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    A8/ESP REVISTA DE COMUNICACIN Y NUEVAS TECNOLOGAS ISSN: 1697 - 8293

    REVISTA ICONO 14, 2010, Esp. Ao 8, pp. 45-61. ISSN 1697-8293. Madrid (Espaa)

    Marta Martn Llaguno: Historia meditica de la anorexia

    Recibido: 24/02/2010Aceptado: 14/04/2010

    A8/E REVISTA ICONO 14 Ao 8/ESP pp. 45/61 | 10/2010 | REVISTADECOMUNICACINYNUEVASTECNOLOGAS | ISSN: 16978293

    C/ Salud, 15 5 dcha. 28013 Madrid | CIF: G - 84075977 | www.icono14.net

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    HISTORIA MEDITICA

    DE LA ANOREXIA

    La construccin

    inicial del problema

    a finales de los 90

    Marta Martn Llaguno

    Profesora Titular

    Deontologa Publicitaria y Teora de la Comunicacin.Facultad de Ciencias de la Comunicacin. Universidad deAlicante. Cra de San Vicente-Alicante s/n, 03690 San Vicen-te del Raspeig, Alicante (Espaa) - Telf.: (+34) 965 903

    869Email:[email protected]

    Resumen

    Pese a que los trastornos alimentarios fueron objeto de inters cre-ciente entre la comunidad cientfica, su divulgacin meditica no re-sult frecuente en Espaa el siglo pasado. En los 90 aparecen en pren-sa referencias espordicas a estas enfermedades que se presentan comoinusuales y vinculadas a personajes populares extranjeros. En 1999, el

    discurso casi anecdtico cambia radicalmente en nuestro pas. Se pro-duce una eclosin de noticias, motor de un ciclo de inters pblico ypoltico sobre el tema, que transforma estos raros sntomas en en-fermedades objeto de preocupacin pblica. Tras este tratamientomeditico, la Administracin comienza a aumentar los fondos paraprogramas de prevencin y distintos colectivos se comprometen en lalucha para el freno de esta dolencia. Sin embargo, el encuadre pe-riodstico inicial (problemas femeninos vinculados al mundo de la

    Palabras clave

    Anorexia, ciclo de noticiabilidad,

    problemas sociales, opinin pblica,

    gnero

    Key WordsAnorexia, newswothiness cycle, social

    problems, public opinion, gender

    Abstract

    Although eating disorders were asubject of growing interest among thescientific community, media coverageof them was not common in Spain the

    last century. There are sporadicreferences to these diseases in press

    during 90s, where they are defined asunusual events associated to popular

    and foreigners characters. In 1999,this discourse changed radically in ourcountry. An explosion of stories on

    the topic takes place, starting anewsworthiness cycle which impelsa public and political interest cycle on

    the subject. This "rare" symptomsare transformed in a real disease of

    public concern. After media coverage,the Public Administration began to

    increase funding for preventionprograms and different groups were

    engaged in different actions. Howev-er, the original journalistic framing ofanorexia (a "female" problem related

    to the image world, moved into thepolitical arena with medical connota-

    tions) stigmatize the disease.

    mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]:[email protected]
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    imagen, trasladados a la arena poltica con connotaciones mdicas) estigmatiza la enfermedad.

    Introduccin

    A En 1972, en un artculo paradigmtico,Downs (1972) afirmaba que la historia delos problemas sociales es la historia de suciclo de atencini. Pues bien, la historia delos ciclos de atencin, en una sociedaddependiente de los medios (DeFleur y Ball-Rockeach, 1989), es la historia de su ciclode noticiabilidad(Martn Llaguno, 2002).

    En efecto, son los periodistas quienes,cuando slo afectan a sectores muy concre-tos de la poblacin, detectan situacionesdisfuncionales en su fase de preproblema. Araz de una serie dramtica de aconteci-mientos y del consenso de los informadoressobre la maldad de las circunstancias, la

    cuestin aparece con omnipresencia en losmedios y la sociedad realiza un descubrimien-to alarmante. Se debaten las iniciativas demejora y se analizan sus costes en la fase detoma de conciencia de los costes del avance

    significativo y, a medida que se reflexionasobre el coste que exige el poner fin a lasituacin, se pasa a una fase del decrecimiento

    gradual del inters. En esta etapa, por abu-rrimiento, por miedo o por una combina-cin de ambos, la atencin vira y el pblicoacaba desinteresndose por el problemainicial. Al final, la cuestin es reemplazadapor una nueva y pasa a situarse en lo queDowns (1972) denomina un la etapa del

    postproblema, en la que, si se dan unas cir-cunstancias concretas, los medios pueden

    llevar a cabo una tarea especial, lafuncin derecuerdo (Martn Llaguno, 2000, 2000b y2002) con referencias espordicas al tema.(Ver grfico).

    El tratamiento meditico de la anorexiareproduce este esquema a la perfeccin. Eltema se plantea a finales de los 90 comouna historia con principio y con final, comola historia de un problema emergente, de

    moda, que aflora, se lidera, se culpa alsupuesto agresor, recibe una hipottica yrpida solucin y desaparece de los medios.La ftil cobertura del 99 pone de manifies-to la capacidad de los periodistas no slo dedotar de notoriedad a seleccionadas cues-tiones, sino tambin de condicionar lapercepcin pblica en este caso de un pro-

    Grfico n 1. Ciclo de atencin y ciclo

    de noticiabilidad en la construccin de

    problemas sociales

    Fuente: Martn Llaguno, M. (2002)

    Preproblema Descubrimiento Coste de soluciones POSTPROBLEMA

    Exploracin/deteccin Definicin Liderazgo

    Ciclo de noticiabilidad

    Ciclo de atencin pblica

    RECUERDO?

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    blema derivado de los estereotipos degnero. As, la definicin inicial de los

    trastornos de alimentacin que se hizo en

    los peridicos en ese momento condicionla percepcin pblica del tema y el debate

    para su solucin.Objetivos

    El objetivo general de este artculo es pre-sentar la definicin inicial de los trastornosde alimentacin en la prensa espaola. Demanera ms especfica, en primer lugar, 1)se describe el ciclo de noticiabilidad que

    gener la anorexia en la prensa a partir delvolumen de textos publicados en cada una

    de sus fases; 2) en segundo lugar, de formams cualitativa, se analiza el encuadre quehicieron los peridicos de la anorexia, conun enfoque de gnero.Para ello, se revisacon especial atencin la visibilidad y la

    paridad de los sexos as como la asignacinde roles y la definicin de estereotipos.

    Metodologa

    Los objetivos expuestos se alcanzan a partirde la revisin de dos proyectos de investi-gacin realizados sobre el tema (Martn

    Llaguno, 2000c y Ruiz Cantero et al.,2001).

    El primero recogi la poblacin total deartculos cuyo titular contuviera la palabraanorexia, publicados en la dcada de los 90en la edicin nacional de los diarios demayor tirada (El Pas, El Mundo y ABC) apartir de una bsqueda en hemeroteca. Elsegundo trabaj con 79 de los textos ante-

    riores extrados a partir de un muestreoprobabilstico para analizar las noticiassobre trastornos de alimentacin con enfo-

    que de gnero. Se aplic un protocolo con150 variables para la deteccin de sesgosde gnero (visibilidad, paridad y uso deestereotipos). En este estudio se realizadems un anlisis textual de las informa-ciones. El trabajo que se presenta resumelos resultados principales obtenidos en cadauno de los dos proyectos

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    1. El ciclo de atencin meditica de la

    anorexia en los 90

    1.1. Los trastornosde la alimentacinen la etapa delpreproblema

    El problema social de los desrdenes ali-mentarios permanece latente o poco visibleante la opinin pblica en nuestro pas

    desde los aos 70 hasta finales de los 90.La anorexia y la bulimia nerviosa, tal ycomo las entendemos hoy da, comenzaronen la dcada de los 40 a ser detectadoscomo extraos trastornos por algunosespecialistas ingleses en psiquiatra (Gor-don, 1994). Sin embargo, no fue hastamediados de los 70 cuando, en EEUU

    (Brunch, 1973 y Sours, 1979) e Italia (Sel-vini, 1974), aparecieron unos pocos artcu-los cientficos sobre el tema. Es a partir delos aos 80, sin duda en respuesta a suaumento de prevalencia en el mundo occi-dental, cuando comienzan a presentarsemltiples publicaciones mdicas interna-cionales sobre el tema, hasta el punto deque en 1982 inicia su andadura el Interna-tional Journal of Eating Disorders, centradoen exclusiva en la discusin sobre estascuestiones (Gordon, 1994: 25).

    El inters cientfico por la anorexia y labulimia es constatable tambin en Espaa apartir de mediados de los 80, aos en losque se publican los primeros artculossobre la cuestin (Toro, Cervera, y Prez,

    1988; Toro, Castro, Garca, Prez, yCuesta, 1989). Aunque el nmero de estu-dios experimenta un constante aumentodesde entonces, lo cierto es que hasta losnoventa los trabajos empricos y epide-miolgicos centrados en los trastornos dealimentacin se pueden contar con los

    dedos de ambas manos.A pesar de estos hechos, y de la intuicingeneralizada entre la comunidad mdica deque la prevalencia de los desordenes ali-mentarios estaba aumentando, hasta finalesde los 90 las referencias a la anorexia y labulimia en la prensa espaola fueronprcticamente anecdticas. A modo deejemplo, El Mundo publica en 1994 nica-mente un reportaje sobre el tema en cuyotitular estereotipa la obesidad vinculndolaa la felicidad y contraponindola a la ano-rexia, (Contrastes: Testimonios de un gordo

    feliz de 190 kilos y una flaca anorxica, El

    Mundo, 27.2.94) y una noticia en deportesen la que se refiere a la muerte de unagimnasta internacional (La gimnasta Christy

    Hernrich muri de anorexia, El Mundo,19.8.94).

    En el ao 95 la tnica es la misma: escasasinformaciones sobre la cuestin en prensaque refieren investigaciones puntuales,sucesos, obituarios o historias de vida.

    La anorexia y la bulimia comienzan tmi-damente a acaparar un inters creciente en

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    los medios de difusin espaoles a partir demediados de los 90. Es en el 96 cuando

    empieza a ascender el nmero de informa-ciones. As, en octubre de este mismo aose produce un pico de noticias sobre eltema, a partir de la muerte de una enfermapor la ingesta de laxantes y diurticos (Una

    joven anorxica, en coma tras tomar pastillas

    para adelgazar, El Mundo, 16.10.96), a razde la suspensin de una gira musical de ungrupo de moda por la anorexia de su voca-

    lista (La cantante etrea. The Cranberriessuspende su gira europea por la anorexia de su

    vocalista, El Mundo, 20.10.96) y, sobretodo, coincidiendo con el Da mundial dela Alimentacin. Sin embargo, todava enese momento se tiende a enfocar estasenfermedades, o bien de forma anecdticay puntual -en forma de sucesos, comocuestiones lejanas que afectan a chicas queson modelos (presentadas en forma dehistorias de vida)-, o bien de manera asp-tica y medicalizada, en breves o noticiascortas, ubicadas en las secciones de cienciay salud. (La anorexia se cura mejor con tera-

    pias cortas en centros especiales, El Pas,

    26.10. 96- o El poder de las manos. Los masa- jes mejoran el estado de las enfermas de buli-

    mia, El Mundo, 7.3. 96).

    No obstante, s es cierto que en casi todasestas noticias se puede encontrar siempre,en mayor o menor medida, alguna alusinal peligro que suponen ciertos valores yesquemas de la sociedad contempornea(como el culto a la imagen, la idolatra delcuerpo o delfitness, o la exaltacin de la

    delgadez) para la integridad fsica y psquicade los ms indefensos (nios, adolescentesy mujeres) (Mujeres objeto, El Pas 7.6.96 yBoquitas cerradas. Adolescentes que conviertenla bscula en la brjula que gua su destino, El

    Mundo, 28.7.96). An as, en estas re-flexiones, slo espordicamente aparecenreferencias explcitas a la responsabilidadde sectores concretos en estos problemas,como el de la moda o el de la publicidad.Sirvan de ejemplo noticias puntuales comola de Omega lucha contra la anorexia y retirasus anuncios de Vogue en protesta por el uso de

    modelos esculida (El Mundo, 1.6.96) o laafirmacin aparecida en una columna de LaRevista de este mismo diario, publicada el28.7.96:

    Grfico 2. Ciclo de noticiabilidad

    inicial de la anorexia

    Fuente: Martn Llaguno, 2000c

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    Ahora se buscan responsables. Sern los

    popes de la costura que durante todo este

    tiempo han subido a la pasarela o han utili-

    zado como reclamo publicitario a tops de as-

    pecto biafreo? Quiz los editores de moda?

    O las propias modelos? Mientras otra pre-

    gunta sigue en el aire: por qu si la talla

    media de una mujer es una 38-40, siempre

    hay, segn las estadsticas, ms de la 36 en

    las tiendas?.

    En el ao 97, se publican algunos textos

    sueltos sobre la enfermedad, siguiendo latnica del ao anterior, y el volumen denoticias y los enfoques periodsticos de lostrastornos de alimentacin durante el 98 semantienen tambin estables (con una mediade 10 por diario al ao). Aunque algunasde estas informaciones advierte del peligrode esta enfermedad, y titulares puntuales se

    atreven a tildar al problema de epidmico(El aumento de la anorexia y la bulimia alcan-za niveles epidmicos. Madrid. El Mundo,

    25.4.98), todava las noticias de este perio-do proyectan una imagen estereotipada delostrastornos de la alimentacin, ubicndo-los en realidades lejanas y presentndolos,incluso, como glamorosos- en concretosale a la luz pblica la bulimia de Diana de

    Gales y la anorexia de Victoria de Suecia- oromnticos, como queda manifiesto en estefragmento, extrado de una columna dePaco Umbal publicada el 20 de octubre del96 en la pgina 64 de El Mundo.

    (la anorexia)Es el hambre como lujo

    frente al hambre como catstrofe. La esttica

    sea se impone por unas u otras razones. Es-

    ta pasin femenina (y masculina) por adel-

    gazar no es ni siquiera una medida higini-

    ca, saludable, sino un asco del propio cuer-

    po, un potico despojarse de los propios tri-

    glicridos hasta quedarse en alma y vagina.

    Me gustan estas anorxicas de manos con es-

    quelatura de pianista muerta. Los moralistas

    han predicado mucho contra la carne, cuan-

    do el amor est en los huesos. Vicente

    Aleixandre escribi: El hueso, donde el

    amor no llega. S que llega, maestro, s que

    llega.

    En general, no obstante, se puede decirque en nuestro pas, antes de 1999, debidoen parte al poco inters periodstico quedespierta, la cuestin se encuentra en unaetapa del preproblema: esa situacin en laque todava no es considerada importantepor la opinin pblica y poltica, en la que

    el tema permanece en el mbito de lo pri-vado y en la que las condiciones objetivaspara solventar la cuestin son psimas y esnecesario llamar la atencin de los ciudada-nos para poner fin a la situacin. No eshasta este ao cuando la anorexia y la buli-mia se hacen realmente presentes en losespacios mediticos y cuando el discurso enprensa sobre estas cuestiones cambia radi-

    calmente en nuestro pas. De un distante yanecdtico problema puntual, la cuestinempieza a presentarse en las noticias comoun verdadero problema social con dimen-siones polticas.

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    1.2. El comienzo dela caza de brujas.

    El descubrimientoalarmante de laanorexia

    El acontecimiento que dirige masivamenteel inters de los medios hacia los problemasalimentarios, y que pone en marcha el ciclode atencin pblica sobre los trastornos dela anorexia y la bulimia, es la celebracinde uno de los dos certmenes ms impor-tantes de la moda en Espaa: la pasarelaCibeles. Coincidiendo con este desfile, quevena caracterizndose en etapas anteriorespor la contratacin de modelos excesiva-mente delgadas (segn ADANER, con unpeso un 25% por debajo de lo normal), laANIS (Asociacin Nacional de Informado-res de Salud) organiza un coloquio sobre

    los problemas de los trastornos alimenta-rios y su etiologa. En esta reunin, a la queasisten ms de 70 periodistas, participanadems del Dr. Morand (uno de los psi-quiatras especialistas en el tema en Espaa),la directora del Instituto de nutricin delCSIC (Ascensin Marcos), la redactora unade las revistas de moda de mayor tirada,Cosmoplitan, Marta Novoa y MiguelBlesa (padre de una paciente).

    La tertulia, en la que se anima a los perio-distas a tomar una postura activa y a trataren sus medios el tema, es la gnesis de unacobertura masiva del problema. En la mesaredonda, se apunta que la manipulacinsistemtica de los tallajes en ropa, la pre-sentacin habitual de modelos por debajo

    de la talla 36 en las pasarelas de moda y elbombardeo de la publicidad (ANIS, 99:3)

    son agentes que estn influyendo en laincidencia del tema. Curiosamente, y comose ver ms adelante, estas tres cuestionescentran la discusin poltica en el Senadoen torno a la cuestin.

    Por otra parte el deseo de los informadoresde Salud organizadores de la reunin esfacilitar informacin de primera mano a losperiodistas y evitar que el problema de los

    trastornos alimentarios, cada vez ms pre-valente, comience a ser tratado de un mo-do sensacionalista, superficial o poco rigu-roso. En definitiva, se pretende que estostrastornos sean definidos en los medioscomo un problema de salud pblica y nocomo una cuestin superficial vinculada almorbo o almundo de las estrellas.

    A raz de esta reunin se produce un au-mento progresivo de las informacionessobre el problema, hasta llegar a un volu-men mximo en marzo (con 7 noticias enEl Mundo y 33 en El Pas). En este periodo,a travs de los medios, la opinin pblicaen general, y la comunidad poltica enconcreto hacen un descubrimiento alarmantedel tema: aparece un consenso generalizadosobre la necesidad de prestar atencin alproblema y empezar a buscar soluciones. ElEjecutivo reacciona de inmediato poniendoun mes despusen marcha, en el seno delMinisterio de Sanidad, una mesa de exper-tos para analizar en el contexto asistencial,el problema de los trastornos de la conduc-ta alimentaria, establecer los criterios de

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    ordenacin de recursos necesarios paragarantizar un tratamiento integral a los

    mismos y, al mismo tiempo, actualizar elProtocolo de actuacin sobre estas enfer-medades (Ministerio de Sanidad y Consu-mo, 1999). La preocupacin del legislativose pone de manifiesto cuando, adems, sepresenta en el pleno del Senado una mo-cin, sealando la necesidad de crear unaPonencia en el seno de la Comisin deEducacin y Cultura para estudiar los con-

    dicionamientos extra sanitarios que estabanconcurriendo ante el incremento de lostrastornos de alimentacinii.

    1.3. Marzo 1999-noviembre 1999.Tomade conciencia de loscostes del avancesignificativo: la

    ponencia del SenadoEl 20 de abril de ese mismo ao se designadefinitivamente la Ponencia, compuestapor diez senadores, para el estudio delproblema. Comienza entonces la siguienteetapa del ciclo de inters pblico, en laque, a medida que la prensa se va haciendoeco de las propuestas presentadas y va

    ejerciendo inevitablemente una tarea deliderazgo, los ciudadanos y los distintossectores sociales fuimos siendo conscientesdel coste de resolucin del problema. Esteestadio coincide con los meses de verano ycomienzos de otoo.

    A lo largo de casi seis meses, en el periodoen el que tiene lugar el grupo de trabajo del

    Senado, van apareciendo en la prensa elresultado de 14 sesiones de la Comisin, en

    las que los polticos y las polticas hacencomparecer a 88 representantes de losdistintos sectores implicados. Adems devarones con poder ejecutivo (mdicos,psiclogos, diseadores de moda, socilo-gos, psiquiatras, directores de las pasarelasde moda, anunciantes, publicitarios,miembros de la asociacin de autocontrol,directivos y programadores de televisin,

    programas de radio y publicaciones, prensadiaria, empresas de moda, y fabricantes demuecas barbies), en estas informacionesdan su visin sobre el tema mujeres y hom-bres sufridores, procedentes de las asocia-ciones de afectados y de organizaciones deconsumidores, modelos femeninas profe-sionales, directoras de revistas, gimnastas ypresentadoras de televisin.

    Especialmente esta actividad, que se ajustaa la dinmica periodstica, es extensamentecubierta por los medios impresos. Se mon-ta as en los peridicos un juicio sobrepapel y el problema de los trastornos dealimentacin a partir de ese momento seadapta al modelo del relato poltico(Martnez Nicols, 1995: 61) elaborado

    bsicamente a partir de declaraciones deportavoces establecidos o de expertosdefinidos en la vida pblica con poco con-traste o argumento de otra realidad. Lasdimensiones mdicas y humanas de laanorexia, con las que el problema acos-tumbraba a salpicar las pginas de los dia-rios, sin llegar a desaparecer, son eclipsadas

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    a partir de este momento por la dimensinsocio-poltica de la enfermedad.

    El 25 de noviembre sale publicado el do-cumento final elaborado por la Comisin(que es referido en casi todos los diarios ypublicado ntegramente en la versinelectrnica de algunos como El Pas). Loscompromisos reflejados en liii parecen serentendidos por los medios como el desen-lace del conflicto y por consiguiente permi-ten, periodsticamente hablando, cerrar la

    cuestin.

    1.4. Desde diciembrede 1999 hastala actualidad:

    decrecimiento gradualdel inters

    A partir de comienzos de diciembre seobserva en que en la prensa Espaola hayun decrecimiento gradual de informacionessobre el tema.El ciclo de inters pblico vaentrando en la quinta fase, la del postproble-ma, en la que pueden suceder tres cosas:

    - La primera, que si se ponen en marchatodas las medidas oportunas, el pro-blema se resuelva o mejore y, por tan-to, que deje de captar la atencin pe-

    riodstica y ciudadana. Lamentablemen-te, nuestra intuicin es que en el casode la anorexia no sucede as. En estesentido, ya el 9 de octubre de 2000, losafectados denunciaban que el plan con-tra la anorexia estaba paralizadoiv. Diezaos despus de la Ponencia del Sena-do, en octubre de 2008, la Federacin

    Espaola de Asociaciones de Ayuda yLucha contra la Anorexia y Bulimia

    Nerviosas (FEACAB) se congratulabade que por fin hubiese concluido el es-tudio antropomtrico femenino, perose lamentaba de que, incluso este in-forme frivolizara con las medidas cor-porales y el cuerpo de la mujer (Aban,2000)v y que debido a la crisis no se lle-ve a cabo el masculino. En este sentido,quedan todava muchos de los acuerdos

    propuestos por cumplir.- La segunda, que a travs de la progra-

    macin de la realidad social del asunto(mediante el establecimiento de efem-rides o entregas puntuales de datos) lasinstituciones encargadas de la resolu-cin del conflicto consigan poner enmarcha la funcin de recuerdo de los

    medios. En ella se iran concatenandosucesivamente los ciclos de noticiabili-dad del asunto y se producira un pecu-liar juego de encuadres de la cuestinen el que se iran combinando alternati-vamente distintos enfoques del proble-ma, para seguir planteando soluciones.No ha sido el caso de los trastornos dealimentacin, en el que ni las asociacio-

    nes de afectados ni las institucionespblicas han conseguido pautar medi-ticamente la anorexia para que tenga larepercusin pblica que tienen otrascuestiones de salud (como el cncer) ode gnero (como la violencia).

    - La tercera, que a pesar de no habersesolventado, por aburrimiento, o por

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    miedo e impotencia, la gente y los pe-riodistas dejen de interesarse por l

    porque otro tema candente est co-menzando su ciclo de inters pblico.

    Tal parece ser el caso por ejemplo de laobesidad, que ha adquirido relevancia

    pblica a partir de la estrategia NAOSde la OMS.

    2. El anlisis del debate meditico sobre

    la anorexia con enfoque de gnero

    Teniendo en cuenta la gnesis que la mayorparte de expertos atribuyen a los trastornos

    de alimentacin (que, aunque son multi-causales, parecen estar potenciados por lapresin de valores androcntricos sobre lasmujeres en la sociedad del culto al cuerpo)y la epidemiologa de la propia enfermedad(que afecta fundamentalmente a mujeres),parece relevante analizar el encuadre pe-riodstico que se dio a este problema desalud durante la cobertura de su primer

    ciclo de noticiabilidad, y sobre todo, anali-zar la representacin de actores y argumen-tos en el discurso de la prensa generalista alcubrir esta cuestin.

    2.1. Visibilidady paridad en las

    noticias

    Se podra pensar que en la cobertura de unproblema de salud que afecta en esencia alsexo femenino las mujeres debieran detener una abrumadora capacidad para serreconocidas como sujetos, no slo pacien-tes, sino tambin agentes. En el primerciclo de noticiabilidad de los trastornos dealimentacin hubo presencia femenina,nica o compartida,en un 57% de las his-

    torias. Sin embargo, como consecuenciafundamentalmente de la discusin hete-

    rognea sobre la cuestin en el Senado, lavisibilidad de ambos sexos en la coberturacasi se equipar puesto que en un 60% deinformaciones aparecieron tambin varo-nes. No obstante, es necesario detallar eltipo de mujeres y hombres que se presenten estas historias.

    El cuadro n 1 (ver Cuadro n 1. Visibilidadpor razn de categora profesional o perso-nal) muestra como, curiosamente, la pren-sa centr su inters en unas protagonistasmuy inusuales de las informaciones sanita-rias y de la prensa generalista, pero muypresentes en la prensa blanda o del co-razn: las profesionales vinculadas al mun-do del espectculo, la televisin, la moda ycoyunturalmente el deporte de competi-

    cin. Este tipo de mujeres tuvo en la co-bertura de esta cuestin una visibilidadexcesiva puesto que estuvieron presentesen un 27% de noticias y con mayor prota-gonismo incluso que los varones polticos.En un 44% de las ocasiones en las que alhablar de problemas de salud aparecieronmujeres stas fueron famosas, y en mu-

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    chas ocasiones la prensa las present, juntoa la comunidad poltica, llevando a cabo

    acciones o emitiendo opiniones para resol-ver o paliar el problema.

    Cuadro n 1. Visibilidad por razn de categora

    profesional o personal

    Fuente: Ruiz Cantero et al (2001)

    Las mujeres populares sirvieron para que

    los medios personificaran un tema prcti-camente desconocido para la poblacin engeneral. Lorena Bernal, Nieves lvarez,Mara Pardo, y otras espaolas, que losespacios del corazn nos meten en nuestracasa y en nuestras familias virtuales,comparecieron ante el Senado para denun-ciar la magnitud de la endemia de la ano-rexia y estas comparecencias tuvieron graneco en los medios. Este hecho contribuy aproyectar la idea de que la anorexia y labulimia preocupan, e incluso afectan, apersonajes icono de la sociedad de la in-formacin. La presencia de modelos, pre-sentadoras o mises en toda esta discusinpermiti inscribir los trastornos de la ali-mentacin en la experiencia normal de las

    audiencias y contribuy a dar una proximi-dad sociocultural al tema, o como lo de-

    nominan Golding y Elliott (1979: 119)significatividad, de la que careca antao.

    Sin embargo, la sobre-visibilidad de estecolectivo de mujeres, as como la reiteradamencin a la popularidad, la fama y eltriunfo profesional, como condicin nece-saria -aunque no suficiente- para el desarro-llo de estos trastornos, clasificen parte elproblema en el terreno de la imagen y la

    superficialidad y lo hizo connotar ciertamarca de clase. El enfoque ms rosa dela cuestin pudo, paralelamente, eclipsarlas facetas ms grises, pero tambin rele-vantes, como la realidad annima y privadadel problema, o como los factores socio-culturales y de fondo que pueden fomentarsu iniciacin.

    Pocas noticias (menos de un 20%), en elperiodo que nos ocupa, se enfocaronhaciendo nfasis en el aspecto humano ofamiliar porque la propia dinmica de losmedios, que centra su atencin slo enalgunos engranajes del sistema, excluy enbuena medida la cobertura de la realidadcotidiana y el presente de enfermas anni-mas. Ninguna informacin hizo referenciaal coste econmico del problema. En me-nos de un 10% de las informaciones sealudi a la importancia que para la preven-cin tienen las instituciones educativas. Y,lo que resulta ms grave a nuestro juicio esque no hubo ninguna informacin quehiciera referencia a mujeres o a hombresque desempean labores en otros mbitos

    Hombres N (% de

    noticias)

    Mujeres N (% de

    noticias)

    Famosas 21 (26,6%)

    Polticos 18 (22,8%)

    Mdicos 16 (20,3%)

    Polticas 11 /13,9%)Famosos 10 (12,7) Enfermas 10

    (12,7%)

    Mdicas 7 (8,9%)

    Enfermos 4 (5,1%)

    Escritores 3 (3,8) Cientficas 3 (3,8%)

    Cientficos 1 (1,3%)

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    del espacio pblico (como las mdicas y losmdicos, las polticas y los polticos, las

    cientficas, las enfermeras, las profesoras,las camareras...) y que puedan padecerestos problemas.

    Debemos por tanto partir de la base de queel encuadre periodstico de la anorexia nofue el de una cuestin mdica habitual, sinoel de un problema vinculado al mundo dela imagen, sobre todo femenino, trasla-dado a la arena poltica con connotaciones

    mdicas. Muestra de ello es que a pesar deque el debate en torno a los trastornos de laalimentacin reprodujo el modelo delrelato poltico, y tuvo lugar en este espa-cio, casi un 60% de los textos aparecieronubicados en la seccin de sociedad (tradi-cionalmente un espacio blando de losmedios que trabajan las mujeres). Con

    independencia de su supuesta relevancia, eldebate en torno a la anorexia y la bulimiaque afecta mbitos relacionados con lofemenino (como la moda o la imagen) nomereci ser insertado jams en espaciosduros o relevantes de como nacional ypoltica, donde s se han ubicado temascomo el de las vacas locas, y donde tradi-cionalmente firman los varones.

    Este hecho ayuda a explicar un aspecto quellama la atencin: la cantidad de informa-ciones sobre la anorexia firmadas por pe-riodistas mujeres (cerca de un 60%). Elalto porcentaje de rbricas femeninas noresponde a nuestro juicio a que existiese unespecial inters entre las periodistas porsacar a la luz el tema, sino a la clasificacin

    inicialde este problema como pertenecien-te a sociedad y a laestructura y las pro-

    pias rutinas productivas de los medios, queconduce a que haya una desproporcionadapresencia femenina en esta seccin.

    2.2. Asignacin deroles

    La representacin de los actores en el dis-curso de la prensa generalista al cubrir eldebate sobre los trastornos de la alimenta-

    cin no slo vino condicionada por esteetiquetamiento relacionado con la apa-riencia del tema.

    Como afirma Luhman (1995: 200), en lacomunicacin pblica la atencin generalse orienta durante un breve periodo haciaun tema apremiante, y en ese espacio detiempo hay que encontrar una solucin yaque en el campo de la comunicacin demasas hay que contar con rpidos cambiosde inters. En este sentido, el espacio y eltiempo mediticos son sumamente limita-dos. A pesar de la complejidad de la etio-loga y la realidad de los trastornos de laalimentacin, durante el debate poltico,los medios se vieron forzados a formular elproblema de la anorexia de manera sinteti-

    zada: en trminos de juicio pblico en elque por una parte, se present al bandoacusador (fundamentalmente los afecta-dos y los polticos) y, por otra, al de losacusados (en esencia, el sector de la moda,el deporte, la publicidad y los propiosmedios de comunicacin). El debate sobrelos trastornos de la alimentacin apareci

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    en ocasiones como una cruzada de rpidasolucin a para paliar un problema (ElMinisterio convoca a los expertos para luchar

    contra la enfermedad, El Mundo, 17.3.99 oLa culpa de la anorexia, El Mundo, 2.10.99o Guerra a la talla 36, ABC, 16-3-99).

    Algunos grupos polticos, junto con lasasociaciones de familiares de enfermos presentes en un tercio de las noticias yerigidas en grupos de presin- encabezaronesta lucha.

    El argumento principal en el que se centrla cobertura del debate fue una cuestinmuy tangible y concreta: la de la flagrantemanipulacin del tallaje de la ropa. As esposible encontrar mltiples noticias repro-duciendo acusaciones como la realizada poruna asociacin de afectados en ABC del 9del 3 del 99 en la que se afirma que Muchas

    jvenes empiezan a enfermar por los problemasque se encuentran con las tallas. Y de lo que no

    hay ninguna duda es de que el tallaje ha baja-

    do. En lo que antes era una 40, ahora ya no se

    cabe. Y as estn amputando el cuerpo de la

    mujer. Pero el papel de culpable, directa oindirectamente identificable en un 40% delas noticias, no slo se adjudic al sector dela moda. Algunas otras informaciones sehicieron tambin eco de duras crticascontra los propios medios de comunicacin-la imagen de la salud y la belleza femenina

    similar a la delgadez que venden las revistas del

    corazn y otros medios (ABC, 19.5.99)- ycontra la gimnasia de alta competicin Sonlos entrenadores los que prefieren que sus pupilas

    estn delgaditas, las obligan a pesarse a diario

    (El Pas 14.9.9). En este sentido, aunque alcomienzo del debate los colectivos ms

    directamente sealados (sobre todo lamoda) trataron de defenderse y de eximirsus responsabilidades- los modistos y fabri-cantes espaoles responden que confeccionan sus

    modelos en tallas que van desde la 38 a la 44(El Pas, 13.3.99)- finalmente parecieronasumir ser apuntados como cabezas deturco (sobre todo por los polticos) y deci-dieron expiar pblicamente sus culpas (La

    pasarela Cibeles acata el plan del Senado sobrela anorexia, El Pas, 27.11.99 o Las agenciasde publicidad reconocen parte de culpa en el

    aumento de la anorexia, El Pas 14.9.99).

    Slo en los textos de opinin fue posibleencontrar denuncias ms etreas al pro-blema de fondo segn nuestro criterio: lapromocin de valores misginos y an-

    drocntricos que perjudican a la mujer.Los modistos, o mafia rosa (hombres)gustan de la mujer tan slo como percha de sus

    diseos. Fuera de las pasarelas sus sueos son

    ms bien masculinos. Han decidido que la mujer

    tiene que ser como ellos, la disfrutan, adaptada

    a una esttica distorsionada y desnaturalizadaafirmaba una columna deABCdel 10.3.99.En este mismo sentido se sostena que hancreado una cosa que nada tiene que ver con la

    mujer, y que la destruye, y que la lleva al borde

    del ms hondo precipicio cuando casi no ha

    tenido tiem po de empezar a vivir. En estecontexto, se preguntaba un texto de Opi-nin de La Revista de El Mundo del 28.7.96Cmo ser mujer moderna, consecuente con su

    tiempo, y no morir en el intento?.

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    Una de las cuestiones que ms llama laatencin en la coberturadel debate sobre la

    anorexia es la doble definicin del perfil delas afectadas que aparece en los medios. Yase ha dicho que inicialmente la prensa ge-neralista se sirvi con frecuencia de exper-tos definidos en la vida pblica y que, enmuchas ocasiones, estos expertos no fueronsino personajes populares del mundo de lamoda o del espectculo. Este colectivo queactu de portavoz es el que nosotros de-

    nominamos el de las vctimas tituladas.Las vctimas tituladas fueron las mujeresllamadas a declarar, afectadas directa oindirectamente por estas cuestiones, conuna proyeccin pblica, con una identidad,y una dedicacin clara (modelos, gimnas-tas, mises). Estas profesionales perjudica-das, algunas de ellas ex-enfermas, aparecie-

    ron, sin embargo, en los medios, casisiempre disculpadas: sufrieron en sus car-nes la anorexia como consecuencia de lasexigencias del sistema y llegaron a ella acausa del sacrificio que hubieron de realizarpara conseguir sus metas. Las vctimastituladas fueron quienes, a toro pasado, seatrevieron a criticar con dureza muchos delos valores que hacen peligrar la integridad

    fsica y mental de las mujeres (culto a laimagen, moldeabilidad del cuerpo, exigen-cia delfitness, competitividad, multiplicidadde roles...), al tiempo que, paradjicamen-te, los encarnaban. Apuntan casi siemprecomo gnesis de sus problemas a los profe-sionales implicados en el mundo de la mo-

    da y a los entrenadores de alta competi-cin.

    La segunda estereotipacin de las pacien-tes, por otra parte menos frecuente, fue laqueha convertido de entonces a esta parteel trmino anorxica en un insulto, atravs de noticias y algunos textos de opi-nin que connotan cierto desprecio y ridi-culizacin a las enfermas, y a cualquiera delos rasgos que las pueda identificar. Las

    flacas corren el peligro de pasar de moda, conde-

    nadas por la psicosis nacional creada en torno a

    la anorexia y la bulimia. Usar una treinta seis es

    ya motivo de sospecha(El Mundo, 17.3.99)

    Las anorxicas, como fueron denominadas,se describieron en la mayora de los casoscomo jvenes muy exigentes y perfeccio-nistas y quieren ser las mejores en todo,obsesivas, influenciables, con falta de

    confianza y autoestima, con trastornos decarcter, y con problemas por todos loslados. Enfermaron, segn se deduce de lostextos mediticos, en buena medida porvoluntad propia: las mujeres entre los 14 y los26 aos no desean comer por al verse excesiva-

    mente gordaso los anorxicos pueden morir poruna enfermedad que ellos mismos se han provo-

    cado (El Mundo 7.4.96) o por culpa de suentorno familiar. Como se puede leer enmuchas noticias los trastornos de la alimen-tacin son multicausales, y aparte del factorde contaminacin cultural (El Mundo,28.07.96) -que es el que afecta a las vcti-mas tituladas- pueden tener peso en elorigen de la anorexia madres dominantes yobsesivas que confunden sus propias necesidades

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    con las de sus hijas(El Mundo, 19.10.96), lapersonalidad de la propia enferma e incluso

    factores biolgicos (La vulnerabilidad a la

    anorexia est en el cerebro a los tres aos, ABC,

    7.7.99). En definitiva, estas enfermas sepresentaron como desviadas sociales conuna incapacidad no slo para manifestar

    opiniones sino para tomar decisiones,hecho que justifica las incapacitaciones

    jurdicas para poder hacer los ingresosforzosos de estas personas (Cada mes hay16 ingresos forzosos por anorexia o bulimia en

    Barcelona, ABC 2.3.99).

    Conclusiones

    La cobertura del debate sobre la anorexiasirve para demostrar que a travs de losespacios informativos es fcil construirpseudo-resoluciones de problemas quefinalmente quedan sin erradicar. Sin em-bargo, tambin es relevante porque permi-ti, al menos coyunturalmente y de formaindirecta, que la sociedad se cuestionarasuperficialmente determinados valores del

    sistema androcntrico.El tiempo ha ratificado lo que nuestroanlisis permiti cuantificar: que la ano-rexia gener ms palabras que acciones (enun 86% de los textos la accin plasmadapor los medios fue decir, y slo en un 55%hacer). A pesar del inters meditico quedespert el problema de los trastornos de

    alimentacin, diez aos despus ni se hanpuesto en marcha muchas de las medidaspropuestas, ni los medios han denunciadoesta indolencia, ni se ha conseguido modifi-car muchas de sus causas socioculturales (la

    opinabilidad del cuerpo de la mujer, laexaltacin de la delgadez y elfitness, el mitode la belleza...). Con el tratamiento de lacuestin pareci haberse soltado la liebre yse alert a la comunidad sobre los trastor-nos de la alimentacin, pero sera necesariocambiar estructuralmente el discurso socialen torno a la belleza, en primer lugar en losmedios, para evitar los condicionantes

    socioculturales de estos problemas. Ponerfin a todos estos trastornos obligara a revi-sar profundamente muchos planteamientosde base.

    En definitiva, se puede concluir que el ciclode noticiabilidad de los trastornos de ali-mentacin gener un mensaje ambiguo. Laconsigna subyacente que se pudo sacar de

    l fue no tienes que estar anorxica ni enferma pero, sin embargo, si quieres realmente ser ytener voz en los medios tienes que dar en

    cmara: tener un cuerpo modlico, una vida

    laboral estupenda y, adems, estar delgada.

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    Cita de este artculoMARTN LLAGUNO, M. (2010) Historia meditica de laanorexia. La construccin inicial del problema a finalesde los 90. Revista Icono14 [en lnea] 1 de Octubre de

    2010, Ao 8, Vol. Especial. pp. 45-61. Recuperado (Fe-cha de acceso), de http://www.icono14.net

    NOTAS

    i Para ver con ms detalle la idea del ciclo de atencin, y las fases por las que pasa el inters pblico sobre unproblema cfr. DOWNS, A., 1972, Up and Down with ecology: the issue attention cycle,en The Public Interest,28 (Spring, 1972), pp. 38-50.iiPonencia sobre los condicionamientos extrasanitarios de la anorexia y la bulimia, constituida en el seno de laComisin de Educacin y Cultura, Boletn oficial de las cortes generales del Senado, VI legislatura, Serie I, BoletnGeneral, 25 noviembre de 1999, N. 785.iii 1. Se insiste en la necesidad de crear y desarrollar un Pacto Social contra la Anorexia y la bulimia, en el quedeben contemplarse entre otros los siguientes acuerdos firmes: el ajuste del tallaje de las tiendas de ropa a lalegislacin vigente , la no discriminacin laboral por razones de talla o peso; la no utilizacin de imgenes demujeres con un peso claramente inferior a los lmites saludables, y el fomento de nuevos modelos corporales porparte de los creativos publicitarios y los creadores de moda; la evitacin de que los menores de 18 aos exhibanropas de adultos; el fomento del autocontrol en los medios de comunicacin, publicistas, anunciantes, directoresde programas y series televisivas; la evitacin de publicacin de dietas destinadas a menores de 18 aos: la aplica-cin rigurosa del Real decreto sobre publicidad engaosa y productos milagro, la creacin de un observatoriosobre la prevencin de anorexia y bulimia donde el ciudadano pueda cursar sus denuncias.

    2. Se insta tambin a realizar: un estudio nutricional y sobre hbitos alimenticios entre los jvenes; un estudioepidemiolgico sobre la incidencia de la anorexia y la bulimia; un estudio antropomtrico que sirva para fijar lastallas

    3. Se fomenta la colaboracin entre lasAdministraciones y la Asociaciones de Padres afectados para que se lesdote de mayor apoyo tcnico y econmico;

    4. Se decide incluir la Educacin para la Salud entre los Planes Anuales de Formacin del Profesosado

    5. Se establece reforzar la Orientacin Psicopedaggica y la FormacinTutorial en los centros adolescentes, a finde detectar a tiempo las anomalas;

    6. Se decide involucrar a padres y madres en la promocin de hbitos alimentarios saludables a travs de lasAMPAS;

    7. Se obliga a supervisar los mens de los comedores escolares y a reglamentar el funcionamiento de los gimna-sios y escuelas de danza privadasivASOCIACIN CONTRA LA BULIMIA Y LA ANOREXIA NERVIOSAS, 2000, An no se han realizado lasmedidas aprobadas por el Senado en 1999 Disponible en:http://aban.es/codigo.htm#sen

    v ASOCIACIN CONTRA LA BULIMIA Y LA ANOREXIA NERVIOSAS, Nota de Prensa sobre el EstudioAntropomtrico. Disponible en:http://aban.es/nota.html

    http://aban.es/codigo.htm#senhttp://aban.es/codigo.htm#senhttp://aban.es/codigo.htm#senhttp://aban.es/nota.htmlhttp://aban.es/nota.htmlhttp://aban.es/nota.htmlhttp://aban.es/nota.htmlhttp://aban.es/nota.htmlhttp://aban.es/nota.htmlhttp://aban.es/nota.htmlhttp://aban.es/nota.htmlhttp://aban.es/codigo.htm#sen