Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús A.R. · De la vinculación de la Iglesia con las...

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CONSTITUCION 2016 Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús A.R.

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  • CONSTITUCION 2016

    Iglesia Apostólica de la Fe en

    Cristo Jesús A.R.

  • Primera sección. Capítulo primero. Del nombre y sus propósitos.

    Artículo 1. Del nombre. Artículo 2. Propósitos. Artículo 3. De las relaciones con otras organizaciones eclesiásticas. Artículo 4. De la vinculación de la Iglesia con las asociaciones religiosas.

    Capítulo segundo Principios doctrinales Artículo 5. Unicidad divina. Dios Jesucristo Espíritu Santo Resurrección de Jesucristo Artículo 6. De la Institución. La Iglesia La Iglesia y el Estado Servicio Militar Sistema Económico de la Iglesia El Cuerpo Ministerial Artículo 7. Sacramentos, prerrogativas y requerimientos. Bautismo Comunión Matrimonio Sanidad Divina Santidad Pecado de Muerte Artículo 8. Escatología. Resurrección de Justos e Injustos Recogimiento de la Iglesia y el Milenio Juicio Final

    Segunda sección. Capítulo tercero. De la Mesa Directiva General.

    Artículo 9. Organización de la Mesa Directiva General. Artículo 10. Elección. Artículo 11. Comisión Calificadora. Artículo 12. Requisitos para ser miembro de la Mesa Directiva General. Artículo 13. Deberes del Obispo Presidente. Artículo 14. Atribuciones del Obispo Presidente. Artículo 15. Deberes del Secretario Supervisor en los Estados Unidos de

    América. Artículo 16. Atribuciones del Secretario Supervisor en los Estados Unidos

    de América. Artículo 17. Deberes del Secretario General. Artículo 18. Atribuciones del Secretario General. Artículo 19. Deberes del Secretario Administrador General. Artículo 20. Atribuciones del Secretario Administrador General. Artículo 21. Deberes del Secretario de Misiones Internacionales.

  • Artículo 22. Atribuciones del Secretario de Misiones Internacionales. Artículo 23. Deberes del Secretario de Educación Cristiana. Artículo 24. Atribuciones del Secretario de Educación Cristiana. Artículo 25. Deberes del Secretario de Evangelización. Artículo 26. Deberes del Secretario de Asistencia Social. Artículo 27. Poderes de la Mesa Directiva General.

    Capítulo Cuarto

    Artículo 28. Atención a la obra. Artículo 29. Decesos, renuncias y ceses. Artículo 30. Derechos. Artículo 31. Credenciales, nombramientos y cartas de recomendación. Artículo 32. De las Convenciones Generales. Artículo 33. Reuniones episcopales. Artículo 34. De la obra misionera. Artículo 35. Requisitos para ser misionero.

    Tercera sección. Capítulo quinto. De los distritos.

    Artículo 36. Organización de los distritos. Artículo 37. Supervisión de los distritos. Artículo 38. Requisitos para ser obispo. Artículo 39. Deberes de los obispos. Artículo 40. Atribuciones de los obispos. Artículo 41. De las elecciones de los obispos. Artículo 42. De la elección del secretario y el administrador distrital. Artículo 43. De la comisión calificadora. Artículo 44. El secretario de distrito. Artículo 45. El Administrador Distrital. Artículo 46. Del sistema económico de los distritos. Artículo 47. De las convenciones de distrito.

    Capítulo Sexto. De los presbiterios.

    Artículo 48. Organización de los Presbiterios. Artículo 49. Requisitos para ser presbítero. Artículo 50. Deberes de los presbíteros. Artículo 51. Atribuciones de los presbíteros.

    Cuarta sección. Capítulo séptimo. Iglesias locales.

    Introducción. Artículo 52. De los miembros de la iglesia. Artículo 53. Reglamentos de admisión. Artículo 54. Significado de plena comunión. Artículo 55. Disciplina para los miembros de la Iglesia. Artículo 56. Disciplina correctiva.

  • Artículo 57. Aplicación de la disciplina.

    Capítulo octavo. Funcionamiento de las iglesias locales.

    Artículo 58. Requisitos para que un grupo se constituya en iglesia. Artículo 59. Procedimiento para constituir una iglesia. Artículo 60. Establecimiento de nuevas iglesias con el nuevo modelo

    eclesial. Además del establecimiento de iglesias en conformidad con los artículos 58 y 59, se establecerán obligatoriamente nuevas congregaciones de acuerdo a las siguientes reglas.

    Artículo 61. Templos y predios. Artículo 62. De la autoridad pastoral. Artículo 63. Obligaciones de los pastores. Artículo 64. Deberes de los pastores. Artículo 65. Derechos de los pastores. Artículo 66. De los cambios pastorales. Artículo 67. De los secretarios de las iglesias locales. Artículo 68. De los administradores de las iglesias locales. Artículo 69. Elección del secretario y administrador local. Artículo 70. De las sesiones de negocios. Artículo 71. Red de células y ministerios.

    Quinta sección. Capítulo noveno. El ministerio de todos los creyentes.

    Introducción. Artículo 72. Ministerio de todos los creyentes. Artículo 73. De los ministros ordenados. Artículo 74. Obligaciones morales y espirituales de los ministros. Artículo 75. Duración y ubicación del ministerio. Artículo 76. De los asistentes de pastor. Artículo 77. De los evangelistas. Artículo 78. De los ministros en receso. Artículo 79. De la lealtad. Artículo 79 Bis. De los Obispos Eméritos

    Sexta sección. Capítulo décimo. Economía.

    Introducción. Artículo 80. Deberes económicos de la Mesa Directiva General y de los

    obispos. Artículo 81. Obligaciones económicas de evangelistas y misioneros. Artículo 82. Deberes económicos de ministros y pastores. Artículo 83. Deberes individuales. Artículo 84. Deberes económicos de las iglesias. Artículo 85. Ayuda de manutención. Artículo 86. En los distritos. Artículo 87. En las iglesias.

  • Artículo 88. Fondo de la escuela bíblica y de ministerios. Artículo 89. Otros fondos. Artículo 90. Otras indicaciones.

    Séptima sección. Capítulo décimo primero. Reformas.

    Artículo 91. Violaciones a la Constitución. Artículo 92. Reformas a la Constitución.

  • Primera sección. Capítulo primero.

    Del nombre y sus propósitos.

    Artículo 1. Del nombre.

    El rubro con que se denominará esta corporación será: Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús.

    Artículo 2. Propósitos.

    La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús se ha organizado con los siguientes propósitos: I. Predicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo y practicar su doctrina, según el orden apostólico, para la regeneración y salvación de las almas. II. Agrupar bajo un mismo rubro a todas las iglesias existentes o congregaciones que estén de acuerdo con estos principios doctrinales, de disciplina, de organización y económicos. III. Organizar conforme a los principios de doctrina, organización, economía y disciplina delineados en esta Constitución, a las iglesias que se vayan estableciendo y las que se adhieran al movimiento. IV. Mantener la comunión espiritual entre todos los miembros que forman esta Iglesia y estimular el crecimiento y extendimiento de la obra de nuestro Señor Jesucristo en todo el mundo (Mateo 28:19; Marcos 16:15; Lucas 24:47). V. Procurar por todos los medios posibles la ayuda mutua y la protección entre todos los miembros, para elevar así en el más alto grado su vida espiritual, moral y social, dentro de las reglas del cristianismo y el amor fraternal (Hebreos 13:1,2). VI. Seleccionar, preparar y ordenar a los ministros que sean necesarios para atender las diferentes funciones en la Iglesia. Para su preparación se establecerán las escuelas bíblicas y colegios que sean necesarios.

  • VII. Para cumplir con las finalidades mencionadas en los incisos anteriores, la Iglesia deberá adquirir y administrar las propiedades necesarias, de acuerdo con las leyes que en materia religiosa rijan en cada país donde la Iglesia esté establecida. Artículo 3. De las relaciones con otras organizaciones eclesiásticas. I. Creemos en la universalidad de la Iglesia y que ésta debe estar unida por los vínculos del amor y lealtad a los principios doctrinales señalados en la Palabra de Dios. II. Creemos también que la unidad de la fe es meta a la cual podemos llegar sólo conservando la unidad del espíritu en el vínculo de la paz (Efesios 4:3). Por lo tanto, estimamos y respetamos a todas las organizaciones cristianas, aclarando que podemos asociarnos en el compañerismo cristiano para impulsar los ideales comunes, con aquellos de creencias similares a las nuestras, pero deseamos conservar nuestra propia independencia y no aceptamos ningún pacto o compromiso que nos prive de predicar el evangelio a toda criatura. III. Aunque estimamos y respetamos a todas las organizaciones evangélicas que difieren de nuestras creencias básicas, en ningún caso podemos aceptar que se nos prive por algún compromiso o por la simple aceptación del compañerismo, de la libertad de presentar nuestros puntos doctrinales y de recibir en plena comunión en nuestra Iglesia a aquellas personas que voluntariamente los acepten. Recomendamos que los ministros de nuestra Iglesia traten con respeto y consideración a todas las personas de otras creencias, pero que en ningún momento comprometan sus principios doctrinales a su libertad de acción. IV. Extenderemos siempre nuestra diestra de compañía a quienes sirvan sinceramente a Dios de conformidad con los principios expuestos en las Sagradas Escrituras, y se esfuercen por extender su reino en la tierra, y además reiteramos nuestro apoyo a la causa bíblica; recomendando a todos nuestros ministros y miembros de la Iglesia, que cooperen desinteresada y activamente para que las Sagradas Escrituras circulen con profusión.

  • V. Creemos que las condiciones raciales, geográficas, históricas, culturales, tradicionales y nacionales producen diferencias en el modo de pensar y actuar. Consecuentemente, en nuestras relaciones con organizaciones de doctrinas similares a las nuestras, aceptamos y respetamos estas características, cuando no impliquen desobediencia a las enseñanzas bíblicas fundamentales (Hechos 10:34,35; Romanos 14:1-23; 15:1,2; 1 Corintios 8:5-13). Artículo 4. De la vinculación de la Iglesia con las asociaciones religiosas. La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús y la misma como asociación religiosa, constituyen dos organizaciones vinculadas pero diferentes y la segunda estará subordinada a la primera. Esto se debe a la doble naturaleza de la Iglesia: Bíblicamente, Dios a través de las edades ha estado llamando y formando un pueblo a través del cual, asimismo, ha estado actuando en la historia humana. De esta manera el Señor constituyó a la Iglesia la cual es considerada como la comunidad del Espíritu Santo, el cuerpo de Cristo que existe ahora tanto en la tierra, como en los lugares celestiales (Efesios 1:3; 2:6; 3:10). Por lo tanto, la Iglesia es una realidad compuesta de elementos divinos y humanos que implican que la misma tiene que estar sujeta a la ley de Dios y a sus propias normas, así como también tiene que moverse en el marco jurídico justo que las autoridades civiles le señalen. No obstante, esto último no significa que la Iglesia tenga que subordinarse a la figura jurídica que le asigne el Estado, de asociación religiosa, corporación, etc., que de por sí es de procedencia meramente social y por ende temporal, sino al contrario, la Iglesia por su origen, naturaleza y trascendencia, como ya se mencionó antes, tendrá que estar por encima de aquella. De este modo, las asociaciones religiosas sólo cumplen la función de instrumentos necesarios e inseparables para que la Iglesia realice los fines que previene la ley, como son que por conducto de ellas, la misma Iglesia tenga propiedad de bienes inmuebles, así como una representación ante las autoridades civiles y para gestionar ante las mismas, la autorización relacionada con los actos de culto público, etc. Por otra parte, téngase presente que las asociaciones religiosas no son la misma Iglesia, sino a la que necesariamente están vinculadas dichas asociaciones, pues estas sólo existen en función de la

  • Iglesia, misma a la que le deben estar subordinadas. En tal virtud, reafirmamos que: I. La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, a través de su Mesa Directiva General, tiene la autoridad de formar conforme a las leyes conducentes de cada país y para todos sus efectos legales, la o las asociaciones religiosas que necesite, ayuden a cumplir los propósitos y estén al servicio de la misma Iglesia, de su pueblo fiel y de sus directivos. II. Para efecto de coordinar el correcto funcionamiento, vinculación y subordinación de las asociaciones religiosas a la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, así como para que cumplan los fines para los cuales fueron creadas, se organizará una asociación religiosa general, a la cual estarán subordinadas todas las asociaciones religiosas donde se encuentre establecida la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús. III. La organización y funcionamiento de cualquier otra asociación religiosa, se hará con la autorización de la Mesa Directiva General de la Iglesia y de acuerdo con la formación de nuevos distritos, además de alguna otra necesidad específica que lo requiera, manteniendo la vinculación y subordinación con la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús. IV. Puesto que la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús es diferente a las asociaciones religiosas, éstas son una parte vinculadas a ella, cada asociación tendrá sus propios reglamentos siempre y cuando sean aprobados por la Mesa Directiva General de la Iglesia. Dichos reglamentos en ningún caso se contrapondrán a los de la Constitución de la Iglesia. V. La vinculación y subordinación de las asociaciones religiosas a la Iglesia, se estipularán claramente en los estatutos de las mismas, puntualizando la autoridad que tiene la Mesa Directiva General de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús para nombrar a los asociados y para dar directrices, por conducto de los mismos asociados que los órganos de cada asociación religiosa deben acatar. VI. La disolución de alguna de las asociaciones religiosas, será por alguna causa justificada, y cuando así lo considere conveniente la Mesa Directiva General de la Iglesia Apostólica de

  • la Fe en Cristo Jesús, y de acuerdo con la ley vigente del país respectivo.

    Capítulo segundo Principios doctrinales

    Artículo 5. Unicidad divina. Dios. Creemos que hay un solo Dios que se ha manifestado al mundo en distintas formas a través de las edades y que especialmente se ha revelado como Padre en la creación del universo, como Hijo en la redención de la humanidad y como Espíritu Santo derramándose en los corazones de los creyentes. Este Dios es el creador de todo lo que existe, sea visible o invisible, eterno, infinito en poder, Santo en su naturaleza, atributos y propósitos y poseyendo una Divinidad absoluta e indivisible; es infinito en su inmensidad, inconcebible en su modo de ser e indescriptible en su esencia; conocido completamente sólo por sí mismo, porque una mente infinita sólo ella puede comprenderse a sí misma. No tiene cuerpo ni partes y por lo tanto está libre de todas las limitaciones. “El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es” (Deuteronomio 6:4; Marcos 12:29). “Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios...” (1 Corintios 8:5,6). Jesucristo. Creemos que Jesucristo nació milagrosamente del vientre de la virgen María, por obra del Espíritu Santo, y que al mismo tiempo es el único y verdadero Dios (Romanos 9:5; 1 Juan 5:20). El mismo Dios del Antiguo Testamento tomó forma humana (Isaías 60:1-3). “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros...” (Juan 1:14). “Y sin contradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne, ha sido justificado en el Espíritu; ha sido visto de los ángeles; ha sido predicado a los gentiles; ha sido creído en el mundo; ha sido recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16).

  • Creemos que en Jesucristo se mezclaron en una forma perfecta e incomprensible los atributos divinos y la naturaleza humana. Por parte de María, en cuyo vientre tomó forma de hombre, era humano; por parte del Espíritu Santo, que fue el que lo engendró en María, era divino; por eso se le llama Hijo de Dios e Hijo de hombre. Por lo tanto, creemos que Jesucristo es Dios “y que en él habita toda la plenitud de la Divinidad corporalmente” (Colosenses 2:9), y que la Biblia da a conocer todos los atributos: es Padre Eterno, a la vez que es un niño que nos ha nacido (Isaías 9:6). Es creador de todo (Isaías 45:18; Colosenses 1:16,17). Es omnipresente (Deuteronomio 4:39; Juan 3:13). Hace maravillas como Dios Todopoderoso (Salmos 86:10; Lucas 5:24:26). Tiene potestad sobre el mar (Salmos 107:29,30; Marcos 4:37-39). Es el mismo siempre (Salmos 102:27; Hebreos 13:8). Espíritu Santo. Creemos en el bautismo del Espíritu Santo, prometido por Dios en el Antiguo Testamento y derramado después de la glorificación del Señor Jesucristo, que es quien lo envía (Joel 2:28, 29; Juan 7:37-39; 14:16-26; Hechos 2:1-4). Creemos, además, que la demostración de que una persona ha sido bautizada con el Espíritu Santo, son las nuevas lenguas o idiomas en que el creyente puede hablar, y que esta señal es también para nuestro tiempo. Creemos también, que el Espíritu Santo es potencia que permite testificar de Cristo (Hechos 1:8), y que sirve para la formación de un carácter cristiano más agradable a Dios (Gálatas 5:22-25). El mismo Espíritu da dones a los hombres, que sirven para la edificación de la Iglesia (Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:1-12; Efesios 4:7-13), pero no aceptamos que haya en ningún hombre la facultad de impartir a otro algún don, pues “todas estas cosas obra uno y el mismo espíritu, repartiendo a cada uno como quiere” (1 Corintios 12:11). “Y a cada uno es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Efesios 4:7). Todos los miembros de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, deben buscar el Espíritu Santo y tratar de vivir constantemente en el Espíritu, como lo recomienda la Palabra de Dios (Romanos 8:5-16; Efesios 5:18; Colosenses 3:5).

  • Resurrección de Jesucristo. Creemos en la resurrección literal de nuestro Señor Jesucristo que se efectuó al tercer día de su muerte, como lo relatan los evangelistas (Mateo 28:1-10; Marcos 16:1-20; Lucas 24:1-12, 36-44; Juan 20:1-18). Esta resurrección había sido anunciada por los profetas (Isaías 53:12) y es necesaria para nuestra esperanza y justificación (Romanos 4:25; 1 Corintios 15:20). Artículo 6. De la Institución. La Iglesia. Creemos que la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo es una, universal e indivisible, formada por todos los hombres, sin distinción de nacionalidad, idioma y cultura, que hayan aceptado a nuestro Señor Jesucristo como Salvador y hayan sido bautizados en agua por inmersión en su nombre (Mateo 28:19; Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:5; Romanos 6:1-4; Colosenses. 2:12), crean en el bautismo en el Espíritu Santo (Hechos 1:5; 2:1-4), vivan separados de la práctica del pecado, y perseveren sirviendo al Señor (Mateo 24:13; Romanos 2:7; 6:11-13; Efesios 4:22-32; 5:1-11). Los vínculos que unen a los miembros de la Iglesia son el amor de Dios y la fe cristocéntrica comunes, y su estandarte o bandera es el nombre de Jesucristo, ante cuyo emblema marcha gallardamente la Iglesia imponente como ejércitos en orden (Cantares 6:10). La Iglesia y el Estado. Creemos en la separación del Estado y la Iglesia y que ninguno debe intervenir en los asuntos internos del otro, pues aquí se cumple el precepto bíblico de dar lo que es de César a César y lo que es de Dios a Dios (Marcos 12:17). Los miembros de la Iglesia deben tomar participación en actividades cívicas de acuerdo con su capacidad e inclinaciones políticas, pero siempre reflejando sus ideas personales y no las de la Iglesia, que siempre es neutral y tiene cabida para los hombres de todos los credos políticos. Al mismo tiempo, todos los miembros de la Iglesia deben obedecer las autoridades civiles y todas las leyes y disposiciones que de ellas emanen, siempre que no contradiga

  • sus principios religiosos o los obliguen a hacer cosas en contra de su conciencia (Romanos 13:1-7). Servicio militar. La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, reconoce el gobierno humano como de ordenación divina (Romanos 13:1,2) y al hacerlo así, exhorta a sus miembros a que afirmen su lealtad a su patria. Siendo discípulos del Señor Jesucristo, es deber de todo cristiano obedecer sus preceptos y mandamientos que enseñan como sigue: “No resistáis al que es malo” (Mateo 5:39). “Tened paz con todos los hombres” (Hebreos 12:14). También Mateo 26:52; Romanos 12:19; Santiago 5:6; Apocalipsis 13:10. Por estas Escrituras, se cree y se interpreta que los seguidores de nuestro Señor Jesucristo no deben destruir propiedades ajenas o quitar vidas humanas. Se considera un pecado, que después de haber recibido el conocimiento de la verdad, haber sido perdonados de todos los pecados, y haber sido hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús, participe en acciones y actos diferentes a aquellos recomendados por la divina Palabra de Dios (Hebreos 6:4-9; 10:26,27). Por lo tanto, todos los miembros son exhortados a responder voluntaria y libremente al llamado de su gobierno, en tiempo de paz o de guerra, y prestar servicio en todas las capacidades no combatientes. La doctrina enseña que se ore porque tengamos siempre hombres de Dios como gobernantes, y orar por ellos para que tengan siempre guianza divina, y para que como naciones, seamos guardados fuera de la guerra, con honor, y vivir en paz continuamente (1 Timoteo 2:1-3). Sistema económico de la Iglesia. Creemos que el sistema que la Biblia enseña para la obtención de fondos necesarios para el cumplimiento de la misión de la Iglesia es el de diezmos y ofrendas, y que debe ser practicado por ministros y laicos igualmente (Génesis 28:22; Malaquías 3:10; Mateo 23:23; Lucas 6:38; Hechos 11:27-30; 1 Corintios 9:3-15; 16:1,2; 2 Corintios 8:1-16; 9:6-12; 11:7-9; Gálatas 6:6-10; Filipenses 4:10-12; 15-19; 1 Timoteo 5:17,18; Hebreos 13:16).

  • Sabiendo que la obra de Dios no tan sólo tiene el aspecto espiritual, sino también el material, creemos que es necesario reglamentar la manera en que se adquieran y distribuyan los fondos necesarios para responder a las necesidades materiales de la obra. El cuerpo ministerial. Creemos que para el desempeño del ministerio oficial de la Iglesia, Dios llama a cada persona, y que el Espíritu Santo confiere a cada ministro la facultad de servir a la Iglesia en distintas capacidades y con distintos dones, cuyas manifestaciones son todas para edificación del cuerpo de Cristo (Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:5-11; Efesios 4:11,12). Creemos también, que aunque el llamamiento al ministerio es de origen divino, la Palabra de Dios contiene suficientes enseñanzas sobre los requisitos que debe llenar la persona que vaya a servir en el ministerio, y que corresponde a los gobiernos eclesiásticos organizados, examinar a los candidatos al ministerio y determinar cuándo son dignos de aprobación, y la tarea a que se deban dedicar (Hechos 1:23-26; 6:1-3; 1 Timoteo 3:1-10; 4:14; 5:22; Tito 1:5-9). Creemos además, que el Espíritu Santo usa al ministro en distintas formas, según las necesidades de la obra de Dios y la capacidad y disposición personal del ministro. Nadie puede ser colocado en una posición más elevada que aquella a que se haga merecedor (Romanos 12:3; 1 Timoteo 3:13). Creemos que el obispado es el cargo más elevado en el ministerio, y que a quienes lo ocupan se les debe dar muestras especiales, consideraciones y respeto, sin menoscabo de los que ocupan posiciones de menor responsabilidad. Artículo 7. Sacramentos, prerrogativas y requerimientos. Bautismo. Creemos en el bautismo en agua, por inmersión y en el nombre de Jesucristo, el cual debe ser administrado por un ministro ordenado. El bautismo debe ser por inmersión, porque sólo así se representa la muerte del hombre al pecado, que debe ser semejante a la muerte de Cristo (Romanos 6:1-5). Y en el

  • nombre de Jesucristo, porque esta es la forma en que los apóstoles y ministros bautizaron en la edad primitiva de la Iglesia, según lo prueban las Sagradas Escrituras (Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:5; 22:16). Comunión. Creemos en la práctica literal de la Cena del Señor, que él mismo instituyó (Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:15-20; 1 Corintios 11:22-31). En esta ordenanza se debe usar pan sin levadura, que representa el cuerpo sin pecado de nuestro Señor Jesucristo, y vino sin fermentar, que representa la sangre de Cristo, que consumó nuestra redención. El objeto de esta ceremonia es conmemorar la muerte de nuestro Señor Jesucristo y anunciar que un día regresará al mundo, y al mismo tiempo para dar testimonio de la comunión que existe entre los creyentes. Ninguna persona debe participar de este acto si no es miembro fiel de la Iglesia y está en plena comunión, pues al hacerlo sin cumplir estas condiciones, no podrá discernir el cuerpo del Señor (1 Corintios 10:15-17; 11: 27,28; 2 Corintios 13:5). El Señor, al terminar de tomar la cena con sus apóstoles, celebró un acto que de momento los maravilló, y que fue el lavatorio de pies. Al terminar este acto, el maestro explicó a sus discípulos el significado de él, y les recomendó que se lavasen los pies los unos a los otros. La Iglesia practica este acto en combinación con la Cena del Señor o indistintamente, como un acto de humildad y confraternidad cristiana (1 Timoteo 5:10). Matrimonio. Creemos que el matrimonio es sagrado, pues fue establecido desde el principio y es honroso en todos (Génesis 2:21-24; Mateo 19:1-5; Hebreos 13:4). Los matrimonios deben verificarse según la Biblia y las parejas que no estén casadas deberán cumplir con este requisito. Creemos que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer declarados como varón o hembra en el momento de su

  • nacimiento y que debe perdurar mientras vivan los dos cónyuges. Al morir uno de ellos, el otro está libre para casarse y no peca si lo hace en el Señor (Romanos 7:1-3; 1Corintios 7:39). Creemos, además, que los matrimonios deben verificarse exclusivamente entre los miembros fieles. Ningún ministro deberá casar a un miembro de la iglesia con una persona inconversa. Los miembros que estando en plena comunión y se casaren con persona inconversa, deberán ser juzgados por los pastores. Sanidad divina. Creemos que Dios tiene poder para sanar todas las enfermedades, si así es su voluntad, y que la sanidad divina es un resultado del sacrificio de Cristo, pues él llevó nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores (Isaías 53:4). La sanidad se efectúa por una combinación de la fe del creyente y el poder del nombre de Jesucristo que se invoca sobre el enfermo. El Señor Jesucristo prometió que los que creyeran en su nombre, pondrían las manos sobre los enfermos y éstos sanarían (Marcos 16:18). Los enfermos deben ser ungidos con aceite en el nombre de Jesucristo por ministros ordenados para que el Señor cumpla sus promesas (Salmos 103:1-4; Lucas 9:1-3; Juan 14:13; 1 Corintios 12:9; Santiago 5:14-16). Creemos que la sanidad divina se obtiene por la fe, y que en caso de que algún hermano tenga necesidad de someterse a los cuidados y ministraciones de la ciencia médica, los demás no deben criticarlo, sino considerarse a sí mismos y guardarse de encontrar condenación con lo que ellos mismos aprueban (Romanos 14:22). Recomendamos que los miembros y ministros se abstengan de lanzar críticas indebidas a la ciencia médica, cuyos adelantos nadie puede negar, y que se originan en la habilidad que Dios ha dado a los hombres para ir descubriendo los secretos del funcionamiento del organismo humano. Al mismo tiempo, los exhortamos a que no se opongan a las campañas de higiene, vacunación y limpieza que sean iniciadas por el gobierno, sino que, por el contrario, colaboren decididamente en los lugares donde sea posible.

  • Santidad. Creemos que todos los miembros del cuerpo de Cristo deben ser santos, es decir, apartados del pecado y consagrados al servicio de Dios. Por esta razón deben abstenerse de practicar toda clase de diversiones malsanas e inmundicias de carne y de espíritu (Levítico 19:2; 2 Corintios 7:1; Efesios 5:26,27; 1 Tesalonicenses 4:3,4; 2 Timoteo 2:21; Hebreos 12:14; 1 Pedro 1:16). Sin embargo, en la práctica de la santidad, creemos que debe evitarse toda clase de extremismos, ascetismos y privaciones que tienen "...cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato de la carne;... la cual es sombra de lo porvenir; mas el cuerpo es de Cristo" (Colosenses 2:17,23). En lo que respecta a alimentos, sabiendo que “todo lo que Dios creó es bueno, y nada hay que desechar, tomándolo con acción de gracias” (1 Timoteo 4:4). Pecado de muerte. Creemos, a la luz de la Palabra de Dios, que hay pecado de muerte y que si este es cometido en los términos que expresa la misma Biblia, se pierde el derecho a la salvación (Mateo 12:31,32; Romanos 6:23; Hebreos 10:26,27; 1 Juan 5:16,17). Por tanto, recomendamos que todos los fieles se abstengan de dar oído a doctrinas en que se promete seguridad eterna al cristiano sin importar su conducta, y la idea de que “una vez salvo, siempre salvo”, pues la Biblia enseña que es posible ser reprobado y se necesita ser fiel hasta el fin (Romanos 2:6-10; 1 Corintios 9:26,27). Artículo 8. Escatología. Resurrección de justos e injustos. Creemos que habrá una resurrección literal de los muertos en el Señor, en la cual serán revestidos con un cuerpo glorificado y espiritual, con el cual vivirán para siempre en la presencia del Señor (Job 19:25-27; Salmos 17:15; Juan 5:29; Hechos 24:15; 1 Corintios 15:35-54; 1 Tesalonicenses 4:16).

  • Los cristianos que estén en pie en el momento en que el Señor recoja a su Iglesia, serán igualmente transformados y así irán a estar con el Señor por siempre en gloria (1 Corintios 15:51,52; 1 Tesalonicenses 4:18). Creemos también, que habrá resurrección de injustos, pero éstos despertarán del sueño de la tumba para ser juzgados y oir la sentencia que los hará herederos del fuego eterno (Daniel 12:2; Mateo 25:26; Marcos 9:44; Juan 5:29; Apocalipsis 20:12-15). Recogimiento de la Iglesia y el milenio. Creemos que la Iglesia compuesta de los muertos en el Señor y los fieles que estén sobre la tierra en el momento del rapto, será levantada para ir a encontrar a su Señor en los aires y participar en las bodas del Cordero. Después vendrá con el Señor a la tierra para hacer el juicio de las naciones y reinar con Cristo mil años. Este periodo será precedido por la Gran Tribulación y la batalla del Armagedón, a la cual dará fin el Señor cuando descienda sobre el monte de los Olivos con todos sus santos (Isaías 65:17-25; Daniel 7:27; Miqueas 4:1-3; Zacarías 14:1-6; Mateo 5:5; Romanos 11:25-27; 1 Corintios 15:51-54; Filipenses 3:20,21; 1 Tesalonicenses 4:13-17; Apocalipsis 20:1-5). Juicio final. Creemos que hay un juicio preparado en el cual participarán todos los hombres que hayan muerto sin Cristo y los que estén sobre la tierra en el tiempo de su verificación. Este juicio se efectuará al final del Milenio y también se conoce con el nombre de Juicio del Trono Blanco. La Iglesia no será juzgada en esta ocasión, sino que ella misma intervendrá en el juicio que se haga a todos los hombres de acuerdo con lo que está escrito en los libros que Dios tiene preparados. Al terminarse este juicio, los cielos y la tierra que hoy existen serán renovados por fuego y los fieles habitarán en la Nueva Jerusalén. La dispensación cristiana habrá terminado y entonces Dios volverá a ser todas las cosas en todos (Daniel 7:8-10, 14-18; 1 Corintios 6:2,3; Romanos 2:16; 14:10; Apocalipsis 20:11-15; 21:1-6).

    Segunda sección.

  • Capítulo tercero. De la Mesa Directiva General.

    Artículo 9. Organización de la Mesa Directiva General. I. Para gobernar y dirigir esta corporación se nombrará una Mesa Directiva integrada por: Un Obispo Presidente, un Secretario General, un Secretario de Misiones Internacionales, un Secretario de Evangelización, un Secretario de Educación Cristiana, un Secretario de Asistencia Social, un Secretario Supervisor en los Estados Unidos de América y un Administrador General. II. Ninguna persona podrá ocupar más de un puesto en esta Mesa Directiva. III. Los miembros de la Mesa Directiva General fungirán por un período de cuatro años o hasta que sus sucesores sean electos. IV. Los miembros de la Mesa Directiva General asumirán su cargo al finalizar la Convención que los eligió. V. Los miembros de la Mesa Directiva General pueden ser reelectos para el mismo puesto sólo una vez en sucesión. Para figurar de nuevo como candidatos al mismo puesto deberán haber pasado cuando menos cuatro años desde la ocasión anterior en que la ocuparon. VI. Los miembros de la Mesa Directiva General, podrán permanecer en la misma, en diferentes puestos hasta por tres periodos consecutivos, exceptuando, exclusivamente si fueren electos Obispo Presidente o Secretario General respectivamente para un cuarto período, con todo el derecho de ser reelectos; de no ser así, deberán pasar cuatro años por lo menos, para poder ocupar otro puesto en la Mesa Directiva General, por sólo un período más; mismo derecho que tienen los demás miembros de la Mesa Directiva General. Artículo 10. Elección. I. La Mesa Directiva General de la Iglesia en funciones o una comisión de la misma, deberá formular el programa de la

  • Convención General, anunciándose el día en que se verificarán las elecciones cuando competa y dándolo a conocer a todos los ministros afiliados con la debida anticipación. II. Una mayoría simple será suficiente para ganar las elecciones y ocupar el cargo correspondiente, y los ministros ausentes no tendrán derecho a presentar objeciones. III. Un día antes de las elecciones se nombrará la Comisión de Elecciones y la Comisión Calificadora. IV. El día de elecciones todos los ministros deberán presentarse en oración y ayuno. V. Las elecciones se efectuarán en el siguiente orden: Obispo Presidente, Secretario General, Secretario de Misiones Internacionales, Secretario de Evangelización, Secretario de Educación Cristiana y Secretario de Asistencia Social. VI. La selección de los candidatos a los primeros seis puestos de la Mesa Directiva se hará por el voto secreto de todos los ministros. Los seis miembros electos, se reunirán y seleccionarán dos ministros que hayan terminado un período completo como obispo de distrito o miembro de la Mesa Directiva General para candidatos a Secretario Supervisor en los Estados Unidos de América. Los seleccionados serán presentados a la asamblea, la que por medio del voto mayoritario decidirá cuál de los dos ocupa el cargo. Para la elección del Secretario Administrador General, se seguirá este mismo proceso. VII. Para hacer la selección de candidatos a cada puesto, los ministros presentes que llenen los requisitos para votar, escribirán secretamente en la boleta impresa que se les entregue, el nombre de su candidato. VIII. La Comisión de Elecciones recogerá todas las boletas y después de hacer el cómputo correspondiente, presentará los resultados a la Comisión Calificadora. IX. Los nombres de los ministros que fueren aprobados como candidatos, serán dados a conocer por la Comisión de Elecciones ante la asamblea.

  • X. Cuando algún candidato no desee ocupar el cargo para el cual es seleccionado, tendrá derecho a declinar, después de ser presentado y antes de que se ore por él. XI. La declinación de un candidato debe hacerse ante la Comisión Calificadora, previamente, y sólo podrá anunciarse a la asamblea si fuere aprobada por la mencionada Comisión. XII. Una vez aceptada una declinación, se hará nueva selección para sustituir al declinante. XIII. El Presidente de la Comisión de Elecciones, presentará a los candidatos ante la asamblea y se orará por ellos. XIV. A continuación cada ministro votante anotará en la boleta correspondiente el nombre del candidato a su elección. XV. La Comisión de Elecciones hará el cómputo de los votos, dará a conocer el resultado a la asamblea y presentará al candidato electo. XVI. Si en las elecciones definitivas hubiere empate, se seguirán haciendo votaciones hasta por tres veces y si no ocurre el desempate, se decidirá por suerte. Artículo 11. Comisión Calificadora. I. Un día antes de las elecciones, la Mesa Directiva General de la Iglesia nombrará una Comisión Calificadora, que será integrada por tres miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia y dos obispos de distrito en funciones y dos exobispos, la cual se encargará de aprobar a los precandidatos. En el caso de la elección del Obispo Presidente, esta Comisión Calificadora tomará en cuenta de entre los primeros diez que tengan mayor número de votos en la primera ronda, su capacidad, idoneidad y derecho, y aprobará a tres de ellos como precandidatos. En caso de que el décimo lugar lo obtuvieran varios ministros, todos ellos serán considerados por la Comisión Calificadora para la aprobación de los tres precandidatos. Estos tres pasarán a la segunda ronda de donde se seleccionarán a los dos que hayan obtenido mayor número de votos para pasar a la tercera ronda en donde saldrá electo el que tenga mayor número de votos. La Comisión de Elecciones pasará la relación de los diez o más

  • precandidatos a la Comisión Legal para su conocimiento; para que ésta posteriormente verifique que los candidatos propuestos por la Comisión Calificadora se encuentren dentro de ese número. II. En el caso de los demás miembros de la Mesa Directiva General, esta Comisión Calificadora tomará en cuenta de entre los diez o más que tengan mayor número de votos, su capacidad, idoneidad y derecho, y aprobará a dos de ellos como candidatos, siendo electo el que tuviere mayoría simple de votos. La Comisión de Elecciones pasará la relación de los diez o más precandidatos a la Comisión Legal para su conocimiento, para que ésta posteriormente verifique que los candidatos propuestos por la Comisión Calificadora se encuentren dentro de ese número. Si se diera el caso de que el décimo lugar lo obtuvieran varios ministros con el mismo número de votos, todos ellos serán mencionados en la relación que la Comisión de Elecciones le presente a la Comisión Legal para su conocimiento y verificación. III. En caso de que los precandidatos propuestos, a juicio de la Comisión Calificadora, no llenen los requisitos establecidos en la presente Constitución o carezcan de capacidad, idoneidad o derecho para figurar como candidatos, podrá ordenar que se haga una nueva selección. IV. Si después de ser presentados los candidatos y antes de que se ore por ellos, hubiere objeciones en contra de cualquiera de ellos, se suspenderán las elecciones entre tanto que el objetante discute en privado ante la Comisión Calificadora. Las objeciones deben de ser de importancia y el objetante debe presentar pruebas fehacientes, para que la Comisión Calificadora pueda ordenar se suspenda la elección de un candidato. Si esto sucediere, podrá ordenar entre quien en turno tenga mayoría de votos y llene los requisitos o se haga una nueva selección. V. Ninguna objeción será presentada ni discutida en plena asamblea. Las deliberaciones de la Comisión Calificadora serán secretas y sus decisiones definitivas. VI. Si cualquiera de los miembros de la Comisión Calificadora resultare propuesto como precandidato y quisiera participar en las elecciones, no tendrá derecho a opinar sobre los pre-candidatos propuestos, sino que invariable e inmediatamente

  • deberá retirarse momentáneamente de la Comisión Calificadora, para permitir que el resto de los integrantes deliberen. Una vez concluida la deliberación, podrá volver a ocupar su puesto. Artículo 12. Requisitos para ser miembro de la Mesa Directiva General. I. Para figurar como candidato a la Mesa Directiva General se requiere:

    a. Ser ministro ordenado.

    b. Tener como mínimo 35 años de edad y tener salud física.

    c. Haber terminado o aprobado cursos teológicos

    reconocidos por el Sistema de Educación Teológica de nuestra Iglesia.

    d. Haber terminado estudios de secundaria o su

    equivalente. e. Haber servido como pastor de la iglesia de manera

    satisfactoria y exitosa en la misión y la administración por un periodo no menor de diez años y de preferencia haber sido presbítero.

    II. Para figurar como candidatos a Obispo Presidente y Secretario General se requiere ser ministro con experiencia y capacidad en la supervisión, que haya desempeñado satisfactoriamente cuando menos dos periodos un cargo de obispo de distrito, o bien un periodo de obispo de distrito y uno como miembro de la Mesa Directiva de la Iglesia o dos periodos completos un cargo en la Mesa Directiva General de la iglesia y que esté actuando como obispo de distrito, miembro de la Mesa Directiva General de la iglesia, presbítero o cuando menos como pastor de una iglesia. III. Para figurar como candidato al cargo de Secretario de Misiones Internacionales, se requiere ser ministro con experiencia y capacidad en la supervisión, así como también que tenga la cultura académica y teológica mínima que se requiere para el asesoramiento, equipamiento e impulso de las misiones, y que

  • haya desempeñado satisfactoriamente por cuatro años el cargo de obispo de distrito o bien un periodo completo como miembro de la Mesa Directiva General de la Iglesia y que esté actuando como obispo de distrito, miembro de la Mesa Directiva General de la Iglesia, presbítero o cuando menos como pastor de una iglesia. IV. Para figurar como candidato a los demás puestos, deberá tener un mínimo de 35 (treinta y cinco) años de edad, y que esté actuando como obispo de distrito, miembro de la Mesa Directiva General de la Iglesia o pastor y que tenga cuando menos 10 (diez) años de experiencia en esta última responsabilidad. Artículo 13. Deberes del Obispo Presidente. I. Tendrá la representación de la Iglesia en general, y deberá ejercerla en cualquier momento y lugar que sea necesario, para la atención y supervisión de toda la Iglesia, y su autoridad se extiende hasta los campos misioneros dependientes de la organización. Por lo tanto, deberá visitar todos los distritos en la frecuencia que sea necesaria. Esto lo hará para enterarse del estado de la obra y ordenar lo que deba hacerse en cada caso. II. Velará porque los obispos de distrito y demás miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia cumplan fielmente sus obligaciones. III. Presidirá las convenciones generales, reuniones episcopales, congresos legislativos y reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia. Cuando por alguna razón justificada no pueda asistir a las actividades que le correspondan deberá delegar su representación a cualquier miembro de la Mesa Directiva General de la Iglesia u obispo en funciones. IV. Deberá asistir a las convenciones distritales para asesorar a los obispos e intervenir en aquellas cosas que lo requieran, o delegar su representación como se expresa en el inciso anterior. V. Representará a la Iglesia en todas las gestiones oficiales que se deba hacer, o delegará su representación como ya está

  • indicado, utilizando si las circunstancias lo requieren a más de una persona. VI. Firmará, juntamente con el Secretario General, todas las credenciales, certificados de ordenación, nombramientos y demás documentos que requieran su firma. VII. Exigirá que los obispos de distrito y demás miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia le informen de sus actividades cuando lo estime conveniente. VIII. Presentará un informe de su administración y de sus actividades personales ante las convenciones generales y reuniones episcopales. IX. Exigirá que se cumplan los acuerdos de las convenciones generales, de las reuniones episcopales, congresos legislativos y convenciones de distrito. Cuando no se cumpla un acuerdo, deberá informar ante la Convención General, Reunión Episcopal o de la Mesa Directiva General de la Iglesia, explicando los motivos que lo impidieron. En el caso de acuerdos de convención distrital deberá requerir su cumplimiento al obispo correspondiente. X. Deberá cumplir, impulsar y supervisar los programas que la Convención General o Reunión Episcopal hayan aprobado, o en su defecto, si no existiere, deberá proponer en conjunto con la Mesa Directiva un plan de trabajo ante la Convención General o Reunión Episcopal para su estudio, y en su caso, aprobarlo en la fecha que convenga. XI. Hará la entrega oficial de su cargo a su sucesor al final de la Convención. La entrega física se hará en un plazo no mayor de un mes, y ante una reunión plenaria de la Mesa Directiva General de la Iglesia. Entregará por inventario las oficinas, bienes y demás enseres que estén en su poder y que sean para el uso de la presidencia de la Iglesia. Se enviará copia del inventario a los obispos de distrito. Artículo 14. Atribuciones del Obispo Presidente.

  • I. Podrá nombrar obispos que asuman, hasta por seis meses, la dirección de aquellos distritos que súbitamente queden sin titular. II. Si faltaren más de seis meses para la terminación del período correspondiente a un obispo que muera, renuncie, o cese de sus funciones, el Obispo Presidente deberá convocar a todos los ministros del distrito en cuestión y hacer la elección de un obispo que cubra el interinato. III. Tiene la facultad de remover los funcionarios generales, que no cumplan con sus obligaciones o que por alguna razón justificada no puedan o no deban permanecer en sus puestos, previo consenso con la Mesa Directiva General. IV. Tiene la facultad de solicitar la remoción de los obispos de distrito y de los miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia que no cumplan con sus obligaciones o que por alguna razón justificada no puedan o no deban permanecer en sus puestos. En la Reunión Episcopal se estudiará la solicitud de remoción, la cual podrá ser aprobada o rechazada. En casos de emergencia, el Obispo Presidente puede hacer las remociones y presentar sus motivos a la Mesa Directiva General de la Iglesia, la cual las ratificará o rectificará, según convenga. V. Queda autorizado el Obispo Presidente para cambiar a cualquier ministro que a su juicio pueda suplir una necesidad de emergencia, con la anuencia del ministro en cuestión, del obispo de distrito de donde sale y la de aquel a donde vaya a desempeñar su vocación voluntaria, si fuere dentro de un distrito constituido. VI. Cuando un funcionario de puestos generales, dejara de fungir en su puesto por fallecimiento, renuncia o cese, el Obispo Presidente ordenará un suplente que tome posesión del cargo vacante, después de rendir la protesta de rigor ante él o su representante. En la siguiente Reunión de la Mesa Directiva General de la Iglesia, se ratificará o modificará el nombramiento si faltaren más de seis meses. VII. Tendrá facultad de intervenir en la distribución de los fondos que se acumulen en las tesorerías de las redes de células y ministerios generales.

  • VIII. Tendrá facultad de ordenar la revisión de los libros de las tesorerías generales y distritales, y nombrará una comisión o un contador que revise o certifique los informes que deban rendirse en las convenciones generales, reuniones episcopales y en las convenciones distritales, y cuando lo crea conveniente podrá ordenar una auditoría a cualquiera de las tesorerías mencionadas. IX. Tendrá la facultad de aprobar o rechazar las solicitudes que los obispos hagan para utilizar los fondos de las tesorerías de sus distritos, cuando se trate de cubrir gastos no previstos y cuando las circunstancias lo requieran, podrá intervenir para reajustar algunas asignaciones que se haya hecho a las tesorerías de distrito. X. Tendrá la facultad para requerir a los obispos e intervenir en asuntos distritales en circunstancias que a su juicio lo ameriten, previa consulta con la mayoría de los miembros de la Mesa Directiva General. Esta intervención sólo se dará una vez que se hayan agotado los recursos de orientación y consejo necesarios para la atención del asunto en cuestión, debiendo informar en Reunión Episcopal, donde se ratificará o rectificará la decisión, según convenga. XI. Tendrá la facultad de tomar decisiones de carácter extraordinario en casos de emergencia debiendo informar en Reunión Episcopal, donde se ratificará o rectificará según convenga. XII. Nombrará junto con el Secretario General y el Secretario Administrador General, al personal que trabaje en las Oficinas Generales de la Iglesia y le asignará el salario correspondiente. XIII. Será responsable del funcionamiento de las Oficinas Generales de la Iglesia y aprobará las erogaciones necesarias para la adquisición del equipo de las mismas, así como para los demás comités generales y redes de células y ministerios. Artículo 15. Deberes del Secretario Supervisor en los Estados Unidos de América.

  • 1. A fin de que la Iglesia en los Estados Unidos de América reciba una mejor atención pastoral, el Secretario Supervisor será el colaborador inmediato del Obispo Presidente para que le ayude en todas las comisiones asignadas por el mismo. 2. Atenderá por instrucciones del Obispo Presidente los conflictos que se generen entre los obispos y los pastores. Una vez atendidas las comisiones deberá informar ampliamente acerca de la comisión atendida. 3. Impulsará el avance del programa general de la Iglesia. 4. En casos necesarios, el Obispo Presidente, la Mesa Directiva General o la Convención General, podrá asignarle cualquier otro tipo de encomienda según las necesidades de la obra de Dios. Artículo 16. Atribuciones del Secretario Supervisor en los Estados Unidos de América. 1. Podrá convocar con suficiente anticipación, especificando lugar, fecha y hora a las personas involucradas en la encomienda que reciba del Obispo Presidente. 2. A fin de colaborar con el avance del programa general, podrá solicitar a los obispos o quienes visite, información acerca del desarrollo y cumplimiento del programa distrital. Artículo 17. Deberes del Secretario General. I. Llevará un libro, en el cual levantará las actas de todas las convenciones generales, reuniones episcopales y reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia. II. Archivará las copias de las actas de las convenciones distritales; además compilará y encuadernará en un libro las copias de dichas actas. III. Llevará un expediente de cada ministro afiliado a la Iglesia, anotando en él los datos concernientes a los diferentes cargos que haya desempeñado en cada lugar y las distintas comisiones que se le hayan conferido.

  • IV. Será el responsable de todas las publicaciones oficiales que se hagan en el órgano oficial de la Iglesia. V. Expedirá todas las credenciales ministeriales, certificados de ordenación, nombramientos y demás documentos oficiales que se requieran. VI. Será el encargado de extender las credenciales ministeriales, los certificados de ordenación, nombramientos y demás documentos que requieran su firma. VII. Representará a la Iglesia en aquellas gestiones en que sea necesaria su participación directa. VIII. Protocolizará ante un Notario Público las actas de elecciones de la Mesa Directiva General de la Iglesia y todos aquellos documentos que requieran protocolización. IX. Dará curso a la correspondencia oficial y formará el archivo correspondiente. X. Informará por medio de circulares a todos los obispos, presbíteros, pastores y encargados de la obra, evangelistas, misioneros y demás miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia, todos los acuerdos tenidos en las convenciones generales, reuniones episcopales y reuniones de la Mesa Directiva de la Iglesia y además, todas aquellas cosas que sean de interés general. XI. Dirigirá un departamento de estadística que reunirá todos los datos pertinentes a la obra, con asesoramiento del Obispo Presidente y la cooperación de todos los obispos, presbíteros, misioneros, evangelistas y funcionarios de la Mesa Directiva General de la Iglesia, las estadísticas citadas abarcarán el mismo período de la administración anual de la Mesa Directiva General y deberá publicarse cada año en forma de memoria. XII. Desempeñará todas las comisiones que le sean conferidas por la Convención General, reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia y por el Obispo Presidente. XIII. Cuando el Obispo Presidente cesare en sus funciones por fallecimiento, renuncia o cese, faltando más de seis meses

  • para la finalización del período de la Mesa Directiva General de la Iglesia, el Secretario General asumirá la dirección de la Iglesia por un período no mayor de cuarenta y cinco días, dentro del cual se hará la elección de un nuevo Obispo Presidente conforme se indica en el artículo 27 de esta Constitución. XIV. Si el Obispo Presidente cesare en sus funciones por fallecimiento, renuncia o cese, faltando seis meses o menos para la finalización del período de la Mesa Directiva General de la Iglesia, el Secretario General asumirá las funciones del Obispo Presidente después de rendir la protesta respectiva ante el Cuerpo Episcopal y la presencia del resto de los miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia, en un período no mayor de veinte días después del día en que el Obispo Presidente cese en sus funciones, y terminará el período de actividades correspondientes. Artículo 18. Atribuciones del Secretario General. I. Demandará de los obispos, presbíteros, pastores, evangelistas y encargados de la obra, los datos que considere necesarios para la formación de sus archivos y para la redacción de informes. II. Exigirá que los obispos de distrito le envíen, por conducto de las personas que competa, los datos relativos a la ordenación, cambio o cese de ministros y los datos relativos al establecimiento de nuevas iglesias, construcción y dedicación de templos. III. Exigirá que se le envíe por parte de los obispos de distrito o sus secretarios, copia de las actas levantadas en sus convenciones distritales y demás reuniones ministeriales. Artículo 19. Deberes del Secretario Administrador General. I. El Secretario Administrador General tendrá a su cargo los fondos que se reúnan de porcentajes de las iglesias, ofrendas misioneras, diezmos de obispos y miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia, y demás fondos que se acuerde que sean manejados por la Tesorería General.

  • II. Será el responsable de todos los fondos puestos bajo su cuidado. III. Será responsable del registro de ingresos y egresos de cada uno de los fondos que se le encomienden, manejando estos en cuentas bancarias mancomunadas, de ahorros o de cheques a nombre de la Iglesia, según determinen los acuerdos de la Mesa Directiva General, con la firma del Obispo Presidente o de la persona o personas que mejor convenga. IV. Hará los gastos que hayan sido autorizados por acuerdo de las convenciones generales, reuniones episcopales, reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia, o por órdenes escritas del Obispo Presidente, quien en todo caso indicará con toda claridad el motivo del gasto y de qué fondo se hará. No debiendo utilizar los fondos para ningún otro fin. V. Será responsable de que se extienda recibo por todas las cantidades que lleguen a la Tesorería General, que se hagan las anotaciones en los libros, y los depósitos del dinero en las cuentas bancarias correspondientes. VI. Rendirá un estado de cuentas, certificadas por un contador ante las convenciones generales, Reunión Episcopal anual ordinaria y un informe económico cuantas veces el Obispo Presidente se lo demande. Entregará una copia de sus informes al Secretario General para su archivo. VII. Dará curso a toda la correspondencia que competa, formando el archivo correspondiente. VIII. Llevará un registro en el que se anote separadamente las contribuciones de cada distrito. IX. Entregará a su sucesor los fondos que hubiera al finalizar sus funciones según el estado de cuenta, los libros respectivos y todos los enseres pertenecientes a la Iglesia que sean para uso de la Tesorería General. X. La entrega por inventario deberá hacerla el Obispo Presidente o una comisión nombrada por él mismo, haciéndose constar en el acta respectiva lo que se entrega, juntamente con el balance correspondiente, y deberán firmar los que intervengan en

  • el caso. La entrega física deberá hacerse en un plazo no mayor de un mes posterior a la elección de su sucesor. Artículo 20. Atribuciones del Secretario Administrador General. I. Velará porque los pastores y encargados de iglesias cumplan con el envío de los porcentajes correspondientes, y cuando haya negligencia u omisión, pedirá la intervención de los presbíteros o de los obispos de distrito. II. Velará porque los miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia y obispos de distrito, hagan el envío de sus diezmos y demás porcentajes correspondientes. III. Vigilará que las tesorerías distritales y demás que se acuerden, envíen sus porcentajes correspondientes, y además podrá solicitar un informe anual de todos los ingresos y egresos de aquellas iglesias que juzgue necesario. IV. Cuando el Secretario Administrador General lo crea conveniente, podrá solicitar que los miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia, los obispos de distrito, los presbíteros o los pastores hagan la revisión de los libros que a juicio del Secretario Administrador General deben ponerse en orden, y especialmente cuando estén faltando al cumplimiento de sus deberes económicos. También podrá practicar las auditorías que el Obispo Presidente le ordene. Artículo 21. Deberes del Secretario de Misiones Internacionales. I. Será el encargado de dirigir el programa misionero, supervisando el avance del mismo en todos los países en donde ya existe y abriendo nuevos campos. Será el representante de la organización en el extranjero, y ejercerá su función por conducto de los misioneros supervisores y demás ministros que se envíen o sean iniciados y ordenados en los campos misioneros. II. Visitará con la frecuencia que lo acuerden las convenciones generales, o la Reunión Episcopal, los países en donde haya iglesias establecidas y también los lugares en donde se determine establecerlas, para equipar, asesorar y orientar a

  • los misioneros supervisores y demás colaboradores, sobre la forma de llevar a cabo el plan de trabajo de la iglesia, a fin de lograr el mayor desarrollo posible. III. Elaborará planes de desarrollo y crecimiento del proyecto misionero y los presentará ante las convenciones generales, reuniones episcopales o reuniones de la Mesa Directiva General. IV. Solicitará a las convenciones generales o reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia, la autorización para llevar a cabo convenciones y congresos en aquellos países en donde la obra lo requiera, y cuando sea autorizado para ello, él mismo las presidirá o el representante que él mismo acuerde con el Obispo Presidente. V. Será responsable de promover la transnacionalización de la iglesia, equipándola a través del involucramiento de las diferentes secretarías generales, a fin de que esté debidamente organizada en cada país según el artículo 3, fracción V. VI. Propondrá ante el Comité de Misiones a los candidatos a misioneros para que sean examinados y si fueren aprobados, saldrán a cumplir con su noble misión, a aquellos lugares en donde hubiere necesidad de ellos. VII. Presentará un informe de la obra misionera ante las convenciones generales y Reunión Episcopal. VIII. Será el responsable de informar y certificar con el Comité de Misiones Internacionales, sobre los nuevos proyectos misioneros que serán establecidos en campo. IX. Informará constantemente al Obispo Presidente del estado de la obra misionera y solicitará al comité de misiones el acuerdo para los problemas que requieran inmediata solución. X. Con la frecuencia que lo crea necesario, girará instrucciones a los obispos, misioneros y demás ministros nacionales, orientándolos sobre la forma en que deben desarrollar su función.

  • XI. Llevará un registro personal de todos los misioneros que se envíen al campo y de los obreros nacionales que se vayan ordenando como ministros y pastores, y formará el archivo con las actas de las convenciones y demás datos importantes de acontecimientos que Dios realice en los países donde haya obra misionera. XII. Llevará un registro de todas las propiedades que a nombre de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, se adquieran en el campo misionero; lo anterior lo hará en colaboración con el Secretario General de la Iglesia según el artículo 61. XIII. Demandará de los campos que tengan personería jurídica, un informe anual durante sus convenciones, según los requerimientos de los países donde esté establecida, de los cuales, enviará una copia al Secretario General de la Iglesia y otra a la Secretaría de Misiones Internacionales. XIV. Acordará con el Comité de Misiones todo lo relativo a gastos que deban hacerse en los campos misioneros. XV. Pugnará porque en los campos misioneros se establezcan escuelas bíblicas o institutos, para la preparación de los ministros nacionales. XVI. Para cumplir con la finalidad mencionada en el inciso anterior, pugnará porque se adquieran las propiedades necesarias, se construyan los edificios y se conviertan en realidad estos planes. XVII. Pugnará porque en cada país, donde las leyes lo permitan, se logre el establecimiento de la personería jurídica de la iglesia, con el apoyo y asesoramiento de la Secretaría General, según el artículo 17, fracción VII. XVIII. Girará instrucciones y orientará a los misioneros, pastores y ministros nacionales sobre la forma en que deben desarrollar su función en el campo misionero. XIX. Será el encargado de solicitar a la Secretaría General de la Iglesia las credenciales y nombramientos ministeriales para

  • los misioneros y pastores nacionales según los reglamentos legales de cada país. XX. Al finalizar sus funciones, entregará por inventario y ante el Obispo Presidente o la comisión que él nombre para el caso, todos los libros, archivos, enseres, personería jurídica y documentos que amparen las propiedades que en los distintos países misioneros se hayan adquirido a nombre de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús o a nombre de la iglesia que representa a la A.R. de México en otro país. Artículo 22. Atribuciones del Secretario de Misiones Internacionales. I. Exigirá a los misioneros el estricto cumplimiento de sus deberes y requerirá un informe trimestral de sus actividades. II. En sus visitas de supervisión resolverá todos los problemas que requieran una solución inmediata e informará a la Mesa Directiva en pleno o al Obispo Presidente de sus decisiones. III. Presidirá, en ausencia del Obispo Presidente las convenciones y reuniones ministeriales que se celebren al visitar los campos misioneros, o podrá delegar esta función enviando un representante de él, previa autorización del Obispo Presidente. IV. Propondrá a los ministros que fungirán como misioneros supervisores en los países que sea necesario, previa consulta y aprobación de la Mesa Directiva General de la Iglesia. V. Tendrá la faculta de nombrar supervisores regionales de misiones que atenderán diferentes países misioneros según sea necesario, previa consulta y aprobación con la Mesa Directiva General. VI. En las convenciones y reuniones ministeriales que verifique en los campos misioneros, ordenará ministros, con la anuencia previa de los misioneros supervisores y por acuerdo de las convenciones. Pugnará porque se cumplan siempre los requisitos que establece la presente Constitución, tanto para la ordenación como para la remoción de ministros.

  • VII. Sera el Secretario de Misiones quien determinará las funciones y atribuciones del misionero supervisor y supervisores regionales, con el visto bueno del Comité de Misiones. VIII. Tendrá la facultad de remover a los siguientes elementos: supervisores regionales, misioneros supervisores, misioneros y pastores en campo, con la aprobación del Comité de Misiones. IX. Tendrá la facultad de intervenir en los campos misioneros para resolver los problemas que se presenten. X. Podrá solicitar a la Administración General, que periódicamente, haga una revisión de los libros de tesorerías y archivos en todos los campos misioneros. XI. Vigilara que los misioneros, pastores y ministros de los campos misioneros cumplan con sus obligaciones económicas según el artículo 81. XII. Tendrá la facultad de tomar decisiones de carácter extraordinario en casos de emergencia en el campo misionero. XIII. Podrá convocar a las convenciones misioneras especificando las fechas para cada una de ellas. XIV. Representará a la Iglesia Apostólica en el campo Misionero en aquellas gestiones que sea necesaria su participación. XV. Designara, cuando así se crea conveniente, a representantes de los diferentes campos misioneros para asistir a las convenciones generales, los congresos legislativos y otros eventos. XVI. Podrá celebrar convenios de apoyo o desarrollo misionero con aquellas personas, iglesias, distritos o instituciones que tengan como meta impulsar el avance de la obra misionera en otras naciones. Cuidando que los convenios antes mencionados garanticen en todo momento la estabilidad y continuidad de la obra de Dios, velando que estos convenios no interfieran el derecho de dirigir y gobernar en asuntos que le corresponden al Comité de Misiones

  • XVII. Velará porque en cada país se organicen las iglesias, de modo que los creyentes nacionales aprendan a cumplir con sus deberes cristianos, diezmando, ofrendando y haciendo todas las aportaciones que dentro de sus posibilidades se acuerden, para ayudar a los misioneros en sus gastos de viaje y supervisión y a los ministros nacionales en sus funciones pastorales, procurando los medios para que la obra llegue a sufragar sus gastos de operación. Artículo 23. Deberes del Secretario de Educación Cristiana. I. Redactará las lecciones de las escuelas bíblicas y cuando esta tarea sea desempeñada por otras personas, él revisará los originales y con su aprobación se publicarán. II. Promoverá el establecimiento de escuelas bíblicas y la celebración de institutos para la preparación de maestros y funcionarios de las mismas. III. Colaborará con los distritos en la celebración de institutos y establecimiento de escuelas para la preparación de ministros. IV. Pugnará porque las escuelas bíblicas o institutos ya establecidos desarrollen un buen programa de enseñanza teológica, pedagógica y homilética, y que establezcan escuelas bíblicas permanentes que sirvan para la preparación de ministros. Los nuevos proyectos para el establecimiento de institutos bíblicos, deberán presentarse por el Secretario de Educación Cristiana ante las convenciones generales, reuniones episcopales o reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia para su aprobación, a fin de que reciban un mayor impulso. V. Desempeñará todas las tareas que le sean encomendadas por las convenciones generales, reuniones episcopales, las reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia o por el Obispo Presidente. VI. En la Convención General o reunión ordinaria de la Mesa Directiva de la Iglesia, rendirá un informe de sus actividades.

  • VII. Entregará a su sucesor por inventario en un plazo no mayor de treinta días y ante la comisión que para ello nombre el Obispo Presidente, los libros, archivos y enseres correspondientes a la Secretaría a su cargo. Artículo 24. Atribuciones del Secretario de Educación Cristiana. I. Elaborará un programa general de educación con la aprobación de la Convención General, Reunión Episcopal o la reunión de la Mesa Directiva General de la Iglesia que se pondrá en práctica en todas las escuelas bíblicas e institutos bíblicos permanentes. Examinará los programas de educación de las escuelas bíblicas temporales, sin cuya aprobación no podrán desarrollarse. II. Firmará junto con los funcionarios de las escuelas bíblicas e institutos, los certificados de estudios, promociones a nuevos grados y diplomas que se extiendan a los estudiantes en institutos bíblicos permanentes y escuelas bíblicas temporales. III. Exigirá que se cumpla, por parte de los pastores, con el envío del 10% de los ingresos de todas las escuelas bíblicas y de ministerios y demás aportaciones que se aprueben para reforzar los fondos de la tesorería del comité de educación cristiana, y en casos de negligencia u omisión pedirá la intervención de los presbíteros y de los obispos de distrito. En última instancia pedirá la intervención del Obispo Presidente. Artículo 25. Deberes del Secretario de Evangelización. I. En coordinación con los obispos de distrito, proyectará establecer congregaciones en lugares estratégicos tanto urbanos como rurales no alcanzados. II. Presidirá un comité que estará integrado además de él mismo, por el Secretario Administrador General y el Obispo Presidente como asesor. III. Presentará sus planes de desarrollo y crecimiento a consideración y aprobación de la Reunión Episcopal.

  • IV. Hará las gestiones con los obispos de distrito para la asignación de los campos, debiendo firmar en cada caso su correspondiente convenio. Por su parte, los evangelistas deberán siempre estar integrados a los distritos que les corresponda y en contacto permanente con sus autoridades, a fin de mantener una supervisión conjunta y adecuada para el establecimiento de las nuevas iglesias. En caso de necesidad de remoción de algún evangelista, deberá hacerse previo acuerdo entre el Secretario de Evangelización y el obispo del distrito que corresponda. V. El comité de evangelización, de común acuerdo con el obispo del distrito que corresponda, asignará a los evangelistas nacionales la compensación, ayuda o sostenimiento que convenga. VI. Promoverá lo necesario para la provisión de fondos que sirvan para impulsar la vocación evangelística en los países donde la Iglesia esté debidamente organizada. VII. El Secretario de Evangelización designará, de común acuerdo con el resto del comité, a los ministros que habrán de desempeñar la función de Evangelista Itinerante. En cada caso se establecerán las condiciones específicas sobre las cuales funcionará el evangelista respectivo. VIII. La adquisición de propiedades para el establecimiento de nuevas iglesias se hará bajo la dirección de esta Secretaría, debiéndose tener cuidado en todos los casos de que su documentación esté debidamente legalizada a nombre de la Iglesia. Los títulos de las propiedades adquiridas deberán ser remitidos a la Secretaría General para su archivo. IX. Presentará un informe de sus actividades ante las convenciones generales y reuniones episcopales. X. Al finalizar sus funciones, entregará a su sucesor por inventario, en un plazo no mayor de treinta días, todos los enseres, libros y archivos correspondientes ante el Obispo Presidente o la persona o personas que él designe. Artículo 26. Deberes del Secretario de Asistencia Social.

  • I. La Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, con el deseo de cumplir el deber moral de ayudar al indigente, proteger al huérfano y a la viuda, y muy especialmente a aquellos ministros que lleguen a la ancianidad sin recursos económicos, cuenta en su Mesa Directiva con un Secretario de Asistencia Social. II. El Secretario de Asistencia Social promoverá lo necesario para que la Iglesia en general, los distritos y las iglesias locales, contribuyan en la medida de sus posibilidades a resolver los problemas sociales que dentro de la comunidad cristiana y, hasta donde sea posible a la sociedad ajena a sus principios, se les presenten; ya sea por orfandad, viudez, ancianidad o cualquier desgracia fortuita. III. Para cumplir con las finalidades enumeradas en el inciso anterior, el Secretario de Asistencia Social presidirá un comité que estará integrado además de él mismo, por el Secretario Administrador General y el Obispo Presidente como asesor. IV. Será el encargado de tramitar la ayuda de manutención de los ministros que por haberse llegado el tiempo para ello, se retiren de toda responsabilidad y de acuerdo con los reglamentos respectivos tengan derecho a recibir alguna ayuda de manutención, ya sea directamente de algún fondo de la Iglesia o de instituciones de seguros que se hayan contratado con ese fin. Lo mismo hará en el caso de viudas de pastores o ministros que según el reglamento respectivo tengan derecho a alguna subvención económica. Artículo 27. Poderes de la Mesa Directiva General. I. La Mesa Directiva General es el conjunto representativo más elevado de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús y se organiza con el propósito de dirigir y controlar todas las actividades de la misma organización, velar porque los acuerdos, planes y proyectos aprobados por las convenciones generales, reuniones episcopales y las reuniones de la Mesa Directiva General de la Iglesia se cumplan. Es también el organismo que durante el tiempo que pasa entre una Convención General y otra, tiene autoridad para resolver de inmediato todos los problemas

  • que se presenten, tomando las decisiones que competa, representando así la voluntad de toda la Iglesia. II. Las decisiones de la Mesa Directiva General de la Iglesia, deben ser respetadas y obedecidas por todo el conjunto ministerial y sólo podrán ser rectificadas por los acuerdos de una Convención General o Reunión Episcopal. III. La Mesa Directiva General de la Iglesia se reunirá cuando menos una vez al año, para estudiar y resolver todos los problemas que requieran una inmediata solución, ya sea que se presenten inesperadamente o que le hayan sido encomendados por la Convención General o la Reunión Episcopal. También podrá estudiar y resolver asuntos que por su delicadeza requieran una consideración muy especial y detenida. IV. La Mesa Directiva General de la Iglesia tiene la autoridad para reglamentar la forma en que funcionará la obra de Dios en aquellos países que tienen leyes y disposiciones distintas a los demás Estados, también reglamentará lo necesario para el funcionamiento interior de la Iglesia en los distintos países en donde exista obra misionera. V. Cuando en un distrito se considere que no haya elementos calificados para la elección de obispo, la Mesa Directiva General se reunirá previamente con los ministros del distrito en cuestión para comprobar el caso, y si sólo hubiere un elemento aprobado por la Comisión Calificadora, se procederá a su designación; en caso de haber agotado los recursos de la investigación y no se encuentren elementos calificados dentro del distrito, la Mesa Directiva General designará a dos candidatos que llenen los requisitos que se marcan en el artículo 36 de esta Constitución para que se desarrolle la elección correspondiente. VI. Cuando se presentaren problemas de emergencia en distritos o presbiterios que las autoridades del mismo distrito no puedan o no quieran resolver, la Mesa Directiva General de la Iglesia en conjunto o representada por el Obispo Presidente podrá avocarse a su resolución, y tomará las medidas inmediatas que se requieren. VII. Tendrá la facultad de decidir sobre todos los asuntos y cuestiones no previstas en la presente Constitución.

  • VIII. La Mesa Directiva General designará los directivos generales de las redes de células y ministerios señoras, señores y jóvenes.

    Capítulo Cuarto Artículo 28. Atención a la obra. I. El Obispo Presidente, el Secretario General y el Secretario Administrador General deberán invariablemente atender sus obligaciones administrativas desde las Oficinas Generales de la Iglesia. II. La Mesa Directiva General de la Iglesia, electa, determinará cuáles otros funcionarios de la misma, aparte de los indicados en el inciso anterior, deberán residir en el mismo lugar donde están las Oficinas Generales de la Iglesia o en lugares cercanos de donde fácilmente puedan desplazarse al desempeño de sus funciones. III. Los miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia que fueren electos o designados para el obispado de un distrito, deberán renunciar a su cargo en la mencionada Mesa Directiva, la cual se reservará el derecho de aceptar o rechazar su renuncia. IV. Los obispos que estando en funciones sean electos o designados para cargos en la Mesa Directiva General de la Iglesia, deberán presentar su renuncia al obispado ante el Obispo Presidente el cual la turnará a la Mesa Directiva General, quien se reserva el derecho de aceptarla o rechazarla, en la inteligencia que ningún ministro podrá ser miembro de la Mesa Directiva General y obispo de distrito simultáneamente por más de seis meses. V. La Mesa Directiva General de la Iglesia, determinará en su oportunidad, cuáles de sus miembros deberán dedicarse exclusivamente a sus funciones dentro de ella, para lo cual deberán entregar en la fecha que se acuerde las responsabilidades que tuvieren, ya sea a nivel distrital o local.

  • VI. A todos los funcionarios de la Mesa Directiva General de la Iglesia que tengan que despachar desde las Oficinas Generales de la Iglesia, se les proporcionará una residencia adecuada para ellos y sus familias, según los acuerdos que tome la misma Mesa Directiva General en pleno o el Obispo Presidente, Secretario y Secretario Administrador General. VII. Los miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia, deberán recibir la ayuda de manutención justa y decente que acuerde la Convención General o la Reunión Episcopal. VIII. La Reunión Episcopal determinará las modificaciones que se deban hacer a las ayudas de manutención acordadas, tomando en cuenta la variación y los costos de la vida y las posibilidades de la Iglesia en general y de los fondos correspondientes a las diferentes Secretarías. IX. Los miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia que deseen ocupar o retener un pastorado, deberán antes recabar la autorización de la misma Mesa Directiva, la cual podrá revocar el acuerdo cuando lo considere necesario. Artículo 29. Decesos, renuncias y ceses. I. Cuando el Obispo Presidente considere necesario presentar su renuncia a este puesto, lo hará por escrito ante la Mesa Directiva General de la Iglesia en pleno. Los demás funcionarios podrán presentar su renuncia por escrito ante el Obispo Presidente. II. Cuando desafortunadamente el Obispo Presidente quedase incapacitado moral o físicamente siendo esto certificado satisfactoriamente por personal facultativo en cada caso, será relevado de sus funciones temporal o definitivamente después de que el resto de la Mesa Directiva General presidida por el Secretario General haya hecho el juicio y tomado la decisión correspondiente. III. Si el Obispo Presidente falleciere, renunciare o fuese cesado de su puesto faltando más de seis meses para la finalización del período de sus actividades, el Secretario General convocará a Reunión Episcopal para elección, convocará en un período no mayor de cuarenta y cinco días después del

  • fallecimiento, renuncia o cese, al resto de los miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia y a todos los obispos, más un presbítero por cada distrito, designado por el mismo obispo para llevar a cabo la elección. IV. En la fecha indicada en la convocatoria y en el lugar indicado, la Reunión Episcopal más un presbítero por cada distrito, presidida por el Secretario General, seleccionará por voto secreto a dos candidatos para el puesto de Obispo Presidente, los cuales se darán a conocer para hacer la votación correspondiente, debiendo quedar como nuevo Obispo Presidente el candidato que obtuviere mayoría simple de votos. V. Si el Obispo Presidente que resultare electo, fuere miembro de la Mesa Directiva General de la Iglesia, ésta misma procederá de inmediato a designar la persona que cubra el puesto vacante. VI. Si el Obispo Presidente falleciere, renunciare o fuere cesado cuando faltaren seis meses o menos para la finalización del período de actividades de la Mesa Directiva General de la Iglesia, el Secretario General asumirá el puesto de Obispo Presidente ante la Mesa Directiva General y finalizará el correspondiente período de actividades. VII. Si cualquiera de los demás miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia, fallecieren, renunciaren o fueren cesados de sus puestos, el resto de la Mesa Directiva General nombrará a quien finalice el correspondiente período de actividades. VIII. Los obispos de distrito y demás funcionarios generales que deseen renunciar a sus puestos, deberán presentar la renuncia por escrito ante el Obispo Presidente. IX. Los presbíteros, pastores, encargados y ministros ordenados, así como otros funcionarios de distrito, deberán presentar su renuncia ante los obispos de distrito respectivos. X. Los ministros ordenados deberán presentar su renuncia ante los pastores respectivos.

  • XI. La renuncia de cualquier ministro o funcionario deberá ser presentada por escrito. Las autoridades a quienes competa, según el caso, como se indica en los incisos anteriores, deberán estudiarla cuidadosamente. En tales ocasiones la renuncia en cuestión se aceptará cuando sea justificada, habiendo agotado todos los requisitos legales y de persuasión, a menos que sea irrevocable. XII. El funcionario que reciba las renuncias, procederá según las circunstancias a designar o elegir a las personas que cubran las vacantes respectivas, conforme a lo que se indica en esta Constitución. Artículo 30. Derechos. I. El Obispo Presidente saliente tiene derecho a ocupar el puesto que ocupaba su sucesor sin necesidad de que se siga el proceso de elecciones; cuando se trate de un cargo de esta naturaleza, en tal caso terminará el período correspondiente. Si lo prefiere podrá dedicarse al pastorado de la iglesia que se le asigne o dedicarse a la obra misionera o evangelística. II. Los miembros de la Mesa Directiva General de la Iglesia que no fueren reelectos para el mismo puesto o electos para otro, tendrán derecho a que la Mesa Directiva General de la Iglesia gestione su acomodo de conformidad con los obispos de distrito, en algún pastorado acorde con su categoría ministerial. III. Los obispos supervisores que al terminar su período de actividades no fueren reelectos, tendrán el privilegio de dedicarse al pastorado de una iglesia o cualquier otra función que les sea conferido por la Mesa Directiva General o el obispo del distrito. Artículo 31. Credenciales, nombramientos y cartas de recomendación. I. Todos los ministros ordenados, afiliados a la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, deberán portar una credencial ministerial, en la cual se indique su categoría y el lugar en que estén desempeñando sus funciones. La vigencia de su credencial y la cuota que deberán cubrir será acordada por la Mesa Directiva General de la Iglesia. La credencial vigente concede a los ministros el privilegio de ejercer su ministerio

  • dentro de las iglesias, y gozar de los privilegios que la Palabra de Dios señala para con aquéllos que no andan fuera de orden. También es una demostración del compañerismo que debe existir entre los que estamos afines en doctrina, sistema de organización, sistema económico y de disciplina. II. Las credenciales deberán llevar las firmas del Obispo Presidente y del Secretario General. Para que se les extienda, los ministros deben llenar una solicitud, con el visto bueno de sus obispos supervisores, presbíteros autorizados o por el Secretario de Evangelización y de Misiones Internacionales cuando desempeñen su vocación voluntaria en el extranjero, y por los pastores cuando lo hagan en su localidad. III. Sólo se extenderán credenciales a los ministros que estén desempeñando fiel y activamente las obligaciones que les corresponden y que sean cumplidos en sus deberes económicos para con el distrito a que pertenecen, y a los pastores que, además de lo anterior, comprueben que sus iglesias están al corriente para con la Tesorería General de la Iglesia. IV. El obispo y los presbíteros de cada distrito, elaborarán con la suficiente anticipación, una lista que enviarán al Secretario Administrador General de los ministros ordenados y pastores que sean fieles en el envío de sus diezmos y porcentajes. Después que se haya comprobado el cumplimiento de los pastores, la turnará al Secretario General para que expida las credenciales y las envíe por conducto de los obispos. V. A los pastores que no se les haya expedido credencial ministerial por las razones expuestas en los incisos anteriores, se les concederá un plazo de dos meses para que se pongan al corriente, y si en el término de dicho plazo algún pastor continuara siendo incumplido e indiferente a sus deberes, los obispos podrán relevarlo de sus responsabilidades pastorales. VI. Todos los ministros que visiten iglesias fuera de su respectivo distrito deberán llevar consigo, además de su credencial ministerial vigente, una carta de recomendación firmada por el pastor respectivo si se trata de ministros bajo su pastorado, o por el presbítero o el obispo de distrito si se trata de pastores. Los presbíteros deberán recabar carta de recomendación firmada por el obispo del distrito.

  • VII. Sólo se cederá el púlpito a ministros que porten la credencial ministerial vigente y la carta de recomendación mencionada en el inciso anterior. VIII. Los obispos de distrito y miembros de la Mesa Directiva de la Iglesia, quedan exentos de portar carta de recomendación. IX. Ningún ministro podrá oficiar como pastor encargado de un templo de la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús, sin contar con un nombramiento firmado por el Obispo Presidente, el Secretario General y el obispo del distrito a que pertenezca el templo. Dicho nombramiento perderá su validez cuando el ministro sea cambiado a otro lugar o cesado del cargo pastoral correspondiente. X. Las credenciales para los ministros misioneros, deberán llevar además de las firmas del Obispo Presidente y el Secretario General, la del Secretario de Misiones y durará su vigencia por el término de cinco años, o por el tiempo que en el convenio esté especificado. Perderán su validez estas credenciales cuando el misionero regrese al país de origen sin permiso o se le retire de su cargo por un acuerdo de la Mesa Directiva General de la Iglesia. XI. Los obispos de distrito deberán portar, además de su credencial ministerial vigente, un documento firmado por el Obispo Presidente y el Secretario General, en el cual se especifique su nombramiento, el perímetro que abarca su distrito y el término correspondiente al ejercicio de su función. XII. Los ministros nacionales de los campos misioneros, deberán portar un nombramiento ministerial en el que se