesto Galar za so bre la po blacin mexicana o de origen me-xica no en los Estados Unidos, por ejem plo va se, Ga lar za, Ernes to, Ba rrio Boy , Univer -sity of Notre Dame Press, 1971. Agradez co al doc tor Jor ge Bustamante su valio sa suge -rencia para consultar este li bro.

    3 Kymlicka, op . cit ., no ta 1, pp. 17 y 18.

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    do en el Estado de Chia pas.4 En fin, la cada del blo que socialista y laaper tura democrtica de los pases latinoamericanos tra jeron apare jadaslas ms optimistas afir maciones, en par ticular aquellas consistentes ensostener que una pacfica transicin a la democracia tendra lugar en es-tos pases.

    No obstante lo anterior, hay varios as pectos que nos obligan a exami-nar el avan ce del es tudio so bre los derechos de las mino ras con cau tela:el resur gimiento de sentimientos xenfo bos contra las comunidades deinmigrantes y refugiados en varios pases; la aparicin de im por tantesmovimientos indgenas que, entre otros hechos, tuvo significativa im por -tancia para que algunos pases, como Mxico, integraran en sus Consti-tuciones las bases para las autonomas de los pue blos indgenas; de igual

    manera, es im por tante sealar la amenaza de secesin que tuvo lugar envarias democracias occidentales, desde el intento se paratista de Que becen Canad, pasando por los escoceses y los norir landeses en el ReinoUni do, hasta lle gar a los catalanes y vas cos en Espa a.5

    EL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL 9

    4 En la pre sente tesis no sern ob je to de es tudio en lo par ticular las causas que die -ron origen a la aparicin del Ejr cito Za patista de Li beracin Nacional (EZLN) en el es-ta do de Chia pas el 1o. de enero de 1994, ni tam poco ha r un es tudio del de sarrollo de talmovimiento, sin em bar go, considero que para abor dar los temas relativos al multicultura -lismo en Mxico y los derechos de las minoras en este pas, es necesaria una com pren-sin suficiente de este fenmeno, por consiguiente recomiendo consultar las siguientesobras que brindarn una acer camiento inicial al pro blema: Tello Daz, Car los, La re belinde la ca a das , Mxico, Cal y Arena, 1997; Stavenhagen, Rodolfo, Indi genous Move mentsand Po litics in M xico and La tin Am ri ca , en Cook, Cur tis y Lindau, Juan, Abori ginal

    Rights and Self-Go vern ment , Cana d, McGill-Queens Univer sity Press, 2000, pp. 72-97;Har vey, Neil,The Pea ce Pro cess in Chia pas: Bet ween Ho pe and Frus tra tion , ar tculo fa-ci lita do por el profesor Will Kymlicka, en agosto de 2002; Stavenhagen, Rodolfo, Pros -

    pects for Pea ce in Chia pas , en sayo que me facili t el pro fe sor Will Kymlicka, agos to de2002; Her nndez Navarro, Luis,Bet ween Me mory and For get ting: Gue rri llas, the Indi -

    genous Mo ve ment, and Le gal Re form in the Ti me of the EZLN , ar tculo que me facilit el profesor Will Kymlicka, agos to de 2002.

    5 Para un breve examen de los conflictos tnicos y los movimientos nacionalistas enalgunos pases de Euro pa Occidental, as como so bre algunos casos prcticos acaecidosen la Euro pa Oriental des pus del colapso socialista, consltese: Walzer, M.,On To lera -tion , New Ha ven, Ya le Uni ver sity Press, 1997, pp. 51-64, quien exa mina sucin ta mentelos casos par ticulares de Francia, Israel y Canad; asimismo de la obra de McGarry, Johny OLeary, Brenda, The Po litics of Ethnic Con flict Re gu la tion. Ca se Stu dies of Pro trac -ted Ethnic Con flicts , Gran Bretaa, Routledge, 1993, consltense los siguientes ensayos:McGarry, John y OLeary, Brenda, The Macro-Political Regulation of Ethnic Conflict, pp. 1-39; Noel, S. J. R., Ca nadian Res ponses to Ethnic Con flict. Consocia tio nalism, Fe -

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    Estos acontecimientos polticos que tuvieron lugar desde princi pios dela dcada de los noventa esta blecieron que ni las democracias occidenta -les ni las emer gen tes de mocracias de Euro pa del Este ha ban resuel to los pro blemas que emana ban de las diferencias etnoculturales. En conse -cuencia, no de be sor prender nos que los estudiosos de la teora poltica primero y del derecho un poco des pus hu biesen decidido ocu par se demanera creciente de los pro blemas de la diver sidad cultural. De esta mane-ra, ha sido frecuente en la literatura poltica y jurdica ver aparecer li brosso bre secesin, nacionalismo, diver sidad cultural, etnicidad, derechos in-dgenas, integracin democrtica de las minoras, as como diver sos t pi-cos del multiculturalismo; temas que se encontra ban prcticamente olvi-dados en estas reas del conocimiento.

    Ahora bien, en el cam po de la teora poltica, no slo ha ha bido un in-cremento considera ble en la literatura so bre los temas anterior mente se-alados, sino que la naturaleza misma del de bate ha cam biado significa -tiva mente en las dos lti mas dcadas en que hizo su apari cin. En efecto,el de bate multicultural ha variado a lo lar go de poco ms de veinte aosen que se ha posicionado dentro de la teora poltica contem pornea, pues de ninguna manera los temas que ahora se estn discutiendo pueden

    ser los mis mos que se es ta ban examinan do a finales de la dcada de losochenta. Dicho lo anterior, tratar de ex plicar en el presente ca ptulo c -mo ha evolucio na do es te de bate y cul es el es tado ac tual de la dis cusinterica so bre el derecho de las minoras.

    Para em pezar, y siguiendo a Will Kymlicka, puedo decir que se pue-den distinguir con claridad tres eta pas del de bate multicultural. Las dos primeras son ya par te de una breve historia de la discusin terica de lasminoras que ha br de resear en seguida, para de esta manera de jar sen -tados los te mas de la ter cera eta pa de la dis cusin multicul tu ral que en laque nos encontramos, algunos de cuyos pro blemas son los que me preo-cu pan y que examinar en los ca ptulos subsecuentes.6

    MINORAS ETNOCULTURALES Y ESTADO NACIONAL10

    deralism and Control, pp. 41-61; Lieven, Do minic y McGarry, John, Ethnic Con flict inthe Soviet Union and its Succes sors States, pp. 62-83; Schpflin, Geor ge, The Ri se andFall of Yugoslavia, pp. 172-203; Keating, Michael, Spain Peripherial Nationalismand State Res ponse, pp. 204-225.

    6 La divisin del de bate multicultural en tres eta pas ha sido esta blecida por WillKymlicka y la sigo en lo esencial de bido a que me parece muy didctica. Vase, Kymlic-ka, Will,op. cit , nota 1, pp. 18 y ss.

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    II. LA PRIMERA ETAPA: LOS DERECHOS DE LAS MINORASCOMO COMUNITARISMO

    Kymlicka seala correctamente que la primera eta pa del de bate tuvo

    lugar princi palmente antes de 1989 y la podramos llamar el pre deba te.7En efec to, en las d cadas de los se tenta y ochenta, los te ricos que dis cu -tan los pro blemas multiculturales y de las minoras asuman que el de ba-te so bre los derechos de las mino ras era, en esencia, equiva len te al de ba teentre libera les y comunita ris tas o, dicho de otra manera, entre individua -lis tas y colec tivistas . Ahora bien, confrontados como esta ban en ese mo-mento con un pro blema y con una materia poco ex plorada, no de be ex-

    traar nos que quienes esta ban dedicados a la teora poltica buscarananalogas con los de bates que les eran conocidos, entre los cuales, el de- bate entre li berales y comunitaristas pareca el ms apro piado.8

    El de bate entre li berales y comunitaristas es, dentro de la filosofa po -ltica, un vie jo de bate, del cual, inclusive, po demos encontrar claros an-teceden tes va rios siglos atrs y que no tra tar de re produ cir en la pre sen -te investigacin, por no ser lugar para ello. Sin em bar go, por considerar que la des crip cin de tal de ba te es de la mayor im por tan cia pa ra la ca balcom prensin del presente tra ba jo, tratar de es bozar una idea general delmismo.

    De manera muy general, puedo sealar que el de bate entre li berales ycomunitaristas gira esencialmente en tor no a la prioridad de la li ber tadindividual. Efectivamente, los li berales insisten en que los individuos de- ben ser li bres para decidir so bre su pro pia concepcin de la vida , asimismocele bran lalibera cin de los individuos de cualquier ti po de adscripciny estatus que poseyeran con anterioridad, pues creen en laau tonoma in -dividual como factor esencial para la definicin de las par ticulares for -mas de vida de las per sonas. Es as como los individualistas y li beralessealan que indiscuti blemente el individuo es moralmente anterior a lacomunidad y que la comunidad slo es im por tante en la medida en que

    EL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL 11

    7 Ibidem , pp. 18 y 19.8 So bre el de bate entre comunitaristas y li berales, vase Kymlicka, Will,Con tem -

    po rary Po litical Phi lo sophy. An Intro duc cin , Rei no Unido, Oxford Univer sity Press,1990, pp. 199-237.

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    contri buye al bienestar de los individuos que la integran.9 De esta mane -ra, cuando la comunidad se enfrente a la autonoma de los individuos ha- br que manifestar se decididamente por esta ltima.

    Los comunitaristas, por su par te, no estn de acuer do con esta concep-cin de la autonoma individual, pues consideran a los individuos comoentes estrechamente vinculados y deter minados por los pa peles par ticula-res que en las relaciones sociales han asumido o les han sido asignados.Es as como sealan que tales relaciones y deter minaciones no les per mi-ten revisar sus pro pias concepciones de lo que podra ser unabue na vi da ,sino que por el contrario, les heredan una for ma de vida que define loque es bueno para ellos. En este sentido, los comunitaristas, ms queconsiderar a las prcticas gru pales como el producto de las opciones in-

    dividuales, ven a los individuos como producto de sus par ticulares prc-ticas sociales, gru pales y comunitarias. Ms an, frecuentemente nieganque los intereses de las comunidades puedan ser reducidos a los interesesde los individuos en lo par ticular. En consecuencia, privilegiar la autono-ma individual es considerado por los comunitaristas, no slo como algonocivo, sino adems destructivo para las comunidades y las asociacioneshumanas.10

    Con lo dicho hasta aqu so bre esta primera eta pa del de bate se podrcom prender que la posicin que uno asumiera en tor no a los derechos delas minoras de penda o deriva ba de la posicin que uno asumiera so breel de bate entre li berales y comunitaristas. De esta manera, si uno era li - beral, tendera a promover la auto noma individual y a oponer se a los de-rechos de las minoras como un innecesario y peligroso ale jamiento delas pers pectivas que enfatizan los as pectos individuales. Contrariamentea lo anterior, los comunitaristas considera ban a los derechos de las mino-ras como una manera apro piada de proteger a las asociaciones humanasde los efectos corrosivos de la autonoma individual, afir mando el valor intrnseco de la comunidad y oponindose a todo ti po de autodefinicindel individuo mediante su li ber tad. De esta manera, los comunitaristasconsidera ban a las minoras etnoculturales como acreedoras de cualquier ti po de proteccin que se les pudiese otor gar frente a los riesgos prove-nientes de la autonoma y la li ber tad individuales que atentaran contra la

    MINORAS ETNOCULTURALES Y ESTADO NACIONAL12

    9 Kymlicka, Will,op . cit ., no ta 1, pp. 18 y 19.10 Ibidem , p. 19.

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    existencia de los gru pos minoritarios, pues en buena medida considera- ban que las solidaridades comunitarias se encontra ban en peligro frente alos socieda des li berales, adems de que la vida co munal era, en opininde los comunitaristas, por s misma valiosa y en consecuencia digna de proteger.

    Este de bate so bre la relativa prioridad y reducti bilidad de los derechosde las minoras a los individuos o a los gru pos, a la autonoma o a losvnculos comunitarios, domin la primera generacin de la literatura so- bre estos derechos,11 pues, como hemos visto, los defensores del li bera-lismo estuvieron de acuer do en que los derechos de las minoras eran in-consistentes con los postulados esenciales del li beralismo y de laautonoma individual, mientras que para los comunitaristas la defensa de

    los derechos de las minoras significa ba, en su momento, asumir la crti-ca comunitaria del li beralismo y considerar a estos derechos como nece -sarios para una defensa coherente de los vnculos y solidaridades comu-nitarias de las minoras, que se considera ban per se , adheridas a losvalores comunales y contra las que el li beralismo individualista signifi-ca ba, segn los comunitaristas, una amenaza.

    III. LA SEGUNDA ETAPA: LOS DERECHOS DE LAS MINORASDENTRO DE UN MARCO LIBERAL

    Kymlicka seala que en esta segunda eta pa del de bate las preguntasque de bemos for mular nos son, entre otras, las siguientes: cmo se de- ben acomodar los derechos de las minoras dentro del li beralismo?, culde be ser la am plitud de los derechos de las minoras dentro de la teorali beral?12 Como podemos apreciar, han cam biado los tr minos del de ba-te. El pro blema ya no es cmo proteger a las minoras del mismo li bera-lismo, como se plantea ba en la primera eta pa, sino ms bien por qu lasminoras etnoculturales (que com par ten princi pios li berales bsicos) ne-cesitan de los derechos de las minoras. Dicho de otra manera, los pro- blemas pueden ser planteados como sigue: si los derechos de las mino-ras son li berales, entonces cmo podemos acomodar los correctamente

    EL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL 13

    11 Idem .12 Ibidem , p. 21.

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    educativa, religiosa, recrea ti va, econmica y ju rdica, abar cando las esfe-ras p blica y privada, asimismo, las culturas societales tienden a concen-trar se territorialmente y se basan en una lengua com par tida.16

    En este momento Kymlicka in troduce la nocin de lavida bue na. Lano cin segn la cual nuestras creencias so bre lavida bue na son fali bles yrevisa bles es am pliamente com par tida en la tradicin li beral, desde JohnStuart Mill hasta John Rawls. As las cosas, segn Kymlicka, para lle var una vida buena se de ben cum plir dos condiciones previas: la primera esque diri jamos nuestra vida desde adentro, de acuer do con nuestras con-vicciones so bre qu es lo que da valor a la vida; la segunda condicin pre via es que sea mos li bres para cues tio nar estas creen cias, para exa mi-nar las a la luz de cualquier infor macin, ejem plo y ar gumento que nues-

    tro contexto cultural nos pueda pro por cionar. De esta manera, nuestraeleccin so bre la vi da bue na para nosotros ser plenamente autnoma.17Pe ro, qu tie ne que ver la auto no ma con la per te nen cia a lascul turas

    socie ta les? Segn Kymlicka, la autonoma y, en consecuencia, la li ber tadim plican elegir entre diver sas opciones y es la cultura societal de cadauno de nosotros la que pro por ciona no slo estas opciones, sino que tam- bin hace que sean im por tantes para nosotros. Dicho de otra manera, sinuna cultura societal es pecfica sera im posi ble que un individuo pudierarealmente elegir, pues es precisamente su per tenencia a una cultura loque le per mite discer nir, lo que otor ga mayor valor a unas opciones so- bre otras y, finalmente, le per mite elegir lo valioso de lo que no lo es. Enefecto, coincido con Kymlicka al sealar que la cultura es im por tante pa -ra que los individuos en lo par ticular realicen elecciones significativas,es decir, para que estn en con di ciones de es coger lo que es realmentevalioso en su vidas; en otras pala bras, sin la cultura sera im posi ble de-ter minar lo que nos conviene para llevar unabue na vi da y en consecuen -cia, sin ella no sera posi ble ejer cer nuestra au to no ma pues, cmo po -dramos ser realmente autnomos cuando no estamos en posi bilidades dedecidir lo que es bueno para nosotros? Seme jante contexto lo pro por cio-na precisamente la cultura par ticular del individuo.

    Ahora bien, para Kymlicka este ar gumento acer ca de la conexin en -tre la elec cin indi vi dual y la cul tu ra es el primer paso ha cia una defen sa

    es pecficamente li beral de deter minados derechos diferenciados en fun-

    EL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL 15

    16 Kymlicka, Will,op . cit ., no ta 15, p. 112.17 Ibidem , p. 119.

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    cin de gru po, pues para que una eleccin significativa sea posi ble, losindividuos no slo necesitan acceso a la infor macin, sino tam bin ca pa-cidad de evaluar la reflexivamente. Es decir, necesitan acceder a una cul -tura societal que les pro por cione el contexto para examinar lo que es va-lioso para ellos. Por consiguiente, las medidas diferenciadas en funcindel gru po que aseguran y fomentan dicho acceso tienen un legtimo pa- pel en una teo ra li beral de la justicia.18

    Cier tamente sera poco razona ble afir mar que las per sonas nunca ten -drn la ca pacidad de cam biar de cultura. Naturalmente, las per sonas pue -den tras ladar se de una cul tu ra a otra, pe ro esto es al go in frecuen te y bas -tante difcil,19 pues los vnculos de la lengua y de la cultura son muyfuer tes para la mayora de las per sonas. Al res pecto, podemos decir que

    una identidad nacional por ejem plo es es pecialmente adecuada paraser vir como foco de identificacin primario por que se basa en la per te-nencia y no en la realizacin. Por consiguiente, la identidad cultural pro- por ciona un ancla je para la autoidentificacin de las per sonas y la seguri-dad de una per tenencia esta ble sin tener que realizar ningn esfuer zo.Esto a su vez sig ni fica que para la gente el res pe to a s mismo est vincu -lado con la estima que merece su gru po nacional. Si una cultura no gozadel res peto general, entonces la dignidad y el res peto de sus miem bros as mismos estarn amenazados.20 Por todo esto, Kymlicka insiste en quela cultura es un vnculo tan poderoso para todas las per sonas, que sin ellano estaran en condiciones de cum plir aquellos fines que consideren im- por tantes para realizar unavida bue na pa ra ellos.

    Pero si la cultura constituye un vnculo tan slido, qu ha sucedidocon la tan pon de rada li ber tad de eleccin? Pa ra Kymlicka, la li ber tad quelos li berales reclaman para los individuos no es en esencia la li ber tad detrascender la pro pia cultura y la pro pia historia, sino ms bien la li ber tadde desenvolver se dentro de su pro pia cultura societal, de apar tar se de de-ter minadas fun cio nes cultu rales si as lo de sean y de ele gir cules son lascarac ters ticas de la cultu ra que va le la pe na ele gir. Ms an, al poner enel centro de su teora el princi pio de la autonoma, podramos sostener queno sera posi ble que una per sona autnoma de jara de revisar los valores desu cultura tradicional. A la pregunta de si constituye el compromiso li be-

    MINORAS ETNOCULTURALES Y ESTADO NACIONAL16

    18 Ibidem , pp. 120-122.19 Ibidem , pp. 122-124.20 Ibidem , pp. 128 y 129.

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    ral con la autonoma una base acepta ble para go ber nar una sociedad plu-ralista, teniendo en cuenta que algunos gru pos no valoran la autonoma,Kymlicka contesta afir mativamente y adems dice que los li berales node beran intentar encontrar alguna base alter nativa para que la teora li- beral pueda acomodar a tales gru pos. Kymlicka considera que la teorali be ral ms de fendi ble es aquella que se fundamenta en el valor de la au -tonoma, y que cualquier for ma de derechos diferenciados en funcin delgru po que restrin ja las li ber tades civiles de los miem bros del gru po y enconsecuencia la autonoma es, por s misma, incoherente con los princi- pios li berales de li ber tad e igualdad.21 Hasta aqu la ex posicin de cmoWill Kymlicka ha acomodado a los derechos de las minoras dentro deuna teora li beral. Para concluir con esta breve ex posicin, slo dir que

    a la posicin de Kymlicka y, a la de todos aquellos que coincidimos conla nocin de que la cul tura es esen cial pa ra el ejer cicio de la au to no ma yde las li ber tades, se le ha lla mado cul tural-li bera lis ta .

    Diver sos ar gumentos se han levantado en con tra de la posi cin li beralque favo rece la teo ra de los de re chos de las mino ras.22 As por ejem plo,no obstante que podemos obser var que varios de los pensadores li beralesms im por tantes como Rawls, Dwor kin, Raz y Kymlicka han sostenidouna posicin en favor de los derechos de las minoras y los temas de ladiver sidad cultural, es im por tante sealar que an hay lo que podramosllamar un ncleo de tericos li berales radicales por lo que res pecta a suindividualismo y univer salismo, quienes han rechazado tales derechos, pues en su opinin no hay posi bilidad de congruencia entre ellos y lateo ra li be ral. Entre ta les te ri cos se en cuen tra Brian Barry, quien llamala atencin no slo por ser uno de los tericos ms re presentativos de es-ta posicin, sino adems por la virulencia con la que ha dirigido sus ata-ques en contra de los cultural-li beralistas. En efecto, Barry comenta ensu ms reciente li bro que

    ...lo que Kymlicka di ce es cier to, pe ro en cier to sen tido tam bin es enga-oso. As cuando l dice el li beralismo cultural ha ganado por de fault ,

    EL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL 17

    21 Ibidem , p. 227.22 So bre la crtica que hacen algunos a la pretensin de los li berales de integrar los

    derechos de las minoras a la teora li beral, es interesante el ar tculo de Kuk hatas, quienfue pionero en este ti po de cr ticas, vese Kuk ha tas, Chandran, Are the re Any Cultu ralRights?, Po litical Theory , vol. 20, nm. 1, fe brero de 1992, pp. 105-139.

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    ya que no hay una cla ra alter na tiva a tal co rrien te terica, lo que quie redecir es que casi todos los filsofos polticos anglfonos lo han aceptado.Mi pro pia y privada encuesta, admitidamente acientfica, me lleva a con-cluir que tal afir macin es ta le jos de ser cier ta... he credo que el multicul-turalismo est condenado tar de que tem prano a hundir se ba jo el peso de

    sus de bilidades intelectuales y que de bera em plear me jor mi tiem po enescri bir so bre otros t picos.23

    La crtica que for mula Barry a los li beral-culturalistas est sustentada princi palmente en su afir macin de que es im posi ble integrar los dere-chos de las minoras que son esencialmente derechos diferenciados den-tro de una teora li beral que as pira a la univer salidad de los derechos.

    A dife rencia de lo que sostiene Barry, en es ta segunda eta pa los li be -ral-culturalistas han sostenido de diver sas maneras que los derechos dife-renciados de las minoras no son incom pati bles en esencia con los prin-cipios li berales, pues como bien hemos ejem plificado en el caso deKymlicka, son indis pensa bles inclusive para el ejer cicio de la autonomay la li ber tad. Sin em bar go, aun aquellos que sim patizan con el li beralis-mo cultural, como bien afir ma Kymlicka, enfrentan un pro blema obvio, pues es muy claro que hay cier tos derechos de las minoras que podranerosionar ms que favorecer a la autonoma individual. En efecto, paraKymlicka un as pecto crucial que enfrentan aquellos que defienden losderechos de las minoras, consiste en distinguir entre lo que podramosllamar malos derechos de las minoras que im plican una restriccin alos derechos individuales, de aquellos bue nos derechos de las minorasque so por tan y favorecen a los derechos individuales.

    En este sentido, Kymlicka se ha pro puesto distinguir entre dos ti pos

    de derechos que pueden ser exigidos por un gru po culturalmente diferen-ciado. El primero im plica un ti po de derechos del gru po contra sus pro- pios miem bros, y son designados para proteger al pro pio gru po de losim pactos desesta bilizadores provocados por las disensiones o las diferen-cias inter nas de sus integrantes (como podra ser la decisin de algunosmiem bros individuales de no seguir las prcticas tradicionales o las cos-tum bres). El segundo im plica el derecho del gru po a proteger se contra lasociedad dominante (como podra ser la cultura de un Estado nacional) y

    MINORAS ETNOCULTURALES Y ESTADO NACIONAL18

    23 Barry, Brian,Cul ture and Equa lity. An Ega lita rian Cri tique of Mul ticul tura lism , Nueva York, Polity Press, 2001, pp. 5 y 6. La traduccin es ma.

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    estara designado a proteger al gru po del im pacto que pudiesen causar las presiones exter nas , como podran ser las decisiones econmicas o po-lticas que asumiera en su nom bre un Estado.24

    Kymlicka lla ma a las primeras res tric cio nes in ter nas y a las segundas pro tecciones ex ter nas . Ahora bien, en vir tud de que el fundamento teri-co de los li berales es la au to no ma in ter na, Kymlicka se ala que los li be -rales de ben rechazar las restricciones inter nas. Esto en vir tud de queKymlicka, como la mayora de los li berales culturalistas, rechaza la ideade que cualquier gru po pudiera legtimamente restringir los derechos ci-viles bsicos o los derechos polticos esenciales de sus pro pios miem- bros, con el pretexto de preser var la pureza o la autenticidad cultural, ascomo las tradiciones del gru po. Sin em bar go, en opinin de Kymlicka,

    una concepcin cultural del multiculturalismo puede estar de acuer do enel otor gamiento de diver sos derechos que puedan ser oponi bles a la so-ciedad dominante, de tal manera que se pueda reducir la vulnera bilidadde los gru pos minoritarios o en desventa ja, frente a las decisiones econ-micas y polticas que asuma la sociedad dominante. Tales pro teccionesexter nas son consistentes con los princi pios li berales, aunque se puedenconver tir en ilegtimas si ellas, tam bin, en lugar de reducir la vulnera bi-lidad del gru po frente a los integrantes de la sociedad dominante, per mi-ten que una minora dentro del gru po ejer za algn ti po de dominio polti-co o econmico so bre otro gru po o so bre integrantes del mismo gru po.De una manera muy general, podemos decir que para Kymlicka, los de-rechos de las minoras son consistentes con el li beralismo si: a) ellos protegen la li ber tad de los individuos dentro del gru po yb) si promuevenlas relaciones de equidad entre los gru pos o sus integrantes.25 Otros li be-rales como Kuk hatas, ar gumentan que algunas for mas de res tric cio nesinter nas de beran ser per mitidas, siem pre y cuando sus miem bros tenganla posi bilidad de abandonar el gru po en el cual se encuentran, o la comu-ni dad a la que per tenecen.26

    En sntesis, podemos sealar que en esta segunda eta pa del de batemulticultural la cuestin de los derechos de las minoras es refor muladacomo una pregunta o como un pro blema dentro de la pro pia teora li beral

    EL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL 19

    24 Kymlicka, Will,op . cit ., no ta 1, p. 22.25 Vase Kymlicka, Will,op . cit ., no ta 15, pp. 57-71. Tam bin de Kymlicka, vaseop . cit ., nota 1, p. 23.

    26 Vase Kuk hatas, Chandran, op . cit ., nota 22.

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    y su pro psito es demostrar que algunos (pero no todos) de los derechosde las minoras promueven los valores li berales y que son com pati blescon la autonoma individual.

    Cier tamente, esta segunda eta pa refle ja un ver dadero progreso con re-lacin a la primera, pues ya poseemos una mayor com prensin de las im- plicaciones nor mati vas que ha pro puesto el de bate, adems de que hemosido ms all de la polmica en tor no al individualismo o al colectivismo,como era pro pio de la primera eta pa.

    Es im por tante sealar que esta segunda fase de la discusin so bre lacongruencia li beral de los derechos de las minoras es muy am plia ycom prende a muy diver sos autores, entre los que se encuentran algunosde los tericos ms im por tantes de la filosofa poltica angloamericana

    como John Rawls, Joseph Raz, Char les Taylor, Iris Marion Young y AmyGutman, por slo mencionar a algunos de los ms im por tantes y cuyasteoras no mencionar en el presente ca ptulo por re basar los lmites de la presente investigacin.27

    Ahora bien, no obstante que esta segunda eta pa del de bate multicul-tural, durante la dcada pasada, estuvo dirigida por par te de los tericosli berales a demostrar que los derechos de las minoras for ma ban par tede la teo ra li beral, di cha ne cesidad no es nueva en la histo ria del li bera-lis mo, por ejem plo, an tes de la Pri mera Gue rra Mun dial era un tema fre-cuente en la tradicin li beral. Entonces, qu ex plica este nota ble desin-ters so bre las diferencias culturales en el pensamiento li beral de la posguerra? En par te, la ex plicacin la podemos encontrar en el apogeo y

    MINORAS ETNOCULTURALES Y ESTADO NACIONAL20

    27 Por su im por tancia, aadira a las obras que he citado en esta seccin y que se re-fieren a lo que he llamado la segunda eta pa del de bate multicultural, las siguientes obras:Rawls, John, Libera lismo po l tico, Mxi co, FCE, 1995, pp. 9-170; Taylor, Char les, Mul -ticul tura lism and The Po litics of Re cog nition , Nueva Jer sey, Princeton Univer sity Press,1992, pp. 25-73; Young, Iris Marion, Jus tice and the Po litics of Dif feren ce, New Jer sey,Princeton Univer sity Press, 1990, pp. 3-38, 156-191. Tam bin recomiendo consultar lossiguientes ar tcu los, que aun que de menor im pacto que las obras de los tres au tores antesmencionados, aaden discusiones significativas: Gutman, Amy, The Challen ge of Mul -ticulturalism to Political Ethics, Phi lo sophy and Pu blic Affairs , vol. 22, nm. 3, 1993;Fullinwider, Ro bert K., Citizenship, Individualism and Democratic Politics, Sym posiumon Citizenship, Democracy and Education, Ethics , vol. 105, nm. 3, pp. 497-515; Gals -ton, Two Concepts of Li beralism. Sym posium on Citizenship, Democracy and Educa -tion, Ethics , vol. 105, nm. 3, pp. 518-533; Gutman, Amy, Civic Edu cation and SocialDiver sity, Sym posium on Citizenship, Democracy and Education,Ethics , vol. 105, nm.3, pp. 557-579.

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    la cada de los grandes im perios coloniales. En efecto, en un princi pio la poltica colonial fue diseada por per sonas que tendan a univer salizar la doctrina li beral de una manera abstracta y que posean una irresisti ble pro pensin a generalizar lo que podramos llamar los prin ci pios li bera -les , haciendo a un lado la historia, la cultura y en general, todas las par ti-cularidades de las culturas su jetas a los im perios.28 Pero al mismo tiem po,las dimensiones de esos im perios (pensemos por ejem plo en el im perio britnico) hacan inevita ble la discusin entre algunos li berales de la ne-cesidad de acomodar la diver sidad cultural a la que se enfrenta ban cadada en los diver sos territorios ba jo dominio de la corona. De esta for ma,los temas relativos a los derechos de la diver sidad cultural no slo se dis-cutieron am pliamente en los im perios coloniales (britnico, zarista, y de

    Ham bur go), sino que tam bin se examinaron en los pases de Euro pa con-tinental.Sin em bar go, esta inquietud desa pareci des pus de la Segunda Gue-

    rra Mundial, en el momento en que los grandes im perios coloniales desa- parecan del or be y las discusiones bi polares de la Guerra Fra sustituana los conflictos nacionalistas. Como resultado de tal cam bio en la discu-sin terica, muchos li berales regresaron a los temas pro pios de lo que podramos llamar un univer salismo li beral abstracto, inca paces de dis -tinguir entre los princi pios esenciales del li beralismo y sus manifestacio-nes culturales concretas en muchas de las naciones emanadas del de -rrum be de los grandes im perios coloniales del siglo XIX.29

    Si agregamos que des pus de la Segunda Guerra Mundial los EstadosUnidos jugaron un pa pel muy im por tante en el desarrollo de la filosofa poltica, podemos entender un poco me jor por qu hu bo tal descuido delos te mas relati vos a las mino ras. Como bien se po dr apreciar en es temomento, durante el siglo XIX y princi pios del XX los li berales estadou-nidenses estuvieron menos im plicados en este de bate que los li berales delos im perios coloniales euro peos, ya que no tenan que preocu par se por la existencia de colonias como las que mantenan algunas naciones euro- peas. En tr minos generales, podemos decir que en los Estados Unidosse dedicaron a discutir el estatus de los inmigrantes blancos y no consi-deraron seriamente las reivindicaciones de las minoras nacionales hist-

    EL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL 21

    28 Kymlicka, Will,op . cit ., no ta 15, pp. 83 y 84.29 Ibidem , pp. 85 y 86.

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    ricamente concentradas en su territorio, como podan ser los gru pos ind-genas, las identidades de lengua es paola en el Sudoeste estadounidensey en la Florida, los por torriqueos, los hawaianos y los esquimales. Fueas como la teora li beral estadounidense de la posguerra exhi be un grandesinters por las minoras, lo que no es de poca im por tancia si conside-ramos que es ese pas uno de los que con mayor ener ga ha venido desa-rrollando varios de los temas de la teora li beral contem pornea. De estamanera, los pensadores estadounidenses han preferido tratar a los Esta-dos Unidos como un Estado-nacin y no como un Estado multinacional.

    Por lo que res pec ta a La tino amrica, ha br que re cor dar que los pa seslatinoamericanos se encontraron inmer sos, desde el final de la SegundaGuerra Mundial, en un proceso de franco nacionalismo en lo poltico y

    en lo econmico, su jetndose en este ltimo as pecto a un proceso de sus-titucin de im por taciones y desarrollo de la economa inter na. Todo ellooblig a los pases latinoamericanos a la consolidacin de Estados nacio-nales su jetos, en la mayor par te de los casos, a un fuer te poder central, atravs de un par tido dominante como en el caso de Mxico, o de un par -tido nico como en el caso cu bano, o mediante dictaduras militares comolas que tuvieron lugar en Argentina, Chile y Brasil. Estas par ticulari-

    dades polticas de los pases latinoamericanos inevita blemente orillarona los estudiosos de la poltica a pensar en un modelo de Estado unitarioy poco cuidadoso de las minoras. Fue as como los estudios polticos y jurdicos latinoamericanos estuvieron frreamente dirigidos a la consoli-dacin de los procesos de unidad nacional, haciendo caso omiso de lasdiferencias culturales que podan encontrar se en el interior de los Esta-dos.30 Esto aplica inclusive para los estudios indigenistas que aparecie-ron en Mxico y que tanta influencia tuvieron en otros pases latinoame-ricanos. Ahora bien, estos estudios en lugar de reconocer la diferenciacultural de los gru pos indgenas americanos, ms bien se encaminaron aasimilar los a la cultura mexicana dominante, mediante un discur so na-

    MINORAS ETNOCULTURALES Y ESTADO NACIONAL22

    30 El pro ceso de creacin de una cultura na cional fue tan in tenso durante es ta po caque, en el caso mexicano, por ejem plo, inclusive se produ jo una intensa literatura queexamina ba precisamente las par ticularidades de esa cultura y de lo que se considera bacomo lo mexicano. A manera de ejem plo vase Paz, Octavio, El la be rin to de la so le -dad , Mxico, FCE, 1994; Ramos, Samuel, El per fil del hom bre y la cul tu ra en M xi co ,Mxico, Espasa-Cal pe, 1965; Por tilla, Jor ge, Fe nomenolo ga del re la jo , Mxico, FCE,1984; Bar tra, Roger, La jau la de la me lan co la , Mxico, Gri jal bo, 1987.

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    cionalista abstracto y generalizador, poco res petuoso de las identidades par ticulares de cada gru po indgena.31

    So bre el par ticular me parece interesante resaltar la for ma en que losgo bier nos mexicanos, for malmente li berales, se han apro piado del pasa-do indgena, pues

    la ver sin li beral del tradicionalismo, pese a integrar ms democrtica-mente que el autoritarismo conser vador a los sectores sociales, no evitaque el pa tri monio sir va co mo lu gar de com pli cidad. Disimula que los mo-numentos y museos son, con frecuencia, testimonio de la dominacin msque de una apro piacin justa y solidaria del es pacio territorial y del tiem pohistrico.32

    Tam bin me parece im por tante sealar que no slo se presta ba pocaatencin a los derechos de las minoras durante la posguerra y la GuerraFra, tam bin fue frecuente querer asimilar estos derechos diferenciadosa los derechos humanos. En efecto, des pus de la Segunda Guerra Mun-dial, la mayora de los li be ra les tan to de derecha co mo de iz quier da re -chazaron la idea de una diferenciacin per manente en los derechos o enel estatus de deter minados gru pos, as como tam bin se oponan a la ideade que de bera conceder se a los gru pos tnicos o nacionales una identi-dad poltica par ticular o un estatuto constitucional diferenciado y, en estesentido, intentaron integrar los derechos de las minoras a una teora ge-neral de los de rechos hu manos. Sin em bar go, cada vez era ms claro quelos derechos de las minoras no podan subsumir se ba jo la categora de

    EL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL 23

    31 En efec to, co mo ejem plo podra ser im por tante se alar el uso que hicie ron del in -digenismo algunas de las figuras ms so bresalientes de la antro pologa social mexicana(entre las que desta ca Antonio Ca so y Manuel Ga mio), pa ra la cons truc cin de un Estadonacional mexicano, fuer temente unitario y excluyente de las par ticularidades indgenas, alas que trataron de asimilar al Estado nacional. Este esfuer zo intelectual fue am pliamente promovido por el Esta do mexi cano y ge ner lo que se ha da do en denominar, den tro del pensamiento antro polgico y social latinoamericano, el indi genismo, mismo que fue am- pliamente promovido por el go bier no mexicano y que ha tenido una am plia influencia enotros pases de la regin con im por tante po blacin indgena. So bre el par ticular, sugieroque se consulte Villoro, Luis, Los gran des mo mentos del in di genismo me xica no , Mxico,SEP-Lecturas Mexicanas, 1987, pp. 248. Vase tam bin Gar ca Canclini, Nstor, Cul tu -ras h bri das. Estra te gias pa ra en trar y sa lir de la mo der nidad , Mxico, Gri jal bo-Cona -cul ta, 1990, p. 179.

    32 Vase Gar ca Canclini, Nstor, op . cit ., no ta 31, p. 179.

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    los derechos humanos, ya que las pautas y procedimientos tradicionalesde stos eran sim plemente inca paces de resolver im por tantes y contro -ver tidas cuestiones relativas a las minoras etnoculturales como las queacer tadamente seala Kymlicka:

    qu lenguas de beran aceptar se en los par lamentos, burocracias y tri buna-les? Se de beran dedicar fondos p blicos para escolarizar en su lenguamater na a los gru pos tnico-nacionales? Es facti ble trazar fronteras inter -nas (distritos legislativos, provincias, estados) que tengan como pro psito per mitir que las minoras etnoculturales for men una mayora dentro deuna regin local? De beran otor gar se poderes polticos a nivel local o re-gional a las minoras, en par ticular en temas relacionados con la educacino la migracin? Se de beran conser var y proteger los es pacios geogrfi-cos tradicionales de los gru pos indgenas para su exclusivo beneficio, pro-tegindolos de la usur pacin de los colonos y de los ex plotadores de re-cur sos naturales?33

    Ahora bien, el pro blema no era que las doctrinas tradicionales so brelos derechos humanos dieran una res puesta errnea a tales cuestiones, si-no ms bien que a menudo no da ban ninguna. As por ejem plo, el dere-

    cho a la li ber tad de ex presin no nos dice cul podra ser una poltica lin-gstica adecuada para las minoras; tam poco el derecho a votar nos dicecmo se de ben trazar las fronteras polticas o cmo podran distri buir se los poderes entre los distintos niveles de go bier no, ni tam poco nos dice nadaso bre los regmenes autonmicos; el derecho a la movilidad y li bre cir cu-lacin nada nos dice so bre cmo de be ser una poltica adecuada de inmi-gracin y naturalizacin,34 etctera. Como podr obser var se, era evidenteque los princi pios tradicionales de los derechos humanos de ban ser com plementados con una teora de los derechos de las minoras.

    Por lo anterior, no resulta sor prendente que hacia finales de los ochen-ta y princi pios de los noventa, los derechos de las minoras hayan recu- perado una posicin pre ponderante en las relaciones inter nacionales. As por ejem plo, la Conferencia so bre Seguridad y Coo peracin en Euro pa(CSCE) adopt en 1991 una Declaracin so bre los Derechos de las Mi-noras Nacionales y, posterior mente, esta bleci un Alto Comisionado

    MINORAS ETNOCULTURALES Y ESTADO NACIONAL24

    33 Kymlicka, op . cit ., no ta 15, p. 18.34 Idem .

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    para las Minoras Nacionales en 1993. Tam bin a princi pios de los no-venta, en las Naciones Unidas se discutieron textos im por tantes: una De-claracin so bre los Derechos de las Per sonas Per tenecientes a las Mino -ras Nacionales o tnicas, Religiosas y Lingsticas, y una DeclaracinUniver sal so bre los Derechos Indgenas. De igual manera, el Conse jo deEuro pa adopt una Declaracin so bre los Derechos de las Lenguas Mi-noritarias en 1992 (la Car ta de Euro pa para las Lenguas Regionales oMinoritarias).35

    No obstante el desarrollo de estos documentos legales, estas declara-ciones siguen siendo ob jeto de controver sia ya que varias de ellas seadoptaron preci pitadamente, ya fuese para ayudar a evitar la escalada delconflicto en Euro pa Oriental o para aminorar movimientos insur gentes

    de gru pos indgenas en diver sas par tes del mundo. En consecuencia, ta-les declaraciones son bastante vagas y frecuentemente estn destinadasms apaciguar a los gru pos beligerantes que a esta blecer los tr minos dela justicia. En vista de lo anterior, era evidente que resulta ba indis pensa- ble com plementar los derechos humanos tradicionales con los derechosde las minoras etnoculturales. Por todo lo anterior, los li berales trata-ron de crear, en esta segunda eta pa del de bate li beral, una teora li beral

    de los derechos de las minoras que ex plicara cmo coexisten los dere-chos de las minoras con los derechos humanos, y tam bin cmo los de-rechos de las minoras culturales pueden estar delimitados por los princi- pios de li ber tad e igualdad.36

    Hasta aqu he trata do de ex pli car con la mayor cla ri dad que me ha si -do posi ble los motivos por los cuales la teora poltica de la posguerra enEuro pa, Estados Unidos y Latinoamrica casi ignor los temas relativosa la diver sidad cultural, as como el intento de incor porar los a una teorade los derechos humanos. Tam bin he dicho que el inters por estos te-mas dentro de la teo ra pol tica re nace a fina les de la dcada de losochenta y tiene su par ticular desarrollo durante los noventa; asimismo,he subdividido el desarrollo de los estudios so bre los derechos de las mi-noras en dos eta pas, la primera que considera a stos como un tema pro- piamente comunitarista y una segunda eta pa en la que los li berales asu -men que es tos derechos se encuen tran ya den tro de la teo ra li be ral.

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    35 Ibidem , pp. 18 y 19.36 Ibidem , p. 19.

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    Ahora bien, no obstante el significativo avance que im plica ha ber lle-gado a esta segunda eta pa, considero con juntamente con Kymlicka queha comenzado a sur gir una es pecie de consenso entre algunos tericos para iniciar una ter cera y nue va eta pa del de ba te, en la que ya no se de-sea discutir cmo se pueden justificar los derechos de las minoras en lateora li beral, ni tam poco pretendemos seguir ar gumentando si tales de-rechos pueden ser li berales o no, pues en nuestra opinin este punto pue-de considerar se suficientemente discutido. De esta manera y con la inten-cin de hacer avanzar la discusin so bre los derechos de las minoras, par ti mos de la ba se de que estos dere chos pue den ser li berales y pa samosa examinar otro ti po de pro blemas que nos plantea la teora, como sonlos del acomodo institucional de las minoras con base en princi pios de

    justicia. En otras pala bras, no es el pro psito de la presente investigacindiscutir la naturaleza li beral de los derechos de las minoras, pro blemafundamental de la segunda eta pa del de bate so bre los derechos de las mi-noras y que contina siendo discutido. En su lugar, me pro pongo exami-nar otro ti po de pro blemas que nos plantea el desarrollo de la discusinmulticultural, como pueden ser los del acomodo de las minoras etnocul-turales dentro de las instituciones del Estado liberal.

    IV. LOS NUEVOS PROBLEMAS DE LA INVESTIGACINMULTICULTURAL Y LOS PRINCIPIOS DE LA JUSTICIA

    Si en este momento de la discusin multicultural par timos del su pues-to de que los derechos de las minoras pueden ser derechos li berales, taly como lo han tratado de acreditar algunos de los tericos ms im por tan-

    tes durante la segunda eta pa, luego entonces, la pregunta obligada eshacia dnde apuntan los futuros estudios so bre los derechos de las mi-noras? So bre el par ticular, puedo decir que se est abriendo una im por -tante lnea de investigacin que hace nfasis en la necesidad de ex plicar la for ma en que las minoras culturales pueden convivir con el Estado li- beral y sus instituciones polticas bsicas. Esta necesidad parece provenir del hecho de que no obstante que la mayor par te de los estudiosos de lateora reconocen los efectos de la integracin inter nacional y de la glo ba -lizacin, los Estados y sus princi pales instituciones seguirn siendo lasunidades polticas a las cuales se tengan que enfrentar las minoras et-noculturales en el futuro previsi ble para negociar los tr minos de los de-

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    rechos y las li ber tades que les de ban ser recono cidos. Es decir, los Esta -dos nacionales, contra lo que quisieran algunos estudiosos que exageranen sus sim plificaciones, no desa parecern en el lar go plazo, motivo por el cual se plan tea la ne cesi dad de po ner so bre el terre no de la dis cusinterica la necesidad de que los Estados y sus instituciones puedan llegar a un arreglo justo con aquellas minoras que existen en su interior.

    De esta manera, ante la inevita ble realidad de que es ur gente comen-zar a plantear so lu cio nes pa ra una justa convi ven cia en tre el Estado y lasminoras etnoculturales pues am bos seguirn presentes en la realidad poltica de las sociedades contem porneas, Kymlicka ha insistido en lanecesidad de que los estudios multiculturales se encaminen a estudiar elti po de relacin que tienen y han tenido esas minoras con el Estado, para

    poder deter minar si se les puede acomodar en tr minos de justicia alEstado nacional.37Coincido con esta necesidad, pues parece indis pensa ble comenzar a

    de jar atrs por lo menos por un momento y con la intencin de hacer avanzar el de bate, la discusin so bre si los derechos de las minoras pueden o no ser li berales, y dar el siguiente paso para discutir terica-mente cmo puede dar se un acomodo justo de las minoras etnocultura-les en el Estado nacional en cuyo interior conviven, pues por parad jicoque parez ca, mientras que los es tu dios y las re flexiones so bre el Esta doson abundantes, en cam bio los estudios so bre las relaciones de las mino-ras etnoculturales con el Estado son inci pientes y escasos.

    No obstante lo anterior, me parece indis pensa ble com plementar algu-nas ideas so bre el destino de las investigaciones que nos corres ponderhacer en esta ter cera eta pa. En efecto, Kymlicka ha ubicado inicialmenteel de bate estrictamente en la institucin estatal, lo cual me parece correc -to pero insuficiente, pues cualquier anlisis so bre el Estado de ber tam- bin incluir, inevita blemente, a sus instituciones polticas bsicas, puesde lo con tra rio se corre el riesgo de caer en una sim pli ficacin mayor, yaque el Estado, como institucin poltica esencial, siem pre se ha desen -vuelto a travs de otras instituciones polticas bsicas que deter minan precisamente su desenvolvimiento y la naturaleza de las relaciones quemantiene con los individuos que confor man a su sociedad poltica. En

    efecto, no podemos hacer una reflexin so bre el Estado li beral sin refle-xionar al mismo tiem po so bre sus concepciones acer ca de lo que enten-

    EL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL 27

    37 Kymlicka, Will,op . cit ., no ta 1, pp. 17 y ss.

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    demos por ciudadana, por democracia, federalismo, o nacionalismo, s-lo por nom brar algunas de las instituciones polticas esenciales de todaorganizacin estatal.

    As las cosas, la pregunta esencial que considero nos de bemos plan-tear es la si guiente: c mo de be te ner lu gar el aco modo de las mi noraset nocul tura les, en tr minos de jus ticia, tan to con el Esta do-na cin, co-mo con sus prin ci pa les ins titucio nes po l ticas b sicas? De esta for ma, laanterior pregunta nos per mitir reflexionar si las relaciones que tienenlugar entre el Estado nacional y sus princi pales instituciones polticas(nacin, federalismo, autonoma, ciudadana o la democracia) se dan entr minos de justicia y, en caso contrario, nos incitar a pro poner las co-rrecciones que sean necesarias a esos arreglos institucionales para su per -

    feccionamiento, es decir, para que esos arreglos institucionales se den encondiciones justas para las minoras.De esta manera, la dis cusin so bre los derechos de las mino ras es, en

    esta nueva eta pa, un de bate terico so bre las relaciones de justicia quede ben tener lugar entre el Estado y sus instituciones bsicas hacia lasminoras etnoculturales. Con base en lo anterior, se pone el acento enun punto terico esencial del de bate: la justicia y los princi pios que ladefinen.

    En efecto, la deter minacin de los acomodos en tr minos de justiciadentro de los cuales las minoras etnoculturales se integren al Estado-na-cin y sus instituciones estarn definidos por los princi pios que utilice-mos para valorar si tales acomodos son justos o no. Lo anterior, necesa-ria mente me obli gar a de finir una se rie de reglas o princi pios a tra vs delos cuales pueda valorar si tales acomodos dentro del Estado li beral son justos. Asimismo, estos princi pios de bern pro por cionar me los elemen-tos suficientes para nor mar cmo se de ben dar esos acomodos en tr mi-nos de justicia, es decir, seme jantes princi pios de bern ser un auxiliar para definir cmo de ben ser el Estado y sus instituciones polticas bsi-cas al momento de en trar en con tac to con las mi no ras; en otras pala bras,estos princi pios asumirn la caracterstica de ser princi pios nor mativos.

    En este momento, ya es opor tuno preguntar nos con base en cules princi pios li berales trataremos de dar res puesta a nuestra pregunta, es de -

    cir, con base en qu princi pios examinaremos si los acomodos de las mi-noras etnoculturales dentro del Estado nacional y sus instituciones pol-ticas bsicas tienen lugar en tr minos de justicia. Desde luego existe una

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    gran variedad de opiniones so bre los princi pios de la justicia en un Esta-do li beral, en par ticu lar a par tir de laTeo ra de la jus ti cia de John Rawls,han abundado las opiniones, por par te de los estudiosos li berales, so brelos princi pios ms convenientes para definir la justicia en una sociedadli beral; a manera de ejem plo se podran citar los tres princi pios que des-cri be Ronald Dwor kin para una sociedad li beral.38 Sin em bar go, por con-siderar que todos estos escritores han par tido del seminal tra ba jo de JohnRawl, creo que lo ms con veniente ser tra tar de dar una res pues ta anuestro pro blema par tiendo precisamente de los princi pios de la justiciaque ha definido John Rawls, pues sin lugar a dudas, alrededor de los dos princi pios de la justicia asentados por Rawls se han venido estructurandolos estudios li berales de las ltimas dcadas. En efecto, no slo los dos

    princi pios de la justicia de Rawls han definido las lneas de investigacinde la filosofa poltica angloamericana en su con junto, pues en tor no aellos se de baten sus crticos y apologistas, sino que tam bin han sido el punto de par tida de im por tantes comentarios de todas las otras filosofas polticas, en par ticular la de Euro pa continental y recientemente en Lati -noamrica. Como dira Kuhn, estos princi pios han constituido un para-digma dentro de la teo ra li beral, so bre la cual se ha ido per feccio nan do

    la teora poltica contem pornea o junto a la que se han levantado otrascons truc cio nes teri cas. Des de luego, no es t de ms sub rayar que la teo -ra multiculturalista, en sus grandes discusiones so bre los derechos de lasminoras, siem pre ha tenido presente estos princi pios; as por ejem ploWill Kymlicka, en su ya famoso li broCiu da da na mul ticul tural , hace al-gunas reflexiones so bre estos princi pios para aclarar siem pre sus lmitestericos, pues lo que han tratado de hacer los tericos li berales dedicadosal estudio del multiculturalismo es, par tiendo de los princi pios de la justi-cia sentados por Rawls, ajustar el mo de lo li be ral a la pre sen cia de las mi -noras etnoculturales. Yo tratar de hacer algo parecido pero abor dandoahora los nuevos pro blemas del acomodo de las minoras etnoculturalesal Estado y sus instituciones polticas bsicas, de manera que, utilizandoestos dos princi pios como princi pios nor mativos, evaluar seme janteacomodo institucional. As las cosas y al retomar los princi pios de la jus-ticia, me in ser to en una de las l neas prin ci pa les de investi gacin de la

    EL ESTADO ACTUAL DEL DEBATE MULTICULTURAL 29

    38 Dwor kin, Ronald, Li beral Community,Sovereing Vir tue , Esta dos Unidos, Har -vard Univer sity Press.

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    teora multicultural, que es, a sa ber, la siguiente: per mitir que los princi- pios li berales de la justicia y, en par ticular, los princi pios de la li ber tad yla igualdad operen para las minoras etnoculturales.

    En primer lugar, podemos decir que para Rawls el pa pel que desem- pean los princi pios de la justicia es de vital im por tancia, ya que l asu-me que una sociedad es ms o menos una asociacin autosuficiente de per sonas y que en las relacio nes que mantie nen unas con otras, stas re -conocen cier tas reglas de conducta como obligatorias y actan de confor -midad con ellas en la mayor par te de las veces, pues tales reglas es pe cifi -can un sistema de coo peracin designado para promover el bienestar deaquellos individuos que par tici pan en esa sociedad. Es decir, las reglasson im por tantes ya que son ellas las que regulan los intereses humanos,

    pues de bemos par tir de la base de que cualquier sociedad poltica estmar cada tanto por el conflicto de intereses, como por la identidad de in-tereses.

    Ahora bien, la existencia de un conflicto, como el que puede existir acer ca del acomodo en tr minos de justicia de las minoras etnocultura-les al Estado nacional y sus instituciones, requiere de un con junto de princi pios para escoger entre los varios arreglos polticos posi bles, mis-

    mos que deter minan la divisin de venta jas as como los tr minos delacuer do so bre la distri bucin de las par tes que le corres ponde a los diver -sos integrantes de la sociedad. Estos princi pios son los princi pios de la justicia: ellos nos pueden pro por cionar un camino para la asignacin dederechos y obligaciones a las instituciones bsicas de la sociedad. ParaRawls el su jeto primario de la justicia es la estructura o las instituciones bsicas de la sociedad, ya que as podemos estar en posi bilidades de pre-cisar la manera en la cual las princi pales instituciones distri buyen los de-rechos y las obligaciones fundamentales, al tiem po que deter minan ladivisin de las venta jas que derivan de la coo peracin social. Por princi- pales instituciones Rawls entiende a la Constitucin poltica y a las insti-tuciones polticas bsicas derivadas de sta, as como a los princi palesarreglos econmicos y sociales.39 Es im por tante destacar que seme jan-tes arreglos pueden ser, segn Rawls, tanto esta tales como no estatales,siem pre y cuan do am bos se encuen tren referi dos a la esfera de lo po lti -co. Sin em bar go, para efectos de nuestra investigacin, nosotros exami-

    MINORAS ETNOCULTURALES Y ESTADO NACIONAL30

    39 Rawls, J., A Theory of Jus ti ce , Gran Bre ta a, Oxford Uni ver sity Press, 1973, p. 7.

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    naremos solamente a las instituciones bsicas del Estado. Es aqu dondelos princi pios de justicia nos son de la mayor utilidad, pues a travs deellos y aplicados a las instituciones bsicas del Estado li beral, podremosestar en posi bilidades de deter minar la divisin de derechos y obligacionesentre las minoras etnoculturales y la sociedad dominante, al momento delacomodo de las primeras al Estado nacional y sus instituciones bsicas. Enotras pala bras, los princi pios de la justicia utilizados nor mativamente pa-ra evaluar el desem peo de cier tas instituciones polticas bsicas nos pueden dar la pauta para deter minar cmo de be proceder el acomodo delas minoras et noculturales en condiciones de justicia.

    Siguiendo a Rawls, una sociedad est bien or denada cuando no slose ha pro puesto promover el bienestar de sus miem bros, sino tam bin

    cuando est efectivamente regulada por una concepcin p blica de la jus-ticia. En este sentido, este ti po de sociedad tiene dos caractersticas esen -ciales: a) todos aceptan y sa ben que los otros tam bin aceptan los mis-mos princi pios de la justicia, yb) las instituciones bsicas de la sociedada que nos hemos referido, generalmente satisfacen los princi pios de la justicia, adems de que son reconocidas por hacer lo.40 De esta manera, yutilizando la reflexin de Rawls para efectos de nuestra investigacin,

    podra sealar que las pro pias minoras etnoculturales y los integrantesde la sociedad dominante de bern estar de acuer do en esos princi pios, pues en caso contrario no estamos en condiciones de ha blar de ningn ti- po de arreglo institucional relevante para una sociedad li beral; en segundolu gar y como bien lo aca bo de sea lar, lo que trata remos de rea lizar en la presente investigacin es precisamente deter minar si algunas de las institu -ciones bsicas del Estado li beral satisfacen los dos princi pios de la justiciaen relacin con las minoras etnoculturales y, en caso de no satisfacer las, pro pondr las modificaciones que sean necesarias a esas instituciones pa -ra que operen en tr minos de justicia.

    Ahora bien, una vez esta blecido lo anterior, cules son los princi piosde justicia que utilizaremos nor mativamente para regular a las institucio-nes b si cas? O de otra mane ra, cu les son las reglas que de ben nor mar aestas instituciones bsicas? Estos princi pios en la teora rawlsiana sondos y aparecen primeramente en suTeo ra de la jus ticia , siendo modifi-cados posterior mente para hacer fren te a los valiosos cuestionamientos

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    40 Ibidem , pp. 4 y 5.

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    maria mente, co mo ya lo he dicho, a las ins tituciones bsicas de la socie-dad y estn dis puestos para go ber nar la asignacin de derechos y obliga-ciones, as como a regular la distri bucin de las venta jas sociales yeconmicas entre los integrantes de la sociedad poltica.43

    Como ya di je, para efectos de mi investigacin aplicar los dos princi- pios de la justicia a las institu cio nes b sicas del Estado. De esta mane ra,en mi opinin los dos princi pios de beran quedar como sigue:a) cada unode los integrantes de una minora etnocultural de be tener derecho a go-zar de un esquema de iguales derechos y li ber tades bsicas, siem pre queel mismo sea com pati ble con un esquema similar para los otros, enten-diendo por los otros a los individuos integrantes de la sociedad dominanteo de otra minora etnocultural; b) las desigualdades sociales y econmicas

    de ben ser aco modadas de tal mane ra que am bas seana) razona blementees peradas en venta ja de los integrantes de las minoras etnoculturales, sistos se encuentran entre los miem bros ms desfavorecidos de la socie-dad, yb) su jetas a que los puestos y car gos p blicos tam bin estn abier -tos a los integrantes de las minoras etnoculturales en condiciones deigualdad de opor tunidades, con res pecto al resto de los integrantes de lasociedad dominante.

    Rawls al esta blecer los dos princi pios distingue entre aquellos as pec-tos del sistema social que definen y aseguran derechos y li ber tades igua-les para los ciudadanos (primer princi pio) y aquellos otros as pectos quedeter minan y esta blecen las desigualdades econmicas y sociales (segun -do princi pio). De manera muy general, podemos decir que las li ber tadesy derechos bsi cos de los ciuda danos a que se refiere el primer princi pioson: la li ber tad y los dere chos po lti cos (a vo tar y ser electo para los car -gos p blicos), junto con la li ber tad y el derecho de ex presin y asocia-cin; la li ber tad y el derecho de con cien cia y de pensamiento; la li ber tady el derecho de trnsito junto con la li ber tad y el derecho per sonal a po-seer pro piedad; as como el derecho a no ser arrestado y detenido ar bitra-riamente y contra lo que dis pone el derecho. Como bien seala Rawls,confor me al primer princi pio se requiere que estas li ber tades y derechossean iguales para todos en vir tud de que los ciudadanos de una sociedad justa de ben gozar de los mismos derechos bsicos.44

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    43 Va se Rawls, John, A Theory of Jus ti ce , cit ., no ta 39, p. 61. La traduccin es ma.44 Idem .

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    Por lo que res pecta al segundo princi pio que Rawls tam bin llama princi pio de la diferencia, ste aplica en lo