Iglesia Misterio de Comunion ...Trabajoa
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1
1.-Introducción.
Qué más quisiera Cristo que vivir su Pascua con todas sus comunidades eclesiales cada
domingo. La presencia del sacerdote, sacramento de Cristo cabeza y Pastor en persona, es
indispensable para la celebración de la Eucaristía. Por desgracia ante la escasez de ministros
ordenados, no siempre es posible la presencia del sacerdote todos los domingos. Sin embargo, la
voluntad de Cristo, que quiere reunirse con los suyos ese día, persiste. Y la Iglesia es consciente de
ello y discierne guiada por el Espíritu Santo. Por eso ha querido facilitar la reunión dominical de
los fieles con su Señor glorioso. Así reza el Concilio Vaticano II: “Foméntense las celebraciones
sagradas de la Palabra de Dios en las vísperas de las fiestas más solemnes, en algunas ferias de
Adviento, Cuaresma, los domingos y días festivos, sobre todo en los lugares donde no haya
sacerdotes; en cuyo caso, debe dirigir la celebración un diácono u otro delegado por el Obispo”1
Así ante la necesidad de orientar la práctica creciente de dichas celebraciones de la
Palabra a veces con la Comunión. La Congregación del Culto divino, publicó un Directorio para las
celebraciones dominicales en ausencia del Presbítero (el año 1988). Documento que pide una
clara conciencia que estás celebraciones no deberían multiplicarse sin una verdadera necesidad.
Así lo expresa el directorio mismo: “Este documento no trata de promover y no siquiera de
facilitar de manera innecesaria o artificial las reuniones dominicales sin celebración de la
eucaristía. Quiere simplemente orientar y regular lo que conviene hacer cuando las circunstancias
reales piden una decisión de este género”2
Como consecuencia dentro del marco del Seminario “iglesia Misterio de Comunión”
considero valioso tratar el presente tema, dado que hoy en muchos lugares, o bien ya se adecuó
el directorio o se ha autorizado a los laicos el poder animar y moderar la celebración dominical.
Surgiendo la interrogante del presente trabajo, acerca de, ¿Cómo se da, esta comunión eclesial en
dichas celebraciones, sabiendo que la comunión en el día del Señor, solo se realiza plenamente
en la celebración eucaristía?
El objetivo del presente trabajo, será pues, examinar y exponer de manera breve lo
referente al tema, en el marco del seminario y de la especialidad de teología práctica. Se observa
brevemente lo señalado por el directorio del año 1988, así como los documentos referentes al
tema. La Exhortación apostólica, Christifideles Laici, del Papa Juan Pablo II, también del año 1988,
que dedicada su atención a los laicos y a su vocación misionera, los documentos conciliares, así
como las instrucciones que siguieron al directorio del año 1988, la instrucción del año 1997
“Sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de
1 Sacrosanctum Concilium, Concilio Vaticano II, 1998. 35, 4.2 cf. J. Pablo II. Directorio preparado por la Congregación para el Culto divino para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero. 1988.21-22.
2
los sacerdotes” la “Instrucción Redemptionis Sacramentum. del año 2004 y otros textos del
magisterio y de otros autores que nos ayudan a iluminar los rasgos que caracterizan a dichas
celebraciones supletorias. Una comunión eclesial que se configura como comunión orgánica, del
Cuerpo vivo de Cristo.3
Para tratar de responder a la pregunta planteada, ¿sobre cómo se da comunión en estas
celebraciones supletorias? , se repasa lo más resaltante de los documentos magisteriales,
tratando de iluminar su contenido con el aporte de otros autores que ayudan a la reflexión propia
sin perder de vista la orientación dada por el directorio del año 1988.
Respecto al aporte de la primera parte del Seminario correspondiente a la parte bíblica,
recordamos algunas palabras de San Pablo que sobre la constitución de la Iglesia misterio de
comunión, en su Carta a los Efesios nos recuerda que: “A cada uno de nosotros nos ha sido dada
la gracia según la medida del don de Cristo. Es él quien, por una parte, ha dado a los apóstoles,
por otra, a los profetas, los evangelistas, los pastores y los maestros, para hacer idóneos los
hermanos para la realización del ministerio, con el fin de edificar el cuerpo de Cristo, hasta que
lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre
perfecto, según la medida que corresponde a la plena madurez de Cristo”. (Ef 4, 7.11-13).
Afirmación recogida por el magisterio, de la que se desprende que es, en esta unidad y
comunión diversa de responsabilidades particulares de todos los bautizados, que la Iglesia crece y
testimonia a Cristo en el mundo. Una labor diferenciada, orgánica y estructurada jerárquicamente
en la que no todos asumen la responsabilidad “del mismo modo o en el mismo grado”. Ya que son
los ministros ordenados los que tienen la responsabilidad de animar, orientar, guiar y presidir al
pueblo en nombre de Cristo, para que sea fiel a la vocación a la que ha sido convocado, lo cual no
excluye de la corresponsabilidad adquirida en el bautismo, es el caso de los laicos, que en el tema
a exponer, participan de una función propia de la Jerarquía4.
Se inicia pues con estos aportes previos, recordando que dichas celebraciones supletorias,
miran al ministro Propio de dicha celebración y la eucarística propia del día del Señor. 5 En el
desarrollo del trabajo se exponen siete puntos siento el sexto la respuesta a la interrogante
planteada. En el desarrollo se examinan las instrucciones, algunas experiencias en el campo
practico- pastoral, y se termina con una conclusión.
3 En efecto, está caracterizada por la simultánea presencia de la diversidad y de la complementariedad de las vocaciones y condiciones de vida, de los ministerios, de los carismas y de las responsabilidades. Gracias a esta diversidad y complementariedad, cada fiel laico se encuentra en relación con todo el cuerpo y le ofrece su propia aportación. J. Pablo II, Exhortación Apostólica Post-sinodal christifideles laici, 1988. 20.4 F. J. Andrades Ledo, Misión y Ministerios eclesiales. Diversidad en la comunión. Salamanca. 2010. 68.5 La Instrucción del año 1988 junto a la del 2004 y la del año de 1997 que se examinan, mantienen el sentido de dichas celebraciones dominicales en orden a respetar y señalar al ministro propio de esta celebración y al misterio grande que se celebra, señalan su sentido, las limitaciones y condiciones que serán el marco del presente trabajo.
3
2.- El ministro propio de la celebración dominical
Señala la constitución sobre la liturgia que “La Madre Iglesia desea ardientemente que se
lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones
litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma y a la cual tiene derecho y obligación, en
virtud del bautismo, el pueblo cristiano "linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo
adquirido"6
El catecismo nos recuerda que "todos los miembros no tienen la misma función"
(Rm 12,4). Algunos son llamados por Dios en y por la Iglesia a un servicio especial de la
comunidad. Estos servidores son escogidos y consagrados por el sacramento del Orden, por el
cual el Espíritu Santo los hace aptos para actuar como representantes de Cristo-Cabeza para el
servicio de todos los miembros de la Iglesia (cf. PO 2 y 15). El ministro ordenado es como el
"icono" de Cristo Sacerdote. Por ser en la Eucaristía donde se manifiesta plenamente el
sacramento de la Iglesia, es también en la presidencia de la Eucaristía donde el ministerio del
obispo aparece en primer lugar, y en comunión con él, el de los presbíteros y los diáconos7.
En orden a ejercer las funciones del sacerdocio común de los fieles existen también
otros ministerios particulares, no consagrados por el sacramento del Orden, y cuyas funciones son
determinadas por los obispos según las tradiciones litúrgicas y las necesidades pastorales. "Los
acólitos, lectores, monitores y los que pertenecen a la schola cantorum desempeñan un auténtico
ministerio litúrgico" (SC 29).
Señala el catecismo de la Iglesia Católica. Que así, en la celebración de los sacramentos,
toda la asamblea es "liturgo", cada cual según su función, pero en "la unidad del Espíritu" que
actúa en todos. "En las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro o fiel, al desempeñar su oficio,
hará todo y sólo aquello que le corresponde según la naturaleza de la acción y las normas
litúrgicas"8.
En conclusión podríamos afirmar que en la comunión de la asamblea litúrgica en las
celebraciones en ausencia de presbítero o en su espera siempre se darán referidas a la eucaristía
y al ministro sagrado que es el que la preside, en representación de Cristo cabeza y pastor de la
comunidad. Celebración en donde los distintos ministerios se ponen en ejercicio para la
edificación de la Iglesia y del mundo entero9.
6 Concilio Ecuménico Vaticano II, Sacrosantum Concilium 14, 1965. 7 Catecismo de la Iglesia católica., 1992, 11428 Cf. CEC. 1143-11459 cf. J. Pablo II. Directorio preparado por la Congregación para el Culto divino para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero. 1988.
4
3.-Directorio preparado por la Congregación para el Culto divino y aprobado y confirmado por el Sumo Pontífice Juan Pablo II, de 2 de junio de 1988, para las celebraciones dominicales en ausencia del presbítero.
Señala algunos aspectos para observar que nos ayudan a comprender mejor el marco de
dichas celebraciones así como los roles del servicio o ministerio laical en dichas celebraciones
dominicales. Su significado, carácter, los sujetos responsables, el desarrollo de la celebración, la
importancia de la Palabra de Dios, competencias entre otros aspectos:
3.1.- Significado de la terminología “ausencia de presbítero”.
El documento es claro en el sentido de la expresión del título, que habla de celebraciones
en ausencia de presbítero, señala en el número 27 que: “la comunidad podrá experimentar
verdaderamente que se reúne el domingo no “sin presbítero”, sino solamente “en su ausencia”, o
mejor, “en su espera”. Marcando que esta celebración no es una celebración ajena al sacerdocio
ministerial sino todo lo contrario, está unida y referida a este10.
3.2.- Carácter supletorio y no preceptivo de estas celebraciones.
Aclara que el precepto de la Iglesia para los domingos y días festivos es asistir a la Santa
Misa (c. 1247 y n. 14 del Directorio); Que las celebraciones sin presbítero, una vez establecidas
por la autoridad, serán ofrecidas a los fieles; pero que estos no tendrán ninguna obligación de
participar en las mismas, no como precepto. Señala que aquellos fieles que estimen oportuno dar
culto a Dios de otra manera estarán en su perfecto derecho de hacerlo así. Es categórico cuando
afirma que no existe ninguna obligación sustitutoria de la Misa, sin embargo, deja constancia en el
Directorio del valor de las celebraciones en ausencia de presbítero.
3.3.-Sujetos responsables. Las conferencias Episcopales, el Obispo y el Párroco.
En cuanto a la responsabilidad directa de cada celebración recaerá en el párroco del lugar.
“El párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, y ejerce la cura pastoral de la
comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano” (canon. 519). Es al
párroco a quien primariamente le compete informar al Obispo sobre la conveniencia de organizar
estas celebraciones en algún lugar de su territorio, y una vez tomada la decisión por el Obispo, es
al párroco a quien compete “preparar a los fieles, visitarles entre tanto durante la semana, y
celebrarles en el momento oportuno los sacramentos, sobre todo la Penitencia. De tal manera
que la comunidad podrá experimentar verdaderamente que se reúne el domingo no “sin
10 J. A. fuentes, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (comentario al directorio de la congregación para el culto Divino.1989. 559.
5
presbítero”, sino solamente “en ausencia del presbítero”, o mejor, “en su espera” Estas
afirmaciones se complementarán cuando normen luego las competencias de las conferencias
episcopales.11
Respecto al diácono señala que éste no necesitará habilitación especial alguna (obispo),
pero actuará en unión y dependencia del párroco que es de quien depende la cura pastoral
ordinaria de los fieles. Cuando no hay diáconos el párroco designará aquellos laicos a quienes
juzgue oportuno confiar la responsabilidad de “moderar” esas reuniones. El Directorio utiliza los
términos “moderar” y “moderadores”, evitando denominar esta función de los laicos como
“ministerio”; se diferencia así la actuación de los laicos de la propia de los ministros sagrados que
sería “celebrar” y ser “ministros” de los ritos litúrgicos.
3.4.- Desarrollo de la celebración.
Tal vez lo más destacado es que, en su conjunto, se considera la celebración como un acto
litúrgico. Se indica, expresamente, que el desarrollo debe ser tal que se muestre no se trata sólo
de una reunión de fieles sino de liturgicae congregationis. Es precisamente por su carácter
litúrgico12 por lo que este acto de culto tiene una total dependencia de la autoridad de la Iglesia.
En las normas de la Santa Sede se prevé el orden fundamental de la celebración. Los
“moderadores” realizan su función de manera que se distingue su actuación de la propia de
sacerdotes y diáconos, para ello, entre otras cosas, está previsto que no utilicen la sede
presidencial y que el altar solo sea empleado para depositar el pan consagrado antes de la
distribución de la comunión. 13
3.5.- Sujeto de la explicación de las lecturas.
“Puesto que la homilía está reservada al sacerdote o al diácono (cf. CIC 766-767), lo mejor
(optandus est, lo aconsejable) es que el párroco transmita la homilía por él preparada al
moderador del grupo, para que la lea. No obstante, obsérvese lo que haya dispuesto la
Conferencia Episcopal sobre este punto.
11 J. A. fuentes, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (comentario al directorio de la congregación para el culto Divino.198956712 En esta parte se denuncia un hecho que ocurre en estas celebraciones que se infiere de las celebraciones dominicales. “Muchos fieles son convocados no en razón de nuestra Fe o condición de cristianos, sino por razonables motivos sociales, de buena vecindad y buena crianza. De este modo se asiste a bautizos, misas protocolares de fiesta, bodas, funerales, entierros, en donde nadie canta, nadie responde o sigue con atención la evolución de la celebración”. J. M. Bernal. La celebración. Bases para una compresión de la liturgia. Navarra. 2010. 23 13. Ibíd.569.
6
4.-Sentido de las celebraciones extraordinarias en ausencia de presbítero,
“Instrucción Redemptionis Sacramentum”
En la instrucción del 25 de marzo del 2004 se expone algunas cosas que se deben observar
o evitar acerca de la Santísima Eucaristía en dichas celebraciones. Señala el sentido de las
celebraciones extraordinarias así como describe las condiciones que debe tener esta para su
aplicación14.
4.1.- La eucaristía culmen de la vida cristiana.
La instrucción señala que la Iglesia, en el día del Señor, “el domingo”, se reúne fielmente
para conmemorar la resurrección del Señor y todo el misterio pascual, especialmente por la
celebración de la Misa. Afirma claramente que, “ninguna comunidad cristiana se edifica si no
tiene su raíz y quicio en la celebración de la santísima Eucaristía”. Por lo que el pueblo cristiano
tiene derecho a que sea celebrada la Eucaristía en su favor, los domingos y fiestas de precepto, o
cuando concurran otros días festivos importantes, y también diariamente, en cuanto sea posible.
Por esto, donde el domingo haya dificultad para la celebración de la Misa, en la iglesia parroquial
o en otra comunidad de fieles, el Obispo diocesano busque las soluciones oportunas, juntamente
con el presbiterio. El documento propone entre otras soluciones, que los fieles se trasladen a otra
iglesia de un lugar cercano, para participar del misterio eucarístico. Exige a los sacerdotes una
clara conciencia del don recibido “para los otros pide dar las facilidades para que todos los fieles
tengan oportunidad de cumplir con el precepto de participar en la Misa del domingo que es su
derecho15.
4.2.- Las celebraciones extraordinarias han de mirar y suscitar el hambre de la
Eucaristía.
“Cuando falta el ministro sagrado u otra causa grave hace imposible la participación en la
celebración eucarística”, dice el documento, el pueblo cristiano tiene derecho a que el Obispo
diocesano, en lo posible, procure que se realice alguna celebración dominical para esa
comunidad, bajo su autoridad y conforme a las normas de la Iglesia. Señala que esta clase de
celebraciones dominicales especiales, deben ser consideradas siempre como absolutamente
extraordinarias. Por lo tanto, ya sean diáconos o fieles laicos, todos los que han sido encargados
por el Obispo diocesano para tomar parte en este tipo de celebraciones, considerarán como
14Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos . Instrucción Redemptionis Sacramentum. 2004. 15 J. A. fuentes, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (comentario al directorio de la congregación para el culto Divino.1989. 162-163
7
cometido suyo el mantener viva en la comunidad una verdadera hambre de la Eucaristía, que
lleve a no perder ocasión alguna de tener la celebración de la Misa.16
4.3.-Sobre la distribución de la sagrada comunión y la discrecionalidad de los obispos.
Aquí el documento señala que es necesario evitar, diligentemente, cualquier confusión
entre este tipo de reuniones y la celebración eucarística. Pide a los Obispos diocesanos, valorar
prudentemente si se debe distribuir la sagrada Comunión en estas reuniones. Además pide que
esto sea determinado, para lograr una mayor coordinación, por la Conferencia de Obispos, de
modo que alcanzada la resolución, la presentará a la aprobación de la Sede Apostólica, mediante
la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Además señala que en
ausencia del sacerdote y del diácono, será preferible que las diversas partes puedan ser
distribuidas entre varios fieles, en vez de que uno sólo de los fieles laicos dirija toda la
celebración. No conviene, en ningún caso, que se diga de un fiel laico que “preside” la
celebración.17
4.4.- Sobre el peligro de tergiversar o confundir el sentido de dichas celebraciones.
Señala el documento que, “no se puede pensar en reemplazar la santa Misa dominical con
celebraciones ecuménicas de la Palabra o con encuentros de oración en común con cristianos
miembros de dichas comunidades eclesiales, o bien con la participación en su servicio litúrgico”.18
5.- Necesidad del mandato expreso del Obispo y la aprobación de los
textos.
Aquí la “Instrucción sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos
en el sagrado ministerio de los sacerdotes del año 1997 señala la necesidad de mandato expreso,
la aprobación de los textos, entre otros19.
5.1.- Necesidad de un mandato expreso del obispo.
El documento en el parágrafo & 1. En algunos lugares, las celebraciones dominicales son
guiadas, por la falta de presbíteros o diáconos, por fieles no ordenados. Este servicio, válido
cuanto delicado, es desarrollado según el espíritu y las normas específicas emanadas en mérito
por la competente Autoridad eclesiástica. Para animar las mencionadas celebraciones el fiel no
16 J. A. fuentes, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (comentario al directorio de la congregación para el culto Divino.1989. 27017Ibíd. 17118 Ibíd.16719 Cf. Congregación para el Clero. Sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes. 1997.
8
ordenado deberá tener un especial mandato del Obispo, el cual pondrá atención en dar las
oportunas indicaciones acerca de la duración, lugar, las condiciones y el presbítero responsable20.
5.2.- Necesidad de aprobación de los textos.
En el parágrafo § 2. Señala que tales celebraciones, cuyos textos deben ser los aprobados
por la competente Autoridad eclesiástica, se configuran siempre como soluciones temporales.
Está prohibido inserir en su estructura elementos propios de la liturgia sacrificial, sobre todo la «
plegaria eucarística », aunque si en forma narrativa, para no engendrar errores en la mente de los
fieles. A tal fin debe ser siempre recordado a quienes toman parte en ellas que tales celebraciones
no sustituyen al Sacrificio eucarístico y que el precepto festivo se cumple solamente participando
a la Santa Misa. En tales casos, allí donde las distancias o las condiciones físicas lo permitan, los
fieles deben ser estimulados y ayudados todo el posible para cumplir con el precepto21.
6.- Celebraciones dominicales extraordinarias en ausencia de Presbítero en
Alemania y Francia
A la luz de esta breve exposición de las instrucciones y siguiendo a un autor podemos
ahora examinar algunas experiencias de dicha celebración extraordinaria y en ella los ministerios
laicales, que se han desarrollado en algunas Conferencias Episcopales en este caso Francia y
Alemania. Recordar antes que estas celebraciones se caracterizan por estar centradas en la
palabra de Dios y en la oración orientadas claro a suscitar el “hambre eucarístico”, celebraciones
ya valoradas en particulares contextos históricos, y en las misiones, que encontraron una difusión
reciente en Europa y en las iglesias jóvenes como es el caso de América Latina.
6.1.- Causas y desarrollo de esta praxis.
Para el autor estudiado, esta praxis eclesial ha experimentado interesantes desarrollos a
nivel de reflexión y de organización al menos por tres motivos: la falta de sacerdotes; la
renovación de la eclesiología y de la doctrina sobre los ministerios.
6.1.1.- Falta de sacerdotes. La atención misma que la iglesia oficial ha reservado a nuevas
situaciones pastorales de emergencia. Así el autor constata como la dramática reducción
numérica de sacerdotes ha provocado, incluso en Europa, la multiplicación de comunidades
20 J. A. fuentes, Regulación canónica de las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero (comentario al directorio de la congregación para el culto Divino.1989. 90-9121 Ibíd.94.
9
cristianas sin pastor, deseosas de seguir congregándose en el día del Señor dentro de su propio
ambiente de vida.
6.1.2.-Doctrina sobre los ministerios. Por otra parte, el reflorecimiento de ministerios en las
distintas iglesias y la vigorosa investigación teológica actual sobre la cuestión han favorecido la
asunción de nuevas responsabilidades en las comunidades locales por parte de diáconos,
religiosas y laicos, hasta llegar a “dirigir” la asamblea o celebración dominical cuando no se puede
contar con la presencia del sacerdote.
6.1.3.-Renovación eclesiológica. Pero, además, algunas conferencias episcopales se han
interesado activamente por el problema, desarrollando las posibilidades que dejaron abiertas los
documentos conciliares y posconciliares así como las instrucciones señaladas. La constitución
litúrgica ( año 1963), en efecto, había recomendado la celebración de la palabra en los domingos y
fiestas, "sobre todo en los lugares donde no haya sacerdote, en cuyo caso debe dirigir la
celebración un diácono u otro delegado del obispo" (cf.SC 35,4), mientras que la
instrucción Eucharisticum mysterium (1967) hablaba del caso en que, "por escasez de sacerdotes,
se distribuye la comunión incluso por un ministro que tenga esta facultad por indulto de la Sede
apostólica" (33, c). Como aplicación de cuanto había recomendado SC 35,4, la instrucción ínter
oecumenici (1964) había ya sugerido la estructura de tales celebraciones de la palabra22.
Nacía así la posibilidad de programar una celebración dominical, denominada con
nombres distintos, que, además de los ritos de saludo y despedida, podía comprender tres partes:
proclamación de la palabra; oración de la comunidad; distribución de la comunión. Podía estar
presidida por un diácono o por otro ministro, hombre o mujer, generalmente delegado por el
obispo, que hubiere alcanzado una adecuada preparación. Tal función ministerial, por lo demás,
no se limitaba sólo al momento litúrgico, sino que se extendía a todos los aspectos de la
animación de la comunidad cristiana, que únicamente raras veces, con frecúencia sólo cada mes,
podía participar en la eucaristía celebrada por el sacerdote responsable de la comunidad mayor.
El fenómeno se ha propagado en muchas iglesias de diversos países; pero para ilustrar sus
aspectos y su problemática, de manera breve juzgamos suficiente documentar la experiencia más
reciente de las iglesias de Alemania y Francia.
6.2.- La experiencia de las Iglesias Alemanas
En las diócesis de la República Democrática Alemana (= RDA), durante los años del
posconcilio adquirió notable estabilidad la institución de las asambleas sin
presbítero, prevalentemente conocidas bajo el nombre de celebraciones estacionales
(Stationsgottesdienste). Propagadas hoy en más de dos mil parroquias, se han desarrollado desde
22 Cf. D. Sartore y Achule M. Triacca. Nuevo diccionario de liturgia. Madrid, 1987. 182
10
una praxis anterior, experimentada y discutida durante más de treinta años en la diáspora, donde
"las comunidades cristianas están de continuo amenazadas de disgregación como piedras
expuestas a la intemperie, en expresión de H. Aufderbeck, el mayor teórico e inspirador de esta
nueva experiencia eclesial. Una interpretación ,.completa de tales celebraciones bien puede partir
de esta directriz del sínodo de Dresde: "El párroco y el consejo parroquial se han de comprometer
a crear la posibilidad de que los fieles puedan congregarse con un delegado del obispo para
escuchar la palabra de Dios, recibir el pan de vida, recogerse en oración ,por todos y recorrer en
su vida ordinaria los caminos del amor y del testimonio"'. Se considera fundamental que los
ministros llamados a presidir la celebración estadiCional, para quienes se prefiere el nombre
de diáconos auxiliares, sean presentados por el párroco y el consejo parroquial y reciban una
delegación oficial del obispo, después de una conveniente formación. Progresivamente
incrementada a través de modalidades todavía en experimentación. Ha resultado muy oportuna
la adopción de un ordo estable
6.2.1.- Estructura del Ordo de la celebración: Saludo y apertura con un acto penitencial;
proclamación de la palabra con homilía; oración universal; distribución de la comunión; despedida
y bendición.
6.2.2.- La reflexión pastoral de los últimos años ha versado sobre los puntos siguientes:
a.-Una palabra seguramente decisiva para la pastoral de la diáspora es Mt 18,19; el credo
ecclesiam posee un particular significado para una pequeña asamblea de dispersos.
b.-No se infravaloran las dificultades que experimentan algunos ante las iniciativas que puedan
contener un sabor protestante y que podrían provocar una peligrosa desestimación de la
eucaristía y del sacerdocio ministerial.
c.-Se ha reflexionado mayormente sobre las diferencias entre una celebración eucarística y las
celebraciones estacionales: estas últimas no sustituyen a la primera, que sigue siendo la forma
máxima de reunión de la asamblea, y que no queda eliminada, sino que se celebra más raras
veces.
d.-Una celebración estacional tiene algunas características propias: expresa la comunión con la
comunidad parroquial, con la diócesis, con la iglesia universal; lleva a experimentar la relación
palabra-sacramento; actualiza la múltiple presencia del Señor; mantiene la antigua ordenación de
la plegaria eucarística (alabanza, acción de gracias, súplica, penitencia); no se limita a ser un
hecho verbal, sino que realiza un ritmo adecuado entre palabras, ritos, silencio y acciones.
6.2.3.- Desarrollo de nuevos tipos de ministerios y estructura de dicha celebración:
11
La nueva experiencia en la RDA se ha enjuiciado generalmente de manera muy positiva: el
ministerio de los diáconos auxiliares ha sido por lo demás bien acogido y con una gran
colaboración; ha estado muy bien acentuada la relación con la eucaristía y la comunidad
parroquial; han sido muchos los frutos pastorales. La nueva praxis se ha propagado igualmente en
la República Federal Alemana (= RFA), donde "el problema más crucial de la pastoral es, tanto
para la comunidad como para los obispos, la preocupante escasez de sacerdotes, que se irá
agravando aún más por envejecimiento del clero y por las crecientes necesidades de los fieles",
como afirma la conferencia episcopal en un texto sumamente denso sobre los ministerios”. En
este contexto se han desarrollado dos nuevos tipos de ministerios: el diaconado permanente y los
teólogos laicos o asistentes pastorales (Pastoralassistenten), que son centro de una viva discusión
teológica y pastoral'. Los servicios pastorales de estos nuevos ministros se extienden a veces hasta
presidir o dirigir las "celebraciones dominicales sin presbítero" (Sonntdgliche Gottesdienste ohne
Priester), a las que dedicara el sínodo alemán (1975) suma atención en un texto que vale la pena
resumir. Se parte de unas premisas: la importancia fundamental de la celebración eucarística
dominical, como "forma primaria" de la asamblea litúrgica de una comunidad"; la inconveniencia
de multiplicar las misas dominicales de sacerdotes supercomprometidos, cada vez menos
numerosos; la necesidad de una programación zonal, con la concentración para la celebración
eucarística en algunas localidades más céntricas; la presencia, sin embargo, de comunidades
menores, sociológicamente vinculadas a su ambiente y para las que "es menester tratar de
organizar a toda costa celebraciones litúrgicas dirigidas por un diácono o por un laico". Se
iluminan las motivaciones litúrgico-pastorales de estas celebraciones, subrayando que "debieran
aprovecharse también las ricas experiencias que en este campo se han realizado ya, por ejemplo,
en la diáspora y con las ejemplares tentativas de la RDA". Se han dado distintas orientaciones
sobre la conveniencia de revitalizar y apelar a la responsabilidad de las comunidades, sobre la
preparación de ministros y la presentación de los mismos a los fieles "en una celebración
particular en la que se lea públicamente la carta del obispo que les confiere tal oficio"23.
Para la estructuración de estas asambleas, "menos definidas por el derecho litúrgico", se
aconseja "servirse, donde sea posible, de los elementos de la misa: lecturas del día, explicación
por parte de una persona autorizada para predicar o bien por medio de un texto leído, cantos,
oración, plegaria universal, oración preparatoria y final para la distribución de la comunión". El
mismo sínodo ha dedicado igualmente a estas celebraciones una directriz pastoral y ha
presentado a la conferencia episcopal un voto, solicitando "la elaboración para las regiones de
lengua alemana de algunos modelos comunes de liturgias comunitarias dominicales sin el
sacerdote".
23 Cf. D. Sartore y Achule M. Triacca. Nuevo diccionario de liturgia. Madrid, 1987. 184
12
6.2.4.- Crítica a esta nueva praxis. La nueva praxis está siendo, en la RFA, objeto de reflexiones
críticas por parte de algunos estudiosos, que la consideran un "paso en dirección equivocada": se
discuten las nuevas funciones ministeriales concedidas a los laicos; se temen confusiones y
malentendidos a nivel de diálogo ecuménico y de interpretación de la eucaristía; se expresa la
convicción de que una celebración basada en la palabra y en la oración, sin la comunión, podría
convertirse en un camino más seguro para mantener viva la estima y la espera por la celebración
eucarística y para hacer a los fieles más conscientes y responsables en el afrontar el problema de
la escasez de vocaciones sacerdotales'.
6.3.- La experiencia de la Iglesia Francesa
En Francia, a comienzos de 1971, con el acento de la escasez de sacerdotes y con el
desarrollo de la reflexión posconciliar, se ha visto ampliamente acogida la opción pastoral de
mantener en su ambiente a las comunidades locales, invitándolas regularmente a agruparse en
asambleas, animadas y dirigidas por sus mismos miembros. Estas celebraciones, conocidas más
frecuentemente con el nombre de Assemblées dominicales en l'absence de prétres (ADAP), en
1977 aparecían ya extendidas por más de mil cien parroquias, repartidas en sesenta y siete
diócesis.
6.3.1.- Estructura de dichas celebraciones.
Rito de apertura; liturgia de la palabra con homilía y oración universal; acción de gracias;
comunión; despedida. Aunque con algunos antecedentes, la nueva situación se configuró
rápidamente a principios de 1973, merced al fuerte influjo del documento de la asamblea de los
obispos sobre la corresponsabilidad en la iglesia". Sobre la situación pastoral francesa se realizó
en 1979 una reflexión orgánica, en un encuentro nacional de animadores y responsables,
preparado con el informe de 1977 sobre los diversos aspectos de estas asambleas (decisión,
actuación, funciones, contenido de la celebración)24.
6.3.2.- Logros y dificultades de dichas celebraciones.
Logros.- Esta floración de asambleas sin sacerdote está ciertamente ligada a la escasez de clero,
pero es igualmente expresión del convencimiento sobre la importancia fundamental de la
asamblea para mantener y manifestar una comunidad cristiana, teniendo una consideración
especial con aquellos que no pueden abandonar su ambiente; y ha sido posible por la presencia
de un grupo de cristianos que viven conjuntamente su fe en una comunidad local. Entre los
24 D. Sartore y Achule M. Triacca. Nuevo diccionario de liturgia. Madrid, 1987.184
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aspectos positivos del fenómeno se ha subrayado el resurgir de una iglesia más consciente y
responsable, más abierta y diversificada, más viva y fraterna.
Dificultades.-Estas celebraciones tienen varias dificultades: la precariedad de ciertos grupos; la
dificultad de construir realmente la iglesia en asambleas con escaso número de participantes o
con una presencia insuficiente de animadores; la persistencia de una mentalidad y de unos
hábitos anteriores, que contribuyen a la continuación de una práctica tradicional más que al
resurgir de un nuevo tipo de comunidad. Según informes, pueden recogerse experiencias muy
diversas sobre la preparación e introducción de la nueva praxis; sobre las funciones del animador,
en relación con los distintos servicios asumidos por los laicos dentro de la comunidad; sobre la
manera de concebir y de ejercer la presidencia (mantenida como necesaria, pero con un papel a
ser posible más discreto); sobre la sensibilidad en torno a la función del sacerdote responsable de
una comunidad mayor.
6.3.3.- Recomendaciones para las celebraciones.
Son significativas, y no sólo para la iglesia francesa, las orientaciones dadas por Pablo VI a
los obispos franceses en 1977: "Afrontad igualmente el problema de las asambleas dominicales
sin sacerdote, en los ambientes rurales donde la aldea forma una cierta unidad natural tanto para
la vida como para la oración; sería perjudicial desentenderse de él o dispersarlo. Comprendemos
perfectamente la razón y las ventajas que de ahí pueden derivar para la responsabilidad de los
participantes y la vitalidad de la población. El mundo actual prefiere estas comunidades a la
medida humana, a condición, evidentemente, de estar atendidas con suficiencia, vivas y no
cerradas en sí mismas como un ghetto. Os decimos, pues: proceded con discreción, pero sin
multiplicar este tipo de reuniones, como si fuesen ellas la mejor solución y la última posibilidad.
Ante todo, estad vosotros mismos convencidos de la necesidad de seleccionar con prudencia y de
preparar a los animadores, laicos o religiosos, y de que ya en este nivel aparece de importancia
capital el papel del sacerdote. Por lo demás, el objetivo debe seguir siendo la celebración del
sacrificio de la misa, la única verdadera realización de la pascua del Señor. Y pensemos sobre todo
en serio que estas asambleas del domingo no pueden bastar para construir comunidades vivas e
irradiantes, en un contexto de población poco cristiana o que está abandonando la práctica
dominical. Es menester crear al mismo tiempo otros encuentros de amistad y de reflexión, grupos
de formación cristiana, con el concurso de sacerdotes y de laicos más formados, que puedan
ayudar al ambiente a establecer relaciones de caridad y a tomar una mayor conciencia de las
propias responsabilidades familiares, educativas, profesionales, espirituales'.
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7.- ¿Cómo se da la comunión en las celebraciones dominicales en ausencia
o espera de Presbítero?
Después de haber recorrido, lo mandado por los documentos eclesiales del magisterio, la
experiencia de la conferencia episcopal Alemana y Francesa, podemos resumir algunos puntos
entorno a como se desarrolla y vive la “comunión eclesial en dichas celebraciones”, sus
características.
Constata la imposibilidad de que muchos fieles puedan participar el domingo en la
celebración eucarística por ausencia del ministro ordenado u otras causas graves y que
une a todos los bautizados en la oración continua por ministros ordenados, “obreros para
mies”.
Una celebración que transcurre anhelando su plenitud, la celebración eucarística, que
realiza la comunión plena.
Una celebración en donde la participación del sacerdocio común de los fieles es visible y
activa que se relaciona, anhela, espera la presencia del sacerdocio ministerial, en la
comunidad. Anhela la presidencia de un ministro ordenado.
Una celebración que refleja la importancia y necesidad de la celebración dominical para la
vida cristiana.
Que Promueve la disciplina y recto desempeño de las funciones propias y específicas. Que
cuida el animar la colaboración laical y denunciar y evitar los abusos. Que observa la leyes
eclesiásticas
Una celebración de suplencia no preceptiva.
Es una celebración “comunidad de bautizados” que se edifica en la comunión orgánica de
sus miembros según los diversos ministerios y carismas.
Es una celebración que procura la participación activamente todos sus miembros. Que
hace un signo de la identidad cristiana y elemento irrenunciable de la Iglesia. Que pone de
relieve la comunión en la misión entre fieles y la jerárquica.
Una celebración que da la posibilidad de que las comunidades puedan reunirse en una
asamblea litúrgica dominical bajo la presidencia de un religioso o laico especialmente
designado y bien formado.
Es una celebración que canaliza los diversos carismas y funciones eclesiales en beneficio
de la comunidad y de toda la Iglesia según su carácter específico normado.
Que es consciente de la centralidad y preeminencia de la Eucaristía.
Consciente del carácter de suplencia y referencia a la Eucaristía y al presidente de ésta, el
sacerdote.
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Una celebración en donde los laicos colaboran, salvaguardando su identidad eclesial,
evitando la clericalización de los laicos.
8.- Conclusión.
Para terminar considero un dato significativo a valorar, la pauta que da D. Sartore, el
autor estudiado en la parte última, que ve un último dato significativo, signo de la evidencia, un
eco vivo para las iglesias jóvenes. El hecho de que las asambleas sin sacerdotes son el lugar donde
más vivamente se plantea el problema de los ministerios a partir de las necesidades reales y de
los carismas que se ponen de manifiesto en las comunidades, sin excluir "la posibilidad de admitir
como elegibles para la ordenación sacerdotal a líderes reconocidos, salidos de niveles de
comunidades cristianas de base de índole distinta. En una palabra ve estas nuevas experiencias,
que aunque son recursos provisionales y precarios de una pastoral en difíciles situaciones, pueden
llegar a ser punto de partida de una vigorosa renovación eclesial, capaz de desembocar en una
profunda reestructuración de las comunidades cristianas, en donde se viva una comunión mas
autentica, en el compromiso de los laicos en su corresponsabilidad en la Misión encomendada por
el Señor, en su Iglesia, misterio de Comunión y participación, que busca la Santidad.
Al traer a la memoria alguna anécdota de la experiencia de ver a comunidades sufriendo
por no tener la celebración eucarística, recuerdo como hace algunos años en Perú, este tema fue
acogido por la conferencia episcopal Peruana que asumiendo la preocupación de los sacerdotes,
quienes por la extensión geográfica de las comunidades parroquias no pudieron asumir tantos
compromisos de misas dominicales, adecuaron, el directorio y las instrucciones generando la
figura de los “agentes de Pastoral”, para las comunidades rurales o del campo en su mayoría.
Comunidades lejanas que por la geografía accidentada no tenían celebraciones durante muchos
años, siendo los fieles, llamados “agentes de pastoral” los que mantuvieron la fe con sus rezos.
Por evocar una anécdota, recuerdo peregrinar en mi etapa de formación sacerdotal de
misión por unos meses y visitar varios de estos pueblos andinos. Recibir la petición sincera de la
gente sencilla, de querer que le celebre la misa, de que los case en matrimonio, de que los
bautice, confundiéndome en todo momento con un sacerdote, percibir el hambre por el Señor,
sigue siendo una realidad en muchos lugares del mundo La humanidad tiene hambre del Dios de
Vida, y la Iglesia “misterio de comunión y participación”.
P Alex.