IGLESIA Y RELIGIOSIDAD ESPAÑOLA SEGÚN LA CONDESA D’AULNOY (SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVII)

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Acercamiento a la Iglesia de España en la segunda mitad del siglo XVII a través del diario de viaje de la francesa Condesa d'Aulnoy.

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I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo II, pp. 3 - 8.ISBN: 84-688-2633-2.

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LOS EXTRANJEROSEN LA ESPAÑA MODERNA

ACTAS DEL I COLOQUIO INTERNACIONALCelebrado en Málaga del 28 al 30 de Noviembre de 2002

M.B. VILLAR GARCÍA y P. PEZZI CRISTÓBAL (Eds.)

TOMO II

MÁLAGA 2003

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© Los autores

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I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo II, pp. 161 - 174.ISBN: 84-688-2633-2.

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IGLESIA Y RELIGIOSIDAD ESPAÑOLASEGÚN LA CONDESA D’AULNOY

(SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVII)

Ramón de la Campa CarmonaI. E. S. Ponce de León (Utrera, Sevilla)

La literatura de viajes es sin duda una fuente histórica de primer orden para re-construir la sociedad y costumbres de la época con una cierta objetividad, pues se adoptael punto de vista del observador. Entre los viajeros a nuestra patria que han dejado refle-jada su impresión de nuestro país está la Condesa d’Aulnoy en dos de sus obras: lasMemorias sobre la corte de España y, sobre todo, su Viaje por España en 1679 y 1680.

Su vocación de historiadora y cronista dotan a su obra de un indudable interés.Depurando los ciertos prejuicios y numerosas inexactitudes, junto a interpolaciones na-rrativas noveladas, todo este material es fuente de primer orden para historiadores yantropólogos que pretendan reconstruir nuestra intrahistoria y la sociedad española deesta época.

Dentro de sus focos de atención estaba la Iglesia y religiosidad, en cuanto mani-festación esencial de la idiosincrasia del espíritu nacional de un país que tanto se habíaidentificado con el catolicismo. Aquí vamos a centrar nuestro análisis, valorando la in-formación y contrastándola con la historiografía.

Biografía de Madamme d’Aulnoy (1650-1705)1

Marie Catherine Le Jumel de Barneville, pues así era su nombre completo, nacióen Normandía en 1650, en el castillo de Barneville, a las afueras de Barneville-la-Bertran,cerca del Eure y de Honfleur. De noble familia, estaba emparentada, por línea de padre,

1 VV. AA., “Marie-Catherine Le Jumel de Barneville, comtesse d’Aulnoy” en Données encyclopédiques,Francia, 2001, fr.encyclopedia.yahoo.com/articles/a/a0006970_p0.html; VV. AA., “d’Aulnoy, Comtesse(c.1650–c.1705)” en The Penguin Biographical Dictionary of Women, 1998, www.xrefer.com/entry/172141;E. M. AGUILERA, “Notas prologales” en Viaje por España en 1679 y 1680 y Cuentos feéricos, Barcelona1962, pp. XI ss.; ANÓNIMO, Biographie de Marie-Catherine Le Jumel de Barneville Baronne d?Aulnoy(1650-1705), www.contes.net/contes/aulnoy/bio_aul.html; ANÓNIMO, “Madame D’Aulnoy (D’après unarticle paru en 1870)” en La France pittoresque, 1999-2002, www.france-pittoresque.com/perso/18.htm; E.CARDONAGAMIO, “Madame D’Aulnoy” en ¿Crees en las hadas?, 2002, www.ccgediciones.com/Hadas/Biografias/biografias3.htm; J. GARCÍAMERCADAL, Viajes de extranjeros por España y Portugal, Castillay León, 1999, t. IV.

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2 J. Mª DÍEZ BORQUE, La sociedad española y los viajeros del siglo XVII, Madrid, 1975, pp. 48 s.3 DUQUE DE MAURA y A. GONZÁLEZ DE AMEZÚA, Fantasías y realidades del viaje a Madrid de laCondesa d’Aulnoy, Madrid, pp. XX-XI.

que sirvió en el ejército del rey, con las familias más ilustres de esta región, y por la demadre, muy inteligente y cultivada, con la rama de los Saint Pater. Era sobrina de MadammeDesloges, una de las mujeres más famosas de su época.

Se concertó su boda cuando aún tenía quince años con François de la Motte,Barón d’Aulnoy, del círculo del Duque de Vendôme, cuyo título radicaba en Brie, que eratreinta años mayor, con el que se casó en 1666. Matrimonio de conveniencia, aunque nole proporcionó amor sí bienestar y prestigio social para poderse rodear de lo más distin-guido de la sociedad de su época, creando un círculo cultural y artístico aglutinado entorno a su talento y simpatía.

Tuvo una vida misteriosa y aventurera, hasta el punto de verse envuelta en accio-nes turbias, con el afán de medrar. Fue, sin duda inducida por su madre, la Señora deGudannes, de bastantes pocos escrúpulos, casada en segundas nupcias con el Marqués deGuadaigne.

Ésta llegó incluso a hacer encarcelar a su yerno, el marido de nuestra escritora,acusado por tres nobles normandos de lesa majestad, para quedarse con su fortuna.Descubierta la fechoría, éstos fueron ajusticiados y ella tuvo que huir de Francia,estableciéndose primero en Londres y después en Roma, donde se convierte en espía deEspaña, hasta el punto de recibir una pensión de Madrid, y acabar por trasladarse a nuestranación.

Separada nuestra escritora del marido, del que tuvo cinco vástagos, éste, en ven-ganza, dilapidó su hacienda y la de ella, muriendo poco después de haber arruinado a sufamilia. Poniendo pies en polvorosa también, Madamme D’Aulnoy, con una gran capaci-dad de observación de paisajes y costumbres, viajó durante quince años por Europa.

Estaba en Flandes en 1672 y en Inglaterra en 1675, y seguramente visitaría a sumadre en Italia. Debido a una misión poco clara relacionada con la boda del Rey CarlosII de Austria y María Luisa de Orleáns, la hija de Enriqueta de Inglaterra, vino a Españacon cuatro hijas en 1679, estableciéndose por dos años en la Corte de Madrid. Visitó a sumadre, a la que le encomendó la penúltima de sus hijas. Coincidió su viaje con el de losMarqueses de Villar, a los que le unían fuertes lazos de amistad, y con los que regresó en1681. Mujer aún de gran belleza, pese a sus treinta años, a la que unía su simpatía ytalento, fue muy bien recibida por lo más granado de la sociedad madrileña.

Por sus prejuicios aristocráticos, hacía llamarse Condesa d’Aulnoy, siendo enrealidad baronesa, y sólo se trataba con la nobleza. La literatura, actividad que nos inte-resa especialmente, jugó un papel importante en su vida, pues no fue sólo la expansión desu genio sino una actividad lucrativa2 .

Aunque no está comprobado que fuera corresponsal en Madrid de la Gazette deParís, como sospechan algunos3 , sí está comprobado que escribió dos obras sobre nues-

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4 Vamos a manejar la edición de M. COROMINAS y M. VILLALTA, Viaje por España en 1679 y 1680 yCuentos Feéricos. Traducción y notas por..., Barcelona, 1962, 2 vols.5 J. GARCÍA MERCADAL, Op. cit.6 A. C. GUERRERO, Viajeros británicos en la España del siglo XVIII, Madrid, 1990, pp. 26 s.7 J. Mª DÍEZ BORQUE, Op. cit., pp. 50-51.8 E. M. AGUILERA, Op. cit., pp. XI ss.9 Mª I. SÁNCHEZ QUEVEDO, Un Viaje por España en 1679, Madrid 1995, 48 pp.

tro país: Mémoires de la cour d’Espagne, publicada en 1690, y la que sobre todo nosinteresa, Relation du voyage d’Espagne4 . Esta última obra tuvo mucho eco en Europa5 ,pues contó con muchas ediciones en Francia (la primera en 1691) y en Holanda, y contraducciones al inglés, alemán y holandés. No se publicó traducida al español hasta 1891.

En estas obras de historiadora y cronista se muestra como curiosa, observadora yaguda, objetiva, discreta y veraz, dentro de sus posibilidades, con un lenguaje preciso ynatural, libre de afectación. Aunque algunos han llegado incluso a poner en tela de juiciosu venida a España6 , podemos darla por segura, aun dando por sentado que nuestra auto-ra se documentaría y que algunas noticias son de oídas, como incluso a veces ella mismaanota, y no confirmadas por la observación personal; a ello debemos unir los inevitablesingredientes de fantasía literaria y los diez años que transcurrieron entre el viaje y supublicación7 .

Pero es mucho más conocida nuestra autora por su dedicación a la narrativa deficción, sobre todo a los cuentos de hadas en la línea de Perrault, en los que muestra ungran dominio del género. El primer cuento lo integró en su primera obra publicada, en1690, la novela Histoire d’Hippoliyte comte de Douglas. Entre 1696 y 1699 publicó ochovolúmenes de cuentos de hadas: Contes de Fées y Nouveaux Contes de fées ou Les Féesà la mode. Sus relatos desbordan el ámbito infantil, despuntando en ellos una fina ironíajunto al suspense8 .

No pudo establecerse en París hasta obtener el real perdón de Luis XIV, que seganó a pulso como espía. Allí llevó una vida discreta, aunque con una vida social intensaa través de su salón literario, costumbre muy en boga en su tiempo. Fue la séptima mujeren ingresar en la Academia dei Ricoverati de Padua, donde era conocida como La elo-cuente y Clío, la musa de la historia.

Murió el catorce de enero de 1705 a los cincuenta y cuatro años y fue enterradaen la parisina Parroquia de Saint Sulpice. Sus hijas heredaron el talento materno y conti-nuaron con la actividad literaria.

El viaje (1679-1681)9

Con destino a Madrid, capital de España, entre los distintos itinerarios que pro-porcionaba este importante eje de comunicación, decidió cruzar la frontera franco-espa-ñola por Irún, lo que llevó a cabo en febrero de 1679, para luego, atravesando las provin-cias vascas y Castilla llegar a su destino.

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Aunque se presentaron algunos incidentes por las dificultades del cambio de idiomay su condición de extranjera, podemos decir que el viaje de Madamme D’Aulnoy fuebastante tranquilo. Nos presenta sus peripecias y sus vivencias en género epistolar (quin-ce cartas dirigidas a una supuesta prima).

Como todos los viajeros, partiendo de una imagen preconcebida de lo español,trata de llegar al conocimiento de los rasgos diferenciales de los habitantes de nuestropaís: tipos físicos, cualidades morales, costumbres..., sus relaciones con la geografía y lahistoria, y su plasmación en el arte. A pesar de todo, debemos advertir que en lo sustan-cial en nada difería la sociedad española de la de su propio país.

Tras un viaje tranquilo, en Madrid, lugar en que permaneció durante la mayorparte del tiempo instalada en la casa de un familiar, casi dos años, fue donde tuvo oportu-nidad de observar la vida cotidiana de los españoles, que intentó reflejar en sus cartaspublicadas, y tal vez escritas, diez años después.

Religiosidad

Entre los rasgos caracterizadores de los españoles estaba el de ser religiosos.Nadie pasaba por una cruz o retablo callejero, que no faltaban en casi ninguna esquina ocruce de caminos sin saludarlos y santiguarse. El derecho de asilo de lugar sagrado eraconsiderado inviolable (carta tercera). Además los grandes hitos de la vida pública yprivada iban acompañados de celebraciones religiosas.

La Condesa nos refiere como cuando se anunció la resolución de las negociacio-nes para el casamiento de Carlos II con la Princesa de Orleáns, rezó un Te Deum, el cantolitúrgico de acción de gracias por excelencia, en Nuestra Señora de Atocha, a cuyo san-tuario se dirigió con todo el boato cortesano (carta duodécima), lo que se repitió cuandose encontraron los regios novios en Madrid (carta decimoquinta) y cuando la novia hizosu entrada oficial (ibídem).

No obstante, aunque la práctica religiosa era absoluta, a veces quedaba reducida,por la escasa formación doctrinal, a sus aspectos formales y sociales, como la Condesamisma anota en su carta tercera: “son [...] muy católicos, al menos en apariencia”.

Considera en la carta octava que son muy habituales los símbolos religiosos en laindumentaria femenina, que la autora considera simples adornos más que frutos de ladevoción:

“Llevan cinturones construidos con medallas y relicarios, y además, el cordón dealguna Orden religiosa, ya de San Francisco, ya del Carmen, etc. [...] Imponetales cordones el cumplimiento de algún voto hecho al santo; per, con frecuencia,¿cuál es el motivo del voto? [...] llevan también Agnus Dei y pequeñas imágenespendientes del cuello y de los brazos”.

Superstición

Asimismo, eran los españoles, a su entender, como expresa en la carta tercera,supersticiosos en todas las capas de la sociedad, algo que por otro lado era común al resto

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10 VV. AA., Bompiani. Diccionario de Autores de todos los tiempos y países, Barcelona 1988, t. II, p. 866.11 VV. AA., Bompiani. Diccionario literario de obras y personajes de todos los tiempos y de todos los países,Barcelona 1988, t. X, pp.40-41.12 J. L. GONZÁLEZ NOVALÍN, “Religiosidad y reforma del pueblo cristiano” en Historia de la Iglesia III-1º, Madrid, 1980, pp. 371 ss.

de los europeos de su tiempo. La primera causa de ello era la incultura general de lagente, debido al analfabetismo de la mayor parte de la población y a una carencia casiabsoluta de medios de comunicación sociales. A veces, la jerarquía eclesiástica permitía,incluso, la superstición o extravagancia en las prácticas externas de la fe antes que soca-varla hipotéticamente con la erradicación de éstas.

No obstante, surgieron tratados contra éstas que fueron utilizados por los predi-cadores y misioneros, tales como el de Pedro Ciruelo: Reprobación de las supersticionesy hechicerías (1541). Mas tendríamos que llegar a la Ilustración, entrado el siglo XVIII,para que se combatiera la superstición y los prejuicios de una manera sistemática, cuyofruto más maduro fue el benedictino Fr. Benito Jerónimo Feijoo10 (1676-1764), Catedrá-tico de Prima de Teología en el Colegio de San Vicente de Oviedo, con su Teatro críticouniversal11 (1726-1760), ensayo de carácter enciclopédico.

La superstición puede considerarse, además, una herencia de la Edad Media,época en que aparecían confundidos los límites de lo sobrenatural y lo natural, del cieloy la tierra12 . Pero durante gran parte de la Edad Moderna los avances de la ciencia echa-ron abajo viejas e infundadas creencias, los descubrimientos geográficos, fundamental-mente, divulgaron maravillas y poderes ocultos.

Son muchas y curiosas las supersticiones que señala la escritora. Refiere que enel coro de Santa Clara de Valladolid está “la tumba de un caballero castellano, cuyaestatua yacente solloza cada vez que muere un familiar suyo” (carta tercera). En Velilla,pueblo de Aragón, una campana suena sola presagiando accidentes funestos, y en elConvento de San Pablo de Córdoba ocurre lo mismo un día antes de que fallezca unreligioso dominico, para que pueda preparar su conciencia (ibídem). Habla de un santóngallego con poderes taumatúrgicos, respetado por toda la sociedad (carta duodécima).Una campana de Barcelona sonaba sola cuando iba a ocurrir una gran desgracia o alguiende la Casa de Austria estaba pronto a morir; la Condesa refiere que tocó poco antes de lamuerte de Don Juan José de Austria (carta decimocuarta). Se refiere que el nacido enViernes Santo, si pasa por el lugar de un crimen, se le aparece el asesinado, por lo que elRey Felipe IV, que estaba en este caso, “llevaba la cabeza tan erguida y la vista levanta-da al cielo”; como contrapartida, podía curar a los apestados con su aliento (ibídem). Enotra ocasión se topó con un saludador, capaz de matar de un soplo a un perro rabioso.

Los amuletos contra el mal de ojo, practicado por personas con poder paranormaly hechiceros, generalmente en forma de manecillas de hueso, eran muy usados (cartaséptima). Sin embargo, brujas y hechiceros no abundaban como en otros lugares de Euro-pa ni eran tratados con tanto rigor (ibídem). A las embarazadas se les concedía todos losantojos (carta novena).

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Devociones

Los más devotos solían acudir diariamente a misa; los hidalgos solían acudir alas ocho. La alta nobleza la oía, de común, en los oratorios de sus propios palacios excep-to en las grandes festividades como la Semana Santa, y el resto de la población acudía adiferentes templos: los más cercanos, los de moda o aquéllos en los que se celebrabaalguna festividad.

No olvidemos que las mujeres, nunca solas, sólo salían para ir a la iglesia, a misapor la mañana y a otras prácticas piadosas –novenas, rosarios...- por la tarde, o de merien-da a casa de alguna amiga. Además su vida cotidiana se desenvolvía entre sus labores ysus devociones, pues, apartadas por regla general de la vida cultural, rara vez leían otrolibro que no fuera espiritual.

Incluso las iglesias se convertían en lugar de cita para encuentro con galanes yamantes, oyendo “una docena de misas”, como dice la Condesa en la carta novena, sinprestar gran atención a las ceremonias sagradas. Los hombres se colocaban al final de laeucaristía junto a la pila de agua bendita para ofrecerla galantemente a la dama de susafectos en medio de requiebros y piropos; hasta tal punto escandalizó esta costumbre,sobre todo a los celosos maridos, que el Nuncio tuvo que prohibirla bajo pena de exco-munión.

Pero sobre todo los amantes aprovechaban las fiestas de bullicio, fundamental-mente la Semana Santa. La dama esquivaba astutamente a su criada, se reunía con suquerido en un nido de amor alquilado al efecto y luego volvía al encuentro de la sirvienta,a la que reñía por “haberse extraviado”.

La liturgia y el ornato de las iglesias respondían a la suntuosidad del barroco,que pretendía persuadir a los fieles creando una atmósfera celestial. En las fiestas decualquier iglesia se colocan mástiles con luminarias en fila.

Leamos la descripción que hace en la carta decimotercera de una ceremonia enToledo, que nos transporta al jardín del Paraíso:

“Fuimos a oír misa a la iglesia de los Reyes Nuevos, que es hermosa y grande, yestá bien adornada de naranjos, granados, jazmines y mirtos muy crecidos, quearraigan en cajas y forman calle hasta el altar mayor, cuyos adornos son extraor-dinariamente ricos. De modo que a través de las ramas verdes y de las variasflores de diversos matices, con el brillo del oro, de la planta, de los bordados y delos cirios encendidos que ornan el altar, parece que los rayos del sol llegan direc-tamente a nuestros ojos. También hay en jaulas pintadas y doradas ruiseñores,canarios y otros pájaros, que forman un concierto delicioso”.

El ayuno estaba mitigado por el privilegio del Rey de expedir la Bula de la SantaCruzada, “que permite comer carne los sábados y disfrutar el beneficio de las indulgen-cias”, extensivo también a América (carta undécima). Se publicaba anualmente en lascatedrales, colegiatas y parroquiales por medio de una procesión. En la carta novenadice:

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“Se venden las bulas en casa del Nuncio, y la bula, que se adquiere por tresreales, permite comer mantequilla y queso durante toda la Cuaresma y despojoslos sábados de todo el año”.

Nuestra autora señaló la devoción mariana y la de las Ánimas del Purgatoriocomo las más destacadas. De la primera, dice en la carta decimocuarta:

“Tienen una devoción y una confianza particularísima en la Virgen. Casi no hayhombre que no lleve un escapulario o una imagen bordada que no haya sidotocada en alguna de las imágenes que se tienen por milagrosas. Y aun cuando, porotra parte, no lleven una vida muy ejemplar, no dejan de rezarle como a quien losprotege y preserva de los mayores males”.

En la misma carta, destaca en Madrid la proliferación de retablos callejerosmarianos, que eran devotamente alumbrados, y la costumbre de vestir las imágenes a lamoda cortesana, así como la de colocarles siempre rosario:

“En cada esquina de calle y en cada rincón de casa hay una imagen de la Virgenvestida al uso del país. Suelen tener un rosario en la mano. Y todas aparecenalumbradas por alguna luz”.

Dentro de los títulos marianos, hablando de Toledo en la carta decimotercera,destaca la Inmaculada Concepción:

“En la puerta de la mayoría de las casas del barrio hay un azulejo con la saluta-ción angélica: ‘María fue concebida sin pecado original’. Me dijeron que todasestas casas pertenecen al Arzobispado, y que sólo viven en ellas obreros de losque tejen la seda”.

En cuanto a la devoción a las Ánimas, típicamente contrarreformista, la presentacomo muy arraigada, habiendo además en casi todas las parroquias una Hermandad deÁnimas para los sufragios, que, como algunos religiosos, pedía limosnas para ellos (cartaquinta). Dice en la carta undécima:

“Cuando han comprado la vida del enemigo que debe morir a puñaladas, ordenanque se digan misas a las almas del Purgatorio y llevan sobre su cuerpo reliquiasque con frecuencia besan y siempre adoran, y a las cuales encomiendan su triun-fo”.

En esta cita nos habla también de la devoción a las reliquias, que tanto habíaarraigado en la Edad Media, hasta el punto de propiciar la existencia de un mercadonegro y fraudulento. Tachado de supersticiosa e idólatra por los hermanos separados,esto hace que se potencie por rechazo en la Contrarreforma y Barroco.

Asimismo, era muy importante la devoción al Santísimo Sacramento del Altar.Negada por los protestantes la presencia real y permanente de Cristo en las especiessacramentales de pan y vino y el carácter sacrificial de la celebración eucarística, que se

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reafirma en Trento, esta devoción se convierte en afirmación de la ortodoxia durante laContrarreforma.

Nuestra autora nos refiere en su carta octava cómo observó en la casa de la Prin-cesa de Monteleón que al encenderse las luces de la casa al atardecer el mayordomohincaba una rodilla en tierra y decía en alta voz: “Alabado sea el Santísimo Sacramen-to”, a lo que todos respondían “Por siempre alabado sea”.

Las celebraciones del Corpus eran de las más celebradas y solemnes del añolitúrgico, con la participación de todas las capas sociales, como nos describe en la cartadécimo primera. El domingo de la Trinidad de 1679, cuatro días antes de esta solemni-dad, relata nuestra Condesa en su carta décima, el Rey, tras la ceremonia de consagracióndel Patriarca de las Indias, “no regresó al Buen Retiro, porque deseaba asistir también alas fiestas del Santísimo Sacramento”.

Nuestra viajera también reseña en su carta octava el esmero que ponían los sacerdo-tes en que se cumpliera el precepto de la comunión pascual, registrando todos aquellos queestaban obligados a él y entregando una cédula a los que lo cumplían, como comprobante.

De igual manera resalta la solemnidad, suntuosidad y lucido cortejo de la proce-sión de impedidos, que se realizaba en cada parroquia, y aún en algunas se sigue cele-brando, en la mañana de un domingo desde Pascua al de la Santísima Trinidad.

En cuanto a imágenes y santuarios importantes, cita Montserrat, “lugar muyvenerado por los devotos”, y el Pilar de Zaragoza, “santuario de mucho renombre”(ambos en la carta tercera); el Cristo de Burgos, entonces en el Convento de San Agustíny hoy en la Catedral, y la tumba de Santiago en Compostela (carta cuarta).

En Madrid, reseña a Nuestra Señora de Atocha, “que tiene muchos devotos, ycuando los Reyes de España celebran un feliz suceso, mandan cantar en esta iglesia unTe Deum en acción de gracias”; Nuestra Señora de la Almudena, de aparición milagrosa,hoy en la Catedral homónima, Nuestra Señora de la Soledad, en el Convento Mínimo dela Victoria, donde “se reza la salve todas las tardes”, San Isidro, “patrono de Madrid”,entonces sepultado en su capilla de la Parroquial de San Andrés, destrozada en la GuerraCivil española, hoy en la Colegiata homónima (carta novena). También cita el CristoYacente de El Pardo, obra de Gregorio Fernández de 1605:

“Visitamos un convento de Capuchinos en lo alto de un monte, lugar de fervienteoración, donde se venera un Cristo desclavado de su cruz que hace frecuentesmilagros”.

Entre las prácticas piadosas proliferaba el rosario. Ejercicio piadoso surgido enla Baja Edad Media y difundido por los dominicos, se convirtió en la principal devociónmariana en la Edad Moderna, sobre todo a partir de la Victoria de Lepanto (siete deoctubre de 1571), que se atribuyó a la intercesión de su rezo, encomendado por el PapaSan Pío V Ghislieri, dominico.

Relata D’Aulnoy en la carta octava que:“En todas las casas, a las horas fijadas, el servicio femenino acompaña a la seño-

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ra a la capilla, donde rezan el rosario en alta voz. [...] Es de ver el uso constanteque aquí se hace del rosario”.

Incluso señala cómo lo rezaban durante la misa privada.Aunque a veces a nuestraautora le parece que su rezo cae en la rutina y en lo mecánico:

“Rezan al ir por la calle, y cuando juegan al tresillo; cuando hablan y hasta cuan-do enamoran, murmuran o mienten, rezan y recorren con sus dedos las cuentasdel rosario. Figuraos cómo será en tales circunstancias la devoción”.

Las coronas del rosario eran además un elemento suntuario de la indumentariafemenina:

“Todas las damas llevan uno sujeto a la cintura, tan largo que poco falta para quelo arrastren por el suelo”.

La Princesa de Monteleón regaló entre otros obsequios a nuestra escritora, segúncuenta en la misma carta, “un rosario de palo de águila, madera preciosa y rara proce-dente de las Indias”.

Semana Santa: Penitencia pública y procesiones

La práctica de la penitencia y la flagelación pública hirió la sensibilidad de laCondesa, hasta el punto de considerarla rayana en la barbarie (carta novena). Se citanvarias modalidades. Se practicaba desde el Domingo de Ramos al de Pascua, sobre todoel Viernes Santo.

No siempre la causa de esta penitencia era la fe. Oyó que a veces eran alquiladospor Órdenes religiosas o cofradías para incrementar su prestigio o que era un simplealarde de fuerza o galantería, al ofrecerse a una dama, cuyo mayor homenaje era salpicar-le con la propia sangre.

El cortejo oficial de Madrid es la luctuosa del Viernes Santo, jornada en la que,engalanadas las calles con ricos tapices y colgaduras,

“reunidos todos, forman parte de la única procesión que recorre las calles de lavilla, y a la cual asisten todas las parroquias y todas las Órdenes. [...] La proce-sión sale a las cuatro y a las ocho muchas veces no ha terminado todavía. Mesería imposible mencionar a las innumerables personas que acuden a formarla,desde el Rey, don Juan de Austria, los cardenales, los embajadores y la nobleza,hasta los últimos dignatarios de la Corte y de la Villa. Cada uno lleva un cirio enla mano y le acompañan muchos de sus criados con antorchas. Todos los estan-dartes y todas las cruces van cubiertos con una gasa negra. Multitud de tambores,también enlutados con gasas, redoblan lastimeros. La Guardia Real [...] llevansus armas enlutadas y abatidas hasta el suelo. Hay grupos de imágenes que repre-sentan los ‘Misterios’ de la vida y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Las figu-

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13 Ibídem, p. 361.

ras son bastante malas, mal vestidas, y pesan tanto que a veces no bastan cienhombres para llevar una plataforma sobre la cual se ostenta el Misterio”.

Asimismo, en la carta novena, nos comenta:“Durante la Semana Santa, no deja nadie de visitar los Monumentos, donde sehacen las estaciones desde los miércoles hasta los viernes”.

Es una costumbre que arranca de la Edad Media, y que, con la tendencia alegóricade la liturgia en aquella época, la reserva eucarística solemne del Jueves Santo empieza arepresentarse como un sepulcro (monumentum en latín).

El Corpus Christi

Pero la procesión más esplendorosa era, sin duda, la del Corpus, generalizada enEspaña en el siglo XV, que se describe en la carta décimo primera. En la sociedad católi-ca del Antiguo Régimen esta procesión era que mejor plasmaba el orden jerárquico esta-blecido.

La ciudad se transmutaba en su adorno con tapices, colgaduras y doseles, seentoldaban y alfombraban de flores las calles, se instalaban altares donde se hacía esta-ción y participaban todas las parroquias y religiosos, así como los laicos varones de todaslas capas sociales, incluso los Grandes y el propio Rey, con cirios encendidos para alum-brar al Santísimo. Las mujeres son el público que contempla el cortejo, a cuyo pasoarrojan flores y perfumes.

Muerte y sepultura

En los momentos postreros de la vida, en España se insistía sobre todo en elviático13 , que revestía gran solemnidad y se convertía en una pomposa procesióneucarística, como la misma viajera señala en la carta novena; incluso se fundan para suorganización las Hermandades Sacramentales. En la Parroquia de San Sebastián de Madridhabía, relata la condesa en la misma carta, una silla de manos para llevar el viático “entiempo desapacible y tormentoso”, donación de la Reina Mariana de Austria.

En la muerte, como en la vida se consagraba la desigualdad humana, tanto en eldesarrollo de las exequias como en la última morada del cadáver. Si era de alta clasesocial, su cuerpo era rodeado de luces y conducido al sepulcro preparado para él. Pero siera modesto, se enterraba en bóveda común o cementerio con la cara descubierta y uncirio cruciforme en las manos. Incluso si era pobre, había que esperar de la limosna delpueblo para poder enterrarlo.

Nuestra autora adjetiva de magnífico el de una hija del Duque de Medinaceli(carta novena). Consigna la Condesa la costumbre de enterrarse con el hábito de algunaOrden religiosa, sobre todo el carmelita (ibídem).

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I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo II, pp. 161 - 174.ISBN: 84-688-2633-2.

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14 T. DE AZCONA, “Reforma del episcopado y del clero” en Historia de la Iglesia en España III-1º, Madrid,1980, pp. 119 ss.

Teatro religioso

Nuestra viajera resalta la extraordinaria afición del público español por el teatro,que era una diversión habitual (carta octava). También se utilizaba por el poder comoinstrumento de propaganda ideológica, tanto de los ideales políticos –en las comedias-como de los religiosos –en los autos sacramentales-.

Las fiestas religiosas que lo propiciaban eran la Navidad, la Pasión, y, sobre todo,el Corpus Christi. La autora nos relata en la carta undécima la popularidad y desarrollode los Autos de esta última fiesta, que no eran muy de su agrado, seguramente por noresponder a las leyes del teatro clásico:

“Cuando el Santísimo Sacramento ha entrado en la iglesia, después de haberrecorrido la villa [de Madrid], se apresuran todos a retirarse para comer en suscasas y no faltar a las representaciones de los ‘Autos Sacramentales’, que sontragedias escritas con asuntos piadosos, cuya ejecución ofrece rasgos muy carac-terísticos.Se representan en el patio o en la calle del Presidente del Consejo a quien corres-ponde. Asiste el Rey, y todas las personas de importancia reciben invitación lavíspera. [...] Las representaciones de los Autos se repiten durante un mes”.

El estamento eclesiástico

Nuestra autora inserta en su carta sexta una Memoria del Arzobispo de Burgossobre los obispados hispánicos. El número de éstos14 no era muy grande si lo compara-mos con otras naciones europeas. El Rey tenía el privilegio de patronato y presentaciónlos Obispos que eran confirmados por Roma, concedido por Adriano VI Florisz Boeyensen 1523, como anota la dicha Memoria, confirmado por Clemente VII Médici en 1530 yratificado definitivamente por el Papa Paulo III Farnese en 1536.

El territorio europeo-africano se dividía en siete archidiócesis metropolitanas consus correspondientes sufragáneas con una jurisdicción territorial en nada acorde a lacivil: una en Galicia, Santiago de Compostela; una en Castilla, Toledo; dos en Andalucía,Sevilla y Granada; una en Aragón, Zaragoza; una en Cataluña, Tarragona; Valencia, yuno en Portugal: Braga. Los obispados de Burgos, León y Oviedo dependían directamen-te de la Santa Sede.

De todas, la más importante, la de Toledo, por rentas e importancia histórico-política, “cuyo arzobispo es el primado de España, gran canciller de Castilla y conseje-ro de Estado. Habla en los Estados y en el Consejo inmediatamente después del rey ygeneralmente se le consulta en todos los asuntos importantes”. Mientras permanecieronunidas España y Portugal, Braga rivalizó con ella: “pretende la primacía de toda Espa-

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15 R. GUERRA DE LA VEGA, Iglesias y Conventos del Antiguo Madrid, Madrid, 1996, pp. 76-93.

ña, disputándola al arzobispo de Toledo, alegando que esta primacía pasó de Sevilla aToledo y de aquí a Braga con la invasión árabe”.

A Toledo le siguen en importancia Sevilla, Santiago de Compostela, Granada,Burgos, Zaragoza, Valencia y Tarragona. A Zaragoza igualaba en rentas el Obispado deCuenca y el de Plasencia, y al de Valencia, los de Cardona y Málaga. Muchos aventajanal Arzobispado de Tarragona. De los Obispados, el más pobre es el de Tuy, seguido deAlmería, Albarracín, Barbastro, Lugo, Guadix, todos con menos de diez mil ducados derenta.

Entre las Órdenes religiosas, cuando habla de El Escorial en la carta decimocuar-ta resalta como “muy bien considerada” la San Jerónimo, reducida a los territorioshispánicos, y que fue patrocinada por las monarquías peninsulares y la alta nobleza.

Entre las fuentes de financiación de los religiosos, comenta la viajera en la cartaduodécima, además de los patrocinios de la alta sociedad, como son los casos citados delos dominicos de Valladolid fundados por el Duque de Lerma o El Escorial por el ReyFelipe II, estaban las herencias de personas ilustres que entran en religión, que a vecesconducía a abusos por su parte, y de los beneficios de los misioneros de América.

Con mucha frecuencia las fundaciones contemplativas femeninas se convertíanen refugio de hijas de notables venidos a menos, o que no encontraban un casamientoigualado socialmente, como es el caso de una hija natural de Don Juan José de Austriaque fue obligada a ingresar de carmelita en Madrid (carta novena). Incluso había funda-ciones para nobles como las Huelgas de Burgos: “Este convento encierra más de cientocincuenta religiosas, hijas en su mayoría de príncipes, duques y otros títulos” (cartacuarta).

En las Descalzas Reales de Madrid, Monasterio de la Consolación de Clarisas,fundado en 1559 por Doña Juana de Austria, hermana del Rey Felipe II y viuda delPríncipe Don Juan de Portugal, que se retiró allí15 , habían de recluirse las que habían sidoamantes del Rey, solteras o viudas, como nuestra viajera nos cuenta en la carta novena.Así ocurrió, como cuenta en la carta tercera, con María la Calderona, amante de FelipeIV y madre de Don Juan José de Austria, a la que le dio el velo negro el Nuncio GiovanniBattista Pamphili, futuro Inocencio X, y su antecesora. En la carta decimoquinta cuentauna divertida anécdota: una dama noble de la Reina fue requerida de amores por el Rey,al que no abrió la puerta arguyendo: “Vaya con Dios que no quiero ser monja”.

También eran los conventos recogimiento de viudas, como es el caso de la Con-desa de Lemos, que se recluyó en un convento de Lerma (Burgos), y que se entrevista conla Condesa según se refiere en la carta quinta. En el claustro llevaban a veces una vidamás libre y social que en sus propias casas, y el bienestar estaba asegurado. Estas huéspedasilustres frecuentemente daban problemas porque no se adaptaban a la vida regular yaustera del convento, caso de la viuda del Condestable Colona, retirada en el Conventode Santo Domingo de Madrid, referido en la carta décima, a la que aceptaron de malgrado por obediencia real.

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Inquisición y Autos de Fe

En la carta decimotercera habla de la Inquisición, tribunal especial para juzgarlos casos de herejía, cuyos antecedentes los remonta en Europa al siglo XIII, motivadospor las numerosas herejías que surgieron a fines del siglo XII. Cuenta como se erigieronvarios: en Italia, en los reinos dependientes de la Corona de Aragón y en Portugal.

En el caso español, continúa la autora, se debe a la iniciativa de los Reyes Cató-licos, que obtuvieron en 1483 del Papa Sixto IV della Rovere bulas para su estableci-miento bajo el patronato de la Corona, para perseguir a los herejes y judaizantes y maho-metanos encubiertos, a partir de la expulsión de judíos y musulmanes. No olvidemos quelos Reyes Católicos consideraron a la unidad religiosa como pieza clave de su Estado. AJuan de Torquemada, dominico consejero de la Reina, la Orden del cual se vinculó alSanto Oficio por su marcada vocación intelectual y pureza doctrinal, se le atribuye im-pulsar esta iniciativa y fue el primer Inquisidor General.

Cuenta como pronto se estableció un Consejo, constituido por el Inquisidor Ge-neral, nombrado por el Rey de España y confirmado por el Papa, que proveía el resto delos cargos, cinco consejeros (uno dominico según privilegio de Felipe III en 1616), unprocurador fiscal, un secretario de la Cámara del Rey, dos secretarios del Consejo, unalguacil mayor, un receptor, dos relatores y dos calificadores y consultores.

Cita los tribunales subordinados existentes, que constaban de tres inquisidores,tres secretarios, un alguacil mayor y tres receptores, calificadores y consultores: Sevilla,Toledo, Granada, Córdoba, Cuenca, Valladolid, Murcia, Llerena, Logroño, Santiago,Zaragoza, Valencia, Barcelona, Mallorca, Cerdeña, Palermo, Canarias. Como nos habíadicho en la carta undécima, este tribunal también se estableció en América, con tribuna-les en Méjico, Cartagena y Lima. Los familiares, suerte de inspectores o espías cuyonúmero superaba el de veintidós mil en España, y oficiales de esta institución quedabanexentos de la justicia ordinaria, lo que constituía un gran privilegio.

Describe los procedimientos de este Tribunal, como ya había hecho en la cartaséptima: detención del acusado, sin notificarle la acusación ni los testigos, usando de latortura. Lo considera implacable y muy poderoso, pues es inapelable; aún perdonado porarrepentido, la familia del reo queda infamada y éste inhabilitado para cargos y empleospúblicos. A partir de todo esto, la limpieza de sangre, es decir, estar libre de antecedentesjudíos, moriscos o heréticos por padre y madre, llegó a convertirse en España como unaespecie de nobleza compartida por gentes de los tres estamentos, pues, en palabras de laescritora, “La tacha mayor en una familia es que hayan formado parte de ella judíos omoros” (carta undécima).

Las sentencias de este Tribunal, que en otras partes de Europa, comenta nuestraautora serían “una simple ejecución de criminales”, eran ejecutadas por el brazo secularpúblicamente con un propósito ejemplarizante, a veces incluso en efigie, por muerte ofuga del reo en una ceremonias piadosas llamadas Autos de Fe. Se celebraban coincidien-do con fechas importantes: nuestra autora señala que el último en Madrid se había cele-brado en 1632, y que se preparaba uno para el casamiento del Rey Carlos II.

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La ceremonia se preparaba con gran solemnidad, disponiéndose, en el caso deMadrid, un tablado con gradas en la Plaza Mayor, en las que se instalaban, a la derechadel balcón del Rey, los Consejos, presididos por el Inquisidor General. A la izquierda, loscondenados. Había tres púlpitos, para los lectores de los fallos y para el predicador, conun altar delante de éste. Los balcones eran ocupados por los principales personajes de lacorte.

Se abría el acto con una procesión hasta el lugar señalado: abrían la comitiva loscarboneros, que proporcionaban la leña para el fuego, con picas y mosquetes, seguían losfrailes dominicos tras una cruz blanca, a continuación el Duque de Medinaceli, por privi-legio familiar, portaba el estandarte de la Inquisición (de damasco, en el anverso llevabauna espada desnuda circundada por una corona de laurel y en el reverso las armas deEspaña), a continuación una cruz verde con crespón negro de luto, tras el cual iban losprincipales de la Suprema, con mantos adornados de cruces blancas y negras, y, porúltimo, los delincuentes guardados por los guardias inquisitoriales vestidos de blanco ynegro.

El estandarte y la cruz blanca se ponían sobre el altar, quedando sólo los domini-cos en el tablado durante la noche entonando salmodias y celebrando al alba varias mi-sas. A las ocho de la mañana se repetía la procesión como la víspera y eran ejecutados losreos.

Abría el acto un sermón de apertura, tras el que se leían las sentencias y se proce-día a la ejecución de los reos en medio de un silencio absoluto. Madamme d’Aulnoycontemplo uno en Madrid que la impresionó sobremanera.

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I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo I, pp. 9 - 13.ISBN: 84-688-2633-2.

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ÍNDICE TOMO I

PRESENTACIÓNVILLAR GARCÍA , Mª. Begoña . .................................................................................................................... 15

PONENCIAS

Franceses en tierras de España: Una presencia mediadora en el Antiguo RégimenAMALRIC, Jean Pierre . .................................................................................................................................. 23

El papel de los extranjeros en las actividades artesanales y comerciales delMediterráneo español durante la Edad ModernaFRANCH BENAVENT, Ricardo . ................................................................................................................... 39

Los extranjeros en el tráfico con indias: Entre el rechazo legal y la toleranciafuncionalGARCÍA-BAQUERO GONZÁLEZ, Antonio . ............................................................................................. 73

Andalucía en el contexto migratorio de España en la Edad ModernaSANZ SAMPELAYO, Juan . ............................................................................................................................ 101

COMUNICACIONES

Sobre los orígenes de la burguesía malagueña: los primeros Krauel en MálagaALBUERA GUIRNALDOS, Antonio . ........................................................................................................... 123

Los ingleses en Ferrol en el siglo XVIIIAMENEDO COSTA, Mónica . ........................................................................................................................ 133

Los extranjeros en la Colección de Originales del Archivo Municipal de MálagaBARRIONUEVO SERRANO, Mª Rosario y MAIRAL JIMÉNEZ, Mª Carmen . ................................... 143

Mercaderes y artesanos franceses en el sur deAragón. La emigración en Calamocha,1530-1791BENEDICTO GIMENO, Emilio . .................................................................................................................. 155

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10

Les étrangers dans les Pays-Bas espagnols (XVIe-XVIIe. Siécles)BERNARD, Bruno . .......................................................................................................................................... 175

“D’estranya nació”. Artesanos extranjeros en el Reino de Mallorca (ss.XVI –XVIII)BERNAT I ROCA, Margalida; DEYÁ BAUZÁ, Miguel J. y SERRA I BARCELÓ, Jaume . ............... 187

Intermediarios imprescindibles. Los extranjeros en la élite del comercio mallorquíndel siglo XVII: el mercado del aceiteBIBILONI, Andreu . .......................................................................................................................................... 203

Mercaderes italianos en las importaciones marítimas valencianas en el segundocuarto del seiscientos (1626-1650)BLANES ANDRÉS, Roberto . ......................................................................................................................... 217

La colonia maltesa en Las Palmas en el Antiguo RégimenBRITO GONZÁLEZ, Alexis D. . .................................................................................................................... 229

Los extranjeros en la milicia española. Análisis del componente foráneo en elejercito de guarnición en Ceuta durante el siglo XVIIICARMONA PORTILLO, Antonio . ................................................................................................................ 241

La factoría británica de Cádiz a mediados del siglo XVIII: organización y laborasistencialCARRASCO GONZÁLEZ, Guadalupe . ....................................................................................................... 255

Irlandeses en el comercio gaditano-americano del SetecientosCHAUCA GARCÍA, Jorge . ............................................................................................................................ 267

Aspectos socioeconómicos de la inmigración francesa en Jaén (1750-1834)CORONAS TEJADA, Luis . ............................................................................................................................ 279

Jerónimo Genoin: mercader y cónsul de extranjeros en la Mallorca de principiosdel siglo XVIIDEYÁ BAUZÁ, Miguel José . ......................................................................................................................... 289

Fuentes documentales municipales para el estudio de los extranjeros en la EdadModerna. El paradigma de AntequeraESCALANTE JIMÉNEZ, José. . .................................................................................................................... 301

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I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo I, pp. 9 - 13.ISBN: 84-688-2633-2.

11

Sospechosos habituales: contrabando de tabaco y comerciantes extranjeros en lospuertos españolesESCOBEDO, Rafael . ...................................................................................................................................... 313

En busca de fortuna. La presencia de flamencos en España. 1480-1560FAGEL, Raymond . ........................................................................................................................................... 325

La comunidad británica en Tenerife durante la Edad ModernaFAJARDO SPÍNOLA, Francisco . ................................................................................................................. 337

Carew, Langton and Power, an irish trading house in Cádiz, 1745 – 1761FANNIN, Samuel . ............................................................................................................................................. 347

Estrategias en tiempos de incertidumbre: Las familias flamencas y la emigraciónmilitar a España a principios del siglo XVIIIGLESENER, Thomas . ..................................................................................................................................... 353

Las colonias mercantiles extranjeras en Aragón en el Antiguo RégimenGÓMEZ ZORRAQUINO, José Ignacio . ...................................................................................................... 365

Extranjeros en el siglo XVIII: procesos de integración y de solidaridad internaGONZÁLEZ BELTRÁN, Jesús Manuel . ...................................................................................................... 379

Las comunidades extranjeras y la posesión de esclavos en el Jerez de la Fronteradel siglo XVI.IZCO REINA, Manuel Jesús . ......................................................................................................................... 391

El atractivo gaditano para los suizos de la segunda mitad del siglo XVIII. Delcapitalismo mercantil hasta los pequeños probadores de fortunaJAHIER, Hugues . ............................................................................................................................................. 401

Irlandeses y Británicos en Cádiz en el siglo XVIIILARIO DE OÑATE, María del Carmen . ..................................................................................................... 417

Extranjeros en la comarca antequerana a finales del Antiguo RégimenLEÓN VEGAS, Milagros . ............................................................................................................................... 427

Expósitos y nodrizas portugueses en la inclusa deAyamonte durante el siglo XVIIILÓPEZ VIERA, David . ................................................................................................................................... 443

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12

Franceses en Valencia en 1674LORENZO LOZANO, Julia . .......................................................................................................................... 457

La colectividad francesa en el Ferrol del siglo XVIIIMARTÍN GARCÍA, Alfredo . ........................................................................................................................... 469

La relación de los comerciantes extranjeros y los escribanos públicos malagueñosdel siglo XVIIMENDOZA GARCÍA, Eva . ............................................................................................................................ 481

Familias genovesas afincadas en Murcia vinculadas al comercio sederoMIRALLES MARTÍNEZ, Pedro . ................................................................................................................... 493

Mercaderes portugueses en la Murcia del siglo XVIIMIRALLES MARTÍNEZ, Pedro . ................................................................................................................... 505

Una compañía de comercio internacional en la Galicia del siglo XVIIIMONTERO AMENEIRO, Lidia María . ....................................................................................................... 519

El predominio extranjero en el comercio exportador de Vélez-Málaga durante elsiglo XVIIIPEZZI CRISTÓBAL, Pilar . ............................................................................................................................ 529

Portugueses avecindados en Madrid durante la Edad Moderna (1593-1646)PULIDO SERRANO, Juan Ignacio . ............................................................................................................. 543

Los mercaderes extranjeros en Madrid: Compañías y negocios (1648-1679)RAMOS MEDINA, María Dolores . .............................................................................................................. 555

El comerciante flamenco Henrique Baneswick y su integración en la sociedadmalagueña (s. XVII–XVIII)REDER GADOW, Marion . ............................................................................................................................. 569

Corrientes migratorias extranjeras con destino a Málaga en el siglo XVII.Análisisde la incidencia francesaRODRÍGUEZ ALEMÁN, Isabel . ..................................................................................................... 583

Mercaderes y financieros. Los genoveses de Toledo entre 1561 y 1621RODRÍGUEZ DE GRACIA, Hilario . ........................................................................................................... 597

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I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo I, pp. 9 - 13.ISBN: 84-688-2633-2.

13

Los extranjeros que llegaron a Andalucía como colonos de las Nuevas Poblacio-nes de Sierra Morena y Andalucía en el siglo XVIIISÁNCHEZ-BATALLA MARTÍNEZ, Carlos . ................................................................................................ 611

La importancia geoestratégica de Canarias a través de la actuación de los holande-ses durante el siglo XVIISANTANA PÉREZ, Germán . ......................................................................................................................... 623

“Los hombres de negocios” extranjeros en la Málaga del último tercio del sigloXVIISANTOS ARREBOLA, María Soledad . ....................................................................................................... 635

Los comerciantes extranjeros y el negocio del tabaco en la España del siglo XVIIISOLBES FERRI, Sergio . ................................................................................................................................ 643

Inmigrantes extranjeros en Mallorca, 1448-1589VAQUER BENNASAR, Onofre . .................................................................................................................... 657

Diaspora entrepreneurial networks. The maltese in eighteenth-century Spain. Acomparative perspectiveVASSALLO, Carmel . ....................................................................................................................................... 667

La colonia extranjera de Cartagena en los siglos XVI y XVII: poder económico yarraigo socialVELASCO HERNÁNDEZ, F. . ........................................................................................................................ 681

Franceses en la Lleida Moderna. Posibilidades para trabajar, dificultades deinserción.VILALTA, María José . .................................................................................................................................... 695

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I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo II, pp. 3 - 8.ISBN: 84-688-2633-2.

3

ÍNDICE TOMO II

PONENCIAS

Los extranjeros en el gobierno de la Monarquía HispanaCASTELLANOS CASTELLANOS, Juan Luis . ........................................................................................... 11

Los extranjeros en la cornisa cantábrica durante la Edad ModernaREY CASTELAO, Ofelia . ............................................................................................................................... 23

La imagen de los europeos occidentales en la historiografía española de los si-glos XVI y XVII (1517-1648)SCHÜLLER, Karin . ......................................................................................................................................... 59

Los extranjeros en Canarias durante el Antiguo RégimenLOBO CABRERA, Manuel y TORRES SANTANA, Mª Elisa . ................................................................. 79

COMUNICACIONES

Los Fornari y las rentas de Orán a comienzos del siglo XVI. Financiación del reyy negocio familiarALONSO GARCÍA, David . ............................................................................................................................ 101

Viajeros extranjeros en Andalucía en la primera mitad del siglo XIXÁLVAREZ ARZA, Mª José . ............................................................................................................................. 113

Libros extranjeros en la biblioteca del matemático Benito Bails (1731-1797)ARIAS DE SAAVEDRA ALÍAS, Inmaculada . ............................................................................................. 125

Los Stafford, una familia irlandesa en EspañaBRUQUETAS DE CASTRO, Fernando . ..................................................................................................... 139

Los extranjeros en laAlta Administración española del siglo XVIII: El caso de losCapitanes Generales de MallorcaCAIMARI CALAFAT, Tomeu . ........................................................................................................................ 149

Iglesia y religiosidad española según la Condesa d’Aulnoy (segunda mitad delsiglo XVII)CAMPA CARMONA, Ramón de la . .............................................................................................................. 161

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4

Nación extranjera y cofradía de mercaderes: el rostro piadoso de la integraciónsocialCRESPO SOLANA, Ana . ................................................................................................................................ 175

La estratificación social de España vista por los viajeros extranjeros del siglo XIXDEL PINO ARTACHO, Juan . ........................................................................................................................ 189

“Entrar en asientos con naturales de Flandes”. Asentistas flamencos en la corte deFelipe IVESTEBAN ESTRÍNGANA, Alicia . ................................................................................................................ 196

Andalucía vista por Christian August Fischer, viajero alemán del siglo XVIIIFRIEDERICH-STEGMANN, Hiltrud . ......................................................................................................... 217

Dionisio Mantuano. Ventura y desventuras de un pintor boloñés en las cortes deFelipe IV y Carlos IIGARCÍA CUETO, David y SÁNCHEZ DEL PERAL Y LÓPEZ, Juan Ramón . ................................... 227

Extranjeros en la Castilla interior durante el Antiguo Régimen. Mentalidad y cul-tura material: Actitudes similares y comportamientos diferenciadosGARCÍA FERNÁNDEZ, Máximo . ................................................................................................................ 241

Cuando los libros fueron el arma de los extranjeros. Influencia de Francia en lavida cotidiana española del siglo XVIIIGARCÍA HURTADO, Manuel Reyes . .......................................................................................................... 259

Obispos irlandeses y la Monarquía Hispánica en el siglo XVIGARCÍA HERNÁN, Enrique . ........................................................................................................................ 275

Notas para un estudio historiográfico de los viajeros por España y Portugal duran-te los siglos XV al XVIIGARCÍA-ROMERAL PÉREZ, Carlos . ......................................................................................................... 281

El ejercicio de la mediación por los extranjeros en la Corona de CastillaGARRIDO ARREDONDO, José . .................................................................................................................. 291

¿Status de residente?. Nuevas aportaciones biográficas del viajero inglés FrancisCarterGARVAYO GARCÍA, Dolores . ....................................................................................................................... 307

Descripción de Málaga y su costa por Pedro TexeiraGIL SANJUÁN, Joaquín . ............................................................................................................................... 323

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I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo II, pp. 3 - 8.ISBN: 84-688-2633-2.

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El flamenco Joris Hoefnagle pintor de las capitales andaluzas del QuinientosGIL SANJUÁN, Joaquín y SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio . .............................................................. 341

La imagen del Cementerio inglés de Málaga en los viajeros extranjeros: la miradadel otroGIRÓN IRUESTE, Enrique y ARENAS GÓMEZ, Andrés . ...................................................................... 359

Injerencias estéticas flamencas en la pintura del barroco en Málaga: MiguelManriqueGONZÁLEZ TORRES, Javier . ...................................................................................................................... 369

Un inglés en la Asturias del XVIII: El viaje de TownsendGONZÁLEZ SÁNCHEZ, Irma . ..................................................................................................................... 381

Felix Oneille: un irlandés Capitán General de Galicia entre 1774 y 1778GONZÁLEZ SOUTO, Irma . ........................................................................................................................... 395

Robert Semple (1766-1816). Un “viajero” en la España de la crisis del AntiguoRégimenGUERRERO LATORRE, Ana Clara . ........................................................................................................... 405

Imágenes de la Nobleza: La nobleza castellana ante los ojos de los viajeros ex-tranjeros en la Edad ModernaGUILLÉN BERRENDERO, José Antonio . ................................................................................................. 415

Los viajeros extranjeros de la Edad Moderna como fuente para la Historia delArte: Su aplicación al patrimonio artístico sevillanoHERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Salvador . ........................................................................................................ 427

Los extranjeros en la administración corregimental española del siglo XVIIIIRLES VICENTE, María del Carmen . ......................................................................................................... 439

El Rosellón tras el Tratado de los Pirineos: un caso de neoextranjería (1659-1700)JANÉ CHECA, Oscar . .................................................................................................................................... 451

Rasgos socioculturales de Castilla y Andalucía a mediados del siglo XIX según lavisión de una viajera inglesaJIMÉNEZ CARRA, Nieves . ............................................................................................................................ 465

Los viajeros ingleses y la InquisiciónKRAUEL, Blanca . ........................................................................................................................................... 477

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Diplomáticos europeos en la España de mediados del siglo XVIII. Inmigrantes deida y vueltaLAVANDEIRA HERMOSO, Juan Carlos . .................................................................................................. 485

La Hermandad de los franceses de Granada en el siglo XVIIILÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel Luis . ......................................................................................... 495

Entre Málaga y Granada: La aventura de viajar en la primera mitad del siglo XIXLÓPEZ-BURGOS, Mª Antonia . .................................................................................................................... 511

Una patente desconocida del siglo XVIIILORENZO MODIA, María Jesús . ............................................................................................................... 527

Una aproximación al estudio de los pintores extranjeros en la Sevilla del Siglo deOroMÉNDEZ RODRÍGUEZ, Luis . ..................................................................................................................... 535

Perfil inquisitorial de los marineros extranjeros en la sociedad canariaMORENO FLORIDO, María Berenice . ...................................................................................................... 547

Extranjeros y heterodoxias en el Cádiz del siglo XVIII: La presencia protestanteMORGADO GARCÍA, Arturo . ...................................................................................................................... 557

Irish students and merchants in Seville, 1598-1798MURPHY, Martin . ........................................................................................................................................... 565

Francisco Cabarrús, el éxito de un inmigranteNUIN PÉREZ, Lucía . ...................................................................................................................................... 573

Extranjeros en el Cabildo Municipal malagueñoOCAÑA CUADROS, Ivanova . ....................................................................................................................... 583

Los extranjeros en España e Indias según el ilustrado peruano José Eusebio LlanoZapata (1756-1770)PERALTA RUIZ, Victor . ................................................................................................................................. 595

La situación de algunos prisioneros franceses en Málaga durante la Guerra contrala ConvenciónPÉREZ BLÁZQUEZ, Aitor . ........................................................................................................................... 607

La estirpe de los Trevani y la Inquisición españolaPÉREZ DE COLOSÍA RODRÍGUEZ, Mª Isabel . ...................................................................................... 617

Page 27: IGLESIA Y RELIGIOSIDAD ESPAÑOLA SEGÚN LA CONDESA D’AULNOY (SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVII)

I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo II, pp. 3 - 8.ISBN: 84-688-2633-2.

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Unidades extranjeras en el ejército borbónico español del siglo XVIIIPÉREZ FRÍAS, Pedro Luis . ........................................................................................................................... 631

“Mártires de profesión”: Estudio de caso de los conflictos de las comunidadesinglesa e irlandesa en la Andalucía de finales del XVIIPÉREZ TOSTADO, Igor . ................................................................................................................................ 645

Los viajeros extranjeros y la crisis del Antiguo Régimen en España: el viaje comofuente históricaREPETO GARCÍA, Diana . ............................................................................................................................ 657

Intereses comerciales y conspiración internacional judaica: La delación de JuanBueno GuiponiROLDÁN PAZ, Lorena . .................................................................................................................................. 669

Leyes de inmigración y flujos migratorios en la España ModernaSALAS AUSÉNS, José Antonio . .................................................................................................................... 681

Cesare Arbassia, un pintor italiano para los círculos humanistas hispanos del sigloXVISÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio . ............................................................................................................... 699

Judíos y protestantes: La herejía en la jurisdicción de la Inquisición de Cartagenade IndiasSÁNCHEZ BOHÓRQUEZ, José Enrique . .................................................................................................. 711

El mundo ruso en una comedia de Lope de Vega: la manipulación literariaSMOKTI, Eugenia . .......................................................................................................................................... 721

El “grupo irlandés” bajo el ministerio Wall (1754-63)TÉLLEZ ALARCIA, Diego. ............................................................................................................................. 737

La música y el baile en España a través de la mirada de Wilhelm von Humboldt(1799-1800)TORRE MOLINA, María José de la . ........................................................................................................... 751

Cautivos extranjeros en la Málaga ModernaTORREBLANCA ROLDÁN, María Dolores . ............................................................................................. 761

Las dificultades de ser financiero extranjero en la España de Carlos IIITORRES SÁNCHEZ, Rafael . ......................................................................................................................... 771

Page 28: IGLESIA Y RELIGIOSIDAD ESPAÑOLA SEGÚN LA CONDESA D’AULNOY (SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVII)

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Extranjeros en España y sus aportaciones a la ciencia y la técnica ilustradasVILLAS TINOCO, Siro . .................................................................................................................................. 781

Cargos concejiles en manos de comerciantes extranjerosYBÁÑEZ WORBOYS, Pilar . .......................................................................................................................... 793