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    Leibniziana de una constitucin autonrnica par:aEspaa en OrtegaMNuEr FEnNNsz LonNzo

    Ortega escribi La idea de principo en Lebniz,pero como es sabido porque han ledo la obra, Leibniz es e1 gran ausente. Sin embargo el lebni-ismo en tanto que la primera formulacin de un racionaLismo pluralista,ntado al racionalismo monista de Espinosa o al dualista de Descartes,que tiene una continuacin en algunas ideas polticas de Ortega, eniai en las que tienen que ver con su concepcin liberal y autonomisrain con la forma de afrontar la reforma poltica de las constitucionesvigentes en Espaa. Lelbrrz puede ser tomado como modelo deposicin filosfica cuidadosa de evitar los excesos de los extremos yentre scila y caribds. Por ello creemos que bajo el patronazgo deniz, el mximo exponente del racionalismo moderno y el que anunciaracin en las formas pre-vitalistas de 1o inconsciente, puede situarse

    preconizada por Ortega, el racio-vitalismo, siempre que se sepaadecuadamenteHn los ltimos aos, sobre todo tras la transicin democrtica, Ortega yha sido homenajeado en varias ocasiones por unos y por otros enmedida.Y casi siempre reparece una divisin de opiniones en rornoo no fue un filsofo equiparable a sus contemporneos, los Husserl,r y dems. Lo que parece cada vez rrls indiscutible es su preemi-en la incipiente renovacin filosfica hispnica de orientacin ger-, que se haba iniciado a mediados del siglo XIX con el viaje de Sanz

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    256del Ro a Alemania. pues ortega no sro se empap del idearismo kantianodurante su estancia en Marburgo, el feudo del neokantismo, sino que se pasa la fenomenologa de Husserr e incluso trat de superarra de una r*, ir.- ,rente a 1a heideggeriana.tataremos de mosrrar, en lo que sigue, que la funcin filosfica deortega con r-especto al mundo hispnico puede ser anroga, que no idnti-ca, a la de un Locke con respecto a Inglaterra, o a la de un Montesquieu ounvoltaire con respecto a Francia y la constitucin de 1os E.E.u.u.Tambinse le puede comparar con el efecto de un Fichte en ras reforrnas prusianas.Bajo diversos nombres como el racio-vitarism o, raz6n ejecutiva, razon hist-rico*narrativa, denomin el camino de la super-acin de ra filosofia entoncesvigente en ccnrro-europ. pero ciertmente progres poco en erJa. e, granparte porqlre las circunstancias, entendiendo por ellas el comienzo de laatmsfera que denominamos "Guerr a fra,',se lo impiclieron.(Jn periodo ste, en el que se cumplira ampliamente el diagnsticoorteguiano de ia "rebelin de ras masas" rearizado en el anterior per.-iodo deentreguerras- Drcha rebelin adquiri dos formas opuestas, ra sovitica y ranortearnericana, de las cuares, ai fi'al de los ochenta, se acab irnponiendo Iasegunda. Aunque esto Ortega no lleg a verlo, s lleg , p.orrorti.".1o, puesa diferencia de Heidegger que apost en su monento claramente por elnazismo, en tanto que vea en l una p.sibilidad de superacin de la rebelinde las masas, posibilidad que bien pronro comprendi que era equivocada, oa difere'cia de Sartre que apost por ros soviticos, ortega ,.rh^"6 ambasposibilidades y se mantuvo ciertmente en 1a deGnsa cre ras democracias iibe-rales (y su regreso a la Espaa de Franco estaba enfocado en 1a esperanza deque la dictadura franquista fuese un periodo parntesis, como 1o fue la dic-tadura de cromw-ell en la propia Inglaterra, que acabara abriendo paso a rademocracia liberal, por mucho que algunos pretendan identificarlo poltica-mente con Franco o la Falange" Como veremos, ias propuert", ,rrto.ro*istrsde ortega eran incomparibres con el centrarisrno napolenico der franquis*

    mo)' Pero el parntesis dictatorral se hizo largo y orrega rro pudo contem-plar Ia certeza de su diagnstico, tanto en el caso d.er finar der franquismo conla transicin a la democracia libera-l como con er hund.iruento de1 sisremasovitico. como se deca del cid, ha ganado batanas despus de muerro. poruna parre Espaa se ha dotado de una constitucin democrtica liberal derr'evo tipo y por otra parte, con rnuchos problemas ciertamente, rra ingresa-Jo en ls jnstiluciones europers vigcntes.

    rDEA LETBNIZIANA D IJNA coNstltuctN Rulloxntrc p1.EspAA FN oRrcA 'jv"\ ^ r 257El ingreso en ra comunidad europea ha sido muy discutido por diver-sas razones ya sean procedimentales (no se co'surr en rererndum ar pr_re_bl.' no se debari suficienremente ra cuestin) o de fondo (Espaa no eseuropea o no le conviene serro en relacin con otras opcio'es). pero muchasde estas crticas se mueven en ra ambigedad de si el proyecto europeo esalternativo a la economa americana ,,r como pretenden Alemania, Franciay Benelux (euro frente a c1lar) o si es complementario en e1 rnarco de u'arnisma civilizacin de1 Atrntico Norte hegemonizacia por Jos 'orteamerica_os' colno postula Ingraterra. En Espaa, ciespus de su i'corporacin, 'aosicin de aLineamienro con Alemania ha sido ejercida por el feripismo y raalternativa inglesa por el aznarismo. La posicin de ortega quizs iue.1a aso-ciarse ms con la posicin curturar de Aremania debido . q,r., po. razorlesgeneracionales, ortega todava vea a Norteamrica .o-o ,r' p.r.blo o.r"r,y a l'r democrci mericna como un cremocrrcia de mlss sin u'l rstocracia intelectual que limitase 10s excesos populistas. Aunque ortega, como(Jnamuno, fue siempre aliadfiro. En tar s.ntio hoy sera ,r...r".iol la vistade acontecirnientos como ra cacra del Muro de Berrn, como ros atentadosdel 11 de Sepriembre en Nuevayork, abrir camlno a una tercera posibiiiclacren la que la posicin cre Espaa en la civilizacin europea americana fueseautnoma, dentro de una dependencia de fondo.Dicha autono'ra sro ia pued.e posibiiitar ra recuperacin de ia dirrren-sin hispanoamericana, ro cuai se est haciendo reai, y no retricame'tecomo ocurra en el franquismo, precisamente despus de su ingreso enEuropa' con las fuertes inversiones de bancos y empresas cle comunicaciones,eictricas' etc', con ras que se ha convcrtido en ei primer inversor enIberoamrica, superando incluso a 1os EEUU. Es preciso recor-dar que el ori-gen de dichos bancos y empresas tuvo que vetr con la acumulacin prin'ti-va de capitales de los indianos, entre ros cuares ra presencia asturiana fue r'uyimportante, lo cuai nos honra. Si la conquista m'itar de Amrica fue obrasobre todo de rresetarios, ra industriarzactin de Iberoamrica tiene su ori_gen en ia gente del Norte, Ia misma clue inici tambin la Reconquista rdli_tar de la Pennsula Ibrica. Dicha circunstancia, de reconquista eco,rmico*industrial, nueva con respecto a la poca cle Ortega, permite, en la ntedidaque contine en dicha direccin, vorecicra hoy au' ms por el peso cacravez mayor de ios factores de identidad curtural en ras relaciones internacio_nales, concebir una posicin cle autonoma e influencrr crecie'te para ra cur_

    MANUEL FERNNDEZ LoRTNzo

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    258 MANUEL FERNNDEZ LORTNZOtura hispanoamericana en la civilizacin europeo-americana y como conse- . 'icuencia de 1a posicin hegemnica mundial de esta .:vl7izaci6n, en el restodel mundo. Queda con e1lo pendiente la elaboracin terica y la consi: ',guiente aplicacin de un principio de autonoma de Espaa en sus relacio-nes internacionales. . .:Trataremos a continuacin de la configuracin poltica interna de , :Espaa, en 1a que a nuestro juicio Ortega habra tenido una influencia; no "por lejana en e1 tlempo, menos deternrinante.Y es justamente en 1a actual 'forma poltica vigente en la que encontramos una influencia decisiva por laque, como veremos a continuacin, Ortega aparece como el verdadero padrefilosfico de 1o que da originalidad a 1a actual Constitucin poltica espao-la. Pues por lo qr-re respecta a la Constitucin de 1978, lo que 1a caracterizay distingue del resto de las constituciones liberales,ya sean de tradicin napo-.lenica o fderalista, es su carcter autonomistal. Ortega reivindic explci-tamente el autonomismo frente al centralismo en Llna serie de artculos ,publicados durante 1a dictadura de Primo de Rivera y recogidos en forma de , ,libro cuando se instaur la Reprblica, con el ttulo de La redencin de las pro- .rlclas. Asimismo defendi el autonornismo frente a otras posiciones federa* 'listas, propugnadas sobre todo por 1os partidos de izquierda durante la elabo-racirrde1aconstitucinrepublicanayconocasindeladiscusindel.Estatuto de Catalua. Por tanto la posicin autonmica surge en Ortega 'como evitacin de dos extremos en aquel momento encarnados en el cen- i'tralisrno por 1a derecha y en ei federalismo por la izquierda.

    i La senejanza de las propuestas pol- Gonz\ez Garcia (Comp.), Siglo XXl, '. ,ticas de C)rtega con la actual Constitucin, Madrid, diciembre de 1992,p.427 "Por mipara n "ro,,..Lr-o, ha sido muy poco seala- parte ya 1o haba sealado en una colabora-da, por lo que yo alcanzo a conocer. Como cin periodstica publicada bajo e1 ttuloexcepcin que confrrma la regla puedo "Ortega y 1a claridad asturiana" n ei ' .,citar las palabras de un especialista: " . . - exis- Suplemento cultural que La uoz de Asturias 'ten en .su produccin escrita de carcter (n" 104) edit, con fecha del 4 deAbril defilosfico-poltico pginas o proyectos clrya 1,992, aI cumphrse 1os 60 aos de1 midn cie . isomba se extiende hasta nuestros das tra- Ortega en el Teatro Campoamot devs de nuestra propia Constitucin. Oviedo. Diez aos despus constato que la :Posiblernente sin saberlo la mayor parte de Inayor parte de nuestros polticos y pensa-1os poJiticos e incluso de nuestros pensado- dores siguen ignorando dicha relacin,. lres. Lase, si no, La redencn de las-prouncias manifiesta para quien conoce y ha leido lOs ly compresela con ei diseo de nuestro textos peltinentes. Por el1o mi exposicinEstado de las Autononas", Javier San ir sobrecargada de textos de Ortega con la .Martn, "La 1nomenologa y 1a crisis de la intencin de acercarlos a los que ya no leencultura", en Frlosofla y cultura, Moiss las obras de Ortega. ,l, u\-, hr t'd"- A. t^c--''\ etlr;rt' ul r,.*u*.^tv,*e.-.i , fuu , \tu,t--l ntlr

    rDEA LETBNTzTANA DE UNA coNsrrtucrN utoNl,uc pRESPAA EN oRTTGACsNrnRUsA4o l AUToNOMTsMo

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    La "redencin de las provincias" debe ser vista como crtica de -rrr exce-so y un error, el que para Ortega represent 1a refor'ra poltica de laRestauracin decimonnica. Es un exceso en tanto ciue dicho rgimen seapoy en e1 centraiismo napolenico, y un error arbitrista en tanto que tomel modelo anglo*francs de constitucin do''nante entonces si' pregun-tarse previamente si dicho traje encajaba en el carpetovernico cuerpo his-pano:

    "La refor'ra de la vida espaola no se puede lograr si no es partiendo delos vicios y deGctos nacionales, contando con ellos, aprovechn

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    260 MANUEL FERNNDZ LORENZOtra vida provincial.A mi juicio, en 1 se hinca 1a raiz de toda posible mejora,por lo mismo que en i se esconde Iaraiz de las pasadas desventLrras"4.Y el error po1tico de 1a Restauracin, segn Ortega, fue ei madrileis-

    tno:''... a1 construir el Estado de los ltimos tiernpos, no se ha entretenido enrnirar antes cmo era 1a vida provincial, a fin de dale alojamiento saludable en

    ese Estado que se iba a hacer. En vez de esto, ha elucubrado clesde la capital,desde Madrid, un Estado ((nacional)) homogneo, especie de rea geom.trica donde todos los puntos son icinticos, intercambiables, iguales todos alpunto central desde el cual se urda la Constitucin. A fuerza de pensar abs-tractanente en 1a nacin, se crey que esta era un Madrid centrifugado, enor-me, que llegaba hasta 1os mares y se apoyaba en e1 Pirineo. La poltica nacionalque haba en las cabezas era una poltica madrilea. La idea nacional quedaba,por prestidigitacin inconsciente, suplantada por una idea particuiarista. Eramdrile i:mo"s.Pero e1 nadrileismo era, a sL1 vez, una forma de particularismo:

    "La poltica nacional se haca desde Madrid. Pero como no se iba a bus-car la nacin clonde en efecto est -recorriendo cada uno de 1os trozos de lapennsula , 1a idea abstracta ((nacin)) se llenaba irremediablemente con1o que ei politico tena delante de sus ojos; esto es: con Madrid. De modoque, aun sin malicia, la buena intencin de hacer una poltica nacional se con-verta de hecho en la poltica de una parte solo; en la poltica de Madrid.Depuro querer ser nacionales, los hombres pblicos eran madrileos, perticuia-ristas. Confundan la nacin con su centro. (...) Pero se ne dir: la vida pro-vincial es 1a ms baja de nive1. Pngase aqu la lista de todos 1os vicios, defec-tos y rnenguas que aquejan nuestre vida provincial. Cuando se haya conclui-do la lista responder: precisamente porque es la ms baja resulta imprescin-dible elevarla. E1la es Espaa misma. Lo clems es solo cornplemento o excep-cin. No cabe, pues, margen para optar. Es preciso rectificar de una vez elabsurdo radical cle nllestra poltica durante e1 siglo XIX: porque la provinciaera n.ra1a, inepta, se recurra a Madrid, se esperaba todo de Madrid, no advir-tiendo qr.re 1a provincia era mala porque a su vez Madrid no haba sabido

    IDEA LEIBNIZIANA DE UNA CONSTITUCIN AUTONMICA PARAESPAA EN ORTEGA 26rcumplir su misin de capitalidad, que es mejorar ras provincias, nutrirlas devitalidad, incitarlas ! refinarlas"6.El madrileismo era para Ortega sinnimo de r.ydeba ser combatido descle una no tanto por sus ar;.sos(caciquismo, pucherazos electorales, etc.) cuanto por sus ,t-soJ:

    "No tiene sentido atacar al viejo rgime'r porque se abusaba de l e'1oqlle era su raz:la eleccin de 1os parlarnentarios. posible es siernpre el abuso delprincipio y rgirnen ms ''aravilloso. Lo que hay que hacer es estictamente ltinverso: explicar y justficar el abuso, probando que ea resultado inevitable cleluso misrlo, del principio, del rgimen. No era mala 1a Constitucin poiL].reaigunos abusaban de ella -esta es 1a tontera-, sino que se abusaba de ella enforma tan grave porque ea na1a"8.La lucha contra los abusos es propia de los motines en los que no seponen en cuestin los usos e instituciones polticas vigentes sino solo su r-nalfuncionarniento. LJna Revoiuci' o una Gran Reforma se caracterizabaesencialmente, para Ortega, por cambiar los usos, pues histricamente pocle_mos observar que ni siquiera las grandes revoluciones modernas estn libresde abusos, de pocas incluso terrorficas. pero 1o que s consiguiero' cambirrfueron los usos o costurnbres polticas hasta entonces dominantes. por elloortega, en su diseccin del rnadrileismo poltico, se centrar no tanto ensus abusos patentes y manifiestos, cuanto e'la inadecuacin de sus usos pol-ticos al pas que pretenda transformar:

    "'.. tenemos que seguir un mtodo contrario ar que ha solido e'rplearseen la literatllra poltica. No vamos a presentar 1os crmenes e rmpurezas que secolnetan en la eleccin de parlamentarios, sino al revs.Varnos a situarnos enla mente que cre aquella constitucin,y vamos a rmaginar que ra ereccin severifica sin impurezas, cumplindose en ella los supuestos que Los legisladoyes tenay.en sus cabezas cuando la ;forjaron. De esta naner ncls fo'raremos u'a 'ocincabal de lo que era aquella Constitucin como ided, como rnodo de pensarpoltico. La veremos en sus usos puros, perctos. Luego tornaremos la rniaclaa 1a realidad de la vida espaola, a sus usos reares, pero tambin plrros, a su mocroefectivo de ser. De ta1 suerte, podre'ros comparar dos usos: el ideado e' ra6 ll:dent, pp. 199-200.7 lbiden, p.202.

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    a lbdem, p. 1.99 s lbdem,p.201 E lbdem, p.204

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    262 MANUEL FERNANDEZ LoRENzoconstitucin ) el realsimo de la existencia nacionar. Si entre ambos hay unaincongruencia radical, quedar invalidado en su esenci: misma aquel pensa-miento poltico, aquel rgimen, y se comprender que, por fuerza y no porpecado de nadie, solo poda funcionar abusivamente, en perenne anormadad.Pero algo ms posrtivo obrenclremos de este confrontamiento: a1 superponer elperfil puro de aquella constitucin al cuer:po eGctivo de la ealidad nacionalcaeremos en la cuenta de qu porciones y 1neas no coinciden; es decir, vere-mos con plena evidencia qu nuevo esqlle,-a de instituciones es preciso idearpara que estas -por tanto, el Estado espaol-coincidan, en la medida prcticaexigible, con la nacin espaola"e.

    CoNrusrciN ENTRE Lo NACToNAL y Lo LocALPor 1o que respecra a la Idea pL1ra, aunque no por ello utpica, de la viejaconstituci', su caracrerstica principal era que los diputados deban enten-der lo misnro de cuestiones nacionales que de cuestio'es locales. No tantoe' el sentido dc cnrcnder o ser competcnre cientfica o tcnicamerte. comorrantiene 1a tecnocracia, cuanto de la capacidad de (

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    264 MANUEL FEI{NANDEZ LoRENzoFrancia se h:Lban probado. Como el contenido de ellas -monarqua, repblica,libertad, prestigio de la autoridad, capital y trabajo, iibrecambio y proteccionis*mo- era una serie de fichas mentales sobremanera abstractas, tenan un catctetubicuo y genrico que permita formar bajo e1las grandes partidos"11.En ta1 Constitucin centraiista e idealista, 1o nacional imperaba puessobre 1o local, que se dejaba a Ia buena de Dios, y slo un puebio como elingls, por su tendencia vital hacia el pragmatismo y el empirislno, estaba encondiciones cle contrarrestar dicha tendencia hacia 1o abstracto nsita en la taltipo de Constitucin poltica. No as el pueblo francs, aadimos nosotros,someticlo desde la Gran Revolucin a un continuo vaivn de restauracionesy revoluciones. Pero aun as, contina Ortega:

    "... resuelto a interpretar con la tarifa ms favorable 1a obra de nuestrosabuelos, no voy a apllntar por solo esto un tanto en contra al viejo Cdigofundamental.Voy a conceder ms. Si esa intencin de organizar polticamen-te e1 pas en torno a unas cuantas puras

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    266 MANUEL FRNNDEZ LORENZOdineros- 13." lbdas estas clases de vecrndario, salvo, en cierto sentido, los inte-lectuales iu juglares, no so'productoras, sino gastadoras. La capital es concen-traci' de compradores; por eso acuden a e1la en legin los comercientes.Estos viven atentos a su clientela, que, como se ve, est compuesta principal-mente de genres de Esrado o congneres. 14." Un estado inferior de peque_os servrdores, arte,sanos, obreros, etc.; en suma: la ,1a plebe tpi-ca y eterna de toda gran capital"14Este era el cuerpo electoral de Madrid, el cual se ajustaba pefectamen-te' en razn de la estructura social cir-rdadana, al tipo previsto deconstitucin. Pero Madrid solo elega 8 diputados en un parlamento de 400.Y el problema estaba entonces en que los restantes distritos electorales en suamplia rnayora no contaban con estructuras sociales homogneas a las deMadrid. De ah e1 de la Restauracin:

    "Llamo, en sentido estricro, o , a ra dea e intencn de organizar el Estado espao1 suponiendocFre el tipo medio de 1os cuerpos electorales en tocla la pennsula es idntico,en 1o ese'cial. a1 cuerpo electoral de Madrid. por tanto, a la poltica que presu-lne una Espaa co'sistente -para los efectos polticos- en un Madrid dilatadohasta los lrnites de la nacin. En este pensamiento poltico, yMadrid son trminos ecluivalentes e incliferenciados. Se toma ara racjin comoun Madrid, se toma a Madrid ono lo normal de la nacin"ls.

    CHoquT DEL PAS REAL CoN LA CoNSTITUCINLas estructuras sociales de Madrid se caracterizaban por el predominiode las

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    268 MANUELFERNANDEZLoRTNZosobe las cuestiones pbiicas, perc no las sente ni sabe orientase en e1las consoltura. Su alma, ms fina que 1a del jornalero, obedece e;r sustancia a los mis-mos PrinciPios"lll.Desde este punto de vista mal podra funcionar una constitucin ade-cuada para las clases abstractas en un mar de localismo rural. por otra parte,tanpoco se dio la posibilidad de que la inmensa gleba rural acabase impreg-nada por 1a irradiacin de una capital creadora y prestigiosa como ocurrien Francia e' la que 1as modas culturales parisienses acabaron por compen-sar e invertir las naturales tendencias localistas del paysan..

    "Pero es evidenre que tampoco es este el hecho de Espaa. Madrid no haposeclo.jams una cultura creadora. A fuer de capital de Estado, se ha ido, claroest, cuitivando; es decir, ha aprendido del extranjero un mnimum de cosasmalamente asirniladas. Esta cultura adquirida -y no creada en abundancia deho'tanar-, esta cisterna de cult'ra, le viene muy justa a Madrid para sus nece-sidades de urbe, para sostener 1a estricta digniciad de una capital. pensar en quehaya podido nunca irradiar su espritu es bobera.A seis kilmetros de Madid,la influencia cultural de Madrid termina, y empieza ya, sin transicin ni zonapelcida, el

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    270 MANUEL FERNANDEZ LORENZOcomo no hay eleccin, debido a dicha abstencin de los rnayoritariosdistritos rurales, el poder ejecutivo no tiene ms remedio que fingir la elec-cin y nombrar los diputados de esos distritos. Con ello co'rienza un segun-do rnomento que consiste en la creacin de organizaciones electorales caci-quiles para capturar el Poder central:

    "La situacin a que hemos llegado es esta: el Gobierno ha tenido quehacer diputado a un seor, e1 cual no ha sido eregido por er distrito. Este seencuentra con que un seor cado de 1as nubes representa sus pueblos enMadrid, y que el ministro le consulta, a fuer de tar representacin, cuando hayque nombrar alcaldes,jueces, alguaciles, peatones, etc. Estos nombranentos soncosa ya ms grave y concreta que ia >"23.En este segundo monento los nicos erectores efectivos son dichasorga'izaciones -puestas al servicio de peclueos intereses locales, aicleanos,chabacanos. de ah le necesaria mediocridad de los candidatos*, integraclaspor el aicalde, er juez,la Guardia civil, los empreados de ros concejos, erc.,las cuales ganaban unas elecciones que fabricaban de ra nada puesto que enreaiidad no haba ral eleccin. Por ello ortega, a cliferencia deJoaqun costa,'o pensaba que el caciquismo fuese un abuso de la Constitucin, sino queera la nica for'ra de que se cumpliese la constitucin centraiista en un pasmavoritariamente localista y rural:

    23 lbdan,pp.218-19.

    IDEA LETBNTzTANA DE UNA coNsTrrucrN auroNltc,r pq,tESPAA EN ORIEGA 27I"Esta realidad de la vida pbLica espaola se ha llamaclo .El nombe no era falso;pero si el sentido con que se emita. Seentenda que el caciquisrro ea rin abuso de 1a constitucin, cuando era 1anica manera de realizar en alguna nanera ra constitucin. Si intentanros hacerun Estado que emane ltimamente de una eleccin, y resurta que 1os erectoresno existen, no cabe ota salida que forjar ficticiamente esos electores, paga'crocon favores del Estado la faena de esa forja. Gracias a los caciques ha vivido

    aquel Estado' co'1a nica vida que poda rograr: una vida desvirtuada, consus-tancialmente falsificada. La prueba de eilo es que, segn veemos, en cllantoempez a faltar el apoyo de los caciques falt sostn a 1a Corrstitucin, y esta sederrumb"24.Por ello ortega se niega a reconocer que existiese un parlamento espa-ol equivalente al Parlamento ingls o a1 francs que se prerenda irnitar, puesen h Resturacin,

    "en vez de sostener e1 parlamento ai poder ejecutivo, nutrirlo de prestigroy drnamismo pblico, era el poder ejecutivo quien sostena a aquei, quien locreaba y 1o alimentaba"2s.El tercer momento del proceso 1o caracteriza ortega como el de ra n-iul-tiplicacin de los distritos >. Ello significa que aparecierondos tipos de distritos electorales, los distritos organizados en los que habaeleccio'es aunque falsificadas por el caciquismo, y el resto de ios distrrtosrurales que permanecan sin organizar y en ros cuales er Gobierno, ante raabstenci', nombraba directamente a su cliputado en el clistrito, diputadoque se llam ((cunero)):

    "La difeencia, pues, entre los distritos cuneros y los era que en aquellos ia eleccin no costaba'ada al poder pb1ico, y en estosse gastaba mucho; en estos se gastaba.En 1os (

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    )a) MANUEL FERNNDEZ LOR-ENZOsu prestigio, de su Justicia, de su Gracia, de su Hacienda. Po ei contrario, losdistritos cuneros permitan crear diputados imaginarios, pero gratuitos, sinpeldida de1 honor pblico. Eran la holgura, el respiro de1 Poder ejecutivo, queperrnita formar fantasmas de mayoras sin dao inrnediato grave para elh:trdo rc;uel"'u.La multiplicacin de los distritos organizados es 10 que caractez aL ter:-cer momento del proceso poltico de la Restauracin, en el cual se per6la

    corlro conclusin necesaria la ruina de la propia Constitucin y la aniquila-cin del Estdo:"cuantos ms distritos ((organizaclos>>, menos distritos cuneros; portanto, forzosidad de repartir y dispersar ms ei Poder pblico nacional o cen-tral en benefic'io del peor localismo. Cada nueva eleccin costaba ms a losGobiernos, clue se vean precisados a reducir sus mayoras y pactar ms con

    1as minoras. Por su parte, sintindose cada vez ms necesarias en e1 rgimen,:1as ((organizaciones)) locales se rnostraban, buscaban representantes dems baja condicin y arrancaban pedazos mayores a1 Poder pblico. Este con-secuentemente, entpezaba a agotar su capaciclad de autoridad, de prestigio yde prebendas. Disminua de tamao, de rango y dignidad a ojos vistas. LosGobiernos, agentes de 1, eran por fuerza, cd.a vez menos estables , etc. La listano se puede acabar, porque de ese simple cambio cuantitatiuo tiene que uenir, dados lostrntinos del problema, la anquilacin de un Estado y la ruina de unaConstittrin":-.

    La zuE.tccrN coNTRA MADRTDPor ello, cuando este crecimie rrto llcanza un nmelo en ei que seinvierte la proporcin pasando los distritos cuneros o gubernamentales aestar en rninora frente a los distritos > que le lleva a retirar la premisa de partida, la Constitucin madrile-

    ista, para tratar de buscar otro tipo de Constitucin que tenga en cllenta larealidad mayoritariamente localista del pas. Dicha brsqueda debe apoyarseen esa misma reaccin contra Madrid que se gener al intentar imponer unaConstitucin tan inadecuada:

    "Durante veinte, treinta aos,las ((organizaciones)) han opelado sobresus pueblos, han favorecido e unos vecinos, han perseguido a otros. Cuantomayor Poder arrancaban de Madricl, ms vorecan y ms perseguan. Estotena que provocar lentamente la irritacin de 1os vecinos. La masa campesina,antes indiGrente a toda vida prblica, comenzaba poco r poco a apasionarse porrazones loules. Se iniciaba un trasunto de vida pblica 1ocal, a fue de ta1 in:rpro-vechable por s misma para 1a poltica

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    27+ MANUEL FERNANDEZ LOIIINZOraba, no s por qu, al rngico despertar de 1a (>. La masa neu-tra es, en clefinitiva, el rural. Peclirle ciudadana, sin ms ni ms, era recaer en laabstraccin fatal de la antigua poltica. Irorque no hay una sola ciudadana. Eicitrdadano, e1 cluis, lo es en funcin de una cutas, de un Estado. Hay, pues, tan-tas ciudadanas diGrentes como sean los tipos de Estado. No tiene sentido pedira las gentes q'e se interesen por un Estado que no les ilteresa -este fue el granerror de 1876-; por e1 contrario, es menester inventa un Estado que interese alas gentes, y soio entonces se conseguir hacer de ellas ciudadanos"3o.Inventar esa nlieva organizacin del Estado es 1o que se propone Ortegatratando de evitar drs extremos: e1 nacionalismo abstracto y el localismo pro-vinciano. Pero la va no ser la idealista del maurismo que pretenda apoyar-se en Lrna >. Pero previamente debe resorverse el probiema crer tipo cleorganizacin interna ms adecuada para aprovechar la ,nic:t fserza polticaexistente en Espaa, la puramente rocarista. ortega sostie'e incluso cluenunca se ia haba intentado organizar polticamente, sino solo administratr-vamente, 1o cual es'ecesario

    pero no suficiente.y matiza lo que entiendepor organizacin poltica del localismo:"Po estructura poltica entiendo ro siguiente: ah est er b'e'hombremedio espaol, en sr-r villa o vilorio, sumido en sus habituales preocupacionesde radio rninsculo. cese u'a anatona pbrica tai que agarre a ese honrbre

    t

    3\) Ibdert, pp. 213-11 3r Ibden,p.240 32 lbdem,p.241 33 lbdem, p.242

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    276 MANUEL FERNNDEZ LORTNZOpor esas sus efectivas preocupaciones, y luego, en virtud de su propio mecanis-mo, le obligue a compiicarse con otros hombres en afanes un poco msamplios, a iuchar y apasionarse, a alistarse en grupos militantes, a acometeternpresas, a exigil y a ser responsable. Crno tiene que ser esa anatoma pol-tica, esa institucin de vida pblica que rena 1a doble condicin de ser afin conel buen hombe rural y ser ms amplia que 1 y que e1 tomo de su vi1la, demodo que los lance ms a1l de s nrismo, que dilate y enriquezca su vida inte-rior?" ra.

    POn uN NUEVA SEPARACIN DE PODERTS: Lo NACIoNALY Lo LOCALOrtega compara su propuesra de separacin de 1o nacional y de lo localcon la famosa separacin de los poderes ejecutivo y legislativo formulada porLocke en el siglo XVII.Y considera que la regeneracin poltica de Espaaadems de dicha famosa separacin -qr:e paradjicamenre produjo una uni-dad nacional en Inglaterra mucho ms fuerte que cuando no haba tal sepa-racin-, necesita la separacin entre la vida nacional y la local:

    "El porvenir de Espaa depende de otra separacin, incomparablementems irnportante que la de aquellos Poderes.Toda esta serie de artculos, con suinsistencia, su lentitud de paso y su pesadumbre de carga, no se propona msque preparar el nimo del lecto pera que reconozca esta cosa fundamental: lanecesidad de separar polticamente 1a vida local de la vida naciona1"3s.Por esta formulacin, que se ha llevado aIa prctica en la Constitucinde 7978 que rige la famosa transicin a 1a democracia en Espaa, Ortegamerece ser considerado como el Locke de la postmodernidad, en ia que lasreivindicaciones localistas narcan la dilbrencia poltica.Y si consideramosms de cerca el asunto, concediendo que son las constitr-rciones federales,conr.o 1a alemana actual, las que iniciaron esa separacin de la vida nacio-nal de la local, Ortega por su admiracin por la cultura alernana a 1a queimita creativamente, sera un anlogo de Montesquier_r, pues de la mismalbrrna que el francs imit y mejor la separacin lockiana c1e Poderes,Ortega imit y mejor, para el caso de Espaa, la separacin de lo local yde 1o nacional entendida de forma autonmica y no federal. Las Ideas deMontesquieu al triunfar en Francia, tras la Revolucin, transformaron el

    rDEA LEIBNTzIANA D! UNA CoNSTITUcTNuroqurc p,tRatsPAA E\ oRTFcA 277continente europeo en su parte occidental, cosa que no haba consegr-ridola Revolucin inglesa por su reducido radio insr-rlar. Ai inspirar laconstitucin de uSA, pusieron las bases de la rransfor'racin de laAmrica anglosajona. El federalismo alernn, sin embargo, no ha rebasacloel espacio centroeuropeo, a pesar de que trate de irnponer su sello a lafor'ra final que adquiera el proceso de integracin europea, con grandeslimitaciones por las reticencias inglesas y de otros pases, siendo su 1trmoepisodio la ruptura deYugoslavia. Pero e1 autononlismo esp:roi, si consi-gue regir como modelo para los pases de Hispanoamrica, los cuales ado,lecen tambin de1 defecto localista, puede tener r-rn rnegable y beneficio-so eGcto mundial al incorporar a dichos Estados a ra nmina de Estadosindustriales del mbito occidenral.Para crear dicha 'ueva anatoma poltica hay que encontrar, segr'ortega, 1a c1ula, la unidad ninima polticarnente viva, la mnada en trmr-nos leibrrizianos, a partir de la cual se constrllye el organismo nacional,rn.rLa-da de o'nadas o . ortega anaTiza tres tipos de uni-dad: el municipio, la provincia y la gra' comarca o regin. ortega rechazaque el Ayuntamiento pueda ser dicha mnada, pues su tamao es sumamen-te reducido 1o que le lleva a no poder generar corrientes d.e dinarnisnroestrictamente poltico y a caer continuarnente en una sitr-racin polticarnen-te esttica por predominar e' 1 las pugnas personalistas que propiamenre sonprepolticas como 1o son 1as pugnas fanliares. pero lo interesante de1 razo-namiento orteguiano est en el recurso a 1a metfora biolgica:

    "Existe una 1ey biolgica, sumamente sencilla, perogrullesca, y que, si'ernbargo, es poco conocida: la ley de 1a cantidad de materia. Si escinciirlos uraclula en dos rnitades iguales, cada una de estas sigue vivienclo, se clesarrolla yconstituye un organisno completo, bien que de menor tanao. Esto indica qr-reen la nritad de 1a materia prmitiva esidan todos los elementos necesarios paraproducir las corrientes protoplasmticas en que 1a vida orgnica consiste. perosi en vez de tomar la ntad de la materia celurar nos queda'ros solo con ia ter-cea parteJ resulta q::e el plasma no se desarrolla, que es incapaz de 1a vida. Dcaqu la ley simplicsirna siguiente: para que haya vida hacen falta rnuchas cosas;pero, ante todo, una mlly taxativa: cieta cantidad nnima de rnateria. Si tonisdemasiado poca, por solo este erro cuantitativo facasaris er] vuestro ensayo deobtener un ser viviente. Srvanos esta 1ey biolgica de imagen, de smbolo ins-pirador. El Municipio no puede nLlnca ser clula poltica, poique su tamao es

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    3a lbden,pp.245-6 1s lbdem, p.247 .

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    278 MANUEL FEI{NNDEZ LORENZOdernasiado reducido y no pueden e. l dispararse corrientes cle vicla politicanormal, persistente I Grvoro5"36.Se necesita una unidad c1e ms amplio radio que er Municipio especial-rnente si nos fijamos en las actividades ms bsicas a desarrollar, las econ-

    n ics:"l)ejernos sin aterder ahora cuanto puetla ofrecer vaguedades -los suntosde la vida pblica espiritual- y fijmonos soro en ro ''s deternnable: la vidaeco'mica.Alg.rna vez he pLlesto ya este ejemplo: sea e1 pueblecito andaluz X.Este ptreblecico vive'raterialmenre de 1a oliva btica, del oleandro fecundo.Todo el trmino nrunicpal est cubieto de olivitos de bronce, y las preocupa-cio'es bsicas de los vecinos gira' en torno a la produccin y comercio delaceite. Esto les planrea diariamente problemas mrltiples: .rejora de la produc-crn, crdlto agrcola,jornales, regulaci' de precios, permiso de exportacin,conflicto del aceite de oiiva cou otras clases de procluccin, etc. eu puedensiquiera ilrtentar el Mu'icipio y la vida mturicipal ante estos proble'ras hiper-concretos de la vida econmica de sus vecinos? Nada, nada que valga 1a pena.Por una razn muy sencilla. Los .livitos, hacindo1e una higa a 1as arbitrariasdivisiones ad'rinistrativas, no se detienen en e1 trmino municipal, sino que

    brincan alegremente sobre 1, y, sin solr-rci' de contrnuiclad, anegan otro tr-nno mumcipal, y otr-o, y otl-o, y Llna enorme zona de tierra espao1a -casi ente-ra' laAndaluca-. Esa mancira gigante de olivares uiue con vida propia; quierodecir que for-r-na un:r unidad econmica, se regula a s misma, impone 1as con-diciones generales de exploraci', precio,jornales; plantea los grandes proble_mas tcnicos, as industriales corno de poltica general econmica (exportacin,lucha con otros productos, erc.). La vida del veci'o de1 p'ebrecito X dependede 1o que pasa en toda esa gran conlarca olivarera, no de su Municipio, que sequeda paraltic., sin posible intervencin en 1as cuestiones que 1a gran solidari- .dad del olivo andaluz suscita a cacla propietalio o pen. Es decir: que ni siquie-ra la vida econ'rica r's e1e'rerta1 del vecno ter.nina donde termina ei ter-ttrrrro rrruniciprl"J .Desde ta1 punto de vista los inientos de reconstruir la naci' desde lautonoma municipal, desde Maura o el liberal Moret hasta la actualudalbitza del Pacto de Estelia en Euskadi, estn condenados al fracaso, puesparten de una u'idacl que consiste slo en materia inerte polticamente .

    IDEA LEIBNTzIANA DE UNA coNs.urucrN uroNrc;,c pAzu\ESPAA EN ORTEGA 279habiando, de pur. protoplasma sin un pice cle sustancia n*clear portica. Deah la necesidad para ortega de buscar una unidad mayor que la peque'acomarca municipal.Y dicha unidad la identifica con una Gran co'rarca! LlnaRegin entera y autnonra, como A'daluca, dibuada no soro por razoneshistricas o lingsticas, sino sobre todo por razones de economa y de orga-nizactn de la vida ms bsica, la vida productiva. En tai se'tido ia divisinterritorial a que conduce el otro posibre candidato a mndcra portica, la pro-vincia, aparece ahora como algo irreal que peca de abstraccin:"Ente todas las cosas tristes, lamentabies, srdidas, de1 prxinro pasadoespao1, acaso no haya nada ms triste, lamentable y srdido que ra i'stitucinprovincial. Su papel era precisamente el ms delicaclo de todos, e1 's inrpor--tante: servir de nexo o intermediario entre la vida de la aldea y la gran vidanacional.A mijuicio, esta es la pieza decisiva en una constirucin espaora.ypara tan grave oficio se invent la divisin rs arbitrara de todas, cuadic.lan-do e1 sagrado cuerpo de Espaa e'esta ridiculez cle las provncias. I'spiracla porr1n seca poltica metricodecimal,'o debe a ellas nuestro pas, e' casi un siglo,beneficio ni auxilio alguno. EI Municipio no es una unidad poltica completa,pero es real -como la mano no es un hombre entero, per-o es trozo real cle unhor'be-' La Provincia, en carnbio, no es ni eso; es simpienlente un torpe tatua-je con que se ha maculado la piel de la pennsula. con su capitalita srdicla,lenta, ni cortijo ni corte, donde se pasea un gobernador petulante, clo'de s.cocinan toclas las inn'rundicias polticas y no se enrprende na

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    282 MANUEL FERNNDEZ LOR-ENZtralizacin mayor posible de funciones polticas y administrativas. Elfederalismo, en cambio, no supone el Estado, sino que, al revs, aspira acrear un nuevo Estado, con otros Estados preexistentes, y io especficode su idea se recluce exclusivarnente a1 problema de la soberana:Propone que Estados independientes y soberanos cedan una porcin desus soberana a un Estado nuevo integral, quedndose ellos con otrotrozo de la antigua soberana que pernanece limitando al nuevo Estadorecin nacido. Quin ejerza sra o la orra funcin del Poder prblico, culsea el grado de descentraliz.ciln, es para el federalismo, colno tal, cues-tin abierta, y de hecho los Estados federales presentan en la historia, eneste orden, las figuras rns diversas, hasta el punto de que, en principio.puede darse perGctamente un Estado federal y, sin embargo, sobrema-nera centralizado en su funcionamiento"42.Debido a cllo y contr Io quc pu.:liera parecer. parr Orrega. Federalismoy Autonornismo son forrnas de organizacin poltica que aunque parezcansernejantes son, sin embargo, antagnicas eri tanto que tendencias organiza-tivas, pues cuando se trata de clescentraiizar e1 poder poltico, el autonomis-rno es superior al federalismo:

    "E1 ttcleralismo se ocupa del problema de la soberana; el autonomismo seFreucup;l cle quin ejerza. de crrr.r lr:ya mnera de ejercer en lorm descen-tlalizada las funciones clel Poder prblico que aquell.r soberan cre. Pero estan'rbin evidente que en su raz 1' como tendencias, son antagnicos. En efec-to, 1a historla clel federalismo ha representado siempre una corrierte de con-centracin, y es, en ese sentido, un movimiento de relativa desautonorna"43.El fecleralismo plantea problenras de cesin de soberana, el autonomis-rno de cesin de competencias. Pero la soberana no es una competencia msa transferir sino que es e1 soporte rnismo de las corLpetencias, de modo simi-lar, aadimos nosotros, a como, hablando del Ser Sr-rpremo, deca Kant que 1aexistencia no era un Predicado ms sino un soporte de Predicados, algo pre-

    vio a e1los y, por tanto, irnpredicable:"Porclue la soberana, seor-es, no es Lrnl cornpetencia cualquiera, no espropiarnente el Poder, no es ni siquiera el Estado, sino clue es el origen

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    28 MANUEL FERNNDEZ LOF.INZO"Los qr.re sonos partidarios de una orga'rizacin autonrnica de Espra, sibien somos ireconciliables enemigos de todo particular-ismo poltico, sabemosr'uy bren que autonoma quiere decir complicar 1as cosas; y si ei nico pr-rntode vista que debiera inspirar nuestr ',rente en ra organizacin de 'uestro pesfuese el de 1a rnayor ventaja de orden tcnico en cada una de las provincias dela Adninistacin, claro que todos tendramos que recaerr inexorablemente, enser rigurosos centralistas. Pero el punto de vista de las ventajas tcnicas y buro-crticas, con ser mr-ry respetable, con exigir que se 1e tenga sie'rpre ante nues-tros ojos, no puede ser el nico, no puede tirentzar nuestra decisin. por tanto,no es esa objeci' suficiente, entre otras cosas porque sera utpico el emplearere nico punto de vi)t: (le nd servir gue marrtuvisemos unaAclnrinistracin supercentralizada, si la provincia, es decir, la periGria sometidaa ese centrisro, gozase de escasa vitalidad. Ahora bien, lo que se ganase conmantener ur] aparato administrativo muy perfecto y muy sencillo, es decir, cen-tralizado, se per-dera por 1a dimensin ms importante, por 1o que es supuestode todos, a saber: que bajo el centralismo el graclo de vigor. a que en la vidapblica ha llegado la parte ms imporrante de Espaa, que es ra provincia, hasido, y sigi-re siendo, sumamente bajo: por tanto, no perdamos 1o sustancial por1o forr'al; no tengalnos ese terror a la complicacin, esa complicacin en este

    caso es inevitable y aceptarla no es sino colocase en la verdad incontrastable delas cosas que es, a la postre, el lugar ms crlodo en que se puede esta,,So.Por ello el barroquis'ro de la constitucin autonomista actual no esdebido al capricho del legislador sino a la necesidad de ajustarse, como elguante a la nrano, a una realidad poltica y social predominantemente barro-ca, iocalista, e' ia clue el modelo centralista propio de pases predominante-mente cono Francia no tie'e posibilidad c1e funcionarcono instrumento de reforma y regeneracin poltica.

    Co u\toNF\con ello queremos concluir aqu el anlisis cle los textos orteguianosy pasar a formular una serie de conclusiones. En primer lugar sealar elleibnicianismo profundo de ortega al clisear el modelo de constitucinautonmica. Pues lo ese'cial es ei ente'dimiento de la realiclad como uda.o Ibdem, "El Estatuto de Catalua.Segnrrda inrervencin", pp. 27 2-3.

    IDEA LEII]NIZIANA DE UNA CONSTITUCIN AUToNMIcA PARAESPAA EN OR.TEGA 287realidad pl-rral, constituida por una mr,rltiplicidad de "mnaclas" o u'idaclespolticas, las regiones autnomas, a las que el Estado central, cual "mnadade las mnadas", dota de las competencias necesarias para que puedan viviry desarrollarse sin necesidad de ventanas al exterior, es decir sin tener que,en io sustancial, recurrir continuamente a Madrid o a otras autonomas.Pues se establece de principio una seprracin cle poderes. loc.rles y nrcio-nales, por la cual las competencias regionales no son, para ciecirlo al moclode Spinoza, meras atribuciones de una nica Sustancia, Madrid, sino clueson atribuciones pre-programadas de una pluralidad cie sustancias cr-erclaspor la mnada central, las cuales 'o existirn o perdurar-n necesaria're'-te, sino que eilo ser posible en tanto que sean composibles c.n las mnr*das restantes. De ah qr-re la creacin de estas unidacles regionales deba serleibnicianamente ((calculada>> con gran precisin, como r-nuestra elejemplo orteguiano, citado ms arriba, de la definici' operativa cleAndaluca, partiendo del pequeo municipio que vive de un olivar que nose detiene en 1os lmites del municipio sino que envuelve al siguierrte y alde ms ai1, rebasando incluso la provincia, constituyendo r-rna uniclad deproduccin que requiere para su ptimo funcionamiento ra creaci' deuna entidad regional. Segn este criteriq el actual n-rapa autonrnico podraser alterado en parte, pues cxisten comrcs como El Bierzo que podranencajar mejor por su pr.dr-rccin bsica, la minera, en Ast'rias que e1rcrstilla-Len.Y de hecho existen partidos polticos qr-re planrean esro. ola sorprendente floracin de cultivos de la huerta en conarcas almerienses,semidesrticas antes de la introduccin de los invernaderos, podra' apro*xirnarlas ms a Murcia qr-ie a Sevilla. Asimismo se jr-rstifica la existencia deuna comunidad tan pequea como La Rioja por la i'portancia y 1a farnade sus vinos, o de 1as Baleares por el turismo.En segundo lugar, e1 papel que le corresponde a Ortega con respecro ala regeneracin de Espaa podra parangonarse con er que le corresponde aLeibntz respecto a 1a regeneraci' y modernizacin de Alernania. pues supropuesta para ia Reforrna de1 Sacro Imperio est realizada desde u'aRealpolitik que elude todo utopismo e idealismo y tiene en cuenta los par:ti-cularismos localistas:

    "En el curso de su carrera poltica Leibniz se convierte cada vez nrs en erabogado de la soberana de los Estados particurares, pues era ra nica qr-re podagara'rtizar un resurgimiento econrnico del decado Irnperio, despus cle que la

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