Identidades y nacionalismos territoriales en las ... · La dimensión territorial-cultural y el...

33
1 Identidades y nacionalismos territoriales en las elecciones autonómicas de 2011-2012 Enric Martínez-Herrera y Joan Barceló-Soler [De próxima publicación por el Centro de Investigaciones Sociológicas] Introducción Una de las características básicas del sistema político español contemporáneo es la existencia de subsistemas de partidos diferenciados en varias comunidades autónomas. El principal rasgo distintivo de estos subsistemas consiste en la fuerte implantación de una o, incluso, varias fuerzas políticas específicas con una presencia mucho menor en la arena electoral del conjunto del país: los partidos de ámbito no estatal (PANE). Junto a las características distintivas de los regímenes electorales autonómicos respecto al ámbito de competición electoral estatal, la existencia y arraigo de los PANE se explica, principalmente, por la presencia de fracturas o divisorias (cleavages) de conflicto político etno-territorial en varias comunidades autónomas; fracturas que han adquirido un papel muy relevante en la lógica del sistema de partidos y del sistema político del conjunto del país. El régimen quasi-federal de la España de las Autonomías no sólo ha permitido la expresión, institucionalización y pujanza de los nacionalismos catalán, gallego y vasco preexistentes al periodo democrático actual, sino que, a su abrigo, y también en respuesta a la creciente relevancia en la gobernabilidad estatal de los nacionalismos históricos – catalán, vasco, gallego y andaluz – han emergido y prosperado nuevos regionalismos e, incluso, nacionalismos en territorios donde, hace tres décadas, apenas se atisbaban – como Aragón, Baleares, Canarias, Cantabria y Valencia. Con este trasfondo, en este capítulo se analizan las características y factores explicativos de varios nacionalismos territoriales en las elecciones autonómicas de 2011 y 2012. Junto a Cataluña, el País Vasco y Galicia, donde su relevancia es mayor, analizamos dos casos donde el nacionalismo periférico es persistente pero casi testimonial: Andalucía y la Comunidad Valenciana. 1 Enric Martínez-Herrera está acreditado como Profesor Contratado Doctor por la ANECA y la AQU y es Affiliated Lecturer en la Universidad de Cambridge; Joan Barceló-Soler ha sido becario de “La Caixa” en la Universidad de Nueva York y es doctorando en la Universidad Washington en San Luis (EE.UU.). 1 Para un diseño de investigación similar, véase Aguilar y Sánchez-Cuenca (2007), con dos comunidades con PANE fuertes (Cataluña y País Vasco) y con PANE menos fuertes (Andalucía y Castilla y León).

Transcript of Identidades y nacionalismos territoriales en las ... · La dimensión territorial-cultural y el...

1

Identidades y nacionalismos territoriales en las elecciones autonómicas

de 2011-2012

Enric Martínez-Herrera y Joan Barceló-Soler∗

[De próxima publicación por el Centro de Investigaciones Sociológicas]

Introducción

Una de las características básicas del sistema político español contemporáneo es la

existencia de subsistemas de partidos diferenciados en varias comunidades autónomas.

El principal rasgo distintivo de estos subsistemas consiste en la fuerte implantación de

una o, incluso, varias fuerzas políticas específicas con una presencia mucho menor en la

arena electoral del conjunto del país: los partidos de ámbito no estatal (PANE). Junto a

las características distintivas de los regímenes electorales autonómicos respecto al

ámbito de competición electoral estatal, la existencia y arraigo de los PANE se explica,

principalmente, por la presencia de fracturas o divisorias (cleavages) de conflicto

político etno-territorial en varias comunidades autónomas; fracturas que han adquirido

un papel muy relevante en la lógica del sistema de partidos y del sistema político del

conjunto del país.

El régimen quasi-federal de la España de las Autonomías no sólo ha permitido la

expresión, institucionalización y pujanza de los nacionalismos catalán, gallego y vasco

preexistentes al periodo democrático actual, sino que, a su abrigo, y también en

respuesta a la creciente relevancia en la gobernabilidad estatal de los nacionalismos

históricos – catalán, vasco, gallego y andaluz – han emergido y prosperado nuevos

regionalismos e, incluso, nacionalismos en territorios donde, hace tres décadas, apenas

se atisbaban – como Aragón, Baleares, Canarias, Cantabria y Valencia. Con este

trasfondo, en este capítulo se analizan las características y factores explicativos de

varios nacionalismos territoriales en las elecciones autonómicas de 2011 y 2012. Junto a

Cataluña, el País Vasco y Galicia, donde su relevancia es mayor, analizamos dos casos

donde el nacionalismo periférico es persistente pero casi testimonial: Andalucía y la

Comunidad Valenciana.1

∗ Enric Martínez-Herrera está acreditado como Profesor Contratado Doctor por la ANECA y la AQU y es Affiliated Lecturer en la Universidad de Cambridge; Joan Barceló-Soler ha sido becario de “La Caixa” en la Universidad de Nueva York y es doctorando en la Universidad Washington en San Luis (EE.UU.). 1 Para un diseño de investigación similar, véase Aguilar y Sánchez-Cuenca (2007), con dos comunidades con PANE fuertes (Cataluña y País Vasco) y con PANE menos fuertes (Andalucía y Castilla y León).

2

La mayor parte de estos nacionalismos territoriales tiene precedentes de

consideración en la Segunda República Española (1931-1939). En Cataluña las

elecciones de 1931 y 1936 estuvieron dominadas por la coalición de Esquerra

Republicana, con orientación federalista, junto a las organizaciones menores Estat

Català y Unió de Rabassaires, y apoyos electorales del anarcosindicalismo que le

proporcionaron amplias mayorías en las encrucijadas electorales clave de 1931 y 1936

(Brenan, 1977).2 En 1933 la Lliga Regionalista tomó revancha haciéndose la principal

representación catalana en las Cortes (Linz, 2013). En el País Vasco tuvieron fuerte

presencia electoral el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Acción Nacionalista Vasca

(De la Granja, 1986). Aunque con éxito electoral más modesto, también se expresaron

el autonomismo y el nacionalismo gallego, de Casares Quiroga y Castelao,

respectivamente, que lograron representación en Cortes, así como el andalucismo de

Infante (Tusell, 1971 y 1982; Linz, 2013).

Gráfico 1. Nacionalismo electoral sobre censo en Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia y País Vasco, 1979-2011.

Nationalist-Regionalist Vote Share

0,00

5,00

10,00

15,00

20,00

25,00

30,00

35,00

40,00

45,00

50,00

1977

1978

1979

1980

1981

1982

1983

1984

1985

1986

1987

1988

1989

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

Year

%

AndalusiaBasque C.CataloniaGaliciaC. Valencia

Fuente: elaboración propia de datos de F. Pallarés.

Desde las elecciones constituyentes de 1977, los nacionalismos territoriales han

regresado con fuerza y aumentado su presencia, tanto en las comunidades donde ya 2 El carácter republicano heterogéneo de la Esquerra de Companys queda bien ilustrado con la elección del afamado aviador y masón (liberal) Ramón Franco Bahamonde como uno de sus diputados por Barcelona.

3

habían existido como en otras de nueva implantación (Pallarés, 1992). La Gráfica 1

ilustra la relevancia electoral de estas fuerzas entre 1979 y 2011, las cuales han llegado

a alcanzar un 47 por ciento de apoyo electoral, sobre el censo electoral, que incluye a

quienes no votan, en el País Vasco (1986), un 34 por ciento en Cataluña (1984) y 27 por

ciento en Galicia (1997) – proporciones que aun son mayores sobre voto, máxime

cuando la participación electoral no es alta.3 En contraste, en la Comunidad Valenciana

su techo histórico es 10 por ciento (1991) y, en Andalucía 7 por ciento (1979). Con la

salvedad de los andalucistas en las elecciones generales de 1979, los mejores resultados

de estas fuerzas siempre han ocurrido en comicios autonómicos.

La dimensión territorial-cultural y el voto nacionalista territorial

Las investigaciones sobre el comportamiento electoral en los subsistemas

autonómicos de partidos han prestado considerable atención al estudio de la expresión y

articulación de las identidades territoriales en aquellas comunidades con

reivindicaciones nacionales históricas: Cataluña, Galicia y el País Vasco. La presencia y

relativo éxito de partidos de ámbito no estatal han constituido las principales razones de

este énfasis. En la terminología de Lipset y Rokkan (1967 [1992]), sus principales

diferencias con respecto al sistema de partidos predominante en el conjunto español se

atribuyen a la presencia de cleavages propios de tipo “territorial-cultural”, los cuales

estructuran una de las dimensiones de conflicto político y competencia electoral que ha

devenido en fundamental en algunas comunidades. En las tres décadas de existencia de

la España de las Autonomías, además de los nacionalismos que precedían a la actual

etapa democrática, nuevos regionalismos han aparecido a lo ancho y largo del mapa

político español, incluso en regiones donde apenas se intuían pocas décadas atrás. Éste

es el caso de Andalucía y la Comunidad Valenciana, estudiadas también en el presente

análisis.

El cleavage territorial-cultural ha sido caracterizado por los investigadores a

partir de sus manifestaciones actitudinales (identificación nacional, nacionalismo,

preferencias de organización territorial del Estado) y electorales (partidos de ámbito

estatal vs. partidos de ámbito no estatal). A su vez, para dar cuenta del mismo a partir de

las situaciones individuales en la estructura social, se apela a dos variables: el origen

geográfico y la lengua materna. Las principales contribuciones empíricas a la literatura

3 Hemos optado por porcentajes sobre censo para visibilizar la abstención electoral que se produce en muchos comicios.

4

especializada se ha centrado en análisis descriptivos e interpretativos en los que se

registraba una tendencia de voto a los PANE mucho mayor en aquellos colectivos con

una identificación con las comunidades territoriales más fuerte – identificación

frecuentemente percibida en términos nacionales (Linz et al., 1981; Linz et al., 1986;

Gunther et al. 1986; Pallarés et al., 1991; Virós et al., 1991; Pallarés et al., 1997;

Martínez, 1999). Los estudios empíricos inspirados en modelos de competencia espacial

han constatado que la dimensión de competencia izquierda-derecha es el factor que

mejor predice el voto incluso en los territorios con nacionalismos territoriales

consolidados (Padró-Solanet y Colomer, 1992; Riba, 1995, 2000; Fernández Albertos,

2002; De la Calle, 2005; Balcells, 2007). No obstante, también se ha comprobado que,

aunque de importancia inferior, las identificaciones territoriales relativas constituyen otra

dimensión clave en la predicción del voto (Pallarés et al., 1991; Pallarés et al., 1997;

Riba, 2000; Aguilar y Sánchez-Cuenca, 2007; Chernyha y Burg, 2012; Martínez y

Paradés, 2014).

Ahora bien, precisamente por su éxito, el concepto de cleavage corre riesgo de

banalización, pérdida de poder analítico y, por ende, esterilidad. El presente estudio

trata de demostrar empíricamente la existencia misma del cleavage, pues el concepto

teórico, bastante exigente, alude a algo más que la existencia de algunas correlaciones

entre variables socio-estructurales o actitudinales y de conducta. Estas asociaciones

deben ser fuertes entre unos niveles y otros, y deben estar arraigadas en acontecimientos

históricos que inspiran la organización de intereses, valores e identidades que, a su vez,

estabilizan los alineamientos políticos (Lipset y Rokkan, 1967; Bartolini y Mair, 1990).

Contra lo que pudiera aparentar, comprobar si existe un cleavage territorial-

cultural no es certificar algo evidente. Ni siquiera la preexistencia de un importante

legado histórico determina el presente, dependiente también, en buena medida, de la

actuación de las elites políticas y el grado de institucionalización de los sistemas de

partidos (Mainwaring y Torcal, 2003). Valga decir, como ilustración significativa, que

ni siquiera una fuerte identidad catalana, actitud catalanista o, acaso, independentista

determina un particular alineamiento electoral: durante la Transición una fuerte

identificación catalana no implicaba un sufragio nacionalista con tanta probabilidad

como sucedería pocos años después (Virós, 1987).

Aunque los alineamientos y realineamientos históricos de los principales

nacionalismos territoriales en España constituyen un asunto complejo, el presente

análisis no puede abordarlo de manera sistemática. Antes bien, este estudio tiene como

5

objetivo demostrar la fuerza de las relaciones entre el nivel socio-estructural, el

actitudinal y el de comportamiento efectivo en fechas recientes. En concreto, estudiar la

influencia del origen geográfico de los ciudadanos y, en su caso, la lengua materna

regional permite evaluar en qué medida afectan el voto nacionalista territorial, así como

averiguar otras características ignoradas hasta el momento. Asimismo, interesarse

también por la contribución de otros factores socio-estructurales – considerados en

principio como variables de control – tales como la clase social y el nivel de estudios

permite hallar algunas influencias insospechadas, inesperadas o, simplemente, omitidas

a menudo.

De acuerdo con lo anterior, este capítulo arroja algunas aportaciones adicionales.

Por una parte, la confirmación de que la identificación nacional desempeña un papel

intermedio entre variables etno-culturales socio-estructurales – como son el origen

familiar territorial y la lengua materna – y el voto nacionalista como comportamiento

efectivo, en consonancia con el modelo de fracturas históricas de conflicto político

(cleavages).

En segundo lugar, el debate sobre las relaciones entre variables que determinan

el comportamiento final de los ciudadanos se inserta en el marco analítico más amplio

de la metáfora clásica del “embudo de la causalidad” (Campbell et al., 1960: 24-37). En

éste, prioridad temporal y causalidad están estrechamente vinculados y, asimismo, los

factores causales más próximos al comportamiento efectivo también son objeto de

explicación. De manera análoga, la relación entre variables socio-estructurales,

identidad, preferencias y voto no sólo son parte de una misma cadena causal sino que,

además, se ubican en una prelación temporal distinta. Pues bien, otra contribución de

este estudio es la demostración de que, lejos de subsumirse completamente en el nivel

actitudinal, las características socio-estructurales de origen territorial y lengua familiares

tienen poder predictivo incluso cuando se considera al mismo tiempo la identidad

nacional, indicando que la interpretación de la identidad nacional no es homogénea de

unos grupos de origen familiar y lingüísticos a otros.

En tercer lugar, y desde otro prisma, esta análisis señala también la capacidad

predictiva de la identidad territorial relativa “neta” sobre el sufragio nacionalista, es

decir, tras descontar tanto los efectos primarios socio-estructurales – como el origen

territorial familiar o la lengua y la clase social – como la identificación política en

términos izquierda-derecha. La capacidad predictiva de la identidad nacional implica

también cierta independencia del enmarcado cultural respecto a sus bases sociales

6

estructurales, de suerte que la identidad nacional no es una mera variable intermedia o

de conciencia – donde del “en si” se deriva casi, como un resorte, un “para si” – sino

además una construcción cultural o ideológica, resultado también de factores de

dirección por las elites y la intelligentsia así como factores institucionales (Martínez-

Herrera, 2002; Martínez y Miley, 2010). En suma, un factor actitudinal con fuerza

suficiente para anticipar el voto a los partidos nacionalistas territoriales.

Variables teóricas y operacionales

Variable dependiente: el voto nacionalista fiel

Una forma de aproximarse a los alineamientos electorales respecto a las

identidades territoriales y nacionalismos es comparando los votantes de los partidos de

lo que podemos denominar “bloque nacionalista” con el resto de votantes.4 A pesar de

que otras formaciones demuestren especial sensibilidad en la protección de la cultura

regional y defiendan con determinación su autonomía política e, incluso, propugnen el

federalismo, el presente análisis sólo considera en este bloque aquellas formaciones

inequívocamente nacionalistas subestatales de los subsistemas de partidos

parlamentarios autonómicos.5

No obstante, algunas de las comunidades con identidades territoriales

fuertemente politizadas se han caracterizado por lo que se ha llamado el “voto dual”,

consistente en votar a partidos distintos en convocatorias de ámbito distinto (Montero y

Font, 1991; Riba, 2000), y la “abstención diferencial”, consistente en participar en

elecciones de ámbito estatal pero no en las autonómicas (Font, 1991; Riba, 1995).

Aunque es Cataluña donde este fenómeno fue más relevante, también ha tenido cierta

incidencia en otras comunidades. Por este motivo, resulta aconsejable identificar a los

“votantes duros” (cf. Molas, 1992) del bloque nacionalista, aquellos que siempre se

movilizan y le son fieles, pues incluso si pueden transferir su apoyo entre distintas

formaciones, lo hacen entre fuerzas del mismo bloque. Así pues, y por economía de

lenguaje, denominaremos a este comportamiento “voto nacionalista fiel”.

4 Cf. Torcal y Mainwaring (2003) respecto a una clasificación del voto por bloques de izquierdas y derechas, donde se demuestra que las transferencias de voto entre bloques son mucho menos comunes que dentro de los bloques. Cf. también Percheron y Jennings (1981). 5 Que esta clasificación no siempre es sencilla puede ilustrarse con el caso de ICV, partido que define Cataluña como una nación y aspira a mayores cuotas de autogobierno pero concurre federada o coaligada con IU, de ámbito estatal.

7

A efectos del presente análisis, clasificamos como nacionalistas territoriales o

“periféricos” (en la terminología de Rokkan) aquellas candidaturas que consideran que

sus comunidades autónomas (o incluso un ámbito territorial superior al de la comunidad

autónoma, como es Euskalerria o los Països Catalans) son “naciones” y propugnan un

incremento sustancial del autogobierno territorial, que puede incluir la secesión para

devenir en un Estado soberano (véase, en este volumen, el análisis de los programas de

los partidos de Ruiz Jiménez). Su operacionalización, consigna el valor 1 al voto

dirigido, tanto en los comicios autonómicos como en los generales entorno a 2011-

2012, a los partidos claramente nacionalistas.

En Cataluña, los partidos considerados como inequívocamente nacionalistas son

la coalición Convergència i Unió (CiU), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC),

Candidatura d’Unitat Popular (CUP), Reagrupament, y Solidaritat per la

Independencia (SI). En Galicia, los partidos que se caracterizan así son el Bloque

Nacionalista Galego (BNG) y ANOVA-Irmandade Nacionalista – en coalición electoral

con Izquierda Unida, como Alternativa Galega de Esquerda (AGE), pero con amplia

mayoría de electores nacionalistas-. A su vez, en el País Vasco entran en esta categoría

el Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV), Euskal Herria Bildu (EHB), Eusko

Alkartasuna (EA), y Aralar. De este modo, al voto volátil al bloque, así como al

dirigido a otras listas, a la abstención y la ausencia de respuesta se les ha asignado el

valor 0. Sin embargo, por otra parte, la muestra estadística de electores es demasiado

pequeña para extraer resultados robustos de los votantes “fieles” en Andalucía y la

Comunidad Valenciana, por lo cual se utilizará el porcentaje de votos a los partidos

nacionalistas Partido Andalucista (PA) y Compromís (Bloc), respectivamente, y

únicamente en las elecciones autonómicas.

El factor explicativo actitudinal: las identidades territoriales relativas

La identificación territorial relativa es el principal factor de naturaleza cultural-

actitudinal para dar cuenta del voto nacionalista territorial. También denominada por los

estudiosos “sentimiento de pertenencia” (y a veces “identidad nacional subjetiva”), se mide

con una escala bipolar de cinco valores que permite expresar la auto-identificación con las

comunidades políticas española y autonómica en términos relativos, pudiendo optar por

una pertenencia “exclusiva” a uno de estos referentes o “dual” (compartida), en diversos

grados, respecto a ambos (“Me siento sólo español”, “... más español que [catalán, gallego,

8

vasco, etc.]”, “... tan [catalán, gallego, etc.] como español”, “... más [catalán, gallego, etc.]

que español” o “... sólo [catalán, gallego, etc.]”) (Linz et al. 1981, 1986).

Este instrumento informa, en primer lugar, de la adhesión (afectiva) a los referentes

comunitarios propuestos más que el reconocimiento (cognitivo) de una situación de hecho

(Pallarés et al., 1991: 152). En segundo lugar, de la conflictividad o compatibilidad política

que se les atribuye (cf. Pallarés et al., 1997) y, por tanto, del respaldo potencial a cada uno

de ellos frente al otro; esto es, en términos relativos. Junto a estas cualidades, tal vez lo que

más importe sea su fuerte capacidad discriminante en la dimensión nacionalista de la

competencia electoral en Cataluña y País Vasco (Pallarés et al., 1991; Martínez-Herrera,

1994, 1999; Riba, 2000).6 De acuerdo con los estudios especializados, en el trasfondo de

estas actitudes se encuentran fundamentalmente dos variables sociodemográficas: origen

geográfico y lengua familiares (Pallarés et al., 1991, 1998; Martínez-Herrera, 1994, 1999;

Bollen y Díez-Medrano, 1998). Si bien los agentes y contextos de socialización política

relacionados con las instituciones públicas, los partidos y los medios de comunicación de

masas también influyen en la formación de las identidades nacionales y/o territoriales,

según la perspectiva teórica de los cleavages, a estos factores socio-estructurales

corresponde un papel fundamental – y acaso preponderante – en su fragua.

Factores explicativos socio-estructurales: origen territorial familiar y lengua materna

Entre las variables que corresponden al lugar del individuo en la estructura social, según

los estudios especializados, el origen y, en su caso, la lengua regional han sido los

factores explicativos básicos de las identidades territoriales.

El origen territorial familiar del entrevistado ha mantenido una pauta estable y

muy fiable como predictor de las identificaciones nacionales y del voto nacionalista a lo

largo del tiempo (Linz et al., 1981; Gunther et al., 1986; Pallarés et al. 1991; Andrés y

Sánchez, 1991; Martínez-Herrera, 1994, 1999; Chernyha y Burg, 2012). El acervo

territorial-cultural familiar del individuo ha sido considerado como el atributo

primordial para la identificación con grupos étnicos en términos generales (Geertz,

1973; Chandra y Wilkinson, 2008), y así también en el caso más concreto de las

comunidades autónomas en España. Este origen informa simultáneamente de, al menos,

6 Otras de sus ventajas en comparación con otros indicadores son: su continuidad histórica (casi dos décadas en sondeos del CIS y otras fuentes); su alta fiabilidad, al mostrar distribuciones de respuestas estables a corto plazo y una elevada tasa de respuestas, tanto a escala poblacional (Pallarés et al., 1991: 162) como, en el caso de Cataluña, en los distintos grupos de origen (Martínez Herrera, 1994, 1997, 2002).

9

dos fenómenos que, aunque estrechamente relacionados, hay que distinguir. De un lado,

las diferentes identificaciones colectivas y valores transmitidos durante la socialización

primaria en el ambiente familiar acerca de las comunidades políticas como referentes de

identificación personal y acerca de la forma de entenderlas en cuanto a sus valores

medulares y sus límites de inclusión social. De otro lado, las diferencias materiales en

cuanto al tiempo de asentamiento en el territorio y la consiguiente integración en sus

redes sociales, así como la percepción y relevancia social atribuida a estas diferencias.

Dada la naturaleza categórica, aunque ordinal, de la variable origen, para el

análisis de regresión empleamos una batería de variables dummy. Una para cada

categoría de autóctonos: “segunda generación” para los hijos de autóctonos; “mixta”

para hijos de un autóctono y un inmigrado; y “primera generación” para hijos de

inmigrados. Los inmigrados actúan como categoría de referencia.7

Por su parte, el catalán, el gallego y el vascuence son considerados no sólo como

instrumentos comunicativos sino, también, sellos o marcadores étnicos de identidad

regional y estandartes políticos. Por esta razón, su asociación con sentimientos de

pertenencia (Shabad y Gunther, 1982; Mercadé, 1990), incluso dentro de los diversos

grupos de origen (Gunther et al., 1986), ha sido fuerte a lo largo del tiempo. Aunque de

forma imperfecta, la lengua materna o de la familia de la infancia refleja diversos

aspectos que explicarían su conexión con la identificación territorial y, eventualmente,

con su politización, la identificación nacional y el voto nacionalista. En primer lugar, la

identificación y sentimientos afectivos hacia el acervo familiar (Barrera, 1995) y, en un

contexto mucho más amplio, el marco cultural de referencia del individuo (Fernández-

Marín y López, 2010).8 En segundo lugar, la lengua puede entrañar habilidades

comunicativas que permiten la movilidad social en el mercado de trabajo y, por ello,

predisponen a un nacionalismo en favor del código de comunicación (Gellner, 1983

[1988]); así como capacidades de expresión, persuasión y, consiguientemente,

influencia en la esfera pública.

Dada la naturaleza categórica, aunque ordinal, de la variable original, la

7 En este estudio la operacionalización más completa aquí descrita sólo es factible en Cataluña y País Vasco, ya que el CIS no interrogó por el lugar de nacimiento de los progenitores en Andalucía y Valencia y tampoco por el del entrevistado en Galicia. Véase la siguiente sección para las soluciones específicas adoptadas. 8 Preferimos la lengua materna al conocimiento de la lengua porque este último atributo puede ser tanto causa como efecto de la identificación territorial: un individuo puede sentirse de un colectivo porque es capaz de hablar en su lengua, pero también puede aprender ésta porque se identifica con aquél.

10

operacionalización consiste en otra batería de dummies. La categoría de referencia

(omitida, que toma valor cero) comprende aquellas personas en cuyas familias durante

su infancia no se hablaba catalán-valenciano, gallego ni vascuence (según corresponda a

cada comunidad autónoma).

Otros factores y variables de control 

Junto a los factores explicativos, contemplamos, como variables de control,

diversos factores invocados por los estudios especializados como explicaciones

alternativas. Existen, sin embargo, suficientes argumentos para formular hipótesis

teóricas que expliquen, a partir de algunas de ellas, la identificación y el voto

nacionalistas. Las variables son de dos tipos: socio-estructurales y de identificación

política general en términos de izquierda y derecha. Se trata, por tanto, desde el punto

de vista teórico, de factores a la misma “distancia” causal del comportamiento electoral

que los factores que componen los cleavages.9 Su inclusión en los modelos

multivariantes ayudará a establecer la no espureidad de las relaciones entre las variables

que teóricamente componen el cleavage etnocultural, así como su importancia relativa.

Entre los diversos factores a considerar como variables de control, sobresalen

aquellos que conforman el principal cleavage en prácticamente todas las sociedades

industrializadas: el socioeconómico. A nivel socio-estructural, está representado

fundamentalmente por la clase social, sobre cuyo impacto en el comportamiento

electoral existe una vasta literatura. Sin embargo, por otra parte, también cabe esperar

que exista un impacto de la clase en el nacionalismo, como han argumentado algunos

estudiosos de este fenómeno (Gellner, 1983 y 1995; Hroch, 1985). Asimismo, en el caso

catalán, se ha registrado entre los autóctonos en primera generación un mayor

extrañamiento de la identidad española cuanto más elevado es su status ocupacional,

una variable parecida a la que aquí se emplea (Martínez Herrera, 1994). Esto podría

obedecer a varios motivos: las personas mejor situadas en el mercado laboral pueden sentir

más satisfacción con el orden social existente; sus relaciones personales con autóctonos en

segunda generación (quienes tienden, al mismo tiempo, a ocupar las mejores posiciones

9 Merece ser razonada la no inclusión de algunas variables. Entre las socio-estructurales, la situación ocupacional carece de la consistencia teórica de la clase social. Entre las actitudinales, las percepciones acerca de los candidatos y temas de campaña son mucho más coyunturales y próximas al voto y es teóricamente plausible que dependan de actitudes más estructurales como son las identificaciones territoriales e izquierda-derecha.

11

jerárquicas y a ser portadores de este patrón cultural) serán mucho más probables; y, en los

casos correspondientes, sus intereses económicos y de estatus se ven favorecidos por las

políticas nacionalistas y de centro-derecha que han predominado en Cataluña y País

Vasco.10

Para evaluar el impacto de la clase social utilizamos una clasificación que sigue,

en esencia, el planteamiento de Erik Olin Wright (Feito, 1998). En la tradición

marxiana, este influyente sociólogo toma en consideración la propiedad de los medios

de producción, los “activos de organización” (autoridad) y los “activos de cualificación”

previos a la inserción en el nicho laboral, resultando de ello doce categorías. A su vez,

Feito (1998) las resume en las seis siguientes, que también adoptamos:11 “empresarios”,

para quienes tienen asalariados; “pequeña burguesía”, para los profesionales,

trabajadores autónomos y propietarios sin empleados o con ayuda familiar; “directivos y

supervisores”; “expertos”; “trabajadores semicualificados”; y “obreros”.12 Partiendo de

esta clasificación hemos construido una batería de variables dicotómicas en la cual cada

categoría deviene el valor 1 en cada variable, situando “obreros” como categoría de

referencia.

Los análisis sobre el voto nacionalista demuestran, con análisis bivariantes, la

existencia de asociaciones estadísticas entre el nivel de estudios y diferentes

orientaciones hacia el voto (Virós et al., 1991) o la abstención (Pallarés y Font, 1994).

De esas investigaciones se desprende que el voto a partidos nacionalistas es mucho más

frecuente entre personas con estudios secundarios y superiores. También se ha

registrado que las identificaciones territoriales relativas son menos españolas entre los

autóctonos en segunda generación cuanto mayor es su nivel de estudios (Martínez

Herrera, 1994).

Estas relaciones empíricas, particularmente la interacción entre estudios y

origen, quizá encuentren explicación en una proposición de Hroch (1985), según la cual

la intelligentzia de las minorías lingüísticas es dada al nacionalismo por sus dificultades 10 Asimismo, a menudo, se han formado en centros educativos donde se difunde el sentimiento nacionalista catalán, pero este factor será operacionalizado con el nivel educativo. 11 Sin embargo, Feito añade otras cuatro categorías relativas a las “clases pasivas”, lo cual se aleja del enfoque teórico original. Cabe considerar que la situación de clase de los desempleados y jubilados viene dada por su situación cuando trabajaban, mientras que la de las amas de casa, estudiantes y buscadores de un primer empleo deriva de la principal fuente de ingresos familiar, aunque ello implique una “clase mediada” en lugar de “directa” (cf. Feito, 1998: 19-20 y 25-32). 12 Estos criterios se operacionalizan creando una variable en la que se combina una recodificación de Feito (1998, con detalle) de la Clasificación Nacional de Ocupaciones empleada por el CIS y otra variable sobre la condición de empleado o empleador.

12

para que se reconozca su preparación en el Estado nacional, particularmente en la

función pública. También en una de Gellner (1988), tan materialista como la anterior:

quienes dominen la cultura oficial de las instituciones públicas – sustituyendo aquí el

Estado por un término más laxo que incluye las Comunidades Autónomas – por las

ventajas en el mercado de trabajo que ello supone, serán los más nacionalistas. O bien,

en una hipótesis no materialista: quien conoce mejor una cultura, le tiene mayor afecto

y, por ello, procura promoverla, y si percibe que el Estado la perjudica, se hace

nacionalista contra el Estado (v.g., Barrera, 1995). En este caso, considerando que el

paso de un ciclo educativo al siguiente es lo más significativo al dar cuenta del voto

(v.g., la diferencia entre un bagaje de estudios primarios y otro de secundarios), hemos

recodificado las variables disponibles creando una de carácter ordinal con un rango

desde 0, para quienes no han sido nunca escolarizados, hasta 4, para quienes han

cursado estudios superiores.

La asociación entre religión y voto es bien conocida, siendo la religiosidad (o su

ausencia) un importante factor de división social y política en Europa, incluida España,

no sólo en el pasado sino también en el presente, aunque cada vez menos (Montero,

1994). Está bien establecida, además, su relación con la divisoria entre izquierda y

derecha (v.g., Díez Medrano et al., 1989; Montero y Torcal, 1995). En Cataluña, casi

tanto como en el País Vasco, la división entorno al papel de la religión en la sociedad es

muy importante en la génesis del nacionalismo (Marfany, 1996).13 Ahora bien, una de

las tradiciones del nacionalismo español también se ha asociado históricamente al

Catolicismo tradicionalista (Álvarez Junco, 2001). Es interesante, pues, conocer qué

sectores se decantan más en la actualidad por los partidos nacionalistas: los más o los

menos practicantes del catolicismo. La variable operacional consiste en una escala de

frecuencia de práctica religiosa católica del 0 al 5, donde 0 recoge personas que nunca

asisten a oficios religiosos o se adscriben a otras religiones o iglesias y 5 aquellas que lo

hacen con una frecuencia mayor que semanal.

También existe asociación entre la edad y la participación y orientación electoral

y, en el caso catalán, está comprobado que, entre los autóctonos con padres inmigrados,

a mayor edad, mayor es la tendencia a identificarse preferentemente con Cataluña

13 En comparación con el País Vasco, donde el catolicismo local y su traslación carlista están en los orígenes del nacionalismo homónimo, la relación en Cataluña es un tanto ambigua, ya que existen dos tradiciones nacionalistas: una clerical, primero reaccionaria, luego conservadora y finalmente democristiana; y otra secular, liberal o incluso de izquierda de inspiración marxista.

13

respecto a España (Martínez Herrera, 1994). En el análisis estadístico se ha mantenido

esta variable en su formato original, salvo por una eliminación de los contados “no

contesta”.

A menudo se ha observado que las mujeres tendían en mayor medida que los

hombres a optar por opciones conservadoras. Valga decir que el voto a CiU solió ser

relativamente más femenino, mientras los del PSC-PSOE, ERC e IC-IU, más

masculinos (Virós et al., 1991). Al observar las diferentes conductas de hombres y

mujeres hay que discernir entre lo biológico y lo sociocultural, siendo las diferencias de

género aquéllas que asocian a cada sexo roles sociales distintos. Aquí controlamos los

efectos de dos de los factores más relevantes para la orientación del voto y que han

acostumbrado a definir tales diferencias de género, como son la religiosidad y el nivel

educativo. En la operacionalización de esta variable se ha asignado valor 0 al varón y

valor 1 a la mujer.

El principal correlato de la clase social y la religiosidad en el plano cultural o de

sistemas de creencias y valores corresponde a las identificaciones individuales en

términos de izquierda y derecha, del cual, además, se ha demostrado que es el factor que

mejor predice el voto en la sociedad catalana (Pallarés et al., 1991; Pallarés y Font,

1994; Riba, 1995). Pero además, incluso tratándose de dimensiones distintas, existen

razones para esperar que la identificación izquierda-derecha guarde relación con el

nacionalismo. De manera similar a la religión, o incluso en relación con ella, esta

identificación se ha asociado con el nacionalismo: unas veces han sido las derechas las

que más han enfatizado los aspectos de identificación y diferenciación cultural y

territorial, mientras en otros períodos históricos lo han hecho las izquierdas. No está de

más, por ende, averiguar si existe relación, y cuál, entre este factor y la identificación y

el voto nacionalistas. La operacionalización de esta identificación consiste en una escala

donde la izquierda recibe el valor 1 y la derecha el 10. A fin de no perder una cuarta

parte de la muestra, se han imputado las categorías no sabe y no contesta con la media.

Asimismo, el análisis incluye dos variables contextuales. La provincia nos sirve

como indicator “proxy” al grado de implantación de los partidos políticos (Panebianco,

1990) así como, allá donde puede ser relevante, a homogeneidad etno-cultural, con

posibles efectos en la congruencia entre contextos de socialización así como la

influencia de los grupos de pares como intermediadores electorales (Martínez-Herrera,

1999; cf. Barceló, 2014). El tamaño del municipio (hábitat), por su parte, también es

indicativo del grado de implantación de los partidos, así como de intereses económicos

14

y de políticas públicas relacionados con la dimensión rural-urbana.

Datos y técnicas

Las bases de datos empleadas para la observación empírica son los estudios del

Centro de Investigaciones Sociológicas correspondientes a las elecciones autonómicas

de Comunidad Valenciana (Mayo de 2011), Andalucía (Abril de 2012), Galicia y País

Vasco (Octubre de 2012), y Cataluña (Noviembre de 2012).14

Para contrastar las hipótesis empleamos técnicas de análisis multivariante que

permiten la introducción de numerosas variables de control para evitar espuriedad. En

concreto, para las identificaciones relativas (una variable ordinal con cinco valores)

usamos regresión “clásica” (método de mínimos cuadrados ordinarios, MCO); para el

voto nacionalista, regresión logística (logit), una extensión de la regresión lineal

múltiple para variables dependientes dicotómicas (dummy). En el caso de estas variables

resulta preferible, en primer lugar, porque la función logística es más realista, más

parecida a las funciones de asociación entre variables que se dan en la realidad social

que las funciones lineales; en segundo lugar, porque los “errores” o “residuos” de los

modelos de probabilidad lineal pueden violar las asunciones de homocedasticidad y

normalidad, lo cual resulta en errores estándar y test de hipótesis inválidos (Long,

1997); y, tercero, porque la regresión logística evita producir predicciones de

probabilidad imposibles (superiores a 1 o con signo negativo) (Aldrich y Nelson, 1990).

Su principal inconveniente en comparación con la regresión clásica es una

mayor dificultad de interpretación: mientras que con un modelo MCO los coeficientes

se interpretarían como la probabilidad de que la variable dependiente tome el valor 1

(suceso de interés) en lugar del valor 0 (v. g., 1 significaría votar a determinado partido,

y 0 no votarlo), esta lectura no es posible con logit. Para la interpretación de los

resultados se van a utilizar dos indicadores: las razones de probabilidad y los

coeficientes. Las razones de probabilidad (odds-ratio, OR) informan del aumento de la

probabilidad de que la dependiente ocurra respecto a que no ocurra por cada aumento de

una unidad en la variable independiente. Por su parte, los coeficientes consisten en la

diferencia en el logaritmo natural de la probabilidad (log odds) de que el suceso ocurra

respecto a que no ocurra por un cambio unitario en la independiente. Si bien queda

patente su dificultad de interpretación, permite analizar la significación estadística y la

14 Estudios con referencias 2892, 2939, 2959, 2963, 2964, 2965 y 2970.

15

dirección positiva o negativa del cambio.

Resultados

El aspecto más visible de cleavages etno-territoriales presentes en España

consiste en los alineamientos electorales, tales como los presentes en los comicios

autonómicos de la Comunidad Valenciana en 2011 y los de Andalucía, Cataluña,

Galicia y País Vasco en 2012. En este apartado evaluamos el grado de asociación

estadística del voto nacionalista territorial con sus bases socio-estructurales y

actitudinales, centrándonos en dar cuenta, primero, de la expresión de identidades

relativas preferente o exclusivamente territoriales y, segundo, del voto nacionalista.

Como primera aproximación, la Tabla 1 muestra la distribución de las

identidades territoriales según el principal factor socio-estructural para cada territorio:

origen geográfico familiar, que viene clasificado por el CIS en tres categorías para

Andalucía y la Comunidad Valenciana y en cuatro para Cataluña y el País Vasco; para

Galicia, la lengua materna.15 Las tablas de contingencia arrojan una fuerte asociación

entre identidad y origen o lengua en todas las comunidades examinadas.

Tabla 1. Identidades territoriales según factores etnoculturales estructurales.(% fila)

Andalucía

Origen (3 categorías)

Únicamente

español E > CA E = CA CA > E

Únicamente de la

CA NS/NC (n) Nacido en CA 3,5% 5,5% 71,9% 15,9% 2,9% 0,3% 1361 Nacido resto de España 21,2% 17,2% 51,5% 6,1% 0,0% 4,0% 99 Nacido fuera de España 12,5% 15,6% 62,5% 6,3% 3,1% 0,0% 32 Total 4,9% 6,5% 70,8% 15,2% 2,7% 0,5% 1484

Cataluña

Origen (4 categorías)

Únicamente

español E > CA E = CA CA > E

Únicamente de la

CA NS/NC (n) Inmigrado 17,5% 12,6% 47,9% 8,3% 6,2% 7,5% 532 1ra Generación 3,7% 5,2% 54,1% 27,2% 8,6% 1,2% 327 Mixto 1,7% 2,0% 32,8% 31,4% 29,7% 2,4% 296 2da Generación 0,4% 0,7% 16,3% 35,7% 44,8% 2,1% 718

15 La información sobre inmigración es menos completa en Andalucía y Valencia que en Cataluña y País Vasco. El indicador de origen territorial proporcionado por el CIS para las dos primeras sólo se refiere al individuo entrevistado, omitiendo su ascendencia familiar. Asimismo, cabe suponer que por el reducido número de inmigrantes en su territorio, el CIS no recogió esta variable en Galicia, por lo cual aquí acudimos a la lengua materna.

16

Total 6,0% 5,1% 34,5% 25,7% 25,1% 3,5% 1873 Comunidad Valenciana

Origen (3 categorías)

Únicamente

español E > CA E = CA CA > E

Únicamente de la

CA NS/NC (n) Nacido en CA 10,1% 9,7% 69,0% 8,8% 1,6% 0,9% 754 Nacido resto de España 36,8% 17,2% 42,2% 2,0% 0,5% 1,5% 204 Nacido fuera de España 9,7% 16,1% 51,6% 12,9% 0,0% 9,7% 31 Total 15,8% 11,6% 63,7% 7,6% 1,3% 1,3% 976

Galicia

Lengua materna

Únicamente

español E > CA E = CA CA > E

Únicamente de la

CA NS/NC (n) Gallego 0,9% 3,0% 68,1% 24,0% 3,1% 0,9% 1749 Ambas 1,0% 1,5% 84,2% 11,3% 0,8% 1,3% 399 Otras / NC 6,7% 6,7% 55,6% 24,4% 4,4% 2,2% 45 Total 2,1% 3,4% 73,1% 18,3% 2,1% 1,1% 2995

País Vasco

Origen (4 categorías)

Únicamente

español E > CA E = CA CA > E

Únicamente de la

CA NS/NC (n) 1ra Generación 3,8% 2,8% 49,1% 22,8% 12,5% 9,0% 391 Mixto 0,9% 0,9% 42,8% 28,8% 23,3% 3,3% 215 2da Generación 1,0% 0,8% 22,4% 30,9% 40,1% 4,7% 780 Total 4,2% 3,2% 38,6% 23,5% 23,3% 7,2% 1894

En la Cataluña de 2012, en una coyuntura de movilización nacionalista inédita,

mientras que el 81 por ciento de los entrevistados nacidos en la comunidad con padres

catalanes declara sentirse predominante o únicamente catalán, de entre los nacidos fuera

de Cataluña sólo lo hace el 15 por ciento, respectivamente. La asociación estadística es

fuerte, con una V de Cramer de 0,36. La segunda mayor asociación entre estas variables

ocurre en el País Vasco, donde un 71 por ciento de los nacidos en la comunidad se

siente predominante o únicamente vasco. En contraste, el porcentaje de entrevistados en

estas categorías para aquellos nacidos fuera de la comunidad disminuye drásticamente

hasta el 16 por ciento, ya que la mayoría escoge una identidad “salomónica” de sentirse

tan vasco como español. También en este caso la asociación estadística entre origen e

identidad es fuerte (V de Cramer de 0,32).

En segundo lugar se sitúan Galicia, la Comunidad Valenciana y Andalucía.

Aunque las variables socio-estructurales disponibles para estas comunidades no

permiten una comparación directa con las de Cataluña y el País Vasco, parecen menos

determinantes. En Galicia la lengua materna es la variable etno-cultural estructural

disponible para el análisis. El cruce de variables muestra que el 27 por ciento de

17

encuestados que tienen el gallego como lengua materna se siente predominante o

únicamente gallego mientras sólo el 12 por ciento de los que tienen tanto el gallego

como el castellano y el 9 por ciento de los que sólo tienen el castellano como lengua

materna se sitúan en estas posiciones.

En la Comunidad Valenciana la medida de origen es algo distinta y la presencia

de identidades preferente o únicamente valencianas es considerablemente menor que en

las comunidades con nacionalismo territorial más fuerte, con proporciones que nunca

superan el 15 por ciento para ningún grupo de origen. Aquí el mayor contraste ocurre

entre los nacidos dentro o fuera de la comunidad: mientras los primeros tienden a

equiparar los sentimientos hacia su comunidad y hacia España, con un 69 por ciento, la

mitad de los segundos (50 por ciento) se siente predominantemente o sólo español. La

fuerza de la asociación es moderada (V de Cramer de 0,24). Con el mismo indicador de

origen geográfico que en tierras valencianas, la mayoría de los encuestados de

Andalucía se sienten tan andaluces como españoles con una distribución general

bastante similar en las tres categorías de origen familiar. Sin embargo, la distribución

muestra una inclinación algo mayor al predominio de los sentimientos andaluces sobre

los españoles entre los nacidos en la comunidad en comparación con los nacidos en

otras partes de España o del mundo. En general, sin embargo, la asociación bivariante es

estadísticamente significativa pero de fuerza moderada (V de Cramer de 0,19).

Tabla 2. Determinantes socio-estructurales de las identidades relativas (regresión clásica)

Andalucía Cataluña C. Valenciana Galicia País Vasco Coef. Beta Coef. Beta Coef. Beta Coef. Beta Coef. BetaSexo 0,08 ** 0,06 0,04 ns 0,02 -0,06 ns -0,04 0,06 ** 0,05 -0,01 ns -0,01Edad 0,00 *** -0,08 0,00 ns 0,07 0,00 * 0,06 -0,01 * -0,30 0,00 ns -0,03Edad2 0,00 ns 0,11 0,00 ** 0,24 0,00 ns 0,05Tamaño municipio 0,01 ns 0,02 -0,02 * -0,04 -0,06 *** -0,10 -0,04 *** -0,08 -0,13 *** -0,14Estudios -0,07 *** -0,15 0,18 *** 0,19 0,03 ns 0,04 0,01 ns 0,02 0,04 * 0,05Religiosidad -0,01 ns -0,02 -0,12 *** -0,12 0,00 ns 0,00 -0,05 *** -0,12 -0,24 *** -0,10Clase social de Wright Trab. Cualificados -0,01 ns 0,00 0,35 ** 0,05 -0,09 ns -0,01 0,01 ns 0,00 0,00 ns 0,00Pequeña burguesía 0,18 * 0,08 0,45 *** 0,13 0,21 ns 0,07 0,06 ns 0,03 0,09 ns 0,03Expertos 0,08 ns 0,04 0,35 *** 0,11 0,10 ns 0,04 -0,02 ns -0,01 -0,07 ns -0,02Directivos y supervisores 0,15 * 0,10 0,31 *** 0,13 0,01 ns 0,01 -0,06 ns -0,04 0,05 ns 0,02Empresarios 0,09 ns 0,06 0,26 ** 0,11 -0,05 ns -0,03 -0,08 * -0,06 0,05 ns 0,02Origen (3 categorías) Nacido fuera de la CA -0,62 *** -0,21 -0,71 *** -0,33 Nacido fuera de España -0,33 *** -0,07 -0,16 ns -0,03 Origen (4 categorías) 1ra Generación 0,59 *** 0,20 0,62 *** 0,23Mixto 1,09 *** 0,36 0,97 *** 0,282da Generación 1,42 *** 0,62 1,22 *** 0,54

18

Lengua Ambas 0,14 *** 0,08 Gallego 0,32 *** 0,26 Otras/NC 0,20 ** 0,04 Provincias destacadas (ref: Sev/Bar/ Val/ Cor/Ala) Alm/ Gir / Ali / Lug / Viz -0,34 *** -0,13 0,21 *** 0,05 -0,60*** -0,33 0,08 *** 0,06 0,15 ** 0,07Cád / Tarr / Cas / Our / Gui -0,36 *** -0,18 -0,16 ** -0,04 -0,33*** -0,12 0,06 * 0,04 0,29 *** 0,12Córdoba -0,34 *** -0,14 Granada -0,17 *** -0,08 Jaén -0,25 *** -0,09 Málaga -0,17 *** -0,09 Constante 3,39 *** 0,80 *** 3,05*** 3,35 *** 2,02 *** R2 ajustado 0,10 0,19 0,22 0,09 0,29 (n) 1478 1806 989 2960 1749 Nivel de Significación: *** = .01; ** = .05; * = .10

La Tabla 2 prosigue esta aproximación mediante regresión lineal clásica (MCO).

Tras ajustar los coeficientes por las variables socio-demográficas básicas (sexo, edad,

educación y clase social) y de contexto (provincia y tamaño de municipio), se confirma

la capacidad predictiva del origen sobre la identificación territorial. De este modo, sobre

la escala de 5 puntos, en Cataluña la preferencia por el referente autonómico de las

personas con progenitores nativos es 1,4 grados mayor que respecto a las nacidas fuera

de la comunidad. Asimismo, para nativos con sólo un progenitor catalán, esta diferencia

es de 1 punto, mientras que para los nativos con ambos padres nacidos fuera de la

comunidad la distancia identitaria disminuye hasta sólo 0,6 puntos por encima de los

nacidos fuera. Por su parte, los nacidos en el País Vasco con progenitores autóctonos

tienden a un sentimiento predominante o únicamente vasco 1,2 puntos mayor que los

nacidos fuera de la comunidad. Aquellos con un progenitor nativo y otro nacido fuera o

ambos nacidos fuera del territorio tienen un valor de 0,9 y 0,6 más de inclinación

autonómica frente a España que los nacidos fuera de la comunidad, respectivamente.

También aquí destaca el origen como la variable más determinante en la predicción de

la identidad territorial del entrevistado.

Análogamente, en Galicia se sostiene la relación entre lengua familiar de la

infancia e identidad territorial tras controlar el resto de factores, si bien su influencia es

mucho más débil que la del origen en Cataluña y País Vasco. Aquí, el valor de las

identidades relativas aumenta 0,32 y 0,14 puntos si el entrevistado declara el gallego o

tanto gallego como castellano como su lengua materna, respectivamente. El factor

dominante es la edad, que traza una pendiente negativa en la que los jóvenes son más

nacionalistas gallegos que los más mayores, mientras que la lengua materna aparece

19

como el segundo factor más explicativo.

A su vez, en la Comunidad Valenciana, manteniendo constante el resto de

factores, la identidad territorial de los nacidos en la comunidad es 0,71 puntos menos

española que entre los nacidos fuera. El resultado es muy similar en Andalucía, pues

aunque en ésta el coeficiente para el origen geográfico conlleva un cambio en la

identidad de 0,62 puntos, muy por debajo del impacto de 1,4 en Cataluña y 1,2 en el

País Vasco, también es estadísticamente significativo y con una magnitud considerable

para tratarse de una comunidad sin un nacionalismo tan arraigado históricamente como

en esas comunidades.

Además de las variables socio-estructurales principales, otras variables también

contribuyen a dar cuenta de la variación de las identidades relativas entre los ciudadanos

de estas comunidades. Entre éstas destacan la clase social en Cataluña y, aunque en

menor medida, Andalucía; el nivel de estudios en Andalucía (negativo), Cataluña y País

Vasco (positivo); la edad en Andalucía, Comunidad Valenciana y Galicia; así como la

religiosidad católica en Cataluña, Galicia y País Vasco. Respecto a las variables

contextuales, se observan más nacionalistas en los municipios pequeños que en los

grandes en todas las comunidades salvo Andalucía, así como una gran variación

provincial. Del gran diferencial entre provincias, cabe destacar la mayor tendencia al

nacionalismo en las provincias de Huelva y Sevilla respecto al resto del territorio bético;

Gerona comparada con Barcelona; Valencia en comparación a Alicante y Castellón;

Lugo y Orense en relación a La Coruña; y Vizcaya y Guipúzcoa comparadas con Álava.

El mejor ajuste del modelo socio-estructural se obtiene en País Vasco y Valencia, donde

da cuenta de un 29 y un 22 por ciento de la varianza, respectivamente, seguidas de

Cataluña, con un 19 por ciento y, a mayor distancia, Andalucía y Galicia, con entorno a

un 10 por cierto.

Tabla 3.

Distribución del origen geográfico familiar o lingüístico entre los votantes nacionalistas

territoriales

Votantes Nacionalistas Fieles Cataluña País Vasco Inmigrado 8,3% 12,2% 1ra Generación 9,9% 13,5% Mixto 18,0% 12,7% 2da Generación 63,8% 61,6% (n) 533 599

20

Andalucía C. ValencianaNacido en la CA 90,5% 85,7% Nacido fuera de la CA 4,8% 10,2% Nacido fuera de España 4,8% 4,1% (n) 21 49 Galicia Lengua gallega 69,2% Ambas 13,8% Castellano 15,9% Otras/NC 1,0% (n) 195

La relación entre factores socio-estructurales e identidad nacional subjetiva corre

en paralelo a su asociación con el voto nacionalista territorial. Cataluña y País Vasco

tienen las mayores tasas de “voto nacionalista fiel”. A la vista de la Tabla 3, que ofrece

los perfiles etno-culturales de los votantes nacionalistas territoriales, aunque los nativos

catalanes o vascos de segunda generación sólo representan, respectivamente, el 38 y el

41 por ciento de los encuestados, surten más del 60 por ciento de los votantes

nacionalistas fieles. Sin embargo, este porcentaje disminuye drásticamente para todas

las demás categorías de origen. Así, la distancia identitaria se sitúa de nuevo frente a los

nacidos fuera de dichas comunidades o nativos con progenitores de otros lugares. En el

resto de comunidades, el origen geográfico familiar también es importante, pero

bastante menos. En Galicia, mientras que el 69 por ciento de los votantes nacionalistas

fieles tienen como lengua materna el gallego, solo el 58 por ciento del total de

encuestados dice tener a la lengua regional como lengua materna. Del mismo modo, el

86 por ciento de los votantes nacionalistas valencianos ha nacido en su comunidad

mientras que éstos sólo constituyen el 77 por ciento de su población. Por el contrario, el

perfil entre votantes nacionalistas y no nacionalistas no difiere en Andalucía por razón

de origen territorial, ya que el 91 por ciento de los votantes a opciones nacionalistas es

andaluz por nacimiento, proporción prácticamente idéntica al 92 por ciento entre el

conjunto de la población adulta.

Tabla 4. Determinantes socio-estructurales del voto nacionalista territorial.

Andalucía Cataluña C. Valenciana Galicia País Vasco coef. RO coef. RO coef. RO coef. RO coef. RO Sexo 0,22 ns 1,24 -0,07 ns 0,93 -0,47 ns 0,62 0,18 ns 1,20 -0,10 ns 0,90Edad 0,06 ns 1,07 0,06 *** 1,06 0,00 ** 1,00 0,03 ns 1,03 0,07 *** 1,07Edad2 0,00 ns 1,00 0,00 ns 1,00 0,0 ns 1 0,00 *** 1,00Tamaño municipio -0,08 ns 0,93 -0,10 *** 0,90 0,02 0,04 ns 1,04 -0,21 *** 0,81Estudios 0,39 ** 1,48 0,32 *** 1,38 0,15 ns 1,16 0,21 *** 1,2 0,05 ns 1,05Religiosidad 0,10 ns 1,10 0,06 ns 1,06 -0,42 ns 0,66 -0,51 *** 0,60 -0,04 ns 0,96

21

Clase social de Wright Trab. Cualificados -1,02 ns 0,36 0,38 ns 1,46 1,40 ns 4,04 0,42 ns 1,52 -0,79 ns 3,01Pequeña burguesía -0,89 ns 0,41 -0,21 ns 0,81 0,71 ns 2,04 -0,15 ns 0,86 -0,98 ns 9,12Expertos 16,55 ns 2E+07 -0,31 ns 0,74 0,66 ns 1,94 -0,47 ns 0,63 -1,31 ns 16,16Directivos y supervisores 17,17 ns 3E+07 -0,39 ns 0,68 0,39 ns 1,47 -0,32 ns 0,73 -0,90 ns 9,61Empresarios 17,12 ns 3E+07 -0,53 ** 0,59 0,42 ns 1,52 -0,20 ns 0,82 -1,17 ns 16,05Origen (3 categorías) Nacido fuera de la CA -0,35 ns 1,10 -0,82 ns 0,44 Nacido fuera de España 0,56 ns 1,76 -0,21 ns 0,81 Origen (4 categorías) 1ra Generación 0,89 *** 2,42 0,41 ** 1,51Mixto 1,74 *** 5,68 1,29 *** 3,632da Generación 2,17 *** 8,79 1,67 *** 5,33Lengua materna Ambas 0,71 ** 2,02 Gallego 1,38 *** 3,98 Otras/NC 0,33 ns 1,39 Provincias destacadas (ref: Sev/ Bar/ Val/ Cor/ Ala)

Ger / Ali / Lug / Viz 0,52 *** 1,69 -0,72 ** 0,49 1,02 *** 2,77 0,51 *** 1,67Cas / Our -1,47 ** 0,23 -0,43 * 0,65 Constante -23,2 ns 0 -4,5 *** 0,11 -2,7 ** 0,07 -3,8 *** 0,02 -2,5 16,90R2 Cox y Snell 0,02 0,19 0,03 0,06 0,13 R2 Nagelkerke 0,14 0,27 0,10 0,17 0,18 (n) 1487 1869 989 2960 1871 Nivel de Significación: *** = .01; ** = .05; * = .10

La importancia del origen del entrevistado para comprender el voto nacionalista

territorial se confirma con los modelos logísticos de la Tabla 4. Con el resto de variables

constantes, el origen tiene una fuerte capacidad de predicción con un coeficiente

estadísticamente significativo y creciente para cada grupo de origen o lengua materna en

Cataluña, País Vasco y Galicia. Como se ha visto en las tablas anteriores referidas a los

determinantes de las identidades territoriales, Cataluña y País Vasco vuelven a tener el

mayor impacto del origen sobre el voto nacionalista fiel. La probabilidad de este

sufragio para un ciudadano nacido en Cataluña o el País Vasco con ambos progenitores

también nacidos en la misma comunidad son 9 y 5 veces mayores que las de un

encuestado nacido fuera de la comunidad. Esta importante diferencia de probabilidad se

mantiene elevada para aquellos con un progenitor nacido en la comunidad (5 veces en

Cataluña y 4 en el País Vasco). Por su parte, la lengua materna también se erige como el

determinante más fuerte del voto nacionalista territorial en Galicia, con una razón de

probabilidad de 4, lo que significa que las probabilidades de que un individuo con el

gallego como lengua materna sea votante nacionalista fiel son casi 4 veces más grandes

que si su lengua materna es la castellana. Por el contrario, los modelos no permiten

22

extraer conclusiones estadísticamente significativas sobre el efecto del origen sobre el

voto nacionalista ni en Andalucía ni en la Comunidad Valenciana. Estos modelos

puramente socio-estructurales del voto obtienen su mejor ajuste en Cataluña (con R2 de

Nagelkerke de 0,27), seguida de Galicia y País Vasco (0,18), Andalucía (0,14) y el

menor poder explicativo en Valencia (0,1).

Tabla 5. Porcentaje de voto nacionalista territorial según identidades relativas.

Andalucía Cataluña C. Valenciana País Vasco Galicia

Únicamente español 4,8% 0,2% 0,0% 1,0% 0,5%

Más español que de la CA 14,3% 0,2% 6,1% 0,3% 2,6%Tan español como de la CA 57,1% 8,3% 59,2% 12,6% 41,0%

Más de la CA que español 14,3% 34,1% 20,4% 31,8% 43,6%

Únicamente de la CA 9,5% 55,9% 8,2% 52,2% 11,3%

NS/NC 0,0% 1,3% 6,1% 2,3% 1,0%

(n de los VN) 21 531 49 601 195

(n del total) 1492 1872 989 1899 2995

La tendencia general entre los votantes nacionalistas es expresar sentimientos

territoriales próximos a la exclusividad de identificación con la región a expensas de su

identificación con España. Sin embargo, es de interés observar las diferencias entre

comunidades, no sólo en la proporción de votantes nacionalistas fieles, sino también en

cómo éstos se sienten respecto a España, pues este sufragio puede significar cosas

distintas en lugares distintos. Como se observa en la Tabla 5, en Cataluña y País Vasco

estos votantes suelen expresar más exclusivismo de la identidad que en Galicia,

mientras que en Andalucía y la Comunidad Valenciana no se aprecia una inclinación

relevante hacia ningún polo de identidad.

Taula 6. Determinantes socio-estructurales y políticos para el voto nacionalista territorial.

Andalucía Cataluña C. Valenciana Galicia País Vasco coef. RO coef. RO coef. RO coef. RO coef. ROSexo 0,18 ns 1,20 0,18 ns 1,20 -0,30 ns 0,74 0,17 ns 1,19 -0,08 ns 0,92Edad 0,05 ns 1,05 0,06 *** 1,06 -0,01 ns 0,99 0,05 ns 1,05 0,09 *** 1,09Edad2 0,00 ns 1,00 0,00 ** 1,00 0,00 * 1,00 0,00 *** 1,00Tamaño municipio -0,07 ns 0,93 -0,07 * 0,93 0,02 ns 1,02 -0,01 ns 0,99 -0,09 * 0,91Estudios 0,42 ** 1,51 0,15 * 1,16 -0,01 ns 0,99 0,18 ** 1,20 0,06 ns 1,06Religiosidad 0,16 ns 1,17 0,15 ** 1,16 -0,20 ns 0,82 -0,15 * 0,86 0,28 * 1,32

23

Clase social de Wright Trab. Cualificados -0,80 ns 0,45 -0,06 ns 0,94 2,45 * 11,61 0,35 ns 1,43 -1,18 ** 0,31Pequeña burguesía -1,01 ns 0,36 -0,78 ** 0,46 1,18 ns 3,25 -0,40 ns 0,67 -1,40 *** 0,25Expertos 16,51 ns ª -0,62 ** 0,54 0,91 ns 2,48 -0,38 ns 0,69 -1,44 *** 0,24Directivos y supervisores 17,02 ns ª -0,76 ** 0,47 0,62 ns 1,87 -0,33 ns 0,72 -1,18 *** 0,31Empresarios 16,98 ns a -0,78 ** 0,46 0,69 ns 1,99 -0,21 ns 0,81 -1,47 *** 0,23Origen (3 categorías) Nacido fuera de la CA -0,26 ns 0,77 -0,24 ns 0,79 Nacido fuera de España 0,73 ns 2,08 -0,74 ns 0,48 Origen (4 categorías) 1ra Generación 0,50 ** 1,66 -0,14 ns 0,87Mixto 0,75 *** 2,11 0,50 ** 1,652da Generación 0,80 *** 2,22 0,63 *** 1,88Lengua materna Ambas 0,58 * 1,79 Gallego 1,20 *** 3,33 Otras/NC -0,24 ns 0,79 Identidades Relativas 0,08 ns 1,09 1,47 *** 4,4 0,95 *** 2,59 0,98 *** 2,66 1,23 *** 3,43

Izquierda-Derecha -0,19 ns 0,83 0,18 ** 1,2 -0,43 *** 0,65 -0,72 *** 0,49 -0,03 ns 0,97Provincias destacadas (ref: Sev/ Bar/ Val/ Cor/ Ala) Gir / Cas / Lug / Viz 0,38 * 1,46 -1,29 * 2,76 -0,98 *** 0,37 0,49 ** 1,63Ourense 0,88 *** 2,43 Constante -22,3 ns 0,00 -7,81 *** 0,0 -3,79 ** 0,02 -4,86 *** 0,01 -5,79 *** 0,00R al cuadrado Cox y Snell 0,02 0,31 0,07 0,13 0,29 R al cuadrado Nagelkerke 0,16 0,45 0,22 0,35 0,40 (n) 1479 1806 975 2960 1737 Nivel de Significación: *** = .01; ** = .05; * = .10

La Tabla 6 persigue identificar los determinantes socio-estructurales y

actitudinales de los votantes nacionalistas territoriales. En línea con los resultados vistos

hasta aquí, evaluamos la importancia del efecto “neto” de las identidades territoriales en

la predicción del sufragio nacionalista, una vez controlado el efecto de los principales

factores socio-estructurales que las predicen (el origen o la lengua), así como de un

condicionante actitudinal (la identificación izquierda-derecha). Este efecto neto es

especialmente fuerte en Cataluña y el País Vasco, con razones de probabilidad de 4,4 y

3,4, respectivamente. De nuevo, a continuación, encontramos a Galicia y Valencia,

prácticamente a la par, con un efecto “neto” menos fuerte pero estadísticamente

significativo y con razones de probabilidad en torno a 2,6. Cabe recordar que, además

de las diferencias en los controles (origen de 3 categorías en Comunidad Valenciana y

lengua materna regional en Galicia), en Galicia la variable dependiente es el voto

nacionalista fiel, esto es, tanto en elecciones generales como autonómicas, mientras que

en Andalucía y Valencia se trata del sufragio nacionalista en comicios autonómicos, sin

24

ningún otro requisito.

Como cabría esperar, al añadir más variables al modelo, especialmente variables

actitudinales, su ajuste a los datos se incrementa dramáticamente, quedando en este

orden: Cataluña (R2 de Nagelkerke de 0,45), País Vasco (0,4), Galicia (0,35), Valencia

(0,22) y Andalucía (0,16).

Los datos de Andalucía siguen un patrón completamente distinto. Si en la tabla

de contingencia la identidad no arrojaba un efecto significativo sobre el voto

nacionalista, el análisis multivariante indica que la única variable considerada con un

efecto apreciable es el nivel de estudios del encuestado, siendo más probable este

comportamiento entre las personas con un más años de estudio. Con todo, en esta

comunidad ninguna de las variables actitudinales arroja un efecto estadísticamente

significativo sobre este tipo de sufragio.16

Además de la importancia de las identidades relativas en Cataluña, el País

Vasco, Galicia y la Comunidad Valenciana sobre el voto nacionalista, en la mayoría de

éstas se aprecia un efecto directo, sin mediación de estas identidades, de factores socio-

estructurales característicos del cleavage territorial-cultural. En que respecta al origen

territorial familiar, se manifiesta un impacto destacado en Cataluña y País Vasco, sobre

todo entre personas con progenitores autóctonos (segunda generación). En cambio, en

Andalucía y Comunidad Valenciana el origen geográfico no presenta efectos

estadísticamente significativos. A su vez, por carecer de este dato, en Galicia se ha

acudido al uso de la lengua vernácula como factor de la estructura social, la cual

también presenta un efecto sustancial cualquiera que sea la identidad territorial.

Por añadidura, otros factores también arrojan efectos estadísticamente

significativos. Entre ellos destacan la clase social y la edad en Cataluña y País Vasco; el

nivel de estudios en Andalucía, Galicia y, en menor medida, el Principado; así como la

religiosidad católica en el Principado, Vascongadas y Galicia. La orientación izquierda-

derecha es relevante en el Principado, Levante y Galicia, con una mayor propensión

entre los conservadores en la primera y entre los progresistas en las otras dos. Respecto

a las variables contextuales, se observa más voto nacionalista en los municipios

pequeños de Cataluña y País Vasco que en los grandes, así como en las

circunscripciones provinciales de Gerona, Orense y Vizcaya comparadas con las de

Barcelona, Coruña y Álava, y menos voto nacionalista en las provincias de Castellón y 16 También se ha evaluado y descartado una virtual colinearidad entre origen e identidad respecto al voto nacionalista en Andalucía.

25

Lugo comparadas con Valencia y La Coruña.

Algún lector perspicaz puede notar cierto efecto positivo de la religiosidad

católica en el voto nacionalista catalán y vasco una vez se incorporan las variables

actitudinales al modelo puramente socio-estructural precedente, donde el efecto era

inexistente. Pese a los límites de espacio, por su interés, brevemente ofrecemos una

interpretación: el efecto de esta religiosidad en el nacionalismo actitudinal es negativo,

como también lo es el de la identidad izquierda-derecha en el voto nacionalista; sin

embargo, el efecto de esta religiosidad en la identidad izquierda-derecha es positivo; es

por ello que la relación directa entre esta religiosidad y el sufragio nacionalista sin

controlar por identidad izquierda-derecha arroja una forma de espuriedad poco habitual:

ocultación de una relación que sí logra observarse con una especificación más completa.

Balance y conclusiones

Este análisis demuestra que bajo la dimensión nacionalista de competencia

electoral en diversas comunidades autónomas subyace una madeja, fuertemente

estructurada y persistente, de relaciones entre factores sociales, culturales y políticos: un

verdadero cleavage territorial-cultural que satisface empíricamente todos las

condiciones del concepto teórico original (Lipset y Rokkan, 1967; Bartollini y Mair,

1990). Algo que, aunque se dé por supuesto, podría no ser cierto. Prueba de ello es que,

al inicio de la década de 1980, la importancia de ser catalán autóctono o inmigrado para

predecir la identificación nacional y el voto, y la relevancia de ese sentimiento para la

misma predicción electoral, tuvieron mucha menos importancia de lo que adquirirían en

la siguiente década (Virós, 1987). Desde entonces los electorados de los principales

partidos de Cataluña han experimentado un giro paulatino desde una mayor

transversalidad a una mayor segmentación, homogeneidad interna y, en tiempos más

recientes, polarización, todo lo cual hace que la interrelación de factores aumente.

El origen geográfico familiar y la lengua familiar, condicionan con fuerza la

percepción o encuadre del conflicto político por la población en términos de

nacionalismos rivales. Es así aun controlando los efectos de numerosos factores

asociados con ambas variables sociodemográficas, con lo cual se descarta una virtual

espuriedad. Asimismo, se comprueba que otras variables también contribuyen a explicar

estas percepciones: la edad, la clase social – tan a menudo soslayada – y el nivel de

estudios, así como el tamaño del municipio y la provincia de residencia.

26

También se demuestra la poderosa influencia del origen y las identidades

territoriales relativas sobre el voto nacionalista territorial. Estudiando, en primer lugar,

la influencia directa de la situación individual en la estructura social, se constata el

enorme protagonismo del origen y, en Galicia, de la lengua materna, seguidos, a

distancia, y en mayor o menor medida dependiendo de la comunidad autónoma, por la

edad, clase social, nivel de estudios, religiosidad, tamaño del municipio y provincia.

Estos resultados confirman los de estudios precedentes citados más arriba y, asimismo,

amplían el abanico de factores con capacidad predictiva complementaria – en especial,

la clase social y el contexto geográfico.

El modelo explicativo completo brinda un resultado inesperado: en Cataluña,

Galicia y País Vasco, el origen y la lengua materna expresan su posición de influencia

sobre el sufragio nacionalista territorial incluso al incorporar las identidades relativas,

con las que comparten fuertes efectos. En perspectiva comparada, esto no es lo habitual

en modelos de explicación del voto que combinan variables socio-estructurales y

actitudinales (v.g., religiosidad o clase e ideología). Esto significa que una identificación

nominalmente igual sobre la escala identitaria – v.g. sentirse más de la comunidad

autónoma que español – a menudo implica cosas distintas para personas con orígenes

culturales distintos. Por añadidura, al añadir a sus efectos directos los que producen de

manera indirecta, por medio de esa identificación, su relevancia resulta enorme.

Por otra parte, otras variables también se asocian, aunque menos estrechamente,

con el voto nacionalista: la identificación en términos de izquierda y derecha y, de

nuevo, diversos condicionantes de la estructura social. Cabe reseñar también, sin

embargo, que la capacidad predictiva de los factores etno-políticos, en comparación con

Cataluña, País Vasco y Galicia, es considerablemente menor en la Comunidad

Valenciana y prácticamente nula en Andalucía.

El análisis también tiene implicaciones para la comprensión de los sistemas de

partidos y el funcionamiento del sistema político en el conjunto de España. Algunos de

los partidos de ámbito no estatal no sólo han tenido un papel importante, incluso

hegemónico, en sus comunidades autónomas, sino que han resultado decisivos para la

tarea de gobernar el país en su conjunto. Así, durante la Transición a la democracia, CiU

apoyó los gobiernos minoritarios de la Unión del Centro Democrático entre 1977 y

1982. Tras el colapso de este partido en 1982, el PSOE de Felipe González dominaría la

escena política española durante más de una década merced a sus mayorías absolutas

parlamentarias durante tres legislaturas consecutivas, mientras CiU y PNV concentraron

27

sus energías en consolidar su dominio sobre sus respectivos ámbitos autonómicos de

poder. Sin embargo, a principios de los años 90, con el telón de fondo de diversos

escándalos y en condiciones de malestar económico, en 1993 el PSOE únicamente pudo

mantenerse en el poder mediante un acuerdo de estabilidad gubernamental con CiU,

ampliado a PNV y Coalición Canaria. Este acuerdo – que marcaría los primeros

compases de un complejo proceso de reconfiguración de la estructura territorial del

Estado con un fuerte aumento de las presiones centrífugas – ayuda a identificar los

rasgos principales del sistema de partidos español.

La España de estas casi cuatro décadas tiene un sistema multipartidista con

fuerte tendencia bipartidista. Dada la naturaleza de las fracturas (cleavages) asociadas

con la estructura socio-económica y cultural del país, sin embargo, es muy difícil que un

partido obtenga mayoría absoluta en el Parlamento. Es más, dado el régimen electoral,

no ha surgido ningún partido centrista de ámbito estatal capaz de cumplir el papel de

partido “bisagra” que arbitre el equilibrio de fuerzas y mayorías parlamentarias

(Montero, 2000; Urdánoz, 2008; Pallarés, 2009). Así las cosas, en cuatro de las seis

legislaturas de los últimos veinte años, el apoyo de partidos nacionalistas periféricos –

principalmente CiU y ERC – ha resultado conveniente o incluso imprescindible para

asegurar la estabilidad gubernamental. Esta dependencia semi-estructural del gobierno

central respecto a estas fuerzas les ha dado una sólida posición para negociar y obtener

cotas cada vez más altas de autogobierno, más recursos financieros, y más garantías de

“no-interferencia” en los asuntos autonómicos. Quizás los ejemplos más dramáticos de

esta dependencia semi-estructural puedan hallarse en las negociaciones postelectorales

de 1993 y 1996 para investir Presidente del Gobierno. En ambas ocasiones CiU pudo

arrancar concesiones en términos de recursos financieros, tanto del PSOE como del PP.

En 2000 el PP alcanzó la mayoría absoluta y la legislatura se caracterizaría por

una postura nacionalista española militante que descartaba de manera tajante más

concesiones – hostilidad que provocaría enorme agitación de los nacionalismos

periféricos en Cataluña, País Vasco e, incluso, Galicia (Aguilar y Ballesteros, 2005;

Martínez y Miley, 2010 y 2011). Empero, cuatro años más tarde, la dependencia semi-

estructural respecto a las fuerzas periféricas regresaría con un nuevo gobierno del PSOE

con mayoría simple: primero con la forja de una coalición de gobierno de centro-

izquierda con ERC y otras fuerzas con menor representación parlamentaria, denominada

“La Izquierda Plural”; hacia mediados de su segundo mandato, no obstante, los

socialistas prefirieron de nuevo a CiU.

28

Desde el restablecimiento de la democracia en España, las pautas de consenso y

conflicto en el sistema de partidos se han estructurado sobre dos fracturas principales:

“izquierda-derecha” y “centro-periferia”. Debido al legado de la Guerra Civil, en la

España postfranquista el primer eje de competencia entre partidos incorpora tanto el

conflicto entre trabajo y capital como entre valores católicos y valores seculares (Sani y

Montero, 1986). Aun así, como diversos estudios documentan, hasta años recientes el

segundo había permanecido esencialmente independiente del primero (v.g. Pallarés et

al., 1991; Padró-Solanet y Colomer, 1992; Riba, 2000).

Una de las tácticas del PSOE de Rodríguez Zapatero para alcanzar la hegemonía

consistió en la forja de una coalición con el mayor número posible de partidos

nacionalistas y regionalistas, logrando efectivamente arrinconar a los conservadores

españoles.17 Así, el PP quedó como la última y única fuerza – junto con una única

diputada de UPyD – que defendía inequívocamente el statu quo en lo tocante a la

estructura territorial del Estado. Más aun, el PP adquirió, en cierta forma, un monopolio

del uso de los símbolos nacionales españoles en el espacio público; pero este monopolio

no se debía tanto a un esfuerzo por eliminar la competencia como a la retirada del

potencial competidor. En consecuencia, cabría argumentar que el movimiento del PSOE

hacia un entendimiento y estrecha colaboración con múltiples partidos subestatales y

hacia un modelo – siempre indefinido pero abierto – de mayor descentralización

fundiría, de algún modo, en uno solo los dos ejes del conflicto político y competencia

interpartidista de la España contemporánea.

Como cabía esperar, esta estrategia de la dirección del PSOE provocó una

intensa oposición del PP, y también bastante disconformidad en el seno de su propio

partido. De hecho, durante sus dos mandatos, Rodríguez Zapatero arriesgó gran parte de

su capital político en esta estrategia. Por tanto, los temas relacionados con la

distribución territorial del poder y con la identidad nacional española han ocupado un

lugar central en las disputas entre los dos partidos principales, llegando así a devenir el

epicentro de la lucha entre gobierno y oposición.

La postura del Gobierno resultó incomprensible e incluso alienante para las

inquietudes y sentimientos de amplios segmentos de la ciudadanía que se preocupan por

la cultura común, la cohesión nacional y, en particular, la solidaridad entre las regiones.

17 El PSOE fue tan eficaz en su aproximación a los partidos regionalistas como para lograr socavar y, finalmente, en 2008, romper, el acuerdo de estrecha colaboración que había existido desde 1991 entre el PP y Unión del Pueblo Navarro, el partido de centro-derecha que gobierna Navarra.

29

Estos segmentos comprenden también partes sustanciales de las poblaciones de

Cataluña y País Vasco, las cuales han nutrido de activistas las filas de nuevos partidos

single-issue (monotemáticos) dedicados casi en exclusiva a la defensa de la unidad

española, dentro de plataformas decididamente centristas, de cuño liberal con pinceladas

progresistas. La capacidad de Ciutadans, en Cataluña, así como de UPyD, en el País

Vasco, en el Congreso de los Diputados y, después, en la Comunidad de Madrid, para

superar los formidables obstáculos a la representación, de tipo “cártel”, pone de

manifiesto la profundidad del descontento entre amplias capas de la ciudadanía, no sólo

respecto de los partidos mayoritarios – respecto a los cuales cabe hablar hasta de

“desafecto” – sino también respecto al Estado de las Autonomías, para el cual el apoyo

se ha deteriorado dramáticamente desde 2010.

Así pues, la importancia del antagonismo entre nacionalismos, tanto los

territoriales como el español, tiene consecuencias para el conjunto del sistema político

español, y parece estar llevando, junto a otros factores, a una reconfiguración del

sistema de partidos, tanto a escala del conjunto del país como en las propias

comunidades autónomas cuna de los principales nacionalismos territoriales. Un

desalineamiento electoral cuyo principal perjudicado parece ser el PSOE, no sólo en

Cataluña y País Vasco sino en el conjunto de España. Más en concreto, desde el

segundo mandato de Rodríguez Zapatero se ha producido una mayor segmentación de

los electorados de los principales partidos de Cataluña y País Vasco, que han devenido

así menos transversales en términos de identificación nacional, a la vez que se ha

tensado el eje de conflicto centro-periferia con una mayor polarización. Un proceso que

se pone de manifiesto en la poderosa relación entre los factores examinados por el

presente estudio en las comunidades con nacionalismos territoriales más poderosos.

Bibliografía AGUILAR, Paloma; Ignacio SÁNCHEZ-CUENCA. 2007. “¿Gestión o representación? Los

determinantes del voto en contextos políticos complejos”. Revista Española de

Investigaciones Sociológicas, 117: 61-86.

ALDRICH, John H.; Forrest NELSON. 1990. Linear Probability, Logit and Probit Models.

Newbury Park (California): Sage.

ANDRÉS ORIZO, F.; A. SÁNCHEZ FERNÁNDEZ. 1991. El sistema de valors dels catalans.

Catalunya dins l'enquesta europea de valors dels anys 1990. Barcelona: Institut Català

d'Estudis Mediterranis.

30

BALCELLS, Laia. 2007. “Es el voto nacionalista un voto de proximidad o un voto de

compensación? Una nueva aproximación ‘espacial’ al voto en dos dimensiones.” Revista

Española de Ciencia Política, 16: 61-88.

BARCELÓ, Joan. 2014. “Contextual Effects on Subjective National Identity”. Nations and

Nationalism, forthcoming.

BARRERA GONZÁLEZ, Andrés. 1995. “Language, Collective Identities and Nationalism in

Catalonia, and Spain in General”. Working Paper 95/6. Florencia: European University

Institute. BARTOLINI, Stefano; Peter MAIR. 1990. Identity, competition, and electoral availability. The

stabilisation of European electorates, 1885-1985. Cambridge: Cambridge University.

BOLLEN, Kenneth; Juan DÍEZ-MEDRANO. 1998. “Who are the Spaniards? The effect of ethnic

origin, economic development, economic specialization, and cognitive skills on

attachment to the nation-state in the Spanish context”. Social Forces, 77(2): 587-621.

BRENAN, Gerald. 1977. El laberinto español: antecedentes sociales y políticos de la Guerra

Civil. Barcelona: Ibérica de Ediciones y Publicaciones.

CAMPBELL, Angus. 1960. The American Voter. New York: Wiley and Sons.

CHANDRA, Kanchan; Steven WILKINSON. 2008. “Measuring the effect of ‘ethnicity’”.

Comparative Political Studies, 41(4-5): 515-563.

CHERNYHA, Lachen T.; Steven L. BURG. 2012 “Accounting for the Effects of Identity on

Political Behavior Descent, Strength of Attachment, and Preferences in the Regions of

Spain”. Comparative Political Studies, 45(6): 774-803.

DE LA CALLE, Luis. 2005. “Cuando la proximidad deja de ser importante: modelos espaciales y

voto en la política vasca, 1994-2001”. Revista Española de Ciencia Política, 12: 21-52.

DE LA GRANJA, José Luis. 1986. Nacionalismo y II República en el País Vasco. Madrid: Centro

de Investigaciones Sociológicas.

DÍEZ MEDRANO, Juan; Blanca GARCÍA-MON; Juan DÍEZ NICOLÁS. 1989. "El significado de ser

de izquierdas en la España actual". Revista Española de Investigaciones Sociológicas,

45: 9-41.

FEITO ALONSO, Rafael. 1998. Sociología política de las clases sociales: estudio empírico

referido al caso español. Madrid: Entinema.

FERNÁNDEZ-ALBERTOS, José. 2002. “Votar en dos dimensiones: el peso del nacionalismo y la

ideología en el comportamiento electoral vasco, 1993-2001”. Revista Española de Ciencia

Política, 6: 153-181.

FONT, Joan. 1991. “Som dos milions: Els abstencionistes a les eleccions al Parlament de

Catalunya de 1988”. Estudis Electorals, 10. Barcelona: Fundació Jaume Bofill.

GEERTZ, Clifford. 1973. The Interpretation of Cultures. New York: Basic Books.

GELLNER, Ernest. 1983. Naciones y nacionalismo [1988]. Madrid: Alianza.

31

----. 1994. "Una visión alternativa", en Encuentros con el nacionalismo [1995]. Madrid: Alianza.

GUNTHER, Richard, Giacomo SANI; Goldie SHABAD. 1986. El sistema de partidos políticos en

España. Génesis y evolución. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas. (Cap. 9)

HROCH, Miroslav. 1985. Social Preconditions of National Revival in Europe. Cambridge

University.

LINZ, Juan J. 2013 [1967]. “El sistema de partidos en España: de la Restauración a la Guerra

Civil”. Pp. 147-234 en Partidos y elites políticas en España, Vol. 6 de Obras escogidas

(eds. J.R. Montero y T.J. Miley). Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.

[original en Seymur M. Lipset y Stein Rokkan (eds.) Party Systems and Voter

Alignments: Cross-National Perspectives. Nueva York: Free Press]

----; Manuel GÓMEZ-REINO; Francisco ANDRÉS ORIZO; Darío VILA. 1981. Informe sociológico

sobre el cambio político en España, 1975-1981, FOESSA-Euramérica, Madrid.

----. 1986. Conflicto en Euskadi. Madrid: Espasa-Calpe.

LIPSET, Seymour M. 1987. El hombre político. Las bases sociales de la política. Madrid: Tecnos.

----; Stein ROKKAN. 1967. "Estructuras de división, sistemas de partidos y alineamientos

electorales", en Batlle (ed.) Diez textos básicos de Ciencia Política, Barcelona: Ariel,

1992.

LONG, J. Scott. 1997. Regression Models for Categorical and Limited Dependent Variables.

Advanced Quantitative Techniques in the Social Sciences 7. Sage Publications:

Thousand Oaks, CA.

MARFANY, Joan-Lluís. 1996. La cultura del catalanisme. El nacionalisme català en els seus

inicis. Barcelona: Empúries.

MARTÍNEZ HERRERA. 1994. "Origen, cultura política y comportamiento electoral en Cataluña".

Tesina de Licenciatura. Universitat Autònoma de Barcelona e Institut de Ciències

Polítiques i Socials.

----. 1999. “El cleavage territorial-cultural en Cataluña: una evaluación multivariable”. VI

Congreso de Ciencia Política y de la Administración, AECPA. Granada.

----. 2002. “From Nation-Building to Building Identification with Political Communities.

Consequences of Political Decentralisation in Spain, the Basque Country, Catalonia and

Galicia, 1978-2001”. European Journal of Political Research, 41(4): 421-453.

----; Thomas J. MILEY. 2010. “The Constitution and the Politics of National Identity in

Contemporary Spain”. Nations & Nationalism, 16: 6-30.

----. 2011. “España en manos de CiU”. Viejo Topo, 278: 26-35.

----; Marta PARADÉS. 2014. “Identidades andaluza y española. Ciudadanía y parlamentario

autonómicos”. Págs. 19-47 en X. Coller (ed.) Perspectivas sobre la identidad andaluza:

políticos, intelectuales y ciudadanía. Sevilla: Centro de Estudios Andaluces.

32

MERCADÉ, Francesc. 1990. “Identidad, lengua y marco legal en Cataluña”. Revista Española de

Investigaciones Sociológicas, 49: 193-220.

MOLAS, Isidre. 1992. “Electores, simpatizantes y partidos políticos: el caso de Cataluña”.

Revista del Centro de Estudios Constitucionales, 12: 145-179.

MONTERO, José Ramón. 1994. “Religiosidad y voto en España”. Revista de Estudios Políticos,

83 (pp. 77-111).

----. 2000. “Reformas y panaceas del sistema electoral”. Claves de Razón Práctica, 99: 32-38.

----; Joan FONT. 1991. “El voto dual: lealtad y transferencia de votos en las elecciones

autonómicas”. Estudis Electorals, 10: 183-211. Barcelona: Fundació Bofill.

MONTERO, José Ramón; Mariano TORCAL. 1995. “Cambio cultural, conflictos políticos y

política en España”. Revista de Estudios Políticos, 89.

PADRÓ-SOLANET, Albert; y J.M. COLOMER. 1992. “Espacio político-ideológico y temas de

campaña”. Revista de Estudios Políticos, 78: 131-159.

PALLARÉS, Francesc. 1994. “Las elecciones autonómicas en España: 1980-1992”, en F. Pallarés

(ed.) Comportamiento político y electoral. Madrid: Centro de Investigaciones

Sociológicas.

----. 2009. “Cuestión de democracia: la necesaria desconstitucionalización de la circunscripción

provincial en las elecciones al Congreso. Razones, problemas y retos”. Pp. 777-823 en

Estudios sobre la Constitución Española. Homenaje al Profesor Jordi Solé-Tura.

Madrid: Ed. Cortes Generales.

----. 2010. “Elecciones y comportamiento electoral en Cataluña: una perspectiva evolutiva

(1977-2008)” en Pablo Oñate (ed.) 30 años de elecciones en España. Valencia: Ed.

Tirant lo Blanch, 2010.

----. 2011. “Las elecciones autonómicas de Noviembre de 2010 en Cataluña”. En Informe

Comunidades Autónomas, 2010. Barcelona: Instituto de Derecho Público.

----. 2012. “Las elecciones autonómicas de Mayo de 2011 en la Comunidad Valenciana”. En

Informe Comunidades Autónomas, 2011. Barcelona: Instituto de Derecho Público.

----; Joan FONT. 1994. “Las elecciones autonómicas en Cataluña (1980-1992)”, en P. del Castillo

(ed.), Comportamiento político y electoral. Madrid: CIS.

----; J.R. MONTERO; F.J. LLERA. 1997. “Non state-wide parties in Spain: An attitudinal study of

nationalism and regionalism”. Publius. The Journal of Federalism 27(4): 135-170.

----; Maria Rosa VIRÓS; Ramón M. CANALS. 1991. “Els eixos de competència electoral”. Estudis

Electorals, 10. Barcelona: Fundació Bofill.

PANEBIANCO, Angelo. 1990. Modelos de partido. Organización y poder en los partidos políticos.

Madrid: Alianza.

PERCHERON, Annick; M. Kent JENNINGS. 1981. “Political continuities in French families: A new

perspective on an old controversy”. Comparative Politics, 13(4): 421-436.

33

RIBA, Clara. 1995. “Vot dual i abstenció diferencial. Tres aproximacions a l’estudi del

comportament electoral a Catalunya (1982-1993)”. Tesis doctoral, Universitat Autónoma

de Barcelona.

----. 2000. “Voto dual y abstención diferencial. Un estudio sobre el comportamiento electoral en

Cataluña”. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 91: 59-88.

SANI, Giacomo; José Ramón MONTERO. 1986. “El espectro político: izquierda, derecha y

centro”. En J.J. Linz y J.R. Montero (eds.) Crisis y cambio: electores y partidos en la

España de los años 80. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.

SHABAD, Goldie; Richard GUNTHER. 1982. “Language, nationalism and political conflict in

Spain”. Comparative Politics 14(4)(July): 443-477.

TORCAL; Mariano; Scott MAINWARING. 2003. “The Political Recrafting of Social Bases of

Party Competition: Chile 1973-95”. British Journal of Political Science, 33(1): 55-84.

TUSELL, Javier. 1971. Las elecciones del Frente Popular en España. Madrid: Cuadernos para el

Diálogo.

----. 1982. Las Constituyentes de 1931: unas elecciones de transición. Madrid: Centro de

Investigaciones Sociológicas. URDÁNOZ, Jorge. 2008. “Ingeniería del sufragio. Artimañas electorales vs. valores

democráticos”. Claves de Razón Práctica, 180: 58-67.

VIRÓS, Maria Rosa. 1987. “Comportamiento electoral en Cataluña”. En Josep M. Rotger

(coord.) Visión de Cataluña: el cambio y la reconstrucción nacional desde la

perspectiva sociológica. Barcelona: Diputació de Barcelona.

----; Ramón M. CANALS; Francesc PALLARÉS. 1991. “Influència en l’opció electoral d’alguns

factors sòcio-democràfics i polítics. Perfil dels electorats”. Estudis Electorals, 10.

Barcelona: Fundació Bofill.